Para entender el impacto de nuestros negocios y evaluar las
acciones de los clientes, resultantes del nivel de satisfacción en relación al servicio ofrecido, se deben considerar los siguientes aspectos:
Disponibilidad, es decir, el vendedor debe estar
disponible siempre que el cliente lo necesite.
Accesibilidad, es el contacto continuo que mantienen los
clientes con el vendedor durante el tiempo que este último está disponible.
Cortesía, o en otras palabras, el comportamiento cortés y
profesional con que el vendedor atiende al cliente.
Agilidad, refiriéndose a la rapidez con que se satisfacen
las solicitudes del cliente.
Confianza, caracterizando las habilidades y destrezas del
vendedor para prestar el servicio prometido, de manera precisa y confiable.
Competencia, contempla los conocimientos necesarios
para prestar el servicio.
Comunicabilidad, es decir, la magnitud con que el
vendedor se comunica con sus clientes a través de un lenguaje simple, claro y de fácil entendimiento.
Estos elementos y otros que se ampliarán más adelante,
permiten el conocimiento sobre el cliente y el mercado, derivados de la calidad del servicio recibido y la medición del impacto de esas acciones favorables o desfavorables, lo que aumentará significativamente la oportunidad de una empresa de tomar mejores decisiones de negocios, de elevar la lealtad de sus clientes y de fortalecer su posición competitiva. Momento de verdad
El momento de la verdad es el preciso instante en que el
cliente se pone en contacto con nuestro servicio y sobre la base de este contacto se forma una opinión acerca de la calidad del mismo.
Un momento de la verdad, no necesariamente lo determina el
contacto humano. Cuando el cliente llega al lugar del servicio y entra en contacto con cualquier elemento de la empresa (infraestructura, señalamientos, oficinas, etc.), es también un momento de la verdad. Para poder ofrecer un mejor servicio al cliente, se requiere controlar cada momento de la verdad.
El cliente desconoce las estrategias, procesos, sistemas,
áreas, departamentos, problemas y éxitos de la empresa, sólo conoce lo que la empresa hace por él en ese momento y a partir de ello califica la calidad del servicio.
El servicio debe buscar como estrategia que todos esos
momentos se dirijan a la satisfacción de las necesidades prácticas y personales del cliente. Cuando las necesidades del cliente no son satisfechas en un momento de la verdad, se le conoce como momento crítico de la verdad.
Los momentos de la verdad no se presentan al azar,
generalmente ocurren en una secuencia lógica y medible, lo que permite identificar con precisión las mejoras requeridas para proporcionar los servicios.
La forma más sencilla de representarlos es a través del ciclo
del servicio. El ciclo de servicio es un mapa de los momentos de verdad que se construye con base a la experiencia del cliente en el servicio. El ciclo de servicio es la secuencia completa de los momentos de la verdad que el cliente experimenta al solicitar un servicio.
El ciclo del servicio se activa cada vez que un cliente se pone
en contacto con nuestro servicio. Así como hay centenares de momentos de la verdad en un día determinado, hay también ese número de ciclos de servicio. El ciclo de servicio nos permite visualizar la panorámica de nuestros momentos de la verdad, identificar el momento de la verdad en el que se participa directamente con los clientes, así como determinar áreas de oportunidad que permitan mejorar el servicio. Este es el fundamento del concepto de momento de la verdad.
El momento de la verdad es cualquier situación en la que el
cliente-usuario se pone en contacto con cualquier aspecto de la organización y obtiene una impresión sobre la calidad de su gestión.
Atendiendo las necesidades de los clientes
Actualmente, las organizaciones dependen de sus
consumidores, y por eso, deben de entender las necesidades presentes y futuras de los clientes. Deben además, adaptarse a las necesidades e incluso sobrepasar las expectativas de los consumidores.
Por ello, es necesario conseguir la satisfacción del
consumidor, cubrir sus necesidades, y satisfacer sus expectativas. A cambio, el consumidor se identificará con la organización, y estará predispuesto a mantener su nivel de implicación hacia la organización.
La atención a las necesidades implica varios elementos como:
crear un ambiente agradable para el cliente, otorgarle confianza para que se desenvuelva y explique de la mejor forma sus requerimientos y proporcionarle un clima cómodo y de comprensión. Éstos y otros elementos son desarrollados más ampliamente en el libro de texto, en las páginas 22 a 25 (se recomienda su lectura).
El factor humano en los servicios
En varios casos de la prestación de un servicio, lo que hace y
marca la diferencia entre varias alternativas o entre una oferta y otra, es el nivel de servicio, tanto alrededor del productor/servicio, como la riqueza de los componentes constitutivos, bien sea que éste último tenga relación con la atención personalizada al cliente, la bienvenida, el proceso mismo de la venta o el seguimiento posterior a la venta. El servicio implica o involucra personas que tratan con personas. Entre todos los componentes que intervienen en las actividades del servicio, el factor humano parece ser el más crítico. No obstante la amplia variedad de servicios con la que entramos en contacto, el denominador común es el factor humano. La percepción que nos queda del servicio, está íntimamente ligada a las personas que lo suministraron, bien sea que se trata de una transacción en un mostrador, una cena en un restaurante, un diagnóstico clínico, etc. Lo que el cliente recibe y el grado en que se satisfagan sus necesidades y expectativas, dependen mucho del suministro del servicio.
En esencia lo que el cliente percibe de una organización, no
es más que el resultado y reflejo de lo que ocurre en el interior de la misma. Dos de las leyes naturales de la correspondencia establecen ¿como es adentro, es afuera? y ¿como es arriba, es abajo? Esto nos conduce a afirmar que la satisfacción del cliente sólo se puede asegurar cuando hay armonía de interacción entre la dirección, el personal, los procesos y los recursos. El personal juega un papel determinante, pues el comportamiento y el desempeño de las personas inciden directamente en la calidad del servicio, como también la manera en que el personal interactué con los clientes y su capacidad de escuchar la voz del cliente.
La comunicación es la respuesta que obtenemos
La comunicación es la respuesta que obtenemos, no importa
cuál sea nuestra idea al actuar. Cuando estamos interactuando con otros estamos constantemente recibiendo respuestas, sean verbales o no verbales.
Es importante prestar atención a las respuestas y a las formas
en que se reciben; no sólo a las palabras sino también al tono y a los gestos que conllevan, como así también a lo que se piensa acerca de lo que comunicamos.
Nuestra idea o pensamiento puede no ser congruente con lo
que se transmite y el receptor percibiría que algo no está bien, produciéndose desconfianza, rechazo o un quiebre en la comunicación. Al actuar se debe pensar en el "modelo del mundo" del interlocutor: para entender su respuesta. Si experimenta una respuesta no querida tome a ésta como clave para detectar el "modelo del mundo" del otro.
Separar la respuesta de la idea, ofrece la posibilidad de ser
objetivos y no dejarnos llevar por nuestros propios juicios; nos ayuda a tomar conocimiento y a valorar la respuesta que obtengamos.
Hay que asumir la responsabilidad por las respuestas de
nuestro interlocutor.
¿Cómo estoy comunicándome con el otro?
¿Qué hago para generar respuestas no deseadas?
Se debe tener en cuenta que siempre hay una idea de acción
positiva para cualquier tipo de comportamiento. Si el comportamiento no es congruente con lo que dice revise su conversación interna.
El pensamiento no siempre tiene que ser consciente. Puede
muy bien ser inconsciente; esto va a depender de nuestros estados emocionales.
Una manera de identificar al pensamiento que le lleva a actuar
en forma positiva es, preguntarse:
¿Qué está haciendo esta conducta por mí?
¿En qué me beneficia?
Tener en claro cuál es el pensamiento que lleva a la acción
puede ayudarle a producir un intercambio mejor y más claro con su interlocutor.
Un buen comunicador es aquel que sabe manejar sus ideas
en forma clara; se interesa en mejorar sus formas y se pone en el lugar del otro. Atendiendo las llamadas con eficiencia
Cuando el teléfono suene, responda rápidamente, no lo deje
repicar más de tres o cuatro veces. No hay nada más desesperante que oír repicar un teléfono y que nadie lo conteste, le provoca a uno levantarse y hacerlo. Quien está llamando se desespera y se le afecta su genio y es probable que este muy ofuscado cuando usted le responda o decida colgar y es probable que nunca jamás vuelva a llamar y siempre queda en el aire la pregunta: ¿Qué me perdería por no contestar rápidamente?
Si va a negar a una persona que se encuentra allí, nunca
diga: !un momento voy a ver si está! y al rato !ya no lo veo por aquí!, !pensé que estaba, pero no me contesta en su oficina!. Cuando la persona que está al otro lado del teléfono percibe que le están negando a la persona, se va a molestar.
Por eso, mejor pregunte el nombre a la persona que llama y
recuérdelo, si es necesario anótelo para que no lo olvide. Si lo olvida, pregunte al interlocutor así: !me recuerda su nombre completo! (ejemplo), es una buena práctica para recordar el nombre olvidado. Además, establezca las necesidades del que llama y satisfágalas. Si no lo puede hacer de manera inmediata y se compromete a algo hágalo, pero de verdad hágalo. Ofrezca las razones y responda las llamadas.