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char e incluso de diferenciar algunos constituyentes tres rotaciones alrededor de estos ejes, o en una
menores entre el conjunto de las posibilidades de las combinación dinámica cualquiera reductible a las pre-
acciones sobre la materia. cedentes.
Un segundo factor está relacionado con los me- Toda arista o vértice (punta), cualquiera que sea
canismos selectivos en acción dentro de la psicolo- la importancia de su dimensión, posée una potencia-
gía humana (aunque no sólamente en la humana). Se lidad interactiva. Es cierto, no obstante, que no todas
trata de procesos económicos de la acción (mínimo las singularidades morfológicas poseen la misma in-
gasto energético). Este aspecto debería conducir a cidencia funcional frente a la utilización reservada al
una racionalización de las acciones y de sus estructu- útil. Se debe, pues, considerar el objeto dentro de su
ras hasta alcanzar un dintel óptimo e irreductible. morfología esencial, y no detenerse en detalles que
No obstante, estos primeros datos no son sufi- no son sino resultados de fenómenos aleatorios del
cientes. Es necesario considerar que el hombre no debitado.
se ha enfrentado solamente a las propiedades exclu- Durante el análisis, la diversidad observada en el
sivas de la materia lítica, sino también a las de toda utillaje lítico puede fácilmente reducirse a cuatro mo-
suerte de materiales; especialmente a aquellos de delos básicos: el diedro, el triedro, el hemitriedro y la
origen viviente (orgánico). pirámide. Todos ellos se hallan definidos por un án-
De este modo, la retroacción funcional (en activi- gulo sagital y otro horizontal. El paso de uno a otro
dad durante el trabajo del útil) debería dirigir un inten- modelo se encuentra asegurado por la variación de
so proceso selectivo de las morfologías de los útiles, estos ángulos. Así se puede establecer una total
o más aún de su eficacia. continuidad entre un diedro y cualquier pirámide, por
En efecto, más allá de la reunión de las diversas ejemplo.
cadenas operatorias del debitado, indispensables pa-
ra la elaboración del útil, es la morfología del conjun-
to la que interactúa por un lado con el medio y por
otro con el propio hombre.
La incomprensión de los fenómenos y de múlti-
ples constricciones han llevado al hombre a retener
soluciones que en el fondo no son sino aproximacio-
nes funcionales, tanto referentes a la morfología de
los objetos como a los problemas de la fijación, en-
mangamiento, montaje o técnica de utilización. Sin
embargo, la regla general es la tendencia histórica a
una adecuación funcional.
Los parámetros de la interacción del útil con la
materia son tan complejos en su asimilación como
los del debitado. La materia viva no ofrece los carac-
teres deterministas estables que son propios de la
materia inerte. La reproductibilidad de la experiencia
y de la observación se ha hecho problemática, ya
que la diversidad y variabilidad de las estructuras or-
gánicas hacen que la información retroactiva sea difí-
cilmente perceptible. Por ello los conceptos morfoló-
gicos de los útiles evolucionan con tal lentitud.
Para intentar alcanzar la significación mecánica
de las morfologías del utillaje proponemos una apro-
ximación teórica de su potencial interactivo. La inves-
tigación consiste en asimilar cada útil a un modelo
morfológico y a cuantificar matemáticamente por un
número único e inequívoco su capacidad de interac-
ción. En efecto, este criterio de capacidad de interac-
ción es el primordial en los mecanismos selectivo y
evolutivo de las industrias.
Fig. 1. Modelización de un objeto. Este bifaz puede reducirse a un
La potencialidad morfodinámica modelo piramidal en su parte distal y a una forma subesférica en la
proximal. Las particularidades morfológicas secundarias no se to-
Todo objeto lítico debitado puede ser desplazado man en cuenta durante la modelización.
siguiendo las tres direcciones del espacio, según
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Diedro unilateral:
El plano del sistema acción-reacción está conte-
nido dentro del plano sagital. El ángulo característico
U es igual al ángulo S. El ángulo horizontal H es
igual a 180º y el sagital S puede variar entre 0º y
180º.
Triedro recto:
En este tipo de morfología existen dos ángulos
característicos U iguales y que discurren desde los
planos normales a las caras oblícuas.
Diedro bilateral:
Esta morfología puede considerarse constituída
por dos ángulos diedros unilaterales unidos por el
plano horizontal. El ángulo horizontal H es igual a
180º y el sagital puede variar entre 0º y 180º.
Fig. 13. A la izquierda, piezas asimilables al modelo hemitriédrico recto. A la derecha, modelo piramidal aplicado a una pieza foliácea.
Se advierte que a partir del momento en que uno técnica muy sistematizada. El modelo piramidal per-
de los ángulos posee un valor débil, el restante care- siste en ciertas facies, como el Micoquiense en el
ce de incidencia. Este es el caso de las piezas foliá- que sufre un debilitamiento del ángulo horizontal. No
ceas solutrenses que gracias a su delgadez (ángulo obstante, numerosas piezas son de tipo plano-con-
sagital muy pequeño) pueden presentar una impor- vexo.
tante anchura sin que la capacidad enteractiva se vea El modo de debitado plano-convexo, que está
afectada. Unicamente varía la morfología del trabajo asociado al proceso triédrico, caracteriza a las piezas
logrado. foliáceas del Altmuhliense y se manifiesta a su vez
en otras facies de Europa central en las que perdura
El proceso evolutivo de las morfologías de útiles durante el comienzo del paleolítico superior.
líticos visto bajo el ángulo de la potencialidad Durante el paleolítico medio el utillaje sobre las-
morfodinámica: cas manifiesta una gran expansión. Algunas indus-
trias se muestran casi desprovistas de formas bifa-
El proceso diedro:
ciales. Los productos morfotécnicos se sistematizan:
Durante los periodos arcaico y antiguo de la es el caso de la punta levallois. La parte proximal de
Prehistoria el utillaje está constituído esencialmente este útil puede poseer modificaciones (retoques bifa-
por filos trinchantes. Se trata en general de diedros ciales, pedúnculo, etc.). Estas puntas dependen del
muy abiertos, Poseen una mediocre capacidad de in- modelo triédrico.
teracción y necesitan un potente esfuerzo motor. En el extremo final del paleolítico medio la prepa-
El paso al diedro simétrico o bilateral permite un ración de lascas con tendencia laminar y modo
crecimiento del valor del PMD. Las formas puntiagu- abrupto anuncia al proceso hemitriédrico que le su-
das de algunos guijarros tallados pueden asimilarse cede (cuchillos y puntas con dorso).
al modelo triédrico o a veces a pirámides muy abier-
tas.
El proceso hemitriédrico:
Este movimiento conoce una decisiva expansión
El proceso piramidal: en el Chatelperroniense bajo la forma de puntas con
Durante todo el paleolítico inferior las piezas bifa- dorso curvo que se parecen más, en sus primeros
ciales no cesarán de evolucionar. Si la morfología del momentos, a los cuchillos que a las puntas. El mode-
plano horizontal es la de mayor significación en este lo se afirma con el Gravetiense. Llaman la atención
tipo de útil, será por el contrario sobre el espesor puntas muy aguzadas en las que el ángulo horizontal
(disminución del ángulo sagital) donde, de modo ge- es a menudo igual al sagital (la pieza es tan espesa
neral, actuará la evolución. como ancha). El PMD de tales útiles puede sobrepa-
En el estadio del Acheulense antiguo se puede sar el valor 35.
estimar que el valor del PDM es prácticamente infe-
rior a 1. En su final se alcanza, y a veces se sobrepa- El retorno hacia el modelo piramidal:
sa, el valor 4. Las técnicas de debitado sobre lascas
El debitado plano, muy cuidadoso, que se practi-
permiten lograr trinchantes más delgados (lascas
có durante el solutrense, permitió la realización de
Levallois). El debitado alargado con tendencia laminar
útiles muy delgados y muy aptos para el trabajo. El
incrementa la longitud del corte utilizable. El retoque
considerable debilitamiento del ángulo sagital (1,5 a
secundario de las lascas permite la multiplicación de
3º solamente) constituye el último progreso de la ta-
los tipos morfológicos (diedros rectos, convexos y
lla. Hemos advertido que el valor del PMD crece muy
cóncavos). El retoque de modo buril aparece esporá-
rápidamente entre los ángulos débiles, pues es la ex-
dicamente. No obstante, las configuraciones de die-
presión de la función trigonométrica cotangente que
dros no aportan información alguna sobre la evolu-
tiende hacia el infinito cuando el ángulo tiende a
ción de la potencialidad morfodinámica.
acercarse a O. El ángulo horizontal carece de inciden-
cia alguna puesto que nos hallamos en una zona
El proceso triédrico o plano-convexo: asintótica por el hecho del débil valor sagital. Los fo-
Tras la modelización diedro y piramidal es el ter- liáceos solutrenses pueden por ello ser muy anchos
cer gran escalón evolutivo en la dirección del creci- sin que su eficacia se vea perjudicada.
miento de la potencialidad interactiva. En algunas puntas solutrenses el PMD teórico
Desde el final del Acheulense se observa, sobre puede alcanzar e incluso sobrepasar 50.
la base del debitado bifacial, una tendencia a la pla-
no-convexidad. Esta evolución produce un desliza- El proceso microlítico:
miento desde el modelo piramidal hacia el triédrico
En diversos periodos de la evolución de los utilla-
recto. Durante el paleolítico medio se encuentra esta
jes se observa una tendencia hacia la microlitización.
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Con la reunión de varios microlitos se pueden conce- Esta evolución no fue lineal, sino que ha seguido
bir morfologías de conjunto muy eficaces y útiles una ley de progresión aparentemente hipergeométri-
más resistentes. ca (al igual que las curvas precedentes) donde el fac-
La arista trinchante de las microlitos se encuen- tor de crecimiento es asímismo el producto de otro
tra en una dirección de oblicuidad muy próxima al eje factor distinto de crecimiento. Esta observación con-
activo. Por ello el ángulo sagital es muy débil (ver fi- cuerda bastante bien con los trabajos de Mayer
gura 10). Un ástil muy estrecho y largo puede prove- (1974 - "La surchauffe de la croissance) sobre la di-
erse así de un filo trinchante sin que intervenga un námica evolutiva de los fenómenos propios a la acti-
aumento de su sección. vidad humana.
La transmisión cultural del debitado permite so-
Curvas de evolución: breentender la existencia de un núcleo estructural
En el curso de la Prehistoria la eficacia de los úti- (en sentido genético) durante toda la evolución del
les se incrementa constantemente. Esta evolución fenómeno.
se acompaña siempre de cambios en los procesos El núcleo estructural puede ser representado co-
operatorios del debitado. La curva de la figura 16 re- mo un conjunto de estructuras irreductibles, enrique-
presenta la evolución estimada del potencial morfodi- cido progresivamente y que comporta los procedi-
námico en función del tiempo. La curva con línea de mientos básicos asociados indisolublemente con las
puntos corresponde a la longitud del filo o trinchante morfologías que han nacido de él.
correspondiente a un kilogramo de materia prima Como todas las estructuras de base de los com-
(según LEROI-GOURHAN). Se puede constatar una gran portamientos complejos, el núcleo estructural es
correlación entre ambos fenómenos. simple y actúa sobre bastante pocos elementos. Por
analogía con la lingüística puede ser equivalente, en
parte, a la estructura fonológica. En la lengua, los fo-
nemas se organizan de forma que se diferencien al
máximo en la materia sonora bajo tres aspectos:
emisión, propagación y recepción. En el caso del de-
bitado se trata de los polos morfogenéticos a los que
antes nos hemos referido. Estos se hallan igualmen-
te ligados a fenómenos de propagación de ondas de
choque.
Esta base se integra con sus cadenas producto-
ras asociadas en un segundo nivel, en el que se arti-
culan y se organizan las acciones dentro del espacio.
A semejanza del enunciado lingüístico, toda estructu-
ra operatoria de debitado es susceptible de ser anali-
zada. La figura 17-1 muestra una secuencia de debi-
tado laminar muy evolucionada: a = desbastado; b =
preparación de la cresta; c = extirpación de un plano
de percusión; d y e = extracción laminar.
El árbol estructural (fig.: 17-2) se lee de izquierda
a derecha. El grupo de elementos situados a la iz-
quierda de un nudo indica, además de la precedencia
de las acciones, la relación morfotécnica. Los nudos
Las estructuras del debitado. señalados por una sigla (por ejemplo: 2R) significan
El debitado es un comportamiento cultural trans- que la subsecuencia de la estructura se repite simé-
mitido. En su origen serían el contacto con la materia tricamente. "n" significa que el debitado prosigue
lítica y el descubrimiento de algunas de sus propie- utilizando la extracción creada como plano de percu-
dades los que debieron impulsar al hombre a interio- sión (debitado alterno).
rizar los datos suficientes para que una práctica per- Cada fracción de la secuencia constituye un sin-
manente de la fracturación y la utilización de los pro- tagma (Nota: unidad indisociable de elementos lin-
ductos obtenidos impulsasen al proceso técnico. güísticos) descomponible.
A seguidas se han edificado lentamente, sobre Esta técnica, ya utilizada en lingüística, permite
los fundamentos estructurales preexistentes, estruc- observar los mecanismos de la complexión estructu-
turas de acciones de debitado cada vez más comple- ral y cuantificar a esta última por medio del cálculo
jas. de la profundidad estructural.
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posible realizar sobre lo real. Esta lógica de lo real in- esta exposición permitirá al lector aprehender una
troduce al mismo tiempo una lógica de las acciones aproximación que nos parece original en el dominio
y de las significaciones. de la tipología. Esta investigación, muy marcada por
Tanto el debitado como el lenguaje proceden por la tipología analítica, no deja de ser uno de sus com-
medio de la constitución de sintagmas que precisan, ponentes.
en una secuencia cronológica de una dimensión (se- Situándonos, no al nivel de las estructuras de los
cuencia lineal), la antecesión de un elemento con re- complejos industriales, sino al de las estructuras de
lación a otro, y la relación funcional existente entre los paleocomportamientos, hemos deseado aportar
ellos. Estas relaciones producen significación de gra- algunos elementos como respuesta al proceso psico-
do superior a los aspectos semánticos o morfológi- genético de las actividades humanas prehistóricas.
cos de sus constituyentes. La morfología creada en La potencialidad morfodinámica puede ofrecer
el extremo de la cadena operatoria (significación de una explicación a las causas de la evolución de las in-
las acciones de debitado), aunque constituida por dustrias líticas y de su progreso -no se trata cierta-
morfologías elementales y secuencias de tales mor- mente de la única explicación posible- y permite
fologías logradas en el curso del proceso, es de un comprender sobre qué tipo de datos ha operado la
grado superior puesto que se halla elaborada estruc- selección (aquí con el mismo sentido que en la evo-
turalmente. lución de las especies).
El análisis de las estructuras del debitado nos ha
Conclusión: conducido a describir el conjunto del proceso por
medio de una metodología formal, y a establecer la-
Estos aspectos teóricos de los utillajes líticos de
zos estructurales entre el debitado y el lenguaje.
la prehistoria, tratados aquí muy someramente, han
sido el objeto de una muy extensa investigación rea- La correlación entre estos fenómenos evolutivos
lizada por nosotros y necesitarían un desarrollo más está, de esta manera, bien establecida.
amplio. No obstante, en lo esencial, esperamos que