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Capítulo 2
Se vincula a los movimientos postestructuralistas (puesto que no indagan lo que hay detrás y
debajo del lenguaje, sino lo que hay en el lenguaje), constructivista (puesto que no creen que el
lenguaje representa la realidad, sino que el lenguaje es la realidad, por cuanto la constituye y
ordena) y posmodernista (puesto que consideran que el lenguaje científico es un medio más de
acercarse al conocimiento, no es el único medio).
La influencia de Bateson
La Teoría General de Sistemas postula que un sistema está conformado por muchos elementos
que interactúan entre sí. Ningún elemento puede ser considerado de forma individual, sino que
debe ser estudiado en el contexto de sus interacciones.
Este tipo de mensajes causa inestabilidad en el receptor, quien no sabe cómo reaccionar ante el
mensaje por la naturaleza de este.
La influencia de Erickson
Por ejemplo, cuando Erickson estaba tratando a un joven con poca confianza en sí mismo que
acababa de obtener un trabajo en un banco, le preguntaba con cierto detalle sobre su trabajo
interesándose especialmente por los errores que había cometido. Erickson comentó: «Cada vez
que cometía un error en su trabajo, lo que me interesaba siempre era el procedimiento que
utilizaba para corregirlo, nunca los detalles de cómo había cometido el error». Al destacar las
correcciones que el joven hacía, utilizaba sus errores como una forma de ayudarle a reconstruir su
confianza en sí mismo. Erickson consideraba que los clientes tenían en ellos mismos, o dentro de
sus redes sociales, los recursos para realizar los cambios que necesitaban hacer. La función del
terapeuta era acceder a estos recursos y ayudar a los clientes a usarlos en las áreas apropiadas de
sus vidas. Su peculiar modo de hacer terapia, las prescripciones.
Don Jackson, John Weakland, John Haley y Felipe E. García Martínez 66 Virginia Satir, entre otros,
fundan en 1958 el MRI.
Este modelo de tratamiento se llama «centrado en los problemas», porque los terapeutas que lo
aplican intentan aliviar solo las quejas específicas que los clientes llevan a terapia. Siguiendo a
Erickson, no hacen ningún intento de buscar la patología subyacente o la fuente del problema, ni
se hacen esfuerzos deliberados de promover el insight.
Señalan que los problemas se desarrollan cuando se manejan mal las dificultades de la vida
cotidiana. Una vez que una dificultad se ve como un «problema», este es mantenido o empeorado
por los ineficaces intentos de las personas para resolverlo. En otras palabras, el problema es el
intento de solución.
Las investigaciones del Centro de Terapia Familiar Breve (BFTC) hicieron un mayor énfasis en las
soluciones y en cómo funcionaban.
Steve de Shazer ha empleado la analogía de la ganzúa para describir este enfoque: mantiene que
el terapeuta no necesita saber mucho sobre la naturaleza de los problemas que se llevan a terapia
para resolverlos, pues es más importante la naturaleza de las soluciones. En otras palabras:
«Lo que más importa es la llave que abre la puerta, y no la naturaleza de la cerradura».
En 1985, de Shazer propuso que las descripciones que hacen las consultantes, cuando se les
pregunta por el motivo de consulta, pueden servir para encontrar el tipo de intervención más
adecuado.
Factores de influencia en el cambio terapéutico
La TBCS propone que las técnicas a emplear en el proceso terapéutico deben adaptarse a las
características singulares del estilo de relación cliente terapeuta establecido entre ellos.
Identificar este estilo de relación ayuda a determinar cuál será la intervención terapéutica con más
probabilidades de producir la cooperación y participación del consultante y, por ende, la
disminución de la duración del tratamiento.
. El énfasis que coloca la TBCS al concepto de relación cliente-terapeuta permite recordar que el
resultado del tratamiento depende tanto del consultante como del terapeuta.
El modelo transteórico de Prochaska y DiClemente (1983) propone una serie de fases a través de
las cuales circulan los clientes de acuerdo a su motivación por el cambio y que determinan la
relación establecida con el terapeuta:
1. Fase de precontemplación: en esta etapa no hay ninguna intención de cambiar el
comportamiento en un futuro próximo
2. Fase de contemplación: es el estado en que las personas son conscientes de que existe un
problema y piensan seriamente superarlo, pero aún no se han comprometido a pasar a la
acción.
3. Fase de preparación: los individuos en esta etapa intentarán pasar a la acción o lo
intentaron sin éxito en el pasado reciente.
4. Fase de acción: es la etapa en la que cada individuo modifica su comportamiento,
experiencias o entorno con el fin de superar sus problemas.
5. Fase de mantención: es la etapa en la cual las personas trabajan para prevenir una recaída
y consolidar los resultados obtenidos durante la acción.
Con una propuesta similar a la de Prochaska, de Shazer señala que existirían tres tipos de relación
cliente-terapeuta:
Supuestos fundamentales Pacheco (2003) ha resumido ciertos principios y supuestos básicos que
siguen quienes adscriben a este enfoque:
A su vez, Selekman (1996) identifica diez supuestos fundamentales de la TBCS:
Según Beyebach (1999), otro modo de definir la TBCS es señalando lo que NO se hace:
Técnicas de la TBCS
La TBCS trabaja en primer término con las soluciones, ayudando a los clientes a identificar lo que
quieren conseguir para marcar y ampliar aquellas ocasiones en que, de hecho, lo consiguen
(trabajo con excepciones), y fomentando que los clientes asuman el control y la responsabilidad
por los cambios conseguidos.
De esta forma, la terapia se convierte en un conjunto de conversaciones en las que se habla de lo
que ha ido bien, de lo que está yendo bien o de lo que puede llegar a mejorar.
Proyección al futuro
Las técnicas de proyección al futuro son características de la TBCS y consisten en invitar a los
consultantes a que se imaginen un futuro en el que el problema por el que consultan está ya
resuelto y lo describan con detalle.
Permiten negociar los objetivos finales de la intervención, generando una perspectiva de futuro
desde la que resultará más fácil identificar los avances y las mejorías que ya se han producido.
Dentro de estas técnicas se encuentran la «bola de cristal» y la «pregunta del milagro». La técnica
de la bola de cristal es la denominación que de Shazer hizo de la «pseudoorientación en el
tiempo» de Erickson. Este último, usando la hipnosis, ayudaba a las personas a crear una
sensación de distorsión temporal, de forma que podían ir con facilidad adelante y atrás en el
tiempo.
«Suponga que esta noche, mientras está durmiendo, sucede una especie de milagro y el problema,
tal como se ha presentado, se resuelve, no como en la vida real, poco a poco y con esfuerzo, sino
de repente, de forma milagrosa. Como está durmiendo no se da cuenta de que este milagro se ha
producido. ¿Qué cosas va a notar diferentes mañana, que le permitan darse cuenta de que este
milagro se produjo?.
Cabe señalar que la pregunta final es «qué vas a notar diferente» o «cómo te darás cuenta» y no
«cómo te sentirías» o «qué pasaría.
Excepciones
En un sentido más amplio, diríamos que las excepciones son aquellas conductas, percepciones,
ideas y sentimientos que contrastan con la queja y tienen la potencialidad de llevar a una solución
si son adecuadamente ampliadas (de Shazer, 1991). Dentro de las excepciones encontramos
distintos tipos:
etc.
El término «cambio pretratamiento» se refiere a los momentos en los que, en las últimas semanas
previas a la consulta, el cliente ha manejado mejor la situación, de tal manera que la queja no ha
estado presente, ha sido menor o se ha resuelto.
Los cambios pretratamiento definidos por los clientes se consideran y se tratan como excepciones,
pero utilizando la referencia del tiempo más cercano, por ejemplo, lo que hicieron, pensaron y
sintieron en la última semana.
Preguntas de escala
Es una técnica característica de la TBCS que consiste en proponer al consultante que se ubique él,
su problema o su avance en una escala numerada. Por ejemplo:
«En una escala de 1 a 10, en la que 1 sería el momento en que las cosas estuvieron peor, y 10 el
momento en el que el problema que le ha traído aquí está resuelto, dígame, ¿dónde pondría esta
última semana, de 1 a 10?.
Proporcionan al terapeuta obtener información acerca del ajuste de la terapia, como herramienta
evaluativa para comprobar si los consultantes perciben mejoría o si las sesiones están siendo de
utilidad.
Tras la respuesta del consultante a una pregunta de escala, el terapeuta podría, por ejemplo:
b. Pedirle al cliente que le explique cómo ha conseguido subir del 1 a ese 2-3 que es la puntuación
más baja desde el verano.
f. Explorar en qué consistiría avanzar un paso más: describir un «día 7», por ejemplo. ¿Cómo sabrá
el cliente que está en un «día 7»? ¿Qué cosas va a hacer distintas? ¿Qué ideas tiene de cómo
conseguir subir hasta un 7? ¿Qué tendría que pasar para mantenerse en un nivel 7?
Todo este trabajo no está dirigido a «evaluar» o a obtener información para el terapeuta, sino a
generar información de utilidad para el cliente, ya que permite establecer objetivos y metas,
identificar avances y atribuir la responsabilidad por los cambios conseguidos.
Coconstrucción de objetivos terapéuticos
Los autores de la TBCS hacen uso frecuente del elogio terapéutico a fin de resaltar aquellos
aspectos positivos del consultante, aquellos cambios que son deseables de mantener o aquellos
recursos personales fundamentales a la hora de enfrentar y vencer al problema que traen a
terapia.
Es importante destacar que el elogio debe vincularse de manera natural, no forzada, con el
discurso del consultante, de modo que el cliente lo acepte como válido y no como una forma
burda de subirle el ánimo.
A continuación, algunas directrices para el uso del elogio (González et al., 2006):
QUÉ: tipos:
• Elogios normalizadores.
CÓMO:
• Directa o indirectamente.
CUÁNDO:
• Durante la entrevista.
• Antes de la prescripción.
En el lapsus de tiempo que corresponde a la pausa, el terapeuta debe estructurar el mensaje que
va a dar al consultante al finalizar la sesión. Este mensaje recogerá la esencia de la sesión,
centrándose en los aspectos positivos, los puntos fuertes y virtudes (posiblemente no reconocidas)
del cliente (por ejemplo, un silencio se puede reconstruir como un elogio al «ser un gran
pensador»).
Una vez escogidos los elogios y diseñada la tarea o tareas, el terapeuta vuelve a reunirse con la
familia para transmitir el mensaje final, procurando que sea breve y sin dar pie a un nuevo diálogo.
Tras la pausa, se le propone al consultante realizar una tarea entre las sesiones. Al momento de
diseñar una prescripción se sugiere seguir los siguientes criterios:
Algunas tareas que se pueden solicitar a los consultantes son las siguientes:
• Tarea-fórmula de la primera sesión: Esta tarea permite que los clientes se animen a mirar
aquello que por lo general está ausente de su relato, totalizado por el problema.
• Caja de recursos: el consultante debe preparar una cajita en la que irá guardando notas que le
indiquen qué hacer cuando tenga un «día malo» y objetos que le recuerden qué recursos tiene,
por qué quiere seguir mejorando, además de una lista de personas a las que acudir o llamar en
caso de necesidad, las cartas terapéuticas escritas, etc.
• Tarea de la sorpresa: esta tarea resulta útil para «hacer algo diferente» y a la vez ayuda a los
consultantes a «ponerse las gafas de ver lo que ya funciona». Consiste en pedir a cada miembro
de la pareja o familia que prepare una «sorpresa» para el otro y que se fije en qué efecto tiene.
• Tarea de los post-it: se pide a los miembros de la familia que se dejen unos a otros pequeños
mensajes positivos, escritos en post-it, escondidos en diversos lugares de la casa, de modo que el
destinatario los vaya encontrando a medida que pasa el día.
• Tarea del «como si»: pedirle al consultante que actúe «como si» el milagro ya se hubiera
producido (tras formular la «pregunta del milagro») o «como si» el problema no existiera.
• Tarea de predicción: en la noche deben predecir por escrito si al día siguiente se va a producir o
no un episodio de mejoría; la siguiente noche deben escribir si acertaron o no y realizar una nueva
predicción para el día siguiente.
• Tarea del «vaya lento»: Fisch, Weakland y Segal (1984) indican que esta es una intervención de
tipo general, apropiada a aquellos consultantes cuya solución ensayada -para resolver el
problema que los aqueja- consiste fundamentalmente en esforzarse mucho, o aquellos que
presionan al terapeuta para que les dé con urgencia una acción curativa, mientras ellos
permanecen en una posición pasiva.
• Cartas terapéuticas: una variante consiste en solicitar al consultante que escriba una carta
dirigida a alguien que está pasando las mismas dificultades que él ha logrado enfrentar y superar.
Sesiones posteriores
Las sesiones posteriores a la primera entrevista siguen el mismo patrón: una conversación con los
clientes y un mensaje final antes de terminar la sesión. El tema de conversación lo constituyen las
mejorías que se han producido. Para ello, el terapeuta inicia las sesiones preguntando qué cosas
van mejor. A partir de aquí, su tarea será ampliar las excepciones y construirlas como algo
deliberado, sobre lo que los clientes tienen control.