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Todos tenemos alguna idea de qué significa ser humilde. Sin embargo, hay
personas que tienen ideas erróneas sobre lo que significa ser humilde.
Ser humilde NO es lo mismo que se humillado (ni dejar que nos humillen).
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“Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga un
concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de
sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado.”
(Romanos 12:3, énfasis añadido)
Sencillo, ¿no?
Ser humilde significa pensar de mí mismo con moderación.
Fácil.
Ser humilde significa ser realista con la percepción que tienes sobre ti mismo.
Implica reconocer tus fortalezas, pero tus debilidades también; conocer tus
talentos, pero también tus limitaciones. Todo lo que esté por encima o por debajo
de esta percepción objetiva de ti mismo es orgullo.
Aquí una representación visual:
En ninguna manera.
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Interesantemente, el orgullo también es cierto para la persona que tiene un
concepto MÁS BAJO de sí de lo que debe tener. Las personas que piensan que no
son dignas de reconocimiento o que dejan que las humillen también buscan
atención – pero de una forma distinta: a través de la lástima.
—-
NOTA FINAL:
Es importante entender que parte de ser humilde incluye no atacar a las personas
con las verdades sobre quién eres. Uno no entra en un auditorio gritando: “¡Soy el
mejor porque tengo todas estas calificaciones!” Sino que hace lo que necesite hacer
y – si es que le preguntan – revela las verdades de quién es, porque ya conocen lo
que hizo.
EL ORGULLO Y LA HUMILDAD
EVIDENCIAS DE LA HUMILDAD
LA HUMILDAD FINGIDA
Como Pablo menciona en Colosenses 2.18 hay algo que parece ser la humildad,
pero en verdad no lo es. Esta es la humildad fingida y la debemos evitar.
Algunos, al darse cuenta de los méritos de la humildad, la codician por su
excelencia o por la exaltación que buscan. Buscar la humildad por razones
egoístas trae como resultado la humildad fingida. Los que se sienten orgullosos
por su humildad algún día se darán cuenta de que era una humildad fingida la que
tenían.
Es la voluntad de Dios que seamos exaltados. Pero su camino a la exaltación es
distinto que el camino que llevan los que quieren exaltarse a sí mismos. Su
rumbo es distinto; su destino también lo es. La exaltación a la que aspira el
hombre siempre exalta su propia voluntad carnal, mientras que Dios desea exaltar
al hombre según su imagen y propósito. Para esto, la carne tiene que estar muerta
de tal manera que no responda a los deseos carnales. Algunos piensan que los
dones espirituales exaltan a la persona que los posee y por eso los buscan con
empeño. Pero la verdad es que el que recibe dones espirituales auténticos tiene
que humillarse más, crucificar más la carne y entregarse más a Dios. Dios no da
dones espirituales para promover nuestras propias metas y aspiraciones.
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando
fuere tiempo” (1 Pedro 5.6).
Orgullo Y Humildad
Mucha gente desea la respuesta a las preguntas (1) ¿Cómo me libero de la lujuria,
adicciones, y las resacas que arruinan mi vida?, y (2) ¿Cómo obtengo poder para hacer los
cambios que necesito o como obtengo el poder de Dios en mi vida?
El punto de inicio es admitir el problema, no solo la manifestación física del problema, pero
la raíz del problema. La raíz del problema es "Es mi problema, y no necesito a dios." Ese
fue el problema que Adán y Eva tuvieron. Pablo lo trata en Romanos 7, y es nuestro
problema.
La clave se encuentra en Santiago 4:6. Todo en el resto de la lección florecerá de aquel gran
texto. Santiago dijo, "Pero él nos da mayor ayuda con su gracia. Por eso dice la Escritura:
'Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes.'" La Biblia declara que la
clave en la vida es la humildad y la barrera clave hacia Dios es el orgullo, porque una
persona llena de orgullo no puede ver la necesidad de cambio o mejora. Solo cuando uno
esta lleno de humildad, entonces recibirá poder para cambiar.
La Biblia habla sobre dos tipos de orgullo. En realidad existe un buen tipo de orgullo. Si
usted no cree eso, lea Gálatas 6:4, o Corintios 7:4. El buen tipo de orgullo es sinónimo de
auto respeto, satisfacción por un trabajo bien hecho y el disfrute de ver a otros tener éxito.
Solo dos o tres veces en la Biblia se encuentra al orgullo referido de esa manera. Noventa y
nueve por ciento de las veces usted encontrará al orgullo referido en una manera muy
negativa, en la cual esta relacionado con la vanidad, egoísmo, arrogancia o egotismo.
Alguien dijo, "Egotismo es la única enfermedad que cuando la tienes, hace al resto sentirse
enfermo." Al mirar a un número de gente famosa e importante, uno puede ver como uno
podría fácilmente volverse una víctima.
Como Muhammad Ali (para los que son de mi generación o más adultos) y como era de
arrogante y parlanchín en su mejor época. La historia dice que Ali estaba en un avión una
vez y que el avión estaba a punto de despegar. La aeromoza fue donde Ali y le dijo, "Señor,
tiene que abrocharse el cinturón." Ali, en su manera de ser parlanchín, dijo, "Superman no
necesita cinturón," a lo que la aeromoza respondió, "Superman tampoco necesita aviones."
Luego el se abrocho el cinturón.
El orgullo es muy fácil de verse en otros, pero es difícil de verse en uno mismo. Pero esta
ahí. No es solamente el básico problema humano, es su problema básico, y también es mi
problema básico.
Usted piensa que lo tiene todo bajo control y no necesita cambiar, crecer o mejorar.
Usted tiene orgullo habitando en su espíritu. Alguien dijo, "Cuando la cabeza
empieza a hincharse, el cerebro deja de crecer." La manera segura de saber si usted
necesita esta lección es si piensa que no la necesita. Salomón dijo, "¿Te has fijado
en quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente así."
(Proverbios 26:12) "El que atiende a la corrección va camino a la vida; el que la
rechaza se pierde." (Proverbios 10:17 Estos dos versos juntos dicen que el hombre
orgulloso o mujer solo anda por su propia evaluación. Ellos creen que lo saben todo
lo que hay que saber y que no tiene sentido recibir consejo de otros. Si usted tiene
problemas de matrimonio y no le habla a nadie acerca de esto, eso es orgullo. Eso es
todo lo que es, simple y puro. Si usted tiene dificultades financieras y no busca
consejo sobre eso, eso simplemente orgullo. Si no le va bien en el trabajo, estudios,
o en alguna relación y lo esta tratando de encubrirlo, eso es orgullo. Por lo general
nosotros preferiríamos parecer inteligentes que ser inteligentes. La manera de
volverse inteligente y volviéndose humilde. El orgullo previene el crecimiento de
uno.
2. El orgullo arruina mis relaciones.
El orgullo es la raíz de todos los conflictos y des armonías. Cuando usted actúa con
orgullo, usted tiende a ser demandante, antipático, hasta odioso y rudo.
¿Cuantas veces cree usted que este contexto ha sido repetido? Una persona joven se
vuelve rebelde porta mal con su padre, y el padre pierde el control y dice, "Vete de
la casa y no vuelvas." Ambos estarán disgustados por quien sabe cuanto tiempo,
solo porque ninguno de ellos puede pronunciar estas dos frases más difíciles del
lenguaje Español: "Perdón. Me equivoqué." El orgullo destruye relaciones, y el
dolor también produce estrés y ansiedad.
Tony Campolo, uno de mis autores favoritos, dijo, "El orgullo con frecuencia
destruye a aquellos que nosotros amamos más." El orgullo de los padres puede
llevar a la destrucción de los hijos. La gente que esta dispuesta a probar que son
mejores que otros usualmente utilizan a sus hijos para este fin. Campolo explica lo
que ya sabemos. "Cuantos padres han vivido orgullosamente por las calificaciones
de sus hijos, por las carreras deportivas de sus hijos, por la belleza de sus hijos, y
todo con el fin de su mejora. Estas personas están arruinando sus psique, mientras
van inflando su ego personal." Campolo concluye diciendo, "La felicidad es a
menudo un herido del orgullo."
Proverbios 29:25 dice que es cosa peligroso estar preocupado en que es lo que otras
personas piensen de nosotros. El orgullo genera ansiedad y estrés porque si yo estoy
tratando de vivir una imagen, pero por dentro soy otra cosa, me estreso, me
desanimo y me desilusiono. Por lo contrario, la primera cosa que Jesús, nuestro
Señor, dijo en el Sermón del Monte fue: "Sean felices y humildes."
Muchos de ustedes se inclinarán y orarán esta noche antes de irse a dormir, y dirán,
"Dios, si he cometido pecado hoy día…" Deténgase ahí, solo deténgase y piénselo.
Usted ha cometido pecado hoy día. Tome el tiempo para aislar el pecado en su vida,
particularmente el pecado perpetuo, el pecado que usted esta tratando de esconder
en el closet. Quizá sea su aventura de adulterio, quizá sea su lengua mentirosa,
quizá sea el odio a un padre, quizá sea una relación rota en el trabajo o quizá sea
algo que usted pretenda que no existe. Sáquelo a la mesa y expóngalo ante Dios.
Hasta que admita su debilidad, usted no conocerá humildad genuina.
2. Evalúe sus fuerzas realísticamente
El orgullo se basa en una falsa evaluación de uno pero la humildad esta basada en la
verdad. Jesús dijo, "Ustedes conocerán la verdad, y la verdad los hará libres." Pablo
dijo, "Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien
piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado."
(Romanos 12:3) En otras palabras, sea realista sobre quien es usted. Algunas
personas piensan que la humildad es un complejo de inferioridad. La humildad no
es decir, "O, soy despreciable, horrible, sin valor, o nada. Soy solo un gusano." Eso
no es cierto. Usted no es un gusano, usted no es nada, usted es algo. Jesús no murió
por nada. Cada uno de nosotros, únicos en la creación, está hecho a imagen y
semejanza de Dios. El hecho es que usted tiene fuerzas. Todos las tenemos. Dios
nos las dio pero también somos débiles en áreas. La humildad es ser honesto sobre
sus debilidades y realista sobre sus fuerzas.
El orgullo es pretender ser mucho más por afuera de lo que uno es por adentro.
"Cada cual examine su propia conducta; y si tiene algo de qué presumir, que no se
compare con nadie." (Gálatas 6:4) Ese es uno de mis textos de la vida. Hay también
un buen tipo de orgullo. Pablo dijo, ustedes disfruten sus habilidades, disfruten sus
propios éxitos un trabajo bien hecho, pero no se comparen. Hay dos razones por las
cuales no compararse:
a. Uno puede encontrar siempre a alguien al que no le va tan bien como a
uno y estará orgulloso.
b. Uno puede encontrar a alguien a quien le vaya mejor y usted se
desanimará.
Dios dice, "Yo no quiero que seas ninguno de los dos. Yo te hice absolutamente
único. Tú eres como una gota de nieve, no hay dos que sean iguales. Dios solo
quiere que seas tú. Si tú no vas a ser tú, ¿quién va a ser tú? No se compare con otra
gente - usted se enorgullecería o se desanimaría. Gálatas 6:4 es un mandato difícil
de obedecer, particularmente si todo una vida se fundamente en la competencia.
Seamos honestos, nosotros siempre queremos a lo mejores. Solo queremos a los
ganadores de medallas de oro. Nos importa solo el empresario más productivo.
Cuando pasa por los estadios, la fotografía de los deportistas miran como si
estuvieran diciendo, "nosotros somos los número uno." Cuantas veces vio a usted a
un jugador de fútbol frente a las cámaras decir, "Somos los número cuatro, somos
los número cuatro y estamos orgullosos de eso."? ¡No! ¡No! Ser el número uno es
todo en la vida, nunca ha sido el estándar de Dios. Se trata mas bien de admitir las
debilidades de uno honestamente mientras que uno reconozca, también, y use sus
fuerzas.
Pablo dice, "¿Quién te distingue de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido?
Y si lo recibiste, ¿por qué presumes como si no te lo hubieran dado?" (1 Corintios
4:7) ¿Sabe lo que Pablo estaba diciendo? Cada cosa que usted y yo tenemos ha sido
dada a nosotros por Dios. Nosotros decimos, "Yo he creado mi negocio con mis
propias manos. Fue mi idea." Claro, pero ¿de donde sacó esa mente, su salud, sus
manos o su salud? Todo vino de Dios. ¿De donde sacó el ADN que hicieron que sus
cromosomas lo hicieran como usted es? Vea usted que todos tenemos los genes de
creador, si perdona este juego de palabras. Pero nosotros no la diseñamos, lo hizo
Dios.
¿Cuantos de ustedes escogieron sus padres, donde irían a nacer, o cuando iría a
nacer? Todos son obsequios de Dios, y todo lo que usted con ellos es su obsequio
que le devuelve a Dios. La humildad, entonces, disfruta el éxito en la vida, pero lo
hace agradecidamente sabiendo el origen de aquel éxito. "Toda buena dádiva y todo
don perfecto descienden de lo alto." (Santiago 1:17) Nosotros necesitamos recordar
eso y la lección de la ballena. Cuando una ballena llega a la superficie del agua y
empieza a chapotear agua es cuando empieza a ser arponeada. Usted puede ser un
héroe por un minuto, y el siguiente minuto usted puede ser cero. No se olvide, que
pueden haber muy pocos centímetros entre la cima y el abismo. Lo que necesitamos
hacer es disfrutar los éxitos agradecidamente.
I continuó, "Puede ser trazada a las ocurrencias históricas y culturales las que han
exaltado al individuo." En otras palabras, el artículo decía, que la depresión es un
resultado de la generación egoísta. Yo, mi imagen, mis objetivos. Es puro egoísmo y
orgullo. Lo que se descubrieron, es que la persona que se envuelve mucho de sí
mismo, termina siendo un paquete pequeño.
Cuando todos los apóstoles estaban en aquel cuarto superior, todos muy orgullosos
para lavar los pies de los otros, Jesús entró, tomó una cubeta y toalla, y empezó a
lavar los pies de todos. ¡O, los avergonzó tanto! Pero, la gente orgullosa e insegura
no puede servir a otros, ellos están muy envueltos en ellos mismos. Cada uno de
nosotros necesita alumbrarse en introspección, ¿Qué sobre mi? Solo sumerjámonos
y empecemos a servir a otras personas.
5. Humillarse voluntariamente
"Humíllense delante del Señor, y él los exaltará." (Santiago 4:10) Quiero que note
que la humildad es una elección, es un verbo. En ninguna parte de la Biblia se le
pide a Dios que nos humille, es algo que nosotros tenemos que escoger. Nosotros
escogemos actuar, hablar, y pensar de una manera humilde y la promesa es, si nos
humillamos, entonces Cristo nos elevará. A eso se le llama paradogia. Dios dice que
el camino de subida es la bajada. Mientras más me humille, mientras más admita
mis debilidades y reconozca mis fuerzas, mientras más disfrute mis éxitos de una
manera agradecida, mientras más sirva a otros, más Dios me levanta. Pero lo
opuesto también es verdad, así como el camino de subida es bajada, el camino de
bajada es subida.
SEÑALES EN EL CAMINO
DE SALVACIÓN
3ª. Señal
Humildad verdadera
LA HUMILDAD EN LA BIBLIA
Varias veces la Biblia habla muy mal del orgullo, y pondera a la humildad como algo muy
deseado por Dios.
Es tan grave el orgullo, que la Biblia muchas veces opone la falta de humildad a la
maldad misma, como veremos en algunos textos.
El Señor sostiene a los humildes y humilla hasta el polvo a los malvados. (Sal 147, 6)
El Señor se fija en el humilde, pero conoce desde lejos al soberbio. (Sal 138, 6)
“‘Dios resiste a los orgullosos y concede sus favores a los humildes” (Prov. 3, 34).
Y el Apóstol Santiago nos recuerda seriamente en su única y breve Carta esta grave
sentencia del Libro de los Proverbios: “No piensen que la Escritura dice en vano: ‘Dios resiste a los
orgullosos y concede sus favores a los humildes’” (St. 4, 6).
No te tengas por el más sabio. Ten temor a Yavé y no seas malvado. (Prov 3, 7)
Comienza a ser humilde el pecador que reconoce que ha recibido de Dios todo lo que
tiene.
Pues ¿quién te hace a ti superior? Y ¿qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por
qué presumes como si no lo hubieras recibido? (1ª Cor 4, 7).
No se estimen en más de lo que conviene; tengan más bien una sobria estima según la medida de la
fe que otorgó Dios a cada cual. (Rom 12, 3)
Mi corazón no es orgulloso ni mis ojos altaneros: no voy buscando grandezas ni cosas que me
vienen anchas; no, yo estoy muy tranquilo y muy callado como un niño en el regazo de su madre; mis
deseos son parecidos a ese niño. (Sal 131, 1-2)
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que les ha sido mandado, digan: Somos servidores
que no hacíamos falta, hemos hecho lo que era nuestro deber. (Lc 17, 10)
Somos nada:
No se estimen en más de lo que conviene; tengan más bien una sobria estima según la medida de la
fe que otorgó Dios a cada cual. (Rom 12, 3)
Señor apártate de mí, que soy un pecador (Lc 5, 8), exclama Pedro al darse cuenta de la
santidad del Señor por su milagro.
El temor de Yavé es la escuela de la sabiduría; antes de la gloria es necesaria la humildad. (Prov 15,
33)
El Señor sostiene a los humildes y humilla hasta el polvo a los malvados. (Sal 147, 6)
El Señor se fija en el humilde, pero conoce desde lejos al soberbio. (Sal 138, 6)
Como los que son humildes no se glorían sino en su flaqueza, se abren al poder de la
gracia que da frutos en ellos:
«Mejor, pues, me preciaré de mis debilidades, para que me cubra la fuerza de Cristo … Pues si me
siento débil, entonces es cuando soy fuerte». (2ª Cor 12, 9-10)
Mientras tanto el publicano se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se
golpeaba el pecho diciendo: «Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador.» Yo les digo que este
último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa, pero el fariseo no. Porque el que se
hace grande será humillado, y el que se humilla será enaltecido. (Lc 18, 13- 14)
En aquella ocasión Jesús exclamó: «Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has
mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, pues así fue de tu agrado».
Pero, además, Dios gusta manifestar su sabiduría a través de los humildes a los que el
mundo desprecia:
Pues las locuras de Dios tienen más sabiduría que los hombres, y la debilidad de Dios es
más fuerte que los hombres. Fíjense, hermanos, en ustedes, los elegidos de Dios: ¿cuántos de ustedes
tienen el saber humano o son de familias nobles e influyentes? Dios ha elegido lo que el mundo
considera necio para avergonzar a los sabios, y ha tomado lo que es débil en este mundo para
confundir lo que es fuerte. Dios ha elegido lo que es común y despreciado en este mundo, lo que es
nada, para reducir a la nada lo que es. Y así ningún mortal podrá alabarse a sí mismo ante
Dios. (1ª Cor 1, 25-29)
Y en todo, darle el crédito al Señor. No robarle su gloria. Los aplausos para Dios: El que
se gloríe, que se gloríe en el Señor. (1ª Cor 1, 31)
De una Virgen humilde, que sólo quiere ser su esclava, Dios hace el milagro de la
Encarnación:
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).
Y con los humildes cantará eternamente la santidad y el amor del Señor que ha hecho
grandes cosas en ellos:
Proclama mi alma la grandeza del Señor … porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su
Nombre es Santo … El hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes. (Lc 1, 46-53)
Para crecer en humildad es útil meditar y orar sobre la santidad de San Juan Bautista, a
quien el Señor envía a prepararle el camino y no piensa sino en disminuirse:
Hay uno a quien ustedes no conocen, y aunque viene detrás de mí, yo no soy digno de soltarle la
correa de su sandalia (Jn 1, 26-27). Es necesario que El crezca y que yo disminuya (Jn 3, 30).
Ninguna condición neutraliza tan eficazmente al hijo de Dios como el orgullo. Con una
contundencia absoluta, pone fin a la relación con el Altísimo y deja a las personas expuestas a
toda clase de engaño espiritual. Cuando no se le corrige a tiempo, invita al juicio y el castigo.
Nos basta con mirar la vida del rey Saúl para ver cuán irreversibles fueron las consecuencias
del pecado de soberbia para él. Considerando lo devastador que son los efectos del orgullo en
nuestra vida, todos nosotros deberíamos andar con temor y temblor, no sea que se instale esta
actitud en nuestro corazón. Más la lucha con el orgullo es compleja, porque no nos enfrentamos
a un problema de fácil resolución.Debemos temblar ante la posibilidad de quedar presos del
orgullo. Solamente el Señor puede librarnos, porque solamente él lo puede identificar
claramente en nuestro corazón.En primer lugar, el orgullo es profundamente engañoso.
Al estar íntimamente ligado con la vida espiritual, fácilmente se le confunde con la verdadera
pasión y devoción por los asuntos de Dios. Por su misma esencia, nos resulta más fácil
identificarla en la vida de nuestro prójimo que en nuestro propio corazón, pues nos engaña en
cuanto a descubrirla y desecharla.
En segundo lugar, aun cuando descubrimos su presencia en nuestra s vidas (por la acción del
Espíritu), el orgullo no es una actitud que cederá mansamente frente a nuestro intento de
desenmascararla. Se llena de argumentos, razonamientos y justificativos para convencernos de
que en realidad no es lo que pensamos que es. Exige siempre la última palabra en todo y jamás
permite que nos sintamos cómodos pidiendo disculpas, reconociendo nuestros errores o
dándole preferencia a otra persona. ¿Donde tiene su raíz el orgullo? El pasaje de hoy, que
se une a una multitud de pasajes en la Palabra, nos da una importante pista: la esencia del
orgullo es querer ocupar un lugar de supremacía que no nos corresponde. Solamente el Señor
debe ser exaltado. Todos nosotros somos iguales, mas el orgullo, que es lo que produjo la
caída de Lucifer, quiere que ocupemos un puesto por encima de los demás, y aun de Dios
mismo. Sea que no me deje corregir, o que no reconozca mis errores, o que me dedique a juzgar
a los demás, o que no me relacione con los que no piensan como yo, el orgullo siempre me
instala en una posición donde me considero superior al otro.
Debemos, de veras, temblar ante la posibilidad de quedar presos del orgullo. Solamente el
Señor puede librarnos, porque solamente él lo puede identificar claramente en nuestro
corazón. No nos quedemos con nuestro propio análisis de nuestras vidas. Sabiendo lo evasivo
que es el orgullo, pidamos al Señor que examine nuestros corazones. Luego, con actitud
valiente, hagamos silencio para que él nos diga lo que él ve en nosotros. Aunque duela, su
diagnóstico es certero y traerá libertad.
Para pensar:
¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.
Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí;
Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Salmos 19.12 y 13