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DEL SUMIDERO
COLECCIÓN
P^gSENCI^;
36
LA BATALLA
DEL SUMIDERO
HISTORIA DE LA REBELIÓN
DE LOS CHIAPANECAS,
1524-1534,
A TRAyÉS DE TESTIMONIOS
ESPAÑOLES E INDÍGENAS
JAN DE VOS
ISBN 968-29-2852-4
Introducción 17
1. Las dos Chiapas 17
2. La leyenda del Sumidero 19
3. Los antiguos chiapanecas 23
4. Los años 1524-1534. 33
5. Los documentos seleccionados 39
Los documentos 43
9
10 La batalla del Sumidero
Conclusiones 165
Bibliografía 171
Moho (¿ola nacópo tarimihi
ndipaho iqhilame himo,
naqhirnindi mane icopamoña
iqhilame himo
13
14 La batalla del Sumidero
17
18 La batalla del Sumidero
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Introducción 25
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Mapa n ú m 2
El territorio chiapaneca:
sus limites prehispánicos según ^CHIAPAS
Carlos Navarrete (1966) y
distribución de sus pueblos coloniales. 10 km
28 La batalla del Sumidero
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I CUEVAS
PRIMER RAUDAL 1
..CIUDADELA FORTIFICADA
-'250-
TUXTLA
Mapa núm. 3
0 1 2 3 km
30 La batalla del Sumidero
el r í o . M á s a ú n , c o n s t r u y e r o n e n u n o d e los p e ñ a s c o s c e r c a n o s
u n a fortaleza adicional. D e s d e esta fuerza casi i n e x p u g n a b l e pen-
s a b a n a t a c a r al a g r e s o r c o n p i e d r a s , f l e c h a s y l a n z a s , en el c a s o
d e q u e é s t e l o g r a r a t o m a r las a l b a r r a d a s y o c u p a r los t e m p l o s
v p l a z a s del c e n t r o c e r e m o n i a l .
¿ C ó m o e r a n los c h i a p a n e c a s ? P a r a h a c e r n o s u n a i d e a d e su
apariencia física y d e la i m p r e s i ó n q u e é s t a c a u s ó a los e s p a ñ o l e s ,
e s c u c h e m o s el t e s t i m o n i o d e fray T o m á s d e la T o r r e . E s t e p a d r e
d o m i n i c o a c o m p a ñ ó en 1 5 4 5 a fray B a r t o l o m é d e las C a s a s en
su p r i m e r a visita a C h i a p a . D e s c r i b e a los n a t u r a l e s d e e s t a
manera:
PICHUCALCO j I
/ TA8ASC0
MINCAPA
SAYULA >v \
OSTUACAr « / T C C T U /»ó.»
\P XlAPANGAJOYA
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QUECHULA •" H'ochi *I •
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JITOTOL
Mapa núm. 4
La provincia colonial de los zoques
Introducción 39
45
46 La batalla del Sumidero
DESTRUCCIÓN DE CHIAPA-NANDALUMI
Y a la conquista ya definitiva
va bregando la nueva comitiva
hacia el Maya-Quiché, país de ensueño
en otros tiempos de grandezas dueño,
y en aquellos instantes protestando
que habrían de sucumbir... pero luchando!
EL ÚLTIMO COMBATE
]FUNDACIÓN DE CHIAPA
5. L A C O N Q U I S T A D E C H I A P A , S E G Ú N M A N U E L T R E N S (1949)
6 . LA C O N Q U I S T A D E 1 5 2 4 , S E G Ú N B E R N A L DÍAZ
DEL CASTILLO (1632)
61
62 La batalla del Sumidero
84
La doble rebelión de los chiapanecas 85
"14. A las catorce preguntas dijo que este testigo vio cómo después
que entraron la dicha fuerza por las albarradas que en ella esta-
La doble rebelión de los chiapanecas 89
ban hechas, los naturales del dicho Chiapa y gente que dentro
estaban se retiraron, viendo que iba sobre ellos la gente de espa-
ñoles, a unos peñascos y angostura estrecha del dicho río, y que
cree este testigo que no había por donde saliesen porque así lo
decían los naturales de esta tierra, y que esto sabe de dicha pre-
gunta.
"15. A las quince preguntas dijo que sabe la dicha pregunta
porque este testigo estaba presente.
"16. A las .dieciséis preguntas dijo que lo que sabe de esta
pregunta es que este testigo vio como la dicha gente estaba en
mucha estrechura, y cree este testigo que si sobre la dicha gente
estuviera cerco algún tiempo, que no podrían hacer menos que
darse a la paz o se morían, y que, en aquella sazón estaban muchos
de ellos en peñascos ásperos, que no se escaparan de ser tomados.
"14. A las catorce preguntas dijo que este testigo vio cómo, des-
pués de entrados en la dicha fuerza, la gente de chiapanecas, que
en ella estaban, se retrajo a unos peñascos y mucho estrecho, y
que no sabe este testigo si podían salir, y no más de que se decía
y era muy público que no había salida ninguna.
"15. A las quince preguntas dijo que lo que sabe de ella es
que este testigo vio despeñarse gente de unos peñascos abajo y que
el dicho capitán se retrajo atrás después que lo vio.
"16. A las dieciséis preguntas dijo que lo que sabe de ella
es que este testigo tiene por muy cierto que si el dicho capitán
no se retrajera con la gente que con él estaba, que los dichos
chiapanecas recibirían mucho daño y se tomaran muchos de ellos.
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"16. A las dieciséis preguntas dijo que sabe este testigo que
si el dicho capitán no se retrajera hacia atrás y la gente que con
él iba no habiendo salido de la estrechura donde estaban, según
se decía los dichos chiapanecas recibieran mucho daño y murie-
ran forzados algunos de ellos, porque estaban metidos entre pe-
ñascos y monte, donde los amigos los mataran.
"15. A las quince preguntas dijo que este testigo vio que los di-
chos chiapanecas del dicho estrecho se echaban algunos al dicho
río, pero que no sabe si morían o no, y así mismo vio cómo se
despeñó una mujer de un risco grande, y vio este testigo cómo
el dicho capitán, viendo lo susodicho, se retrajo hacia atrás, y
que cree que fue porque no peligrase gente.
"15. A las quince preguntas dijo que este testigo vio echarse algu-
nas mujeres, y que oyó decir que se había despeñado otra, y que
vio que el dicho capitán se retrajo hacia atrás.
"15. A las quince preguntas dijo que sabe la dicha pregunta por-
que este testigo vio que se despeñaban y echaban al río algunos
naturales del dicho pueblo, y viendo aquello el dicho capitán se
retrajo hacia atrás.
"15. A las quince preguntas dijo que este testigo vio despeñarse
y echarse al agua del río algunos indios del dicho pueblo, y vio
cómo el dicho capitán se retrajo hacia atrás, viendo lo susodicho."
92 La batalla del Sumidero
pueblo, y que ellos se vinieron a poblar hasta que por allá pasó
el capitán que había ido con la gente de pie, que se venía a juntar
conmigo; y de temor de ellos y de mí, que estaba cerca, vinieron
de paz donde yo estaba, y los recibí de paz en nombre de su majes-
tad, y se poblaron y los dejé seguros y de paz, y al español que
los tenía encomendados le dieron de lo que tenían y vinieron con
él hasta esta villa.
" 8 . ítem, si saben que después de Suluchiapa envié a llamar
y requerir el pueblo de Estacomitlán con indios, que viniesen de
paz y al conocimiento de Dios nuestro señor y dominio de su ma-
jestad, y vinieron dos o tres indios del dicho pueblo de Estacomi-
tlán, a los cuales hablé diciéndoles y requiriéndoles que no estu-
viesen rebeldes y que viniesen a la obediencia y dominio de su
majestad y al conocimiento de Dios nuestro señor y de nuestra
santa fe, declarándoles el galardón que por ello habrían, y que
si así lo hiciesen serían bien tratados y tenidos en justicia, y donde
no, que serían castigados y destruidos por la guerra.
" 9 . ítem, si saben que después de haber hablado a estos di-
chos indios, se fueron al dicho pueblo de Estacomitlán a donde
estaba la gente de él, y yo les estuve esperando ciertos días para
ver si venían de paz y al dominio de su majestad como les envié
a decir, y nunca vinieron, y yo viendo que no venían, me partí
con la gente de mi compañía y fui al dicho pueblo, el cual hallé
despoblado y la gente ida al monte, y a lo que pareció había más
de diez días que eran idos; digan lo que saben de esta pregunta.
"10. ítem, si saben que desde el dicho pueblo de Estacomitlán
hice ciertas entradas en busca de lo naturales del dicho pueblo,
los cuales andaban por los montes con sus armas a uso de guerra;
y si saben que vino un indio de los del dicho pueblo de Estacomi-
tlán a decirme que querían venir de paz y al dominio de su majes-
tad, al cual yo hablé y mostré cómo tenía voluntad de los recibir
si viniesen de paz y hacerles muy buen tratamiento y mantenerles
en justicia y razón y otras cosas para atraerlos al dominio de su
majestad, y en conocimiento de nuestra santa fe católica.
"11. ítem, si saben, vieron, oyeron decir que yo aguardé cier-
tos días a ver si venían de paz los dichos indios, los cuales no
vinieron; y el dicho indio volvió a decirme que no habían venido
por ciertas causas y ocupaciones que tenían, y que querían venir
dende a otros tres o cuatro días; y si saben que yo mandé a la
gente que no saliesen a hacer entrada ni daño en ellos hasta que
96 La batalla del Sumidero
[Interrogatorio]
"Por las preguntas siguientes sean preguntados los testigos que fue-
ren presentados por parte de Baltasar Guerra, vecino y regidor de
la ciudad de Zamora, en el pleito que contra él trata el licenciado
Agreda, fiscal de su majestad, sobre mal tratamiento que dizque
hizo a los indios de Chiapa:
" 1 . Primeramente sean preguntados los testigos si conocen al
dicho Baltasar Guerra, vecino de la dicha ciudad de Zamora, y el
licenciado Agreda, fiscal de su majestad.
"2. ítem, si saben que el dicho Baltasar Guerra pasó a las Indias
tres o cuatro años primero que el licenciado Ceinos su hermano,
y que cuando pasó, el dicho su hermano quedaba de asiento en
los reinos de Castilla sirviendo a su majestad de fiscal en el su Conse-
jo de las Indias, que después fue proveído de oidor para la Nueva
España en la Audiencia real, que reside en México, y que cuando
el dicho licenciado, su hermano, llegó a las Indias, el dicho Baltasar
Guerra estaba allá muchos días había.
" 3 . ítem, si saben etcétera, que el dicho Baltasar Guerra aportó
a la gobernación y provincia de Guatemala, a donde a la sazón era
gobernador por su majestad el adelantado don Pedro de Alvarado,
el cual, en nombre de su majestad y por su virtud de los poderes
que para ello tenía, envió al dicho Baltasar Guerra, con su poder
y en nombre de su majestad, por capitán general y teniente de go-
bernador de la villa de San Cristóbal, que ahora se dice ciudad
de Ciudad Real, y de la provincia de Chiapa y de las otras provincias
y pueblos comarcanos de aquella tierra.
"4. ítem, si saben etcétera, que cuando el dicho Baltasar Guerra
llegó a la dicha villa de San Cristóbal, presentó los poderes que
del dicho gobernador llevaba ante la justicia y ayuntamiento de ella
y fue recibido a los dichos oficios y al uso y ejercicio de ellos por
todos en nombre de su majestad, y luego se le dio noticia y aun
se le requirió diciendo que el pueblo de Chiapa estaba de guerra
100 La batalla del Sumidero
y les ofrecía la paz y todo buen tratamiento y les daba y dio plazo
de días para que viesen en ello, y en estos días mandó que ninguno
saliese a pelear con ningún indio; y si saben que aun comer no
dejaban al dicho capitán con las flechas que tiraban, y tenía rode-
lero alrededor que le guardaban mientras que comía y ansí comían
uno, después otros; digan lo que saben.
" 7 . ítem, si saben etc., que en todo este tiempo con cuantos
requerimientos se hicieron a los dichos indios, nunca quisieron
venir de paz ni-quisieron dar la obediencia a su majestad, y que de
que esto vio el dicho capitán y porque los dichos indios estaban
de la otra parte del río dando grita y burlando de él de lo que
les decía y pasando el río que venían a pelear, asentó otro real
de la otra parte del río y puso canoas con gente en el dicho río
para señorearles todo el valle de una parte a otra; y si saben que
visto los indios que el dicho capitán señoreaba el valle y el río,
se retrajeron a una angostura del dicho río que era la entrada
de unas fuerzas que tenían; y si saben que un día en amaneciendo,
el dicho capitán levantó los dichos dos reales y a vista uno de
otro caminaron orilla del dicho río y las dichas canoas con gente
por el agua y se fue a meter con los dichos indios en la dicha
angostura y fueron peleando con los dichos indios ganándoles al-
gunas barradas que tenían hechas hasta meterlos por un valle
que estaba más adentro, donde estaban casas de demonios y de
sacrificios y de la gente dé guerra, y los hizo retraer hasta ence-
rrarlos en unas fuerzas que tenían de grandes albarradas, y si
saben que la dicha fuerza y albarradas y entrada y valle nunca
hasta entonces había sido vista por ningún capitán ni español
aunque otras veces habían ido de guerra sobre el dicho pueblo
otros capitanes o gentes, y que el dicho capitán se tornó a retraer
a la población que dejaba atrás a donde recogió su gente y asentó
su real e hizo quemar las casas de demonios y aparejos de sacrifi-
cios que halló, y si saben que por todo el camino del alcáncele
este día hallaban muchos indios sacrificados y que había gran
hedor de ellos; digan los testigos lo que cerca de esto saben.
" 8 . ítem, si saben etc., que después que el dicho capitán tuvo
asentado el real, tornó a enviar a requerir a los dichos indios que
diesen la obediencia a su majestad y le entregasen [aquella] fuerza
y que les guardaría justicia y haría todo buen tratamiento, y que
102 La batalla del Sumidero
"A la cuarta pregunta dijo que lo que de ella sabe es que cuando
vino el dicho Baltasar Guerra como dicho tiene, le vio salir con
vara de teniente de gobernador del cabildo de esta ciudad y le
vio enviar a llamar y requerir unas dos veces los indios y señores
y principales del pueblo de Chiapa para que viniesen a dar la
obediencia a su majestad, porque había días que estaban rebela-
dos y de guerra, los cuales no solamente no quisieron venir, antes
108 La batalla del Sumidero
arrodelaban mientras comían, y que esto fue así tres días o cuatro
arreo, los cuales el dicho capitán les había dado de término para
que viniesen de paz y a dar la obediencia a su majestad, no obstan-
te que en los dos días les hacía requerimientos, y cuanto más
les requería, más gente de guerra venía y más flechas echaban...
"A la séptima pregunta dijo que lo que de ella sabe es que
este testigo vio pasar al dicho Baltasar Guerra de la otra parte
del río a mirar la disposición de la tierra para asentar otro real,
luego incontinenti asentó y dejó por capitán a Francisco Ortiz
de Velasco, vecino de esta ciudad, y el dicho capitán se fue con
seis compañeros (y este testigo era éi uno de ellos) a ver la fuerza
que estaría de allí media legua, y vio toda la fuerza clara, y estan-
do mirando la dicha fuerza, salieron cantidad de gente de guerra
y vinieron dándoles grita y flechándolos hasta que llegaron al real
que había asentado, sin consentir que les hiciesen ningún daño,
puesto que se les pudiera hacer, porque todos llevaban ballestas;
y en llegando mandó que las canoas que habían venido del pueblo
de Ostuta en el río arriba se equipasen de amigos y españoles
para guarda del río, que era de donde más a la continua flecha-
ban; y que otro día se movieron los reales cada uno por su parte,
a vista el uno del otro, que se oía lo que los unos hablaban a
los otros, y las canoas con amigos y españoles en medio, fueron pe-
leando hasta entrar y meterlos en las angosturas, que pasadas
las casas y sacrificios [que] tenían y en el camino hallaron dos
indios sacrificados y una india con muchas flechas encima de los
dichos indios sacrificados, y vio como el dicho Baltasar Guerra
mandó quemar las casas y cues de sacrificios que estaban todas
llenas de sangre, y que sabe que la dicha fuerza no había sido
vista de ningún español hasta entonces, puesto que otras veces
antes se habían rebelado los dichos chiapanecas y habían ido capi-
tanes a conquistarle (y este testigo fue con ellos) y nunca se vio
la dicha fuerza.
"A la octava pregunta dijo que la sabe como en ella se contie-
ne. Preguntado como la sabe, dijo que porque este testigo estuvo
y se halló presente a los requerimientos que el dicho Baltasar
Guerra les hizo y vio que envió a un vecino de esta ciudad, que
se llama Pedro de Solórzano, con ciertos españoles a tomarles
lo alto de la sierra, que era de donde echaban muchas galgas
y piedras y peñas sobre el real que estaba junto a la fuerza, veras
110 La batalla del Sumidero
"A la quinta pregunta dijo que lo que de ella sabe es que estando
el dicho pueblo de Chiapa de guerra llegaron mensajeros del di-
cho Baltasar Guerra a este testigo para que viniese con gente
de amigos del dicho pueblo de Xaltepeque para la pacificación
del dicho pueblo de Chiapa, y que este testigo se partió luego del
dicho pueblo con sesenta hombres y vino al dicho pueblo de Chia-
pa donde halló al dicho Baltasar Guerra, capitán, con gente de
españoles de a pie y de a caballo, y allí vido este testigo enviarle
a requerir a los dichos chiapanecas ante un escribano, que vinie-
114 La batalla del Sumidero
sen de paz y que no les harían mal, y que después vido volver
al dicho escribano y a las demás personas que con él fueron a
requerir a los dichos chiapanecas, diciendo que los susodichos
no querían venir de paz, y que vido este testigo [que] Baltasar
Guerra los tornó a enviar otras veces a hacer los dichos requeri-
mientos con el escribano y con otros ciertos españoles que con
él fueron, y que no quisieron venir de paz, como dicho tiene, y
que en aquella sazón estaba el real asentado vera del río, arriba
del que está en el dicho pueblo de Chiapa, y que esto es lo que
sabe y vido de lo contenido en esta pregunta.
"A la sexta pregunta dijo que lo que de ella sabe es que este
testigo vido venir los indios de guerra del dicho pueblo de Chiapa
por el río arriba, por las orillas de éi y a nado armados con sus
escaguipiles y arcos y flechas, flechando a los españoles que esta-
ban en la dicha ribera, y que vido el dicho capitán Baltasar Guerra
daba voces a los españoles e amigos mandándoles que no peleasen
con los dichos indios de guerra, y vido que entonces el dicho Bal-
tasar Guerra estando presentes los dichos indios de guerra, les
tornó otras veces con intérpretes a requerir que diesen la obedien-
cia al emperador y que viniesen de paz y que vido que respondie-
ron a voces que no querían paz sino guerra, y que esto sabe de
esta pregunta.
"A la séptima pregunta dijo que la sabe como en ella se contie-
ne. Preguntado cómo la sabe, dijo que porque este testigo fue
uno de los que entraron peleando con su gente de amigos contra
los dichos naturales de guerra y en favor de los dichos españoles,
y vido ser y pasar así lo contenido en la dicha pregunta.
"A la octava pregunta dijo que la sabe como en ella se contie-
ne porque se halló este testigo presente a lo contenido en la dicha
pregunta y fue el intérprete que por mandado del dicho capitán
habló y llamó de paz a los dichos indios de guerra porque el dicho
Baltasar Guerra, capitán, le dijo, llámalos por bien que vengan
de paz porque no les querría hacer mal, y en el entretanto que
este testigo los estaba llamando y hablando de parte del dicho
capitán para que viniesen a dar la dicha obediencia, vido que
el dicho capitán Baltasar Guerra se puso en un paso angosto entre
los españoles y los indios de guerra y no dejó que pasase ninguno
adonde estaban los dichos indios de guerra, deteniéndolos con
su espada sacada para que no hiciesen daño a los dichos indios
La doble rebelión de los chiapanecas 115
de Guerra, y como este testigo vido que los dichos indios no que-
rían venir en paz y que el dicho capitán Baltasar Guerra defendía
que no les entrasen a hacer nial, arrojó este testigo en el suelo
su rodela y no quiso más pelear con los dichos indios, diciendo,
vamonos a nuestras casas pues que el capitán no quiere que des-
truyamos a estos indios, y que por esto sabe lo en la dicha pregun-
ta contenido porque lo vido ser y pasar todo como en la dicha
pregunta se contiene.
"Á la novena pregunta dijo que la sabe como en ella se contie-
ne por lo que dicho tiene en la pregunta antes de ésta y porque
se halló este testigo presente a todo lo contenido en la dicha pre-
gunta y lo vido ser y pasar así como en ella se contiene.
"A la décima pregunta dijo que la sabe como en ella se contie-
ne. Preguntado cómo la sabe, dijo que porque el dicho Baltasar
Guerra dijo a este testigo que se estuviese en el dicho pueblo
de Chiapa algunos días y poblase los dichos indios como hombre
que los entendía, y que este testigo hizo así y se estuvo en el
dicho pueblo ciertos días hasta que se poblaron bien y les hizo
poner cruces y hacer iglesias, y vido que el dicho Baltasar Guerra
puso por principales del dicho pueblo a los dichos don Diego y
don Juan porque este testigo le dio noticia de ellos y que eran
buenos para ser principales del dicho pueblo y para lo tener en
paz, y que por esto sabe la dicha pregunta.
"A las once preguntas dijo que lo que de ella sabe es que vido
este testigo las provincias y pueblos de Estacomitán y Comiapa
y Gualpitán y Solusuchiapa y Estapanquaxoya y Mincapa y Teapa
estar de guerra y vido que el dicho Baltasar Guerra los envió a
llamar que viniesen de paz. v vido volver los mensajeros que los
iueron a llamar por mandado del dicho capitán diciendo que
los dichos indios de guerra no querían venir de paz y vido salir
de esta ciudad para las dichas provincias a los capitanes que la
pregunta dice, y esto sabe de esta pregunta.
"A las doce preguntas dijo que la sabe como en ella se contie-
ne. Preguntado cómo la sabe, dijo que porque este testigo anduvo
con el dicho capitán y fue uno de los que entrevinieron en los
medios que se dieron entre el dicho capitán y los naturales de
guerra, mediante los cuales dichos medios vinieron de paz, y sabe
que siempre la han mantenido y guardado hasta el día de hoy
sin haberse rebelado y ve entre ellos manera de cristiandad por
116 La batalla del Sumidero
':)
las tienen las otras ciudades y villas de las nuestras Indias o como
la nuestra merced fuere. Y nos, acatando los trabajos y peligros
que los dichos vecinos y conquistadores y pobladores de la dicha
villa pasaron en la conquista y población de ella, tuvímoslo por
bien. Y por la presente hacemos merced y queremos y mandamos
que ahora y de aquí adelante la dicha villa de San Cristóbal de
los Llanos haya y tenga por sus armas conocidas, un escudo, den-
tro de él dos sierras, por medio de las cuales pase un río y encima
de una de las dichas sierras a la mano derecha esté un castillo
de oro y un león rampante y arrimado a él, y por encima de la
otra sierra a la mano izquierda salga una palma verde con su
fruta, con otro león rampante, arrimado asimismo a ella, en me-
moria de la advocación del glorioso señor san Cristóbal; todo ello
en campo colorado, según que aquí van figuradas y pintadas. Las
cuales armas damos a la dicha villa por sus armas y divisas señala-
das, para que las pueda traer y poner y traiga y ponga en sus
pendones, sellos y escudos y banderas y en las otras partes y luga-
res que quisiere y por bien tuviere, según y como y de la forma
y manera que las ponen y traen las otras villas de nuestros reinos
a quienes tenemos dadas armas y divisas.
"Y por esta nuestra carta mandamos al ilustrísimo príncipe
don Felipe, a nuestro muy caro y muy amado nieto e hijo, a los
infantes nuestros muy caros hijos y hermanos, y a los prelados,
duques, marqueses, condes, ricos hombres, maestros de las órde-
nes, priores, comendadores y subcomendadores, alcaides de los
castillos y casas fuertes y llanas, y a los de nuestro concejo, alcal-
des, alguaciles de la nuestra casa y corte y cnancillerías, y a todos
los concejos, corregidores, asistentes, gobernadores, alcaldes, al-
guaciles, merinos, prebostes, veinticuatros, regidores, jurados, ca-
balleros, escuderos, oficiales y hombres buenos de todas las ciuda-
des, villas y lugares de estos dichos nuestros reinos y señoríos
y de las dichas Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, así
a los que ahora son como a los que serán de aquí adelante, y a
cada uno y cualquier de ellos en sus lugares y jurisdicciones, que
guarden y cumplan y hagan guardar y cumplir la dicha merced
que así hacemos de las dichas armas, que las haya y tenga por
sus armas conocidas y las dejen como tales poner y traer, y que
en ello ni en parte de ello embargo ni contrario alguno no pongan
ni consientan poner en tiempo alguno ni por alguna manera, so
La doble rebelión de los chiapanecas 123
¡Un panorama bien distinto del que Baltasar Guerra pintó en sus
probanzas de méritos!
por ser tan señalado y fuerte, los indios que estaban en él muchos
y belicosos, y el dicho Cristóbal de Morales, con la ayuda y favor
de Dios nuestro señor y valor de su persona, acometió el dicho
fuerte solo, y después de haber reparado la furia de muchas galgas
y piedras que le echaban de lo alto, rodeando, de una cueva, que
halló en la cuesta por donde se subía al dicho fuerte, salió, y a
pesar de los enemigos entró en el dicho fuerte, y después, viéndole
los españoles arriba, subieron tras él y acabaron de ganar el dicho
fuerte, que fue lo principal de toda la conquista; digan lo que
saben.
licenciado don Manuel de Ungría Girón, del concejo del rey nues-
tro señor, oidor más antiguo en la Audiencia y Cnancillería real
de Guatemala, visitador general de las provincias de Chiapa, So-
conusco y Zapotitán de su distrito, por ante mí, Gregorio López
de Requena, escribano del rey nuestro señor, don Rodrigo Ponce de
León Cabeza de Vaca, indio natural de este dicho pueblo de Chia-
pa^presentó por testigo a Juan Tipuma, indio natural del pueblo
de Pochuta, y mediante Diego Pérez, intérprete, fue del susodicho
recibido juramento, y juró por Dios y a la cruz tal como está +
en forma de derecho.
"Habiéndolo hecho cumplidamente y preguntado por el tenor
del pedimiento por el susodicho presentado, dijo que este testigo
conoció muy bien a don Diego Nocayola, natural que fue de este
dicho pueblo, que era la cabeza mayor de él, que era el que man-
daba a todos y lo obedecían. Sobre que fue casado no se acuerda
ni cómo se llamaba su mujer, mas de que entonces no se casaban
conforme lo manda la santa madre iglesia, porque había poco
que habían venido los españoles a esta tierra y estaba ya casado
el dicho don. Diego.
"Cuando los españoles entraron en esta tierra, era este testigo
muchacho como de ocho o diez años poco más o menos, y así
como llegaron a este dicho pueblo, el dicho don Diego Nocayola
se hizo gran amigo con los españoles, los cuales se fueron a la
Ciudad Real de Chiapa, y estando en ella, los indios de este pueblo
de Chiapa se quisieron alzar con ciento y veinte de ellos que eran
cabezas, y porque el dicho don Diego Nocayola no quiso aunarse
con ellos, le embistieron e hicieron encerrar en su casa, que si
no lo mataran; y apaciguados los indios, el dicho don Diego se
fue a la Ciudad Real de Chiapa a verse con los españoles y a
darles cuenta de lo que pasaba, los cuales vinieron luego a este
dicho pueblo con el dicho don Diego Nocayola, el cual cogió su
espada y daga, y queriendo prender y castigar a los dichos ciento
y veinte indios alzados, se retiraron y fueron huyendo por el río
abajo y orillas de él, que está junto a este pueblo, y prendió como
a cien indios. A todo esto este testigo no se halló presente, sino
que entonces fue cosa muy pública y notoria en esta provincia
lo susodicho.
"Y teniendo presos a los dichos cien indios y con ellos al capi-
tán y caudillo, el dicho don Diego hizo echar un pregón general
140 La batalla del Sumidero
"[...] Dijo este testigo que sabe [...] que el dicho don Diego Rodri-
go Ponce de León Cabeza de Vaca es nieto legítimo del dicho
don Diego Nocayola, y el primer encomendero de este pueblo
sabe que [es] Juan Guerra, el cual como vio que el dicho-donJ0ieg&
era el que mandaba a los iridios del pueblo y le obedecían,-lo
dejó a cargo de que él cobrase el tributo de los indios. Y los indios,
como veían que el dicho don Diego comía y bebía a la mesa del
dicho Juan Guerra, encomendero, y lo quería mucho, trataron de
ponerle pleito y quererlo matar al dicho don Diego.
"Y no estando en el pueblo el dicho Juan Guerra, un indio
llamado Sanguieme aconsejó a todos los indios que matasen al
dicho don Diego Nocayola. Y se armaron contra él con flechas
La doble rebelión de los chiapanecas 141
"[•••] Dijo este testigo que sabe que en ese tiempo era el dicho /
don Diego Nocayola que cobraba el tributo de los indiqs^de este /
pueblo de Chiapa, por Juan Guerra que era encomendero de él. I
Y como^eñtoñcés" era entré los indic^casAJiueJía pagar tributos...
142 La batalla del Sumidero
a otros dos indios que se habían huido estando presos. Los hizo
buscar y hallados los hizo ahorcar en los árboles^éjue estaban en
usa mezquita que tenían los indios. Que por todos los que ahorcó
serían más de sesenta indios.
"Y para hacer esta justicia, lo mandó a pregonar por todos
los pueblos del sujeto de éste de Chiapa, para que viniesen a verlo.
Y vinieron a verlo muchos indios de fuera y los que había en
el pueblo. Y después acá ha visto que los indios quedaron muy
sosegados y pagaron y han pagado muy bien su tributo. Y los
españoles tuvieron por bueno la justicia que el dicho don Diego
Nocayola hizo en los indios rebeldes y alzados.
"Y esto que dicho tiene vio pasar porque entonces era mu-
chacho y se andaba con los españoles hasta ver en que paró lo
susodicho" [...]
" E n seis días del mes de junio de 1571 años, ante el juez [ilegible],
juez de comisión susodicho, pareció la parte del dicho pueblo y
naturales de Chiapa, y por u n a petición que presentó, dijo que
[...] antiguamente el dicho pueblo de Chiapa había estado poblado
más de 200 años en la p u n t a que hacía el dicho río de los Bobos
con el río que venía de Totolopa, que después poco a poco se
había venido el dicho pueblo al asiento donde al presente está,
y se había quedado en su primer asiento hasta cien casas de los
propios chiapanecas, los cuales se llamaban de Agaguicula, y que
más abajo había quedado otro pueblo de su misma gente, que
se decía de Acala, el cual era de hasta doscientas casas, el cual
de presente estaba poblado [...] siendo el pueblo de Chiapa, como
había sido, al tiempo que había estado en el dicho asiento de
Chiapa, el mayor y más grande de toda la provincia, que tenía
más de cuatro mil casas [...] que podía haber treinta y jocho años
poco más o menos, que era poco después de la venida de los espa-
ñoles al descubrimiento de la dicha provincia, el dicho pueblo
de Chiapa se había alzado contra los españoles y se habían recogi-
do todos en un cuerpo a u n peñón que estaba abajo de di-
cho pueblo, dentro del río, donde habían estado cuatro años de
guerra"[...]
La doble rebelión de los chiapanecas 145
"La parte del pueblo de Chiapa [...] dijo [...] que los indios chiapa-
necas, sus partes, eran naturales de la dicha provincia de Chiapa,
de tiempo inmemorial, y caso que no lo fuesen —que negaba—,
había más de mil años que estaban y vivían como las demás natu-
rales en la dicha provincia, y el dicho pueblo había sido siempre
y era cabecera de ella, pues de él tomaba nombre la dicha provin-
cia, diciéndose la provincia de Chiapa [...] y que el dicho pueblo
de Chiapa había sido y era el más noble y de la gente más hermosa
y principal de toda la dicha provincia" [...]
149
150 La batalla del Sumidero
los corazones no era la mayor parte de los indios (con mucha os-
tentación de obras de fe) más cristianos que si no se la hubieran
predicado, o si todavía estuvieran en el cerro de sobre el río, de
donde los bajó el capitán Diego de Mazariegos.
"Entró en el pueblo el padre fray Pedro de Barrientos. Apren-
dió la lengua y súpola tan bien o mejor que la propia materna.
Dióle el Señor gracia con la gente, y comenzáronle a mirar como
padre. Y al cabo de catorce años que poco a poco iba entendiendo
las cosas de los indios, llegó a saber que aún había idolatrías en
el lugar. Porque el ídolo suyo principal Maviti, le tenían escondi-
do y guardado, y con mucho secreto le adoraban, y hacían sus
sacrificios como antes, teniéndole una gran cofradía de muy su-
cios sirvientes, que era el culto de aquel dios que fue la gloria
y bienaventuranza de aquellos naturales y desde los tiempos muy
antiguos nadie le había visto. Con todo esto, por relación de los
sacerdotes que venía de mano en mano, no sé si diga que apenas
se hallara ahora un hombre de tan buen ingenio en interpretar
enigmas y jeroglíficos que con más claridad diga lo que cada cosa
significa como los mayorales de los indios que sabían la significación
de todas las partes de este ídolo, cabezas, ojos, orejas, cuello, pe-
chos, brazos, manos y pies, y qué significaban los lazos, hoyos,
señales, rayas y figuras que en cada una de estas partes tenía. Y
ésta era toda la teología de los maestros de aquella república, muy
cargados de doctrina cristiana y saber y decorar los artículos de
la fe y los mandamientos de Dios.
"Entró el padre fray Pedro de Barrientos. Descubrió el mal,
sacó el ídolo a la plaza, mostró a todos una abominación semejan-
te, que corridos y confusos, como nunca le habían visto, no se
osaban mirar unos a otros. Predicóles sobre el caso muchos sermo-
nes, exhortóles a penitencia, por cuyo medio les prometía el per-
dón de un pecado tan grande. Quebró el ídolo delante de todos.
Echóle en un fuego. Y después de quemado, esparció las cenizas
por el aire. Castigó con mucho rigor los cofrades o capellanes
abominables. Y al sacerdote, que se llamaba Juan Doche, le entre-
gó al señor obispo, que le hizo servir muchos años en la catedral
con un grillo al pie. Hecho esto, sin diligencia ninguna, volunta-
riamente entregaron los indios muchos ídolos que tenían escondi-
dos, unos antiguos y otros modernos que habían hecho después
que les habían quitado algunos que tenían. Bautizáronse muchos
Vencedores y vencidos, después de la rebelión 159
165
166 La batalla del Sumidero
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La Batalla del Sumidero
Esta obra se terminó de imprimir
en el mes de diciembre de 1990
en los talleres de Segraco, S.A. de CV.
Av. Constituyentes 345-2o. piso CP 11830.
La edición estuvo a cargo
de la Dirección General de Publicaciones
del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Se tiraron 7 000 ejemplares
más sobrantes para reposición