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El mundo del siglo XX

La guerra de los treinta años

Keylor

La Paz de Paría y el Nuevo Orden Internacional

La Conferencia de París de enero de 1919, constituyó la reunión diplomática más grande e


importante desde el Congreso de Viena de 1814-1815. Fue un proceso de pacificación típico de la
conclusión de una gran guerra.

El costo total directo de la guerra fue estimado en 180 billones de dólares y el indirecto alrededor
de 150 billones. Los cuatro grandes imperios que habían ejercido su autoridad sobre cientos de
millones de personas en el viejo mundo (la Alemania de Hohenzollern, la Austria-Hungría de los
Habsburgo, la Rusia de los Romanov y la Turquía Otomana) ya habían desaparecido. De sus
cenizas había surgido Estados políticamente inestables y económicamente atrasados. La agenda
de la conferencia tenía dos grandes objetivos: reparar la estructura política y económica de la
mitad del mundo y prevenir la recurrencia al tipo de violencia organizada a la que se había puesto
fin.

Wilson había arribado a Europa a mediados de diciembre de 1918 para exhortar en favor de un
nuevo orden mundial que desterrara el flagelo que la guerra representaba a un enfoque
totalmente nuevo del manejo de las relaciones internacionales. Él creía que la guerra en general,
y en el reciente enfrentamiento en particular, se podría atribuir a tres grandes causas principales:

1) La práctica de la diplomacia secreta mediante alianzas militares y acuerdos políticos para lograr
sus propias ambiciones nacionales. Esto debía relegarse para permitir la discusión libre y abierta
de temas internacionales, un proceso seguro para maximizar la benéfica influencia de la opinión
pública y para minimizar el papel de las intrigas secretas de los líderes nacionales inclinados al
imperialismo.

2) La tendencia de los grupos nacionales políticamente dominantes, de oprimir a las minorías


étnicas que se hallaban bajo su control. El mapa europeo debería ser trazado de nuevo de
acuerdo con el principio de la autodeterminación nacional para liberar, de ese modo, las
aspiraciones largamente reprimidas de los grupos nacionales cuya lucha por la independencia
había causado la mayoría de las guerras de las que se tenía recuerdo cercano.

3) El sistema político de autocracia, que permitía a una elite privilegiada monopolizar el poder
político en detrimento de la mayoría de la población. Las instituciones políticas autocráticas sobre
la opinión pública que habían permitido a las elites gobernantes de las Potencias Centrales
emprender su guerra de agresión.

El programa wilsoniano generaba mucha atracción. Pero había uno enorme distancia entre la
intención y el logro. El contraste entre la teoría wilsoniana y su práctica quedó al descubierto en
las sesiones de apertura de la conferencia de la paz, cuando los jefes de Estado intentaron

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establecer procedimientos efectivos para hacer la paz. Los dos delegados más importantes de las
cinco grandes potencias –EE.UU., RU, Francia, Italia y Japón- se apropiaron de antemano, para
ellos mismos, el derecho de adjudicar los temas importantes ante la conferencia como “Consejo
de los Diez”.

Posteriormente, se extendió la posición preeminente de las grandes potencias en la Conferencia


de Paz al Pacto Fundamental de la Sociedad de las Naciones, plan acariciado por Wilson para la
creación de una organización mundial.

Rápidamente se hizo evidente que la excelsa promesa del presidente estadounidense de


“acuerdos de paz públicos, logrados públicamente”, implicaba simplemente que los textos finales
de los acuerdos diplomáticos serian publicados. El Consejo de los Cuatro llevaba a cabo sus
deliberaciones en el más absoluto secreto. Wilson no tuvo muy en cuenta la opinión pública de su
propio país. En lugar de seleccionar una delegación de paz que reflejara este nuevo cambio en el
sentimiento público, eligió hombres que compartían sus propios puntos de vista.

Los otros líderes aliados estaban igualmente apartados de la influencia de la opinión pública
interna. El hecho de que estos cuatro hombres particulares se adjudicasen a sí mismos la función
de bosquejar los tratados de paz con los enemigos vencidos, reflejaba las realidades políticas del
mundo de posguerra. Eran estos países quienes colectivamente ejercían el dominio político y
económico sobre la mayor parte de la superficie terrestre del mundo y ejercían el control naval
sobre las vías marítimas.

La intromisión de los intereses nacionales en los procedimientos de toma de decisiones fue


especialmente evidente durante las deliberaciones referidas a la redistribución de territorios,
recursos y población de las regiones que habían estado antes bajo control político de las
potencias derrotadas. Este conflicto sobre los medios, eventualmente frustró el espíritu de unidad
que había cimentado la victoriosa coalición durante el periodo de guerra.

Las dos metas fundamentales de la delegación francesa en la conferencia de paz eran la


remoción definitiva de la amenaza de una agresión militar alemana en Europa y la adquisición de
ayuda financiera para solventar los costos de restauración de territorios en el noreste de Francia
que habían sido devastados por el ejército alemán durante la guerra.

La preocupación de Francia por obtener férreas garantías en contra del resurgimiento del poder
militar alemán procedía de su vulnerable situación geográfica y demográfica. Este sentimiento de
vulnerabilidad se acrecentó por la pérdida de Rusia como contrapeso oriental al poder alemán.

La espontanea emergencia de sentimientos separatistas en las regiones predominantemente


católicas del sur y del oeste de Alemania, representaban una tentación suficiente para que el
gobierno francés brindara apoyo subrepticio a estas fuerzas centrífugas dentro de las fronteras
enemigas.

El punto central de la estrategia de Clemenceau para garantizar la seguridad de Francia era la


región del oeste alemán. Reconociendo este imperativo geopolítico, Clemenceau propuso en la

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conferencia de paz que las Provincias Renanas debían ser separadas de Alemania y
reconstruidas como un Estado soberano independiente bajo protección militar francesa.

La separación por la fuerza de las Provincias Renanas respecto de Alemania no sólo violaría el
principio de autodeterminación nacional, sino también habría creado una fuente perpetua de
fricción entre Alemania y las potencias victoriosas responsables de privarla de su “provincia
perdida”.

El jefe de gobierno francés aprobó un acuerdo de compromiso respecto del Rin. En retribución por
la aceptación francesa de la soberanía política alemana sobre las Provincias Renanas, los líderes
británico y norteamericano consintieron en el siguiente paquete de garantías protectoras: la
prohibición a perpetuidad de emplazar fuerzas militares alemanas o la construcción de fortalezas
en el territorio situado al oeste del Rin, así como en una franja de 50km de ancho en la ribera
oriental del río, la ocupación militar por parte de los Aliados de las Provincias Renanas por un
período de 15 años. La permanente reducción del ejército alemán a una fuerza fija de 100.000
hombres, prohibición de construir máquinas de volar militares, tanques y otras armas ofensivas
por parte de Alemania, y un compromiso sin antecedentes de los EE.UU. Y GB de defender a
Francia por la fuerza de las armas en el caso de una agresión alemana no provocada.

La destrucción de la infraestructura industrial, habían debilitado gravemente la capacidad


productiva de Francia. Se había liquidado la mayor parte de las inversiones extranjeras en cartera
de Francia y se había contraído una enorme deuda para financiar el esfuerzo bélico. Se
necesitaba una masiva entrada de capitales del extranjero para solventar los costos de la
rehabilitación económica francesa de posguerra.

Funcionarios del gobierno de Clemenceau mantenían la esperanza de que la reconstrucción


nacional podrían ser financiada no por el enemigo derrotado, son más bien por los dos socios de
habla inglesa de Francia.

La administración Wilson dejó bien en claro que esperaba que las naciones europeas se apoyaran
en sus propios recursos para financiar su recomposición económica; cualquier otro tipo de fondos
que se requirieran debían ser obtenidos a través de canales de inversión privada en el mercado
financiero norteamericano. No había un Plan Marshall para la recuperación europea luego de la
1GM. Francia debió buscar ayuda para su quebranto económico bajo la forma de pagos de
reparación de Alemania. El reclamo de Francia sobre los recursos alemanes era esencialmente
de dos tipos. El primero era que le entregaran materias primas vitales como el carbón. El
segundo, fue la obligación de pagos al contado que pudieran ser rápidamente “movilizados”.
Francia estaba dispuesta a recibir como pago de indemnización sólo aquellos productos que no
compitiesen con los productos de la industria francesa.

El gobierno francés estaba, originariamente dispuesto a sufrir por las relativamente moderadas
prescripciones de los Catorce Puntos del Presidente Wilson, que limitan las obligaciones de
Alemania a la indemnización de daños civiles.

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El fracaso para fijar una suma exacta de pagos de indemnización produjo, en Alemania, gran
incertidumbre económica y resentimiento político. El mito de la “cláusula de culpabilidad de
guerra”, repetida por los sucesivos gobiernos alemanes en la década de 1920 y utilizado más
tarde con buenos resultados por Hitler, se convertiría en una fuente de resentimiento tan grande
en Alemania como lo fueron las verdaderas exacciones financieras.

Funcionarios franceses pensaban que la llave del futuro equilibrio de poder en el continente se
hallaba en el grupo de Estados pequeño y mediano tamaño, que se extendía desde el Báltico
hasta los Balcanes. La barrera geográfica, que colectivamente formaban entre Alemania y Rusia,
parecía conformar el medio más efectivo para prevenir un detrimento de los Aliados victoriosos.

El motivo principal de esta política conciliatoria hacia Alemania, en cuestiones territoriales, debe
ser buscado directamente en la concepción del gobierno británico respecto de sus propios
intereses nacionales. Asegurar que Alemania nunca volviese a amenazar las vías marítimas del
imperio y el acceso británico a los suministros del hemisferio occidental. Una garantía de este tipo
fue obtenida a través de la reducción de la flota alemana a una fuerza estable de seis barcos de
guerra y un número correspondiente de embarcaciones auxiliares, la prohibición de submarinos y
la redistribución del imperio colonial alemán en África y en el Pacífico entre los victoriosos aliados
como mandato auspiciado por la Sociedad de Naciones. Este arreglo naval y colonial ponía fin a
la Weltpolitik inaugurada por el desafortunado Guillermo II.

Debido a la divergencia de intereses nacionales de británicos y franceses, la coalición de la guerra


no sobrevivió al advenimiento de la paz. La causa más notable de fricción respecto de la
aplicación del Tratado de Versalles concernía a la sección de reparaciones. Inspirado en Keynes,
un funcionario británico comenzó a creer que una prospera Alemania era esencial para la
reanudación de los patrones comerciales británicos con Europa.

Argumentos para reducir las indemnizaciones de Alemania:

-Alemania en la preguerra, como uno de los principales mercados para los productos
manufacturados británicos. Grandes pagos de indemnización a Francia reduciría inevitablemente
la capacidad de importación de Alemania y, privaría a la industria británica de un comprador
potencialmente valioso en el continente.

-El problema de la transferencia. Alemania podía transferir su verdadera riqueza a Francia sólo si
podía generar un excedente de comercio exterior a expensas del comercio de los británicos y de
otros Aliados.

La abrupta retirada de EE.UU. de los asuntos internacionales, luego de la clausura de la


Conferencia de Paz de París, entre otros factores, se debió a la negativa del Senado de EE.UU. a
da su consentimiento a los tres pactos firmados por Wilson en París, lo que tuvo como resultado
el fin de la participación de EE.UU. en el proceso de pacificación. La retirada de EE.UU. del nuevo
orden internacional, había sido precedida por la desaparición de Rusia como un activo participe
de los asuntos mundiales. El joven régimen Bolchevique que había tomado el poder en noviembre
de 1917, había sido forzado a pagar un alto precio por la paz que acordó con Alemania cuatro

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meses más tarde. Gran parte del territorio ruso fue separado y colocado bajo el control o
influencia de Alemania. Los Estados socialistas, libres e independientes, que emergerían de las
cenizas de los viejos imperios de Europa, establecerían a partir de ahí relaciones fraternas con el
régimen ruso del cual habían tomado su inspiración.

El estallido de la guerra civil rusa proporcionó a los gobiernos aliados la oportunidad de explotar la
situación en favor de la prosecución de la guerra contra las Potencias Centrales. Estadounidenses
y británicos temían que los suministros militares que habían enviado previamente al régimen ruso,
que estaban almacenando en los depósitos de los puertos marinos rusos del Ártico y del Pacífico,
pudieran caer en manos alemanas. Los estadounidenses y los británicos restringieron sus
actividades a proteger los depósitos bélicos y fueron renuentes a involucrarse en la guerra civil
entre Rojos y Blancos.

Debilitados por conflictos ideológicos internos y enfrentamientos de personalidad, los Blancos


fueron cediendo todo el territorio que habían ganado. Hacia fines de 1920, la guerra civil rusa
había llegado a su fin: el Ejército Rojo había derrotado a sus enemigos contrarrevolucionarios en
todos los frentes.

Los planes originales de Lenin para una revolución comunista en toda Europa, que liberaría a las
masas de sus opresores y borraría la amenaza de una agresión contra el Estado soviético desde
el oeste, se esfumaron los primeros meses que siguieron el armisticio.

El triunfo bolchevique en Rusia probó ser más bien un hecho aislado que el comienzo de una
revolución comunista mundial que sus creadores habían anticipado confiadamente. La hostilidad
ideológica de los Aliados victoriosos, junto con la enérgica oposición de las elites anticomunistas
que asumieron el control de los Estados sucesores de los difuntos imperios de Europa Central y
Oriental, detuvieron la difusión del comunismo.

La última gran reunión diplomática importante comparable a la Conferencia de Paris, el Congreso


de Viena, había establecido un sistema de orden internacional que había prevenido el estallido de
una guerra a todo lo largo de Europa durante un siglo. La Paz de Paris cayó en el lapso de una
generación, e ingresó en un terrible período de totalitarismo, genocidio y guerra en una escala
desconocida hasta el momento. El Tratado de Versalles fracasó más bien porque nunca se hizo
efectivo que por los defectos inherentes que contenía. Alemania reducida a una fuerza fija y
excluida a perpetuidad de las Provincias Renanas, el ejército alemán no sería ya una amenaza
militar para Francia o para los nuevos e independientes Estados sucesores que se hallaban al
este.

La obligación de indemnización final impuesta a Alemania, difícilmente constituyó la explotación


bárbara que los publicistas alemanes hicieron creer que fue. El plan de Londres, adoptado en
mayo de 1921, redujo la suma total indemnizatoria de Alemania tan drásticamente, que podía
manejar los pagos con una moderada reducción del consumo doméstico. Que el gobierno de
Alemania y el pueblo alemán, se negaran a aceptar el plan de reparaciones no tenía que ver con
su capacidad de pago sino con su tendencia a negar que perdieran la guerra.

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Una vez que la confianza anglo-estadounidense en el acuerdo de paz de 1919 se evaporó, la
carga que había recaído sobre Francia y los otros beneficiarios continentales del tratado,
gradualmente se convirtió en intolerable. El nuevo orden político de Europa tomó la apariencia de
un sistema inestable. La desintegración de la victoriosa coalición aliada a comienzos de la década
de posguerra y la prematura desaparición de la fuerza militar disuasoria en las Provincias
Renanas a finales de la misma, quitó el único medio real de dar fuerza al tratado, en el cual se
suponía que iba a mantener la paz en Europa para siempre.

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