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2005
ADIOS A LA BELLEZA
El fracaso de lo feo
La fascinación romántica por lo horrendo llevó a que la belleza
incorporara todos los rasgos que antes pertenecían a lo feo, su
contrario. Se convirtió así en objeto de consumo o provocación, al
punto que hoy hasta el terror, la miseria o el sufrimiento pueden
llegar a resultarnos agradables. Todo es belleza. Al fin de
cuentas, la fealdad nunca logra imponerse.
SILVIA SCHWARZBCK
Cuando uno termina de leer la Historia de la belleza queda con la
sensación algo pasmosa de que, tanto en el arte como en la vida, lo feo
nunca ha logrado imponerse sobre lo bello. Pero como Umberto Eco quiere
incorporar a su libro todas las formas de belleza posibles, sin privilegiar las
formas artísticas por sobre las que están ligadas a la vida cotidiana, no
puede darle la debida importancia al fracaso de la fealdad. Porque a la
fealdad la ha buscado y la ha querido el arte, no la sociedad. Por lo tanto, es
algo de lo que lamentarse —y no algo para celebrar— que aun cuando los
artistas se empecinaran en representar lo feo como feo, el solo hecho de
poder representarlo terminara por convertirlo en bello. La representación es
siempre tranquilizadora. Por eso el modernismo la cuestiona hasta el punto
de negarla. No es un dato menor que el arte moderno haya querido ser feo
él, en lugar de representar lo feo.
Provocación es consumo