Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Autoras:
Prof. María Eva Belza. DNI 31.638.703. 114. Docente. E-mail: evibelza@gmail.com
Dra. Maria Eugenia Hermida. DNI 28916214. FCSyTS UNMDP.
mariaeugeniahermida@yahoo.com.ar
Presentación
1
En este presente convulsionado, un movimiento que no puede pasar desapercibido,
es el de mujeres. Pluriverso, desafiante a toda teoría de la organización (de lo) social,
incomprensible desde las miradas lineales a las que el eurocentrismo nos tiene
acostumbradxs, el movimiento de mujeres y de la disidencia sexual, viene configurándose
como una de las fuerzas sociales y políticas de mayor peso. La denuncia de los feminicidios
a partir del movimiento Ni una menos, y la Campaña por el aborto legal, seguro y gratuito,
son dos de los hitos nacionales y de repercusión internacional que en los últimos dos años
vieron crecer de forma exponencial la potencia de movilización, organización y
transformación de ese colectivo. Colectivo que ya venía in crescendo en la historia reciente
a partir de los Encuentros Nacionales de Mujeres, las luchas por las leyes de identidad
sexual y matrimonio igualitario. Incluso podríamos trazar una larga genealogía de la
potencia insurgente de las mujeres de Nuestramérica y de nuestra patria, y recuperar los
kilombos, las montoneras, la lucha pasada y presente de las mujeres originarias, la lucha de
las mujeres de la independencia como Juana Azurduy, las luchas de las sufragistas desde
principio de siglo XX y la consagración con Eva Perón del voto femenino, la emblemática
construcción de Madres y Abuelas de Plaza de mayo por la defensa de la vida y los
derechos humanos, etc.
Volviendo entonces a este momento de auge de la presencia del movimiento de
mujeres, nos queremos detener en una dimensión del devenir mujer, una dimensión que
aunque no se materialice en el cuerpo de todas, actúa sin embargo como marcador social e
identitario, como organizador de las cualidades y actividades esperables del mundo
“femenino”. Una dimensión de las mujeres que desde los mandatos de la propia civilización
judeocristiana cuyos imaginarios siguen operando hoy día, nos ubica en un lugar
determinado de las tareas de producción y reproducción social, una dimensión que ha sido
y es mandato, mandato que hoy queremos revisitar, deconstruir, desarmar, para
eventualmente reconfigurar, como posibilidad, como deseo, desde la potencia de vida que
habita en nosotras. Nos referimos a la maternidad, y a una maternidad muy particular
aunque hegemónica hace 500 años, la maternidad moderna colonial patriarcal que asumió
el “parirás con dolor” y lo selló con otro conjunto de discursos y dispositivos de
apropiación del cuerpo de las mujeres por la matriz de poder colonial (Quijano, 2011). Una
maternidad impuesta, sufrida, desacoplada de la vida común, confinada al hogar de la
2
familia nuclear, una maternidad solitaria y que se escinde ontológicamente del “ganarás el
pan con el sudor de tu frente” que delimita el mundo masculino, el mundo del trabajo
también sufriente.
Sobre las maternidades podríamos abordar un sinfín de dimensiones. Por nuestra
parte en este trabajo, nos proponemos tejer una trama sentipensante acerca de los procesos
de gestación y parto, reconociendo sus marcas en nuestros cuerpos y en la revisión de
nuestras propias y disímiles experiencias: siendo una de nosotras atendida en el sistema
formal de salud (cobertura parcial de obra social en institución privada) y otra con parto
domiciliario y acompañamiento de partera y doula (de contratación privada). Esta
propuesta surge de diálogos informales, resignificados a la luz de nuestro rol como
trabajadoras de las ideas y cobra fuerza al calor de un momento histórico para el
movimiento feminista a nivel mundial, y en nuestro país en particular, en donde las
nociones de cuerpo, deseo y libertad adquieren nuevas dimensiones y requieren ser
pensadas y vividas desde la profundidad que implica una mirada crítica y la voluntad de
transformar la realidad. Dentro de la caja de herramientas conceptual que utilizaremos se
encuentran las nociones de empoderamiento, reconocimiento del propio cuerpo, poder,
biopoder, saber (Foucault), sistema de salud (Menendez), así como las reflexiones de los
feminismos situados (Hill Collins, Platero, Haraway, Segato), para problematizar el cruce
entre cultura dominante y emocionalidad latente intentando construir un pensar desde las
pistas que emergen cada vez que las mujeres nos encontramos a escucharnos, a
reconocernos, a llorarnos, a celebrarnos.
3
Frente al gesto moderno cartesiano de “pienso luego existo”, una resignificación del
gesto lacaniano “donde pienso no soy”, nos permite encontrar en la maternidad una
oportunidad única para la escucha del cuerpo y del deseo.
Queremos decir que la experiencia de los cuerpos gestantes es tanto un proceso
somático atravesado por el discurso, como un discurso que se corporiza condicionando
nuestro registro de lo materno y, por tanto, nuestras posibilidades. Y en ese devenir, parte
de la oportunidad de tramitar experiencias otras de maternidad, se juega precisamente en
desarmar ciertos acoples entre esas vivencias somáticas y esos significantes que las
capturan, para transitar la gesta y el parto en otra clave, donde la libertad y el deseo tengan
mayores posibilidades de circulación.
Así, pensar la maternidad desde la gestación, implica sostener en primer término
que es el deseo materno el que humaniza al embrión concebido, el que aloja en la
materialidad física del cuerpo, y también en la materialidad discursiva del proceso gestante,
a esx otrx por venir. Incluso podemos decir que la maternidad como proceso, inicia con la
búsqueda misma de la gesta o bien en ese proceso complejo y -en muchos casos
contradictorio- de “decidir tener un hijx”. Por eso para nosotras, un embarazo no deseado
no desata un proceso de maternidad. Porque no subsumimos la idea de maternidad a la idea
biológica de concepción.
Con la gesta, toda una serie de movimientos, de decires, de silencios, de
reorganizaciones de espacio y de tiempo, de resignificación de vínculos, se desata. Las
mujeres constituidas madres en el proceso de gesta devenimos otras, transitamos procesos
de transformación, de duelo de nuestras formas previas de ser y estar, nos vamos
preparando para parir la cría, para morir y parirnos a nosotras mismas porque ya no
seremos nunca más lo que éramos.
La tensión individuo/sociedad, lo innato/lo adquirido, es constitutiva de los debates
centrales de las ciencias sociales desde su surgimiento. Al respecto, consideramos que
visitar la maternidad es un oportunidad para resignificar estos cruces. Si diagramáramos el
campo de lo discursivo y el campo de la experiencia corporal como dos vectores que se
cruzan, será en esa intersección donde encontraremos el nudo crítico y las preguntas que de
él derivan: ¿la maternidad es mandato o deseo? ¿es cuerpo o discurso? Justamente, desde
los enfoques que nos inspiran vinculados a los feminismos situados, el pensamiento binario
4
y las falsas aporías son siempre parte del problema y nunca de la solución. En esta
experiencia compleja que es la maternidad, sin ánimo de ordenar nada, nos sumergimos.
5
válido en todo contexto y momento histórico. Frente a este gesto, recuperamos la noción de
Haraway (1995) de un conocimiento situado. En nuestro momento histórico, en nuestro
territorio, en nuestro cuerpo que es nuestro tiempo y lugar primeros. Cuerpo no individuo.
Cuerpo historia, cuerpo sororidad, cuerpo como vector que une latidos ancestrales y sueños
futuros, cuerpo que permite lazo, red, estar siendo (Kusch, 1976) con otras, con otros, con
otrxs. Cuerpo que puede dar vida de mil maneras, siendo una la de la maternidad.
Así, registramos la experiencia de la maternidad desde una particular trama histórica
que nos ha permitido determinados movimientos y preguntas, desde una vivencia subjetiva
que busca enlazar sentires, experiencias físicas, sueños y temores, desde un transitar la
maternidad como un espacio-tiempo de privilegio epistémico para la construcción de
saberes que nos permitan otras relaciones, en tanto y en cuanto, nos dejamos afectar por
esta historia desde un cuerpo que se permita el autoconocimiento, la emergencia y la
revisión crítica de lo instituido. El gesto es el de bucear en sentidos y pistas de las escenas
del registro experiencial que aporten al colectivo feminista en la compleja y desafiante meta
de hallar otros caminos para vivir una experiencia de maternidad emancipada y placentera,
que aporte a ese otro mundo posible.
6
compuestos químicos para subsanar un malestar cuya explicación es política y sociogénica
como bien supo determinar Fanon (1973).
En un gesto que replica esta impronta, experiencias vitales como son la gestación
y el parto, que no son enfermedades, son tratadas como tales. La mujer embarazada o
parturienta deviene paciente. Aquí entra entonces en juego nuestro propio registro
experiencial y las difíciles decisiones a la que la maternidad consciente nos enfrenta.
Aportando una crítica que tienda a construir otra forma de un acceso a la salud no
subalternizante, nos interesa marcar brevemente una genealogía de cómo llegamos hasta
aquí y cómo podemos pensar otra cartografía.
Esta microfísica del poder ubica a las mujeres gestantes en el lugar de reclamar
todos los “cuidados” posibles. Así, prácticas que antes no se realizaban o solo se hacían en
casos muy específicos, hoy son parte del “protocolo”, como por ejemplo la traslucencia
nucal1, que es un estudio que se realiza entre las semanas 10 a 14 para determinar la
probabilidad de que el feto tenga determinadas enfermedades genéticas, que por otra parte
no son tratables. Lo que deja la pregunta respecto de qué sentido tiene la realización de esta
práctica.
Es un tipo de ecografía que mide la cantidad de líquido pseudolinfático en la zona de la nuca, entre
los tejidos blandos y la piel. El espesor de esta zona no debe superar los 3 milímetros de espesor. Si el valor es
superior, podría ser un indicador de que el feto tenga una anomalía cromosómica.
7
Aquí queremos introducir una primera reflexión respecto de los procesos de “toma de
decisión” materna durante el embarazo, la gestación y el parto. Una primera cuestión es que
los mismos son siempre tutelados. Es decir, las mujeres tenemos muy pocas
herramientas para poder llevar adelante un proceso de decisión real. En muchos casos
nos falta información, los tiempos son totalmente acotados, los planteos que se nos hacen
están sesgados, se nos infantiliza reduciendo la complejidad de lo que se nos plantea, somos
tratadas en muchas ocasiones con condescendencia, se nos oculta información “que pueda
afectarnos”, se tergiversa la noción de cuidado. No es casual que falte información: fue
necesario desmantelar la red de saberes populares y femeninos, vinculados a la salud
ginecológica, embarazos y partos, para instituir este modelo médico hegemónico. El trabajo
de desnaturalizar este estado de las cosas, la necesidad de empoderarse, de tejer una trama
soberana durante la gestación, no resulta entonces nada fácil. Son múltiples y notables las
preguntas y los vacíos frente a los que nos hemos encontrado, los saberes (aún)
desconocidos y la información sesgada que muchas veces portamos como “verdades”.
8
nos oprime, nos culpabiliza, nos aísla, nos dificulta ir construyendo un vínculo con nuestra
cría y con nosotras mismas. En esa línea, reflexionando sobre nuestras experiencias
creemos que tanto los mandatos de “embarazo activo” que nos obligan a estar divinas y
presentes en todos los frentes, como los mandatos de “cuídate en el embarazo” que nos
confinan a un sofá, no nos ayudan a una maternidad plena. Aquí la clave está para nosotras
en tres cuestiones.
IV-La escucha del cuerpo, los derechos, las relaciones: tres claves para
descolonizar la gesta y el parto.
9
preocupes, no vayas, quédate quieta, hacelo así, mejor asá…) disciplinan nuestra
experiencia y nos dificultan conectar con nuestro embarazo (Odent, 1990). Y es que,
justamente, los múltiples procesos de desinformación y colonización nos dejan carentes de
información y confianza en el propio registro a la hora de tomar decisiones como gestantes.
También nos parece importante resignificar y desnaturalizar esta idea de escucha del
cuerpo. Como ya anticipamos, la desinformación es requisito para la colonización, y este
resignificar implica un (des) aprendizaje. Supone una conexión con nuestras sensaciones,
intuiciones, malestares y deseos que es difícil en los tiempos que corren. Y en ese camino,
resulta esclarecedor hallar lecturas que brinden información alternativa con sustento
científico, lecturas que nos permitan habilitar la posibilidad de parir con placer y de
recuperar la potencia de nuestros úteros (Rodrigáñez Bustos, 2007).
10
oportunidad de conexión con esa ginergía2 de la que las feministas de ayer nos hablaban.
Como posibilidad de (re) conocernos, de sanarnos, de abrirnos hacia la alteridad de una
manera única como es la de parir a un/a otrx, de reconocer lo que obtura nuestro deseo y
nuestro poder, de dar vida, ni más ni menos.
Por último, en esta primera clave para un tránsito otro por la maternidad, vinculado
a la escucha, no podemos dejar de evocar la figura del cuidado de sí que propone Foucault
(1994), que se desmarca del gesto introspectivo del conócete a ti mismo, y que se estructura
como un conjunto de prácticas que nos permite construir una relación con nosotras mismas
y con nuestro entorno atravesada por aires de libertad.
El segundo elemento que queremos subrayar como central para una gesta y parto
libres, es el acceso al derecho a la salud. Aquí queremos marcar una posición, un matiz si se
quiere, respecto de la posición crítica a la que los planteos de la biopolítica y de la crítica de
la modernidad colonial nos conduce. Nos vimos –y nos vemos- interpeladas por registros
discursivos que muchas veces generan estas falsas dicotomías a las que nos referíamos
como antelación. Y queremos prestar especial atención a una de estas tensiones que es la
que se configura con relación a la idea de salud y los discursos críticos que sobre ella se
enuncian, como el vinculado al modelo médico hegemónico. Así que, adhiriendo en un todo
a la necesidad urgente de reconceptualizar el campo de la salud, y descolonizar el modelo
médico, queremos clarificar nuestra posición en estos debates. Por un lado, revindicamos la
salud como derecho y por tanto la necesidad de la presencia del Estado y de dispositivos
que la garanticen. Por otra parte, creemos firmemente en una crítica radical a la mirada
hegemónica que ubica a la mujer gestante y maternante como paciente. Nuestra posición
revindica aquellas banderas del Mayo Francés que a la vez que cuestionaban el carácter
opresor de las instituciones modernas y burguesas, ofrecían pistas para reinventarlas.
Vamos a intentar clarificar nuestra mirada.
Término ya utilizado por el feminismo cultural, refiere a la energía extraída por una mujer de lo
profundo de su inconsciente personal y que es utilizada para fines específicamente femeninos, según sus
propias prioridades. Es energía no tomada del varón, ni sustraída indebidamente de él, ni aceptada como
alimento o regalo de su buena voluntad. Sería el término ginergía, utilizado por primera vez por Emily
Culpepper en 1975, el que quizá expresaría mejor la universalidad del concepto. El resultado de este
descubrimiento sería una total reconstrucción de la realidad y la articulación de un nuevo sistema de valores y
una nueva ética distanciada del nefasto ‘Poder sobre’. (Gamba, 2009: 161)
11
Es cierto para nosotras que la modernidad disciplina. Y la salud es uno de los
campos del saber-poder que con más claridad y eficiencia ha subalternizado los cuerpos en
términos de clase, raza y género. Pero entendemos esta modernidad como un espacio de
contradicción. Las instituciones de salud no son solo Aparatos ideológicos del estado
(Althusser, 1988), no son solo dispositivos para el control de los cuerpos y las poblaciones.
Hay ahí una dimensión emancipatoria latiendo. Si miramos por ejemplo el sistema de salud
de EEUU vemos cómo un sujeto enfermo pobre o simplemente trabajador, con un seguro
de salud básico, se encuentra ante obstáculos prácticamente infranqueables para acceder de
manera gratuita a determinadas prestaciones. En nuestro país tenemos una tradición
sanitarista que ha bregado por prestaciones gratuitas y de calidad. Nuestra posición está
plagada de tensiones en distintos frentes. Y esta queremos explicitarla y enfatizarla porque
vemos con temor que una crítica exacerbada a los alcances normalizadores de las
instituciones de salud puede ser cooptada por el discurso neoliberal para avanzar en el
desmantelamiento de lo público, en la erradicación de derechos. Creemos que es mejor que
exista una unidad sanitaria en un barrio a que no exista. De hecho creemos que es necesario
mucho mas presupuesto para salud y consideramos que la reducción del Ministerio
Nacional de Salud a Secretaría significa un claro recorte del Estado en detrimento del
pueblo. Creemos que es mejor que haya obstetras, enfermeras, trabajadoras sociales en las
salitas, y haciendo trabajo comunitario. Lo que sí queremos discutir es cuál es su
formación, sus incumbencias, sus estrategias de acompañamiento a las maternidades, sus
aportes y el lugar que le otorgan/asignan a la mujer gestante y viceversa. Queremos discutir
política pública en salud, en el marco de ampliarla no de achicarla, pero rediscutiendo sus
objetivos y sus formas de construcción. Si logramos problematizar los nudos
disciplinadores con que el saber médico se maneja a la hora de intervenir el cuerpo de las
mujeres gestantes, parturientas o puérperas, podremos no eliminar un enemigo, sino sumar
un aliadx, para que lxs profesionales de la salud sean compañerxs de lucha en el camino de
maternidades emancipadas.
En este sentido, la posibilidad de elegir dónde y cómo parir lejos está de ser una
consigna que “suena bien”. No exageramos si decimos que resulta un privilegio la
posibilidad de que quepa la pregunta, la posibilidad de simplemente hacernos la pregunta.
Un privilegio de clase; y esto no tiene que ver –al menos no solamente- con la posibilidad
12
de pagar el precio de un parto domiciliario o la atención personalizada en clínica privada.
Es sabido que el posicionamiento de clase no se limita al poder adquisitivo e incluye, entre
otras cosas, el hecho de poder pensarse (o no) a una misma en clave de derechos, en
términos de libertades. Pensarse capaz de elegir, capaz de saber cómo parir y capaz de
concebir una cría que sabe nacer. Justamente, uno de los terrenos donde el movimiento
feminista de nuestro país pudo poner la lupa y hasta aportar a una legislación que frene
violencias de género y amplíe libertades de todas fue en el tema de la llamada “violencia
obstétrica”3. Prácticas naturalizadas, algunas sutiles, otras grotescas, prácticas establecidas
como “habituales” en clínicas y hospitales -incluso cuando ya internacionalmente están en
desuso y desaconsejadas-, prácticas que muchas veces violentan a la gestante o parturienta,
a la cría y a esas primeras horas del contacto madre-hijx, momentos primarios sustanciales
para el sistema inmunológico y para el bienestar psíquico y biológico de la/el recién nacidx.
13
moderno colonial patriarcal. En esto tanto el marxismo como el giro descolonial y los
feminismos han dicho mucho. Hay otras experiencias sociales donde el conjunto de
sentidos que nuestra civilización asocia con la maternidad, no son atribuidos a la mujer que
procrea.
Aquí nos remitimos por ejemplo al trabajo de Segato (2013) y su observación sobre
el llamado mundo aldea o mundo pre-intrusión, donde el maternaje era llevado adelante por
el círculo de mujeres de la comunidad. Las tareas eran repartidas, compartidas,
complementadas. La autora enfatiza en la denuncia del gesto patriarcal de la modernidad
colonial que nos confinó al hogar nuclear cortando lazos comunitarios, que nos dejan
expuestas a la violencia doméstica, al abandono, a la soledad no elegida, a los malos tratos,
a la sobrecarga de tareas, etc.
Creemos sin embargo que no todo está perdido. Que las mujeres constantemente
ideamos e implementamos prácticas emergentes para contrastar estas tendencias que
individualizan y alienan. Que muchos varones se dan la posibilidad de cuestionarse o de ser
cuestionados, de deconstruirse y ablandarse con el cuidado de las crías, con los cuidados
compartidos. Y esto, nuevamente, son movimientos concomitantes, no lineales, oscilantes
entre lo instituído y lo instituyentes, entre el poder establecido y la creación de resistencias.
En ese marco vemos cómo artesanalmente podemos construir acuerdos con nuestras
familias y amigxs para un acompañamiento que nos sume y no nos reste. Cuestionar
algunas distribuciones tradicionales de tareas. No precisamos flores y muñequitos en la
clínica, ni enojos o reproches por elegir parir fuera de una institución médica. Tampoco que
vengan a minutos del mismísimo parto a sacarse selfies con nosotras y nuestras crías para
subirlas al Facebook o viralizar por wassap. Al menos en nuestro registro, necesitamos una
distribución otra de las tareas de reproducción de la vida cotidiana, y un espacio para la
escucha de lo hasta ahora indecible: tengo miedo, estoy triste, no sé qué me pasa, estoy
infinitamente cansada; un cúmulo de sensaciones y sentimientos que atravesamos con culpa
y en soledad por estar interdictos frente al mandato de que hay una sola forma de
experimentar la reciente maternidad: “es lo mejor que me pasó en la vida”. A estas
estrategias micropolíticas, de construcción de un andamiaje afectivo que nos permita el
tránsito por el embarazo y el parto, queremos sumar la necesidad de pensar dispositivos,
14
políticas públicas específicas que colaboren con estas estrategias, pero también una suerte
de transversalización de esta mirada no disciplinada sobre qué es la familia, y qué debe
hacer cada quien frente a la llegada de un bebé, que ayude a lxs profesionales e
instituciones a ser aliados de las mujeres en sus procesos de construcción de un nido
habitable, en el sentido pleno del término, como espacio-tiempo del buen vivir.
15
sistematizado los que para nosotras han constituído pilares claves y solidarios con nuestras
necesidades: la escucha del propio cuerpo, el marco de derechos y las relaciones
socioafectivas en las que nos inscribimos.
Referencias bibliográficas
Althusser, Louis (1988) Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Freud y Lacan.
Buenos Aires: Nueva Visión.
Angenot, Marc (2010) El discurso social. Los límites de lo pensable y lo decible. Buenos
Aires: Siglo XXI editores.
Chakrabarty, D. “Prólogo. La provincialización de Europa en la era de la globalización.” En
Chakrabarty, D. (2007) Al margen de Europa. Pensamiento poscolonial y diferencia
histórica. Barcelona: Tusquets Editores. Versión online disponible en:
http://www.ddooss.org/articulos/textos/Dipesh_Chakrabarty.htm
16
Fanon, Frantz (1973) Piel negra, máscaras blancas. Buenos Aires: Abraxas.
Foucault, Michel (2007) Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber. 31° reimpresión.
Ciudad de México: Siglo XXI editores.
Foucault, Michel, 1984 (1994) “La ética del cuidado de sí como práctica de la libertad”
(diálogo con H. Becker, R. Fornet-Betancourt, A. Gomez-Müller, 20 de enero de
1984). En su: Dits et ecrits. (1954-1988), Tomo IV (1980-1988). París: Gallimard.
Disponible en:
https://revistas.unc.edu.ar/index.php/NOMBRES/article/viewFile/2276/1217
Gamba, S. (coord.) (2009) Diccionario de estudios de género y feminisimos. 2° edición.
Buenos Aires: Biblos
Haraway, Donna (1995) Ciencia, cyborgs y mujeres. La invención de la naturaleza.
Cátedra: Madrid. Disponible en:
https://lascirujanas666.files.wordpress.com/2014/04/haraway-
conocimientossituados.pdf
Hill Collins, Patricia (2000) Black feminist thought: Knowledge consciousness and the
politics of empowerment. London/ New York: Routledge
Kush, Rodolfo (1976) Geocultura del Hombre Americano. Buenos Aires: Fernando García
Cambeiro
Menéndez, Eduardo (1988) “Modelo Médico Hegemónico y Atención Primaria.” Segundas
Jornadas de Atención Primaria de la Salud. 1988 30 de abril al 7 de mayo. Buenos
Aires. 1988 Pág. 451-464. Disponible en:
http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/electiva
s/816_rol_psicologo/material/unidad2/obligatoria/modelo_medico.pdf
Odent, Michael. (2016) El bebé es un mamífero. Barcelona: Editorial Ob Estare
Platero, Raquel [Lucas] (ed.), (2012) Intersecciones: cuerpos y sexualidades en la
encrucijada. Barcelona: Edicions Bellaterra.
Quijano, Aníbal. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”. En Lander
Edgardo (comp) (2011) La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias
sociales: Perspectivas latinoamericanas. 2da edición. Buenos Aires: CICCUS,
CLACSO. (pp 219-264).
Rodrigáñez Bustos, Casilda (2007) Pariremos con placer. Apuntes sobre la recuperación
del útero espástico y la sexualidad femenina. Buenos Aires: Ediciones Crimentales.
Santos, Boaventura de Sousa (2006) Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación
social (encuentros en Buenos Aires). Buenos Aires: CLACSO.
Segato, Rita (2013) La crítica de la colonialidad en ocho ensayos y una antropología por
demanda. Buenos Aires: Prometeo Libros.
17