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El aumento de la temperatura media anual y la disminución de la precipitación que se prevén para

el año 2030, debido a efectos del cambio climático, tendrán impactos significativos en la agricultura
de todo el país.

En consecuencia, es probable que las áreas aptas para los cultivos que sustentan las exportaciones
agrícolas y la seguridad alimentaria campesina cambien en el futuro. Algunos municipios ganarán
aptitud productiva para ciertos cultivos, otros la perderán.

La capacidad de la población rural para adaptarse a estos cambios, tanto si representan una pérdida
o una ganancia, depende de su acceso a servicios básicos, acceso a información, recursos para la
innovación y ecosistemas saludables.

En la Segunda Comunicación Nacional sobre Cambio Climático de El Salvador (2013) el país


reconoció la necesidad de hacer sinergias entre las agendas de mitigación y adaptación para la
reducción de la vulnerabilidad de la agricultura del país, mediante la restauración de ecosistemas
críticos y paisajes rurales. Asimismo, reconoce que estas agendas deben incluir otros beneficios
sociales y económicos a nivel local.

Muchos municipios perderán áreas aptas para los cultivos que son la base de su economía; pero
algunos de ellos tienen condiciones socioeconómicas que les permiten enfrentar esos efectos de
manera más exitosa. Dos municipios con la misma pérdida esperada de aptitud pueden tener un
grado diferente de vulnerabilidad al cambio climático dependiendo de estas condiciones. Un
ejemplo se presenta en el siguiente cuadro:

La vulnerabilidad al cambio climático y sus elementos La vulnerabilidad, según la propuesta del IPCC,
se evalúa considerando tres factores:

• La exposición, o grado en que un sistema está expuesto a una variación en el clima; por ejemplo,
al aumento de temperatura.

• La sensibilidad, o grado en que un sistema es afectado positiva o negativamente por los cambios
en el clima, por ejemplo, el aumento o la disminución del área disponible para un cultivo.

• El impacto potencial del cambio climático; es decir las consecuencias esperadas de este proceso
en un sistema sin considerar ninguna acción de adaptación.

• La capacidad adaptativa, o el conjunto de recursos disponibles de personas y comunidades para


enfrentar las pérdidas y aprovechar las eventuales oportunidades que surjan con el cambio
climático. En este estudio la capacidad adaptativa del sector agrícola se mide combinando
indicadores humanos, sociales y económicos de la población rural.

San Vicente y Pequeños Valles

Clima

La zona de San Vicente se encuentra a mayor altitud que las otras dos zonas (425 metros sobre el
nivel del mar), pero las tres tienen el mismo clima, que corresponde a Sabana Tropical Caliente. El
promedio de lluvia anual en la zona de San Vicente varía entre 1900 y 2000 milímetros; en la de
Acahuapa-Lempa es de unos 1900 milímetros y en la de Mercedes Umaña-San Juan Buenaventura
varía entre 2000 y 200 milímetros. Al igual que en todo el país, las lluvias están distribuidas
mayormente entre mayo y octubre en el resto del año se presentan condiciones de aridez por falta
de lluvias.

Fisiografía

Las llanuras de San Vicente están sustentadas generalmente por rocas piroclásticas del Terciario
Superior, que incluyen unas series heterogéneas de breccia volcánica, aglomeradas y tobas,
intercalados con derrames de lava. El pequeño valle de Acahuapa-Lempa está formado por
depósitos aluviales recientes. En las llanuras que comprende la zona de Mercedes Umaña-San Juan
Buenaventura, subyacen principalmente rocas volcánicas del Terciario Superior.

Hidrología

Las tres zonas pertenecen al sistema de drenaje del Lempa. Sin embargo, por los terrenos de las
zonas San Vicente y Mercedes Umaña-San Juan Buenaventura no corren ríos de importancia. El río
Jue, que pertenece a la zona Mercedes Umaña, corre en dirección norte para desaguar en el río La
Leona, que a su vez desagua en el Lempa. La zona Acahuapa-Lempa cuenta con los dos ríos del
mismo nombre. El río Acahuapa, aforado en San Vicente, tiene una descarga mínima de 0.4 metros
cúbicos por segundo, y su caudal específico estimado es de 8 a 10 litros por segundo por kilómetro
cuadrado. Tiene un alto contenido de sólidos en suspensión. Los manantiales que proceden de las
napas subterráneas son muy valiosos, especialmente en ausencia de buenas fuentes de agua
superficial, y se utilizan en forma eficiente. Las tobas, aglomerados y breccias por lo general no son
permeables; proporcionan poca agua a los pozos y manantiales, pero los estratos de pómez y
cenizas, y las escoriaciones y zonas fragmentadas en los derrames de lava son importantes acuíferos
cuando se presentan en la zona de saturación. Por ejemplo, el manantial de La Leona, a 3 kilómetros
al sudoeste de San Esteban, nace de una zona fracturada en el derrame de lava vítrea, que está
interestratificada con aglomerado volcánico y toba. Proporciona agua, aun en la estación seca, para
la población rural del área. Alrededor de la laguna Apastepeque, en la zona de San Vicente, hay
numerosos manantiales cuyos acuíferos ocurren en carnadas de arena volcánica o ceniza gruesa
interestratificada con cenizas finas o tobas. Igual sucede con los manantiales de San Cayetano,
situados alrededor de 3 kilómetros al oeste de San Vicente, cuyo aporte se puede calcular en 100
galones por minuto en la estación húmeda y en unos 50 galones en la estación seca. En la zona
Mercedes Umaña-San Juan Buenaventura los manantiales salen en algunos casos de lenguas
lenticulares de lava andesítica altamente permeable, tal como sucede con los manantiales del río
Umaña, que salen de una lengua lenticular de lava andesítica de 45 metros de ancho por un máximo
de 12 de espesor. La descarga aproximada de este manantial es de 4500 galones por minuto. Esta
lente está completamente encerrada en una masiva y densa toba y aglomerado tobáceo, de tal
manera que la lengua lenticular de lava conduce el agua haciéndola salir con fuerza considerable.
También en las proximidades de El Triunfo los manantiales nacen de rocas del Terciario Superior. El
manantial de Ujustal nace en el fondo de un cañón profundo, situado alrededor de 1 kilómetro al
noroeste de la ciudad de El Triunfo, de cortas lentes de pómez y ceniza gruesa contenida en una
masa de toba volcánica. Iguales características tiene el manantial El Riíto, situado a 1 kilómetro y
medio de la misma. Ahí, el agua subterránea se puede localizar a 15 metros. Sin embargo, se hace
necesario profundizar los pozos hasta 98 metros. A esta profundidad es posible penetrar más de un
acuífero.
Las características principales que se deben tener en cuenta para la formulación de planes de
desarrollo agrícola de estas zonas son las buenas comunicaciones que la unen a la capital y a otros
mercados, la alta densidad de población, la limitada extensión de los terrenos de clase de
productividad alta, que están dispersos, y la poca disponibilidad de agua superficial con la excepción
de la zona de Acahuapa-Lempa. En estas circunstancias, el desarrollo estrictamente agrícola será
limitado si no se plantea un esquema a nivel regional de desarrollo rural, tomando como base la
actividad agrícola y complementándola con actividades rurales donde resalte la habilidad manual
en la cual las zonas tienen buena disponibilidad, especialmente la de San Vicente.

Escorrentía

Un total del 88 por ciento del territorio nacional se halla sujeto a control hidrológico mediante
estaciones de registro continuo de caudales en los principales ríos del país. Del volumen de la
precipitación pluvial en el país, aproximadamente 448 metros cúbicos por segundo llegan como
escurrimiento superficial al océano. De ellos, 225 metros cúbicos por segundo pertenecen al río
Lempa, que es el principal del país. Si se considera el escurrimiento superficial procedente de
Honduras y Guatemala, el caudal del río Lempa en su desembocadura llega a 601 metros cúbicos
por segundo. La utilización total del agua disponible en el país supone, a consumo constante, una
disponibilidad uniforme de los recursos que nunca podría lograr se, a menos que los ríos pudieran
regularse totalmente mediante numerosos embalses. Se comprende bien la necesidad de conocer
los caudales que podrían estar disponibles la mayor parte del tiempo sin necesidad de
almacenamiento para aprovecharlos. Para determinar esto, la CEPAL hizo estimados de los caudales
igualados o excedidos. Se calculó que para el 95 por ciento del tiempo se hallan disponibles unos 90
metros cúbicos por segundo. Las aguas de los ríos Paz, Lempa y Goascorán tienen repercusiones
internacionales porque aparte de sus cuencas de drenaje pertenecen también a Guatemala, por lo
cual el escurrimiento originado en El Salvador se convierte en agua de interés internacional al pasar
a formar parte del curso principal del río. El río Goascorán limita con Honduras, y lo que se dijo del
río Paz con respecto al interés internacional en sus aguas también se puede decir del río Goascorán.

Bibliografía

SECRETARIA GENERAL, ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS realizado por el


Departamento de Desarrollo Regional con la colaboración del Consejo Nacional de Planificación y
Coordinación Económica (CONAPLAN) del Gobierno de El Salvador. WASHINGTON. D. C.
1974Estudio

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