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CAP 16: Tres aproximaciones a la paz: Roosevelt, Stalin y Churchill en la Segunda Guerra Mundial

Despues del fin de Hitler en 1942-1943. Se unieron los jefes aliados Churchill, Roosevelt y Stalin,
pudieron empezar entonces a pensar en la victoria y en la futura configuración del mundo. A todo
este grupo de vencedores se les llamo los Cuatro Policias, quienes tenia las siguientes visión:
Churchill deseaba reconstruir el tradicional equilibrio del poder en Europa, lo que significaba
rehacer Gran Bretaña, Francia y hasta la vencida Alemania para que, junto con los Estados Unidos,
estos países pudiesen servir de contrapeso al coloso soviético del Este. Roosevelt pensaba en un
orden de posguerra en que los tres vencedores, junto con China, actuarían como un consejo de
dirección mundial, imponiendo la paz contra cualquier potencial malhechor, que en su opinión
probablemente sería Alemania. Mientra que Stalin reflejó su ideología comunista y, a la vez, la
tradicional política exterior rusa. Se esforzó por capitalizar la victoria de su país extendiendo la
influencia rusa por Europa central, y se propuso convertir los países conquistados por las armas
soviéticas en zonas amortiguadoras que protegieran a Rusia de toda futura agresión alemana.
Roosevelt decidió que, tras la derrota de la Alemania nazi, los Estados Unidos repatriarían a sus
fuerzas militares dejando a Gran Bretaña sin su ayuda y también rechazo toda responsabilidad por
la reconstrucción económica de Europa.

1945: Conferencia de Yalta los ejércitos soviéticos ya tenían tropas en sus fronteras de 1941 y se
encontraban en posición de imponer dominio político soviético al resto de Europa central

Roosevelt no estaba de acuerdo con Churchill de convertir a Francia en gran potencia tanto así que
el la incluyo en la lista de países por dominar y estaba de acuerdo con que los victoriosos Aliados
supervisaran el desarme y la partición de Alemania. En 1942 Roosevelt ha hablado a Molotov de
un sistema que sólo permitiría tener armas a las grandes potencias: Gran Bretaña, los Estados
Unidos, la Unión Soviética y posiblemente China. Estos «policías» trabajarían conjuntamente para
mantener la paz. Por otro lado Churchill había logrado fomentar la ilusión de que Gran Bretaña
seguía siendo una gran potencia capaz de resistir por sí sola al expansionismo soviético. Pues sólo
semejante convicción puede explicar la propuesta de Roosevelt de establecer un orden mundial
basado en la retirada de las tropas norteamericanas de ultramar, una Alemania desarmada, una
Francia reducida a la condición de potencia de segunda clase y una Unión Soviética que tendría
enfrente un enorme vacío. Así, el período de posguerra se convirtió en todo un ejercicio para
enseñar a los Estados Unidos cuán esenciales eran para mantener el nuevo equilibrio del poder.

El plan de los Cuatro Policías, que provocaría y garantizaría la paz universal, representaba un
acuerdo entre el tradicional enfoque de Churchill del equilibrio del poder y el desenfrenado
wilsonismo de los asesores de Roosevelt. Este concepto fue comparado con la la Santa Alianza de
Metternich estos sistemas representaba un intento de mantener la paz mediante una coalición de
vencedores, que sostendría los valores compartidos. El sistema de Metternich funcionó porque
había protegido un auténtico equilibrio del poder en que los países clave habían compartido, de
hecho, valores comunes, y Rusia, aunque a veces inquieta, poco más o menos había cooperado.
Sin embargo este concepto no se aplico ya que en la guerra no surgió un auténtico equilibrio del
poder, porque había una profunda brecha ideológica entre los vencedores y porque Stalin una vez
liberado de la amenaza alemana, no tuvo ningún problema en favorecer los intereses ideológicos y
políticos soviéticos, aun al precio de una confrontación con sus antiguos aliados. Roseevelt no
previo esto y la única idea de Stalin siguió siendo el interés nacional soviético, desde el punto de
vista de la ideología comunista. Ademas de volver a repetir la historia cuando pacto con Hitler en
la primera guerra. Lo que buscaba Stalin era tomar de cada uno de sus aliados temporales tanto
como pudiera diplomáticamente, y se apoderaría, por la fuerza, de lo que no se le hubiese dado
gratuitamente, mientras pudiera hacerlo sin arriesgarse a una guerra. En 1941, trato de pactar sus
intereses de post guerra con Secretario británico de Exteriores, Anthony Eden, visitó Moscú, y
nuevamente en mayo de 1942, cuando envió a Molotov a Londres y luego a Washington, sin tener
éxito ya que Roosevel se opuso. Depues de la batalla de Stalingrado, Stalin estaba seguro de que
iba a poseer la mayor parte de los territorios en disputa, incluso Charchill hubiese estado de
acuerdo en negociar sobre ello. Al fin y al cabo, en la historia británica había habido más de una
vez aliados expansionistas como Stalin, que luego habían sido superado. En el caso de Gran
Bretaña esta hubiese salido derrotada, sino fuera por los Estados Unidos y la Unión Soviética
entraran en guerra. Por todo ello, la diplomacia de Churchill en tiempos de guerra consistió en
maniobrar entre dos gigantes que amenazaban la posición de Gran Bretaña, aunque desde
direcciones opuestas. Cuando Roosevelt defendió la autodeterminación por todo el mundo, en
realidad desafió al Imperio británico; el intento de Stalin de proyectar la Unión Soviética al centro
de Europa amenazaba con socavar la seguridad británica. La ambivalencia de los Estados Unidos
hacia Gran Bretaña se centró en tres cuestiones: la tradición anticolonial de los Estados Unidos, la
naturaleza de la estrategia de guerra y la configuración de la Europa de posguerra. Las ideas de
Roosevelt sobre el colonialismo eran premonitorias deseaba que los Estados Unidos acaudillaran
la inevitable liberación de las zonas coloniales, para que la búsqueda de la autodeterminación no
se convirtiera en una pugna racial. El debate por el colonialismo no habría podido tener
consecuencias prácticas hasta el fin de la guerra, cuando Roosevelt ya habría muerto.

En el pensamiento norteamericano, la política exterior y la estrategia se hallaban separadas en


fases sucesivas de la política nacional. En el universo ideal norteamericano, los diplomáticos se
mantenían lejos de la estrategia, y el personal militar había terminado su tarea antes de que
entrara en acción la diplomacia; los Estados Unidos pagarían cara esta separación en las guerras
de Corea y de Vietnam. Por el contrario, para Churchill, la estrategia de guerra y la política exterior
estaban directamente vinculadas. Puesto que los recursos de Gran Bretaña eran mucho más
limitados que los de los Estados Unidos, sus estrategas siempre habían tenido que enfocar los
medios tanto como los fines.

Luego se le dio cabida a una guerra encabezada por Churchill denominada la Panza atacando al
Eje de Sur de Europa, con el fin de a limitar la influencia soviética en la posguerra. A lo que los
militares norteamericanos consideraron que era la tendencia de los británicos a aprovecharse de
los Estados Unidos para favorecer sus intereses nacionales, y la rechazaron. Desde el comienzo de
la planificación conjunta, los comandantes norteamericanos se mostraron deseosos de abrir un
segundo frente en Francia para provocar a Alemana. sin embargo a la resistencia británica no los
apoyaba por lo cual el general Geoge Marshall amenazo con invertir el llamado Acuerdo ABC-1 del
año anterior, que había dado prioridad al teatro de la guerra en Europa, y trasladar al Pacífico el
principal esfuerzo bélico norteamericano. Sin embargo, Roosevelt demostró que era un dirigente
tan poderoso entonces como lo había sido al llevar a su patria a la guerra. Pasando por encima de
Marshall, recordó a los generales disconformes que la decisión inicial de dar prioridad a la derrota
de Alemania se había tomado en bien del interés común, y no para favorecer a Gran Bretaña. En
1942, Stalin insistia en abrir un segundo frente pero sus motivos eran geopolíticos y no militares,
dato curioso fue que Stalin, aun cuando insistiera en tener voz y voto en los planes aliados en
Occidente, negaba a las democracias todo acceso a la planificación soviética, y sólo les revelaba
una mínima parte de sus disposiciones militares.

En el debate por el origen de la Guerra Fría, algunos críticos sostuvieron que el no haber abierto
antes un segundo frente había causado la intransigencia de Stalin en Europa oriental. Según su
razonamiento, este retraso provocó la ira y el cinismo de los soviéticos mucho más que ningún
otro factor .Sin embargo, resulta inverosímil que el viejo bolchevique, recién salido de un pacto
con Hitler y de una negociación para dividirse el mundo con el dirigente nazi, se «desilusionara» de
la Realpolitik, si es que eso era, en realidad, la política aliada. Es difícil imaginar que el organizador
de los juicios, las purgas y las matanzas de Katyn se volviera cínico por la decisión estratégica de
relacionar los objetivos militares con los políticos. Apostó por el segundo frente como se jugó todo
lo demás: fríamente, de manera realista y calculadora.

En todo caso, los jefes del estado mayor conjunto simplemente reflejaban la convicción del
liderazgo político norteamericano, de que convenía aplazar toda discusión sobre el mundo de
posguerra hasta haber logrado la victoria. Tal fue la decisión que forjó el mundo de la posguerra e
hizo inevitable la Guerra Fría.

Por regla general, los países que luchan por la estabilidad y el equilibrio deben hacer todo lo que
esté en su poder por decidir sus condiciones básicas de paz cuando aún están en guerra. Mientras
el enemigo esté en el campo de batalla, su fuerza aumenta, indirectamente, la del bando de la paz.
Si se pasa por alto este principio y se dejan sin resolver las cuestiones clave hasta que llegue la
conferencia de paz, la potencia más decidida quedará en posesión de las recompensas, y sólo se la
podrá desalojar mediante una grave confrontación

Durante la Segunda Guerra Mundial fue especialmente necesario establecer un acuerdo de los
Aliados sobre las metas de posguerra, o al menos un análisis, debido a la política de rendición
incondicional promulgada por Roosevelt y Churchill en Casablanca en enero de 1943. Cabe
resaltar, el papel de Roosevelt como forjador del mundo de posguerra. Bajo su mandato, en una
serie de conferencias internacionales se elaboraron los planes de los elementos cooperativos del
orden mundial de posguerra: de lo que llegarían a ser las Naciones Unidas (en Dumbarton Oaks),
del mundo de las finanzas (en Bretton Woods), de alimentación y agricultura (en Hot Springs), de
ayuda y rehabilitación (en Washington) y de la aviación civil (en Chicago) 519 . Pero fue inflexible
en su negativa a discutir sobre objetivos de guerra o a arriesgarse a un desacuerdo en ese punto
con los soviéticos. Una de las estrategias de Roosvelt para acercarse a Stalin fue disociarse de
Churchillo para asi planear los objetivos políticos norteamericanos para establecer en Teherán el
concepto de los Cuatro Policías. Stalin en 1943 como acto de que se unia a las fuerzas
“occidentales” desmanteló el Commintern, instrumento formal del Partido Comunista para la
revolución mundial, en un momento en que la revolución mundial difícilmente habría sido la
mayor prioridad soviética. La Conferencia de Yalta dio lugar al acuerdo alcanzado en las Naciones
Unidas, pero no la decisión concerniente al futuro político de Europa o de Asia. Por segunda vez en
una generación, un presidente norteamericano volvía de Europa a proclamar el fin de la historia.
Roosevelt había concedido a Stalin una esfera de influencia en la China septentrional para
animarlo a participar en un orden mundial que hiciera improcedentes las esferas de influencia. Al
terminar la Conferencia de Yalta, sólo se estaba celebrando la unidad de la alianza del tiempo de
guerra; aun no se percibían claramente las fisuras que la condenarían.ya que el tio Pepe Stalin
tenia otros objetivos los cuales se manifestaron dramáticamente en las últimas etapas de la
guerra cuando las violaciones de Stalin a la Declaración de Yalta sobre una Europa liberada eran ya
flagrantes, sobre todo en Polonia. Churchill sólo pudo escribir una carta de queja en que apelaba a
«mi amigo Stalin». Churchill aceptaba la propuesta de Stalin de que nadie que fuese hostil a la
Unión Soviética debía formar parte del nuevo gobierno polaco, pero solicitaba la inclusión de
algunos de los miembros del gobierno polaco en el exilio de Londres que pasaran esa prueba. Para
entonces, a Stalin ya no le bastaba la simple falta de sentimientos hostiles; sólo lo satisfaría un
gobierno totalmente favorable.

Puntos importantes:

Se le hizo la promesa formal a Stalin de abrir un segundo frente en Francia en 1944.

La declaración de la Europa liberada, es decir, que ya no necesitaban seguir en Estado de guerra,


permitiendo elecciones democráticas en todos los territorios liberados.

El desarme, desmilitarización y partición de Alemania, que fue vista por las tres potencias como un
"requisito para la futura paz y seguridad". Así, el país se dividiría en cuatro zonas, una para cada
aliado y una para Francia.

Indemnizaciones a pagar por Alemania por las "pérdidas que ha causado a las naciones aliadas en
el curso de la guerra". Estas indemnizaciones podían salir de la riqueza nacional

La cuestión de los crímenes de guerra quedó pospuesta.

La URSS se comprometía a intervenir en la guerra con Japón antes de tres meses tras la rendición
alemana. A cambio, se le daría la isla de Sajalín y las islas Kuriles, y varios privilegios.

REFLEXIONES:

La restauración de las fronteras soviéticas de 1941 fue casi imposible de impedir. Una política
occidental más dinámica habría podido lograr ciertas modificaciones y hasta la devolución de
alguna forma de independencia a los Estados del Báltico, tal vez vinculados a la Unión Soviética
mediante tratados de ayuda mutua y con la presencia de bases militares soviéticas.Tal vez esto se
hubiese sido alcanzable en 1941 o 1942, cuando la Unión Soviética se tambaleaba al borde de la
catástrofe. Es comprensible que Roosevelt no hubiese querido imponer a los dirigentes soviéticos
tan terrible opción en un momento en que, no habiendo entrado aún en guerra los Estado Unidos.

Después de la batalla de Stalingrado sí habría podido plantearse la cuestión del futuro de Europa
oriental sin riesgo de un desplome soviético o de una paz separada con Hitler. Habría podido
hacerse un esfuerzo por resolver la estructura política de los territorios situados más allá de la
frontera soviética y por lograr para estos países un status similar al de Finlandia
¿Habría pactado Stalin una paz separada con Hitler si las democracias hubiesen sido más
insistentes (2 ESCENARIOS)?
El primero data de los días iniciales de la guerra, cuando imperaba el pánico. Según se dijo, Stalin,
Molotov y Kaganovich pidieron al embajador de Bulgaria que analizara con Hitler la posibilidad de
que se contentara con los Estados del Báltico, Besarabia y territorios en Bielorrusia y Ucrania, en
esencia, las fronteras soviéticas de 1938, pero, según se dijo, el embajador se negó a transmitir el
mensaje. Hitler habría rechazado sin duda ese arreglo mientras los ejércitos alemanes avanzaban
hacia Moscú, Kiev y Leningrado, y ya habían dejado muy atrás lo que sugería la «oferta de paz» (si
es que era eso). El plan nazi consistía en despoblar la Unión Soviética hasta la línea que corre de
Arcángel hasta Astrakán, mucho más allá de Moscú, y reducir a la esclavitud a la población que no
hubiese sido exterminada

El segundo episodio es aún más ambiguo; ocurrió en septiembre de 1943, ocho meses después de
la batalla de Stalingrado y dos meses después de la batalla de Kursk, en que fueron exterminados
casi todos los carros blindados alemanes. Ribbentrop narró a Hitler un hecho extraño. Un
viceministro soviético de Exteriores, que en un tiempo fuera embajador en Berlín, estaba de visita
en Estocolmo, y Ribbentrop vio su viaje como una oportunidad de mantener unas conversaciones
preliminares sobre un acuerdo de paz separado, a lo largo de las fronteras de 1941. Sin duda, esto
sólo es lo que deseaba creer Ribbentrop, porque en aquel momento los ejércitos soviéticos
estaban aproximándose por su cuenta a las fronteras de 1941. Hitler lo rechazo porque lo volveria
atacar. Ante todo, una paz separada, aunque fuese sobre las fronteras de 1941, no habría resuelto
nada para Stalin ni para Hitler. Habría dejado a Stalin ante una Alemania poderosa y con la
perspectiva de que, en otro conflicto, las democracias pudiesen abandonar a su traicionero
asociado. Habría sido interpretada por Hitler como un intento de acercar los ejércitos soviéticos a
Alemania, sin ninguna garantía de que no reanudarían la guerra a la primera oportunidad

El concepto de Roosevelt de los Cuatro Policías cayó en el mismo obstáculo en que cayera el
concepto wilsoniano, más general, de la seguridad colectiva: los Cuatro Policías simplemente no
veían del mismo modo sus objetivos generales. La mortal combinación de Stalin, paranoia,
ideología comunista e imperialismo ruso, le hizo ver el concepto que imparcialmente impusieran la
paz mundial sobre la base de unos valores universalmente compartidos como una oportunidad
soviética o como una trampa capitalista. Stalin sabía que, por sí sola, Gran Bretaña no era
contrapeso para la Unión Soviética, y que esto, o bien crearía un enorme vacío frente a la Unión
Soviética, o bien serviría como preludio a una ulterior confrontación con los Estados Unidos (que,
como bolchevique de la primera generación, Stalin tenía que considerar como el resultado más
probable). Sobre la base de una u otra de estas hipótesis, era evidente que Stalin impulsaría el
poderío soviético lo más hacia el oeste que fuera posible para recoger el botín o para colocarse en
la mejor posición de negociar en un encuentro diplomático posterior. Al final EEUU no aceptaron
sus consecuencias, porque ellos de igual forma debían intervenir dondequiera que fuese la paz
amenazada. A pesar de que Rooselvet dejo de tarea a los ingles y Rusia de conservar la paz en
Europa.

Por otro lado, si eso era cierto, sería inevitable que la Unión Soviética dominara Europa central,
colocando a Gran Bretaña ante un dilema insuperable. Por una parte, ésta ya no era lo bastante
fuerte para mantener por sí sola el equilibrio del poder contra la Unión Soviética. Por otra, en la
medida en que Gran Bretaña emprendiera alguna clase de iniciativa en solitario, era probable que
tropezara con las tradicionales objeciones norteamericanas.

Si los Estados Unidos se negaban a defender Europa y si consideraban imperialista el intento


británico de actuar por sí solo, la doctrina de los Cuatro Policías conduciría al mismo vacío al que
llevara el concepto de seguridad colectiva durante los años treinta. Mientras los conceptos
norteamericanos no cambiaran, toda resistencia al expansionismo soviético sería imposible. Para
cuando los Estados Unidos se enfrentaran a este peligro y volvieran a la lucha, el resultado serían
esas mismas esferas de influencia que tan esforzadamente habían evitado crear durante la guerra,
aunque con una línea de demarcación mucho menos propicia. A fin de cuentas, no se podía
rechazar la geopolítica. Los Estados Unidos volvieron a Europa; Japón y Alemania fueron
restaurados para reconstruir el equilibrio; y la Unión Soviética se lanzó a cuarenta y cinco años de
tensión y de hiperextensión estratégica, que la llevarían a su desplome final.

El Caso de China también dejo mucho que pensar, Roosevelt lo había incluido entre los Cuatro
Grandes, en parte por cortesía y en parte para que su designio global tuviese un ancla en Asia. Sin
embargo, China era aún menos capaz que Gran Bretaña de cumplir la misión que le asignaba
Roosevelt. Al término de la guerra, era un país subdesarrollado, víctima de una guerra civil. ¿Cómo
podría servir de policía mundial? La respuesta de Stalin fue ue no sería lo bastante fuerte para
realizar esa función global y sugirió, en cambio, la creación de unos comités regionales para
mantener la paz a loque Roosevelt rechazo porque tendía a crear esferas de influencia y había
que defender la paz sobre una base global, o no defenderla.

El análisis geopolítico de Churchill resultó mucho más acertado que el de Roosevelt. Sin embargo,
la renuencia de Roosevelt a ver el mundo en términos geopolíticos era el lado inverso del mismo
idealismo que había lanzado a los Estados Unidos a la guerra y les había permitido defender la
causa de la libertad. Si Roosevelt hubiese seguido los consejos de Churchill habría podido mejorar
la posición negociadora de los Estados Unidos, pero acaso hubiese sacrificado su capacidad de
sostener las confrontaciones de la Guerra Fría que se avecinaba.

La concepción que Roosevelt tuvo del mundo de la posguerra fue considerado muy optimista,
pero a la luz de la historia norteamericana esa posición representaba casi seguramente una etapa
necesaria que el país había de atravesar si quería superar la crisis inminente. A la vez, Roosevelt
condeno a su sociedad a través de dos de las crisis más terribles de su historia, y sin duda no
habría logrado triunfar en estos esfuerzos si hubiese tenido un mayor sentido a la relatividad
histórica. Aunque ello fuese inevitable, la guerra terminó con un vacío político. El equilibrio del
poder estaba destruido, y un tratado de paz general se mostraba esquivo. Entonces el mundo
estaba dividido en dos bandos ideológicos. El período de posguerra se convertiría en una extensa y
penosa lucha por lograr ese mismo acuerdo que había eludido a los dirigentes desde antes de que
terminara la guerra.

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