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El individuo se constituye como sujeto de un llamado, ya que alguien llama, requiere y solicita
ser diferenciado, pero inmerso en un sistema de semejanzas.
Aunque el sujeto para diferenciarse de los otros, requiere de una gran variedad de relaciones
humanas, sólo retiene dos sujetos arquetípicos (el otro materno y el otro paterno) que
configuran el gran Otro, que contiene todos los mandatos de alienación.
La universalidad del gran Otro estará dada por su eficacia simbólica, es decir por el valor que
tiene en la castración y el complejo de Edipo y por sobre todo el valor de instalar en el sujeto la
prohibición, que produce la represión que arrojara al sujeto a ser parte de la cultura. Como se
puede observar cada sujeto, interactúa con otros siempre en función de los primeros
momentos de su vida, en este punto, cabe mencionar que lo que suceda en la vida del sujeto
desde el momento de preconcepción tendrá relevancia en las posteriores situaciones de
aprendizaje y en concomitancia relaciones vinculares.
“Es importante tener siempre en cuenta que el que se reproduce es justamente un sujeto de la
cultura” (Pain,1985, p.29)
La erotización del chupeteo, hará que el niño recobre sus primeros objetos.
Desde la teoría de Piaget, la succión es el primer acto de indagación para diferenciar o
generalizar.
De aquí que nos parece importante destacar lo que plantea Jean Piaget en relación a la
inteligencia: "la afectividad es el motor de la inteligencia” ...
Por un lado, hallamos la matriz del sujeto donde se habla de él, y donde encuentra su lugar
significante. Los contactos con la madre no son solo derivados a la alimentación, también
están las caricias, el encuentro con su voz, la mirada y todo ello erotiza una relación que
encuentra en el alimento, pero no solo eso, no es el único destino de satisfacción, también
puede llegar a ver otros objetos de satisfacción.
“El inconsciente tiene una estructura que es considerar su funcionamiento como el efecto de
un sistema de relaciones”
La autora argumenta que las operaciones del inconsciente son de dos tipos, por un lado, las
semióticas y por el otro las lógicas. Ambas se encuentran presentes en toda elaboración del
pensamiento porque es inexplicable aclarar organizaciones objetivas sin tener en cuenta el
lugar del sujeto en la organización intersubjetiva.
Es por esto que Sara Pain, nos comunica que la división entre el sujeto cognoscente y el sujeto
que desea no puede existir en la realidad, en tanto que no hay sujeto puro deseo ni sujeto
pura inteligencia. Pain expresa que ambos sujetos son inherentes entre sí, si bien la teoría
psicoanalítica plantea un sujeto dotado de razonamiento que posee estructuras inteligentes; y
que para la teoría psicoanalítica existe un sujeto capaz de significar, capaz de olvidar,
equivocarse y cometer fallidos, que posee estructuras semióticas. Sin embargo, estas
perspectivas son irreductibles entre sí, ya que las estructuras intersubjetivas se construyen y
funcionan en lo intersubjetivo, esto quiere decir, que en el sujeto no están separados.
Desde esta concepción se entiende que el aprendizaje es un acto de amor donde existen dos
estructuras: una lógica y otra semiótica, entre la inteligencia y el deseo. La pionera de la
psicopedagogía nos dirá:
“Pues el sujeto humano está siempre constituido desde otro. Tanto la estructura inteligente
como la semiótica son eminentemente intersubjetivas” (Pain, 1985, p.23)
Por tanto, como venimos conceptualizando el aprendizaje y debido a que los motivos de
consulta se deben a perturbaciones en los procesos de aprendizaje es que nos lleva a pensar o
reflexionar sobre dos teorías: la del sujeto epistémico dotado para el razonamiento y la
inteligencia teniendo como referente a Piaget y por otro lado la teoría del sujeto capaz del
olvido, equivocación donde se juega el deseo y lo afectivo teniendo como referente aquí a
Freud.
Entonces coincidimos con la autora cuando plantea que las dificultades en el aprendizaje se
dan cuando el potencial intelectual está afectado y existe una dramática inconsciente en la que
el niño está comprometido.
Esta articulación teórica de la que se sirve la autora para realizar su fundamentación y llevar
adelante su praxis, la argumenta a partir de tres postulados, que según ella son las
características que comparten ambas teorías:
El primer postulado está relacionado a que considera que ambas son estructuralistas.
La segunda característica que plantea es que ambas son genéticas. Tanto los estadios de la
inteligencia, como las etapas psicosexuales, son momentos en la evolución del pensamiento,
pues es este el que se sistematiza progresivamente en la medida en que va superando las
contradicciones a las que se ve sometida por el despliegue de la propia acción.
El último, está relacionado a que ambas son teorías del inconsciente. En este punto la autora
toma la noción más general de inconsciente para que abarque tanto el inconsciente cognitivo
como el inconsciente simbólico. Lo concibe como una categoría concreta como positiva y
estructurante, que tiene por objeto la instauración simultánea de un modo comprensivo y de
un sujeto que en él se reconozca y haga reconocible su deseo. Es entonces el lugar del
procesamiento del pensamiento del que la conciencia recogerá imágenes atribuibles a la
realidad o al yo, categorías necesarias para la cooperación y la relación intersubjetiva vigencia
simultánea de dos conocimientos que se ignoran mutuamente
Por último, nos parece importante no perder de vista los aportes de Sara Paín relacionados a
cómo pensar la psicopedagogía en la actualidad desde un rol preventivo que consiste en
estimular:
la enseñanza tiene que ser transparente, ligadas a las posibilidades de los chicos y a la
construcción social del conocimiento y a su historia.