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Infancia y adolescencia en la cultura del consumo., Lucia Rabello de Castro, Ed. Lumen,2001.
1.-La emergencia de la noción de niño del sujeto con especificidades psicológicas acarreo el
surgimiento de políticas sociales y educacionales para su bienestar, para la atención y orientación
de las familias, y para la corrección de desvíos. El “ideal doméstico”, representado por la familia
burguesa, donde los papeles son definidos y se enfatizan el orden, el respeto y el afecto mutuos,
perpetua y naturaliza la noción de un ambiente ideal para vivir y criar a los niños. Del mismo modo,
la infancia es naturalizada a través de las propias prácticas que circunscriben los tiempos modernos:
ser niño es ir a la escuela, jugar y no tener responsabilidad, vivir con su familia y así sucesivamente.
2.-En este ejemplo reside en la discusión, hoy presente en algunos países, sobre la cuestión de la
educación compulsiva. Se cuestiona principalmente la forma “escolar” de esta obligatoriedad, con
el argumento de que, siendo una prescripción que alcanza a todos los niños indiscriminadamente,
presupone una paridad entre las necesidades individuales y las demandas socialmente acordadas,
recibiendo las ultima prioridad sobre las primeras, en caso de haber desacuerdo. Así, de modo
paulatino, se confino la infancia a situaciones previsibles de tiempo y lugar, para las cuales
establecieron “regímenes de actuación” unívocos que extinguen posibilidades alternativas de
producción sociohistórica de la infancia.
3.-La representación de la infancia que puede y muchas veces debe trabajar para ayudar a mantener
la familia. Lo que aquí interesa resaltar es como determinadas prácticas socioculturales cristalizan
determinadas percepciones respecto a la infancia, las que automáticamente pasan a excluir otras
posibilidades de imaginar, percibir y representar la infancia.
4.-Los procesos intelectuales aparecerían en su forma más simple para, gradualmente, tornarse más
complejo. Las preocupaciones de esa época se hacían presentes hasta hoy en los manuales de
psicología del desarrollo. A partir de los años veinte y hasta cerca de 1960, el gran paradigma que
domino la investigación psicológica el conductismo, donde el énfasis recayó sobre las influencias
ambientales sobre el niño.
Esta psicología, cuyo acento esta puesto en la racionalidad tuvo, entre otras, las siguientes
consecuencias: la mistificación y supresión en un aspecto importante de la vida infantil, o sea, su
carácter fluido, ambiguo, contradictorio y caótico.
Por CUESTIONES POSMODERNAS se entiende una serie de cuestionamientos y aportes que se
han hecho en el ámbito de las ciencias sociales y humanas en el sentido de apuntar al debilitamiento
de orientaciones socioculturales consolidadas, que tienen que ver con las condiciones del
conocimiento y de la experiencia, y con la naturaleza de la realidad social y subjetiva. Con el
POSMODERNISMO se produce la TRANSFORMACIÓN DE LA LÓGICA CULTURAL DOMINANTE, lo que
significa transformaciones en las concepciones de:
CIENCIA:
Es caracterizada como “matheis universalis” desde las posibilidades del conocimiento que no se
proponen la predicción y la explicación de lo real, practicas estas institucionalizadas dentro de los
rituales académicos de producción de conocimiento
NOCIÓN DE TIEMPO:
El tiempo define al ser, por lo tanto, el ser es temporal, o sea, el ser es devenir, continuo flujo
temporal, transformación permanente. En este sentido, el reencuentro de la psicología del desarrollo
con la vida pasa, inevitablemente, por una revisión de la noción de temporalidad, de modo que la
mercantilización del tiempo, obtenida gracias al vaciamiento de su valor de uso para tomar lugar
como “objeto” de intercambio dentro del sistema productivo, en tanto “capital” medidos en años,
meses, días y minutos, pueda dar lugar a “otras temporalidades” que anuncien lo más diferentes y,
hasta cierto punto no comparables, devenires: el del niño, el del adulto, el de anciano.
NOCIÓN DE INFANCIA:
La infancia plantea cuestiones en términos de una sociopolítica de la desigualdad: las diferencias de
edad son teorizadas en función de valores, como de progreso, y que amparan posiciones jurídicas de
desventajas para los jóvenes. Sobre todo, cuestiona quien tiene autoridad de hablar por el niño: la
familia, los especialistas, el Estado o sus representantes. En este sentido, es necesario saber si la
infancia tiene voz sobre las decisiones que la implican, o sea, si la infancia puede ser considerada
sujeto de su devenir.