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1.- Introducción.
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2. Aspectos Generales.
Esferocitosis
Esferocitos Pérdida de la membrana hereditaria, Anemia
hemolítica
autoinmunitaria
Hemoglobinopatías:
Dianocitos Aumento del cociente talasemias;
superficie /volumen de los hemoglobina S, C,
eritrocitos Etc.; hepatopatías
Procesos
Esquistocitos Rotura traumática de la microangiopáticos,
membrana prótesis
intravasculares
Síndromes
Eritrocitos falciformes Polimerización de la drepanocíticos
hemoglobina S
Hepatopatías
Acantocitos ¿Lípidos de la membrana graves (anemias
anormales? con eritrocitos
espiculados)
Enfermedad por
Eritrocitos aglutinados Presencia de anticuerpos crioaglutininas
IgM
Hemoglobinas
Cuerpos de Heinz Hemoglobina precipitada inestables agresión
oxidante
Hematopoyesis
grado o intensidad, lo quede define a su vez, la gravedad del cuadro clínico .al
igual que en todo proceso en que disminuye la concentración de hemoglobina
sanguínea, el efecto de la hemólisis tiende a ser contrarrestado mediante un
aumento de la regeneración eritoblástica de la médula ósea. En condiciones de
estímulo máximo, la médula ósea normal es capaz de aumentar entre 6 y 8 veces
la producción de eritrocitos, lo que en teoría permite evitar la aparición de anemia,
incluso en casos de supervivencia de eritrocitos inferior a 20 días. Ello explica el
que algunos pacientes con hemólisis no existan anemia, hecho que se conoce
como “hemólisis compensada”. En general, es preferible emplear el término de
síndrome hemolítico para referirse a las manifestaciones clínicas y sus
correspondientes alteraciones biológicas que permiten poner de manifiesto la
presencia de hemólisis
a) Intracapsulares
Estos obedecen en todos los casos, a un mecanismo congénito
b) Extracapsulares
Estos tienen un origen adquirido.
a) Intravasculares
Si la hemólisis es intravascular, la destrucción de los eritrocitos
ocurre principalmente dentro de los vasos sanguíneos. Este tipo
de mecanismo presenta hemoglobinuria (reacción positiva para
sangre en la tira reactiva de orina) y hemosiderinuria y el Test de
Coombs directo es positivo (presencia de anticuerpos anti-glóbulo
rojo).
b) Extravasculares
Si la hemólisis es extravascular, la destrucción de los glóbulos
rojos ocurre principalmente en los sinusoides venosos del bazo y
otros órganos. Este tipo de mecanismo no presenta
hemoglobinuria y el Test de Coombs directo es negativo
(ausencia de anticuerpos anti-glóbulo rojo).
Membranopatías
Éstos suelen descubrirse fácilmente por las alteraciones
morfológicas de los eritrocitos observables en los frotis de
sangre periférica. Existen tres tipos de alteraciones
hereditarias de la membrana eritrocitaria: la esferocitosis
hereditaria, la eliptocitosis hereditaria (incluida la
piropoiquilocitosis hereditaria) y la estomatocitosis hereditaria.
Enzimopatías
Mientras maduran, los eritrocitos van perdiendo su núcleo, los
ribosomas y las mitocondrias y, por tanto, su capacidad para
la síntesis de proteínas y la fosforilación oxidativa. El
metabolismo intermediario de los eritrocitos maduros
circulantes es bastante simple, en consonancia con sus
moderadas exigencias metabólicas. El hematíe tiene que
obtener el ATP por la vía de Embden-Meyerhof para poder
impulsar la bomba de cationes que mantiene el medio iónico
intraeritrocitario. También se necesita energía en pequeña
cantidad para mantener al hierro de la hemoglobina en estado
ferroso (Fe2+) y quizá para renovar los lípidos de la
membrana eritrocitaria. Aproximadamente un 10% de la
glucosa que consumen los eritrocitos se metaboliza a través
de la vía de la hexosa-monofosfato. Esta vía protege a la
hemoglobina y a la membrana de los oxidantes exógenos,
entre ellos ciertos fármacos.
Hemoglobinopatías
Las hemoglobinopatías son trastornos que afectan a la
estructura, la función o la producción de hemoglobina. Suelen
ser hereditarias y su gravedad va desde constituir un dato
anormal en una prueba de laboratorio en una persona
asintomática, hasta provocar la muerte fetal intrauterina. Las
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2.3. Definición.
La anemia hemolítica autoinmune (AHAI) obedece a un trastorno en regulación del
sistema inmune por el cual el organismo genera anticuerpos contra determinados
antígenos de la membrana eritrocitaria. En un 50 % de los casos la AHAI aparece
espontáneamente, es decir, sin que exista una causa aparente (AHAI idiopática),
mientras que el resto de los casos en el curso de una enfermedad adyacente (AHAI
secundaria) en un pequeño porcentaje de los casos, la anemia hemolítica parece
después de la ingesta de ciertos medicamentos (AHA inmuno medicamentosa). Dado
que la AHAI puede aparecer mucho tiempo antes de que lo haga la enfermedad, no
debe catalogarse como idiopática hasta que el seguimiento clínico del paciente
durante un periodo prudencial permita llegar esta conclusión. La expresividad clínica
de la AHAI es muy variable y se halla relacionada con el mecanismo de la hemólisis,
que a su vez, depende del tipo de autoanticuerpos (IgG, IgA, IgM), de su
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2.3.1. Autoanticuerpos.
Los autoanticuerpos son anticuerpos patológicos generados contra antígenos
de la membrana eritrocitaria cuya aparición se desconoce, aunque se atribuye a
un trastorno en la regulación del sistema inmune (enfermedad autoinmune). La
anemia hemolítica por autoanticuerpos constituye una de las causas mas
frecuentes de hemólisis por mecanismo inmune en la práctica clínica.
a) Autoanticuerpos calientes
Con actividad exclusivamente hemolítica a 37 oC. Estos anticuerpos
reaccionan a la temperatura corporal (termoanticuerpos) casi siempre
son de tipo IgG, rara vez IgM o IgA. Los termoanticuerpos autólogos
originan anemia hemolítica autoinmunitaria (o inmunohemolítica) por
termoanticuerpos.
c) Hemolisinas bifásicas
Autoanticuerpos que se fijan a la membrana eritrocitaria; esto ocurre
a baja temperatura y producen hemólisis a 37oC
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2.3.1.3. Autoanticuerpos Ig M
Son autoanticuerpos de carácter completo o regular y por tanto, con
capacidad para producir aglutinaciones espontáneas de los eritrocitos
tanto in vivo como in vitro. Su especificidad es casi siempre anti J o anti-
I y fijan siempre el complemento, por lo que la citolisis es un
mecanismo fisiopatológico fundamental de la hemólisis. La unión de los
anticuerpos IgM a la superficie eritrocitaria se realiza a 4 y 20 oC, por lo
que se les conoce también como anticuerpos fríos. Debido a que la
unión entre el anticuerpo y la membrana es muy débil, muchas
moléculas de IgM previamente fijadas se desprenden allanarlos
eritrocitos, de forma que sólo queda complemento. Cuando los
autoanticuerpos IgM aparecen en el curso de un síndrome
linfoproliferativo crónico (LLC o linfoma), suelen hacerlo con carácter
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2.4.1. Autoinmunidad.
Una de las características del sistema inmunitario tradicionalmente
aceptadas es su capacidad para distinguir lo propio de lo ajeno. La mayor
parte de los animales son capaces de reconocer una amplia serie de
materiales extraños y de generar reacciones contra ellos, pero en
circunstancias normales no ponen en marcha respuestas inmunitarias
contra los antígenos propios y por ellos se toleran así mismos. El
reconociendo de lo propio desempeña un papel importante en la génesis
de los receptores inmunitarios de los linfocitos T pero en general, se evita
el desarrollo de respuestas autoinmunitarias potencialmente nocivas
contra los autoantígenos. La autoinmunidad, por tanto, representa el
resultado final del fracaso de uno o más de los mecanismos básicos que
regulan la tolerancia inmunitaria.
La autoinmunidad significa simplemente la presencia de autoanticuerpos o
de linfocitos T que reaccionan contra autoantígenos y no implica
necesariamente que el desarrollo de autorreactividad tenga consecuencias
patológicas. La autoinmunidad puede producirse como un hecho aislado o
en el contexto de síndromes clínicos específicos. Se observa en ocasiones
en las personas ancianas sanas. Asimismo, la autoreactividad se puede
desarrollar durante diversas enfermedades infecciosas. La expresión de la
autoinmunidad puede ser transitoria, como sucede en muchos procesos
infecciosos, o persistentes. En ambas existe una tendencia a desarrollar
una autorreactividad contra una gran diversidad de tejidos u órganos.
Como se dijo, la autoinmunidad no conduce necesariamente a la lesión
tisular, e incluso en presencia de lesión orgánica puede ser difícil
determinar si ésta ha sido mediada por la autorreactividad. Así pues, la
presencia de autorreactividad puede ser la causa o consecuencia de un
proceso patológico en evolución. Además, la autorreactividad
desencadenada por un hecho incitante, como una infección o una lesión
tisular por un traumatismo o infarto, puede o no desembocar una
enfermedad.
http://www.medwave.cl/medios/perspectivas/ACTASgrupoESCLEROSIS/C
arcamoFigura2.jpg
a) Anergia.
Se refiere a la inactivación funcional prolongada o
irreversible de los linfocitos, inducida por el recuento con
antígenos bajo ciertas condiciones. Se expuso antes que la
actividad de las células T especificas para el antígeno
requiere don señales: el reconocimiento del antígeno
peptídico en asociación con las moléculas propias del MHC
en la superficie de las células presentadoras de antígenos, y
un grupo de señales coestimuladoras o (segundas señales)
suministradas por células presentadoras de antígenos. Para
iniciar las segundas señales ciertas moléculas asociadas a la
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e) Mimetismo molecular
Algunos microorganismos compiten epitopo con autoantígenos
y la respuesta inmunitaria contra ellos produce respuestas
similares contra los autoantígenos con reacción cruzada. Por
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2.5. Clasificación.
La anemia hemolítica autoinmune se puede clasificar de la siguiente manera:
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2.4.1.3. Clasificación.
2.4.1.4. Tratamiento.
El tratamiento de la AHAI común depende de su intensidad y de si
se halla o no asociada a una enfermedad subyacente. En la AHAI
secundaria, es preciso considerar de manera preferente la
enfermedad subyacente; aunque parece un hecho bien
demostrado que una vez iniciado el síndrome hemolítico su
evolución clínica sigue un curso propio e independiente al de ella.
En la AHAI idiopática el tratamiento es más empírico por cuanto se
basa, de manera exclusiva, las características del síndrome
hemolítico, que dependen, a su vez de la naturaleza y la
especificidad de los autoanticuerpos. En cualquier caso, el
tratamiento general de la AHAI por anticuerpos calientes tiene dos
variantes: sintomático y etiológico.
a) Tratamiento Sintomático.
Transfusiones
Consiste en la transfusión de concentrados de eritrocitos
cuya aplicación debe limitarse solo a aquellos casos en los
que la gravedad de la anemia lo hace imprescindible. Esto
sucede en pacientes tratados con corticoides o
inmunosupresupresores que no responden y mantienen
concentraciones de hemoglobina por debajo de lo valores
normales críticos. No obstante, debe tenerse siempre en
cuenta que la transfusión es un tratamiento paliativo y que
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b) Tratamiento Etiológico
Tiene como objetivo reducir los factores que intervienen en la
fisiopatología de la hemolisis. Por ello, pueden emplearse los
siguientes procedimientos diferentes:
Corticoterapia.
Constituye el tratamiento de elección en la AHAI común por
autoanticuerpos calientes ya que con ello se consigue la
remisión del proceso en un 80% de los casos idiopáticos y el
50% de los casos secundarios. El efecto principal de los
glucorticoides es bloquear la interacción entre los
macrófagos y eritrocitos sensibilizados e impedir el proceso
de la fagocitosis. En parte, a través de su acción sobre el
sistema linfoide, reduce también el número de
autoanticuerpos circulantes y, por tanto, su número fijado de
eritrocitos.
En general, se emplea la prednisona que se administra a
dosis elevadas (aproximadamente 1 mg/kg/día) durante
varios días (en general, 3 a 4 con un máximo de 7 días)
hasta que la hemoglobina alcanza un valor de 110 g/L. Si no
se aprecia este aumento de Hb la dosis inicial de prednisona
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Esplenectomía.
Es el tratamiento de elección en aquellos casos resistentes
a la corticoterapia. Con ella se consigue la remisión
completa en aproximadamente el 50% de AHAI idiopáticos y
en el 30% de formas secundarias pero solo se debe realizar
en las condiciones citadas anteriormente. La práctica de una
esplenectomía debe ir precedida de un estudio isotópico que
demuestre la existencia de secuestro esplénico.
Se ha demostrado que el efecto de la esplenectomía es
favorable en el 92% de los casos cuando de captación
esplénica/captación hepática es superior a 2 y solo en un
42% cuando es inferior a esa cifra. En caso de que se
sospeche la existencia de un síndrome linfoproliferativo
como causa de la AHAI, puede aprovecharse la
esplenectomía para realizar un estudio histológico del bazo,
así como observar el estado de los ganglios linfáticos.
Inmunosupresores.
Constituye la terapéutica alternativa ante el fracaso de la
corticoterapia y la esplenectomía.
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Inmunoglobulina Intravenosa.
La inmunoglobulina intravenosa ha sido utilizada en el
tratamiento de la AHAIP causada por anticuerpos IgG que
no han respondido al tratamiento con glucocorticoides. La
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Plasmaféresis.
La disponibilidad de separadores automáticos de células
sanguíneas ha hecho posible su utilización con el fin de
remover los anticuerpos eritrocitarios. Se ha observado
beneficio a corto plazo con este procedimiento,
especialmente en pacientes con hemólisis grave o
refractaria al tratamiento habitual.
Otras Terapéuticas.
En algunos pacientes prednisona – dependientes, resistente
asociada a AHAI, se ha ensayado la administración de
gammaglobulina intravenosa a dosis de 400mg/kg/día
durante un mínimo de 5 días, si bien los resultados nunca
han sido tan espectaculares como los conseguidos en la
trombocitopenia inmune o purpura trombocitopenia
idiopática. Medicamentos en un inicio prometedores como,
por ejemplo, el Danazol, han quedado en un lugar
anecdótico debido a su escaso efecto terapéutico en este
tipo de enfermedad autoinmune. Finalmente, en la
enfermedad de las crioaglutinas con títulos muy elevados
del autoanticuerpo y anemia intensa, pueden ensayarse
plasmaferesis siempre que la sangre perfundida se haya
calentado previamente a 37oC en un sistema especialmente
adecuado para ello. En resumen, independientemente de la
enfermedad subyacente que pueda inducir a la AHAI, el
tratamiento de esta enfermedad es complejo y depende de
muchos factores entre los cuales destacan el
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a) Hemograma
Obtenido mediante procedimientos electrónicos es de gran
utilidad en el diagnóstico diferencial de las anemias
hemolíticas. Aunque el VCM suele ser normal (anemia
normocítica), no es infrecuente observar ligeros aumentos
debido a la presencia de abundantes reticulocitos, de mayor
tamaño que los eritrocitos. La CCMH puede hallarse también
algo disminuida debido al menor contenido de hemoglobina de
los reticulocitos, a excepción de aquellas enfermedades con
aumento específico de la CCMH (menor de 350 g/L), por
ejemplo, la esferocitosis hereditaria (EH), donde esta magnitud
es de utilidad diagnóstica. La observación minuciosa de la
morfología eritrocitaria constituye aún hoy en día, y a pesar de
los avances de la automatización, una prueba obligada en el
estudio inicial detona anemia hemolítica. Esto se debe a que,
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Bilirrubinas
En la anemia hemolítica, el aumento de la concentración de
bilirrubina en el plasma se realiza a través de su fracción no
conjugada, por lo que no se elimina por la orina (ictericia
acoluríca). Otro signo del hipercatabolismo bilirrubínico es el
aumento del estercobilinógeno fecal. Un adulto normal libera
entre 50 a 300 mg de estercobilinógeno fecal por las heces
en 24 horas. En un proceso hemolítico, esta cifra es
prácticamente siempre superior a las 400 mg/día, por lo que
su determinación constituye siempre un índice muy sensible
de destrucción eritrocitaria. En casos de anemia hemolítica
intensa, el aumento de la eliminación fecal de
estercobilinógeno se acompaña de un cierto grado de
urobilinuria, lo que confiere una coloración oscura a la orina
que puede sobreañadirse a la hemoglobinuria.
Haptoglobina
El descenso de la concentración de la haptoglobulina en
plasma (Pla - haptoglobulina) constituye otro signo de
destrucción eritrocitaria útil en la práctica clínica. Su
especificidad, no obstante, es similar a la de la actividad de
la LDH plasmática ya que en la anemia megaloblástica
presenta un comportamiento similar. La haptoglobulina es
una proteína sintetizada en el hígado y cuyes estructura se
halla determinada genéticamente en 3 fenotipos principales
con diferente capacidad para fijar hemoglobina. La Hp fija
hemoglobina, pero no grupos hemos libres o mioglobina y
forma con ella un complejo hemoglobina – haptoglobulina
(Hp - Hb) que es degradado por el hígado y eliminado
finalmente. Debido a ello, cuando la cantidad de Hb
plasmática es muy elevada se sobrepasa la capacidad de
fijación de la Hp y el complejo Hb – Hp desaparece
rápidamente. Ello explica el descenso de la Pla –
haptoglobulina, cuyo valor referencial oscila entre 0,5 y 1,5
g/L y que suele durar unas 48 horas. Pasado este tiempo,
asciende lentamente hasta adquirir valores prácticamente
normales, incluso sin que el proceso hemolítico agudo haya
remitido o persista de forma crónica. En realidad, constituye
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Hemoglonemia
Hemoglobinemia
Hemopoxemia.
El descenso de la concentración de la hemopexina en
plasma, sigue su curso similar al de la Pla – Haptoglobulina
pero tiene mucho menor valor práctico por cuanto es más
variable y su existencia sólo es apreciable cuando la
hemólisis intravascular es muy intensa.
Glucohemoglobina
La concentración de la glucohemoglobina en plasma puede
ser también medida útil en el estudio de la hemólisis, ya que
suele disminuir hasta un 2 o 5 % (valores referenciales a 6 a
8 %). Obviamente la Hb A pierde gran parte de su valor
diagnóstico cuando la anemia hemolítica coexiste con
diabetes mellitus o hemorragia.
Metahemalbumina.
La metahemalbumina puede identificarse bioquímicamente
mediante la llamada prueba de Schumm. Cuando la
hemólisis intravascular tiene carácter crónico, la eliminación
de pequeñas cantidades de hemoglobina por el riñón
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expresados lo mismo por células adultas que por células del cordón. Las
alteraciones clínicas que provoca el anticuerpo cuando el paciente se
expone al frío son de dos clases: aglutinación intravascular (acrocianosis) y
hemólisis. La acrocianosis es la coloración purpúrea intensa de los
miembros, orejas y nariz cuando la sangre se enfría lo suficiente como
para aglutinarse en las venas; desaparece al calentar esas partes y no
tiene los caracteres vasoespásticos del fenómeno de Raynaud.
Los pacientes también pueden tener síntomas del mismo origen al tomar
alimentos o bebidas fríos.
La hemólisis no suele ser grave y se manifiesta por una ligera
reticulocitosis y aglutinación de la sangre en los frotis, así como al pasar la
sangre por los analizadores de partículas (dando lugar a un volumen
corpuscular medio falsamente elevado). La intensidad de la hemólisis
depende de varios factores: 1. Título de anticuerpos. En los pacientes con
síntomas el título es, en general, superior a una dilución del suero de
1:2 000 y puede ser de hasta 1:50 000. Al recoger las muestras para medir
el título hay que tener cuidado de separar el suero de las células mientras
la temperatura se mantiene a 37°C para que el anticuerpo no sea
adsorbido por las propias células del paciente. 2. Amplitud térmica del
anticuerpo (la máxima temperatura a la que el anticuerpo reacciona con el
hematíe). En la mayor parte de los casos, esa temperatura es de 23 a
30°C. Los anticuerpos que tienen una amplitud térmica mayor (de hasta
37°C) producirán hemólisis más intensa, ya que es más probable que los
eritrocitos estén sometidos a esas temperaturas mientras circulan.
3. Temperatura ambiente. Como la reacción puede ocurrir tan sólo a
temperaturas inferiores a las del cuerpo, los principales factores
determinantes de la tasa de la hemólisis son la frecuencia y la intensidad
de la exposición al frío. La hemólisis de estos casos se debe
fundamentalmente a la acción hemolítica del complemento, porque no
existen receptores Fc funcionantes para los anticuerpos IgM. El
complemento se fija fácilmente, ya que basta una sola molécula de
complemento para que se produzca la unión de C1 y comience la
secuencia de reacciones. Sin embargo, los eritrocitos humanos normales
son muy resistentes a la acción hemolítica del complemento gracias a
varios mecanismos de defensa. Por eso, aparecerá una hemólisis masiva
con hemoglobinuria sólo cuando haya una activación masiva del
anticuerpo, como ante un enfriamiento brusco. La activación del
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a) Forma Crónica.
Es la forma más frecuente y aparece preferentemente a partir
de los 70 años. A esta forma de AHAI por autoanticuerpos
fríos se le conoce como enfermedad por crioaglutininas y
puede aparecer si causa aparente o enfermedad subyacente
(idiopática) o acompañado a neoplasias en especial del
sistema linfoide B y carcinomas metafasicos. Entre las
neoplasias del sistema linfoide destacan los linfomas
linfoplasmocíticos (inmunocitomas), la leucemia linfática
crónica (LLC - B) y la macroglobulina de Waldenstrom (MGW).
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2.4.2.3. Tratamiento
En caso de forma crónica o enfermedad por crioaglutininas y dada
la escasa intensidad de la anemia, el mejor tratamiento es el
preventivo, evitando en lo posible la exposición al frio. Si existe
expresividad clínica manifiesta puede ensayarse la terapéutica con
inmunosupresores a bajas dosis y adaptadas a la respuesta del
paciente. Éste constituye de hecho el único tratamiento eficaz de
este tipo de AHAI, ya que la administración de corticoides o la
esplenectomía carecen de efecto terapéutico. Diversos estudios
aconsejan iniciar el tratamiento con clorambucil a dosis de 2 o 4
mg/día e ir aumentándolas en 2 mg. Cada 2 meses hasta observar
efectos deseados. Otra opción es administrar ciclofosfamida (250
mg/día) y prednisona (100mg/día) durante 4 días por cada 2 o 3
semanas. Estudios más recientes demuestran una buena respuesta
a la administración de x interferon. Afortunadamente para los
pacientes con enfermedad con Criaglutininas prácticamente nunca
se requiere transfusiones, ya que existen importantes problemas
técnicos para la tipificación de grupos sanguíneos y realización de
las pruebas cruzadas. Por un lado, la presencia del autoanticuerpo
adherido a la superficie de los eritrocitos, al facilitar la aglutinación
espontanea, hace poco fiable la determinación tanto del fenotipo
ABO como el grupo Rh Igualmente, la presencia del autoanticuerpo
libre en el suero, al estar dirigido contra antígenos muy frecuentes,
hace que las pruebas cruzadas sean positivas y resulte
prácticamente imposible encontrar sangre compatible. Además,
este autoanticuerpolibre puede enmascarar la presencia de un
aloanticuerpo. Por todo ello, las determinaciones serológicas deben
realizarse con sumo cuidado y siempre a 37 oC para minimizar el
efecto de la crioaglutinina. Igualmente, las transfusiones en
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2.4.3.2. Diagnostico
El diagnostico se basa fundamentalmente en este cuadro clínico, el
cual se acompaña de hemoglobinemia (100 – 200 mg/dl)
hemoglobinuria y presencia de la criohemolisina (anticuerpo de D-L)
en suero. Los análisis generales de laboratorio presentan todos los
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2.4.3.3. Tratamiento
El tratamiento de este tipo de AHAI es casi siempre de soporte ya
que, independientemente de su estrecha relación con el frio, es un
proceso autolimitado y que regresa rápidamente con solo calentar
al paciente.
2.4.3.4. Pronostico
Finalmente el pronóstico de la HPF es, en general, bueno ya que la
crisis hemolíticas son autolimitadas y en adelante basta con
mantener al paciente alejado de ambientes fríos. En caso de que
aparezca asociado a la sífilis, la curación de esta implica la
desaparición de las crisis hemolíticas.
c) Mecanismo Autoinmune
En este mecanismo, el medicamento parece actuar sobre el sistema
inmune, provocando la formación de autoanticuerpos que actúan
directamente contra la membrana eritrocitaria. El ejemplo más
característico de este mecanismo es el que ejerce la alfametildopa,
empleada en el tratamiento de la hipertensión, se trata, por tanto, de una
AHAI tipo IgG con especificidad anti-Rh, cuyo mecanismo de acción es
superponible al de una AHAI por autoanticuerpos calientes y al igual que
esta, la PAD es siempre positiva. El mecanismo íntimo de interacción
entre medicamento y el sistema inmune se desconoce.
2.10. Epidemiología.
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