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La historia de las cosas.

por: Mau Martínez


06-09-2010

En nuestro tiempo existe una amplia difusión de esto que se ha vuelto una moda: lo natural, el
ambientalismo, el recuperar los estilos de vida en equilibrio con la naturaleza; cada día además de hablarse
del cambio climático y el calentamiento global antropogénico, se nos invita a consumir productos orgánicos,
a reducir, reciclar, y reutilizar nuestros productos, a tener una conciencia del problema de la basura, del agua,
el aire y sus contaminaciones, y a la reflexión de que solo tenemos un planeta, cuya salvación es
responsabilidad nuestra como “especie dominante”, pensante, capaz de tomar decisiones que afectarán el
destino de otras especies y de los lugares donde habitan.

En “La historia de las cosas” se describe la cadena de acontecimientos por las que un bien material debe
pasar para su utilización por el ser humano, desde la extracción de la materia prima, hasta su final desecho
una vez que ha sido usado. Se describe un perverso sistema en el que lo único que importa es el consumismo
que dará ganancias millonarias a las empresas que además explotan a sus trabajadores, a los lugares de los
que obtienen sus materiales, y hasta el propio consumidor al orillarlo al gasto excesivo; pasando incluso por
las propias instancias gubernamentales.

Es claro que existe un desequilibrio no nada más con la naturaleza, es claro que la explotación de recursos es
mayormente desproporcionada que lo que verdaderamente necesitamos consumir; también es claro que los
sistemas económicos funcionan desequilibradamente, hasta injustamente, que el obrero es quien hace el
mayor trabajo y el que recibe la menor paga, generando una mala distribución de la riqueza. Con campañas y
documentales extremistas se pretende persuadir al espectador causándole un sentimiento de culpa como
responsable directo del deterioro ambiental. Se mencionan incluso cadenas de complots gubernamentales con
y para el sector privado, estando el primero al pleno servicio del segundo, y con la ayuda de los medios de
comunicación. Todo lo anterior con el único fin de generar una sociedad cultivada en el consumismo,
valiéndose de herramientas como la moda o los propios avances tecnológicos. Sin embargo, ya quisiera yo
estudiante universitario poder cambiar mi teléfono celular por un moderno smartphone, renovar mi equipo de
cómputo con la tecnología inalámbrica y de alta memoria y definición más avanzadas, sustituir mi actual
reproductor de .mp3 por uno de última generación, y estar al corriente con una novedosa iPad; pero para mi
mala suerte hay n-mil factores que no me permiten formar parte de esa cadena consumista que tanto nos
insisten está acabando desde con nuestro planeta hasta con nuestros propios principios y modos de ver la vida
y sus estilos de conducirla.

La solución que se propone para enmendar nuestra culpabilidad es al aplicar las famosas 3R, lo cual es muy
acertado, pero adicionalmente se dice que debemos volver a nuestros estilos de vida que poseían una mayor
sustentabilidad, abandonar el movimiento consumista y esclavizador laboral, pasar más tiempo con la familia
y disfrutar de los placeres sencillos que van más allá de adquirir un bien material y cuyo costo algunas
muchas veces no hay tal. Es cierto que grande es nuestra responsabilidad para con nuestro medio ambiente,
pero también es cierto que con documentales ambientalistas extremos no se logra gran avance, por el
contrario se fomenta una rebeldía con la aparente causa justificada de salvar el planeta y cuyas soluciones son
prácticamente imposibles, es decir, no se puede volver a los modos de vivir que en un momento resultaron
amigables con nuestro entorno natural porque sencillamente nuestra sociedad ya no es la misma, es cierto que
con un cambio de conciencia probablemente todo vuelva a su cauce, pero hay aspectos y factores que
simplemente ya no se pueden cambiar, la población ya no es la misma en número, se organiza globalmente
de manera diferente e incluso persigue otros objetivos; es más bien necesario adaptar las decisiones y
políticas que en pro del ambiente se generen a los tiempos modernos, a la sociedad de hoy. Si se ha tenido la
habilidad para llegar a este punto de desequilibro se puede pensar que también se tiene para su remedio, el
punto es pensar en frío, con claridad, con visión real, no con impulsos e ideas radicales. Una tarea poco
sencilla para los temperamentos humanos.

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