Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
¿ES POSIBLE que Dios se valiera de la evolución para hacer al hombre a partir de los
animales? ¿Dirigió Dios el desarrollo de las bacterias transformándolas en peces, y luego en
reptiles y mamíferos, para que finalmente una especie de simios llegara a convertirse en
seres humanos? Hay científicos y líderes religiosos que afirman creer tanto en la teoría de
la evolución como en lo que enseña la Biblia, alegando que el relato bíblico de la creación es
simbólico. Puede que usted mismo se pregunte si la teoría de que el ser humano ha
evolucionado de los animales es compatible con la Palabra de Dios.
Saber de dónde venimos es fundamental para comprender quiénes somos, adónde vamos y
cómo debemos vivir. Solo si conocemos el origen del hombre, podremos entender por qué ha
permitido Dios el sufrimiento y qué tiene pensado para nuestro futuro. Si no estamos
convencidos de que Dios es nuestro Creador, no podremos tener una buena relación con él.
Por lo tanto, analicemos lo que la Biblia enseña sobre el origen, la condición actual y el
futuro del ser humano. De ese modo comprobaremos si la Biblia y la teoría de la evolución
pueden ser compatibles.
¿Ve usted por qué la evolución es incompatible con el cristianismo? Si ponemos en duda que
‘en Adán todos estamos muriendo’, ¿cómo podemos esperar que ‘en el Cristo todos vayamos
a ser vivificados’?
A menudo, lo que impulsa a los defensores de la evolución no son los hechos, sino “sus
propios deseos”, como el de ser aceptados por la comunidad científica, donde la evolución es
la doctrina ortodoxa. El destacado bioquímico Michael Behe, quien ha dedicado casi toda su
vida a la investigación de las complejas funciones internas de la célula, señaló que quienes
enseñan la evolución de la estructura celular no tienen base para sus afirmaciones. ¿Es
posible que la evolución se dé a escala diminuta, a nivel molecular? Michael Behe responde:
“La evolución molecular no se basa en la autoridad científica. No hay publicación de la
bibliografía científica —en revistas prestigiosas, publicaciones especializadas o libros— que
descri[ba] cómo ocurrió o pudo haber ocurrido la evolución molecular de cualquier sistema
bioquímico real y complejo”. Y añade: “La afirmación de la evolución molecular darwiniana es
pura bravata”.
Si los evolucionistas no tienen respuestas, ¿por qué predican sus ideas a voz en cuello?
El citado bioquímico declara: “Muchas personas, entre ellas muchos científicos importantes
y respetados, no quieren que exista nada más allá de la naturaleza”.
La doctrina de la evolución seduce a numerosos clérigos que quieren dar la apariencia de ser
intelectuales. Son como aquellos a los que Pablo describe en su carta a los cristianos de
Roma: “Lo que puede conocerse acerca de Dios está entre ellos manifiesto [...]. Porque las
cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante,
porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad, de modo
que ellos son inexcusables; porque, aunque conocieron a Dios, no lo glorificaron como a Dios
ni le dieron gracias, sino que se hicieron casquivanos en sus razonamientos, y se les
oscureció su fatuo corazón. Aunque afirmaban que eran sabios, se hicieron necios” (Romanos
1:19-22). ¿Qué puede hacer usted para que no lo engañen falsos maestros?
La fe en el Creador se funda en pruebas
La Biblia hace hincapié en la importancia de las pruebas al definir lo que es la fe, pues dice:
“Fe es la expectativa segura de las cosas que se esperan, la demostración evidente de
realidades aunque no se contemplen” (Hebreos 11:1). En efecto, la fe en Dios tiene que
basarse en hechos que demuestren la existencia del Creador. Y la Biblia indica dónde puede
usted hallar dichas pruebas.
David, uno de los escritores bíblicos, afirmó: “Te elogiaré porque de manera que inspira
temor estoy maravillosamente hecho” (Salmo 139:14). Cuando reflexionamos en el
asombroso diseño de nuestro propio cuerpo y de otros seres vivos, nos sentimos admirados
por la sabiduría del Creador. Cada una de las miles de funciones que nos mantienen vivos
tiene un diseño ideal. Además, el universo también exhibe un orden asombroso y una
precisión matemática. En este sentido, David escribió: “Los cielos están declarando la gloria
de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando” (Salmo 19:1).
La propia Biblia contiene abundantes pruebas de la existencia del Creador. Si dedica el
tiempo necesario para comprobar la coherencia entre los 66 libros que la forman, la
superioridad de sus normas morales y la exactitud de sus profecías, tendrá sobrada
evidencia de que su autor es el Creador. La comprensión de las doctrinas bíblicas también le
permitirá tener la seguridad de que la Biblia es, sin lugar a dudas, la Palabra de Dios. Por
ejemplo, cuando comprenda lo que la Biblia enseña sobre la causa del sufrimiento, el Reino
de Dios, el futuro de la humanidad y el modo de alcanzar la felicidad, reconocerá la
profundidad de la sabiduría divina. Es posible que llegue a sentir lo mismo que el apóstol
Pablo, quien dijo: “¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de
Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e ininvestigables sus caminos!” (Romanos 11:33).
A medida que analice las pruebas y crezca su fe, se convencerá de que cuando lee la Biblia,
en realidad está escuchando al Creador. Él nos dice: “Yo mismo he hecho la tierra y he
creado aun al hombre sobre ella. Yo... mis propias manos han extendido los cielos, y a todo el
ejército de ellos he dado órdenes” (Isaías 45:12). Que no le quepa duda: jamás se
arrepentirá del esfuerzo que haga por comprobar por usted mismo que Jehová es el
Creador de todo el universo.