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4 OCT 2017
6. LA LIBERTAD
la libertad. Es ésta ciertamente una palabra «mágica», que representa una ideal
irrenunciable Sabemos ya que se enraizada en lo más profundo de la persona
humana, la cual es un ser libre. A esto se ha de añadir que, además
y en consecuencia, la libertad permea todos sus actos, y en primer
lugar aquellos que nacen de la voluntad . Por tanto, para establecer
correctamente los sentidos de la libertad, y más adelante los del amor
, necesitamos saber de cuántos modos distintos puede ejercerse la
voluntad.
Para ello es preciso recordar que los usos de la razón son principalmente
tres : 1) el uso técnico, mediante el que se fabrican y usan instrumentos,
que se llamó tener corporal; 2) el uso teórico, mediante el que se
construye la ciencia; 3) el uso práctico, mediante el que se diseña la acción
y la conducta, y en consecuencia los hábitos de cada uno. Con lo dicho
basta para distinguir el primero del tercero de estos usos:
manejar un tenedor es algo distinto de ocultar la verdad; lo primero es técnica
o arte, lo segundo conducta práctica, que tiene una destacada dimensión
moral. Por otra parte, sabemos que la voluntad tiene tres momentos,
el deseo, la deliberación y la elección, y que la segunda corre a cargo de
la razón práctica . Una vez recordadas estas distinciones, podemos
distinguir cinco usos distintos de la voluntad o cinco modos de querer:
1) El deseo es el uso primero: la tendencia o inclinación hacia un bien racionalmente
captado. La voluntad nos inclina,en primer lugar, a la unión
con el objeto querido. Eso es el deseo: la tendencia al fin, la búsqueda de
la unión o posesión de lo deseado. La voluntad es querer.
2) La elección voluntaria puede ser doble, según se oriente al pasado o al
futuro. Si se orienta al pasado, adopta la forma de aprobar o rechazar, un
uso específico de la voluntad dirigido a cosas que ya han sucedido, que
están ahí y me salen al encuentro. Respecto de ellas sólo me cabe aceptarlas
o rechazarlas. Por ejemplo: me ha tocado la Lotería (todo el mundo lo
aprueba) o me ha tocado presidir una mesa electoral (mucha gente no tiene ganas,
y lo rechaza). Ahí la elección consiste en decir sí o no. Al tratar
de la verdad se pusieron otros muchos ejemplos.
Este uso de la voluntad se aplica especialmente a todo lo que uno ya es:
hijo de tales padres, nacido en tal ciudad y año, gordo o flaco, alto o bajo,
etc. De este modo uno se acepta a sí mismo o se rechaza. En este segundo
sentido, la voluntad es aprobar o rechazar. Este se lleva a cabo diciendo
sí o no.
Si la elección se orienta hacia el futuro podemos llamarla dominio o
poder, porque soy yo quien entonces decido acerca de una situación venidera:
viajaré a Barcelona por carretera, y no por avión. En este uso de
la voluntad decido acerca de aquello que puedo hacer, porque depende
de mí; no me lo encuentro ya dado, son las cosas que aún no han sucedido.
Este es quizá el uso más frecuente, y el que designa la palabra inglesa
. Es lo que está dentro de mis posibilidades. La voluntad es
poder y elegir.
4) Al uso técnico de la razón le corresponde otro uso de la voluntad, que
es la creación. Se aplica, como voluntad creadora, a todas las acciones técnicas
y artísticas, en las cuales doy forma a una materia, creo
algo. También es por tanto también una voluntad artística o creadora
. Sin embargo la capacidad creadora del hombre trasciende el ámbito
puramente técnico y artístico, pues su inventiva es mucho más amplia:
de la intimidad personal brotan novedades inéditas, porque es creativa de
por sí . Todo hombre lleva dentro una aspiración a la creatividad que
nace de su núcleo personal: crear es hacer que existan cosas nuevas.
El crear humano suele consistir en transformar una materia (crear riqueza
económica por ejemplo) o realizar actos lingüísticos (hablar o escribir,
por ejemplo), pero también en crear instituciones (una asociación, por ejemplo)
o relaciones personales (amistad). Todo esto es posible porque la
inteligencia es creadora: de ella nacen los proyectos, decisiones, tareas
y ocurrencias que llenan el mundo interior. Es la voluntad creadora la
que encauza el brotar inteligente de la persona. La voluntad es crear.
5) Por último hay un uso de la voluntad del que ya se habló al tratar la
benevolencia como actitud moral. Podemos llamarlo amor, y consiste en el
reconocimiento y afirmación de una realidad por lo que en sí misma es y
vale, como el caso del escarabajo. La benevolencia es un caso, no el único,
de este uso de la voluntad como afirmación, como amor. Se trata
de la respuesta voluntaria a la captación que hace la inteligencia de
las cosas como son en sí mismas, en su alteridad. Es el uso más humano
de la voluntad. El verdaderamente racional: la voluntad es amar.
Estos usos de la voluntad tienen mucha relación unos con otros, pues pueden,
e incluso deben, darse a la vez, simultáneamente. Por ejemplo,
estoy feliz porque me ha tocado la Lotería (aprobación) y por fin puedo
(poder) cumplir una vieja aspiración mía (deseo): construirle un chalé (crear)
a mi madre (amor). Una boda significa una unión deseada por los contrayentes,
que se aceptan mutuamente diciendo «¡sí quiero!» porque se
han elegido el uno al otro para crear una familia porque se aman.
Otro ejemplo del uso múltiple de la voluntad es el arrepentimiento, en el cual
uno rechaza una parte del propio pasado: alguna decisión y acción libre
que a uno le pesa haber efectuado. Arrepentirse lleva consigo recrear
lo mal hecho, que pertenece ya al poder o dominio: arrepentirse no es
verdadero si uno no enmienda en el futuro su error y se comporta de otro
modo.
Ninguno de estos cinco usos pueden dejar de tenerse en cuenta, porque
las consecuencias se dejan sentir enseguida: aparece entonces un hombre
incompleto, irreal o deforme. En tales casos se exageran unos, mientras
otros no se tienen en cuenta: el hombre no es sólo deseo (Freud), ni sólo voluntad
de poder (Nietzsche), ni voluntad creadora, ni amor benevolente,
sino todo a la vez y armónicamente. No se puede prescindir de ningún
uso de la voluntad sin debilitar los demás y al mismo hombre.