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RESUMEN
El presente texto explora las dimensiones críticas que el joven Marx logró
poner en claro con relación a la filosofía de Hegel. Antes de Marx, la filosofía de
Hegel tuvo críticos de la talla de Schelling, por ejemplo; pero fue la crítica de Marx
la que abrió un horizonte de interpretación que aún tiene vigencia en filósofos
como Habermas, ya entrado el siglo XX. Nosotros intentamos en el texto
reconstruir las líneas básicas de la crítica hegeliana de Marx con el objetivo de
pensar los límites y los aciertos de dicha crítica, en un momento actual en que los
conceptos centrales de la dialéctica hegeliana cobran nueva importancia en
autores como Zizek, Laclau y en los psicoanalistas lacanianos, por citar algunos
ejemplos. Marx pensaba que la Fenomenología del espíritu era la clave de toda la
filosofía de Hegel. Así, en un escrito temprano, los Manuscritos del 44, Marx crítica
a Hegel la mitificación de la naturaleza humana y, con ello, la mitificación del
trabajo. En efecto, para Marx la tesis de una posición absoluta de la
autoconciencia lleva a una negación absoluta de la objetividad no sólo del hombre
sino del mundo concreto y material, en el cual, el hombre, como ser vivo,
necesariamente realiza su objetividad que transforma el mundo, pero que de
ningún modo cancela. En nuestro texto repasamos la crítica de Marx, pero
intentamos al mismo tiempo dar cuenta de los límites de esa crítica no sólo en
relación con la filosofía de Hegel, sino también con la crítica marxista a la religión.
ABSTRACT
This essay explores young Marx’s critique of Hegel’s philosophy. Before Marx,
Hegel was criticized by important thinkers like Schelling for example, but it was
Marx’s critique which opened up a horizon of interpretation which lasted well into
the twentieth century with philosophers such as Habermas. The basic lines of
Marx’s critique of Hegel are reconstructed with the aim of identifying their strengths
and limitations in the context of a renewed interest in Hegelian dialectic by authors
such as Zizek, Laclau as well as the Lacanian psychoanalysts.
Marx thought that Hegel’s Phenomenology of Spirit was the key to his whole
philosophy, and in Marx’s early writings, e.g. Manuscripts of 1844, he objects to
what he sees as Hegel’s mythification of human nature and with it the mythification
of labor. For Marx, the absolutist view of self-consciousness leads to an absolute
negation of objectivity, not only of man, but also of the concrete, material world in
which man, as a living member, necessarily exercises his objectivity which in turn
transforms that world. In reviewing Marx’s critique, special attention is gi en to its
limits, not only in relation to Hegel s philosophy, ut also to Marxist critiques of
religion.
* Licenciado en Filosofía por la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla, Maestro en Filosofía por la U.N.A.M. Doctorante en filosofía por la
U.N.A.M. Actualmente, Docente de La Universidad La Salle Pachuca.
INTRODUCCIÓN
Por último, pensamos que reflexionar sobre la crítica del joven Marx a Hegel
no es un mero ejercicio erudito. Por el contrario, sostenemos que el encuentro
crítico entre Marx y Hegel es la base de la reflexión posmoderna que ve el ocaso
irremediable de la filosofía y, con ello, de una de las expresiones más altas de la
cultura civilizada. En este sentido, se debe comprender que la tradición filosófica
no puede ser un objeto museográfico, sino que siempre plantea la posibilidad de
una reinterpretación como exigencia máxima de todo pensamiento productivo y
original.
Lo primero que debe subrayarse de esta primera cita es el amplio movimiento del
que Marx se sirve para abordar la problemática que implica el saber absoluto. En
la cita hay una evidente alusión a los capítulos último y tercero de la obra de
Hegel. En ambos casos Marx alude al proceso que identifica sujeto y objeto. En
efecto, al final del tercer capítulo de la fenomenología de la conciencia resulta, por
el devenir de la experiencia de la certeza sensible al plano no-sensible del
entendimiento, que la conciencia se revele finalmente como conciencia de sí,
experiencia por la cual “lo otro” de la conciencia se cancela y la conciencia misma
se re ela a sí misma como “un momento diferencial de la autoconciencia” (MARX,
1980, p. 116). Esto mismo sucede en el nivel más alto de la fenomenología de la
conciencia, con la identidad de conciencia y autoconciencia que es ya identidad
entre pensamiento y ser, sujeto y o jeto, necesidad y li ertad, “conciliación de la
tierra y el cielo”, en suma, el sa er a soluto. Dicho esto, la conclusión crítica de
Marx debemos ubicarla en las dos últimas líneas de la cita, es decir, en su
afirmación de que esa “identidad” hegeliana sólo tiene lugar en el “pensamiento
a stracto”. Identidad que por lo tanto no tiene lugar efecti amente en la realidad,
esto es: un pensamiento puro, que por definición actúa al margen de la realidad
efectiva no puede realizarse objetivamente en ésta y, por lo tanto, la objetividad
a solutamente identificada con el sujeto, que “opera” en ese pensamiento, no
puede operar más allá de ese pensamiento mismo.
Esta cita nos indica ya que para Marx el espíritu hegeliano no es otra cosa que
la esencia del hom re, pero que en Hegel esa “esencia” se ha in ertido a tal
extremo que ha perdido toda concreción y por eso toda realidad efectiva.
De ahí que para Marx la concepción hegeliana del trabajo como una actividad
espiritual olvida dos cosas principalmente: 1) que el trabajo es real, esto es, una
actividad hecha por hombres limitados por sus necesidades y sus condiciones de
producción, es decir, por la totalidad social en la que necesariamente se
circunscriben; 2) que el trabajo real tiene un aspecto positivo y otro negativo.
Positivo en cuanto que el trabajo permite al hombre subsistir como especie
natural, y, negativo, en cuanto que el trabajo como enajenado se vuelve contra la
especie misma al reducir la vida del hombre a un nivel de animalidad sin más, en
cuanto que el producto del trabajo no satisface ya la necesidad propia, sino que se
presenta como radicalmente extrañado a esa necesidad.
La concepción hegeliana del trabajo que sólo puede ver el lado positivo de
éste, impide dar cuenta del tra ajo como enajenado, el cual “arre ata” al hom re
el o jeto de su producción y con ello “su o jeti idad real”. Esto se de e a que
Hegel se ha elevado por encima del trabajo real de los hombres concretos y en su
lugar ha puesto una “acti idad espiritual” que en realidad no produce otra cosa que
a sí misma. Eso significa que la pretendida autosuficiencia del saber absoluto que
reconcilia, según el filósofo, todas las oposiciones, nunca ha salido, ni podrá
hacerlo, como hemos de ver de las meras abstracciones. Todo esto nos lleva a un
punto más de la crítica de Marx, consecuencia última de su crítica de Hegel: la
superación de la filosofía misma.
Para exponer los puntos centrales de esta crítica de la filosofía nos hemos de
guiar por un texto de Marx muy cercano al momento de redacción de los
manuscritos, “Crítica de la filosofía del derecho de Hegel”. En este texto Marx
precisa fundamentalmente tres conceptos: religión, filosofía y revolución. El objeto
de nuestro interés es determinar el papel que Marx asigna a la filosofía, pero
hemos de comprobar que el concepto de religión y de revolución son ejes
fundamentales para determinar ese papel. En primer lugar se debe comprender
que para Marx la religión es algo que el hombre hace y que, por tanto, ésta debe
ser remitida a la actividad humana misma y no a una entidad suprema y
sobrenatural que pudiera justificarla. Pero si la religión no tiene un origen divino
que la justifique, porque eso divino no existe según Marx, ¿cuál es, entonces, el
motivo por el cual los hombres hacen religión? Para Marx este motivo esta muy
lejos de ser un motivo que provenga de un más allá, de una entidad
supramundana, sino que, por el contrario, ese motivo tiene razones muy
terrenales: la religión no es sino la “conciencia de sí”, de la propia dignidad
humana que no ha podido realizarse en el mundo real y que por lo tanto se ha
“perdido a sí misma”. En este sentido la religión es la conciencia “tergi ersada” del
mundo. Es decir, para Marx, la religión es una compensación “fantástica” en un
mundo enajenado en el cual el hombre concreto no puede ya reconocerse. En
este sentido para Marx la religión es hasta cierto punto una crítica indirecta al
mundo real, cuya crítica, sin em argo, la religión trata de cu rir con su “aroma
espiritual”, esto es, la religión no se asume como crítica del mundo, según Marx,
sino que por el contrario, se limita a la tarea de consolar al “pue lo” con un mundo
ilusorio que se pretende como real.
Por el lado de los aciertos, es indudable que Marx alcanza toda su profundidad
cuando su crítica a Hegel se dirige a ciertos pasajes de la fenomenología
hegeliana que pueden leerse perfectamente en el sentido que Marx les otorga con
su crítica. Es indiscutible la crítica de Marx cuando la dirige a una filosofía: la
hegeliana, que ha hecho prevalecer el saber sobre la acción. En efecto, la
Fenomenología del espíritu se puede leer como el ascenso de la conciencia
ingenua al espíritu que se
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS