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LA LEGENDARIA

TA R T E S S O S

Envuelta en las brumas de la leyenda hasta que la arqueología


comenzó a darle forma, la mítica cultura de Tartessos, el fabuloso
reino de Argantonio, va desvelándose a los investigadores,
aunque todavía esconde muchos de sus misterios

El fabuloso reino de Argantonio El armamento tartésico


Manuel Bendala Galán Fernando Quesada
Una cultura llena de enigmas Los vaivenes de la leyenda
Sebastián Celestino Pérez Jorge Maier Allende
La quimera enjaulada
Collar de oro con
restos de esmalte
(izquierda) y
brazalete del mismo
metal. Las dos
piezas, procedentes
Sumida en la bruma de la leyenda durante siglos, la cultura del tesoro de El
Carambolo (siglo VI
tartésica va cobrando perfiles cada vez más reales, gracias a a.C., Camas,
Sevilla), se cuentan
las aportaciones que la arqueología va sacando a la luz entre las más
refinadas del arte
tartésico (Museo

T
Detalle de un jarro ARTESSOS ES UN NOMBRE CARGADO Con las cautelas de toda labor de lucha o de doma, Arqueológico de
tartésico de estilo de atractivo, una cultura mitificada en la la quimera tartésica ha ido creciendo del lado real Sevilla).
orientalizante Antigüedad, que en los tiempos moder- con enorme vigor en los últimos decenios, empeque-
(Museo Lázaro nos se mantuvo con la misma aura de le- ñeciéndose el peso de su lado mítico, apenas ya un
Galdiano, Madrid). yenda porque era difícil salir de la bruma con las apéndice casi atrofiado de su robusta anatomía ar-
En la página anterior, pocas luces que arrojaban las ciencias históricas queológica e histórica. Perdido el explicable temor
el llamado Bronce y por una necesidad de fascinación que ha existi- de antaño, se contempla ahora su parte fabulosa con
Carriazo, que do y existe siempre, se reconozca o no, si los vien- un punto de nostalgia, de casi melancólica compli-
representa a una tos de la cultura, en el caso último, prestigian cidad con su fascinante irrealidad.

El fabuloso reino
divinidad más la racionalidad o la verdad que el sueño o la Pero –¡cuidado!– el cuerpo histórico ha revelado
equiparable a delectación por el mito. que también contiene un punto de sorpresa, a veces
Astarté (Museo Leyenda y realidad daban a lo tartésico una cor- con respuestas tan inesperadas o tan inentendibles
Arqueológico, poreidad doble y contrapuesta, como la de tantos como las de su cuerpo legendario. Por todo ello, lo
Sevilla). El dibujo especímenes de la fauna fabulosa con que los an- adecuado era poner barrotes forjados también con la
que se emplea como tiguos poblaron los campos de la Literatura y del Arqueología a una criatura de la Historia y de la le-
pase en el dossier
reproduce la estela
de Solana de
Cabañas, que
aparece en la
página 72.
Arte. Tartessos era una quimera, un monstruo hí-
brido de realidad y fantasía, que, como todos, se
resistía a entrar en el rebaño de las criaturas reales,
y no digamos en el de los animales domésticos, los
que conviven sin violencia, ni mental ni física, con
los humanos, que los hacen suyos.
yenda con la que seguimos conviviendo con proble-
mas. La tenemos bien a mano, sometida bajo una
clara posición de dominio científico para seguir es-
crutándola, pero a sabiendas de que sigue siendo un
ser peculiar, que aún no podemos llevar al apacible
redil de las criaturas domesticadas de antiguo.
de Argantonio
Su parte más irreal creció con inusitada enver- Y salgamos ahora del campo de las metáforas pa-
gadura cuando los historiadores quisieron domesti- ra, lacónicamente, hacer ver al lector que encontra- El rey que ofreció a los griegos focenses tierras
carla, desentrañar sus miste- rá, en los tres artículos que in-
rios y, de leyenda tal vez de- tegran este dossier, en primer donde establecerse y bienes para fortificar su
sazonadora pero general- lugar, una aproximación a la
mente apacible, se convir- época de esplendor y menos ciudad amenazada personifica el apogeo de
tió en una fiera historiográfi- discutida, en la que Tartessos al-
ca, una bestia a veces enfu- canzó, como consecuencia de la Tartessos
recida que enfurecía tam- colonización fenicia, la fase
bién a quienes disputaban más brillante de su desarrollo
sobre el método de hacerla cultural e histórico; a conti- Manuel Bendala Galán adquiere la cultura tartésica, la única considerada
caer en la red de la Historia. nuación, una lectura sintética Catedrático de Arqueología tartésica hasta hace no muchos años.
Filólogos, paleogeógrafos, de las últimas aportaciones ar- Universidad Autónoma de Madrid
historiadores, arqueólogos... queológicas acerca de cómo se La llegada de los fenicios

E
acercaban al monstruo sus ar- formó la cultura tartésica, en lo L REY TARTÉSICO DE NOMBRE ARGAN- Hoy sabemos que sus raíces son más antiguas,
mas para frenar los zarpazos de su que sigue habiendo aspectos os- tonio, que recibió a los griegos focenses y y que sólo por la existencia de la etapa formativa
irrealidad. Todos fueron mermando curos y discutibles, que podrían les ofreció tierras donde establecerse o bie- de Tartessos pudo darse con la efectividad que lo
la fuerza turbadora de su anatomía suscitar un diálogo con coinciden- nes con los que fortificar su ciudad ame- hizo la propia colonización de los semitas. Acu-
mítica, pero fue cobrando un parti- cias y discrepancias entre los re- nazada, sirve de referencia en la que personificar, dieron éstos, en efecto, con sorprendente dili-
cular prestigio combativo la concien- dactores mismos de estas páginas; con la aureola de poder y de prestigio con que lo gencia, a sacar partido de las posibilidades que
cia de que la única manera de batir- en tercer lugar, uno de los múlti- pinta Heródoto, la fase de apogeo de la cultura tar- los tartesios habían empezado a poner en valor en
la definitivamente era robustecer di- ples capítulos que pueden anali- tésica, que se extiende desde fines del siglo VIII las feraces tierras del Mediodía español y sus am-
rectamente la parte real de su cuer- zarse dentro de esta cultura, el ar- a.C. al siglo VI, en el que entra Tartessos en una fa- bientes geográficos próximos o accesibles desde
po... y el alimento que lograba ese mamento tartésico y, por último, se de crísis y de cambio histórico. El proceso ci- ellas, sobre todo en la obtención de metales y de
prodigio era la Arqueología. una sucinta aproximación a la mentado en su etapa formativa, férreamente vigila- sus productos. Era explotar las posibilidades ex-
Con ella se podía dar enverga- trayectoria historiográfica de do por la casta retratada en las estelas de guerre- traordinarias de la región, según eran percibidas
dura a su cuerpo histórico y con- Tartessos y una bibliografía co- ros, daría un giro espectacular con la llegada de los en la Antigüedad, tal como dirá después el grie-
trarrestar el desequilibrio anató- mentada. colonos orientales, sobre todo los fenicios, a cuya go Estrabón. Este, hablando de la Turdetania –la
mico de la fantástica criatura. Manuel Bendala influencia se deberá el carácter orientalizante que antigua Tartessos– destacaba, además de su ri-
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con cautela, conscientes tal vez de que podían su- Barco fenicio de aquí, obtuvo beneficios
poner una competencia incontrolable o un verdade- comercio y corso, que superaron los de cual-
ro peligro de suplantación. Y lo que podía barrun- según una litografía quier otro comerciante,
tarse por pura lógica, o por las pocas y lejanas noti- de M. Pujadas excepción hecha –puntua-

ET
cias de los textos antiguos, va encontrando confir- (1877), abajo. liza Heródoto– de un egi-

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MassAlia R

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IA IA mación en el flujo de novedades arqueológicas que Anverso y reverso neta de nombre Sóstratos.
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IB Emporion hacen percibir una actividad fenicia dirigida a con- de una moneda De regreso a su patria, de-
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TE trolar cuanto fuera posible la red económica de los fenicia de cobre, dicó Coleo a la diosa Hera
FocEa tartesios y la estructura política que la aglutinaba. acuñada en Cádiz, un riquísimo exvoto en ac-
SS
OS

GADIR derecha. ción de gracias: un monu-


LaUrión Samos La visita de los griegos mental caldero de bronce,
Lixus Los griegos siguieron de cerca los pasos de los fe- adornado con cabezas de
Cartago Chipre nicios, pero no desarrollaron en el ámbito tartésico, animales fantásticos –de
ni en general en este extremo occidental de la cuen- grifos–, y sostenido por
Tiro
ca mediterránea, un programa colonizador compara- tres gigantes que, arrodillados, medían siete codos
ble al de éstos. Su actividad se limitó, fundamental- de alto (unos tres metros).
Pecios con cargamento de metal mente, a la fundación por los focenses de Massalia El relato, adornado con tintes novelescos, es
Ruta griega (Marsella), de la colonia de Emporion en la costa ge- aceptado como verosímil y cuenta con apoyaturas ar-
Ruta sardo-chipriota rundense, cerca de la cual, en Rosas, se situó otro queológicas, puesto que, aparte de que el hallazgo
Ruta tiria centro griego menor, el de Rhodes, aunque su pre- de multitud de productos griegos de la máxima cali-
Ruta cartaginesa El comercio tartésico del metal sencia comercial y su peso cultural, más trascen- dad en el ámbito tartésico prueba el contacto co-
dente si cabe, impregnó toda la costa mediterránea, mercial con los centros de producción helénicos, en
y no dejó de tener incidencia en la historia y la cul- la misma Samos han sido hallados marfiles de origen
tura de Tartessos. tartésico correspondientes a las fechas del viaje de
queza agropecuaria, “la abundancia de minera- Las rutas del más de fuertes establecimientos en la costa, como El mismo Heródoto se hizo eco de algunos episo- Coleo. Pudieron ser parte de un botín de vuelta de un
les..., motivo de admiración, pues si toda la tierra comercio de el gran poblado fortificado del Castillo de Doña dios de gran interés, que tratan de la relación de su viaje como el narrado por Heródoto, perfecta expre-
de los iberos está llena de ellos, no todas las regio- metales Blanca (en el término de El Puerto de Santa María), mundo con el tartésico. Aparte de la citada relación
nes son a la vez tan fértiles y ricas..., ya que es ra- procedentes de se proyectó con gran fuerza hacia el interior, en un con los focenses, quizá una forma de contrarrestar la
ro se den ambas cosas a un tiempo y que en una Tartessos se han rápido proceso que pudo resultar casi asfixiante pa- actividad casi monopolística de los fenicios, sucedió
pequeña región se halle toda clase de metales” trazado según el ra los tartesios, puesto de relieve en estos últimos antes un acontecimiento destacable. Ocurrió hacia el
(Estr. III,2,8). modelo de Claude años. 630 a.C., en que un navío de Samos –ciudad e isla
Desde fines del siglo IX a.C. empieza la Arqueolo- Domergue. Abajo, Grupos de fenicios se trasladaron diligentemen- también de la Jonia griega, como Focea–, capitane-
gía a seguir la pista de una presencia fenicia que se cubos de ruedas de te al interior, donde tomaron plaza muchas veces ado por un tal Coleo, navegaba hacia Egipto cuando
haría firme a partir del inicio del siglo VIII a.C. Fun- carros rituales, formando colonias de comerciantes y artesanos en, fue arrastrado por vientos apeliotas del Este más acá
daron entonces –según los textos, fue aún antes– la procedentes de la o junto a, los asentamientos tartésicos, como debió de las Columnas de Hércules hasta arribar a Tartes-
colonia de Gadir (Cádiz), acompañada de un rosario necrópolis de La de ocurrir en Carmo (Carmona, Sevilla), una plaza sos; calurosamente acogido por los naturales de
de asentamientos menores y factorías que puntea- Joya, Huelva. Los principal para el control del bajo valle del Guadal-
ban toda la costa sur de la Península, mediterránea felinos de fauces quivir, apoyo de la vía terrestre –la famosa Via He-
y atlántica. No es casualidad que el centro operativo abiertas eran un raklea– que por el valle seguía el curso del río; o
básico de Gadir se ubicara en la boca del río Gua- símbolo de las propiciando la creación de centros nuevos, como se
dalquivir, la arteria principal de navegación y verte- fuerzas protectoras sospecha ahora que fue el caso de la misma Spal
bración de la región nuclear de Tartessos, el río que, de que se revestían (Hispalis en época romana, la actual Sevilla), en la
sobre una realidad cargada de valores metafóricos, los carros Antigüedad un centro portuario junto al lago inte-
describía Estesícoro como “de raíces argénteas”. funerarios rituales. rior que ocupan las marismas del Guadalquivir y en
A poca distancia de su ribera derecha, se yerguen la misma desembocadura, entonces, del río; o ha-
las suaves alturas de Sierra Morena, con sus ricas ciendo valer una fuerte presencia en los ambicio-
cuencas mineras, ya intensamente explotadas en nados centros desde los que se controlaban las ac-
época tartésica, como se comprueba en la actual tividades minero-metalúrgicas, como pudo ocurrir
provincia de Huelva, gracias a las investigaciones lle- con el importante asentamiento de Tejada la Vieja
vadas a cabo en las cuencas de Riotinto, Aznalcóllar (en Escacena del Campo, Huelva).
y otros lugares. Demuestran un intenso laboreo para Los modernos datos arqueológicos parecen con-
la obtención de plata, en una región firmar una presión fenicia que pu-
en la que era ya milenaria la meta- do conducir a fricciones o conflic-
lurgia del cobre y en la que abunda- tos abiertos con los tartesios, como
ba el oro y tenía a la mano el inesti- los que comentan algunos historia-
mable estaño. dores de época romana, que re-
La investigación moderna de- cuerdan batallas emprendidas por
muestra que la implantación de los los tartesios contra Gadir, en un ca-
fenicios no se conformó con cen- so encabezadas por un rey de nom-
tros isleños y factorías que desde bre Therón, que se saldaron siem-
la costa sirvieran de apoyo a sus pre, significativamente, con el
negocios comerciales. Se conoce triunfo de los fenicios. No es extra-
ahora un afán de control que, ade- ño que los tartesios los recibieran
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sión de la afamada riqueza de Tartessos en los mercaderes semitas para servir de
estas fechas centrales de la época orientali- agentes a un comercio regular y a una es-
zante, plataforma de magníficos negocios, cala geográfica extraordinaria para su
asociados además a los productos de presti- época. Visto desde fuera, la actividad en
gio más característicos de entonces, como torno a Tartessos llenó en este extremo
los objetos suntuarios de bronce ricamente del Mediterráneo el plato de la oferta de
decorados, expresión de la gente de poder una balanza que tenía en el otro extremo
–los aristoi, según el término griego de aris- el de una demanda cada vez más exigen-
tócratas– en los ambientes privilegiados de te, sobre todo de metales.
los santuarios, las tumbas o los palacios. Ese papel equilibrador, en la medida en
que fue capaz de responder con sus pro-
Tiempos de expansión y riqueza ductos al peso ingente de la demanda de
El hecho es que la sólida implantación las grandes civilizaciones del Mediterráneo
territorial de Tartessos desde su etapa for- oriental, dió a Tartessos la dimensión míti-
mativa, puesta de manifiesto por la am- ca, de verdadero país de fábula, que mu-
plia repartición de las estelas de guerre- chos textos conservados le otorgan. El
ros y la difusión de sus otros productos caracte- Pectoral de oro del bronce tartésico, por el uso de la mejor materia pri-
rísticos hasta muy adentro de la Península, tuvo el tesoro de El ma y por el aprovechamiento de experiencias y téc-
complemento de una ágil salida al mar y al co- Carambolo. Abajo, nicas tan punteras como las desarrolladas en el ám-
mercio internacional proporcionada por los feni- vista aérea de las bito del Bronce Atlántico, debió circular entre sus
cios. Producción y comercialización –con ámbitos excavaciones del compradores –según se colige de algunos testimo-
de acción repartidos y en progresiva competen- complejo de nios– con el marchamo de calidad de bronce tarté-
cia– se complementaron eficazmente por la cali- Cancho Roano. sico, verdadera denominación de origen que garan-
dad de la primera y la sorprendente capacidad de tizaba el mejor producto. Y lo mismo la plata, que

EL SANTUARIO DE CANCHO ROANO

E
l complejo arquitectónico, orientado al sol fondo. Se disponen en tres cuerpos independien- que haría las veces de altar. Tal vez lo más sobre-
naciente, se levantó en una pequeña vagua- tes en la zona meridional, almacenes en los que se saliente de este espacio principal es que el pilar se
da junto al arroyo Cagancha, en el término hallaron ánforas y orzas que contuvieron cerea- alza sobre los respectivos altares de los dos edifi-
municipal de Zalamea de la Serena (Badajoz). Su les, aceite, vino, miel y otros productos alimenti- cios anteriores. Por último, el monumento está se hizo imprescindible para la regulación y fijación El hallazgo del artesanales. De unos o de
origen se remonta a los inicios del período orien- cios, así como una gran cantidad de objetos de rematado, a modo de torres, por dos habitacio- de precios de un mercado inmenso y en desarrollo tesoro de El otros, sus productos cons-
talizante, cuando sobre una cabaña ovalada se eri- bronce –calderos, recipientes rituales, jarros, nes: la de la entrada, donde se construyó una es- imparable, y debió de contribuir poderosamente a Carambolo (Camas, tituyen la más conspicua
gió el primer edificio, ya con una técnica de clara arreos de caballo, etcétera–; la septentrional calera para acceder a la terraza y a la planta su- la multiplicación de las primeras grandes acuña- Sevilla) en 1958 fue expresión del brillo de Tar-
inspiración mediterránea. Sobre este primer mo- consta de una habitación alargada, en cuyo fondo perior hoy perdida, y la suroriental, tal vez lugar ciones monetales en plata, como se supone para definitivo para tessos en esta etapa de
numento se construyó un segundo, del que cono- había un telar, a la que abren tres pequeñas es- de residencia. las llevadas a cabo por las activas ciudades griegas incrementar el madurez, la prueba mate-
cemos su planta, en la que se han documentado tancias en las que se halló gran parte de los ma- Rodea el edificio una serie de estancias peri- de Sicilia. interés y la rial de lo que había llega-
hasta tres altares de adobe, dos de ellos en forma teriales de importación que caracterizan al yaci- metrales, seis por cada lado, donde se deposita- Tartessos, en fin, se vio aupada por el empuje de investigación sobre do a ser una especie de
de piel de bóvido. Por último, a mediados del si- miento: alabastrones, copas griegas, cuentas de ron ricos ajuares a modo de ofrendas. Todo el una coyuntura favorable al desarrollo de una eco- Tartessos. Estaba antiguo Eldorado en el Oc-
glo V a.C., se decidió clausurar este segundo san- pasta vítrea púnica, escarabeos egipcios, marfiles, complejo monumental está rodeado por un foso nomía de gran rentabilidad, controlada por dirigen- oculto en una cidente del Mediterráneo.
tuario para edificar el ahora visible, muy bien sellos de lidita, cuentas de ámbar y cornalina y excavado en la roca, que en algunos puntos bus- tes de una sociedad muy jerarquizada, de corte cabaña y pudo Jarros y páteras, cande-
conservado. buena parte de las joyas de oro del santuario. En ca los niveles freáticos para mantener siempre aristocrático, que demandaban los conocidos pro- servir de ornato a labros, armas, adornos de
Se construyó con un sólido basamento de pie- el eje central del edificio se erigió la habitación una lámina de agua que ensalce la construcción. ductos de prestigio de marfil, bronce y metales pre- una imagen de carros y arreos de caballos,
dra y alzados de adobe, y fue enlucido por el ex- principal, verdadero lugar sacro del complejo, en En la zona oriental, por donde se llega al santua- ciosos que, por su rareza, por la materialización de culto, tal vez de todo un repertorio de lujo-
terior con arcilla roja, como los suelos de las ha- cuyo centro se levantó un gran pilar rectangular rio, se construyó una pequeña muralla con dos la más alta tecnología de la época, eran expresión madera (Museo sos productos de bronce
bitaciones, mientras que el interior fue torres poligonales en el centro que de su exclusividad y de su rango. Los fenicios fue- Arqueológico de quedaría amortizado en
totalmente encalado. Para realzar aún flanquean la única entrada posible a ron principales agentes de la obtención de esas Sevilla). Abajo, tumbas y santuarios, testi-
más el cuerpo principal del santuario, la construcción. mercancías tan simbólicas y preciadas, sea por el anverso y reverso monio de un mundo de pompa y ceremonia en el
se construyó una terraza de piedra de El edificio fue intencionadamente in- comercio, sea por la aportación de una tecnología de una moneda que se reconocían y con el que se presentaban en
gran tamaño, también encalada, que lo cendiado, destruido y posterormente que desarrolló su actividad en talleres directamen- fenicia de cobre, sociedad los poderosos aristoi que la encabezaban.
rodea por completo. Al cuerpo princi- sellado con tierra antes de ser aban- te actuantes en Tartessos, regentados por fenicios o acuñada en Cádiz. Y no digamos las joyas, sobre todo las de oro y otros
pal se accede por un patio cuadrado, donado, echándose en falta tan sólo por tartesios adiestrados en las mismas prácticas materiales preciosos, que condensaban en su rare-
con un pozo en el centro, que aún hoy los elementos sacros, seguramente za, en el alarde preciosista de sus técnicas –con
mantiene su nivel de agua. La entrada recuperados para mantener el culto costosísimas decoraciones de granulado o de fili-
al edificio se realiza mediante una es- en otro lugar. El continuo cauce de grana– la idea de la pertenencia a una esfera supe-
calera de piedra construida en la es- agua del arroyo Cagancha, aún en rior.
quina septentrional del patio, que con- épocas de fuerte sequía, así como la Había cosas, igualmente relacionadas con la ima-
duce a una estancia que, a su vez, co- construcción de pozos en el interior, gen de los poderosos, de las que no quedan vestigios
munica con un gran ambiente trans- avalan el papel primordial que debió materiales, como los suntuosos vestidos, de paños
versal, que cruza todo el edificio y sir- jugar el agua tanto para la construc- tejidos y bordados, que constituían, como acreditan
ve de distribuidor a los espacios del ción como para el culto en el lugar. los textos, una de las principales mercaderías de los
fenicios. No en vano los llamaron los griegos preci-
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De su rica y compleja realidad puede destacarse y legitimaba, por el prestigio de la divinidad, la pre-
la existencia de una capilla central que cubre una es- sencia y el quehacer de sus promotores.
tancia en la que se hallaron altares con una forma
característica, de piel de buey abierto o de lingote de Joyas de culto
cobre de tipo chipriota –que imita el esquema de la Ha sido, por lo demás, una sorpresa constatar que
piel del buey–; son los elementos más significativos la forma de los altares debió de convertirse en signo
de este ambiente central, especialmente vinculado a de una alta significación religiosa, que se repite en
ceremonias cultuales, quizá con una dimensión de los descubiertos después en otros santuarios orien-
culto dinástico que aseguraba, remitiéndose al plano talizantes –como el recientemente excavado en Co-
de lo divino, el poder del soberano y la continuidad ria del Río (Sevilla)–, o en ambientes sagrados y fu-
familiar del mismo. nerarios ibéricos, una prueba de la continuidad de
Los altares y la estructura del edificio responden aspectos sustanciales de la cultura tartésica en la
a modelos orientales, sirios, fenicios o chipriotas, ibérica que la siguió. Con estos nuevos datos se en-
una expresión particularmente intensa del tono tiende mejor el significado religioso de las joyas del
orientalizante general que impregna la cultura de la famoso tesoro de El Carambolo, puesto que los dos
época y las estructuras sociológicas y políticas que la pectorales que forman parte significativa del mismo Figura de bronce y
sustentaban. Se han puesto en relación los altares se amoldan a esta forma sagrada basada en la piel oro hallada en
con prácticas sacrificiales de novillos o bóvidos, bien del bóvido. Cádiz, que
documentadas entre los fenicios, asociadas, por Creo, con otros investigadores, que las joyas de representa a una
Boca trilobulada del samente phoinikés –el nombre por el que los deno- ejemplo, al culto al dios Baal. Relacionada, entre este singular tesoro no son otra cosa que adornos pa- divinidad, siglos
jarro de Valdegamas minamos, distinto del de cananeos que a sí mismos otras facetas, con la navegación y el comercio, su ra una imagen de culto, seguramente una estatua de VIII-VII a.C. (Museo
(Don Benito, se daban–, que quiere decir los hombres de la púr- presencia en un santuario como el de Cancho Roano madera como las que eran habituales en las etapas Arqueológico
Badajoz). Se asoma pura, por haberse hecho especialmente famosos co- hace pensar, también, en la posible función que es- arcaicas de las culturas mediterráneas. Ellas forjaron Nacional, Madrid).
a ella una diosa de mo mercaderes de paños teñidos de rojo, con el tin- tos centros sagrados cumplían en el mundo antiguo, una tradición de prácticas religiosas, que incluían el
los animales, te que obtenían de un conocido molusco de la fami- y desde luego en el oriental y fenicio, que es servir ornato ritual de las imágenes, que perdurará con
representada en lia de los múrices, las populares cañadillas. de referencia a una actividad económica y comercial gran fuerza en culturas posteriores, antiguas –como
forma de busto que se realizaba al amparo de la protección del dios la ibérica o la romana– o más recientes, hasta al-
entre dos leones Una sociedad muy jerarquizada canzar nuestros propios días.
echados. Con todo ello componían el perfil de su clase do-
minante, bajo la cual, seguramente con pocos es- HERÓDOTO Y TARTESSOS Crisis y ocaso de Tartessos
calones intermedios, se hallaba una amplia masa Conviene hablar brevemente de la crisis y ocaso

A
social casi desprovista de derechos –campesinos, lgunos de los más importantes textos sobre Tartes- de Tartessos para quitar importancia a un fenóme-
artesanos, mineros–, base de un sistema calificado sos se deben a Heródoto, quien menciona la ciu- no que no fue, en ningún caso, un final que me-
por algunos investigadores como de servidumbre dad como asombrosa fuente de riquezas al evocar rezca el largo informe que parecería propio de la
comunitaria. Se trataría, más que de una fórmula el viaje de un comerciantes de Samos (4, 152): autopsia a un cuerpo muerto para indagar las cau-
de esclavismo puro, de un sistema en el que los po- “Acto seguido los samios partieron de la isla y se sas del radical cambio que supone pasar de la vida
derosos no tendrían la propiedad directa de las per- hicieron a la mar ansiosos de llegar a Egipto, pero se a la muerte. Lo que entendemos por Tartessos ex-
sonas, sino de los medios de producción y del pro- vieron desviados de su ruta por causa del viento de perimentó una crisis notable en el siglo VI a.C. por
ducto mismo, que controlaban para el comercio y lo Levante. Y como el aire no amainó, cruzaron las Co- la combinación de una serie de factores no del to-
distribuían a los productores para su sustento y lumnas de Hércules y, bajo el amparo divino, llegaron do conocidos que determinaron un cambio de co-
mantenimiento. a Tartessos. Por aquel entonces ese emporio comercial yuntura, un sesgo a la trayectoria histórica anterior.
En la cúspide de la estructura social se hallaba estaba sin explotar, de manera que a su regreso a la Pero, pese a algunos traumas, puede entenderse en
la figura de un monarca, como el citado Argantonio, patria, los samios con el producto de su flete, obtu- alguna medida como una crisis de crecimiento, y
representante de una forma suprema de poder que vieron que nosotros sepamos con certeza muchos más no tanto de acabamiento.
los estudios modernos tienden a caracterizar como beneficios que cualquier otro griego...”. La crisis de Tiro, en este caso con el fin de su im-
monarquía sacra, esto es, un poder sacralizado que En otra parte de su Historia, al hablar de los viajes de portancia como metrópoli cabeza de un Imperio co-
se transmitía en el seno de una dinastía familiar, le- los focenses a Occidente (1, 163) refiere: lonial, por los golpes de asirios y babilonios; la im-
gitimado por prácticas de culto dinástico, conoci- “Los habitantes de Focea fueron los primeros grie- posición de Cartago como nuevo líder de los semitas
das también en las primeras etapas históricas de gos que realizaron largos viajes por mar y son ellos de Occidente, que intensificaría el afán de control y
otras culturas principales del Mediterráneo, como quienes descubrieron el Adriático, Tirrenia, Iberia y de dominio territorial de los fenicios en la nueva eta-
la etrusca, con la que la tartésica tiene muy estre- Tartessos. No navegaban en naves mercantes, sino en pa púnica; la creciente imposición de la metalurgia mente púnico como en el turdetano, se observa una
chos parangones. pentecónteras. Y al llegar a Tartessos hicieron gran del hierro y otros fenómenos determinaron el paso a rápida recuperación del pulso cultural y económico,
Uno de los acontecimientos arqueológicos más amistad con el rey de los tartesios, cuyo nombre era una etapa distinta. y una gran actividad a partir de la inflexión del siglo
importantes de los últimos años, en relación con la Argantonio, que (como un tirano) gobernó Tartessos El mundo tartésico se perpetuaría en el turdetano, VI. Lo mismo que ocurriría en la Alta Andalucía y el
cultura tartésica, ha sido el hallazgo y la excavación durante ochenta años y vivió un total de ciento vein- con un nombre que habla por sí sólo de las diferen- Sureste de la Península, donde el germen de la cul-
de un sorprendente edificio en la periferia de Tartes- te. Pues bien, los focenses se hicieron tan amigos de cias y de la continuidad. Las primeras tuvieron entre tura tartésica, extendido ampliamente en este ámbi-
sos, en tierras del municipio de Zalamea de la Sere- este hombre que, primero los animó a abandonar Jo- sus determinantes una cada vez más intensa pene- to durante la etapa orientalizante, promovió el pro-
na, en Badajoz, que pudo ser residencia o centro de nia y a establecerse en la zona de sus dominios que tración territorial de los púnicos –hasta el punto de ceso formativo de la personal cultura ibérica clásica.
representación y de culto de un soberano sacraliza- prefiriesen, y, luego al no poder persuadirles sobre el que Estrabón llegará a decir que la mayoría de las En resumen, la trayectoria histórica y cultural tar-
do del mundo tartésico. Se trata del llamado palacio- caso, cuando se enteró por ellos de cómo progresaba ciudades de la Turdetania y de las regiones vecinas tésico-fenicia de la época orientalizante, se transfor-
santuario de Cancho Roano, un edificio singular por el medio, les dio dinero para rodear su ciudad con un estaban pobladas por ellos–; y, también, una ascen- mó en la ibérico-púnica que caracterizó a la España
su forma y su contenido, referente de una actividad muro”. dente presencia de célticos en el occidente de las mediterránea –con gran influencia en los demás te-
de alto significado político, religioso o simbólico. tierras tartésicas. Pero, tanto en el ámbito estricta- rritorios– hasta los tiempos de la conquista romana.
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Una cultura
llena de
enigmas Reconstrucción
ideal de un poblado
tartésico, que debió
ser muy similar a
Aún hoy, después de casi un siglo los del Bronce Final
en el Suroeste de la
de estudios y una intensa tarea Península: cabañas
de techumbre y, en
investigadora por parte de ocasiones, paredes
de material vegetal,
filólogos, historiadores y emplazamiento
junto a corrientes
arqueólogos, seguimos sin de agua y uso de
animales de
encontrar conclusiones aceptadas tracción y arado
para roturar los
unánimemente campos.

Placa de marfil con Sebastián Celestino Pérez


una escena de lucha Profesor de Arqueología
entre un guerrero y Universidad Autónoma de Madrid
dos animales, un

S
grifo y un león. E SIGUE CONSIDERANDO A TARTESSOS
Siglos VII-VI a.C., una cultura enigmática tanto por las contra-
procedente de dictorias interpretaciones que se han hecho
Bencarrón, Sevilla. de las fuentes históricas, como por las dife-
rentes hipótesis sobre el marco geográfico que ocu-
paba en sus distintas fases históricas o el momen-
to en que se configuraron sus rasgos culturales. Pe- avenencia para definir sus rasgos más característi- turales desde la desembocadura del
ro también es verdad que otras cuestiones se han cos, mayor dificultad supone exponer las causas Guadiana hasta la del Segura. Se ampa-
ido resolviendo a medida que la Arqueología ha ido que originaron su constitución y desarrollo. No obs- ran para ello tanto en las fuentes histó-
corroborando o desechando algunos de sus aspec- tante, y para no desalentar al lector, se pueden ex- ricas, principalmente en la Ora Maritima
tos más confusos. poner algunos hechos arqueológicos que ayudan a de Avieno, así como en la presencia de
Por ello, adentrarnos en la cuestión del origen de comprender la formación de la cultura tartésica. algunos materiales arqueológicos recogi-
esta cultura, tan opulenta para unos y dependiente dos en la costa levantina y la provincia
de la colonización fenicia y griega para otros, re- Un triángulo entre Cádiz, Sevilla y Huelva de Granada, análogos a los aparecidos
sulta cuanto menos espinoso, porque si no hay Una vez admitida la imposibilidad de que Tar- en el Suroeste peninsular.
tessos se deba identificar con un centro urbano do- No obstante, los rasgos que definen
minador de un amplio territorio político, el proble- claramente la cultura tartésica se cir-
ma estriba en acotar un espacio geográfico que re- cunscriben, al menos en su origen, al
úna una serie de características mínimas que lo núcleo principal que, grosso modo, se corresponde un papel fundamental para el desarrollo socioeconó-
singularice culturalmente. Aunque el núcleo de la con el triángulo que forman las actuales ciudades mico de Tartessos, de tal forma que sólo así podemos
cultura tartésica se desarrolló en un marco geográ- de Cádiz, Sevilla y Huelva, si bien, a medida que entender la rápida orientalización que sufrió esta pe-
fico muy concreto, que se correspondería con el va- transcurre el tiempo y la colonización mediterránea riferia geográfica tras la llegada de los fenicios y grie-
lle del Bajo Guadalquivir, la campiña gaditana y el hace acto de presencia, la cultura tartésica logra gos a las costas meridionales de la Península, hasta
sur de la provincia de Huelva, existen otras versio- penetrar hasta la Meseta Sur, la Baja Extremadura tal punto que tras la decadencia de Tartessos –tres
nes que, aunque lógicamente parten de la eviden- y la costa meridional portuguesa hasta la desembo- siglos después– esta zona limítrofe fue la encargada
cia de que el foco de la cultura tartésica se situaba cadura del Sado. de mantener las raíces culturales heredadas, hasta
en el territorio aludido, extienden sus dominios cul- Este territorio jugó desde los primeros momentos su definitiva desaparición a fines del siglo V a.C.,
10 11
Figurilla votiva de de la población que lo con-
LAS ESTELAS DE GUERRERO guerro sardo, en el formó: indoeuropeos, cel-
que destaca el tas, norteafricanos o levan-

L
as estelas de guerrero o del más septentrionales, donde sólo se sos objetos de adorno de clara pro- mento de Ategua, en la provincia de descomunal yelmo tinos. Quizá la hipótesis
Suroeste, llamadas indistinta- representan las armas del guerrero cedencia mediterránea; a medida Córdoba, donde se puede apreciar con cuernos. Se ha más atractiva sea la que
mente así por las figuraciones sobre soportes rectangulares que que nos acercamos a la zona más la complejidad tanto escénica como asociado esta clase elaboró Schulten en los
que presentan y el marco geográfico sirvieron para tapar tumbas de inhu- meridional, esos objetos de adorno social que adquieren estos monu- de guerreros con años cuarenta, tras la falta
que ocupan, son sin duda alguna el mación; las armas no obedecen a ti- o de prestigio social –peines, espe- mentos en el Período Orientalizante. los shardana, uno de éxito de una primera
elemento más característico del pos foráneos, lo que evidencia el in- jos, instrumentos musicales, pinzas En ella se aprecian tres escenas bien de los Pueblos del valoración, igualmente su-
Bronce Final meridional, aunque digenismo del fenómeno. A partir de o imperdibles– aumentan en detri- diferenciadas; en la superior, se re- Mar con los que tal ya, en la que justificaba la
perduran en el tiempo hasta el Perí- la zona del Tajo los monumentos su- mento de las armas, momento que presenta al guerrero con coraza y vez también existencia de Tartessos
odo Orientalizante, cuando toda la fren grandes transformaciones: los además coincide con la introduc- rodeado de sus armas y objetos de guardan relación gracias a la llegada de
zona queda impregnada por la cul- soportes se erigen para ir hincados ción de la incineración en el ritual adorno personal; en el centro, la es- los guerreros de las gentes minoicas proceden-
tura del Mediterráneo Oriental. Por en el suelo, aparece dibujada la fi- funerario. cena se centra en la muerte del gue- estelas tartésicas. tes, por consiguiente, del
tanto, aparecen hacia el siglo XI y gura del guerrero y se representan El mejor ejemplo de esta última rrero, tumbado sobre la pira funera- Egeo. En su segunda incursión sobre el tema,
desaparecen en el VII an- armas de origen atlántico y numero- fase de las estelas es el monu- ria y acompañado por los la- Schulten repara en las consecuencias que tuvieron
tes de nuestra Era, mo- mentos de sus seres más que- las incursiones de los denominados Pueblos del
mento en las que se las ridos; el carro asido por el Mar en todo el Próximo Oriente, así como la poste-
puede denominar co- guerrero, símbolo del rior dispersión de estos pueblos por el Mediterrá-
mo estelas tartésicas. viaje al más allá, pro- neo, pudiendo haber llegado hasta las costas de la
Las estelas se pueden tagoniza la escena Península Ibérica uno de ellos, concretamente el
agrupar en cuatro inferior de la este- que las fuentes nombran como tursha, y donde
grandes zonas geo- la, donde dos Schulten cree reconocer el origen etimológico de la
gráficas diferencia- grupos de an- palabra Tartessos.
das: sierra de Gata, tropomorfos Todas estas teorías estaban marcadas por un
Montes de Toledo; realizan una fuerte componente difusionista que hoy práctica-
valle medio del danza ritual mente ha desaparecido de la bibliografía sobre el
Guadiana y valle para facilitar la tema. Pero en absoluto se puede desechar la exis-
del Guadalquivir; travesía. La tencia de impulsos externos de carácter cultural,
aunque se van composición es- seguramente gracias a puntuales contactos comer-
perfilando dos cénica de la este- ciales, que ayudaron al progreso del foco tartésico.
zonas bien dibuja- la no deja duda En este sentido, sí es importante señalar las dife-
das: el Sureste fran- de la complejidad rentes hipótesis que se muestran más proclives a
cés y el Algarve portu- social que adqui- justificar la cultura tartésica gracias a diferentes
gués. Los monumentos más rió la sociedad tarté- componentes culturales que pueden tener un ori-
antiguos coinciden con las zonas sica en estos momentos. gen atlántico o indoeuropeo para unos, o bien una
influencia netamente mediterránea. En este caso,
las opciones son más variadas, pues los autores se
cuando lo ibérico ya había definido claramente sus Tres dibujos blados, siempre de modesto tamaño, se ciñen prin- neo, como otros aspectos de mayor importancia so- dividen entre los que proponen contactos de proce-
rasgos socioculturales. sintéticos de estelas cipalmente a los valles de los grandes ríos, donde cial como son el sistema económico, la aparición dencia egea y quienes sugieren los de origen sirio-
Para delimitar el territorio tartésico en sus oríge- tartésicas del tipo buscaban un buen sistema de comunicación y re- de las incineraciones en el ritual funerario o la fenicio, chipriota o del Mediterráneo central.
nes, se cuenta con dos elementos arqueológicos bien más complejo, con cursos agrícolas importantes. Tampoco parece que aceptación de una nueva religión.
representados, las cerámicas decoradas con retícu- figuras humanas sea esta una época precisamente conflictiva si nos Sin embargo, es evidente que puede hablarse de Analogías con Sicilia y Cerdeña
las bruñidas, consistentes en líneas irregulares en acompañadas de su atenemos a la ausencia de fortificaciones y a la si- cultura tartésica con anterioridad a la llegada de los Hablar en la actualidad de contactos entre la
zigzag, y las pintadas o tipo Carambolo, que aunque armamento y el tuación de los poblados a media altura, caso de los primeros colonizadores, ya que rasgos arqueológi- Península Ibérica y el Mediterráneo previos a la
también aparecen dispersas por algunos yacimientos carro para el viaje documentados en El Carambolo, Huelva, San Barto- cos como los anteriormente señalados no parecen colonización fenicia es algo totalmente superado,
de las zonas limítrofes, sólo se han podido docu- al más allá. El de la lomé, Valencina de la Concepción o Los Alcores. dejar muchas dudas en este sentido. Por lo tanto,
mentar en momentos posteriores. Por el contrario, izquierda debe situarse el origen de Tartessos en el Bronce
otro factor a tener en cuenta para centrarnos en el fo- corresponde a la Cabañas de entramado vegetal Final, lo que algunos han definido como Bronce Fi-
co de la cultura tartésica, es la ausencia de elemen- Estela de Ategua. Eran pequeños establecimientos con un escaso nal Tartésico, un momento histórico que actual-
tos que aparecen precisamente en esas áreas del en- número de habitantes, repartidos en cabañas cir- mente se intenta concretar cronológicamente, pero
torno geográfico de Tartessos, caso de las estelas de culares u ovaladas con paredes de entramado vege- que en ningún caso debe llevarse más lejos del si-
guerrero, las estelas diademadas, la rica orfebrería tal y sin orden aparente; además, en ningún caso se glo XI a.C., si bien los rasgos más definitorios de la Río
del Bronce Final o algunos grupos cerámicos bien di- han localizado edificios públicos que sugieran una incipiente cultura tartésica solamente se aprecian R

Se
gur

ío S
ferenciados en su forma y estilo decorativo de los del fuerte actividad colectiva. Tan sólo puede atisbarse con claridad a partir del siglo IX a.C., coincidiendo Cancho Roano

a
ado
núcleo principal. una cierta complejidad social, al menos tibiamente con un importante aumento demográfico de toda la Setefilla uadalquiv i r
Más difícil, por el momento, es encontrar los ras- jerarquizada, que debió permitir una organización zona afectada. R ío G
El Carambolo Sevilla
gos más importantes que definen una cultura, como capaz de recibir en las mejores condiciones de Huelva Tejada Los Alcores
son los tipos de asentamiento que ocuparon, el ritual equidad a los comerciantes fenicios; de hecho, al- Teorías dispares San Bartolomé ESSOS tartessos
funerario empleado o el sistema religioso imperante. gunos historiadores sólo consideran la existencia de El repentino aumento de población que experi- RT

TA
Sin embargo, sí se aprecia claramente un aumento la cultura tartésica a partir de la llegada de los fe- mentó el territorio tartésico, bien detectado por la Cádiz
Territorio de Tartessos
de población, principalmente en Huelva, muy desdi- nicios, cuando la población indígena asumiría tan- Arqueología, ha servido en muchas ocasiones para Zona de influencia máxima
bujado en la fase inmediatamente anterior. Los po- to las innovaciones técnicas traídas del Mediterrá- aventurar las hipótesis más dispares sobre el origen
12 13
PRIMER SIGNARIO DEL SUROESTE lo una alta gama de objetos arqueológicos
análogos, sino incluso la presencia física
de obra necesaria para el
desarrollo de Tartessos
de esas gentes, cuyo mejor exponente es la –no se sabe si en régimen
tumba de Roça do Casal do Meio, hallada de esclavitud– a la vez
cerca de la ciudad portuguesa de Sesimbra que podrían facilitar otros
y donde aparecieron dos inhumaciones con productos afines al territo-
sus respectivos ajuares bien fechados entre rio donde aparecen las es-
los siglos X y IX y que se corresponden con telas, caso de la ganadería
los que aparecen decorados en las estelas y sus derivados, sin que
de guerrero; la construcción de la tumba, por el momento se tenga
de falsa cúpula, recuerda poderosamente a la más mínima prueba de
las documentadas en el Mediterráneo cen- la importancia minera de
tral, donde también se ha recuperado algu- estas zonas, que sólo está
nos objetos análogos. bien atestiguada en el nú-
Por tanto, el aumento demográfico de la cleo tartésico.
zona tartésica a partir del siglo IX pudo de- Por tanto, el incremento de población del Suro-
berse a la necesidad de adquirir o explotar este hacia mediados del siglo IX es una conse-
confirmándose así las primeras hipótesis lanzadas Este conjunto de excedentes agropecuarios ante la intensificación da, son las estelas de guerrero o del Suroeste. A Broche de bronce cuencia de la aportación demográfica de las zonas
en los años setenta por Bendala y Almagro Gor- signos de época del contacto con el Mediterráneo central y el área través de ellas, se puede vislumbrar la progresión para cinturón, limítrofes de Tartessos, es decir, del Algarve, la Ba-
bea, si bien éstos defendían diferentes áreas geo- tratésica atlántica, aunque la eclosión de poblamiento no geográfica de las gentes de la periferia hacia el fo- procedente de El ja Extremadura, el Sur de la Meseta y el valle me-
gráficas para justificar el origen de esas primeras orientalizante está se produjo hasta el siglo VIII. Entonces, una vez co principal de Tartessos, en cuyo entorno inme- Acebuchal. A la
relaciones, el Egeo para el primero y la zona sirio- elaborado según J. consolidada la colonización, Tartessos necesitó diato aparecen los monumentos más evoluciona- derecha, figurita de
fenicia para el segundo. Pero últimamente, ba- Untermann. Abajo, mano de obra para explotar sus recursos mineros, dos y, a la vez, más complejos, ya contemporáne- bronce de Astarté
sándose en las afinidades arqueológicas docu- vaso ático con así como los excedentes alimenticios necesarios os a la llegada de los colonizadores mediterráne- hallada, al parecer,
mentadas, se están considerando otros focos que bailarines hallado para soportar ese aumento de población. os, por lo que se las puede denominar en este úl- en El Carambolo. La
actuarían de intermediarios de esos contactos; en Huelva, Estos recursos, hombres y alimentos principal- timo momento y sin ningún tipo de complejos co- diosa, sedente y
ese el caso del Mediterráneo Central y, más con- producido en torno mente, pero sin descartar otros como pieles o ar- mo estelas tartésicas. desnuda, de estilo
cretamente, de Sicilia y Cerdeña, donde cada día al 570 a.C. Es un mas, debieron provenir de las zonas periféricas, egiptizante, apoya
son más amplias las analogías arqueológicas con buen ejemplo de los fundamentalmente de las tierras que se extienden La figura del guerrero los pies en un
la zona suroccidental de la Península. objetos de prestigio al sur de la cuenca media del Guadiana, zona que En efecto, los monumentos más antiguos, que escabel con
En este sentido, cobra valor el hallazgo realiza- aportados por los desde un primer momento mantuvo una relación aún se utilizarían para tapar cistas de inhumación, inscripción fenicia
do en la ría de Huelva, donde se recuperó una griegos y muy más o menos sostenida con el foco tartésico, in- aparecen en zonas geográficamente alejadas de que alude a una
gran cantidad de armas de tipo atlántico y otros ambicionados por tensificándose a partir del siglo VII, cuando esas Tartessos, fundamentalmente en el entorno de la Astarté de la cueva.
objetos de adorno personal procedentes de las is- los aristócratas relaciones con Tartessos se extendieron hasta el sierra de Gata y el valle del Tajo, sin que se aprecie Ambas piezas se
las centrales del Mediterráneo, lo que ha hecho tartesios. valle del Tajo, donde se han documentado nume- entre su decoración la presencia de objetos foráne- exhiben en el
pensar en la importancia estratégica de la zona rosos restos de origen tartésico que sirven para os, lo que incide en su marcado carácter indígena. Museo Arqueológico
onubense como catalizadora del comercio entre el avalar esta consideración. Sólo a partir de esta zona se representaron algunos de Sevilla.
Mediterráneo central y las costas atlánticas de Uno de los documentos de mayor relevancia ar- elementos atlánticos –concretamente las armas– y
Portugal y Francia, donde igualmente se docu- queológica de que se dispone para poder recons- mediterráneos, caso de las fíbulas acodadas o los
mentan estos objetos. truir los primeros momentos de Tartessos, así co- carros, frecuentes en los monumentos que apare-
Por tanto, hablar de contactos comerciales a mo su propia formación como cultura singulariza- cen en torno al valle del Guadiana, momento que,
gran escala con el Mediterráneo, dado el tipo y la a la vez, coincidió con la generalización de objetos
cantidad de material recuperado, puede parecer de origen mediterráneo, con la inclusión de la figu-
cuanto menos una falta de ponderación del hecho ra del guerrero y con el cambio del soporte, pues a
y, más aún, cuando buena parte de las actividades partir de entonces serían auténticas estelas creadas
comerciales del Suroeste tuvieron un alto compo- para ir hincadas en la tierra.
nente atlántico, como lo demuestran las armas de Con el transcurso del tiempo, las estelas se es-
bronce o la orfebrería, por poner los ejemplos más parcieron por las inmediaciones del núcleo tartési-
estudiados. Por lo tanto, la presencia mediterrá- co, otorgando a los objetos de prestigio social ma-
nea previa a la colonización debería considerarse yor valor en detrimento de las armas, a la vez que
como puntual y discontinua en el tiempo, apre- ofrecían escenas de una alta complejidad social,
ciándose una intensificación en los momentos muy en sintonía con la corriente orientalizante que
previos a la llegada de los fenicios. Sin embargo, ya había asimilado Tartessos tras la colonización
aunque contribuyeron a introducir paulatinamen- mediterránea. En aquellos monumentos se repre-
te algunos cambios en la base cultural de los in- sentaron los ajuares funerarios de personajes so-
dígenas, no fueron lo suficientemente intensos cialmente destacados y de carácter guerrero, donde
como para garantizar en el área tartésica los avan- aparecen elementos de importación desde momen-
ces técnicos que ya se habían desarrollado en tos que coinciden con el cambio del milenio ante-
Oriente bastantes años atrás. rior a nuestra era, un dato fundamental que evi-
El Mediterráneo Central sí parece que ejerció dencia la existencia de contactos con el Mediterrá-
un papel de cierta importancia en el intercambio neo previos a la colonización.
comercial con el Sur peninsular, precisamente en Los personajes representados en las estelas ten-
torno al siglo IX, época de la que se detecta no só- drían, por tanto, capacidad para aportar esa mano
14 15
S
e entiende por Pueblos del
Mar un importante movimien-
LOS PUEBLOS DEL MAR
con el hundimiento del Imperio Hi-
tita tras la destrucción de Hattusa, su
racterística durante toda la Edad de
Bronce.
vido para identificarlos en diferentes
lugares del Mediterráneo. Entre los
El armamento
tartésico
to de gentes que, en torno al capital. La destrucción de Ugarit su- Sólo Merneptah y más tarde que se instalaron en el Levante des-
año 1200 a.C., lograron desestabili- mió en el cataclismo a otros centros Ramsés III pudieron contener las tacan los peleset, los filisteos de la
zar política y económicamente las importantes del área palestina, don- acometidas de los Pueblos del Mar, Biblia que ocuparon Palestina, de
regiones del Mediterráneo Oriental. de se asentaron nuevas gentes que que en última instancia tuvieron que donde derivarían sus respectivos
Sólo los egipcios han dejado cons- introdujeron, como rasgo cultural dispersarse por el Mediterráneo nombres. También los lukka per-
tancia de su existencia, al mencio- más significativo, el rito de la cre- Central y, tal vez, por algunos puntos manecerían en la zona más septen-
narlos en las fuentes como "los que mación, desapareciendo del Medite- del Occidental, y muchas veces sólo trional, identificándose con los li- Usaban lanza, espada y arco, protegiéndose
proceden del medio del mar", refi- rráneo Oriental la inhumación, ca- la etimología de sus nombres ha ser- cios históricos. De mayor interés
riéndose así a las campa- son los pueblos que se dis- con capacetes y escudos de cuero... armamento
ñas bélicas que Ramsés III persaron por el Mediterrá-
debió emprender contra neo, como los akawasha, ligero apto para la lucha individual En torno al s. VII a.C.,
ellos para defenderse de la identificados con los aque- un guerrero
invasión. La irrupción de os; los shardana, que de- Fernando Quesada Sanz contempla dubitativo
estos pueblos coincide, sembocarían en la isla de Profesor titular de Arqueología un tipo de casco
pues, con la época de Cerdeña; los shekelesh, Universidad Autónoma. Madrid griego importado.
transición entre las Edades que llegarían a Sicilia; o los Sus armas y su estilo

E
de Bronce y de Hierro, tursha, que algunos identi- STUDIAR LAS ARMAS DE LOS TARTE- de lucha no están
una época muy inestable fican con los etruscos y sios implica al menos cuatro cosas: pri- demasiado en
que derivó en un nuevo otros –como Schulten o mero, analizar el arma- consonancia con este
equilibrio político en todo Montenegro– que identifi- mento del Bronce tipo de arma
el Mediterráneo. La drásti- can con los tartesios, he- Final precolonial, conoci- defensiva que limita
ca desaparición de las cul- cho difícil de aceptar, aun- do sobre todo por el con- mucho la audición y
turas del Egeo, y sobre to- que sí parece clara la re- junto de losas de piedra la visión, y que es
do de la pujante cultura percusión que todos estos grabadas que llamamos realmente útil sólo
micénica, sumerge a la zo- movimientos debieron te- estelas del Suroeste y en el combate de la
na en la denominada épo- ner en Occidente de mane- por los famosos lotes de falange griega. Su
ca oscura, que coincide ra indirecta. armas dragados hace ya escudo está hecho
muchos años en la ría de con discos de cuero
Huelva; después, describir y secados sobre un
dio del Guadalquivir. Son gentes sin cuyo concurso Bajorrelieve del ambos hechos. Es muy probable, no obstante, que comprender las modificacio- molde; flexible y
sería difícil entender ese auge del poblamiento ne- templo de Medinet sea aproximadamente en esas fechas cuando co- nes tecnológicas y tipos de armas traídas ligero, constituye una
cesario para llevar a cabo la explotación económi- Habu, que miencen a llegar los primeros contactos precolonia- a la Península por los fenicios (en especial la ex- protección mejor de
ca, fundamentalmente de tipo minero, que consoli- representa a les, como parece atestiguarlo, por ejemplo, tanto la tensión de la metalurgia del hierro); tercero, deter- lo que pudiera
dó cultural y económicamente la zona tras la colo- prisioneros filisteos presencia de objetos mediterráneos en las estelas minar si la presencia de comerciantes helenos su- parecer. La espada es
nización histórica. derrotados por más antiguas como la aparición de los primeros ob- puso algún cambio militar significativo; por último, de un tipo de hierro
Al mismo tiempo, esa migración permite justifi- Ramsés III. Los jetos de hierro. definir en qué medida el armamento ibérico (que que imita prototipos
car la temprana presencia de los rasgos culturales filisteos, junto a los Es muy posible que las fuentes históricas, to- aparece como tal a principios del s. V a.C.) recogió de bronce, y no tuvo
tartésicos en la propia periferia, donde se manifes- licios, libios y das de origen griego, se estén refiriendo con esa herencias de la panoplia tartésica. mucho éxito entre
taron con creciente intensidad las innovaciones dorios, formaban fecha tan antigua a los primeros agentes proce- Sólo parcialmente y con problemas serios pue- los tartesios. La
técnicas y ciertos cambios en los comportamientos parte de los Pueblos dentes del Levante, denominando fenicios a todo de responderse a estas preguntas, debido a que la pesada lanza tiene
sociales y religiosos; y, también, –como propone del Mar. Abajo, pueblo procedente de la costa oriental del Medi- cantidad de información varía mucho de una fase todavía punta de
Ruiz-Gálvez– pudieron existir alianzas de tipo ma- parcial del cinturón terráneo, independientemente del lugar concreto a otra, y también a que es muy difícil saber si el bronce.
trimonial entre las élites sociales de ambos territo- del tesoro de de su origen. Por consiguiente, cuando los feni- hallazgo de algunos ejemplares de armas importa-
rios. Sería una prueba más que evidente de la con- Aliseda (Cáceres). cios se asentaron en la Península ya conocían las das llegó a tener algún impacto sustancial en la
solidación de esas relaciones y del interés econó- posibilidades que les ofrecía el lugar, gracias a las panoplia tartésica.
mico mutuo por mantenerlas. noticias que les habrían proporcionado esos pri-
Quedaría por resolver la contra- meros agentes mediterráneos. Panoplia aristocrática
dicción que existe entre la Arqueo- Sin estas premisas es difícil en- Las armas representadas en las estelas del Suro-
logía y las fuentes históricas cuan- tender la colonización fenicia, este reflejan una panoplia aristocrática propia de
do éstas sitúan la colonización de pues parece obvio que para la guerreros de fines de la Edad de Bronce y, quizá, los
la Península por los fenicios en explotación comercial, particu- momentos iniciales de contacto colonial. Incluye un
el 1100 a.C. Se sabe que los larmente minera, necesitaban armamento ofensivo basado en lanzas de larga pun-
primeros materiales fenicios que la población con la que ta, probablemente empuñadas y no arrojadizas, y es-
documentados en el Sur penin- iban a tratar tuviera una organi- padas de bronce cuyo tipo es difícil de precisar, da-
sular no se pueden subir crono- zación social mínimamente de- do el esquematismo de las imágenes, pero compati-
lógicamente más allá de finales sarrollada, con mecanismos de bles con los tipos conocidos arqueológicamente: es-
del IX, por lo que hay más de dos- jerarquización que permitieran padas tajantes de hoja pistiliforme en las estelas
cientos años de separación entre precisamente esa explotación. más antiguas, quizá también espadas de función
16 17
6

contexto peninsular como vehículos de guerra, sino 7 FORTIFICACIÓN TARTÉSICA


como símbolo del transporte del difunto al más allá.
Durante este período previo a los primeros asen- Esta muralla está inspirada en la del s. VII a.C. del
tamientos fenicios aparecen algunas armas metáli- 3 yacimiento de Puente Tablas (Jaén). Sus bastiones
cas de origen oriental, que no debieron ser ni muy 8 4 servían de defensas y de contrafuertes para unos
numerosas ni significativas desde el punto de vista lienzos asentados sin cimientos. El revestimiento de
militar, aunque sí desde el del status; por ejemplo: barro y cal aseguraraba la unión de los muros
los cascos metálicos, con paralelos chipriotas, halla- (trabados sin argamasa) e impedía la escalada del
dos en la ría de Huelva. 1 2 enemigo aprovechando las grietas en la
5 mampostería.
Nueva tecnología Sección de la muralla
El contacto colonial supuso para Tartessos, des- (1) Base de roca virgen. (2) Relleno
de el punto de vista de la tecnología armamentísti- de tierra. (3) La muralla consta de adosó otro muro ataludado que piedra (quizás, cinco o más metros
ca, ante todo la introducción de la metalurgia del dos lienzos de mampostería a sirve de contrafuerte. Su apariencia de altura) había un tramo más de
hierro. Los escasos datos arqueológicos disponibles plomada (las hiladas inferiores con es similar a la del lienzo principal, adobe. (7) La pared exterior (lienzo
indican que los artesanos trataron al principio de piedras de hasta un metro de largo) aunque con piedras de menor principal, talud y alzado en adobe)
reproducir en hierro los tipos de espadas de hoja que emparedan un relleno de tierra tamaño. (5) El terreno pendiente estaba revocada con barro y
larga y estrecha propios del Bronce Final (tumbas y piedras sueltas. No hay frente a la muralla puede ser enlucida con cal. (8) Al interior de
de Cástulo y Niebla), aunque con escaso éxito: la cimentación, lo que presenta aterrazado y sostenido con muros la muralla se adosarían las primeras
temprana tecnología del hierro no debía permitir problemas de estabilidad. para evitar el deslizamiento del casas del poblado.
demasiadas alegrías con las láminas de hierro for- (4) Por eso, a la pared exterior se suelo. (6) Sobre la estructura de
jado y lo cierto es que, pese a algunos intentos du-
rante el s. VII a.C., estos tipos de espada desapa-
recieron. Cuando, siglos más tarde, vuelve a con-
tarse con armas abundantes en los ajuares funera-
rios, la tradición propia del Bronce Final ha sido
desplazada por otra muy diferente de espadas cor-
Conjunto de más punzante del tipo de lengua de carpa similares tas y de ancha hoja típica del mundo ibérico de la
espadas halladas en a las halladas en el depósito de Huelva. A juzgar por Segunda Edad de Hierro.
la ría de Huelva. las estelas y los hallazgos arqueológicos, el arco y las Desde otro punto de vista, en el período Orienta-
Son de tipología flechas eran empleados, posiblemente no sólo en la lizante Tartésico, las armas no son abundantes en
atlántica y una caza sino también en la guerra. el registro funerario, aunque tampoco están, como
magnífica muestra El armamento defensivo parece consistir en capa- a veces se ha dicho, ausentes: hay algunas en la
de las relaciones y cetes –posiblemente de cuero, quizá broncíneos– de
la importancia de la los que el tipo más reconocible es el decorado con
metalurgia dos largos cuernos ondulados, tipo ya visto por el
inherentes al Mediterráneo desde siglos antes y que aparece re-
mundo tartésico. A presentado en figurillas chipriotas y sardas. Junto a
la derecha, Estela de estos cascos, el elemento más característico es el es- necrópolis onubense de La Joya, en el Palmarón de Abunda extraordinariamente sin embargo en nu-
Solana de Cabañas, cudo circular de mediano tamaño (quizá en torno a Niebla y en otros yacimientos; con todo, el tipo de merosos yacimientos andaluces, fenicios e indíge-
con la panoplia los 60 cm. de diámetro), hecho de una o varias ca- ritual funerario no favorecía la deposición de armas nas, y ya desde el s. VIII a.C., un tipo de punta de
típica del pas de cuero de distinto diámetro encoladas entre sí en las tumbas, como sí ocurriría mucho más tarde, flecha de bronce conocido como de arpón lateral
combatiente y apretadas en húmedo contra un molde de piedra o a partir de fines del s. V a.C. en el mundo ibérico. que probablemente llegó a Iberia a través del mun-
tartésico (espada, madera para darles forma, y con una empuñadura Pese a lo que en alguna ocasión se ha escrito, no do semita, y que indica una cierta importancia del
lanza, escudo), simple central. hay escudos hoplitas de bronce de tipo griego en la combate a distancia, quizá por parte de tropas de
junto con el carro Muchos de estos escudos aparecen dibujados con necrópolis de La Joya (se trata de una gran bande- menor status.
para viajar al más una escotadura en forma de V cuya función se dis- ja circular de bronce), pero en cambio sí existen ¿Hasta qué punto recogió la primitiva panoplia
allá. El contenido cute, ya que las interpretaciones oscilan entre las dos o tres cascos griegos, corintios, de buena cali- ibérica la tradición tartésica del período Orientali-
esquematizado de puramente simbólicas y las funcionales; según estas dad procedentes de la zona de Huelva-Cádiz y fe- zante? Es muy difícil precisarlo habida cuenta de
esta estela se ha últimas, la escotadura podría haber servido para fa- chados en los siglos VII y VI a.C. Aunque suelen ser la escasez de datos; parece que la más antigua
usado como pase de cilitar la construcción del escudo durante el proceso interpretados como ofrendas de navegantes griegos panoplia ibérica contaba con tipos de escudo (co-
este dossier. de secado y contracción del cuero, pero también, en a dioses de las aguas, también cabe la posibilidad mo los representados en el monumento escultóri-
el combate, para facilitar el manejo de lanza (si era de que algunas de estas piezas fueran regaladas a co de Porcuna) similares a los de las estelas del
lateral) o la visión (si era superior). Este tipo de es- jefes locales, junto con otros productos de lujo; lo Suroeste más tardías; también los tipos de lanza
cudo es conocido tanto en el Mediterráneo como en cierto es, sin embargo, que este tipo de casco di- ibéricos más antiguos, muy largos y pesados, pa-
el Bronce Final de las áreas atlánticas. señado expresamente para la táctica de falange ho- recen derivar de tipos anteriores; en cambio, las
Las estelas no permiten distinguir ningún tipo de plita (formación cerrada y disciplinada de una mili- espadas son, como se ha dicho, totalmente dife-
protección corporal y los datos arqueológicos son cia ciudadana) no debía ser adecuado para los ti- rentes, y tampoco parece que la abundancia de
mudos en este sentido, por lo que cabe pensar que pos de combate aristocrático entre campeones que puntas de flecha del Orientalizante perdurara en
si la hubo, debía tratarse de jubones o coletos de debieron predominar en el mundo tartésico, y lo el mundo indígena de la Segunda Edad de Hierro.
cuero o acolchados. Los carros de dos ruedas tirados cierto es que no se ha encontrado hasta ahora un Hay, pues, más elementos de ruptura que de con-
por caballos que aparecen en muchas de estas este- solo ejemplar claro de armas defensivas griegas en tinuidad en el panorama que hasta ahora, y tenta-
las, de tipo egeo, no pueden ser considerados en el tumbas orientalizantes. tivamente, podemos dibujar.
18 19
Los vaivenes El arqueólogo Jorge
Bonsor junto a
diversas cerámicas
tartésicas. Abajo,
soportes en forma
minada, entre los anticua-
rios humanistas fue la de la
localización de esta próspe-
ra y afamada ciudad del
Occidente europeo. A esta

de la leyenda
de carrete de la confusión se refiere ya uno
necrópolis de La de los anticuarios sevilla-
Joya; eran elemento nos de mayor autoridad en
característico del este campo, Rodrigo Caro
lujoso mobiliario (1573-1647), al decir en
litúrgico de las su obra Antigüedades y
tumbas principales. Principado de la Ilustrissi-
ma ciudad de Sevilla y
Chorographia de su Con-
vento Iuridico, o antigua Chancilleria (1634): “Ay
tanta variedad de opiniones en los autores antiguos,
sobre qual fuesse las isla de Gades, Tartesso, y Eryt-
hia, que no poca turbación, y tiniebla causa en estas
letras, pues confunden los nombres de todas tres,
dando a las unas lo que no les toca.”
Pero quizá lo más relevante de Caro, al margen de
que pensara que la ciudad de Tartessos se encontra-
ra bajo las aguas del Océano, sea su planteamiento
de que Tartessos era no sólo el nombre de una ciu-
dad, sino también el de un río, el Betis de los roma-
nos, el actual Guadalquivir y, al mismo tiempo, el
nombre de toda la región que este caudaloso río ba-
ñaba, esto es, la Bética romana, la Andalucía actual,
aproximadamente.
Así, entre la erudición del Renacimiento y Siglo
de Oro, las opiniones son variadas, situando unos la
ciudad en Cádiz; otros, en Sanlúcar de Barrameda,
Jerez de la Frontera, Medina Sidonia o, incluso, en
la antigua población púnico-romana de Carteia. Ello
no obedecía sino a la caprichosa interpretación que
se hacía de las fuentes clásicas, único apoyo con el
que se contaba, pues no auxiliaban en este asunto ni
la epigrafía ni la numismática, con más o menos crí-
tica según el autor de que se tratase. Eso sí, servía
todo ello para engrandecer la antigüedad de cada
una de estas ciudades o para utilizarla en disputas
sobre los límites de las diócesis eclesiásticas.

Las naves del rey Salomón


Por otra parte, los numerosos comentaristas de
Jorge Maier Allende te grave problema histórico no siempre fue tratado los textos bíblicos establecieron una correlación que
Esta civilización a la que Investigador desde el mismo punto de vista en nuestra historio- se ha mantenido durante mucho tiempo. En varios
Real Academia de la Historia grafía y ha sido necesario recorrer un arduo camino pasajes del Antiguo Testamento se hace referencia a
conocemos por su sonoro y para precisar con más o menos nitidez el valor histó- las naves de Tarshish, del rey Salomón, que porta-

T
ARTESSOS ES UNA CIVILIZACIÓN PRO- rico de esta que hemos creído conveniente denomi-
famoso nombre griego de tohistórica fundamental que además actúa nar civilización tartésica. Es, por tanto, en este pro-
como catalizador de las colonizaciones fe- ceso historiográfico sobre el que nos centraremos en
Tartessos es uno de los capítulos nicia y griega a las que se halla íntima- las páginas siguientes.
mente vinculada. A Tartessos corresponden fenóme- Tartessos surge ya como un problema que nos le-
más sugestivos e importantes de nos de gran importancia cultural, como son el origen garon los historiadores y geógrafos griegos y latinos
de la escritura, el desarrollo de una agricultura su- –entre los que cabría citar a Estesícoro de Himera,
nuestra Historia Antigua, por lo perior y el origen de la ciudad; en definitiva, el de la Anacreonte, Heródoto, Estrabón, Plinio el Viejo, Ru-
civilización urbana, con sus implicaciones sociales, fo Festo Avieno, Pomponio Mela, Justino o Pompeyo
que durante cuatro siglos ha sido políticas, económicas e ideológicas. Trogo, entre otros– al mencionar la existencia de la
Por ello, la cuestión de Tartessos ha sido un tema ciudad, cabeza de un reino en el litoral occidental
capaz de generar pasiones siempre presente en nuestros historiadores y eruditos andaluz, vagamente identificada, pero de una pros-
desde al menos el siglo XVI, especialmente, como es peridad y grandeza como ninguna otra. Así, la prin-
encontradas de muy distinto signo lógico, entre los de origen andaluz. Sin embargo, es- cipal línea de investigación, si así puede ser deno-
20 21
Joaquín Costa fue el ban en su seno grandes riquezas las flotas de Salomón. Este último, Modelo de una
primer investigador exóticas obtenidas en lugares leja- que también escribió una diserta- birreme fenicia,
español que dio nos. Así, estos comentaristas in- ción sobre la situación de la antigua reconstruida según
contenido histórico tentaron identificar la Tarshish bí- Onuba, redactó un interesante ma- un bajorrelieve del
a Tartessos en blica con la Tartessos greco-latina, nuscrito titulado Discusión geográ- palacio de
ensayos publicados porque interpretaron que el nom- fica sobre si existieron en lo antiguo Senaquerib en
a finales del s. XIX. bre de estas naves era el de su lu- las islas Cassiterides. Y si deben re- Nínive (Museo
Abajo, el arqueólogo gar de destino. Pese a esta última ducirse a las Sorlingas (1774). Británico, Londres).
anglofrancés Jorge circunstancia, nunca se relacionó En barcos como
Bonsor Saint- a Tartessos con los fenicios, si se El origen de la escritura éste los fenicios
Martin. tiene en cuenta que aún se man- Son de especial importancia estos dominaron el
tendrían candentes sentimientos trabajos porque ponen de relieve el comercio en el
antisemitas. papel de Tartessos en el comercio Mediterráneo.
No se observa ningún cambio de los metales en la Antigüedad y,
sustancial en la forma de abordar por lo tanto, en conexión directa
la cuestión de Tartessos en la críti- con los fenicios, pueblo por el que
ca arqueológica de los eruditos en general se muestra un paulatino
ilustrados del siglo XVIII, pese a que la diferencia interés en el Siglo de las Luces, pues a ellos se les
fundamental entre la arqueología humanista y la atribuyó el origen de la escritura peninsular, como
ilustrada reside en el mayor rigor de esta última, pre- planteara Luis José Velázquez, marqués de Valdeflo-
ocupada sobre todo por la veracidad de las fuentes res (1757) y después, coincidiendo con el auge del
documentales o arqueológicas, para expurgar las na- orientalismo, Francisco Pérez Bayer y José Antonio
rraciones fabulosas que se derivaban de la utiliza- Conde, que convierten a España en uno de los focos
ción de los denominados falsos cronicones, que se culturales más antiguos de Europa, como defendió
propuso erradicar como primera y principal tarea la Juan Francisco Masdeu en su Historia crítica de Es-
Real Academia de la Historia, fundada por Felipe V paña y la cultura española (1783).
en 1738. Con la mayor profesionalización de la erudición
Serán, pues, ahora los individuos de la Real Aca- histórica a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX
demia Sevillana de Buenas Letras los que aborden y la progresiva institucionalización de la Arqueología
con este nuevo espíritu crítico la ubicación de la ciu- como disciplina científica, la cuestión de Tartessos trabajos sobre Tartessos, había llegado a España un 1899 y 1902, era encontrar pruebas arqueológicas El alemán Adolf
dad. Entre éstos debe destacarse a Livinio Ignacio será abordada de nuevo por rigurosos historiadores joven licenciado en Bellas Artes de origen anglofran- que demostrasen la presencia de los fenicios o de los Schulten presentó a
Leirens, por su Disertación sobre el sitio moderno de con criterios más objetivos y científicos. Pero si aún cés llamado Jorge Bonsor Saint-Martin (1855- colonos fenicios de la Península Ibérica en las islas Tartessos como un
la antigua Tartessos (1757) y, sobre todo, a Antonio la Arqueología no ofrecía por el momento serias ga- 1930). Tras cortas estancias en algunas ciudades de Scilly, archipiélago situado frente a la península de gran Estado
Jacobo del Barco y Gasca, quien redactó Problema rantías, sí lo hacía la Filología desde un análisis crí- nuestro país se estableció en Carmona (Sevilla), don- Cornwall (Cornualles), en el Suroeste de Inglaterra y centralizado, rico y
histórico geográfico sobre si fue la Bética el Tarsis de tico, exhaustivo y sistemático de las fuentes clásicas. de residió y desarrolló toda su actividad profesional tradicionalmente identificado en la historiografía bri- poderoso, que
Entre los investigadores que se dedicaron con más o como arqueólogo. Hoy la acción de Bonsor merece tánica con las Cassiterides de la Antigüedad. Bonsor, habría sido el
menos intensidad a examinar la cuestión tartésica una consideración de especial relevancia, pues le ca- sin embargo, no pudo ver culminados los objetivos primer centro
LA PRIMERA VISIÓN MODERNA desde este punto de vista, puede citarse a Francisco lifica como el verdadero pionero de la arqueología de su investigación. En las islas Scilly no había ni un cultural de
Fernández y González, Fidel Fita, Aureliano Fernán- tartésica. Uno de los aspectos fundamentales de su solo elemento que delatara la presencia fenicia. Occidente. Su

L
a obra más conocida de Bonsor y, ya planteó que la ubicación de la ciudad dez-Guerra, Juan de Dios de la Rada y Delgado, Jo- concepción de la investigación arqueológica era la Entre 1900 y 1911, aunque en distintas fases in- hipótesis fue bien
aun hoy día, salvando las distan- de Tartessos, fundada por los fenicios, sé Oliver y Hurtado, Manuel Rodríguez de Berlanga prospección sistemática del territorio, combinada termitentes, Bonsor continuó la excavación de los ya- acogida por Ortega
cias, de obligada consulta es: Les pasaba por el conocimiento y examen de y, sobre todo, Joaquín Costa. con la fe ciega en el positivismo arqueológico. cimientos tartésicos de Los Alcores ya localizados en y Gasset y los
colonies agricoles prerromaines de la la evolución geológica del terreno. Los trabajos de éste último son de gran relevan- Es necesario establecer distintas etapas en la in- la primera exploración. intelectuales
Vallée du Betis, que apareció en la Revue cia, pues fue el primero en dar contenido histórico a vestigación del arqueólogo anglofrancés. La primera En las primeras décadas de este siglo, también se germanófilos.
Archéologique de París, en 1899. Es, por Tartessos. Costa publicó una serie de artículos, en- de ellas es la exploración –entre plantearon otros puntos de vista
tanto, la primera obra moderna que se globados bajo el título genérico de El Litoral Ibérico 1894 y 1898– de Los Alcores, que luego encontraron cierto arrai-
posee en España sobre la civilización tar- del Mediterráneo en el siglo VI-V antes de J.C., en la una serie de colinas de origen ter- go entre los arqueólogos españo-
tésica. En ella, Bonsor, no sólo dio a co- revista La Controversia, firmados bajo el seudónimo ciario en las que encuentran su les. En 1905, Manuel Gómez-Mo-
nocer importantes aspectos de la cultura de Mortuus Quidam, entre 1892-1893, que años asiento las poblaciones de Carmo- reno publicó el artículo Arquitec-
material y de sus costumbres funerarias después aparecieron junto a otros relativos a los ibe- na, Mairena del Alcor, El Viso del tura tartesia: la necrópolis de
principalmente, sino que subrayó la im- ros en un volumen titulado Estudios Ibéricos (1895). Alcor y Alcalá de Guadaira. En el Antequera, en el que expuso la
portancia, desde el positivismo arqueoló- Costa, a través de un análisis eruditísimo de las curso de esta exploración, identifi- tesis de que lo tartesio se co-
gico, que la colonización fenicia tuvo en fuentes, trasciende de la visión geográfica hacia una có varios yacimientos, asenta- rrespondía con el Neolítico.
la conformación de los pueblos ibéricos. plenamente histórica, situando a Tartessos en el mientos y necrópolis tartésicas,
Y que la colonización no se restringía só- tiempo y el espacio. hoy ya míticas en la historiografía Contrastar la Biblia
lo a la fundación de ciudades costeras, si- Sin embargo, el análisis desde un punto de vis- de esta civilización. Pero fue tras la Primera Guerra
no que alcanzó el interior de Andalucía y ta filológico exclusivamente no era de ningún mo- Mundial cuando la cuestión de
tuvo aquí un móvil agrícola, como indica do suficiente para esclarecer el enigma tartésico. Las islas del estaño Tartessos alcanzó uno de sus
el título de su obra. La Arqueología, que experimenta un avance es- La segunda etapa de su investi- puntos culminantes. El papel de
Pero, como ya hemos indicado opor- pectacular en las últimas décadas del siglo pasa- gación sobre Tartessos se centra Bonsor fue fundamental, como
tunamente, Bonsor aún no habla de cul- do, abrió enormes perspectivas en relación con es- en la identificación de las Cassite- se ha señalado, pero quien que-
tura tartésica propiamente dicha, aunque ta cuestión secular. rides. El objetivo principal de esta daría indisolublemente unido a
Poco tiempo antes de que Costa escribiera sus exploración, que llevó a cabo entre esta cuestión fue el alemán
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mez-Moreno de encontrar las raíces culturales de Cerámica vaciones que se desarrolla-
Tartessos en las primeras culturas metalúrgicas y el orientalizante del ron en este emblemático
fenómeno megalítico andaluz obtuvo eco en el cír- siglo VII a.C., yacimiento sevillano a car-
culo de sus colaboradores. Se trataba de otorgar un procedente de Lora go de Juan de Mata Carria-
origen autóctono a la civilización tartésica, hipótesis del Río. Abajo, jarro zo. Pero el caso es que un
que representa el precedente de posturas que tienen de bronce tartésico. grupo de investigadores,
hoy día alguna vigencia. Se usaba en rituales entre los que cabría desta-
Tras el fallecimiento de Bonsor en 1930, la in- funerarios del car a Antonio Blanco Frei-
fluencia de las teorías de Schulten fue aplastante en mundo tartésico jeiro, Juan Maluquer de
la arqueología española de la posguerra. Todo ello orientalizante para Motes, Antonio García y
contribuyó a que la investigación se centrara de nue- libaciones u otras Bellido, Emeterio Cuadra-
vo, como si nada hubiera ocurrido en siglos de in- funciones rituales. do, Antonio Tovar, Manuel
vestigación, en la localización de la capital de este Ambas piezas se Pellicer y José María Bláz-
fabuloso reino. conocimiento de la arqueología protohistórica de la hallan en el Museo quez, comenzó desde dis-
Pero al margen de las investigaciones sobre la ca- España meridional era francamente pobre. Arqueológico de tintos puntos de vista a definir lo tartésico.
pitalidad de Tartessos, basadas en análisis filológico- Sevilla. Al respecto cobra una especial relevancia la defi-
topográficos y en ideas preconcebidas, se fueron La revelación de El Carambolo nición de un arte orientalizante que fue posible gra-
abriendo paso otras que no tenían aún muy en cuen- He aquí pues el nuevo rumbo que habría de seguir cias a importantes descubrimientos arqueológicos en
Adolf Schulten (1870-1960), quien había comenza- Cámara de ta la cultura material conocida o que minusvaloraron la investigación sobre Tartessos: la necesidad de su Asia Menor y Grecia pero especialmente a partir del
do a interesarse por Tartessos en 1910, con una in- mampostería de el papel del colonialismo fenicio. Tales son los tra- definición cultural desde un punto de vista material. estudio de la orfebrería y bronces de Etruria y el La-
vestigación promovida por el emperador Guillermo II, una tumba bajos de Antonio García y Bellido Fenicios y Cartagi- Se considera que la concienciación de este hecho se cio que permitieron definir como tartésicos a sus
que deseaba conocer la ubicación de la Tarshish bí- monumental de la neses en Occidente (1942), una obra con gran in- produjo a finales de la década de los cincuenta, pe- equivalentes peninsulares, que hasta entonces se
blica. Para ello, Schulten solicitó la colaboración y necrópolis tartésica fluencia durante mucho tiempo para el primer caso, ro especialmente a raíz del descubrimiento del Teso- habían considerado de importación oriental; el desa-
asesoramiento de Bonsor. de Setefilla (Lora del o los de Martín Almagro Basch, al estudiar la crono- ro de El Carambolo (1958) y las consiguientes exca- rrollo de las técnicas de excavación, en especial de
Por otro lado, el interés por Tartessos se revitalizó Río), excavada por logía de las últimas etapas de la Edad de Bronce a la estratigrafía, proporcionaron secuencias culturales
tras la publicación, en 1909, de El periplo de Hi- Jorge Bonsor en partir del depósito de armas y otros utensilios de más fiables, que ayudaron no poco a ir conociendo
milco (siglo VI antes de la Era cristiana), según el po- 1926. bronce hallados en la ría de Huelva (1940) o al in- los materiales cerámicos y a poder contar con crono-
ema de Rufo Festo Avieno, titulada Ora Maritima. terpretar como célticos (1956), tanto los ritos fune- logías relativas más seguras, generalizándose los tra-
Avieno fue un poeta latino tardío, pero se detectó rarios como muchos de los elementos de los ajuares bajos de campo en distintos centros tartésicos y fac-
que había utilizado fuentes más antiguas para su de las necrópolis que Bonsor había excavado en el torías fenicias del litoral; los importantes trabajos de
descripción del litoral peninsular. Bajo Guadalquivir, para el segundo. Manuel Gómez-Moreno sobre las escrituras ibéricas
La revisión e interpretación de este texto dio pie Si bien estos trabajos tuvieron como fundamento abrieron el camino al conocimiento de la tartésica.
para que se tratara de localizar de nuevo la ciudad el análisis de materiales arqueológicos, la investiga- En fin, todas estas iniciativas confluyeron en el
más antigua de Occidente. Es muy conocido el he- ción sobre la civilización tartésica llegó a desvirtuar Symposio que tuvo lugar en Jerez de la Frontera en
cho de que, tanto Bonsor como Schulten, primero hasta tal punto la definición de Tartessos que sor- 1968, que ponían ciertamente fin a toda una época
por separado, realizaron prospecciones en la región prende la afirmación del profesor Luis Pericot en de investigación y abrían otra nueva más objetiva,
de la desembocadura del Guadalquivir –donde el Pe- 1950: “Por desgracia la Arqueología no sirve en ab- empírica y globalizadora, no exenta ni mucho menos
riplo situaba a Tartessos– para después practicar soluto para este caso, pues no existe un cultura tar- de nuevas controversias aunque ya de otra índole, de
conjuntamente una serie de excavaciones en el Coto tésica que haya aparecido en los niveles de excava- una civilización clave para la comprensión de los ras-
de Doñana, que no tuvieron éxito. ciones”. Es decir, se plantea la necesidad de la defi- gos culturales de la antigua Iberia.
Bonsor fue el primero que trató de definir arque- nición de Tartessos como cultura arqueológica. Pese
ológicamente la civilización tartésica, precisando su a que Bonsor y Luis Siret ya habían iniciado esta lí-
cronología, exponiendo su delimitación territorial y nea de investigación, e incluso se habían llevado a Para saber más
su cultura material, así como sus costumbres fune- cabo excavaciones en un centro tartésico, como era La bibliografía sobre Tartessos es muy extensa. Pueden consultarse, como
rarias. Mantuvo la existencia de una cultura indíge- Asta Regia, por Manuel Esteve Guerrero (1942), el obras de conjunto (las más antiguas algo superadas, pero interesantes), los
na preexistente en el Valle del Guadalquivir, que se siguientes estudios: J. M. Blázquez, Tartessos y los orígenes de la coloniza-
vería influenciada por la colonización fenicia duran- ción fenicia en Occidente, Salamanca, 1975 (2ª. ed.); J. Maluquer, Tartes-
te el Bronce Final, de la que se originaría la civiliza- UN ANTICUARIO DEL SIGLO DE ORO sos. La ciudad sin historia, Barcelona, 1970; A. Blanco, Historia de Sevilla,
ción tartésica, que alcanzó su apogeo durante la pri- I.1, La ciudad antigua, Sevilla, 1979; M. Bendala, “Tartessos”, en Historia

R
mera Edad del Hierro y, al final de este período, so- odrigo Caro (1573-1647), céle- tren lo que ha de escrivir la pluma". Es- General de España y América, I.1., Madrid, 1985. Reúnen diferentes traba-
portó las invasiones celta y cartaginesa. bre por su Canción a las ruinas te es uno de los principales valores de su jos sobre Tartessos, el V Symposium Internacional de Arqueología Peninsu-
La obra de Schulten, por su parte, presentaba Tar- de Itálica, nació en Utrera, en una obra más famosa, Antigüedades y Prin- lar, dedicado a Tartessos y sus problemas (Jerez, 1968), Barcelona, 1969;
tessos como un gran Estado centralizado, rico y po- familia oriunda de Carmona, y fue uno de cipado de las Ilustrísima ciudad de Se- y el celebrado recientemente para conmemorarlo: Tartessos 25 años des-
deroso, el primer centro cultural de Occidente esta- los más distinguidos anticuarios sevilla- villa y Chorographia de su Convento pués. 1968-1993, Jerez de la Frontera (1993), 1995. También: Mª. E. Au-
blecido por una inmigración de tirsenos –uno de los nos del Siglo de Oro. Aunque defendió a Iuridico o antigua Chancilleria, pues bet (ed.), Tartessos. Arqueología protohistórica del bajo Gaudalquivir, Saba-
Pueblos del Mar relacionados en las fuentes egip- ultranza a los falsos cronicones de Dextro Caro visitó muchos de los lugares que ci- dell, 1989; J. J. Enríquez y A. Velázquez (eds.), La cultura tartésica y Ex-
cias– . Fue una visión filohelénica, contraria a las te- y Máximo, desarrolló una particular obje- ta, práctica nada habitual en su época, y tremadura, Cuadernos Emeritenses, 2, Mérida, 1990.
sis semitas, bien acogida por la Revista de Occiden- tividad en sus estudios arqueológicos, al así pudo enmendar la localización de no Las fuentes literarias antiguas, aparte de las interesantes pero superadas
te –y apoyada personalmente por José Ortega y Gas- considerar los restos de la Antigüedad co- pocas poblaciones del Bajo Guadalqui- Fontes Hispaniae Antiquae, están siendo reeditadas y comentadas en la se-
set– y muy aceptada en los sectores germanófilos mo inestimables documentos históricos y vir, que amplió años mas tarde en sus rie Testimonia Hispaniae Antiqua, editadas (desde el vol. II) por la Universi-
que dominaban por entonces el panorama intelec- al tener como preceptiva arqueológica Adiciones al libro de las Antigüedades dad Complutense y la Fundación de Estudios Romanos, de Madrid, a partir
tual español. que "quanto importa que los ojos regis- y Principado de Sevilla. del año 1994.
Frente a estas interpretaciones, la tesis de Gó-
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