Quizá te preguntes por qué recomiendo consumir almidón de papa si llevo
infinidad de páginas despotricando contra los carbohidratos refinados. Y sí, he dicho que el almidón puede ser muy dañino, pero hay un tipo especial llamado almidón resistente que tiene cualidades únicas, como la capacidad para mejorar el metabolismo, incrementar la sensibilidad a la insulina y disminuir los niveles de azúcar en la sangre; incrementar la quema de grasas y disminuir el almacenaje de grasa en las células, y hasta para optimizar la flora intestinal de tal forma que promueve la pérdida de peso. El almidón resistente no se digiere en el intestino delgado, o al menos no lo digieres tú. Sólo lo digieren las bacterias intestinales. Cuando comes almidones resistentes, éstos “se resisten” a la digestión y no provocan picos de azúcar o de insulina en la sangre. El almidón resistente es un prebiótico . Considéralo algo así como composta o fertilizante para las bacterias intestinales benéficas. Este mar de bacterias, que rebasa hasta 10 veces el número de tus propias células y pesa casi kilo y medio, no es mero desperdicio. De hecho, está conectado con casi todos los aspectos de tu salud. Por lo tanto, los desequilibrios en la flora intestinal se relacionan con gran variedad de enfermedades, incluyendo obesidad, diabetes, cardiopatías, enfermedades autoinmunes, trastornos inflamatorios digestivos, cáncer, depresión, ansiedad y autismo. Una de las mejores formas de recuperar el equilibrio intestinal es darles a esos bichos alimentos saludables en forma de prebióticos. Este alimento puede venir en varias formas, incluyendo inulina (no confundir con la insulina) de chicoria, o tupinambo, fibra soluble de psyllium o almidones de plantas altas en amilosa como las papas, los plátanos verdes y el plátano macho. Cocinarlos y luego enfriar los almidones de las papas y el arroz, y no recalentarlos es una forma de transformar el almidón normal del arroz y las papas en almidón resistente. Cuando el almidón resistente llega al intestino, estimula el crecimiento de bichos benéficos que luego expulsan a las bacterias dañinas. Así, producen ácidos grasos de cadena corta que alimentan las células del colon; uno de ellos en particular, llamado butirato, puede prevenir el cáncer, acelerar el metabolismo y disminuir la inflamación. El almidón resistente también puede mejorar la sensibilidad a la insulina y ayudar a disminuir los niveles de azúcar en la sangre después de las comidas. Dicho de otro modo, ayuda a revertir la diabesidad. De hecho, en cierto estudio se demostró que consumir entre 15 y 30 gramos (entre 2 y 4 cucharadas) de almidón de papa aumentaba la sensibilidad a la insulina en hombres obesos tanto como los habría hecho perder 10% de su peso corporal. También tiene otros beneficios. Ayuda a perder peso, a reducir los picos de insulina después de comer, a aumentar la quema de grasas y a disminuir el almacenamiento de grasa en las céulas. Cambia la flora intestinal en formas que promueven la salud y la pérdida de peso. Sabemos que puedes revertir la diabetes si se toma materia fecal de una persona delgada sana y se trasplanta a una persona diabética. Yo diría que comer almidón de papa es más atractivo que hacerse un trasplante fecal, ¿no crees? La mejor forma de incorporar almidón resistente es llevando una dieta baja en carbohidratos como la de Come grasa y adelgaza , y usar el almidón de papa (no la harina). Tiene como 8 gramos de almidón resistente por cucharada. También puedes usar harina de plátano o de plátano macho. El cuerpo suele tolerar bien el almidón de papa, además de que se mezcla bien con agua y sabe a papa. No es terrible. También te ayudará a dormir mejor por las noches. Lo puedes incorporar a tus licuados o mezclarlo con leche de almendra (sólo recuerda no calentarlo). Al principio, el almidón de papa puede provocar gases, puesto que los bichos intestinales buenos y los malos están en una batalla campal. Empieza con una porción pequeña (¼ de cucharadita por las noches) y ve aumentando la proporción lentamente para que tu cuerpo se vaya acostumbrando a él. Si tienes demasiado gas o incomodidad gástrica, es probable que tengas un crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado o un crecimiento excesivo de levaduras que necesite tratamiento. Consulta a un médico funcional que te ayude a reparar tu intestino.