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PROGRAMA DE
FORMACIÓN GENERAL
EXPERIENCIA CURRICULAR
SESIÓN N° 12
VIOLENCIA POLÍTICA EN EL
PERÚ Y DERECHOS HUMANOS
FG
PROGRAMA DE
FORMACIÓN GENERAL
LECTURA
El 1 de octubre de 1990, Constantino Saavedra Muñoz, ex-teniente alcalde del distrito de Quinua, provincia de Huamanga,
fue interceptado por miembros del Ejército, junto a los señores Gilberto Aparicio y Plácido Juscamayta. Estos últimos
fueron liberados al día siguiente de la detención. Del señor Constantino Saavedra jamás se volvió a saber.
Constantino Saavedra Muñoz tenía 40 años y estaba casado con Maximiliana Rómula Quispe Montes de
Saavedra, con quien tenía cuatro hijos. La pareja había asumido, además, el cuidado de otros dos menores
de edad (sobrinos de la señora Maximiliana) cuyos padres habían sido asesinados en la selva.
Saavedra era ingeniero agrónomo y fue teniente alcalde del distrito de Quinua, provincia de Huamanga,
en el departamento de Ayacucho, durante el gobierno de Fernando Belaúnde. También era ex-dirigente
de la Federación Departamental de Campesinos de Ayacucho (FADA), base de la Confederación
Campesina del Perú.
En la mañana del 1 de octubre de 1990, Constantino Saavedra se dirigió a la Oficina-Taller de la
Corporación de Desarrollo de la Ciudad de Huamanga (CORFA), en compañía de los señores Gilberto
Aparicio y Plácido Juscamayta. Estaban gestionando el alquiler de un tractor para labores agrícolas.
Al salir de la reunión en CORFA, los señores Saavedra, Aparicio y Juscamayta observaron que un grupo
numeroso de personas de los grupos de defensa civil de Acosvinchos, así como un camión y un carro del
Ejército merodeaban la zona. Sin embargo, prosiguieron su camino. En ese momento fueron
interceptados por efectivos de Inteligencia del Ejército, vestidos de civil, que se encontraban en los
alrededores. Los efectivos les solicitaron sus documentos de identificación. Luego los detuvieron y los
introdujeron por la fuerza en la caseta del camión.
El vehículo se dirigió al Cuartel BIM 51 “Los Cabitos”. Al momento de ingresar al cuartel, los tres detenidos
se encontraban sin ningún tipo de venda, por lo que pudieron reconocer perfectamente el lugar a donde
los estaba llevando. Al pasar la primera tranquera del cuartel, los detenidos fueron obligados a cubrirse
la cabeza con sus chompas. Una vez en el interior las tres personas fueron registradas y separadas en
recintos. Al poco tiempo los militares empezaron a interrogarlos, a torturarlos y a presionarlos para que
se declararan terroristas. A Constantino Saavedra le preguntaban, específicamente, si conocía a Francisco
Páucar.
El 2 de octubre de 1990, los militares liberaron a los señores Gilberto Aparicio y Plácido Juscamayta.
Previamente los amenazaron de muerte, tanto a ellos como a su familia, si contaban lo que habían visto
en el cuartel. Antes de ser liberados, oyeron la voz de Constantino Saavedra, quien se quedó detenido.
Mientras tanto, la señora Maximiliana Quispe buscaba desesperada a su esposo. Al enterarse, mediante
sus compañeros liberados, sobre las circunstancias relativas a su detención se dirigió de inmediato al
cuartel “Los Cabitos” para gestionar su liberación. Al llegar al cuartel, fue atendida por el general
encargado de dicha Base Militar, quien negó que Saavedra se encontrara detenido en ese lugar.
La señora Quispe realizó numerosas gestiones para obtener la liberación de su esposo. Denunció el caso
ante el Fiscal Superior de Personas Desaparecidas y de Derechos Humanos de Ayacucho, ante el Arzobispo
de Ayacucho y ante la Oficina Especial de los Derechos Humanos del Ministerio Público.
Pese a las numerosas gestiones ante autoridades locales y nacionales que realizaran los familiares de la
víctima, Constantino Saavedra nunca apareció.
APRODEH
ACTIVIDAD:
Responde a las siguientes interrogantes:
¿Qué situación se describe en el texto?
¿En qué contexto acontecieron estos hechos?
¿Qué derechos se violentaron?
FG
PROGRAMA DE
FORMACIÓN GENERAL
INFORMACIÓN TEÓRICA
anarquía, por lo que el gobierno peruano se vio en la necesidad de enviar a las fuerzas armadas para
combatir esta amenaza a la seguridad nacional. Pero las condiciones en que se desarrolló este
enfrentamiento, caracterizado básicamente por una acción guerrillera por parte de los miembros del
PCP- SL, dio como resultado que en el desarrollo del conflicto se ponga en práctica, una sistemática
violación de los derechos más elementales del ser humano, como es el caso del derecho a la vida. Las
fuerzas armadas con el fin de contrarrestar el accionar guerrillero de las fuerzas subversivas, recurrió
a detenciones arbitrarias, torturas de inculpados, ejecuciones extrajudiciales, asesinatos masivos de
pobladores de las zonas andinas, etc; acciones por las que aun hoy en día, muchos de los autores de
tan execrables crímenes aún son procesados.
La violación de los derechos humanos, fue puesta en práctica tanto por las fuerzas subversivas
del PCP – SL, como por las fuerzas del orden, así lo recoge el informe final de la CVR , el mismo que
establece, por ejemplo, que de los 69 280 muertos, el 54% es responsabilidad del PCP – SL y el 1.5%
del Movimiento Revolucionario Tupac Amarú (MRTA), por lo que se deduce que el restante 44.5%
sería responsabilidad de las fuerzas del orden del Estado peruano, junto a los denominados Comités
de Autodefensa.
también responsables de la matanza de Barrios Altos, y se les atribuye también otras ejecuciones
extrajudiciales llevadas a cabo en el centro del país.
En las alturas de la sierra sur, las fuerzas del ejército y la policía, cometieron asesinatos masivos,
tal es el caso de los treinta y dos comuneros de la comunidad de Soccos, que en noviembre de
1983 fueron ejecutados por miembros de la ex Guardia Civil; así sucedió también en la zona del
alto Huallaga, en donde efectivos de la marina allí destacados, llevaron a cabo detenciones
arbitrarias y posterior ejecuciones de pobladores de la zona. Prueba de esto, lo constituye la fosa
clandestina desenterrada en de 50 personas ejecutadas luego de haber sido sometidos a
prácticas de tortura.
a las filas de estos grupos armados, terminando la mayoría de ellos detenidos, muertos o
desaparecidos.
Intensificación de los niveles de violencia social, proceso al que aun hoy asistimos de forma
preocupante, pues dicha violencia ha rebasado al propio estado, el cual no puede controlarlo. La
violencia vivida por varios años, llevó a las nuevas generaciones a considerar, incluso
inconscientemente, que la única forma de solucionar los conflictos o controversias era la violencia.
Muchos de los integrantes de los grupos subversivos que quedaron el libertad se lumpenizaron y
pasaron a integrar los grupos delincuenciales actuales, muchas de las armas pasaron también a
manos de narcoterroristas u otras organizaciones al margen de la ley, incluso métodos de accionar
antes utilizados por grupos subversivos, son utilizados en la actualidad por las bandas
delincuenciales.
Secuelas en la salud mental que afecta, aun hoy, a amplios sectores de la población que
padecieron el conflicto, lo cual debilita sus capacidades de desarrollarse y superar las heridas del
pasado. Personas que presenciaron ejecuciones, que perdieron a sus familiares cercanos en
masacres realizadas por Sendero Luminoso o las fuerzas armadas, policías y militares que
participaron en la lucha contrasubversiva, ciudadanos que fueron torturados y encarcelados
injustamente, difícilmente podrán olvidar tan dolorosos episodios.
Favoreció la descomposición moral en la que se hundió el país durante los últimos años de la
dictadura de Alberto Fujimori, lo cual se expresó en la indiferencia y tolerancia hacia las violaciones
de los derechos humanos por parte de las fuerzas del estado, motivo por el cual actualmente
purgan condena militares y autoridades estatales de aquella época, entre los cuales se encuentra
el propio ex presidente Alberto Fujimori.
Destrucción de la democracia tomando como pretexto la lucha contra la amenaza terrorista lo cual
se concretó el 05 de abril de 1992 con el autogolpe de Fujimori y marcando el inicio de largos años
de dictadura y de un gobierno corrupto que terminó por copar o desarticular las instituciones
democráticas y haciendo pedazos el estado de derecho. En muchas oportunidades los miembros
del gobierno de Fujimori, levantaron la “amenaza terrorista” como pretexto o justificación de su
dictadura corrupta y violadora de derechos humanos.
a. Las víctimas: Prueba de este abandono y exclusión social es que el 79 por ciento de las más
de 69 mil víctimas fatales del terrorismo vivían en las zonas rurales y el 75 por ciento tenían
el quechua y otras lenguas nativas como su idioma materno.
Si bien la CVR recibió reportes sobre 23,969 peruanos muertos y desaparecidos, sobre esta
cifra se aplicó la Estimación de Múltiples Sistemas. Dicha metodología de cálculo y
estimación estadística -que se utilizó en casos recientes como los de Guatemala y
Yugoslavia- permite afirmar que la cifra total de víctimas fatales del conflicto sería 2,9 veces
más esa cantidad: 69,280 personas.
b. Las responsabilidades: Gastón Garatea, miembro de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación (CVR), manifestó que el gran pecado del Perú ha sido la indiferencia frente a
los hechos de violencia que vivimos en las últimas dos décadas.
"El informe final de la CVR reclama que todos los peruanos nos preguntemos dónde
estuvimos y qué hicimos cuando esos hermanos morían", comentó.
Debemos señalar que la CVR ha hecho bien en rechazar las versiones que señalaban que
ambos lados (militares - terroristas) eran igualmente responsables de la guerra sucia, ya que
ambos habían cometido por igual atrocidades.
Esta versión inexacta de lo que ocurrió ha quedado denunciada por las investigaciones de
la CVR, que asignan al senderismo la responsabilidad del 54 por ciento de las violaciones de
derechos humanos acaecidas en la guerra interna.
Esto no quiere decir que se exonere de culpa a las fuerzas militares por la violencia que
emplearon contra el terror, pero sí las colocan en su real dimensión y también las condenan.
A los militares se les atribuye casi la tercera parte del total de las víctimas reportadas a la
CVR.
c. Los ataques: Las voces que trataron de empañar el trabajo de la Comisión de la Verdad,
calificándola de 'prosenderista' y acusándola de dividir al país con su labor no se hicieron
esperar, ganando espacio en las portadas de algunos diarios locales. Pero al final, incluso
antes del 28 de agosto, los mismos miembros de la CVR se encargaron de desmentir
aquellas acusaciones, dejando en claro las responsabilidades del terrorismo.
"Ante todo, es necesario ratificar que el conflicto armado fue provocado por el Partido
Comunista del Perú Sendero Luminoso, pese a que había entonces condiciones
democráticas abiertas. En el contexto del conflicto armado interno que se desarrolló
mediante un uso creciente del terror por parte de PCP-SL, el Estado democrático tenía la
obligación de defenderse y de recurrir a las fuerzas del orden", dijo Salmón Lerner en la
presentación del Informe Final.
d. Reparaciones y reconciliación: El país se enfrenta ahora una segunda etapa del proceso,
que pasa antes por la verdad y luego por la justicia. Por tal motivo, resultan importantísimos
esos 73 casos que la CVR deja en manos de la Defensoría del Pueblo para su denuncia ante
el Ministerio Público.
A raíz del informe final de la CVR el gobierno peruano de aquel entonces se pronunció sobre
el Informe Final de la CVR e hizo un anuncio de reparaciones a las víctimas de la violencia
mediante el Plan de Paz y Desarrollo.
A través de este programa se destinará 2,845 millones de nuevos soles a las zonas más
afectadas por la violencia.
Más allá de reparaciones económicas, lo que necesitan hoy más que nunca miles de
peruanos víctimas del terrorismo es encontrar las respuestas para entender por qué les tocó
vivir toda esa barbarie. A todos los peruanos nos toca asumir algo de responsabilidad por el
dolor y el sufrimiento de esos veinte años. Y es que la verdad es una sola para todos.
BIBLIOGRAFÍA
Comisión de la verdad y reconciliación. (2003). Informe final. Conclusiones. Lima: Quebecor World.