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El síntoma en la transferencia

Valeria Stranges

El presente trabajo tiene por objetivo demostrar cómo el síntoma queda articulado en la transferencia. Para su desarrollo,
comenzaré haciendo un breve pasaje teórico por las dos operaciones constitutivas del sujeto: alienación y separación, para dar
cuenta de cómo el dispositivo analítico permite su reactualización con el despliegue de la neurosis de transferencia articulada al
analista como síntoma neoproducido. En segundo lugar, tomaré los dos elementos del Sujeto supuesto Saber -Sujeto dividido y
Saber- para definirlos y confirmar la equivalencia entre Sujeto dividido y síntoma. Por último, presentaré un material clínico de un
tratamiento que dirigí como integrante del Servicio de Clínica de Adultos I en la Sede Avellaneda de la UBA, para poder ubicar los
momentos lógicos de una cura, donde se entrelazan: la localización clínica del Sujeto dividido, la puesta en funcionamiento del
Sujeto supuesto Saber, y la formalización del síntoma que concluye con el analista partenaire del síntoma en la transferencia.

Las operaciones constitutivas del sujeto


Comenzaré con una cita de Colette Soler que orienta el sesgo de lo que intentaré transmitir.

“¿Cuál es la incidencia del acto sobre el síntoma a la entrada del psicoanálisis? La incidencia primera del acto es hacer al
síntoma analizable. Es un cambio hacerlo analizable, y ´hacerlo´ debe ser tomado aquí en el sentido de una producción.” (SOLER,
1986, 62).

A la altura del Seminario 10 Lacan hace referencia a la fórmula de la división subjetiva afirmando que esta se produce como
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consecuencia del encuentro del Sujeto
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Muraro Otro simbólico que lo preexiste; se produce: del lado del A, un sujeto dividido, y del
lado del Sujeto, la barradura del A. Es una operación que tiene consecuencias en ambos lados. Cuestión que le permite a Lacan
hablar de la heterogeneidad de lo real respecto de lo simbólico ya que el resto de la operación –el objeto a- es heterogéneo al
significante. Si en la división subjetiva el goce todo mítico se pierde, esa pérdida da cuenta del sujeto como falta en ser, al mismo
tiempo que da cuenta del interés del sujeto en aquello que al Otro le falta. Esta cuestión es decisiva en la clínica porque conecta al
sujeto con el deseo y con el saber.

En El Seminario, Libro 11 y en Escritos 2: “Posición del inconsciente”, Lacan retoma la dialéctica entre el Sujeto y el Otro al
referirse a las dos operaciones constitutivas del sujeto: alienación y separación.

La alienación –lo cito- “es cosa del sujeto”:

“Es la estructura […] la que explica la división originaria del sujeto. El significante produciéndose en el lugar del Otro, hace
surgir allí al sujeto del ser que no tiene todavía la palabra, pero al precio de coagularlo. Lo que allí había […] desaparece por no ser ya
más que significante.” (LACAN, 1964, 819).

La afánisis del sujeto se manifiesta así en este movimiento que Lacan califica como “letal”, como el fading del sujeto.

La alienación consiste en ese vel de la lógica de la reunión, que condena al sujeto a aparecer en su división: si aparece de un
lado como sentido, del otro lado aparece como afánisis. Es decir, es un vel que se define por una elección del estilo “la bolsa o la
vida”: si elijo la vida me quedo sin bolsa y es una vida cercenada, si elijo la bolsa, me quedo sin la vida. Al apoyarse en la lógica
de la reunión, Lacan quiere destacar el factor letal, la petrificación del sujeto.

La operación de separación, en cambio, se rige por lo que en matemática se denomina intersección o producto. Es –vuelvo a
citarlo-:

“La segunda operación en la que se cierra la causación del sujeto, para poner a prueba en ella la estructura del borde en su
función de límite, pero también en la torsión que motiva el traslape del inconsciente”. (LACAN, 1964, 821).

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En esta operación el sujeto se realiza en la pérdida en la que ha surgido como inconsciente, por la falta que produce en el
Otro. Dicho en otros términos, cuando el sujeto se dirige al campo del Otro y con lo se encuentra es con un Otro del sentido
–completo-, sucede que este le otorga un sentido a su “ser”, lo que podría ser en todo caso el terreno de las psicoterapias. Ahora
bien, cuando el sujeto se dirige al campo del Otro y con lo que se encuentra es con una falta, con lo que topa es con el deseo.
Retomo el texto:

“Sin duda el “pudiera perderme” es su recurso [del sujeto] contra la opacidad de lo que encuentra en el lugar del Otro como
deseo, pero es para remitir al sujeto a la opacidad del ser que le ha vuelto de su advenimiento como sujeto.” (LACAN, 1964, 823).

Así, Lacan refiere allí mismo a la superposición de dos faltas –que en verdad es una, estructural- para dar cuenta de la
juntura del deseo del sujeto con el deseo del Otro, de la emergencia del objeto a. En el terreno de la transferencia, este encuentro
con el deseo del Otro se traduce como deseo del analista, que como vacío lógico necesario, posibilita esa especie de
“reencuentro” con aquello que el sujeto no reconoce de sí pero que al mismo lo constituye como sujeto, con el efecto de pérdida
resultante que refiere la cita.

Con esta introducción de las operaciones constitutivas del sujeto, pasemos ahora a definir los elementos del Sujeto supuesto
Saber que, como pivote de la transferencia, crean las condiciones de posibilidad para la reactualización de dichas operaciones a
través de la neurosis de transferencia.

El sujeto dividido en Psicoanálisis


Lacan a lo largo de su enseñanza mantendrá la siguiente definición de sujeto: es lo que representa un significante para otro
significante. A partir de esta definición se desprende rápidamente la idea de que el sujeto no puede constituirse como una unidad,
es decir, es un concepto que difiere de cualquier noción filosófica en donde el individuo puede tener atributos y constituirse en su
autonomía, en su propia Ley.

En Psicoanálisis, el sujeto se constituye por una Ley que siempre es del Otro, de lo simbólico. El inconsciente es entre sujeto
y Otro el corte en acto. Es un modo de plantear que el sujeto nunca es agente de su inconsciente sino que es efecto de discurso.
Para Lacan, el sujeto no dirige esa organización de los significantes que se articulan en el inconsciente, sino que los significantes
se ordenan por azar: el sujeto es efecto de la contingencia y una vez que esa determinación se produjo, lo que opera es la
repetición. Este punto es fundamental para entender cómo opera el dispositivo analítico: vía la transferencia como “reino
intermedio entre la enfermedad y la vida” (FREUD, 1914,156) la repetición en acto de la causación del sujeto con el analista,
supone el despliegue de un saber articulado que debe desarticularse con la consecuente pérdida que consentir a ese trabajo
produce.

La transferencia es por lo tanto, el espacio en donde se reactualizará el binario elemental S1-S2 si se entiende que el
significante del síntoma (S1) se repite, busca hacerse reconocer a nivel de la escucha, es decir, se dirige al Otro (S2).

El antecedente freudiano de sujeto dividido es la noción de conflicto (Spaltung). Con la segunda tópica, Freud cambia la teoría
de la angustia y define la formación de síntoma como resultado del conflicto entre instancias psíquicas, como el sustituto de una
satisfacción pulsional interceptada por la represión. Esta parte del yo, pero si la defensa fracasa el síntoma aparecerá con todo su
carácter compulsivo, confrontándolo más allá de él como algo desconocido y enigmático. Por lo tanto, si ya en Freud puede leerse
al síntoma como algo que irrumpe cuestionando, el síntoma adquiere el estatuto de pregunta del sujeto y deja abierta la puerta a
la entrada en la transferencia.

Al decir de Freud, al paciente le ofrecemos “la transferencia como palestra” donde tiene permitido desplegar todo “pulsionar
patógeno”, así:

“conseguimos dar a los síntomas de la enfermedad un nuevo significado transferencial, sustituir su neurosis ordinaria por una
neurosis de transferencia.” (FREUD, 1914,156).

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Llegado este punto, quisiera destacar entonces dos cuestiones:

1. Si el síntoma es el resultado de un conflicto psíquico, y éste último el antecedente de, en términos lacanianos, la división
subjetiva, se puede afirmar que sujeto divido y síntoma son equivalentes.

2. Si el síntoma irrumpe como pregunta del sujeto, el síntoma indica la suposición de un saber. La direccionalidad del
significante del síntoma (S1) a un Otro (S2) es el punto que articula el síntoma en la transferencia.

El saber en psicoanálisis
El Saber (S2) en psicoanálisis es una articulación de significantes que encierra la clave de un goce afectado por la represión.
(LOMBARDI, 1993, 23) En este sentido, en el Seminario 12 Lacan dirá que en el síntoma hay siempre una indicación de saber.

Al retomar la concepción saussuriana del signo –lo que representa algo para alguien- lo diferenciará del significante –lo que
representa un sujeto para otro significante- de manera de volver al binario S1-S2 ya que lo que le interesa a Lacan es interrogarse
por el estatuto del Saber. Dice: “Lo que es un saber, es verdaderamente un cuerpo de significantes.” (LACAN, 1964-1965, 112).
Pero entonces, ¿es el psicoanalista quién posee el saber? No, el saber no es menos supuesto que el sujeto. El psicoanalista no
encarna el Sujeto Supuesto Saber, más bien, el psicoanalista retiene el significante que determina a un sujeto por lo que al
psicoanalizante le significa: el significado del texto que él no sabe. Por esta razón, el analista no tiene otro recurso que situarse en
la pura significación de saber -lugar de la s del algoritmo de la transferencia- porque el sujeto solo es determinable por un
deslizamiento que es de deseo, de hacerse deseo del Otro, en la pura forma que se aísla como deseo de saber. Por lo tanto, en
psicoanálisis se trata de la diferencia establecida entre el saber referencial y el saber textual: no importa cuánto sepa el analista a
nivel de su formación, cuando recibe un paciente, lo que prevalece es la indicación freudiana de atenderlo desde el “no saber”:
esto hace a la singularidad del caso.

El “no saber” se articula a la función de lo que el analista sí sabe en psicoanálisis, y es que se opera por el equívoco. El “no
saber” en su función agalmática, por un lado, remite al vacío lógico necesario para el advenimiento del deseo; por el otro, conduce
al advenimiento del yo no sabía del analizante, al advenimiento de “ese significante que está allí, que reconozco ahora estaba allí
donde yo estaba como sujeto.” (LACAN, 1964-1965, 110).

La singularidad del caso


Llegado a este punto del desarrollo, me parece pertinente la presentación de una viñeta clínica. Por medio del material clínico,
intentaré recortar cómo el deseo del analista anudado al decir a medias de la interpretación, efectúa un corte en la metonimia del
discurso conmoviendo un punto de goce que deja al sujeto ante la posibilidad de elegir enmarcarse en el trabajo analítico. Es
decir que, entregando la causa real de su síntoma, el sujeto tomará la decisión de conquistar la posición analizante, incluyéndose
así el síntoma en la transferencia.

La viñeta clínica
A. se presenta a la admisión diciendo que hace 8 años tiene cáncer de mama y a los 4 años hizo metástasis en el pulmón. A
la pregunta de que la trae a la consulta responde diciendo: "El episodio de cáncer de mama". Despliega aquí la sucesión de las
apariciones del cáncer. "Ahora lo que me angustia es la reincidencia; que me vuelva a aparecer" y continúa haciendo referencia a
los dos médicos con que se atiende. Diferencia: "la médica, no me contiene, el otro, parece su alumno, pero él si me contiene".
Cuenta que los síntomas que la llevaron a consultar fueron "puntadas en la espalda" y que es ella quién tiene que estar pendiente
de estos. "No tengo garantías que dejando a uno u otro, voy a encontrar un tercero contenedor"; y en relación a los médicos
agrega: "yo quedo en el lugar de enferma". Continúa: "mi papá es médico". "El punto de la medicina preventiva... él no pudo hacer
nada". Siempre diagnosticó a toda la familia y suponía que su sola presencia iba a poder prevenir.

La paciente se encuentra actualmente realizando tratamiento con una psicooncóloga. "Busco más estrategias que reflexión.
Esto me resulta una situación intermedia". ¡Todo doble!- Se interviene finalizando la entrevista.

Llega al siguiente encuentro diciendo que se quedó "bastante movilizada por esto de las dualidades": "Tengo una pata acá y la
otra en el Interior", "con la psicooncóloga busco información, estrategias para poner en funcionamiento si se instala el cáncer". ¿Y
en este otro lugar?-

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se interroga. "No lo tengo muy claro, reaparece el tema de papá". Los padres se separaron hace 15 años, pero recién hace unos
años la madre se fue a vivir al Interior del país y el padre se quedó en Bs. As.

Le reclama al padre: “Manejar la enfermedad en términos de médico y no como papá, de no haber hecho medicina preventiva.
Me hubiera gustado tener otra relación con los médicos... como más cuidada emocionalmente". Con ironía se interviene diciendo
¿A qué médico se refiere? Se efectúa el corte de la entrevista.

En otra oportunidad se encuentra preocupada porque su hijo cambió de carrera: “Parezco crónica de una muerte anunciada...
en él hay un discurso de ´Me cago en tus expectativas de tener un hijo universitario’". La analista interroga: ¿Qué es esto de
“crónica de una muerte anunciada”? y A. dice: "No tenía expectativa en relación a la carrera elegida... es por una cuestión de
supervivencia".

Aquí se subraya el equívoco: "Supervivencia- muerte anunciada". En este momento aparece la angustia. "La inmadurez de mi
hijo me da miedo, quiero que madure por si me muero". Mientras vuelve a armarse, dice: "Hablé con la psicooncóloga le dije que
no iba a ir más". "Me hace ruido el discurso médico, y el psicoanalítico... no pensaba el espacio psicoanalítico como prevención de
la enfermedad.” Al finalizar la entrevista A. dice: "Estoy muy contenta de venir, por eso creo que parte de estas decisiones son por
venir acá".

La vez siguiente comienza haciendo referencia a lo aliviada que se siente, "Esa frase que dije... ("crónica…") me pasó algo
que no sé qué es... como que algo se corrió de lugar... la enfermedad se movió, ya no es el eje; el cáncer no tiene un lugar fijo". Al
término de esta entrevista se despide diciendo “gracias por el encuentro”.

Luego de unas vacaciones refiere haber tenido días muy duros, ya que visitando a su madre comenzó a tener síntomas que le
preocupaban; por un lado pinchazos en las piernas, por lo que se realizó estudios cuyos resultados salieron bien. Por el otro, “
un fogonazo en la lengua”, dice que es un síntoma que no sabe por qué lo tiene, que no puede asociarlo al cáncer. “Me angustia
la sensación de algo desconocido asociado a algo conocido”, “No tengo palabras para describir el síntoma”. De inmediato
comienza a hablar acerca de una discusión con su padre. Aquí se interviene cortando con una pregunta respecto a la relación con
su madre. Dice que desde que está viviendo en el Interior el diálogo con ella es mejor... “pero al tercer día me sale por la boca. La
sensación es que con ella la comunicación es más sensible, excepto lo de mi abuela”. Relata a continuación que su abuela murió
cuando la madre tenía 7 años de cáncer de mama. “Este fue el misterio que se develó cuando yo enfermo... no se habló hasta mi
enfermedad”. Aquí comenzó la búsqueda del “hilo conductor”: “Necesitaba aparecer en ese silencio”.

En otra oportunidad cuenta que finalizando su tratamiento de cáncer de mama, es la madre quien enferma de lo mismo...
Llama como “rara” esta situación ya que la enfermedad se manifiesta “generación de por medio” y que en la madre surge como
algo que lo disparó su propia enfermedad.

Por aquel tiempo realiza un viaje. De regreso dice: “lo único que pude registrar es este efecto en la boca, me aparece en la
lengua, como una acidez que termina repercutiendo en la boca, no sé con qué tiene que ver esto… me reconozco en eso pero no
lo asocio… En este tiempo he hablado mucho…” Trae de regalo un llavero: “quería traerte algo que sea característico del lugar”.
“Es un palillo que usan para revolver los frutos con los que se hacen los jugos”.

Se realizó los estudios de control y dice que lleva 2 años sin “recidiva”. Está preparando la presentación del su tesis de
doctorado, que comenzó a escribir antes de la reaparición del cáncer en el pulmón y que luego interrumpió por miedo a no poder
terminarla. En el transcurso del tratamiento retomó su escritura. “Sin este camino aún no lo habría pensado”

Hasta aquí el recorte.

Comentario del caso


Un primer momento lógico aparece con el motivo de consulta donde A. “en calidad de paciente” se presenta identificada a la
“posición de enferma”; así ella busca ser autenticada en este lugar, y no sólo eso, llega como visitando a un médico más. A pesar
que su enunciado es de queja hacia los médicos, su enunciación apunta a ese beneficio que le otorga la enfermedad.

Cuando alguien se presenta a una consulta no siempre lo que viene a demandar coincide con lo que pide; la diferencia
quedará marcada por la posición del oyente, que podrá escuchar un decir que va más allá del pedido manifiesto de quien
consulta. Que alguien pida ser curado no significa que esté dispuesto a resignar su condición de enfermo. Es necesario subvertir

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esa demanda, donde, por un lado, el paciente asuma el riesgo de ceder su padecimiento en pos de saber cómo éste le concierne
y cuán implicado se encuentra en la causación y sostenimiento de su síntoma. Y por el otro, la condición de posibilidad de que
acontezca esta experiencia en donde el sujeto se implique en la demanda, estará dada desde el inicio por la presencia del analista
que con su acto opera un corte en la metonimia significante para que allí advenga un decir.

Un segundo momento lógico se inicia con la interpretación de la analista “todo doble”, donde se recorta un punto de goce en
el que se anuda su padecer y aparece la decisión de la paciente de dejar el espacio de la psicooncóloga. Esto implica la pérdida
del valor de goce que representa para ella mantenerse en la posición dual. Elección que además constituye un paso necesario
para que el espacio analítico se transforme en un lugar tercero -“intermedio”- donde un analista cualquiera (Sq del algoritmo de la
transferencia) es sustituido por un analista particular, posibilitando que la paciente comience a “soltar” esos significantes que la
representan como sujeto.

La interpretación por el equívoco “supervivencia – crónica de una muerte anunciada”, conmueve una estasis de significación
recortando al significante de la transferencia. “Lo inesperado, es que el sujeto confiese él mismo su verdad y que la confiese sin
saberlo.” (Lacan, 1966, 97) Incidencia primera del acto analítico que conlleva: por un lado, la respuesta con el amor de
transferencia testimoniado con un: “gracias por el encuentro”. Y por el otro, la localización clínica de la división subjetiva:
“Parezco crónica de una muerte anunciada…”, corroborando el efecto fading del sujeto que, por haber quedado en medio de un
saber (entre representado y no representado del todo) aparece desgarrado con la consecuente aparición de la angustia.

El tercer momento lógico inaugura la conquista de la posición de analizante. Con la cesión de la posición de enferma y el
sostenimiento por parte del analista del Sujeto Supuesto Saber, se comienza a registrar la existencia de un síntoma que no queda
asociado a la sintomatología médica y que A. nombra como un “fogonazo en la lengua”. Singularidad de su padecimiento anudado
a una causa real: “Me angustia la sensación de algo desconocido asociado a algo conocido. No tengo palabras para describir el
síntoma.” Este se le aparece como una opacidad subjetiva que, al modo de “lo siniestro” porta un sentido oscuro para la paciente
pero al mismo tiempo la representa como sujeto.

Podemos retomar entonces que si en el síntoma hay una indicación de saber, sólo en este sentido la meta del psicoanálisis
es cambiar la relación del sujeto con su padecer: que el síntoma se transforme en analizable. Para ello, el significante del síntoma
(S1) se repite, se dirige al campo del Otro, pasa a ser un síntoma “para” el analista (S2). Vía la abstinencia, el encuentro no con un
Otro del sentido sino con un Otro en falta, mediatiza la emergencia de un decir: No es el analista quien responde a la pregunta del
sujeto, más bien es el que la sostiene. Es el sujeto implicado en su demanda quien trabaja para responder la pregunta. A.
comienza a relatar la “historia de la enfermedad”, “el hilo conductor” que remite a la muerte de la abuela y a la enfermedad
reciente de la madre. El síntoma se conecta con el Saber, y este pasa al lugar de la Verdad. De este modo, el cáncer de mama
como motivo de consulta se resignifica, ya que al separarse del discurso médico cobra el estatuto de causalidad subjetiva.

Así, verificamos que: -los dos elementos del Sujeto supuesto Saber están supuestos: el sujeto y el saber, y por lo tanto
siempre son a producir; - y que el analista con su acto posibilita la desarticulación de lo que ya estaba articulado en la historia
singular de su padecer. “Necesitaba aparecer en ese silencio” precipita el surgimiento de un tiempo verbal distinto: “yo no sabía”;
donde antes el significante (“crónica de una muerte anunciada”) la aplastaba como sujeto del deseo ahora el deseo del analista
propicia la falta en ser.

Por último, un cuarto momento del transcurso de la cura, puede ubicarse en el agieren fundamental de la transferencia donde
el analista se hace partenaire del síntoma como lo traduce el regalo. La presencia del analista como aquel “palito que produce
jugos ácidos” remite al “fogonazo en la lengua”, al mismo tiempo que positiviza una presencia que no es de significante sino de
goce: presencia del objeto a en su versión oral. Llegado a este punto, se puede afirmar que el regalo da cuenta del vínculo
analizante-analista que, como vínculo de a dos, ocupa el lugar de la relación que no hay. Dicho de otro modo, el síntoma pasa a
ser síntoma “con” el analista, encuentro que no fue sin efectos: el alivio en el cuerpo, corroborado en el pasaje de la “reincidencia”
a la no “recidiva”; y la escritura y presentación de su tesis, que comenzó escribiendo en posición de enferma –como objeto de la
Medicina- y que finaliza siendo ella misma “doctorada”. En palabras de A.: “Sin este camino aún no lo habría pensado”.

Conclusión
A partir del recorrido realizado se pueden delimitar cómo el dispositivo analítico propicia un espacio en el que se está
permitido despegarse de los significantes amos que amarran al sujeto. La reactualización de los momentos lógicos constitutivos
del sujeto con el analista en la transferencia, dan cuenta del margen de libertad de que el sujeto dispone para la realización de una

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elección diferente a la determinada por la estructura. Este pasaje no es sin el acto del analista que, ubicado en el lugar de la
causa, crea las condiciones de posibilidad para que el síntoma se articule en la transferencia.

Valeria Stranges
stranges_valeria@hotmail.com

Bibliografia
-Freud, S. (1914) “Recordar, repetir y reelaborar”. En Obras completas, Vol. XII. Buenos Aires: Amorrortu, 2004.
-Freud, S. (1926) “Inhibición, síntoma y angustia”. En Obras completas, Vol. XX. Buenos Aires: Amorrortu, 2001.
-Lacan, J. (1962) “La angustia, signo del deseo”. En El Seminario: Libro 10, La Angustia. Buenos Aires: Paidós, 2011.
-Lacan, J. (1964) “El sujeto y el otro: La alienación”. En El Seminario: Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis . Buenos
Aires: Paidós, 2003.
-Lacan, J. (1964) “El sujeto y el otro (II): La afanisis”. En El Seminario: Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis .
Buenos Aires: Paidós, 2003.
-Lacan, J. (1964-65) “Seminario 12. Problemas cruciales del psicoanálisis”, Inédito.
-Lacan, J. (1964) “Posición del inconsciente”. En Escritos 2. Buenos Aires: Siglo XXI, 2003.
-Lacan, J. (1966) “Psicoanálisis y Medicina”. En Intervenciones y Textos 1. Buenos Aires: Manantial, 2002.
-Lacan, J. (1967) “Proposición del 9 de octubre de 1967”. En Ornicar?1. Buenos Aires: Petrel, 1981.
-Lombardi, G. (1993) “El saber y el acto”. En La clínica del psicoanálisis 2: El síntoma y el acto . Buenos Aires: Atuel, 2004.
-Soler, C. (1987) “Transferencia e Interpretación en la neurosis”. En Finales de análisis. Buenos Aires: Manantial, 2004.
-Soler, C. (1988) “Los fines propios del acto analítico”. En Finales de análisis. Buenos Aires: Manantial, 2004.
-Soler, C. (2010) “Curso del 27 de enero del 2010”. En El seminario repetido. Buenos Aires: Letra Viva, 2012.

[1] Vaaleria Stranges es psicoanalista. Docente de Clínica y Psicoterapias: Clínica de Adultos I, Facultad de Psicología- UBA. Integrante del Servicio de
atención a Adultos de Avellaneda desde el año 2006.

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