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Introducción.
Los niños no sólo intervienen en el proceso “aprendiendo” sino que, con sus
actitudes y reacciones, producen y mantienen las propias conductas de enseñanza de sus
padres.
Los padres enseñan a sus hijos a hablar pero éstos les enseñan a enseñarles y
ambas cosas se producen al azar, pero con efectividad.
Puede que el niño no logre producir en sus padres suficientes conductas de
enseñanza del lenguaje y puede fracasar en gratificar adecuadamente aquellas que se
produzcan.
De ello se deduce un mutuo fracaso en satisfacer cada uno las necesidades del otro; los
padres y el niño pueden necesitar más de lo que reciben. Con ello se altera el proceso
normal y el resultado se hace impredecible, ya no es uniforme.
Suposiciones teóricas.
- El primer lenguaje del niño es una extensión del sistema de comunicación
afectiva previamente establecido entre el niño y sus familiares.
- El crecimiento cognitivo y el lingüístico son casi interdependientes.
- El lenguaje anormal y el retraso pueden estar relacionados con fallos mutuos de
niños y cuidadores para conseguir entre ellos un sistema de comunicación
afectivo no verbal.
- Podemos mejorar este desarrollo anormal del lenguaje con programas que
reconozcan las bases socioafectivas del lenguaje y la casi interdependencia entre
el crecimiento cognitivo y el lingüístico, y que sigan los procedimientos del
aprendizaje sin error.
Atención:
El niño se da cuenta, es decir, demuestra atención ante hechos como los
siguientes:
- Presencia o introducción de reforzadores positivos (personas queridas, animales,
objetos, acciones y estados);
- Retirada o terminación de reforzadores positivos;
- Presencia o introducción de estimulación aversiva (personas o animales temidos,
objetos desagradables, acciones y estados impuestos al niño);
- Retirada o terminación de estimulación aversiva.
Coloración de la piel.
Temperatura corporal.
Petición:
El niño pide, como mínimo, lo siguiente:
- Atención a él mismo o a algún aspecto de sí mismo;
- Atención compartida entre él y el cuidador respecto a otro estímulo;
- Presentación o reaparición de reforzadores positivos;
- Terminación o retirada de estimulación aversiva;
- Cambios de actividad y de estimulación.
- Con alguno o todos los rasgos de atención descritos anteriormente, más un rasgo
de demanda como vocalizaciones para llamar, alcanzar, arrastrar, empujar,
buscar, forcejear: es decir, con una orientación más física y activa hacia los
estímulos que cuando demuestra solamente atención.
- Orientando al cuidador hacia los estímulos que el niño desea;
- Con irritabilidad no específica.
Rechazo/oposición:
El niño rechaza o se opone por lo menos a lo siguiente:
- Presencia o introducción de estimulación aversiva;
- Cese o retirada de reforzadores positivos.
Complacencia/negativa:
El niño obedece o se niega a obedecer las siguientes peticiones o demandas hechas
por el cuidador:
- Petición de atención al cuidador;
- Petición de atención compartida a los objetos entre el niño y el cuidador;
- Petición de acción o repetición de acciones;
- Petición de cese de acciones.
Terapia Socioafectiva:
El recién nacido con discapacidad y su madre, con demasiada frecuencia no consiguen
una unión y un sistema de comunicación mutuamente satisfactorio, la madre depende de
los expertos y se siente indefensa y ansiosa.
Las oportunidades de ambos para establecer sincronía disminuyen. Puede ser que cada
uno llegue al otro pero con poca frecuencia, sin vigor y sin sincronía.
Bradke, Kirkpatrick y Rosenblatt diseñan el programa de “Juego Intensivo” para la
adquisición de una comunicación afectiva, social, positiva.
El juego intensivo trata de satisfacer las necesidades básicas de los niños con trastornos
socioafectivos y de sus padres. Ofrece un puente hacia la comunicación afectiva
positiva. El profesor busca contenido comunicativo en la conducta del niño, lo agradece,
lo interpreta o lo devuelve al niño y cumple las peticiones del niño si es posible. Esto
asegura al niño que ha sido comprendido y también modela la expresión del mensaje del
niño en palabras y gestos.
Expresiones de atención:
- Oh.
- Hola.
- Qué divertido.
- Qué bonito.
- Mojado.
- Daño.
- Sucio.
- Ya está.
- Se acabó.
- No está.
- Se ha ido.
- Mmmmm, qué bueno.
- Ooooh , se ha roto.
- Se ha caido.
- Mira.
- Un ruido.
- Quién hay?
- Donde está?
Peticiones:
- Más.
- Dame.
- Mío. (dame).
- Upa. (Quiero subir).
- Upa. (Cógeme en brazos).
- Por favor.
- Quiero entrar.
- Quiero salir.
- Abre.
- Nombre del niño (déjamelo hacer).
- Ven.
Rechazo/oposición:
- No.
- Basta.
- Vete.
- Mío. (no me lo quites).
- Fuera. (apártalo).
- No te vayas.
- Daño.
- Quema.
- Espera.
Lista abreviada de rasgos típicos del lenguaje del adulto que habla a un niño: