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PRESENTACIÓN ESCRITA
TITULO DE LA OBRA: El Poder del Mito: Joseph Campbell en diálogo con Bill
Moyers
CUATRIMESTRE: I
SÍNTESIS ANALÍTICA
Palabras clave:
Introducción:
Durante una serie de entrevistas, Bill Moyers y Joseph Campbell hablan sobre
historias mitológicas de distintas culturas, tratando aspectos referentes a las
similitudes y diferencias en las historias de creación y de modelación del mundo, a
las concepciones de dios y a las connotaciones de símbolos usados por distintas
culturas para referirse a personajes míticos y fabulosos. Hablan sobre los caminos
que recorren los héroes de estas historias y sobre su relación con los caminos que
nosotros mismos debemos recorrer en el curso de nuestras vidas.
Desarrollo: Síntesis analítica del libro, exposición de las ideas principales que
plantea el autor:
Campbell habla de la propiedad que tienen los mitos de reflejar aspectos internos
comunes a la psique de todos los hombres, como búsquedas espirituales,
problemas, preocupaciones y misterios, y nos recuerda que a través de los sueños
también tenemos acceso a las "pistas" que proporcionan los mitos, y que nos
muestran cómo entender nuestro papel en el mundo y cómo vivir en él. Por eso el
papel de los artistas es tan importante: porque son los encargados de revivir y
mantener vivo el ritual y así enseñarnos a vivir en el mundo. Son los "hacedores de
mitos", y son los encargados de “mitificar” el mundo y nuestras sociedades. Hay que
armonizar el cuerpo con la mente y con el ambiente, y para esto también nos sirven
la mitología y el ritual. Precisamente la ausencia de rituales que garanticen el
cumplimiento de todos protocolos que hacen posible llevar a cabo exitosamente
procesos como los de la crianza, derivan en el hecho de que hoy en día los jóvenes
no saben cómo vivir en sociedad.
Supongo que en últimas lo que Campbell siempre quiso decir es que dios está en
nosotros mismos, y por eso, para alcanzarlo, debemos seguir nuestra
bienaventuranza. Como siempre decía: you have to follow your bliss.
La idea de que los mitos y los sueños vienen del mismo lugar no sólo explica las
relaciones que se pueden ver entre las distintas mitologías del mundo, y la cercanía
que podemos tener con elementos antes considerados como “inconmensurables”,
confirmando que “hay una sola mitología en el mundo”, sino que nos reconcilia con
nuestros propios pensamientos e ideas personales más profundas (ya que como
explicaba el autor, todos los símbolos en mitología se refieren a uno mismo),
promoviendo una “vuelta al origen” que tiende a revalorar aspectos de nuestro ser y
que nos muestra preguntas y respuestas fundamentales respecto de la propia
existencia y de nuestro enorme potencial creativo, muchas veces vulnerado por las
dinámicas de los sistemas educativos dominantes. Además la idea de que los mitos
son pistas que reflejan aspectos internos de nosotros mismos hace pensar en la
necesidad de entender cómo nuestras propias inclinaciones religiosas determinan
nuestra forma de pensar y entender el mundo. Así mismo, auscultando nuestras
creencias y nuestros sueños podríamos entender por qué nos interesan las cosas
que nos interesan, y podríamos determinar cuál es nuestra relación con ellas y en
qué medida somos producto de ellas y ellas son producto de nosotros.
Siguiendo con las representaciones literales de las ideas propuestas por Campbell, la
idea de la obtención de conocimiento a través del sufrimiento me remite
inmediatamente al film Duna, basado en la novela de Frank Herbert, con música de
Toto y de Brian Eno y dirigido por David Lynch. En esta historia el protagonista debe
conquistar al monstruo (unos gusanos gigantes) y transformarse en el “ser supremo”
tomando el “agua de la vida” para poder guiar a su ejército y entrenarlo en el uso de
un tipo de arma que funciona transformando los sonidos en rayos de vibraciones
mortales, y así llevar a su pueblo no sólo a la libertad, sino a tomar su puesto como
el dueño y controlador de la “especie”, un líquido necesario para “plegar el espacio” y
viajar rápidamente a través de él. Esta idea también me recuerda el ritual de la
“Pelazón” de los indígenas Ticuna de la amazonia, en el que la niña debe emprender
un viaje místico y ser despojada de su cabello para convertirse en mujer al llegar su
primera menstruación. Por otro lado, se puede entender que el conocimiento también
genera sufrimiento, y entonces tal vez se pueda comprender por qué algunas
personas realmente inteligentes optan conscientemente por desentenderse de la
realidad y siguen “el camino del héroe” así pretendan negar rotundamente seguirlo.
Dios es una esfera cuya circunferencia está en todas partes y su centro donde estoy
yo
No necesariamente por modestia, personalmente prefiero seguir a Borges pensando
que “Dios es una esfera cuya circunferencia está en todas partes y su centro en
ninguna” Teniendo en mente esta imagen tal vez me puedo acercar más a la idea de
que “mi dios es mi última barrera”.
Aunque una obra que refleje el origen del universo y de nosotros mismos tal vez
pueda ser considerada una “obra maestra”, pienso que también puede haber obras
maestras que no necesariamente busquen esto. Más bien, me inclino a pensar que
desde que todos somos granos de arena en la infinita playa del universo, todas y
cada una de nuestras manifestaciones reflejan la esencia de dios. Tal vez debido a
que el artista integral está versado en la utilización de los códigos que desencadenan
nuestros propios procesos de asimilación y obtención de conocimiento, sus
productos artísticos tienen la virtud de estar constituidos de elementos altamente
sugestivos.
Inclusive al ser amante del terror y del gore en casi todas sus facetas, no dejo de
pensar en lo difícil que podría llegar a ser tener una experiencia de este tipo, pues
aunque creo que Campbell hubiera podido decir que uno podría llegar a tener una
“epifanía” al contemplar algo monstruoso aunque el momento de la ruptura fuera
horrible, estoy convencido de que una verdadera experiencia sublime a través de lo
monstruoso nos afectaría de tal modo que al haberla tenido ya no querríamos
conocer al dios que hay en nosotros. De todas formas personalmente comparto esta
visión de lo oscuro como algo necesario y bello, y por eso comparto también la idea
de que es yendo al abismo que recobramos los tesoros de la vida.
Este punto hace alusión a la naturaleza de mi propio interés por las labores de la
Orquesta y por los acercamientos a la creación que se proponen en la maestría. De
hecho, desde hace un tiempo, tal vez en parte debido a la influencia de mi padre, mis
intereses han venido girando en torno a la interpretación de instrumentos aborígenes.
Esto no tiene que ver solamente con el estudio de sus técnicas de ejecución en
contextos originales y con sus “técnicas extendidas” al ser empleados en creaciones
contemporáneas, sino que tiene que ver con ciertos procesos de reapropiación que
el uso y la re-contextualización de estos elementos generan, tanto en los creadores
como en los intérpretes y en los escuchas. Siguiendo a Campbell y rechazando al
mismo tiempo la errónea aplicación del concepto de inconmensurabilidad que tanto
ha minado posibles caminos para el intercambio y la obtención de conocimientos,
creo en la pertinencia de acertados procesos de asimilación mediados por la
investigación participativa y el análisis concienzudo, que pueden ayudarnos a
entender mejor nuestros orígenes y nuestro porvenir. Como explicaba el antropólogo
colombiano Benjamín Yépez refiriéndose al primero de los rituales que debe seguir el
Nëmairama, o chamán uitoto para acceder al conocimiento: “Quien fue elegido
heredero de una tradición, cuando va a materializar sus conocimientos, cuando
decide ponerlos en práctica y SER Buinaima, toma en cuenta sus estados oníricos
como forma de verificar sus experiencias cotidianas y como señales premonitorias de
lo que está sucediendo, a las cuales debe estar atento si quiere mantener el rango
adquirido. Bajo el estado alucinatorio del ambil, él debe bajar al fondo de sí mismo y
desde allá mirar el espíritu […] al bajar al fondo de sí irá donde todos esos Buinaima,
y ellos le dirán que ya él es el mismo y no otro distinto.” (Benjamín Yépez. La
Estatuaria Múrui-Muinane. Simbolismo de la gente “Huitoto” de la amazonía
colombiana. Bogotá: Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales y
Banco de la República, 1982).