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ECONOMÍA NEOCLÁSICA

VIDA Y MÉTODO DE MARSHALL


Marshall era hijo de un cajero del Banco de Inglaterra. Su padre era un caballero bastante tiránico,
autor de un folleto titulado Man’s Rights and Woman’s Duties. Hizo trabajar en exceso a su hijo
durante sus estudios, lo hizo prometer que jamás jugaría ajedrez porque era una pérdida de tiempo
y trató de desterrar las matemáticas de la vida del niño, porque eran inaplicables en el ministerio,
que era la carrera que había elegido para su hijo. Sin embargo, el joven Marshall rechazó una beca
en Oxford que lo habría conducido a la Iglesia, y rechazó el ministerio y el estudio de las “lenguas
muertas”. En vez de eso, asistió a Cambridge, en donde se dedicó a las matemáticas, la física y
más adelante a la economía. Lo ayudó un tío, que disfrutaba de una posición acomodada, ya que
su padre era demasiado pobre para pagar su colegiatura cuando renunció a la beca en Oxford
Marshall era un excelente sintetizador y trataba de combinar lo mejor de la economía clásica con
el pensamiento marginalista, y produjo así la economía “neoclásica”. Muchas de sus notas al pie
de página y de sus apéndices ofrecen sugerencias de ideas de las cuales él estaba consciente, pero
que otros desarrollaron más adelante con más detalle.
Marshall definía su tema como sigue: “La economía política o economía es un estudio de la
humanidad en el negocio ordinario de la vida; examina aquella parte de la acción individual y
social que está relacionada de forma más estrecha con el logro
y la utilización de los requisitos materiales del bienestar.”
Se busca descubrir las leyes económicas. Cualquier ley es una proposición general, o una
declaración de tendencias, más o menos segura, más o menos definitiva. Las leyes sociales son
declaraciones de las tendencias sociales. Las leyes económicas, o declaraciones de las tendencias
económicas, son aquellas leyes sociales que se relacionan con la conducta humana, en donde la
fuerza de los principales motivos se puede medir por el precio financiero. La economía es menos
exacta que las ciencias naturales, pero se está logrando un progreso hacia una mayor precisión.
UTILIDAD Y DEMANDA
Según Marshall, la demanda se basa en la ley de la utilidad marginal decreciente. “La utilidad
marginal de un objeto para cualquier persona disminuye con cada incremento en la cantidad de
ese objeto que ya tiene.” Marshall introdujo dos condiciones importantes en este punto. En primer
lugar, señaló que le interesaba un momento en el tiempo, que es un intervalo demasiado breve
para considerar cualesquiera cambios en el carácter y los gustos de una persona particular. Con el
paso del tiempo sus gustos pueden cambiar, de manera que, por ejemplo, mientras más buena
música escucha, es probable que la afición por ella se vuelva más intensa.
La segunda condición de Marshall de la ley de la utilidad marginal decreciente con- cierne a los
bienes que son indivisibles para el consumidor. “Una pequeña cantidad de un bien puede ser
insuficiente para satisfacer cierto deseo especial; y entonces habrá un incremento de placer algo
más que proporcional cuando el consumidor obtiene lo suficiente de ese bien para permitirle
alcanzar el fin deseado.”
El enfoque de la utilidad del sistema marshalliano aborda los placeres y dolores, los deseos y
aspiraciones y los incentivos para la acción. ¿Cómo medir la utilidad de esos intangibles?
Marshall decía osadamente, “con dinero”. Los primeros marginalistas decían que la fuerza de las
preferencias de una persona determina la cantidad de dinero que esa persona está dispuesta a
gastar para adquirir algún producto, o la cantidad de trabajo que la persona está dispuesta a
sacrificar para lograr alguna meta. Sin embargo, Marshall cambiaba la relación con el fin de medir
las preferencias conforme a la escala financiera de los pagos.
Ley de la demanda
La ley de la demanda de Marshall proviene directamente de su noción de la utilidad marginal
decreciente y de la elección racional del consumidor, cuyos gastos están en un equilibrio tal que
el último dólar gastado en cada uno de varios productos rinde una utilidad marginal idéntica.
¿Cómo reaccionará el consumidor si el precio del producto X disminuye, mientras que los precios
de los otros bienes se mantienen constantes? Marshall infería que el consumidor racional
compraría más cantidad del producto X. ¿Por qué? La respuesta es que, siguiendo la disminución
en el precio de X, la razón MUx /Px excederá a las razones MU/P para los otros bienes. Para
restaurar el equilibrio de los gastos, el consumidor sustituirá más de X por menos de Y, Z, etcétera.
A medida que ocurre esta sustitución, la utilidad marginal de X disminuirá y la utilidad marginal
de los otros bienes aumentará. En algún punto en la utilidad marginal, ahora más baja en relación
con el precio más bajo de X, dará una razón igual a la de MUy/Py y la de MUz /Pz. De manera
que se restaurará el equilibrio. Por consiguiente, en las pala- bras de Marshall: “la cantidad
demandada se incrementa con una baja en el precio y disminuye con un aumento en el precio”.
Ésta es la ahora familiar ley de la demanda de declive descendente.
Excedente del consumidor
A diferencia de los austriacos, Marshall afirmaba que la utilidad total de un bien es la suma de las
sucesivas utilidades marginales de cada unidad adicional. Por consiguiente, el precio que paga
una persona por un bien nunca excede, y muy rara vez es igual, al que estaría dispuesta a pagar
en vez de prescindir del objeto deseado. Sólo en el margen el precio por lo general igualará a la
disposición de una persona para pagar. De manera que la satisfacción total que el sujeto obtiene
con la compra de unidades sucesivas de un bien excede a los sacrificios requeridos para pagar el
bien. Debe recordar que Dupuit fue el primero en observar este exceso de utilidad sobre el gasto
en 1844. Sin embargo, se le concede el crédito a Marshall por llamar al concepto “excedente del
consumidor” y por explorarlo de forma sistemática.
Marshall utilizó los datos del precio y la cantidad que se muestran en la tabla 15-1 para ilustrar el
excedente del consumidor. Debe observar en la tabla que la persona a quien aplican esos datos
compraría una libra de té cada año si el precio fuera de 20 chelines. A un precio de 14 chelines
compraría dos libras, a un precio de 10 chelines tres libras y así sucesivamente. Suponga, decía
Marshall, que el precio de mercado fuera en realidad de dos chelines. Ese consumidor compraría
siete libras de té cada año, pagaría dos chelines por cada libra y gastaría 14 chelines.
Marshall eligió de forma deliberada el té como ejemplo para evitar un problema al que ya se hizo
referencia. Debido a que la cantidad que gasta una persona en té en relación con sus gastos totales
es pequeña, una disminución en el precio del té deja al ingreso real o al poder adquisitivo
relativamente constante. Pero ése no es el caso para todos los bienes en todas las situaciones. Por
ejemplo, suponga en un caso moderno que una persona vive en un área que tiene inviernos helados
y calienta su casa con gas natural, y los datos en la tabla 15-1 representan el programa de demanda
de gas natural en vez de té. Por último, suponga que el precio por unidad del gas natural disminuye
de forma considerable de 20 chelines a dos chelines. Debido a que este consumidor gasta una gran
porción de su presupuesto en gas natural, esta disminución en el precio incrementa su ingreso real
(el poder adquisitivo del ingreso de dinero). Pero a medida que aumenta su ingreso real, su utilidad
marginal, lo mismo que la de otros artículos.
Elasticidad de la demanda
Marshall fue muy superior a sus predecesores en el manejo de la elasticidad de la demanda, pues
analizó el tema en forma verbal, diagramática y matemática. La única ley universal tocante al
deseo de una persona por una cantidad mayor de un bien, decía Marshall, es que si todo lo demás
es igual, el deseo disminuye con cada incremento en su oferta de ese bien. Por consiguiente, de
ello se sigue que, mientras más bajo es el precio, mayor cantidad comprará el consumidor. Ésa es
la razón por la cual la curva de la demanda tiene una pendiente descendente hacia la derecha. La
elasticidad de la demanda muestra si la disminución del deseo (utilidad marginal) es lenta o rápida
284 Capítulo 15 LA ESCUELA NEOCLÁSICA: ALFRED MARSHALL

a medida que se incrementa la cantidad. Relaciona al porcentaje de la disminución en el precio


con el porcentaje del incremento en la cantidad demandada que, por supuesto, se basa en la
utilidad marginal decreciente del bien. El coeficiente numérico de la elasticidad de la demanda
(Ed) es el porcentaje del cambio en la cantidad, dividido entre el porcentaje del cambio en el
precio.
Marshall no sólo identificó de forma correcta la demanda de trabajo como una demanda derivada,
sino que también expuso los factores determinantes de la elasticidad de la demanda de trabajo.
Más adelante, Pigou los resumió como las cuatro leyes de la demanda derivada de Marshall. En
términos modernos, estas leyes son:
1. Si todo lo demás permanece igual, mientras mayor es la posibilidad de sustituir otros factores
del trabajo, mayor será la elasticidad de la demanda de trabajo. Por ejemplo,
en algunas circunstancias la maquinaria robótica se puede sustituir con facilidad con el trabajo.
Por consiguiente, un incremento en el índice de salarios producirá una disminución
desproporcionada en el empleo.
2. Si todo lo demás permanece igual, mientras mayor sea la elasticidad del precio de la demanda
del producto, mayor será la elasticidad de la demanda de trabajo. Suponga, por ejemplo, que la
demanda del producto es elástica (comidas en restaurantes) y que el índice de salarios aumenta.
Eso incrementará el costo de producción y el precio del producto. Mientras más alto sea el precio
del producto, se encontrará con una disminución considerable en las compras, lo que requiere una
disminución sustancial en el número de trabajadores contratados (cocineros, cajeros, meseras y
meseros).

3. Si todo lo demás permanece igual, mientras mayor sea la proporción de los costos totales de
producción, mayor será la elasticidad de la demanda de trabajo.8 Por ejemplo, cuando los costos
del trabajo son el 100 por ciento de los costos totales, un incremento del 20 por ciento en el índice
de salarios aumentará los costos totales en un 20 por ciento. Pero cuando los costos del trabajo
sólo son el 10 por ciento del costo total, el mismo incremento del 20 por ciento en el salario
resultaría en un aumento de sólo el dos por ciento en el costo total. Se podría esperar que el
incremento relativamente alto en los costos en el primer caso generará un considerable aumento
en el precio del producto, una disminución considerable en la producción y las ventas y, por
consiguiente, un descenso más grande en el empleo.

4. Si todo lo demás permanece igual, mientras mayor sea la elasticidad de la oferta de otras
entradas, mayor será la elasticidad de la demanda de trabajo. Para ilustrar, suponga que el índice
de salarios en cierta industria aumenta y que eso produce un intento por sustituir el capital por
trabajo. ¿Ese incremento en la demanda de capital impulsa su precio hacia arriba y, por
consiguiente, retarda el proceso de sustitución? La respuesta es afirmativa si la oferta de capital
es muy inelástica, pero negativa si es muy elástica. La elasticidad de salarios de la demanda de
trabajo será
Interés
Otra contribución distributiva que Marshall consideró es el interés. Un aumento en la tasa de
interés disminuye la utilización de maquinaria, debido a que la persona de negocios evita utilizar
todas las máquinas cuyo excedente neto anual es menor que la tasa de interés. Las tasas de interés
más bajas incrementan las inversiones de capital. La demanda para el préstamo de capital es el
total de las demandas de todos los individuos en todos los negocios. Lo mismo que con los bienes
finales, mientras más alto es el precio, menor es la demanda de capital; mientras más bajo es el
precio, mayor es la demanda de capital. Esta relación se basa en la productividad marginal
decreciente asociada con un incremento en la cantidad del factor, así como la demanda de bienes
para el consumidor se basa en la utilidad marginal decreciente de las cantidades sucesivas
consumidas.
La productividad marginal decreciente del capital a medida que se adquieren más unidades,
constituye la demanda de capital.
Utilidades, renta, casi renta
Según Marshall, las utilidades normales incluyen el interés, las ganancias de la gerencia y el
precio de oferta de la organización de negocios. El interés ya ha sido analizado. Las ganancias de
la gerencia son un pago por una forma de trabajo especializado. La porción restante de las
utilidades normales, el precio de oferta de la organización de negocios, es una recompensa por la
disposición empresarial. Para el productor individual, decía Marshall, la tierra es tan sólo una
forma de capital. No hay mucha diferencia entre la tierra y los edificios; ambos están sujetos a
rendimientos decrecientes a medida que su propietario trata de obtener de ellos una producción
adicional. Sin embargo, para la sociedad como un todo, la oferta de tierra es permanente y fija. Si
una persona posee tierras, hay menos para que otras las posean. En contraste, si alguien fuera a
invertir en mejoramientos de la tierra y de los edificios en ella, no reducirá en forma apreciable
las oportunidades para que otros inviertan capital en mejoramientos similares.
A corto plazo, escribió Marshall, la tierra y los bienes de capital fabricados son similares, debido
a que las ofertas de ambos son fijas. Por consiguiente, el rendimiento para las inversiones de
capital antiguas son algo semejante a la renta; Marshall lo llamaba “casi renta”. El interés es la
ganancia del capital “libre” o “flotante”, o de las inversiones de capital previas a corto plazo.
Incluso si parte de la renta económica de la tierra está gravada, los terratenientes seguirán rentando
tierras si desean maximizar sus rendimientos en vez de retirar la tierra de su utilización debido a
algún resentimiento. De manera similar, un impuesto sobre parte de las ganancias sobre el capital
fijo no interferirá con la producción a corto plazo, debido a que es mejor perder parte de las
propias utilidades normales que perderlo todo, excepto el valor de desecho. El análisis supone
que el capi- tal es especializado y que no tiene utilizaciones alternativas. Por supuesto, a largo
plazo desaparece la casi renta, debido a que es esencial una vuelta normal a las inversiones de
capital fijo si se quiere que la inversión se renueve y se perpetúe el negocio.
Ésta es otra forma de decir que sólo los costos variables influyen en los precios a corto plazo. A
su vez, los precios determinan las ganancias de la inversión fija. Sin embargo, a largo plazo se
deben cubrir tantos los costos variables como los rendimientos normales de la inversión fija, ya
que ambos afectan al precio.
INDUSTRIAS DE COSTO CRECIENTE Y DECRECIENTE
Una herramienta analítica clave para Marshall era su concepto de la “empresa representativa”,
que para él era la propiedad exclusiva típica del siglo XIX. Esta abstracción sirvió por lo menos
a tres de los propósitos principales en su análisis. En primer lugar, al hablar del costo normal de
producir un bien, se refería a los gastos de un produtor representativo que no es el más eficiente
ni el menos eficiente en la industria. En segundo, esta herramienta analítica mostró que una
industria se puede encontrar en equilibrio durante un periodo largo, incluso si algunas empresas
crecen y otras declinan; tan sólo se neutralizan unas a otras. En tercero, aun cuando la empresa
representativa no incremente su eficiencia interna, experimenta costos en disminución a medida
que la industria crece.
Economías internas frente a externas
Las economías internas, decía Marshall, son las eficiencias o ahorros de costo introducidos por
el crecimiento en el tamaño de la empresa individual. A medida que la empresa llega a ser más
grande, puede disfrutar de más especialización y de una producción masiva, utilizando más y
mejores máquinas para reducir el costo de producción. La compra y la venta también se vuelven
más económicas a medida que se incrementa el tamaño de la empresa. Las grandes compañías
obtienen crédito con términos más fáciles y utilizan en forma más efectiva la capacidad
administrativa de alto grado.
Por otra parte, las economías externas provienen de fuera de la empresa: dependen del desarrollo
general de la industria. A medida que crece la industria, los proveedores de materiales construyen
plantas en las cercanías para servir a la industria en expansión; esos suministros son más
económicos tanto porque se reducen los costos de transportación, como porque las empresas en
crecimiento los producen en forma masiva. Además, tal vez surgen proveedores de servicios de
transportación para satisfacer las necesidades especiales de la floreciente industria, lo que reduce
el costo de entregar los productos a los clientes. Marshall creía que un creciente volumen de
producción en una industria por lo común incrementa el tamaño y, por consiguiente, las
economías internas que posee una empresa representativa, y siempre incrementará las economías
externas a las que tiene acceso. Por consiguiente, decía, el costo de producción en términos del
trabajo y del sacrificio bajará si aumenta el volumen de producción.
Rendimientos a escala crecientes y decrecientes
Si todos los factores de producción utilizados en una industria se expanden, ¿el costo por unidad
de producción aumentará o disminuirá? Marshall creía que en general tienen rendimientos a escala
crecientes en la industria; a medida que aumentan el trabajo y el capital, mejoran la organización
y la eficiencia. Sólo cuando se confía demasiado en la naturaleza, como sucede en la agricultura,
hay rendimientos decrecientes. Cuando las acciones de las leyes de los rendimientos a escala
crecientes y decrecientes están equilibrados, funciona la ley de los rendimientos constantes: la
expansión de la producción se obtiene mediante una expansión proporcional tanto del trabajo
como del sacrificio de esperar. Por ejemplo, con un aumento en la producción de cobertores, el
costo creciente de la lana estará exactamente compensado por la creciente eficiencia de la
fabricación de cobertores, y habrá costos constantes. En la mayor parte de la fabricación, creía
Marshall, el costo de la materia prima cuenta muy poco y la ley de los rendimientos a escala
crecientes casi no encuentra oposición.
Efectos de bienestar de los impuestos y subsidios
El análisis de Marshall de las industrias de costo constante, creciente y decreciente lo llevó a las
siguientes conclusiones políticas nuevas: 1) ya sea un impuesto o un subsidio, reducirán la utilidad
neta del consumidor en una industria de costo constante. Marshall aplicaba este mismo tipo de
análisis a las industrias de costo creciente y decreciente. En el primer caso, su análisis mostraba
que un impuesto aumentaría el ingreso por este concepto en más de lo que reduciría el excedente
del consumidor. Al restringir la producción de las empresas en la industria de costo creciente, los
costos por unidad en realidad bajarían, excluyendo al impuesto. Entonces el ingreso recibido se
debería utilizar para subsidiar a las industrias que experimentan costos decrecientes. A medida
que aumenta la producción de las industrias de costo decreciente, disminuirán sus costos por
unidad, excluyendo el impuesto. La ganancia en el excedente del consumidor superará al subsidio.
Cuando Marshall falleció en 1924, John Maynard Keynes lo proclamó “el economista más grande
del mundo en cien años”. Aun cuando esto se podría debatir, son muy pocos los que no
convendrían en que Marshall fue el teórico económico de mayor influencia de su generación. Su
obra Principios de economía introdujo a miles de economistas posteriores al análisis económico.
El hecho de que su libro haya alcanzado su máxima circulación cuarenta años después de la
publicación de su primera edición, es un testimonio de su importancia perdurable. Casi todos los
economistas contemporáneos incluirían a Marshall con Adam Smith, David Ricardo y John Stuart
Mill, como una de las cuatro grandes figuras de las escuelas clásica y neoclásica.
LA ESCUELA NEOCLÁSICA:
Para Wicksell, la teoría monetaria se interesaba en una pregunta importante: ¿Por qué los precios
aumentan o disminuyen en conjunto? Para responder esta pregunta, recurrió a un análisis de las
tasas de interés. Aquí distinguía entre la tasa de interés normal o natural y la tasa bancaria.
La tasa de interés normal o natural, decía, depende de la oferta y la demanda de capital real que
todavía no se ha invertido. La oferta de capital fluye de aquellos que posponen la parte de consumo
de su ingreso y, por consiguiente, acumulan riqueza. La demanda de capital depende de la utilidad
que se pueda obtener de su utilización, o su productividad marginal. La interacción de la oferta y
la demanda determina la tasa de interés natural.
La tasa de interés normal o natural aplica sólo al crédito entre los individuos. Sin embargo, los
bancos complican las cosas debido a que, a diferencia de las personas privadas, no están
restringidos a sus propios fondos en sus actividades de préstamos, o ni siquiera a los fondos que
los ahorradores ponen a su disposición. Debido a que los bancos crean el crédito, pueden otorgar
préstamos incluso a tasas de interés muy bajas. Por otra parte, no necesitan prestar todos los
fondos que los ahorradores colocan a su disposición. De allí que la tasa de interés bancaria sea
mayor o menor que la tasa de interés normal o natural. Cuando no ocurre ninguna de esas
situaciones, el nivel de precios cambiará a la larga.
Implicación para la política pública
El análisis de Wicksell de las tasas de interés y su predilección por la reforma lo lleva- ron a hacer
hincapié en el papel del gobierno y del banco central en la promoción de una estabilidad política.
En su Interest and Prices, publicado en 1898, se convirtió en el primer economista en abogar por
la estabilización de los precios de mayoreo para controlar el descuento y las tasas de interés.
La causa principal de las fluctuaciones cíclicas, decía, es el hecho de que el progreso tecnológico
y comercial no ha mantenido el mismo índice de adelanto que el incremento en las necesidades,
en especial de una población en expansión. Cuando la demanda aumenta, las personas tratan de
explotar la situación e incrementan la inversión; pero se requiere tiempo para aumentar el
volumen de la producción por medio de nuevos descubrimientos, inventos y otros mejoramientos.
Wicksell temía que la creciente producción y las existencias de oro inflaran la moneda, lo que
haría que las tasas de interés bajaran y los precios subieran. Por consiguiente, se debe- ría
suspender la libre acuñación de oro y el mundo debería pasar a un estándar de papel moneda
internacional. Ese estándar por lo común se considera como un medio para satisfacer una creciente
escasez de oro, pero también para corregir una superabundancia.
Ahorro forzado
Al discutir el ahorro y la inversión totales, Wicksell analizó la teoría del ahorro forzado. No era
una idea nueva. Bentham había presentado esa doctrina, que él había llamado “frugalidad forzada”
en su Manual of Political Economy, escrito en 1804 pero publicado en 1843. Al analizar el papel
del gobierno en el incremento de capital, Bentham había hablado de los impuestos y del papel
moneda como si fueran una frugalidad forzada. La creación de papel moneda, había dicho, es una
especie de impuesto indirecto, debido a que actúa como un impuesto sobre el ingreso para aquellas
personas con ingresos fijos.

Wicksell suponía un caso en el cual una nueva empresa estaba financiada por medio de un
préstamo bancario, una creación de crédito puro, sin una acumulación correspondiente de capital
real. Si había un empleo total al principio, se utilizarían más tierras y trabajo en la producción de
bienes de capital que si no hubiera una creación de crédito para financiar una nueva empresa,
dejando menos crédito disponible para fabricar bienes para el consumidor. Sin embargo, la
demanda de artículos de consumo se incrementaría en vez de disminuir, debido a que los
empresarios aumentarían los precios de la tierra y del trabajo a medida que incrementaran la
inversión.
Wicksell sobre la competencia imperfecta
Wicksell reconocía lo inadecuado del modelo competitivo puro en los mercados de menudeo, y
se anticipó varias décadas a la teoría de la competencia monopolista o imperfecta propuesta por
Edward Chamberlin y Joan Robinson (capítulo 17). Es notable que hayan transcurrido treinta y
dos años entre la exposición de Wicksell delproblema y su desarrollo sistemático posterior, pero
la idea de la competencia pura era fundamental en gran parte del pensamiento marginalista y su
revisión requería una abrumadora evidencia de las tendencias monopolistas en la economía.
En 1902, Wicksell escribió que los minoristas por lo común tienen un círculo fijo de clientes y
eso les permite tener precios fijos, más que fluctuantes. Aun cuando los precios de menudeo sí
responden a los cambios en los precios de mayoreo, lo hacen sólo después de un tiempo y en
forma modificada.

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