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UNIVERSIDAD PRIVADA NORBERT WIENER

MAESTRÍA EN CIENCIAS CRIMINALÍSTICAS

CIENCIAS CRIMINALÍSTICAS
“Actividad Procesal Pericial Criminalística”

ALUMNO:
León Moreno, Alex Eusebio

Huacho, Julio del 2018


- Participación procesal jurisdiccional en general

(perito oficial y de parte) -


INTRODUCCIÓN

En línea argumentativa de principio debo mencionar que el proceso penal por su


génesis, objeto y actuados es de naturaleza pública, es decir, está vinculado con los
Derechos Humanos, su vigencia y preservación en un Estado de Derecho; tal
condición obliga para que su actuación tenga que hacerse dentro de las normas y
principios del debido proceso y las garantías de la seguridad jurídica; desde su inicio
hasta la emisión de un fallo de solución o alternativa al problema instruido, insolación
que será más eficiente cuando resulte más adecuada al hecho fáctico que lo ha
motivado, así como a la actuación, demostración y acreditación de los medios
probatorios que permitan al órgano jurisdiccional arribar a la conclusión lógica, adquirir
convicción y certeza sobre los hechos y a su encuadramiento con la norma positiva.

Bajo esta línea planteada, dentro los medios probatorios legalmente permisibles están la
Prueba Pericial (de oficio o de parte), cuya necesidad se encuentra admitida y
reconocida por la legislación procesal nacional y extranjera, es así que, la participación
del perito (sea de oficio o de parte) en la secuela del proceso penal tiene una gravitante
significación, llegando su función a cumplir un rol determinante en el esclarecimiento
de un hecho instruido y en la emisión de un fallo; lo que implica y obliga un adecuado y
conveniente tratamiento para que mediante la prueba pericial que expidan, esta pueda
tener un adecuado, ofrecimiento, admisión, actuación y valoración en el proceso penal;
por ende dichas personas deben ser altamente calificadas y de reconocida reputación de
tal manera que se le conceda calidad a su trabajo y dictamen.

Ahora bien, como he mencionado en los párrafos precedentes, la realización de la


prueba puede ser realizada por un perito de oficio o de parte, justamente este último, es
de suma importancia en aras de garantizar el derecho de defensa, desde el enfoque del
Principio de Contradicción e igualdad de armas, reconocido dentro de nuestro Sistema
Procesal Penal Peruano, toda vez que el mismo es una de las expresiones y piezas
fundamentales del Derecho a la Defensa, que a su vez, dentro del proceso penal, se
manifiesta abiertamente en la etapa del juicio oral.
IDEA PRINCIPAL

Como argumento de entrada debo indicar que la Pericia en el proceso, emerge por una
necesidad de proporcionar al juzgador conocimientos especializados no jurídicos
extraprocesales pero con las garantías legalmente establecidas para su eficacia e
idoneidad, por lo que con acierto, es menester precisar lo dicho por Carnelutti, quién
sostiene que la Pericia es "un no saber del juez y un saber del Perito, esto es una
comunicación de este con aquel "; es decir pues que, contemporáneamente la Prueba
Pericial, es indispensable en virtud de la frecuente complejidad científica, técnica y
artística, de las circunstancias, causas, medios o efectos de los hechos, por lo que se han
convertido en necesarios para fundamentar hechos jurídicos y esclarecer asuntos
litigiosos, con lo cual, la labor del perito resulta de tal magnitud, que de ellos dependerá
la responsabilidad penal o no de un presunto sujeto activo de un hecho delictivo.

Bajo esta óptica, dentro del marco de un proceso penal, es reconocido también el
Derecho a la Defensa, toda vez que el mismo, es un derecho humano que ha sido
recogido en diversos instrumentos internacionales sobre la materia, tales como la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Todos estos instrumentos a través de un conjunto de medidas reconocen el


denominado debido proceso, en tanto abarca las condiciones que deben cumplirse para
asegurar la adecuada defensa de aquellos cuyos derechos y obligaciones están bajo
consideración judicial, de esta manera, mediante la adecuada garantía al presunto
implicado en un hecho delictivo, de poder recurrir a una perito de parte, de tal manera
que por intermedio de este, se pueda materializar y poner en ejercicio el derecho de
defensa, en un proceso penal respetuoso del Principio de Contradicción e igualdad de
armas.
DESARROLLO DE LOS ARGUMENTOS

Como he venido argumentado en los puntos precedentes, la prueba constituye una


institución del proceso judicial, porque permite forjar certeza o convicción respecto de
la coincidencia entre lo alegado por los justiciables y la realidad, posibilita entonces, una
atinada adecuación jurídica del derecho con los hechos para atender adecuada y
equitativamente las pretensiones en litigio que deben estar en función del resultado
probatorio; es decir pues, que la prueba no es sino descubrir si determinado suceso ha
acontecido realmente o si se ha producido en alguna forma, por tales razones se
justifica un estudio que aborde los más diversos aspectos relacionados con la prueba en
el proceso penal, específicamente para tener un acertado conocimiento de su
contenido.

Téngase en cuenta, que la prueba en el proceso tiene naturaleza y actitud jurídica por lo
que requiere de requisitos y formalidades para su admisibilidad en calidad de medio
probatorio, como: conducencia, pertinencia, utilidad, permisibilidad legal (requisitos
intrínsecos); pero además requiere de: legitimación para su ofrecimiento, competencia
del juzgador y oportunidad (requisitos extrínsecos), lo que expresa la gran significación
y amplitud de la temática de la prueba en el proceso judicial.

Ahora bien, la contribución al esclarecimiento de la verdad de un hecho instruido por la


Prueba Pericial, es innegable y admitida de manera predominante por la doctrina; sin
embargo subsiste el debate, si constituye un verdadero medio de prueba sin desconocer
el aporte del dictamen pericial que produzca convicción sobre la realidad de los hechos
que interesan al proceso, puesto que la misma, es concebida como un instrumento de
percepción de hechos, para lo cual se requiere de cierta preparación o aptitud que el
juzgador no cuenta, sino el perito, quien emite opinión sobre los hechos del proceso,
verificándolos con conocimientos calificados y especializados que hacen posible al
juzgador conducir debidamente la solución de un problema en determinado sentido y
pronunciarse sobre la responsabilidad o inocencia del procesado.

Es cierto también que es materia de debate y controversia sobre la importancia de la


prueba en el proceso, ya que el juzgador no puede prescindir de ella cuando es útil para
investigar y verificar un hecho, ya que su aporte permite una resolución que ampare la
seguridad de un derecho y la recta administración de justicia.

Por su parte, el Derecho de Defensa visto desde el enfoque del Principio de


Contradicción e igualdad de armas, se encuentra regulado en los artículos 139º (numeral
14 y numeral 15) de la Constitución Política del Perú. Tiene protección constitucional a
cualquier procedimiento y es reconocido como requisito esencial para la válida
constitución de un proceso, en el caso en concreto, un proceso penal; asimismo, el
derecho a la defensa es esencial en todo ordenamiento jurídico. Mediante él se protege
una parte medular del debido proceso. Las partes en juicio deben estar en la posibilidad
jurídica y fáctica de ser debidamente citadas, oídas y vencidas mediante prueba evidente
y eficiente.

El derecho de defensa garantiza entonces, como hemos precisando como sumo


énfasis, que la parte involucrada y/o acusada de cometer un hecho delictivo, pueda
recurrir a un perito de parte, de tal manera que este pueda plantear su posición y en
algunos casos contradecir la prueba pericial dada por un perito oficial que va labora de
la mano con el Ministerio Público; es así que, el Principio de Contradicción e igualdad
de armas se construye sobre la base de aceptar a las partes del proceso penal, acusadora
y acusada (como mayor énfasis en esta parte involucrada), la posibilidad efectiva de
comparecer o acceder a la jurisdicción a fin de poder hacer valer sus respectivas
pretensiones, mediante la introducción de los hechos que las fundamentan y su
correspondiente prácticas de pruebas.

Bajo lo dicho, la intervención del Abogado Defensor en el proceso penal es de suma


importancia porque con su asesoría el imputado puede hacer valer todos los derechos
que le asisten y así hace frente al poder del Estado manifestado en la maquinaria judicial
puesta en movimiento para procesarlo. Esta es una clara manifestación del Principio de
Contradicción e igualdad de armas, que poco a poco estamos perfilando.

De esta manera, la configuración formalmente contradictoria del proceso implica, por


esencia, la dualidad de los sujetos procesales en posturas opuestas y la situación
primordialmente expectante del juez, que contempla, con más o menos pasividad, la
pugna entre las dos partes y decide según lo que estime que resulta de esa contienda.

A esta característica principal han de añadirse, a modo de reverso de la forma


inquisitiva, la oralidad y la publicidad de las actuaciones procesales con un congruente
esquema de única instancia. Históricamente la forma contradictoria suele ir unida una
mayor confianza en los sujetos jurídicos particulares respecto a la promoción de los
procesos encaminados a sancionar a los infractores de deberes jurídicos. Es igualmente
típica de esta forma contradictoria la libre valoración de la prueba.

La forma contradictoria es correlato natural e insoslayable de la vigencia del principio


de un proceso. Si lo que se encuentra procesalmente en juego son derechos e intereses
legítimos de un sujeto jurídico determinado, que se pretenden que sean satisfechos a
costa de otro u otros sujetos, la única estructuración formal del proceso que parece
razonable y justa es la contienda o contradicción plenamente igualitaria entre esos dos,
mas , sujetos que se encuentran enfrentados.

Se podría decir que al influjo del principio de oficialidad le correspondería un proceso


formalmente inquisitivo, en el que el Estado, a través del órgano jurisdiccional se
encargase de satisfacer el interés público predominante como causa del proceso, sin
otra intervención que la de aquel o aquellos sujetos que pudieran verse perjudicados por
la sentencia condenatoria, sujetos éstos que, por supuesto, habrían de disponer de las
debidas oportunidades de defensa. Sólo existiría una parte, que tratándose de un
proceso penal sería la acusada, Frente a ella el juez acusaría, investigaría y dictaría
sentencia. El proceso podría considerarse razonablemente construido si otorgase a la
parte suficientes posibilidades de decir y hacer lo que le conviniese a su defensa.

Sin embrago, de cuanto se ha dicho se puede deducir que la correlación principio


dispositivo-forma contradictoria no va acompañada por otra entre el principio de
oficialidad y la forma inquisitiva. El principio de Oficialidad puede combinarse con la
forma contradictoria y, de hecho, así sucede en muchos ordenamientos procesales
penales.

Expresando con mayor ahínco, los principios de contradicción e igualdad de armas son
fundamentos del proceso legal. Según Gimeno Sendra, la decisión final en el proceso
moderno no puede lograrse sino mediante la oposición de dos tesis contrapuestas. En
el proceso penal la contradicción obedece a la exigencia constitucional de que nadie
puede ser condenado sin antes haber sido oído en juicio. La igualdad es el
complemento de la contradicción, pues no puede haber una contradicción justa y legal
sin que previamente exista igualdad de armas, con las mismas posibilidades de ataque y
defensa. Siendo así, el proceso supone la idea de debate, de controversia y de
contradicción, ya que constituye una relación dialéctica donde la tesis y la antítesis de las
partes dan origen a la síntesis de la decisión jurisdiccional. Esto significa que la
condición necesaria para una condena es la realización del contradictorio. Por su parte
debemos precisar también que el principio de legalidad constituye la base del principio
de contradicción, en este sentido, la ley procesal penal peruano, constituye la base sobre
la cual debe permitirse a la parte investigada o acusada poder recurrir a peritos de parte
que permitan poder hacer efectivo en un Estado Social y Constitucional de Derecho, el
derecho de defensa que se le asiste como todo ser humano.
CONCLUSIONES

Como hemos podido notar en las misivas que se han hecho mención en el presente
ensayo, los peritos aplican los conocimientos que poseen para realizar determinadas
afirmaciones sobre el caso concreto que están peritando. Sin embargo, como el juez no
posee ningún conocimiento de la materia de que se trate, el perito, a la vez que aplica
dichos conocimientos al caso, también los proporciona, indirectamente y en abstracto,
aquí su importancia en el desarrollo de un proceso penal.

Recordemos algo también, es en el juicio oral donde se manifiesta con más fuerza
el principio de contradicción. Este principio permite que en el desarrollo del proceso
todos los sujetos puedan controvertir las pruebas, argumentos o posiciones de los
otros; y, de otro lado, pretende que los diferentes sujetos procesales puedan no sólo
intervenir en la práctica de las pruebas sino que además puedan controvertirlas y
oponerse a ellas, como es el caso cuando el agente de un hecho delictivo decide
controvertir una prueba pericial de oficio, que es realizada por el Ministerio Público y
mediante el apoyo de la Policía Nacional del Perú.

Mención aparte y resaltante que el Principio de contradicción e igualdad de armas será


efectiva en tanto se asegure la intimación de las imputaciones al acusado, y la igualdad y
equilibrio en las atribuciones y facultades que le permiten controvertir las pruebas
periciales de oficio.

Como conclusión final debo manifestar que el controvertir un prueba pericial dada de
oficio por agentes del Ministerio Público, debe ser asistido con adecuada asistencia
profesional del perito de parte que contrate el investigado, toda vez que en la actualidad
suele verse situaciones en las cuales, dichos peritos de parte hacen afirmaciones que
tarde que temprano son enervadas, dejándose por evidenciado que su actuar
profesional estuve plenamente dado en aras de confundir al órgano jurisdiccional
cuando este se disponga a emitir su fallo, lo cual debe ser corregido tanto desde el
aspecto moral como ético procesional.

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