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16-11-2018 PODER Y AUTORIDAD

DIRECCIÓN DE PERSONAS

CARLA TANTALEÁN CHUPILLÓN


INGENIERÍA NAVAL
PODER Y AUTORIDAD
La autoridad y poder, pueden parecer conceptos muy similares. Sin embargo, la
diferencia abismal, radica, en el liderazgo. Proponiéndonos una pregunta muy simple:
¿Te gusta obligar o te gusta influir?

Poder y autoridad tienen en común que ambos son modos de influir en los demás, y
se diferencian por los motivos a los que apelan al influir.

El poder es otorgado al directivo por el sistema formal y está relacionado con la


posición jerárquica que ocupa en la estructura formal; a mayor nivel jerárquico mayor
poder dentro de la organización, sus acciones u omisiones tienen más potencialidad
de producir impactos.

Hay dos tipos de poder: coactivo y persuasivo.

El poder coactivo es el poder que para influir en los demás apela a los motivos
extrínsecos, premios o castigos, palos o zanahorias. La raíz del poder coactivo
descansa en el sistema formal, en lo que se ha definido en los sistemas de dirección
y la estructura formal.

El poder persuasivo es el poder que para influir en los demás apela a los motivos
intrínsecos, al incremento en el aprendizaje operativo que puede adquirir la persona
fruto de realizar la orden que se le ha pedido ejecutar. El poder persuasivo descansa
en el estilo de dirección que tiene el jefe, en cómo da participación en la toma de
decisiones, cómo comunica y cómo delega.

Por otro lado, la autoridad es el saber socialmente reconocido en un directivo,


reconocimiento que es otorgado informalmente por sus jefes, colegas y/o
subordinados. La autoridad es independiente del nivel jerárquico que se tenga en la
organización. La autoridad se basa en la competencia profesional y en la buena
intención con la que actúa el directivo. La autoridad permite al directivo influir en los
demás apelando a los motivos trascendentes, al aprendizaje estructural que dejará
en la persona la realización de la orden que le han dado. La autoridad descansa en
los valores que tiene el jefe al momento de mandar, en el tipo de motivo y motivación
que predominan cuando se toma decisiones. Un ejemplo estupendo de lo que es la
autoridad lo podemos extraer de la novela El conde de Montecristo de Alexandre
Dumas: “Poco a poco había ido adquiriendo sobre sus compañeros el derecho de
mandar como jefe, y como sus órdenes eran siempre claras y facilísimas de ejecutar,
le obedecían, no sólo con prontitud, sino hasta con alegría.”

Siempre que dos personas o más se reúnen con un propósito, hay una oportunidad
de liderazgo. Partiendo de que liderazgo es el arte de influir sobre la gente para que
trabaje con entusiasmo en la consecución de objetivos en pro del bien común,
podemos definir entonces, que se puede dividir en dos tipos.

El líder con poder (manipuladores) es aquel que tiene la capacidad de forzar a


coaccionar a alguien para que este, aunque prefiera no hacerlo, haga lo que se desea
debido a su posición o fuerza. Esto funciona con el temor de “lo hago o recibo un
castigo”.
El líder con autoridad tiene el arte de conseguir que la gente haga voluntariamente
lo que desea, debido a su influencia personal. Solo porque se ha pedido que lo haga.
Características de autoridad y poder.

Consejos para ser un buen líder:

 Escucha a tu equipo y atiende sus necesidades. Permite que aumenten su


confianza y autoestima.
 Alienta y valora cuando se realiza algo bien. Felicitarles en lugar de buscarles
defectos, destacar sus logros en lugar de sus debilidades.
 Propicia un buen ambiente de trabajo. Así se libera el estrés, tan perjudicial en
cualquier equipo.

Ejercer poder no exige inteligencia ni valor; en cambio, obtener autoridad sobre la


gente requiere una serie de destrezas personales.

También podemos ver la diferencia entre autoridad y poder porque el poder se puede
comprar y vender, se puede dar y quitar; se puede tener poder por el solo hecho de
ser amigo, cuñado, etc., del director o tener muchos años trabajando; esto no vale
para la autoridad, ya que tiene que ver con lo que usted es como persona, con su
carácter y con la influencia que ha ido forjando sobre sus compañeros de trabajo, etc.

Las cualidades de una persona que tiene autoridad son aprendidas. No nacemos con
ellas, sino que las vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida, y en mayor o menor
medida, todos disponemos de ellas para ejercer el liderazgo: honestidad,
compromiso, motivación, generar confianza y otras tantas, son comportamientos, y
como todos los comportamientos pueden ser elegidos. El gran desafío del líder es
cambiar sus hábitos para elegir los comportamientos adecuados.

No se afirma que el poder sea algo negativo. A veces es necesario recurrir a él. Pero
el exceso del uso de poder, corroe las relaciones. La autoridad construye relaciones.
Una persona puede tener poder, pero no tener autoridad. Una persona puede tener
mucha autoridad, y no tener poder. Y una persona puede tener ambas, tanto poder
como autoridad, y usar el poder cuando solo lo considere necesario.

Un buen directivo sabe usar bien el poder, lo usa cuando debe hacerlo, en la dosis
adecuada y de justa manera. Sabe bien que si no lo usa cuando debe, corre el riesgo
de generar un vacío de poder, caer en la inacción o que se hagan cosas que pueden
perjudicar la organización. Usar el poder en la dosis adecuada requiere en el directivo
la posesión de la virtud de la templanza, que le permite no usar más poder del que
debe para conseguir que se hagan las cosas. Usar el poder de manera justa implica
que el directivo tenga conciencia de la dignidad humana y que no puede –bajo ningún
concepto – vulnerar derechos en las personas. El poder hay que usarlo, pero bien,
con criterio, de lo contrario, el daño a las personas es inminente y sus efectos luego
repercuten negativamente en la organización, porque las desvinculaciones
voluntarias aumentan o porque bajan los aportes que libremente antes se daban (en
calidad o número) o porque cada vez se torna más difícil que las personas estén
dispuestas a hacer sacrificios cuando la organización lo requiere de ellas.

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