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VOLUMEN DOCE
Método
en Teología
Introducción --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
--4
Primera Parte: Los Antecedentes
1. El Método --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-7
1. Noción preliminar; 2. Patrón básico de operaciones; 3. Método trascendental; 4. Funciones del método trascendental
2. El Bien Humano ------------------------------------------------------------------------------------------------------------
23
1. Habilidades; 2. Sentimientos; 3. Noción del valor; 4. Juicios de valor; 5. Creencias; 6. Estructura del bien humano; 7. Progreso y
decadencia
3. La Significación -------------------------------------------------------------------------------------------------------------
44
1. Intersubjetividad; 2. Significación intersubjetiva; 3. Significación artística; 4. Significación simbólica; 5. Significación lingüística; 6.
Significación encarnada; 7. Elementos de la significación; 8. Funciones de la significación; 9. Campos de la significación; 10 Etapas de la
significación: 10.1 Lenguaje primitivo; 10.2 Descubrimiento griego de la mente; 10.3 Segunda y tercera etapas; 10.4 La conciencia
indiferenciada en las etapas posteriores
4. La Religión ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
76
1. La pregunta por Dios; 2. Autotrascendencia; 3. Experiencia religiosa; 4. Expresiones de la experiencia religiosa; 5. Desarrollo religioso
dialéctico; 6. La palabra; 7. La fe; 8. La creencia religiosa; 9. Nota técnica
5. Especialidades Funcionales -----------------------------------------------------------------------------------------------
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1. Tres tipos de especialización; 2. División en ocho especialidades; 3. Bases de la división; 4. Necesidad de la división; 5. Una unidad
dinámica; 6. Conclusión
2
12. Las Doctrinas -------------------------------------------------------------------------------------------------------------
211
1. Variedades; 2. Funciones; 3. Variaciones; 4. Diferenciaciones de conciencia; 5. Descubrimiento progresivo de la mente: Serioe de
desarrollos; 6. Contextos progresivos; 7. Descubrimiento ... Complejidades del desarrollo actual; 8. Desarrollo de las doctrinas; 9.
Permanencia de los dogmas; 10. Historicidad de los dogmas; 11. Pluralismo y unidad de fe; 12. Autonomía de la teología
13. La Sistematización ------------------------------------------------------------------------------------------------------
238
1. Funciones de la sistematización; 2. Opciones concluidas; 3. Misterio y problema; 4. Intelección y verdad; 5. Continuidad, desarrollo y
revisión;
14. La Comunicación --------------------------------------------------------------------------------------------------------
252
1. Significación y ontología; 2. Significación común y ontología; 3. Sociedad, estado, iglesia; 4. Iglesia cristiana y situación actual; 5.
Iglesia e iglesias
3
Prefacio
{x} Este libro se ha estado haciendo durante mucho tiempo. David Tracy en su The
Achievement of Bernard Lonergan ha estudiado el desarrollo de mis investigaciones hasta
1965. En ese año, por razones de salud, me retiré de la Universidad Gregoriana y, desde
entonces, he disfrutado la hospitalidad de Regis College, que ha cubierto todas mis
necesidades y me ha dejado libre para pensar y escribir sin pedirme ningún servicio a cambio.
Así pues, a Regis College, a la buena camaradería de su equipo y alumnos durante los pasados
seis años, mi profunda gratitud. 1
También tengo la obligación de agradecerles a los amigos que me ayudaron con las
galeras y el índice: Timothy Fallon, Matthew Lamb, Philip McShane, Conn O'Donovan,
William Reiser, Richard Roach, William Ryan, y Bernard Tyrrell.
Bernard Lonergan
Harvard Divinity School
15 nov. 1971.
1 Inevitablemente mis conferencias y escritos de los años recientes son eco del contenido de este libro. Tal vez
deba hacerse mención explícita de los siguientes. El cap. 5 Especialidades Funcionales ha aparecido en
Gregorianum, 50 (1969), 485-505. El cap. 12 Las Doctrinas contribuyó mucho a Doctrinal Pluralism (El
Pluralismo Doctrinal), The Pere Marquette Theology Lecture for 1971, publicado por la Marquette
University Press. El cap. 7 La Interpretación ha de aparecer en el primer número de una nueva revista,
Cultural Hermeneutics, que probablemente será publicada en Boston College en otoño de 1971. Los caps. 4
La Religión y 12 Las Doctrinas tuvieron origen en mi participación en un simposio tenido en Villanova
University, 14-19 jun. 1971. El simposio será editado por JOSEPH PAPIN con el título: The Pilgrim People (El
Pueblo Peregrino).
4
Introducción
{xi} Una teología es mediadora entre una matriz cultural y la significatividad y papel de una
religión en esa matriz. La noción clasicista de cultura era normativa: al menos de jure no
había sino una cultura que era a la vez universal y permanente; a sus normas e ideales podían
aspirar los incultos, ya sean los jóvenes, o la gente del pueblo, o los indígenas, o los bárbaros.
Además de la noción clasicista, también se da la noción empírica de cultura. Ella es el grupo
de significaciones y valores que informan un estilo de vida. Puede permanecer sin cambio
durante períodos. Puede estar en proceso de lento desarrollo o de rápida disolución.
Cuando prevalece la noción clasicista de cultura, a la teología se la concibe como un
logro permanente, y entonces uno diserta sobre su naturaleza. Cuando a la cultura se la
concibe empíricamente, se reconoce que la teología es un proceso progresivo, y entonces uno
escribe sobre su método.
El método no es un grupo de reglas que un bobo haya de seguir meticulosamente.
Más bien es un marco para la creatividad en colaboración. Él habrá de esbozar los diversos
racimos de operaciones que hayan de realizar los teólogos cuando cumplen sus varias tareas.
Un método contemporáneo concebiría esas tareas en el contexto de las ciencias modernas,
de la erudición moderna, + de la filosofía moderna, de la historicidad, de la practicidad y
corresponsabilidad colectivas.
En esa teología contemporánea nosotros pensamos en ocho tareas distintas:
investigación, interpretación, historia, dialéctica, fundamentos, doctrinas, sistematización, y
comunicación. La manera como se haya de realizar cada una de estas tareas se trata a veces
con mayor detalle, a veces con menor detalle, en los nueve capítulos que conforman la
segunda parte de esta obra. En la primera parte se tratan unos aspectos más generales que
tienen que presuponerse en la segunda parte. Estos son el método, el bien humano, la
significación, la religión, y las especialidades funcionales. {xii} De éstas, el último, de las
especialidades funcionales, explica el modo como hemos llegado a nuestra lista de las ocho
distintas tareas.
En general, lo que hayamos de decir habrá de tomarse como un modelo. Y le
llamamos modelo no a algo que haya de copiarse o imitarse, ni tampoco a una descripción
de la realidad o una hipótesis sobre la realidad. El modelo es simplemente un grupo inteligible
y entrelazado de términos y relaciones que puede ser conveniente tener consigo cuando se
trata de describir la realidad o de formar hipótesis. Como los proverbios, el modelo es algo
+ [Erudición (scholarship) moderna tiene para Lonergan un significado muy preciso: consiste en el dominio de
la nueva ciencia de la filología histórica, que trata de revivir las significaciones y valores de otras gentes y
otras épocas. Ver lo que dice en este mismo libro, p. 315: "En otro tiempo la erudición tuvo como meta el
logro de la elocuencia humanista. En cambio, la Philologie de principios del siglo XIX se puso la meta de
reconstruir las construcciones de la humanidad. Sus éxitos iniciales se dieron en los campos de los estudios
clásicos y de la historia europea. Pero desde hace mucho se ha pasado a los campos de los estudios bíblicos,
patrísticos y medievales. Sus obras son especializadas, en colaboración, progresivas, imponentes. Lo que
antes se suponía caer dentro de la competencia de un solo teólogo dogmático, ahora puede emprenderlo sólo
un equipo muy grande." N. del T.]
Introducción
que vale la pena recordar cuando uno se encuentra en determinada situación o acomete una
tarea.
Sin embargo, yo no pienso estar ofreciendo meros modelos. Al contrario, espero que
los lectores encuentren algo más que meros modelos en lo que diré. Pero a ellos les toca
encontrarlo. Porque el capítulo primero sobre el método establece lo que ellos pueden
descubrir en sí mismos como estructura dinámica de su propio ser cognoscitivo y moral. En
la medida en que lo encuentren, también hallarán algo que no está expuesto a una revisión
radical. Porque esa estructura dinámica es la condición de posibilidad de cualquier revisión.
Más aún, los siguientes capítulos son sobre todo prolongaciones del primero. Lo presuponen.
Lo complementan, en realidad, pero lo hacen llamando la atención hacia unos aspectos
ulteriores, unas implicaciones más plenas o unas aplicaciones agregadas. Sin embargo, así
como cada uno tiene que encontrar en sí mismo la estructura dinámica señalada en el capítulo
primero, así también tendrá que quedar satisfecho él mismo acerca de la validez de los
agregados ulteriores a los siguientes capítulos. Como ya lo dije, el método no ofrece unas
reglas que hayan de seguirse ciegamente, sino un marco para la creatividad.
Si bien espero que muchos lectores encuentren en sí mismos la estructura dinámica
de la que escribí, tal vez otros no lo logren. Quiero pedirles a ellos que no se escandalicen
porque cito tan rara y escasamente las Escrituras, los concilios ecuménicos, las encíclicas
papales, u otros teólogos. No estoy escribiendo teología sino un método en teología. Aquí no
estoy interesado en los objetos expuestos por los teólogos sino en las operaciones que realizan
los teólogos.
Pienso que el método que yo señalo es pertinente para otros además de serlo para los
teólogos católicos. Pero debo dejarles a los miembros de otras comuniones el decidir la
medida en que puedan emplear el presente método.
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Parte Primera
Los Antecedentes
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El Método
{3} El pensamiento sobre el método es probable que se deslice por uno de tres canales. En el
primero, al método se lo concebirá más como un arte que como una ciencia. No habrá de
aprenderse de los libros o conferencias sino en el laboratorio o en un seminario. Ahí lo que
cuenta es el ejemplo del maestro, el esfuerzo por hacer lo mismo, los comentarios de aquel a
la ejecución que uno haya realizado. Pienso que ese debe ser el origen de cualquier
pensamiento sobre el método, porque tal pensamiento tiene que ser una reflexión sobre las
realizaciones previas. También ése permanecerá siempre como el único camino para
comunicar los refinamientos y sutilezas propias de las áreas especializadas.
Sin embargo, hay unos espíritus más atrevidos. Ellos seleccionan a la ciencia más
evidentemente exitosa de su tiempo. Estudian sus procedimientos. Formulan los preceptos.
Finalmente, proponen una analogía de esa ciencia. La ciencia en sentido propio es la ciencia
exitosa que han analizado. Otros temas serán científicos en la medida en que se conformen a
sus procedimientos y, en la medida que no lo hagan, serán algo menos que científicos. Así
sir David Ross observó acerca de Aristóteles: "A través de todas sus obras lo encontramos
tomando la posición de que todas las demás ciencias aparte de las matemáticas tienen el
nombre de ciencia sólo por cortesía, puesto que se ocupan de cosas en las que entra la
contingencia."1 Así, aun hoy, la palabra ciencia significa una ciencia natural. Uno desciende
un peldaño o más en la escalera cuando habla de las ciencias de la conducta o de las ciencias
del hombre. Finalmente, con frecuencia los teólogos tienen que contentarse con que sus temas
sean incluidos no en la lista de las ciencias sino de las disciplinas académicas.
{4} Es bastante claro que estos acercamientos al problema del método hacen poco
para el avance de los temas menos exitosos. Porque en el tema menos exitoso, precisamente
por ser menos exitoso, hay una carencia de maestros que hayan de seguirse y de modelos que
hayan de imitarse. Tampoco tendrá ninguna utilidad recurrir a la analogía de la ciencia,
porque esa analogía, lejos de tenderles una mano a los menos exitosos, se contentará con
señalarles un rango inferior según la ley del más fuerte. Así pues, deberá encontrarse una
tercera manera y, aunque hacerlo sea difícil y trabajoso, ha de pagarse ese precio si el tema
menos exitoso no ha de permanecer como mediocre o deslizarse hacia la decadencia y el
desuso.
El propósito del presente capítulo es desarrollar la base para esa tercera manera.
Primero recurriremos a las ciencias exitosas para formarnos una noción preliminar del
método. Segundo, iremos más allá de los procedimientos de las ciencias naturales hasta algo
más general y más fundamental, a saber, los procedimientos de la mente humana. Tercero,
en los procedimientos de la mente humana discerniremos un método trascendental, esto es,
un patrón básico de operaciones empleadas en toda empresa cognoscitiva. Cuarto,
1 W. D. ROSS, Aristotle's Prior and Posterior Analytics, Oxford, 1949, p. 14. Ver pp. 51 ss.
1. El Método
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1. El Método
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1. El Método
contrario encontrará no sólo este capítulo sino todo el libro tan iluminador como un ciego
considera una conferencia sobre los colores. 2
Primero, pues, las operaciones de la lista son transitivas. Tienen sus objetos. Ellas son
transitivas no sólo en el sentido gramatical de que estén expresadas por verbos transitivos
sino también en el sentido psicológico de que por la operación uno se da cuenta del objeto.
Este sentido psicológico es lo que significa el verbo 'tender-a,' el adjetivo 'intencional,' y el
sustantivo 'intencionalidad.' Decir que las operaciones tienden a sus objetos es referirnos a
los hechos de que al ver se hace presente lo que es visto, al oír se hace presente lo que es
oído, al imaginar se hace presente lo que es imaginado, etc., donde en cada caso la presencia
en cuestión es un evento psicológico.
Segundo, las operaciones de la lista son operaciones de un operador, y al operador se
le llama el sujeto. El operador es sujeto no sólo en el sentido gramatical de que esté expresado
por un sustantivo que sea sujeto de los verbos que en la voz activa se refieran a las
operaciones. Él también es sujeto en el sentido psicológico de que opera conscientemente.
De hecho, ninguna de las operaciones de la lista {8} ha de realizarse durmiendo sin soñar ni
en estado de coma. Igualmente, siempre que se realiza cualquiera de las operaciones, el sujeto
se da cuenta de sí mismo operando, está presente para sí mismo operando, está
experimentándose a sí mismo operando. Más aún, como se verá ahora, la calidad de la
conciencia cambia conforme el sujeto realiza diferentes operaciones.
Así pues, las operaciones no sólo tienden-a objetos. Ellas tienen una ulterior
dimensión psicológica. Ocurren conscientemente y por ellas el sujeto operador está
consciente. Así como las operaciones por su intencionalidad hacen a los objetos presentes
ante el sujeto, así también por la conciencia hacen al sujeto operador presente para sí mismo.
He aplicado el adjetivo 'presente' tanto al objeto como al sujeto. Pero los he utilizado
ambiguamente, porque la presencia del objeto es bastante diferente a la presencia del sujeto.
El objeto está presente como aquello que se mira, al que se atiende, al que se tiende. En
cambio, la presencia del sujeto reside en el mirar, en el atender, en el tender. Por esta razón
el sujeto puede estar consciente, como quien atiende y, con todo, dedicarle toda su atención
al objeto como lo que es atendido.
Igualmente, hablé del sujeto que se experimenta a sí mismo operando. Pero no
supongo que este experimentar sea otra operación que se le agregue a la lista, porque este
2 He presentado más ampliamente este patrón de operaciones en el libro Insight: A Study on Human
Understanding (Insight: Un Estudio del Entender Humano), London: Darton, Longman and Todd, y New
York: Philosophical Library [11957; 21958, y Colección de Obras de Bernard Lonergan, vol. 3, 51992 (editado
por Frederick E. Crowe y Robert M. Doran) Toronto-Buffalo-London: University of Toronto Press], y más
abreviadamente en un artículo "Cognitional Structure," ("Estructura Cognoscitiva") Continuum 2 (1964),
530-542, reimpreso en Collection: Papers by Bernard Lonergan (Primera Colección), editada por F. E.
Crowe, London: Darton, Longman and Todd, y New York: Herder and Herder [11967; y Colección de Obras
de Bernard Lonergan, vol. 4, 21988, Toronto: University of Toronto Press. También se relaciona con esto
"Philosophical Positions with Regard to Knowing" (1964) ("Posiciones Filosóficas respecto al Conocer") en
Philosophical and Theological Papers (Escritos de Filosofía y Teología) Colección de Obras de Bernard
Lonergan, vol. 6, 1996, Toronto-Buffalo-London: University of Toronto Press]. Pero el asunto es tan crucial
para nuestra iniciativa actual que debe incluirse aquí algún resumen. Obsérvese por favor que estoy
presentando sólo un resumen; que el resumen no puede dar más que una idea general; que el proceso de
autoapropiación ocurre sólo lentamente y, de ordinario, sólo batallando con un libro como el Insight.
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1. El Método
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1. El Método
un substrato para actividades ulteriores. Los datos de los sentidos provocan el inquirir; el
inquirir conduce al entender; el entender se expresa a sí mismo en el lenguaje. Sin los datos
no tendríamos nada en lo que inquiriéramos y nada por entender. Con todo, lo que se busca
por el inquirir nunca es sólo otro dato, sino la idea o forma, la unidad inteligible o relación
que organiza los datos en totalidades inteligibles. Igualmente, sin el esfuerzo por entender y
sus conflictivos resultados, no tendríamos ninguna ocasión de juzgar. Ahora bien, tales
ocasiones son recurrentes, y entonces el centro inteligente del experimentar revela su
racionalidad reflexiva y crítica. Una vez más hay un yo más pleno del que llegamos a darnos
cuenta, y una vez más el mismo darnos cuenta es diferente. En cuanto inteligente, el sujeto
busca el chispazo inteligente y, conforme se acumulan los chispazos inteligentes, él los revela
en su conducta, su hablar, su captación de las situaciones, su dominio de los terrenos teóricos.
Pero en cuanto reflexiva y críticamente consciente, él encarna el desapego y el desinterés, se
entrega él mismo a los criterios de la verdad y la certidumbre, asume como único interés
determinar lo que es así o no es así; y ahora, como el yo, también el darse cuenta del yo reside
en esa encarnación, esa autorrendición, ese resuelto interés por la verdad. Hay todavía una
ulterior dimensión para el ser humano, y ahí surgen como personas, se encuentran la una a la
otra en un interés común por los valores, buscan abolir aquella organización de la vida
humana basada en los egoísmos en competencia, y buscan remplazarla por una organización
basada en la perceptividad e inteligencia del hombre, en su racionabilidad y el ejercicio
responsable de su libertad.
Quinto, conforme las diferentes operaciones proporcionan unos modos
cualitativamente diferentes de ser sujetos conscientes, así también proporcionan unos modos
cualitativamente diferentes de tender-a. El tender de nuestros sentidos es un atender;
normalmente es selectivo pero no creativo. El tender de nuestra imaginación puede ser
representativo o creativo. Lo captado en el chispazo inteligente no es ni un dato de los
sentidos dado actualmente ni una creación de la imaginación, sino una organización
inteligible que puede ser o no pertinente para los datos. El tender que es la concepción reúne
el contenido del chispazo inteligente y aquella porción de la imagen que sea esencial para
que ocurra el chispazo inteligente; {11} el resultado es el tender de cualquier ser concreto
seleccionado por un contenido incompletamente determinado (y en ese sentido, abstracto).
Sin embargo, la diferencia más fundamental en los modos de tender se da entre lo
categorial y lo trascendental. Las categorías son unas determinaciones. Ellas tienen una
extensión limitada. Ellas varían con las variaciones culturales. Ellas pueden iluminarse por
el tipo de clasificación asociada con el totemismo y que recientemente se argumentó que es
esencialmente una clasificación por homología. 3 Pueden ser conocidas reflexivamente como
categorías, como lo fueron las aristotélicas substancia, cantidad, calidad, relación, acción,
pasión, lugar, tiempo, postura, hábito. No es necesario que se las llame categorías, como
sucedió con las cuatro causas: fin, agente, materia, y forma, o las distinciones lógicas del
género, la diferencia, la especie, la propiedad y el accidente. Pueden ser los magníficos
productos de la realización científica como los conceptos de la física moderna, la tabla
periódica de los elementos del químico, el árbol de la evolución del biólogo.
3 CLAUDE LÉVI-STRAUSS, La pensée sauvage, Paris: Plon, 1962. E. T., The Savage Mind, London: Weidenfeld
and Nicholson, 1966.
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1. El Método
muchos niveles de conciencia son sólo unas etapas sucesivas en el desplegarse de un sólo
impulso, el eros del espíritu humano. Para conocer lo bueno, él debe conocer lo real; para
conocer lo real, debe conocer lo verdadero; para conocer lo verdadero, debe conocer lo
inteligible; para conocer lo inteligible, debe atender a los datos. Así del sueño ligero nosotros
nos despertamos para atender. El observar permite que la inteligencia se vea intrigada, e
inquirimos. El inquirir conduce al deleite del chispazo inteligente, aunque los chispazos
inteligentes vienen a montones y por eso la racionabilidad crítica duda, comprueba, se
asegura. Los caminos alternativos de acción se presentan a sí mismos y nosotros nos
preguntamos si el más atractivo es verdaderamente bueno. En realidad, es tan íntima la
relación entre las sucesivas nociones trascendentales que sólo por una diferenciación
especializada de conciencia es como nos retiramos de las maneras más ordinarias de vivir
para dedicarnos nosotros mismos a una búsqueda moral de la bondad, una búsqueda
filosófica de la verdad, una búsqueda científica del entender, una búsqueda artística de la
belleza.
Finalmente, para concluir esta sección, señalamos que el patrón básico de operaciones
conscientes e intencionales es dinámico. Es materialmente dinámico en cuanto que es un
patrón de operaciones, así como una danza es un patrón de movimientos corporales, o una
melodía es un patrón de sonidos. Con todo, también es formalmente dinámico en cuanto que
suscita y junta las operaciones apropiadas en cada etapa del proceso, así como un organismo
en crecimiento emplea sus propios órganos y vive por su funcionamiento. Finalmente, este
patrón doblemente dinámico no es ciego sino que tiene los ojos abiertos; es atento,
inteligente, razonable, responsable; es un tender consciente, que siempre va más allá de lo
que sucede que es dado o conocido, que siempre se esfuerza por tener una captación más
plena y más rica de la totalidad, del todo, del universo todavía desconocido o
incompletamente conocido.
3. El Método Trascendental 4
Lo que hemos estado describiendo como el patrón básico de operaciones es un método
trascendental. Es un método, porque es un patrón {14} normativo de operaciones recurrentes
y relacionadas que dan unos resultados acumulativos y progresivos. Es un método
trascendental porque los resultados previstos no están restringidos categorialmente a algún
campo o tema particular, sino que se refieren a cualquier resultado al que pueda tenderse
mediante las nociones trascendentales completamente abiertas. Mientras que otros métodos
buscan satisfacer las exigencias y aprovechar las oportunidades propias de los campos
particulares, al método trascendental le interesa satisfacer las exigencias y aprovechar las
4 En su libro The Transcendental Method, New York: Herder and Herder, 1968, OTTO MUCK desarrolla una
noción generalizada del método trascendental al determinar los rasgos comunes en las obras de quienes
emplean el método. Aunque no tengo objeciones a este procedimiento, no lo considero muy apropiado para
entender mis propias intenciones. Yo concibo el método de manera concreta. No lo concibo en términos de
principios y reglas, sino como un patrón normativo de operaciones con resultados acumulativos y progresivos.
Distingo los métodos apropiados para los campos particulares y, por otra parte, su núcleo y base común, al
que le llamo método trascendental. Aquí la palabra 'trascendental' se emplea en un sentido análogo a su uso
escolástico, porque se opone a lo categorial (o predicamental). Ahora bien, mi modo actual de proceder
también es trascendental en el sentido kantiano, en cuando que saca a luz las condiciones de posibilidad para
conocer un objeto en la medida en que ese conocimiento sea a priori.
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1. El Método
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1. El Método
Aunque la percepción sensitiva no revele unas relaciones inteligibles de suerte que, como
pretendió Hume, percibimos no la causalidad sino la sucesión, nuestra propia conciencia es
un asunto diferente. Es verdadero que en el nivel empírico el proceso es una sensitividad
espontánea; él es inteligible sólo en el sentido de que es entendido. Pero con el inquirir
emerge el sujeto inteligente, y el proceso se hace inteligente; no es sólo un inteligible que
puede ser entendido, sino el correlativo activo de la inteligibilidad, la inteligencia que
inteligentemente busca entender, que llega a entender, y que opera a la luz de haber
entendido. Cuando el inquirir llega a un término o a un punto muerto, la inteligencia le cede
el lugar inteligentemente a la reflexión crítica; en cuanto críticamente reflexivo, el sujeto se
halla en relación consciente con un absoluto -- el absoluto que nos hace considerar el
contenido positivo de las ciencias no como verdadero sino sólo como probable. Finalmente,
el sujeto racional, habiendo logrado el conocimiento de lo que es y de lo que pudiera ser,
racionalmente le cede el paso a la libertad consciente y a la responsabilidad concienzuda.
Así pues, las operaciones se hallan dentro de un proceso que es formalmente
dinámico, que suscita y reúne sus propios componentes, que lo hace inteligente, racional y
responsablemente. Tal es, pues, la unidad y relación de las diversas operaciones. Es una
unidad y relación que existe y funciona antes de que podamos advertirla explícitamente,
entenderla, objetivarla. Es una unidad y relación muy diferente a las unidades inteligibles y
relaciones por las que organizamos los datos de los sentidos, porque ellos son meramente
inteligibles, mientras que la unidad y relación del proceso consciente es inteligente, razonable
y responsable.
Hemos considerado, primero, experimentar las operaciones y, segundo, entender su
unidad y relación. Aquí surge la pregunta para la reflexión. ¿Ocurren estas operaciones?
¿Ocurren conforme al patrón descrito? ¿Ese patrón no es sólo hipotético, que haya de
revisarse más tarde o más temprano y, habiendo sido revisado, que haya de revisarse de nuevo
ulteriormente más tarde o más temprano?
Primero, las operaciones existen y ocurren. A pesar de las dudas y negaciones de los
positivistas y conductistas, nadie, a no ser que le fallen algunos de sus órganos, va a decir
que nunca en su vida haya {17} tenido la experiencia de ver u oír, de tocar, oler o gustar, de
imaginar o percibir, de sentir o moverse; ni que si bien le hubiera parecido tener esa
experiencia, con todo, fuera una mera apariencia, puesto que durante toda su vida él la hubiera
pasado como sonámbulo sin darse cuenta de sus actividades. Además, cuán raro es el hombre
que prologue sus conferencias repitiendo su convicción de nunca haber tenido ni siquiera una
fugaz experiencia de curiosidad intelectual, de inquirir, de esforzarse y llegar a entender, de
expresar lo que haya captado al entender. También es raro el hombre que empiece sus
aportaciones a la literatura periódica recordándoles a sus lectores potenciales que nunca en
su vida haya él experimentado nada que pudiera llamarse reflexión crítica, que nunca se haya
detenido en la verdad o falsedad de alguna afirmación, de que si alguna vez hubiera parecido
ejercer su racionalidad al pronunciar un juicio estrictamente de acuerdo con la evidencia
disponible, entonces eso debiera contarse como mera apariencia ya que él no se había dado
cuenta para nada de tal evento ni aun de tal tendencia. Finalmente, pocos colocan al principio
de sus libros la advertencia de no tener noción de lo que pudiera significar la responsabilidad,
que nunca en sus vidas hayan tenido la experiencia de actuar responsablemente, y eso menos
que nada al redactar los libros que estén ofreciéndole al público. En suma, existen las
operaciones conscientes e intencionales y cualquiera que quiera negar su existencia
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1. El Método
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1. El Método
Más aún, para que sea posible que una revisión tenga lugar deberán cumplirse ciertas
condiciones. Porque, en primer lugar, cualquier posible revisión recurrirá a unos datos que la
opinión en cuestión haya pasado por alto o captado erróneamente, y así cualquier posible
revisión deberá presuponer al menos un nivel empírico de operaciones. Segundo, cualquier
posible revisión ofrecerá una explicación mejor de los datos y así, cualquier posible revisión
deberá presuponer un nivel intelectual de operaciones. Tercero, cualquier posible revisión
pretenderá que la explicación mejor sea más probable, y así cualquier posible revisión deberá
presuponer un nivel racional de operaciones. Cuarto, una revisión no es una mera posibilidad
sino un hecho consumado sólo como resultado de un juicio de valor y de una decisión. Uno
emprende el trabajo con todos sus riesgos de fracaso y frustración sólo porque uno sostiene,
no sólo en teoría sino también en la práctica, que vale la pena enderezar las cosas, conocer
con exactitud, y contribuir al avance de las ciencias. Así, en la raíz de todo método tiene que
presuponerse un nivel de operaciones en el que evaluemos y elijamos responsablemente al
menos el método de nuestras operaciones.
Se sigue que hay un sentido en el que la objetivación del patrón normativo de nuestras
operaciones conscientes e intencionales no admite revisión. El sentido en cuestión es que la
actividad de revisar consiste en unas operaciones concretas de acuerdo con un patrón
concreto, de suerte que una revisión que rechace ese patrón equivaldría a rechazarse a sí
misma.
Así pues, hay una roca en la que podemos construir. Pero permítanme repetir las
características precisas de esa roca. 5 Cualquier teoría, descripción, o explicación de nuestras
operaciones conscientes e intencionales se ve obligada a ser incompleta y a admitir ulteriores
clarificaciones y extensiones. {20} Ahora bien, todas esas clarificaciones y extensiones han
de derivarse de las mismas operaciones conscientes e intencionales. Ellas, en cuanto dadas
en la conciencia, son la roca; ellas confirman toda explicación exacta; ellas refutan toda
explicación inexacta o incompleta. La roca, pues, es el sujeto en su atención, inteligencia,
racionabilidad y responsabilidad conscientes y no objetivadas. Lo importante del trabajo de
objetivar al sujeto y a sus operaciones conscientes es que de ahí uno empieza a aprender lo
que son éstas y lo que son aquellos.
5 Aparecerá evidente en el capítulo cuarto que todavía no quedado al descubierto la parte más importante de la
roca.
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1. El Método
tanto de los preceptos trascendentales cuanto de los categoriales será el advertir la diferencia
entre la atención y el descuido, la inteligencia y la tontería, la racionabilidad y la
irracionalidad, la responsabilidad y la irresponsabilidad.
Segundo, está la función crítica. Todavía continúa el escándalo de que los hombres,
aunque tiendan a concordar en las cuestiones científicas, tienden a discordar de la manera
más escandalosa en puntos filosóficos básicos. Así, discuerdan respecto a las actividades
llamadas conocer, respecto a la relación de esas actividades con la realidad, y respecto a la
realidad misma. Sin embargo, las diferencias respecto a la tercera, la realidad, pueden
reducirse a diferencias acerca de la primera y la segunda, el conocimiento y la objetividad.
Las diferencias respecto a la segunda, la objetividad, pueden reducirse a diferencias respecto
a la primera, teoría del conocimiento. Finalmente, las diferencias respecto a {21} la teoría del
conocimiento pueden resolverse sacando a luz la contradicción entre una equivocada teoría
del conocimiento y la realización actual del teórico equivocado. 6 Para poner el ejemplo más
sencillo, Hume pensó que la mente humana era cuestión de impresiones reunidas por la
costumbre. Ahora bien, la propia mente de Hume era bastante original. Por tanto, la propia
mente de Hume no era lo que Hume consideraba que era la mente humana.
Tercero, está la función dialéctica. Porque la utilización crítica del método
trascendental puede aplicársele a cualquier equivocada teoría del conocimiento, ya esté
expresada filosóficamente de manera general, ya esté presupuesta por un método de
hermenéutica, de investigación histórica, de teología o de desmitologización. Más aún, estas
aplicaciones pueden extenderse a las visiones concomitantes sobre la epistemología y la
metafísica. De esta manera uno puede determinar la serie dialéctica de posiciones básicas,
que confirma la crítica, y de las contraposiciones básicas, a las que la crítica frustra.
Cuarto, está la función sistemática. Porque en la medida en que el método
trascendental se objetiva, hay un grupo determinado de términos y relaciones básicas, a saber,
los términos que se refieren a las operaciones del proceso cognoscitivo, y las relaciones que
conectan estas operaciones entre sí. Tales términos y relaciones son la substancia de la teoría
del conocimiento. Ellas revelan la base de la epistemología. Se halla que ellas son isomórficas
7 a los términos y relaciones que denotan la estructura ontológica de cualquier realidad
6 En mayor detalle, Insight, pp. 387 ss. [COL 3, pp. 412 ss.]; Primera Colección, pp. 203 ss.
7 Este isomorfismo se apoya en el hecho de que un mismo proceso construye a la vez los elementales actos de
conocer en un conocer compuesto, y los objetos elementales del conocer en el objeto compuesto.
20
1. El Método
21
1. El Método
22
1. El Método
23
2
El Bien Humano
{27} Lo bueno siempre es concreto. En cambio, las definiciones son abstractas. De aquí que
si uno intenta definir el bien, corre el riesgo de desencaminar a los lectores. Así pues, este
capítulo intenta reunir los diversos elementos que componen el bien humano. Así, hablaré de
habilidades, sentimientos, valores, creencias, cooperación, progreso, y decadencia.
1. Habilidades
Jean Piaget analizó en sus elementos la adquisición de una habilidad. Cada nuevo elemento
consiste en una adaptación a algún nuevo objeto o situación. En cada adaptación se distinguen
dos partes: la asimilación y el ajuste. La asimilación pone a funcionar las operaciones
espontáneas o las previamente aprendidas empleadas exitosamente en unos objetos algo
parecidos o en unas situaciones algo parecidas. El ajuste, mediante un proceso de prueba y
error, modifica gradualmente y complementa las operaciones aprendidas previamente.
Conforme ocurre la adaptación a un número cada vez mayor de objetos y situaciones,
se realiza un doble proceso. Hay una creciente diferenciación de operaciones de suerte que
entran en el repertorio de uno mismo unas operaciones cada vez más diferentes. Hay también
una multiplicación cada vez mayor de combinaciones diferentes de operaciones
diferenciadas. Así, el bebé desarrolla gradualmente las habilidades orales, visuales,
manuales, corporales, y las combina crecientemente de maneras siempre variantes.
La habilidad engendra la maestría y, para definirla, Piaget invoca la noción
matemática del grupo. La característica principal del grupo de operaciones es que cada
operación del grupo se ve acompañada por una operación opuesta, y que cada combinación
de operaciones {28} se ve acompañada por una combinación opuesta. De aquí que, en la
medida en que estén agrupadas las operaciones, el operador siempre pueda retornar a su punto
de partida y que, cuando pueda hacerlo resueltamente, haya alcanzado la maestría en algún
nivel del desarrollo. Distinguiendo y definiendo diferentes grupos de operaciones y sucesivas
agrupaciones de grupos fue como Piaget fue capaz de delimitar las etapas del desarrollo del
niño y predecir las operaciones que los niños en etapa escolar de diversas edades serían
capaces o incapaces de realizar.
Finalmente, está la noción de la mediación. Se dice que las operaciones son
inmediatas cuando sus objetos están presentes. Así, ver es inmediato respecto a lo que está
siendo visto; oír, respecto a lo que está siendo oído; tocar, respecto a lo que está siendo
tocado. En cambio por la imaginación, por el lenguaje y por los símbolos nosotros obramos
de manera compuesta; inmediatamente respecto a la imagen, la palabra y el símbolo;
mediatamente respecto a lo que es representado o significado. De esta manera llegamos a
obrar no sólo respecto a lo presente y actual sino también respecto a lo ausente, a lo pasado,
a lo futuro, a lo meramente posible, o a lo ideal, o a lo normativo, o a lo fantástico. Conforme
el niño aprende a hablar, él sale del mundo de su entorno inmediato hacia el mundo más
2. El Bien Humano
amplio revelado por los recuerdos de otros hombres, por el sentido común de la comunidad,
por las páginas de la literatura, por los trabajos de los eruditos, por la investigación de los
científicos, por la experiencia de los santos, por las meditaciones de los filósofos y teólogos.
Esta distinción entre las operaciones inmediatas y mediatas tiene una pertinencia
bastante amplia. Enfrenta el mundo de la inmediatez del infante al mundo bastante más
amplio mediado por la significación. Además, proporciona una base para distinguir entre las
culturas inferiores y las superiores. La inferior se refiere a un mundo mediado por la
significación pero carece del control de la significación y por eso fácilmente cede ante la
magia y el mito. La cultura superior desarrolla unas técnicas reflexivas que operan sobre las
operaciones mediatas mismas esforzándose por salvaguardar la significación. Así, los
alfabetos remplazan los signos vocales con los visuales; los diccionarios fijan la significación
de las palabras, las gramáticas controlan sus inflexiones y combinaciones, la lógica promueve
la claridad, coherencia y rigor del discurso; la hermenéutica estudia las variantes {29}
relaciones entre la significación y lo significado, y las filosofías exploran las diferencias más
básicas entre los mundos mediados por la significación. Finalmente, entre las culturas
superiores se puede distinguir a las clásicas y a las modernas por el tipo general de sus
controles: la clásica piensa en el control como algo universal fijo para todas las épocas; la
moderna piensa en los controles como algo que está ello mismo involucrado en un proceso
progresivo.
Correspondiendo a los diferentes grados de desarrollo y a los diferentes mundos
mediados por la significación, hay unas diferencias semejantes en la diferenciación de la
conciencia. Sólo en el proceso del desarrollo es donde el sujeto llega a darse cuenta de sí
mismo y a distinguirse de su mundo. Conforme se desarrolla su captación de su mundo y
conforme se desarrolla su conducta en él, empieza a moverse a través de diferentes patrones
de experiencia. Cuando los niños hacen imitaciones o juegan, están viviendo en un mundo
mediado por sus propias significaciones; no se busca lo 'real' sino sólo la diversión. Cuando
los mayores se desplazan desde el mundo mediado por la significación hasta las técnicas
reflexivas con las que operan sobre las operaciones mediadoras, están pasando desde la vida
'real' hasta un mundo teórico o, como muchos dirían, un mundo de abstracciones que, a pesar
de su enrarecida atmósfera, tiene una pertinencia misteriosa para la actuación exitosa en el
mundo 'real.' Cuando escuchan música, o contemplan un árbol o un paisaje, o se paralizan
por una belleza de cualquier especie, entonces están liberando su sensitividad de las rutinas
impuestas por el desarrollo y le están permitiendo seguir unos ritmos más nuevos y más
profundos de captación y sentimiento. Cuando, finalmente, el místico se retira a la ultima
solitudo, deja escapar las construcciones culturales y toda la complicada masa de operaciones
mediadoras para retornar a una nueva inmediatez mediada de su subjetividad que intenta
alcanzar a Dios. 1
Así pues, la pertinencia del análisis de Piaget va mucho más allá del campo de la
psicología educativa. Él lo capacita a uno a distinguir {30} las etapas del desarrollo cultural
1 Respecto a los patrones de la experiencia, ver el Insight, pp. 181 ss [COL 3: 204-205]. Respecto a las
experiencias cruciales, A. H. MASLOW, Toward a Psychology of Being, Princeton, N. J., 1962; A. REZA
ARESTEH, Final Integration in the Adult Personality, Leiden: E. J. Brill, 1965; WILLIAM JOHNSTON, The
Mysticism of the Cloud of Unknowing, New York, Rome, Paris, Tournai: Desclée, 1967; Christian Zen, New
York: Harper and Row, 1971; A. H. MASLOW, Religions, Values, and Peak-Experiences, New York: Viking
Press, 1970.
25
2. El Bien Humano
2. Los Sentimientos
Distinto del desarrollo operativo es el desarrollo del sentimiento. En este asunto utilizaré a
Dietrich von Hildebrand y distinguiré entre los estados y tendencias no intencionales y las
respuestas intencionales. Los primeros pueden ejemplificarse con estados como la fatiga, la
irritabilidad, el mal humor, la ansiedad, y los últimos por tendencias o impulsos como el
hambre, la sed, la inquietud sexual. Los estados tienen sus causas. Las tendencias tienen sus
metas. Pero la relación del sentimiento con la causa o meta es sencillamente la del efecto a
la causa, la de la tendencia a la meta. El sentimiento mismo no presupone ni surge de percibir,
imaginar, o representar la causa o la meta. Más bien, primero uno se siente cansado y, tal vez
tardíamente, uno descubre que lo que necesita es un descanso. O primero uno siente hambre
y luego uno diagnostica el problema como falta de comida.
Las respuestas intencionales, por otra parte, responden a lo que es pretendido,
captado, representado. El [correspondiente] sentimiento no nos relaciona sólo con una causa
o un fin, sino con un objeto. Tal sentimiento le da a la conciencia intencional su masa, su
inercia, su impulso, su fuerza. Sin estos sentimientos nuestro conocer y decidir serían {31}
tenues como papel de china. Debido a nuestros sentimientos, nuestros deseos y nuestros
temores, nuestra esperanza o desesperación, nuestras alegrías y tristezas, nuestro entusiasmo
e indignación, nuestra estima y desprecio, nuestra confianza o desconfianza, nuestro amor y
odio, nuestra ternura e ira, nuestra admiración, veneración, reverencia, nuestra angustia,
horror, terror, quedamos orientados masiva y dinámicamente en un mundo mediado por la
significación. Nosotros tenemos sentimientos acerca de otras personas, nos compadecemos
de ellas, sentimos con ellas. Tenemos sentimientos respecto a nuestras situaciones
respectivas, acerca del pasado, acerca del futuro, acerca de los males que han de lamentarse
o remediarse, acerca del bien que puede, debería o debe realizarse. 2
Los sentimientos que son respuestas intencionales se refieren a dos clases principales
de objetos: por una parte, lo agradable o desagradable, lo satisfactorio o insatisfactorio; por
la otra parte, a los valores, ya sea el valor óntico de las personas, o el valor cualitativo de la
2 Un rico análisis de los sentimientos se encuentra en DIETRICH VON HILDEBRAND, Ética, trad. de Juan José
García Norro. Madrid: Ediciones Encuentro, 1983. Ver también MANFRED FRINGS, Max Scheler, Pittsburgh:
Duquesne University Press, 1965.
26
2. El Bien Humano
belleza, del entender, de la verdad, de los actos virtuosos, de las nobles acciones. En general,
la respuesta al valor nos lleva a la vez hacia la autotrascendencia y selecciona un objeto por
cuya consideración nos trascendemos a nosotros mismos. En cambio, la respuesta a lo
agradable o desagradable es ambigua. Lo agradable muy bien puede ser, además, un bien
verdadero. Pero sucede también que algo que es un bien verdadero pueda ser desagradable.
La mayoría de los hombres buenos tienen que aceptar un trabajo desagradable, privaciones,
dolor, y su virtud consiste en hacerlo sin demasiadas lamentaciones centradas en sí mismos.
3
Los sentimientos no sólo responden a los valores. Lo hacen según una escala de
preferencia. Así, podemos distinguir en orden ascendente los valores vitales, sociales,
culturales, personales y religiosos. Los valores vitales, como la salud y la fuerza, la gracia y
el vigor, se prefieren normalmente más que el evitar el trabajo, las privaciones, los dolores
implicados en adquirirlos, mantenerlos y restaurarlos. Los valores sociales, como el bien de
orden que condiciona los valores vitales de toda la comunidad, tienen que preferirse a los
valores vitales {32} de los miembros individuales de la comunidad. Los valores culturales no
existen sin el andamiaje de los valores vitales y sociales, pero no obstante se cotizan más
alto. No sólo de pan vive el hombre. Por encima del mero vivir y obrar, los hombres tienen
que encontrarle una significación y un valor a su vivir y obrar. La función de la cultura es
descubrir, expresar, convalidar, criticar, corregir, desarrollar y mejorar tal significación y
valor. El valor personal es la persona en su autotrascendencia, como amante y amado, como
originante de valores en sí mismo y en su entorno, como inspiración e invitación a que otros
hagan otro tanto. Los valores religiosos, finalmente, son el corazón de la significación y del
valor de la vida del hombre y del mundo del hombre, pero a este tópico retornaremos en el
capítulo cuarto.
No menos que de las habilidades, se da un desarrollo de los sentimientos. Es
verdadero, por supuesto que fundamentalmente los sentimientos son espontáneos. Ellos no
se hallan bajo el comando de la decisión como lo hacen los movimientos de nuestras manos.
Pero, una vez que han surgido, pueden reforzarse mediante la advertencia y aprobación, y
pueden reducirse mediante la desaprobación y la distracción. Tal reforzamiento o reducción
no sólo animarán a unos sentimientos y desanimarán a otros sino que también modificarán la
espontánea escala de preferencias propias. Igualmente, los sentimientos se enriquecen y
refinan por el estudio atento de la riqueza y variedad de objetos que los suscitan, y así una
parte no pequeña de la educación reposa en fomentar y desarrollar un clima de discernimiento
y buen gusto, de alabanza discriminante y de desaprobación cuidadosamente formulada, que
contribuyan con las capacidades y tendencias propias del alumno o estudiante y lo ayuden en
pos de la autotrascendencia.
He estado concibiendo los sentimientos como respuestas intencionales, pero debo
agregar que no son solamente transitivas, limitadas al tiempo en que estamos captando un
valor o su opuesto y que se desvanezcan en el momento que se desplace nuestra atención.
Hay, por supuesto, sentimientos que se despiertan fácilmente y que fácilmente desaparecen.
También están los sentimientos que han sido desprendidos por la represión para llevar en lo
sucesivo una infeliz vida subterránea. Sin embargo, en la plena conciencia hay unos
3 Las dos siguientes secciones de este capítulo se esforzarán por clarificar tanto la noción del valor como los
juicios de valor.
27
2. El Bien Humano
4 Respecto a varias aplicaciones del análisis del resentimiento, ver MANFRED FRINGS, Max Scheler, cap. 5,
Pittsburgh: Duquesne University Press y Lovaina: Nauwelaerts, 1965.
5 Esta penumbra de lo que es consciente pero no está objetivado parece ser la significación de lo que algunos
psiquiatras llaman el inconsciente. Ver KAREN HORNEY, The Neurotic Personality of Our Time, New York:
W. W. Norton, 1937, pp. 68-69. Neurosis and Human Growth, New York: W. W. Norton 1950, pp. 162-63.
RAYMOND HOSTIE, Religion and the Psychology of Jung, New York: Sheed and Ward, 1957, p. 72. WILHELM
STEKEL, Compulsion and Doubt, New York: Grosset and Dunlap. 1962, pp. 252, 256.
6 Sobre el desarrollo de la enfermedad, KAREN HORNEY, Neurosis and Human Growth, New York: W. W.
Norton, 1950. Sobre el proceso terapéutico, CARL ROGERS, On Becoming a Person, Boston: Houghton
Mifflin, 1961. Así como el método trascendental se apoya en una autoapropiación, en atender, inquirir,
entender, concebir y afirmar el propio atender, inquirir, entender, concebir y afirmar, así también la terapia
es una apropiación de los sentimientos propios de uno. Así como la tarea primera se ve bloqueada por las
28
2. El Bien Humano
concepciones erróneas del conocer humano, así también la segunda se ve bloqueada por las concepciones
erróneas de lo que uno es espontáneamente.
7 Respecto a la significación precisa de la evidencia suficiente e insuficiente, ver el Insight, capítulos diez y
once.
8 A este punto retornaremos en la siguiente sección acerca de los juicios de valor.
29
2. El Bien Humano
{36} Finalmente, aunque las nociones trascendentales son más amplias que cualquier
categoría, sería un error inferir que sean algo más abstracto. Al contrario, ellas son totalmente
concretas. Porque lo concreto es lo real no en este o aquel aspecto sino en todos sus aspectos
y en cualquier caso. Ahora bien, las nociones trascendentales son la fuente no sólo de las
preguntas iniciales sino también de las preguntas ulteriores. Más aún, aunque las preguntas
ulteriores llegan sólo una a la vez, con todo, continúan llegando. Siempre hay ulteriores
preguntas para la intelección empujando hacia un entender más pleno y siempre ulteriores
dudas urgiéndonos a una verdad más plena. El único límite al proceso se encuentra en el
punto donde no surge ninguna pregunta ulterior, y ese punto se alcanzará sólo cuando
entendamos correctamente todo acerca de todo, sólo cuando conozcamos la realidad en todos
sus aspectos y en todos sus casos.
De manera semejante, el bien nunca significa ninguna abstracción. Sólo lo concreto
es bueno. Igualmente, así como las nociones trascendentales de lo inteligible, lo verdadero,
lo real encaminan hacia una inteligibilidad completa, hacia una verdad total, hacia lo real en
todas sus partes y aspectos, así la noción trascendental del bien encamina hacia una bondad
que se halle fuera de toda crítica. Porque esa noción consiste en que suscitemos preguntas
para la deliberación. Consiste en que nos detengamos con el desencanto que pregunta si lo
que estamos haciendo vale la pena. Ese desencanto saca a luz las limitaciones de todo logro
finito, la mancha de toda perfección defectuosa, la ironía de una elevada ambición unida a
una realización deficiente. Nos sumerge en la altura y profundidad del amor, pero también
nos mantiene dándonos cuenta de cuán corto se queda nuestro amor frente a su meta. En
suma, la noción trascendental del bien nos invita, nos presiona, nos acosa de tal suerte que
sólo podemos descansar en un encuentro con una bondad que se halle totalmente más allá de
su capacidad de crítica.
4. Juicios de Valor
Los juicios de valor son simples o comparativos. Ellos afirman o niegan que alguna x sea
verdaderamente buena o sólo aparentemente. O bien, comparan distintos casos de lo
verdaderamente bueno para afirmar o negar que uno sea mejor o más importante, o más
urgente que el otro.
{37} Tales juicios son objetivos o meramente subjetivos en la medida en que procedan
o no de un sujeto autotrascendente. Su verdad o falsedad, según esto, tiene su criterio en la
autenticidad o falta de autenticidad del ser del sujeto. Ahora bien, el criterio es una cosa y la
significación del juicio es otra. Decir que un juicio afirmativo de valor es verdadero equivale
a decir lo que objetivamente es o sería bueno o mejor. Decir que un juicio afirmativo de valor
es falso equivale a decir lo que objetivamente no es o no sería bueno ni mejor.
Los juicios de valor difieren de los juicios de hecho en contenido pero no en
estructura. Ellos difieren en contenido, porque uno puede aprobar lo que no existe, y puede
desaprobar lo que sí existe. Ellos no difieren en estructura, en la medida en que en ambos se
da la distinción entre el criterio y la significación. En ambos, el criterio es la
autotrascendencia del sujeto, la cual, sin embargo, es sólo cognoscitiva en los juicios de
hecho mientras que encamina hacia la autotrascendencia moral en los juicios de valor. En
ambos, la significación es o pretende ser independiente del sujeto: los juicios de hecho
30
2. El Bien Humano
9 Respecto a los valores, las escalas de preferencia, los sentimientos y su desarrollo, ver antes, pp. 31 y 37.
31
2. El Bien Humano
como la puerta para la plenitud propia o para el daño propio. La experiencia, especialmente
la experiencia repetida, de la propia fragilidad o maldad plantea la pregunta por la propia
salvación y, en un nivel más fundamental, surge la pregunta por Dios.
El hecho del desarrollo y la posibilidad del fracaso implican que los juicios de valor
ocurran en diferentes contextos. Está el contexto del crecimiento, en el que el conocimiento
propio del vivir y obrar humanos está creciendo en extensión, precisión, refinamiento, y en
el que las respuestas de uno están avanzando desde lo agradable hasta los valores vitales,
desde los vitales a los sociales, de los sociales a los culturales, de los culturales a los
personales, de los personales a los religiosos. Entonces prevalece ahí una apertura a un logro
siempre ulterior. 10 Las ganancias del pasado se organizan y consolidan pero no se las
redondea en un sistema cerrado sino que permanecen incompletas y por ello abiertas todavía
a descubrimientos y desarrollos ulteriores. El libre ímpetu del sujeto hacia nuevas áreas es
recurrente y, con todo, no hay ningún valor supremo que arrastre a todos los demás. Ahora
bien, en la cima del ascenso que empieza desde un infantil montón de necesidades, gritos y
gratificaciones, han de encontrarse la alegría profunda y la paz sólida, la fuerza y el vigor de
estar enamorado de Dios. En la medida en que se alcance esa cima, entonces el valor supremo
será Dios, y los demás valores serán la expresión divina de su amor en este mundo, en sus
aspiraciones, y en su meta. En la medida en que el amor que uno le tenga a Dios sea completo,
entonces los valores serán todo lo que uno ame, y los males serán todo lo que uno aborrezca
de suerte que, según la frase de Agustín, si uno ama a Dios, puede hacer lo que quiera, Ama
Deum et fac quod vis. Entonces la afectividad será de una sola pieza. Los desarrollos
ulteriores sólo completarán el logro previo. Las pérdidas de la gracia serán excepcionales y
se remediarán más fácilmente.
Sin embargo, el crecimiento continuo parece ser excepcional. 11 Están las
desviaciones ocasionadas por la necesidad neurótica. Están los rechazos a continuar echando
el clavado desde las rutinas establecidas hasta un estilo de vida {40} más rico pero todavía
no experimentado. Están los intentos equivocados de apaciguar una conciencia inquieta
ignorando, minimizando, negando o rechazando valores superiores. Las escalas de
preferencia llegan a distorsionarse. Los sentimientos se amargan. El sesgo se desliza dentro
de la perspectiva de uno; la racionalización, en la moral de uno; y la ideología, en el
pensamiento de uno. Así, uno puede llegar a detestar lo verdaderamente bueno, y amar lo
realmente malo. Tampoco esta calamidad se limita a los individuos. Puede sucederles a los
grupos, a las naciones, a los bloques de naciones, y a la humanidad. 12 Puede adoptar unas
formas diferentes, opuestas, beligerantes para dividir a la humanidad y para amenazar con la
destrucción a la civilización. Ese es el monstruo que ha venido a establecerse en nuestros
tiempos.
En su completo y penetrante estudio sobre la acción humana, Joseph de Finance
distinguió entre la libertad horizontal y la vertical. 13 La libertad horizontal es el ejercicio de
la libertad dentro de un horizonte determinado y parte de la base de una correspondiente
10 Respecto al crecimiento, a la motivación para el crecimiento, y a las necesidades neuróticas, verA. MASLOW,
Toward a Psychology of Being, Princeton, N. J.: Van Nostrand, 1962.
11 El profesor Maslow (op. cit., p. 190) encuentra la auto-actualización en menos del 1 % de la población adulta.
12 Sobre el resentimiento y la distorsión de las escalas de preferencias, ver MANFRED FRINGS, Max Scheler,
Pittsburgh y Louvain, 1965, capítulo cinco.
13 J. DE FINANCE, Essai sur l'agir humain, Roma, Universidad Gregoriana, 1962, pp. 287 ss.
32
2. El Bien Humano
postura existencial. La libertad vertical es el ejercicio de la libertad que selecciona esa postura
y su correspondiente horizonte. Tal libertad vertical puede ser implícita: ocurre al responder
a los motivos que lo conducen a uno a una autenticidad cada vez más plena, o al ignorar tales
motivos y dejarse llevar a una individualidad cada vez menos auténtica. Pero también puede
ser explícita. Entonces uno estará respondiendo a la noción trascendental de valor, al
determinar lo que valdría la pena que uno hiciera de sí mismo, y lo que valdría la pena que
uno hiciera en favor de sus prójimos. Uno desarrolla un ideal de la realidad y logro humanos,
y se dedica uno mismo a ese ideal. Conforme crece el conocimiento de uno, conforme se
enriquece la experiencia de uno, conforme el alcance de uno se fortalece o debilita, el ideal
de uno puede ser revisado y la revisión puede repetirse muchas veces.
En tal libertad vertical, sea implícita o explícita, han de encontrarse los fundamentos
de los juicios de valor que ocurren. Se siente que tales juicios son verdaderos o falsos en la
medida en que generen una conciencia pacífica o agitada. Sin embargo, alcanzan su contexto
propio, su claridad y refinamiento, sólo {41} a través del desarrollo histórico del hombre y la
apropiación personal del individuo de su herencia social, cultural y religiosa. Por la noción
trascendental del valor y por su expresión en una buena o agitada conciencia es como el
hombre puede desarrollarse moralmente. Sin embargo, un juicio moral redondeado siempre
será obra de un sujeto plenamente desarrollado que se autotrasciende o, como lo diría
Aristóteles, de un hombre virtuoso. 14
5. Las Creencias 15
Apropiarse de la herencia social, cultural y religiosa de uno es cuestión en buena parte de
creencia. Por supuesto hay muchas cosas que uno encuentra por sí mismo, que uno conoce
simplemente en virtud de la propia experiencia interna y externa, por los propios chispazos
inteligentes, por los propios juicios de hecho y de valor. Sin embargo, ese conocimiento
generado inmanentemente no es sino una pequeña fracción de lo que cualquier hombre
civilizado supone conocer. Su experiencia inmediata se ve completada por un enorme
contexto constituido por reportes de la experiencia de los demás hombres en otros tiempos y
lugares. Su intelección no se apoya sólo en su propia experiencia sino también en la
experiencia de los demás, y su desarrollo le debe poco en realidad a su originalidad personal,
mucho, a que en él se repitan los actos de entender hechos anteriormente por otros, y más
que nada a los presupuestos que él haya dado por buenos debido a que se asumen
ordinariamente y, en {42} cualquier caso, que él no tuvo ni el tiempo ni la inclinación ni tal
vez la habilidad para investigar por sí mismo. Finalmente, los juicios, por los que él asiente
14 Aunque Aristóteles no habló de valores sino de virtudes, con todo su explicación de la virtud presupone la
existencia de hombres virtuosos, así como mi explicación del valor presupone la existencia de sujetos que se
autotrascienden. Ver ARISTÓTELES, Ética Nicomaquea, II, iii, 4; 1105b 5-8: "Los actos de justicia o templanza
reciben, pues, tal denominación cuando son tales como los haría un hombre justo o temperante. Y el hombre
justo y temperante, a su vez, no es el que simplemente ejecuta esos actos, sino el que los ejecuta del modo
que lo harían los justos y temperantes." Igualmente ver, ibid., II, vi, 15; 1106b 36 ss.: "La virtud es, por tanto,
un hábito selectivo, consistente en una posición intermedia para nosotros, determinada por la razón y tal como
la determinaría el hombre prudente." Trad. esp. de Antonio Gómez Robledo en ARISTÓTELES, Ética
Nicomaquea -- Política, México: Edit. Porrúa, 13a. reimpr., 1992, pp. 21, 23.
15 Este aspecto de la creencia lo he tratado más plenamente en el Insight, pp. 703-718 [COL 3, 725-740]. Los
mismos hechos los tratan los sociólogos bajo el nombre de sociología del conocimiento.
33
2. El Bien Humano
34
2. El Bien Humano
al presente, sino que se extiende también a lo largo de los siglos. Hay un progreso en el
conocimiento desde los hombres primitivos hasta los modernos sólo debido a que
generaciones sucesivas empezaron donde sus predecesores se quedaron. Ahora bien, las
generaciones sucesivas pudieron hacerlo sólo porque estaban dispuestas a creer. Sin la
creencia, apoyándose solamente en su propia experiencia individual, sus propios chispazos
inteligentes, su propio juicio, hubieran estado siempre empezando de nuevo, y o bien los
logros de los hombres primitivos nunca hubieran sido superados o, si lo fueran, entonces sus
beneficios no se habrían transmitido.
Así pues, el conocimiento humano no es una posesión individual sino más bien un
fondo común, del que cada uno puede aprovecharse al creer, y al que cada uno puede
contribuir en la medida en que realice sus operaciones cognoscitivas adecuadamente y
reporte sus resultados con precisión. Un hombre no aprende sin utilizar sus propios sentidos,
su propia mente, su propio corazón, aunque no lo hace exclusivamente por ellos. Él aprende
de los demás, no solamente repitiendo las operaciones que estos hayan realizado sino, en su
mayor parte, aceptando lo que dicen según {44} sus resultados. A través de la comunicación
y la creencia son generados el sentido común, el conocimiento común, la ciencia común, los
valores comunes y una opinión pública común. Sin duda, estos fondos públicos pueden
padecer puntos ciegos, descuidos, errores, sesgos. Pero es lo que tenemos, y el remedio para
sus defectos no es el rechazo de la creencia con lo que se regrese al primitivismo, sino la
postura crítica y desinteresada que, en ésta como en otras materias, promueva el progreso y
compense la decadencia.
Uno promueve el progreso estando atento, siendo inteligente, razonable, responsable,
no sólo en todas las operaciones cognoscitivas propias sino también al hablar y escribir. Uno
compensa la decadencia llevando a cabo los descubrimientos propios. Porque cuando uno
hace un descubrimiento, cuando uno llega a conocer lo que no conocía antes, con bastante
frecuencia está avanzando no solamente desde la ignorancia hasta la verdad sino desde el
error hasta la verdad. El llevar a cabo tal descubrimiento es escudriñar el error, descubrir
otras visiones relacionadas que de una manera u otra lo apoyarán o confirmarán. Esos socios
del error pueden ser errores ellos mismos. Se verán sujetos a examen. En la medida en que
se hagan sospechosos y se muestre que estén equivocados, uno podrá pasar hasta sus socios,
y así convertir al descubrimiento del error en la ocasión de librarse de muchos. Sin embargo,
no basta simplemente con rechazar los errores. Además de las falsas creencias está el falso
creyente. Uno tiene que ver la manera como sucedió haber aceptado las creencias erróneas y
tiene que tratar de descubrir y corregir la despreocupación, la credulidad, el sesgo que lo haya
conducido a uno a confundir lo falso como verdadero. Finalmente, no basta con quitar las
creencias equivocadas y reformar al creyente equivocado. Uno tiene que remplazarlo además
de quitarlo, construir además de destruir. La mera caza de errores puede dejarlo a uno como
una ruina personal y cultural sin convicciones ni compromisos. Con mucho el procedimiento
más sano es primariamente positivo y constructivo, de suerte que lo verdadero llene cada vez
más la propia mente, y lo falso desaparezca sin dejar cavidades ni cicatrices.
En general, así es la creencia, y ahora debemos volvernos hacia un esbozo del proceso
como se llega a creer. El proceso es posible porque lo que es verdadero de por sí no es privado
sino público, no es algo que haya de estar confinado a la mente que lo capte, sino algo
independiente de esa mente y así, en un sentido, es separable y comunicable. Esta
independencia es, como ya lo he enfatizado, la autotrascendencia cognoscitiva implicada en
35
2. El Bien Humano
36
2. El Bien Humano
del conocimiento humano, él también depende en una buena medida de ulteriores actos de
creencia.
Ahora bien, el análisis puede ser engañoso. Sin un ejemplo concreto puede suscitar
sospechas y aun hacer que la gente sienta que nunca debiera creer nada. Piénsese, pues, en el
ingeniero que desliza su regla de cálculo y en un momento realiza un cálculo largo y difícil.
Él conoce con precisión lo que está haciendo. Él puede explicar porqué precisamente los
movimientos de la regla dan los resultados. Con todo, los resultados no son exclusivamente
el fruto del conocimiento generado inmanentemente en el ingeniero. Porque las señales de la
regla representan unas tablas logarítmicas y {47} trigonométricas. El ingeniero nunca ha
desarrollado por sí mismo tal grupo de tablas. Él no conoce sino que cree que tales tablas
estén correctas. Igualmente, el ingeniero nunca ha comprobado las señales en su regla
comparándolas con un grupo de tablas. Él no tiene ninguna duda de que correspondan, pero
la ausencia de duda no se debe a un conocimiento generado inmanentemente sino a una
creencia. ¿Él no está actuando inteligente, razonable y responsablemente? ¿Hay alguien que
quiera defender la tesis de que todos los ingenieros que usen reglas de cálculo debieran dejar
de hacerlo hasta que cada uno por sí mismo haya adquirido un conocimiento generado
inmanentemente acerca de la precisión de las tablas logarítmicas y trigonométricas y de la
correspondencia de las señales en sus reglas con las tablas que cada uno de ellos haya
desarrollado por sí mismo?
El lector puede encontrar bastante novedosa nuestra explicación de la creencia. Él
puede sorprenderse tanto por lo extenso de la creencia en el conocimiento humano cuanto
por el valor que le atribuimos. Pero si no obstante está de acuerdo con nuestra posición, su
acuerdo puede señalar un avance no desde la ignorancia sino desde el error hasta la verdad.
En ese caso, él debería preguntar si el error era una creencia equivocada, si estaba asociado
con otras creencias, si ellas también estaban equivocadas y, si lo estaban, si estaban asociadas
con creencias equivocadas todavía ulteriores. Como observará el lector, este procedimiento
crítico no ataca a la creencia en general; no le pide a uno creer que las creencias propias estén
equivocadas; toma su punto de partida de una creencia que uno haya descubierto que esté
equivocada y avanza según los lineamientos que relacionan a las creencias para determinar
cuán lejos se haya diseminado el contagio.
37
2. El Bien Humano
Un primer paso relacionará cuatro términos del primer renglón: capacidad, operación,
bien particular, y necesidad. Los individuos, pues, tienen capacidades para operar. Al operar
se procuran a sí mismos unos casos del bien particular. Ese caso será cualquier entidad,
cualquier objeto u acción, que satisfaga una necesidad de un individuo particular en un
determinado lugar y tiempo. La necesidad ha de entenderse en su sentido más amplio; no ha
de restringirse a las necesidades sino más bien estirarse para incluir deseos de todo tipo.
Segundo, están relacionados cuatro términos de la tercera columna: cooperación,
institución, papel, y tarea. Los individuos, pues, viven en grupos. En buena medida su operar
es cooperar. De esto se sigue algún patrón establecido, y este patrón es fijado por un papel
por cumplirse o una tarea por realizarse dentro de una marco institucional. Esos marcos de
referencia son la familia y las costumbres (mores), la sociedad y la educación, el Estado y las
leyes, la economía y la tecnología, la iglesia o la secta. Ellos constituyen la base y modo de
cooperación entendidos comúnmente y ya aceptados. Ellos tienden a cambiar sólo lentamente
porque el cambio, en cuanto distinto de la desintegración, implica un nuevo entender común
y un nuevo consenso común.
Tercero, han de relacionarse los restantes términos del segundo renglón: plasticidad,
perfectibilidad, desarrollo, habilidad, y el bien de orden. Las capacidades del individuo, pues,
para realizar operaciones, debido a que tienen plasticidad y son perfectibles, admiten el
desarrollo de habilidades y, en realidad, de las habilidades mismas demandadas por los
papeles y tareas institucionales. Pero además de la {49} base institucional de cooperación,
también se da la manera concreta como la cooperación está desarrollándose. La misma
estructura (set-up) económica es compatible con la prosperidad y la recesión. Los mismos
arreglos constitucionales y legales admiten amplias diferencias en la vida política y en la
administración de la justicia. Reglas semejantes para el matrimonio y la familia pueden
generar en un caso la felicidad doméstica y en otro la desgracia.
Esta manera concreta como está desarrollándose actualmente la cooperación es lo que
significa el bien de orden. Es distinto de los casos del bien particular pero no está separado
de ellos. Se refiere a ellos, sin embargo, no singularmente ni en cuanto relacionados con los
individuos a los que ellos satisfacen, sino a todos juntos y en cuanto recurrentes. Mi comida
de hoy es para mí un caso del bien particular. En cambio, la comida diaria para todos los
miembros del grupo que se la merecen es parte del bien de orden. Igualmente, mi educación
fue para mí un bien particular. En cambio, la educación para todo el que la quiera es otra
parte del bien de orden.
El bien de orden, sin embargo, no es solamente una sucesión sostenida de casos
recurrentes de unos tipos del bien particular. Además de esa variedad recurrente, está el orden
que lo sostiene. Este consiste básicamente en (1) el ordenamiento de las operaciones de suerte
que sean cooperaciones y aseguren la recurrencia de todos los casos efectivamente deseados
del bien particular y (2) la interdependencia entre los deseos o decisiones efectivas y la
adecuada realización de los individuos cooperadores. 16
16 Para el caso general de tales relaciones, ver el Insight acerca de la probabilidad de emerger, pp. 115-128
[COL 3, 138-151].
38
2. El Bien Humano
17 Para una presentación más completa, ver el Insight: sobre el bien de orden, p. 596 [COL 3, p. 619]; sobre el
sentido común, pp. 173-181, 207-216 [COL 3, pp. 198-204, 232-242]; sobre la creencia, pp. 703-718 [COL
3, pp. 725-739]; y sobre el sesgo, pp. 218-242 [COL 3, pp. 244-267]
39
2. El Bien Humano
hasta la explotación, desde el respeto hasta el desprecio, desde la simpatía hasta la enemistad.
Ellas compactan a la comunidad o la dividen en facciones o la hacen pedazos. 18
Los valores terminales son los valores que son elegidos; verdaderos casos del bien
particular, un verdadero bien de orden, una verdadera escala de preferencias respecto a los
valores y satisfacciones. Correlativos a los valores terminales son los valores originantes que
hacen la elección: ellos son personas auténticas que realizan la autotrascendencia por sus
buenas elecciones. Puesto que el hombre puede conocer y elegir la autenticidad y la
autotrascendencia, los valores originantes y terminales pueden coincidir. Cuando cada
miembro de la comunidad a la vez quiere la autenticidad en sí mismo y, tanto cuanto puede,
lo promueve en los demás, entonces los valores originantes que hagan la elección y los
valores terminales que sean elegidos se superpondrán y entrelazarán.
Ahora tendremos que hablar de la orientación de la comunidad como un todo. Pero
por el momento nuestra preocupación se centra en la orientación del individuo dentro de la
comunidad orientada. En su raíz esto consiste en las nociones trascendentales que a la vez
nos capacitan y nos piden que avancemos en el entender, en el juzgar verdaderamente, en el
responder a los valores. Con todo, esta posibilidad y exigencia se hacen efectivas sólo
mediante el desarrollo. Uno tiene que adquirir las habilidades y saber propios de un ser
humano competente en algún estilo de vida. Uno tiene que crecer en sensitividad e interés en
los valores si la humanidad de uno va a ser auténtica. Sin embargo, el desarrollo no es
inevitable y por ello los resultados varían. Hay fracasos humanos. {52} Hay mediocridades
Hay quienes continúan desarrollándose y creciendo durante toda su vida, y su logro varía
según sus antecedentes iniciales, sus oportunidades, su suerte para evitar escollos y
retrocesos, y según la velocidad de su avance. 19
Así como la orientación es, por así decirlo, la dirección del desarrollo, así la
conversión es un cambio de dirección y, en realidad, un cambio para mejorar. Uno se libera
a sí mismo de lo inauténtico. Uno crece en autenticidad. Se dejan las satisfacciones dañinas,
peligrosas, engañosas. Los temores a la incomodidad, dolor o privación tienen menos fuerza
para desviarlo a uno del curso que lleva. Los valores son captados donde antes eran pasados
por alto. Se desplazan las escalas de preferencia. Los errores, las racionalizaciones y las
ideologías caen y se despedazan para dejarlo a uno abierto a las cosas como son y al hombre
como debiera ser.
El bien humano es, pues, a la vez individual y social. Los individuos no solamente
obran para satisfacer sus necesidades sino que cooperan para satisfacer las necesidades el
uno del otro. Así como la comunidad desarrolla sus instituciones para facilitar la cooperación,
así los individuos desarrollan sus habilidades para cumplir sus papeles y realizar las tareas
planteadas por el marco institucional. Aunque se cumplen los papeles y se realizan las tareas
para que se satisfagan las necesidades, sin embargo no se hace ciegamente sino a sabiendas,
40
2. El Bien Humano
7. Progreso y Decadencia.
Nuestra explicación de la estructura del bien humano es compatible con cualquier etapa del
desarrollo tecnológico, económico, político, cultural o religioso. Ahora bien, así como los
individuos no sólo se desarrollan sino que también sufren desintegraciones, así también les
sucede a las sociedades. De acuerdo con esto, tenemos que agregar un esbozo del progreso
social y de la decadencia social y, en realidad, uno que sea pertinente para una explicación
de la función social de la religión.
{52} El progreso proviene del valor originante, de los sujetos que son sus verdaderos
yos al observar los preceptos trascendentales: Está atento, sé inteligente, sé razonable, sé
responsable. Estar atento incluye la atención a los asuntos humanos. Ser inteligente incluye
una captación de las posibilidades hasta entonces no advertidas o de las que no se había caído
en la cuenta. Ser razonable incluye el rechazo de lo que probablemente no funcionaría pero
también el reconocimiento de lo que probablemente funcionaría. Ser responsable incluye
basar las decisiones y elecciones de uno en una no sesgada evaluación de los costos y
beneficios a corto y largo plazo para uno mismo, para el grupo de uno y para los demás
grupos.
El progreso, por supuesto, no es una sola mejora sino un flujo continuo de ellas. En
cambio, los preceptos trascendentales son permanentes. La atención, la inteligencia, la
racionabilidad y la responsabilidad han de ejercerse no sólo respecto a la situación existente
sino también respecto a la situación subsiguiente ya cambiada. Detecta las inadecuaciones y
repercusiones de la aventura anterior para mejorar lo que está bien y remediar lo que esté
defectuoso. Más en general, el simple hecho del cambio de uno mismo hace probable que
nuevas posibilidades hayan surgido y las antiguas posibilidades hayan ganado en
probabilidad. Así, el cambio engendra un cambio ulterior y la observación sostenida de los
preceptos trascendentales hace de estos cambios acumulativos una instancia del progreso.
Sin embargo, los preceptos pueden ser violados. La evaluación puede estar sesgada
por un egoísta desprecio de los demás, por una lealtad al grupo a que uno pertenezca
acompañada de una hostilidad hacia los otros grupos, por concentrarse en los beneficios a
corto plazo y descuidar los costos a largo plazo. 20 Más aún, tales aberraciones son fáciles de
mantener y difíciles de corregir. Los egoístas no se convierten en altruistas de la noche a la
mañana. Los grupos hostiles no olvidan fácilmente sus agravios, ni dejan sus resentimientos,
ni superan sus temores y sospechas. El sentido común de ordinario se considera a sí mismo
competente en todos los asuntos prácticos, de ordinario está ciego ante las consecuencias a
largo plazo de las políticas y cursos de acción, de ordinario no se da cuenta de la mezcla de
sin-sentido común en sus más queridas convicciones y eslogans.
La extensión de tal aberración es, por supuesto, una variable. Pero {54} cuanto mayor
sea, tanto más rápidamente distorsionará el proceso de cambio acumulativo y hará nacer un
41
2. El Bien Humano
ejército de problemas sociales y culturales. El egoísmo está en conflicto con el bien de orden.
Hasta cierto punto puede ser contrarrestado por las leyes, la policía, los tribunales, las
prisiones. Pero hay un límite en la proporción de la población que puede ser mantenida en
prisión y, cuando el egoísmo sobrepase ese límite, los agentes de la ley y finalmente la ley
misma tendrán que hacerse más tolerantes e indulgentes. Así, se deteriora el bien de orden.
No sólo será menos eficiente sino que también habrá la dificultad de ejercer una justicia
imparcial al decidir de qué injusticias se hará uno de la vista gorda. La pregunta práctica
fácilmente será qué pecados hayan de perdonarse y cuáles hayan de castigarse, y entonces la
ley estará comprometida. Ya no coincidirá con la justicia. Es totalmente probable que se
convierta en mayor o menor grado en el instrumento de una clase.
Porque además del egoísmo del individuo está el egoísmo grupal. Mientras que el
individuo egoísta tiene que habérselas con la censura pública por su comportamiento, el
egoísmo grupal no sólo dirige el desarrollo a su propio engrandecimiento sino que también
proporciona un mercado de opiniones, doctrinas y teorías que justifiquen sus
comportamientos y, al mismo tiempo, revelen que las desventuras de otros grupos se deban
a su maldad. Por supuesto, mientras el grupo exitoso continúe teniendo éxito, mientras supere
cada nuevo reto con una respuesta creativa, se sentirá a sí mismo como el hijo predilecto del
destino y provocará más admiración y emulación que resentimiento y oposición. Pero el
desarrollo, guiado por el egoísmo grupal, está condenado a ser parcial. Dividirá al cuerpo
social no sólo entre aquellos que tienen y aquellos que no tienen sino que también hará de
los primeros los representantes del florecimiento cultural de la época para abandonar a los
segundos como aparentes sobrevivientes de una época olvidada. Finalmente, en la medida en
que el grupo haya animado y aceptado una ideología para racionalizar su propia conducta, en
la misma medida estará ciego ante la situación real, y se verá sacudido por el surgimiento de
una ideología contraria que invoque la conciencia de un egoísmo grupal opuesto.
La decadencia tiene un nivel todavía más profundo. No sólo compromete y
distorsiona al progreso. No sólo la desatención, tontería, irracionalidad e irresponsabilidad
producen unas situaciones objetivamente absurdas. No sólo las ideologías corrompen la
mente. Sino que la componenda y la distorsión desacreditan al progreso. Lo objetivamente
absurdo no cede ante el tratamiento que se le aplica. La mente corrompida tiene un tino para
escoger la solución equivocada e insistir en que ella sola es inteligente, razonable y buena.
Imperceptiblemente la corrupción se disemina desde la endurecida esfera de las ventajas y
poder materiales hasta los medios de comunicación, las revistas de moda, los movimientos
literarios, el proceso educativo, las filosofías reinantes. Una civilización en decadencia
excava su propia tumba con una consistencia implacable. No se la puede convencer de que
abandone su comportamiento autodestructivo, porque la argumentación tiene una premisa
mayor teórica, a las premisas teóricas se les ha pedido que se conformen a las cuestiones
factuales, y los hechos de la situación producidos por la decadencia son cada vez más los
absurdos que provienen de la desatención, descuido, irracionalidad e irresponsabilidad.
El término 'enajenación' se utiliza en muchos sentidos diferentes. Pero en este análisis
la forma básica de enajenación es el desprecio del hombre por los preceptos trascendentales,
Está atento, sé inteligente, sé razonable, sé responsable. Igualmente, la forma básica de
ideología es una doctrina que justifica tal enajenación. De estas formas básicas pueden
derivarse todas las demás. Porque las formas básicas corrompen el bien social. Así como la
42
2. El Bien Humano
21 He elaborado este punto en el capítulo veinte de mi libro Insight. El problema práctico de decidir quién está
enajenado y quién no aparece en el presente libro en el capítulo de la dialéctica.
43
3
La Significación
1. Intersubjetividad.
Anterior al 'nosotros' que resulta del amor mutuo de un 'yo' y un 'tú', está el anterior 'nosotros'
que precede a la distinción de los sujetos y sobrevive a su olvido. Este anterior 'nosotros' es
vital y funcional. Así como uno espontáneamente levanta el brazo para parar el golpe contra
la cabeza, así con la misma espontaneidad uno se estira para evitar que otra persona se caiga.
+ La percepción, el sentimiento y el movimiento corporal están involucrados, pero la ayuda
dada a otro no es deliberada sino espontánea. Uno no lo advierte antes de que ocurra sino
mientras está ocurriendo. Es como si 'nosotros' fuéramos miembros uno del otro antes de que
cada uno se distinga de los otros.
La intersubjetividad aparece no sólo en la espontánea ayuda mutua sino también en
algunas de las maneras como se comunican los sentimientos. Aquí estaremos refiriéndonos
a los resultados de Max Scheler, quien distinguió la comunidad de sentimiento, la simpatía,
el contagio psíquico, y la identificación emocional. 1
{58} Tanto la comunidad de sentimiento como la simpatía son respuestas
intencionales que presuponen la captación de los objetos que suscitan el sentimiento. En la
comunidad de sentimiento dos o más personas responden de manera paralela al mismo
objeto. En la simpatía una primera persona responde a un objeto, y una segunda responde al
+ [Esto lo explica más detalladamente Lonergan: "Se da una unidad de las personas humanas que antecede,
precede a la distinción entre el Yo y el Tú. Para poner un caso concreto: subiendo a los jardines Borghese de
Roma, donde acostumbro ir para mi caminata preferida, hay una rampa; bajando la rampa estaba un niñito
corriendo delante de su madre. Él empezó a trastabillar y caerse; yo estaba distante mis buenos diez metros
pero espontáneamente me adelanté como para levantar al niño. Se da una intersubjetividad; se da un sentido
en el que todos somos miembros uno del otro antes de que pensemos en ello." BERNARD LONERGAN, Escritos
de Filosofía y Teología, Toronto: University of Toronto Press, 1996, p. 96. Y también más delante: "El
recorrido de mi paseo diario en Roma es una rampa. Un día un niño estaba corriendo adelante de su madre, y
el concreto estaba ahí destrozado en un lugar, y yo estaba a veinte pies de distancia. Yo vi a ese niño
empezando a caerse, y espontáneamente me incliné hacia delante -- como si estuviera a dos pies de distancia
-- para impedirle caerse. Espontáneamente, sin pensarlo." Ibid., 241. N. del T.]
1 Ver MANFRED FRINGS, Max Scheler, Pittsburgh y Louvain, 1965, pp. 56-66.
3. La Significación
2. Significación intersubjetiva
Además de la intersubjetividad de acción y de sentimiento, también hay unas comunicaciones
intersubjetivas de significación. Me propongo ilustrar esto tomando prestada una
fenomenología de la sonrisa (inmediatamente de mi libreta pero mediatamente de unas
fuentes que no he sido capaz de rastrear). +
+ [Este es un ejemplo que Lonergan utilizó varias veces: en su curso de 1959 en la Universidad Gregoriana, De
Intellectu et methodo (El Entendimiento y el Método) (p. 31 de las notas de los alumnos [ver antes, cap. 2,
nota 1]), en el curso de verano sobre educación (Filosofía de la Educación [ver antes, cap. 2, nota 12] 166-
67), en la entrevista del Thomas More Institute el 30 mar. 1971 (Curiosity at the Center of One's Life:
Statements and Questions of R. Eric O'Connor, ed. J. Martin O'Hara [Montreal: Thomas More Institute
45
3. La Significación
Primero, pues, una sonrisa tiene una significación. No es solo una cierta combinación
de movimientos de los labios, de los músculos faciales y de los ojos. Es una combinación
con una significación. Debido a que esa significación es diferente de la significación de un
fruncimiento de ceño, de un gesto displicente, de una mirada llena de asombro, de una mirada
airada, de una risa disimulada, de una carcajada, se le llama sonrisa. Debido a que todos
conocemos que existe esa significación, no vamos por la calle sonriéndole a todos los que
encontramos. Sabemos que se mal interpretaría.
Segundo, una sonrisa es muy perceptible. Porque nuestro percibir no está sólo en
función de la impresión hecha en nuestros sentidos. Tiene una orientación propia y selecciona
de entre un millar de otras, sólo a aquellas impresiones que pueden construirse en un patrón
con una significación. Así, uno puede conversar con un amigo en una calle ruidosa, sin
atender al tumulto sin sentido que lo rodea, y distinguir la banda de ondas sonoras que tiene
una significación. Así, también, es fácilmente percibida una sonrisa debido a su significación.
Las sonrisas ocurren en una enorme serie de variaciones de movimientos faciales, de
iluminación, de ángulo de visión. Pero no se pierde ni siquiera una sonrisa incipiente o
reprimida, porque la sonrisa es una Gestalt, un grupo pautado de movimientos variables, y
se reconoce como una totalidad.
Tanto la significación de la sonrisa cuanto el acto de sonreír son naturales y
espontáneos. Nosotros no aprendemos a sonreír como aprendemos {60} a caminar, a hablar,
a nadar, a patinar. De ordinario no pensamos en sonreír antes de hacerlo. Sólo lo hacemos.
Igualmente, no aprendemos la significación del sonreír como aprendemos la significación de
las palabras. La significación de la sonrisa es un descubrimiento que hacemos por nosotros
mismos, y esa significación no parece variar de una cultura a otra, como sucede con la
significación de los gestos.
Hay algo irreductible en la sonrisa. No puede explicarse por causas fuera de la
significación. No puede aclararse por otros tipos de significación. Se tendrán algunos
ejemplos de esto al comparar la significación de la sonrisa y la del lenguaje.
La significación lingüística tiende a ser unívoca, mientras que las sonrisas tienen una
amplia variedad de significaciones diferentes. Hay sonrisas de reconocimiento, de
bienvenida, de amabilidad, de amistad, de amor, de alegría, de deleite, de contento, de
satisfacción, de diversión, de rechazo, de desprecio. Las sonrisas pueden ser irónicas,
sardónicas, enigmáticas, alegres o tristes, frescas o fatigadas, ardientes o resignadas.
Papers, 1984] 388-89), y en Método en Teología 59-61, donde él afirma (59) que ha perdido la fuente de las
notas que estaba usando. Sin embargo, después hizo una anotación marginal en su propia copia de Método:
"F. J. J. Buytendijk.' Una nota editorial de Filosofía de la Educación (p. 166, no6a 8) sugiere que esto puede
referirse a Phénomelogie de la rencontre, pero añade: "pero si fue ésta la fuente de Lonergan, él mismo
elaboró la mayoría de los detalles." Ahora bien, gracias a la amabilidad de Richard Liddy, somos capaces de
dar un paso más. En Feelings and Emotions: The Mooseheart Sumposium in Cooperation with The University
of Chicago, ed. MARTIN L. REYMERT (New York: McGraw-Hill, 1950), F. J. J. BUYTENDIJK aporta "The
Phenomenological Approach to the Problem of Feelings and Emotions" (pp. 127-41), y en las pp. 134-35
discute la fenomenología de la sonrisa; además, respecto a la primera sonrisa del niño, nos dice en su nota:
"Discutido ampliamente en F. J. J. BUYTENDIJK, De eerste glimach von het kind," Nijmegen, 1947. Esto no
determina la manera como haya llegado Lonergan a conocer a Buytendijk, pero confirma a éste como su
fuente. Tomado de COL 6: 97, nota 4].
46
3. La Significación
3. El Arte
Aquí utilizaré el libro Feeling and Form de Susanne Langer, en el que el arte se define como
la objetivación de un patrón puramente experiencial, y donde se explica cuidadosamente cada
término de esta definición.
Un patrón puede ser abstracto o concreto. Hay un patrón abstracto en una grabación
musical o en las muescas de los surcos de un disco musical. Ahora bien, hay un patrón
concreto en estos colores, estos tonos, estos volúmenes, estos movimientos. El patrón
concreto consiste en las relaciones internas de los colores, tonos, volúmenes, o movimientos.
No consiste, digamos, en los colores en cuanto no relacionados, ni consiste en los colores en
cuanto representativos de alguna otra cosa.
Ahora bien, el patrón de lo percibido es también el patrón del percibir, y el patrón del
percibir es un patrón experiencial. Ahora bien, todo percibir es un seleccionar y organizar.
Precisamente porque lo percibido está pautado, es fácilmente percibido. Así, uno puede
repetir una tonada o melodía pero no una sucesión de ruidos callejeros. Así, el verso hace
posible que se recuerde la información. La decoración hace visible a una superficie. Los
patrones tal vez realizan una perceptibilidad especial al utilizar analogías orgánicas. El
movimiento va desde la raíz, a través del tronco, hasta las ramas, hojas y flores. Se repite con
47
3. La Significación
48
3. La Significación
así también lo es el sujeto. Él ha sido liberado de ser una parte remplazable ajustada a un
mundo prefabricado e integrada dentro de éste. Él ha dejado de ser un inquisidor responsable
que investiga algún aspecto del universo o que busca una visión de la totalidad. Él se ha
convertido sólo en sí mismo: libertad que emerge, que queda extática, que es originante.
Es posible establecer dentro del campo conceptual esta significación elemental del
sujeto transformado en su mundo transformado. Pero este procedimiento refleja sin
reproducirla la significación elemental. La crítica del arte y la historia del arte son como las
ecuaciones termodinámicas, que guían nuestro control del calor pero, de por sí, no pueden
hacernos sentir con más calor ni con más frescura.
La expresión adecuada de la significación elemental es obra misma del arte. Esa
significación se halla dentro de la conciencia del artista pero, al principio, sólo está implícita,
plegada, velada, no revelada, no objetivada. Dándose cuenta de ella, el artista tiene todavía
que apoderarse de ella; él se ve impelido a considerarla, inspeccionarla, examinarla,
disfrutarla, repetirla; y esto significa objetivarla, desplegarla, hacerla explícita, develarla,
revelarla.
El proceso de objetivación implica una distancia psíquica. Mientras que la
significación elemental es sólo experimentar, su expresión implica un desapego, una
distinción, una separación de la experiencia. Mientras que la sonrisa o el ceño expresa
intersubjetivamente al sentimiento tal como es sentido, la composición artística recoge a la
emoción en la tranquilidad. Es cuestión de un chispazo inteligente sobre la significación
elemental, una captación de la forma dominante que ha de extenderse, elaborarse,
desarrollarse, y el proceso subsiguiente de ejercitar, ajustar, {64} corregir y completar al
chispazo inteligente inicial. Ahí resulta una idealización del patrón experiencial inicial. El
arte no es una autobiografía. No es contarle la propia historia al psiquiatra. Es captar lo que
es o parece significativo, de peso, de interés, de importancia para el hombre. Es más
verdadero que la experiencia, más magro, más efectivo, y va más al punto. Constituye el
momento central con sus implicaciones adecuadas, y éstas se despliegan sin las distorsiones,
interferencias o intromisiones accidentales del patrón original.
Así como la expresión adecuada de la significación elemental es obra del arte mismo,
así también la captación y apreciación adecuada de la obra de arte no consiste en aclarar
conceptualmente ni sopesar judicialmente la evidencia conceptualizada. La obra de arte es
una invitación a participar, a probarla, a ver por uno mismo. Así como el matemático se aleja
de las ciencias verificadoras para explorar las posibilidades de organizar los datos, así la obra
de arte lo invita a uno a alejarse de la vida práctica y a explorar las posibilidades de una vida
más plena en un mundo más rico. 2
4. Los Símbolos
Un símbolo es una imagen de un objeto real o imaginario que evoca un sentimiento o es
evocada por un sentimiento.
2 De nuevo, permítaseme subrayar que no intento ser exhaustivo. Para una aplicación de análisis anterior a
diferentes formas de arte en el dibujo y la pintura, en la escultura y arquitectura, en la música y la danza, en
la poesía épica, lírica y dramática, el lector debe ir a S. K. LANGER, Feeling and Form, New York, 1953. El
punto que me interesa señalar es que existen muy distintos portadores o incorporaciones de la significación.
49
3. La Significación
Los sentimientos están relacionados con los objetos, o entre sí, o con su sujeto. Están
relacionados con los objetos: uno desea comida, teme el dolor, disfruta una comida, lamenta
la enfermedad de un amigo. Están relacionados entre sí mediante unos cambios en el objeto:
uno desea el bien ausente, espera el bien buscado, disfruta el bien presente; uno teme el mal
ausente, se descorazona cuando éste se aproxima, se entristece con su presencia. Igualmente,
los sentimientos están relacionados entre sí por las relaciones personales: así el amor, la
amabilidad, la ternura, la intimidad, la unión van juntos; de manera semejante, la enajenación,
el odio, la rudeza, la violencia y la crueldad forman un grupo; así también hay {65} secuencias
como la ofensa, la contumacia, el juicio, el castigo e igualmente la ofensa, el arrepentimiento,
la disculpa, el perdón. Además, los sentimientos pueden estar en conflicto y presentarse
juntos: uno puede desear a pesar del miedo, esperar contra toda esperanza, mezclar la alegría
con la tristeza, el amor con el odio, la amabilidad con la rudeza, la ternura con la violencia,
la intimidad con la crueldad, la unión con la enajenación. Finalmente, los sentimientos están
relacionados con su sujeto: ellos son la masa, la inercia y la fuerza de su vida consciente, la
actuación de sus capacidades, disposiciones y hábitos afectivos, y la orientación efectiva de
su ser.
No necesariamente los mismos objetos evocan los mismos sentimientos en sujetos
diferentes y, al contrario, los mismos sentimientos no necesariamente evocan las mismas
imágenes simbólicas. Esta diferencia de respuesta afectiva pueden explicarla las diferencias
de edad, sexo, educación, estado de vida, temperamento, interés existencial. Pero, más
fundamentalmente, hay en el ser humano un desarrollo afectivo que puede padecer
aberraciones. La historia de ese proceso es la que concluye en la persona con una determinada
orientación en la vida y con determinadas capacidades, disposiciones y hábitos afectivos. Lo
que tales capacidades, disposiciones y hábitos afectivos son en un individuo dado puede ser
especificado por los símbolos que despiertan determinados afectos y, al contrario, por los
afectos que evocan determinados símbolos. Igualmente, partiendo de suposiciones acerca de
la normalidad uno puede pasar a concluir que las respuestas de un individuo dado sean
normales o no.
Los símbolos que tienen la misma orientación y disposición afectiva son
afectivamente indiferenciados. De aquí que sean intercambiables y puedan combinarse para
aumentar su intensidad y para reducir su ambigüedad. Tal combinación y organización revela
la diferencia entre lo estético y lo simbólico; los monstruos de la mitología son sólo extraños.
Además, los afectos compuestos piden símbolos compuestos, y cada miembro del compuesto
puede ser un conglomerado de símbolos indiferenciados o sólo ligeramente diferenciados.
Así, san Jorge y el dragón presentan a la vez todos los valores del simbolismo ascensional, y
todos los antivalores de su contrario. San Jorge está sentado pero erguido en su caballo; está
bajo la luz y está en libertad de utilizar sus brazos; una mano guía al caballo y la otra maneja
la lanza. Sin embargo, él pudiera caerse, ser echado {66} abajo por el monstruo mezquino,
cegado por su humo, quemado por su fuego, triturado por sus dientes, devorado por sus
fauces.
El desarrollo o la aberración afectivos implican una transvaluación y transformación
de símbolos. Lo que antes se movía ya no se mueve; lo que antes no se movía ahora se mueve.
Así, los símbolos mismos cambian para expresar las nuevas capacidades y disposiciones
afectivas. Así, la conquista del terror puede relegar al dragón a una fantasía insignificante,
pero ahora saca a luz la significación de la ballena de Jonás: un monstruo que se tragó a un
50
3. La Significación
hombre que se ahogaba y tres días después lo vomitaba sin dañarlo sobre la playa. A la
inversa, los símbolos que no se someten a la transvaluación y transformación parecen señalar
un bloqueo en el desarrollo. El tener miedo de la oscuridad es una cosa para un niño y otra
para un hombre.
Los símbolos no obedecen las leyes de la lógica sino las de la imagen y del
sentimiento. En lugar de la clasificación lógica el símbolo utiliza una figura representativa.
A la univocidad la substituye con la riqueza de múltiples significaciones. Él no comprueba
sino que abruma con una variedad de imágenes que convergen en una significación. Él no se
inclina ante el principio de exclusión del término intermedio sino que admite la coincidentia
oppositorum, del amor y el odio, de la valentía y el temor, etc. Él no niega sino que supera lo
que rechaza al amontonar todo lo que se le opone. No avanza en un solo carril ni en un solo
nivel, sino que condensa en una extraña unidad todos sus intereses actuales.
El símbolo, pues, puede reconocer y expresar aquello que el discurso lógico aborrece:
la existencia de tensiones internas, de incompatibilidades, de conflictos, de luchas, de
destrucciones. Por supuesto que un punto de vista dialéctico puede abarcar lo que es concreto,
contradictorio y dinámico. Pero el símbolo hizo esto antes de que se concibieran la lógica o
la dialéctica. Lo hace para quienes no están familiarizados con la lógica y la dialéctica.
Finalmente, lo hace de una manera que complementa y completa a la lógica y la dialéctica,
porque satisface una necesidad que estos refinamientos no pueden satisfacer.
Ésta es la necesidad de comunicación interna. La vitalidad orgánica y psíquica tienen
que revelarse a sí mismas ante la conciencia intencional y, a su vez, la conciencia intencional
tiene que asegurar la colaboración del organismo y la psique. Igualmente, nuestras
captaciones de {67} los valores ocurren en las respuestas intencionales, en los sentimientos:
aquí también es necesaria [esa comunicación interna] para que los sentimientos revelen sus
objetos y, a su vez, para que los objetos despierten a los sentimientos. Mediante los símbolos
es como se comunican la mente y el cuerpo, la mente y el corazón, el corazón y el cuerpo.
En esa comunicación los símbolos tienen su adecuada significación. Es una
significación elemental, todavía no objetivada, como la significación de la sonrisa anterior a
una fenomenología de la sonrisa, o la significación del patrón puramente experiencial anterior
a su expresión en una obra de arte. Es una significación que cumple su función en el imaginar
o percibir al sujeto conforme su intencionalidad consciente se desarrolla o se extravía o
ambas cosas, conforme toma su postura ante la naturaleza, con sus prójimos los hombres, y
ante Dios. Es una significación que tiene su contexto adecuado en el proceso de la
comunicación interna dentro de la que ocurre, y si el intérprete ha de explicar el símbolo tiene
que recurrir a ese contexto con sus imágenes y sentimientos, recuerdos y tendencias
asociados.
Explicar el símbolo, por supuesto, es ir más allá del símbolo. Equivale a realizar la
transición desde una significación elemental en una imagen o cosa percibida hasta una
significación lingüística. Más aún, es utilizar el contexto de la significación lingüística como
un arsenal de relaciones, claves y sugerencias posibles para construir el contexto elemental
del símbolo. Sin embargo, tales contextos interpretativos son muchos y, tal vez, esta
multiplicidad sólo refleja las muchas maneras como los seres humanos pueden desarrollarse
y padecer desviaciones.
51
3. La Significación
3 Por supuesto hay notables excepciones. Yo menciono solamente a Antoine Vergote quien sigue la psicología
genética de Freud muy estrictamente aunque él no acepte las especulaciones filosóficas de Freud. Ver
WINFRID HUBER, HERMAN PIRON, y ANTOINE VERGOTE, La psychanalyse, science de l'homme, Bruxelles:
Dessart, 1964.
4 CHARLES BAUDOUIN, L'oeuvre de Jung, Paris: Payot, 1963. GILBERTE AIGRISSE, "Efficacité du symbole en
psychothérapie," Cahiers internationaux de symbolisme, no. 14, pp. 3-24.
5 PAUL RICOEUR, De l'interprétation, Essai sur Freud, Paris: du Seuil, 1965.
6 Los libros de KAREN HORNEY muestran un desarrollo acumulativo. The Neurotic Personality of our Time,
1937; New Ways in Psychoanalysis, 1939; Self-analysis, 1942; Our Inner Conflicts, 1945; Neurosis and
Human Growth, 1950. Publicados por W. W: Norton, New York.
7 ERICH FROMM, The Forgotten Language, cap. 6, The Art of Dream Interpretation, New York: Grove Press,
1957.
8 CARL ROGERS, On Becoming a Person, Boston: Houghton Mifflin, 1961.
9 FRANK LAGE, Clinical Theology, London: Darton, Longman & Todd, 1966. De manera semejante pero sin
ninguna utilización de las drogas ARTHUR JANOV anima a sus clientes a liberarse a sí mismos de sus tensiones
aceptando la conciencia de los dolores que hasta entonces habían reprimido. Ver su libro The Primal Scream,
New York: Putman, 1970.
10 Puntos de vista variantes en IRWIN G. SARASON, ED., Science and Theory in Psychoanalysis, Princeton, N.
J.: Van Nostrand, 1965.
11 GILBERT DURAND, Les structures anthropologiques de l'imaginaire, Introduction à l'archétypologie générale,
2a. ed., Paris: Presses Universitaires de France, 1963.
52
3. La Significación
5. La Significación Lingüística
{70} Por tomar cuerpo en el lenguaje, en un grupo de signos convencionales, la significación
encuentra su mayor liberación. Porque los signos convencionales pueden multiplicarse casi
indefinidamente. Ellos pueden diferenciarse y especializarse hasta el mayor de los
refinamientos. Ellos pueden utilizarse reflexivamente en el análisis y control de la
significación lingüística misma. En cambio, las significaciones intersubjetiva y simbólica
parecen restringidas a las espontaneidades de las gentes que viven juntas y, aunque las artes
visuales y auditivas pueden desarrollar algunas convenciones, con todo, las convenciones
mismas están limitadas por los materiales en los que toman cuerpo los colores y figuras, las
formas sólidas y estructuras, los sonidos y movimientos.
La importancia del lenguaje para el desarrollo humano se ejemplifica más
sorprendentemente en el relato del descubrimiento de Helen Keller de que los contactos
sucesivos hechos en su mano por su maestra conllevaban los nombres de unos objetos.
Cuando ella pescó por vez primera esa relación, lo hizo notar expresando una emoción muy
profunda y, a su vez, por esa emoción Helen se interesó tan poderosamente que logró
12 MIRCEA ELIADE, "Methodological Remarks on the Study of Religious Symbolism," en MIRCEA ELIADE y
JOSEPH KITAGAWA, EDS. The History of Religions, Essays in Methodology, Chicago: University of Chicago
Press, 1959, 21962.
13 NORTHROP FRYE, Fables of Identity, Studies in Poetic Mythology, New York: Harcourt, Bruce & World,
1963.
14 Existe lo que se ha llamado una "Tercera Fuerza" en la psicología. Es descrito por A. MASLOW, Toward a
Psychology of Being, Princeton, N. J.: Van Nostrand, 1962, p. vi.
15 O. H. MOWRER, The Crisis in Psychiatry and Religion, Princeton, N. J. Van Nostrand, 1961.
16 LUDWIG BINSWANGER, Le rêve et l'existence, Desclée, 1954. Introducción (128 pp.) y notas de Michel
Foucault. ROLLO MAY, ERNEST ANGEL, HENRI F. ELLENGERGER, EDS., Existence, A New Dimension in
Psychiatry and Psychology, New York: Basic Books, 1958. ROLLO MAY, ED., Existential Psychology,
Random House, 1961. ROLLO MAY, "The Significance of Symbols," en Symbolism in Religion and Literature,
New York: Braziller, 1961, VIKTOR E. FRANKL, The Doctor and the Soul, New York: Knopf, 1955. Man's
Search for Meaning, New York: Washington Square Press, 1959, 1963. The Will to Meaning, Cleveland:
World, 1969. VIKTOR E. FRANKL Y OTROS, Psychotherapy and Existentialism, New York: Washington Square
Press, 1967.
53
3. La Significación
significar su deseo de aprender y, de hecho, aprendió los nombres de cerca de veinte objetos
en un tiempo muy corto. Fue el inicio de una increíble carrera de aprendizaje.
En la emoción e interés de Helen Keller uno puede suponer la razón por la que las
antiguas civilizaciones apreciaran tanto los nombres. No era, como a veces se ha dicho, que
para ellas el nombre fuera la esencia de la cosa nombrada. El interés en las esencias fue un
interés posterior socrático en busca de definiciones universales. Apreciar los nombres es
apreciar el logro humano de llegar a centrarse en la intencionalidad consciente y, con ello, en
establecer la doble tarea tanto de ordenar el mundo de uno cuanto el orientarse uno mismo
dentro de éste. Así como el sueño de la aurora puede decirse que es el inicio del proceso que
va desde una existencia impersonal hasta la presencia de una persona en su mundo, así
escuchar y hablar son una gran parte del logro de dicha presencia.
{71} Así sucede que la intencionalidad consciente se desarrolla y es forjada por su
lengua materna. No se trata meramente de que aprendamos los nombres de lo que vemos sino
también que podamos atender y hablar de las cosas que podemos nombrar. Así pues, el
lenguaje disponible toma el mando. Él selecciona los aspectos de las cosas que se ven
relegadas al fondo, las relaciones entre las cosas que son subrayadas, los movimientos y
cambios que exigen atención. Así, diferentes lenguajes se desarrollan de diferentes maneras
y la mejor de las traducciones no puede expresar la significación exacta del original sino la
aproximación más cercana posible en otra lengua.
La acción es recíproca. No sólo el lenguaje forja la conciencia en desarrollo sino que
también estructura el mundo que rodea al sujeto. Los adverbios y adjetivos espaciales
relacionan los lugares con el lugar del que habla. Los tiempos de los verbos relacionan los
tiempos con su presente. Los modos corresponden a su intención de querer, exhortar, mandar
o declarar. Las voces convierten a los verbos ahora en activos, ahora en pasivos y, al mismo
tiempo, convierten a los sujetos en objetos y los objetos en sujetos. La gramática casi nos da
las categorías aristotélicas de substancia, cantidad, cualidad, relación, acción, pasión, lugar,
tiempo, postura, hábito, mientras que la lógica y la teoría de la ciencia aristotélicas están
enraizadas profundamente en la función gramatical de la predicación. 17
Conforme se desarrolla el lenguaje, emerge una distinción entre el lenguaje ordinario,
el técnico y el literario. El lenguaje ordinario es el vehículo en que la comunidad humana
conduce su colaboración en la búsqueda cotidiana del bien humano. Es el lenguaje del hogar
y de la escuela, de la industria y del comercio, del disfrute y de la desgracia, de los medios
de comunicación masiva y de la conversación ocasional. Ese lenguaje es transitorio; expresa
el pensamiento del momento en el momento para el momento. Es elíptico. Conoce que cerrar
un ojo es tan bueno como asentir con la cabeza, que la afirmación completa es superflua y
solamente sería irritante. Su base es el sentido común, donde por sentido común se entiende
un núcleo de tales chispazos inteligentes habituales que la adición de uno o dos más lo lleve
a uno a {72} entender cualquiera de una serie abierta de situaciones concretas. Por ese
entender uno captará cómo conducirse, qué decir, cómo decirlo, qué hacer, cómo hacerlo, en
la situación que en el momento está sucediendo. Tal núcleo de chispazos inteligentes está
54
3. La Significación
6. La Significación Encarnada.
Cor ad cor loquitur. La significación encarnada combina todos o al menos muchos de los
otros portadores de significación. Puede ser a la vez intersubjetiva, artística, simbólica,
lingüística. Es la significación de una persona, de su estilo de vida, de sus palabras, o de sus
hechos. Puede ser su significación sólo para otra persona, o para un pequeño grupo, o para
toda una tradición nacional, social, cultural o religiosa.
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3. La Significación
+ [Las palabras en cursiva pertenecen al original mecanografiado por Lonergan, y el linotipista las omitió por
error, según señala Robert M. Doran en Lonergan Studies Newsletter 16 (1995): 8. N. de. T.]
+ [También aquí, las palabras en cursiva pertenecen al original mecanografiado por Lonergan, y el linotipista
las omitió por error, según señala Robert M. Doran en Lonergan Studies Newsletter 16 (1995): 8. N. de. T.]
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3. La Significación
El acto pleno de significación es un acto de juzgar. Uno determina el estatus del objeto
del pensamiento, diciendo que es meramente un objeto del pensamiento, o una entidad
matemática, o una cosa real que yace en el mundo de la experiencia humana, o una realidad
trascendente que se ubica más allá de ese mundo.
Las significaciones activas llegan con los juicios de valor, las decisiones, las acciones.
Este es un tema al que volveremos al tratar, en una sección posterior, las funciones efectiva
y constitutiva de la significación en el individuo y en la comunidad.
Los actos instrumentales de la significación son unas expresiones. Ellas externan y
muestran -- para que otros los interpreten -- los actos de significación potenciales, formales,
{75} plenos, constitutivos o efectivos del sujeto. 19 Así como la expresión y la interpretación
pueden ser adecuadas o deficientes, los actos instrumentales de significación proporcionan
los materiales para un capítulo especial dedicado a la hermenéutica.
Un término de la significación es lo que es significado. En los actos potenciales de
significación, la significación y lo significado todavía no han sido separados. En los actos
formales, la distinción ha surgido pero el estatus exacto del término permanece
indeterminado. En los actos plenos de la significación ocurre la determinación probable o
cierta del estatus del término; uno determina si A es o no; o si A es B o no. En los actos
constitutivos o efectivos de la significación uno determina la actitud propia con respecto a A,
lo que uno haría por B, o si uno se esforzará por ocasionar a C.
Con respecto a los términos plenos de la significación uno tiene que distinguir
diferentes esferas del ser. Nosotros decimos que la luna existe. También decimos que existe
el logaritmo de la raíz cuadrada de menos uno. En ambos casos utilizamos el mismo verbo,
'existir.' Pero no queremos significar que la luna sea sólo una conclusión que pueda deducirse
de unos postulados matemáticos convenientes, ni tampoco significamos que el logaritmo en
cuestión pueda ser inspeccionado dando una vuelta en el cielo. De acuerdo con esto, tiene
que trazarse una distinción entre una esfera del ser real y otras esferas restringidas como la
matemática, la hipotética, la lógica, etc. Aunque estas esferas difieren enormemente entre sí,
no son simplemente dispares. Los contenidos de cada esfera son afirmados racionalmente.
La afirmación es racional porque proviene de un acto de intelección reflexiva en el que es
captado el incondicionado virtual, esto es, un condicionado cuyas condiciones se han
cumplido. 20 Sin embargo las esferas difieren tanto porque difieren las condiciones por
cumplirse. Las condiciones cumplidas para afirmar un ser real son los datos adecuados de los
sentidos o de la conciencia, mientras que la condición cumplida para proponer una hipótesis
es una posible pertinencia para una intelección correcta de los datos, mientras que las
condiciones cumplidas para {76} una afirmación matemática correcta no incluyen
explícitamente ni siquiera una posible pertinencia para los datos. Finalmente, más allá de las
esferas restringidas y de la esfera real está la esfera trascendente del ser; el ser trascendente
es el ser que, aunque es conocido por nosotros a través del incondicionado virtual, él mismo
no tiene absolutamente ninguna condición; es formalmente incondicionado, absoluto.
57
3. La Significación
21 He tratado este aspecto en los últimos dos capítulos de Collection (Primera Colección).
58
3. La Significación
En este mundo más amplio es donde vivimos nuestra vida. A él nos referimos cuando
hablamos del mundo real. Pero debido a que está mediado por la significación, debido a que
la significación puede extraviarse, debido a que existe el mito además de la ciencia, la ficción
además del hecho, el engaño además de la honradez, el error además de la verdad, ese mundo
más amplio es inseguro.
Además del mundo inmediato del infante y del mundo mediado por la significación
del adulto, está la mediación de la inmediatez por la significación cuando uno objetiva al
proceso cognoscitivo en el método trascendental y cuando uno descubre, identifica y acepta
en la psicoterapia los sentimientos propios subterráneos. Finalmente, se da un retiro de la
objetivación y un retorno mediato a la inmediatez en el acoplamiento de los amantes y en la
orante nube del no-conocer del místico.
Una segunda función de la significación es la eficiente. Los hombres trabajan. Pero
su trabajo no carece de inteligencia. Lo que hacemos primero lo pretendemos. {78} Nosotros
imaginamos, planeamos, investigamos las posibilidades, sopesamos los pros y los contras,
hacemos contratos, hacemos que se den y ejecuten incontables órdenes. Desde el principio
hasta el fin del proceso, estamos empeñados en actos de significación; y sin ellos el proceso
no ocurriría ni el fin se lograría. Los pioneros de este continente hallaron las costas y las
tierras del interior, las montañas y las planicies, pero las han cubierto con ciudades, las han
atado con carreteras, las han explotado con las industrias, hasta que el mundo que ha
fabricado el hombre se ha interpuesto entre nosotros y la naturaleza. La totalidad de ese
mundo agregado, hecho por el hombre, artificial es el producto acumulativo, a veces
planeado y a veces caótico, de los actos humanos de la significación.
Una tercera función de la significación es la constitutiva. Así como el lenguaje está
constituido por el sonido articulado y por la significación, así las instituciones sociales y las
culturas humanas tienen las significaciones como sus componentes intrínsecos. Las
religiones y las formas artísticas, los lenguajes y las literaturas, las ciencias, las filosofías, las
historias ... todos están inseparablemente implicados en actos de significación. Lo que es
verdadero de los logros culturales es no menos verdadero de las instituciones sociales. La
familia, el estado, las leyes, la economía no son unas entidades fijas e inmutables. Ellas se
adaptan a las cambiantes circunstancias; ellas pueden ser concebidas de nuevo a la luz de las
nuevas ideas; ellas pueden verse sujetas al cambio revolucionario. Pero todo ese cambio
implica un cambio de significación, un cambio en la idea o en el concepto, un cambio en el
juicio o en la evaluación, un cambio en la orden o en la demanda. El estado puede ser
cambiado al volver a escribir su constitución. Más sutil pero no menos efectivamente puede
ser cambiado al reinterpretar la constitución o también al trabajar en la mente y el corazón
de los hombres para cambiar los objetos que infunden su respeto, mantienen su adhesión o
encienden su lealtad.
Una cuarta función de la significación es la comunicativa. Lo que uno hombre
significa le es comunicado a otro intersubjetiva, artística, simbólica, lingüística o
encarnadamente. Así, la significación individual se convierte en significación común. Ahora
bien, un surtido almacén de significación común no es obra de unos individuos aislados pero
ni siquiera de generaciones aisladas. Las significaciones comunes tienen sus historias. Ellas
se originan en la mente individual. Ellas se hacen comunes sólo a través de una comunicación
exitosa y amplia. Ellas son transmitidas a las generaciones sucesivas sólo mediante el
59
3. La Significación
60
3. La Significación
lenguaje para expresar lo que soy realmente, así que uso el lenguaje de la tradición que yo
me apropio inauténticamente, y con eso devalúo, distorsiono, diluyo, corrompo ese lenguaje.
"Tal devaluación, distorsión o corrupción puede ocurrir sólo en individuos aislados.
Pero ella puede ocurrir también a escala masiva, y entonces se dirán las mismas palabras,
pero la significación ya no estará presente. La cátedra será aún la cátedra de Moisés, pero
estará ocupada por escribas y fariseos. La teología será aún escolástica, pero la escolástica
estará en decadencia. La orden religiosa todavía leerá las reglas, pero uno puede dudar si
todavía arde el fuego en el hogar. Todavía se invocará el sagrado nombre de la ciencia pero,
como ha argumentado Edmund Husserl, todos los ideales científicos significativos pueden
desvanecerse para ser reemplazados por la convención de un cliché. Así la inautenticidad de
los individuos se convierte en la inautenticidad de las tradiciones. Entonces, en la medida en
que un sujeto tome como su estándar la tradición tal como existe, en esa medida no puede
hacer más que realizar auténticamente la inautenticidad." +
Así pues, la historia difiere radicalmente de la naturaleza. La naturaleza se despliega
{81} de acuerdo a las leyes. En cambio la figura y forma del conocimiento humano, del
trabajo, de la organización social, del logro cultural, de la comunicación, de la comunidad y
del desarrollo personal están involucrados en la significación. La significación tiene sus
estructuras invariantes y elementos pero los contenidos de las estructuras están sujetos al
desarrollo acumulativo y a la decadencia acumulativa. Así sucede que el hombre se encuentre
fuera del resto de la naturaleza, que él sea un ser histórico, que cada hombre le dé forma a su
propia vida pero que lo haga sólo en interacción con las tradiciones de las comunidades en
las que sucede que él haya nacido y, a su vez, estas tradiciones mismas no son sino el depósito
que le han dejado las vidas de sus predecesores.
Así, finalmente, se sigue que la hermenéutica y el estudio de la historia sean básicos
para todas las ciencias del hombre. La significación entra dentro de la trama misma de la vida
humana pero varía de un lugar a otro y de una época a otra.
9. Campos de la Significación
Diferentes exigencias dan origen a diferentes modos de operación consciente e intencional,
y diferentes modos de tal operación dan origen a diferentes campos de significación.
Hay una exigencia sistemática que separa el campo del sentido común del campo de
la teoría. Ambos campos, en general, se refieren a los mismos objetos reales. Pero los objetos
son vistos desde unos puntos de vista tan diferentes que pueden relacionarse sólo al
desplazarse desde un punto de vista hasta el otro. El campo del sentido común es el campo
de las personas y de las cosas en sus relaciones con nosotros. Es el universo visible poblado
por parientes, amigos, conocidos, compatriotas, y el resto de la humanidad. Nosotros
llegamos a conocerlo no aplicando un método científico, sino por un proceso autocorrectivo
de aprendizaje, en el que los chispazos inteligentes se acumulan gradualmente, se unen,
+ Los tres párrafos anteriores repiten con pequeñas variantes lo que Lonergan escribió en "15. Existenz y
Aggiornamento," de Collection (Primera Colección), 1967, pp. 246-247 [COL 4, 1988, pp. 227-228]. Los
párrafos aparecen también en la Tercera Colección, en "8. La Experiencia Religiosa," pp. 120.121, en "13.
Una Filosofía de la Religión en términos posthegelianos," p. 213, y en "14. La Intención del Papa Juan, p.
233." N. del T.]
61
3. La Significación
matizan y corrigen el uno al otro, hasta que se alcanza un punto donde somos capaces de
enfrentar las situaciones conforme se presenten, medirlas al agregarle unos cuantos chispazos
inteligentes más a la provisión adquirida, y así manejarlas de manera apropiada. De los
objetos de este campo hablamos en el lenguaje cotidiano, en el que las palabras no tienen la
función de nombrar las propiedades intrínsecas de las cosas sino de completar el enfoque de
nuestra intencionalidad {82} consciente hacia las cosas, de cristalizar nuestras actitudes,
expectativas, intenciones, y de guiar todas nuestras acciones.
La introducción de la exigencia sistemática en el campo del sentido común la
iluminan hermosamente los primeros diálogos de Platón. Sócrates preguntaría la definición
de esta o aquella virtud. Nadie podía permitirse admitir que no tuviera idea de lo que
significaban la valentía, la templanza o la justicia. Nadie podía negar que tales nombres
comunes debieran poseer alguna significación común, que se hallara en cada instancia de la
valentía, de la templanza, o de la justicia. Y nadie, ni siquiera Sócrates, era capaz de precisar
exactamente lo que era esa significación común. Si uno se desplaza desde los diálogos de
Platón hasta la Ética Nicomaquea de Aristóteles, uno puede hallar definiciones desarrolladas
tanto para la virtud y el vicio en general cuanto para una serie de virtudes de las que cada una
está acompañada por dos vicios opuestos, uno que peca por exceso y el otro por deficiencia.
Sin embargo, estas respuestas a las preguntas de Sócrates ahora han dejado de ser el único
objetivo. La exigencia sistemática no sólo plantea unas preguntas que el sentido común no
puede responder, sino que también exige un contexto a sus respuestas, un contexto que el
sentido común no puede proporcionar ni comprender. Este contexto es una teoría, y los
objetos a los que se refiere están en el campo de la teoría. Uno puede ascender hasta estos
objetos desde los puntos de partida del sentido común, pero ellos no son conocidos
adecuadamente por este ascenso sino por sus relaciones internas, su congruencia, sus
diferencias, por las funciones que ellas cumplen en su interacción. Así como uno se puede
aproximar a los objetos teóricos desde un punto de partida del sentido común, así también
uno puede invocar al sentido común para corregir a la teoría. Pero la corrección no se
efectuará en el lenguaje del sentido común sino en el lenguaje teórico, y sus implicaciones
no serán las consecuencias de los hechos del sentido común que fueran invocados sino las de
la corrección teórica que se haya hecho.
Mi ejemplo proviene de Platón y Aristóteles, pero pudiera añadirse una buena
cantidad de otros ejemplos. La masa, la temperatura, el campo electromagnético no son
objetos en el mundo del sentido común. La masa no es ni el peso ni la inercia. Un objeto de
metal se sentirá más frío que uno de madera que esté junto a él, pero ambos tendrán la misma
temperatura. Las ecuaciones de Maxwell para el campo electromagnético son grandiosas en
cuanto abstrusas. Si un biólogo lleva {83} a su hijito al zoológico y ambos se detienen a ver
a la jirafa, el niño se preguntará si muerde o patea, mientras que el padre verá otra estructura
en la que se combinan y entrelazan los sistemas esquelético, locomotor, digestivo, vascular
y nervioso.
Así pues, hay un campo del sentido común y un campo de la teoría. Nosotros
utilizamos diferentes lenguajes para hablar de ellos. La diferencia en los lenguajes implica
unas diferencias sociales: los especialistas pueden hablarles a sus esposas de muchas cosas
pero no de sus especialidades. En fin, la exigencia sistemática es lo que les da origen a estos
puntos de vista tan diferentes, a los métodos para llegar a conocer, a los lenguajes y a las
comunidades.
62
3. La Significación
63
3. La Significación
64
3. La Significación
potencial, formal, pleno, y activo, con todo, esto no debe tomarse como que implicara que el
lenguaje fuera algún adjunto opcional que pudiera acompañar o no a los otros actos. Al
contrario, alguna expresión sensible es intrínseca al patrón de nuestras operaciones
conscientes e intencionales. Así como el inquirir supone los datos sensibles, así como el
chispazo inteligente ocurre con respecto a alguna imagen esquemática, así como el acto
reflexivo de entender ocurre con respecto a una sumatoria convincente de la evidencia
relevante, así a su vez los actos interiores de concebir, de juzgar y de decidir, demandan el
substrato sensible y proporcionado que llamamos expresión. En realidad, esta demanda es
tan rigurosa que Ernst Cassirer ha sido capaz de reunir una patología de la conciencia
simbólica: perturbaciones motoras que dan como resultado la afasia están acompañadas por
perturbaciones en la percepción, en el pensamiento, y en la acción. 22
El desarrollo de la expresión proporcionada implica tres pasos claves. El primero es
el descubrimiento de la significación indicativa. Por ejemplo, uno trata de captar pero fracasa.
Sin embargo, el fracaso al menos señala. Cuando el señalar se entiende como señalar,
entonces uno ya no trata de captar. 23 Uno sólo señala. El segundo paso es la generalización.
No sólo el chispazo inteligente surge sobre la base de una imagen esquemática, sino que
también puede utilizar el patrón discernido en la imagen para guiar los movimientos
corporales incluida la articulación vocal. 24 Tales movimientos pueden ser una mera imitación
de los movimientos de otro, {87} pero la mimesis puede emplearse para significar, y entonces
ella significa los movimientos del otro. Desde la mimesis uno puede avanzar hasta la
analogía: uno repite el patrón pero los movimientos en que éste toma cuerpo son muy
diferentes; y así como la mimesis puede utilizarse para significar lo que es imitado, así la
analogía puede utilizarse para significar su original. 25 El tercer paso es el desarrollo del
lenguaje. Es la obra de la comunidad que tiene unos chispazos inteligentes comunes sobre
unas necesidades comunes y unas tareas comunes y que, por supuesto, ya está en
comunicación mediante la expresión intersubjetiva, indicativa, mimética, y analógica. Así
como sus miembros entienden de uno y otro las sonrisas y fruncimiento del ceño, sus
ademanes, mimesis y analogías, así también ellos pueden a dotar a los sonidos vocales de
una significación. Así, las palabras llegan a referirse a los datos de la experiencia, las
sentencias a los chispazos inteligentes que le dan forma a la experiencia, mientras que el
modo de la sentencia varía para expresar afirmaciones, mandatos y deseos.
Esta explicación de la génesis del lenguaje tiene la ventaja de explicar a la vez la
fuerza y la debilidad del lenguaje primitivo. 26 Porque los ademanes ocurren con respecto a
unos objetos presentes en el espacio. Los chispazos inteligentes ocurren con respecto a + las
presentaciones percibidas y las representaciones imaginadas. Así sucede que el lenguaje
primitivo tenga poca dificultad en expresar todo lo que pueda señalarse, o percibirse
22 ERNST CASSIRER, The Philosophy of Symbolic Forms, 3 vols., New Haven, 1953, 1955, 1957, III, pp. 205-
277.
23 Ibid., I, 181 s. Más adecuadamente en GIBSON WINTER, Elementos para una Ética Social, New York:
Macmillan, 1968, pp. 99 ss., ver 17 ss.
24 Ibid., I, 12-15.
25 Ibid., I, 186 ss.
26 Ibid., I, 198-277; II, 71-151.
+ [Las palabras en cursiva pertenecen al original mecanografiado por Lonergan, y el linotipista las omitió por
error, según señala Robert M. Doran en Lonergan Studies Newsletter 16 (1995): 8. N. de. T.]
65
3. La Significación
irrestrictos y absolutos. No puede ser percibido ni puede ser imaginado. Pero puede ser
asociado al objeto o evento, al ritual o recitación que ocasiona la experiencia religiosa; 33 y
así surgen ahí las hierofanías. 34
{89} Aun en su primera etapa la significación cumple sus cuatro funciones: es
comunicativa, constitutiva, eficiente y cognoscitiva. Sin embargo, estas funciones no son
27 J. RUSSO y B. SIMON, "Homeric Psychology and the Oral Epic Tradition," Journal of the History of Ideas,
29 (1968), p. 484.
28 E. CASSIRER, op. cit. I, p. 199 ss.
29 Ibid., I, p. 215 ss.
30 Ibid., I, p. 215.
31 RUSSO y SIMON, op. cit., p. 487.
32 PAUL RICOEUR, Finitude et culpabilité, II, La symbolique du mal, Paris: Aubier, 1960.
33 Respecto al sintoísmo como un politeísmo siempre vivo ver a ERNST BENZ en su ensayo "On Understanding
Non-Christian Religions," en The History of Religions, Essays in Methodology, M. ELIADE y J. KITAGAWA,
eds., Chicago: University of Chicago Press, 1959, 1962, pp. 121-124. También en la misma colección, M.
ELIADE, "Methodological Remarks on the Study of Religious Symbolism." Respecto a la captación de la
divinidad en los patriarcas del Antiguo Testamento, N. LOHFINK, Bibelauslegung im Wandel, Frankfurt-am-
Main: Knecht, 1967, pp. 107-128.
34 Nótese que aquí estamos tocando la naturaleza de la proyección, esto es, la transferencia de la experiencia
subjetiva en el campo de lo percibido o imaginado. La transferencia ocurre para hacer posible al chispazo
inteligente sobre la experiencia. En un nivel superior de desarrollo lingüístico, la posibilidad del chispazo
inteligente se logra por la retroalimentación lingüística, al expresar la experiencia subjetiva en palabras y en
cuanto subjetiva.
66
3. La Significación
35 B. MALINOWSKI, Magic, Science and Religion, New York: Doubleday, Anchor, 1954, pp. 17 ss.
36 Respecto al simbolismo cosmológico, ver ERIC VOEGELIN, Order and History, I. Israel and Revelation,
Louisiana State University Press, 1956. Una definición del simbolismo ha de hallarse en p. 27, y su
distribución en p. 14. Ver también F. H. BORSCH, The Son of Man in Myth and History, London: SCM, 1967.
67
3. La Significación
37 B. SNELL, The Discovery of the Mind, New York: Harper Torchbook, 1960. Caps. 1, 3, 5 y 9.
38 Ibid., cap. 7.
68
3. La Significación
a {92} desafiar la evidencia de los sentidos. 39 Se estableció la distinción entre los sentidos y
el entendimiento. Quedó abierto el camino para las paradojas de Zenón, para la elocuencia y
escepticismo de los sofistas, para la exigencia socrática de la definición, para la distinción
platónica entre la erística [o arte de disputar] y la dialéctica, y para el Organon aristotélico.
Antes hemos tenido ocasión de hablar de la limitación del lenguaje primitivo. Debido
a que el desarrollo del pensamiento y del lenguaje depende de los chispazos inteligentes,
debido a que los chispazos inteligentes ocurren con respecto a las presentaciones sensibles y
a las representaciones, el lenguaje primitivo puede llegar a dominar el campo espacial pero
permanecer incapaz de manejar adecuadamente lo genérico, lo temporal, lo subjetivo, lo
divino. Ahora bien estas limitaciones retroceden en la medida en que se logra la
retroalimentación lingüística, esto es, en la medida en que+ las explicaciones y afirmaciones
lingüísticas proporcionan las presentaciones sensibles para los chispazos inteligentes que
efectúan los ulteriores desarrollos del pensamiento y el lenguaje. Más aún, durante algún
tiempo tal avance puede ocurrir exponencialmente: cuanto más se desarrolla el lenguaje tanto
puede desarrollarse todavía más. Con el tiempo, empieza el movimiento reflejo en que el
lenguaje llega a mediar, objetivar y examinar al proceso lingüístico mismo. Los alfabetos
hacen visibles las palabras. Los diccionarios recogen sus significaciones. Las gramáticas
estudian sus inflexiones y sintaxis. La crítica literaria interpreta y evalúa las composiciones.
La lógica promueve la claridad, la coherencia y el rigor. La hermenéutica estudia las variantes
relaciones entre los actos de significación y los términos de la significación. Los filósofos
reflexionan en el mundo de la inmediatez y los muchos mundos mediados por la
significación.
Para captar la significatividad de esta superestructura, uno debe retornar a las
limitaciones de la conciencia mítica. Como lo establece Ernst Cassirer, ella carece de toda
línea divisoria clara entre la mera 'representación' y la percepción 'real,' entre el deseo y el
cumplimiento, entre la imagen y la cosa. Él prosigue inmediatamente mencionando la
continuidad del sueño y de la conciencia despierta y, después, agrega que no menos que la
imagen, el nombre tiende a fusionarse con la cosa. 40 Parecería, a pesar de su posterior
retractación, ser la misma ausencia de distinción que Lucien Lévy-Bruhl {93} quiso describir
cuando habló de una ley de participación que gobierna las representaciones comunes y las
instituciones de los primitivos, una participación que hizo que el contenido de sus
representaciones parecieran místicas mientras que hizo que las relaciones entre las
representaciones fueran ampliamente tolerantes de las contradicciones. 41
Ahora bien, estas características de la mentalidad primitiva parecen muy misteriosas.
Pero uno no ha de concluir que ellos arguyan alguna carencia de inteligencia o racionabilidad
de parte de los primitivos. Porque, después de todo, trazar distinciones no es un asunto
sencillo, y reconocer la importancia de las distinciones, una vez trazadas, no es una cuestión
39 Ver F. COPLESTON, A History of Philosophy, vol. 1, cap. 6, London: Burns, Oates & Washbourne, 1946. Hay
muchas ediciones.
+ [Las palabras en cursiva pertenecen al original mecanografiado por Lonergan, y el linotipista las omitió por
error, según señala Robert M. Doran en Lonergan Studies Newsletter 16 (1995): 8. N. de. T.]
40 ERNST CASSIRER, op. cit., II, pp. 36 y 40 ss.
41 LUCIEN LÉVY-BRUHL, Les fonctions mentales dans les sociétés inférieures, Paris: P. U. F., 91951, pp. 78 ss.
E. E. EVANS PRITCHARD, Theories of Primitive Religion, Oxford: Clarendon, 1965, pp. 78-79, discute el valor
de la obra de Lévy-Bruhl.
69
3. La Significación
sencilla. ¿Qué es una distinción? Digamos que A y B son distintas, si es verdadero que A es
no B. Agreguemos que A y B pueden ocupar el sitio de meras palabras, o el de la significación
de las palabras, o el de las realidades significadas por las palabras, de suerte que las
distinciones puedan ser o meramente verbales, o nocionales, o reales. Notemos que la
realidad en cuestión no es la realidad que llega a ser conocida por los solos sentidos, sino por
los sentidos, la intelección y el juicio racional.
Finalmente, subrayemos que, aunque trazar una distinción es sencillamente cuestión
de experimentar, entender, juzgar y formular una sentencia negativa, comparativa, del tipo
'A es no B,' con todo, se requiere un grado mucho mayor de sofisticación para definir lo que
es una distinción si uno ha de distinguir entre lo real y otras distinciones, o si uno ha de
explicar en qué sentido las distinciones reales se refieren a la realidad. Así que está al alcance
de los primitivos el trazar distinciones, pero no está a su alcance el establecer una doctrina
de distinciones y observarla consistentemente. La mente tiene que expresarse a sí misma
primero en la magia y el mito, después avanzar hasta el retrato literario de un hombre, y
finalmente mediante la crítica a la magia pasar hacia la ciencia, y mediante la crítica al mito
pasar hacia la filosofía.+
10.3 La Segunda y Tercera etapas
El descubrimiento de la mente señala la transición desde la primera etapa de la significación
a la segunda. En la primera etapa el mundo mediado por la significación es sólo el mundo
del sentido común. En la segunda etapa el mundo mediado por la significación se divide en
el campo del sentido común y el campo de la teoría. Correspondiendo a esta división y
fundamentándola hay una diferenciación de conciencia. En la primera etapa el sujeto, en su
búsqueda del bien concreto, también atiende, entiende y juzga. Pero él no convierte en una
especialidad a estas actividades. Él no formula un ideal teórico en términos de conocimiento,
verdad, realidad, causalidad. Él no formula lingüísticamente un grupo de normas para la
búsqueda de esa meta ideal. Él no inicia un contexto económico, social y cultural distinto
dentro del cual la búsqueda de la meta ideal pueda ser llevada a cabo por los animales
humanos. Ahora bien, en la segunda etapa de la significación el sujeto continúa operando a
la manera {94} del sentido común en todos sus manejos de lo particular y concreto, pero junto
con este modo de operación él tiene también otro, el teórico. En el modo teórico el bien que
es buscado es la verdad y, aunque esta búsqueda es querida, con todo, la búsqueda misma
consiste sólo en operaciones en los primeros tres niveles de la conciencia intencional: es la
especialización de atender, entender y juzgar.
Ahora bien, así como la segunda etapa brota de los desarrollos que ocurren en la
primera, así la tercera etapa brota de los desarrollos que ocurren en la segunda. De acuerdo
con esto, ayudará el aclarar lo que es propio de la segunda etapa si de una vez caracterizamos
a la tercera. En la tercera etapa, pues, las ciencias se han convertido en procesos progresivos.
En lugar de establecer la verdad acerca de este o aquel tipo de realidad, su meta es una
aproximación cada vez mejor a la verdad, y esto se alcanza por una intelección cada vez más
plena y más exacta de todos los datos pertinentes. En la segunda etapa la teoría era una
especialidad para lograr la verdad; en la tercera etapa la teoría científica se ha convertido en
una especialidad para el avance de la intelección. Además, las ciencias son autónomas. Ellas
+ Este párrafo se encuentra en el original mecanografiado de Lonergan. No se está seguro si Lonergan quiso
que se omitiera, según señala Robert M. Doran en Lonergan Studies Newsletter 16 (1995): 8. N. de. T.].
70
3. La Significación
42 Para una determinación cuidadosa de este asunto tan complejo, ver F. COPLESTON, op. cit., cap. 20.
43 Ver ARISTÓTELES, Metafísica, Zeta, 6, 1048 a 25 ss. AQUINO, In IX Metaphys., lecc. 5, # 1828 ss, El Insight,
p. 432, da la base para la generalidad de los términos 'potencia, forma, acto.'
71
3. La Significación
desde la substancia hasta el sujeto. Los historiadores y filólogos desarrollaron sus métodos
autónomos para los estudios del hombre. La voluntad y la decisión, las acciones y los
resultados obtuvieron relieve con Kierkegaard, Schopenhauer, Nietzsche, Blondel, y los
pragmatistas. Brentano inspiró a Husserl, y el análisis de la intencionalidad envió lejos a la
psicología que trata de las facultades. La segunda etapa de la significación se está
desvaneciendo, y una tercera está por ocupar su sitio.
10.4 La Conciencia Indiferenciada en las Etapas Posteriores
Nuestro esbozo del desarrollo y el eclipse de la segunda etapa estaría muy incompleto si no
se mencionara el modo como sobrevive la conciencia indiferenciada en las etapas posteriores.
Porque no es el teórico filosófico ni el científico quien hace la obra del mundo, conduce sus
negocios, gobierna sus ciudades y Estados, enseña a la mayoría de sus clases sociales y dirige
todas las escuelas. Todas esas actividades son llevadas a cabo después igual que como
sucedía antes de que surgiera la teoría, según la modalidad de la operación intelectual de
sentido común, según la modalidad con que la conciencia y las operaciones intencionales
ocurren de acuerdo a sus propias normas inmanentes y espontáneas. Sin embargo, si bien la
modalidad y mucho de la finalidad de la operación de sentido común permanecen las mismas,
es factible que la existencia misma de otro modo desplace los intereses y los énfasis.
La lógica, la filosofía y la ciencia primitiva emergieron en la marea alta de la
retroalimentación lingüística. Ahora bien, esos logros técnicos pueden repeler más que
impresionar. Uno puede contentarse con maravillarse por el hecho del lenguaje, con el hecho
72
3. La Significación
que hace al hombre alguien único entre los animales. Con Isócrates, uno puede remontarse
hasta las fuerzas humanas de lenguaje y persuasión al rastrear las ciudades y leyes, artes y
habilidades y, en realidad, todos los aspectos de la cultura. Uno puede continuar urgiendo a
los conciudadanos a que busquen la elocuencia mediante la educación y que con ello
sobresalgan entre los hombres en ese aspecto mismo en que el hombre sobresale entre los
animales. Así, se halla que son intercambiables el ser educado lingüísticamente y el llegar a
ser humano Así emergió un ramal del humanismo que se extendió desde Grecia a Roma y
desde la antigüedad hasta el medioevo tardío. 47
Otro ramal era moral, y su nombre era filantropía. Ella consistía en un respeto y
devoción al hombre en cuanto hombre. No se apoyaba en el parentesco ni en la nobleza de
sangre, ni en tener ciudadanía y leyes comunes, y ni siquiera en la educación, sino en el hecho
de que otro, particularmente un sufriente, es un ser humano. La práctica de la filantropía
pudo, por supuesto, ser muy modesta: el crédito lo recibieron los conquistadores que
mostraron alguna reticencia en saquear y esclavizar al vencido. Pero al menos fue un ideal
que inspiró la educación y fomentó {98} la cortés urbanidad, la naturalidad y afabilidad, el
encanto y el gusto mostrado en las comedias de Menandro y sus contrapartes latinas en las
de Plauto y Terencio.
Un tercer ramal provino del mundo de la teoría. Porque si bien el pensamiento
creativo en la filosofía y la ciencia es demasiado austero para consumo general, de ordinario
son escasos los pensadores creativos. Ellos tienen su breve momento [de gloria], sólo para
ser seguidos por los comentaristas, los maestros, los vulgarizadores que iluminan, completan,
transportan, simplifican. Así las palabras de la teoría y del sentido común se compenetran
parcialmente y se fusionan parcialmente. Los resultados son ambivalentes. Sucederá que se
abandonen las exageraciones del error filosófico, mientras que las profundidades de la verdad
filosófica hallan un vehículo que compensa la pérdida de los mitos desacreditados. Pero
también sucederá que la teoría se funda (fuses) más con el sin-sentido común que con el
sentido común, cosa que hace presuntuoso al sin-sentido y, por ser algo común, lo hace
peligroso y aun desastroso.
Finalmente, la literatura pasó a una fase bastante diferente. Bruno Snell ha
contrapuesto a los poetas prefilosóficos y a los postfilosóficos. 48 El subrayó que la poesía
más primitiva siempre intentaba señalar nuevas áreas de la mente. Las sagas épicas le
abrieron el camino a la historia; las cosmogonías, a la especulación jónica acerca del primer
principio; la lírica, a Heraclito; el drama, a Sócrates y Platón. 49 La poesía posterior está
familiarizada con los críticos literarios y con las teorías sobre la poesía. Los poetas tienen
que seleccionar su género, estilo, y tono. Se pueden contentar, como lo hiciera Calímaco, con
ser festivos y artísticos o, como Virgilio en sus Églogas, con expresar la nostalgia que una
civilización compleja tenía de los tiempos primitivos y una vida más sencilla. 50
73
3. La Significación
Por supuesto esa vida más sencilla continúa. El humanismo que hemos estado
describiendo le pertenece a una clase educada. En una población unida por el lenguaje común,
por lealtades comunes, por tradiciones comunes morales y religiosas así como por la
interdependencia económica, {99} la cultura de los educados puede afectar a muchos de los
no educados, tanto como la teoría afectó al sentido común pre-teórico. Así, mediante
sucesivas adaptaciones, las innovaciones de la teoría pueden penetrar en formas cada vez más
débiles a través de todas las capas de una sociedad para darle alguna aproximación de la
homogeneidad necesaria para la comprensión mutua.
Sin embargo, no necesariamente se darán esas condiciones ideales. Puede haber falta
de continuidad. Los mejor educados pueden convertirse en una clase cerrada en sí misma sin
una tarea proporcionada a su entrenamiento. Se hacen ineficaces. Los menos educados y los
no educados se encuentran con una tradición que se encuentra más allá de sus medios. Ellos
no pueden mantenerla. Carecen del genio para transformarla en una más sencilla totalidad
vital e inteligible. Ella degenera. La significación y los valores de la vida humana se
empobrecen. La voluntad de realización a la vez disminuye y se estrecha. Donde una vez
hubo alegrías y tristezas, ahora sólo hay placeres y dolores. La cultura se ha convertido en un
tugurio.
Así como la teoría filosófica engendró al humanismo de sentido común, así también
la ciencia moderna tiene su progenie. Como forma de conocimiento le pertenece al desarrollo
del hombre y fundamenta un humanismo nuevo y más pleno. Como forma rigurosa de
conocimiento despierta a los profesores, vulgarizadores y aun la fantasía de la ciencia ficción.
Pero también es un principio de acción, y así se desborda en la ciencia aplicada, la ingeniería,
la tecnología y la industrialización. Es una reconocida fuente de riqueza y poder, y el poder
no es meramente material. Es el poder de los medios de comunicación masiva de escribir,
hablar y ser vistos por todos los hombres. Es el poder de un sistema educativo para forjar la
juventud de la nación a imagen del hombre sabio o a imagen del necio, a imagen de un
hombre libre o según la imagen prescrita para las Democracias Populares.
En su tercera etapa, pues, la significación no sólo se diferencia en los campos del
sentido común, la teoría y la interioridad, sino que también adquiere la inmediatez universal
de los medios de comunicación masiva y el poder forjador de la educación universal. Nunca
ha sido más difícil de lograr la conciencia adecuadamente diferenciada. Nunca ha sido mayor
la necesidad de hablarle eficazmente a la conciencia indiferenciada.
74
4
La Religión
diferente. Pero en cada caso llegamos a la pregunta por Dios. ¿Existe un ser necesario?
¿Existe una realidad que trascienda la realidad de este mundo?
Deliberar acerca de x es preguntar si x vale la pena. Deliberar acerca del deliberar es
preguntar si alguna deliberación vale la pena. El "valer la pena" ¿tiene alguna significación
última? ¿La tarea moral concuerda con este mundo? Nosotros alabamos al sujeto en
desarrollo que es cada vez más capaz de atender, de tener chispazos inteligentes,
racionabilidad y responsabilidad. Nosotros alabamos el progreso y denunciamos cualquier
manifestación de decadencia. Ahora bien, ¿el universo está de nuestra parte, o sólo somos
jugadores de azar? y, si somos jugadores, ¿no somos tontos tal vez, luchando individualmente
por la autenticidad y colectivamente esforzándonos por arrebatar el progreso de la siempre
creciente confusión de la decadencia? Surgen las preguntas y, claramente, nuestras actitudes
y nuestra resolución pueden verse profundamente afectadas por las respuestas. ¿Existe
necesariamente o no {103} un fundamento trascendente e inteligente del universo? ¿Es ese
fundamento el caso primario de conciencia moral o lo somos nosotros? La cosmogénesis, la
evolución biológica y el proceso histórico están relacionados básicamente con nosotros como
seres morales, o son indiferentes y por tanto ajenos a nosotros?
Tal es la pregunta por Dios. No es cuestión de imágenes o sentimientos, de conceptos
o juicios. Éstos pertenecen a la respuesta. Aquella es una pregunta. Surge de nuestra
intencionalidad consciente, del impulso estructurado a priori que nos eleva desde el
experimentar hasta el esfuerzo por entender, desde el entender hasta el esfuerzo por juzgar
verdaderamente, desde el juzgar hasta el esfuerzo por elegir correctamente. En la medida en
que advirtamos nuestro propio preguntar y pasemos a preguntar por él, surgirá la pregunta
por Dios.
Es una pregunta que se manifestará diferentemente en las diferentes etapas del
desarrollo histórico del hombre y en las muchas variedades de su cultura. Pero tales
diferencias de manifestación y expresión son secundarias. Ellas pueden introducir unos
elementos ajenos que cubran, oscurezcan y distorsionen la pregunta pura, la pregunta que
pregunta por el preguntar mismo. No obstante, la obscuridad y la distorsión presuponen lo
que ellas obscurecen y distorsionan. Se sigue que, por mucho que difieran las respuestas
religiosas o irreligiosas, por mucho que difieran las preguntas que suscitan explícitamente,
con todo, en su raíz está la misma tendencia trascendental del espíritu humano que pregunta,
que pregunta sin ninguna restricción, que pregunta la significatividad de su propio preguntar
y así llega a la pregunta por Dios.
La pregunta por Dios, pues, se halla dentro del horizonte del hombre. La subjetividad
trascendental del hombre es mutilada o abolida a no ser que se esté estirando hacia lo
inteligible, lo incondicionado, el bien de valor. No es irrestricto el alcance de su logro sino
de su tendencia. Dentro de su horizonte hay una región para lo divino, un santuario para la
santidad última. No puede ser ignorada. El ateo puede declararla vacía. El agnóstico puede
alegar que él halla que su investigación no ha sacado conclusiones. El humanista
contemporáneo se rehusará a permitir que surja la pregunta. Pero sus negaciones presuponen
la chispa en nuestra tierra, nuestra orientación innata hacia lo divino.
2. La Autotrascendencia
76
4. La Religión
77
4. La Religión
Así como la pregunta por Dios está implícita en todo nuestro preguntar, así estar
enamorado de Dios es la plenitud básica de nuestra intencionalidad consciente. Esa plenitud
trae consigo una alegría profunda que puede permanecer a pesar de la humillación, del
fracaso, de las privaciones, del dolor, de la traición, del abandono. Esa plenitud trae consigo
una paz radical, la paz que el mundo no puede dar. Esa plenitud da fruto en el amor al prójimo
que se esfuerza poderosamente por darle ocasión al reinado de Dios a esta tierra. Por otra
parte, la ausencia de esa plenitud le abre el camino a la trivialización de la vida humana en
la búsqueda de diversión, a la dureza de la vida humana que brota del ejercicio despiadado
del poder, a la desesperación respecto al bienestar humano que salta de la convicción de que
el universo sea absurdo.
3. La Experiencia Religiosa
Estar enamorado de Dios, en cuanto experimentado, es estar enamorado de una manera
irrestricta. Todo amor es autoentrega, pero estar enamorado {106} de Dios es estar enamorado
si límites, ni matizaciones, ni condiciones, ni reservas. Así como el preguntar irrestricto es
nuestra capacidad para la autotrascendencia, así estar enamorado de manera irrestricta es la
plenitud propia de esa capacidad.
Esa plenitud no es el producto de nuestro conocimiento y elección. Al contrario, ella
desmantela y acaba con el horizonte en que nuestro conocer y elegir, sucedieron y establece
un nuevo horizonte en que el amor de Dios transvaluará nuestros valores y en que los ojos de
ese amor transformarán nuestro conocer.
Aunque no es el producto de nuestro conocer y elegir, es un estado dinámico
consciente de amor, alegría, paz, que se manifiesta a sí mismo en actos de amabilidad,
bondad, fidelidad, gentileza, y autocontrol (Gal 5,22).
Decir que este estado dinámico es consciente no equivale a decir que sea conocido.
Porque la conciencia es sólo la experiencia, mientras que el conocimiento es un compuesto
de experiencia, intelección, y juicio. Debido a que el estado dinámico es consciente sin ser
conocido, es una experiencia del misterio. Debido a que es estar enamorado, el misterio no
es meramente atractivo sino fascinante; a él uno le pertenece; por él uno es poseído. Debido
a que es un amor ilimitado, el misterio evoca admiración respetuosa. De por sí, pues, en la
medida en que es consciente sin ser conocido, el don del amor de Dios es una experiencia de
lo santo, del mysterium fascinans et tremendum del que habla Rudolf Otto. 2 Es lo que Paul
Tillich llamó un ser captado por el interés último. 3 Corresponde a la consolación sin causa
de que habló san Ignacio de Loyola, tal como la expuso Karl Rahner. 4
Ese estado dinámico es consciente en el cuarto nivel de la conciencia intencional. No
es la conciencia que acompaña los actos de ver, oír, oler, gustar o tocar. No es la conciencia
que acompaña los actos de inquirir, entender, formular, hablar. {107} No es la conciencia que
2 RUDOLF OTTO, The Idea of the Holy, London: Oxford, 1923. Nótese que la significación de tremendum varía
según la etapa del desarrollo religioso de uno.
3 D. M. BROWN, Ultimate Concern: Tillich in Dialogue, New York: Harper & Row, 1965.
4 KARL RAHNER, The Dynamic Element in the Church, Quaestiones disputatae 12, Montreal: Palm Publishers,
1964, pp. 131 ss. Para el padre Rahner "consolación sin causa" significa "consolación con un contenido pero
sin un objeto."
78
4. La Religión
acompaña los actos de reflexionar, ordenar y sopesar la evidencia, hacer juicios de hecho o
de posibilidad. Es el tipo de conciencia que delibera, hace juicios de valor, decide, actúa
responsable y libremente. Ahora bien, es esta conciencia en cuanto llevada a una plenitud, en
cuanto ha sufrido una conversión, en cuanto posee una base que puede ampliarse,
profundizarse, elevarse y enriquecerse pero no suplantarse, en cuanto dispuesta a deliberar,
juzgar, decidir y actuar con la fácil libertad de quienes hacen todo bien porque están
enamorados. Así, el don del amor de Dios ocupa la base y raíz del cuarto y superior nivel de
la conciencia intencional del hombre. Se apodera de la cima del alma, del apex animae.
Este don que hemos estado describiendo es en realidad la gracia santificante aunque
difiere de ella nocionalmente. La diferencia nocional surge de las diferentes etapas de la
significación. Hablar de la gracia santificante pertenece a la etapa de significación en que el
mundo de la teoría y el mundo del sentido común son distintos pero todavía no se han
distinguido explícitamente del mundo de la interioridad ni se han basado en éste. Hablar del
estado dinámico de estar enamorado de Dios pertenece a la etapa de la significación cuando
el mundo de la interioridad se ha convertido en el fundamento explícito de los mundos de la
teoría y del sentido común. Se sigue que en esta etapa de la significación el don del amor de
Dios se describa primero como una experiencia y sólo consiguientemente se objetive en
categorías teóricas.
Finalmente, puede notarse que el estado dinámico de por sí es una gracia operante,
aunque el mismo estado como principio de actos de amor, esperanza, fe, arrepentimiento,
etc. es la gracia en cuanto cooperante. Puede añadirse que, a no ser que la conversión sea un
cambio demasiado violento y rompa la continuidad psicológica, el estado dinámico puede
verse precedido por unas disposiciones transitorias semejantes que también sean a la vez
operantes y cooperantes. Igualmente, una vez establecido ese estado dinámico, se ve llenado
y desarrollado por gracias adicionales todavía ulteriores. 5
5 Ver mi Grace and Freedom: Operative Grace in the Thought of St. Thomas Aquinas (Gracia y Libertad:
Gratia Operans en Aquino), London: Darton, Longman & Todd, y New York: Herder and Herder, 1971. Éste
pone en forma de libro los artículos publicados primero por Theological Studies 2 (1941), 289-324; 3 (1942),
69-88; 375-402; 533-578.
79
4. La Religión
Así es como sucede que al asociar la experiencia religiosa con su ocasión externa es como la
experiencia llega a ser expresada y por ello llega a ser algo determinado y distinto para la
conciencia humana.
Tales ocasiones externas se llaman hierofanías, y son muchas. Cuando cada una de
las muchas es algo distinto y no relacionado con las demás, las hierofanías revelan los así
llamados dioses del momento. Cuando son muchas pero se reconocen como poseyendo un
parecido de familia, entonces se da un politeísmo viviente representado hoy por los 800,000
dioses del sintoísmo. 6 Cuando distintas experiencias religiosas están asociadas con un solo
lugar, ahí surge el dios de este o aquel lugar. Cuando son las experiencias de una sola persona
y están unidas por la unidad de esa persona, entonces se da el dios de la persona, como lo fue
el Dios de Jacob o el de Labán. 7 Finalmente, cuando la unificación es social, ahí resulta el
dios (o los dioses) del grupo.
Yo supongo que no hay una evidencia clara que muestre que tal experiencia religiosa
se conforme con el modelo que he establecido, {109} aparte de la probabilidad antecedente
establecida por el hecho de que Dios es bueno y les da a todos los hombres la gracia suficiente
para la salvación. Pero hay al menos un erudito a quien uno puede acudir en pos de una
determinación explícita de las áreas comunes a religiones mundiales como el cristianismo, el
judaísmo, el islamismo, el mazdeísmo de Zoroastro, el hinduismo, el budismo, y el taoísmo.
Porque Friedrich Heiler ha descrito con cierta amplitud siete de esas áreas comunes. 8 Aunque
no puedo reproducir aquí la rica estructura de su pensamiento, debo al menos dar una lista de
los temas que trata: (1) que hay una realidad trascendente; (2) que ella está inmanente en los
corazones humanos; (3) que ella es la suprema belleza, verdad, rectitud, bondad; (4) que ella
es amor, misericordia, compasión; (5) que el camino hacia ella es el arrepentimiento, la
autonegación y la oración; (6) que el camino es el amor al prójimo, aun a los enemigos; (5)
que el camino es el amor a Dios de suerte que la bienaventuranza se concibe como
conocimiento de Dios, unión con él o disolución en él.
Ahora bien, yo pienso que no es difícil ver cómo estos siete rasgos comunes de las
religiones mundiales están implícitos en la experiencia de estar enamorado de manera
irrestricta. Estar enamorado es estar enamorado de alguien. Estar enamorado sin
matizaciones, condiciones, reservas o límites es estar enamorado de alguien trascendente.
Cuando alguien trascendente es mi amado, él está en mi corazón, es real para mí desde dentro
de mí. Cuando ese amor es la plenitud de mi impulso irrestricto a la autotrascendencia a
través de la intelección, verdad y responsabilidad, el único que satisface ese impulso debe ser
supremo en intelección, verdad y bondad. Puesto que él elige venir a mi por un don del amor
hacia él, él mismo debe ser amor. Puesto que amarlo es trascenderme a mí mismo, también
es una negación del yo que ha de ser trascendido. Puesto que amarlo significa una atención
amante hacia él, es oración, meditación, contemplación. Puesto que el amor a él es
provechoso, se derrama en amor a todos los que él ama o puede amar. Finalmente, de una
experiencia de amor centrada en el misterio fluye un desear el conocimiento, mientras que el
6 Ver ERNST BENZ, "On Understanding Non-Christian Religions," The History of Religions, M. ELIADE y J.
KITAGAWA, eds., Chicago: University of Chicago Press, 1959, especialmente pp. 120 ss.
7 Respecto a las captaciones locales y personales de Dios en la Biblia, ver N. LOHFINK, Bibelauslegung im
Wandel, Frankfurt-am-Main: Knecht, 1967.
8 F. HEILER, "The History of Religions as a Preparation for the Cooperation of Religions," The History of
Religions, como antes, nota 6, pp. 142-153.
80
4. La Religión
amor mismo es un desear la unión; así, para el amante del amado desconocido el concepto
de bienaventuranza es conocimiento de él y unión con él, del modo como puedan realizarse.
9 Respecto al budismo, ver E. BENZ, op. cit., p. 120 y F. HEILER, op. cit., p. 139.
10 Ver F. M. BERGOUNIOUX y J. GOETZ, Prehistoric and Primitive Religions, Faith and Fact Books 146, London:
Burns and Oates, 1965, pp. 82-91.
11 A. VERGOTE, Psychologie religieuse, Bruxelles: Dessart, 1966, p. 55.
12 BERGOUNIOUX y GOETZ, op. cit., pp. 117-126.
81
4. La Religión
reforzado por lo erótico, lo sexual, lo orgiástico. 13 Por otra parte, el amor a Dios también
está penetrado de admiración respetuosa. Los pensamientos y los caminos de Dios son muy
diferentes de los del hombre y por esa diferencia Dios es alguien terrible. A no ser que la
religión se dirija totalmente a lo que es bueno, al genuino amor al prójimo y a la autonegación
que está subordinada a una mayor bondad en uno mismo, entonces el culto a un Dios que es
terrible puede deslizarse hacia lo demoníaco, hacia una exultante destructividad de uno
mismo y de los demás. 14
Así pues, eso es lo que es significado al decir que el desarrollo religioso es dialéctico.
No es una lucha entre cualesquier contrarios sino la oposición muy precisa entre la
autenticidad y la inautenticidad, entre el yo como quien trasciende y el yo en cuanto
trascendido. No es sólo una oposición entre proposiciones contrarias, sino una oposición
dentro de la realidad humana de los individuos y de los grupos. No ha de definirse
simplemente por alguna construcción a priori de categorías sino que también ha de ser
descubierta a posteriori por un estudio perspicaz de la historia. No ha de confinarse a las
oposiciones que hemos esbozado sino que a lo largo de los siglos se extiende a través de la
interminable variedad del desarrollo, decadencia y recuperación institucionales, culturales,
personales, {112} y religiosos. A ella volveremos cuando lleguemos a tratar la especialidad
funcional de la dialéctica.
6. La Palabra
Aquí se le llama palabra a cualquier expresión de la significación religiosa o del valor
religioso. Su portador puede ser la intersubjetividad, o el arte, o el símbolo, o el lenguaje, o
las vidas, hechos o logros recordados y dibujados de los individuos, de las clases o de los
grupos. Normalmente se emplean todos los modos de expresión pero, puesto que el lenguaje
es el vehículo en que la significación llega a estar más plenamente articulada, la palabra
hablada y escrita tienen una importancia especial en el desarrollo y clarificación de la
religión.
Por su palabra, la religión entra en el mundo mediado por la significación y regulado
por el valor. Ella dota a ese mundo con su más profunda significación y su valor superior.
Ella se coloca a sí misma en un contexto de otras significaciones y otros valores. Dentro de
ese contexto llega a entenderse a sí misma, a relacionarse a sí misma con el objeto del interés
último, a aprovechar la fuerza del interés último para perseguir los objetivos del interés
inmediato tanto más claramente y tanto más eficazmente.
Antes de que entre en el mundo mediado por la significación, la religión es la palabra
previa que Dios nos habla al inundar nuestros corazones con su amor. Esa palabra previa no
pertenece al mundo mediado por la significación sino al mundo de la inmediatez, a la
experiencia inmediata del misterio de amor y asombro respetuoso. La palabra proferida al
exterior está condicionada históricamente: su significación depende del contexto humano en
que es proferida, y tales contextos varían de un lugar a otro y de una generación a otra. En
cambio esa palabra previa en su inmediatez, aunque difiera en intensidad, aunque resuene
diferentemente en los diferentes temperamentos y en las diferentes etapas del desarrollo
82
4. La Religión
religioso, retira al hombre de la diversidad de la historia al salirse del mundo mediado por la
significación y hacia un mundo de inmediatez en que las imágenes y los símbolos, el
pensamiento y la palabra, pierden su relevancia y aun desaparecen.
Uno no debe concluir que el mundo externo sea algo accidental. Porque tiene un papel
constitutivo. Cuando un hombre y una {113} mujer se aman mutuamente pero no confiesan
su amor, ellos todavía no están enamorados. Su silencio mismo significa que su amor no ha
alcanzado el punto de autoentrega y autodonación. El amor que cada uno le revela libre y
plenamente al otro es el que ocasiona la situación radicalmente nueva de estar enamorado y
el que empieza el despliegue de sus implicaciones para toda la vida. 15
Lo que vale para el amor de un hombre y una mujer, también vale a su manera para
el amor entre Dios y el hombre. De ordinario la experiencia del misterio de amor y asombro
respetuoso no es objetivada. Ella permanece dentro de la subjetividad como un vector, como
una resaca, como una llamada fatal a una santidad temida. Tal vez después de años de oración
y autonegación sostenida, la inmersión en el mundo mediado por la significación se hará
menos total, y la experiencia del misterio se hará lo suficientemente clara y distinta para
despertar la atención, la admiración, la inquisición. Aun entonces en el caso individual no
hay respuestas ciertas. Todo lo que uno puede hacer es dejar que sea lo que es, que suceda lo
que en cualquier caso continúa presentándose. Pero entonces, más que nunca, uno necesita
la palabra -- la palabra de la tradición que tiene acumulada la sabiduría religiosa, la palabra
de la comunidad que une a quienes comparten el don del amor de Dios, la palabra del
Evangelio que anuncia que Dios nos ha amado primero y, en la plenitud de los tiempos, ha
revelado ese amor en Cristo crucificado, muerto y resucitado.
La palabra, pues, es personal. Cor ad cor loquitur: el amor le habla al amor, y su
hablar es poderoso. El líder religioso, el profeta, el Cristo, el apóstol, el sacerdote, el
predicador anuncia en signos y símbolos lo que es congruente con el don del amor que Dios
trabaja dentro de nosotros. La palabra también es social: ella lleva hacia un solo redil las
ovejas dispersas que pertenecen a un mismo rebaño porque en lo profundo de sus corazones
ellas responden al mismo misterio de amor y asombro respetuoso. La palabra, finalmente, es
histórica. Su significación es expresada al exterior. Ella tiene que hallar su lugar en el
contexto de {114} otras significaciones no religiosas. Ella tiene que tomar prestado y adaptar
un lenguaje que tanto más fácilmente habla de este mundo que de la trascendencia. Pero tales
lenguajes y contextos varían con el tiempo y lugar para darle a las palabras unas
significaciones cambiantes y a las afirmaciones, unas implicaciones cambiantes.
Se sigue que la expresión religiosa se moverá a través de las etapas de la significación
y hablará en sus diferentes campos. Cuando los campos del sentido común, de la teoría, de
la interioridad y de la trascendencia se distinguen y relacionan, uno fácilmente entiende la
diversidad de las expresiones religiosas. Porque su fuente y núcleo se encuentra en la
experiencia del misterio de amor y asombro respetuoso, y eso pertenece al campo de la
trascendencia. Sus cimientos, sus términos y relaciones básicos, su método ... se derivan del
15 Ver A. VERGOTE, "La liberté religieuse comme pouvoir de symbolisation," en L'Herméneutique de la liberté
religieuse, E. CASTELLI, ED., Paris: Aubier, 1968, pp. 383 ss. La presencia de otra persona lo saca a uno de
un contexto puramente epistemológico. Las palabras que habla introducen una nueva dimensión a la
significación. Ver también GIBSON WINTER, Elements for a Social Ethic, New York: Macmillan Publ., 1968,
pp. 99 ss. respecto a los orígenes sociales de la significación.
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4. La Religión
7. La Fe
La fe es el conocimiento que nace del amor religioso.
Primero, pues, hay un conocimiento nacido del amor. De él habló Pascal cuando
observó que el corazón tiene unas razones que la razón no conoce. Aquí entenderé por 'razón'
el compuesto de las actividades en los primeros tres niveles de la actividad cognoscitiva, a
saber, el experimentar, entender y juzgar. Entenderé por 'razones del corazón' los
sentimientos que son respuestas intencionales a los valores; y recordaré los dos aspectos de
tales respuestas, el aspecto absoluto que es un reconocimiento del valor, y el aspecto relativo
que es preferir a un valor sobre otro. Finalmente entenderé por 'corazón' al sujeto en el cuarto
nivel, el existencial, de la conciencia intencional y en el estado dinámico de estar enamorado.
La significación, pues, la observación de Pascal sería que, además del conocimiento factual
alcanzado por el experimentar, entender y verificar, hay otro tipo de conocimiento alcanzado
mediante el discernimiento del valor y los juicios de valor de una persona enamorada.
84
4. La Religión
16 "... Deus suam gloríam non quaerit propter se sed propter nos." AQUINO, Sum. theol., 2-2, q. 132, a. 1 ad 1m.
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4. La Religión
progreso tienen una raíz común en la autotrascendencia cognoscitiva y moral del hombre.
Promover cualquiera de ellas es promover indirectamente a la otra. La fe coloca los esfuerzos
humanos en un universo amigable; ella revela una significatividad última en la realización
humana; ella refuerza las nuevas empresas con la confianza. A su vez, el progreso realiza las
potencialidades del hombre y de la naturaleza; él revela que el hombre existe para producir
una realización todavía más plena de este mundo; y esa realización, debido a que es el bien
del hombre, también es la gloria de Dios. Sobre todo, la fe tiene el poder de deshacer la
decadencia. La decadencia destroza a una cultura con las ideologías en conflicto. Ella le
inflige a los individuos las presiones sociales, económicas, y psicológicas que para la
fragilidad humana equivalen a un determinismo. Ella multiplica y amontona los abusos y
absurdos que nutren el resentimiento, el odio, la ira y la violencia. No es la propaganda ni la
argumentación sino la fe religiosa la que liberará a la racionabilidad humana de sus prisiones
ideológicas. No son las promesas de los hombres sino la esperanza religiosa la que puede
capacitar a que los hombres resistan las amplias presiones de la decadencia social. Si las
pasiones han de aquietarse, si los daños no han de ser exacerbados, ni ignorados, ni solamente
paliados, sino reconocidos y quitados, entonces la posesividad y orgullo humanos tendrán
que ser remplazados por el amor religioso, por el amor del siervo sufriente, por el amor
autosacrificado. Los hombres son pecadores. Si el progreso humano no ha de ser nunca
distorsionado y destruido por la desatención, descuidos, irracionalidad e irresponsabilidad de
la decadencia, se les tendrá que recordar a los hombres su pecabilidad. Ellos tendrán que
reconocer su culpa real y enmendar sus {118} caminos. Ellos tendrán que aprender con
humildad que el desarrollo religioso es dialéctico, que la tarea del arrepentimiento y de la
conversión dura toda la vida.
8. La Creencia Religiosa
Entre los valores que la fe discierne está el valor de creer la palabra de la religión, de aceptar
los juicios de hecho y los juicios de valor que la religión propone. Tal creencia y aceptación
tiene la misma estructura que la otra creencia ya descrita en el capítulo dos. Pero ahora la
estructura se apoya en una base diferente, y esa base es la fe.
Porque, por personal e íntima que sea la experiencia religiosa, con todo, no es
solitaria. El mismo don puede ser dado a muchos, y los muchos pueden reconocer el uno en
el otro una orientación común en su vivir y sentir, en sus criterios y en sus metas. De una
comunión común con Dios, brota una comunidad religiosa.
La comunidad invita a su expresión, y la expresión puede variar. Ella puede ser
imperativa, al mandar el amor de Dios sobre todas las cosas y el amor al prójimo como a uno
mismo. Ella puede ser narrativa, el relato de los orígenes y desarrollo de la comunidad. Ella
puede ser ascética y mística, al enseñar el camino hacia el amor totalmente ultramundano y
al advertir contra los escollos en el camino. Ella puede ser teórica, al enseñar la sabiduría, la
bondad, el poder de Dios, y al manifestar sus intenciones y sus propósitos. Puede ser un
compuesto de las cuatro o de dos o tres de ellas. El compuesto puede fundir los componentes
en una sola síntesis equilibrada, o puede tomar uno como básico y utilizarlo para interpretar
y manifestar a los demás. Puede permanecer sin cambio durante siglos, y puede
periódicamente desarrollarse y adaptarse a diferentes condiciones sociales y culturales.
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4. La Religión
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4. La Religión
la edad de siete años, se piensa que ha alcanzado el uso de la razón. 17 Con todo, esto es sólo
el inicio de la autenticidad humana. Uno tiene que haber pasado bastante más allá del
remolino de la pubertad antes de llegar a ser plenamente responsable a los ojos de la ley. Uno
tiene que haber hallado por sí mismo que tiene que decidir por sí mismo lo que ha de hacer
de sí mismo; uno tiene que haber probado estar a la altura de ese momento de decisión
existencial; y uno tiene que haber continuado probándolo en todas las decisiones siguientes,
si uno ha de ser una auténtica persona humana. Este negocio altamente complejo de la
autenticidad e inautenticidad es el que tiene que remplazar la demasiado {122} simple noción
de la voluntad como fuerza arbitraria. La arbitrariedad es sólo otro nombre de la
inautenticidad. Pensar en la voluntad como fuerza arbitraria es asumir que la autenticidad
nunca existe u ocurre.
Igualmente, lo que le da plausibilidad a la noción del entendimiento puro o de la razón
pura es el hecho de que la autotrascendencia cognoscitiva es mucho más fácil que la
autotrascendencia moral. Pero esto no significa que la autotrascendencia cognoscitiva sea
fácil. Los pueblos primitivos viven bajo un régimen de mito y magia. Sólo lentamente y a
regañadientes los jóvenes llegan a dominar la gramática, la lógica, y el método. Sólo a través
de la decisión deliberada las gentes se dedican a una vida de erudición o ciencia, y sólo a
través de la renovación continua de esa dedicación realizan las metas que se han puesto ellos
mismos. Una vida de entendimiento puro o de razón pura sin el control de la deliberación,
evaluación y elección responsable es poco menos que la vida de un psicópata.
Volvamos ahora a un aspecto ulterior del asunto. Se solía decir: Nihil amatum nisi
praecognitum, el conocimiento precede al amor. La verdad de este dicho es el hecho de que
de ordinario las operaciones en el cuarto nivel de la conciencia intencional presuponen y
completan las operaciones correspondientes en los otros tres. Hay una excepción menor a
esta regla en la medida en que las gentes se llegan a enamorar, y ese llegar a enamorarse es
algo desproporcionado a sus causas, condiciones, ocasiones y antecedentes. Porque llegar a
enamorarse es un nuevo comienzo, un ejercicio de la libertad vertical en la que el mundo de
uno padece una nueva organización. En cambio, la excepción mayor a ese dicho latino es el
don que Dios hace de su amor que inunda nuestros corazones. Entonces estamos en el estado
dinámico de estar enamorados. 18 Sin embargo quién sea ese a quien amamos ni es algo dado
ni todavía es algo entendido. Nuestra capacidad de autotrascendencia moral ha hallado una
plenitud que trae una honda alegría y una profunda paz. Nuestro amor nos revela unos valores
que no habíamos apreciado, los valores de la oración y el culto, o del arrepentimiento y la
creencia. Pero si hemos de conocer lo que está sucediendo dentro de nosotros, si hemos de
aprender a integrarlo con el resto de nuestra vida, tendremos {123} que inquirir, investigar,
buscar consejo. Así sucede que en cuestiones religiosas el amor precede al conocimiento y,
como ese amor es don de Dios, el inicio mismo de la fe se debe a la gracia de Dios.
En esta muestra, no sólo se reduce grandemente el antiguo problema de la salvación
de los no cristianos, sino que también se aclara la verdadera naturaleza de la apologética
cristiana. La tarea del apologista no es ni producir en otros ni justificar ante ellos el don que
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4. La Religión
Dios hace de su amor. Sólo Dios puede dar ese don, y el don mismo se justifica a sí mismo.
Las gentes enamoradas no han razonado el hecho de que estén enamorados. La tarea del
apologista es ayudarles a otros a integrar el don de Dios con el resto de su vida. Cualquier
acontecimiento significativo en cualquier nivel de conciencia pide unos ajustes por doquier.
La conversión religiosa es un acontecimiento extremadamente significativo y los ajustes que
pide pueden ser amplios y abundantes. Respecto a algunos, uno consultará a sus amigos.
Respecto a otros, uno buscará un director espiritual. Para la información ordinariamente
necesaria, para la interpretación, para la formulación de los nuevos juicios de hecho y de
valor y para el abandono de los antiguos, uno leerá a los apologistas. Éstos no pueden ser
eficaces, porque ellos no confieren la gracia de Dios. Ellos deben ser precisos, iluminadores,
convincentes. De lo contrario le estarán ofreciendo una piedra a quien les pide un pan, y una
serpiente a quien les pida un pescado.
Una observación final se refiere a los términos. Nosotros hemos distinguido entre la
fe y las creencias religiosas. Lo hemos hecho así como consecuencia de nuestra visión de que
hay un campo en el que el amor le precede al conocimiento. También lo hemos hecho así
debido a que este modo de hablar facilita el diálogo ecuménico. Pero aunque consideramos
que nuestros fundamentos son válidos y que nuestros propósitos son legítimos, debemos
reconocer la existencia de una tradición más antigua y más respetable en la que se identifican
la fe y la creencia religiosa. Nosotros estamos tanto más dispuestos a hacer este
reconocimiento cuanto que no nos estamos alejando de la doctrina más antigua sino sólo de
la antigua manera de hablar. No nos estamos alejando de la doctrina más antigua, porque al
reconocer las creencias religiosas estamos reconociendo lo que también se ha llamado fe, y
al reconocer una fe que funda la creencia estamos reconociendo lo que se hubiera llamado
lumen gratiae o lumen fidei o sabiduría infusa. Finalmente, aunque un clasicista mantendría
que uno nunca debiera {124} apartarse de una terminología aceptada, yo debo defender que
el clasicismo no es más que la visión equivocada de concebir normativamente la cultura y de
concluir que hay sólo una cultura humana. El hecho moderno es que la cultura tiene que ser
concebida empíricamente, que hay muchas culturas, y que nuevas distinciones son legítimas
cuando las razones a su favor son explicadas y son mantenidas las verdades más antiguas.
90
5
meta es determinar lo que se quiso decir. El historiador entra en un tercer nivel; él reúne los
textos interpretados y se esfuerza por construir un solo relato o visión.
Igualmente, para poner un caso muy diferente, los físicos experimentales sólo tienen
el conocimiento y habilidades necesarias para manejar un ciclotrón. En cambio, sólo los
físicos teóricos son capaces de decir cuáles experimentos vale la pena hacer y, cuando son
hechos, cuál es la significatividad de los resultados. Una vez más un solo proceso de
investigación se divide en etapas sucesivas, y cada etapa se convierte en una especialidad
distinta.
Ha de notarse que tales especialidades funcionales están relacionadas intrínsecamente
entre sí. Ellas son partes sucesivas de un mismo proceso. Las partes anteriores están
incompletas sin las posteriores. Las posteriores presuponen a las anteriores y las
complementan. En suma, las especialidades funcionales son funcionalmente
interdependientes.
Tal interdependencia tiene el mayor interés metodológico. Primero, sin prejuicio
respecto a la unidad, ella divide y aclara el proceso que va desde los datos hasta los resultados.
Segundo, proporciona ordenadamente un nexo entre la especialización del campo, basada en
la división de los datos, y la especialización de las materias, basada en una clasificación de
los resultados. Tercero, yo pienso que se hallará que la unidad de las especialidades
funcionales superan o al menos contrarrestan las interminables divisiones de la
especialización del campo.
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5. Las Especialidades Funcionales
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5. Las Especialidades Funcionales
3. Bases de la División
Hemos indicado de manera resumida ocho especialidades funcionales. Ahora tenemos que
explicar de dónde viene esta lista de ocho y qué principios han de invocarse en las
aclaraciones ulteriores de su significación y en las delimitaciones ulteriores de su función.
El primer principio de la división es que las operaciones teológicas ocurren en dos
fases básicas. Si bien uno ha de escuchar la palabra, uno también tiene que ser testigo de ella.
Si uno se dedica a la lectio divina, en la mente se presentan las quaestiones. Si uno asimila
la tradición, uno aprende que debe transmitirla. Si uno encuentra el pasado, uno también tiene
que tomar su propia posición ante el futuro. En suma, hay una teología in oratione obliqua
que dice lo que Pablo y Juan, Agustín y Aquino y cualquier otro tuvo que decir acerca de
Dios y del plan de salvación. Pero también hay una teología in oratione recta en la que el
teólogo, iluminado por el pasado, se enfrenta a los problemas de su propia época.
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5. Las Especialidades Funcionales
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5. Las Especialidades Funcionales
mente, como en las ciencias del hombre. Tercero, estas significaciones fueron expresadas en
determinados tiempos y lugares y transmitidas a través de unos canales determinados y bajo
diversas vicisitudes. Cuarto, la expresión y transmisión fueron obra de personas que daban
testimonio de Jesucristo y que, por sus palabras y obras, ocasionaban la presente situación
religiosa.
Así pues, la investigación, la interpretación, la historia y la dialéctica revelan la
situación religiosa. Ellas median un encuentro con unas personas que dan testimonio de
Cristo. Ellas nos retan a tomar una decisión: ¿en qué manera o medida he de llevar el peso
de la continuidad o arriesgarme a tomar la iniciativa del cambio? Esa decisión, sin embargo,
primeramente no es un evento teológico sino religioso; ella pertenece al nivel anterior más
espontáneo sobre el que la teología reflexiona y al que ella ilumina y objetiva; ella entra
explícitamente en la teología sólo como reflejada y objetivada en la quinta especialidad,
fundamentos.
Con tal decisión, sin embargo, se ha efectuado la transición de la primera fase a la
segunda. La primera fase es teología mediadora. Ella es la investigación, interpretación, la
historia, la dialéctica que nos introducen al conocimiento del cuerpo de Cristo. En cambio,
la segunda fase es la teología mediada. Ella es conocimiento de Dios y de todas las cosas en
cuanto ordenadas hacia Dios, no en realidad como Dios es conocido inmediatamente (1 Cor
13,12), ni como Él es conocido mediatamente a través de la naturaleza creada, sino como Él
es conocido mediatamente a través del Cristo completo, Cabeza y miembros.
En la segunda fase se han nombrado a las especialidades en orden inverso. Como la
dialéctica, los fundamentos están en el nivel de la decisión. Como la historia, las doctrinas
están en el nivel del juicio. Como la interpretación, la sistemática se dirige al entender.
Finalmente, así como la investigación clasifica los datos del pasado, así las comunicaciones
prolonga los datos en el presente y para el futuro.
La razón del orden inverso es bastante simple. En la primera fase uno empieza por
los datos y pasa a través de las significaciones y {136} hechos hacia el encuentro personal.
En la segunda fase uno empieza por la reflexión acerca de la conversión auténtica, la emplea
como el horizonte dentro del cual han de captarse las doctrinas y buscarse una intelección de
su contenido [por la sistematización], y finalmente pasa hasta una exploración creativa de las
comunicaciones diferenciadas según los medios, según las clases de hombres, y según los
intereses culturales comunes.
4. Necesidad de la División
La necesidad de alguna división es bastante clara por las divisiones que ya existían y son
reconocidas. Así, nuestras divisiones de la segunda fase -- fundamentos, doctrinas,
sistematización, y comunicaciones -- corresponden aproximadamente a las distinciones ya
familiares entre la teología fundamental, dogmática, especulativa y pastoral o práctica.
Tampoco pueden describirse como total novedad las especialidades de la primera fase --
investigación, interpretación, historia, y dialéctica. La crítica textual y otros tipos de
investigación son proseguidos por sí mismos. Los comentarios y las monografías
interpretativas son un género bien conocido. A la historia de la iglesia, a la historia de los
dogmas, y a la historia de la teología se les ha agregado recientemente la historia de la
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5. Las Especialidades Funcionales
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5. Las Especialidades Funcionales
se reconozca generalmente un método en teología, para impedir los malos entendidos, las
malas interpretaciones, y las falsas representaciones, servirá el que el especialista dirija su
atención al hecho de la especialización y el que dé algunas indicaciones de haberse dado
cuenta de lo que ha de agregárseles a sus afirmaciones a la luz de la evidencia disponible para
otras especialidades distintas.
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5. Las Especialidades Funcionales
alguna sola obra de un autor o a un aspecto de todas sus obras, mientras que la historia surge
sólo de un acomodo de las investigaciones generales y especiales, de monografías y
comentarios. {141} La dialéctica, finalmente, halla sus unidades en las metamorfosis de lo
que es básicamente el mismo conflicto, ahora en el nivel de la vida de la religión, ahora en
las historias opuestas de los eventos anteriores, ahora en las interpretaciones teológicas.
La unidad de esta primera fase es evidentemente no estática sino dinámica. Las cuatro
especialidades se relacionan una con otra no por alguna relación lógica de premisa a
conclusión, de lo particular a lo universal, ni nada parecido, sino como unos objetos parciales
sucesivos en el proceso acumulativo que el inquirir promueve desde el experimentar hasta el
entender, que la reflexión promueve desde el entender hasta el juzgar, que la deliberación
promueve desde el juzgar hasta el decidir. Tal estructura es esencialmente abierta. La
experiencia está abierta a ulteriores datos. La intelección, a una captación más plena y más
penetrante. El juicio, al reconocimiento de unas perspectivas nuevas y más adecuadas, de
unas declaraciones más matizadas, de una información más detallada. La decisión,
finalmente, se alcanza sólo parcialmente por la dialéctica, la cual tiende a eliminar las
oposiciones evidentemente tontas y así reduce los asuntos, pero no ha de esperarse que vaya
hasta las raíces de todos los conflictos porque, a fin de cuentas, los conflictos tienen su base
en el corazón del hombre.
La interdependencia es una dependencia recíproca. No sólo la interpretación depende
de la investigación, sino que también la investigación depende de la interpretación. No sólo
la historia depende tanto de la investigación cuanto de la interpretación, sino que igualmente
la historia proporciona el contexto y las perspectivas dentro de las cuales operan la
investigación y la interpretación. No sólo la dialéctica depende de la historia, interpretación
e investigación, sino que en sentido contrario, en la medida en que la dialéctica esté fundada
trascendentalmente será capaz, como veremos, de proporcionarles a la interpretación y a la
historia unas estructuras heurísticas, así como las matemáticas les proporciona a las ciencias
naturales tales estructuras.
Tal dependencia recíproca se lleva a cabo más fácilmente cuando las cuatro
especialidades las realiza un solo especialista. Porque, dentro de los confines de una sola
mente, la interdependencia de la experiencia, intelección, juicio, y decisión se lleva a cabo
espontáneamente y sin esfuerzo. Queda, sin embargo, que cuanto más se desarrollen las
especialidades, cuanto más se refinen sus técnicas, cuanto más delicadas sean las operaciones
que ellas realizan, tanto menos posible {142} será para el especialista individual dominar
todas las cuatro especialidades. Entonces deberá recurrirse al trabajo en equipo. Los
diferentes especialistas deberán entender la pertinencia del trabajo del otro para el suyo
propio. Ellos deberán estar familiarizados con lo que ya se ha llevado a cabo y así ser capaces
de captar cada nuevo desarrollo. Finalmente, ellos deberán tener una fácil y rápida
comunicación, de suerte que todos puedan aprovechar inmediatamente los adelantos logrados
por cualquier otro, y cada uno pueda ser capaz de establecer inmediatamente los problemas
y dificultades que surjan en su propia especialidad por los cambios propuestos en otra.
Así como la primera fase se levanta desde la casi interminable multiplicidad de los
datos, primero hasta una unidad interpretativa, luego hasta una unidad narrativa, y finalmente
hasta una unidad dialéctica, así la segunda fase desciende desde la unidad de un horizonte
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5. Las Especialidades Funcionales
1 Sólo unos casos concretos pueden transmitir lo que significa la frase "su función propia de alcanzar sus
resultados recurriendo a los datos." Así le pido a cualquier lector no familiarizado con mi significación, que
lea a STEPHEN NEIL, The Interpretation of the New Testament, 1861-1961, London: Oxford University Press,
1964, pp. 36-59, respecto a la refutación que J. B. Lightfoot hizo de la datación de F. C. Baur sobre los escritos
del Nuevo Testamento.
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5. Las Especialidades Funcionales
predestinada al fracaso. Uno tendería siempre a dejar pasar eventos significativos y a valorar
en mucho asuntos menores. El lenguaje de uno sería impreciso o fuera de época; los énfasis
de uno, equivocados; las perspectivas de uno, distorsionadas; las omisiones de uno,
intolerables. Lo que es verdadero de las matemáticas, química, o medicina también es
verdadero de la religión y de la teología. Actualmente es un lugar común decir que para
entender una doctrina es mejor que uno estudie su historia. No es {144} menos verdadero que
para escribir la historia uno tiene que entender la doctrina.
Hay una afinidad algo semejante entre la dialéctica y los fundamentos. Los
fundamentos objetivan a la conversión. Ellos sacan a la luz los polos opuestos de un conflicto
en la historia personal. Aunque nosotros no podemos esperar una sola y uniforme explicación
de la conversión auténtica, con todo, cualquier explicación plausible les agregará una
dimensión de profundidad y seriedad a los análisis alcanzados por la dialéctica. Esa
profundidad y seriedad, a su vez, reforzarán al espíritu ecuménico de la dialéctica y, al mismo
tiempo, debilitarán sus tendencias meramente polémicas.
Finalmente, de los casos anteriores de interdependencia se sigue una interdependencia
general, aunque indirecta, de la primera y la segunda fases. Porque las cuatro especialidades
de la primera fase son interdependientes. De manera semejante, las cuatro especialidades de
la segunda fase son interdependientes. Así, la interdependencia de la dialéctica y de los
fundamentos, y de la historia y de las doctrinas, implica a todas las ocho especialidades en
una interdependencia al menos indirecta.
Tal, pues, es en esbozo la unidad dinámica de la teología. Es una unidad de partes
interdependientes, de las que cada una se ajusta a los cambios en las otras, y el todo se
desarrolla como resultado de tales cambios y ajustes. Además, este proceso e interacción
internos tiene sus relaciones externas. Porque la teología como un todo funciona dentro del
contexto más amplio de la vida cristiana, y la vida cristiana, dentro del proceso todavía más
amplio de la historia humana.
6. Conclusión
La teología cristiana se ha concebido como die Wendung zur Idee, el desplazamiento hacia
el sistema, que ocurre dentro del cristianismo. Ella hace temático lo que ya es una parte de la
vida cristiana. Tal diferenciación y desarrollo dentro de la vida cristiana se ve seguida por
ulteriores diferenciaciones y desarrollos dentro de la teología misma. Porque la teología se
divide en una fase mediadora, que encuentra el pasado, y una fase mediada, que enfrenta el
futuro. Cada una de las fases se subdivide en cuatro especialidades funcionales. Éstas
interactúan mutuamente conforme la teología se esfuerza por contribuir a satisfacer las
necesidades de la vida {145} cristiana, actuar sus potencialidades, y aprovechar las
oportunidades que le ofrece la historia mundial.
Así como esta concepción de la teología empieza por la noción de la especialización
funcional, así otras concepciones se apoyan en las nociones de la especialización de las
materias o del campo. La especialización de las materias es propuesta en la división
aristotélica de las ciencias por sus objetos formales, y en este contexto es donde la teología
en el pasado ha sido definida como la ciencia de Dios y de todas las cosas en sus relaciones
con Dios, dirigida bajo la luz de la revelación y la fe. Por otra parte, la especialización del
104
5. Las Especialidades Funcionales
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Parte Segunda
El Núcleo
6
La Investigación
1 En el capítulo final sobre las Comunicaciones algo se dirá acerca de la relación de la teología con los estudios
de la religión y los estudios del hombre.
6. La Investigación
No pueden ser correctas todas las respuestas. Pero comprobar la respuesta correcta no
ocurrirá hasta que se llegue a la sexta especialidad funcional, las doctrinas. Pero, ¿cómo habrá
de llegarse a la sexta especialidad, si uno no conoce cuáles sean las áreas pertinentes para la
investigación teológica, ni cómo haya de sopesarse cada área?
Mi respuesta es dejar que los teólogos cristianos empiecen por donde ya se
encuentren. Cada uno considerará una o más áreas pertinentes para la investigación teológica.
Que él trabaje ahí. Él encontrará que el método está diseñado para hacerse cargo del tema.
Después de todo, los teólogos cristianos no sólo están en desacuerdo respecto a las
áreas pertinentes para la investigación teológica, sino también respecto a la interpretación de
los textos, a que los eventos hayan ocurrido, a la significatividad de los movimientos. Tales
diferencias pueden tener bases bastantes diferentes. Algunas pueden ser eliminadas por un
progreso ulterior en la investigación, interpretación, o historia, y pueden ser abandonadas al
oficio curativo del tiempo. Algunas pueden resultar de un pluralismo en desarrollo: existen
culturas dispares y diversas diferenciaciones de conciencia; y ha de tenderse un puente sobre
tales diferencias desarrollando la transportación adecuada desde una cultura hasta la otra o
desde una diferenciación de conciencia a otra. Otras, finalmente, surgen porque la conversión
intelectual, moral o religiosa no haya ocurrido, y {151} nuestros capítulos sobre la Dialéctica
y sobre los Fundamentos intentarán indicar cómo estas diferencias pueden ser sacadas a la
luz de suerte que los hombres de buena voluntad puedan descubrirse el uno al otro.
Finalmente, por supuesto, el método no es una calle con el tránsito en un solo sentido.
Las varias especialidades interactúan. Si en las doctrinas un teólogo cambia su modo de
pensar acerca de las áreas pertinentes para la investigación teológica, él se verá inclinado
también a cambiar su práctica en la investigación.
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7
La Interpretación
{153} Nosotros nos interesamos en la interpretación como una especialidad funcional. Ella
se relaciona con la investigación, la historia, la dialéctica, los fundamentos, las doctrinas, la
sistematización y las comunicaciones. Depende de ellas y ellas dependen de ésta. No
obstante, tiene su fin propio y su modo específico de operar. Ella puede tratarse
separadamente. 1
Seguiré una terminología bastante común y entenderé por 'hermenéutica' los
principios de interpretación, y por 'exégesis,' la aplicación de los principios a una determinada
tarea. La tarea por vislumbrarse será la interpretación de un texto, pero la presentación será
tan general que pueda aplicársela a cualquier tarea exegética.
Primero, pues, no todo texto necesita la exégesis. En general, cuanto más sistemático
sea un texto en su concepción y ejecución, tanto menos tendrá necesidad de alguna exégesis.
Así, los Elementos de Euclides fueron compuestos hace cerca de veintitrés siglos. Uno tiene
que estudiar para llegar a entenderlos, y ese trabajo puede reducirlo grandemente un profesor
competente. Pero aunque cuesta trabajo llegar a entender a Euclides, no se lo tiene que
interpretar. La intelección correcta es única; puede mostrarse {154} que una intelección
incorrecta esté equivocada; y así, aunque haya habido interminables comentaristas a los
claros y sencillos Evangelios, existen poca o ninguna literatura exegética sobre Euclides.
Sin embargo, además del modo sistemático de las operaciones cognoscitivas, también
se da el modo del sentido común. Más aún, el sentido común tiene muchas ramas. El sentido
común no es común para todos los hombres de todos los tiempos y lugares, sino para los
miembros de una comunidad que tienen éxito en comunicarse mutuamente. Entre ellos, las
afirmaciones de sentido común tienen una significación perfectamente obvia y no necesitan
ninguna exégesis. Ahora bien, las afirmaciones pueden ser transportadas a otras comunidades
distantes en lugar o tiempo. Los horizontes, valores, intereses, desarrollo intelectual, y
experiencia pueden diferir. La expresión puede tener unos componentes intersubjetivos,
artísticos y simbólicos que parezcan extraños. Entonces surgirá la pregunta: ¿Qué significa
esa sentencia, ese párrafo, ese capítulo, ese libro? Parecerán posibles muchas respuestas, y
ninguna parecerá suficientemente satisfactoria.
1Una de las ventajas de la noción de especialidad funcional es precisamente esta posibilidad de tratar por
separado unos asuntos que de lo contrario se harían tremendamente complejos. Ver, por ejemplo, obras tan
monumentales como la de EMILIO BETTI, Teoria generale della interpretazione, Milano: Giuffrè, 1955, y la
de HANS-GEORG GADAMER, Wahrheit und Methode, Tübingen: Mohr, 1960 [Verdad y Método, traducción
española de Ana Agud Aparicio y Rafael de Agapito, Salamanca: Sígueme, 41991; Verdad y Método II, trad.
esp. de Manuel Olasagasti, Salamanca: Sígueme, 1992]. O véase mi propia discusión de la verdad de una
interpretación en el Insight, pp. 562-594 [COL 3, 585-617], y obsérvese cómo las ideas presentadas ahí se
repiten aquí en unas especialidades muy diferentes. Por ejemplo, lo que ahí se llama un punto de vista
universal, aquí se realiza al proponer una distinta especialidad funcional llamada dialéctica.
Respecto al trasfondo histórico del pensamiento hermenéutico contemporáneo, ver H. G. GADAMER, op. cit.,
pp. 162-250.
7. La Interpretación
110
7. La Interpretación
[III] Determinar la que uno juzga ser la intelección correcta del texto suscita la
pregunta por la tarea precisa del exegeta, por las categorías que él tenga que emplear, por el
lenguaje que él tenga que hablar.
111
7. La Interpretación
Estas opiniones, yo diría, a la vez son correctas y están equivocadas. Son correctas al
criticar un mal muy conocido: los intérpretes tienden a imputarles a los autores unas
opiniones que los autores no expresaron. Ellas están equivocadas en el remedio que
proponen, porque dan por supuesto que todo lo que un intérprete tenga que hacer sea mirar
un texto y ver lo que está ahí. Eso está bastante equivocado.
El principio de la cabeza vacía se apoya en un intuicionismo ingenuo. Así, lejos de
acometer la compleja tarea de, primero, entender el objeto, las palabras, al autor, a sí mismo
y de, segundo, juzgar lo correcto de la propia intelección y de, tercero, advertir los problemas
al expresar la propia intelección y juicio, el principio de la cabeza vacía le pide al intérprete
que olvide sus propias visiones, que mire lo que está 'afuera-ahí', que deje que el autor se
interprete a sí mismo. De hecho, ¿qué está 'afuera-ahí'? Está sólo una serie de signos.
Cualquier cosa además de una reexpresión de los mismos signos en el mismo orden estará
mediada por la experiencia, intelección y juicio del intérprete. Cuanto menor sea esa
experiencia, cuanto menos cultivada esté esa intelección, cuanto menos formado esté ese
juicio, será mayor la probabilidad de que el intérprete le impute al autor una opinión que el
autor nunca haya abrigado. Por otra parte, cuanto más amplia sea la experiencia del intérprete,
cuanto más profundo y más pleno sea el desarrollo de su entender, cuanto más equilibrado
sea su juicio, tanto mayor será la probabilidad de que él descubra precisamente lo que el autor
significó. La interpretación no es sólo cuestión de mirar los signos. Eso es necesario, pero no
es menos necesario que, guiado por los signos, uno pase desde el conocimiento general
habitual de uno hasta el conocimiento actual y más {158} particular; y cuanto mayor sea el
conocimiento habitual que uno posea, será mayor la probabilidad de que uno sea guiado por
los signos mismos y no por las preferencias personales y por el trabajo de conjeturar. 2
2 Conectado con esto, BULTMANN ha escrito: "Nada es más tonto que requerir que un intérprete deba hacer
callar a su subjetividad, extinguir su individualidad si es que ha de alcanzar el conocimiento objetivo. Ese
requisito tiene sentido sólo en la medida en que se suponga que signifique que el intérprete deba hacer callar
sus deseos personales respecto al resultado de la interpretación. ... Por lo demás, desafortunadamente, el
requisito descuida la esencia misma del entender genuino. Tal entender presupone precisamente la máxima
vividez del sujeto que entiende y el desarrollo lo más rico posible de su individualidad." De un artículo
titulado "Das Problem der Hermeneutik," Zschr. f. Theol. u. Kirche, 47 (1950), 64. Reimpreso en Glauben
und Verstehen, II, 230.
Estoy de acuerdo con esta visión tal como está. Sin embargo, yo hago una distinción precisa entre el entender
y el juzgar, entre el desarrollo del uno y el del otro. Bultmann permanece en la tradición kantiana, en la que
se considera que el Verstand sea la facultad del juicio.
+ La explicación de la interpretación puede hallarse también en "Horizontes que se unen: El Sistema, el Sentido
Común, y la Erudición." COL. 14.
112
7. La Interpretación
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7. La Interpretación
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7. La Interpretación
moralidad, y religión. Más aún, en la medida en que la conversión es sólo el paso básico, en
la medida en que quede pendiente el trabajo de elaborar todo desde el nuevo y más profundo
punto de vista, en esa medida resultará la característica de lo clásico planteada por Friedrich
Schlegel: "Un clásico es un escritor que nunca es entendido plenamente. Pero las personas
educadas y que se educan a sí mismas siempre querrán aprender más de él."3
De esta dimensión existencial se sigue otro componente básico en la tarea de la
hermenéutica. Los clásicos fundamentan una tradición. Ellos crean el medio ambiente en que
son estudiados e {162} interpretados. A través de la tradición cultural, los clásicos producen
en el lector la mentalidad, el Vorverständnis, con los que serán leídos, estudiados e
interpretados. Ahora bien, tal tradición puede ser genuina, auténtica, -- una larga acumulación
de chispazos inteligentes, ajustes, reinterpretaciones -- que repita el mensaje original
renovado para cada época. En ese caso el lector exclamará, como lo hicieran los discípulos
en el camino a Emaús: "¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos
hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?" (Lc 24,32). Por otra parte, la tradición
puede ser inauténtica. Ella puede consistir en un diluir el mensaje original, en reformularlo
en términos y significaciones que concuerden con las suposiciones y convicciones de quienes
le hayan sacado la vuelta al asunto de la conversión radical. En ese caso, una interpretación
genuina se enfrentará a la incredulidad y al ridículo, como le pasó a san Pablo cuando predicó
en Roma y se vio forzado a citar a Isaías: "Ve a encontrar a este pueblo y dile: Escucharán
bien, pero no entenderán; mirarán bien, pero no verán" (Hch 28,26).
En este punto uno pasa desde la especialidad funcional de la interpretación hasta las
especialidades funcionales de la historia, dialéctica, y fundamentos. Si el intérprete ha de
conocer no sólo lo que su autor significó sino lo que es así, entonces tendrá que ser crítico no
sólo de su autor sino también de la tradición que haya formado su propia mentalidad. Con
ese paso él se verá empujado más allá de la historia escrita hasta la historia que se hace.
3 Citado por H. G. GADAMER, Wahrheit und Methode, Tübingen: Mohr, 1960, p. 274, n. 2.
4 Respecto a los juicios del sentido común, ver el Insight, pp. 283-299 [COL 3, pp. 308-324].
115
7. La Interpretación
Así llega uno a hacer a un lado los propios intereses y preocupaciones iniciales, hasta
compartir los del autor y reconstruir el contexto de su pensamiento y lenguaje. 5
Pero, ¿qué significa precisamente la palabra 'contexto'? Tiene dos significaciones.
Está la significación heurística que tiene la palabra al principio de una investigación, y le dice
a uno dónde buscar para hallar el contexto. Está la significación actual que adquiere la palabra
conforme uno sale del propio horizonte inicial y pasa a un horizonte más pleno que incluye
una parte significativa del horizonte del autor.
Heurísticamente, pues, el contexto de la palabra es la sentencia. El contexto de la
sentencia es el párrafo. El contexto del párrafo es el capítulo. El contexto del capítulo es el
libro. El contexto del libro son las opera omnia del autor, su vida y su época, el estado de la
cuestión en su tiempo, sus problemas, sus probables lectores, alcance y meta.
Actualmente, el contexto es el entretejerse de preguntas y respuestas en grupos
limitados. Responder cualquier pregunta dará origen a ulteriores preguntas. Responderlas
dará origen a más todavía. Pero, aunque este proceso puede repetirse una cantidad de veces,
aunque pudiera proseguir indefinidamente si uno se mantuviera cambiando el tópico, con
todo, no proseguirá indefinidamente en un mismo tópico. Así, el contexto es el nido de
preguntas y respuestas entrelazadas o entretejidas; es limitado en la medida en que todas las
preguntas y respuestas tengan una relación, directa o indirecta, con un solo tópico; y debido
a que es limitado, llegará un punto en una investigación donde ya no surjan ulteriores
preguntas pertinentes, y entonces habrá surgido la posibilidad del juicio. Cuando ya no haya
ulteriores preguntas pertinentes, ya no habrá {164} ulteriores chispazos inteligentes que
completen, corrijan, maticen a aquellos que ya se hayan alcanzado.
Con todo, ¿qué es este tópico único que limita el grupo de preguntas y respuestas
pertinentes? Como la distinción entre las significaciones heurística y actual de la palabra
'contexto' deja en claro, el tópico único es algo por descubrirse en el curso de la investigación.
Por persistencia, buena suerte o ambas, uno le atina a un elemento en el grupo entretejido de
preguntas y respuestas. Uno prosigue el propio descubrimiento mediante preguntas
ulteriores. Antes o después uno le atina a otro elemento, y después a varios más. Hay un
período en el que los chispazos inteligentes se multiplican a gran velocidad, cuando las
perspectivas de uno están siendo constantemente revisadas, ampliadas, matizadas, refinadas.
Uno llega a un punto donde surge la visión global, cuando otros componentes embonan en el
cuadro de manera subordinada, cuando ulteriores preguntas dan rendimientos cada vez
menores, cuando uno puede decir precisamente lo que estaba sucediendo y respaldarlo con
la convergencia de muy numerosas evidencias.
Así pues, el tópico único es algo que puede indicarse en general en una frase o dos,
pero puede desdoblarse en un grupo con frecuencia enormemente complejo de preguntas y
respuestas subordinadas e interconectadas. Uno alcanza ese grupo al esforzarse
persistentemente en entender el objeto, entender las palabras, entender al autor y, si es
necesario, entenderse a sí mismo. La clave para tener éxito es continuar advirtiendo lo que
todavía no se haya entendido, porque eso es la fuente de ulteriores preguntas, y atinarles a
5 Mi propia experiencia de este cambio se dio al escribir mi disertación doctoral. Yo había sido educado como
molinista. Yo estaba estudiando del pensamiento de santo Tomás sobre la Gratia Operans, estudio publicado
posteriormente en Theological Studies, 1941-42. En un mes o algo así era completamente evidente para mí
que el molinismo no tenía ninguna contribución que hacer para una intelección de Aquino.
116
7. La Interpretación
las preguntas dirigirá la atención a las partes o aspectos del texto donde puedan hallarse las
respuestas. Así, R. G. Collingwood ha alabado "el famoso consejo de Lord Acton: 'Estudia
problemas; no períodos.' "6 Así, H. G. Gadamer ha alabado la insistencia de Collingwood en
que el conocimiento no sólo consiste en proposiciones, sino en respuestas a unas preguntas,
de suerte que para entender las respuestas uno tiene también que entender las preguntas. 7 Sin
embargo, por ahora me refiero no sólo a la significatividad de las preguntas así como de las
respuestas -- aunque, por supuesto, eso está plenamente {165} de acuerdo con mi teoría del
conocimiento -- sino que también lo hago al entrelazamiento de preguntas y respuestas y el
posible encierro de esa multiplicidad interrelacionada dentro de una unidad superior limitada.
Porque el surgimiento de ese encierro es el que lo capacita a uno a reconocer que la tarea se
ha completado y a declarar la interpretación de uno como probable, muy probable, o en
algunos aspectos, quizá, cierta.
7. Una Aclaración
Unos cuantos contrastes le pueden añadir claridad a lo que he estado diciendo. Collingwood
ha concebido la historia como re-actuar el pasado. Schleiermacher ha pretendido que el
intérprete entenderá el texto mejor que lo que lo hizo el autor. Hay algo en estas afirmaciones,
pero como ellas no son lo suficientemente precisas eso puede llevar a un malentendido. Para
aclarar las cosas permítaseme poner un ejemplo concreto. Tomás de Aquino realizó un
notable desarrollo en la teología de la gracia. Él no lo hizo de un solo golpe, sino en una serie
de escritos a lo largo de un período de doce años o más. Ahora bien, aunque no hay ninguna
duda de que Aquino estuviera bastante consciente de lo que estaba haciendo en cada una de
las ocasiones en las que volvió sobre el tema, con todo, en ninguna de las ocasiones primeras
se daba cuenta de lo que habría de hacer en las ocasiones siguientes, y simplemente no hay
ninguna evidencia de que después de las ocasiones posteriores él regresara a revisar todos
sus escritos sobre el asunto, observara cada uno de la larga y complicada serie de pasos en
los que se efectuó el desarrollo, captara sus interrelaciones, viera lo que lo hacía a él
precisamente avanzar y, tal vez, lo que lo detuviera en cada uno de los pasos. Ahora bien,
una tal reconstrucción de todo el proceso es precisamente lo que hace el intérprete. Su visión
global, su nido de preguntas y respuestas, es precisamente una captación de este abanico de
interconexiones e interdependencias constitutivas de un solo desarrollo.
Así pues, lo que hallo de verdadero en el alegato de Schleiermacher es que el
intérprete puede entender muy plena y precisamente algo que el autor conociera sólo de
manera muy vaga y general. Más aún, este conocimiento preciso tendrá un enorme valor para
interpretar el texto. Pero de aquí no se sigue que el intérprete vaya a entender el texto mejor
que lo que lo hiciera el autor porque, aunque el intérprete pueda tener una firme captación de
todo {166} lo que estuviera sucediendo, será en realidad muy raro que él tenga acceso a unas
fuentes y circunstancias que tendrían que ser conocidas si se hubieran de explicar las muchas
cosas accidentales del texto. Igualmente, con respecto a Collingwood, es verdadero que el
intérprete o historiador reconstruye, pero no es verdadero que en el pensamiento él
reproduzca el pasado. En nuestro ejemplo, lo que Aquino estaba haciendo era desarrollar la
6 R. G. COLLINGWOOD, Autobiography, London: Oxford University Press, 11939, 51967, p. 130. Ver también
The Idea of History, Oxford: Clarendon, 1946, p. 281.
7 H. G. GADAMER, op. cit., p. 352.
117
7. La Interpretación
118
7. La Interpretación
menor importancia. Esta cadena de posibilidades es la que lleva a los exegetas a hablar con
mayor o menor confianza o desconfianza y con muchas distinciones cuidadosas entre los
elementos más probables y los menos probables en sus interpretaciones.
119
7. La Interpretación
120
7. La Interpretación
una seminario que repite un descubrimiento previo. Esto se hace al seleccionar alguna
monografía compleja y básicamente convincente, al hallar en las fuentes originales las claves
y pistas que llevaron al autor a su descubrimiento, al señalarle a los propios estudiantes unas
tareas basadas en estas claves y pistas de suerte que ellos puedan repetir sus descubrimientos.
Aunque sea sólo un redescubrimiento, es una experiencia estimulante para los estudiantes, y
también les sirve a ellos el que en uno de sus seminarios se hayan enfrentado a {171} una
obra ya terminada y hayan entendido por qué y en qué sentido estaba terminada.
Sin embargo, el exegeta no sólo tiene que hablarles a sus colegas de su propio campo
y a sus pupilos sino también a la comunidad teológica, a los exegetas de otros campos y a
quienes están dedicados principalmente a otras especialidades funcionales. Yo sugiero que
aquí se dan dos procedimientos, uno básico y otro complementario.
El procedimiento básico lo derivo de una descripción de Albert Descamps del teólogo
bíblico en cuanto exegeta. Él argumentó que la teología bíblica+ debía ser tan múltiple y
diversa como lo son, para el exegeta despierto, los innumerables autores bíblicos. Así, habrá
tantas teologías bíblicas cuantos autores inspirados hubo, y el exegeta pretenderá sobre todo
respetar la originalidad de cada uno de ellos.
Él se mostrará feliz de avanzar lentamente, y con frecuencia seguirá los caminos de
los principiantes. Sus descripciones transmitirán el sentimiento de las cosas pasadas ya hace
mucho; ellas le darán al lector una impresión de lo extranjero, de lo extraño, de lo arcaico;
su inquietud por la genuinidad aparecerá en la elección de un vocabulario tan bíblico cuanto
sea posible; y tendrá cuidado de evitar cualquier transportación prematura a un lenguaje
posterior, aun cuando ese lenguaje esté aprobado por una tradición teológica.
Cualquier presentación general tendrá que basarse en la cronología y en la historia
literaria de los libros bíblicos. Si es posible, será genética en su estructura; y por esta razón
las cuestiones de fecha y autenticidad, que pudieran considerarse secundarias en la teología
bíblica, realmente tienen una importancia decisiva.
Además, las presentaciones generales no serán muy generales. Si se refieren a toda la
biblia, se limitarán a un aspecto muy específico. Si su objeto es más complejo, se reducirán
a algún solo escrito o grupo de escritos. Si una teología bíblica fuera a pretender presentar la
totalidad o una parte muy grande de la biblia, lo pudiera hacer sólo contentándose con ser tan
variada e internamente diferenciada como una 'historia general' de Europa o del mundo.
El obispo Descamps admite que es verdadero que haya quienes sueñen en una especie
de atajo, en una presentación del plan {172} divino que recorra la historia de los dos
+[Según apareció en Lonergan Studies Newsletter 14 (1993), p. 9, Lonergan escribió lo siguiente respecto a la
teología bíblica, en la pág. 112 de una libreta de notas:
"Teología bíblica = estudio del contenido religioso de la Biblia, esto es, no los lenguajes de la Biblia, ni la
geografís de la Biblia, ni los estilos literarios de la Biblia, etc., sino la religión. Y no la religión de la Biblia
como parte de la historia de las religiones, sino como un componente en mi compromiso, etc., en cuanto
conectada con mi fe, relevante para mi captación de Dios.
"Esto es, la historia de la religión pasada en cuanto conectada vitalmente con la religión presente mía; esto es,
el problema central de la teología es el pasar del pasado al presente. Si el exegeta hablara como Isaías habló,
no lo entenderíamos; si habla como hablamos nosotros, nos preguntaríamos o dudaríamos que nos esté
diciendo lo que Isaías quiso decir. Decir que él se mete en la mentalidad de Isaías, o algo semejante, es sólo
un mito."
121
7. La Interpretación
testamentos; y muchos de ellos pretenderán que ésta sea casi la función propia de la teología
bíblica. Pero él mismo sostiene la opinión contraria. Un esbozo del plan divino le pertenece
a la teología bíblica sólo en la medida en que un historiador se pueda sentir a sus anchas con
él; ni siquiera el creyente alcanza el plan divino excepto a través de las variadas intenciones
de los muchos escritores inspirados. 10
La anterior explicación de la expresión propia de un exegeta al hablarle a la
comunidad teológica me parece eminentemente pertinente, sana y sólida. Tal vez muchos
duden en concordar con el rechazo de las presentaciones generales del plan divino que recorre
la historia escriturística. Pero pienso que ellos también cambiarán de dirección cuando se
trace una distinción: esas exposiciones generales son muy importantes en la especialidad
funcional de las comunicaciones, pero ellas no son el vehículo por el cual el exegeta les
comunica sus resultados a la comunidad teológica.
Queda, sin embargo, que el modo básico de expresión recién descrito tiene que
completarse. Aunque todos los teólogos deban tener algún entrenamiento en exégesis, no
pueden convertirse en especialistas en todos los campos; y aunque el exegeta de textos
antiguos muy propiamente dé la impresión de lo extranjero, lo extraño, lo arcaico, sus lectores
no pueden contentarse con quedarse ahí. Parecería que esta necesidad esté en la raíz de los
esfuerzos por retratar la mentalidad hebrea, el helenismo, el espíritu de la escolástica, etc. Sin
embargo, estos retratos conducen demasiado fácilmente a que surjan unas meras entidades
ocultas. A no ser que uno mismo sea un especialista en el campo, uno no conocerá cómo
matizar sus generalidades, ni cómo corregir sus simplificaciones, ni cómo evitar las
inferencias equivocadas. Lo que se necesita no es la mera descripción sino la explicación. Si
se le mostrara a la gente cómo hallar en su propia experiencia los elementos de la
significación, cómo estos elementos pueden reunirse en antiguos modos de significación, por
qué en la antigüedad los elementos se reunieron de esa manera, entonces se encontrarían ellos
mismos en posesión de una herramienta muy precisa, la conocerían en todas sus presupuestos
e implicaciones, se {173} podrían formar por sí mismos una noción exacta y podrían
comprobar cuán bien explicara las cosas extranjeras, extrañas, arcaicas presentadas por los
exegetas.
¿Esto es un proyecto posible? ¿Pudiera sugerir que la sección acerca de las etapas de
la significación (en el capítulo 3) ofrece un inicio? Si el método trascendental acompañado
por unos cuantos libros de Cassirer y Snell pudo realizar este inicio, ¿por qué no pudiera
rendir mucho más el método trascendental, acompañado por el conocimiento a la vez extenso
y preciso de muchos exegetas en muchos campos? Los beneficios serían enormes; no sólo se
conocerían y apreciarían mejor los logros de los exegetas, sino que también la teología como
un todo se desharía de las entidades ocultas generadas por un tipo de investigación y
pensamiento inadecuadamente metódico.
10 ALBERT DESCAMPS, "Réflexions sur la méthode en théologie biblique," Sacra Pagina, I, 142 s., Paris:
Gabalda, y Gembloux: Duculot, 1959.
122
8
La Historia
{175} La palabra 'historia' se emplea en dos sentidos. Está (1) la historia [vivida] de la que se
escribe, y está (2) la historia escrita. La historia [escrita] (2) busca expresar el conocimiento
de la historia [vivida] (1).
El objeto preciso del inquirir histórico y la naturaleza precisa de la investigación
histórica son cuestiones no poco obscuras. Esto no se debe a que no haya buenos
historiadores. No se debe a que los historiadores no hayan aprendido en general lo que tienen
que hacer. Principalmente se debe a que el conocimiento histórico es una instancia del
conocimiento, y pocas gentes están en posesión de una satisfactoria teoría del conocimiento.1
1. Naturaleza e Historia
Un primer paso será establecer las diferencias básicas entre la historia y las ciencias naturales,
y empezaremos con unas cuantas reflexiones sobre el tiempo.
{176} Uno puede pensar en el tiempo en relación con preguntas tales como ¿qué es el
tiempo?, ¿qué es una fecha?, ¿qué tan pronto?, ¿hace cuánto tiempo? Sobre esa base se llega
a la definición aristotélica de que el tiempo es el número o medición determinada por las
etapas iguales sucesivas de un movimiento local. Es un número cuando uno responde: tres
en punto o 26 de enero de 1969. Es una medición cuando uno responde: tres horas, o 1969
años. Uno puede prolongar más esta línea de pensamiento preguntando si hay sólo un tiempo
para el universo o, por otra parte, si hay tantos tiempos distintos cuantos distintos
movimientos locales haya. Ahora bien, en el sistema ptolemaico existía un solo tiempo
estándar para el universo, puesto que la más alejada de las esferas celestiales, el primum
mobile, contenía al universo material y era la primera fuente de todo movimiento local.
Cuando se aceptó la teoría copernicana, se desvaneció el primum mobile, pero permaneció
un solo tiempo estándar, supervivencia que Newton explicó al distinguir el movimiento
verdadero y el aparente, y al concebir el movimiento verdadero como relativo al espacio
absoluto y al tiempo absoluto. Finalmente, con Einstein, se desvaneció el tiempo absoluto de
1GERHARD EBELING ha expresado una visión semejante. Él considera incuestionable que la ciencia histórica
moderna está todavía muy lejos de ser capaz de ofrecer una explicación teórica inobjetable del método
histórico crítico, y que ella necesita la cooperación de la filosofía para alcanzar esa meta. Word and Faith,
London: SCM, 1963, p. 49. Publicado originalmente como "Die Bedeutung der historisch-kritischen
Methode," Zschr. f. Theol. u. Kirche, 47 (1950), 34.
Un ejemplo más concreto del asunto puede obtenerse al leer los Epilegomena en R. G. COLLINGWOOD, The Idea
of History, Oxford: Clarendon, 1946. Las primeras tres secciones sobre la Naturaleza y la Historia, la
Imaginación Histórica, y la Evidencia Histórica tocan precisamente el punto. La cuarta sobre la Historia como
Re-Actuación se complica por los problemas del idealismo. Ver ibid., Prefacio del Editor, pp. vii-xx. Ver
también ALAN DONAGAN, The Later Philosophy of R. G. Collingwood, Oxford: Clarendon, 1962.
8. La Historia
Newton, y surgieron tantos tiempos estándar cuantas marcos de referencia inerciales haya
que estén en movimiento relativo. 2
Ahora bien, la anterior noción [aristotélica] del tiempo ciertamente tiene gran
importancia para el historiador, porque él tiene que fechar sus eventos. Sin embargo, no es
una explicación adecuada de lo que es el tiempo, porque se limita a contar, medir y relacionar
mutuamente en una visión comprehensiva a todos los casos posibles de tal contar y medir.
Más aún, este aspecto del tiempo es el que sugiere la imagen del tiempo como secuencia de
instantes indivisibles, imagen que concuerda muy poco con nuestra experiencia del tiempo.
Afortunadamente, además de las preguntas acerca del tiempo que se responden con
números y mediciones, hay otro grupo diferente que se refiere al 'ahora.' Aristóteles preguntó
si hay una sucesión de 'ahoras' o únicamente un solo 'ahora.' Él respondió con una
comparación. Así como el 'tiempo' es la medición del movimiento, así el 'ahora corresponde
al cuerpo que se está moviendo. En la medida en que haya {177} sucesión, habrá diferencia
en el 'ahora.' Pero apuntalando tales diferencias está la identidad del substrato. 3
Ahora bien, el que se advierta la identidad del substrato, el cuerpo que se está
moviendo, quita de la noción del tiempo el extrinsecismo total de cada momento con relación
al siguiente. Sin duda, cada momento sucesivo es diferente, pero en la diferencia hay también
una identidad.
Con esta clave podemos avanzar hasta nuestra experiencia del tiempo. Hay una
sucesión en el flujo de actos conscientes e intencionales; hay identidad en el sujeto consciente
de los actos; puede haber identidad o sucesión en el objeto al que tienden los actos. El análisis
puede revelar que lo que actualmente es visible es una sucesión de diferentes contornos; pero
la experiencia revela que lo que se percibe es la síntesis (Gestalt) de los contornos en un solo
objeto. El análisis puede revelar que los sonidos producidos son una sucesión de notas y
cuerdas; pero la experiencia revela que lo que se oye es su síntesis en una melodía. De ahí
resulta lo que se llama el presente psicológico, que no es un instante, un punto matemático,
sino un lapso de tiempo, de suerte que nuestra experiencia del tiempo no trata de una carrera
de instantes, sino una sucesión a veces lenta y a veces rápida de lapsos de tiempo que se
superponen. El tiempo de nuestra experiencia es lento y pesado cuando los objetos de nuestra
experiencia cambian lentamente y de maneras ya esperadas. En cambio, el tiempo se
convierte en un torbellino cuando los objetos de nuestra experiencia cambian rápidamente y
de maneras novedosas e inesperadas.
Ya sea lento y amplio o rápido y breve, el presente psicológico llega hasta su pasado
por los recuerdos y hasta su futuro por la anticipación. Las anticipaciones no sólo tratan de
los objetos proyectados de nuestros temores y deseos sino también la sagaz apreciación del
hombre experimentado o el pronóstico rigurosamente calculado de las ciencias aplicadas.
Igualmente, además de los recuerdos de cada individuo, está el pozo de recuerdos del grupo,
que se celebran en los cantos y narraciones, se preservan en los relatos escritos, en las
monedas, monumentos y en cualquier otra huella de las palabras y acciones del grupo dejadas
a la posteridad. Tal es el campo de la investigación histórica.
124
8. La Historia
125
8. La Historia
individual mientras que los datos de la historia se hallan en las experiencias de muchos;
segundo, porque el curso actual de los eventos resulta no sólo de lo que las gentes pretenden
sino también de sus descuidos, errores, su fallo en actuar; tercero, porque la historia no
predice lo que sucederá sino que llega a sus conclusiones de lo que ha sucedido y, cuarto,
porque la historia no es meramente una cuestión de reunir y comprobar toda la evidencia
disponible sino que también implica una cantidad de descubrimientos entrelazados que sacan
a luz los asuntos significativos y los factores operantes.
Así, el estudio de la historia difiere del estudio de la naturaleza física, química, o
biológica. Hay una diferencia en sus objetos, porque los objetos de la física, química y
biología no están constituidos parcialmente por actos de significación. Hay una semejanza
en la medida en que ambos tipos de estudio consisten en un proceso progresivo de
descubrimientos acumulativos, esto es, de chispazos inteligentes originales, de actos de
entender originales, donde se le llama 'chispazo inteligente', o 'acto de entender' a un evento
preproposicional, preverbal, preconceptual, en el sentido que las proposiciones, las palabras,
los conceptos expresan el contenido del evento y así no lo preceden sino que se siguen de él.
Hay, sin embargo, una diferencia en la expresión de los respectivos grupos de {180}
descubrimientos. Los descubrimientos de la física, la química y la biología se expresan en
unos sistemas universales y se refutan si se halla que sean incompatibles con un caso
particular importante. En cambio, los descubrimientos del historiador se expresan en
narraciones y descripciones que se refieren a personas, lugares y tiempos particulares. Ellas
no pretenden la universalidad: ellas podrían, por supuesto, ser pertinentes para la intelección
de otras personas, lugares y tiempos; pero si de hecho son pertinentes, y precisamente cuán
pertinentes lo sean es algo que puede determinarse sólo por una investigación histórica de las
otras personas, lugares y tiempos. Finalmente, debido a que no pretenden la universalidad,
los descubrimientos de los historiadores no son verificables a la manera propia de las ciencias
naturales; en la historia la verificación corre al parejo con los procedimientos por los que se
juzga correcta a una interpretación.
Volvámonos ahora a las ciencias del hombre como la psicología y la sociología.
Surgen dos casos. Estas ciencias pueden ser modeladas conforme los procedimientos de las
ciencias naturales. En la medida en que se lleve a cabo con rigor este acercamiento, se
ignorará la significación del discurso y acciones humanas, y la ciencia se referirá sólo al
aspecto inconsciente del proceso humano. En este caso las relaciones entre la historia y las
ciencias del hombre serán bastante iguales a las relaciones entre la historia y las ciencias
naturales. Sin embargo, hay mucho en la psicología y en la sociología que no reconoce a la
significación como un elemento constitutivo de la acción humana, a la que normalmente la
controla. El historiador les deja a ellos el estudio de todo lo que es repetición rutinaria en el
discurso y acción humanos y todo lo que hay de universal en la génesis, desarrollo y
desintegración de las rutinas. Más aún, cuanto más psicología y sociología conozca el
historiador, tanto más acrecentará su poder interpretativo. A la inversa, cuanto mayores sean
los logros de los historiadores, tanto más amplio será el campo de las evidencias respecto al
discurso y acción humanos que esté abierto a la investigación psicológica y sociológica. 4
4 Para una antología extensa y una bibliografía de veinte páginas sobre el tema anterior y otros temas
relacionados, ver PATRICK GARDINER, ED., Theories of History, New York: Free Press, y London: Collier
Macmillan, 1959. Donde los autores difieren del acercamiento presente, pienso que el lector hallará que la
diferencia radical se halla en la teoría del conocimiento.
126
8. La Historia
5 Para una reacción contemporánea contra los aspectos destructivos de la Ilustración y una rehabilitación de la
tradición como la condición de posibilidad de una interpretación, ver H. G. GADAMER, Wahrheit und
Methode, pp. 250-290.
127
8. La Historia
mantener y promover el bien común de orden. Ahora bien, a partir de esta historia
rudimentaria (contenida en cualquier historia existencial, en cualquier tradición viviente)
ahora debemos intentar indicar la serie de pasos por los que uno pueda, en su pensamiento,
avanzar hacia la noción de la historia científica. 6
En general es un proceso de objetivación, y nosotros empezaremos por los casos más
sencillos de la autobiografía y biografía antes de pasar a la cuestión más compleja de la
historia que se refiere a unos grupos.
Para una autobiografía, un primer paso es un diario. Día a día uno registra, no todos
los eventos que han ocurrido -- uno tiene otras cosas que hacer -- sino lo que parece
importante, significativo, excepcional, nuevo. Así, uno selecciona, abrevia, esboza o alude.
Uno omite la mayoría de lo que es demasiado familiar para ser notado, demasiado obvio para
ser mencionado, demasiado repetido para que se lo considere digno de registrarse.
Ahora bien, conforme pasan los años y el diario va aumentando, el recuerdo se alarga.
Las que una vez fueran unas posibilidades meramente remotas, ahora se han realizado. Unos
eventos anteriores a los que se consideraba insignificantes han mostrado haber sido muy
importantes, mientras que otros a los que se consideraba importantes, resultaron {183}
haberlo sido bastante menos. Se han tenido que recordar unos eventos que antes se omitieran,
y se los ha insertado para suplir al contexto omitido del período anterior y para hacer más
inteligibles los eventos posteriores. Finalmente, los juicios de antaño se ha tenido que
completar, matizar o corregir. Ahora bien, si se intenta todo esto, uno se ha desplazado de
hacer un diario a escribir sus memorias. Uno amplía las fuentes de uno además del diario
para agregarle a éste todas las cartas y demás material que pueda uno adquirir. Uno saquea
los propios recuerdos. Uno hace preguntas y para responderlas uno empieza a reconstruir el
propio pasado en su imaginación, describiendo para sí mismo ahora este y ahora aquel
anterior Sitz im Leben, para encontrar respuestas y luego plantear las preguntas ulteriores que
surjan de estas respuestas. Como en la interpretación, así también aquí se van construyendo
gradualmente los contextos, madrigueras limitadas de preguntas y respuestas, de los que cada
uno influye en algún aspecto polifacético aunque determinado. De esta manera la antigua
organización cotidiana del diario se convierte en algo irrelevante. Mucho de lo que se había
dejado pasar ahora ha sido reintegrado. Lo que había estado meramente yuxtapuesto, ahora
está relacionado. Lo que se había sentido y recordado vagamente, ahora tiene un agudo
relieve dentro de unas perspectivas tal vez hasta ahora insospechadas. Ha surgido una nueva
organización que distingue períodos gracias a unas claras diferencias en el estilo de vida, en
el interés dominante, en las tareas y problemas de uno, y que en cada período distingue los
contextos, esto es, madrigueras de preguntas y respuestas que influyen en aspectos distintos
pero relacionados. Los períodos determinan las secciones, y los tópicos determinan los
capítulos de la propia autobiografía.
La biografía pretende una meta bastante semejante, pero tiene que seguir una ruta
diferente. Quien hace su autobiografía narra lo que "yo vi, oí, recordé, preví, imaginé, sentí,
reuní, juzgué, decidí, hice ..." En la biografía, las afirmaciones se desplazan a la tercera
persona. En lugar de afirmar lo que se recuerda o que se ha recordado, el biógrafo tiene que
hacer investigación, reunir evidencia, reconstruir en la imaginación cada sucesivo Sitz im
6 [Esa serie de pasos] va desde lo vécu hasta lo thématique, desde lo existenziell hasta lo existenzial, desde lo
exercite hasta lo signate, desde lo fragmentariamente experimentado hasta lo metódicamente conocido.
128
8. La Historia
Leben, plantear unas determinadas preguntas concretas, y así construir su grupo de períodos
de los que cada uno contiene un grupo mayor o menor de contextos relacionados. Sobre todo
se dan tres diferencias entre la autobiografía y la biografía. El biógrafo está libre del embarazo
{184} que puede turbar a quien se autorrevela al hacer su autobiografía. El biógrafo puede
recurrir a eventos posteriores que coloquen bajo una nueva luz los juicios, decisiones y
acciones de su sujeto, para revelar que éste es más o menos profundo, sabio, previsor, o astuto
que lo que se hubiera pensado. Finalmente, puesto que el biógrafo tiene que hacer inteligible
a su sujeto para una generación posterior, él tiene que escribir no sólo una 'vida' sino más
bien una 'vida y época.'
Aunque en la biografía la 'época' es una aclaración subordinada de la 'vida,' en la
historia esta perspectiva está invertida. La atención se centra en el campo común que, en
parte, se explora en cada una de las biografías que se han escrito o pudieran escribirse. Con
todo, este campo común no es sólo un área en la que puedan sobreponerse las biografías. Está
el proceso social y cultural. No es sólo una suma de palabras y hechos individuales. Existe
una unidad en desarrollo y/o deterioro constituida por las cooperaciones, por las instituciones,
por las relaciones personales, por un bien de orden que funciona bien o mal, por una
realización comunitaria de valores y antivalores originantes y terminales. Dentro de estos
procesos vivimos nuestra vida. Respecto a ellos, de ordinario cada uno de nosotros se
contenta con aprender lo suficiente para fijarse en sus propios asuntos y cumplir sus
obligaciones públicas. Buscar una visión del funcionamiento actual de la totalidad o de una
parte importante a lo largo de un período significativo de tiempo es la tarea del historiador.
Como el biógrafo, así también el historiador (1) procede desde los datos que la
investigación puso al alcance; (2) a través de la reconstrucción imaginativa y del preguntar y
responder acumulativo; (3) hacia unos grupos relacionados de contextos limitados. Sin
embargo, ahora el material de base es mucho mayor en extensión, mucho más complejo, más
redondeado en su importancia. El centro del interés se ha desplazado desde el individuo hasta
el grupo, desde la vida privada hasta la pública, desde el curso de una sola vida hasta el curso
de los asuntos de una comunidad. La serie de tópicos pertinentes se ha incrementado
enormemente y, en muchos, el conocimiento especializado puede ser un prerrequisito
necesario para emprender la investigación histórica. Finalmente, la historia misma se
convierte en una especialidad; los historiadores se convierten en una clase profesional; el
campo de la investigación histórica se divide y subdivide; y los resultados de las
investigaciones se comunican en congresos y se acumulan en publicaciones periódicas y
libros.
3. La Historia Crítica
{185} Un primer paso para entender la historia crítica se ubica en una explicación de la
historia precrítica. Para ésta historia precrítica, pues, la comunidad es la comunidad visible,
a la que uno pertenece. Su vehículo es la narración, la recitación ordenada de eventos. Ella
cuenta quién hizo qué, cuándo, dónde, en qué circunstancias, por qué motivos, y con qué
resultados. Su función es práctica: un grupo puede funcionar como grupo sólo si posee una
identidad, si se conoce a sí mismo y si se dedica él mismo a la causa, al menos, de su
supervivencia y, en el mejor de los casos, de su mejoramiento. La función de la historia
precrítica es promover tal conocimiento y devoción. Así que nunca es sólo una narración de
129
8. La Historia
hechos escuetos. Ella es artística: selecciona, ordena y describe; quiere despertar y mantener
el interés del lector; quiere persuadir y convencer. Igualmente, es ética: no sólo narra sino
que también aporta alabanza y reproche. Es explicativa: explica las instituciones existentes
al contar sus orígenes y desarrollo y al contrastarlas con otras instituciones que se hallan en
otras tierras. Es apologética, al corregir las explicaciones falsas o tendenciosas del pasado de
las gentes, y al refutar las calumnias de las gentes vecinas. Finalmente, es profética: a la
mirada retrospectiva hacia el pasado se le une la mirada prospectiva hacia el futuro y se le
agregan las recomendaciones de un hombre con amplia lectura y sabiduría modesta.
Ahora bien, esa historia precrítica, aun purificada de sus defectos, aunque bien
pudiera satisfacer unas necesidades muy reales en la especialidad funcional de las
comunicaciones, al menos no llega a matizar como la especialidad funcional de la historia.
Porque la especialidad, mientras que opera en los cuatro niveles de experimentar, entender,
juzgar y decidir, con todo, opera en los otros tres estando interesada principalmente en el
juzgar, en determinar cuestiones de hecho. No le interesa la muy importante tarea educativa
de comunicarles a los conciudadanos o compañeros clérigos una apreciación adecuada de su
herencia o una dedicación adecuada a su preservación, desarrollo o difusión. Se interesa en
establecer lo que realmente sucedió o, según la siempre citada frase de Ranke, wie es
eigentlich gewessen. Finalmente, si esta obra no se hace con desapego, muy libre de metas
políticas o apologéticas, será intentar servir a dos amos y de ordinario sufrirá las
consecuencias evangélicas. 7
{186} Segundo, esta obra no sólo cuestión de encontrar testimonios, comprobar su
credibilidad, y ensartar lo que se haya encontrado creíble. No es sólo eso, porque la
experiencia histórica es una cosa y el conocimiento histórico otra muy distinta. La cadena de
testimonios creíbles solamente reedita la experiencia histórica. Ella no avanza hasta el
conocimiento histórico, que capta lo que se estaba gestando, cosa que, en su mayor parte, no
conocían los contemporáneos. Muchos de los primeros cristianos pudieron haber tenido una
experiencia fragmentaria de la manera como se formaron los elementos de los Evangelios
sinópticos; ahora bien, a Rudolf Bultmann le interesó establecer el proceso como una
totalidad y, aunque halló su evidencia en los Evangelios sinópticos, con todo, esa evidencia
no presupuso una creencia en la verdad de las afirmaciones de los evangelistas. 8
Tercero, sólo una serie de descubrimientos puede hacer que el historiador avance
desde las experiencias fragmentarias, que son la fuente de sus datos, hasta el conocimiento
de un proceso como una totalidad. Como un detective que se enfrenta a un grupo de claves
que al principio lo dejan desconcertado, el historiador debe descubrir en las claves, pieza por
pieza, la evidencia que le proporcione una explicación convincente de lo que sucedió.
Puesto que debe descubrirse la evidencia, es necesario trazar una distinción entre la
evidencia potencial, formal y actual. La evidencia potencial es cualquier dato perceptible
aquí y ahora. La evidencia formal es ese dato en la medida en que se lo utilice para hacer y
7 Ver, por ejemplo, G. P. GOOCH, History and Historians in the Nineteenth Century, London: Longmans, 11913,
21952, cap. 8 referente a la Escuela Prusiana.
8 R. BULTMANN, Die Geschichte der synoptischen Tradition, Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 41958. La
primera edición fue de 1921. Sobre el mismo tópico, I. DE LA POTTERIE (ED.), De Jésus aux Évangiles,
Gembloux: Duculot, 1967, donde la Formgeschichte juega un papel intermedio entre la Traditionsgeschichte
y la Redaktionsgeschichte.
130
8. La Historia
responder una pregunta para la intelección histórica. La evidencia actual es una evidencia
formal invocada al llegar a un juicio histórico. En otras palabras, los datos en cuanto
perceptibles son evidencia potencial; los datos en cuanto perceptibles y entendidos son
evidencia formal; los datos en cuanto perceptibles, en cuanto entendidos, y en cuanto fundan
un juicio razonable son evidencia actual.
{187} Lo que inicia al proceso es la pregunta para la intelección histórica. Respecto a
alguna situación definida del pasado uno desea entender lo que se estaba gestando.
Claramente una pregunta de ese tipo presupone algún conocimiento histórico. Sin éste, uno
no conocería la situación en cuestión, ni conocería lo que significara 'estarse gestando.' La
historia [escrita], pues, se deriva de la historia [vivida]. La historia crítica fue un salto hacia
adelante a partir de la historia precrítica. La historia precrítica fue un salto hacia adelante a
partir de los relatos y leyendas. A la inversa, cuanto más historia conoce uno, cuantos más
datos se dan en nuestra perspectiva, tanto más preguntas puede uno hacer, y tanto más
inteligentemente puede uno hacerlas.
La pregunta para la intelección histórica se plantea a la luz del conocimiento previo
y respecto a algún dato particular. Puede o no conducir a un chispazo inteligente sobre ese
dato. Si no lo hace, uno pasa a otra pregunta diferente. Si lo hace, el chispazo inteligente se
expresa en una conjetura, la conjetura se representa imaginativamente, y la imagen conduce
a una ulterior pregunta relacionada con el asunto. Este proceso puede ser recurrente o no. Si
no lo es, uno ha llegado a un callejón sin salida y una vez más debe intentar otro acercamiento.
Pero si las conjeturas de uno coinciden con los datos ulteriores o se aproximan a ellos, uno
está sobre la pista correcta. Los datos están dejando de ser evidencia meramente potencial;
ellos están llegando a ser evidencia formal; uno está descubriendo lo que puede ser la
evidencia.
Ahora bien, si uno está sobre la pista correcta durante suficiente tiempo, ocurre un
desplazamiento en la manera como uno pregunta porque, cada vez más, las preguntas
ulteriores provienen de los datos más que de las imágenes basadas en conjeturas. Uno tiene
todavía que hacer las preguntas. Uno tiene todavía que estar alerta. pero se ha salido del
terreno de las suposiciones y perspectivas que tenía antes de realizar la investigación. Uno
ha alcanzado un chispazo inteligente suficiente sobre el objeto que investiga para captar algo
de las suposiciones y perspectivas propias de ese objeto. Y esta captación hace que el
acercamiento a los datos ulteriores sea tanto más compatible cuanto que los datos ulteriores
sugieren las preguntas ulteriores por plantearse. Para describir este rasgo de la investigación
histórica, digamos que el proceso acumulativo de dato, pregunta, {188} chispazo inteligente,
conjetura, imagen, evidencia formal, es algo extático. No es el encendido éxtasis del devoto
sino el sereno de la intelección creciente. Él lo saca a uno de uno mismo. Hace a un lado las
suposiciones y perspectivas anteriores al sacar a luz las suposiciones y perspectivas propias
del objeto que se investiga.
El mismo proceso es selectivo, constructivo y crítico. Es selectivo: no todos los datos
se promueven desde la posición de evidencia potencial a la posición de la evidencia formal.
Es constructivo: porque los datos seleccionados están relacionados mutuamente a través de
un grupo interrelacionado de preguntas y respuestas o, expresado de otro modo, por una serie
de chispazos inteligentes que se complementan mutuamente, que se corrigen mutuamente y,
con el tiempo, se reúnen en una sola visión de la totalidad. Finalmente, es crítico: porque las
131
8. La Historia
intelecciones no sólo son directas sino también inversas. Por la intelección directa uno capta
el modo como las cosas encajan, y uno murmura su propio ¡Eureka! Por la intelección inversa
uno se ve impulsado a exclamar: ¿Cómo pude ser tan tonto como para dar eso por supuesto?
Uno ve que las cosas no van a encajar y, con el tiempo, por una intelección directa uno capta
que un elemento no encaja en este contexto sino en algún otro. Así se descubre que un texto
ha sido interpolado o mutilado. Así al pseudo-Dionisio se lo expulsa del siglo I y se lo ubica
a finales del V: él citó a Proclo. Así un escritor admirado cae bajo sospechas: se ha
descubierto su fuente de información; en todo o en parte, sin ninguna confirmación
independiente, no se lo utiliza como evidencia de lo que él relata sino del modo indirecto
apoyado en su relato: sus intenciones, lectores, métodos, omisiones, errores. 9
Ahora bien, a un solo proceso de intelección en desarrollo le he estado atribuyendo
toda una serie de funciones diferentes. Es heurístico, porque saca a luz los datos relevantes.
Es extático, porque a quien pregunta lo saca de sus perspectivas originales y lo lleva dentro
de las perspectivas {189} propias de su objeto. Es selectivo, porque de entre una totalidad de
datos selecciona los pertinentes para la intelección lograda. Es crítico, porque traslada desde
una utilización o contexto hasta otros los datos que de lo contrario pudieran considerarse
pertinentes para las tareas actuales. Es constructivo, porque los datos que son seleccionados
están anudados juntos por la vasta e intrincada red de nexos interrelacionados que salieron a
la luz acumulativamente conforme progresó la intelección de uno.
Ahora bien, la marca distintiva de la historia crítica es que este proceso ocurre dos
veces. En primera instancia uno está llegando a entender las fuentes que utiliza. En segunda
instancia uno está utilizando inteligentemente las fuentes entendidas por uno para llegar a
entender el objeto para el que ellas son importantes. En ambos casos, el desarrollo del
entender es heurístico, extático, selectivo, crítico y constructivo. Pero en el primer caso uno
está identificando autores, localizándolos a ellos y a sus obras en un lugar y tiempo,
estudiando el medio ambiente, comprobando sus propósitos al escribir y sus lectores
potenciales, investigando sus fuentes de información y la utilización que hicieron de ellas.
En una sección previa sobre la Interpretación hemos hablado de entender al autor, pero ahí
la meta ulterior era entender lo que él significaba. En la historia también buscamos entender
a los autores de las fuentes, pero ahora la meta ulterior es entender lo que ellos pretendían y
cómo lo hicieron. Esta intelección es la que fundamenta a la utilización crítica de las fuentes,
la distinción refinada que distingue las fuerzas y debilidades de un autor y lo utiliza en
consecuencia. Una vez logrado esto, uno está capacitado para desplazar su atención al
principal objetivo de uno, a saber, entender el proceso a que se refieren las fuentes de uno.
Donde antes la intelección en desarrollo era heurística, extática, selectiva, crítica y
constructiva al determinar lo que los autores pretendían, ahora es heurística, extática,
selectiva, crítica y constructiva al determinar lo que se estaba gestando en la comunidad.
No se necesita decir que los dos desarrollos son interdependientes. Entender a los
autores no sólo contribuye a entender los eventos históricos, sino que al llegar a entender los
9 Nótese que la palabra 'crítico' tiene dos significaciones muy diferentes. En la historia precrítica significa que
uno ha comprobado la credibilidad de las citas respetables de uno antes de creerles. En la historia crítica
significa que uno ha desplazado los datos desde un campo de relevancia hasta otro. Acerca de este aspecto,
R. G. COLLINGWOOD es brillante y convincente. Ver sus dos estudios: "The Historical Imagination" y
"Historical Evidence," en The Idea of History, Oxford: Clarendon, 1946, pp. 231-282.
132
8. La Historia
eventos surgen preguntas que pueden conducir a revisar la intelección que tuvo uno de los
autores y, en consecuencia, a revisar la utilización que hizo uno de ellos.
{190} Igualmente, aunque cada nuevo chispazo inteligente descubre evidencias, lo
aleja a uno de perspectivas previas, selecciona o rechaza unos datos como relevantes o
irrelevantes, y le añade algo al cuadro que se está construyendo, con todo, quien llama la
atención no es cada chispazo inteligente aislado sino el chispazo inteligente final de cada
serie acumulativa. Tales chispazos inteligentes finales son los que se llaman descubrimientos.
Con ellos explota la fuerza completa de la serie acumulativa y, como la acumulación tiene
una dirección y significación específicas, a veces se hacen descubrimientos de nuevas
evidencias, a veces de nuevas perspectivas, a veces de una selección diferente o de un rechazo
crítico por los datos, y a veces de estructuras cada vez más complicadas.
Hasta aquí hemos estando pensando en la estructuración como el patrón inteligible
captado en los datos y que relaciona a los datos entre sí. Pero el asunto tiene otro aspecto.
Porque lo que la intelección capta en los datos, también lo expresa la intelección en conceptos
y palabras. Así, desde el patrón inteligible captado en los datos uno pasa al patrón inteligible
expresado en el relato. Al principio, el relato es sencillamente cosa de que quien inquiere
masculla para sí sus conjeturas. Conforme las conjeturas sean cada vez menos conjeturas, y
conforme conduzcan cada vez más a descubrir las evidencias ulteriores, empezarán a surgir
pistas, enlaces, totalidades interrelacionadas. Conforme el espíritu de inquisitividad pesque
todos los fallos de entender, conforme llame la atención sobre lo que todavía no se haya
entendido y que, como resultado, tan fácilmente se lo haya pasado por alto, una de las
totalidades interrelacionadas se adelantará a hacer el papel de un tema dominante que recorra
las otras totalidades interrelacionadas, mismas que por ello se convertirán en unos temas
subordinados. Conforme progrese la investigación y se amplíe el campo de los datos que
lleguen a ser controlados, no sólo la organización en términos de temas dominante y
subordinados se continuará extendiendo, sino que también surgirán unos niveles de
organización siempre superiores. Así, entre los temas dominantes surgirán unos aspectos
dominantes que dejen a los otros temas dominantes sólo como aspectos subordinados; y el
destino de los temas dominantes les espera a la mayoría de los aspectos dominantes conforme
el proceso de organización continúe moviéndose, no sólo en un territorio mayor sino hasta
unos niveles de organización siempre superiores. No ha de pensarse que este proceso de
organización en avance sea un solo progreso uniforme. Ocurren descubrimientos que
completan y corrigen los descubrimientos anteriores y así, conforme cambie la intelección,
{191} también deberá cambiar la organización. Los temas y aspectos se llegarán a concebir
más exactamente y a expresar más felizmente. El alcance de su predominio podrá extenderse
o recortarse. Elementos a los que en un tiempo se considerara de mayor interés podrán
regresarse a unos papeles menos destacados y, a la inversa, otros elementos podrán ascender
desde una relativa obscuridad hasta una notable significatividad.
La concepción exacta y la expresión feliz de temas y tópicos son cuestión de no poca
importancia. Porque ellos configuran las preguntas ulteriores que uno hará y esas preguntas
ulteriores son las que conducirán a ulteriores descubrimientos. Tampoco esto es todo. Parte
por parte, las investigaciones históricas llegan a un término. Ellas lo hacen cuando se haya
alcanzado el grupo de chispazos inteligentes que le dan precisamente al clavo. Se conoce que
ellas lo hacen cuando el flujo de preguntas ulteriores sobre un tema o aspecto determinado
disminuye gradualmente y finalmente se seca. El peligro de una concepción y formulación
133
8. La Historia
134
8. La Historia
abrirse o extenderse, los eventos posteriores arrojarán nueva luz sobre personas, eventos o
procesos anteriores. Como lo planteó Karl Heussi, es más fácil entender a Federico Guillermo
III de Prusia que entender a Schleiermacher y, aunque Nerón {193} siempre será Nerón, no
podemos decir lo mismo de Lutero. 10
Además de los juicios alcanzados por un historiador en su investigación, están los
juicios hechos sobre su obra por sus iguales y sucesores. Tales juicios constituyen la historia
crítica de segundo grado. Porque ellos no son meros juicios al por mayor de creencia o
increencia. Ellos se basan en una intelección del modo como se hizo la obra. Así como el
historiador, primero respecto a sus fuentes y después respecto al objeto de su inquisición,
tiene un desarrollo de intelección que a la vez es heurístico, extático, selectivo, critico,
constructivo y, en su límite, judicativo, así los críticos de una obra histórica tienen un
desarrollo semejante respecto a la obra misma. Ellos lo hacen tanto más fácilmente y tanto
más competentemente cuanto el historiador se haya esforzado por no ocultar sus huellas sino
por poner todas sus cartas en la mesa, y cuanto más estén familiarizados los críticos con el
campo o, al menos, con los campos aledaños.
El resultado de tal intelección crítica de una historia crítica es, por supuesto, que uno
pueda hacer uso inteligente y distintivo del historiador criticado. Uno aprende dónde ha
trabajado bien. Uno ha detectado sus limitaciones y debilidades. Uno puede decir dónde
puede confiarse en él, en cuanto se puede saber actualmente, dónde debe ser revisado, y
dónde pueda tener que ser revisado. Así como los historiadores hacen uso inteligente y
distintivo de sus fuentes, así también la comunidad profesional de la historia hace uso
distintivo de las obras de sus propios historiadores.
A principios de esta sección hemos notado que hacer preguntas históricas presuponía
un conocimiento histórico y que, cuanto mayor sea el conocimiento, tanto mayores serán los
datos del panorama propio, tanto más preguntas podrá uno hacer, y tanto más
inteligentemente podrá hacerlas. Nuestra consideración ha dado la vuelta completa, porque
hemos llegado a una explicación de ese presupuesto conocimiento histórico. Él es la historia
crítica de segundo grado. Consiste básicamente en las obras acumulativas de los
historiadores. Pero consiste realmente no en la mera creencia en esas obras, sino en una
apreciación crítica de ellos. Tal apreciación crítica es generada por las reseñas críticas de
libros, {194} por las críticas que los profesores les comunican a sus alumnos y que justifican
con sus explicaciones y argumentos, con sus discusiones informales en los salones de reunión
y en discusiones más formales en los congresos.
La historia crítica de segundo grado es un compuesto. En su base son artículos y libros
históricos. En un segundo nivel hay escritos críticos que comparan y evalúan los escritos
históricos: ellos pueden variar desde reseñas breves a largos estudios, hasta llegar a una
historia de la historiografía de un tema como la obra de Herbert Butterfield, George III and
the Historians. 11 Finalmente, están las opiniones ponderadas de historiadores profesionales
acerca de los historiadores y sus críticos -- opiniones que influencian su enseñanza, sus
10 KARL HEUSSI, Die Krisis des Historismus, Tübingen: Mohr, 1932, p. 58.
11 London: Collins, 1957. Para una variedad de visiones sobre la historia de la historiografía, ver
CARL BECKER,
"What is Historiography?" The American Historical Review, 44 (1938), 20-28; reimpreso en PHIL. L. SNYDER
(ED.), Detachment and the Writing of History, Essays and Letters of Carl L. Becker, Cornell University Press,
1958.
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8. La Historia
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8. La Historia
12 Cita de CARL BECKER, "Review of Maurice Mendelbaum's The Problem of Historical Knowledge,"
Philosophic Review, 49 (1940), 363, hecha por C. W. SMITH, en Carl Becker: On History and The Climate of
Opinion, Cornell University Press, 1956, p. 97.
13 ERICH ROTHACKER, Logik und Systematik der Geisteswissenschaften (Handbuch der Philosophie), Munich
y Berlin, 1927, Bonn, 1947, p. 144.
14 KARL HEUSSI, Die Krisis des Historismus, Tübingen: Mohr, 1932, p. 63.
15 Ibid., p. 56.
16 RUDOLF BULTMANN, "Das Problem der Hermeneutik," Zschr. f. Theol. u. Kirche, 47 (1950), 64; también
Glauben und Verstehen, II, Tübingen: Mohr, 1961, p. 229.
137
9
{197} Normalmente los historiadores se contentan con escribir historia sin suscitar ninguna
pregunta por la naturaleza del conocimiento histórico. 1 Esto no es sorprendente. Porque el
conocimiento histórico se alcanza por una adaptación de los procedimientos cotidianos del
entender humano y, aunque la adaptación misma haya de aprenderse, los procedimientos
subyacentes son demasiado íntimos, demasiado espontáneos, demasiado huidizos para ser
objetivados y descritos sin un prolongado y, en realidad, altamente especializado esfuerzo. 2
Así, aun un grande innovador como Leopold von Ranke explicó que su práctica surgió por
una especie de necesidad, a su manera, y no por un intento de imitar la práctica de su
predecesor pionero Barthold Niebuhr. 3
Sin embargo, a veces los historiadores se ven impulsados a hacer algo más que sólo
escribir historia. Ellos pueden estar enseñándola. Ellos pueden sentirse obligados a defender
su práctica contra los errores subrepticios. Ellos pueden verse inclinados a establecer parcial
o totalmente lo que están haciendo precisamente cuando hacen historia. Entonces, lo quieran
o no, están utilizando una teoría cognoscitiva más o menos adecuada o inadecuada, y
fácilmente llegan a verse envueltos en una resaca filosófica que ellos no pueden dominar.
Esta dialéctica puede ser muy instructiva, con tal de que, por supuesto, {198} no sea
uno un mero lógico que pruebe la claridad de los términos, la coherencia de las afirmaciones,
o el rigor de las inferencias. Porque lo que el historiador tiene que ofrecer no es una teoría
coherente del conocimiento sino un darse cuenta de la naturaleza de su oficio y una habilidad
para describirlo de la manera concreta y viva que sólo puede lograr quien la practica.
1. Tres Manuales.
Los manuales sobre el método de la historia han pasado de moda. Pero en la última parte del
siglo XIX eran comunes e influyentes. Seleccionaré tres que representan diferentes
tendencias, y los compararé respecto a un solo asunto que creo significativo, a saber, la
relación entre los hechos históricos y sus interrelaciones inteligibles, su Zusammenhang.
Durante veinticinco años Johann Gustav Droysen (1808-1884) revisó constantemente
sus conferencias sobre la enciclopedia y metodología de la historia. Igualmente, él compuso
un Grundriss der Historik que apareció como Manuskriptdruck en 1858 y 1862, y en
ediciones con todas las de la ley en 1868, 1875, y 1882. Continúa el interés en su obra, ya
1 The Varieties of History: From Voltaire to the Present, editado, seleccionado e introducido por FRITZ STERN,
New York: Meridian Books, 1956, p. 14.
2 Respecto a la intelección y juicio de sentido común ver el Insight, pp. 173-181 y 280-299 [COL 3, pp. 198-
204 y 305-324].
3 G. P. GOOCH, History and Historians in the Nineteenth Century, London: Longmans, 21952, p. 75.
9. La Historia y los Historiadores
que una edición que combina tanto la versión de 1882 de las conferencias y el Grundriss con
todas sus variantes alcanzó una cuarta impresión en 1960. 4
Droysen dividió la tarea del historiador en cuatro partes. La heurística descubre las
reliquias, monumentos y relatos pertinentes. La crítica evalúa su confiabilidad. La
interpretación saca a luz las realidades de la historia en la plenitud de sus condiciones y el
proceso de su surgimiento. Finalmente, la presentación rinde cuentas del pasado como una
influencia real en el presente hacia el futuro. 5
Ahora bien, en un aspecto importante la división de Droysen difirió de la de sus
predecesores y contemporáneos. Él limitó la crítica a comprobar la confiabilidad de las
fuentes. Ellos la extendieron a determinar el ocurrir de los hechos de la historia. La posición
de ellos, {199} sintió Droysen, se debía a mera inercia. El modelo de ellos para la crítica
histórica había sido la crítica textual de los filólogos. Sin embargo, la crítica textual es una
cosa y la crítica histórica es otra. El crítico textual comprueba hechos objetivos, a saber, el
estado original del texto. En cambio los hechos de la historia no se parecen a un texto sino a
la significación de un texto. Ellos consisten en batallas, concilios, rebeliones, etc. Ellos son
unidades complejas que resultan de acciones e interacciones variadas de los individuos. Ellos
se extienden sobre el tiempo y el espacio. Ellos no pueden ser señalados y observados en un
solo acto de percepción. Ellos tienen que ser reunidos al juntar una variedad de eventos
particulares en una sola unidad interpretativa. 6
Para Droysen, pues, el historiador no determina primero los hechos y luego descubre
sus interrelaciones. Al contrario, los hechos y las interrelaciones forman una sola pieza, una
túnica inconsútil. Juntos constituyen la realidad histórica en la plenitud de sus condiciones y
el proceso de su surgimiento. Ellos son descubiertos en un proceso interpretativo guiado por
la contraseña 'forschend verstehen,' avanza a través de la investigación hasta la intelección.
La investigación está dirigida a cuatro áreas: primera, al curso de los eventos, digamos, en
una campaña militar; segundo, a las condiciones que forman el contexto de los eventos;
tercero, al carácter de los participantes; y cuarto, a los propósitos e ideas que se estaban
realizando. 7 Así, la interpretación histórica se mueve hacia la realidad histórica, captando
las series de eventos, primero en sus conexiones internas; segundo, en su dependencia de la
situación; tercero, a la luz del carácter o psicología de sus agentes; y finalmente, como caer
en la cuenta de los propósitos e ideas. Sólo a través de esta cuádruple captación de la
significación y significatividad los eventos quedan revelados en su propia realidad.
Droysen no prevaleció. En el monumental Lehrbuch der historischen Methode und
der Geschichtsphilosophie de Ernst Bernheim puede descubrirse una semejante división
cuádruple de la tarea del historiador. Pero ahora la crítica está dividida en externa e interna.
8 La crítica externa determina si cada una de las fuentes son testigos {200} históricos
4 J. G. DROYSEN, Historik. Vorlesungen über die Enzyklopädie und Methodologie der Geschichte, hrsg. von
Rudolf Hübner, München, 41960.
5 Para un esbozo de la posición de Droysen, ver P. HÜNERMANN, Der Durchbruch geschichtlichen Denkens im
19. Jahrhundert, Freiburg-Basel-Wien: Herder, 1967, pp. 111-128.
6 Ibid., pp. 112 ss.
7 Ibid., pp. 118 ss.
8 E. BERNHEIM, Lehrbuch der historischen Methode, Munich, 1905, p. 294.
139
9. La Historia y los Historiadores
confiables. 9 La crítica interna tiene que determinar la factualidad de los eventos atestiguados
por varias fuentes tomadas juntas. 10 Así, parecería que los hechos históricos son
determinados antes de que empiece el trabajo de interpretación, a lo que Bernheim llama la
Auffassung y que define como la determinación de las interrelaciones (Zusammenhang) de
los eventos. 11
Queda, sin embargo el que si Bernheim se señaló a la crítica interna la determinación
de los eventos, con todo, él no consideró que esta determinación fuera independiente de la
manera como los historiadores capten las interrelaciones. Al contrario, él enseñó
explícitamente que la determinación de los eventos y la captación de sus interrelaciones son
interdependientes e inseparables. Hasta añadió que, sin una captación objetiva de las
interrelaciones, uno no puede comprobar de manera adecuada las fuentes pertinentes para la
investigación de uno. 12
Todavía más alejado de la posición de Droysen es la Introduction aux études
historiques compuesta por C. Langlois y C. Seignobos y publicada en Paris en 1898.13 Este
manual está dividido en tres partes o libros. El libro I trata de los estudios preliminares. El
libro II trata de las operaciones analíticas. El libro III trata de las operaciones sintéticas. Las
operaciones analíticas se dividen en crítica externa e interna. La crítica externa produce
ediciones críticas de textos, comprueba sus autores y clasifica las fuentes históricas. La crítica
interna procede según la analogía de la psicología general para reproducir los estados
mentales sucesivos del autor del documento. Ella determina (1) lo que él significó; (2) si él
creyó lo que dijo; y (3) si su creencia estaba justificada.
Este último paso se consideró que lleva al documento hasta el punto en que se parezca
a los datos de las ciencias 'objetivas.' De ahí llegó a ser el equivalente a una observación, y
tenía que utilizarse de la misma manera como lo fueran las observaciones de los científicos
de la naturaleza. 14 Sin embargo, en las ciencias de la naturaleza los hechos no son afirmados
{201} como el resultado de las observaciones aisladas sino sólo cuando son corroborados por
varias observaciones independientes. Así que lejos de estar exenta de este principio, la
historia con sus fuentes imperfectas de información debe sujetarse a él tanto más
rigurosamente. De ahí se sigue la necesidad de unos testimonios independientes y que se
apoyen mutuamente para determinar los hechos históricos. 15
Las implicaciones de tal análisis no se pasaron por alto. Porque saca a los hechos de
su contexto original, los aísla a uno del otro, los reduce, por así decirlo, a polvo. 16 De acuerdo
con esto, las operaciones analíticas del libro II tienen que completarse con las operaciones
sintéticas del libro III. Éstas fueron descritas bajo rubros tales como clasificación, pregunta
y respuesta, analogía, agrupamiento, inferencia, desarrollo de fórmulas generales. Pero todo
esto tenía el riesgo de numerosas aberraciones, contra las cuales se hacían continuas
9 Ibid., p. 300.
10 Ibid., p. 429.
11 Ibid., p. 522.
12 Ibid. p. 701.
13 Me referiré a la trad. inglesa de G. G. Berry (New York: Henry Holt, 1925).
14 LANGLOIS y SEIGNOBOS, Introduction, p. 67.
15 Ibid., pp. 195-196.
16 Ibid., pp. 211 y 214.
140
9. La Historia y los Historiadores
advertencias. En realidad, fueron tantos los escollos que el mismo Langlois a finales de su
vida, en lugar de escribir historia, se contentó con reproducir unos documentos selectos. 17
Con Langlois y Seignobos, pues, surge una distinción y separación bien definida entre
la determinación de los hechos históricos y la determinación de sus interrelaciones. Parecería
que esta distinción y separación tenga su base en las nociones de las ciencias naturales
aceptadas en los círculos positivistas y empiristas del siglo XIX. 18 Pero en esos mismos
círculos habrían de surgir ulteriores preguntas. ¿Por qué agregarle algo a los hechos? ¿Acaso
cualquier adición que no sea obvia para todos no debe considerarse como algo meramente
subjetivo? ¿Por qué no dejar que los hechos hablen por sí mismos?
141
9. La Historia y los Historiadores
Hay otra complicación en la historia crítica, porque ahí ocurren dos procesos distintos
aunque interdependientes que van desde los datos hasta los hechos. En un primer proceso,
los datos son unos monumentos, reliquias y relatos perceptibles aquí y ahora; a partir de ellos
uno se esfuerza por comprobar la génesis y evaluar la confiabilidad de la información que
ellos portan; los hechos en los que termina el primer proceso son una serie de afirmaciones
obtenidas de las fuentes y marcadas con un índice de mayor o menor confiabilidad. En la
medida en que sean confiables, ellos producen información acerca del pasado. Pero la
información que ellos {203} producen, por regla general no es un conocimiento histórico sino
una experiencia histórica. Ella contempla los fragmentos, los pedazos y las piezas que han
llamado la atención de los escritores de diarios, de cartas, de crónicas, los periodistas, los
comentaristas. No es la visión redondeada de lo que se estaba gestando en un determinado
tiempo y lugar porque, en general, los contemporáneos no tienen a su disposición los medios
necesarios para formar una visión redondeada semejante. Se sigue que los hechos
comprobados en el proceso crítico no son hechos históricos sino sólo datos para el
descubrimiento de los hechos históricos. El proceso crítico tiene que ser seguido por un
proceso interpretativo, en el que el historiador reúna los fragmentos de información que él
haya recogido y evaluado críticamente. Sólo cuando se termine este proceso interpretativo
de reconstrucción surgirán los que puedan llamarse propiamente hechos históricos.
3. Tres Historiadores
En un célebre discurso, leído dos veces ante sociedades eruditas en 1926 pero publicado sólo
póstumamente, Carl Becker recordó lo que le había dicho un eminente y alabado historiador:
que un historiador no tiene que hacer otra cosa que "presentar todos los hechos y dejar que
ellos hablen por sí mismos." Él luego pasó a repetir lo que había estado enseñando durante
veinte años: "que esta noción es extravagante; primero, porque es imposible presentar todos
los hechos; y segundo, porque aunque uno pudiera presentar todos los hechos, esas
miserables cosas o dirían nada; no dirían le dirían a uno nada en absoluto." 20
Becker no se contentó con atacar lo que él consideró una de las más queridas ilusiones
de los historiadores del siglo XIX. 21 Dieciséis años antes, en un artículo en el Atlantic
Monthly de oct. 1910, él había descrito con considerable habilidad el proceso que tiene que
ocurrir si los tarjeteros que contenían los resultados de la crítica histórica hubieran de
conducir al historiador a una captación del curso histórico de los eventos.
"Conforme él repasa sus tarjetas, algunos aspectos de la realidad registrados ahí
le interesarán más, otros menos; algunos son conservados y otros olvidados;
algunos {204} tienen la fuerza para iniciar un nuevo séquito de pensamiento;
algunos parecen estar relacionados casualmente; algunos relacionados
lógicamente; algunos sin ninguna relación perceptible de ningún tipo. Y la razón
es sencilla; algunos hechos golpean la mente como interesantes o sugerentes,
tienen una significación de alguna especie, conducen a algún fin deseable, porque
se asocian ellos mismos con las ideas que ya están en la mente; ellos encajan de
20 CARL BECKER, Detachment and the Writing of History, Essays and Letters edited by Phil Snyder, Ithaca, N.
Y.: Cornell, 1958, p. 54.
21 Ibid., p. 53.
142
9. La Historia y los Historiadores
o falsas, pega las afirmaciones verdaderas en un libro de recortes que después ha de ser
desarrollado como relato, mientras que consigna las afirmaciones falsas al basurero. 26 Fue
el único tipo de historia conocido en el mundo antiguo y en la Edad Media. 27 Había estado
desvaneciéndose desde tiempos de Vico. Aunque Collingwood no se aventuraría a decir que
hubiera desaparecido totalmente, él afirma que cualquier historia escrita actualmente sobre
tales principios estaría pasada de moda cuando menos un siglo. 28
143
9. La Historia y los Historiadores
144
9. La Historia y los Historiadores
del Verstehen alemán que en francés se llamó compréhension. 39 Sin embargo, mi interés
actual no se refiere a los teóricos de la historia sino a los historiadores profesionales, y así
me vuelvo hacia Henri-Irénée Marrou, quien {207} fue invitado a ocupar la cátedra Cardenal
Mercier de Lovaina en 1953, y utilizó esa oportunidad para discutir la naturaleza del
conocimiento histórico.
El siguiente año apareció su obra De la connaisance historique. 40 Ella no se interesa
en asuntos teóricos sino más bien en hacer un inventario sistemático, una sinopsis razonable
y equilibrada, de las conclusiones a las que habían llegado los historiadores acerca de la
naturaleza de su tarea. 41 Él sintió que la naturaleza de esa tarea estaba bien establecida como
lo había estado la teoría de la experimentación en tiempos de John Stuart Mill y Claude
Bernard. 42 Así fue como Marrou trató todos los aspectos generales de la investigación
histórica y lo hizo a la vez con una captación de las opiniones teóricas y con toda la
sensitividad de un Pieter Geyl ante la interminable complejidad de la realidad histórica. 43
De entre toda esta abundancia, por ahora nos interesamos sólo en la relación entre el
hecho y la teoría, el análisis y la síntesis, la crítica y la construcción. Marrou trata los dos en
capítulos sucesivos. Él siente que sus visiones sobre la crítica harían que sus antiguos
maestros positivistas se revolvieran en sus tumbas. Donde éstos exigieron un espíritu
incansablemente crítico, él pide simpatía e intelección. 44 El acercamiento crítico negativo,
interesado en la honestidad, competencia y precisión de los autores, estaba bien adaptado
para el trabajo especializado en la historia política y eclesiástica de Europa occidental en la
Edad Media, donde había una avalancha de crónicas de segunda mano, estatutos y decretales
falsificados, y vidas de santos fechadas con anterioridad. 45 Ahora bien, la tarea del
historiador no se limita a eliminar los errores y engaños. Los documentos se pueden usar de
una gran variedad de maneras, y la tarea propia del historiador es {208} entender
completamente sus documentos, captar exactamente lo que ellos revelan directa o
indirectamente, y así utilizarlos inteligentemente. 46
Así como Marrou pide un desplazamiento desde la mera crítica de los documentos a
su comprensión, así también subraya la continuidad e interdependencia del llegar a entender
los documentos pertinentes y el llegar a entender el curso de los eventos. El historiador
empieza determinando un tópico, reuniendo un expediente de documentos pertinentes, y
señalando la credibilidad de cada uno. Con todo, esto es un esquema meramente abstracto.
Uno avanza en conocimiento a lo largo de una espiral. Conforme se incrementa el
conocimiento de los eventos, se arroja nueva luz sobre el carácter de los documentos. Se
reformula la pregunta original. Unos documentos que parecieran irrelevantes ahora adquieren
importancia. Nuevos hechos salen a la luz. Así el historiador llega gradualmente a dominar
145
9. La Historia y los Historiadores
4. Verstehen: La Intelección
Ya he mencionado la noción de Droysen de la investigación histórica como forschend
verstehen, y la obra de Raymond Aron de introducir la reflexión histórica alemana en el
medio intelectual francés. A esa reflexión tenemos ahora que regresar, porque fue empírica
sin ser empirista. Fue empírica, porque estaba asociada muy de cerca con la obra de la escuela
histórica alemana, y los estatutos de esa escuela consistían en su protesta contra la
construcción a priori hegeliana de la significación de la historia. No fue empirista, porque se
daba plenamente cuenta de que el conocimiento histórico no era sólo cuestión de dar un buen
vistazo, sino que, al contrario, implicaba algún misterioso proceso adivinatorio por el que el
historiador llega a entender.
Esta necesidad de intelección apareció de dos maneras. Primero se dio el círculo
hermenéutico. Por ejemplo, uno capta la significación de una sentencia entendiendo las
palabras, pero uno {209} entiende las palabras adecuadamente sólo a la luz de la sentencia
como un todo. Las sentencias tienen una relación semejante con los párrafos, los párrafos
con los capítulos, los capítulos con los libros, y los libros con la situación e intenciones de
un autor. Ahora bien, esta red acumulativa de dependencia recíproca no ha de dominarse por
ningún grupo conceptual de procedimientos. Lo que se necesita es el autocorrectivo proceso
de aprendizaje, en el que los chispazos inteligentes preconceptuales se acumulan para
completarse, matizarse y corregirse el uno al otro.
Segundo, la necesidad de intelección apareció de nuevo en la irrelevancia de lo
universal o general. Cuanto más creativo sea el artista, cuanto más original sea el pensador,
cuanto mayor sea el genio, menos podrá asumirse su logro bajo los principios universales o
reglas generales. Más que nada, él es la fuente de nuevas reglas y, aunque las nuevas reglas
serán seguidas por otros, con todo ellas no se seguirán exactamente de la misma manera que
la del maestro. Aun las menores luces tienen su originalidad, mientras que las imitación servil
no es obra de la mente sino de la máquina. Ahora bien, este alto grado de individualidad
hallado en artistas, pensadores, escritores, aunque se encuentre más allá del alcance de las
reglas generales o de los principios universales, está fácilmente al alcance de la intelección.
Porque lo que es entendido en primera instancia es lo que es dado a los sentidos o a la
conciencia o, también, lo que está representado en imágenes, palabras, símbolos, signos. Lo
que es así dado o representado es algo individual. Lo que es captado por la intelección es la
inteligibilidad de lo individual. Aparte de los fallos por controlar adecuadamente la propia
utilización del lenguaje, la generalización es un paso posterior y, en las obras interpretativas,
de ordinario es un paso superfluo. Hay sólo una Divina commedia, sólo un Hamlet de
Shakespeare, sólo un Fausto en dos partes de Goethe.
El alcance del entender, la extensión de su significatividad, se fue extendiendo
gradualmente. A la interpretación gramatical de los textos, Schleiermacher (1768-1834) le
agregó una interpretación psicológica que buscaba entender las personas, y especialmente
146
9. La Historia y los Historiadores
adivinar el momento básico de la inspiración creativa del escritor. 48 August Boeckh (1785-
1867) alumno de F. Wolf así como de F. Schleiermacher, extendió el alcance del entender a
todo {210} el abanico de las ciencias filológicas. En su Enzyklopädie und Methodologie der
philologischen Wissenschaften la idea de la filología se concibió como la reconstrucción
interpretativa de las construcciones del espíritu humano. 49 Lo que Boeckh hizo por la
filología, Droysen lo haría por la historia. Él pasó la noción de intelección desde un contexto
de estética y psicología hasta el contexto más amplio de la historia, (1) señalando la expresión
como el objeto del entender y (2) notando que no sólo los individuos sino también unos
grupos como las familias, las poblaciones, los estados, o las religiones se expresan a sí
mismos. 50
Con Wilhelm Dilthey (1833-1911) hay una ulterior ampliación del horizonte. Él
descubrió que la escuela histórica alemana, mientras apelaba al hecho histórico en contra de
una construcción idealista a priori, no obstante en sus procedimientos actuales estaba mucho
más cerca de las ideas y normas idealistas que de las empiristas. 51 Con notable astucia
reconoció que el éxito de la escuela histórica, como los anteriores éxitos de las ciencias
naturales, constituía un nuevo dato para la teoría del conocimiento. Él se propuso construir
sobre ese nuevo dato. Así como Kant había preguntado cómo fueran posibles los principios
universales a priori, Dilthey se planteó a sí mismo la pregunta por la posibilidad del
conocimiento histórico y, más en general, de las ciencias del hombre concebidas como
Geisteswissenschaften. 52
El paso básico de Dilthey puede concebirse como una transportación del pensamiento
hegeliano desde el Geist idealista hasta el Leben humano. Retorna el espíritu objetivo
hegeliano, pero ahora es sólo la integral de la objetivación efectuada en la vida humana
concreta. La vida se expresa a sí misma. En la expresión está presente lo expresado. Así, los
datos de las ciencias del hombre no son sólo dados; de por sí, antes de cualquier
interpretación, ellos son expresiones, manifestaciones y objetivaciones de la vida humana.
Además, cuando son entendidos por un intérprete, también es entendida la vida que es
expresada, manifestada y objetivada. 53 Finalmente, así como una interpretación {211}
expresa y comunica una intelección del intérprete, así también las objetivaciones de la vida
son la propia interpretación que la vida hace de sí misma. Das Leben selbst leg sich aus. 54
En la realidad concreta física, química y vital de la vida humana, pues, también hay
una significación. A la vez es interna y externa: interna como quien expresa, y externa como
expresada. Ella manifiesta necesidades y satisfacciones. Ella responde a los valores. Ella
tiende a sus metas. Ella ordena los medios a los fines. Ella constituye unos sistemas sociales
y los dota de significatividad cultural. Ella transforma a la naturaleza circundante.
147
9. La Historia y los Historiadores
Las muchas expresiones de la vida individual están conectadas por una red inteligible.
Alcanzar esa conexión inteligible no es sólo cuestión de reunir todas las expresiones de toda
una vida. Más bien, se da una totalidad en desarrollo que está presente en las partes,
articulando bajo cada nuevo grupo de circunstancias los valores que aprecia y las metas que
percibe, con lo que logra su propia individualidad y distinción. Así como la conciencia
humana no está confinada al momento sino que se eleva sobre los recuerdos acumulativos y
procede de acuerdo con tablas de preferencias hacia su jerarquía de metas, así también sus
expresiones no sólo juntas sino aun aisladas tienen la capacidad de revelar la dirección e
inercia de una vida. 55
Así como se da una inteligibilidad en la vida del individuo, así también se da una
inteligibilidad en las significaciones comunes, valores comunes, propósitos comunes, y
actividades de grupos comunes y complementarias. Así como éstas pueden ser comunes o
complementarias, así también ellas pueden diferir, oponerse, chocar. Con eso, en principio,
se alcanza la posibilidad de la intelección histórica. Porque si podemos entender
singularmente nuestras propias vidas y las vidas de otros, así también podemos entenderlas
en sus interrelaciones e interdependencia. 56
Más aún, así como el historiador puede narrar un curso inteligible de eventos, así
también los estudiosos de las ciencias del hombre pueden proceder a analizar {212} las
estructuras y procesos recurrentes o en desarrollo de la vida del individuo y del grupo. Así
que lejos de oponerse, la historia y las ciencias del hombre serán interdependientes. El
estudioso de las ciencias del hombre tendrá que ver sus datos dentro de su adecuado contexto
histórico; y el historiador podrá dominar plenamente sus materiales sólo si él domina también
las pertinentes ciencias del hombre. 57
Puede decirse, pienso, que Dilthey hizo mucho por resolver su problema específico.
Él trazó decisivamente la distinción entre las ciencias naturales y los estudios del hombre. Él
concibió claramente la posibilidad del conocimiento histórico que no se conformaba ni con
las construcciones a priori del idealismo ni con los procedimientos de las ciencias naturales.
Sin embargo, él no resolvió el problema más básico de llegar más allá de las suposiciones
tanto empiristas como idealistas. Su Lebensphilosophie tiene tendencias empiristas. Su
historia y ciencias del hombre basadas en Verstehen no pueden ser asimiladas por un
empirista. 58
Desde entonces se han desarrollado dos avances respecto a la posición de Dilthey, y
pueden tratarse brevemente. Primero, Edmund Husserl (1859-1938) por su esmerado análisis
de la intencionalidad hizo evidente que el pensar y juzgar humanos no son sólo unos eventos
psicológicos sino que siempre e intrínsecamente tienden, se refieren, y significan unos
objetos distintos a ellos mismos. 59 Segundo, donde Dilthey concibió la expresión como una
manifestación de la vida, Martin Heidegger (1889- ) concibe que todos los proyectos
humanos son productos del entender; de esta manera Verstehen es Dasein en la medida en
148
9. La Historia y los Historiadores
que éste último es la habilidad del hombre de ser. 60 De ahí se sigue la universalidad de la
estructura hermenéutica: así como una interpretación proviene de la intelección de una
expresión, así esta expresión misma proviene de una intelección de lo que 'ser-un-hombre.'
puede ser.
Toca hacer ahora unos cuantos comentarios. Primero, nuestra utilización de los
términos chispazo inteligente, intelección, a la vez es más precisa y tiene un alcance más
amplio que la extensión y comprensión del Verstehen. El chispazo inteligente ocurre en todo
conocimiento humano, en matemáticas, en las ciencias naturales, {213} en el sentido común,
en la filosofía, en las ciencias del hombre, en la historia, en la teología. Él ocurre (1) como
respuesta al inquirir; (2) con respecto a las presentaciones o representaciones sensibles,
incluidos las palabras y los símbolos de todo tipo. Él consiste en una captación de la unidad
inteligible o relación en los datos, imágenes o símbolos. Él es el fundamento activo de donde
provienen la concepción, la definición, la hipótesis, la teoría, el sistema. Esta procedencia,
que no es meramente inteligible sino inteligente, le proporcionó el modelo humano a la teoría
trinitaria tomista y agustiniana. 61 Finalmente, la sencilla y clara prueba del carácter
preconceptual del chispazo inteligente se tiene de la reformulación moderna de la geometría
euclidiana. 62 Los Elementos de Euclides dependen de unos chispazos inteligentes que no
fueron reconocidos, en sus definiciones, axiomas, y postulados; ocurren fácilmente,
fundamentan la validez de sus conclusiones, y no pueden ser expresados en un vocabulario
estrictamente euclidiano. 63
Segundo, la experiencia e intelección tomadas juntas no producen conocimiento sino
sólo pensamiento. Para que se avance desde el pensar hasta el conocer debe agregarse una
captación reflexiva del incondicionado virtual y su consiguiente juicio racional. Se dan
cuenta insuficientemente de este tercer nivel de la actividad cognoscitiva aquellos autores
que hemos estado mencionando y se da el consiguiente fallo en romper limpia y
coherentemente con el empirismo y el idealismo.
Tercero, por encima de una captación clarividente del hecho cognoscitivo, la ruptura
con el empirismo e idealismo implica la eliminación del mito cognoscitivo. Hay unas
nociones del conocimiento y de la realidad que se formaron en la niñez, que están en términos
de {214} ver y de lo que está ahí para ser visto, que a lo largo de los siglos le han
proporcionado fundamentos inamovibles al materialismo, empirismo, positivismo, sensismo,
fenomenismo, conductismo, pragmatismo, y que al mismo tiempo constituyen aquellas
nociones del conocimiento y realidad que los idealistas saben que no tienen sentido.
149
9. La Historia y los Historiadores
5. El Perspectivismo
En 1932 Karl Heussi publicó un pequeño libro con el título Die Krisis des Historismus. Las
primeras veintiún páginas revisaban las varias significaciones del término 'Historismus.' De
entre muchas posibilidades, Heussi seleccionó como muestras de la crisis del Historismus las
visiones sobre la historia que eran corrientes entre los historiadores alrededor del año 1900.
Estas visiones involucraban cuatro elementos principales: (1) una posición determinada pero
simplista acerca de la naturaleza de la objetividad; (2) la interrelacionalidad de todos los
objetos históricos; (3) un proceso universal de desarrollo; y (4) el confinamiento del interés
histórico al mundo de la experiencia. 64
De estos cuatro elementos, el primero fue el que ocasionó la crisis. 65 Alrededor del
1900, los historiadores, aunque enfatizaban el peligro del sesgo subjetivo, supusieron que el
objeto de la historia estaba dado establemente y estructurado inequívocamente. Las opiniones
de los hombres acerca del pasado podían continuar cambiando, pero el pasado mismo
permanecía lo que era. En contraste, Heussi mismo sostuvo que las estructuras estaban sólo
en las mentes de los hombres, que se alcanzaban unas estructuras semejantes cuando las
investigaciones partían del mismo punto de partida, que la realidad histórica, lejos de estar
estructurada inequívocamente, era más bien un incentivo inagotable de interpretaciones
históricas siempre nuevas. 66
Aunque esta afirmación tenga implicaciones idealistas, al menos Heussi no quiso que
se lo interpretara demasiado estrictamente. Él inmediatamente agregó que hay muchas
constantes en la vida humana, y que las estructuras determinadas inequívocamente no son
escasas. Lo problemático es la inserción de estas constantes y estructuras en unas totalidades
más amplias. Cuanto menores y mas estrechos sean los contextos a los que pertenezca una
persona, un grupo o un movimiento, tanto menos probabilidad habrá {215} de que los
subsiguientes desarrollos vayan a implicar una revisión de la historia anterior. 67 Por otra
parte, cuando están implicadas diferentes cosmovisiones y valores, uno puede esperar que
haya acuerdo respecto a incidentes aislados y complejos aislados, pero que haya desacuerdo
en asuntos mayores e interrelaciones más amplias. 68
Sin embargo, hay un matiz más fundamental que tiene que añadirse. El punto básico
de Heussi es que la realidad histórica es mucho muy complicada para que alguna vez se dé
alguna descripción exhaustivamente completa. Nadie va nunca a relatar todo lo que sucedió
en la batalla de Leipzig del 16 al 19 de octubre de 1813. Inevitablemente el historiador
seleccionará lo que piense de importancia y omitirá lo que considere insignificante. En cierta
medida esta selección resulta espontáneamente en virtud de una misteriosa capacidad que
puede determinar lo que haya de esperarse, que agrupa y construye, que posee el tacto
necesario para evaluar y afinar, que procede como si en la mente de uno hubiera alguna ley
de perspectiva que gobernara y controlara de suerte que, concedido el punto de vista del
historiador, su medio ambiente, sus presupuestos, y su entrenamiento, debieran resultar
precisamente las estructuras, énfasis y selección que de hecho resultan. Finalmente, este
150
9. La Historia y los Historiadores
69 Ibid., p. 47. El pasaje es una excelente descripción de los chispazos inteligentes que se acumulan, aunque
Heussi mismo tenga la opinión (op. cit., p. 60) de que Verstehen se refiere sólo a los mayores pasos
constructivos y no a la constitución básica del conocimiento histórico. Respecto a la selección en la historia,
ver MARROU, Meaning of History, p. 200; también CHARLOTTE W. SMITH, Carl Becker: On History and the
Climate of Opinion, Ithaca, N. Y.: Cornell University Press, 1956, pp. 125-130.
70 HEUSSI, Krisis, pp. 52-56,
71 Ibid., p. 51.
72 MARROU, Meaning of History, p. 247.
73 Ibid., p. 292 ss.; ver SMITH, Carl Becker, pp. 128, 130.
151
9. La Historia y los Historiadores
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9. La Historia y los Historiadores
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9. La Historia y los Historiadores
incontables casos; mientras que el historiador que tendiera a una explicación plena de toda
{220} la historia, necesitaría más información de la que está disponible y además incontables
explicaciones.
Volvamos, por un momento, a la visión de la historia que se tenía ordinariamente al
principio de este siglo. De lo que se acaba de decir ha quedado claro que su error no estaba
donde lo ponía Karl Heussi. El pasado está fijo y sus estructuras inteligibles son inequívocas;
pero el pasado que es así de fijo e inequívoco es el enormemente complejo pasado que los
historiadores conocen sólo incompleta y aproximadamente. El conocimiento incompleto y
aproximado del pasado es lo que da origen al perspectivismo.
Finalmente, afirmar el perspectivismo es una vez más rechazar la visión de que el
historiador tenga sólo que narrar todos los hechos y dejarles que hablen por sí mismos. Una
vez más es deplorar la concepción de "tijeras y engrudo" de la historia. Una vez más es de
lamentarse con Marrou por los estragos acarreados por las teorías positivistas de la historia
'científica.' 78 Sin embargo, ello también agrega un nuevo impulso. Revela que la historia no
sólo habla del pasado sino también del presente. Los historiadores pasan de moda sólo para
ser redescubiertos. El redescubrimiento los halla, más que nunca, pasados de moda. Pero la
significatividad del descubrimiento no reside en el pasado acerca del que escribió el
historiador, sino en la propia autorrevelación del historiador. Ahora bien, su explicación es
apreciada porque encarna mucho de la humanidad de su autor, porque ofrece un testigo de
primera clase acerca del historiador, su medio ambiente y su época. 79
6. Los Horizontes.
Sir Lewis Namier ha descrito un sentido histórico como "una intelección intuitiva del modo
como las cosas no suceden." 80 Él se estaba refiriendo, por supuesto, al caso en que tal
intelección intuitiva es fruto del estudio histórico, pero nuestro interés actual por los
horizontes dirige nuestra atención a la intelección anterior que el historiador no deriva del
estudio histórico sino de otras fuentes.
{221} Sobre este asunto Carl Becker se extendió en un escrito leído en Cornell en
1937 y en Princeton en 1938. Su tema fue la regla de Bernheim de que un hecho puede ser
establecido por el testimonio de al menos dos testigos independientes que no se engañen a sí
mismos. Mientras recorría cada término de la regla, su interés se centró en la pregunta de si
los historiadores consideraban que los testigos se engañaran a sí mismos no por que se supiera
que estuvieran excitados o involucrados emocionalmente ni por que tuvieran una mala
memoria, sino simplemente debido a la visión propia del historiador sobre lo que fuera
posible y lo que fuera imposible. Su respuesta fue afirmativa. Cuando el historiador esté
convencido de que un evento sea imposible, él siempre dirá que los testigos estaban
engañándose a sí mismos, ya sean sólo dos o tantos como doscientos. En otras palabras, los
historiadores tienen sus preconcepciones, si no acerca de lo que debió haber pasado, al menos
acerca de lo que no pudo haber pasado. Tales preconcepciones se derivan no del estudio del
historia, sino de la opinión pública en que vive el historiador y de la que él adquiere
78 MARROU, Meaning of History, pp. 10-11, 23, 54, 138, 161-162, 231.
79 Ibid., p. 296.
80 Ver STERN, Varieties, p. 375.
154
9. La Historia y los Historiadores
inadvertidamente ciertas convicciones fijas acerca de la naturaleza del hombre y del mundo.
Una vez que se establecen esas convicciones, para él es más fácil creer que cualquier cantidad
de testigos estén engañándose a sí mismos, que admitir que lo imposible hubiera ocurrido
realmente. 81
Este reconocimiento abierto -- de que los historiadores tienen ideas preconcebidas y
que estas ideas modifican el modo como escriben la historia -- está muy de acuerdo no sólo
con lo que ya hemos narrado de las visiones de Becker, sino también con lo que nosotros
mismos hemos dicho acerca de los horizontes y acerca de la significación. Cada uno de
nosotros vive en un mundo mediado por la significación, un mundo construido a lo largo de
los años por la suma total de nuestras actividades conscientes e intencionales. Tal mundo es
cuestión no sólo de detalles sino también de opciones básicas. Una vez que se han tomado
tales opciones y se ha construido sobre ellas, ellas tiene que ser sostenidas, o de lo contrario
uno deberá regresarse, derribar y construir de nuevo. Un procedimiento tan radical no se
emprende fácilmente; no se lo realiza cómodamente; no le lo completa rápidamente. Puede
ser comparable a una cirugía mayor, y la mayoría de nosotros agarra cautelosamente el bisturí
y lo maneja torpemente.
Ahora bien, el historiador está dedicado a extender su mundo mediado {222} por la
significación, a enriquecerlo respecto a lo humano, al pasado, a lo particular. Sus preguntas
históricas, en gran parte, se refieren a cuestiones de detalle. Pero aun ellas pueden implicar
preguntas sobre los principios, temas que determinan unas opciones básicas. ¿Pueden ocurrir
los milagros? Si el historiador ha construido su mundo sobre la visión de que los milagros
sean imposibles, ¿qué va a hacer con los testigos que testifiquen unos milagros como asuntos
factuales? Obviamente, o bien él tendrá que regresarse y reconstruir su mundo según nuevos
lineamientos, o de lo contrario tendrá que hallar que estos testigos sean incompetentes,
deshonestos o que se estén engañando a sí mismos. Becker estaba en lo correcto al decir que
el último es el camino más fácil. Él estaba en lo correcto al decir que el número de los testigos
no es la cuestión. El punto real es que los testigos, sean pocos o muchos, pueden existir en el
mundo de ese historiador sólo si se los declara incompetentes, o deshonestos, o al menos
engañados por sí mismos. +
Más que un cuarto de siglo antes, en su ensayo sobre "El Desapego y la Escritura de
la Historia" Becker se daba cuenta plenamente de que por mucho desapego que mostraran
los historiadores, no estarían desapegados de las ideas dominantes de su propia época. 82
Ellos saben bastante bien que ninguna cantidad de testimonios puede establecer respecto al
pasado lo que no se halle en el presente. 83 El argumento de Hume no probó realmente que
nunca hubieran ocurrido milagros. Su impulso real fue que el historiador no puede manejar
inteligentemente el pasado cuando se permite que el pasado sea ininteligible para él. 84 Se
excluyen los milagros debido a que son contrarios a las leyes de la naturaleza que en su
generación se consideran como establecidas; pero si los científicos llegan a encontrar un lugar
para ellos en la experiencia, habrá historiadores que los restituyan a la historia. 85
155
9. La Historia y los Historiadores
Lo que vale acerca de las cuestiones factuales, también vale para las cuestiones de
interpretación. La religión permanece en el siglo XX, pero ya no explica la ascética medieval.
Así, los monasterios están menos asociados con la salvación de las almas y más con hospedar
a los viajeros y rescatar terrenos pantanosos. Gentes como san Simeón el estilita no son una
imposibilidad física; él pudo encajar, junto con los monstruos tuertos y caballeros errantes,
en un mundo infantil, pero sus motivos se ubican {223} fuera de la experiencia adulta actual
y así, convenientemente, a ellos se los declara patológicos. 86
El alegato de Becker de que los historiadores operan a la luz de ideas preconcebidas
implica un rechazo a la Ilustración y al romántico ideal de una historia sin presuposiciones.
87 Ese ideal, por supuesto, tiene la ventaja de excluir desde el principio todos los errores que
el historiador haya recogido de sus padres y maestros e, igualmente, todos los que él haya
generado por su propia falta de atención, su tontería, sus pobres juicios. Sin embargo, queda
el hecho de que, mientras los matemáticos, científicos y filósofos operan todos con
presupuestos que ellos pueden reconocer explícitamente, el historiador opera a la luz de todo
su desarrollo personal, y que ese desarrollo no admite una completa y explícita formulación
y reconocimiento. 88 Decir que el historiador debiera operar sin presuposiciones es afirmar el
principio de la cabeza vacía, exigir que el historiador careciera de educación, pretender que
debiera estar exento del proceso que se llama diversamente como socialización e
inculturación, 89 despojarlo de la historicidad. Porque las presuposiciones del historiador no
son sólo suyas sino también lo que viva en él de los desarrollos que la sociedad y la cultura
humanas han acumulado lentamente a lo largo de los siglos. 90
Fue Newman quien observó, a propósito de la duda metódica de Descartes, que sería
mejor creer todo más que dudar de todo. Porque la duda universal lo deja a uno sin ninguna
base para avanzar, mientras que la creencia universal puede contener alguna verdad que a su
tiempo puede gradualmente hacer salir los errores. De modo bastante semejante, pienso que
debemos de contentarnos con permitir que los historiadores sean unos seres educados,
socializados, inculturados, e históricos aunque esto los involucre en algún error. Debemos
permitirles que escriban sus historias a la luz de todo lo que resulta que conocen o {224}
piensan conocer y de todo lo que ellos inadvertidamente dan por supuesto: ellos no pueden
actuar de otro modo y una sociedad pluralista permite que ellos hagan lo que puedan. Pero
no necesitamos proclamar que estén haciendo una historia sin presupuestos, cuando eso es
algo que nadie puede hacer. Tenemos que reconocer que aceptar la historia escrita a la luz de
unas ideas preconcebidas puede dar como resultado diferentes nociones de historia,
diferentes métodos de investigación histórica, puntos de vista incompatibles, e historias
irreconciliables. 91 Finalmente, tenemos que buscar unos métodos que les ayuden a los
historiadores desde el principio a evitar suposiciones y procedimientos incoherentes, y
tenemos que desarrollar más métodos que sirvan para suprimir las diferencias una vez que se
hayan escrito historias incompatibles.
86 Ibid., p. 22-23.
87 Ver GADAMER, Wahrheit, pp. 256 ss.
88 Ver el Insight, p. 175 [COL 3, p. 198].
89 Ver P. BERGER y T. LUCKMANN, The Social Construction of Reality, Garden City, N. Y.: Doubleday, 1966.
90 GADAMER, Wahrheit, p. 261.
91 Por contraste, el perspectivismo (tal como entendemos el término) explica las historias diferentes pero no las
incompatibles.
156
9. La Historia y los Historiadores
Ahora bien, todo lo que puede lograrse en esta sección es el mero reconocimiento de
estas necesidades. Satisfacerlas no le pertenece a la especialidad funcional de la historia, sino
a las especialidades posteriores de la dialéctica y de los fundamentos. Porque cualquier
cambio notable de horizonte no se hace basándose en ese horizonte sino vislumbrando una
alternativa muy diferente y, a primera vista, incomprensible, y después pasando por una
conversión.
7. Estructuras Heurísticas
El historiador ¿tiene compromisos filosóficos? ¿Emplea analogías, utiliza tipos ideales, o
sigue alguna teoría de la historia? ¿Él explica, investiga causas o determina leyes? ¿Está
dedicado a metas sociales y culturales, está sujeto a sesgos, o está desapegado de éstos? ¿La
historia es valoralmente neutra, o está interesada por los valores? ¿Los historiadores conocen
o creen?
Tales preguntas se plantean. No sólo se refieren a la noción de la historia que tenga
el historiador sino que también tienen influjo en su práctica de la investigación histórica y en
su escritura de la historia. De acuerdo con esto, diferentes respuestas modificarán esta o
aquella estructura heurística, 92 esto es, este o aquel elemento del método histórico.
Primero, pues, el historiador no necesita interesarse el mismo para nada en la filosofía
en un sentido común pero excesivamente general que comprenda los contenidos de todos los
libros y cursos que pretender ser filosóficos. No hay ninguna razón por la que el historiador
deba tratar de encontrar su camino a través de ese laberinto.
Se da, sin embargo, una conexión muy real entre el historiador y la filosofía, cuando
se entiende la 'filosofía' en un sentido extremadamente restringido, a saber, el grupo de
condiciones reales de posibilidad para el inquirir histórico. Esas condiciones reales son la
raza humana, las reliquias y rastros del pasado, la comunidad de historiadores con sus
tradiciones e instrumentos, sus operaciones conscientes e intencionales especialmente en la
medida en que ocurren en la investigación histórica. Ha de notarse que las condiciones
pertinentes son las condiciones de posibilidad y no el grupo más amplio y bastante
determinado que en cada caso condiciona a la investigación histórica.
En suma, pues, la historia está relacionada con la filosofía como el método histórico
está relacionado con el método trascendental o, igualmente, como el método teológico está
relacionado con el método trascendental. El historiador puede conocer o no esta relación. Si
lo hace, tanto mejor. Si no lo hace, entonces puede él ser todavía un excelente historiador,
así como el señor Jourdain pudiera hablar excelente francés sin saber que está hablando en
prosa. Pero aunque pueda ser un excelente historiador, no es probable que él sea capaz de
hablar de los procedimientos adecuados para la investigación histórica sin caer en las trampas
que se han estado ejemplificando en este capítulo.
Segundo, es claro que el historiador tiene que emplear algo así como la analogía
cuando pasa del presente al pasado. El problema es que el término abarca unos
92 Respecto a las estructuras heurísticas, ver el Insight, en el índice, la palabra 'Heuristic.' Nótese que 'heurístico'
tiene la misma raíz que Eureka.
157
9. La Historia y los Historiadores
procedimientos muy diferentes desde los extremadamente confiables hasta los falaces. De
acuerdo a esto, han de trazarse algunas distinciones.
En general, se dice que el presente y el pasado son análogos cuando son parcialmente
semejantes y parcialmente desemejantes. Igualmente, en general, se ha de suponer que el
pasado sea semejante al presente, excepto en la medida en que haya evidencias de
desemejanza. Finalmente, en la medida en que se presenten evidencias de desemejanza, el
historiador estará hablando de historia; pero en la medida en que afirme que deba haber una
semejanza o que no pueda darse una desemejanza, entonces él estará utilizando {226} la
opinión pública dentro de la que vive o de lo contrario estará representando alguna posición
filosófica.
Además, no ha de suponerse que el presente sea conocido completa y enteramente.
Al contrario, hemos estado argumentando todo el tiempo que la visión redondeada de un
período histórico ha de esperarse no de los contemporáneos sino de los historiadores. Más
aún, aunque el historiador tenga que construir sus analogías en primera instancia utilizando
su conocimiento del presente, con todo, él puede aprender historia de esta manera y luego
construir ulteriormente una historia basado en la analogía del pasado conocido.
Además, la naturaleza es uniforme, pero los arreglos sociales e interpretaciones
culturales están sujetos al cambio. Existen en el presente unas sociedades y culturas
extremadamente diferentes. Aun hay evidencia disponible de más diferencias que han de ser
sacadas a la luz por los métodos históricos. Uno oye a veces que el pasado se tiene que
conformar con la experiencia presente, pero esa opinión la comentó Collingwood muy
ásperamente. Los antiguos griegos y romanos controlaban el tamaño de su población
abandonando a infantes recién nacidos. El hecho no se convierte en dudoso porque se ubique
fuera de la experiencia actual de quienes colaboraron en la Cambridge Ancient History. 93
Igualmente, aunque la posibilidad y la ocurrencia de los milagros no sean aspectos
del metodólogo sino del teólogo, puedo señalar que la uniformidad de la naturaleza se
concibe diferentemente en diferentes épocas. En el siglo XIX se pensó que las leyes naturales
expresaban una necesidad, y la visión de Laplace de la posibilidad teórica de deducir todo el
curso de eventos partiendo de alguna etapa dada del proceso se tomó seriamente. Ahora las
leyes de tipo clásico no se consideran necesarias sino sólo como posibilidades verificadas;
ellas se generalizan con base en el principio de que los semejantes se entienden de manera
semejante; le sirven de base a la predicción o a la deducción, no por sí mismas, sino sólo
cuando se combinan en unos esquemas de recurrencia; tales esquemas funcionan concreta y
no absolutamente, pero lo hacen sólo si lo demás permanece igual; y el que lo demás
permanezca igual es cuestión de frecuencias estadísticas. 94 Evidentemente el caso científico
respecto a los milagros se ha debilitado.
{227} Finalmente, aunque cada historiador tenga que trabajar basado en la analogía
de lo que él conoce del presente y de lo que ha aprendido del pasado, con todo, la
confrontación dialéctica de unas historias contradictorias necesita una base que sea accesible
en general. La base que ofreceremos será el método trascendental extendido a los métodos
de la teología y la historia mediante unas construcciones derivadas del método trascendental
158
9. La Historia y los Historiadores
mismo. En otras palabras, sería el tipo de cosa que hemos estado desarrollando en estos
capítulos. Sin duda, quienes tengan unas posiciones filosóficas diferentes habrán de proponer
sus alternativas. Pero tales alternativas servirán solamente para clarificar más la dialéctica de
una investigación, interpretación e historia divergente.
Tercero, ¿los historiadores utilizan unos tipos ideales? Quiero señalar de inmediato
que la noción e utilización del tipo ideal se asocia de ordinario al nombre del sociólogo
alemán Max Weber, pero que se han discutido en un contexto estrictamente histórico, entre
otros por H.-I. Marrou.
El tipo ideal, pues, no es una descripción de la realidad ni una hipótesis acerca de la
realidad. Es una construcción teórica en la que los eventos posibles se relacionan
inteligiblemente para construir un sistema internamente coherente. Su utilidad es a la vez
heurística y expositiva, esto es, puede ser útil en la medida en que sugiera y ayude a formular
hipótesis y, además, cuando una situación concreta se aproxime a la construcción teórica,
podrá guiar el análisis de la situación y promover una intelección clara de ella. 95
H.-I. Marrou consideró como tipo ideal la obra de Fustel de Coulanges La cité
antique. La ciudad estado es concebida como una confederación de las grandes familias
patriarcales, reunida en hermandades y luego en tribus, consolidada por cultos referidos a los
ancestros o a los héroes y practicada alrededor de un centro común. Ahora bien, tal estructura
está basada no en seleccionar lo que es común en todos los casos de la antigua ciudad, ni en
tomar lo que es común a la mayoría de los casos, sino en concentrarse en los casos más
favorables, a saber, los que ofrecen más inteligibilidad y poder explicativo. La utilidad de tal
tipo ideal es doble. En la medida en que la situación histórica satisfaga las condiciones del
tipo ideal, se iluminará la situación. En {228} la medida en que la situación histórica no
satisfaga las condiciones del tipo ideal, sacará a la luz unas diferencias precisas que de lo
contrario no se notarían, y planteará unas preguntas que de lo contrario pudieran no
plantearse. 96
H.-I. Marrou aprueba la utilización de los tipos ideales en la investigación histórica,
pero hace dos advertencias. Primero, ellos son sólo construcciones teóricas: uno debe resistir
la tentación del entusiasta que las confunde con descripciones de la realidad; aun cuando le
atinen a los rasgos principales de una realidad histórica, uno no debe contentarse fácilmente
con ellos, destacar sus inadecuaciones, ni reducir la historia a lo que esencialmente es un
esquema abstracto. Segundo, está la dificultad de desarrollar unos tipos ideales adecuados:
cuanto más rica e iluminadora sea la construcción, menos será capaz de contribuir mucho a
la historia. 97
Finalmente, querría sugerir que A Study of History de Arnold Toynbee pudiera
considerarse como libro de consulta para los tipos ideales. Toynbee mismo ha concedido que
su obra no fue tan empírica como él lo pensara en alguna ocasión. Al mismo tiempo, un
crítico tan determinado como Pieter Geyl 98 ha encontrado aquella obra inmensamente
estimulante y ha confesado que los caracteres tan atrevidos e imaginativos como Toynbee
95 MAX WEBER, The Methodology of the Social Sciences, New York: Free Press, 1949, pp. 89 ss.
96 MARROU, Meaning of History, pp. 167 ss.
97 Ibid., p. 170 ss.
98 Ver sus críticas en sus Debates with Historians.
159
9. La Historia y los Historiadores
tienen una función esencial que cumplir. 99 Yo sugiero que esa función sea el proporcionar
unos materiales de los que pueden derivarse unos tipos ideales cuidadosamente formulados.
Cuarto, ¿el historiador sigue alguna teoría de la historia? No le llamo teoría de la
historia a la aplicación a la historia de una teoría establecida científica, filosófica o
teológicamente. Tales teorías tienen su propio modo de convalidación; ellas han de ser
juzgadas por sus propios méritos; ellas amplían el conocimiento del historiador y hacen más
precisas sus captaciones; ellas no constituyen al conocimiento histórico pero facilitan su
desarrollo.
Yo entiendo como teoría de la historia una teoría que vaya más allá {229} de su base
científica, filosófica o teológica hasta hacer afirmaciones sobre el curso de los eventos
humanos. Teorías de ese tipo fueron planteadas, por ejemplo, por Bruce Mazlish cuando
discutió acerca de los grandes pensadores, desde Vico hasta Freud. 100 Ellos tenían que ser
criticados a la luz de su base científica, filosófica o teológica. En la medida en que sobrevivan
a esa crítica, ellos poseerán la utilidad de tipos ideales a gran escala, 101 y podrán ser
empleados con las precauciones ya indicadas respecto a la utilización de los tipos ideales.
Sin embargo, ellos nunca captarán la plena complejidad de la realidad histórica, y en
consecuencia tenderán a darles gran relieve a ciertos aspectos y conexiones y a descuidar
otros que pudieran tener una importancia igual o mayor. Según la frase de Marrou: "la
hipótesis más ingeniosa ... subraya en rojo ciertas líneas perdidas en un diagrama cuyas mil
curvas se cruzan mutuamente en todas direcciones." 102 Las hipótesis generales, aunque
tengan su utilidad, se convierten fácilmente en "unas grandes maquinarias opuestas a la
comprensión." 103
Quinto, ¿el historiador explica? Respecto a la distinción alemana entre erklären y
verstehen, los estudiosos de las ciencias naturales explican mientras que los historiadores
sólo entienden. Sin embargo, esta distinción es algo artificial. Tanto los científicos como los
historiadores entienden; ambos comunican la inteligibilidad que ellos captaron. La diferencia
reside en el tipo de inteligibilidad captada y en la manera como se desarrolla. La
inteligibilidad científica aspira a ser un sistema internamente coherente o estructura válida
en cualquiera de un grupo específico o serie de casos. Está expresada en un vocabulario
técnico, es examinada constantemente al enfrentar todas sus implicaciones con los datos, y
es ajustada o superada cuando no logra aprobar los exámenes. En cambio, la inteligibilidad
histórica es como la inteligibilidad alcanzada por el sentido común. Ella es el contenido de
una acumulación habitual de chispazos inteligentes que, de por sí, están incompletos; ellos
nunca se le aplican a ninguna situación sin aquella pausa que capta lo pertinentes que sean y
que, si es necesario, agregue unos cuantos chispazos inteligentes más, derivados de la
situación en cuestión. Tal intelección de sentido común es cono una herramienta ajustable
para muchos usos, donde la cantidad de {230} usos es enorme, y al ajuste se basa en la tarea
precisa que se presenta. De aquí que el sentido común piense y hable, proponga y actúe no
respecto a lo general sino a lo particular y concreto. Sus generalidades no son unos principios
160
9. La Historia y los Historiadores
pertinentes para todo caso posible, sino proverbios que dicen lo que puede ser útil tener
presente, y de ordinario se halla redondeado por una advertencia contradictoria. ¡Mira antes
de saltar! ¡El que duda está perdido! 104
La explicación histórica es una extensión perfeccionada de la intelección de sentido
común. Su meta es una reconstrucción inteligente del pasado, no en sus rutinas sino en cada
uno de sus alejamientos de la rutina previa, de las consecuencias interrelacionadas de cada
alejamiento, del despliegue de un proceso que teóricamente pudiera repetirse aunque con
toda probabilidad nunca se repita.
Sexto, ¿el historiador investiga las causas y determina las leyes? El historiador no
determina las leyes, porque la determinación de las leyes es la obra del estudioso de las
ciencias naturales o de las ciencias del hombre. Igualmente, el historiador no investiga
causas, donde 'causa' se toma en un sentido técnico desarrollado a través del avance de las
ciencias. Sin embargo, si la 'causa' se entiende con la significación del lenguaje ordinario de
'debido a," entonces el historiador sí investiga las causas; porque el lenguaje ordinario es
precisamente el lenguaje del sentido común, y la explicación histórica es la expresión del tipo
de intelección en desarrollo del sentido común. Finalmente, los problemas relativos a la
explicación histórica que de ordinario se discuten parecen surgir de un fallo en captar las
diferencias entre los desarrollos científico y de sentido común de la intelección humana. 105
Séptimo, ¿el historiador está dedicado a metas sociales y culturales?; ¿está bajo el
influjo de un sesgo; ¿está libre de cualquier sesgo?
El historiador bien puede estar dedicado a metas sociales y culturales, pero en la
medida en que esté practicando la especialidad funcional de la historia, su dedicación no será
inmediata sino mediata. Su propósito inmediato es determinar lo que se estaba gestando en
el pasado. Si él hace adecuadamente su trabajo, él proporcionará los materiales que podrán
{231} emplearse para promover metas sociales y culturales. Pero no es probable que haga su
trabajo adecuadamente si al realizar sus tareas está influenciado no sólo por sus exigencias
inmanentes sino también por unos motivos y propósitos ulteriores.
De acuerdo con esto, estamos estableciendo una distinción en cierta manera paralela
a la distinción de Max Weber entre las ciencias sociales y las políticas sociales. 106 La ciencia
social es una disciplina empírica que organiza la evidencia respecto a la conducta del grupo.
Tiene que ser buscada en primera instancia por sí misma. Sólo cuando haya alcanzado su
término propio, podrá emplearse útilmente en la construcción de políticas efectivas para el
logro de fines sociales. De manera algo semejante nuestras dos fases de la teología mantienen
separados nuestro encuentro con el pasado religioso y, por otra parte, nuestra acción en el
presente con vistas al futuro.
Además, todos los hombres están expuestos al sesgo, porque un sesgo es un bloqueo
o distorsión del desarrollo intelectual, y tales bloqueos o distorsiones ocurren de cuatro
maneras principales. Está el sesgo de la motivación inconsciente sacado a la luz por la
psicología profunda. Está el sesgo del egoísmo individual y el sesgo más poderoso y más
161
9. La Historia y los Historiadores
ciego del egoísmo grupal. Finalmente, está el sesgo general del sentido común, que es una
especialización de la inteligencia en lo particular y lo concreto pero que de ordinario se
considera a sí mismo competente en todo. En otra parte me he extendido al respecto, y aquí
no repetiré lo que ya he dicho. 107
Además, el historiador debería desapegarse de todo sesgo. En realidad, él tiene
necesidad de tal desapego más que el científico, porque la obra científica está objetivada
adecuadamente y controlada públicamente, mientras que los descubrimientos del historiador
se acumulan a la manera del desarrollo de sentido común, y el único control adecuado y
positivo es tener a otro historiador que revise la misma evidencia.
El modo preciso como uno conciba el logro de tal desapego dependerá de la teoría
del conocimiento y de la moral que uno tenga. Nuestra fórmula es una aplicación continua y
cada vez más exigente de los preceptos trascendentales. Está atento, Sé inteligente, Sé
razonable, Sé responsable. Sin embargo, los empiristas del siglo XIX {232} concibieron que
la objetividad era cuestión de ver todo lo que esté ahí para ser visto y no ver nada que no esté
ahí. De acuerdo con esto, ellos le exigieron al historiador una receptividad pura que admitiera
las impresiones de los fenómenos pero excluyera cualquier actividad subjetiva. Esta es la
visión que Becker estaba atacando en su "Detachment and the Writing of History" y de nuevo
en su "What are Historical Facts?" 108 De edad avanzada, cuando había visto al relativismo
actuando en sus formas más crudas, él lo atacó e insistió en la búsqueda de la verdad como
el valor primario. 109 Pero, como he notado antes, Becker no desarrolló una teoría completa.
Octavo ¿la historia es valoralmente neutra? La historia como especialidad funcional
es valoralmente neutra en el sentido antes esbozado: no le importa directamente promover
ninguna meta social o cultural. Ella pertenece a la primera fase de la teología que busca un
encuentro con el pasado; cuando más adecuado sea ese encuentro, tanto más provechoso
mostrará ser; pero uno no está prosiguiendo una especialidad cuando intenta realizarla y
realizar otra cosa al mismo tiempo. Además, las metas sociales y culturales son valores
encarnados; ellas están sujetas a las distorsiones del sesgo; y así, el interés por metas sociales
y culturales puede ejercer no sólo una influencia turbadora sino aun distorsionante en la
investigación histórica.
Además, la historia es valoralmente neutra en el sentido ulterior de que es una
especialidad funcional que busca determinar cuestiones de hecho recurriendo a la evidencia
empírica. Ahora bien, los juicios de valor ni determinan cuestiones de hecho ni constituyen
una evidencia empírica. En ese aspecto, pues, la historia es, una vez más, valoralmente neutra.
Finalmente, la historia no es valoralmente neutra en el sentido de que el historiador
se abstuviera de todos los juicios de valor. Porque las especialidades funcionales, mientras
se concentran en el fin propio de uno de los cuatro niveles de la actividad consciente e
intencional, no obstante son la realización de operaciones en los cuatro niveles. El historiador
comprueba cuestiones de hecho no ignorando los datos, ni fallando en entender, ni omitiendo
juicios de valor, sino haciendo todo esto con el propósito de determinar cuestiones de hecho.
110
107 Insight, pp. 191-206; pp. 218-244 [COL 3, pp. 214-231; 244-269].
108 BECKER, Detachment, pp. 3-28; 41-64.
109 SMITH, Carl Becker, p. 117.
110 Ver el ensayo de MEINECKE en STERN, Varieties, pp. 267-288.
162
9. La Historia y los Historiadores
{233} De hecho, los juicios de valor del historiador son precisamente los medios que
hacen de su obra una selección de cosas que vale la pena conocer, cosa que, según dice
Meinecke, capacita a la historia a ser "el contentamiento, la sabiduría y las señales
orientadoras de nuestras vidas." 111 Tampoco esta influencia de los juicios de valor es una
intromisión de la subjetividad. Hay juicios de valor verdaderos y los hay falsos. Los primeros
son objetivos en el sentido de que resultan de una autotrascendencia moral. Los últimos son
subjetivos en el sentido de que representan un fallo en efectuar la autotrascendencia moral.
Los falsos juicios de valor son una intromisión de la subjetividad. Los verdaderos juicios de
valor son la realización de una objetividad moral, de una objetividad que, lejos de oponerse
a la objetividad de los verdaderos juicios de hecho, los presupone y los completa agregándole
a la mera autotrascendencia cognoscitiva una autotrascendencia moral.
Sin embargo, si bien el historiador hace juicios de valor, con todo, eso no es su
especialidad. La tarea de hacer juicios sobre los valores y antivalores que nos presenta el
pasado pertenece a las especialidades ulteriores de la dialéctica y los fundamentos.
Finalmente, ¿los historiadores creen? Ellos no creen en el sentido que la historia
crítica no es una compilación de testimonios considerados como creíbles. Pero sí creen en el
sentido en que no pueden experimentar con el pasado como los estudiosos de las ciencias
naturales pueden experimentar con los objetos naturales. Ellos creen en el sentido de que no
pueden tener ante sus ojos las realidades de las que ellos hablan. Ellos creen en el sentido de
que uno depende de la obra evaluada críticamente del otro y participan en una colaboración
progresiva para el avance del conocimiento.
8. Ciencia y Erudición
Quiero proponer un convencionalismo. Reservemos el término 'ciencia' para aquel
conocimiento que está contenido en principios y leyes y o bien se verifica universalmente o
de lo contrario se tiene que revisar. Empleemos el término 'erudición' para denotar aquel
aprendizaje que consiste en una captación de sentido común del pensamiento, lenguaje y
acción de sentido común de unos lugares y/o épocas distantes. Los hombres de letras, los
lingüistas, {234} los exegetas, y los historiadores no se llamarán por lo general científicos
sino eruditos. Sin embargo, se entenderá que alguien pueda ser a la vez científico y erudito.
Él podrá aplicar la ciencia contemporánea a una intelección de la historia antigua, o podrá
utilizar el conocimiento histórico para enriquecer la teoría contemporánea.
163
10
La Dialéctica
1. Los Horizontes
En su sentido literal la palabra 'horizonte' indica el círculo limitante, la línea en la que la tierra
y el cielo parecen encontrarse. Esta línea es el límite del campo de visión de uno. Conforme
uno se mueve, ella retrocede al frente y se cierra por detrás de suerte que, desde puntos de
vista diferentes haya diferentes horizontes. Más aún, para cada punto de vista y horizonte
diferentes, hay diferentes divisiones de la totalidad de {236} los objetos visibles. Más allá del
horizonte se hallan aquellos objetos que, al menos por el momento, no pueden ser vistos.
Dentro del horizonte se hallan los objetos que ahora pueden ser vistos.
Así como nuestro campo de visión está delimitado, así también lo están el alcance de
nuestro conocimiento y el ámbito de nuestros intereses. Así como los campos de visión varían
con el punto de vista de uno, así también el alcance del conocimiento de uno y el ámbito de
los intereses de uno varían según el período en que uno viva, los antecedentes y medio
sociales de uno, la educación de uno y el desarrollo personal. Así, ha surgido una
significación metafórica o tal vez análoga de la palabra 'horizonte.' En este sentido, lo que se
encuentra más allá del horizonte de uno está sencillamente fuera del ámbito del conocimiento
e intereses de uno: uno ni lo conoce ni le importa. En cambio, lo que se halla dentro del
horizonte de uno, en alguna medida, grande o pequeña, es un objeto del interés y del
conocimiento.
Las diferencias de horizonte pueden ser complementarias, genéticas, o dialécticas.
Los obreros, los capataces, los supervisores, los técnicos, los ingenieros, los administradores,
los doctores, los abogados, y los profesores tienen intereses diferentes. Ellos viven, en cierto
sentido, en mundos diferentes. Cada uno está bastante familiarizado con su propio mundo.
10. La Dialéctica
Pero cada uno también sabe de los otros, y cada uno reconoce la necesidad de los otros. Así,
sus muchos horizontes incluyen en cierta medida el uno al otro y, respecto a los demás, ellos
se completan el uno al otro. Solos no son autosuficientes, y unidos representan las
motivaciones y el conocimiento necesario para el funcionamiento de un mundo comunitario.
Tales horizontes son complementarios.
Segundo, los horizontes pueden diferir genéticamente. Ellos están relacionados como
etapas sucesivas de un proceso de desarrollo. Cada etapa posterior presupone las etapas
anteriores, parcialmente para incluirlas, y parcialmente para transformarlas. Precisamente
debido a que las etapas son anteriores y posteriores, no hay dos que sean simultáneas. Ellas
no son parte de un solo mundo comunitario, sino de una sola biografía o de una sola historia.
Tercero, los horizontes pueden estar opuestos dialécticamente. Lo que en uno se halla
inteligible, en otro es inteligible. Lo que para uno es verdadero, para otro es falso. Lo que
para uno es bueno, para otro es malo. Cada uno puede darse alguna cuenta del otro y así, cada
uno de cierta manera puede incluir al otro. Pero tal inclusión también es negación y rechazo.
Porque el horizonte del otro, al menos en parte, {237} se le atribuye a las ilusiones, a la
aceptación del mito, a la ignorancia o a la falacia, a la ceguera o al engaño, a la timidez o a
la inmadurez, a la infidelidad, a la mala voluntad, o a un rechazo de la gracia de Dios. Tal
rechazo del otro puede ser apasionado, y entonces el que se sugiera que la apertura fuera
deseable lo pondrá a uno furioso. Pero, además, el rechazo puede tener la firmeza del hielo
sin ningún rastro de pasión y ni siquiera una muestra de sentimientos, excepto tal vez una
débil sonrisa. Tanto la astrología como el genocidio están al margen de la sociedad, pero la
primera es ridiculizada mientras que el segundo es execrado.
Finalmente, los horizontes son la resultante estructurada de los logros pasados e,
igualmente, tanto la condición como la limitante de un ulterior desarrollo. Ellos están
estructurados. Todo aprendizaje es, no un mero agregado al aprendizaje anterior, sino más
bien un crecimiento orgánico a partir de éste. Así, todas nuestras intenciones, afirmaciones y
acciones de ubican dentro de unos contextos. A tales contextos recurrimos cuando esbozamos
las razones de nuestras metas, cuando aclaramos, ampliamos, o matizamos nuestras
afirmaciones, o cuando explicamos nuestros hechos. Dentro de tales contextos deberá
acomodarse cada nuevo elemento de conocimiento y cada nuevo factor de nuestras actitudes.
Lo que no embona, no será tenido en cuenta, o si se introduce a la fuerza en nuestra atención,
parecerá irrelevante o no importante. Los horizontes, pues, son la extensión de nuestros
intereses y de nuestro conocimiento; ellos son la fuente fértil del ulterior conocimiento e
interés; pero también son las fronteras que delimitan nuestra capacidad de asimilar más que
lo que ya hayamos alcanzado.
2. Conversiones y Desintegraciones
Joseph de Finance ha trazado una distinción entre un ejercicio de la libertad horizontal y uno
vertical. Un ejercicio horizontal es una decisión o elección que ocurre dentro de un horizonte
establecido. Un ejercicio vertical es el grupo de juicios y decisiones por los que pasamos
desde un horizonte hasta otro. Ahora bien, puede haber una secuencia de tales ejercicios
verticales de la libertad, y en cada caso el nuevo horizonte, aunque notablemente más
profundo, más amplio y más rico, no obstante estará en consonancia con el antiguo y será un
desarrollo a partir de las potencialidades de éste. Pero también es posible que el movimiento
165
10. La Dialéctica
hacia el interior de un nuevo horizonte implique un cambio radical; el saldrá del antiguo al
rechazar unos rasgos característicos; él empezará una nueva secuencia que {238} puede
continuar revelando una profundidad, amplitud y riqueza aún mayores. Tal cambio radical y
nuevo comienzo es lo que significa la conversión.
La conversión puede ser intelectual, o moral, o religiosa. Aunque cada una de las tres
está relacionada con las otras dos, con todo, cada una es un tipo diferente de evento y tiene
que considerarse de por sí antes de relacionársela con las otras.
La conversión intelectual equivale a una aclaración radical y, en consecuencia, a la
eliminación de un mito excesivamente obstinado y engañoso respecto a la realidad, a la
objetividad y al conocimiento humano. El mito es que conocer sea como mirar, que la
objetividad sea ver lo que está ahí para ser visto y no ver lo que no está ahí, y que lo real es
lo que está 'afuera-ahí-ahora' para ser mirado. Ahora bien, este mito descuida la distinción
entre el mundo de la inmediatez -- digamos, el mundo del infante -- y por otra parte el mundo
mediado por la significación. El mundo de la inmediatez es la suma de lo que es visto, oído,
tocado, gustado, olido, sentido. Él se ajusta bastante bien a la visión que el mito tiene acerca
de la realidad, de la objetividad y del conocimiento. Pero no es sino un pequeño fragmento
del mundo mediado por la significación. Porque el mundo mediado por la significación es un
mundo conocido no por la experiencia de los sentidos de un individuo sino por la experiencia
externa e interna de una comunidad cultural, y por los juicios continuamente comprobados
una y otra vez de la comunidad. De acuerdo con esto, conocer no es sólo ver; es experimentar,
entender, juzgar, y creer. Los criterios de la objetividad no son sólo los criterios de la visión
ocular; ellos son los criterios compuestos de experimentar, de entender, de juzgar, y de creer.
La realidad conocida no es sólo mirada; es dada en la experiencia, organizada y extrapolada
por la intelección, postulada por el juicio y la creencia.
Las consecuencias del mito son varias. El realista ingenuo conoce el mundo mediado
por la significación pero piensa que lo conoce al mirarlo. El empirista restringe el
conocimiento objetivo a la experiencia de los sentidos; para él entender y concebir, juzgar y
creer son unas actividades meramente subjetivas. El idealista insiste en que el conocer
humano siempre incluye el entender así como los sentidos; pero él mantiene la noción del
empirista sobre la realidad, y así, él piensa en {239} el mundo mediado por la significación
no como real sino como ideal. Sólo el realista crítico puede reconocer los hechos del conocer
humano y declarar que el mundo mediado por la significación sea el mundo real; y podrá
hacerlo sólo en la medida en que él muestre que el proceso de experimentar, entender y juzgar
es un proceso de autotrascendencia.
Ahora bien, nosotros no estamos discutiendo un punto meramente técnico de
filosofía. El empirismo, el idealismo y el realismo le dan nombre a tres horizontes totalmente
diferentes sin objetos idénticos comunes. Un idealista nunca significa lo que un empirista
significa, y un realista nunca significa lo que cualquiera de los otros dos significan. Un
empirista puede argüir que la teoría cuántica no puede versar sobre la realidad física; no
puede hacerlo porque maneja sólo relaciones entre fenómenos. Un idealista pudiera estar de
acuerdo y agregar que, por supuesto, lo mismo es verdadero respecto a toda la ciencia y, en
realidad, a todo el conocer humano. El realista crítico estará en desacuerdo con ambos; una
hipótesis verificada es probablemente verdadera; y lo que probablemente es verdadero se
refiere a lo que en realidad probablemente es así. Para cambiar el ejemplo, ¿Qué son los
166
10. La Dialéctica
hechos históricos? Para el empirista ellos son lo que estaba 'afuera-ahí' y era capaz de ser
mirado. Para el idealista ellos son unas construcciones mentales cuidadosamente basadas en
datos registrados en documentos. Para el realista crítico ellos son eventos en el mundo
mediado por los actos verdaderos de significación. Para poner un tercer ejemplo, ¿Qué es un
mito? Hay respuestas psicológicas, antropológicas, históricas, y filosóficas a esa pregunta.
Pero también hay unas respuestas reduccionistas: el mito es un relato acerca de unas
entidades que no se encontrarán dentro de un horizonte empirista, idealista, historicista o
existencialista.
Basta de ejemplos. Ellos pueden multiplicarse indefinidamente, porque los asuntos
filosóficos son universales en su alcance, y parece que alguna forma de realismo ingenuo es
considerada como totalmente incuestionable por muchísimos. Tan pronto como empiezan a
hablar de conocer, de objetividad, de realidad, ahí surge la suposición de que todo conocer
deba ser algo como mirar. Liberarse de ese disparate, descubrir la autotrascendencia propia
del proceso humano de llegar a conocer, es romper con unos hábitos de pensar y hablar muy
arraigados. Es adquirir el dominio en la casa propia que ha de lograrse {240} sólo cuando
uno conozca precisamente lo que está haciendo cuando está conociendo. Eso es una
conversión, un nuevo comienzo, un nuevo inicio. Eso abre el camino a aclaraciones y
desarrollos todavía ulteriores.
La conversión moral hace que el criterio de las propias decisiones y elecciones dejen
de serlo las satisfacciones y lleguen a serlo los valores. Cuando éramosniños o menores de
edad, se nos persuadía, engatusaba, ordenarba u obligaba a hacer lo correcto. Conforme se
incrementa nuestro conocimiento de la realidad humana, conforme nuestras respuestas a los
valores humanos se van reforzando y refinando, nuestros mentores nos dejan más y más a
nuestras fuerzas de suerte que nuestra libertad pueda ejercitar su impulso que siempre avanza
hacia la autenticidad. Así, nosotros nos acercamos al momento existencial cuando
descubrimos por nosotros mismos que nuestras elecciones nos afectan a nosotros mismos no
menos que a los objetos elegidos o rechazados, y que está en las manos de cada uno de
nosotros decidir por sí mismo lo que haya de hacer de sí mismo. Entonces es el tiempo de
ejercer la libertad vertical, y entonces la conversión moral consiste en optar por lo
verdaderamente bueno, aun por el valor en contra de la satisfacción cuando el valor y la
satisfacción entran en conflicto. Tal conversión, por supuesto, se queda corta respecto a la
perfección moral. Decidir es una cosa, y hacer es otra. Uno tiene todavía que descubrir y
desenraizar el sesgo individual, grupal y general que tenga uno. 1 Uno tiene que continuar
desarrollando el conocimiento que tenga de la realidad y potencialidad humanas tal como son
en la situación existente. Uno tiene que continuar distinguiendo entre sus elementos de
progreso y sus elementos de decadencia. Uno tiene que continuar escudriñando las respuestas
intencionales que da uno a los valores y sus implícitas escalas de preferencia.Uno tiene que
escuchar las críticas y la protesta. Uno tiene que permanecer dispuesto a aprender de los
demás. Porque el conocimiento moral es la posesión propia sólo de los hombres moralmente
buenos y, hasta que uno haya merecido ese título, tendrá todavía que avanzar y aprender.
La conversión religiosa es ser captado por el interés último. Es un ultramundano llegar
a enamorarse. Es una autoentrega total y permanente sin condiciones, matices, ni reservas.
Sin embargo, tal entrega no como acto sino como estado dinámico es la que es anterior a los
167
10. La Dialéctica
actos subsiguientes y que es principio de éstos. Ella se revela en retrospectiva como una
corriente subterránea de la conciencia existencial, como una aceptación predestinada de una
vocación a la santidad, tal vez como una simplicidad y pasividad crecientes en la oración.
{241} Es interpretada diferentemente en el contexto de las diferentes tradiciones religiosas.
Para los cristianos es el amor de Dios que inunda nuestros corazones por el Espíritu santo
dado a nosotros. Es el don de la gracia y, desde tiempos de Agustín, se ha trazado una
distinción entre la gracia operante y la cooperante. La gracia operante es la substitución del
corazón de piedra por un corazón de carne, una substitución que se encuentra más allá del
horizonte del corazón de piedra. La gracia cooperante es el corazón de carne que llega a ser
eficaz en buenas obras mediante la libertad humana. La gracia operante es la conversión
religiosa. La gracia cooperante es la efectividad de la conversión, el movimiento gradual
hacia una transformación plena y completa de la totalidad del propio vivir y sentir, de los
pensamientos, palabras, obras y omisiones de uno. 2
Como la conversión intelectual y la moral, así también la conversión religiosa es una
modalidad de la autotrascendencia. La conversión intelectual es [volverse] hacia la verdad
alcanzada por la autotrascendencia cognoscitiva. La conversión moral es [volverse] hacia los
valores captados, afirmados, y realizados por una autotrascendencia real. La conversión
religiosa es [volverse] hacia un total estar enamorado, como la base eficaz de toda
autotrascendencia, ya sea en la búsqueda de la verdad, o en la realización de los valores
humanos, o en la orientación que el hombre adopta respecto al universo, su fundamento, y su
meta.
Debido a que las conversiones intelectual, moral y religiosa tienen todas que ver con
la autotrascendencia, es posible, cuando las tres ocurren dentro de una sola conciencia, el
concebir sus relaciones en términos de elevación. Yo usaría esta noción en el sentido de Karl
Rahner 3 más que en el de Hegel para significar que lo que eleva va más allá de lo que es
elevado, introduce algo nuevo y distinto, coloca todo sobre una nueva base, sin embargo,
lejos de interferir con lo que es elevado o lejos de destruirlo, al contrario, lo necesita, lo
incluye, preserva todos sus rasgos y propiedades propias, y las lleva consigo hacia delante
hasta una realización más plena dentro de un contexto más rico.
Así, la conversión moral va más allá del valor 'verdad' hasta los valores {242} en
general. Ella promueve al sujeto desde la autotrascendencia cognoscitiva hasta la moral. Ella
lo coloca en un nuevo nivel existencial de conciencia y lo establece como un valor originante.
Sin embargo, esto de ninguna manera interfiere ni debilita su dedicación a la verdad. Él
continúa necesitando la verdad, porque debe captar la realidad y la potencialidad real antes
de que pueda deliberadamente responder al valor. La verdad que él necesita es todavía la
verdad alcanzada de acuerdo con las exigencias de la conciencia racional. Pero ahora su
búsqueda de ella es tanto más segura porque se ha armado contra el sesgo, y es tanto más
llena de significación y significativa porque ocurre dentro, y juega un papel esencial en el
contexto mucho más rico de la búsqueda de los valores.
2 Respecto a la gracia como operante y cooperante en santo Tomás, ver Theological Studies 2 (1941), 289-324;
3 (1942), 69-88; 375-402; 533-578. En forma de libro, B. LONERGAN, Grace and Freedom (Gracia y
Libertad: Gratia Operans en Aquino) London: Darton, Longman & Todd, y New York: Herder and Herder,
1971.
3 K. RAHNER, Hörer des Wortes, München: Kösel, 1963, p. 40.
168
10. La Dialéctica
169
10. La Dialéctica
débiles, un opio distribuido por los ricos para aquietar a los pobres, una proyección mítica
hacia el cielo, de la excelencia propia del hombre?
Al principio no se declaran ilusorias todas las religiones sino sólo algunas, no se
rechazan como ineficaces e inútiles todos los preceptos morales sino sólo algunos, no se
descarta como mera habladuría toda verdad sino sólo algún tipo de metafísica. Las
negaciones pueden ser verdaderas, y entonces ellas representarán un esfuerzo por neutralizar
la decadencia. Pero ellas también pueden ser falsas, y entonces ellas serán el inicio de la
decadencia. En este último caso, se estará destruyendo alguna parte del logro cultural. Cesará
de ser un componente familiar de la experiencia cultural. Se apartará hasta un olvidado
pasado para que tal vez lo redescubran y reconstruyan los historiadores. Más aún, esta
eliminación de una parte genuina de la cultura significa que se ha mutilado una totalidad
previa, que se ha alterado algún equilibrio, que el resto será distorsionado al esforzarse por
compensar [lo antes eliminado]. Además, tal eliminación, mutilación o distorsión por
supuesto será admirada como un paso adelante del progreso, mientras que los evidentes males
que ellas acarrean no tratarán de remediarse por el retorno a un pasado mal orientado sino
por una mayor eliminación, mutilación o distorsión. Una vez empezado el proceso de
disolución, se lo disimula por el autoengaño y se lo perpetúa por [una lógica que tiene su
propia] consistencia. Sin embargo, eso no significa que se vea confinado a un solo
procedimiento uniforme. Las diferentes naciones, las diferentes clases sociales, las diferentes
generaciones pueden seleccionar diferentes partes del logro pasado para eliminarlas,
diferentes mutilaciones por efectuar, diferentes distorsiones por provocar. La creciente
disolución se verá entonces acompañada por una creciente división, incomprensión,
sospecha, desconfianza, hostilidad, odio y violencia. El cuerpo social se verá despedazado
de muchas maneras, y su alma cultural se habrá vuelto incapaz de tener convicciones
razonables y compromisos responsables.
Esto es así porque las convicciones y los compromisos descansan en juicios de hecho
y juicios de valor. Tales juicios, a su vez, descansan en buena parte en las creencias. En
realidad son pocas las gentes que, presionadas por casi todos lados, no tengan que recurrir
rápidamente a lo que han creído. Ahora bien, ese recurso podrá ser eficaz sólo cuando los
creyentes presenten un frente sólido, sólo cuando los escépticos intelectuales, morales y
religiosos sean una minoría pequeña y todavía poco influyente. Sin embargo, su número
puede aumentar, su influencia puede ascender, sus voces pueden apoderarse del mercado de
libros, del sistema educativo, y de los medios masivos de comunicación. Entonces el creer
empezará a funcionar no a favor sino en contra de la autotrascendencia intelectual, moral y
religiosa. Lo que había sido un camino cuesta arriba pero universalmente respetado se
derrumbará hasta convertirse en una peculiaridad propia de una minoría pasada de moda.
170
10. La Dialéctica
171
10. La Dialéctica
los datos disponibles al presente. La causa de las diferencias generales es una diferencia
general de horizonte, y el remedio proporcionado es nada menos que una conversión.
Como la historia, así tampoco la interpretación promete resultados unívocos. El
intérprete puede entender la cosa, las palabras, al autor, y a sí mismo. Pero si pasa por una
conversión, él tendrá un yo diferente por entender, y la nueva intelección de sí mismo puede
modificar su intelección de la cosa, las palabras, y del autor.
Finalmente, la investigación especial se lleva a cabo con vistas a las tareas exegéticas
o históricas particulares. Los horizontes que guían la realización de las tareas también guían
la realización de la investigación. {247} Uno halla fácilmente lo que encaja en el horizonte
de uno. Uno tiene muy poca habilidad para notar lo que uno nunca ha entendido o concebido.
No menos que la interpretación y la historia, la investigación especial preliminar puede
revelar unas diferencias de horizonte.
En suma, la primera fase de la teología queda incompleta si se restringe a la
investigación, interpretación e historia. Porque tal como hemos concebido estas
especialidades funcionales, ellas se aproximan a un encuentro con el pasado pero no lo llevan
a cabo. Ellas hacen disponibles los datos, aclaran lo que era significado, relatan lo que
ocurrió. El encuentro es algo más. Es el encontrar personas, apreciar los valores que ellas
representan, criticar sus defectos, y permitir que la vida de uno se vea desafiada en sus raíces
mismas por sus palabras y por sus hechos. Más aún, tal encuentro no es solo un agregado
opcional a la interpretación y la historia. La interpretación depende de la propia
autointelección; la historia que uno escribe depende del horizonte de uno; y el encuentro es
la única manera como la autointelección y el horizonte pueden sujetarse a un examen.
4. La Dialéctica: El Problema
La presencia o ausencia de la conversión intelectual, moral o religiosa da origen a unos
horizontes opuestos dialécticamente. Aunque puede tenderse un puente sobre las diferencias
complementarias o genéticas, las diferencias dialécticas implican un repudio mutuo. Cada
una considera al repudio de sus opuestos como la única posición, y como la única posición
inteligente, razonable y responsable y, cuando se alcanza la suficiente complejidad, cada uno
busca una filosofía o un método que apuntale a las visiones que se consideran adecuadas
sobre lo inteligente, lo razonable y lo responsable.
Ahí resulta una babel. Pueden faltar los tres tipos de conversión; puede estar presente
cualquiera de ellos, o dos de ellos, o los tres. Aun prescindiendo de las diferencias en lo
completo de la conversión, hay ocho tipos radicalmente diferentes. Más aún, toda
investigación se lleva a cabo dentro de algún horizonte. Esto sigue siendo verdadero aunque
uno no conozca que está operando dentro de un horizonte o aunque suponga que no está
haciendo suposiciones. Ya se reconozcan explícitamente o no, los horizontes opuestos
dialécticamente conducen a unos juicios de valor opuestos, a unas explicaciones {248}
opuestas de los movimientos históricos, a unas interpretaciones opuestas de los autores, y a
diferentes selecciones de los datos pertinentes para la investigación especial.
En gran medida las ciencias naturales se escapan de esta trampa. Ellas se limitan a
preguntas que puedan responderse mediante el recurso a la observación y experimentación.
Ellas sacan sus modelos teóricos de las matemáticas. Ellas tienden a un conocimiento
172
10. La Dialéctica
empírico en el que los juicios de valor no tienen ningún papel constitutivo. Con todo, estas
ventajas no les dan una completa inmunidad. Una explicación del método científico es a la
teoría del conocimiento como lo menos general es a lo más general, de suerte que ninguna
barrera firme separa a las ciencias, al método científico y a la teoría general del conocimiento.
Así, el determinismo mecanicista acostumbró ser una parte de las ciencias; ahora es una
opinión filosófica descartada. Sin embargo, en su lugar está la doctrina de Niels Bohr de la
complementariedad, que incluye unas visiones filosóficas sobre el conocimiento humano y
sobre la realidad, y cualquier alejamiento de la posición de Bohr implica todavía más
filosofía. 6 Igualmente, aunque la física, la química y la biología no hagan juicios de valor,
con todo, el paso desde los regímenes liberales hasta los totalitarios han hecho que los
científicos reflexionen en el valor de la ciencia y en sus derechos como científicos, cuando
las utilizaciones militares y otras han hecho que caigan en la cuenta de sus obligaciones.
En las ciencias del hombre los problemas son mucho más agudos. Los reduccionistas
extienden los métodos de las ciencias naturales al estudio del hombre. De acuerdo con esto,
sus resultados son válidos sólo en la medida en que un hombre se parezca a un robot o a una
rata y, aunque tal parecido exista, el prestarle una atención exclusiva a él proporciona una
visión groseramente mutilada y distorsionada. 7 La teoría general de sistemas rechaza el
reduccionismo en todas sus formas, pero con todo se da cuenta de sus problemas no resueltos;
porque la ingeniería de sistemas implica una mecanización progresiva que tiende a reducir el
papel del hombre en el sistema por el de un robot, mientras que en general los sistemas
pueden emplearse para fines destructivos así como constructivos. 8 Gibson Winter en su libro
Elements for a Social {249} Ethic 9 ha contrastado los divergentes estilos de la sociología
asociados a los nombres de Talcott Parsons y C. Wright Mills. Después de notar que la
diferencia de acercamiento conduce a diferentes juicios sobre la sociedad existente, él
preguntó si la oposición era científica o meramente ideológica (pregunta que, por supuesto,
transportó la discusión desde la historia del pensamiento sociológico contemporáneo hasta la
filosofía y la ética). El profesor Winter desarrolló una explicación general de la realidad
social, y distinguió en la sociología los estilos físico, funcionalista, voluntarista e intencional,
y le señaló a cada uno su esfera de pertinencia y efectividad. Donde Max Weber había
distinguido entre la ciencia social y las políticas sociales, el profesor Winter distingue en las
ciencias sociales entre los estilos fundados y clasificados filosóficamente y, por otra parte,
las políticas sociales fundadas no sólo en las ciencias sociales sino también en los juicios de
valor de una ética.
Tanto en las ciencias naturales como en las ciencias del hombre, entonces, se
entrometen unos asuntos que no han de resolverse por los métodos empíricos. Estos asuntos
pueden ser esquivados o evadidos con mayor éxito en las ciencias naturales y menos en las
ciencias del hombre. Ahora bien, una teología podrá ser metódica sólo si se enfrenta de lleno
a estos asuntos. Enfrentarlos de lleno es el problema de nuestra cuarta especialidad funcional
de la dialéctica.
6 P. A. HEELAN, Quantum Mechanics and Objectivity, The Hague: Nijhoff, 1965, cap. 3.
7 F. W. MATSON, The Broken Image, Garden City, N. Y.: Doubleday, 1966, cap. 2.
8 L. V. BERTALANFFY, General System Theory, New York: Braziller, 1968, pp. 10, 52.
9 New York: Macmillan, 1966, public. 1968.
173
10. La Dialéctica
5. La Dialéctica: Su Estructura
La estructura de la dialéctica tiene dos niveles. En un nivel superior están los operadores. En
un nivel inferior están reunidos los materiales con que se ha de operar.
Los operadores son dos preceptos: desarrolla las posiciones; revierte las
contraposiciones. Las posiciones son afirmaciones compatibles con la conversión intelectual,
moral y religiosa; ellas se desarrollan al ser integradas con nuevos datos y ulteriores
descubrimientos. Las contraposiciones son afirmaciones incompatibles con la conversión
intelectual, moral o religiosa; ellas se revierten cuando se remueven los elementos
incompatibles.
Antes de que se opere con ellos, los materiales tienen que ser reunidos, completados,
comparados, reducidos, clasificados y seleccionados. El reunirlos {250} incluye las
investigaciones realizadas, las interpretaciones propuestas, las historias escritas, y los
acontecimientos, afirmaciones y movimientos a los que se refieren. El completarlos le agrega
una interpretación evaluativa y una historia evaluativa; recoge las ciento una 'cosas buenas'
y sus opuestos; equivale a la historia al estilo de Burckhardt más que al de Ranke. 10 La
comparación examina lo reunido y completado para buscar afinidades y oposiciones. La
reducción halla una misma afinidad y una misma oposición manifestadas en una cantidad de
maneras diferentes: desde las muchas manifestaciones se pasa a la raíz subyacente. La
clasificación determina cuáles de estas fuentes de afinidad u oposición resultan de unos
horizontes opuestos dialécticamente y cuáles tienen otras bases. La selección, finalmente,
recoge las afinidades y oposiciones basadas en horizontes opuestos dialécticamente y
descarta otras afinidades y oposiciones.
Ahora bien, este trabajo de reunir, completar, comparar, reducir, clasificar y
seleccionar lo realizarán diferentes investigadores, y estos estarán operando desde el interior
de diferentes horizontes. De acuerdo con esto, los resultados no serán uniformes. Ahora bien,
la fuente de esta falta de uniformidad saldrá al descubierto cuando cada investigador pase a
distinguir entre las posiciones (que son compatibles con la conversión intelectual, moral y
religiosa) y, por otro lado, las contraposiciones (que son incompatibles con la conversión
intelectual, o con la moral, o con la religiosa). Una ulterior objetivación del horizonte se logra
cuando cada investigador opera con los materiales indicando la visión que resultaría de
desarrollar lo que él ha considerado como posiciones y revirtiendo lo que él ha considerado
como contraposiciones. Se da una objetivación final del horizonte cuando los resultados del
proceso anterior se consideran ellos mismos como materiales; cuando estos son reunidos,
completados, comparados, reducidos, clasificados y seleccionados; cuando se distinguen las
posiciones y contraposiciones, y cuando se desarrollan las posiciones y se revierten las
contraposiciones.
174
10. La Dialéctica
175
10. La Dialéctica
de todos los pecados. Más bien consiste en un retiro de la inautenticidad, y el retiro nunca es
un logro permanente. Es siempre precario, siempre ha de realizarse de nuevo, siempre será
en buena parte cuestión de descubrir todavía más descuidos, reconocer todavía más fallos en
el entender, corregir todavía más equivocaciones, arrepentirse más y más profundamente por
los pecados ocultos. En suma, el desarrollo humano se da en buena parte a través de la
resolución de los conflictos y, dentro del campo de la conciencia intencional, los conflictos
básicos se definen por la oposición de las posiciones y contraposiciones.
Ahora bien, sólo a través del movimiento hacia la autotrascendencia cognoscitiva y
moral es como el teólogo supera sus propios conflictos, como puede esperar discernir la
ambivalencia que está funcionando en los demás y la medida en que ellos han resuelto sus
problemas. Sólo a través de tal discernimiento puede él esperar apreciar todo lo que ha sido
inteligente, verdadero y bueno en el pasado, aun en las vida y el pensamiento de quienes
fueron oponentes. Sólo a través de tal discernimiento puede él llegar a reconocer todo lo que
había de falta de información, de malentendido, de equivocación y de mal aun en aquellos
con los que {253} él se ha aliado. Además, sin embargo, esta acción es recíproca. Así como
la autotrascendencia propia es lo que capacita a uno a conocer a los demás exactamente y a
juzgarlos justamente, así a su vez mediante el conocimiento y apreciación de los demás es
como llegamos a conocernos a nosotros mismos y a completar y refinar nuestra captación de
los valores.
Así pues, en la medida en que los investigadores reúnen, completan, comparan,
reducen, clasifican, y seleccionan, ellos sacan a luz las oposiciones dialécticas que existieron
en el pasado. En la medida en que ellos declaran a una visión como posición y a su opuesta
como contraposición y luego continúan desarrollando las posiciones y revirtiendo las
contraposiciones, ellos estarán proporcionándole el uno al otro la evidencia para un juicio
sobre su realización personal de la autotrascendencia. Ellos revelan los yos que hicieron la
investigación, que ofrecieron las interpretaciones, que estudiaron la historia, y que hicieron
los juicios de valor.
Tal objetivación de la subjetividad es el estilo del experimento crucial. Aunque pueda
no ser automáticamente eficaz, le proporcionará a quienes tengan mentalidad abierta, a
quienes sean personas serias y sinceras la ocasión de plantearse algunas preguntas básicas,
primero, acerca de los demás pero, con el tiempo, aun acerca de ellas mismas. Ella hará de
la conversión un tema y por ello la promoverá. Los resultados no serán repentinos ni
asombrosos, ya que la conversión de ordinario es un proceso lento de maduración. Ésta es
hallar por uno mismo y en uno mismo lo que significa ser inteligente, ser razonable, ser
responsable, y amar. La dialéctica contribuye a ese fin al señalar las diferencias últimas, al
ofrecer el ejemplo de otros que difieren radicalmente de uno mismo, al proporcionar ocasión
de una reflexión, de un autoescrutinio, que puede conducir a una nueva intelección de uno
mismo y del propio destino.
176
10. La Dialéctica
Ahora bien, la tarea de manejar estos conflictos no les pertenece a {254} los
metodólogos, sino a los teólogos ocupados en la cuarta especialidad funcional. Más aún la
estrategia del teólogo no será probar su propia posición, ni refutar las contraposiciones, sino
mostrar la diversidad y señalar la evidencia de sus raíces. De esta manera será atrayente para
quienes aprecian la plena autenticidad humana y convencerá a aquellos que la alcancen. En
realidad, la idea básica del método que estamos tratando de desarrollar toma su posición
respecto a descubrir lo que es la autenticidad humana y mostrar cómo recurrir a ella. No es
un método infalible, porque los hombres fácilimente son inauténticos, pero es un método
poderoso, porque la más profunda necesidad del hombre y su logro más apreciado es la
autenticidad.
Queda el que el metodólogo no puede ignorar totalmente el conflicto de las filosofías
o de los métodos. Especialmente esto sucede cuando hay visiones ampliamente difundidas
que implican que sus propios procedimientos sean equivocados y aun obstinados. De acuerdo
con esto, comentaré brevemente, primero, ciertas pretensiones del análisis lingüístico y,
segundo, ciertas conclusiones que se siguen de unas premisas idealistas.
En un valioso escrito presentado en la convención anual 33 de la Catholic Theological
Society of America, el profesor Edward MacKinnon explicó:
"Desde la publicación de las Philosophical Investigations de Wittgenstein ha
habido un creciente consenso en que la significatividad del lenguaje es
esencialmente pública y sólo derivadamente privada. Si no fuera así, el lenguaje
no pudiera servir de vehículo para la comunicación intersubjetiva. La
significación de un término, según esto, se explica principalmente aclarando su
utilización, o el grupo de utilizaciones asociadas con él. Esto requiere un análisis
tanto de la manera como los términos funcionan dentro del lenguaje (o un estudio
de sintaxis) cuanto de los contextos extralingüísticos en los que su utilización es
apropiada (o cuestiones semánticas y pragmáticas).
"Una consecuencia de esta posición ... es que la significación de una palabra no
sea explicable por referencia o reducción a unos actos mentales privados. La
doctrina escolástica usual es que las palabras tienen significación debido a que
expresan conceptos. Las significaciones se hallan primariamente en los
conceptos, actos o estados mentales privados, y después derivadamente en el
lenguaje que expresa tal concepto. Dentro de esta visión del lenguaje, la
trascendencia no presenta un problema lingüístico demasiado formidable. Una
palabra como 'Dios' puede significar un ser trascendente, si esto es lo que uno
{255} pretende al usar la palabra. Por agradable que pueda ser esa solución tan
sencilla, desafortunadamente no funcionará." 11
Ésta me parece ser una base clara y útil para la discusión. Desearía aclarar mi propia posición
agregando unas cuantas observaciones.
Primero, yo no creo que los actos mentales ocurran sin un flujo de expresión que los
sustente. La expresión puede no ser lingüística. Puede no ser adecuada. Puede no presentarse
ante la atención de los demás. Pero ocurre. En realidad, Ernst Cassirer ha comunicado que
11 EDWARD MACKINNON, "Linguistic Analysis and the Transcendence of God," Proceedings of the Catholic
Theological Society of America, 23 (1968), 30.
177
10. La Dialéctica
los estudiosos de la afasia, de la agnosia y de la apraxia han hallado que estos desordenes del
habla, del conocimiento y de la acción están interrelacionados. 12
Segundo, no tengo ninguna duda de que la ordinaria significatividad del lenguaje
ordinario sea esencialmente pública y sólo derivadamente privada. Porque el lenguaje es
ordinario si se da en el uso común. No se da en el uso común debido a que suceda que algún
individuo aislado haya decidido lo que haya de significar, sino debido a que todos los
individuos del grupo pertinente entiendan lo que ello significa. De manera semejante, al
realizar los actos mentales expresados es como los niños y los extranjeros llegan a aprender
un lenguaje. Ahora bien, ellos aprenden el lenguaje aprendiendo cómo se lo utiliza
ordinariamente, de suerte que su conocimiento privado del uso ordinario se deriva del uso
común que esencialmente es público.
Tercero, lo que es verdadero de la significatividad ordinaria del lenguaje ordinario no
es verdadero de la significatividad original de cualquier lenguaje, ya sea ordinario, literario
o técnico. Porque todo lenguaje se desarrolla y, en cualquier época, cualquier lenguaje
consiste en la sedimentación de los desarrollos que han ocurrido y no se han hecho obsoletos.
Ahora bien, los desarrollos consisten en descubrir nuevos usos para las palabras existentes,
en inventar nuevas palabras, y en difundir los descubrimientos e inventos. Los tres son
cuestión de actos mentales expresados. El descubrimiento de un nuevo uso es un acto mental
expresado por el nuevo uso. El invento de una nueva palabra es un acto mental expresado
por la nueva palabra. La comunicación de {256} los descubrimientos e invenciones puede
hacerse técnicamente introduciendo definiciones, o espontáneamente como cuando A
profiera su nueva constelación verbal; B responda; A capte en la respuesta de B el éxito que
haya tenido en comunicar su significación y, en la medida que haya fallado, busque e intente
ulteriores descubrimientos e inventos. A través de un proceso de prueba y error se configura
un nuevo uso, y después se establece un nuevo uso ordinario. Así pues, diversamente a la
significatividad ordinaria, la significatividad indeterminada se origina en unos actos mentales
expresados, se comunica y perfecciona a través de los actos mentales expresados, y llega a
ser ordinaria cuando la comunicación llevada a cabo se extiende a una cantidad de individuos
suficientemente grande.
Cuarto, detrás de esta confusión de la significatividad ordinaria y de la
significatividad original parece esconderse otro confusión. Porque pueden dársele dos
significaciones bastante diferentes a la afirmación de que todos los problemas filosóficos
sean unos problemas lingüísticos. Si uno concibe el lenguaje como la expresión de actos
mentales, uno concluirá que los problemas filosóficos tengan su fuente no sólo en la
expresión lingüística sino también en los actos mentales, y puede suceder que uno le dedique
mucha más atención a los actos mentales que a la expresión lingüística. Pero uno puede sentir
que los actos mentales sean sólo unas entidades ocultas o, si es que existen realmente, que
los filósofos van a continuar enredados indefinidamente si les prestan atención a ellos o, al
menos, si los convierten en básicos para su método. En una visión reduccionista, pues, o en
una opción metodológica más o menos radical, uno puede decidirse a limitar el discurso
filosófico o, al menos, el discurso filosófico básico al uso del lenguaje ordinario, tal vez
iluminado por los meta-lenguajes de la sintaxis, la semántica, y la pragmática.
12 E. Cassirer, The Philosophy of Symbolic Forms, New Haven: Yale, 1957, vol. III, p. 220.
178
10. La Dialéctica
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10. La Dialéctica
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10. La Dialéctica
lenguajes tanto ordinario como técnico. Así como el mundo de sentido común y su lenguaje
proporcionan el andamiaje para penetrar en el mundo de la teoría, así ambos mundos del
sentido común y de la teoría y sus lenguajes proporcionan el andamiaje para penetrar en el
mundo de la interioridad. Ahora bien, aunque la transición desde el sentido común hasta la
teoría nos introduce a unas entidades que no experimentamos directamente, la transición
desde el sentido común y la teoría hasta la interioridad nos hace pasar desde la conciencia
del yo hasta el conocimiento del yo. El sentido común y la teoría han mediado para nosotros
lo que es dado inmediatamente en {260} la conciencia. A través de ellos hemos avanzado
desde unas operaciones, procesos y unidades meramente dadas hasta un sistema básico de
términos y relaciones que distinguen, relacionan y designan las operaciones, procesos y
unidades y nos capacitan a hablar clara, precisa y explicativamente de ellas.
Sin embargo, a tal discurso lo encuentran claro, preciso y explicativo sólo quienes
hayan pasado su período de aprendices. No basta con haber adquirido sentido común ni con
hablar el lenguaje ordinario. Uno tiene también que estar familiarizado con la teoría y con el
lenguaje técnico. Uno tiene que examinar las matemáticas, descubrir lo que está sucediendo
cuando uno está aprendiéndolas y, también, lo que estaba sucediendo conforme se estaban
desarrollando. De reflexionar en las matemáticas uno tiene que pasar a reflexionar en las
ciencias naturales, distinguir sus procedimientos, las relaciones entre los pasos sucesivos, la
diversidad y relación entre los métodos clásico y estadístico, el tipo de mundo que tales
métodos han de revelar -- al mismo tiempo fijándose no sólo en los objetos científicos sino
también fijándose, tan bien como pueda, en las operaciones conscientes por las que uno
tiende a los objetos. Desde la precisión de la intelección y pensamiento matemático, y desde
el avance progresivo y acumulativo de las ciencias naturales, uno tiene que volverse hacia
los procedimientos del sentido común, captar cómo difiere éste de las matemáticas y de las
ciencias naturales, distinguir sus procedimientos propios, el alcance de su importancia, el
riesgo permanente que corre de mezclarse con el sin-sentido común. Para decir todo esto lo
más brevemente posible: uno no sólo tiene que leer el Insight, sino también descubrirse a sí
mismo en sí mismo.
Volvamos ahora a las relaciones entre el lenguaje y los actos mentales. Primero, pues,
un lenguaje que se refiera a los actos mentales tiene que desarrollarse. Como hemos notado,
al héroe homérico no se lo pinta pensando sino conversando con un dios o una diosa, con su
caballo o con un río, con su corazón o con su temperamento. El libro The Discovery of the
Mind de Bruno Snell relata cómo los griegos desarrollaron gradualmente su captación del
hombre y con el tiempo se enfrentaron a los problemas de la teoría del conocimiento. En
Aristóteles existe una explicación sistemática del alma, de sus potencias, hábitos, y
operaciones, y de sus objetos. En algunos aspectos es sorprendentemente precisa, aunque
incompleta, y supone totalmente una metafísica. No está ubicada {261} en el mundo del
sentido común ni en el de la interioridad sino en el de la teoría. Ha de completarse con la
teoría más completa de Aquino.
Sin embargo, una vez que la conciencia se ha diferenciado y el pensamiento y discurso
sistemáticos sobre los actos mentales se han desarrollado, las capacidades del lenguaje
ordinario se ven grandemente ampliados. Las penetrantes reflexiones de Agustín sobre el
conocimiento y la conciencia, las Regulae ad directionem ingenii de Descartes, los Pensées
de Pascal, la Grammar of Assent de Newman ... todos quedan dentro del mundo de la
captación y discurso del sentido común pero contribuyen enormemente a nuestra intelección
181
10. La Dialéctica
de nosotros mismos. Más aún, ellos revelan la posibilidad de llegar a conocer al sujeto
consciente y sus operaciones conscientes sin presuponer una estructura metafísica anterior.
Esta posibilidad es la que se realiza cuando un estudio de las operaciones matemáticas,
científicas y de sentido común dan fruto al experimentar, entender y afirmar el patrón
normativo de operaciones relacionadas y recurrentes por las que avanzamos en conocimiento.
Una vez que se alcanza tal explicación del conocimiento, uno puede pasar desde la pregunta
gnoseológica (¿Qué estamos haciendo cuando estamos conociendo?) a la pregunta
epistemológica (¿Por qué hacer eso es conocer?) y desde ambas hasta la pregunta metafísica
(¿Qué conocemos cuando conocemos?)
Así pues, desde dentro del mundo de la interioridad, los actos mentales en cuanto
experimentados y en cuanto concebidos sistemáticamente son lógicamente lo primero. Desde
ellos uno puede pasar a la epistemología y a la metafísica. Desde los tres puede uno pasar,
como lo hemos intentado en el capítulo 3, a dar una explicación sistemática de la significación
en sus portadores, sus elementos, sus funciones, y sus etapas.
Con todo, esta prioridad es sólo relativa. Además de la prioridad que se alcanza
cuando se establece un nuevo campo de significación, está también la prioridad de lo que se
necesita si ese proceso de establecerlo ha de recorrerse. Los griegos necesitaron un desarrollo
artístico, uno retórico, y uno argumentativo del lenguaje antes de que un griego pudiera
establecer una explicación metafísica de la mente. El logro griego se necesitó para extender
las capacidades del conocimiento y lenguaje del sentido común antes de que Agustín,
Descartes, Pascal y Newman pudieran hacer sus contribuciones de sentido común a nuestro
autoconocimiento. La historia de las matemáticas, de las ciencias naturales y de la filosofía
e, {262} igualmente, nuestra propia dedicación reflexiva personal a las tres se necesitan si
ambos, sentido común y teoría, han de construir el andamio para el ingreso al mundo de la
interioridad.
Así pues, las condiciones para utilizar los actos mentales como lógicamente primeros
son numerosas. Si uno insiste en permanecer en el mundo del sentido común y del lenguaje
ordinario o si uno insiste en no ir más allá de los mundos del sentido común y de la teoría,
las decisiones que uno tome cancelarán la posibilidad de entrar en el mundo de la interioridad.
Ahora bien, tales decisiones de parte de cualquier individuo o grupo difícilmente obligarán
al resto de la humanidad.
182
10. La Dialéctica
produce un conocimiento objetivo del sujeto tanto cuanto lo hace cualquier transición válida
desde los datos de los sentidos a través de la inquisición e intelección, reflexión y juicio. Pero
aunque esta es mi visión, no es la visión de la tradición idealista que heredó Jaspers.
Entender esta tradición en su interminable complejidad está mucho más allá de
nuestros intereses actuales. Sin embargo, ha de intentarse alguna aclaración básica al menos
respecto a puntos ya señalados anteriormente. Así pues, el término 'objeto' tiene dos
significaciones bastante dispares. Está el objeto en el mundo mediado por la significación: es
aquello a lo que se tiende por la pregunta, y es lo que llega a ser entendido, afirmado, o
decidido por la respuesta. Nosotros estamos relacionados inmediatamente con este tipo de
objeto por nuestras preguntas y sólo mediatamente por las {263} operaciones relativas a las
respuestas, porque las respuestas se refieren a objetos sólo porque ellas son respuestas a unas
preguntas.
Ahora bien, el término 'objeto' tiene otra significación bastante diferente. Porque
además del mundo mediado por la significación hay también un mundo de la inmediatez. Es
un mundo muy alejado de las preguntas y las respuestas, un mundo en el que hemos vivido
antes de que habláramos y mientras aprendíamos a hablar, un mundo hacia el que tratamos
de retirarnos cuando olvidamos el mundo mediado por la significación, cuando nos
relajamos, jugamos, descansamos. En ese mundo ni se llama ni se describe al objeto. En
cambio, en el mundo mediado por la significación uno puede recordar y reconstruir el objeto
del mundo de la inmediatez. Es algo 'ya-afuera-ahí-ahora-real.' Está ya: es algo dado antes
de cualquier pregunta acerca de él. Está afuera: porque es el objeto de la conciencia
extrovertida. Está ahí: como lo son los órganos de los sentidos, también los objetos sentidos
son espaciales. Está ahora: porque el tiempo de sentir corre al parejo con el tiempo de lo que
es sentido. Es real: porque está limitado por nuestra vida y acción y así debe ser tan real como
éstas lo son.
Así como la palabra 'objeto' tiene dos significaciones, así también la palabra
'objetividad' tiene dos significaciones. En el mundo de la inmediatez, la condición necesaria
y suficiente de la objetividad es ser un animal que funcione exitosamente. En cambio, en el
mundo mediado por la significación, la objetividad tiene tres componentes. Está la
objetividad experiencial constituida por lo dado de los datos de los sentidos y de los datos de
la conciencia. Está la objetividad normativa constituida por las exigencias de la inteligencia
y racionabilidad. Está la objetividad absoluta que resulta de combinar los resultados del la
objetividad experiencial y de la normativa de suerte que a través de la objetividad
experiencial se cumplan las condiciones mientras que a través de la objetividad normativa
las condiciones estén ligadas con lo que ellas condicionan. Así pues, la combinación produce
un condicionado con sus condiciones cumplidas y eso, en el conocimiento, es un hecho y, en
la realidad, es un ser o evento contingente.
Nosotros hemos distinguido dos mundos, dos significaciones de la palabra 'objeto' y
dos criterios bastante diferentes de la objetividad. En cambio, cuando no se trazan estas
distinciones, resulta una cantidad de confusiones típicas. El realista ingenuo conoce el mundo
mediado {264} por la significación, pero se imagina que él lo conoce al dar un buen vistazo
a lo que está pasando 'afuera-ahí-ahora'. El idealista ingenuo, Berkeley, concluye que esse
est percipi. Ahora bien, esse es la realidad afirmada en el mundo mediado por la significación,
mientras que percipi es lo dado de un objeto en el mundo de la inmediatez. El empirista
183
10. La Dialéctica
riguroso, Hume, elimina del mundo mediado por la significación todo lo que no es dado en
el mundo de la inmediatez. El idealista crítico, Kant, ve que se espera desde hace tiempo una
revolución copernicana. Pero, lejos de trazar las distinciones necesarias, él sólo halla otra
manera más complicada de confundir las cosas. Él no combina las operaciones del entender
y la razón con los datos de los sentidos sino con unas intuiciones sensitivas de los fenómenos,
donde los fenómenos son el aparecer, si no de nada, sí de las cosas mismas que, aun no siendo
conocibles, logran que se hable de ellas a través del dispositivo del concepto limitante. El
idealista absoluto, Hegel, explora brillantemente campos enteros de significación; él califica
bajo a los realistas ingenuos, pero no logra avanzar hasta un realismo crítico, de suerte que
Kierkegaard pueda quejarse de que lo que sea lógico también sea estático, de que el
movimiento no pueda introducirse en la lógica, y que el sistema de Hegel no tenga lugar para
la existencia (o libertad autodeterminante) sino sólo para la idea de la existencia.
Kierkegaard señala una tendencia. Donde él se interesó en la fe, Nietzsche se interesó
en el poder, Dilthey en la vida humana concreta, Husserl en la constitución de nuestra
intencionalidad, Bergson en su élan vital, Blondel en la acción, los pragmáticos americanos
en los resultados, y los existencialistas europeos en la subjetividad auténtica. Mientras los
matemáticos estaban descubriendo que sus axiomas no eran verdades autoevidentes, mientras
los físicos estaban descubriendo que sus leyes no eran unas necesidades inevitables sino unas
posibilidades verificables, los filósofos dejaron de pensar en sí mismos como la voz de la
razón pura y empezaron a ser los representantes de algo mucho más concreto y humano. O
cuando ellos subrayaban todavía la evidencia objetiva y la necesidad, como lo hiciera
Husserl, también estaban realizando unas reducciones que encerraban a la realidad fuera de
la pregunta y la concentraban en la esencia para ignorar la contingencia.
Ahí ha resultado no tanto una aclaración cuanto un desplazamiento en la {265}
significación de los términos 'objetivo' y 'subjetivo.' Hay unas áreas en las que los
investigadores comúnmente concuerdan, como las matemáticas y las ciencias; en tales
campos el conocimiento objetivo es alcanzable. Hay otras áreas, como la filosofía, la ética,
la religión, en las que el acuerdo de ordinario no se da; tal desacuerdo se explica por la
subjetividad de los filósofos, moralistas o gente religiosa. Ahora bien, si la subjetividad está
siempre equivocada, errada, o es mala, es otro asunto. Los positivistas, los conductistas, y los
naturalistas tenderían a decir que sí lo es. Otros, sin embargo, insistirían en distinguir entre
una subjetividad auténtica y otra inauténtica. Lo que resulta de la primera no es ni
equivocado, ni errado, ni malo. Es sólo algo bastante diferente del conocimiento objetivo
alcanzable en las matemáticas y las ciencias.
En un contexto como el anterior, uno tendría que estar de acuerdo con la visión de
Jaspers de que una aclaración de la subjetividad, por auténtica que sea, no es un conocimiento
objetivo. Con todo, ese contexto sobrevive sólo mientras sobrevivan las ambigüedades
subyacentes bajo el realismo ingenuo, el idealismo ingenuo, el empirismo, el idealismo
crítico, y el idealismo absoluto. Una vez que se quitan esas ambigüedades, una vez que se
efectúa una adecuada autoapropiación, una vez que uno distingue entre el objeto y la
objetividad en el mundo de la inmediatez y, por otra parte, el objeto y la objetividad en el
mundo mediado por la significación y motivado por el valor, entonces surge un contexto
totalmente diferente. Porque ahora es evidente que en el mundo mediado por la significación
y motivado por el valor, la objetividad es sencillamente la consecuencia de la subjetividad
auténtica, de la atención genuina, de la inteligencia genuina, de la racionabilidad genuina y
184
10. La Dialéctica
185
11
Los Fundamentos
1. La Realidad Fundacional
La realidad fundacional, en cuanto distinta de la expresión que reciba, es la conversión:
religiosa, moral e intelectual. Normalmente la conversión intelectual es fruto a la vez de la
conversión religiosa y moral; {268} se trata de la conversión moral en cuanto fruto de la
conversión religiosa; y de la conversión religiosa en cuanto fruto del don que Dios hace de
su gracia.
Tal conversión es operante, no sólo en la especialidad funcional de los fundamentos
sino también en la fase de la teología mediadora, en la investigación, interpretación, historia
y dialéctica. Sin embargo, en esta fase anterior la conversión no es un prerrequisito;
cualquiera puede hacer investigación, interpretar, escribir historia, alinear las posiciones
opuestas. Igualmente, cuando la conversión está presente y es operante, su operación es
implícita: ella puede ser ocasionada por la interpretación, por la redacción histórica, por la
confrontación que se da en la dialéctica; sin embargo, esa conversión no constituye un criterio
explícito, establecido y reconocido universalmente de que se haya seguido un procedimiento
adecuado en esas especialidades. Finalmente, aunque la dialéctica revela el polimorfismo de
la conciencia humana -- las profundas e irreconciliables oposiciones en temas religiosos,
morales e intelectuales -- con todo, no hace nada más, ni toma partido. La persona es quien
toma partido, y el partido que tome dependerá del hecho de que se haya convertido o no.
11. Los Fundamentos
Así pues, los fundamentos tienen su raíz real en el cuarto nivel de la conciencia
humana, en el nivel de la deliberación, evaluación y decisión. Ellos consisten en decidir a
favor de quién está uno y por qué, e igualmente en contra de quién está uno y por qué. Son
una decisión iluminada por la variedad de posibilidades mostradas en la dialéctica. Son una
decisión plenamente consciente acerca del horizonte de uno, de la perspectiva de uno y de la
cosmovisión de uno. Ellos seleccionan deliberadamente el marco de referencia en que las
doctrinas tendrán su significación, en el que la sistematización hará su labor de
reconciliación, y en que las comunicaciones serán efectivas.
Tal decisión deliberada es todo menos arbitraria. La arbitrariedad es sólo
inautenticidad, mientras que la conversión va desde la inautenticidad hasta la autenticidad.
Es la rendición total a las exigencias del espíritu humano: está atento, sé inteligente, sé
razonable, sé responsable, permanece enamorado.
Igualmente, tal decisión no ha de concebirse como un acto de voluntad. Hablar de un
acto de voluntad es suponer el contexto metafísico de una psicología que trata de las
facultades. En cambio, hablar del cuarto nivel de la conciencia humana (nivel en donde la
conciencia llega a ser conciencia moral) es suponer el contexto del análisis de la
intencionalidad. La decisión es {269} responsable y es libre, pero no es obra de una voluntad
metafísica sino de la conciencia y, en realidad, cuando se da una conversión, es obra de una
conciencia buena.
Además, la decisión deliberada acerca del propio horizonte es una realización notable.
Porque en su mayor parte las gentes simplemente se dejan llevar al interior de algún horizonte
contemporáneo. Ellas no advierten la multiplicidad de horizontes. Ellas no ejercen su libertad
vertical emigrando del horizonte que hayan heredado hasta otro que hayan descubierto ser
mejor.
Finalmente, aunque la conversión es intensamente personal, no es puramente privada.
Aunque los individuos aportan unos elementos a los horizontes, sólo dentro del grupo social
es donde los elementos se acumulan y sólo en las tradiciones de siglos es donde ocurren los
desarrollos notables. Conocer que la conversión es religiosa, moral e intelectual, discernir
entre la conversión auténtica e inauténtica, reconocer la diferencia de sus frutos ("Por sus
frutos los conocerán") ... todo esto pide una gran seriedad y una sabiduría madura que un
grupo social no alcanza o mantiene fácilmente.
Se sigue que la conversión implica algo más que un cambio de horizonte. Ella puede
significar que uno empiece a pertenecer a un diferente grupo social o, si continúa con el
mismo grupo social, que uno empieza a pertenecerle de una nueva manera. Igualmente, el
grupo dará testimonio de su fundador o fundadores de quienes se hayan originado y
conservado su gran seriedad y sabiduría madura. Finalmente el testimonio que da será eficaz
en la medida en que el grupo no esté dedicado a sus propios intereses sino al bienestar de la
humanidad. Ahora bien, cómo esté constituido el grupo, quién haya sido el fundador de quien
el grupo da testimonio, y cuáles sean los servicios que rinda a la humanidad no son preguntas
para la quinta especialidad funcional de los fundamentos sino para la sexta, de las doctrinas.
187
11. Los Fundamentos
Los Fundamentos pueden concebirse de dos maneras muy diferentes. La manera sencilla es
concebir los fundamentos como un grupo de premisas, o proposiciones lógicamente primeras.
La manera compleja es concebir los fundamentos como lo que es primero en cualquier grupo
ordenado. Si el grupo ordenado {270} consiste en proposiciones, entonces los primeros serán
las proposiciones lógicamente primeras. Si el grupo ordenado consiste en una realidad
progresiva y en desarrollo, entonces lo primero será el inmanente y operante grupo de normas
que guía cada paso adelante en el proceso.
Ahora bien, si uno desea que los fundamentos se conciban a la manera sencilla,
entonces los únicos fundamentos suficientes serán una u otra variación del siguiente estilo:
Uno debe creer y aceptar todo lo que la Biblia, o la iglesia verdadera, o ambas creen y aceptan.
Es así que X es la Biblia, o la iglesia verdadera, o ambas. Luego, uno debe creer y aceptar
cualquier cosa que X crea y acepte. Más aún, X cree y acepta a, b, c, d ... Luego, uno debe
creer y aceptar a, b, c, d ...
Al contrario, si uno desea que los fundamentos sean un proceso progresivo y en
desarrollo, tendrá que salirse del estilo estático y deductivo -- que no admite ninguna
conclusión que no esté implícita en las premisas -- y entrar al estilo metódico -- que pretende
disminuir las tinieblas e incrementar la luz, y que continúa añadiendo un descubrimiento a
otro. Entonces lo que es más importante es el control del proceso. Debe asegurarse que las
posiciones se acepten y que las contraposiciones se rechacen. Ahora bien, eso puede
asegurarse sólo si los investigadores han alcanzado la conversión intelectual para renunciar
a las mil filosofías falsas, la conversión moral para mantenerse a sí mismos libres del sesgo
individual, grupal y general, 1 y la conversión religiosa de suerte que de hecho cada uno ame
al Señor su Dios con todo su corazón y toda su alma, con toda su mente y todas sus fuerzas.
Ahora bien, confío en que aquí no se necesite argumentar contra el resurgimiento de
una teología tipo Denzinger o teología de las conclusiones. Ellas ofrecen unos elementos
necesarios para la teología pero de por sí son notablemente insuficientes. Por otra parte,
parece necesario insistir en que la triple conversión no es fundacional en el sentido de que
ofrezca unas premisas de las que hayan de sacarse todas las conclusiones deseables. La triple
conversión no es un grupo de proposiciones proferidas por un teólogo, sino un cambio
fundamental y de gran importancia en aquella realidad humana que es el teólogo. Ella no
opera por el sencillo proceso de sacar inferencias de unas premisas, sino por el cambio de la
realidad (la propia) que el intérprete {271} tiene que entender si es que va a entender a los
demás, por el cambio de horizonte dentro del cual el historiador intente hacer inteligible el
pasado, por el cambio de los juicios básicos de hecho y de valor que se encuentre que no sean
posiciones sino contraposiciones.
Ni al convertido ni al no convertido habrá de excluírselos de la investigación
interpretación, historia o dialéctica. Ni el convertido ni el no convertido habrán de seguir
diferentes métodos en estas especialidades funcionales. Ahora bien, la interpretación que uno
haga de los demás se verá afectada por la intelección que uno tenga de sí mismo, y el
convertido tendrá un yo por entender que es muy diferente del yo que el no convertido tenga
por entender. Igualmente, la historia que uno escriba dependerá del horizonte dentro del cual
uno esté intentando entender el pasado; el convertido y el no convertido tienen unos
horizontes radicalmente diferentes; y así, ellos escribirán diferentes historias. Tales diferentes
188
11. Los Fundamentos
3. El Pluralismo de la Expresión
Aunque la conversión se manifiesta en hechos y palabras, con todo, su manifestación variará
según esté presente o ausente la conciencia diferenciada. De ahí resulta un pluralismo en la
expresión de la misma postura fundamental y, una vez que se desarrolla la teología, resulta
una multiplicidad de las teologías que expresan la misma fe. Tal pluralismo o multiplicidad
tiene una importancia fundamental tanto para entender el desarrollo de las tradiciones {272}
religiosas cuanto para entender los callejones sin salida que pueden resultar de tal desarrollo.
Recordemos, pues, los cuatro campos básicos de la significación: el campo del sentido
común, el campo de la teoría, el campo de la interioridad, y el campo de la trascendencia.
Según lo que pretendemos, a éstos se les pueden agregar el campo de la erudición y el campo
del arte. Cualquier campo llega a diferenciarse de los demás cuando desarrolla su propio
lenguaje, su propio modo distinto de captación, y su propio grupo cultural, social o
profesional, que habla de una manera y que capta de tal otra manera.
Si suponemos que todo adulto normal opera en el campo del sentido común, entonces
la conciencia indiferenciada operará sólo en el campo del sentido común, mientras que todos
los casos de conciencia diferenciada operarán tanto en el campo del sentido común como en
uno o más de los otros campos. Considerando sólo las combinaciones matemáticamente
posibles, uno puede enumerar como treinta y un diferentes tipos de conciencia diferenciada;
éstas operan en el campo del sentido común así como en el campo ya sea de lo trascendente,
o del arte, o de la teoría, o de la erudición, o de la interioridad. Hay diez casos de la conciencia
doblemente diferenciada; después, al campo del sentido común se le añaden ya sea los
campos de la religión y el arte, de la religión y la teoría, de la religión y la erudición, de la
religión y la interioridad, del arte y la teoría, del arte y la erudición, del arte y la interioridad,
de la teoría y erudición, de la teoría y la interioridad, o de la erudición y la interioridad. Hay
diez casos más de una conciencia triplemente diferenciada, cinco casos de una cuádruple
diferenciación de conciencia, y un caso de una diferenciación quíntuple.
La conciencia indiferenciada se desarrolla a la manera del sentido común. Ella logra
una acumulación de chispazos inteligentes que lo capacitan a uno a hablar y actuar de una
manera adecuada en cada una de las situaciones que surgen de ordinario en el medio ambiente
propio y, por otra parte, a detenerse y comprender cuando se presenta una situación
desconocida.
En cuanto estilo de inteligencia en desarrollo, el sentido común es común a toda la
humanidad. En cambio, en cuanto contenido, en cuanto intelección determinada del {273}
189
11. Los Fundamentos
190
11. Los Fundamentos
estilo de entender del sentido común que capta las significaciones e intenciones en los
mundos y hechos que procedieron del sentido común de otras gentes, de otro lugar, y de otra
época. Debido a que la erudición opera con el estilo de sentido común de una inteligencia en
desarrollo, no está tratando de alcanzar los principios y leyes universales que son la meta de
las ciencias naturales y de las generalizadoras ciencias del hombre. Su meta es sencillamente
entender la significación pretendida en las afirmaciones particulares y en las intenciones que
han tomado cuerpo en hechos particulares. De acuerdo con esto, las diferenciaciones de
conciencia erudita y teórica son muy distintas.
La conciencia interiormente diferenciada opera en los campos del sentido común y
de la interioridad. Mientras la conciencia teóricamente diferenciada busca determinar sus
términos y relaciones básicos empezando por la experiencia de los sentidos, en cambio, la
conciencia interiormente diferenciada aunque deba comenzar por los sentidos, con el tiempo
abandona este comienzo para determinar sus términos y relaciones básicos atendiendo a
nuestras operaciones conscientes y la estructura dinámica que las relaciona mutuamente.
Sobre esa base es como se erige el presente método. Hacia {275} una base tal es hacia donde
la filosofía moderna se ha estado dirigiendo a tientas en su esfuerzo por superar al
escepticismo del siglo XIV, por descubrir su relación con las ciencias naturales y con las
ciencias del hombre, por desarrollar una crítica a ese sentido común que tan fácilmente se
mezcla con el sin-sentido común, y por colocar la actividad cognoscitiva captada
abstractamente dentro del contexto concreto y elevante del sentimiento humano y de la
deliberación, evaluación y decisión moral.
Cada una de las anteriores diferenciaciones de conciencia pueden ser incipientes, o
maduras, o regresivas. En una vida devota uno puede distinguir al precursor de una
experiencia mística; en el amante del arte, los principios de la creatividad; en una literatura
sapiencial, los presagios de una teoría filosófica; en el anticuario, la conformación de un
erudito; en la introspección psicológica, los materiales de la conciencia interiormente
diferenciada. Pero lo que se ha logrado no se perpetuará necesariamente. La espiritualidad
heroica de un líder religioso puede verse seguida por la piedad rutinaria de sus seguidores
posteriores. El genio artístico puede dejarle el sitio al artista farsante. La conciencia
diferenciada de un Platón o un Aristóteles puede enriquecer un humanismo posterior aunque
no perviva el filo cortante de la teoría genuina. La elevada erudición puede contentarse con
amontonar unos detalles no relacionados. La filosofía moderna puede emigrar desde la
conciencia teóricamente diferenciada hasta la interiormente diferenciada, pero también puede
regresarse a la conciencia indiferenciada de los presocráticos y de los analistas del lenguaje
ordinario.
Me he contentado con ofrecer unas descripciones breves de cada una de las
diferenciaciones de conciencia. Pero además de tales diferenciaciones sencillas, están las
diferenciaciones dobles, triples, cuádruples y quíntuples. Así como hay diez tipos de
diferenciación doble, diez más de diferenciación triple, y cinco de la diferenciación
cuádruple, hay muchas rutas diferentes por las que uno pudiera avanzar hasta la
diferenciación quíntuple. Igualmente, conforme ocurre cada diferenciación, se apodera de un
campo del universo y espontáneamente requiere que los logros previos reajusten su práctica
anterior, que hasta aquí de un modo u otro han tratado de hacer funcionar en ese campo. En
particular, la conciencia teóricamente diferenciada enriquece a la religión con una teología
sistemática pero también libera a las ciencias naturales de la atadura filosófica {276} al
191
11. Los Fundamentos
capacitarla para que desarrolle sus propios términos y relaciones básicos. La erudición
construye una muralla impenetrable entre la teología sistemática y sus fuentes religiosas
históricas, pero este desarrollo invita a que la filosofía y la teología emigren desde su base
[anterior] en la teoría hasta una [nueva] base en la interioridad. En virtud de tal migración, la
teología podrá desarrollar un método que a la vez funde y critique a la historia crítica, a la
interpretación y a la investigación.
192
11. Los Fundamentos
3 DS 301.
4 Ver KARL RAHNER, The Dynamic Element in the Church, Montreal: Palm, y Freiburg: Herder, 1964, pp. 129
ss. Más plenamente: WILLIAM JOHNSTON, The Mysticism of the Cloud of the Unknowing, New York, Rome,
Tournai, Paris: Desclée, 1967.
5 Respecto a la transición desde el contexto del Vaticano I hasta el contexto contemporáneo acerca del
conocimiento natural de Dios, ver mi escrito "Conocimiento Natural de Dios," Proceedings of the Catholic
Theological Society of America, 23 (1968), 54-69 [B. LONERGAN, Segunda Colección, pp. 117-133].
193
11. Los Fundamentos
majestuosas las liturgias, celestial la música, conmovedores los himnos, eficaces los
sermones, ennoblecedora la enseñanza.
Tercero, está la conciencia teóricamente diferenciada. Como ya se explicó, hubo un
ligero tinte de esto en los concilios griegos en Nicea, Éfeso, Calcedonia, y Constantinopla
III. Pero {279} en el período medieval se desarrolló en las universidades la tarea vasta,
sistemática y en colaboración de reconciliar todo lo que se había transmitido del pasado en
la iglesia. Los atrevidos esfuerzos especulativos de Anselmo habían pretendido la
comprensión antes de que se hubiera adquirido una base de información suficientemente
amplia. Un acercamiento más preciso fue ejemplificado por el Sic et non de Abelardo, en
donde ciento cincuenta y ocho proposiciones se probaron y refutaron a la vez con argumentos
tomados de las Escrituras, los Padres, los concilios y la razón. 6 A partir de este despliegue
dialéctico se desarrolló la técnica de la quaestio: el Non de Abelardo se convirtió en el Videtur
quod non; su Sic se convirtió en el Sed contra est; a éstos se les agregaron una respuesta
general que esbozaba los principios de solución y unas respuestas específicas que aplicaban
los principios a cada una de las pretendidas evidencias aducidas. Paralela a este desarrollo se
dio la culta actividad de componer libros de sentencias que reunieran y clasificaran pasajes
importantes de las Escrituras y la tradición. Cuando la técnica de la quaestio se aplicó a los
materiales expuestos en los libros de las sentencias, resultaron los Comentarios, y con ellos
un nuevo problema. No tendría caso reconciliar los materiales divergentes de los libros de
las sentencias si las soluciones a la multitud de cuestiones fueran ellas mismas incoherentes.
Se necesitó, pues, un sistema conceptual que capacitara a los teólogos a dar respuestas
coherentes a todas las cuestiones que ellos suscitaran; y esta necesidad se satisfizo al adoptar
parcialmente y al adaptar parcialmente el corpus aristotélico.
La teología escolástica fue un logro monumental. Su influencia en la Iglesia católica
ha sido profunda y duradera. Hasta el Vaticano II, que prefirió un giro del lenguaje más
bíblico, ha proporcionado mucho del trasfondo de los documentos pontificios y decretos
conciliares. Sin embargo en general hoy ha sido abandonada, en parte por lo inadecuado de
las metas medievales, y en parte por las deficiencias del corpus aristotélico.
La meta escolástica de reconciliar todos los elementos en su herencia cristiana tuvo
un grave defecto: se contentó con una reconciliación que fuera lógica y metafísicamente
satisfactoria. No se dio cuenta de cuánto de entre la multiplicidad de su herencia no constituía
{280} un problema lógico o metafísico sino básicamente un problema histórico.
Por otra parte, el corpus aristotélico estaba tan lejos de proporcionar ya fuera una guía
para la investigación histórica o ya fuera una intelección de la historicidad de la realidad
humana que estableció su ideal científico en términos de algo necesario. Más aún, este ideal
equivocado no sólo infectó a la escolástica sino también a mucho del pensamiento moderno.
El descubrimiento y aceptación de unas geometrías no euclidianas fue lo que hizo que los
matemáticos reconocieran que sus postulados o axiomas no eran necesariamente verdades.
La teoría cuántica fue la que condujo a los físicos a abandonar su discurso acerca de las leyes
necesarias de la naturaleza. La depresión de los años treinta de este siglo fue la que obligó a
los economistas a retirarse de la insistencia en las leyes férreas de la economía.
194
11. Los Fundamentos
Sin embargo, ha de notarse que Aquino se vio tan poco influenciado por el ideal de
la necesidad como lo había sido el mismo Aristóteles. Sus varios comentarios, cuestiones
discutidas, sumas, caen bajo la descripción de una investigación seguida por una búsqueda
de intelección. Así fue que sólo hacia finales del siglo XIII en vísperas de la controversia
agustiniana-aristotélica se tomaran en serio los Analíticos Posteriores de Aristóteles, con la
consiguiente explosión del escepticismo que se vería seguido por la decadencia.
Sea cual sea la causa, Aquino tuvo un puesto destacado en la teología subsiguiente.
Se continuaron escribiendo comentarios sobre las sentencias de Pedro Lombardo hasta
finales del siglo XVI. Ahora bien, Capréolo (+ 1444), quien escribiera su comentario sobre
el comentario de Aquino a las sentencias de Pedro Lombardo, ya había empezado una
tradición divergente. Un alejamiento más radical lo inició Cayetano (+ 1534) quien escribió
su comentario sobre la Summa theologiae de Aquino, para verse seguido en esta práctica por
Báñez (+ 1604), Juan de Santo Tomás (+ 1644), los de Salamanca (1637 a 1700), Gonet (+
1681), y Billuart (+ 1757). Ahora bien, por excelente que fuera Aquino y por cultos que
fueran estos teólogos, su procedimiento fue poco sólido. Los comentarios sobre una obra
sistemática como la Summa theologiae se relacionan sólo indirectamente con las fuentes
cristianas. La Reforma exigió un retorno al Evangelio, pero la significación propia de {281}
esa exigencia pudo captarse sólo a través del surgimiento de la diferenciación erudita de la
conciencia.
Es verdadero, por supuesto, que Melchor Cano (+ alrededor de 1560) en su obra De
locis theologicis esbozó un método de teología que implicaba un estudio directo de las
fuentes. Pero como revela la resultante tradición de los manuales, no basta con el estudio
directo. Tiene que descubrirse la historicidad de la realidad humana. Tienen que desarrollarse
las técnicas para reconstruir los contextos divergentes presupuestos por diferentes personas,
gentes, lugares y épocas. Y cuando se dominan tales técnicas, se hace evidente que los
tratados de antiguo cuño no los puede enseñar un solo profesor sino sólo un equipo.
Las complejidades de la diferenciación erudita de conciencia se han expuesto en
nuestros capítulos sobre la Interpretación, la Historia, la Historia y los Historiadores, y la
Dialéctica. Ahora bien, tal presentación a su vez presupone una conciencia interiormente
diferenciada, que se dé cuenta de sus variados tipos de operación y de las relaciones
dinámicas que organizan su multiplicidad en un todo funcional. Porque sólo a través de ese
darse cuenta es como puede tenerse ya sea una descripción precisa de lo que hacen los
eruditos, ya sea una eliminación adecuada de las confusiones que surjan de las teorías
equivocadas del conocimiento.
Aunque aquí y allá a lo largo de los siglos puedan hallarse algunos elementos de la
erudición moderna, su desarrollo masivo fue obra de la escuela histórica alemana del siglo
XIX. Primero se dirigió su atención a las antiguas Grecia y Roma y a la Europa moderna.
Gradualmente penetró en los estudios bíblicos, patrísticos, medievales y posteriormente en
los estudios de la religión. Habiendo sufrido resistencias por mucho tiempo en los círculos
católicos, actualmente no tiene ninguna oposición seria. Ha terminado la era dominada por
la escolástica. La teología católica se está reconstruyendo.
5. Las Categorías
195
11. Los Fundamentos
Se ha señalado que la teología medieval se volvió hacia Aristóteles buscando una guía y
ayuda para aclarar su pensamiento y hacerlo coherente. En el método que estamos
proponiendo, la fuente {282} de la aclaración básica será la conciencia diferenciada interior
y religiosamente.
Las nociones trascendentales son nuestra capacidad de buscar y, cuando los
encontremos, de reconocer los casos de lo inteligible, lo verdadero, lo real, lo bueno. Se sigue
que esas nociones son relevantes para cada objeto que lleguemos a conocer al hacer y
responder preguntas.
Aunque las nociones trascendentales hacen posibles las preguntas y respuestas, las
categorías las determinan. Las categorías teológicas son generales o especiales. Las
categorías generales se refieren a los objetos que entran en la esfera de otras disciplinas e
igualmente en la de la teología. Las categorías especiales se refieren a los objetos propios de
la teología. La tarea de desarrollar unas categorías generales y especiales no le pertenece al
metodólogo sino al teólogo dedicado a esta quinta especialidad funcional. La tarea del
metodólogo es aquella tarea preliminar de indicar las cualidades deseables para las categorías
teológicas, la medida de validez que se requiere de ellas, y cómo se han de obtener las
categorías con las cualidades y validez deseadas.
Primero, pues, el cristianismo es una religión que se ha estado desarrollando durante
dos milenios. Más aún, tiene sus antecedentes en el Antiguo Testamento y tiene la misión de
predicar a todas las naciones. Evidentemente una teología que tenga que reflexionar en tal
religión y que haya de dirigir sus esfuerzos a una comunicación universal deberá tener una
base transcultural.
Segundo, el método trascendental esbozado en nuestro primer capítulo, en un sentido
es transcultural. Claramente no es transcultural en cuanto que esté formulado explícitamente.
pero es transcultural en las realidades a las que se refiere la formulación, ya que estas
realidades no son el producto de ninguna cultura sino que, al contrario, son los principios que
producen a las culturas, las preservan y las desarrollan. Más aún, puesto que nosotros nos
referimos a estas realidades cuando hablamos del homo sapiens, se sigue que estas realidades
sean transculturales respecto a todas las culturas verdaderamente humanas.
De manera semejante, el don que Dios hace de su amor (Rom 5,5) tiene un aspecto
transcultural. Porque si bien este don se les ofrece a todos los hombres, si bien se manifiesta
más o menos auténticamente en las muchas religiones diversas de la humanidad, y si bien es
captado en tantas maneras diferentes {283} cuantas diferentes culturas hay, con todo, el don
mismo en cuanto distinto de sus manifestaciones es transcultural. Porque aunque sea
verdadero de otro tipo de amor que presuponga el conocimiento -- nihil amatum nisi
praecognitum --, en cambio, el don que Dios hace de su amor es libre. No está condicionado
por el conocimiento humano; más bien es la causa que conduce al hombre a buscar el
conocimiento de Dios. No está restringido a ninguna etapa o sección de la cultura humana
sino que más bien es el principio que introduce una dimensión ultramundana a cualquier
cultura. Sin embargo, por supuesto sigue siendo verdadero que el don que Dios hace de su
amor tenga su contraparte adecuada en los acontecimientos de revelación en los que Dios le
revela a un pueblo particular o a toda la humanidad lo completo del amor que le tiene. Porque
estar enamorado no se llega a dar él mismo propiamente en un individuo aislado sino sólo en
una pluralidad de personas que revelan su amor la una a la otra.
196
11. Los Fundamentos
Existen, pues, unas bases de las que pueden derivarse a la vez unas categorías
generales y otras particulares que en alguna medida sean transculturales. Pero antes de
intentar indicar la manera como pueda lograrse tal derivación, digamos primero algo acerca
de la validez que haya de esperarse de esa derivación.
Primero, respecto a la base de las categorías teológicas generales en el método
trascendental, nosotros sólo tenemos que repetir lo que ya se ha dicho. La formulación
explícita de ese método está condicionada históricamente y puede esperarse que se la corrija,
modifique y complete conforme las ciencias continúen avanzando y se mejore la reflexión
sobre ellas. Lo que es transcultural es la realidad a la que se refiere tal formulación, y esa
realidad es transcultural debido a que no es el producto de ninguna cultura sino más bien el
principio que engendra y desarrolla las culturas que florecen, como también es el principio
que se viola cuando las culturas se desmoronan y deterioran.
Segundo, respecto a la base de las categorías teológicas especiales, debe trazarse una
distinción entre el estar enamorado de una manera irrestricta (1) en cuanto definido y (2) en
cuanto realizado. En cuanto definido, él es la actuación habitual de la capacidad del hombre
para la autotrascendencia; es la conversión religiosa que fundamenta las conversiones moral
e intelectual; proporciona el criterio real por el que ha de juzgarse todo lo demás; y en
consecuencia uno sólo tiene que experimentarlo en sí mismo o atestiguarlo en los demás para
hallar en él su {284} propia justificación. Por otra parte, en cuanto actualmente realizado en
cualquier ser humano, su realización es dialéctica. Él es la autenticidad en cuanto retiro de la
inautenticidad, y el retiro nunca es completo y siempre es precario. Los mayores santos tienen
no sólo sus rarezas sino también sus defectos, y no sólo algunos sino todos nosotros tenemos
que orar, no por humildad sino en verdad, 7 que seamos perdonados por nuestras
transgresiones así como perdonamos a quienes transgreden nuestros derechos.
De acuerdo con esto, aunque no haya necesidad de justificar críticamente el amor
sobrenatural descrito por san Pablo en el capítulo 13 de su primera carta a los corintios,
siempre hay gran necesidad de mirar muy críticamente a cualquier individuo o grupo
religioso y discernir, más allá del amor real que bien pudiera habérseles concedido, los
diversos tipos de sesgos que pueden distorsionar o bloquear el ejercicio de ese amor. 8
Tercero, tanto respecto al método trascendental cuanto respecto al don que Dios hace
de su amor hemos distinguido entre un núcleo interno, que es transcultural, y una
manifestación externa, que está sujeta a variaciones. No se necesita decir que las categorías
teológicas serán transculturales sólo en la medida en que se refieran a ese núcleo interno. En
su formulación actual ellas estarán históricamente condicionadas y así, sujetas a corrección,
modificación y complemento. Más aún, cuanto más elaboradas se hagan y cuanto más se
alejen de ese núcleo interno, tanto mayor será su precariedad. Así pues, ¿sobre qué bases han
de aceptarse y emplearse?
7 DS 230.
8 Respecto al sesgo, ver el Insight, pp. 191-206, 218-242 [COL 3, pp. 214-231; 244-267]. Más en general ver
las variadas advertencias contra las diversas formas de ilusión en los escritos devocionales y ascéticos.
Aunque esta tradición deba integrarse con los descubrimientos de la psicología profunda, tiene gran
importancia darse cuenta de las correcciones actuales a las visiones anteriores. Ver L. V. BERTALANFFY,
General System Theory, New York: Braziller, 1968, pp. 106 ss., 188 ss. A. MASLOW, Toward a Psychology
of Being, Princeton: Van Nostrand, 1962, esp. pp. 19-41. ERNEST BECKER, The Structure of Evil. New York:
Braziller, 1968, pp. 154-166. ARTHUR JANOV, The Primal Scream, New York: Putman, 1970.
197
11. Los Fundamentos
Antes de responder esta pregunta, debe introducirse la noción del modelo o tipo ideal.
Los modelos, pues son a las ciencias del hombre, a las filosofías, a las teologías como las
matemáticas son a las ciencias naturales. Porque los modelos no pretenden ser descripciones
de la realidad, ni hipótesis acerca de la realidad, sino simplemente unos grupos entrelazados
de términos y relaciones. Tales grupos, de {285} hecho, resultan ser útiles para guiar las
investigaciones, para enmarcar las hipótesis y para escribir las descripciones. Así, un modelo
dirigirá la atención de un investigador en una determinada dirección con uno de dos
resultados: puede proporcionarle un esbozo básico de lo que él descubra ser el caso, o puede
mostrarse ampliamente irrelevante, aunque el descubrimiento de su irrelevancia pueda ser
ocasión de descubrir claves que de lo contrario pudieran pasarse por alto. Igualmente, cuando
uno posee unos modelos, la tarea de enmarcar una hipótesis se reduce a la sencilla tarea de
adaptar un modelo para que le siente bien a un objeto o área dada. Finalmente, la utilidad del
modelo puede surgir cuando se trate de describir una realidad conocida. Porque las realidades
conocidas pueden ser excesivamente complicadas, y un lenguaje adecuado para describirlos
puede ser difícil de lograr. Así, la formulación de modelos y su aceptación general como
modelos puede facilitar enormemente tanto la descripción como la comunicación.
Ahora bien, lo que se ha dicho acerca de los modelos es pertinente para la pregunta
por la validez de las categorías teológicas generales y especiales. Primero, tales categorías
formarán un grupo de términos y relaciones entrelazados y, de acuerdo a esto, poseerán la
utilidad de los modelos. Además, estos modelos estarán construidos por términos y relaciones
básicos que se refieran a componentes transculturales de la vida y actuación humanas y, de
acuerdo con esto, en sus raíces poseerán una validez totalmente excepcional. Finalmente, si
se consideren como algo más que modelos con una validez fundacional excepcional, no es
una pregunta metodológica sino teológica. En otras palabras, al teólogo le toca decidir si
algún modelo se ha de convertir en una hipótesis o si ha de ser tomado como descripción.
198
11. Los Fundamentos
relacionea: porque ellos también atienden, entienden, juzgan y deciden. Más aún, lo hacen
así no aisladamente sino en grupos sociales, y conforme tales grupos se desarrollen,
progresen y también declinen, se dará no sólo la sociedad sino también la historia.
Además, el nido básico de términos y relaciones puede diferenciarse de cantidad de
maneras. Así, uno puede distinguir y describir: (1) cada uno de los diferentes tipos de
operación consciente que ocurre; (2) los patrones biológico, estético, intelectual, dramático,
práctico o cultual dentro de los cuales ocurren las operaciones; (3) la diferente calidad de la
conciencia inherente al sentir, al operar inteligentemente, al operar razonablemente, al operar
responsable y libremente; (4) las diferentes maneras como las operaciones se encaminan a
sus metas: la manera del sentido común, de las ciencias, de la interioridad y filosofía, de la
vida de oración y teología; (5) los diferentes campos de la significación y los diferentes
mundos significados como resultado de las diversas maneras de proceder: el mundo de la
inmediatez, dado en {287} la experiencia inmediata y confirmado por la respuesta exitosa; el
mundo del sentido común; el mundo de las ciencias; el mundo de la interioridad y la filosofía;
el mundo de la religión y la teología; (6) las diversas estructuras heurísticas dentro de las
cuales las operaciones se acumulan con miras a alcanzar las metas: las estructuras heurísticas
clásica, estadística, genética y dialéctica 9 y, abrazando a todas ellas, la estructura heurística
integral que es lo que yo llamo metafísica; 10 (7) el contraste entre la conciencia diferenciada
que se desplaza con facilidad desde una manera de operar en un mundo hasta otra manera de
operar en un mundo diferente y, por otra parte, la conciencia indiferenciada que se encuentra
a sus anchas en su variedad local del sentido común pero que encuentra a la vez ajeno e
incomprensible cualquier mensaje proveniente de los mundos de la teoría, de la interioridad,
o de la trascendencia; (8) la diferencia entre aquellos que se han convertido o no, religiosa, o
moral, o intelectualmente; (9) las consiguientes posiciones y contraposiciones, modelos y
categorías opuestas dialécticamente.
Tal diferenciación enriquece ampliamente el nido inicial de términos y relaciones. De
una base así ampliada uno puede continuar con una explicación desarrollada del bien
humano, los valores, las creencias, hasta los portadores, elementos, funciones, campos y
etapas de la significación, hasta la pregunta por Dios, por la experiencia religiosa, sus
expresiones, y su desarrollo dialéctico.
Finalmente, puesto que el nido básico de términos y relaciones es una estructura
dinámica, hay diversas maneras como los modelos del cambio pueden desarrollarse. El fuego,
por ejemplo, se ha concebido como uno de los cuatro elementos, como debido al flogisto, y
como un proceso de oxidación. Pero aunque las respuestas tengan poco en común, ellas son
respuestas a la misma pregunta: ¿Qué conocerás cuando entiendas los datos sobre el fuego?
Más en general, la naturaleza de una x cualquiera es lo que uno conocerá cuando se entiendan
los datos sobre x. Así, al volverse hacia las nociones heurísticas que se encuentran detrás de
los nombres comunes, uno encuentra el principio unificador de las sucesivas significaciones
atribuidas al nombre. 11
A continuación ponemos otros ejemplos, principalmente tomados del Insight. Los
desarrollos {288} pueden ser analizados como procesos que van desde unas operaciones
199
11. Los Fundamentos
200
11. Los Fundamentos
201
11. Los Fundamentos
a entrar en la experiencia de los demás y a enmarcar los términos y relaciones que expresen
esa experiencia.
{291} Segundo, desde el sujeto uno pasará hasta los sujetos, su cercanía en la
comunidad, servicio y testimonio, la historia de la salvación enraizada en un estar enamorado,
y la función de esta historia para darle ocasión al reinado de Dios entre los hombres.
El tercer grupo de categorías especiales pasará desde nuestro amar hasta la amante
fuente de nuestro amor. La tradición cristiana explicita nuestro implícito tender a Dios en
toda nuestra intencionalidad al hablar del Espíritu que es dado a nosotros, del Hijo que nos
redimió, del Padre que envió al Hijo y que con el Hijo envía al Espíritu, y de nuestro destino
futuro cuando conoceremos no oscuramente como en un espejo sino cara a cara.
Un cuarto grupo de categorías resultará de la diferenciación. Así como le sucede a la
humanidad de uno, así también el cristianismo de uno puede ser auténtico o inauténtico o una
mezcla de los dos. Lo que es peor, al hombre o cristiano inauténtico, lo que le parezca
auténtico será lo inauténtico. Así pues, aquí reside la raíz de la división, oposición,
controversia, denuncias, amargura, odio y violencia. Aquí también está la base trascendental
para la cuarta especialidad funcional de la dialéctica.
Un quinto grupo de categorías se refiere al progreso, decadencia y redención. Así
como la autenticidad humana promueve el progreso, y la inautenticidad humana genera la
decadencia, así la autenticidad cristiana -- que es un amor a los demás que no se amilana por
el autosacrificio y el sufrimiento -- es el medio supremo de superar el mal. Los cristianos le
dan ocasión al reinado de Dios en el mundo no sólo haciendo el bien sino superando el mal
con el bien (Rom 12,21). No sólo se da el progreso de la humanidad, sino que también se da el
desarrollo y el progreso dentro del cristianismo mismo; y así como se da el desarrollo,
también se da la decadencia; y así como se da la decadencia, también se da el problema de
deshacerla, de superar el mal con el bien no sólo en el mundo sino también en la Iglesia.
Esto basta como esbozo de las categorías teológicas generales y especiales. Como ya
se ha señalado, la tarea de un metodólogo es esbozar la derivación de tales categorías, pero
le queda al teólogo trabajar en la quinta especialidad funcional para determinar en detalle lo
que hayan de ser las categorías generales y especiales.
202
11. Los Fundamentos
203
12
Las Doctrinas
1. Variedades
Un primer paso es distinguir las fuentes primarias, las doctrinas eclesiásticas, las doctrinas
teológicas, la doctrina metodológica y la aplicación de una doctrina metodológica que dé
como resultado una especialidad funcional llamada de las doctrinas. Común a todas es que
ellas son enseñadas. Ellas difieren y se distinguen porque los maestros difieren en la
respetabilidad con la que enseñan.
En las fuentes primarias ha de trazarse una distinción entre la doctrina del mensaje
original y, por otra parte, las doctrinas acerca de esta doctrina original. Unas referencias a
este mensaje original pueden hallarse, por ejemplo, en 1 Cor 15,3 ss. y en Gal 1,6 ss. Por otra
parte, las etapas en la proclamación y aplicación de este mensaje producen doctrinas acerca
de la doctrina. Así, está la revelación divina en la que Dios nos ha hablado a nosotros desde
antiguo por medio de sus profetas y más recientemente en su Hijo (Hbr 1,1.2). Está el decreto
eclesiástico en el que la decisión de los cristianos reunidos coincide con la decisión del
Espíritu santo (Hch 15,28). Están las tradiciones apostólicas: Ireneo, Tertuliano y Orígenes
recurren a la enseñanza dada por los apóstoles a las iglesias que ellos {296} fundaron, y que
se transmitió de generación en generación. 1 Está la inspiración de las Escrituras canónicas
que proporciona un criterio mucho más accesible una vez que se ha formado y que se han
explicado los principios hermenéuticos. 2
Segundo, están las doctrinas eclesiásticas. Ellas tienen sus antecedentes tanto en las
confesiones de fe del Nuevo Testamento 3 cuanto en la decisión de los cristianos reunidos
(ver Hch 15,28). En general ellas no son simples reafirmaciones de las Escrituras o de la
tradición. Por seguro que pudiera haber parecido el urgir con el papa Esteban "... nihil
innovetur nisi quod traditum est ..." (DS 110), nuevas preguntas continuaron surgiendo y las
respuestas satisfactorias no estaban produciéndose mientras uno se contentara con
1 IRENEO, Adv. haer., I, 10, 2; III, 1-3; Harvey I, 92; II, 2 ss. TERTULIANO, De praescr. haeret., 21. ORÍGENES,
De princ., praef. 1 y 2; Koetschau 7 s.
2 Contrástense los vigorosos principios de CLEMENTE DE ALEJANDRÍA (Strom. VIII, 2 ss; Stählin III, 81 ss.) con
las luchas de IRENEO (Adv. haer. I, 3, 1.2.6; Harvey I, 24-26.31).
3 Ver V. H. NEUFELD, The Earliest Christian Confessions, Leiden: Brill, 1963, volumen V de New Testament
Tools and Studies editados por B. M. METZGER.
12. Las Doctrinas
mantenerse firme. Por qué debiera suceder así es una amplia pregunta a la que se le dará
alguna respuesta en las secciones sobre las variaciones de las doctrinas y sobre las
diferenciaciones de la conciencia. Pero basta con recorrer una colección de declaraciones
conciliares y papales como el Enchiridion Symbolorum de Denzinger para observar que cada
una es producto de su lugar y época y que cada una resuelve las preguntas de su tiempo para
las gentes de su tiempo.
Tercero, están las doctrinas teológicas. Etimológicamente 'teología' significa un
discurso acerca de Dios. Dentro de un contexto cristiano denota las reflexiones de una
persona sobre la revelación dada en y por Jesucristo. En el período patrístico los escritores se
interesaron principalmente en las preguntas específicas que corrientemente se estaban
ventilando, pero hacia el final del período aparecieron unas obras tan amplias como el De
fide orthodoxa de Juan Damasceno. En las escuelas medievales la teología llegó a ser
metódica, obra de colaboración, progresiva. Se emprendieron investigaciones y
clasificaciones en los libros de las sentencias. Se emprendió la interpretación en los
comentarios sobre los libros del Antiguo y Nuevo Testamento y sobre las obras de los
escritores eminentes. {297} La teología sistemática buscó poner orden y coherencia en la
masa de materiales reunidos a partir de las Escrituras y la tradición. Ella empezó, tal vez, con
el Sic et Non de Abelardo, en que ciento cincuenta y ocho proposiciones se probaron y
refutaron a la vez con argumentos de las Escrituras, de la tradición y de la razón. En cualquier
caso, el non de Abelardo se convirtió después en el Videtur quod non de la quaestio; su sic
se convirtió en el Sed contra est; a esto siguió una determinación de principios de solución o
reconciliación; y finalmente los principios se le aplicaron a cada una de las fuentes en
conflicto. Ahora bien, cuando la técnica de la quaestio se le aplicó al material de un libro de
las sentencias, surgió una ulterior necesidad. Las soluciones a las interminables cuestiones
tenían que ser mutuamente coherentes. Se necesitó alguna visión global sistemática. Para
proporcionarle una subestructura a tal visión los teólogos se volvieron hacia Aristóteles.
Cuarto, los problemas metodológicos salieron a flote hacia el final del siglo XIII en
una estridente controversia atropellada entre agustinianos y aristotélicos. Esa controversia,
lejos de quedar resuelta, simplemente se desplazó hasta una oposición permanente entre las
escuelas tomista y escotista, como lo hicieron después las controversias entre católicos y
protestantes, entre jesuitas y dominicos, y entre los seguidores de diferentes líderes
protestantes. La necesaria solución a tales diferencias progresivas es un método teológico lo
suficientemente radical para abordar los asuntos básicos de la filosofía: ¿Qué está haciendo
uno cuando está conociendo? ¿Por qué hacer eso es conocer? ¿Qué conoce uno cuando
conoce?
Aun siendo necesario, no basta. Uno también debe preguntar qué esta haciendo uno
cuando está haciendo teología, y la respuesta de uno debe vislumbrar no sólo el encuentro
cristiano con Dios sino también la historicidad del testimonio cristiano, la diversidad de las
culturas humanas, y las diferenciaciones de la conciencia humana.
Hay, pues, una doctrina metodológica. Así como la teología reflexiona en la
revelación y en las doctrinas eclesiásticas, así la metodología reflexiona en la teología y en
las teologías. Debido a que reflexiona en la teología y en las teologías, tiene que mencionar
tanto a la revelación cuanto a las doctrinas eclesiásticas sobre las que las teologías
reflexionan. Pero aunque {298} las mencione, no intenta determinar su contenido. Esa tarea
205
12. Las Doctrinas
2. Funciones
En el capítulo 3 sobre la significación hemos distinguido las funciones comunicativa,
efectiva, constitutiva y cognoscitiva de la significación. Después, en el capítulo 4 sobre la
religión hemos hablado tanto de la gracia interior como de la palabra exterior que nos llega
a nosotros de Jesucristo. Debido a su fuente llena de respetabilidad, esa palabra es una
doctrina. Debido a que esa fuente es una, la doctrina será una doctrina común. Finalmente,
tal doctrina común cumplirá las funciones comunicativa, efectiva, constitutiva y cognoscitiva
propias de la significación.
Será efectiva en la medida en que aconseje y disuada, mande y prohiba. Será
cognoscitiva en la medida en que diga de dónde venimos, a dónde vamos, y como llegamos
ahí. Será constitutiva del individuo en la medida en que la doctrina sea un grupo de
significaciones y valores que informe su vida, su conocimiento, su acción. Será constitutiva
de la comunidad, porque la comunidad existe en la medida en que haya un grupo de
significaciones comúnmente aceptado compartido por gentes que estén en contacto la una
con la otra. Finalmente, será comunicativa porque habrá pasado de Cristo a los apóstoles, de
los apóstoles a sus sucesores, y de estos en cada época hasta los rebaños de quien fueron sus
pastores.
Además, está la función normativa de las doctrinas. Los hombres pueden o no estar
convertidos intelectual, moral, religiosamente. Si no lo están, y la falta de conversión es
consciente y completa, ella encamina a una perdida de fe. Sin embargo, los no convertidos
{299} pueden no tener una captación real de lo que es ser convertido. Sociológicamente están
los católicos y los protestantes, pero de varias maneras ellos se desvían de la norma. Más
aún, a ellos puede faltarles un lenguaje apropiado para expresar lo que sean realmente, y así
ellos utilizarán el lenguaje del grupo con quienes se identifiquen socialmente. De ahí se
seguirá una inflación o devaluación de este lenguaje y, así, de la doctrina que transmita. Los
términos que designen lo que el no convertido no es, se estirarán para designar lo que es. Las
doctrinas embarazosas no se mencionarán al portarse uno como acompañante educado. Las
conclusiones inaceptables no se sacarán. Tal inautenticidad puede diseminarse. Puede llegar
a ser una tradición. Entonces las personas criadas en una tradición inauténtica, podrán llegar
a ser auténticos seres humanos y auténticos cristianos sólo purificando su tradición.
Ahora bien, contra tales desviaciones está la función normativa de las doctrinas.
Porque la especialidad funcional de la dialéctica despliega a la vez la verdad alcanzada y los
errores diseminados en el pasado. La especialidad funcional de los fundamentos distingue
entre la verdad y el error apelando a la realidad fundacional de la conversión intelectual,
206
12. Las Doctrinas
3. Variaciones
{300} La investigación antropológica e histórica nos ha hecho darnos cuenta de la enorme
variedad de arreglos sociales, culturas, y mentalidades humanas. Se sigue que nosotros,
mucho más que muchos de nuestros predecesores, estemos en posición de entender las
variaciones que hayan tenido lugar en la expresión de las doctrinas cristianas. Porque si bien
el Evangelio ha de predicarse a todas las naciones (Mt 28,19), con todo, no ha de predicarse de
la misma manera a todos. 4 Si uno se ha de comunicar con personas de otra cultura, uno
deberá utilizar los recursos de su cultura. Utilizar sencillamente los recursos de la propia
cultura no es comunicarse con la otra sino permanecer encerrado en la propia. Al mismo
tiempo, no bastará simplemente con emplear los recursos de la otra cultura. Uno deberá
hacerlo creativamente. Uno tendrá que descubrir la manera como el mensaje cristiano pueda
ser expresado efectiva y precisamente en la otra cultura.
Hay otro punto. Una vez que la doctrina cristiana se haya introducido exitosamente
en otra cultura, su desarrollo subsiguiente explotará todavía más los recursos de esa cultura.
El punto lo ilumina abundantemente la explicación del cardenal Daniélou acerca de un
judeocristianismo ortodoxo que, al captar los misterios cristianos, empleó las formas de
pensamiento y el género estilístico del judaísmo tardío (Spätjudentum). Para concebir al Hijo
y al Espíritu como personas distintas, el judeocristianismo los identificó con unos ángeles. Y
ese y otros extraños conceptos hallaron su expresión en la forma de exégesis, apocalipsis o
visiones. 5 Así también a los largo de los siglos se han desarrollado las idiosincrasias de las
iglesias locales y nacionales. Ahora bien, tales diferencias progresivas, una vez que se
entienden y explican, no amenazan la unidad de la fe. Más bien atestiguan su vitalidad. Las
doctrinas que realmente son asimiladas llevan el sello de aquellos que las asimilan, y la
ausencia {301} de tal sello indicaría una asimilación meramente superficial.
4 Ver el discurso de apertura de Juan XXIII al concilio Vaticano II. Acta apostolicae sedis 54 (1962), 792, lin.
8 ss.
5 J. DANIÉLOU, Théologie du judéo-christianisme, Tournai & Paris: Desclée, 1959. Les symboles chrétiens
primitifs, Paris: du Seuil, 1961. Études d'exégèse judéo-chrétienne, Paris: Beauchesne, 1966.
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12. Las Doctrinas
Aunque el misionero es quien más debe captar y aceptar el hecho de las diferencias
culturales, con todo, la cuestión tiene otras aplicaciones. Surge cuando la propia cultura ha
estado sufriendo cambios. Así, la noción contemporánea de cultura es empírica. Una cultura
es un grupo de significaciones y valores que informan una manera común de vivir, y hay
tantas culturas cuantos distintos grupos de tales significaciones y valores haya.
Sin embargo, esta manera de concebir la cultura es relativamente reciente. Ella es un
producto de los estudios empíricos del hombre. En menos de cien años ha remplazado a otra
visión antigua, clasicista, que había florecido por más de dos milenios. En la visión antigua,
la cultura no se concebía empírica sino normativamente. Era lo opuesto a la barbarie. Era
cuestión de adquirir y asimilar los gustos y habilidades, los ideales, las virtudes e ideas que
se le imponían a uno en un buen hogar y a través de un currículo en artes liberales. Ella no
insistía en los hechos sino en los valores. No podía sino pretender ser universalista. Sus
clásicos eran unas inmortales obras de arte, su filosofía era la filosofía perenne, sus leyes y
estructuras eran el depósito de la sabiduría y prudencia de la humanidad. La educación
clasicista consistía en unos modelos por imitarse, en unos caracteres ideales por emularse, en
unas verdades eternas y en unas leyes universalmente válidas. Ella no buscaba producir el
mero especialista sino el uomo universale que pudiera poner mano a cualquier cosa y hacerlo
brillantemente.
El clasicista no es pluralista. Él conoce que las circunstancias alteran los casos pero
él está mucho más profundamente convencido de que las circunstancias son algo accidental
y que, más allá de ellas, hay alguna substancia, núcleo o raíz que embona con las suposiciones
clasicistas de estabilidad, fijeza, inmutabilidad. Las cosas tienen sus naturalezas específicas;
estas naturalezas, al menos en principio, han de conocerse adecuadamente por las
propiedades que poseen y las leyes que obedecen. Por encima de la naturaleza específica está
sólo la individuación por la materia, de suerte que conocer un caso de una especie equivale a
conocer cualquier caso. Lo que es verdadero de la especie en general, también es verdadero
de la especie human, de la única fe que nos llega a través de Jesucristo, a través del único
amor sobrenatural dado por el don del {302} Espíritu santo. Así se concluyó que la diversidad
de pueblos, culturas, o arreglos sociales pueden implicar sólo una diferencia en la vestimenta
con que se expresan las doctrinas, pero no puede implicar ninguna diversidad en la doctrina
eclesiástica misma.
Ahora bien, después encontraremos que las doctrinas llamadas dogmas son
permanentes, pero nuestra conclusión no se apoyará en suposiciones clasicistas. Igualmente,
nosotros no somos relativistas, y así reconocemos algo substancial y común en la naturaleza
humana y en la actividad humana; pero eso no lo ponemos en unas proposiciones eternamente
válidas sino en la estructura totalmente abierta del espíritu humano -- en los siempre
inmanentes y operantes aunque inexpresados preceptos trascendentales: Está atento, Sé
inteligente, Sé razonable, Sé responsable. Finalmente, los individuos humanos difieren el uno
del otro no sólo por la individuación de la materia sino también en sus mentalidades, sus
caracteres, sus estilos de vida. Porque los conceptos humanos y los cursos humanos de acción
son productos y expresiones de actos de entender, el entender humano se desarrolla con el
tiempo, tal desarrollo es acumulativo, y cada desarrollo acumulativo responde a las
condiciones humanas y ambientales de su lugar y época. El clasicismo mismo fue un muy
notable caso, y en realidad noble, de tal desarrollo acumulativo, pero su pretensión de ser la
única cultura de la humanidad ya no puede sostenerse.
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12. Las Doctrinas
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12. Las Doctrinas
humano. Ya hemos llamado la atención del lector hacia un ejemplo rico pero conciso de esto
puesto por Bruno Snell en su libro The Discovery of the Mind. 6
Quinto, se da el surgimiento de la significación sistemática. El sentido común conoce
las significaciones de las palabras que emplea, no porque posea unas definiciones que
convengan omni et soli sino, como lo explicaría un analista, porque conozca cómo puedan
emplearse las palabras apropiadamente. No fue paradójico, pues, que ni Sócrates ni sus
interlocutores fueran capaces de definir unas palabras que empleaban constantemente. Más
bien, Sócrates estaba abriéndole camino a la significación sistemática que desarrolla unos
términos técnicos, les señala sus interrelaciones, construye unos modelos, y los ajusta hasta
que se alcanza una visión bien ordenada y explicativa de este o aquel campo de experiencia.
Ahí resultan dos lenguajes, dos grupos sociales, dos mundos mediados por la significación.
Está el mundo mediado por la significación de sentido común y está el mundo mediado por
la significación sistemática. Están los grupos que pueden emplear a la vez el lenguaje
ordinario y el técnico, y el grupo que puede emplear sólo el lenguaje ordinario o de sentido
común.
Sexto, se da la literatura postsistemática. Dentro de la cultura e influenciando su
educación han sido desarrolladas unas visiones sistemáticas en lógica, matemáticas, ciencia,
filosofía. Las visiones sistemáticas han fundamentado una crítica del sentido común,
literatura y religion anteriores. Las clases educadas aceptan tal crítica. Sin embargo, ellos
mismos no son pensadores sistemáticos. Ellos pueden en ocasiones emplear este o aquel
término técnico o técnica lógica. Pero todo su modo de pensar es sólo el modo de sentido
común.
Séptimo, se da el surgimiento del método. Éste consiste en la transposición de una
significación sistemática desde un contexto estático hasta uno progresivo y dinámico.
Originalmente los sistemas se construyeron para perdurar. Ellos pretendían el conocimiento
verdadero y cierto de lo que es necesariamente así. En cambio, en el tiempo moderno los
sistemas no expresan lo que es necesariamente así, sino lo que intrínsecamente es hipotético
y que necesita verificación. Igualmente, ellos no expresan lo que se espera ser permanente,
sino lo que se espera que tenga que revisarse y mejorarse conforme {305} se descubran más
datos y se alcance una intelección mejor. Cualquier sistema dado, antiguo o moderno, está
sujeto a la lógica. Pero el proceso desde cualquier sistema dado hasta su sucesor le interesará
al método.
Octavo, se da el desarrollo de la erudición, de las habilidades del lingüista, del
exegeta, del historiador. Diversamente al estudioso de las ciencias naturales, el erudito no
pretende construir un sistema, un grupo de principios y leyes universales. Él pretende llegar
a entender el sentido común de otro lugar y época. La intelección que él alcanza, de por sí es
del mismo tipo y manera que su propio sentido común original. Ahora bien, su contenido no
es el contenido de su propio sentido común sino más bien el contenido del sentido común de
alguna tierra distante o de alguna época anterior.
Noveno, se da el desarrollo de la literatura postcientífica y posterudita. Ellas son a la
ciencia moderna y a la erudición moderna como la literatura postsistemática fue al antiguo
sistema.
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12. Las Doctrinas
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12. Las Doctrinas
de Israel jugó su papel en una historia humana muy real. Las preguntas por la creación y por
el día del juicio fueron intereses en el principio y el fin del relato. No había mención de una
batalla primitiva de los dioses, de una genealogía divina de los dioses ni de unas gentes
elegidas, ningún culto a las estrellas ni a la {307} sexualidad humana, ninguna sacralización
de la fertilidad de la naturaleza.
De manera semejante, se ha pretendido que en el Nuevo Testamento ocurrió la
utilización de representaciones religiosas que también se hallan en el judaísmo tardío y en el
gnosticismo helenista. Ahora bien, estas representaciones se utilizaron de una manera que las
mantuvo subordinadas a los propósitos cristianos y, cuando faltaba esa subordinación, se
vieron sometidas a la más aguda crítica y rechazo. 8
Así como se da la reinterpretación dentro del contexto de la captación simbólica, así
también se da dentro del contexto del interés filosófico. Jenófanes había advertido que los
hombres hacían a sus dioses a su imagen, y subrayaba que los leones, caballos o bueyes
hubieran actuado del mismo modo si fueran capaces de esculpir o pintar. Entonces se originó
el largo esfuerzo por concebir a Dios no según la analogía de la materia sino según la analogía
del espíritu. Así fue como Clemente de Alejandría exhortó a los cristianos a abstenerse de las
concepciones antropomórficas de Dios aunque se encontraran en las Escrituras. 9
Además, los concilios griegos marcaron el inicio de un movimiento de utilizar la
significación sistemática en la doctrina eclesiástica. Así, la iglesia del siglo IV se halló
dividida por una cuestión que no había sido formulada en tiempos del Nuevo Testamento.
Ella resolvió la cuestión hablando de la consubstancialidad del Hijo con el Padre. Esto, por
supuesto, no es una lucha especulativa interesada en una captación del ser o esencia divina.
Ello significa muy sencillamente que lo que es verdadero del Padre también es verdadero del
Hijo, excepto que el Hijo no es el Padre. Como lo planteó Atanasio: eadem de Filio quae de
Patre dicuntur excepto Patris nomine. 10 O como lo planteó el prefacio para la Misa del
domingo de la Trinidad: "Lo que creemos de tu gloria, porque tú lo revelaste, eso mismo lo
afirmamos de tu Hijo, y también del Espíritu santo, sin [diferencia de] separación." (Quod
enim de tua gloria, revelante te, credimus, hoc de Filio tuo, hoc de Spiritu sancto sine
[differentia] discretion[is]e sentimus.) +
Igualmente, el concilio de Calcedonia, en el segundo párrafo de su decreto, introdujo
los términos 'persona' y 'naturaleza.' Ahora bien, la teología subsiguiente ha hecho muy
misterioso lo que, en el decreto {308} mismo, es muy sencillo y claro. Porque el primer
párrafo afirma que un mismo Hijo nuestro Señor Jesucristo es quien es completo en su
divinidad y el mismo completo en su humanidad, verdaderamente Dios y el mismo
verdaderamente hombre, consubstancial al Padre en su divinidad y el mismo consubstancial
a nosotros en su humanidad, nacido del Padre antes de todos los siglos en su divinidad y estos
últimos tiempos el mismo ... nacido de María la virgen en su humanidad. 11
8 Ver KURT FRÖR, Biblische Hermeneutik, München: Kaiser, 1961, 21964, pp. 71 s.
9 CLEMENTE, Stromata, V 11, 68, 3; MG 9, 103 B: Stählin II, 371,1 8 ss.; también V, 11, 71, 4; MG 110 A;
Stählin, II, 374, 15.
10 ATANASIO, Orat. II c. Arianos, 4; MG 26, 329 A.
+ [El misal romano actual ha corregido la expresión utilizada anteriormente. N. del T.]
11 DS 301.
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12. Las Doctrinas
12 Estudio reciente y original: D. B. EVANS, Leontius of Byzantium, An Origenist Christology, Dumbarton Oaks,
1970. Distributed by J. J. Augustin, Publisher, Locust Valley, New York.
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12. Las Doctrinas
13 Respecto a este proceso ver mi libro Grace and Freedom: Operative Grace in the Thought of St. Thomas
Aquinas (Gracia y Libertad: Gratia Operans en Aquino), London: Darton, Longman & Todd, y New York:
Herder and Herder, 1971. La significatividad de la distinción de Felipe fue que los dos órdenes constituyeron
la definición de la gracia y con ello eliminaron la anterior visión extrínseca que concebía la gracia como la
liberación de la libertad.
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12. Las Doctrinas
nombres comunes desarrollados por el sentido común y los términos técnicos elaborados por
la ciencia explicativa. Ambos defectos, ampliados varias veces, reaparecen en la escolástica
de los siglos XIV y XV. El ideal excesivamente riguroso de la ciencia ofrece alguna
explicación al surgimiento, primero, del escepticismo, y luego, de la decadencia. La borrosa
distinción entre los nombres comunes y los términos técnicos tiene algo de responsabilidad
por el verbalismo que se le ha reprochado con tanto encono a la escolástica.
Las doctrinas eclesiásticas y las doctrinas teológicas pertenecen a diferentes
contextos. Las doctrinas eclesiásticas son el contenido del testimonio que la Iglesia da de
Cristo; ellas expresan el grupo de significaciones y valores que informan la vida cristiana
individual y colectiva. Las doctrinas teológicas son parte de una disciplina académica,
interesada en conocer y entender la tradición cristiana y fomentar su desarrollo. Así como los
dos contextos están dirigidos a fines muy distintos, así también ellos son desiguales en
extensión. Los teólogos suscitan muchas cuestiones no mencionadas en las doctrinas
eclesiásticas. Igualmente, los teólogos pueden diferir el uno del otro aunque pertenezcan a la
misma iglesia. En los círculos católicos, finalmente, las relaciones de las escuelas teológicas
entre sí y con las doctrinas eclesiásticas son un terreno cuidadosamente trazado. Lo que se
llama 'notas teológicas' y censuras eclesiásticas no sólo distingue las cuestiones de fe y las
opiniones teológicas sino que también indica todo un espectro de posiciones intermedias.14
Ahora bien, desde el Medioevo hasta el Vaticano II, las doctrinas de la Iglesia católica
han estado derivando de la teología una precisión, una concisión, y una organización que
{312} no poseían en tiempos primitivos. En general, la significación de estas doctrinas no es
sistemática sino que, de ordinario, es postsistemática. Lo que un documento eclesial deba
significar, uno no puede inferirlo del conocimiento que uno tenga de la teología. Al mismo
tiempo, cualquier interpretación exacta presupondrá un conocimiento de la teología. Pero
también presupondrá un conocimiento del stylus curiae. Finalmente, estas presuposiciones
son condiciones necesarias pero no suficientes. Conocer lo que los documentos eclesiásticos
significan actualmente pide investigación y exégesis en cada caso.
Sin duda, lo que los lectores desearían encontrar aquí es una explicación de la
legitimidad de esta influencia de la teología en la doctrina eclesiástica. Pero eso, por supuesto,
no es una cuestión metodológica sino teológica. Sin embargo, lo que el metodólogo puede
hacer es señalar los diferentes contextos en los que han surgido tales cuestiones. Primero,
antes del surgimiento de la mentalidad histórica, uno tenía las alternativas del anacronismo
y del arcaísmo. El anacrónico le atribuía a las Escrituras y a los Padres una captación implícita
de lo que los escolásticos descubrieron. El arcaico, por otra parte, consideraba como
corrupción cualquier doctrina que no se hallara en la significación evidente ya sea de las
Escrituras o bien de las Escrituras y la tradición patrística. Segundo, conforme se acrecentó
el conocimiento histórico, se desarrollaron varias teorías del desarrollo y se aplicaron con
más o menos éxito. Hay, sin embargo, una tercera opción: ella pretendería que pueden darse
muchos tipos de desarrollos y que, para conocerlos, uno tiene que estudiar y analizar los
procesos históricos concretos mientras que, para conocer su legitimidad, uno tiene que
volverse a la historia evaluativa y señalarles su lugar en la dialéctica de la presencia y
ausencia de la conversión intelectual, moral y religiosa.
14 Ver E. J. FORTMAN, "Notes, theological," New Catholic Encyclopedia 10, 523; y el índice sistemático del DS
en H 1d y H 1bb, pp. 848 y 847.
215
12. Las Doctrinas
Ahora bien, en este punto es necesario interrumpir nuestro esbozo del descubrimiento
progresivo de la mente e introducir la noción de los contextos progresivos.
6. Contextos Progresivos
Ya se ha trazado una distinción entre el contexto material y el formal. Así, el canon del Nuevo
Testamento es el contexto material de cada uno de los libros del Nuevo Testamento: él {313}
dice cuáles son las otras áreas privilegiadas de datos sobre el cristianismo primitivo. Por otra
parte, un contexto formal se alcanza a través de la investigación: los datos dan origen a las
preguntas; las preguntas, a respuestas opuestas; las respuestas opuestas, a ulteriores preguntas
y ulteriores respuestas opuestas. El acertijo continúa creciendo, hasta que se hace un
descubrimiento. Gradualmente las cosas empiezan a embonar. Puede ocurrir un período en
que se dé un chispazo inteligente que se incremente rápidamente. Con el tiempo, las
preguntas empiezan a producir resultados decrecientes. Se alcanza un punto de vista y,
aunque puedan hacerse ulteriores preguntas, las respuestas a ellas no modificarían
significativamente lo que ya se ha comprobado. Se ha construido un contexto formal: un
grupo de preguntas y respuestas entretejidas que revelan la significación de un texto.
Un contexto progresivo surge cuanto una sucesión de textos expresa la mentalidad de
una sola comunidad histórica. Tal contexto progresivo exige una distinción entre el contexto
anterior y el subsiguiente. Así, una afirmación puede pretender manejar un asunto y
prescindir de otros asuntos ulteriores. Ahora bien, determinar uno no elimina los otros. De
ordinario contribuye a una más clara captación de los otros y a una presión más urgente para
que se solucionen. Según Atanasio, el concilio de Nicea utilizó un término no escriturístico,
no para sentar un precedente sino para enfrentarse a una emergencia. Pero la emergencia duró
cerca de treinta y cinco años y, cerca de veinte años después de haber pasado, el primer
concilio de Constantinopla sintió necesario responder de una manera no técnica si sólo el
Hijo o también el Espíritu santo es consubstancial al Padre. Cincuenta años después, en
Éfeso, fue necesario aclarar a Nicea afirmando que era uno mismo quien fue nacido del Padre
y también nacido de María la virgen. Cerca de veinte años después fue necesario agregar que
uno mismo podía ser a la vez eterno y temporal, a la vez inmortal y mortal, debido a que tenía
dos naturalezas. Más de dos siglos después se agregó la aclaración ulterior de que la persona
divina con dos naturalezas también tenía dos operaciones y dos voluntades.
Tal es el contexto progresivo de las doctrinas eclesiásticas que no existía antes de
Nicea pero que, poco a poco, llegó a existir después de Nicea. Él no establece lo que se
pretendía en Nicea. {314} Él establece lo que resultó de Nicea y lo que de hecho llegó a ser
el contexto dentro del cual había de entenderse a Nicea.
Así como uno puede distinguir etapas anteriores y posteriores en un contexto
progresivo, así un contexto progresivo puede relacionarse con otro. De estas relaciones las
más comunes son la derivación y la interacción. Así, el contexto progresivo que va desde
Nicea hasta el concilio de Constantinopla III se deriva de las doctrinas de los primeros tres
siglos del cristianismo pero difiere de ellos en la medida en que emplea un modo
postsistemático de pensamiento y expresión. Igualmente, el contexto progresivo de las
doctrinas conciliares dio origen a un contexto distinto pero dependiente de doctrinas
teológicas. Esto presupuso los concilios, distinguió a Cristo en cuanto Dios y Cristo en cuanto
hombre, y suscitó cuestiones como las siguientes: ¿Podía pecar Cristo en cuanto hombre?
216
12. Las Doctrinas
¿Sintió concupiscencia? ¿Era ignorante de alguna manera? ¿Tenía gracia santificante? ¿En
qué medida? ¿Tenía un conocimiento inmediato de Dios? ¿Conoció todo lo perteneciente a
su misión? ¿Tuvo libertad de elección?
Igualmente, el contexto teológico derivado de los concilios griegos se expandió en las
escuelas medievales para enfocar la totalidad de las Escrituras y la tradición. No era sólo
progresivo, en colaboración, y metódico sino también dialéctico. Era un contexto que
abrazaba unas escuelas de pensamiento mutuamente opuestas, que llegó a distinguir entre la
oposición en la doctrina teológica y la oposición en la doctrina eclesiástica, que estuvo de
acuerdo en diferir en la primera y se negó a diferir en la segunda.
Finalmente los contextos interactuantes están representados por el contexto de las
doctrinas teológicas y el contexto de las doctrinas eclesiásticas desde el período medieval
hasta el Vaticano II. Los teólogos estaban bajo la influencia de las doctrinas eclesiásticas en
las que ellos reflexionaban. A la inversa, sin los teólogos, las doctrinas eclesiásticas no
hubieran tenido su precisión, concisión y organización postsistemáticas.
217
12. Las Doctrinas
clásicos y de la historia europea. Pero desde hace mucho se ha pasado a los campos de los
estudios bíblicos, patrísticos y medievales. Sus obras son especializadas, en colaboración,
progresivas, imponentes. Lo que antes se suponía caer dentro de la competencia de un solo
teólogo dogmático, ahora puede emprenderlo sólo un equipo muy grande.
{316} Hubo un tiempo en que los principios necesarios eran la base reconocida de la
filosofía, y estos principios se identificaban con las proposiciones autoevidentes que eran las
premisas básicas para las deducciones filosóficas. Ahora bien, es verdadero que existen
proposiciones analíticas: si uno define A por tener una relación R con B, entonces no puede
haber una A sin una relación R con B. Pero es igualmente verdadero el que no necesita existir
ninguna A con una relación R con B. Porque la existencia finita se conoce no al definir sus
términos, ni al construir unas proposiciones analíticas, sino por un proceso llamado
verificación.
Aristóteles y sus seguidores reconocieron unas ciencias especiales que manejan seres
de determinadas especies y una ciencia general que maneja al ser en cuanto ser. Ahora bien,
las ciencias naturales y las ciencias del hombre buscan explicar todos los datos de los
sentidos. De acuerdo con esto, si ha de haber alguna ciencia general, sus datos tendrán que
ser los datos de la conciencia. Así se realiza la vuelta hacia la interioridad. La ciencia general
es, primero, una teoría del conocimiento (¿Qué estás haciendo cuando estás conociendo?);
segundo, una epistemología (¿Por qué hacer eso es conocer?); y tercero una metafísica (¿Qué
conoces cuando conoces?). Tal ciencia general será el caso general de los métodos de las
ciencias especiales y no, como en el aristotelismo, el caso general del contenido de las
ciencias especiales.
El anterior desplazamiento hacia la interioridad fue ensayado de varias maneras desde
Descartes, a través de Kant, hasta los idealistas alemanes del siglo XIX. Pero de ahí se siguió
un desplazamiento todavía más enfático desde el conocimiento a la fe, voluntad, conciencia,
decisión, acción en Kierkegaard, Schopenhauer, Newman, Nietzsche, Blondel, los
personalistas, y los existencialistas. La dirección de este desplazamiento es correcto en el
sentido de que el cuarto nivel de la conciencia intencional -- el nivel de la deliberación,
evaluación, decisión, acción -- eleva los niveles previos de experimentar, entender, juzgar.
Él va más allá de ellos, establece un nuevo principio y tipo de operaciones, las dirige a una
nueva meta pero, lejos de empequeñecerlas, las preserva y las lleva a un disfrute más pleno.
No sólo el cuarto nivel eleva los tres previos, sino que también los tres previos difieren
notablemente del entendimiento especulativo que se suponía captara las verdades
autoevidentes y necesarias. Tal {317} entendimiento especulativo podía reclamar y
reclamaba una autonomía completa: la mala voluntad difícilmente podía interferir con la
captación de la verdad autoevidente y necesaria o con las conclusiones necesarias que se
seguían de tal verdad. Sin embargo, de hecho, lo que la inteligencia humana capta en los
datos y expresa en los conceptos no es una inteligibilidad necesariamente importante, sino
sólo una inteligibilidad posiblemente importante. Tal inteligibilidad es intrínsecamente
hipotética y así siempre necesita un ulterior proceso de comprobación y verificación antes de
que pueda afirmarse como de facto importante para los datos a mano. Así ha resultado que
la ciencia moderna se encuentre bajo la guía del método, y el método que se selecciona y
sigue no resulta sólo del experimentar, entender y juzgar, sino también de una decisión.
218
12. Las Doctrinas
15 Para una explicación de la filosofía que entre los científicos ha sucedido al determinismo mecanicista ver P.
A. HEELAN, Quantum Mechanics and Objectivity, The Hague: Nijhoff, 1965.
16 H. G. GADAMER, Wahrheit und Methode, Tübingen: Mohr, 1960, pp. 162 ss.
17 K. FRÖR, Biblische Hermeneutik, München: Kaiser, 1964, p. 28.
18 Ibid., pp. 31-32.
19 Ibid., p. 34 ss. Respecto al dualismo de la exégesis de Bultmann ver PAUL MINEAR, "The Transcendence of
God and Biblical Hermeneutics," Proceedings of the Catholic Theological Society of America, 23 (1968), pp.
5-6.
219
12. Las Doctrinas
puede remover la noción secularista de la exégesis científica representada por Bultmann. Con
todo, la sola conversión intelectual no basta. Tiene que explicitarse en un método filosófico
y teológico, y tal método explícito tiene que incluir una crítica tanto del método de la ciencia
cuanto del método de la erudición.
220
12. Las Doctrinas
eso, él los llama 'cúlticos.' 20 Su único efecto fue que el oficio solemne de enseñar ahora
proclama lo que antes había sido proclamado por el oficio ordinario de enseñar. Tal vez yo
pudiera sugerir que la psicología humana, y específicamente el refinamiento de los
sentimientos humanos, es el área que ha de explorarse para llegar a entender el desarrollo de
las doctrinas marianas.
20 J. R. GEISELMANN, "Dogma," Handbuch theologischer Grundbegriffe, editado por H. Fries, München: Kösel,
1962, I, 231.
221
12. Las Doctrinas
ser capaz de captarlos a la manera como puede entender las verdades que se hallan dentro de
su propio alcance. Porque los misterios divinos, por su misma naturaleza, de tal manera
superan el entendimiento creado que, aun dados en la revelación y aceptados por la fe,
permanecen -- por así decirlo -- envueltos en el velo de la fe (DS 3016).
Parecería que la intelección alcanzada por la razón cuando está iluminada por la fe
fuera la alabada en la cita de Vicente de Lerins. Porque tal intelección versa sobre el misterio
y no sobre algún substituto humano, y así, por la naturaleza misma de la cosa debe ser "in
suo dumtaxat genere, in eodem scilicet dogmate, eodem sensu eademque sententia" (DS 3020).
En contraste, está la razón que va más allá de sus propias fronteras {322} para invadir
y turbar el campo de la fe (DS 3019). Porque la doctrina de fe, que Dios ha revelado, no se ha
propuesto como un tipo de descubrimiento filosófico para ser perfeccionado por el talento
humano. Es un depósito divino dado a la esposa de Cristo para ser guardado fielmente y
declarado infaliblemente. De aquí que siempre haya de mantenerse aquella significación de
los dogmas sagrados que una vez fue declarado por la Iglesia. De esa significación no debe
haber alejamiento con el pretexto de una intelección más profunda (DS 3020).
En el correspondiente canon se condena a cualquiera que diga ser posible el que con
el tiempo conforme progrese la ciencia pueda tener que dárseles a los dogmas propuestos por
la Iglesia una significación diversa de la que la Iglesia entiende y ha entendido (DS 3043).
Primero, pues, se afirma una permanencia de significación: "is sensus perpetuo est
retinendus ... nec umquam ab eo recedendum ... in eodem scilicet dogmate, eodem sensu
eademque sententia" (DS 3020). "ne sensus tribuendus sit alius" (DS 3043).
Segundo, la significación permanente es la significación declarada por la Iglesia (DS
3020), la significación que la Iglesia ha entendido y entiende (DS 3043).
Tercero, esta significación permanente es la significación de los dogmas (DS 3020,
3043).Ahora bien, ¿los dogmas son verdades reveladas o misterios revelados? La diferencia
es que los misterios revelados quedan fuera de la competencia de la razón, mientras que
algunas verdades reveladas no quedan fuera (DS 3005, 3015).
Parecería que los dogmas de DS 3020 y 3043 se refieren a las declaraciones eclesiásticas
de los misterios revelados. Porque el contraste recurrente del capítulo cuarto se da entre la
razón y la fe. Sólo en el primer párrafo (DS 3015) hay alguna mención de verdades que a la
vez son de razón y de fe. Las disciplinas del hombre no estarían yendo más allá de sus propios
límites si trataran tales verdades (DS 3019). Tampoco puede negárseles el estatus de un
descubrimiento filosófico que haya de perfeccionarse por el talento humano (DS 3020).
Igualmente, las verdades dentro de la competencia de la razón parecerían capaces de ser
conocidas más precisamente conforme progrese la ciencia (DS 3043). Finalmente, sólo los
misterios son los que trascienden {323} la intelección de la mente humana (DS 3005), que están
más allá del entendimiento creado (DS 3016), que se aceptan simplemente por la autoridad de
Dios (DS 3008), que no podrían ser conocidos si no fueran revelados (DS 3015), que no pueden
admitir más que una intelección análoga e imperfecta de parte de la razón humana y entonces
sólo cuando está iluminada por la fe (DS 3016), y que según esto pueden pretender ubicarse
más allá del estatus de los productos de la historia humana.
Cuarto, la significación del dogma no está separada de una formulación verbal,
porque es una significación declarada por la Iglesia. Sin embargo, la permanencia se le aplica
222
12. Las Doctrinas
21 El votum ha sido publicado por HERMANN J. POTTMEYER en su obra Der Glaube vor dem Anspruch der
Wissenschaft, Freiburg: Herder, 1968. Ver el apéndice, especialmente pp. 50*, 51*, 54*, 55*. Hay una valiosa
discusión de DS 3020 y 3043 en las pp. 431-456.
22 Ver los capítulos 5, 6, 11, 12 y 14 del esquema de Franzelin en J. D. MANSI, Sacrorum Conciliorum Nova et
Amplissima Collectio, 50, 62-69, y las abundantes notas, Mansi 50, 83 ss.
223
12. Las Doctrinas
224
12. Las Doctrinas
concebirse empírica sino normativamente, e hizo todo lo que pudo para producir una cultura
única, universal y permanente. Quien acabó con las suposiciones clasicistas fue la historia
crítica. Quien construye puentes entre las muchas expresiones de la fe es una teología
metódica.
225
12. Las Doctrinas
tardío (Spätjudentum) sino también a los griegos en su lenguaje e idioma. Mientras que los
escritos del Nuevo Testamento le hablaron más al corazón que a la cabeza, los concilios
cristológicos pretendieron solamente formular las verdades que habían de guiar la mente de
uno y los labios de uno. Cuando la teología escolástica refundió la creencia cristiana en un
molde derivado de Aristóteles, no estaba abandonando ni la revelación divina, ni las
Escrituras, ni los concilios. Y si los teólogos modernos hubieran de transportar la teoría
medieval a las categorías derivadas de la interioridad {328} contemporánea y sus correlativos
reales, estarían haciendo para nuestra época lo que los más grandes escolásticos hicieron para
la suya.
En el pasado, pues, ha existido un notable pluralismo de expresión. Actualmente en
la Iglesia está desapareciendo calladamente la antigua insistencia clasicista en la uniformidad
mundial, y está surgiendo un pluralismo de maneras como la significación cristiana y los
valores cristianos se comunican. Predicar el Evangelio a todas las naciones es predicarlo a
cada clase de cada cultura de manera que concuerde con la capacidad asimilativa de esa clase
y cultura.
En su mayor parte, tal predicación se dirigirá a una conciencia poco diferenciada. Así,
tendrá que ser tan multiforme como lo son los diversos tipos del sentido común generadas
por los muchos lenguajes, formas sociales, y significaciones y valores culturales de la
humanidad. En cada caso el predicador tendrá que conocer el tipo de sentido común a la que
le esté hablando, y tendrá que tener siempre presente que, cuando la conciencia está sólo
ligeramente diferenciada, llegar a conocer no sucede separado del hacer.
Pero si ha de nutrirse la fe de aquellos con poca educación, no se sigue que los cultos
hayan de ser menospreciados. Ahora bien, así como la única manera de entender el tipo de
sentido común de otra persona es llegar a entender la manera como él o ella entendería,
hablaría, actuaría en cualquiera de las series de situaciones que surjan de ordinario en su
experiencia, así también la única manera de entender la diferenciación de conciencia de otra
persona es llevar a cabo en uno mismo esa diferenciación.
Además, una captación exacta de la mentalidad de otra persona es posible sólo si uno
alcanza la misma diferenciación y falta de diferenciación. Porque cada diferenciación de
conciencia implica una cierta remodelación del sentido común. Inicialmente el sentido
común supone ser competente en todo, debido a que no puede conocer de una manera mejor.
Pero conforme ocurren sucesivas diferenciaciones de conciencia, más y más campos son
controlados de manera adecuada y así se apartan de la competencia del sentido común. La
claridad y la adecuación se incrementan por saltos. El inicial sentido común de uno se ve
limpiado de sus simplificaciones, de sus metáforas, de sus mitos y de sus engaños. Con la
realización de la plena diferenciación, {329} el sentido común se ve confinado enteramente
a su campo propio de lo inmediato, lo particular, lo concreto.
Sin embargo, hay muchos caminos hacia la diferenciación plena y muchas variedades
de diferenciación parcial. Predicarles el Evangelio a todos significa predicarlo de manera
adecuada a cada una de las variedades de personas con una diferenciación parcial, e
igualmente a quien tenga una diferenciación total. Para satisfacer las exigencias propias de
los inicios de la significación sistemática, Clemente de Alejandría negó que los
antropomorfismos de las Escrituras debieran tomarse literalmente. Para satisfacer las
exigencias de la significación plenamente sistemática, la escolástica medieval buscó una
226
12. Las Doctrinas
explicación coherente de todas las verdades de la fe y la razón. Para satisfacer las exigencias
de la erudición contemporánea, el concilio Vaticano II decretó que el intérprete de las
Escrituras tedrá que determinar la significación pretendida por el escritor bíblico y, conforme
a esto, deberá hacerlo entendiendo los géneros literarios y las condiciones culturales del lugar
y época de ese escritor.
Así pues, la Iglesia, siguiendo el ejemplo de san Pablo, se hace todo a todos. Ella
comunica lo que Dios ha revelado, tanto de la manera adecuada a las varias diferenciaciones
de conciencia cuanto, sobre todo, de la manera adecuada para cada uno de los casi
interminables tipos de sentido común. Con todo, estos muchos modos de hablar implican no
más que un pluralismo en las comunicaciones porque, aunque sean muchas, con todo, todas
pueden darse in eodem ... dogmate, eodem sensu eademque sententia.
Con todo, hacerse todo a todos, aunque implique no más que un pluralismo en las
comunicaciones, no obstante, no carece de dificultades. Por una parte, exige un desarrollo
pluriforme en quienes gobiernan o enseñan. Por otra parte, toda realización está propensa a
ser cuestionada por quienes no la hayan logrado. Las gentes con poca noción de la erudición
moderna pueden alegar que fijarse en el género literario de los escritos bíblicos sea sólo un
mecanismo fraudulento para rechazar la significación evidente de las Escrituras. Quienes no
tengan el gusto por la significación sistemática continuarán repitiendo que es mejor sentir la
compunción que saber definirla, aunque quienes intenten tal definición insistan en que uno
difícilmente podrá definir lo que no experimente. Finalmente, aquellos cuya conciencia no
está mitigada por el más ligero tinte de significación sistemática, {329} serán incapaces de
captar la significación de dogmas tales como el de Nicea y podrán saltar alegremente a la
conclusión de que lo que no tenga significación para ellos carezca totalmente de
significación.
Tales dificultades sugieren ciertas reglas. Primero, debido a que el Evangelio debe
predicarse a todos, deben buscarse los modos de representación y expresión adecuados para
comunicar la verdad revelada tanto a todo tipo de sentido común cuanto a toda diferenciación
de conciencia. Segundo, nadie está obligado a alcanzar, simplemente debido a su fe, una
conciencia más plenamente diferenciada. Tercero, nadie está obligado a abstenerse,
simplemente debido a su fe, de alcanzar una conciencia más plenamente diferenciada. Cuarto,
cualquiera puede esforzarse por expresar su fe de la manera adecuada a su diferenciación de
conciencia. Quinto, nadie debería hacer juicios sobre cuestiones que no entienda, y nadie con
una conciencia menos diferenciada o diferentemente diferenciada es capaz de entender con
exactitud lo que dice una persona con una conciencia más plenamente diferenciada.
Tal pluralismo atraerá poco a las personas que tengan inclinación a la simplificación
excesiva. Ahora bien, la amenaza real a la unidad de la fe no se halla ni en los muchos tipos
de sentido común ni en las muchas diferenciaciones de la conciencia humana. Se halla en la
ausencia de conversión intelectual, o moral, o religiosa. El pluralismo resultante de la falta
de conversión es particularmente peligroso de tres maneras. Primero, cuando la ausencia de
conversión ocurre en quienes gobiernan la Iglesia o enseñan en su nombre. Segundo, cuando,
como al presente, se está dando en la Iglesia un movimiento para salir del clasicismo y entrar
en la cultura moderna. Tercero, cuando las personas con conciencias parcialmente
diferenciadas no sólo no se entienden la una a la otra, sino que también de tal manera ensalzan
un sistema, o método, o erudición, o interioridad, u oración ligeramente avanzada que hagan
a un lado la realización y bloqueen el desarrollo de las otras cuatro.
227
12. Las Doctrinas
228
12. Las Doctrinas
Ahora bien, pudiera pensarse que uno hiciera peligrar la autoridad de los oficiales
eclesiásticos si reconoce que los teólogos tienen una contribución propia que hacer, que
poseen una cierta autonomía, que tienen a su disposición un criterio estrictamente teológico,
y que tienen graves responsabilidades que cumplirán más efectivamente al adoptar un método
y trabajar gradualmente en su implementación.
Sin embargo, pienso que la autoridad de los oficiales eclesiásticos no tiene nada que
perder y mucho que ganar con la propuesta. No hay pérdida ninguna en reconocer el evidente
hecho histórico de que la teología tiene una contribución que hacer. Hay mucho qué ganar al
reconocer la autonomía y al señalar que implica una responsabilidad. Porque la
responsabilidad conduce a un método, y el método, si es efectivo, hace superflua la función
policíaca. Los oficiales eclesiásticos tienen la obligación de proteger la religión sobre la que
los teólogos reflexionan, pero les corresponde a los teólogos mismos llevar la carga de
convertir la doctrina teológica en cuestión de consenso exactamente como cualquier otra
disciplina académica que lleve ya muchos años.
El asunto tiene otro aspecto. Aun siendo yo un católico romano con visiones muy
conservadoras en las doctrinas religiosas o eclesiásticas, he escrito un capítulo sobre las
doctrinas sin adherirme a otra doctrina que la establecida en el concilio Vaticano I. Lo he
hecho deliberadamente, y mi propósito ha sido ecuménico. Deseo que les sea lo más sencillo
posible {333} a teólogos de diferente denominación el adaptar mi método a sus tareas.
Aunque los teólogos partan desde confesiones eclesiales diferentes, aunque sus métodos sean
análogos más que semejantes, con todo, esa analogía les ayudará a todos a descubrir cuánto
tienen en común y tenderá a sacar a la luz cómo lograr un mayor acuerdo.
Finalmente, una distinción entre teología dogmática y teología doctrinal puede servir
para precisar unos puntos que repetidamente hemos intentado señalar. La teología dogmática
es clasicista. Ella tiende a dar por supuesto que en cada asunto hay una proposición verdadera
y sólo una. Se dedica a determinar cuáles son las únicas proposiciones que son verdaderas.
En contraste, la teología doctrinal tiene mentalidad histórica. Ella conoce que la significación
de una proposición se llega a determinar sólo dentro de un contexto. Ella conoce que los
contextos varían según los diversos tipos de sentido común, según la evolución de las
culturas, según las diferenciaciones de la conciencia humana, y según estén presentes o
ausentes las conversiones intelectual, moral y religiosa. En consecuencia, ella distingue entre
la captación religiosa de una doctrina y la captación teológica de la misma doctrina. La
captación religiosa se da a través del contexto del tipo propio que tenga uno de sentido
común, de la propia cultura en evolución, de la propia indiferenciación o diferenciación de
conciencia, de los incesantes esfuerzos de uno por alcanzar la conversión intelectual, moral
y religiosa. En contraste, la captación teológica de las doctrinas es histórica y dialéctica. Es
histórica en la medida en que capta los muchos contextos diferentes en los que la misma
doctrina se ha expresado de diferentes maneras. Ella es dialéctica en la medida en que
distingue la diferencia entre posiciones y contraposiciones, y busca desarrollar las posiciones
y revertir las contraposiciones.
229
13
La Sistematización
1. La Función de la Sistematización
Para Kant, el entendimiento (Verstand) era la facultad del juicio. Ésta es una visión con sus
antecedentes en Platón y Escoto y, en menor medida, en Aristóteles y Aquino. Porque en
éstos dos últimos, se enfatiza una distinción entre dos operaciones del entendimiento. En la
primera se responden preguntas del tipo ¿Qué es? ¿Por qué es así? En la segunda se
responden preguntas del tipo ¿Eso existe? ¿Acaso es así? De esta manera, uno se ve llevado
a concebir la intelección como la fuente no sólo de las definiciones sino también de las
hipótesis, mientras que por el juicio es como se conoce la existencia de lo que se ha definido,
la verificación de lo que propone una hipótesis.
Ahora bien, esta distinción entre la intelección y el juicio parece esencial para
entender el precepto agustiniano y {336} anselmiano: Crede ut intelligas. Él no significa:
Cree para que puedas juzgar, porque la creencia ya es un juicio. Él no significa: Cree para
que puedas demostrar, porque las verdades de fe no admiten demostración humana; sino que
de manera muy luminosa significa: Cree para que puedas entender, porque las verdades de
fe tienen sentido para un creyente y parecen ser un sin-sentido para un no creyente.
Fuera de la tradición agustiniana, anselmiana y tomista, y a pesar de un intermedio de
una pesada capa de conceptualismo,1 el concilio Vaticano I recuperó la noción de la
intelección. Él enseñó que la razón iluminada por la fe, cuando inquiere con dedicación,
respeto y serenidad, puede con la ayuda de Dios alcanzar una intelección muy provechosa de
los misterios de la fe tanto por la analogía de lo que conoce naturalmente cuanto por la
interconexión de los misterios entre sí y con el último fin del hombre (DS 3016).
Nosotros concebimos que la promoción de tal intelección de los misterios es la
función principal de la sistematización. Esta especialidad presupone las doctrinas. Su meta
1 Respecto a los conceptualistas, ver mi libro Verbum: Word and Idea in Aquinas (La Palabra y la Idea: Verbum
en Aquino), London: Darton, Longman & Todd, y Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1967, Índice,
p. 228. El asunto clave es si los conceptos resultan del entender o el entender resulta de los conceptos.
13. La Sistematización
no es agregar una prueba ulterior a las doctrinas ex ratione theologica. Al contrario, las
doctrinas han de considerarse como establecida por la agregación de los fundamentos a la
dialéctica. La meta de la sistematización no es incrementar la certeza sino promover la
intelección. Ella no busca establecer los hechos. Ella se esfuerza por tener alguna idea de
cómo posiblemente pudiera ser que los hechos sean lo que son. Su tarea es apoderarse de los
hechos establecidos en las doctrinas, e intentar trabajarlos en una totalidad asimilable.
El ejemplo clásico de esta distinción entre las doctrinas y la sistematización la
proporciona el cuarto libro de la Summa contra Gentiles de Aquino. Ahí los capítulos 2 a 9
se dedican a la existencia de Dios Hijo, los capítulos 15 a 18, a la existencia del Espíritu
santo, los capítulos 27 a 39 a la existencia de la encarnación. Pero los capítulos 10 a 14 se
centran en la cuestión de la manera como {337} ha de concebirse una generación divina. De
manera semejante, los capítulos 19 a 25 tienen que ver con la manera de concebir al Espíritu
santo, y los capítulos 40 a 49 tienen que ver con la sistematización de la encarnación.
En otra parte señaló Aquino que una disputa puede dirigirse a uno de dos fines. Si se
dirige a quitar una duda sobre si algo es así, entonces en teología uno recurrirá principalmente
a las citas respetables que reconozca el oyente. Pero si se dirige a instruir al alumno para que
sea llevado a una intelección de la verdad en cuestión, entonces uno deberá poner su base en
las razones que saquen a luz el fundamento de la verdad y lo capaciten a uno a conocer cómo
lo dicho es verdadero. De lo contrario, si el maestro determina la cuestión sólo recurriendo a
las citas respetables, hará que su alumno esté seguro de lo que es así, pero lejos de darle
alguna intelección o saber, lo enviará vacío. 2
En contraste con el procedimiento medieval, los católicos de los siglos recientes no
sólo han distinguido sino que han separado la filosofía y la teología. El resultado fueron dos
teologías: había una teología natural en el curso de filosofía; había una ulterior teología
sistemática o especulativa interesada en una presentación ordenada de los misterios de la fe.
Pienso que la separación es desafortunada. En primer lugar, es engañosa. Una y otra vez los
estudiantes daban por supuesto que la teología sistemática era sólo más filosofía y por ello
carente de significatividad religiosa. En el polo opuesto se hallaban quienes argumentaban
que una filosofía natural no alcanza al Dios cristiano y, además, que lo que no es el Dios
cristiano es un intruso y un ídolo. En segundo lugar, la separación debilitaba tanto a la
teología natural cuanto a la teología sistemática. Debilitaba a la teología natural porque los
conceptos filosóficos abstrusos no pierden nada de la validez y pueden ganar mucho en
aceptabilidad cuando están asociados con sus equivalentes religiosos. Debilitaba a la teología
sistemática porque la separación impide que se presente la sistematización como la
prolongación cristiana de lo que el hombre puede empezar a conocer con sus fuerzas innatas.
En tercer lugar, la separación parece fundada en un {338} error. Mientras se supone que la
filosofía funciona con una objetividad tan sublime que sea totalmente independiente de la
2 AQUINO, "Cualquier acto ha de realizarse en cuanto convenga a su fin. La discusión puede enderezarse a dos
fines. Una discusión se ordena a quitar las dudas sobre si algo es así; y en tal discusión teológica han de usarse
sobre todo las citas respetables aceptadas por aquellos con quienes se discute. Otra discusión, en cambio, es
la que realiza el maestro en las clases, no para quitar un error, sino para instruir a los oyentes de suerte que se
les lleve a entender la verdad a la que tienden; y entonces conviene apoyarse en razones que investiguen la
raíz de la verdad, y que hagan saber por qué es verdadero lo que se dice. De lo contrario, si el maestro
determina el asunto con las solas citas respetables, se le asegurará al oyente que algo es así, pero no adquirirá
nada de ciencia ni de intelección, sino que se alejará vacío."Quodl., IV, q. 9, a. 3 (18).
231
13. La Sistematización
mente humana que la piense, sin duda habrá que decir algo cuando se pretenda esa objetividad
para las cuestiones preliminares que le conciernen a la fe. Ahora bien, el hecho es que la
prueba se convierte en rigurosa sólo dentro de un horizonte formulado sistemáticamente, que
la formulación de horizontes varía según esté presente o ausente la conversión intelectual,
moral, religiosa, y que la conversión nunca es la consecuencia lógica de la posición previa
de uno sino, al contrario, una revisión radical de dicha posición.
Básicamente el asunto es una transición desde la lógica abstracta del clasicismo hasta
la concreción del método. En la primera visión, lo básico es la prueba. En la segunda, lo
básico es la conversión. La prueba apela a una abstracción llamada razón recta. La conversión
transforma al individuo concreto para hacerlo capaz de captar no sólo conclusiones sino
también principios.
Igualmente, el asunto es la noción que uno tenga de la objetividad. Si uno considera
que la prueba lógica sea básica, uno quiere una objetividad que sea independiente del sujeto
concreto existente. Pero aunque la objetividad alcanza lo que es independiente del sujeto
concreto existente, la objetividad misma no es alcanzada por lo que es independiente del
sujeto concreto existente. Al contrario, la objetividad es alcanzada por la autotrascendencia
del sujeto concreto existente, y las formas fundamentales de autotrascendencia son la
conversión intelectual, moral y religiosa. Intentar asegurar la objetividad separada de la
autotrascendencia sólo genera ilusiones. 3
Sin embargo, puede objetarse que esta transición desde lo abstracto hasta lo concreto,
desde la prueba hasta la conversión, no cuadra con la afirmación del concilio Vaticano I de
que a través de las creaturas Dios puede ser conocido con certeza por la luz natural de la
razón humana (DS 3004, 3026).
{339} En primer lugar, yo llamaría la atención al hecho de que la anterior definición
prescinde tácitamente del orden actual en que vivimos. El tercer esquema de la Dei Filius,
preparado por el padre Joseph Kleutgen, dice en el canon: "per ea quae facta sunt, naturali
ratione ab homine lapso certo cognosci et demonstrari posse." 4 Sin embargo, la versión final
no hace ninguna mención del hombre caído y, en vista del clasicismo abstracto entonces
predominante, tal vez se entienda más sencillamente como referida al estado de naturaleza
pura.5
En segundo lugar, respecto al orden actual en que vivimos, yo diría que normalmente
la conversión religiosa preceda al esfuerzo de desarrollar unas pruebas rigurosas de la
existencia de Dios. Pero no pienso que sea imposible que tales pruebas puedan ser un factor
3 La afirmación básica relacionada con esto la hizo J. H. NEWMAN, An Essay in Aid of a Grammar of Assent,
London 1870, Paperback, Garden City, N. Y.: Doubleday, Image Books, 1958, capítulos 8 y 9. Ver también
sus Discussions and Arguments on Various Subjects, London: Longmans, 1924: "La lógica no es sino una
triste retórica para la multitud; Traten de dispararla por todos lados y conserven la esperanza de convertir a
alguien con un silogismo." Este pasaje está citado en la Grammar, p. 90.
4 Ver J. D. MANSI, Sacrorum Conciliorum Nova et Amplissima Collectio 53, 168.
5 Ver mi artículo "Natural Knowledge of God (Conocimiento Natural de Dios)" Proceedings of the Catholic
Theological Society of America, 23 (1968) 54-69, [publicado de nuevo en B. LONERGAN, A Second Collection:
Papers by Bernard J. F. Lonergan, S. J., edited by William F. J. Ryan, S. J. y Bernard J. Tyrrell, S. J., (Segunda
Colección), London: Darton, Longman & Todd, 1974]. HERMANN POTTMEYER, Der Glaube vor dem
Anspruch der Wissenschaft, Freiburg: Herder, 1968, pp. 168-204. DAVID COFFEY, "Natural Knowledge of
God: Reflections on Romans 1,18-32," Theological Studies, 31 (1970), 674-691.
232
13. La Sistematización
que facilite la conversión religiosa de suerte que, a manera de excepción, cierto conocimiento
de la existencia de Dios pudiera preceder a la aceptación del don que Dios hace de su amor.
He estado proponiendo una integración de la teología natural con la sistemática.+ Pero
esto no significa ningún desdibujamiento de las distinciones. La separación es una cosa y la
distinción es otra. El cuerpo y el alma de un hombre pueden ser distintos aunque el hombre
esté todavía vivo. De manera semejante, lo que es natural en las operaciones de un teólogo y
lo que es sobrenatural son cosas distintas, aunque no haya una parte asignada a un
departamento de filosofía y la otra a un departamento de teología. Igualmente, está la
inteligibilidad de lo que no puede ser de otra manera; los dos son distintos, aunque una
explicación sencilla consista parcialmente en lo uno y parcialmente en lo otro. Finalmente,
está la inteligibilidad al alcance de la mente humana, y está la inteligibilidad más allá de ella,
y está la inteligibilidad intermedia, imperfecta, análoga que podemos hallar en los misterios
de fe; las tres son distintas pero no hay ocasión de separarlas.
Yo señalaría que no estoy proponiendo ninguna novedad. Estoy proponiendo un
retorno al tipo de teología sistemática ejemplificada {340} por la Summa contra Gentiles y la
Summa theologiae de Aquino. Ambas son unas expresiones sistemáticas de una intelección
de amplio alcance de las verdades referentes a Dios y al hombre. Ambas se dan plena cuenta
de las distinciones mencionadas antes. Ninguna apoya la separación que después se introdujo.
Si la meta de la sistematización es, como sostengo, la intelección, entonces deberá
presentar una sola totalidad unificada y no dos partes separadas que tiendan a pasar por alto
la primacía de la conversión y tiendan a enfatizar de más la significatividad de la prueba.
2. Opciones Concluidas
Desde el mismo primer capítulo nos hemos salido de una psicología que trate de las
facultades (con sus opciones entre el intelectualismo y el voluntarismo) y hemos entrado a
una análisis de la intencionalidad que distingue cuatro niveles de operaciones conscientes e
intencionales, donde cada nivel sucesivo eleva a los niveles previos yendo más allá de ellos,
estableciendo un principio superior, introduciendo nuevas operaciones, y preservando la
integridad de los niveles previos, mientras extiende enormemente su alcance y
significatividad.
De esto se siguen varias consecuencias. El cuarto y más alto nivel es el de la
deliberación, evaluación y decisión. Se sigue que la prioridad del entendimiento sea sólo la
prioridad de los primeros tres niveles de experimentar, entender y juzgar.
+ [En el prefacio a Bernard Lonergan's Philosophy of God, de BERNARD TYRRELL, Lonergan habla de la
posición que al respecto tenía en el Insight: "En esta visión posterior, el capítulo 19 del Insight parece
incongruente. Él se aproxima a la pregunta por Dios a la manera antigua de la tradición aristotélico tomista y
no a la nueva manera hecha posible por el análisis de la intencionalidad. El punto fue señalado amplia y
vigorosamente en el Congreso Lonergan en la Semana de Pascua de 1970." Puede verse también en PHILIP
MCSHANE, ED., Foundations of Theology, Papers from the International Lonergan Congress 1970, Dublin:
Gill and Macmillan Ltd., 1971, el artículo de DAVID TRACY, "Lonergan's Foundational Theology: an
Interpretation and a Critique" pp. 197-222 (sobre todo las pp. 218-19), así como "Bernard Lonergan
Responds", pp. 223-34. Lonergan retomará el tópico del capítulo 19 del Insight en Philosophy of God, and
Theology: The Relationship between Philosophy of God and the functional Specialty, Systematics, London:
Darton, Longman & Todd, 1973, pp. 11-14; 19-20. N. del T.]
233
13. La Sistematización
Segundo, se sigue que el entendimiento especulativo o razón pura sea sólo una
abstracción. El experimentar, entender y juzgar científico o filosófico no ocurren en el vacío.
Ellos son las operaciones de un sujeto existencial que ha decidido dedicarse él mismo a la
búsqueda de intelección y verdad y que, con más o menos éxito, es fiel a su compromiso.
Tercero, surge la posibilidad de una excepción al antiguo adagio Nihil amatum nisi
praecognitum. Específicamente, parece que el don que Dios hace de su amor (Rom 5,5) no es
algo resultante del conocimiento que el hombre tenga de Dios, ni está condicionado por ese
conocimiento. Mucho más convincente parece que el don pueda preceder a nuestro
conocimiento de Dios y, en realidad, pueda ser la causa de buscar el {341} conocimiento de
Dios. 6 En ese caso, el don por sí mismo sería una orientación hacia un desconocido. Con
todo, la orientación revela su meta por lo absoluto de ella: se da con todo el corazón y con
toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas. Así pues, es una orientación hacia lo
que es trascendente en amabilidad y, cuando esto es desconocido, es una orientación hacia
un misterio trascendente.
Ahora bien, una orientación hacia el misterio trascendente es algo básico para la
teología sistemática. Ella proporciona la significación primaria y fundamental a la palabra
'Dios.' Ella puede ser el lazo que una a todos los hombres a pesar de las diferencias culturales.
Ella proporciona el origen del preguntar por Dios, de buscar certeza de su existencia, de
esforzarse por alcanzar alguna intelección de los misterios de la fe. Al mismo tiempo está
muy en armonía con la convicción de que ningún sistema que podamos construir abarcará,
sondeará o dominará el misterio por el que somos poseídos. Como declaró el concilio de
Letrán IV: "entre el creador y la creatura no puede señalarse ninguna semejanza sin que se
señale una mayor desemejanza" (DS 806). Como agregó el concilio Vaticano I: "Los misterios
divinos de tal manera superan el entendimiento creado que, aun cuando son dados en la
revelación y recibidos por la fe, ellos permanecen cubiertos por el velo mismo de la fe" (DS
3016).
Igualmente, una orientación hacia el misterio trascendente ilumina la teología
negativa o apofática que se contenta con decir lo que Dios no es. Porque tal teología se
interesa en hablar de un desconocido trascendente, un misterio trascendente. Su alimento
positivo es el don que Dios hace de su amor.
Sin embargo, si ha de haber una teología afirmativa o katafática así como una negativa
o apofática, debe enfrentarse la pregunta de si Dios es un objeto. Ahora bien, ciertamente
Dios no es un objeto en el sentido realista ingenuo de lo que está 'ya-afuera-ahí- ahora,' o 'ya-
arriba-ahí-ahora,' o 'ya-adentro-aquí-ahora.' Además, Él no es un objeto si uno se retira desde
el realismo ingenuo hasta un empirismo, un naturalismo, un positivismo o un idealismo. En
cambio, si uno llama objeto a lo que se tiende en las preguntas y se conoce a través de las
respuestas correctas, algo dentro del mundo mediado por la significación, entonces tiene que
trazarse una distinción.
{342} Si nos referimos a lo que he llamado la significación primaria y fundamental
de la palabra Dios, Dios no es un objeto. Porque esa significación es el término de una
orientación hacia el misterio trascendente. Tal orientación, aunque sea el clímax del proceso
234
13. La Sistematización
7 He hallado extremadamente útil el libro de WILLIAM JOHNSTON, The Mysticism of the Cloud of Unknowing,
New York, Rome, Tournai, Paris: Desclée, 1967. Los lectores que deseen completar mis observaciones
encontrarán en su libro una posición ampliamente coherente con la mía.
235
13. La Sistematización
ese control crítico será evidente para cualquiera que esté familiarizado con el vasto
desperdicio estéril de la controversia teológica.
La función positiva de una metafísica crítica es doble. Por una parte ella proporciona
una estructura heurística básica, un horizonte determinado dentro del que surgen las
preguntas. Por otra parte, proporciona un criterio para resolver la diferencia entre la
significación literal y la metafórica e, igualmente, entre las distinciones nocionales y reales.
8
3. El Misterio y el Problema
La respuesta del hombre al misterio trascendente es la adoración. Ahora bien, la adoración
no excluye las palabras. Menos que nada sucede así cuando los hombres se reúnen para dar
culto. Sin embargo, las palabras a su vez tienen su significación dentro de algún contexto
cultural. Los contextos pueden ser progresivos. Un contexto progresivo puede derivarse de
otro. Dos contextos progresivos pueden interactuar. Según esto, aunque el misterio es muy
diferente de los problemas del sentido común, de la ciencia, de la erudición, de mucho de la
filosofía, con todo, el culto a Dios y, más en general, las religiones de la humanidad se ubican
dentro de un contexto social, cultural e histórico y, por ese involucramiento, generan los
problemas que los teólogos intentan resolver.
Nuestra reflexión sobre la diferenciación de la conciencia humana ha sacado a luz
algunos de los tipos generales de contexto dentro del que ocurren el discurso religioso y el
teológico. La expresión de la captación que el hombre tiene de Dios puede ser ampliamente
simbólica; entonces, lo inadecuado de la expresión se corregirá por la reinterpretación, por
modificar de tal manera al símbolo que las significaciones no deseadas se excluyan y se
aclaren las significaciones deseadas. Después, en el mundo presocrático de un Jenófanes o
en el mundo postsistemático de Clemente de Alejandría, se desacreditará el discurso
antropomórfico acerca de Dios. El Dios bíblico que está de pie o sentado, que tiene una mano
derecha y una izquierda, que se pone airado y se arrepiente, no se tomará literalmente. sino
que Dios es concebido en términos de las nociones trascendentales de inteligibilidad, verdad,
realidad, bondad. Ese repensar a Dios Padre arrastra consigo un repensar a su Hijo, y el
236
13. La Sistematización
repensar al Hijo genera una tensión entre el Hijo en cuanto repensado y {345} el Hijo en
cuanto descrito por el Nuevo Testamento. A esto le siguieron las crisis provocadas por Arrio,
Nestorio, Eutiques, y las declaraciones postsistemáticas de Nicea, Éfeso y Calcedonia. La
utilización mínima de expresiones técnicas en los concilios griegos y el interés posterior
bizantino y sirio en la teología como un todo prepararon el camino al total repensar la doctrina
cristiana en términos sistemáticos por los teólogos medievales. De ahí resultó un legado que
interactuó con el contexto progresivo de las doctrinas eclesiásticas hasta el concilio Vaticano
II. Mientras tanto, la ciencia moderna había eliminado mucho de la captación bíblica del
hombre y su mundo. La erudición moderna ha continuado revisando la interpretación de las
fuentes bíblicas, patrísticas, medievales y posteriores. La filosofía moderna acarreó un
desplazamiento radical en el pensamiento sistemático.
Según esto, aunque el misterio no ha de confundirse con un problema, los contextos
progresivos dentro de los cuales el misterio es adorado y la adoración es explicada, de
ninguna manera están libres de problemas. Menos que nada en este tiempo ha de ignorarse
la existencia de problemas. Porque ahora los problemas son tan numerosos que muchos no
conocen qué creer. Ellos no se resisten a creer. Ellos conocen cuáles son las doctrinas
eclesiásticas. Pero quieren conocer lo que las doctrinas eclesiásticas puedan posiblemente
significar. Su pregunta es de un tipo que ha de responder la teología sistemática.
La respuesta a esa pregunta es un incremento gradual de intelección. Se descubre una
pista que arroja alguna luz al asunto que se está tratando. Pero esa luz parcial da origen a
ulteriores preguntas, y las ulteriores preguntas, a su vez, a respuestas ulteriores. Durante
algún tiempo el área iluminada continúa extendiéndose pero finalmente las preguntas
ulteriores empezarán a producir resultados decrecientes. El filón parecerá agotado. Sin
embargo, es posible que una sucesión de pensadores aborde todo el asunto de nuevo, y que
cada uno haga una contribución notable. Con el tiempo tal vez llegue al escenario un experto
capaz de enfocar todos los puntos y de tratarlos en su orden adecuado.
Ese orden no será el orden en que se descubrieron las soluciones. Porque el camino
del descubrimiento da rodeos. Los asuntos subordinados están propensos a resolverse
primero. Es probable que se pasen por alto los asuntos claves hasta que se haya realizado un
avance considerable. Muy distinto del {346} orden seguido en el descubrimiento es el orden
seguido en la enseñanza. Porque un profesor pospone las soluciones que presupongan otras
soluciones. Él empezará con los asuntos cuya solución no presuponga la solución de otros
asuntos.
Así fue el ordo disciplinae que Aquino quería en los libros de teología destinados a
los principiantes. 9 Para poner un breve ejemplo, notamos que en el primer libro del Scriptum
super Sententias no hay ninguna separación entre el tratamiento de Dios en cuanto uno y de
Dios en cuanto trinidad; al azar, las preguntas se refieren al primero o al segundo. En cambio,
en la Summa contra Gentiles se efectúa una separación sistemática: el primer libro trata
solamente de Dios en cuanto uno; los capítulos del 2 al 26 del libro cuarto tratan solamente
de Dios en cuanto trinidad. En la primera parte de la Summa theologiae, las cuestiones 2 a
26 se refieren a Dios en cuanto uno, mientras que las cuestiones 27 a 43 se refieren a la
trinidad. Lo que en el Contra Gentiles se trató en libros muy separados, en la Summa
theologiae está unido en un flujo continuo. Porque las cuestiones 27 a 29 todavía se refieren
237
13. La Sistematización
10 He tratado el punto más plenamente en mi libro La Palabra y la Idea: Verbum en Aquino, pp. 206 ss.
238
13. La Sistematización
4. La Intelección y la Verdad
Ya hemos tenido ocasión de distinguir los datos y los hechos. Los datos son dados a los
sentidos o a la conciencia. Ellos son lo dado sólo en cuanto dado. Ellos, por supuesto, son
difícilmente notados a no ser que cuadren {348} con la intelección de uno y tienen un nombre
en el lenguaje de uno. Al mismo tiempo, al darse un adecuado desarrollo de la intelección y
el lenguaje, ellos serán notados y, si son importantes desde algún punto de vista, se insistirá
en ellos.
Mientras que los datos son sólo un componente aislado del conocimiento humano, los
hechos resultan de la conjunción de tres niveles distintos. Los hechos tienen la inmediatez de
lo que es dado, la precisión de lo que en alguna medida es entendido, concebido, nombrado,
y la permanencia de lo que es afirmado porque se ha alcanzado un incondicionado virtual.
Ahora bien, uno puede entender los datos y uno puede entender los hechos. La
intelección de los datos se expresa en hipótesis, y la verificación de las hipótesis conduce a
probables afirmaciones. La intelección de los hechos es un asunto más complicado, porque
supone la existencia de dos tipos u órdenes del conocimiento, donde los hechos del primer
tipo le proporcionan los datos al segundo tipo. Así, en la historia crítica nosotros hemos
distinguido dos investigaciones: una primera investigación buscaba encontrar dónde
obtuvieron su información nuestros testigos, cómo la comprobaron, cuán competentemente
la utilizaron; esta se vio seguida por una segunda investigación que empleó la información
ya evaluada para construir una explicación de lo que se estaba gestando en un medio dado en
un determinado lugar y época. De manera semejante, en las ciencias naturales uno puede
empezar por los hechos del conocimiento de sentido común y utilizarlos como datos para la
construcción de unas teorías científicas; y a la inversa, uno puede retornar desde la teoría
científica a través de las ciencias aplicadas, la ingeniería, o la tecnología hasta lograr la
transformación del mundo de sentido común.
Ahora bien, la peculiaridad de tal intelección de los hechos es que dos órdenes o tipos
de conocimiento piden dos aplicaciones de la noción de verdad. Está la verdad de los hechos
en el primer orden o tipo. Está también la verdad del relato o explicación alcanzada en el
segundo tipo u orden. Más aún, aunque inicialmente el segundo dependa del primero,
finalmente los dos son interdependientes, porque el segundo puede conducir a una corrección
del primero. El descubrimiento del historiador crítico de lo que se estaba gestando puede
conducirlo a revisar su evaluación de los testigos. La explicación científica de {349} la
realidad física puede implicar una revisión de las visiones de sentido común.
Mucho más complicado es el caso de nuestras ocho especialidades funcionales,
directa o indirectamente interdependientes. Cada una de las ocho es obra de los cuatro niveles
de conciencia intencional. En consecuencia, cada una de las ocho resulta de la experiencia,
chispazos inteligentes, juicios de hecho y juicios de valor. Al mismo tiempo cada una es una
especialidad en la medida en que cada una se interesa en realizar una de las ocho tareas. Así,
la investigación se interesa en hacer que los datos estén disponibles. La interpretación, en
determinar su significación. La historia, en proceder desde la significación hasta lo que se
está gestando. La dialéctica, en ir a la raíz de las historias, interpretaciones e investigaciones
conflictivas. Los fundamentos, en distinguir las posiciones de las contraposiciones. Las
doctrinas, en utilizar los fundamentos como un criterio para decidir entre las alternativas
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13. La Sistematización
11 Respecto a las confesiones de fe en el Nuevo Testamento, ver V. H. NEUFELD, The Earliest Christian
Confessions, Leiden: Brill, 1963, vol. V de New Testament Tools and Studies editados por B. M. METZGER.
12 Ver IRENEO, Adv. haer., I, 10, 3; Harvey I, 84-96.
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13. La Sistematización
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13. La Sistematización
Un cuarto factor que favorece la continuidad es el que haya ocurrido en el pasado una
realización genuina. Yo he hecho dos estudios sobre los escritos de santo Tomás de Aquino,
Uno, sobre la gracia y la libertad;+ y el otro, sobre la palabra interior. ++ Si hoy tuviera que
escribir sobre estos temas, el método que estoy proponiendo conduciría a unas diferencias
significativas respecto a la presentación de Aquino. Pero también existirían unas profundas
afinidades. Porque el pensamiento de Aquino sobre la gracia y la libertad y su pensamiento
sobre la teoría del conocimiento y sobre la Trinidad fueron unos logros genuinos del espíritu
humano. Tales logros tienen una permanencia propia. Pueden ser mejorados. Pueden ser
insertados en unos contextos más amplios y ricos. Pero a no ser que su substancia se incorpore
en el trabajo subsiguiente, éste será un logro substancialmente más pobre.
Además de la continuidad se da el desarrollo. Está el tipo menos evidente de
desarrollo que surge cuando el Evangelio se predica eficazmente a una cultura diferente o a
una diferente clase de la misma cultura. Está también el tipo más evidente de desarrollo que
surge de las diversas diferenciaciones de la conciencia humana. Finalmente, están los frutos
así como los males de la dialéctica. La verdad puede salir a la luz {353} no porque la verdad
se haya buscado sino porque un error contrario se haya afirmado y rechazado.
Además de la continuidad y el desarrollo, se da también la revisión. Todo desarrollo
implica alguna revisión. Además, debido a que una teología no es simplemente el producto
de una religión sino de una religión dentro de un contexto cultural dado, las revisiones
teológicas pueden tener su origen no primariamente en el desarrollo teológico sino más bien
en los desarrollos culturales. Así, en este tiempo, el desarrollo teológico es fundamentalmente
una largo tiempo demorada respuesta al desarrollo de la ciencia moderna, la erudición
moderna y la filosofía moderna.
Existe, sin embargo, una cuestión diferente. Aunque fundamentalmente la revisión
teológica actual sea sólo una adaptación al cambio cultural, queda la posibilidad que estas
adaptaciones a su vez impliquen todavía ulteriores revisiones. Así, el desplazamiento desde
un punto de vista predominantemente lógico a uno básicamente metódico, puede implicar
una revisión de la visión de que los desarrollos doctrinales estuvieran 'implícitamente'
revelados. 13 Igualmente, así como la escuela alejandrina rehusó tomar literalmente los
antropomorfismos de la Biblia para producir una desmitologización con base filosófica, así
puede preguntarse si la erudición moderna no puede producir unas ulteriores
desmitologizaciones con bases exegéticas o históricas. Tales cuestiones, por supuesto, son
muy amplias en realidad. Inequívocamente son teológicas. Según esto, se hallan fuera del
alcance de la presente obra sobre el método.
+ BERNARD LONERGAN, Grace and Freedom: Operative Grace in the Thought of St. Thomas Aquinas (Gracia
y Libertad: Gratia Operans en Aquino), J. Patout Burns, S. J. (ed.) con una introducción por Frederick E.
Crowe, S. J., London: Darton, Longman & Todd y New York: Herder and Herder, 1971.
++ BERNARD LONERGAN, Verbum: Word and Idea in Aquinas (La Palabra y la Idea: Verbum en Aquino), David
B. Burrell (ed.), Notre Dame, Indiana: University of Notre Dame Press, 1967.
13 Ver J. R. GEISELMANN, "Dogma," Handbuch theologischer Grundbegriffe, hrsg. v. H. FRIES, München:
Kösel, 1962; I, 235.
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14
Las Comunicaciones
1. La Significación y la Ontología
En nuestro tercer capítulo hemos distinguido cuatro funciones de la significación: es
cognoscitiva, constitutiva, comunicativa, y efectiva.
Tales funciones tienen su aspecto ontológico. En la medida en que la significación es
cognoscitiva, lo que es significado es real. En la medida en que es constitutiva, ella constituye
una parte de la realidad de quien significa: su horizonte, su poder de asimilación, su
conocimiento, sus valores, su carácter. En la medida en que es comunicativa, ella induce en
el oyente alguna participación en la significación cognoscitiva, constitutiva, o efectiva de
1 Freiburg-Basel-Wien: Herder, I, 1964; II-1 y II-2, 1966; III, 1968; IV, 1969. Cerca de 2652 páginas en total.
14. Las Comunicaciones
quien habla. En la medida en que es efectiva, ella persuade o les manda a otros o dirige el
control que el hombre tiene sobre la naturaleza.
Tales aspectos ontológicos le pertenecen a la significación, sin importar su contenido
ni su portador. Así pues, ellos se hallan en todas las diversas etapas de la significación, en
todas las diversas tradiciones culturales, en cualquiera de las diferenciaciones de conciencia,
y con la presencia y ausencia de la conversión intelectual, moral y religiosa. Igualmente, ellos
pertenecen a la significación, ya sea que su portador sea la intersubjetividad, o el arte, o el
símbolo, o una conducta ejemplar, o una conducta abominable, o el lenguaje cotidiano, o el
literario, o el técnico.
2 Ver GIBSON WINTER, Elements for a Social Ethic, New York: Macmillan, 1966, pb. 1968, pp. 99 ss.
3 Ver R. G. COLLINGWOOD, The New Leviathan, Oxford: Clarendon, 1942, 51966, p. 181 y passim respecto a
la dialéctica platónica.
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14. Las Comunicaciones
4 Respecto a este tópico ver el Insight, pp. 191-206, 218-232, 619-633, 687-730 [COL 3, pp. 214-231;244-257;
643-656; 709-751].
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14. Las Comunicaciones
no son partes dentro de una totalidad mayor sino sencillamente casos dentro de una clase más
amplia.
Sin embargo, para el sociólogo o para el historiador social, cualquier cosa que
pertenezca a la solidaridad de los seres humanos se considera como social. De aquí se sigue
que la sociedad siempre deba concebirse concretamente y, en realidad, cuanto menos sean
los grupos de hombres que vivan en aislamiento total de los otros hombres, tanto más tenderá
a existir una sola sociedad humana mundial.
Puede objetarse que esta sea una visión meramente material de la sociedad, pero la
objeción puede refutarse fácilmente agregando como componente formal la estructura del
bien humano descrita en el capítulo 2. Como puede recordar el lector, la estructura tiene tres
niveles. En un primer nivel, uno considera las necesidades y capacidades de los individuos,
sus operaciones que dentro de la sociedad se convierten en cooperación, y los casos
resultantes y recurrentes del bien particular. En un segundo nivel uno considera su plasticidad
y perfectibilidad, su entrenamiento para asumir papeles y realizar tareas dentro de unos
modos y estilos de cooperación ya entendidos y aceptados, y su realización actual que da
como resultado el buen o mal funcionamiento del bien de orden. En un tercer nivel uno
considera a los individuos en cuanto libres y responsables, se fija en sus opciones básicas a
favor de la autotrascendencia o de la enajenación, examina sus relaciones personales con
otros individuos o grupos dentro de la sociedad, y advierte los valores terminales que ellos
realizan en sí mismos y fomentan en los demás.
Puesto que todos los seres humanos tienen necesidades, y puesto que las necesidades
se satisfacen mucho mejor a través de la cooperación, la estructura social del bien es un
fenómeno universal. Sin embargo, se realiza en una inmensa {360} variedad de etapas del
desarrollo tecnológico, económico, político, cultural y religioso. El avance ocurre primero en
pequeños focos. Después se difunde a través de las fronteras. Finalmente, cuando es algo
generalizado, crece la interdependencia. La intensificación de la interdependencia lo lleva a
uno a pensar en la sociedad como internacional, mientras que las unidades más pequeñas
como el imperio, la nación, la región, la megalópolis o la ciudad empiezan a considerarse
como partes de la sociedad.
La base ideal de la sociedad es la comunidad, y la comunidad puede fundarse en un
principio moral, o religioso o cristiano. El principio moral es que los hombres son
responsables individualmente por lo que hacen de sí mismos, pero son responsables
colectivamente por el mundo en que viven. Esa es la base del diálogo universal. El principio
religioso es el don que Dios hace de su amor, y éste forma la base del diálogo entre todos los
representantes de la religión. El principio cristiano reúne el don interior del amor de Dios con
su manifestación externa en Jesucristo y en quienes lo siguen. Esa es la base del ecumenismo
cristiano.
Aunque la base ideal de la sociedad es la comunidad, y aunque la sociedad no
sobrevive sin una buena dosis de comunidad, queda el que la comunidad es imperfecta.
Porque cuanto más amplia y más compleja se hace la sociedad, tanto más largo y más
exigente se hace el entrenamiento necesario para que sea posible una libertad plenamente
responsable. A la ignorancia e incompetencia se le agregan la enajenación y la ideología. Los
egoístas hallan escapatorias en los acuerdos sociales, y los explotan para ampliar lo que les
toca de un bien particular concreto y disminuir lo que les toca a los demás. Los grupos
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14. Las Comunicaciones
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14. Las Comunicaciones
medida en que cristaliza el escondido don interior del amor en una patente fraternidad
cristiana. Es efectiva en la medida en que dirige el servicio cristiano a la sociedad humana
para darle ocasión al reinado de Dios.
Comunicar el mensaje cristiano es conducir a otro a compartir la significación
cognoscitiva, constitutiva y efectiva que uno tiene. Así pues, quienes hayan de comunicar la
significación cognoscitiva del mensaje, primero deben conocerlo. A su servicio, pues, están
las siete previas especialidades funcionales. Además, quienes hayan de comunicar la
significación constitutiva del mensaje cristiano, primero deben vivirlo. Porque sin vivir el
mensaje cristiano, uno no posee su significación constitutiva, y no podrá conducir a otro a
compartir lo que uno no posea. Finalmente, quienes comunican la significación efectiva del
mensaje cristiano, deben practicarlo. Porque las acciones hablan más fuerte que las palabras,
mientras que predicar lo que uno no practica se parece al bronce que resuena y al címbalo
que retiñe.
El mensaje cristiano ha de comunicarse a todas las naciones. Tal comunicación
presupone que los predicadores y maestros amplíen sus horizontes para incluir una precisa e
íntima intelección de la cultura y el lenguaje de las gentes a las que se dirigen. Ellos deberán
captar los recursos virtuales de esa cultura y ese lenguaje, y deberán utilizar creativamente
esos recursos virtuales de suerte que el mensaje cristiano llegue a ser algo que no rompa la
cultura, ni sea un parche ajeno sobrepuesto a ella, sino una línea de desarrollo dentro de la
cultura.
Aquí, la distinción básica se da entre predicar el Evangelio y, por otra parte, predicar
el Evangelio tal como se ha desarrollado dentro de la cultura de uno. En la medida en que
uno predique el Evangelio tal como se haya desarrollado dentro de la cultura de uno, estará
predicando no sólo el Evangelio sino también la propia cultura de uno. En la medida en que
uno esté predicando la propia cultura, estará pidiéndoles {363} a los otros no sólo que acepten
en Evangelio sino también que renuncien a su propia cultura y acepten la de uno.
Ahora bien, un clasicista sentiría que es perfectamente legítimo que les imponga su
cultura a los demás. Porque él concibe la cultura normativamente, y concibe que la suya es
la norma. Según esto, para él predicar a la vez el Evangelio y su propia cultura lo considerará
como conceder el doble beneficio de la verdadera religión y la verdadera cultura. En cambio,
el pluralista reconoce una multiplicidad de tradiciones culturales. En cualquier tradición él
vislumbra la posibilidad de diversas diferenciaciones de conciencia. Pero él no considera que
su tarea sea promover la diferenciación de conciencia ni pedirles a las gentes que renuncien
a su propia cultura. Más bien él procederá desde dentro de la cultura de ellos y buscará
caminos y medios para convertirla en un vehículo para comunicar el mensaje cristiano.
A través de la comunicación está la comunidad constituida y, a la inversa, la
comunidad se constituye y perfecciona a sí misma a través de la comunicación. Según esto,
la Iglesia cristiana es un proceso de autoconstitución, un Selbstvollzug. Aunque todavía se
utiliza la significación medieval de la palabra 'sociedad' de suerte que la Iglesia pueda
llamarse una sociedad, con todo, la significación moderna, generada por los estudios sociales
empíricos, lo lleva a uno a hablar de la Iglesia como un proceso de autoconstitución que
ocurre dentro de la sociedad humana mundial. La substancia de ese proceso es el mensaje
cristiano unida con el don interior del amor de Dios y que da como resultado el testimonio
cristiano, la fraternidad cristiana y el servicio cristiano a la humanidad.
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14. Las Comunicaciones
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14. Las Comunicaciones
+ [Aquí el libro dice didactic; por el contexto parece que debiera decir dialectic. N. del T.]
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14. Las Comunicaciones
que no tengan solución en los niveles inferiores, y organizarán a los niveles inferiores para
que colaboren en la aplicación de las soluciones que hayan encontrado. Finalmente, está la
tarea general de coordinación, de desarrollar en detalle los tipos de problema predominantes,
en qué nivel es mejor estudiarlos, cómo han de organizarse todos los interesados en algún
tipo de asunto para un esfuerzo en colaboración.
He estado hablando principalmente de la acción redentora de la Iglesia en el mundo
moderno. Pero no menos importante es su acción constructiva. De hecho, las dos son
inseparables, porque uno no puede deshacer el mal sin también ocasionar el bien. Con todo,
uno estará tomando una visión muy superficial y más bien estéril del aspecto constructivo de
la acción cristiana, si uno piensa sólo en determinar políticas, planear operaciones y llevarlas
a cabo. Está la tarea mucho más ardua de (1) efectuar un avance en el conocimiento científico;
(2) convencer a las gentes destacadas e influyentes de que consideren ese avance completa y
justamente, y (3) de lograr que ellas {367} convenzan a quienes determinan las políticas
prácticas y a los planeadores tanto de que el avance existe cuanto que él implica tales y cuales
revisiones de las políticas y planeación actuales con tales y cuales efectos.
En conclusión, permítanme decir que tales estudios integrados corresponden a una
exigencia profunda de la situación actual. Porque la nuestra es una época de un cambio
siempre creciente debido a una expansión siempre creciente del conocimiento. Operar a la
altura de nuestra época es aplicar el mejor conocimiento disponible y las técnicas más
eficientes para la acción coordinada de un grupo. Pero satisfacer esta exigencia actual
también pondrá a la Iglesia en un camino de renovación constante. Ello retirará de su acción
la amplia impresión de irrelevancia y futilidad complaciente. Ella pondrá a los teólogos en
contacto cercano con los expertos de muchos campos diferentes. Ella pondrá a los científicos
y eruditos en contacto cercano con quienes determinan las políticas y con los planeadores y,
a través de ellos, con trabajadores clérigos y laicos dedicados a aplicar soluciones a los
problemas y a encontrar maneras de satisfacer las necesidades tanto de los cristianos cuanto
de toda la humanidad.
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14. Las Comunicaciones
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