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Módulo II.

Vida familiar, relaciones interpersonales y habilidades sociales


Tema 2. Relaciones interpersonales y grupales
Capítulo 2. Las relaciones interpersonales: una llave para la calidad de vida

Ana Belén Rodríguez Plaza


Psicóloga. Asesora de Educación de DOWN ESPAÑA y coordinadora del Área Educativa de
DOWN MÁLAGA

Resumen
Las relaciones interpersonales juegan un papel fundamental en el desarrollo personal y social
de las personas con discapacidad intelectual. Todas las personas necesitamos crecer en un
entorno socialmente estimulante, pues el crecimiento personal, en todos los ámbitos, necesita
la posibilidad de compartir y estar con los demás (familia, amigos, compañeros de clase, de
trabajo, etc.).
Desde que nacemos estamos en constante interacción con un medio social determinado (la
familia, los amigos, los vecinos, la escuela, los compañeros de trabajo…). Esto nos obliga a
relacionarnos con los demás de la forma más adecuada posible. Esta manera de actuar se va
aprendiendo poco a poco, en contacto con el medio, y observando el comportamiento de
otros.
En este artículo se abordan las relaciones familia-escuela, las relaciones entre iguales, la
amistad, con el fin de analizar cómo influyen en el desarrollo integral de las personas con
discapacidad intelectual y cómo las familias pueden contribuir al aprendizaje de las habilidades
sociales de sus hijos/as, ya que la carencia de estas habilidades puede provocar rechazo,
aislamiento y, en definitiva, limitar la calidad de vida.

Palabras clave: relaciones, familia, habilidades sociales.

Esquema o índice de contenidos:


Introducción .................................................................................................................................. 2
Familia y escuela: dos agentes socializadores que deben ir a una ............................................... 2
Las relaciones entre iguales .......................................................................................................... 3
Necesitamos tener amigos............................................................................................................ 6
Las habilidades sociales en la etapa adulta................................................................................... 8
Conclusiones ................................................................................................................................. 9
Bibliografía .................................................................................................................................. 10

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Introducción
Las relaciones sociales comienzan desde el momento en que el niño/a nace, y para su
desarrollo son fundamentales las experiencias vividas en los primeros años de vida. Por esto, la
familia juega un papel muy importante en el desarrollo de las personas, ya que es en su seno
donde se obtienen los aprendizajes básicos que serán imprescindibles para su inclusión en la
vida social.
Junto con la familia, la escuela es otro gran agente educativo y socializador de primer orden.
En la escuela será donde realmente el niño encuentre el grupo de iguales, algo que le permitirá
aumentar los entornos en los que se desenvuelve, y que incrementará progresivamente
(familia, escuela, compañeros, barrio, trabajo…) hasta la inclusión total como ciudadanos que
aportan a la sociedad.
Hacer nuevos amigos, mantener nuestras amistades a largo plazo, expresar a otros nuestras
necesidades, compartir nuestras experiencias, empatizar con la vivencia de los demás,
defender nuestros derechos, etc. son solo ejemplos de la importancia de las habilidades
sociales, o de las relaciones interpersonales en nuestra vida.

Familia y escuela: dos agentes socializadores que deben ir a una


El ser humano es esencialmente un sujeto social que vive y se desarrolla en un proceso de
aprendizaje social. La familia es la primera unidad social donde el niño/a se desarrolla, y donde
tienen lugar las primeras experiencias sociales.
No tenemos la menor duda que los padres somos los primeros distribuidores de refuerzos y de
modelos de interacciones sociales, indispensables para el desarrollo armonioso de la
personalidad. Es con tu familia donde, por un lado, aprendemos determinados
comportamientos relativos a las formas de comer, vestirse, dormir, sentir, amar,
comunicarnos, sentarnos, saludar, divertirnos, reír, gesticular, , jugar… Y por otro,
interiorizamos creencias, valores, normas y técnicas de conducta, una estructura social
determinada, un código moral, el aprender lo que está bien y lo que está mal, qué prácticas
reciben premios y signos de aprobación, y cuáles castigos y reproches, y lo que ellos implican.
Debemos proporcionar, por tanto, a nuestros hijos, ocasiones para facilitar las habilidades
sociales. Cuando les ofrecemos experiencias variadas que permiten relacionarse en distintas
situaciones sociales, estamos favoreciendo una conducta más adecuada, un mayor desarrollo y
un mejor ajuste personal y social, tanto en la infancia como en la edad adulta.
La competencia social de una persona tiene una contribución importante a su competencia
personal. Hoy en día el éxito personal y social parece estar más relacionado con la sociabilidad
y las habilidades interpersonales del sujeto, que con sus habilidades cognitivas e intelectuales.
Como queda patente, las relaciones sociales son un instrumento vital para estar en sociedad:
Pocos ámbitos de la vida diaria se escapan a la necesidad de tener que mostrarse socialmente
habilidoso. Sentirse incompetente en este ámbito puede ocasionar limitaciones a veces
importantes en el ámbito educativo, laboral, afectivo, etc. Así pues, las familias de las personas
con discapacidad intelectual, deben tener en cuenta desde las primeras etapas de vida, la
relevancia de esta dimensión interpersonal, tan importante como otros ámbitos más formales
o académicos. Aprender a hacer amigos es tan vital, o más si cabe, que aprender a leer a
escribir o resolver cálculos matemáticos. Así pues, desde este convencimiento, las familias de

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las personas con discapacidad intelectual, pueden aprovechar las múltiples oportunidades
sociales que se van dando de manera espontánea para proporcionar oportunidades de
aprendizaje, modelos de conducta, corregir pacientemente y con decisión las conductas
inapropiadas, y mostrar alternativas ante las mismas.
Llegados a este punto, las familias deberían reflexionar sobre el papel que juegan en el
aprendizaje de las habilidades sociales de sus hijos, y cómo ellos pueden contribuir a mejorar
las de sus hijos/as con discapacidad intelectual.
Junto con la familia, la escuela es otro gran agente educativo y socializador de primer orden. La
escuela proporciona oportunidades de adquirir y consolidar el sentido del “yo” o la
autoestima, de integrarse como miembro activo de la comunidad escolar, y de mantener
relaciones sociales en diferentes niveles de convivencia. Tanto la familia como la escuela
comparten importantes responsabilidades en la educación de los niños/as: Socialización,
desarrollo personal en el ámbito cognitivo, afectivo, de relación interpersonal, adquisición de
valores y construcción de normas.
La colaboración y coordinación de la familia con la escuela, es un uno de los pilares para lograr
el desarrollo de todas las potencialidades de los alumnos/as y mejorar su aprendizaje. Esta
conexión entre ambos contextos de socialización es especialmente importante en el caso de
las personas con discapacidad intelectual, ya que facilita por un lado la transferencia y
generalización de lo trabajado en la escuela, y por otro, además, promueve en los padres un
mayor sentimiento de competencia que revierte positivamente en el desarrollo del niño/a con
discapacidad intelectual..
La familia y la escuela se necesitan… no se puede conseguir la mayoría de los logros sin un
planteamiento común, sin compartir, sin ayudarse, sin trabajar al unísono unas veces y
complementándose en otras. Parece innecesario tener que justificar la importancia de esta
colaboración y coordinación. Todos estamos de acuerdo en que la comunicación entre la
escuela y la familia tendría que ser fluida y basada en la confianza mutua y el respeto, ya que
los dos contextos “comparten” un mismo niño/a, por lo que ambos deben asumir sus
obligaciones educativas
No podemos olvidar que la participación de los padres y madres en la escuela, implica una
mayor autoestima en los niños con discapacidad intelectual, un mejor rendimiento escolar,
mejores relaciones, y actitudes más positivas de los padres hacia la escuela. Para los niños/as
es muy importante sentir que los adultos que les rodean mantienen contacto positivos entre
ellos, y aunque se encuentran en dos espacios diferentes que son complementarios.

Las relaciones entre iguales


La escuela constituye uno de los entornos más relevantes para el desarrollo social de los
niños/as. La escuela no es un simple vehículo para la transmisión de conocimientos, es
también un escenario de prácticas sociales. En la escuela aprendemos a relacionarnos con
nuestros iguales, y es ahí donde tenemos la oportunidad de interactuar con estos, mediante el
juego, las actividades de colaboración, el trabajo en equipo, etc...
Las relaciones entre iguales contribuye en gran medida no sólo al desarrollo cognitivo y social,
sino, además a la eficacia con la cual funcionamos como adultos. Las relaciones sociales entre
iguales, nos ayuda a formar nuestra personalidad, a interiorizar normas y valores, a regular

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nuestra conducta, a la adquisición de estrategias sociales como el manejo del conflicto, las
negociaciones…
Todas las personas deseamos sentirnos incluidos, esto es reconocido y valorado en nuestro
grupo de referencia. En muchas ocasiones, las interacciones entre los alumnos con
discapacidad intelectual en las escuelas ordinarias y sus compañeros no son siempre positivas,
e incluso a veces inexistentes. El sentimiento de ser rechazado y de no pertenencia al grupo,
son algunas de la experiencias a las que los alumnos con discapacidad intelectual deben hacer
frente. Los alumnos con discapacidad intelectual pueden provocar diferentes reacciones y
sentimientos en sus compañeros: Rechazo, burla, lástima o franca simpatía, entre otros. El
grado de información veraz y ajustada que poseen sobre su compañero con discapacidad,
puede condicionar su respuesta ante la misma.
Cuando las relaciones de la persona con discapacidad con los compañeros son deficientes o
negativas, el niño puede presentar dificultades de ajuste a lo largo de toda su escolarización e
incluso posteriormente. Asimismo, la falta de habilidades interpersonales y el rechazo de los
compañeros de aula, están relacionados con problemas emocionales, sentimientos de
ansiedad, una baja autoestima, conductas desordenadas… La calidad de las relaciones con los
iguales en la escuela, y el grado de aceptación social experimentado por la persona con
discapacidad intelectual, son aspectos claves para su ajuste psicosocial y bienestar personal.
Muchas son las familias que nos comunican las dificultades que sus hijos con discapacidad
intelectual muestran para relacionarse con sus iguales. Los familias tienen un gran papel en
este sentido, ¿Qué hacer cuando un hijo/a evita relacionarse?
 Animarle a que supere la situación que le provoca inseguridad. No reforzar a que su
malestar le lleve a abandonar la situación, puesto que le estaremos enseñando a que
cuando algo le produzca angustia lo mejor es huir.
 Proporcionarle la seguridad que necesita, valorando sus cualidades, y viendo con él
situaciones que ha superado.
 Ponerle nombre a lo que siente. Ayudarle a expresar cómo se siente. Explicarle que
ante las situaciones que no conocemos, tenemos miedos que podemos superar
 Empatizar con él. Contarle algún caso parecido en el que nos sentíamos como él se
siente ahora.
 Ponerle metas alcanzables que tengan una dificultad creciente. Primero, acompañarle
cerca del grupo de amigos; después, reforzar que les salude y pida jugar con los otros,
y seguidamente, que lo haga él solo sin la ayuda del adulto.
 Ante el fracaso. Si el niño no ha sido capaz de acercarse al grupo de niños o de hablar
con ellos, el adulto puede tranquilizarle con frases como: “Estás aprendiendo, el
próximo día se te dará muy bien”, “¿Te puedo ayudar en algo?”, “La próxima vez lo
conseguirás”. Después, cuando el hijo/a esté tranquilo/a, buscar soluciones para la
próxima vez que se encuentre con la misma situación
 Ofrecerle espacios para relacionarse con iguales. Las relaciones con iguales son las más
complicadas ya que son relaciones reciprocas, se relacionan al mismo nivel y esto no
es tarea fácil. Lo fácil para cualquier niño es relacionarse con mayores o con pequeños
donde son los “reyes”.

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 Irle aumentando los retos. Para darle retos aumentando la dificultad lo ideal sería que,
en principio, tuviese momentos para compartir con un amigo en los que él se sienta
competente. Y cuando tuviese la situación superada, proporcionarle espacios con más
amigos. Por otro lado, pasar de lugares donde él tiene el control, a lugares en los que
no lo tiene. Por ejemplo, invitar a amigos a casa, es una situación con una dificultad
baja. Más difícil será cuando sea en casa de un amigo, en el parque u en otros
contextos.
 Después de verle con los amigos, si es posible por parte de la familia, reforzar
cualidades como la generosidad, simpatía, cuidado por el otro, empatía, asertividad.
 Aprovechar diferentes momentos del día para: Darle ejemplos de amistad, asertividad,
empatía. El adulto puede comentar con él qué amigos le gustan, cuáles son sus
mejores amigos, qué les gusta de sus amigos, qué cree que a sus amigos les gusta de
ellos. Cuando juegue con el adulto, simular como jugaría con niños. Por ejemplo, no
dejarle ganar siempre en los juegos, exponer lo que no le gusta cuando jugáis con él,
tanto como lo que le gusta, decidle porque le elegirías como su mejor amigo.
Reforzadle que sea generoso, que deje elegir el juego, que felicite cuando el adulto le
gana, y que preste sus juguetes.

No podemos olvidar que el repertorio de habilidades sociales, es el mayor determinante de


aceptación social. Los niños con discapacidad intelectual socialmente habilidosos, son los niños
más aceptados y queridos, mientras que los niños con discapacidad intelectual menos hábiles
son meramente ignorado o rechazados por sus iguales.
Por lo que venimos exponiendo hasta este momento, podemos afirmar que no solamente es
necesario enseñar habilidades sociales en el contexto familiar, sino también en el escolar. Esta
enseñanza tiene que hacerse del mismo modo que se hace la enseñanza de otros aspectos, es
decir, hay que enseñar habilidades sociales de modo directo, intencional y sistemático. Las
habilidades sociales de las personas con discapacidad intelectual, no mejoran por la simple
observación ni por la instrucción informal; se necesita una instrucción directa. Los niños/as con
discapacidad intelectual no adquieren la competencia social por la mera exposición al
comportamiento de sus compañeros socialmente hábiles. Para que esto se produzca, se
necesita una intervención directa, deliberada y sistemática. De la misma manera que se
emplea energía, esfuerzo, tiempo y recursos económicos para proporcionarles los mejores
aprendizajes académicos, también debemos considerar la importancia de proporcionales los
mejores aprendizajes sociales.
Existen numerosas habilidades sociales, algunas de ellas muy básicas y que son aprendidas a
edades muy tempranas (fórmulas de cortesía como saludar, dar las gracias o pedir las cosas
por favor), hasta otras habilidades mucho más complejas exigidas en el mundo de los adultos
(saber decir que no, negociar, ponerse en el lugar del otro, formular una queja sin molestar,
etc.).Prieto y Cols. ofrecen una relación de las habilidades que debe poseer el niño con
discapacidad intelectual, y poner en práctica en el contexto escolar. Dichas habilidades le
reportan refuerzo social, y favorecen una relación gratificante con los demás compañeros.
 Destrezas de supervivencia en el aula: Pedir ayuda, prestar atención, dar las gracias,
seguir instrucciones, realizar las tareas, participar en las discusiones, ofrecer ayuda,
hacer preguntas, no distraerse, hacer correcciones, decidir hacer algo, marcarse un
objetivo.

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 Destrezas para hacer amistades: Presentarse, empezar y finalizar una conversación,
participar en juegos, pedir favores, ofrecer ayuda a un compañero, hacer cumplidos,
sugerir actividades, compartir, disculparse.
 Destrezas para abordar los sentimientos: Conocer los sentimientos y expresarlos,
reconocer los sentimientos de los demás y mostrar comprensión ante ellos, mostrar
interés por los demás, expresar afecto, controlar el miedo, otorgarse recompensas.
 Destrezas para utilizar como distintas alternativas a la agresividad: Utilizar el
autocontrol, pedir permiso, saber cómo responder cuando le molestan a uno, evitar
los problemas, alejarse de las peleas, resolución de problemas, saber abordar una
acusación, negociación...
 Destrezas para controlar el estrés: Controlar el aburrimiento, descubrir las causas de
un problema, quejarse, responder a una queja, saber abordar las pérdidas, mostrar
camaradería, saber abordar el que le excluyan a uno, controlar los sentimientos de
vergüenza, reaccionar ante el fracaso, aceptar las negativas, decir “no”, relajarse,
responder a la presión de grupo, controlar el deseo de tener algo que no te pertenece,
tomar una decisión, ser honesto.

Necesitamos tener amigos


A través de las relaciones con iguales los niños tienen la oportunidad de hacer amistades. Es
una relación donde está implícita la comprensión, confianza, intereses comunes y valores
compartidos.
Las amistades son importantes para ayudar a los niños a desarrollarse emocional y
socialmente. Proporcionan un campo de entrenamiento para probar diferentes maneras de
relacionarse con los demás. A través de la interacción con los amigos, los niños aprenden a
establecer normas, a sopesar alternativas y a tomar decisiones. Experimentan miedo, enojo,
agresión y rechazo, aprenden a ganar y a perder, y entienden lo que es apropiado y lo que no.
Los niños aprenden que diferentes personas y diferentes situaciones requieren diferentes
comportamientos, y llegan a comprender los puntos de vista de otras personas.
Las amistades son una necesidad para un desarrollo psicosocial sano. Hay estudios que
demuestran que los niños/as con amigos disfrutan de un estado de bienestar óptimo, de una
mejor autoestima y tienen menos problemas sociales en la edad adulta que los niños que no
tienen amistades. No podemos olvidar que cuanto más positiva sea nuestra autoestima, más
preparado/a estaremos para afrontar las adversidades, y resistir las frustraciones, y
encontraremos más oportunidades de entablar relaciones. Por otro lado, los niños con
problemas para hacer amigos tienen más posibilidades de sentirse solos, de tener problemas
académicos y de adquirir malas conductas.
Según Asher y Parker, los beneficios de la amistad son:
 Compañerismo. Sentimiento de disfrutar de la mutua compañía. Este es el beneficio
más básico de la amistad.
 Alianza fiable. Este aspecto hace referencia al sentimiento de seguridad que se deriva
de saber que se puede contar con la lealtad del otro. Saber que se tiene a alguien para
sentarse en el autobús de vuelta a casa, en el comedor, etc. puede ser una motivación
añadida en la vida escolar.

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 Ayuda y orientación. Los niños valoran la disposición por parte de sus amigos para
ayudarles, prestarles sus objetos personales, etc. También se comparten consejos,
información, etc. Casi todos los niños creen que compartir y ayudar son obligaciones
que conlleva la amistad con otras personas.
 Base para la comparación social. Los amigos ayudan a desarrollar y mantener una
imagen de uno mismo como persona competente, atractiva y que merece la pena. La
amistad es un contexto no amenazante en el que se pueden comparar los propios
intereses, actitudes, miedos e inquietudes.
 Intimidad y afecto. La amistad proporciona oportunidades para comunicar a la otra
persona cuestiones personales, experiencias, deseos e ilusiones sin miedo al rechazo o
temor al ridículo. Esto es especialmente importante a partir de la preadolescencia,
cuando aparecen las amistades con personas del otro sexo.
 Apoyo emocional. La amistad garantiza un sentimiento de seguridad ante vivencias
desconocidas o amenazantes. La amistad puede amortiguar las vivencias negativas al
contar con la protección del otro. Con frecuencia, el niño ensaya nuevas conductas, y
asume nuevos retos personales en compañía de su mejor amigo.
 Estímulo para el desarrollo de la competencia social. La amistad es el contexto
perfecto para ensayar y consolidar numerosas habilidades de relación.

Las relaciones de amistad cambian con la edad. El niño pequeño ayudará a un compañero a
reconstruir una torre de bloques, el niño en edad escolar ayudará al amigo a hacer los deberes,
y el adolescente dará consejo a un amigo sobre un tema que éste no quiere hablar con los
padres. Aunque los términos de la reciprocidad se mantienen constantes, el concepto de
amistad y del comportamiento asociado a ésta, cambia a medida que el niño crece.
Las personas con discapacidad intelectual presentan frecuentemente dificultades para hacer y
mantener amistades conforme van creciendo. Esta dificultad puede ser por muchas razones, y
a veces, lo único que sucede es que la persona con discapacidad intelectual carece de
habilidades sociales, como:
1. Empezar, mantener y abandonar una conversación

La habilidad para conversar incluye otras destrezas: Iniciar una conversación, mantenerla y
finalizarla. Por lo tanto, el niño tiene una tarea importante por delante: Presentarse y saludar,
poner en marcha una conversación o saber unirse a la que ya se está dando, y por último,
saber retirarse de la misma.
2. Habilidades no verbales

Hay niños que son muy buenos conversadores, utilizan muy bien el lenguaje para comunicarse,
pero que sin embargo les cuesta mucho acompañarlo de señales no verbales (gestos,
movimientos del cuerpo…) para ser más eficaces en lo que quieren decir. Pueden expresar
muy bien la alegría, por ejemplo, pero no pueden acompañarla de gestos que sean
congruentes con esa emoción, por lo que la comunicación se hace más difícil. Sabemos que
una incongruencia entre el contenido verbal del mensaje y el no verbal da lugar a

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malentendidos, equivocaciones… Son niños que tienen más conflictos porque dan lugar
a errores en su comunicación.
3. Cumplidos

Muchos pueden pensar que esta destreza no es una habilidad social básica. Sin embargo, es
una herramienta muy útil para que los niños consigan que otros se sientan bien en su
presencia.
4. Interacciones en grupo

Hay muchas situaciones en las cuales el niño tiene que interactuar con varios iguales en una
misma situación y/o conversación. Podemos encontrarnos con niños/as con discapacidad
intelectual muy habilidosos cuando se trata de relacionarse con un solo niño pero que, en esas
situaciones donde hay varios a su alrededor, presentan claras deficiencias.
Para la persona con discapacidad intelectual, la participación en grupo aporta una serie de
efectos beneficios para el entrenamiento de habilidades sociales.
 El grupo es un escenario donde aprender, practicar, perfeccionar y generalizar las
habilidades.
 Las interacciones en grupo le ayudan a comparar decisiones y a retomar otras nuevas
de manera adecuada.
 El grupo sirve de contexto de comparación social y validación consensual.
 Es un contexto de ayuda y apoyo mutuo.
 El grupo es un contexto idóneo para aprender habilidades sociales esenciales (saber
escuchar, participar, respetar turnos de conversación, mostrar desacuerdo, etc.).

Las habilidades sociales en la etapa adulta


Afortunadamente, las habilidades sociales son formas de actuar que se aprenden a lo largo de
la vida, no son innatas sino que podemos aprenderlas y desarrollarlas de adultos. Existen unas
habilidades sociales básicas (que serían: saber escuchar, iniciar y mantener una conversación,
hacer las preguntas adecuadas, saber cómo comenzar y terminar una conversación,
presentarse, presentar a otras personas…) y unas habilidades sociales más complejas
necesarias en la etapa adulta:
 Las habilidades de planificación: Que están relacionadas con tomar iniciativas;
discernir sobre la causa de un problema; establecer un objetivo; recoger información;
resolver los problemas según su importancia; tomar una decisión; concentrarse en una
tarea.
 Las habilidades para hacer frente al estrés: Que requieren de saber formular y
responder a una queja; demostrar deportividad después del juego; resolver la
vergüenza; arreglárselas cuando le dejan de lado; defender a un amigo; responder a la
persuasión; responder al fracaso; enfrentarse a los mensajes contradictorios;
responder a una acusación; prepararse para una conversación difícil; hacer frente a las
presiones de grupo.

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Estas habilidades sociales tan complejas, son adquiridas cuando la persona con discapacidad
intelectual es tratada como un adulto, y se le permite conseguir toda la independencia que sea
capaz.
 Permitid a vuestro hijo/a que desarrolle la capacidad para tomar más decisiones
personales. La persona con discapacidad intelectual solo podrá desarrollar su habilidad
para tomar decisiones, si las toma él/ella mismo/a y experimenta el resultado.
 Algunas de las elecciones de vuestro hijo/a pueden ser absolutamente inaceptables y
no podrán permitírsele. Dialogad, negociad y razonad sobre las opciones más
adecuadas. Las personas con discapacidad intelectual necesitan tomar muchas
decisiones y experimentar su resultado en el transcurso del tiempo, para poder
aprender y madurar.
 Ayudad y guiad a vuestro hijo/as a resolver sus propios problemas. Cómo resolver
problemas es una habilidad que debe aprenderse. La habilidad de solucionar sus
propios problemas, es algo que le será muy útil durante toda la vida, y le ayudará al
desarrollo de la confianza e independencia.
 Permitid a vuestro hijo/a asumir riesgos, esto implica, enfrentarse a la posibilidad de
fracasar. Muchos padres tratan de proteger a sus hijos/as de la decepción y el fracaso.
Estos padres no les hacen a sus hijos ningún favor. Las personas con discapacidad
intelectual necesitan asumir riesgos para madurar y sentir el fracaso, para poder
aprender cómo superarlo.
 Dadle responsabilidades a vuestro hijo/a. Una de las mejores formas para que las
personas con discapacidad intelectual a aprendan a comportarse responsablemente,
es dándoles responsabilidades. Podéis darle a vuestro hijo/a responsabilidades en
forma de tareas. Aseguraos de que las tareas estén de acuerdo con la capacidad de
vuestro hijo/a.

Conclusiones
Las relaciones interpersonales son un factor determinante de la calidad de vida de las personas
con discapacidad intelectual. Todas las personas necesitamos crecer en un entorno
socialmente estimulante, pues el crecimiento personal, en todos los ámbitos, necesita de la
posibilidad de compartir, de ser y estar con los demás.
Las familias de las personas con discapacidad intelectual deben tener en cuenta desde las
primeras etapas de vida de la importancia de esta dimensión interpersonal. Debemos
proporcionar, por tanto, a nuestros hijos, ocasiones facilitadoras de habilidades sociales.
Cuando les ofrecemos experiencias variadas que posibiliten relacionarse en distintas
situaciones sociales, estamos favoreciendo una conducta más adecuada, un mayor desarrollo y
un mejor ajuste personal y social, tanto en la infancia como en la edad adulta.
En ocasiones, las personas con discapacidad intelectual manifiestan dificultades en su
competencia social simplemente porque no ha tenido ocasión u oportunidad de aprender
estas conductas. Por tanto, cuantos más escenarios diferentes, experiencias y oportunidades
de relación proporcionemos a la persona con discapacidad intelectual, le estaremos facilitando

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que entrenen, adquieran y consoliden habilidades sociales cada vez más complejas y
adecuadas a las diferentes situaciones.
La escuela constituye uno de los entornos más relevantes para el desarrollo social de los
niños/as. En la escuela aprendemos a relacionarnos con nuestros iguales, y es ahí donde
tenemos la oportunidad de interactuar con ellos. La calidad de las relaciones con los iguales en
la escuela, y el grado de aceptación social experimentado por la persona con discapacidad
intelectual, son aspectos claves para el ajuste psicosocial y el bienestar personal.
A través de las relaciones con iguales, los niños tienen la oportunidad de hacer amistades;
relación donde está implícita la comprensión, confianza, intereses comunes y valores
compartidos. Las amistades son una necesidad para un desarrollo psicosocial sano. Los
niños/as con amigos disfrutan de un estado de bienestar óptimo, de una mejor autoestima, y
tienen menos problemas sociales en la edad adulta que los niños que no tienen amistades.
Cuanto más positiva sea nuestra autoestima, más preparados/as estaremos para afrontar las
adversidades, y resistir las frustraciones y encontraremos más oportunidades de entablar
relaciones.
No podemos olvidar que las habilidades sociales se aprenden si se dan las condiciones
adecuadas para dicho aprendizaje. Las familias deben aprovechar todas las situaciones sociales
para hacer consciente a la persona con discapacidad, de cuál es la conducta social más
adecuada para cada situación. De la misma manera que se emplea energía, esfuerzo, tiempo y
recursos económicos para proporcionarles los mejores aprendizajes académicos a las personas
con discapacidad intelectual, debemos considerar la importancia de proporcionarles los
mejores aprendizajes sociales.

Bibliografía
NOSOTROS TAMBIEN-Ocio inclusivo. Programa Para Todos la 2 RTVE.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/nosotros-tambien/nosotros-tambien-ocio-
inclusivo/1114597/
SOTO FERNANDEZ Mª PAZ (2009) Habilidades básicas de desarrollo personal y social en
personas con discapacidad intelectual: autonomía personal. Innovación y experiencias
educativas
. http://www.csi-
csif.es/andalucia/modules/mod_ense/revista/pdf/Numero_14/MPAZ_SOTO_2.pdf
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ISBN: 978-84-614-7610-7
http://www.eduinnova.es/monografias2011/ene2011/habilidades.pdf
MARIA JOSE RABAZO Y JUAN MANUEL MORENO. Un programa para la mejora de las
habilidades sociales en alumnos con discapacidad intelectual. I.S.B.N.: 978-84-9727-253-7
IZUZQUIZA, D., RUIZ, R Tú y yo aprendemos a relacionarnos: Programa para la enseñanza de
las habilidades sociales en el hogar 
Federación Española de Instituciones para el Síndrome de
Down (Down España), 2007
Manual para familias de niños entre 5 y 10 años
ISBN: 978-84-611-4518-8
Manual para
profesores


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ISBN (13): 978-84-611-4333-7
http://sid.usal.es/idocs/F8/FDO19184/habilidades_sociales_familias.pdf
VERDUGO MA. Programa de Habilidades Sociales (PHS). Salamanca: Amarú 1989
VERDUGO MA. Autodeterminación y calidad de vida en los alumnos con necesidades
especiales. Siglo Cero 2000; 31 (3), nº 189: 5 - 9.
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http://www.down21.org/educ_psc/educacion/H_sociales/H_Sociales1.htm

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