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UNA REVISIÓN TEÓRICA SOBRE EL ESTRÉS Y SU IMPACTO EN EL DESARROLLO DEL

SER HUMANO
Julissa Alvarado, Diana Mamani, Gonzalo Machaca y Yasnina Tintaya

INTRODUCCIÓN
Actualmente el estrés es un tema común en investigaciones psicológicas, fisiológicas y laborales,
debido a las condiciones ambientales, sociales, personales y económicas a las que nos enfrentamos
cotidianamente, en las cuales se hacen presentes diferentes eventos que pueden considerarse estresantes.

Han cobrado auge las teorías interaccionistas del estrés que plantean que la respuesta de estrés es el
resultado de la interacción entre las características de la persona y las demandas del medio. Se considera que
una persona está en una situación estresante o bajo un estresor cuando ha de hacer frente a situaciones que
conllevan demandas conductuales que le resulta difícil poner en práctica o satisfacer. La respuesta de estrés
es una respuesta automática del organismo a cualquier cambio ambiental, externo o interno, mediante la cual
se prepara para hacer frente a las posibles demandas que se generan como consecuencia de la nueva
situación.

Estas respuestas favorecen la percepción de la situación y sus demandas, procesamiento más rápido y
potente de la información disponible, posibilitan mejor búsqueda de soluciones y la selección de conductas
adecuadas para hacer frente a las demandas de la situación, preparan al organismo para actuar de forma más
rápida y vigorosa. En la presente revista se recopilará los aspectos más importantes del estrés, resaltando en
el papel de las emociones, como los factores cognitivos, sociales, psicológicos que influyen en el ser
humano en todas las etapas de vida desde la infancia hasta la vejez.
.

MARCO TEÓRICO
CAPÍTULO I
1.1. INTRODUCCIÓN AL ESTRÉS
1.1.1. Definición
Selye (1956) define el estrés como una respuesta corporal no específica ante cualquier demanda que se le
haga al organismo, esta respuesta es parte normal de la preparación del organismo para el enfrentamiento o
para la huida.
Los signos de estrés incluyen:

- Apatía, falta de energía.


- Dificultad para tomar decisiones.
- Dificultad para “llevar registro” de las cosas.
- Sentirse ansioso.
- Cambio en los hábitos alimentarios.
- Dormir más que lo habitual o tener dificultad para conciliar el sueño.
- Consumir alcohol o drogas para aliviar u olvidar el estrés.
Los síntomas de estrés incluyen:

- Dolor de espalda crónico.


- Dolor de cabeza tensional.
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- Dolor de cuello.
- Problemas digestivos (dolor abdominal, diarrea).
- Palpitaciones (latidos acelerados).
Labrador (1992).afirma que existen tres etapas en la respuesta al estrés:

- Alarma, el cuerpo reconoce el estrés y se prepara para la acción, ya sea de agresión o de fuga. las
glándulas endocrinas liberan hormonas que aumentan los latidos del corazón y el ritmo respiratorio,
elevan el nivel de azúcar en la sangre, incrementan la transpiración y hacen más lenta la digestión.
- Resistencia, el cuerpo repara cualquier daño causado por la reacción de alarma. Sin embargo, si el
estrés continúa, el cuerpo permanece alerta y no puede reparar los daños
- Agotamiento, la exposición prolongada al estrés agota las reservas de energía del cuerpo y puede
llevar a situaciones extremas. Ciertos tipos de jaqueca y dolor de cara o espalda, el asma, úlcera
péptica, hipertensión, asma y estrés premenstrual, son ejemplos de alteraciones relacionadas con el
estrés. Además, el estrés emocional puede causar o empeorar muchos trastornos de la piel, desde
picores, cosquilleo y dolor hasta los que producen sarpullido y granos.

1.1.2. El estrés como estímulo


La concepción del estrés basada en el estímulo se entiende desde la perspectiva estar asociado a
circunstancias o acontecimientos externos al sujeto que son dañinos, amenazadores o ambiguos, que ello
puede alterar el funcionamiento del organismo y el bienestar e integridad psicológica de la persona. A dichas
situaciones, acontecimientos o estimulación ambiental se denomina estresores (Trianes, 2002).

1.1.3. El estrés como respuesta


Identificar la respuesta del estrés como preparación, defensa y activación para el enfrentamiento de
manera más o menos adecuada a las situaciones de vida. Sin embargo, se pueden diferenciar entre un tipo de
estrés productivo o positivo, que posibilita respuestas eficaces, potentes y facilitadoras de bienestar, y un
estrés destructivo que se acompaña de sufrimiento, tensiones y escasa eficacia. Ante un estresor caben en
líneas generales, dos reacciones; o bien el sujeto responde con conductas de evitación, o bien responde con
conductas de afrontamiento (Barrio, García, Ruiz, & Arce, 2006).

1.1.4. Dinámica de estrés


La dinámica del estrés refiere a las variables que tiene en cuenta la experiencia subjetiva de cada sujeto
frente al estímulo, como a los factores protectores, moduladores y de afrontamiento, que son acciones
voluntarias encaminadas a un objetivo, utilizando determinadas estrategias de afrontamiento para hacer
frente a las demandas (Trianes, 2002).

1.1.5. Factores que intervienen en la experiencia de estrés


El factor biológico, son estímulos llamados estresores por tener la capacidad de producir en el
organismo cambios bioquímicos que disparan la respuesta de estrés, independiente de la interpretación
cognitiva que haga la persona del suceso. Otro factor es el psicosocial, donde la situación o estimulo no
causa directamente la respuesta de estrés, sino que se convierte en estresores a través del significado que la
persona les asigna (Gonzales, 2014).

1.1.6. Factores de riesgo


El nivel social y cultural asociado, supone un conjunto de factores que colocan al niño en riesgo
frente al estrés. En estudios se encuentra que en ambientes de clase baja y de privación económica, de un
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estilo paternal autoritario, con empleo de disciplina dura y escaso empleo del razonamiento, esto no favorece
el desarrollo de competencias sociales y relaciones, ni el aprendizaje de pautas y estrategias para evitar los
efectos nocivos del estrés (Gonzales, 2014).

1.1.7. Factores que protegen frente al estrés


El uso de las habilidades sociales, como las estrategias no agresivas ante la resolución de conflictos y
de negociación, contribuye a la adaptación escolar y social, y permite incrementar la autoeficacia y la
autoestima. El apoyo social es otro factor que supone la sensación subjetiva de tener alguien a quien recurrir
en las dificultades, donde la persona tenga la percepción de ser querido, estimado y valorado como miembro
de una red de comunicación (Trianes, 2002).
El apoyo familiar es otro factor que contribuye a incrementar las competencias físicas, con iguales y
personales, percibidas por el niño, también dependerá del estilo de crianza que incrementan las
competencias del niño y su madurez social. Un estilo controlador pero que transmita al mismo tiempo
afecto, calor y aceptación al niño puede ser una forma de brindar apoyo (Trianes, 2002).

1.2. TIPOS DE ESTRÉS


1.2.1. Estrés agudo
Es la forma de estrés más común, tiene un periodo de corto plazo, se presenta en la mayoría de
personas siendo está tratable y manejable, surge de las exigencias y presiones del pasado reciente y las
exigencias anticipadas del futuro cercano. Los síntomas más comunes son: agonía emocional, problemas
musculares, problemas estomacales, elevación de la presión sanguínea, ritmo cardíaco acelerado,
transpiración de las palmas de las manos, palpitaciones, mareos, migrañas, manos o pies fríos, dificultad
para respirar y dolor en el pecho (Miller & Smith, 1994).

1.2.2. Estrés agudo episódico


Se destacan aquí las personas que tienen estrés agudo con frecuencia y a ello llevan una vida
desorganizada ante las exigencias y responsabilidades que se le presentan. Tienden a tener mucha energía,
mal carácter, irritabilidad y ansiedad. Las relaciones interpersonales se deterioran con rapidez cuando otros
responden con hostilidad real. Otra forma de estrés agudo episódico surge de la preocupación incesante, en
donde lo peor siempre está por suceder. Los síntomas del estrés agudo episódico son los síntomas de una
sobre agitación prolongada: dolores de cabeza tensos y persistentes, migrañas, hipertensión, dolor en el
pecho y enfermedad cardíaca. Además, suelen culpar a otras personas y hechos externos de sus males,
siendo sumamente resistentes al cambio (Miller & Smith, 1994).

1.2.3. Estrés crónico


El estrés crónico destruye al cuerpo, la mente y la vida. Hace estragos mediante el desgaste a largo
plazo, surge cuando una persona nunca ve una salida a una situación deprimente, sin esperanzas, la persona
abandona la búsqueda de soluciones. Suelen provenir de experiencias traumáticas de la niñez que se
interiorizaron y se mantienen dolorosas y presentes constantemente. Algunas experiencias afectan
profundamente la personalidad. Se genera una visión del mundo, o un sistema de creencias, que provoca un
estrés interminable para la persona. El peor aspecto del estrés crónico es que las personas se acostumbran a
él, se olvidan que está allí. Las personas toman conciencia de inmediato del estrés agudo porque es nuevo;
ignoran al estrés crónico porque es algo viejo, familiar y a veces hasta casi resulta cómodo. El estrés crónico
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mata a través del suicidio, la violencia, el ataque al corazón, la apoplejía e incluso el cáncer. Las personas se
desgastan hasta llegar a una crisis nerviosa final y fatal (Miller & Smith, 1994).

CAPITULO II
2.1. ESTRÉS EN EL DESARROLLO HUMANO
2.1.1. Estrés en la infancia y niñez
Se define al estrés infantil como la falta de respuesta adecuada del niño a las exigencias de la vida
diaria. La infancia, comprendida entre el nacimiento y los catorce años, se entiende como un proceso normal
evolutivo del niño marcado por cambios y adaptaciones donde se debe superar diversos retos personales
para el paso de una etapa a otra. Estas experiencias podrían ser la causa de que el niño sienta estrés
convirtiéndolas en acontecimiento estresante que en algunos casos derivan en un peligro para su correcto
desarrollo. Ya sea por la incapacidad de comunicarse verbalmente o por estar muy limitados en expresar sus
emociones, siendo la población más vulnerable de la sociedad. El estudio del estrés en la población infantil
es mucho más complejo que en el adulto. Los especialistas alertan de la notable presencia del estrés en la
vida de los niños, cuya prevención es difícil, a ello muchos niños padecen de estrés y no están
diagnosticados, pero se puede evidenciar cuando el niño refleja sentimientos de soledad, trastornos del
sueño, problemas de concentración, perdida de energía, dolores de cabeza, ansiedad y entre otros. (Gonzales,
2014)

2.1.2. Estrés en la adolescencia


La adolescencia comúnmente conocida como el periodo de transito de la niñez a la edad adulta,
conlleva grandes cambios y esfuerzos de adaptación. Incluso en este periodo a nivel neurológico se
producen unos cambios neuronales que contribuyen a mejorar la eficiencia del cerebro, al tiempo que
aumenta la velocidad de su flujo, siempre y cuando las experiencias vividas y la educación recibida hayan
sido adecuadas. Esta etapa de pubertad está determinada por características como, un tipo de organización
intelectual a lo cual aborda de una manera específica en comprender la realidad que le envuelve. También
por el conjunto de vivencias y de emociones dominantes en poder organizar las emociones y los
sentimientos. Y por último la estructuración de las relaciones con los otros, tanto con los adultos, grupos,
personas de otro sexo y entre otros. En esta etapa es donde ocurre cambios puberales significativos, donde
la maduración de las funciones reproductivas, la aceptación de la imagen corporal, los cambios hormonales,
hacen difícil la estabilidad y control de las emociones, la autoestima, entre otros. Todos estos son agentes
estresores en el proceso de transición, pudiendo aparecer episodios de ansiedad, agresividad, aislamiento
social, delincuencia, etc. (Gonzales, 2014).

2.1.3. Estrés en la juventud


Según Cornejo y Lucero (2005) en su estudio con jóvenes universitarios, algunas de las
preocupaciones vitales más frecuentes correspondieron a categorías de los núcleos de sentido, problemas
personales, y temor a las nuevas etapas adaptativas propias de la edad; estos sujetos jóvenes universitarios
mostraron nivel medio de bienestar psicológico, resultando la resolución de problemas y la búsqueda de
apoyo social las estrategias de afrontamiento más utilizadas. El empleo frecuente de estrategias focalizadas
en el problema se vincula con una mayor resistencia al estrés y el empleo de estrategias enfocadas en la
emoción se relaciona con las consecuencias negativas para el bienestar (Verdugo, Ponce, Meda, Uribe, &
Guzmán, 2013).

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2.1.4. Estrés en la adultez
Los adultos jóvenes luchan para establecer una carrera, lograr la seguridad financiera, o manejar las
exigencias del trabajo con las de la familia. La aparición del estrés se condiciona a estas y otras demandas
del ambiente, a la valoración de la situación y al tipo de afrontamiento que el sujeto intenta. La evaluación
cognitiva es el proceso de valoración de la demanda ambiental y de los recursos con los que se cuenta para
hacerle frente; el afrontamiento se refiere a los esfuerzos cognitivos y conductuales que el sujeto moviliza
para enfrentarse y controlar los estados internos y las condiciones externas. Cuanto más estresantes sean los
cambios en la vida de la persona, mayor es la probabilidad de enfermarse, ello se ve reflejado en síntomas
mentales como, tensión, irritabilidad, problemas de concentración, cansancio excesivo, problemas de sueño,
preocupación, tristeza. Los síntomas físicos como, boca seca, aumento de la frecuencia cardiaca, malestar
estomacal, deseo frecuente de orinar, palmas de las manos sudorosas, dolor de espalda, tensión muscular que
puede causar contracturas y dolor, mareos, problemas para respirar (Ríos, 2014).

2.1.5. Estrés en la vejez – senectud


A cualquier edad, el estrés forma parte de la vida. Los mayores de edad pueden enfrentarse con la
salud deteriorada o las finanzas precarias o simplemente los desafíos de mantener su independencia. El
estrés tienes dos aspectos el físico y emocional, siendo ambas difíciles para los mayores de edad. Los
impactos del estrés físico son muy claros. Cuando las personas alcanzan una edad mayor, las heridas tardan
más tiempo en sanarse, y los resfriados duran más tiempo. El estrés emocional es más sutil, sin embargo, si
es crónico, las consecuencias a largo plazo pueden ser dañinas. A cualquier edad, los cerebros bajo estrés
suenan la alarma y sueltan las hormonas potencialmente dañinas como cortisol y adrenalina. Para los
mayores de edad que ya corren alto riesgo de contraer estas enfermedades, es muy importante saber cómo
controlar el estrés. A través de los años, el cerebro puede perder lentamente la
capacidad para regular los niveles hormonales. Como resultado, los mayores de edad que se preocupan por
algo o se ponen ansiosos tienden a producir cantidades mayores de hormonas del estrés y la alarma no se
apaga tan rápido. Según una investigación hecha en 2005 y publicada en la revista
Psychoneuroendocrinology, las mujeres, sobre todo, al envejecer son susceptibles a sufrir un exceso en las
hormonas de estrés. La investigación reveló que el impacto de la edad sobre los niveles de cortisol es casi
tres veces más fuerte para las mujeres que para los hombres. (Ríos, 2014)

CAPÍTULO III

3.1. ETIOLOGÍA DEL ESTRÉS


3.1.1. Dimensiones de los eventos estresantes
Shelley (2007) señala que los eventos por sí mismos pueden no ser inherentemente estresantes. Por el
contrario, dependerá de la valoración y percepción que realice la persona del evento.

Eventos negativos. Varios eventos tienen el potencial de ser estresantes debido a que suponen una
exigencia en los recursos personales. Por ejemplo, comprar para las fiestas navideñas, afrontar un ascenso
laboral, planear una fiesta. Sin embargo, estas experiencias positivas son menos frecuentes que se reporten
como estresantes, como podrían ser reportados eventos indeseables como el ser infraccionados, buscar
trabajo o divorciarse.
Los eventos estresantes negativos, tienen implicaciones directas en el autoconcepto produciendo
bajas en la autoestima o motivando sentimientos de seguridad o identidad. No obstante, entre las personas

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que mantienen puntos de vista negativos sobre sí mismas, los eventos positivos de la vida pueden tener un
efecto de disminución en la salud (Shelley, 2007).

Sucesos vitales altamente traumáticos: Se refiere a eventos tales como desastres naturales,
situaciones de guerra entre otro, además de poder significar un suceso vital en la vida de un sujeto y ser el
inicio de una psicopatología (Rosales, 2014).

Eventos incontrolables. Según Shelley (2007) los eventos incontrolables o impredecibles son
mucho más estresantes que aquellos que se pueden predecir o controlar. Cuando las personas sienten que
pueden predecir, modificar o terminar con un evento aversivo o sienten que pueden tener acceso a alguien
que puede influir en dicho evento, experimentan menos estrés, aunque en realidad no pueda estar haciendo
algo para contrarrestar dicho evento.

Los eventos incontrolables e impredecibles parecen ser particularmente capaces de producir efectos
posteriores. Cuando se pone especial atención en entender un evento estresante, de monitorearlo y en tratar
de enfrentarlo, estos esfuerzos utilizan los mismos recursos que los que se utilizan para otros aspectos de la
vida, por tanto, se tiene menos energía para enfocarse en otras tareas. Este costo cognitivo es más fuerte para
los eventos impredecibles e incontrolables para que los eventos estresantes más predecibles y fáciles de
controlar.
Sucesos vitales mayores: Son acontecimientos usuales en la vida de las personas, algunos no son
necesariamente traumáticos como el matrimonio o el nacimiento de un hijo; otros en cambio sí pueden ser
traumáticos en cierta medida como sufrir un accidente o la pérdida de un ser querido (Rosales, 2014).

Eventos ambiguos. Los eventos ambiguos generalmente se perciben como más estresantes que los
eventos que son claros a las personas. Cuando un estresor potencial es ambiguo, una persona no tiene
oportunidad para realizar acciones, dicha persona debe gastar energía para tratar de entender el estresor, lo
cual consume tiempo, recursos y reacciones de tarea para contrarrestarlo (Shelley, 2007).
Sobrecarga. Rosales (2014) señala que las personas que tiene muchas obligaciones por cumplir
reportan tener mayores niveles de estrés que aquellas que tienen menos. Por ejemplo, una de las mayores
fuentes en relación al trabajo es la sobrecarga del mismo, la percepción de que se es responsable de hacer
cumplir muchas obligaciones en un corto periodo de tiempo.

Estrés anticipatorio. La anticipación de un estímulo estresor puede ser al menos tan estresante como
su aparición y generalmente mayor. La tensión de anticipar, por ejemplo, la confrontación de un examen que
se realizara en un día, noches de insomnio y días de ansiedad distractora tensifican la capacidad humana
para experimentar tensión anticipatoria (Shelley, 2007).
Factores Ambientales. Existen distintas perspectivas que indican que el estrés es una experiencia
subjetiva, que la valoración de un estímulo estresor podrá producir o no la respuesta de estrés. No obstante,
existen variables objetivas que pueden influir en dicha valoración como las condiciones climáticas, ruido o
el tráfico (Rosales, 2014).

Molestias diarias. Las incomodidades diarias incluyen quedarse estancado en el tráfico, esperar en
el teléfono, realizar labores domésticas y demás. Los pequeños problemas de la vida, presentados en forma
diaria, reducen el bienestar psicológico en el corto plazo y producen síntomas físicos.

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Las incomodidades diarias pueden producir cantidades considerables de estrés y pueden agravar la
salud física y psicológica de varias formas. Primero, el impacto acumulativo de pequeñas molestias puede
degastar al individuo, predisponiéndolo a emitir una respuesta de estrés. Segundo, tales eventos pueden
influenciar la relación entre los eventos estresantes mayores y las enfermedades. Por ejemplo, si se vive un
evento mayor al momento en el que los eventos de menor estrés son muchos, el estrés puede aumentar en
niveles considerables, a diferencia de que solo se presentara el evento mayor (Shelley, 2007).

Rasgos de personalidad. En diversos estudios se ha podido demostrar que existen personas con
rasgos de personalidad que presentan mayor predisposición al estrés, por ejemplo, en estudios niños con
tendencia a cambio de humor frecuente, ser ansiosos y ser exageradamente emotivos poseen niveles más
altos de estrés escolar. Asimismo, rasgos de personalidad asociados al neuroticismo esta correlacionada
positivamente al estrés (Casarreto, 2003).

CAPITULO IV

4.1. PSICOBIOLOGÍA DEL ESTRÉS


El término estrés del inglés stress, fatiga se suele asociar a un estado patológico, sin embargo, el
mismo alude a una reacción del ser humano ante situaciones amenazantes o de excesiva demanda, y pueden
estar al servicio de la supervivencia del sujeto y de la especie. Cuando se generan respuestas eficaces y
controladas por el sujeto que permiten una mejor adaptación se denomina euestrés. (Vales, 2015).
Kandel, Schwartz y Jessell (1997) explican que tanto los estilos de vida actuales, privilegio de la
inmediatez, del éxito y de los resultados sobre los procesos, reducción de horas de sueño, dificultades
económicas, las exigencias laborales, los fenómenos de desintegración y fragmentación social, como los
acontecimientos significativamente negativos como catástrofes, fallecimiento de un ser querido, ruptura de
relaciones, desempleo, el anuncio de una enfermedad crónica, etc.

4.1.1. Respuesta al estrés

Figura 1. Esquema del eje hipotálamo-hipófisoadrenal.

Tradicionalmente, el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (hha) es considerado el de mayor relevancia en


la respuesta al estrés (figura 1). En uno de los núcleos del Hipotálamo, el llamado paraventricular (npv),
existen ciertas neuronas involucradas en la respuesta al estrés, las cuales son responsables de la regulación
neuroendocrina, autonómica y conductual (Cardinali, 2005).

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Carlson (2000) afirma que dichas neuronas por un lado proyectan a los sitios de control de la
respuesta autonómica (sna) y al sistema límbico, generado la respuesta de ansiedad. Por otro lado, liberan la
neurohormona crf (factor de liberación de acth o Corticotrofina) al sistema porta que conecta el hipotálamo
con la adenohipófisis, estimulando la liberación de la hormona acth al torrente sanguíneo. Ésta activa la
formación de glucocorticoides (por ejemplo el cortisol) en la corteza suprarrenal, configurando de esta
forma el eje hha.

El cortisol es una hormona esteroidea que interviene en el metabolismo de hidratos de carbono,


proteínas y grasas. Estimula la síntesis de glucosa y también causa la reducción moderada del consumo de la
misma en las células, elevando la glucemia. Las neuronas productoras de crf, también estimulan la
liberación de otras neurohormonas como las ß-endorfinas, que producen analgesia al unirse a receptores
opiáceos en el SNC (Moguilevsky, 2005).

Panksepp (2001) resume que los glucocorticoides retroalimentan negativamente a la hipófisis y al


hipotálamo a fin de regular la concentración de acth y crf respectivamente. Estas hormonas también actúan
sobre el hipocampo (alterando los procesos mnémicos) y el Sistema Inmune (modificando su actividad).

Dvorkin y Cardinalli (2003) aportan que en condiciones normales, este eje tiene ritmos de secreción
circadianos relacionado con los períodos sueño-vigilia. Las concentraciones de cortisol serán máximas en la
mañana al despertar, y mínimas en la noche a fin de permitir conciliar el sueño.

Damasio (1998) recalca que las proyecciones del hipotálamo al SNC Simpático, generan aumento de
la frecuencia cardiaca y respiratoria, dilatación de las pupilas, aumento de la sudoración e inhibición de la
motilidad digestiva.

4.1.2. El papel de las emociones


Panksepp (2001) enfatiza que las emociones intervienen en la valoración del estímulo estresor,
especialmente desde centros subcorticales y corticales que en conjunto determinan una valoración subjetiva
consciente de la experiencia. La vinculación de centros corticales con las emociones en la respuesta al estrés
ha ampliado la visión del eje hha a la del eje córtico límbico-hipotálamo-hipofisoadrenal.

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Figura 2. Esquema de la respuesta al estrés. Citocinas o interlequinas son proteínas de bajo peso molecular,
producidas principalmente por células el Sistema Inmune (si) que actúan como mensajes del mismo.

4.1.3. Las instancias de la respuesta del estrés


Solms y Turnbull (2005) explican las tres instancias en la respuesta al estrés:

- Ultrarrápida: Se produce en segundos e implica la liberación de catecolaminas y crf. El estímulo


estresor ingresa a través de los receptores sensoriales (exterior) o desde las vías aferentes viscerales
(interior) hacia áreas subcorticales que son más antiguas filogenéticamente que la corteza cerebral.
- Rápida: implica la liberación de acth, ß-endorfinas, aumento del flujo cerebral sanguíneo y de la
utilización de glucosa, pérdida del apetito y disminución de los sistemas gonadotróficos.
- Mediata: Esta respuesta es necesaria para mantener los niveles de actividad y funcionamiento de las
instancias anteriores, e implica fundamentalmente la liberación de glucocorticoides. También hay
una disminución de los esteroides sexuales, de la libido sexual y de la función tiroidea.

4.1.4. El sistema inmune y la visión Psiconeuroinmunoendocrinología


Kandel (1999) explica que existe una interacción en forma de red que implica al psiquismo y el
sistema nervioso, endócrino e inmune, como algo diferente a la suma de dichos sistemas, lo cual fundamenta
la visión Psiconeuroinmunoendocrinología (pnie o pine). Esta red pine tiene receptores en células críticas
que pueden recibir información por moléculas mensajeras hormonas, neurotransmisores y citoquinas de cada
uno de los sistemas implicados.

Ader (2003) plantea que la función inmune se ve influida por la actividad autónoma del sistema
nervioso y por la liberación de sustancias neuroendocrinas de la hipófisis. A la inversa, citoquinas y
hormonas liberadas por el sistema inmune activado influyen en procesos del sistema nervioso y endócrinos.

4.1.5. Experiencias tempranas estresantes


Kandel (1999) plantea que Charles Nemeroff y Paul Plotsky encontraron en sus estudios, que las
experiencias tempranas adversas (separación de la madre, maltrato, abuso) resultan en un aumento de crf,
también menciona estudios de Bruce McEwen que demostraron que el aumento de glucocorticoides que
sigue a una separación prolongada tiene efectos adversos en el hipocampo. La repetición de eventos
estresantes, causa atrofia en las neuronas del hipocampo que es reversible cuando la exposición a
glucocorticoides o al estrés se interrumpe. Sin embargo, cuando la exposición a glucocorticoides o estrés se
prolonga por meses o años, el daño puede llegar a ser permanente.
Si consideramos el rol del hipocampo en la memoria declarativa (la memoria declarativa implica
procesos cognitivos por los cuales se recuerda, con posibilidad de expresión oral o no, un acontecimiento
pasado (Cardinali, 2005), tanto la atrofia reversible, como el daño permanente, causan impedimentos
significativos en la memoria. De este modo, lo que puede aparecer al principio es una amnesia infantil,
debido al daño en el lóbulo temporal medial.

A través de estas experiencias tempranas adversas, se aumenta la posibilidad de sufrir en la adultez


de depresiones y trastornos de ansiedad, y esta vulnerabilidad puede estar relacionada con la hipersecreción
de crf (Heim, Miller & Nemeroff, 2008).

CAPÍTULO V

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5.1. ESTRÉS COMO INICIO DE TRASTORNOS PSICOLÓGICOS
5.1.1. Trastorno de Estrés Postraumático
El tept, también llamado «corazón de soldado», «neurosis de guerra», «neurosis traumática», se
origina cuando los sujetos «experimentaron, fueron testigos o es- tuvieron confrontados con un
acontecimiento o acontecimientos acompañados de muerte o amenazas de muerte o daños graves, o de
amenazas a la integridad física de uno mismo o de otras personas» y que les provocó «miedo, indefensión u
horror intensos« (DSM-IV, 1995).
Síntomas del TEPT

Malestar psicológico; evocación frecuente del episodio traumático; sueños vinculados al episodio;
sensación de reiteración del evento traumático; aislamiento social; desapego; alteraciones en el sueño;
irritabilidad; dificultad para concentrarse. En niños: alteraciones del lenguaje, pérdida del control de
esfínteres (Cardinali, 2005).

Desde el punto de vista neurobiológico, contrariamente a lo que intuitivamente se podría pensar, este
trastorno va acompañado de una disminución de los niveles de cortisol (Bleichmar, 2000) y acth en plasma,
y de un aumento los niveles de crf, que se cree se deba a una desrregulación de los receptores hormonales
(Cardinali, 2005).
En diferentes estudios en pacientes con tept, han encontrado una disminución del volumen del
hipocampo, esto implicaría, que el sujeto tendría menor capacidad para extinguir respuestas condicionadas
inherente a determinados estímulos, que se asocien con la situación traumática (Bleichmar, 2000).

5.1.2. Trastorno de Estrés y Adicciones


Rosales (2014) señala que el estrés está asociado a conductas negativas para la salud de los
individuos relacionadas con el abuso de sustancias. Por ejemplo, se ha demostrado que el estrés está
relacionado con la conducta de fumar, pues existe evidencia que indica que el sistema de estrés cerebral
juega un papel importante en el inicio, mantenimiento y la recaída de dicha conducta

En varios estudios realizados con fumadores, estos indican que el alivio del estrés y la relajación son
las principales razones por las cuales fuman. Un estudio realizado con mujeres fumadoras de dieciséis años
de edad muestra que el 50% de las mujeres indicó que comenzaron a fumar porque experimentaron una gran
cantidad de estrés en sus vidas y creyeron que fumar les ayudaría a relajarse. Otros estudios realizados con
humanos en laboratorios confirman que la exposición a estresores aumenta el ansia por los cigarros y por
fumar.

Análisis de comorbilidad indican que hay prevalencia elevada a la adicción en pacientes


diagnosticados de trastornos de ansiedad y depresión, sugiriendo así de este modo que los eventos vitales
estresantes pueden predisponer a los individuos a convertirse en adictos y perpetuar así el ciclo de la
adicción (Cardinali, 2005).

5.1.3. Estrés y depresión


El estrés psicológico es un factor de riesgo común implicado en el desarrollo del trastorno de
depresión mayor (TDM), y la mayoría de los episodios de TDM están precedidos por un estresor
identificable. Se ha establecido la relación entre estrés y TDM tras observar que: a) los individuos que son
propensos a desarrollar un trastorno de depresión tienen una mayor incidencia de estrés nocivo del esperado
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que en otros individuos, b) las hormonas y cambios en el comportamiento inducidos por estrés agudo son
muy similares a la sintomatología de la depresión y c) el hipercortisolismo (elevados niveles de cortisol)
(Cardinali, 2005).

CAPÍTULO VI
6.1. AFRONTAMIENTO AL ESTRÉS
Sobre el afrontamiento del estrés puede referirse tanto a los estilos como a las estrategias de
afrontamiento, aunque éstos no son conceptos equiparables. Por una parte, están los estilos de afrontamiento,
que son las predisposiciones personales para hacer frente a las situaciones siendo los responsables de las
preferencias individuales en el uso de uno u otros tipos de estrategias de afrontamiento, así como de su
estabilidad temporal y situacional. En cambio, el término de estrategias de afrontamiento hace alusión a los
procesos concretos que se utilizan en cada contexto y que pueden ser altamente cambiantes dependiendo de
las condiciones que se den en cada momento (Fierro, s.f.).
Por lo que un estilo de afrontamiento sería, siguiendo a Fernández Abascal, según el método
utilizado, estilos activos, pasivo y de evitación; según la focalización, estilos de focalización en la respuesta,
en el problema o en la emoción; y según la actividad, estilos centrados en la actividad cognitiva o en la
actividad conductual (Martín, Jiménez, & Abascal, 2005).
Muchas de las estrategias de afrontamiento al estrés son cognitivas, de manejo de la memoria, de la
información, de atención selectiva. Las estrategias guardan relación con la toma de decisiones: no se afronta
sin tomar decisiones, sólo que como efecto lateral indeseado tener que decidir suele ser, a su vez, una fuente
de estrés (Fierro, s.f.).
Figueroa, Contini, Letina, Levin y Estevez y Gonzáles, Montoya, Casullo y Bernabéu (2010)
analizaron tres aspectos: estrategias de afrontamiento, bienestar psicológico y género, encontrando
relaciones entre éstas; además evaluan el nivel socio económico de los participantes, observaron, primero,
que las estrategias de afrontamiento que más utilizan los adolescentes son la distracción y la evitación del
conflicto; segundo, diferencias significativas en las estrategias de afrontamiento en adolescentes con alto y
bajo nivel de bienestar psicológico y diferencias por nivel económico, donde los de bajo recursos cuentan
con más estrategias de afrontamiento y tercero, también encontraron diferencias entre estrategias de
afrontamiento y género, siendo las mujeres quienes poseen mayor repertorio de estrategias en comparación
con los hombres.
Lazarus sugiere que ante una situación de estrés hay que tener en cuenta: a) la valoración o
apreciación que la persona hace de los estresores, b) las emociones y afectos asociados a dicha apreciación y
c) los esfuerzos conductuales y cognitivos realizados para afrontar dichos estresores. Por lo tanto, el
afrontamiento puede estar orientado: 1) hacia la tarea, centrándose en resolver el problema de manera lógica,
las soluciones y en la elaboración de planes de acción; 2) o hacia la emoción, centrándose en respuestas
emocionales (ira, tristeza, etc.), en la evitación, preocupación y reacciones fantásticas o supersticiosas
(Lazarus, 1990).

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CAPÍTULO VII
7.1 INSTRUMENTOS PSICOLÓGICOS QUE EVALÚAN ESTRÉS
7.1.1. Escala de Estrés de Holmes y Raba
En 1967, Holmes y Rahe inventaron una escala de estimación del reajuste social a través del cual
media el estrés. La cual fue adaptada a la población de estudiantes, siendo modificada y aprobada por el
psicólogo clínico del “Centro de Salud Mental Moisés Heresi”, Doctor Ernesto Cazorla. La escala consta de
40 acontecimientos o sucesos vitales acaecidos en el último año, a los cuales se les asigna valores (UCV)
relacionados con la cantidad de estrés, de tal manera que relaciona la acumulación de los cambios de vida
que totaliza el estrés con la probabilidad de presentar manifestaciones psicosomáticas (Benavente, Quispe &
Callata, 2006). De acuerdo con los puntajes obtenidos se presenta los siguientes niveles de estrés.

- Estrés Normal: Estrés dentro de los límites normales, cuando existe el 0% de posibilidad de presentar
manifestaciones psicosomáticas. Va de 0 a 149 UCV.
- Estrés Leve: Cuando existe el 33% de posibilidad de presentar manifestaciones psicosomáticas. Va
de 150 a 199 UCV.
- Estrés Moderado: Cuando existe el 50% de posibilidad de presentar manifestaciones psicosomáticas.
Va de de 200 a 299 UCV.
- Estrés Severo: Cuando existe el 80% de posibilidad de presentar manifestaciones psicosomáticas. Va
de de 300 a más UCV.

7.1.2. Inventario de Estrés Infantil


El Inventario de Estrés Infantil (IEI) (Vega, Anguiano, Soria, Nava y González, 2008) que evalúa el
nivel de estrés y consta de 30 ítems con 3 posibles opciones de respuesta, Nada nervioso (1 punto), Nervioso
(2 puntos) y Muy nervioso (3 puntos). El puntaje mínimo es de 30 puntos y máximo de 90; a mayor
puntuación, mayor estrés. El Alpha de Cronbach obtenido para este estudio fue de .85 y para los ítems
fueron superiores a .84.

7.1.3. Escala de Estrés Laboral de la OMS


La Escala de Estrés Laboral de la OIT-OMS, tiene como autores a la OIT-OMS; fue sustentada por
Ivancevich & Matteson. Es de fácil aplicación debido a que podría ser autoadministrable, o aplicado de
manera individual o grupal. Tiene un tiempo aproximado de 15 minutos. Los materiales que conforman la
prueba psicológica son un cuadernillo de preguntas y una plantilla de respuestas. Consta de 25 ítems con 7
alternativas como respuestas que van desde la puntuación del 1 al 7, de la siguiente manera: 1, si la
condición ‘Nunca’ es fuente de estrés; 2, si la condición ‘Raras veces’ es fuente de estrés; 3, si la condición
‘Ocasionalmente’ es fuente de estrés; 4, si la condición ‘Algunas veces’ es fuente de estrés; 5, si la
condición ‘Frecuentemente’ es fuente de estrés; 6, si la condición ‘Generalmente’ es fuente de estrés; 7, si la
condición ‘Siempre’ es fuente de estrés. La validez y confiabilidad ha sido tomada de los resultados de
México, realizados por Medina, Preciado y Pando (2007) debido a que no se encontró evidencia de la prueba
original, en ella encontramos que la prueba KMO (0,915) nos muestra un nivel adecuado de los ítems para
continuar con el análisis. Después de tres interaciones se obtuvieron dos factores que explican el 43,55% de
la varianza total, constituidos con ítems de peso factorial superior a 0,37 y la validez relevante es de 65% en
el cuestionario en general. Al primer factor se le denominó Condiciones Organizacionales y presentó 65%
de validez relevante (promedio de la raíz de las comunalidades), en este factor están 21 ítems, que en el
original valoran la estructura, la cohesión y respaldo del grupo laboral. En tanto que el segundo factor

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llamado Procesos Administrativos tiene 4 ítems, que en el original se refieren a trámites y procesos
administrativos de la organización, el cual presentó 64% de validez relevante.

La confiabilidad del instrumento se logró con el método Alpha de Cronbach y se obtuvo 0.9218, lo
que sugiere una alta adecuación del instrumento para la población en estudio (Suárez, 2013).

7.1.5. Cuestionario de la Respuesta de Estrés


Este cuestionario elaborado por Valdez (1999) consta de 33 ítems y analiza tres componentes de la
respuesta de estrés: a) emocional, b) fisiológico y e) cognitivo. La validez del instrumento se obtuvo
mediante criterio de 374 Estrés y afrontamiento en estudiantes de psicología jueces, con índices de acuerdo
mayores a 0.80. La confiabilidad por áreas mostró alfas de Cronbach mayores a 0.75 y correlaciones
ítemtest mayores de 0.37. La prueba total arrojó un alfa de 0.91 (Casarretto et al, 2003).

7.2. INSTRUMENTOS PSICOLÓGICOS QUE EVALÚAN EL AFRONTAMIENTO


7.2.1. El inventario de estrategia de afrontamiento (IEA)
El Inventario de Estrategias de Afrontamiento (IEA) de Cano, Rodríguez y García del 2007, evalúa
las estrategias de afrontamiento que se encuentran clasificadas en cuatro subescalas: manejo adecuado
centrado al problema, manejo adecuado centrado a la emoción, manejo inadecuado centrado al problema,
manejo inadecuado centrado a la emoción, y tuvo por objetivo conocer cómo las personas se enfrentan a sus
problemas. Consta de 40 ítems con 5 opciones de respuesta, En absoluto (0), Un poco (1), Bastante (2),
Mucho (3) y Totalmente (4), con un puntaje mínimo de 40 y un máximo de 160. El alpha de Cronbach para
este estudio fue de .80 para el instrumento en general y para las subescalas fueron: .69 para manejo
adecuado al problema, .75 manejo adecuado a la emoción, .60 manejo inadecuado al problema y .76 manejo
inadecuado a la emoción (Martínez, Piqueras & Inglés, s.f.).
7.2.2. Cuestionario de afrontamiento del estrés (CAE)
El cuestionario de afrontamiento del estrés hace referencia a los esfuerzos de carácter conductual y
cognitivo que realizamos para lidiar con las causas generadoras de estrés y el malestar psicológico que lo
acompaña. Sandín y Chorot (2003), publicaron en la Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, el
desarrollo y validación preliminar del Cuestionario de Afrontamiento del Estrés (CAE). Basado en distintos
análisis factoriales del EEC-R (Escala de Estrategias de Coping-Revisada), su forma revisada, el CAE, nos
da la oportunidad de evaluar 7 estilos básicos de afrontamiento del estrés: Focalizado en la solución del
problema (FSP), Autofocalización negativa (AFN), Reevaluación positiva (REP), Expresión emocional
abierta (EEA), Evitación (EVT), Búsqueda de apoyo social (BAS) y Religión (RLG)
Este cuestionario está formado por 42 ítems (6 por cada subescala), de rango 5 (0-nunca, 4-casi
siempre), en base a la pregunta “¿Cómo se ha comportado habitualmente ante situaciones de estrés?”.
7.2.3. Escala de afrontamiento del estrés cotidiano en el deporte en ámbito universitario (EAECDAU).
Adaptación de la escala de afrontamiento, EA (Morales et al., 2012) adaptada para tal fin. Consta de
nueve ítems (de tres opciones de respuesta: Nunca, Algunas veces y Muchas veces). Evalúa nueve
estrategias de afrontamiento diferentes ante problemas o dificultades cotidianas del ámbito deportivo;
distinguiendo entre: solución activa (EAECDAU3), comunicar el problema a otros (EAECDAU4), búsqueda
de información y guía (EAECDAU5), actitud positiva (EAECDAU8), indiferencia (EAECDAU1), conducta
agresiva (EAECDAU7), reservarse el problema para sí mismo (EAECDAU9), evitación cognitiva
(EAECDAU2) y evitación conductual (EAECDAU6). Se ha obtenido cuatro factores que agrupan dichas
estrategias de afrontamiento en el ámbito deportivo en universitarios: 1. afrontamiento centrado en la tarea
formado por comunicar el problema a otros (ítem 4), búsqueda de información y guía (ítem 5), solución
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activa (ítem 3) y reservarse el problema para sí mismo (ítem 9 con carga negativa); 2. Evitación formado por
evitación cognitiva (ítem 2) y evitación conductual (ítem 6); 3. Actitud positiva/reevaluación positiva (ítem
8) y 4. Afrontamiento improductivo formado por: conducta agresiva (ítem 7) y pasividad/indiferencia (ítem
1). La consistencia interna en la presente muestra (menos para el factor 3 compuesto por un ítem) oscila
entre 43 y 79 (Morales, & Rueda, 2017).

CONCLUSIONES
El estrés se entiende como el desequilibrio que se da en la persona por las demandas tanto internas
como externas, siendo este como un estímulo que provoca malestar en lo somático y en lo psicológico
debido a acontecimientos estresantes, donde debe de responder a los cambios de forma adaptativa. La
persona puede experimentar el estrés como una situación positiva, pero lo más frecuente es ser
experimentado de forma negativa. A lo largo de los años, los investigadores se enfocaron más en estudiar el
estrés en adultos, a lo cual actualmente se toma en cuenta la repercusión que tiene el estrés en los niños, por
ello el entorno donde se desarrollara el niño deberán de brindar el apoyo y guía adecuada para que enfrente
cada nueva experiencia, brindándole seguridad, afecto, autonomía, habilidades sociales y entre otros. El
estrés está presente en cada etapa que experimenta el ser humano desde la infancia hasta la vejez, debido que
en cada una de ellas se presentan nuevos retos y cambios que la persona debe afrontar, analizando y
respondiendo de la mejor manera adaptativa sin que cause un daño a su integridad física y psicológica.

La evaluación que realice un sujeto acerca de un acontecimiento influirá en la respuesta de estrés, es


decir, el aspecto subjetivo y la valoración tendrán gran importancia en la aparición del estrés, sin embargo,
aspectos objetivos como el ruido van a influir en la aparición del estrés.
El afrontamiento al estrés es un proceso dinámico, ya que esto implica que, ante alguna situación
estresante, las personas realizan esfuerzos para manejar dichas demandas externos o internas que son
evaluadas por el individuo como excedentes.

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