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LA EUTANASIA

Debate

Integrantes: Juan Maquera Rivas


Liliana Febres Benvenutto
Joseph Vicente Yataco
Annie Valencia Salas
Profesor: Percy Espinoza Muñoz
Curso: Comunicación
Grado: 3ro
Sección: A

20 DE NOVIEMBRE DE 2018
DEFINICIÓN DE

EUTANASIA

Lo primero que tenemos que hacer antes de entrar

de lleno en el análisis del término que ahora nos

ocupa es establecer su origen etimológico. En este

sentido, nos encontramos que aquel procede del

griego y concretamente de la suma de dos vocablos:

eu, que puede traducirse como “bien”, y tanathos,


que es equivalente a “muerte”.

La eutanasia es la acción u omisión que acelera la muerte de un paciente

desahuciado con la intención de evitar sufrimientos. El concepto está asociado


a la muerte sin sufrimiento físico.

Concretamente podemos establecer que existen dos tipos de eutanasia. Así, por

un lado, estaría la llamada eutanasia directa que es aquella que viene a definir al

proceso de adelantar la muerte de una persona que tiene una enfermedad

incurable. En este caso, a su vez, aquella se puede dividir en dos clases: la activa,

que básicamente consigue la muerte del citado enfermo mediante el uso de

fármacos que resultan letales; y la pasiva, que es la que consiste en la consecución

de la muerte de aquel mediante la suspensión tanto del tratamiento médico que


tenía como de su alimentación por cualquier vía.

Por otro lado, el segundo gran tipo de eutanasia es la llamada indirecta. Bajo

dicha terminología se encuentra aquella que lo hace es intentar paliar el dolor y

sufrimiento de la persona en cuestión y para ello se le suministran una serie de

medicamentos que como consecuencia no intencionada pueden producir la


muerte de la citada persona.
Los médicos son los responsables de

ejecutar la eutanasia, por lo general con el

apoyo de los familiares del enfermo en

cuestión. Hay casos, sin embargo, donde

el enfermo se encuentra en condiciones

de elegir sobre su propio cuerpo y solicita la aplicación de la eutanasia. Esta


práctica, sin embargo, está prohibida en la mayoría de los países.

La eutanasia despierta todo tipo de debates éticos. Sus defensores aseguran que

evita el sufrimiento de la persona y que rechaza la prolongación artificial

de la vida que lleva a situaciones que son indignas. Los detractores, en cambio,

consideran que nadie tiene derecho a decidir cuándo termina la vida del
prójimo.

Uno de los casos internacionales más conocidos sobre la eutanasia fue la del

español Ramón Sampedro que a los 25 años quedó tetrapléjico por culpa de una

mala caída desde una roca al mar. En una cama vivió desde entonces y siempre

pidió morir dignamente. Él necesitaba ayuda para conseguir dicha muerte e ideó

un plan que le llevó a conseguir su objetivo sin que ninguna de las personas que

le habían ayudado incurriera en delito. Cabe destacar que, a lo largo de la

historia, la eutanasia ha sido utilizada como excusa para concretar la eliminación

de grupos sociales. El nazismo promovía la eutanasia de los minusválidos o

discapacitados por considerarlos inferiores y con el argumento de ser un acto


compasivo.

Esta situación hace que haya sujetos que apoyan la eutanasia, pero siempre que

sea consentida por el enfermo. De esta manera se evita la aplicación en contra de

la voluntad. No es el caso, sin embargo, de pacientes en coma que no pueden

pronunciarse de ninguna manera, ni a favor ni en contra de la eutanasia. Lo


mismo ocurre en el caso de los recién nacidos.
CIFRAS MUNDIALES DE LA APLICACIÓN DE LA
EUTANASIA

La aplicación de la eutanasia en Holanda aumentó un 10% en 2016 hasta sumar


6.091 casos (un 4% del total de las muertes registradas en el país). En 10 ocasiones,
los médicos encargados de las mismas no consultaron adecuadamente a otro colega
para obtener una segunda opinión, como estipula la vigente Ley de Eutanasia
(2002). Según el informe anual elaborado por las cinco comisiones regionales que
las analizan, un facultativo recibió el año pasado la primera reprimenda registrada
desde la entrada en vigor de la norma. Fue por haber seguido adelante a pesar de
que la paciente, una mujer de unos 70 años con una demencia severa, no podía ya
confirmar su deseo de morir. Un 83% de los enfermos padecía cáncer, problemas
cardiacos y respiratorios, o bien enfermedades neurológicas como esclerosis
múltiple o Parkinson. Entre el resto, destacan 61 personas (4%) “con un conjunto
de problemas agudos derivados de la ancianidad”; 32 con Alzheimer o procesos
similares (2%), y 4 (1%) aquejadas de trastornos psiquiátricos graves.
A favor de la eutanasia

Alumnos: Joseph Vicente Yataco

Liliana Febres Benvenutto

1- Libertad personal

Se trata del principal argumento a favor de la legalización de la eutanasia.


Toda persona, siendo consciente y libre de tomar la decisión, debe tener
el derecho a elegir cuándo quiere morir.

El problema se presenta cuando, por circunstancias médicas, no puede


acabar con su propia vida.

Por eso en muchos países existe el llamado testamento vital, en el que se


detalla las preferencias de la persona firmante con relación a qué
actuaciones quiere que se tomen en caso de enfermedad grave.

2- Derecho a participar en las decisiones médicas

Relacionado con lo anterior, todos los seres humanos tienen el derecho de


elegir qué tipo de tratamientos médicos quieren recibir en caso de
necesitarlo, y no entrar en lo que se llama “encarnizamiento terapéutico”.

Esto no es más que el empeño de mantener con vida al paciente usando


los medios que el médico desee.

Frente a este encarnizamiento, se reclama la posibilidad de dejar claro


que no se desea, por ejemplo, ser resucitado en caso de muerte cardíaca.

También se incluye en este argumento el deseo de no recibir determinados


tratamientos que prolonguen situaciones irreversibles.
3- Enfermedades que hagan la vida indigna

Aunque la vida se considere un derecho, los partidarios de la eutanasia


consideran que no debe ser una obligación, especialmente en ciertos
casos.

Existen numerosas enfermedades que hacen que la persona viva en


condiciones que se pueden considerar indignas.

Puede ser por el dolor que padece, por el deterioro físico o por la falta de
autonomía. Esta última condición fue la que llevó a Ramón Sampedro a
reclamar la eutanasia en un famoso caso ocurrido en España.

4- Artículo 2 del Convenio de Derechos Humanos

La Convención de Derechos Humanos establece que todo el mundo tiene


derecho a la vida, pero también que no podrá ser torturado o sometido a
situaciones denigrantes.

Para los favorables a la eutanasia, no hay nada más denigrante que ser
obligado a vivir en circunstancias que la persona no desea.

De esta forma, este argumento se podría resumir en la máxima: “Una vida


que no se puede vivir no es un privilegio, es un castigo”.
Legalizar la eutanasia no es bueno
Alumnos: Annie Valencia Salas
Juan Maquera Rivas

1- La eutanasia legal favorece una “pendiente


peligrosa” en contra del derecho a la vida en otros
campos
En Holanda la eutanasia se
aplica no ya a enfermos, sino
simplemente a gente que no
quiere vivir, como el senador
socialista octogenario
Brongersma, que pidió y logró
ser “finalizado” no porque
estuviese enfermo o deprimido,
sino porque estaba cansado de
vivir. Se calcula que en Holanda
se dejan morir a unos 300
bebés al año por nacer con minusvalías y hay casos (en este país rico) de
negar la implantación de marcapasos a mayores de 75 años; la eutanasia
favorece otras actuaciones de ”eliminación de los inútiles”.

2- La eutanasia empeora la relación médico-paciente e


incluso la relación paciente-familiares
¿Queda algún margen para que los enfermos, ancianos o incapacitados,
sigan manteniendo aquella plena confianza en quienes, hasta ahora,
tenían por obligación —casi sagrada— procurar la sanación de sus
dolencias? ¿Quién impondrá a la víctima potencial el deber de confiar en
su verdugo? ¿Quién podrá devolver a los enfermos holandeses su
sentimiento de fiducia en la clase médica? ¿Y cómo confiar en que el
médico va a esforzarse por mi vida si mis parientes presionan en un
sentido contrario?

3- La eutanasia desincentiva la inversión en cuidados


paliativos y en tratamientos para el dolor
De 1995 a 1998 Holanda apenas invirtió en cuidados paliativos; sólo a
partir de 1998 ha invertido en cuidados paliativos, pero presentados
siempre como una alternativa más, siendo la eutanasia la más apoyada
desde las instituciones e incluso por parte de la sociedad. Se tiende a
pensar que si tratar el dolor con cuidados paliativos es caros, hay que
fomentar la opción barata: matar el enfermo.
4- La eutanasia pervierte la ética médica que desde
Hipócrates seha centrado en eliminar el dolor, no en
eliminar el enfermo
Los médicos
insisten en
que la
eutanasia,
como el
aborto, no son
actos médicos,
ya que el fin
de la medicina
es curar, y si
no se puede
curar al menos
mitigar el
dolor, y en
todo caso
atender y
acompañar. La
eutanasia no cura nada. Los médicos que entran en una mentalidad
eutanásica la incorporan a toda su visión profesional y olvidan a
Hipócrates. Es significativo que el primer régimen que instaura la
eutanasia desde del viejo paganismo romano es la Alemania nazi… y sólo
dos estados por ahora se han apuntado a la eutanasia.

5- La eutanasia no es solicitada por personas libres,


sino casi siempre por personas deprimidas, mental o
emocionalmente trastornadas
Cuando uno está sólo, anciano, enfermo, paralítico tras un accidente… es
fácil sufrir ansiedad y depresión que llevan a querer morir. En un país sin
eutanasia, los médicos y terapeutas se esfuerzan por curar esta
depresión, devolver las ganas de vivir y casi siempre tienen éxito si el
entorno ayuda. Por el contrario, en un país con eutanasia, en vez de
esforzarse por eliminar la depresión se tiende a eliminar al deprimido
“porque lo pide”.

6- La eutanasia no es un derecho humano, no está


recogido en el Convenio Europeo de Derechos
Humanos, por ejemplo
Según el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en el caso de Dianne
Pretty en el año 2002, no existe el derecho a procurarse la muerte, ya sea
de manos de un tercero o con asistencia de autoridades públicas. El
derecho a la autonomía personal no es superior al deber de los Estados
de amparar la vida de los individuos bajo su jurisdicción.
7- La eutanasia, como el suicidio, es contagiosa
Una vez una persona deprimida se suicida, otras personas deprimidas de
su entorno pueden copiar su comportamiento con más facilidad. Esto es
así en suicidios con o sin asistencia, lo cual incluye la eutanasia.

8- La eutanasia dificulta el trabajo de los terapeutas


que trabajan con minusválidos, deprimidos,
enfermos…
Las personas que ayudan a otros a vivir con una grave minusvalía o en
duras circunstancias ven su trabajo saboteado por la otra opción, la
eutanasia, que legalizado aparecen con atractiva insistencia como una
salida fácil para el enfermo.

9- La eutanasia tenderá a eliminar a los más pobres y


débiles
Como el aborto, la eutanasia tenderá a hacerse especialmente accesible y
promocionada entre las clases económicamente más débiles, los grupos
étnicos desfavorecidos, etc… Al desatenderse la oferta en cuidados
paliativos, éstos serán un lujo sólo para gente con medios adquisitivos.

10- La eutanasia
legal no impedirá
las eutanasias
ilegales, sino que
las potenciará
Como en el caso del aborto,
aprobar una ley que
permite la eutanasia “con
todos los controles que
haga falta” no impedirá que
se extienda el fraude de
ley, los permisos escritos sin examinar al paciente, la laxitud en la
aplicación de la ley y el fraude de ley generalizado.
Con todo, el mejor argumento contra la eutanasia siempre será el
testimonio de miles de hombres y mujeres en circunstancias dificilísimas
que, apoyándose mutuamente, con la ayuda de sus valores, su familia,
amigos o profesionales demuestran día a día que la dignidad del hombre
les lleva a vivir y enriquecer la vida de otros.
MENSAJES DE LA EUTANASIA

La decisión de legalizar la eutanasia, significaría no sólo tener en


cuenta los deseos de autonomía de algunas personas, sino también
otras consecuencias para la sociedad de cuya responsabilidad no
puede desentenderse una postura pro legalización.

Recientemente participé en una reunión internacional organizada con el fin


de promover legislaciones que acepten la eutanasia. Uno de los promotores
de la ley holandesa estuvo describiendo el camino recorrido en ese país con
el fin de mostrar la vía para su legalización en otras naciones. Como es lógico,
se deshizo en alabanzas por la bondad de las leyes que habían aprobado,
incluida la de eutanasia para niños recién nacidos.

En su discurso contó un hecho que se les había presentado hacía poco tiempo:
una señora mayor había solicitado que acabasen con su vida porque habían
muerto los dos perros que tenía, y ahora su existencia carecía de sentido. La
comisión que tenía que decidir se quedó un poco perpleja, y tardó un mes en
adoptar una postura. De todas formas eso ya no importó porque la mujer se
había suicidado. El ponente también se sentía desconcertado y no fue capaz
de hacer ningún comentario.

Su dificultad, me parece, era debida a la concepción unidimensional de la


eutanasia. En efecto, para muchos -y así lo difunden- la eutanasia es ejercicio
máximo de la autonomía y libertad del individuo. Parecería que el acto en el
que más se ejercita la libertad humana es en la destrucción de la propia vida.
Se trata sin duda de una decisión que supone un gran esfuerzo mental,
porque el rechazo sicológico a tomar tal medida es muy fuerte, -de hecho se
suele pensar que los suicidas lo hicieron en momentos de desequilibrio
psíquico-. Lo que ya no parece tan claro es que, por necesitar un esfuerzo
tan grande, se trate de un acto de máxima libertad, y no sea más bien una
experiencia de máximo fracaso.
Si sólo se tiene en cuenta la referencia a la autonomía del individuo, que
hacen los defensores de la eutanasia, y no se tienen en cuenta más aspectos
es difícil rechazar la legalización de la eutanasia, aunque nos lleve a
situaciones absurdas. Pero además de esta referencia se debe contar también
con otros mensajes que, ineludiblemente, los legisladores mandarían a la
población si se planteasen legalizarla. No es conveniente olvidar la función
pedagógica de la ley, que la convierte en fuente de enseñanza sobre lo que
está bien y lo que está mal.

El primero de estos mensajes sería afirmar que el dolor no tiene ningún


sentido. Mientras se pueda compensar con placeres más grandes, sería
aceptable. Pero si ello no es posible hay que rendirse y huir desapareciendo.
Ciertamente el valor del sufrimiento humano es un misterio, quizá sólo
aceptable en un entorno de amor. Pero legalizar la eutanasia es afirmar que
no tiene ningún sentido, y dejar a la persona sola con su sufrimiento,
precisamente en los momentos en los que más necesita del acompañamiento
y la solidaridad de los demás.

Otro mensaje que se nos lanza es que estamos solos, y por nosotros mismos
no valemos nada para los demás. En efecto, mientras podemos producir y
aportar recursos nadie duda del valor de nuestra vida, pero si nos
encontramos débiles e incapaces, ¿qué valor tiene la vida en su desnudez?
Inmediatamente aparece el pensamiento de que pudiendo quitárnosla, sin
embargo estamos siendo una carga pesada para familiares o acompañantes,
a los que, según parece, no les aportamos nada. Con este planteamiento es
fácil comprender el acoso sicológico que cualquier anciano o enfermo grave
se vería abocado a sufrir.

Un tercer mensaje es que, una vez admitido que hay vidas que pueden ser
inútiles, y cuyo mantenimiento supone gastar fuerzas y recursos que la
sociedad “necesitaría” para otras aplicaciones, fácilmente familiares o tutores
pueden decidir que se acabe con ellas. Es más, llegado el caso, el mismo
Estado podría constituirse en autoridad representante de la sociedad para
tomar esas decisiones.

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