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Extraído de García-Madruga J. y Moreno-Ríos, S. (1998).

Conceptos
Fundamentales en Psicología. Alianza Editorial: Madrid.

Psicoanálisis.
El psicoanálisis es una teoría global psicológica formulada por Sigmund Freud,
que describe un conjunto de ideas acerca de la naturaleza de la mente humana y del
desarrollo de la personalidad. Esta aproximación ha afectado al desarrollo histórico de
la psicología en prácticamente todas sus áreas tanto en las aplicadas (muy especialmente
a la psicopatología) como en las teóricas (principalmente a la motivación, el desarrollo
y la personalidad). También recibe el nombre de psicoanálisis el método
psicoterapéutico basado en la teoría psicoanalítica.
A partir de la teoría psicoanalítica de Freud se han originado un gran número de
teorías agrupadas bajo el nombre de “teorías psicodinámicas”. Entre ellas, se encuadran
las concepciones psicoanalíticas de Adler y Jung. Se caracterizan en compartir un
supuesto según el cual en la mente tiene lugar un interjuego de fuerzas que están en
continuo dinamismo originadas por deseos, motivos y pulsiones que en ocasiones son
reprimidos o redirigidos.
Desde esta aproximación se postula que la mente está organizada por tres
estructuras o almacenes: el consciente, el preconsciente y el subsconsciente. El
consciente recoge lo que está ocurriendo en el momento actual y nos damos cuenta (lo
que pensamos y percibimos). El preconsciente almacena todos aquellas sensaciones y
recuerdos que no son conscientes en un momento determinado pero a los que puede
acceder el individuo si así lo desea. El inconsciente es el almacén que más determina la
personalidad del individuo, es el más importante para Freud. Contiene todo aquello que
es inaceptable para el propio sujeto: acontecimientos pasados, imágenes, impulsos,
deseos, etc. El individuo es incapaz de acceder a ese material. Desde el psicoanálisis se
mantiene que para conocer la personalidad de un sujeto, o para poder curar un trastorno,
se deben conocer las motivaciones y fuerzas inconscientes y su dinámica.
A pesar de que el material inconsciente no puede hacerse consciente, el interés del
psicoanálisis como método terapéutico se dirige a conocer las motivaciones
inconscientes. Para ello Freud y sus seguidores desarrollaron una serie de
procedimientos. Uno de los más importantes fue la asociación libre de ideas consistente
en pedir a los sujetos que se someten a terapia, que expresen todo aquello que les venga
a la mente con independencia de lo importante que les parezca. Los sueños le permiten
a la consciencia acceder a un material inconsciente expresado bajo un disfraz. Mediante
la interpretación de los sueños o la interpretación de los errores que se comente en la
vida diaria los terapeutas podrían identificar motivaciones inconscientes. Estos
procedimientos pretenden aflorar lo que reside en el subconsciente eludiendo la
resistencia natural del propio individuo.
La posibilidad de que los pensamientos e impulsos no deseados del
subconsciente se hagan conscientes causa en el individuo un gran miedo y ansiedad.
Este miedo es reducido mediante la distorsión de la realidad causada por la actuación de
los llamados mecanismos de defensa. Algunos de ellos son: la proyección, consistente
en atribuir a otros nuestros impulsos no deseados; estos impulsos pueden ser expulsados
de la consciencia (represión); transformados en conductas aceptadas socialmente
(sublimación); o simplemente, puede ser negada su realidad (negación). Los
sentimientos indeseables pueden aflorar mostrándose como un sentimiento opuesto
(formación reactiva) o ser dirigidos hacia otra persona que nos ofrezca más seguridad
(desplazamiento). Las conductas indeseables en ocasiones son re-interpretadas como
lógicamente aceptables (racionalización).
La estructura de la personalidad de la teoría psicoanalítica cuenta con tres
instancias que se originan a partir de la primera. El ello se rige únicamente por el
principio de placer. La conducta del individuo se dirige a la obtención de placer sin
tener en cuenta las consecuencias que se derivan de ella. Le dirige la libido, que es la
fuerza que le guía a satisfacer los impulsos. La segunda instancia de la personalidad es
el yo que se guía por el principio de realidad. Pretende satisfacer los deseos del ello
pero, antes debe cotejar los pros y contras que podrían ocasionarse de tal acción. La
lucha entre las fuerzas procedentes de las necesidades del ello y de la realidad del yo
hacen que el individuo desarrolle habilidades y un sistema de memoria y pensamientos
que le permiten resolver la lucha del modo más satisfactorio. El superyo es el yo moral.
Antes de que se tome una decisión el superyo determina si la conducta es moralmente
adecuada. Por lo tanto, la teoría psicoanalítica asume la existencia de tres fuentes
principales de influencia en la conducta del individuo: las motivaciones biológicas,
nuestras conductas aprendidas y las prohibiciones y deberes impuestos por la sociedad.
La teoría de Freud mantiene que el sujeto desde su nacimiento hasta la madurez
se desarrolla pasando a través de varios estadios denominados etapas psicosexuales que
determinan su personalidad. La formación del carácter del individuo adulto queda
determinada en su mayor parte en los primeros años de vida durante las llamadas fases
pregenitales: la fase oral, fase anal y fase fálica. El desarrollo se completa con la fase
de latencia y la fase genital. Según esta teoría, durante el desarrollo, el individuo centra
su interés preferentemente sobre una área física del cuerpo relacionada con la obtención
de placer. Es la llamada zona erógena primaria, que da nombre a la etapa de desarrollo.
Por ejemplo, en la fase oral la zona erógena primaria del niño es la boca. Las
actividades que realiza asociadas al placer tales como la succión, el tragar, etc. están
relacionadas con la boca. La sobreprotección materna o la presencia de una experiencia
traumática en una etapa del desarrollo hace que se produzca una fijación en dicha etapa.
En este caso, la personalidad adquiere las características que, según la teoría, son
propias de la etapa en la que se produce la fijación.
La teoría psicoanalítica se apoya fundamentalmente en las observaciones
clínicas de Sigmund Freud. El innegable impacto de la teoría en el desarrollo de la
psicología desde principios de siglo puede deberse, a demás de las indudables
aportaciones realizadas, a que es una teoría completa: explica los aspectos más
importantes del comportamiento normal y anormal humano. Desafortunadamente, las
afirmaciones que mantiene la teoría no se apoyan en resultados empíricos. Además, la
investigación que sustenta los planteamientos de la teoría no utiliza los métodos
científicos en uso. Sus afirmaciones, en algunos casos, no son contrastables
empíricamente (no son falsables). Por esta razón, la psicología científica tuvo que
abrirse camino desde planteamientos que en ocasiones fueron radicalmente contrarios a
los mantenidos por la teoría. En la actualidad existen diversos intentos por evaluar
algunas de las afirmaciones de la teoría con procedimientos empíricos (por ejemplo en
áreas de memoria, personalidad y emoción).

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