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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

(Universidad del Perú, DECANA de América)

ESCUELA DE ESTUDIOS GENERALES


ÁREA DE HUMANIDADES, CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES

TÍTULO DEL INFORME


La dignidad humana y la genética

PRESENTADO POR

Advíncula Rojas, Yuleisy (cód. 18150200)


Ambrosio Ramirez, Faustino Alexis (cód. 18030200)
Camacho Salcedo, Jhoseline Tania (cód. 17150253)
Delgado Alegre, Marjorie Eliana (cód. 18020117)
Vargas Rebolledo, Valeria (cód. 18060007)

PARA EL CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA

LIMA – PERÚ

2018
LA DIGNIDA HUMANA Y LA GENÉTICA

1. Introducción

El presente informe trata sobre la dignidad humana y sus diferentes perspectivas,


ya sea antropológica, filosófica, histórica o sociológica, y todo lo que la envuelve con
respecto a si misma. Se trata de analizar el concepto que se le pueden aplicar en
diferentes contextos y con relación a los diversos campos anteriormente mencionados.

Una de las aproximaciones al concepto de la dignidad humana es que el hombre


es un fin en sí mismo y debe ser tratado como tal y no meramente como un
medio. Esta nueva formulación de la dignidad se plasmará en el ámbito jurídico
con la aparición de los derechos humanos. (Pelé, 2004, p. 9)

Cabe resaltar que en este informe se realizó con el objetivo de dar a comprender
y profundizar la indagación de este tema con un interés netamente académico. Es por
ello que expondremos la investigación desde varías perspectivas.

El presente informe contiene cuatro apartados. En el primer capítulo se explicará


qué es la dignidad humana de acuerdo a la teoría del hombre de Erich Fromm. En el
segundo capítulo se hablará de la dignidad humana a base de una perspectiva histórica,
sociológica y antropológica. En el tercer capítulo se mencionará sobre la evolución
filosófica del concepto de dignidad humana en diferentes contextos y corrientes. En el
cuarto capítulo se hablará de la dignidad humana y su relación con la genética

La finalidad de este informe es dar a conocer todo lo que concierne con respecto
al tema y dar una visión más extensa para que así cada uno de los lectores formule sus
propias conclusiones.

2. ¿Qué es la dignidad humana?

El objetivo de este apartado es entender qué es eso que llamamos dignidad


humana, sobre la base de la teoría del hombre desarrollada por Erich Fromm. No
estudiaremos, empero, la bibliografía completa del autor. Nuestra atención solo se
centrará en las obras que confrontan cuestiones como “¿qué es el hombre?” y “¿cómo
este despliega su humanidad?”. Tales tentativas corresponden, respectivamente, a los
títulos El arte de amar y ¿Tener o ser?
Fromm (2016) sostiene que existencia humana “ha transcendido la naturaleza
(…) y [que], sin embargo, (…) ya no puede retornar a ella” (p. 21). Ilustra esta tesis
sobre la base de su interpretación del mito bíblico de Adán y Eva. De acuerdo con él,
tanto esta como aquel eran uno con el mundo antes de su expulsión: el ser de cada uno
coincide con el ser la naturaleza, en el sentido de que esta procuraba su existencia. Sin
embargo, el “pecado original”, que nuestro autor comprende como el primer acto de
libertad del hombre, trae consigo su inmediato destierro del paraíso y, con ello, la
ruptura de la unidad vital que sostenía su anterior existencia.

Frente a un mundo extraño, el hombre se sabe solo y desamparado. La


conciencia de esto lo impulsa a buscar la unidad perdida. Mas ¿cómo lograrlo? Fromm
(1978) cree que existen dos modos de existencia con los que el hombre encara esta
condición.

Empecemos explicando el modo de existencia del tener, que caracteriza a


nuestra sociedad actual. Damos por sentado que gran parte de nuestras vidas se sostiene
de la posesión de objetos (p. e., cosas, puestos de trabajo, alimentos, casa, un sueldo,
etc.). Nuestro autor manifiesta, sin embargo, que la generalización del tener a objetos no
cosificables (tales como personas, procesos, sentimientos, facultades, personalidades,
etc.) es un síntoma de su deseo de ser más cuantos más tiene. Es decir, el auténtico ser
del hombre se realiza (o se tiene) en tanto este se vincula con el mundo poseyéndolo.

La sociedad consumista es una sociedad caracterizada por rebasar los límites de


lo mercantilizable. Ya no existe solo un mercado de productos de consumo elemental
y/o superfluo: la personalidad misma (nuestro ser) se ha convertido en algo que
podemos comprar.

¿Qué sucedería, sin embargo, si perdiera todo lo que poseo? Si añadimos a esta
pregunta la premisa de que “yo soy lo que tengo”, entonces la respuesta es inmediata: si
pierdo lo que tengo, pierdo lo que soy; luego, no soy nada. Frente a esta consecuencia,
Fromm (1978) considera que el modo de tener empobrece al hombre, pues hace de este
un ser dependiente.

Una respuesta alternativa frente este modo de vida (estimulado por la sociedad
de consumo) es el modo de ser. El modo de ser acepta el destierro del paraíso, vale
decir, es responsable del primer acto de libertad del hombre. Consiguientemente, sus
fuerzas están encaminadas al desarrollo de sus poderes de la razón. En contraposición al
modo de tener, el modo de ser no busca poseer los objetos sino interactuar con ellos.
Así mismo, no pretende constituir su ser sobre un basamento inalterable: sabe que el
crecimiento o desarrollo de la personalidad implica el cambio; sabe, pues, que el
vínculo con el mundo reside en el desarrollo de sus facultades, no en cuanto,
esencialmente, le es externo; sabe, en fin, que debe participar activamente en su relación
con sus semejante y con la realidad si su deseo es superar la angustia de su soledad.

Advirtamos, no obstante, que ambos modos de existencia están enraizados en la


naturaleza humana. No podemos elegir ni el uno ni el otro. Sin embargo, sí podemos
participar de su equilibrio: Fromm no nos dice que debamos abandonar nuestras
posesiones; él nos dice que no es saludable aferrarnos a ellas irremediablemente.

Ahora bien, ¿cómo entender la dignidad humana bajo la perspectiva de nuestro


autor? Si esta, como se explica en la introducción, es el valor intrínseco del ser humano,
es claro que el valor humano reside en su capacidad para relacionarse con el mundo en
el modo de ser, esto es, en el despliegue de sus capacidades humanas. Más aun,
podemos afirmar que la valía de cuanto hace, siente y piensa se sostiene sobre el fin de
estas actividades, a saber, el desarrollo de su personalidad y de su vida con otras
personas.

Hasta aquí, damos por explicada la dignidad humana sobre la base de teoría del
hombre de Fromm. Los apartados siguientes, sin embargo, ampliarán este concepto bajo
otras perspectivas. Así mismo, profundizarán sobre las consecuencias de una era en que
el hombre puede participar de su desarrollo, ya no según su esfuerzo sino sobre la
injerencia de la genética en la constitución de lo que será.

3. Una mirada histórica, sociológica y antropológica de la dignidad humana

El concepto de dignidad humana tiene su origen en la antigüedad griega; sin


embargo, se ha enriquecido a lo largo del desarrollo de la historia humana, primero
siendo un concepto vinculado a la posición social que luego expresará la autonomía y
capacidad moral de las personas (fundamento de los derechos humanos). Especial
importancia tiene la dignidad humana, como elemento para enfrentar y desarrollar las
normas relativas a las transformaciones sociales provocadas por el desarrollo científico
y tecnológico.
En el desarrollo histórico de la dignidad humana se ha hecho referencia a
distintos aspectos de la condición humana y ha sido entendida desde distintas
perspectivas o dimensiones. Tanto en la Antigüedad, la Edad-Media, el Renacimiento,
etcétera el valor del individuo derivaba de su origen, posición social u otros cargos
políticos, es decir, los individuos nacían con dignidades distintas y desiguales. El
individuo podía identificar su valor y excelencia por la pertenencia a una élite donde
compartía los rasgos sociales, políticos y económicos. Ya desde las filosofías griega y
romana la dignidad hace referencia a un reconocimiento de lo divino en los individuos,
ello exigía un comportamiento virtuoso, que busca la perfección propia de lo divino. Sin
embargo, el paso más trascendente en el desarrollo de la idea de la dignidad humana se
dio en el Medioevo, donde se plantea la dignidad humana basada en lo que es el ser
humano, sus características. A partir de este momento el ser humano es digno por sí
mismo, con independencia del reconocimiento social o de su vinculación con la
divinidad.

La dignidad humana ha estado presente en las normas jurídicas en cada


momento del desarrollo de la humanidad. Desde la dignidad concebida como estatus
social, se reflejaba en normas sociales que terminaron dando contenido a normas
jurídicas. Junto con el desarrollo de los derechos humanos va el de la dignidad, ya que
es en la relación con la protección de la dignidad humana en los ámbitos jurídico y
político que los derechos humanos tienen sentido y alcanzan una dimensión moral.

En la actualidad uno de los ámbitos de reflexión social en los que tiene mayor
importancia la idea de la dignidad humana es en el de la bioética. Disciplina nacida en
los años 70 que pretende ser un espacio de reflexión ética para hacer frente a las nuevas
capacidades humanas e interactuar con el entorno vivo (el bios), gracias al desarrollo de
la ciencia y la tecnología, de manera que no se ponga en riesgo la supervivencia misma
de la humanidad. Conforme avanza la ciencia y el conocimiento se socializa, las
sociedades van adoptando acuerdos sobre el carácter ético de determinadas prácticas,
teniendo muy en claro que el desarrollo del conocimiento ha de tener como guía
principal el beneficio de la humanidad y el respeto a la dignidad de los individuos.

Pero sea cual sea la perspectiva que se adopte, en cualquier caso la bioética
tendrá siempre como tema a la dignidad humana, ya sea porque haga referencia a
situaciones en las que la misma pueda ser afectada mayormente en términos de derechos
humanos. Sin embargo existen grandes promesas de beneficios para la humanidad, pero
que en muchas ocasiones ocultan prácticas en sí mismas contrarias a la ética médica y
que pudieran constituir verdaderos atentados a la dignidad humana.

Según Kieffer (1983), el comportamiento ético propio del ser humano tiene una
base genética. El afirma que: “El comportamiento ético ha contribuido ampliamente a la
supervivencia de la especie… En la mayoría, si no en todas las sociedades humanas, es
correcto y bueno el ser honesto, generoso, amable y valiente. La vida humana,
incluyendo la de extraños es sagrada —excepto en la guerra—. Hay que conservar la
vida. Por el contrario, es malo hurtar, robar, hacer daño o matar… La sociedad no
habría sobrevivido probablemente sin la observancia de estos valores… Para la
supervivencia de la especie es necesario el respeto a la vida”.

Para la antropología filosófica hablar de persona significa destacar el carácter


único y propio de cada ser humano, lo cual coincide con los datos de la ciencia, que nos
habla de la identidad genética individual y singular. Cada ser humano es único y
genéticamente irrepetible y vive su vida de forma personal, a su manera. De acuerdo
con Kant, cada individuo humano se hace acreedor de su dignidad desde el momento en
que se constituye su concepción biológica.

4. Evolución filosófica del concepto de dignidad humana

La reflexión filosófica ha acompañado al hombre a lo largo de su existencia,


puesto que es el único ser que se cuestiona sobre sí mismo y sobre el mundo que lo
rodea.

De la comprensión que se tenga de la naturaleza humana deriva el trato que debe


dársele a todo ser que posea dicha naturaleza, a lo que denominamos “dignidad”.
Vocablo que deriva del latín dignitas, que a su vez deriva de dignus, cuyo sentido
implica una posición de prestigio o decoro, “que merece” y que corresponde en su
sentido griego a axios o digno, valioso, apreciado, precioso, merecedor.

La noción de dignidad humana es uno de los conceptos que en el ámbito de la


filosofía y también el derecho presentan mayores problemas para su esclarecimiento y
definición, en gran medida porque depende de la concepción filosófica en la cual se
fundamente la argumentación; por ello tal vez la conceptualización de la dignidad más
utilizada en la actualidad tiene un carácter meramente instrumental, en la que se hace
referencia a la dignidad como el trato o respeto debido a las personas por su sola
condición de seres humanos, pero sin entrar a señalar las razones o por qué se le debe
ese trato, con lo que se deja a otros ámbitos de reflexión el indagar sobre la naturaleza
humana o las características de lo humano que sustentan la dignidad.

Una perspectiva de la dignidad así, sin una determinación clara, sin vocación de
valor absoluto o al menos definido es sumamente peligrosa, pues deja al concepto vacío
de contenido y difícilmente defendible o sostenible ante los posibles ataques, e incluso
hace sumamente difícil la construcción de un marco institucional para tutelarla; además
de que permite el uso del concepto dignidad de manera ambigua, para argumentar en
defensa, por ejemplo, tanto de la legalización como de la prohibición de determinadas
situaciones que son objeto de profundo debate social, como la eutanasia o el aborto, por
lo que consideramos que sólo con un concepto claro y preciso de dignidad es posible
construir los medios para su defensa y desarrollo en la convivencia social, pues en un
aspecto tan relevante no basta confiar en el sentido común o la intuición.

En su desarrollo histórico la idea de dignidad humana ha hecho referencia a


distintos aspectos de la condición humana o ha sido entendida desde distintas
perspectivas o dimensiones. Francisco García Moreno, por ejemplo, identifica lo que él
llama cuatro dimensiones de la dignidad: a) político-social; b) religiosa o teológica; c)
ontológica y d) ética, personal y social en el sentido de la autonomía, que corresponde
de alguna manera a su evolución o desarrollo a lo largo de la historia.

5. La dignidad humana y su relación con la genética

¿En qué momento convergen la genética y la dignidad humana?

Si le preguntamos a una persona mayor qué suceso o fenómeno de


transformación ha sido la más significativa para la sociedad, casi con toda seguridad
respondería: la revolución “científico-tecnológica”. Y no estaría en lo incorrecto, ya que
el mundo parece andar a velocidades sorprendentes, el conocimiento que se tiene sobre
ella se produce y se supera cada día y con mayor rapidez; esta revolución científico-
tecnológica marcará el rumbo de los próximos siglos y de seguro entraremos en la era o
el siglo de la biología. Si se confirman estos pronósticos, en los próximos cien años se
realizará de manera recurrente reconstrucciones de tejidos y órganos a través de la
utilización de células madre, se podrá modificar los genotipos patológicos mediante
terapias genéticas o veremos el nacimiento de los primeros seres humanos modificados
genéticamente para ser más perfectos.

Uno de los rasgos positivos de este avance científico-tecnológico es que nuestra


calidad de vida ha mejorado, comenzando por el hecho de que vivimos más años y en
mejores condiciones físicas y de salud, con menos sufrimiento. Si nos ponemos a
analizar con más detalle este asunto, se observa que con todos estos avances se abre
camino a una nueva realidad genética, no exclusivamente natural sino también artificial.

Con ello, en definitiva, el hombre emprendería una nueva forma de dominio,


control y manipulación de su propia vida. Está en sus manos alterar, nada menos que el
curso de la evolución de las especies. Aquí es donde entra a tallar el término “dignidad
humana”: el científico ya puede jugar a ser Dios, ya que modifica a su antojo la realidad
natural y su propia naturaleza humana. Estas nuevas situaciones que ofrece el
conocimiento científico-tecnológico otorga nuevas posibilidades de elegir y de
intervenir en la vida, antes insospechadas: “solo con el descubrimiento de la doble
hélice y la consiguiente revolución genética hemos tenido fundamentos para pensar que
los poderes tradicionalmente pensados como prioridad exclusiva de los dioses puedan
ser algún día nuestros” (Watson, 2003).

Las trasformaciones que ha provocado este despegue científico va mucho más


allá de las posibilidades materiales, ciertamente traspasa el ámbito científico, hasta
irrumpir en el ámbito filosófico, ético y antropológico. Se imponen dudas que ponen en
tela de juicio la concepción tradicional de lo humano; nuestra idea acerca del hombre,
de la salud, de la enfermedad y de nuestra propia naturaleza están llegando a trastocar
nuestras arraigadas creencias y valoraciones: “Ninguna rama de la ciencia ha creado
más agudos o más sutiles e interesantes dilemas éticos que la genética” (Burley, 2002).

Hay encendidos debates a favor y en contra sobre la clonación: ¿Qué significa


“ser” un ser humano? Para hallar respuesta a esta pregunta influyen condicionamientos
culturales, sociales y creencias religiosas; lo que la clonación despierta son emociones:
miedo al propio resultado, a lo que podría desencadenar (la creación artificial de seres
idénticos), esta posibilidad es inquietante y a la vez atrayente: la prohibición de algo que
en parte se desea, pero que a la vez da una fuente muy grande de peligro.
Si analizáramos la clonación, notaríamos que detrás de ella se encuentra el sueño
eterno del hombre de superar la muerte y el dolor consiguiendo la eterna juventud, esa
desesperada búsqueda de encontrar una solución a la enfermedad y la vejez, la
posibilidad de otras formas de procreación, incluso la revancha feminista de una
procreación sin varón. Pero esto implicaría también la posibilidad de crear seres no
humanos.

Dignidad entraría aquí en el temor de ver un nuevo mundo deshumanizado, en


la que se dé una instrumentalización de los individuos, un atentado contra la condición
humana…de salirse de la naturaleza del hombre.
6. Conclusiones

La variación del concepto de dignidad humana es consecuente con la variación


del concepto de lo humano. Desde el carácter divino hasta la pertenencia a alguna clase
social, el valor de lo humano estaba predeterminado tanto por el contexto socio-
histórico como por la reflexión filosófica en torno a la naturaleza del hombre. Fromm
también fue participe de esta tradición reflexiva (o humanista, para ser exactos), para
quien el valor humano reside en su esfuerzo por superar su invalidez frente al mundo y
desarrollar sus potencialidades. Sin embargo, vivimos ya una era en que la ciencia
puede prescribir lo que un nacido será; más aún, lo que un hombre tendría que ser.

Como guía de la reflexión genética se debe situar indudablemente el


compromiso con el valor del ser humano. Ello implica un compromiso y comprensión
del término responsabilidad que surge precisamente al hilo de una problemática
bioética: la investigación con seres humanos. La responsabilidad se debe entender más
bien en un sentido práctico, como la capacidad de tomar decisiones razonadas y
razonables atendiendo el costo/beneficio, a las consecuencias beneficiosas y nefastas
que puedan derivarse de la ciencia: dar razón bajo las coordenadas de viabilidad,
riesgos, idoneidad, etc.
7. Bibliografía

Burley, J., Y Harris, J. (2002). A companion to genethics, Nueva York, Blackell


Publischers, p. 1.

Casas, M. (2012). Genoma y dignidad humana. Cirujano General, vol. 34: 155-158.

Fromm, E. (1978). ¿Tener o ser? (Carlos Valdés, trad.). D. F., México: Fondo de
Cultura Económica.

_____. (2016). El arte de amar (Noemí Rosenblatt y Bernardo Moreno, trads.). Lima,
Perú: Editorial Planeta Perú S. A.

Jouve, N. (2013). La genética y la dignidad del ser humano. Madrid: Cuadernos de


Bioética XXIV.

Kieffer, G. (1983). Bioética. Madrid: Alhambra Universidad.

Peces-Barba, G. (2005). Reflexiones sobre la evolución histórica y el concepto de


dignidad humana. Madrid, España: IDHBC-Dykinson.

Pelé, A. (12 de diciembre de 2004). Una aproximación al concepto de dignidad humana.


Revista universitas. Madrid, España: Universidad Carlos III de Madrid. Instituto
de derechos humanos Bartolomé de las Casas.

Watson, J., y Berry, A. (2003). DNA. The secret of life. Nueva York, Alfred A. Knopf,
p. 95.

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