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HERÓDOTO I 26-49 “Entrevista entre Creso y Solón”

26. Muerto Aliates, heredó el reino Creso, hijo de Aliates, siendo de la edad de 35 años, que
atacó de los griegos, los primeros a los efesios. Entonces los efesios, asediados, consagraron la
ciudad a Artemis, atando desde el templo una cuerda hacia la muralla. Entre la ciudad vieja,
que entonces estaba asediada y el templo hay siete estadios. A estos Creso los atacó primero,
después por turno a cada jonio y eolio, a otros, dirigió otras acusaciones, de los que podía
inventar cosas más graves, los acosaba más grave, a estos dirigía él mismo maldades.

27. Así pues, los griegos en Asia fueron sometidos a pagar un impuesto, desde entonces
pensaba en atacar con naves empezando por los isleños. Estando todo preparado para la
construcción de las naves, por un lado unos dicen que Biante de Priene llegó a Sardes, otros
que Pitaco de Mitilene preguntó a Creso si había noticias de Grecia, al comunicar esta cesó la
construcción de las naves. “Oh rey, los isleños están comprando millares de caballos y tienen
en mente marchar contra ti en Sardes”. Creso, esperando que aquel dijese la verdad dijo: “Pues
ojalá los dioses lo pongan en la mente de los isleños, marchar sobre los hijos de los lidios con
caballos”. Le interrumpió este que dijo: “Oh rey, me parece que deseas animoso coger a los
isleños que van a caballo en tierra firme, está bien que lo esperes, ¿O esperas que los isleños
supliquen otra cosa, tan pronto como averigüen que tú tienes la idea sobre ellos de crear naves
deseando coger a los lidios en el mar, a fin de vengarse en ti de los griegos que habitan esta
tierra a los que tú tienes esclavizados?” Esta conclusión agradó mucho a Creso y él le pareció
que opinaba acertadamente le convenció, cesó la construcción de las naves. Y este con los
jonios que habitaban las islas hizo un pacto de amistad.

28. Andando el tiempo y sometidos casi todos los que habitan a este lado del río Halis, pues
salvo los cilicios y los licios a todos los demás los tenía Creso sometidos a sí mismo. Eran estos;
lidios, frigios, misios, mariandinos, cálibes, paflagonios, tracios, tinios y bitinios, carios, jonios,
dorios, eolios, panfilios, sometidos y añadidos por Creso a Lidia.

29. Fueron llegando a Sardes, que estaba en plenitud de riquezas todos los sabios de Grecia
que por aquel tiempo vivían según fueron llegando, y Solón, hombre de Atenas, que a los
atenienses les hizo las leyes que le pedían, se ausentó diez años bajo el pretexto de ver mundo
y embarcó, para que nadie le forzase a quitar las leyes que había puesto. Pues los mismos
atenienses no eran capaces de hacerlo, pues se habían obligado mediante juramentos a
servirse de las leyes diez años.

30. Así, por tanto, de este modo y para ver mundo, Solón partió hacia Egipto y llegó a Amasis
y a Sardes junto a Creso, al llegar fue recibido en el palacio por Creso, después de tres o
cuatro días, por orden de Creso los sirvientes pasearon a Solón por los Tesoros, y le mostraron
lo grande y rico que era todo. Después de contemplarlo todo y observarlo, como el momento
era oportuno, preguntó Creso a este: “huésped ateniense, a nosotros han llegado muchas veces
tu fama a causa de tu sabiduría y los viajes que, por desear saber y observar, muchas tierras
has recorrido. Ahora, en efecto, se me echa encima el deseo de preguntar si tú ya has visto a
alguien que sea el más feliz de todos”. Este esperando ser el más feliz de los hombres hizo esta
pregunta, pero Solón a este, sin halago alguno le respondió siendo la verdad: “Oh rey, a Telo el
ateniense”. Sorprendido Creso por la respuesta, volvió a preguntar: “¿De qué manera resuelves
que Telo es el más feliz?”, este le dijo: “Telo, en una ciudad próspera tuvo hijos bellos y buenos,
y a estos vio que todos los hijos que nacían y todos quedaban con vida. Este llegó a tener
buena vida, como entre nosotros, el fin más glorioso de su vida le sobrevino. Pues llegó una
batalla entre atenienses y los pueblos de los alrededores en Eleusis, corrió en auxilio y los hizo
ponerse en fuga de la batalla, tuvo la muerte más hermosa, y a él, los habitantes atenienses le
honran con ritos fúnebres en el mismo sitio en que cayó y le rinden grandes honores”.
31. Como Solón suscitó la curiosidad a Creso al hablarle de las muchas dichas de Telo, este
preguntó en segundo lugar ¿a quién había visto después de aquel? Creyendo enteramente que
se llevaría, al menos, el segundo lugar. Este dijo Cleobis y Bitón, pues estos eran naturales de
Argos, tenían bastantes medios de vida, y además esta fuerza corporal, eran ambos
vencedores en combate por igual, y se cuenta esta historia. Había una fiesta en honor a Hera
que estos argivos, fue necesario del todo que la madre de estos fuese llevada al templo, y los
bueyes de ellos del campo no habían llegado a la hora: Por falta de tiempo, los jóvenes se
pusieron ellos mismos bajo la gamella y arrastraron el carro, sobre el carro era llevada la
madre de estos; habiéndola llevado cuarenta y cinco estadios llegaron al templo. Una vez
hecho esto y a la vista de toda la asamblea, les sobrevino el mejor fin a sus vidas, en ellos
mismos demostró la divinidad que es mejor para el hombre estar muerto, más que estar vivo.
Pues los argivos rodearon y felicitaban a los muchachos por su fuerza, las argivas a la madre
de estos, por los hijos que tenía, y la madre estaba muy alegre por el trabajo y por la fama, de
pie frente a la estatua, suplicaba a la diosa que a Cleobis y a Bitón, sus hijos, que tanto la
habían honrado, el mejor regalo que el hombre puede alcanzar. Tras esta suplica, terminados
los sacrificios y los banquetes, se echaron a dormir en el mismo templo los jóvenes y no se
levantaron, sino que ese fue el fin que tuvieron. Los argivos hicieron levantar estatuas de
ellos que consagraron en Delfos porque los consideraban hombres ilustres.

32. Así Solón asignaba el segundo lugar a estos por felicidad, Creso, irritado dijo: “Oh huésped
ateniense, nuestra felicidad así la desechas, que ni con hombres particulares somos dignos de
rivalizar?”, este dijo: “Oh Creso, a mi que sé que toda divinidad es envidiosa y perturbadora
me preguntas sobre las cosas de los hombres. Pues en el largo tiempo muchas cosas son vistas
que uno no quiere, y muchas que padecer, pues setenta años pongo al límite de la vida del
hombre. Siendo estos setenta años, transcurren veinticinco mil doscientos días, no estando los
meses intercalares: si ha de alargarse un mes cada dos años para que las estaciones se junten
a su tiempo, como es necesario, los meses intercalares de setenta años llegan a ser treinta y
cinco, los días de esos meses, mil cincuenta. De todos estos días que hay en setenta años, que
son veintiséis mil doscientos cincuenta, ninguno trae cosas enteramente iguales a las que traen
los otros días, siendo por esto Creso, que el hombre es todo azar. Me parece que tú eres muy
rico y rey de muchos hombres. Aquello que me preguntabas, sin embargo, no te lo digo, hasta
que me entere que la vida la terminas hermosamente, pues quien, teniendo gran riqueza no es
mucho más feliz que el que vive al día, si no le cuida la riqueza toda la vida hasta que bien
acabe. Pues muchos hombres son muy ricos e infelices, y muchos otros que tienen una vida
modesta son afortunados. El que es muy rico es infeliz, sólo tiene dos ventajas sobre el
afortunado, este al rico e infeliz en muchas le supera, puede cumplir sus deseos y ser más
capaz de aguantar algún gran dolor. Este tiene algunas ventajas sobre este: no puede soportar
algún dolor ni satisfacer sus deseos, en las mismas condiciones, esta buena fortuna le aparta,
está entero, sano, seguro de lo malo, afortunado en hijos de buen ver. Si además acaba bien su
vida, este es a quién buscas, que merece ser llamado feliz antes de que muera, contente, y no
le llames feliz, sino afortunado. Ahora, reunir todas estas cosas siendo hombre es imposible,
de igual modo que ninguna tierra se abastece con todo lo suyo, sino que unos los tiene y de
otros está falta, y el que tiene mucho es el mejor, así ningún ser humano por sí mismo pues,
tiene unos y de otros está falto. El que tiene mucho y cumple, y después termina su agradable
vida, este es, en mi opinión, el que oh, rey, es justo que lleve ese nombre. Es necesario
considerar el final de todos los acontecimientos, pues resulta: a muchos concedió la divinidad
la felicidad y a otros los apartó de ella de raíz”.

33. Como este discurso no gustó nada a Creso, sin hacer consideración alguna lo despidió con
la fuerte opinión de que era necio, que repudia los bienes actuales y aconseja mirar el fin de
todas las circunstancias.
34. Después de que se marchara Solón, le sobrellegó a Creso el gran castigo divino, a lo que
puede sospecharse, porque se dijo a sí mismo que era el hombre más feliz de todos. Después
mientras dormía le sobrevino un sueño, que le mostró la verdad, las desgracias que estaban a
punto de sucederle a su hijo. Tenía Creso dos hijos, de los que uno estaba corrompido, pues era
sordo, el otro era el mejor con mucho de entre los de su edad, su nombre era Atis. El sueño
indicó a Creso que perdería a Atis por una herida (ocasionada) por una punta de hierro.
Después se despertó y se puso a reflexionar, asustado por el sueño tomó mujer para su hijo,
acostumbrado a dirigir al ejército contra los lidios, en modo alguno fue enviado más a estas
cosas: las jabalinas y las flechas y todas estas cosas, de las que los hombres se servían en la
guerra, hizo sacar de las salas de los hombres y las hizo guardar en las despensas, para que
ninguna, estando colgada cayera sobre su hijo.

35. Teniendo en las manos el matrimonio de su hijo, llegó a Sardis un hombre desgraciado que
no tenía las manos puras, era de origen frigio, de la familia real, que se presentó en el palacio
de Creso, pidió ser purificado bajo las leyes del lugar, Creso le purificó. Es casi igual la
purificación entre los lidios y los griegos. Después de hacer rituales, Creso le preguntó de
dónde era y de dónde venía, dijo así: “Buen hombre, ¿quién eres? Y ¿de dónde de Frigia has
llegado a mi hogar?, ¿a qué hombre o mujer has dado muerte?”, este respondió: “Oh rey, soy el
hijo de Gordias, hijo de Midas, me llamo Adresto, maté a un hermano mío sin pretenderlo,
desterrado por mi padre y despojado de todo”. Creso a este le respondió así: “Te encuentras
entre amigos y eres vástago y vienes de amigos, aquí no tendrás falta de ninguna cosa,
quedándote en nuestra morada, y esa desgracia que llevas, sobrellévala, será mejor que la
evites.

36. Este tenía la vida en el palacio de Creso, por aquel tiempo en el Olimpo de Misia apareció
un gran ejemplar de jabalí que, precipitándose él mismo desde ese monte, devastaba los
campos de los misios. Muchas veces los misios salieron sobre él, pero no le hicieron nada de
daño. Lo sufrieron de él. Al fin llegaron junto a Creso unos mensajeros de los misios y dijeron
esto: “Oh rey, un gran ejemplar de jabalí ha aparecido en nuestra tierra, que devasta los
campos. A este no le podemos capturar a pesar de nuestros esfuerzos, por eso ahora te
pedimos que nos envíes a tu hijo y jóvenes escogidos y perros, para que así echemos al jabalí
de las tierras”. Esto pidieron ellos, pero Creso, recordando las advertencias del sueño les dijo
esto: “De mi hijo ya no os acordéis más, pues no puedo enviarlo junto a vosotros, pues está
recién casado y ahora en estas cosas está inactivo. Pero, sin embargo os enviaré lidios
escogidos y a toda una jauría de perros, y exhortaré a aquellos que vayan a ir para que pongan
todo su empeño en ayudar a echar a la fiera de las tierras.

37. Esto respondió estando contentos con esto los misios, entró el hijo de Creso que había
escuchado lo que pedían los misios, al decir Creso que no enviaría a su hijo junto a ellos, le
dijo esto el joven: “Oh padre, antes eramos bien considerados con las más bellas celebraciones
al ir a batallas o a cacerías, ahora me tienes apartado de ambas, ningún miedo has observado
en mi, ni cobardía, ¿cómo es necesario ahora mostrarme a los ojos de los demás al ir y venir
del ágora?, ¿qué es lo que opinarán los ciudadanos?, ¿qué la mujer con la que acabo de
casarme?, ¿con qué clase de hombre se ha casado? Pues tú permíteme ir a esta cacería, o con
razones convénceme de que esto es mejor para mi que se haga como dices”.

38. A este respondió Creso: “Oh hijo, ni miedo ni ninguna cobardía he observado en ti, por lo
que te hago esto, sino que se me apareció una visión en un sueño y me dijo que tú serás de
corta vida: pues bajo una punta de hierro morirás. Por tanto, esta visión se encargó de
apresurar tu boda y que no te envíe a las empresas, tengo precaución, por si puedo salvarte
mientras vivo. Pues eres mi único hijo que tiene éxito, pues el otro está afectado del oído,
cuento con que no es mío”.

39. Respondió el joven así: “Tienes excusa, oh padre, al haber visto esa visión, para tenerme a
salvo, pero el sueño no entiendes y te pasó desapercibido, es justo que yo te lo muestre. Dices
tú que el sueño te dijo que yo moriré por una punta de hierro, pero ¿acaso tiene manos el
jabalí?, ¿acaso la punta de hierro que temes? Pues si te dijera que moriría por un colmillo u
otra cosa parecida, sería necesario que hicieses lo que haces: pero sobre una punta habló, así
pues, ya que contra hombres no vamos a llevar la guerra, déjame ir”.

40. Respondió Creso: “Oh hijo, es tu reflexión sobre el sueño que me has revelado, lo que me
ha convencido, por lo que convencido por ti cambio de parecer, te dejo ir a esta cacería”.

41. Dicho esto, Creso hizo traer a Adresto el frigio, llegando este le dijo: “Adresto, yo te acogí
cuando estabas atormentado por una desgracia, que no te echo en cara, te purifiqué y te tengo
hospedado en mi casa para sobrellevar todos tus recursos. Ahora debes devolver el favor que
te hice yo primero en respuesta, quiero que seas el guardián de mi hijo que sale a la partida
de cacería para que no os aparezcan malvados ladrones en el camino para haceros daño. Y
además de esto tú debes ir allí donde te hagas famoso, como es costumbre de tus antepasados
y además, hay fuerza en ti.

42. Respondió Adresto: “Oh rey, de otra forma yo, por lo menos no me iría a esta contienda,
pues cuando uno sufre una desgracia así, se ocupa de estar en casa a ir con compañeros que
tienen buen éxito, ni quieren ir por muchas cosas yo mismo me detendría. Pero, ya que tú me
incitas y es necesario que te debo mostrar agradecimiento, pues tengo que responder a los
favores, estoy dispuesto para hacer esto que me pides, a tu hijo, al que me animas a proteger,
regresará a salvo a ti como esperas a causa de su protección.

43. Cuando este respondió a Creso marcharon con esto dispuesto, jóvenes elegidos y perros.
Llegados al Monte Olimpo, buscaron a la fiera, cuando la encontraron, la rodearon en círculo y
le lanzaron flechas. Entonces el extranjero, que había sido purificado por matar, llamado
Adresto al lanzar su flecha, falló, y alcanzó al hijo de Creso, que derribado por la punta,
cumplía la predicción del sueño. Alguien se apresuró para contar a Creso lo sucedido, al llegar
a Sardes le contó sobre la partida y la suerte de su hijo.

44. Creso, trastornado por la muerte de su hijo, estaba muy dolido porque el que lo mató, él
mismo lo había purificado de haber matado. Afligido en la terrible desgracia, llamaba a Zeus,
que purifica, llamándole como testigo por causa del extranjero que le había enviado, le
llamaba protector del hogar y de la amistad, este llamaba esto al dios, le llamaba protector,
porque al acoger al extranjero había alimentado pasándole desapercibido al asesino de su hijo,
y de la amistad, pues al enviarlo como guardián, en él encontró el peor enemigo.

45. Justo después hablaron los lidios que llevaban el muerto, después habló el asesino. Este
permaneció de pie, frente al muerto, entregándose a sí mismo a Creso extendiendo las manos,
pidiéndole a este que lo matara encima del muerto recordando la primera desgracia suya, y
como tras aquella había matado al que le había purificado y que no había de seguir viviendo.
Creso, al oír esto se compadeció de Adresto, aunque era tan grande su propio dolor, y le dijo a
este: “Tengo, oh extranjero, toda justicia de tu parte, dado que tú mismo te condenas a
muerte. Pero tú no eres tanto el culpable de esta desgracia, sino cuyo forzado ejecutor, sino
que es algún dios, que me advirtió hace tiempo lo que iba a pasar. Entonces Creso honró con
ritos fúnebres a su hijo según la costumbre: Adresto, hijo de Gordias, y este de Midas, el
mismo que había matado a su hermano y había matado a quién le había purificado, entonces
cuando estuvo tranquilo de hombres en torno al sepulcro, vio que era reconocido entre los
hombres como el más desgraciado, se mató él mismo encima de la tumba.

46. Creso, estuvo inmóvil dos años por la pérdida de su hijo, después, la destrucción del
gobierno de Astiages, hijo de Ciaraxes a manos de Ciro, hijo de Cambises, y el aumento del
poder de los persas, pusieron fin al duelo de Creso, le llevaron a la inquietud, de si de algún
modo, podría, antes de que lleguen a más los persas, contenerlos antes de que aumentaran su
poder. Entonces, de haber tenido esta idea, la puso a prueba en los oráculos de los griegos y de
Libia, a unos envió y a otros al otro, estos llegaron a Delfos, otros a Abas de la Fócide, otros
al de Dodona: algunos fueron enviados a Anfiarao y a Trofonio, algunos al de Bránquidas en
Mileto. Estos fueron los oráculos griegos a los que Creso envío emisarios: y envió a otros al de
Libia para tratar con Amón. Los enviaba para experimentar el buen conocimiento que tenían
los oráculos, por lo que si sabían la verdad, enviaría a estos, unos segundos para preguntar si
sobre los persas emprender acciones militares.

47. Cuando envió a los lidios a probar a los oráculos, les ordenó que desde que partiesen de
Sardes contaran el tiempo, y al centésimo día preguntasen al oráculo, preguntando que estaba
haciendo el rey de los lidios, Creso, hijo de Aliates; y que alguien cada palabra que el oráculo
dijera la copiaran para traérsela a él. Pues bien, de lo que dijeron los oráculos, no hay prueba,
pero en el de Delfos tan pronto como llegaron al templo los lidios, preguntaron al dios, lo que
les había ordenado, la Pítia en hexámetros dijo esto:

“Yo sé el número de las arenas y la medida de los mares


Y entiendo al sordo y oigo al que no habla
llega a mi mente el olor de una tortuga de piel dura
cociéndose en bronce con carne de cordero
y tiene bronce arriba y tiene bronce abajo.”

48. Los lidios copiaron estas palabras de la Pítia, partieron y llegaron a Sardes. Y cuando
hubiesen llegado los demás enviados con las respuestas de los oráculos, entonces Creso iba
desenrrollando cada uno e iba leyendo los escritos, y ninguno le agradaba, hasta que leyó el
de Delfos, al momento lo adoró y lo reconoció como verdadero, dijo que sólo hay un oráculo, el
de Delfos, que había mostrado lo que él había hecho. Pues tras enviar a los emisarios a los
santuarios, aguardó al día señalado maquinando esto, pensando algo que fuera incapaz de ser
descubierto, e ideó esto, una tortuga y un cordero despedazó en la misma caldera de bronce,
los puso a cocer, y puso una tapa de bronce.

49. Esta es la respuesta de Delfos a Creso, la respuesta del oráculo de Anfiarao no puedo
decir lo que a los lidios contestó cuando le hicieron los ritos, pues no hay noticia sobre ello,
pero sé que este oráculo también poseía oráculo verdadero.

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