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Oh Mente, no desperdicies tu vida vagando fuera, persiguiendo milagros y

complaciéndote en los placeres. Conocer el Ser a través de la gracia y permanecer de


esta manera firmemente en el Corazón es lo único que vale la pena." [1]
Esta cita relevante nos lleva a considerar que lo que llamamos "mente" puede
concebirse como una gran paradoja. Desde un punto de vista, es un buen amigo, pero
desde otro es un enemigo malintencionado.
Como buen amigo, nuestra mente es indispensable cuando se trata de navegar a
través del peligroso mundo de los sueños de la vida. La mente contiene un gran poder
de discriminación intelectual y razón. Este es un accesorio adecuado e indispensable
para que nuestra sadhana (práctica espiritual) progrese.
Bhagavan llama a la mente "un poder maravilloso en el Ser" [2], y afirma que
nuestros pensamientos surgen desde el pensamiento "Yo", de esta fuente, y que
surgen en el Corazón [3].
Esto nos lleva a la conclusión de que nuestro destino está controlado en gran medida
por los diferentes pensamientos que nos llegan. En efecto, somos como marionetas,
controlados por un benévolo gobernante interior que en última instancia
predetermina el desarrollo espiritual que nos lleva a la Realización del Ser.
Algunos pensamientos los consideramos apropiados y entonces actuamos. Algunos
pensamientos los rechazamos por considerarlos inapropiados e indignos. Cuando no
reaccionamos a los pensamientos sino que permanecemos en la conciencia, estos
pierden su control sobre nosotros. La mente purificada de la identificación con los
pensamientos se funde en su Fuente, en el Corazón, y así el estado libre de
pensamientos del Ser es reconocido dentro.
Es un aforismo vedántico que "todos los capullos del almendro finalmente se abrirán,
pero algunos se abrirán más temprano y otros más tarde". Esto es obviamente en una
escala de tiempo muy larga desde nuestro punto de vista humano, basado en nuestra
ignorancia. A través de nuestra práctica espiritual finalmente nos convencemos de
que no somos los "hacedores de acciones", como creímos erróneamente.
La mente como enemigo, sin embargo, es sinónimo del difamado término "ego" y
nuestro principal obstáculo para la Realización del Ser. La mente contiene el
accesorio del cerebro u órgano de cognición que crea Maya, o la ilusión, para que el
sueño personal suceda.
Integradas en el órgano de cognición están las percepciones de espacio, tiempo, y
causa y efecto que crean el escenario para que el limitado aparato sensorial funcione
y el sueño personal tenga lugar.
La mente también está repleta de tendencias dañinas e inútiles influencias
acumuladas que oscurecen al Ser Real, y que finalmente tienen que ser sacrificadas
en un acto de rendición total, al Ser Real en el Corazón, para que ocurra la Auto-
Realización. Entonces la parte purificada de la mente continuará como un sirviente,
ya no será el Amo tiránico. Toda la perspectiva ha cambiado. Se ha producido un
cambio perceptual y se reconoce que el substrato de todo lo percibido es Divino y una
Unidad.
Como Sri Bhagavan ha dejado en claro, a través de la constante y persistente Auto
Indagación y Rendición llegamos a realizar que, como dice: "La mente vuelta hacia
dentro es el Sí Mismo; vuelta hacia fuera, se convierte en el ego y en todo el
mundo" [4], ¡y es de hecho el Sí Mismo! Esta trascendental declaración destaca la
gran paradoja de la mente. Ahora examinemos su Naturaleza.
Bhagavan a menudo nos dice que "la mente es solo un conjunto de pensamientos" [5].
Esto puede ser confirmado por la auto-observación cuando notamos que nuestras
mentes pasan velozmente de una rama de pensamiento a otra, lo que conduce a lo
que Shankara y otros Sabios han llamado la "mente de mono".
Esta "mente de mono" se rige por la tendencia a asociar un evento con otro, a través
de la memoria y su respuesta condicionada. La auto-observación muestra que la
mente consiste en miles de pequeños "yoes" fragmentados, que conforman el término
general "Pensamiento Yo". Cada "yo" separado ha sido condicionado para producir
una respuesta o función establecida, que se desempeñará en cualquier situación dada.
No parece haber ninguna entidad central ahí, podemos decir "yo", pero [sería] solo
esta gran colección de diferentes pequeños "yo", con sus propias voces. El Yo Real o
Sí Mismo está considerablemente velado por este contenido mental. La raíz de esta
psicosis es la identificación de la mente con el cuerpo físico. Este es el Arco
Vasana que la persistente y seria Auto-Indagación y Rendición tiene que eliminar.
La mente crea un efecto de espejo que significa que estamos viviendo desde una
Consciencia reflejada impura y reducida, y no desde la Conciencia Pura Absoluta
del Jnani o el Ser Real. También dividimos nuestras percepciones en un sujeto
imaginario que llamamos "yo" y un objeto allá fuera, en lugar de ver una unidad no-
dual.
Bajo el juego de los tres Gunas y la Ley de las Polaridades, o el juego de los opuestos,
el contenido emocional de estos pequeños yoes o pensamientos está cambiando
continuamente, más o menos sin control y algo caótico. El péndulo emocional oscila
entre la euforia y la depresión, hasta que aprendemos algo de ecuanimidad a través
de nuestra práctica espiritual.
Incluso hay fuertes contradicciones no observadas que se convierten en expresiones
de aversión, cuando no nos damos cuenta de que tenemos la misma tendencia en
nosotros mismos y, por lo tanto, la proyectamos en otros. No es de extrañar que
Bhagavan llamara a la mente "dispersa y pervertida", y el principal obstáculo para
la Realización del Ser.
En el budismo Chan, la mente también recibe el nombre de "la Matadora de lo Real".
Bhagavan también nos ha dicho que la mente es un tirano que nunca se matará a sí
mismo, y solo pretende, como un ladrón que se disfraza de policía, atraparse a sí
mismo. Entonces la mente es intrínsecamente hipócrita.
En consecuencia, a través de la práctica espiritual aprendemos la necesidad del
control mental si nuestra sadhana ha de progresar. Bhagavan nos enseña que
observar el flujo de la respiración aquieta y controla la mente. El uso de mantra
japa también detiene la mente que divaga como la cadena alrededor del elefante
salvaje. La Auto-Indagación lleva al pensamiento disperso a su fuente.
En última instancia, la Gracia es necesaria para destruir la mente. Ésta actúa en
respuesta a la parte inteligente de los propios esfuerzos de la Auto-Indagación y la
Rendición. La mente no puede juzgar su propio progreso en la sadhana, y debe
continuar implacablemente hasta que la Gracia dé el golpe final y la mente se
desmorone, y luego nos lleve a lo que paradójicamente se llama el "estado sin mente".
En el "estado sin mente" que es vivir desde el Ser [o Sí Mismo], y no desde la mente
inquieta y pervertida, que ahora se ha vuelto inofensiva como dice Bhagavan "como
una cuerda quemada" o "la luna en el cielo al mediodía". Descubrimos que el Ser
contiene grandes poderes de silencio profundo, amor incondicional, claridad,
presencia consciente y la Gnosis de Jnana. Tal es el glorioso regalo de esta gran
Enseñanza que, si se practica sinceramente, algún día, en esta u otra vida, conducirá
a este prometido y bendecido estado de bienaventuranza.
La cuestión de ser
En la entrada del Oráculo de Delfos estaban escritas las palabras: "Conócete a ti mismo".
Después vino Jesús, que añadió una sensación de urgencia y relevancia a la antigua idea
cuando dijo: "Si sacas a la luz lo que está dentro de ti, lo que saques a la luz te salvará. Si
no sacas a la luz lo que está dentro de ti, lo que no saques a la luz te destruirá".
Lo que Jesús está diciendo es que la espiritualidad es un asunto serio y tiene consecuencias.
Tu vida pende precariamente de un hilo, alternando entre un estado de sonambulismo
inconsciente y la iluminación espiritual, en la que mantienes los ojos abiertos. El hecho de
que la mayoría de las personas no vean la vida de esta manera testifica lo profundamente
dormidas y en negación que están.
Entonces, ¿qué es lo que hemos de sacar a la luz?
Dentro de cada una de nuestras formas reside el misterio existencial de ser. Aparte de
nuestra apariencia física, personalidad, género, historia, ocupación, esperanzas y sueños,
idas y venidas, hay en nosotros un inquietante silencio, un abismo de quietud cargado de
una presencia etérica. A pesar de que gestionamos todos nuestros asuntos ansiosamente y
de nuestra obsesión por la trivialidad, no podemos negar por completo esta esencia
fantasmal de nuestro núcleo. Y sin embargo, hacemos todo lo que podemos por evitar esta
quietud, su silencio, su completo vacío y radiante intimidad.

Ser es eso que altera nuestra insistencia en permanecer en el reino de nuestra desesperación
secreta y adormecedora de la vida. Es el picor que no podemos rascar, el susurro que no
podemos negar. Ser, ser verdaderamente, no es algo dado.
La mayoría de nosotros vivimos en un estado en el que nuestro ser quedó exilado hace
mucho tiempo al reino de la sombra de nuestra angustia silenciosa. A veces, ser se abre
paso a través del tejido de nuestra inconsciencia para recordarnos que no estamos viviendo
la vida que podríamos vivir, la vida que realmente importa. En otros momentos ser se retira
al trasfondo, esperando silenciosamente que le dediquemos nuestra atención. Pero no te
equivoques: ser ―tu ser― es el asunto central de la vida.

Permanecer inconsciente de ser es estar atrapado en un erial de conflicto, lucha y temor


creado por el ego, y que parece lo habitual solo porque nos han lavado el cerebro generando
en nosotros un estado de descreimiento en el que consideramos normal y razonable una
chocante cantidad de odio, deshonestidad, ignorancia y avaricia. Pero estos estados no son
razonables, ni siquiera están cerca de serlo. De hecho, nada podría ser menos razonable e
irreal que lo que nosotros, los seres humanos, llamamos realidad.

Al aferrarnos a lo que sabemos y creemos, el movimiento de nuestro pensamiento e


imaginación condicionados nos mantiene cautivos, haciéndonos creer en todo momento
que somos perfectamente racionales y sensatos. Por lo tanto, continuamos justificando la
realidad que nos causa ―y que causa a otros― cantidades inconmensurables de dolor y
sufrimiento.

En el fondo, todos sospechamos que nos equivocamos de plano en nuestra manera de


percibir la vida, pero nos esforzamos mucho, muchísimo, por no darnos cuenta de ello. Y
nuestra manera de seguir ciegos a nuestro pavoroso estado es una negación obsesiva y
patológica de ser, como si nos fuera a sobrevenir algún destino terrible si afrontáramos la
pura luz de la Verdad y pusiéramos de manifiesto nuestro temeroso apego a la ilusión.

Dentro de la dimensión de ser, la Verdad se revela a sí misma: no la verdad de las


matemáticas o de la química, de la filosofía o de la historia, sino una Verdad que empieza
a revelarse en esos momentos serenos en los que de repente la rutina ordinaria de la vida
se hace transparente a un significado y significación sublimes y desconocidos hasta
entonces. Estos encuentros vitales e inesperados con ser indican una Verdad situada justo
debajo del tejido de nuestras vidas cotidianas, y nos recuerdan que la vida a la que nos
aferramos podría ser más disparatada de lo que nos habíamos imaginado, y que hay una
Realidad capaz de desentrañar el misterio de nuestras vidas si nos sometemos a su rigurosa
orden de dejar atrás nuestro temeroso compromiso con la seguridad y la existencia tal como
la hemos conocido.

Todos nacemos con el ser velado por la oscuridad. Podemos reconocer la transparencia de
ser brillando en los ojos de un niño, pero ese ser no es consciente de sí mismo. Está velado
por la ausencia de auto-conciencia. Los niños viven en el mundo mágico del ser
inconsciente, mientras que los adultos vivimos en un mundo de separación egocéntrica y
negación de ser. Rectificar y restaurar el ser a su verdadero dominio y soberanía es lo que
permite el despertar espiritual.

Esta cuestión de ser lo es todo. Nada puede ser más importante ni tener más consecuencias;
no hay nada en lo que las apuestas sean más altas. Permanecer inconsciente de ser es seguir
dormidos a nuestra propia realidad, y por lo tanto dormidos a la Realidad en general. La
elección es simple: despierta al hecho de ser o duerme un sueño sin fin.

Realizando tu verdadera naturaleza

Despertar a la verdad es una profunda realización de lo que eres como una experiencia.
¿Qué es eso que está sintiendo? ¿Qué es eso que está pensando o percibiendo? No se
trata de proponer el nombre adecuado para eso, así que no le des un nombre por el
momento. Se trata simplemente de darse cuenta, simplemente experimentar. Sentirlo.
Percibirlo. Acogerlo. El despertar espiritual es darse cuenta de lo que ocupa el espacio
llamado "yo". Cuando escuchas inocentemente, verás que realmente hay algo más aquí
que un yo.

Tu yo siempre está experimentando este momento en relación con algún otro momento.
¿Es este momento tan bueno como lo fue hace dos semanas? ¿Será el mismo hoy como
lo fue ayer? El yo se preocupa de lo que conoce y si es o no es lo suficientemente bueno
para obtener la iluminación. Tu yo podría llamarse a si mismo hindú, cristiano, budista,
advaitín, ateo, agnóstico, creyente o no creyente, pero no importa con lo que se
identifique tu yo, cuando te vuelves muy abierto y relajado, puedes de pronto ser
consciente de que algo más está ocupando tu cuerpo-mente. Algo más está mirando
desde tus ojos, escuchando desde tus oídos, y sintiendo tus sentimientos. Ese algo no
tiene cualidades. Realizar tu verdadera naturaleza es darte cuenta de lo que está presente
sin cualidades. Podemos llamarlo el vacío de la consciencia, el Ser, o el No-Ser.
Experimentar directamente esta vacuidad —la vivencia de ello— es el despertar
espiritual. Es darte cuenta de ti mismo como una bella nadedad, o mejor dicho, no-cosi-
dad (1). Si decimos que es sólo "nada", no captamos su sentido real.
Cuando la imagen del yo se toma un descanso, descubrirás que todo lo que estás
haciendo en ese momento es sólo estar abierto. Te sientes muy aliviado de que no estás
tratando de llegar a otro momento o a una experiencia mejor. Simplemente te sientes a ti
mismo como muy relajado, una tranquila sensación de paz. No has ganado nada en
absoluto, no eres más inteligente, no sabes necesariamente más que cualquier otro, y no
te has convertido de repente en un santo. Si estás reposando en tu verdadera naturaleza,
entonces sientes que realmente no hay adónde ir.

En ese momento, sientes como si tu camino hubiera terminado. Puede ser difícil
terminarlo cuando tanto has invertido en tu camino, pero si realmente quieres ser libre,
debes querer conocer la verdad más que ninguna otra cosa. Y cuando lo haces,
descubres que la verdad es tan condenadamente vacía. No hay nada en ella. No hay
nadie allí, sólo una vívida conciencia despierta.

Pero incluso entonces puedes realizar la verdad y aún así no funcionar desde ella.
Puedes tener una experiencia de despertar muy profunda y todavía no funcionar desde
ese despertar, porque el yo sigue convencido de que un yo es necesario. El yo siempre
trata de relacionarte con otro —puede ser el mundo y yo, mi trabajo y yo, el perro y yo,
lo que sea. ¿Has notado cómo la forma en que te relacionas con tus pensamientos,
sentimientos y sensaciones es a menudo un poco contradictoria? ¿Que nunca es el
momento oportuno? ¿Que es casi perfecto, pero no lo bastante? El Buda dijo: "Todo
sufrimiento proviene del deseo, del apego". Este es el movimiento del yo que siempre
quiere un poco más por el momento.

Tan pronto como quitas tu atención de la exploración del radar, comienzas a notar algo
más. En el interior, hay algo que no está creando tanto ruido como el yo. Este algo más,
esta apertura, esta conciencia despierta, no está buscando el momento siguiente o
explorando la emoción o la experiencia adecuados. Puedes tener esa sensación ahora.
¿Qué se siente al estar simplemente despierto, alerta? Pienses o no pienses que estás
despierto, no importa —No te preocupes por eso ahora. ¿Cómo se siente la propia
conciencia despierta? ¿Cuál es la experiencia de esa conciencia despierta antes de tratar
de estar más o menos despierto? Sólo con una disposición de apertura, puedes comenzar
a sentirla. ¿Cómo se siente esta conciencia despierta? ¿Cómo se siente esta apertura?
Sólo poniendo tu atención ahí, sólo observando sin ningún esfuerzo, esta sensación sin
forma o vacía de ser se intensifica como si dijera: "Alguien está finalmente prestando
atención".

Cuando esta apertura está presente, puedes reconocer cómo experimenta tu cuerpo. ¿De
qué manera la apertura experimenta un sentimiento, una emoción o el pensamiento?
¿Cómo experimenta el movimiento llamado "yo"? Permítete disfrutar de su sabor
auténtico. Esta apertura está en una relación completamente diferente con todo lo que
existe, empezando por ti. Está en una relación diferente con el momento; no va a
ninguna parte. ¿Lo has notado? No está tratando de lograr algo más. No te ha elevado ni
degradado. Comienza a sentir la profunda inocencia de esta apertura. No está
percibiendo desde el pasado, ni desde el último momento, y mucho menos desde la
acumulación de toda la vida. Está percibiendo sólo en este momento.

La apertura no acumula nada, así que es libre. Tiene una relación profundamente
inocente, pero sensata con todo. Es algo primario, despierto y vivo. Puedes sentir lo
increíblemente valiosa que es. Cuando la miras directamente, no hay nada allí. Permítete
experimentar esta apertura, esta nadedad. Permítete ver cómo se experimenta el cuerpo y
la mente ahora mismo, en este momento. Es tan diferente de la experiencia del yo. Esta
nadedad es la paz que sobrepasa todo entendimiento, y está aquí, a tu alcance.

La conciencia despierta es inherente a todas las cosas y todos los seres en todas partes,
todo el tiempo. Esta conciencia despierta se relaciona a cada momento desde la
inocencia, desde la honestidad absoluta, desde un estado en el que te sientes
absolutamente auténtico. Sólo desde este estado te das cuenta de que realmente nunca
querías lo que pensabas que querías. Te das cuenta de que detrás de todos tus deseos
había un solo deseo: experimentar cada momento desde tu verdadera naturaleza.
Descubres que simplemente caminando por la calle y ver una hoja al viento o ver un
vagabundo en la esquina es la más exquisita de las experiencias. No necesitas nada
grande; cada momento tiene una belleza propia. Hasta los momentos más desagradables
tienen una belleza cuando se experimenta desde esta inocencia, este estado
maravillosamente encantador de conciencia despierta.

En cualquier momento, puedes preguntarte, "¿Cómo es para la vacuidad experimentar


este momento? ¿Cómo es para la conciencia despierta?" Escucha de verdad, porque la
apertura es tranquila y suave. No puedes insistir en ella. No puedes apropiarte de ella,
así que no te esfuerces. Sólo ábrete. Busca la apertura, siente desde la apertura, y
relaciónate desde la apertura. Puede asustarte si no estás acostumbrado a ella. Si te
encuentras en un lugar que no te gusta, sólo pregunta cómo la apertura experimenta este
momento. Un cambio ocurre, y te encuentras diciendo: "¡que me aspen, estoy realmente
disfrutando!"

Esta relación desde tu corazón, de la verdad de tu ser, desde la apertura, es algo que no
se puede enseñar. Me acuerdo de lo que era cuando como budista fui para realizar los
preceptos. Uno lee a través de ellos, los estudia, y en cierto modo los lleva dentro. Haces
lo que el pequeño yo hace con ellos, como decidir que vas a hacer un buen trabajo, hasta
que descubres otra cosa. Crees que sabes lo que son los preceptos, entonces realmente
despiertas a tu verdadera naturaleza y te das cuenta que esta es la forma en que tu
verdadera naturaleza naturalmente ve las cosas. Es muy simple. Eso es todo. Ahora no
necesitas ningún precepto porque tu verdadera naturaleza ve de esa manera todo el
tiempo. No necesitas que te recuerden cómo ve tu verdadera naturaleza. Sólo necesitas
que te recuerden lo que es tu verdadera naturaleza.

Así que si quieres descubrir cómo la apertura se relaciona con cada momento, sólo ve al
interior. Sé esa apertura. Sé esa vacuidad. Todo lo que puedes hacer es preguntarte a ti
mismo, indagar sobre ti mismo. ¿Cómo se relaciona con este pensamiento en mi cabeza?
¿Con esta persona? ¿Con este momento? Puedes ver esto. Ve directamente a la fuente, a
la única autoridad que es finalmente liberadora: tu propia conciencia despierta, tu propia
vacuidad que percibe este momento. Te enseñará cómo vivir.

Realizando tu verdadera naturaleza


Despertar a la verdad es una profunda realización de lo que eres como una experiencia.
¿Qué es eso que está sintiendo? ¿Qué es eso que está pensando o percibiendo? No se
trata de proponer el nombre adecuado para eso, así que no le des un nombre por el
momento. Se trata simplemente de darse cuenta, simplemente experimentar. Sentirlo.
Percibirlo. Acogerlo. El despertar espiritual es darse cuenta de lo que ocupa el espacio
llamado "yo". Cuando escuchas inocentemente, verás que realmente hay algo más aquí
que un yo.
Tu yo siempre está experimentando este momento en relación con algún otro momento.
¿Es este momento tan bueno como lo fue hace dos semanas? ¿Será el mismo hoy como
lo fue ayer? El yo se preocupa de lo que conoce y si es o no es lo suficientemente bueno
para obtener la iluminación. Tu yo podría llamarse a si mismo hindú, cristiano, budista,
advaitín, ateo, agnóstico, creyente o no creyente, pero no importa con lo que se
identifique tu yo, cuando te vuelves muy abierto y relajado, puedes de pronto ser
consciente de que algo más está ocupando tu cuerpo-mente. Algo más está mirando
desde tus ojos, escuchando desde tus oídos, y sintiendo tus sentimientos. Ese algo no
tiene cualidades. Realizar tu verdadera naturaleza es darte cuenta de lo que está presente
sin cualidades. Podemos llamarlo el vacío de la consciencia, el Ser, o el No-Ser.
Experimentar directamente esta vacuidad —la vivencia de ello— es el despertar
espiritual. Es darte cuenta de ti mismo como una bella nadedad, o mejor dicho, no-cosi-
dad (1). Si decimos que es sólo "nada", no captamos su sentido real.
Cuando la imagen del yo se toma un descanso, descubrirás que todo lo que estás
haciendo en ese momento es sólo estar abierto. Te sientes muy aliviado de que no estás
tratando de llegar a otro momento o a una experiencia mejor. Simplemente te sientes a ti
mismo como muy relajado, una tranquila sensación de paz. No has ganado nada en
absoluto, no eres más inteligente, no sabes necesariamente más que cualquier otro, y no
te has convertido de repente en un santo. Si estás reposando en tu verdadera naturaleza,
entonces sientes que realmente no hay adónde ir.
En ese momento, sientes como si tu camino hubiera terminado. Puede ser difícil
terminarlo cuando tanto has invertido en tu camino, pero si realmente quieres ser libre,
debes querer conocer la verdad más que ninguna otra cosa. Y cuando lo haces, descubres
que la verdad es tan condenadamente vacía. No hay nada en ella. No hay nadie allí, sólo
una vívida conciencia despierta.
Pero incluso entonces puedes realizar la verdad y aún así no funcionar desde ella. Puedes
tener una experiencia de despertar muy profunda y todavía no funcionar desde ese
despertar, porque el yo sigue convencido de que un yo es necesario. El yo siempre trata
de relacionarte con otro —puede ser el mundo y yo, mi trabajo y yo, el perro y yo, lo que
sea. ¿Has notado cómo la forma en que te relacionas con tus pensamientos, sentimientos
y sensaciones es a menudo un poco contradictoria? ¿Que nunca es el momento oportuno?
¿Que es casi perfecto, pero no lo bastante? El Buda dijo: "Todo sufrimiento proviene del
deseo, del apego". Este es el movimiento del yo que siempre quiere un poco más por el
momento.
El yo es torpe. Como mi madre solía decir: "Eres como un toro en una tienda de
porcelana china" (2). ¿Has oído eso alguna vez? Si dejas que tu mente imagine a un toro
suelto en una tienda de porcelana china, así es como el yo es. Al moverse derriba las
cosas, cosas como la más preciosa porcelana china. Con un movimiento de su rabo, ahí
va... ¡las tazas chinas de cuatro generaciones de mi abuela! Bum —ahí van. Cuando tu yo
está funcionando, es como ese toro. Tiende a hacer mucho ruido, ya que siempre está en
una relación un poco contradictoria con su momento. Produce pensamientos,
sentimientos, creencias u opiniones ruidosos. También le gusta buscar, mover su cabeza
para todos lados, explorar la emoción adecuada en el cuerpo, explorar a través de la
mente el concepto adecuado. Siempre está en movimiento como un radar, en busca de
que suceda lo correcto.
Tan pronto como quitas tu atención de la exploración del radar, comienzas a notar algo
más. En el interior, hay algo que no está creando tanto ruido como el yo. Este algo más,
esta apertura, esta conciencia despierta, no está buscando el momento siguiente o
explorando la emoción o la experiencia adecuados. Puedes tener esa sensación ahora.
¿Qué se siente al estar simplemente despierto, alerta? Pienses o no pienses que estás
despierto, no importa —No te preocupes por eso ahora. ¿Cómo se siente la propia
conciencia despierta? ¿Cuál es la experiencia de esa conciencia despierta antes de tratar
de estar más o menos despierto? Sólo con una disposición de apertura, puedes comenzar
a sentirla. ¿Cómo se siente esta conciencia despierta? ¿Cómo se siente esta apertura?
Sólo poniendo tu atención ahí, sólo observando sin ningún esfuerzo, esta sensación sin
forma o vacía de ser se intensifica como si dijera: "Alguien está finalmente prestando
atención".
Cuando esta apertura está presente, puedes reconocer cómo experimenta tu cuerpo. ¿De
qué manera la apertura experimenta un sentimiento, una emoción o el pensamiento?
¿Cómo experimenta el movimiento llamado "yo"? Permítete disfrutar de su sabor
auténtico. Esta apertura está en una relación completamente diferente con todo lo que
existe, empezando por ti. Está en una relación diferente con el momento; no va a ninguna
parte. ¿Lo has notado? No está tratando de lograr algo más. No te ha elevado ni
degradado. Comienza a sentir la profunda inocencia de esta apertura. No está percibiendo
desde el pasado, ni desde el último momento, y mucho menos desde la acumulación de
toda la vida. Está percibiendo sólo en este momento.
La apertura no acumula nada, así que es libre. Tiene una relación profundamente
inocente, pero sensata con todo. Es algo primario, despierto y vivo. Puedes sentir lo
increíblemente valiosa que es. Cuando la miras directamente, no hay nada allí. Permítete
experimentar esta apertura, esta nadedad. Permítete ver cómo se experimenta el cuerpo y
la mente ahora mismo, en este momento. Es tan diferente de la experiencia del yo. Esta
nadedad es la paz que sobrepasa todo entendimiento, y está aquí, a tu alcance.
La conciencia despierta es inherente a todas las cosas y todos los seres en todas partes,
todo el tiempo. Esta conciencia despierta se relaciona a cada momento desde la
inocencia, desde la honestidad absoluta, desde un estado en el que te sientes
absolutamente auténtico. Sólo desde este estado te das cuenta de que realmente nunca
querías lo que pensabas que querías. Te das cuenta de que detrás de todos tus deseos
había un solo deseo: experimentar cada momento desde tu verdadera naturaleza.
Descubres que simplemente caminando por la calle y ver una hoja al viento o ver un
vagabundo en la esquina es la más exquisita de las experiencias. No necesitas nada
grande; cada momento tiene una belleza propia. Hasta los momentos más desagradables
tienen una belleza cuando se experimenta desde esta inocencia, este estado
maravillosamente encantador de conciencia despierta.
En cualquier momento, puedes preguntarte, "¿Cómo es para la vacuidad experimentar
este momento? ¿Cómo es para la conciencia despierta?" Escucha de verdad, porque la
apertura es tranquila y suave. No puedes insistir en ella. No puedes apropiarte de ella, así
que no te esfuerces. Sólo ábrete. Busca la apertura, siente desde la apertura, y relaciónate
desde la apertura. Puede asustarte si no estás acostumbrado a ella. Si te encuentras en un
lugar que no te gusta, sólo pregunta cómo la apertura experimenta este momento. Un
cambio ocurre, y te encuentras diciendo: "¡que me aspen, estoy realmente disfrutando!"
Esta relación desde tu corazón, de la verdad de tu ser, desde la apertura, es algo que no se
puede enseñar. Me acuerdo de lo que era cuando como budista fui para realizar los
preceptos. Uno lee a través de ellos, los estudia, y en cierto modo los lleva dentro. Haces
lo que el pequeño yo hace con ellos, como decidir que vas a hacer un buen trabajo, hasta
que descubres otra cosa. Crees que sabes lo que son los preceptos, entonces realmente
despiertas a tu verdadera naturaleza y te das cuenta que esta es la forma en que tu
verdadera naturaleza naturalmente ve las cosas. Es muy simple. Eso es todo. Ahora no
necesitas ningún precepto porque tu verdadera naturaleza ve de esa manera todo el
tiempo. No necesitas que te recuerden cómo ve tu verdadera naturaleza. Sólo necesitas
que te recuerden lo que es tu verdadera naturaleza.
Así que si quieres descubrir cómo la apertura se relaciona con cada momento, sólo ve al
interior. Sé esa apertura. Sé esa vacuidad. Todo lo que puedes hacer es preguntarte a ti
mismo, indagar sobre ti mismo. ¿Cómo se relaciona con este pensamiento en mi cabeza?
¿Con esta persona? ¿Con este momento? Puedes ver esto. Ve directamente a la fuente, a
la única autoridad que es finalmente liberadora: tu propia conciencia despierta, tu propia
vacuidad que percibe este momento. Te enseñará cómo vivir.

Aquellos que abandonan el camino de la Auto-Indagación, el camino de la liberación y


se desvían por los innumerables caminos que hay en el bosque, sólo encontrarán
confusión".

(Bhagavan Ramana)
La Auto-Indagación es el Camino Directo y la gran contribución de Bhagavan a la era
moderna.

La Auto-Indagación es la columna vertebral de la principal arma en la enseñanza de


Bhagavan para eliminar los vasanas, tendencias y vrittis; las formas de pensamiento que
actúan como un velo para obstruir tu Ser Real.

La Entrega o Rendición Total también servirá para alcanzar la meta, pero este camino es
más lento, ya que al comienzo sólo somos capaces de entregarnos parcialmente.

¡Comenzar la Auto-Indagación no es fácil! Debemos tener un anhelo muy grande y un


fuerte deseo para comenzar. Reza por obtener gracia en este aspecto. Comienza en la
mente, volviéndote hacia dentro a 180 grados y con la concentración sondeando el
interior, debajo de la piel, para encontrar la fuente del Pensamiento Yo o ego.

Para muchos, la parte derecha del pecho, les resulta una entrada efectiva hacia el interior,
y eventualmente, hacia el corazón, donde yace la fuente del ego.

La primera ayuda es, por lo tanto, incrementar nuestro poder de concentración, sin la
interferencia de pensamientos. La mayoría de los periodos de concentración son de
aproximadamente 4 minutos. Uno puede incrementarlo con la práctica. Mira fijamente un
retrato de Bhagavan, una vela o un punto en una pared para incrementar tu poder de
concentración a periodos más largos. ¡Te ayudará en toda tu vida!

La siguiente ayuda es estudiar. Uno debe leer acerca de la Auto-Indagación, de la manera


que la enseñó Bhagavan. Sus dos ensayos "¿Quién soy yo?" y "Auto-Indagación" son
esenciales. Puedes descargarlos de este sitio (luthar.com) (1) o leerlos en Collected
Works. Léelos una y otra vez hasta que hayan sido captados. No son muy extensos.
Luego puedes leer sobre Auto-indagación en el índice de Conversaciones Con Ramana
Maharshi el cual también puede ser descargado del sitio principal de Ramanasramam así
como puedes descargar Sea lo que usted es de David Godman, de su sitio, que tiene tres
capítulos en su libro acerca de la Auto-Indagación.

¡Encuentra la manera que sea más fácil para ti!

1. Puedes contener la respiración, detener los pensamientos y sumergirte dentro del


corazón para encontrar la fuente del pensamiento yo, o simplemente sumérgete sin
contener la respiración. (ver mi artículo Diving Into the Heart) (2)

2. Puedes preguntar "¿A quién le está llegando este pensamiento o sentimiento?", cuando
los pensamientos y emociones aparecen. Luego pregunta: "¿Quién soy?", con la atención
de nuevo puesta en la fuente del pensamiento yo.

3. Puedes prestarle atención al Sí Mismo –Auto atención– o prestar atención a la


conciencia, o ser consciente de la propia Conciencia.

4. Puedes aferrarte a tu "pensamiento Yo Real" (no al pensamiento "yo soy el cuerpo") o


a tu sensación de la YO-SOIDAD esencial, con atención, cuando sea que surja.

5. Repite Yo-Yo-Yo-Yo como un mantra, te llevará ahí eventualmente.

6. Recita tu mantra favorito y luego rastrea el origen de la fuente del mantra.

Se necesita perseverancia, práctica continua y una gran fe. Cada vez que indagues, se
aflojará la identificación con la mente y el cuerpo y comenzará a romperse el Nudo
Granthi que sostiene a la noción "Yo soy el cuerpo". Tu Sí Mismo, el Gurú interior te
guiará y modificará la práctica cuando se necesite. Se harán ajustes de manera que los
vasanas salgan (La Auto-Indagación es una práctica purificadora), los nadis serán
agitados y el nudo granthi se romperá finalmente (ver el ensayo de Bhagavan "Auto-
Indagación").
La Auto-Indagación está conectada a la devoción, debe convertirse en algo emocional, no
sólo de la cabeza o la mente y entonces será más fácil alcanzar la fuente del pensamiento
yo.

Para aquellos que quieran usar un enfoque radical, mi propia práctica, lean mi ensayo
titulado Diving Into the Heart (2), en este sitio.

Lean la cita del principio una vez más, por favor.

LA AUTO-INDAGACIÓN ES EL ENFOQUE DIRECTO HACIA LA AUTO-


REALIZACIÓN. Es Su gran regalo, disponible para todos, reza para que su Gracia te
inicie y te guíe hacia el enfoque más adecuado para ti.

La vida es una pura llama, y vivimos de un Sol invisible dentro de nosotros.

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