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Virgen de Yuri Pérez: la insoportable gravedad del ser

Por Daniela Pinto

¿De cuántas partes se construye una existencia? ¿Cuántos pedazos de carne y de alma
necesito para formar a un hombre? ¿Has jugado alguna vez con un caleidoscopio? Cuando
niña mis papás me regalaron uno. Lo compraron en una feria de San Bernardo. Todo el
mundo se veía distinto. Los rostros de las personas se desfiguraban y se dividían en
infinitas partes. Por ejemplo, en un momento, podía ver el ojo de mi hermano multiplicado
muchas veces, pero, en ese mismo instante, una nariz se apoderaba del lente y se reproducía
nuevamente hasta que decidía mirar algo distinto a la deforme cara que tenía enfrente.

Esta misma sensación me produjo la lectura del texto Virgen de Yuri Pérez, publicado en
septiembre de este año por Narrativa Punto Aparte. Con la imagen de La habitación de
Ulises de Valeria Salinas como portada, el libro incita a la reflexión sobre la soledad y el
abandono, desde su inicio. Al ver el libro, piensas que ya sabes lo que vas a leer, pero lo
que no sabes es cómo terminarás sintiéndote después de leerlo. Así, el conjunto de
imágenes que explora la escritura del autor, propone una madeja de figuras fracturadas por
la vida que se multiplican y se divides en el transcurso de relato al igual que las visiones
caleidoscópicas. En este autor la pregunta por la construcción de la existencia humana se
vuelve una pregunta central, una pregunta que en novelas como Niño Feo (2010),
Mentirosa (2012) o La muerte de Fidel (2013) se transforman en el hilo que urde su
escritura.

Poeta y narrador, esta es la quinta obra narrativa de Yuri Pérez donde, siguiendo una línea
surrealista y existencial –extraña y poderosa combinación–, nos muestra las vicisitudes que
enfrenta un hombre “sitiado” en un hábitat del que no puede escapar. El protagonista,
Daniel Quiroga Campos, trabaja limpiando los baños de un supermercado en Putaendo,
desde donde observa todo lo que ocurre. Todas las escenas eróticas, grotescas y morbosas
son percibidas por Daniel desde su sitial, el piso. Pero, además, desde ese mismo lugar,
entrega el papel higiénico al amante de su mujer cada vez que se aparece para humillarlo.
Está casado con “la rubia más bella de la ciudad” (Bárbara), con la que nunca ha
concretado su matrimonio porque ella, su mujer, ya tienen a un amor, Julieto Manríquez.

De esta manera, los registros literarios de Virgen, saben a hierba como dice la canción,
pero una hierba salvaje, fresca y desordenada, brutal en su manera de crecer en el verso y
en la traza versátil y poderosa en la denuncia social y existencial del ser. El hecho de que tu
mujer tenga un amante es doloroso, si le sumas a esto tu empleo, mucho más doloroso,
pero, si a estas condiciones le añades el envejecer sin haber sentido a tu mujer en el
orgasmo cotidiano, morirse sabiendo que estás enterrado bajo el mismo árbol del hombre a
quien asesinaste por ser el amante de tu Bárbara; si sumas, además, una existencia
intentando conquistar a tu esposa y no lo lograste, que nunca has salido de Putaendo, que
escribiste numerosas cartas para un amigo que jamás podrá conocerte, Pier Paolo Pasolini,
y que, por último, al final de tu epitafio solo se leerá:

AQUÍ YAZGO YO: DANIEL QUIROGA CAMPOS. No fui más de lo que ustedes
ven: carne, huesos y membranas […] Bárbara me visita de vez en cuando porque
las esposas sienten cariño por los maridos. Cada vez que viene me deja claveles
porque nunca supo que odio los claveles. Me deja cartas porque ignora que odié las
cartas y me lee poemas de Benedetti porque desconoce que odio a Benedetti.

Entonces, esta novela no solo trata de un hombre “castigado en su sexualidad” como nos
comenta el prólogo al libro, sino que retrata a una parte de la humanidad fundida en su
miserable vida, esperando a que la rueda gire, lento. Una inercia que no abandona carne
alguna y que más bien se somete al vaivén gravitacional de nuestras insoportables
existencias.

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