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Notas sobre la subjetividad mediática

Por Agustín J. Valle, coordinador académico del Seminario Subjetividades Mediáticas y Educación y docente del Diploma
Superior en Gestión Educativa.
Publicado en Campo Grupal N° 187 – abril 2016.

1- El hombre vive su vida como un medio para otra cosa, dice Marx en La ideología alemana: en eso consiste la “alienación
genérica”. No se limita a la desposesión que lleva a dedicar la vida para alcanzar la subsistencia; es una alienación de lo
genérico, una alienación de la potencia experiencial específicamente humana que es la de inventar modos de vida. ¿Es
experiencia vivir tendiendo siempre a otra cosa, vivir siempre para otra cosa? Vivir la vida como medio para otra cosa; vivir
cosas, las situaciones, los procesos, como medios para otra cosa, y otra cosa y otra cosa. Esa tendencia tiene una nutrida
genealogía -digamos una genealogía divina-. Y tiene, también, una honda complejización presente, en el capitalismo de los
proyectos: vivimos una monumental guerra contra la presencia, con artillería de técnicas de ahorro de experiencia. Hasta lo
deseos son vividos como medios para otra cosa, y en vez de pedir tres deseos se piden tres magritos objetos de deseo.

2- El tecnocapitalismo es un régimen de dislocación entre cuerpos y presencia. Una vida puede estar -en cierto sentido
sensible- ausente de su cuerpo; hay cuerpos ocupando espacios de modo ausente, produciendo vacío; hay cuerpos
deshabitados… Por ejemplo, la escuela, aquella vieja casita de todos nosotros; la vieja escuela, edificio de comunión
primigenio, mítico érase una vez de inicial de todos, la escuela pedía una cosa primero que nada, en cada día, a cada cuer
¡Presente!, pedía decir. Presencia del cuerpo implicaba presencia subjetiva.

Etimológicamente presente es ser ante algo, o estar ante; por eso un regalo es un presente. La presencia implica algo y alg
Implica como mínimo un atestiguamiento. No es lo mismo que la mera asistencia -la escuela antes mostraba que sí.

En un capítulo genial de la excelente serie Black Mirror, de extensos capítulos unitarios de ciencia ficción distópica (con la
pantalla como personaje común en todas las historias), llamado “Be right back”, una pareja se va a vivir a una casa con die
pinos. Pero él no deja un segundo el neo-celular; ella le habla y responde mecánicamente (presente!), entonces ella le dice
incoherencias -trampitas de verificación- y él contesta de igual modo… La historia continúa y profundiza de modo impactan
escisión entre cuerpo y presencia subjetiva (vaya como recomendación). El uso de los artefactos entrena al cuerpo en la
habilidad de estar sin estar.

3- Cada época funda sus propios parámetros de existencia, y en la nuestra existir es estar conectado. Se consumen produc
para estar conectado con el flujo del que son partícula. Es muy bella una tesis de Virilio. Dice que cuando se implementa la
primera red de teléfragos sin hilo, y se difunde la prensa escrita (por cierto, curants, “corrientes”, en francés y gazettas,
“monedas pequeñas”; en italiano: puede entenderse históricamente a los periódicos, a los medios, como vector de
fluidificación…), hubo un cambio en el empazamiento experiencial: hasta cierta generación, en un mismo momento los
habitantes de París viven efectivamente en su 1870 (por decir algo) mientras que los de un pueblo rural aún viven en 1800
de una villa alpina en 1740; pero la generación siguiente, conectada por dichos dispositivos que unen los espacios en “tiem
real”, dice Virilio que las gentes pasaron a ser menos ciudadanas de sus lugares que de su tiempo. Al consumir medios de
comunicación no consumían tato informaciones como contemporaneidad. Al conectarnos a las redes no consumimos tanto
cosas como a nosotros mismos como contemporáneos. Media hora desconectado es media hora atrás del mundo.

Es que el sujeto mismo es un medio. Él mismo un medio por el que pasan flujos informacionales de toda índole; sujeto que
en el mercado de las tasaciones corporales según cuánto y qué pasa a través suyo. Un cuerpo se define por las conexione
las que es capaz y por los flujos que pasan a su través. Y hay lugares, y hay encuentros, que permiten y facilitan que pasen
algunos de esos flujos, y hay lugares y encuentros que generan demoras donde esos flujos no se limitan a pasar, sino que
labran efectos con los que el sujeto muta.

4- Nacho Lewkowicz definía a la subjetividad como el conjunto de operaciones necesarias para tolerar unas
circunstancias. Varían las operaciones que es necesario realizar para habitar una circunstancia de campesinado y religiosid
una circunstancia de exploración y viaje, unas circunstancias de encierro institucional, o el caso: unas circunstancias
mediáticas, organizadas con los artefactos de acción a distancia en tiempo real como punta maquínica. ¿O no se toca la
pantalla del celular porque sí, no se acaricia esa sperficie tecnoerógena como acto en sí mismo, como gesto íntimo de halla
Como antes se tocaba el rosario. La conectividad como garante existencial.

Operaciones que encarnan y funcionan más allá de sus escenas de origen: El multitasking, el linkeo (otra que se ve en las
escuelas, pasamos por mil temas y anécdotas y quizá no quedó nada…), el zapping (esto me aburrió y pasó a otra cosa sin
resto); también la opinión, la agresión (en la satuación expresiva, lastimar como garantía de producir marca), la asociación,
recombinación, el olvido, la autopromoción: ejemplos de operaciones constitutivas de la subjetividad mediática, la subjetivid
signada por la posibilidad de actuar a distancia en tiempo real -por la existencia de un más allá que está siempre
envolviéndonos. El mediatismo instala un más allá íntimo, cercanísimo, casi pegado a los cuerpos…

5- Algo que media: ¿une o separa? Como el cemento a los ladrillos. Une y separa. La propuesta de distinguir mediación y
mediatización no afirma que hay prácticas higiénicamente distinguibles, pero sí que hay tendencias y efectos anímicos en lo
modos de estar enganchados. Entonces: la mediación opera conexiones y ligaduras, mientras que la mediatización -según
Virilio- es privación de las potencias inmediatas. La mediación nos hace llegar más lejos, nos acerca distancias, y la
mediatización separa al sujeto y sus posibles, al sujeto y su situación, a las personas entre sí; separa vida y presencia. Tod
impiden encuentros, que taran. Pendulamos entre la mediación como ampliación de las potencias corporales (eso hacen lo
artefactos técnicos para Mcluhan, ampliar potencias corporales, “y la computadora potencia nuestro sistema nervioso”), y la
mediatización como su amputación, transmigrada la potencia de creación hacia el objeto fetichizado. El cuerpo separado de
potencia, mediatizado, repite el gesto propio de la operación de ligadura, escindido de todo proceso de subjetivación, ya no
alimentando al cuerpo de mundo sino subordinándolo a un “para” ausente: para estar al tanto, para enriquecerse, para ser
visto, para avanzar en la carrera, para, para, para, para: ser-para, separando vida y presencia. El medio imaginario resulta
efectivo.

6- La subjetividad también es mediática porque lo mediático actual vendría a maquinizar, a actualizar precisamente, el
viejo medioparismo marxiano. La subjetividad mediática, amén de sus rasgos por así decirlo idiosincráticos, actualiza al viej
finalismo trascendente, donde la vida está sometida a un mítico punto de valorización siempre separado de la corporalidad.

Esta actualización procede al menos por dos vías. Una, la mediósfera, como teatro del Espectáculo, hace que los ídolos
proliferen, ídolos divinos de palabras megapotenciadas, brillantes, tersos, luminosos, ingrávidos y fuertes… Pero ídolos que
hasta tapas de empanadas y líquidos limpiavidrios. Proliferan los objetos de deseo -que escualidan el deseo de desear, el
deseo de explorar-, y también las imágenes de vida plena. Tomar cerveza con amigos, trabajar, pasear: las prácticas se ven
asediadas por imágenes -cercanísimas- que las remodulan con plenitud, lisura, cristalización dura-dera, goce sin estorbos,
sin ser tocado, etcétera.

La sociedad misma pasa a través de circuitos magnéticos, y la pantalla es la superficie mítica de nuestra subjetividad. La
ventana luminosa que promete la existencia de una versión en todo punto un poco mejor que nuestro barro concreto, mejor
extrañamente, más verdadera, a juzgar por su función modélica. Hace poco que nos da la realidad a todos (verdaderament
casi casi todos) de vernos representados, o, como dice el historiador del presente Pablo Hupert, vernos imaginalizados.

La segunda vía es la maquinización del acceso global, la organización técnica de la dislocación del presente. Técnicamente
podemos estar siempre en otro lado y conectados con otro más allá (en una afluencia por naturaleza excesiva respecto de
formas de procesamiento del cuerpo, según Bifo; también Lewkowicz y Corea dicen que el saber tiene como problema
constitutivo la escasez, y la información, la sobreabundancia). Las redes herederas de la revolución telegráfica permiten,
organizan, nominan, promueven, venden, etcétera, la posibilidad de que cualquier cosa esté acá, y de estar -efectivamente
sea efectos nuestros- en cualquier lado.

Este sometimiendo de la vida a un punto de consagración divino, a un paraíso de todoposible, también está habilitado por l
primera gran tecnología de mediación: el dinero como mediador universal. Entre todo, entre cualquier cosa y yo hay solo di
un líquido… Ambas, por cierto, formas de salvación. Hay una desesperación ubicua por salvarse.

7- Los modos de expresión son un campo de batalla, porque los lenguajes normalizados, preformateados, desafectan las
palabras de las cosas, escinden las palabras del cuerpo, de lo vivo, de la experiencia. Es el sujeto hablado y no hablando, l
lenguajes que separan al sujeto de sus potencias expresivas genéricas, reduciéndolas de médula creadora a puro medio de
comunicación, a puro instrumento. Lenguajes mediáticos. Los lenguajes televisivos, los lenguajes institucionales, los
académicos, los periodísticos, los de la Política, etcétera. La mediatización, en tanto deprime a los cuerpos -aún
euforizándolos-, en tanto distrae a la presencia del presente, en tanto fetichiza míticamente lo que es potencia de creación
común, es un operador biopolítico. Un desvalorizador de la experiencia como soberana, que inhibe la potencia de constituc
aquí y allá- del nosotros, la capacidad de fundar el valor en espacio-tiempos cuyo eje sea ahora-acá.

8. Sujeto mediático, en red, puede ser un puro punto de pasaje, un puro medio, sin remanso, sin demora, sin que su presen
sea morada. La mediósfera difunde operaciones de ahorro de presencia. Las del googleo permanente (ahorro de experienc
la duda, de la experiencia de no saber), las del copypasteo (ahorro de creación), las del password (saberse dos palabras co
las que atravesar una situación sin tocarla, como por una autopista -por cierto, urbanidad mediática). Ahorro luego existo; e
rendimiento máximo, ética del capital, pegada históricamente a esta fase de los modos productivos, donde la presencia cor
cada vez más es obstáculo, carga, olor, mugre. Se ahorra experiencia para existir más pleno en la temporalidad del instante
sometido sísifamente a sucederse sin cesar. El encuentro, en cambio, abre una duración que existe oblicuamente. Una sue
de impresente, de presente fugado del imperio de lo contemporáneo.

9. La maximización es la inercia de la subjetividad mediática. Máximo de consumo, máximo de contactos, máximo de


rendimiento, máximo. Automatismo inercial. Ahora bien, cuando, en la red, se produce un encuentro -con otro sujeto, con u
lugar, con una idea…-, el encuentro puede instalar sus propios parámetros de valor, e inaugurar así una trayectoria propia q
no reproduce la inercia mediática; se abre una subjetivación. Pero el encuentro requiere una atención más sensible que la
funcional cotidiana, requiere una insistencia, una tozudez contra lo obvio… El encuentro abre su itinerario, que deviene su t
(su “fidelidad”), tarea que es la disciplina de la presencia y de la atención para devenir experiencia. Ya no se busca por bus
ni se lee por leer (erudición triste), ni se publica por publicar (“primero publicar, después escribir”…), no se suma por sumar
cuestiona de hecho ese régimen matemático). Ya no todo suma, sumar puede no sumar; apertura de lo cualitativo. Los med
pasan a valer como mediadores y se disuelve su fetiche. La permanencia mediática cede; restituir a los medios su condició
medios es una operación alegrante para la subjetividad mediática.

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