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Dolor, cuerpo y danza

Martha Yunuén Moreno Morales.

El dolor, como todas las sensaciones insoslayables de la experiencia humana, tiene su lugar en el
imaginario de cada sociedad y de cada individuo. Los valores y representaciones de este y de la
enfermedad refieren a las significaciones, explicaciones e interpretaciones que de ellos se conforman en
un espacio y temporalidad concretos. Ambos fenómenos han acompañado a los seres humanos y
pueden hacerse presentes en las actividades y prácticas que llevan a cabo durante toda su vida. Algunas
de esas actividades llegan a implicar en su desarrollo la vivencia cotidiana del dolor, y con él, de las
lesiones y la enfermedad, como son aquellas en las que el cuerpo sufre un desgaste o es sometido a
fuerzas internas y externas: los deportes, los ejercicios militares, las artes marciales y la danza.
Para el antropólogo David Le Breton, el cuerpo se invisibiliza en el transcurrir del vivir cotidiano,
deja de percibirse al ejercerse la corporalidad en las rutinas diarias, pero este ser y estar casi por
inercia, se interrumpen al introducirse un elemento de estrés, como el dolor, el cansancio o la
enfermedad. Las formas en que dolor y enfermedad se experimentan no se explican únicamente
apelando a causas fisiológicas o mecánicas, sino que son un producto sociocultural e histórico al que se
unen las vivencias individuales.1 Sin embargo, podemos afirmar que en todo tiempo y lugar, toda
práctica que modifique el cuerpo mediante el esfuerzo y el entrenamiento físico conlleva una
experiencia constante del dolor.
La danza escénica que pretende practicarse formalmente y, sobre todo, a un nivel profesional, es
una disciplina artística que inevitablemente implica dolor. En una escuela de danza, donde se somete a
los cuerpos a un entrenamiento diario, a una incorporación y desarrollo de técnicas corporales,
expresivas y creativas con el fin de configurar un cuerpo entrenado, el dolor forma parte de las clases al
estar presente en las prácticas que se efectúan y que se conforman como cotidianas del estudiante de
danza.
El psiquiatra Reinaldo Bustos Domínguez explica que investigaciones hechas por médicos y
científicos sociales han demostrado que hay filtros que median el dolor y aquello que lo provoca, que
están relacionados directamente con una significación afectiva, y que van construyendo la experiencia
de dolor de los individuos. Se establece así una “legitimidad para el dolor… indicando lo esperable o lo

1
Bustos Domínguez, Reinaldo, “Elementos para una antropología dl dolor: el aporte de David Le Breton”, en Acta
Bioética, año VI, no. 1, 2000, pp. 107, 110; Le Breton, David, “Una estésica de la vida cotidiana” en Antropología del
cuerpo, Buenos Aires, Nueva Visión, 2002, p. 92.
no esperable.”2 Para los bailarines, sus concepciones sobre el dolor y las estrategias que desarrollan
para vivirlo de manera cotidiana tienen entonces que ver con su visión particular de la actividad que
realizan: el dolor es un medio que les permitirá ser mejores bailarines.
En el entrenamiento corporal diario de 5 alumnos de sexto semestre de la Licenciatura en Danza
de la FPBA, el dolor no se evita, caso contrario a las actitudes que en general permean en las
sociedades occidentales. Sólo mediante el atravesar por diferentes grados de dolor, se alcanzan
objetivos de formación y resistencia corporal. --Recordemos aquí que la danza, en la propuesta teórica
de Marcel Mauss y Ugo Volli, puede clasificarse como técnica corporal extracotidiana, la cual implica:
un aprendizaje formalizado, no habitual; el uso de energía física; el logro de un equilibrio corporal y
anatómico modificado en razón del aprendizaje; la utilización no cotidiana de tensiones y oposiciones
entre músculos, huesos y articulaciones; el empleo de códigos sintéticos de movimientos; y la
experiencia subjetiva.3-- Como parte inseparable de estos elementos, el dolor no es signo de debilidad,
sino de fortaleza y de perseverancia, se acepta a veces estoicamente como parte inseparable de la vida
del bailarín:
“Tratando de pensar que es necesario para mejorar”, “cuidando de no forzar”, “aguantando”,
“concientizando el trabajo al punto de fortalecer sin llegar al nivel de causar una lesión”, “(tratando)
de escuchar mi cuerpo hasta donde me puede permitir trabajar más sin forzarlo”.
De aquí que el dolor para “mejorar”, “fortalecer”, el que debe “aguantarse” tiene un valor
positivo, es necesario y común. Los bailarines se constituyen en “artesanos de su dolor”,4 lo viven
como parte de su aprendizaje y experiencia cotidianos, aprenden a desarrollar estrategias mentales y
emocionales para sobrellevarlo como parte de sus prácticas.
El dolor se “normaliza” debido a su presencia constante. Es así para los estudiantes de danza
contemporánea como para los bailarines que ya se desarrollan en el ámbito profesional. Tres intérpretes
de danza contemporánea compartieron sus experiencias con el dolor en entrevista con el fotógrafo
David Flores Rubio. La bailarina Julia Farber relata:
“Me dijeron alguna vez que yo era como una estatua antigua de mármol que uno de lejos la ve
increíble pero al acercarse se aprecian una gran cantidad de grietas, pero eso no me afecta: las
bailarinas aprendemos a vivir con nuestras cicatrices.”
Por su parte la bailarina Marisol Cal y Mayor comentaba: “Los moretones y los pies sangrantes
siempre son muy impresionantes para los demás. Alguna vez estaba dando clase a unas niñas de 7 u 8

2
Bustos Domínguez, Reinaldo, op. cit., pp. 108, 111.
3
Islas, Hilda, “Introducción”, en De la historia al cuerpo, y del cuerpo a la danza, México, CNCA, 2001, p. 17.
4
Bustos Domínguez, Reinaldo, op. cit., pp. 111.
años y se me abrió una herida del pie y estaba dejando una estela de sangre… Yo les dije que estaba
bien, que era normal. Pero las peores heridas de batalla son las más internas, unas ni siquiera se
ven… La que más impresiona en mi cuerpo es una vértebra que tengo desviada a causa de un
maestro…”
El bailarín Ignacio Pereda decía que lo peor de tener un cuerpo de bailarín era: “sentir cansancio
constante, fatiga muscular y algunas marcas en la piel. Muchas veces no te quedan ganas de otras
actividades sociales”.5

Las imágenes, captadas específicamente para mostar “la sublime estética del dolor, el cansancio
y la deformación de los cuerpos de la danza”,6 desvelan a bailarines profesionales con algunos de sus
golpes, lesiones, moretones y heridas, cuyos cuerpos no dejan de ser atractivos, y ellos los muestran
orgullosos, miran directo a la cámara o se exponen casi por completo.
Le Breton nos dice que “la conciencia del arraigo corporal de la presencia humana sólo la otorgan
los periodos de tensión del individuo… Un dolor fuerte, el cansancio, la enfermedad, un miembro
fracturad, por ejemplo, restringen el campo de acción del hombre e introducen el penoso sentimiento
que rompe la unidad de presencia” y esta dualidad es distinta a aquella que inducen situaciones de
placer.7 No obstante, siendo que para los estudiantes de danza el sentir dolor se convierte en parte de la
rutina diaria, este malestar, esta consciencia de la dolencia, se presenta más acentuadamente al no poder
utilizar su cuerpo debido a una lesión.

5
Flores Rubio, David. “Proyecto Degas: Julia Faber” en Anormalmag, revista digital,
http://www.anormalmag.com/series/proyecto-degas-julia-farber/; “Proyecto Degas: Marisol Cal y Mayor”, en Anormalmag,
revista digital, http://www.anormalmag.com/series/proyecto-degas-marisol-cal-y-mayor/; “Proyecto Degas: Marisol Cal y
Mayor”, en Anormalmag, revista digital, http://www.anormalmag.com/series/proyecto-degas-ignacio-pereda/
6
Flores Rubio, David. “Proyecto Degas” en Anormalmag, revista digital, http://www.anormalmag.com/tag/proyecto-
degas/
7
Le Breton, David, op. cit., pp. 92-93.
Aquel dolor que inhabilita y que puede venir en forma de lesiones, tiene una carga muy negativa
y se asocia con emociones perniciosas: debilidad, impotencia, tristeza, frustración, enojo y limitación.
Se busca entonces prevenir las lesiones, el dolor que se procura evitar es aquel que debilita, aquel que
causa impedimento corporal, porque siendo el cuerpo la materia primaria de la danza, si este no se halla
en condiciones mínimas para ella, entonces no hay danza, puesto que las lesiones:
1 (M) “Afectan en su desempeño mientras logra la recuperación completa. La forma de
trabajar no es la misma ni el esfuerzo durante las clases.”
2 (M) “(Repercuten) en el crecimiento de sí mismo.”
3 (M) “Afectan el rendimiento y desempeño en cada clase tanto físico como mental debido a
que si estás lesionado impide realizar en forma algunos ejercicios.”
4 (H) “Limitan el desarrollo dancístico”
5 (H) “Además de repercutir el rendimiento también tienen una afección emocional muy
importante, la cual puede terminar con la carrera y trayectoria de la persona”.
Las consecuencias de una lesión varían dependiendo de su magnitud y de la parte corporal
afectada, pero es claro que se las concibe como un “impedimento”, una “limitación” y una “afección”
que inciden negativamente en el “rendimiento”, el “desempeño” y el “desarrollo” de los bailarines, y
que, tomando en cuenta las emociones que provoca el estar lesionados, influye también en su estado
emocional. Cuando un lesionado, la experiencia de la danza es distinta y la relación con el dolor
cambia:
La lesión y el dolor se viven “con frustración”, una bailarina llega a sentirse “frustrada… trata
de sanarlo, cuidarlo”, “lo vivimos con más precaución que una persona normal, pues seguimos
realizando estas actividades a la vez de cuidar que no se complique más. Además también con
miedo”, “dependiendo del grado de madurez de la persona y de la intensidad de la lesión, se puede
sobrellevar la lesión…”, .pero también se continúa “bailando y haciendo a pesar del dolor”
Así que el dolor se soporta, se procura que la lesión no se “complique” pero se baila “a pesar” de
ella, el cuerpo “se cuida” y se sacrifica para obtener algo a cambio: un modelo corporal ideal, un
cuerpo que signifique la posibilidad de la mayor expresión y rendimiento posibles, y que finalmente se
expondrá ante la mirada del otro: otros bailarines, los coreógrafos y, finalmente, el espectador.
Los cuerpos que el espectador ve sobre el escenario son producto del dolor, pero rara vez se
reflexiona sobre ello. En escena culminan las horas de entrenamiento y ensayo, los cuerpos de los
bailarines se exhiben ante la mirada del otro y en una de las dimensiones de esa representación, se
vuelve también un cuerpo erotizado, expuesto al disfrute de la vista del espectador. Aquí encontramos
un vínculo con la actividad voyerista por excelencia: la pornografía. Todos los elementos que se
involucran en la escenificación de una pieza coreográfica –estímulos sonoros y visuales,
principalmente- tienen como fin primordial el provocar sensaciones y reacciones. Aquí, como en la
pornografía, existe una “retórica del cuerpo”, de la que nos habla el escritor y periodista Naief Yehya,8
si bien los bailarines no buscan despertar directamente la libido de quien los observa, no pueden evitar
ser mirados, explorados, reimaginados, y quizá partícipes involuntarios de las fantasías de otros.
La danza escénica conjunta dolor y erotismo. Hoy día vivimos en una sociedad hipersexualizada,
pero los espacios y contextos en los que se expone el cuerpo a la mirada son significativos. Partiendo
de esta consideración, a diferencia del estigma que pesa en todo voyerista,9 la danza escénica -
especialmente si se lleva a cabo en un teatro donde el público queda a oscuras y la luz sólo incide sobre
el escenario-, se puede convertir en el espacio donde se permite mirar a otro con detenimiento: es
posible fijar la mirada en cualquier parte del cuerpo de los bailarines y deleitarse con ellos. Se
transgrede entonces lo que socialmente no se permite ver llanamente. En la asistencia a un espectáculo
de danza, se mira un cuerpo, se evalúa, se disfruta, y sin embargo, aún existen tabúes respecto a lo que
se muestra sobre el escenario: qué se ve, cuánta piel, cómo se muestra, qué se toca y cómo, y quiénes se
tocan.

Anexos
1.- ¿Cómo vive un/a bailarín/a el dolor de una lesión?
1 (M) Con frustración
2 (M) Frustrada, o trata de sanarlo, cuidarlo.
3 (M) Lo vivimos con más precaución que una persona normal, pues seguimos realizando estas
actividades a la vez de cuidar que no se complique más. Además también con miedo.
4 (H) Bailando y haciendo a pesar del dolor
5 (H) Dependiendo del grado de madurez de la persona y de la intensidad de la lesión, se puede
sobrellevar la lesión o inclusive abandonar los entrenamientos a causa de esta.

-2.- ¿Qué sientes cuando tienes una lesión o desgaste físico por cansancio?
1 (M) Debilidad
2 (M) Impotencia, tristeza.
3 (M) Frustración, tristeza, enojo, impotencia.

8
Yehya, Naief, “De la fragmentación corporal al archipiélago del deseo”, en Pornografía. Obsesión sexual y tecnológica,
México, Tusquets, 2012, p. 305.
9
Yehya, Naief, op. cit., pp. 308-309.
4 (H) Desgaste físico, limitado
5 (H) Con frustración, tristeza, enojo y rabia

3.- ¿Cómo repercuten las lesiones a un/a bailarín/a?


1 (M) Afectan en su desempeño mientras logra la recuperación completa. La forma de trabajar no es
la misma ni el esfuerzo durante las clases.
2 (M) En el crecimiento de sí mismo.
3 (M) Afectan el rendimiento y desempeño en cada clase tanto físico como mental debido a que él
está lesionado impide realizar en forma algunos ejercicios.
4 (H) Limitan el desarrollo dancístico
5 (H) Además de afectar el rendimiento también tienen una afección emocional muy importante, la
cual puede terminar con la carrera y trayectoria de la persona.

4.- ¿Cómo sobrellevas o vives el dolor durante una clase (en los ejercicios, durante el stretch)?
1 (M) Tratando de pensar que es necesario para mejorar.
2 (M) Cuidando de no forzar.
3 (M) Trato de escuchar mi cuerpo hasta donde me puede permitir trabajar más sin forzarlo.
4 (H) Aguantando
5 (H) Concientizando el trabajo al punto de fortalecer sin llegar al nivel de causar una lesión.

5.- ¿Dirías que el cuerpo de los bailarines se distingue de otros (personas que no bailan, atletas)?
¿En qué?
1 (M) Sí. En el mejor cuidado y preocupación de lo que se comen o lo que se hace. Suele tener más
elasticidad y control.
2 (M) Sí, sí es un entrenamiento pesado o más completo, piernas, brazos.
3 (M) Sí, el trabajo físico de realiza un bailarín estiliza el cuerpo de una manera distinta, también
tiene una postura diferente, caminas diferente.
4 (H) Son conscientes corporalmente y resistentes
5 (H) Los músculos más que voluminoso son alargados, es un cuerpo delgado, atlético, fuerte y ligero

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