La sociedad actual se caracteriza por el continuo cambio en los diferentes
ámbitos que la conforman. En este sentido, la educación esta llamada a jugar un papel cada vez mas importante en la formación integral de las nuevas generaciones que cumplan con las nuevas exigencias que se le imponen. En consecuencia, todo apunta a una renovación de la practica educativa, dirigida a la contextualización, las necesidades y características de las y los estudiantes, a la valoración del currículo como un todo y al desplazamiento definitivo de los sistemas tradicionales. Asimismo , se ha ido imponiendo con mucha fuerza la idea de cambiar esos viejos preceptos de ver la enseñanza como un proceso mecánico y deshumanizado y empezar a visualizar al educando como un ser dinámico, lleno de conocimientos, vivencias y emociones que puede participar activamente en su propio aprendizaje a través de la indagación,la reflexión, el dialogo,la creatividad y el amor. Con respecto a este ultimo aspecto, existe toda una corriente pedagógica en constante construcción que concibe el amor como una herramienta poderosa para el enriquecimiento y transformación del proceso educativo, posibilitando una nueva dimensión formativa en donde el aprendizaje se convierte en un acto reciproco y abierto entre los educadores y los educandos prevaleciendo el amor como valor esencial que transversaliza todo el proceso. Por lo tanto, desde esta concepción, se requiere que los educadores asuman la responsabilidad de guiar y motivar a los estudiantes a ser mejores ciudadanos, a revalorizarse como personas y dignificarse de su condición humana. En palabras de Mendoza (2009), el reconocimiento de los propios valores y la búsqueda de la autenticidad debe partir de una acción consciente y sistemática, orientada a estimular el proceso que permita a los estudiantes reconocer cuales son sus valores y puedan sentirse responsables y comprometidos con ellos. Si el docente no tiene amor propio y amor por lo que hace la practica pedagógica carece de validez. En el mismo orden de ideas, es importante acotar que la pedagogía del amor posee un propósito fundamental el cual es reconocer, aceptar y valorar al estudiante tal como es, con sus virtudes y debilidades, es decir, cuando se logra aceptar sus valores, defectos, potencialidades y forma de interactuar ante el educador se hará mas fácil afianzar el conjunto de conocimientos que ya tiene consolidados y trabajar en función de corregir, los que aun no ha logrado aprender. Estos principios se observan en la labor educativa de una de las educadoras venezolanas mas destacadas del siglo XXI, como lo fue Belén Sanjuan. Para Sanjuan el amor es un sentimiento que debe estar siempre presente en el proceso educativo. Las y los jóvenes responden mejor al aprendizaje si este esta acompañado de un entorno amigable, en donde se pueda interactuar con sus semejantes y la disciplina escolar, el amor por la patria y la democracia se enseñan a través del ejemplo. En síntesis, dentro de la pedagogía del amor no se puede ser eficiente sin ser afectivo, no se puede hablar de calidad educativa apartando la calidez educativa y ningún método, recurso o estrategia surte efecto en las y los estudiantes si no va acompañado del amor y la ternura.