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Índice
Introducción ……………………………………………............…………........….............. 2
Capítulo 1: Aspectos generales del Tractatus
1 La estructura de la obra ………………………………………................... 16
1.1 El sistema de numeración ……………………………………….............. 17
1.2 El contenido de las proposiciones principales del Tractatus …............... 21
1.2.1 Ontología .................................................................................................. 24
1.2.2 Epistemología …………………………………………........................... 28
1.2.2.1 La teoría figurativa …………………………………………............... 28
1.2.2.2 Pensamiento y proposiciones …………………………………........... 32
1.2.3 Filosofía del lenguaje …………………………………………............... 38
1.2.3.1 Funciones lingüísticas ………………………………………............... 38
1.2.3.2 Verdad, falsedad y absurdos ………………………………................ 39
1.2.3.3 Símbolo y signo ……………………………………………................. 40
1.2.3.4 La doctrina del mostrar ……………………………………............... 44
1.2.3.5 La forma general de la proposición ………………………................ 46
1.2.3.6 La lógica ………………………………………………………............. 50
1.3 La labor de la filosofía …………………………………………................ 53
Capítulo 2: El problema de lo inexpresable
2 La escalera tractariana ………………………………………..................... 56
2.1 Lecturas terapéuticas ……………………………………………............. 60
2.1.1 Arrojando la escalera ………………………………………….............. 62
2.1.1.1 La concepción austera del absurdo y la concepción sustancial......... 63
2.1.1.2 Frege y el absurdo sustancial . ………………………………............ 64
2.1.1.3 Wittgenstein y la concepción austera del absurdo …………............ 68
2.1.2 El ascenso tractariano …………………………………………............. 70
2.2 ¿Es posible ascender una escalera cuyos escalones son ilusorios? …..... 76
2.2.1 Críticas externas a las lecturas terapéuticas ………………………..... 77
2.2.2 Críticas internas a las lecturas terapéuticas ………………………..... 79
2.2.2.1 Evidencia textual tractariana ……………………………………….. 80
2.2.2.2 Inconsistencias de la lectura terapéutica …………………………… 81
2.3 McGinn y una extraña posición intermedia ……………………………. 85
Capítulo 3: El método del Tractatus
3 El estatus de las proposiciones tractarianas …………………………....... 90
3.1 Absurdo sustancial y símil ………………………………………………. 91
3.2 Lo antepredicativo ……………………………………………………….. 96
3.3 El uso del lenguaje ……………………………………………………….. 101
Conclusión 106
………………………………………………………………………………….....................
Bibliografía 110
…………………………………………………………………………………....................
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
1
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
Introducción
Corría el mes de marzo del año 1919 cuando el ya por entonces reconocido filósofo
Bertrand Russell recibió una carta de su viejo alumno Ludwig Wittgenstein, en la cual éste
le informaba lo siguiente:
Así, Russell tomaba noticia del surgimiento de una obra que, desde su primera
nuevamente a Russell:
vemos la conciencia que tenía su autor de lo difícil que resultaría su comprensión; allí,
como en el Prefacio que escribió luego a la obra, parece conceder un alto porcentaje de
modo alivia la tarea de interpretarlo. Por otra parte, la segunda de las citas nos lleva
directamente al problema que el presente trabajo busca desarrollar: qué es, según el
Tractatus, aquello que puede ser expresado en el lenguaje y qué cae fuera de este límite.
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
Como indica en su carta a Russell, éste parece ser el punto fundamental de su “teoría”, la
cual da lugar a numerosas perplejidades sobre las que intentaré ahondar en las siguientes
páginas.
Para poder abocarme a dicha tarea, es imprescindible remitir antes, por lo menos de
un modo muy superficial, a las obras de Russell y de Gottlob Frege, a los cuales, según las
pensamientos.
Contexto histórico
1892 no tuvo una repercusión inmediata en el medio filosófico, en un hecho constatado que
la distinción que allí instituye entre ambos conceptos ha sido de cardinal importancia para
toda la filosofía analítica del lenguaje que se desarrolló a lo largo de siglo XX, aunque
incluso ha sido retomada y discutida por autores pertenecientes a otras tradiciones como
Edmund Husserl, con quien mantenía intercambios epistolares, así como también Paul
igualdad. Si la igualdad fuera una relación entre objetos, entonces proposiciones distintas
como
i) a=b
ii) a=a
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
no diferirían en absoluto. Sin embargo, una apreciación superficial nos indica que la
entre ambas señalando que en la primera se nos informa de cierta estipulación arbitraria,
según la cual usamos el signo ‘a’ para referir (bedeuten) al mismo objeto al que referimos
cuando usamos el signo ‘b’. Pero en este caso, en palabras de Frege, “no expresaríamos con
ella un conocimiento genuino”vi. Sólo surge una distinción interesante si la diferencia entre
ambos signos supone una heterogeneidad en los “modos de presentación” de los objetos. Es
justamente este “modo de presentación” aquello que Frege denominó sentido (Sinn),
estableciendo la división del significado de los términos del lenguaje en este componente,
por un lado, y la referencia (Bedeutung), el objeto presentado, por el otro. Así, a un mismo
Sin embargo, Frege negó que estos “modos de presentación” de los objetos que
representan los sentido fueran entidades psicológicas, tales como las imágenes mentales
que cada hablante asocia a los términos en cuestión. El sentido, a diferencia de estas
últimas, puede ser “propiedad común de muchos” y, de este modo, ser asociada con una
las “imágenes”.
sino que se aplica tanto a los términos generales del lenguaje como a las proposiciones
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
enteras (a las cuales Frege denominó “nombres compuestos”). Tanto el sentido como la
referencia de estas últimas son funciones de sus partes constituyentes. Así, el sentido de
su parte, es asociada por este autor con dos entidades lógicas, a las cuales llamó “Lo
división fregeana entre dos categorías lógicas que él encuentra en las proposiciones
significativas: aquella entre lo que denominó objeto y lo que denominó conceptovii. Sin que
lo que siga pretenda ser una definición, objeto es la referencia de un sujeto gramatical –en
supuesto, esto no se cumple en varios casos, entre los que cabe destacar aquel en el cual el
predicado en cuestión sucede al verbo ser en función de identidad, como “Darth Vader es
tu padre”, caso en el cual ambos componentes son objetos). Lo que definiría a los objetos,
propio de los conceptos, gracias a lo cual pueden cumplir su función predicativa. Sin entrar
2.1.1.2, podemos ilustrar el carácter insaturado a partir del siguiente ejemplo. Si tomamos
la oración
o) La filosofía es agotadora
que a esta segunda forma le corresponde un “hueco”: “…es agotadora”, mientras que la
primera parece ser en sí misma una entidad completa, aunque –por supuesto- no puede ella
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
sola conformar una proposición. Esta oquedad propia de los conceptos es, precisamente, el
Asimismo, Frege fue uno de los pioneros respecto del programa de investigación
Conceptografía (Begriffsschrift), obra en la cual desarrolló lo que hoy en día se conoce con
Grundgesetze der Arithmetik) y los dos tomos de sus Leyes fundamentales de la Aritmética
movimiento.
Russellviii, quien fue el primero en retomar, elaborar y discutir seriamente las doctrinas
fregeanas tanto respecto del sentido y la referencia como del logicismo, aparece en escena
como aquel que hirió seriamente el proyecto fregeano logicista, por lo menos en los
términos en que éste lo había desarrollado. La definición de número, según Frege, consistía
en la claseix de todas las clases que tuvieran igual cardinalidad –esto, para no ser circular,
del contar. Así, Frege definía el cero como la clase con tantos miembros como la clase de
los objetos que no son idénticos a sí mismos. Asimismo, el uno se definía como la clase
cuyo único miembro era la clase anterior, y así sucesivamente, recorriendo de este modo
toda la serie de los números naturales sin usar nociones que no fueran lógicas –o, más
exactamente, nociones que en aquel momento eran consideradas lógicas- como la igualdad,
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
así llamado “axioma de comprensión” (Ley V de Frege); según este último, dada cualquier
propiedad, existe el conjunto de objetos que caen bajo dicha propiedad. Como hemos visto,
la definición de número fregeana permitía que se formaran clases cuyos miembros eran
clases. Existe, entonces, la posibilidad de que ciertas clases se tengan por miembros a sí
mismas: la clase de todas las clases es un caso de este tipo. Ahora bien, a partir de esta
posibilidad Russell propuso pensar en otra clase, la clase de todas las clases que no son
misma entonces no puede ser miembro de sí misma, pero si no lo es, entonces debe ser
Russell donde éste le informaba de la paradoja, indicando también que ignoraba de qué
de clases mediante una estratificación categorial según lo que denominó “tipos lógicos”.
Así, las clases sólo pueden tener miembros de un tipo lógico inmediatamente “inferior”,
impidiendo de esta manera la circularidad que daba lugar a la paradoja. Esto fue
poder probar la existencia de infinitos números naturales fue necesaria la introducción del
llamado “axioma de infinitud” que postula que en el universo existen infinitos objetos. Esta
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
hipótesis, que Russell consideraba altamente probable, maculaba la pureza lógica que se
pretendía del logicismo y fue duramente criticada por Wittgenstein. Asimismo, como
veremos, la propia Teoría de Tipos fue blanco de numerosas críticas por parte de este autor.
caso esto estuvo fuertemente ligado a sus concepciones epistemológicas, según las cuales
encuentran los universales, los datos de los sentidos y las formas lógicas, los cuales
representan así las referencias de los términos involucrados en las proposiciones. Sin
este tipo. Así, por ejemplo, las descripciones definidas –sintagmas del tipo “el hombre de la
esquina rosada”- no tienen referencia, como indicaba Frege, sino que son “símbolos
incompletos”. Mediante el uso del aparato cuantificacional fregeano, Russell analizó estas
cuales sí estaban en relación de conocimiento directo con el sujeto. De este modo, “El
jugador numero 10 de Boca sufrió una lesión” es interpretado como “existe un x tal que x
entonces y es igual a x y x sufrió una lesión”. Como se ve, no quedan rastros de un término
clase de análisis surge, entre otros motivos, como una respuesta a la posición fregeana
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
según la cual las proposiciones en las cuales alguno de sus términos no tienen referencia,
en el expediente del sentido, que –siempre según Frege- toda proposición correctamente
construida poseería.
aconsejado por Frege- hacia Cambridge para estudiar con Russell. La anécdota de este
joven alumno, con el cual trabaron una intensa amistad. En un hecho rara vez acontecido en
punto tal que éste suspendió la publicación de un libro sobre teoría del conocimiento, luego
de las críticas que Wittgenstein le realizó, e incluso modifico aspectos relevantes de sus
doctrinas.
Wittgenstein en la Primera Guerra Mundial, fue el resultado de las reflexiones de este autor
sobre los temas que preocupaban a la incipiente tradición filosófica de Frege y Russell,
algunos de los cuales se han tratado de bosquejar en esta introducción. El libro fue
terminado en 1918 y, luego de varios intentos frustrados, fue publicado por primera vez en
alemán en 1921 y en inglés, con traducción de Charles Odgen, en 1922, en ambos casos
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
mencionada discusión responde a cierta complejidad respecto del modo en el cual debe
entenderse que el texto tractariano logra su objetivo de comunicar las doctrinas sobre el
busca, como lo indica en el Prefacio su propio autor, determinar qué es lo que estamos
cuáles son los límites del sentido. Sin embargo, a partir de los propios estándares para el
advertimos que todos los pronunciamentos del Tractatus caen fuera de los límites que ella
misma ha trazado.
misma traza entre lo que el lenguaje muestra y lo que el lenguaje dice (distinción en la cual
no podré ahondar ahora), indicando luego que si bien la obra no era capaz de decir algo
el capítulo 2, no obstante ha sido –y todavía sigue siendo- sostenida por varios de los más
siempre se había sostenido, lectura según la cual el propósito de la obra no sería en realidad
comunicarnos en absoluto ninguna indicación respecto del lenguaje, sino que su fin
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
desacuerdo con tales interpretaciones. Sostendré, por mi parte, que el Tractatus sí pretende
comunicarnos –el término no es del todo exacto, como se verá- ciertas propiedades del
lenguaje. La razones que presentaré a favor de esta posición, algunas de las cuales
desarrollaré a partir de las respuestas de otros críticos a esta nueva corriente interpretativa,
aquí como “externos”, según los cuales –considerando elementos epistolares, conferencias
y otras manifestaciones de la opinión del autor de Tractatus- no parece ser posible adscribir
al primer Wittgenstein la posición que estos nuevos intérpretes buscan adjudicarle. Los
otros aspectos estarán relacionados con la estructura interna tanto del Tractatus como de
las lecturas que esta nueva corriente sostiene. La pretensión allí será indicar que, incluso
Sin embargo, considero que la discusión nos habrá permitido, en primera instancia,
centrar el foco en un problema exegético que no había recibido la suficiente atención por
parte de la tradición interpretativa. Además, por otra parte, en el curso de esta sucesión de
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
elementos de análisis que podrían brindarnos la posibilidad de articular una nueva solución
instancia, a lo largo del capítulo 1, buscaré proporcionar las herramientas básicas para la
comprensión y desarrollo del problema que aquí nos ocupa. Allí me centraré en
finalmente señalar el impacto que estas consideraciones tienen en la filosofía del lenguaje
tractariana. Los contenidos que se expresan en este capítulo, así como su desarrollo, son
compartidos por la amplia mayoría de las interpretaciones del texto tractariano. Las
Es importante destacar aquí algunos de los problemas, vinculados con los temas
expuestos en la primera parte de esta introducción, a los cuales el Tractatus pretende dar
una respuesta; a modo de mera indicación, los problemas son: ¿cómo puede una oración ser
falsa y ser significativa? Lo cual es pasible de ser planteado como un problema aun más
general, esto es, ¿cómo puede una oración ser significativa? ¿Cuáles son las distintas
falsedad? Por último, pero –como se verá- en íntima relación con lo anterior, ¿cómo se
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
soluciona la Paradoja de Russell? ¿Es lícita la Teoría de Tipos como respuesta a la misma?
Considero que es necesario tener estos interrogantes en mente a la hora de juzgar las
mencionado anteriormente. Presentaré allí las razones que los defensores de la nueva
las mismas, en el intento de señalar las causas por las cuales considero que estas nuevas
los atendibles problemas que las nuevas corrientes interpretativas han señalado respecto de
las lecturas tradicionales. Como mero adelanto, indico que esta lectura se valdrá de tres
elementos. En primer lugar, una noción que es posible extraer de la “Conferencia sobre
ética” que Wittgenstein dictó a fines de 1929, la de “símil”, a partir de la cual considero
que es posible indicar el modo en el cual las proposiciones tractarianas operarían. Luego,
Metafísica de Aristóteles-, el cual, a pesar de su carácter extraño para el autor que nos
ocupa, parece ser útil para explicar ciertas dificultades que aparecen ligadas a la noción de
indicaciones respecto del papel que el uso del lenguaje juega en el Tractatus y, a partir de
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
ellas, intentaré precisar de qué modo se podrían combinar los otros dos elementos recién
mencionados para brindar una posible lectura de la obra wittgensteiniana que se vea
miembros de otras colecciones; también se las denomina “clases propias”. Estas se diferencian de los
conjuntos, que sí pueden ser miembros de otras colecciones. Usaré el término en un sentido laxo.
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
1 La estructura de la obra
En lo que sigue, intentaré dar un bosquejo de las líneas teóricas fundamentales del
Tractatus. Como es sabido, ésta no es una tarea fácil, más aun considerando la existencia
referencia a las afirmaciones según las cuales lo que el solipsismo “entiende es plenamente
correcto” (5.62) y que, por lo tanto, “el solipsismo [aquí algunos intérpretes señalan que la
palabra correcta sería ‘idealismo’] coincide con el puro realismo” (5.64)x. El estilo lacónico
y epigramático de esta breve obra, de apenas algo más que 80 páginas en su versión
explícitas a los autores con los cuales se muestra en desacuerdo respecto de numerosas
de ciertos temas abordados, son apenas algunas de las causas de la problemática exegética.
Además, como ha sido señalado por diversos autores, es probable que la estructura
superficial de la obra sea ella misma engañosa, razón por la cual se afirma que cualquier
Tuve, por lo tanto, que realizar alguna determinación arbitraria a este respecto. De
este modo, para comenzar la exposición, me pareció relevante analizar alguna de las
numeración de las proposiciones. Este análisis tiene por objeto tanto explicitar cuál es el
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
coordenada para ubicar el pasaje-, como ilustrar a la vez de qué modo este método de
ordenación temático no debe ser tomado en un sentido riguroso, como indicaré en lo que
sigue.
cada proposición está ordenada por su “peso lógico”; así, las proposiciones “n.1, n.2, n.3,
etc., son observaciones a la proposición número n; las proposiciones n.m1, n.m2, n.m3,
etc., son observaciones a la proposición número n.m; y así sucesivamente”xii. Sin embargo,
como indica Erik Steniusxiii, este sistema –si bien de gran ayuda considerando la dificultad
lectura de la obra uno se encuentra con proposiciones del tipo 2.01 (o incluso 3.001); si la
indicación citada debiera ser entendida en forma rigurosa, esto supondría la existencia de la
proposición 2.0. Sin embargo, como ya se adivina, tal proposición no existe. Así, debemos
reponer que esta clase de numeraciones son comentarios a la proposición 2 y que su “peso
lógico” es inferior al de proposiciones como 2.1. Pero no hay ninguna indicación explícita
sobre esta suposición exegética. Asimismo, tomando seriamente la metáfora del “peso
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
“peso lógico” de la segunda sea inferior al de la primera, pues es claro que la información
brindada por la segunda parece ser más relevante que el que se expresa en la anterior.
Puede suponerse, como sugiere Stenius, que las proposiciones con menor cantidad de
dígitos son en realidad indicaciones más generales que luego serán precisadas en sus
proposiciones aparece distribuida sin mayor orden entre las de escasos dígitos y las de
2.03 En el estado de cosas los objetos se comportan unos con otros de un modo y
manera determinados.
no es claro entonces que dicha proposición sea más general que ésta que la comenta
Asimismo, otra dificultad surge relacionada con este sistema numérico: no siempre
parece respetarse la indicación de que los números n.1, por ejemplo, sean comentarios a la
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
proposiciones como
afirmado en 2.024
indicando de este modo que “la sustancia del mundo” es “forma y contenido”
dada en un modo más estructural: si bien proposiciones de la clase 2.0n, 20nm, etc., pueden
siguientes parecen en realidad más vinculadas con la proposición 3 que con la proposición
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
encuentran sin embargo menor hermandad con la citada proposición 2 que con la
proposición
siendo así que es posible considerar a aquéllas como comentarios preparatorios para
esta última.
proposición 4 que a la proposición 3. Ahora, como indica Stenius, podría esperarse que esta
regla continuara luego entre 4.0n hacia la proposición 4 y en 4.m respecto de 5. Sin
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
no debe interpretarse que el sistema estructural en cuestión no sea de ninguna utilidad para
este apartado, su ausencia supondría una enorme dificultad para la comprensión de un texto
antecedió fue, por un lado, cierto desarrollo de la estructura explícita que la obra predica de
sí misma pero, por el otro, una indicación de que dicha estructura no debe ser tomada al pie
de la letra. Podemos, nuevamente con Stenius, considerar a este sistema como un intento de
apreciaciones intuitivas. Un primer vistazo a las mismas parece indicar lo siguiente: las
primeras dos tratan sobre ontología, las dos siguientes (tercera y cuarta) sobre lo que –por
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
séptima.) Así, la primera aproximación a la estructura general de la obra nos sugiere que el
algún modo un vínculo entre tales rasgos ontológicos y los pensamientos, para concluir de
Las nociones que concatenan y articulan las proposiciones entre sí parecen ser las
siguientes:
a) De 1 a 2: acaecimiento.
b) De 2 a 3: hecho.
c) De 3 a 4: pensamiento.
d) De 4 a 5: proposición.
Asimismo, vemos surgir elementos nuevos entre proposiciones, los cuales –es de
éste es el caso, por ejemplo, de las denominadas proposiciones “preparatorias” que indiqué
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
comprensión del tratado y cada una de ellas encuentra una específica significación técnica
en el mismo. Recapitulando lo indicado hasta ahora, podemos distribuirlas entre los grupos
para desarrollar el contenido del Tractatus. Como ya se prevé, esta modalidad expositiva es
discutible: por ejemplo, David Pearsxix afirma que las conclusiones ontológicas del
Tractatus son todas producto de sus tesis sobre el lenguaje; en la misma línea se pronuncia
Anthony Kenny, “[l]as tesis acerca del mundo siguen –tanto histórica como lógicamente- a
las tesis acerca del lenguaje; pero su dependencia está enmascarada por la aparición de
James Griffinxxii, esto repercute en que expongan las tesis relativas al lenguaje en primera
instancia, para luego indicar de qué modo éstas impactan en la concepción ontológica. Sin
embargo, tanto Steniusxxiii como H.O. Mouncexxiv respetan el orden de presentación propio
del libro –sin que esto en sí mismo suponga una negación de la tesis respecto de la
dependencia lógica; con estos autores, considero que, para los fines presentes, esta
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
1.2.1 Ontología
cosas (1.1). Algo más adelante, se define esta noción de hecho: un hecho es el darse
efectivo de estados de cosas (TLP 2); un estado de cosas, por su parte, es una
concatenación de objetos, de cosas (2.01)xxv. En este punto, vale hacer cierta digresión
terminológica. El término alemán Sachverhalt (que hasta aquí he tomado por “estado de
cosas”) es traducido de diversas maneras. Anscombe, al igual que Enrique Tierno Galván
por Ogden, en la cual esta palabra se reemplaza por “atomic fact" (“hecho atómico” en
Tierno Galván). Stenius, por su parte, elige “estado de cosas atómico” (“atomic state of
Muñoz y Reguera conserva algo de esta posición, pero usa indistintamente “estado de
cosas” para Sachverhalt y para Sachlagexxvi. Las razones expuestas por Stenius son
realmente extraño preferir la traducción según la cual un hecho es “el darse de hechos
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
“hecho atómico” no me resulta convincente: argumenta, por un lado, que si bien puede
parecer raro que se hable de hechos no existentes, el propio Wittgenstein –en su opinión- lo
negativo)”; sin embargo, en este caso él habla de hechos (Tatsachen) positivos y negativos,
Anscombe indica que la noción de posibilidad que Stenius encuentra en Sachverhalten está
Sachverhalt es un hecho posible, pues “[i]n German, a ‘possible fact’ (mögliche Tatsache)
would be something that is perhaps a fact –i.e. for all we know to the contrary” y, para
cualquier intérprete del Tractatus, es evidente que no es esto lo que se pretende recoger
parece ser equivocada. Si bien es cierto que en todo el Tractatus no se usa la expresión
Sachverhalten son Tatsachen en potencia. Esto es todo lo que se quiere decir al afirmar que
posible creer que todo lo que se ha establecido es una mera sucesión de definiciones; así,
“mundo” se entenderá como “la totalidad de los hechos”, “hecho” como “estados de cosas
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
la de hecho y no, como es más usual interpretar, la de cosa u objetoxxxii. Stenius, para
explicar esta propuesta, se vale de analogías con la psicología de la Gestalt: así como,
análisis donde surgirán sus elementos componentes. Para esta posición, hablar de objetos
aislados carece de sentido: los objetos se tornan reconocibles sólo en la situación concreta
objetos (esto es “esencial a la cosa”, 2.011). Es más, luego se afirmará que conocer un
objetos, de este modo, se definen por el rango de combinabilidad con otros objetos de
combinación de los objetos, por otra parte, se realiza sin la ayuda de ninguna relación extra:
“[e]n el estado de cosas los objetos están unidos entre sí como los eslabones de una cadena”
(2.03)xxxiii.
“forma” (2.0141); en 2.02331 se la llama también “forma lógica”. Asimismo, dado que los
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
objetos se caracterizan por dicha “forma”, que determina todos los posibles estados de
cosas en los cuales puede entrar, puede concluirse que los objetos “contienen la posibilidad
de todos los estados de cosas” (2.014). De un modo más general, en 2.033, se afirma que
Además, es importante recalcar aquí que de esto se sigue la existencia de dos clases de
propiedades, que Wittgenstein llama internas y externas (2.01231; 2.0233): las internas son
justamente aquellas que son esenciales a la cosa, i.e.: su forma, y las externas son la
contingencia de, de facto, encontrarse en tal o cual relación con otros objetos. Puede
combinación) mientras que el segundo tipo de propiedades se asocia con el conjunto actual
de relaciones de un objeto.
“atómico” (Sachverhalt): tal estado de cosas es aquel en el cual sólo hay objetos. Se
distingue de la noción más general de “estado de cosas” (Sachlage) en que esta última
afirma, en primer lugar, que los estados de cosas atómicos son todos independientes entre sí
(1.21, 2.06, 2.061, 2.062), esto es, que del darse o no darse de un estado de cosas atómico
no puede deducirse el darse o no darse de ningún otro estado de cosas atómico; en segundo
lugar, se nos dice que el objeto es simplexxxiv (2.02): no pueden distinguirse partes en él; por
esto es que el único modo de individuarlo es advertir su “forma” (i.e.: sus posibilidades de
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
ocurrencia en estados de cosas): en los objetos así concebidos no existen las propiedades
que usualmente predicamos de las cosas mundanas (“los objetos son incoloros”, 2.0232,
afirmación que Copixxxv interpreta del modo recién indicado). Asociado a este carácter de
simpleza, se indica también que los mismos son inalterables. De estas afirmaciones,
atómicos) y lo fijo son los objetos (2.0272), cuyo conjunto –dicho sea de paso- se
1.2.2 Epistemología
2.2, así como sus observaciones, obedecen a la temática correspondiente (en el esquema
ontología a la epistemología:
En efecto, a partir de esta observación, cabe preguntarse qué relación hay entre lo
anterior y esto que aquí se afirma. La clave para responder a esta pregunta está en la
proposición 2.141, según la cual “la figura es un hecho”. Veamos cuál es la interpretación
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
misma, lo primero que se afirma es que una figura –esto es, un elemento representativo- es,
justamente, un estado de cosas. Ahora bien, dada la ontología del Tractatus, el mundo se
conforma de estados de cosas; así, aquello que será representado -dada la teoría de la
más en el mundo). Pero, por otra parte, que la figura también sea un estado de cosas supone
que la misma posea una estructura en la cual sus componentes se relacionen de un modo y
2.15 Que los elementos de la figura se comporten unos con otros de un modo y manera
determinados, representa que las cosas [del estado de cosas a representar] se
comportan así unas con otras.
Esto es, dado que “[a] los objetos [del estado de cosas a representar] corresponden
estructura del particular estado de cosas que estamos llamando figura- representa que los
absoluto: por ejemplo, tenemos un estado de cosas C1 y un estado de cosas C2. Ambos están
C1={a, b, c}
C2={d, e, f}
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
segundo (aunque sí a la inversa); esto es así, dado que las combinaciones posibles de los
cambio tomáramos como única noción relevante la de orden y lo que sigue fuera el caso:
C1=<a, b, c>
C2=<d, e, f>
pero no nos detendremos en esto ahora). Nótese que al usar esta representación, asociamos
cada elemento del primer conjunto a uno y sólo uno de los elementos del segundo conjunto.
Una vez fijada esta convención (según la cual ‘a’ representa a d, ‘b’ a e y ‘c’ a f), podemos
C3=<b, c, a>
cuyo resultado, según la convención fijada, es una figura incorrecta del estado de
cosas C2. Lo importante aquí es sabemos qué sería el caso si C3 fuera una figura correcta de
C2, esto es
C2”=<b, f, e>
Tractatus:
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
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indica “la posibilidad de que las cosas [del estado de cosas a representar]
que una pueda ser figura de la otra. Recuérdese los dos casos dados
la estructura de uno difería de tal modo respecto del otro que era
aquello común entre los elementos figurativo y figurado era una estructura
d) Una vez establecidas las correlaciones, una figura no depende más –para
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
cosas representado.
realiza otra afirmación que, por lo menos en primera instancia, puede sonar algo
vertiginosa:
Esta afirmación sorprendió a Russell, como puede verse en el siguiente parágrafo de Kenny
que transcribo:
32
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
del hecho pintado?’ ‘No sé cuáles son los constituyentes de un pensamiento’, replicó
Wittgenstein, ‘pero sé que debe haber tales constituyentes que corresponden a las
palabras del lenguaje. El tipo de relación que haya entre los constituyentes del
pensamiento y los del hecho pintado también es irrelevante. Averiguarlo sería asunto
de la psicología’ ‘¿Consta un pensamiento de palabras?’, insistió Russell. ‘No, sino de
constituyentes psíquicos que tienen con la realidad el mismo tipo de relación que las
palabras. Qué son esos constituyentes es algo que ignoro’.xl
(¿neuronales?) de modo tal que los mismos conformen estados de cosas que mantienen con
el marco de su argumentación a favor de que las oraciones son todas funciones de verdad
de otras oraciones más simples (lo cual se explicará más adelante), Wittgenstein afirma que
existen casos –ya analizados por Frege y Russell- donde esto no parece cumplirse: tal
parece ser la situación de las oraciones con verbos de actitud proposicional mencionadas.
Al respecto, afirma:
5.541 A primera vista parece como si una proposición pudiera ocurrir en otra también
de otro modo. Especialmente en ciertas formas proposicionales de la psicología como
“A cree que p es el caso”, o “A piensa p”, etc.
Aquí, a una mirada superficial puede parecer, ciertamente, como si la proposición p
estuviera con un objeto A en una clase de relación.
(Y en la moderna teoría del conocimiento (Russell, Moore, etc.), dichas proposiciones
han sido concebidas así.)
5.542 Pero está claro que “A cree que p”, “A piensa que p”, “A dice p” son de la forma
“‘p’ dice p”, y aquí no se trata de la coordinación de un hecho y un objeto, sino de la
coordinación de hechos mediante la coordinación de sus objetos.
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
descartar dos tipos de lecturas que han sido sostenidas –si bien esta autora no nos indica
quiénes ni dónde las sostuvieron-: la primera, aquella que supone imposible tener un
pensamiento sin decir una oración correspondiente y, la segunda, aquellas que postula que
debe analizarse a la persona como un complejo (que entraría en determinada relación con la
oración). En realidad, según Anscombe, lo que se señala en estos pasajes es que tener un
otros y que estos elementos estén en relación figurativa (esto es “coordinados”) con los
elementos del hecho pensado. Así, en el análisis de “A piensa que p”, ‘A’ desaparecexlii y
enlazan con el hecho de que p, esto es, con el estado de cosas correspondiente a tal
oración.xliii
34
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
proposición es, entonces, pensar qué sería el caso si ésta fuera verdadera.
c) Signo proposicional: signo mediante el cual se expresa una proposición (en una
que todavía resta indicar, a las oraciones del lenguaje. Por otra parte, los
elementos del signo proposicional –las cosas del estado de cosas que este
el mundo. Esto, por lo visto hasta ahora, parece significar lo siguiente: es el uso
del signo proposicional a partir del cual el sujeto piensa el estado de cosas que
Por supuesto, esta asociación de las proposiciones con la figuración tal como se la
describió anteriormente es una de las grandes apuestas del Tractatus (sino la gran apuesta).
Es por eso que inmediatamente se adelanta a la obvia objeción de que, prima facie, las
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
3.143 Que el signo proposicional es un hecho es algo que viene velado por la forma
expresiva corriente de la escritura o de la imprenta.
3.1431 Muy clara resulta la esencia del signo proposicional cuando, en lugar de
imaginárnoslo compuesto de signos escritos, nos lo imaginamos compuesto de objetos
espaciales (como, por ejemplo, mesas, sillas, libros).
La recíproca relación espacial de estas cosas expresa entonces el sentido de la
proposición.
Dejando de lado lo “clara” que pueda resultar esta “esencia”, es evidente que su
posición postula el símil entre las figuras y las proposiciones en un sentido fuerte: la
imagen que el texto nos invita a realizar es directamente la de una pintura en forma literal.
pensamiento dada], las ondas sonoras, están todos entre sí en esa relación
significa que lo que parece tener cierta forma lógica en una proposición
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
d) Sin embargo, puede “analizarse” esta proposición de modo tal que “a los
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
Hemos mencionado anteriormente que en la figura, una vez determinadas las correlaciones
entre los objetos de éstas y los objetos del estado de cosas, aparecen dos funciones
lingüísticas heterogéneas: una en la cual existía independencia respecto del mundo para la
significación y otra en la cual esto no era así. Con los elementos indicados recientemente
cosas descrito.
(Bedeutung), pero con la diferencia de que en este caso cada uno de estos términos señala
una función lingüística distinta privativa de dos clases de signos distintos (el signo simple y
el signo proposicional); así, donde Frege afirmaba que todo elemento lingüístico tiene
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
afirma que sólo los nombres tienen referencia y sólo las oraciones sentido. El estado de
cosas descrito por una oración es su sentido, pero no su referencia: a los complejos no
surgiría del hecho de que “en la proposición impresa, por ejemplo, el signo proposicional
no aparece como esencialmente distinto de la palabra. (Así fue posible que Frege llamara a
función propia de la proposición está dada por la articulación de sus elementos (3.142), por
lo cual, si bien tanto Frege como Russell entienden a la proposición como una “función de
que este carácter de “ser una función” respecto de las expresiones contenidas en la
componentes.
de cosas sus elementos están estructurados del modo en el cual la proposición articula sus
Asimismo, allí donde Frege determinaba que una oración en la cual uno de sus
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
definición del signoxlv (3.24) y éste complejo no existe (lo cual significa: sus
absurda, si no tan sólo falsa (3.24). Como puede observarse, esto está con
proposición esencial para que la misma pueda expresar su sentido –esto es, recordemos, dar
cuenta de un estado de cosas posible (3.31); en el caso límite, si dos signos proposicionales
comunican un mismo sentido, comparten el símbolo (por ejemplo, en Rab y aRb). El signo,
por su parte, es lo que puede percibirse sensorialmente del símbolo (3.32); el signo es el
objeto integrante del estado de cosas figurativo (en el caso límite, nuevamente, es el signo
proposicional entero). Nótese que, por lo expuesto, el símbolo es una entidad más abstracta
que el signo. Además, un símbolo determina una clase de signos: todos aquellos que
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
pueden ser usados para comunicar el mismo sentido. Así, si a=def.b, entonces a y b son
distintos signos que comparten el símbolo. De este modo, podemos retomar la noción de
ejemplificado con el caso del signo “es”, que cumple función de cópula,
Más adelante discutiremos si estas diferentes causas pueden ser unificadas o no.
Retomemos por ahora la noción de símbolo: hemos dicho que un símbolo determina una
clase de signos. Es claro que los signos deben tener algo en común si es que han de poder
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
expresar el mismo sentido. Esto común es, como puede preverse, la forma lógica; lo cual
significa que las combinaciones posibles de los signos –según la convención prefijada-
deben ser similares a las del hecho a representar. Tomemos por caso una partitura y un
rollo de pianola. Una corchea en la partitura comparte el símbolo con un agujero en el rollo
de pianola. Esto significa que ambos deben poseer la misma capacidad de: 1) determinar
una única nota en el piano, 2) determinar la duración de esa nota (ignoraré otras variables
como el volumen, etc.). Estos son los rasgos característicos que determinan la forma lógica
pianola). Nótese también que ni el dibujo propio de la corchea ni un mero agujero son
signos –aunque sí son posibles signos-; sólo lo son en el marco de un sistema convencional.
lógica (determinada por ciertos rasgos como el de indicar una única nota, precisar un
momento temporal en una sucesión, el largo de este momento, etc.). Estos rasgos pueden
ser expresados, según Wittgenstein, mediante una variable. Así, por ejemplo, si lo que se
φ afirmando a,
busca es expresar el símbolo propio de un nombre a, esto puede realizarse
esto es, la clase de todas la proposiciones significativas que toman a a como valor (Pa,
Rab, Rba, etc., lo cual define que el significado de a se agota en “Px y Rxb y Rbx y ….”;
esto es, a es el objeto que puede ocupar todos esos lugares argumentales de modo tal que la
puede explicarse el significado de los nombres: a este procedimiento –que, como se verá, es
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
objeto y, en segundo, que un objeto se define totalmente por su forma. Así, la forma
sus apariciones significativas (esto es: todas sus posibilidades combinatorias) define
Veamos, para ejemplificar, el análisis que Wittgenstein, con estos elementos, hace
de la Paradoja de Russell:
3.333 Una función no puede ser su propio argumento debido a que el signo funcional
contiene ya la figura primitiva de su argumento y no puede contenerse a sí mismo.
Supongamos, por ejemplo, que la función F(x)xlviii pudiera ser su propio argumento;
habría, entonces, una proposición: “F(F(x))” y en ella la función externa F y la función
interna F debería tener significados diferentes, dado que la interna tiene la forma ϕ(x),
la externa φ(ϕ(x)). Común a ambas funciones es sólo la letra “F”, que, sin embargo,
sola nada designa.
Lo que se afirma en este pasaje es que ambas “F” no pueden obedecer al mismo
símbolo, pues su forma es diferente y un símbolo implica –como hemos visto- identidad de
forma. Así, la mera circunstancia poco feliz de usar un mismo signo (la “F”) para designar
ambos símbolos no produce una paradoja: en una notación correcta se usarían dos signos
De este modo, la primera crítica que Wittgenstein realiza a Russell es que la Teoría de
of Types’” (3.332).
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
llamada por Griffin- doctrina del mostrar. Como se ha visto, en la Teoría de Tipos se
cada función de un estrato n de la jerarquía sólo puede tomar como argumentos objetos del
estrato n-1 de la jerarquía y, a la vez, sólo ser argumento de funciones de estrato n+1. El
que para poder establecer la jerarquía –postularla-, Russell tuvo que usar nociones como
“propiedad”, “relación”, “tipo”, etc. Todas ellas, sin embargo, pueden tomar como
conclusión –como indica Griffin- es radical: la Teoría de Tipos es errónea desde su propia
hemos definido anteriormente. Un símbolo, como vimos, determina una clase: la de todos
los signos que pueden usarse para expresar el sentido que dicho símbolo (si es un
dicha clase era mediante una variable que recogiera todas las posibilidades de ocurrencia
del símbolo en cuestión dentro de proposiciones con sentido. Pues bien, si a los conceptos
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
propios podía expresárselos con una función –como proponía Frege-, los conceptos que
Wittgenstein denomina formales (como objeto, propiedad, proposición, etc.) no corren esta
misma suerte una vez que se ha renegado de la Teoría de Tipos, pues –sin las restricciones
propias de la teoría russelliana- surge la posibilidad de las paradojas. Para dar un ejemplo,
si “proposición” fuera un concepto propio al que le correspondiera una función, ésta podría
rechazar la idea de que los conceptos formales (a los cuales también llama “pseudo-
conceptos”) se definan como funciones. El modo en el cual los mismos pueden ser
representados, sin embargo, es mediante –justamente- variables (4.127), esto es, signos que
muestren su “forma general”. Así, para tomar un ejemplo que el mismo Wittgenstein usa, el
“nombre variable ‘x’ es el signo genuino del pseudo-concepto objeto” (4.1272). Del mismo
modo, el signo ‘φ’ –entendido como una variable de segundo orden- es el signo genuino del
En esto, precisamente, consiste la doctrina del mostrar: nada puede decirse sobre los
conceptos formales –tan relevantes para la semántica- sino que sus propiedades se
muestran en las proposiciones mismas. Lo que las variables rescatan son las características
conceptos.
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
mostrado por la configuración de los elementos de la misma. Recordemos que una figura
establece las correlaciones entre los elementos de la figura y los elementos del estado de
cosas representado. Ahora bien, por lo indicado en los párrafos recientes, las propiedades
formales –la estructura de la proposición, en este caso- no pueden ser expresadas mediante
funciones, como las propiedades propias. Así, lo que la oración muestra –la estructura del
estado de cosas que representa su sentido- no puede ser a su vez predicado en el lenguaje.
mostrado, no puede ser dicho” (4.1212). Una proposición “muestra cómo se comportan las
y, con ello también, el dominio de lo expresable en el lenguaje. Esto es, “dar la esencia de
la proposición” (5.471). Así, como indica en el prólogo a dicha obra, podrá cumplirse el
objetivo del libro: “trazar un límite al pensar o, más bien, a la expresión de los
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
Resumidamente, los pasos para llegar a este objetivo son los siguientes:
elementales (TLP 5), esto es, que una proposición sólo puede aparecer en otra
2) Demostrar que todas las funciones de verdad puede reducirse a una única operación
veritativali (5.5).
3) Dar con una notación que exprese que toda proposición se reduce a esta única
operación; esto es, dar una forma variable (4.53) que pueda ser aplicada a cualquier
que las proposiciones son o bien son elementales o bien compuestas. Si fueran del segundo
tipo, siempre debería existir un análisis posible que la redujera a una o más proposiciones
elementales y de aquí podemos deducir que en este sistema toda proposición es reductible a
una elemental. Luego, dada una proposición elemental con sentido –esto es, recordemos
una vez más, una tal que dé cuenta de un estado de cosas posible-, la misma es o bien es
verdadera o bien es falsa; o bien los objetos a nombrados por sus elementos se
interrelacionan como los objetos de la figura, o bien no lo hacen (4.21). Luego, como se ha
afirmado que los estados de cosas atómicos son todos independientes entre sílii, podemos
establecer que –dadas dos proposiciones elementales- nunca podemos, a partir de la verdad
o falsedad de una, concluir la verdad o falsedad de la otra (4.211). Así, es posible establecer
lo siguiente: dada una proposición elemental, las posibilidades veritativas son dos; dadas
47
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
Como sólo han quedado –luego del análisis lógico- proposiciones elementales, toda
otra proposición se reduce a la selección de valores de verdad 2n para cada una de las
p q 1 2 3
V V V V V
V F F V V
F V F V F
F F F F F
caso de dos proposiciones, es de 16, aunque aquí hayamos solamente ejemplificado tres.)
proposición”, que indiqué como ítem 2), lo primero es determinar qué sucede con las
notación. Las mismas no refieren a nada en el mundo; afirma, incluso, que esto último es
su “idea fundamental” (4.0312). De los muchos argumentos de los que se vale, indicaré
únicamente (5.42) que esto se encuentra en conexión con los trabajos de Sheffer (como es
referido por Russell en la Introducción), que demostró que todas las conectivas
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
y no q” (también leída como “ni p ni q”). Wittgenstein opta por la última, la cual
proposicionesliv. Así, si toda conectiva lógica puede definirse mediante únicamente ésta,
toda combinación posible de proposiciones podrá definirse mediante dicha función. Por
ejemplo: “p o q” puede definirse como “((p↓q) ↓(p↓q))” (es una sencilla operación
Por último, 3), la notación elegida por Wittgenstein para expresar esta variable que
[p, ξ, N(ξ)]
cuales son proposiciones (5.5, 5.501, 5.502). Sin embargo, a pesar de la mala prensa de la
cual goza la Introducción russelliana, en este punto particular no hay motivos para
Así, “el [signo] completo (p, ξ, N(ξ)) [refiere a] todo aquello que puede obtenerse
seleccionando algunas del grupo de proposiciones nuevamente obtenido unidas con otras
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
del grupo primitivo –y así indefinidamente”lvi. Lo cual significa: este signo permite la
que cualquier conectiva proposicional puede definirse (como se señaló a partir de los
trabajos de Sheffer) por la sucesiva aplicación de esta operación N(…)lvii. Por esto, el signo
completo denota justamente aquello que puede ser reemplazado significativamente por
De este modo, puesto que las proposiciones elementales únicamente afirman que tal
y cual configuración de los elementos de los estados de cosas es el caso y puesto que las
(las cuales, de este modo, no agregan nada al contenido de las proposiciones elementales –
pues las constantes lógicas no refieren a nada), Wittgenstein puede afirmar “[l]a forma
general de la proposición es: las cosas se comportan de tal y tal modo” (4.5). Éste pues,
será el ámbito de las proposiciones con sentido: la descripción de estados de cosas posibles.
1.2.3.6 La lógica
Especial mención merece, en cualquier texto que intente esbozar las líneas
fundamentales del Tractatus, el lugar que en dicha obra se le otorga a las proposiciones de
la lógica. Wittgenstein (que fue uno de los dos inventores de las tablas de verdad) encontró
que en las mismas existían dos casos límite: cuando todas las columnas de la función
arrojan el valor V y cuando todas las columnas arrojan el valor F. Al primer caso se lo
esto es que toda proposición cuyo valor de verdad es alguno de estos dos no representa
50
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
ningún hecho posible: los estados de cosas atómicos, en el Tractatus, nunca son ni
precisamente- como una combinación posible de objetos. Así, por definición, sólo se
denominará estado de cosas a una estructura que –dada la forma de los objetos
componentes- puede llegar a darse. Algo imposible, por esta misma estipulación, nunca es
misma llegara a combinar sus elementos de modo tal que estos determinaran una
establecida- permite articulaciones imposibles de los objetos referidos. Esto es una falla al
determinan estados de cosas (por definición, posibles). Luego, dado que la combinación de
los objetos del estado de cosas puede darse o no darse, la proposición –elemental- que la
represente siempre podrá ser verdadera o falsa: a esta característica Anscombe la denomina
bipolaridadlviii. De esto se sigue que tanto las tautologías como las contradicciones son
proposiciones compuestas. Pues bien, a las primeras pertenecen todas las proposiciones de
“(p.(p→q) )→q”, etc. Que sólo las proposiciones de la lógica sean tautológicas se sigue de
o falsedad de una nunca es posible deducir la verdad o falsedad de otra, entonces ninguna
función veritativa que tome por argumentos a proposiciones elementales diferentes puede
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
implica que las mismas sean absurdas (unsinnig), pues –como se señaló- los absurdos
proposición, una proposición que carece de un estado de cosas correlativo será, por esto,
una proposición carente de sentido. Sin embargo, Wittgenstein afirma que estas
proposiciones muestran algo: “la armazón lógica del mundo” (6.124). Esto, quizás algo
sorprendente, cobra sentido si recordamos que una variable recoge justamente todos los
usos con sentido de un signo. Ahora bien, dado que todo signo significativo puede ser
puesto en conjunción con una tautología y conservar su sentido (el producto lógico tiene
por resultado la misma tabla de verdad que el signo solo), Wittgenstein afirma que “[l]a
tautología es lo común de todas las proposiciones que nada tienen en común entre sí”
(5.143); como las proposiciones que “nada tienen en común entre sí” son las proposiciones
elementales (las cuales, como se dijo, son todas mutuamente independientes), se sigue de
aquí que las tautologías –que corresponden a las proposiciones de la lógica- son lo común
elementales son todas las proposiciones que afirman algo sobre el mundo –el resto se forma
a partir de ellas, mediante la operación “N(…)”. Luego, las tautologías son lo común a la
clase de proposiciones que habla sobre el mundo. Y, como se ha visto en el caso de los
símbolos, una clase común a una serie de signos determina los rasgos formales de estos
signos: así es que las proposiciones de la lógica muestran los rasgos formales del mundo.
52
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
Éste es, resumidamente, el argumento que está detrás de la afirmación tractariana que
que las mismas siempre son de la forma “tal o cual estado de cosas es el caso”: esto es,
“[l]a proposición representa el dar o no darse efectivo los estados de cosas [atómicos]”
(4.1). De aquí que Wittgenstein infiera que “[l]a totalidad de las proposiciones verdaderas
es la ciencia natural entera” (4.11), esto es, disciplinas cuyos objetos de estudio son –
precisamente- los estados de cosas posibles. Pero la filosofía no tiene por objeto esto, ella
no es una “ciencia natural” (4.111). Así, la única labor que le resta a la filosofía es la de la
“clarificación lógica de los pensamientos”, siendo de este modo una “actividad” y no una
la “forma real” de las proposiciones, del mismo modo que propuso Russell en su Teoría de
Descripciones (4.0031). Sin embargo, esto no es algo que sea necesario en el lenguaje
corriente, donde todas las proposiciones “están perfectamente ordenadas desde un punto de
modo:
6.53 El método correcto de la filosofía sería propiamente éste: no decir nada más que
lo que se puede decir, o sea, proposiciones de la ciencia natural –o sea, algo que nada
tiene que ver con la filosofía- y entonces, cuantas veces alguien quisiera decir algo
metafísico, probarle que en sus proposiciones no había dado significado a ciertos
signos. Este método le resultaría insatisfactorio –no tendría el sentimiento de que le
enseñábamos filosofía-, pero sería el único estrictamente correcto.
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
perfectamente ordenado desde un punto de vista lógico y sólo la filosofía (en su sentido
tradicional) produce los desvaríos que la filosofía misma (en el sentido tractariano) debe
corregir, la labor de la filosofía (tractariana) es de este modo una labor esencialmente anti-
pero puedo sin embargo destacar aquí que en este período de su producción él no creía que la epistemología
fuera realmente una disciplina filosófica –de hecho, no existiría, según su posición, ninguna disciplina
estrictamente filosófica (con excepción, quizás, de la lógica). Puede leerse en TLP 4.1121 “La teoría del
conocimiento es la filosofía de la psicología”; para entender este pasaje hay que tener en cuenta, como se
indicará más adelante, que aquí “filosofía” debe interpretarse como “clarificación lógica de los pensamientos”
y no como un cuerpo teórico sistemático.
xvii Puede suponerse que la noción de “cosa” u “objeto” no aparece entre 1 y 2, pues la expresión “estado de
cosas” traduce el término alemán Sachverhalt, y que, por lo tanto, en realidad la concatenación entre estas
expresiones no surge hasta la proposición 2.01, que afirma “El estado de cosas es una conexión de objetos
(cosas)”. Sin embargo, como indica Anscombe (1971: 29), a pesar de que “[l]iterally this word simply means
‘situation’”, “[e]timologically it suggests ‘hold of things’-i.e. a way things stand in relation to one another”.
Así, creo que no es incorrecto permitirme esta licencia terminológica.
xviii No debe entenderse esto del mismo modo en el cual las letras que inician el alfabeto, en mayúscula, son
usadas como variables proposicionales en metalógica. El significado preciso de esta expresión, así como lo
que la motiva, serán explicados oportunamente.
xix Pears (1973: 70).
xx Kenny (1995: 73). La bastardilla me pertenece.
xxi Anscombe (1971).
xxii Griffin (1964).
xxiii Stenius (1960).
xxiv Mounce (1981).
xxv Las interpretaciones respecto de qué sean los “objetos” tractarianos es todavía controversial. Wittgenstein
da ejemplos que hacen pensar en datos de los sentidos y también ejemplos en los cuales pareciera que se trata
de objetos físicos. Carpintero (1996) apoya la primera interpretación, Griffin (1964) la segunda y Keyt (1963
y 1965) indica que la intención de Wittgenstein era que su posición fuera lo suficientemente amplia como
para recoger cualquiera de ambas posibilidades.
xxvi Aunque indican que éste último posee “cierto matiz de generalidad y composición […]: como si un
sucesivas citas de este trabajo usaré, a pesar de todo, dicha traducción, e indicaré –si es relevante- que se
habla de estados de cosas atómicos.
xxviii Anscombe (1971: nota al pie en 30).
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
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2. La escalera tractariana
ética, la estética y las ciencias naturales, concluye de un modo que cualquier lectura
6.54 Mis proposiciones esclarecen porque quien me entiende las reconoce al final
como absurdas [unsinnig], cuando a través de ellas -sobre ellas- ha salido fuera de
ellas. (Tiene, por así decirlo, que arrojar la escalera después de haber subido por
ella.)
Tiene que superar estas proposiciones; entonces ve correctamente el mundo.
La razón por la cual las proposiciones tractarianas son tomadas como absurdas es
que las mismas han usado constantemente aquellos conceptos formales (palabra,
proposición, objeto, etc.) cuyo empleo había sido señalado como productor de absurdos.
Recordemos que el modo adecuado de designar un concepto formal era mediante una
variable; sin embargo, en el Tractatus las mismas han sido usadas como conceptos
propios, afirmando que ciertas cosas caían bajo ellos (al indicar que ciertas cosas son
proposiciones y ciertas no lo son, se afirma que algo cae o no cae bajo el concepto
proposición) o que los mismos estaban subordinados a otros conceptos (por ejemplo, al
“mostrar su sentido”, estando el primero subordinado -éste es el término que usa Frege
misma era imposible pues ya en su misma fundación se violaban las prohibiciones que
ella determinaba. Así, al final del Tractatus, descubrimos que esta obra que pretendía ser
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
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una superación de la Teoría de Tipos, en última instancia no ha logrado ir más allá que
aquélla.
Introducción, afirmó:
Nótese que aquí Russell, entre otra cosas, sugiere la posibilidad de reintroducir su
Teoría de Tipos (cito: “la posible existencia de una salida, bien a través de una jerarquía
de lenguajes”), lo cual parece dar cuenta de la conciencia que él tenía de que este
reintroducir ciertas jerarquías es tomada por Rudolf Carnap con su distinción entre modo
material del discurso y modo formal del discurso, donde éste último era un tipo de
discurso que podía usarse para dar cuenta de los rasgos formales propios del lenguaje,
constituyéndose así como metalenguajelxi. Sin embargo, como hemos visto, la posición
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
disconformidad intelectual”, según la cual las doctrinas tractarianas eran mostradas pero
no dichas, fue ampliamente aceptada por otros autores. Por ejemplo, Max Blacklxii, autor
de la única obra que analiza las doctrinas del Tractatus proposición por proposición,
únicamente “decir”, entonces las proposiciones del Tractatus no comunican nada. Pero,
dado que el libro mismo insiste en que hay muchas cosas que no pueden ser dichas, sino
sólo mostradas, puede entenderse que en esta categorías caen las proposiciones de la obra
misma, las cuales exhiben las propiedades del lenguaje y del mundo y, en este sentido, no
son peores que las proposiciones de la lógica, las cuales tampoco dicen nada. Pero esto es
proposición de decir algo sobre el mundo, pero no de mostrar; además, las proposiciones
carentes de sentido poseen valor de verdad. Nada de esto sucede con los absurdos: éstos
[e]sta es la visión de algo que puede ser mostrado incluso cuando nada ha sido
afirmado. De este modo Wittgenstein ya había dicho que no todo lo que carezca de
sentido es una insensatez [gibberish]. Las tautologías, por ejemplo, no son
insensateces –ellas muestran la forma lógica- pero tampoco poseen sentido. Ahora
bien, las proposiciones del Tractatus no son tautologías pero ellas perteneces más o
menos a la misma categoríalxiii.
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
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[e]l Tractatus es una ejercicio en lógica semántica, pero hace su trabajo por medio
del mostrar en lugar del decirlxiv.
Por otra parte, es de recalcar que incluso existen autores que señalan el carácter
en el asunto, por lo menos en el marco de sus obras principales, como Kenny, Anscombe,
Griffin y Stenius (todos ellos, autores de los más reconocidos libros sobre esta obra
wittgensteiniana).
Hay un detalle que vale la pena mencionar respecto de esta situación paradójica
del Tractatus. Históricamente, tres son los problemas fundamentales que llevaron al
abandono de las doctrinas del Tractatus. En primer lugarlxv, a partir de los trabajos de
Alonzo Church de los años treinta, quedó establecido que existen regiones importantes de
la lógica que son indecidibles: esto es, no existe ningún procedimiento algorítmico según
el cual pueda establecerse, para cualquier fórmula bien formada, que la misma sea o no
un tautología (recordemos que para el Wittgenstein del Tractatus todas las proposiciones
aspectos fundantes de su teoría que ya no pueden sostenerselxvii. Por último, las críticas
que el mismo autor llevó a cabo, en las Investigaciones Filosóficas, a la idea misma de
objeto simple y de determinación de sentido (IF §§ 22, 23 y 24), terminaron por restar
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
llamativo el que no haya sido nunca el foco de las críticas ni del abandono de la teoría
vistas de lo sugerido hasta el momento, hubiera sido esperable que así fuera. Sin
embargo, el expediente del “mostrar” pareció calmar las ansiedades respecto de este
sostenida en primera instancia por Cora Diamond -y luego elaborada por principalmente
asociación directa entre la obra del primer Wittgenstein y la del segundo; en particular,
cierta utilidad terapéutica gracias a la cual nos vemos curados de la ilusión de sentido
entender que toman en forma literal lo afirmado en 6.54, esto es, sostienen que la
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
“escalera” debe ser arrojada en su totalidad, restando luego de esto tan sólo una
existe una obvia tensión en la idea de afirmar que Wittgenstein está exponiendo
doctrinas metafísicas acerca de la realidad mientras que también afirma que las
proposiciones filosóficas son absurdas, y que cualquiera que lo entienda reconocerá
que las proposiciones del TLP caen bajo esta clase. La distinción entre mostrar y
decir, es reconocido, no puede totalmente aliviar esta tensión. La idea de que las
verdades metafísicas acerca de la realidad que el TLP intenta comunicar son
verdades que no pueden ser dichas, pero que se hacen a sí mismas manifiestas,
requiere que aceptemos que las proposiciones de Wittgenstein son de hecho
absurdas, pero un tipo especial, iluminador de absurdo. El hecho de que la idea de
absurdos iluminadores sea una difícil de digerir, sugieren, no significa que
Wittgenstein no se haya sentido atraído por ellalxxi.
De este modo, podemos indicar con claridad los puntos contra los cuales se erige
la interpretación “terapéutica”:
61
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
(6.54). Llama a estas secciones “el marco” de la obra, en el cual se nos indica el modo de
Posiblemente sólo entienda este libro quien ya haya pensado alguna vez los
pensamientos en él contenidos, o pensamientos parecidos. No es, pues, un manual.
[…]
De aquí, Diamond infiere un detalle importante para la lectura del libro: éste “no
dirige hacia nuestra ignorancia” lxxiii, no intenta enseñarnos algo que no supiéramos.
El libro quiere, pues, trazar un límite al pensamiento o, más bien, no al pensar, sino a
la expresión de los pensamientos: porque para trazar un límite al pensar tendríamos
que poder pensar ambos lados de este límite (tendríamos, en suma, que poder pensar
lo que no resulta pensable).
Así pues, el límite sólo podrá ser trazado en el lenguaje, y lo que reside más allá del
límite será simplemente absurdolxxiv.
Según Diamond, esto no debe ser interpretado como que existan pensamientos no
expresables, pensamientos que si el lenguaje fuera diferente podríamos transmitir con él.
En la lectura de esta autora, el pasaje no debería dejar lugar a dudas: lo que reside más
allá del límite de las proposiciones con sentido es “simplemente absurdo”. El hincapié de
Diamond en esta última afirmación debe ser entendido en referencia a la pretensión de las
lecturas metafísicas de que exista algo así como una subdivisión en los absurdos: los
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
meros absurdos y los absurdos iluminadores. Este será, precisamente, el tema que
Fue Conant, en diversos artículoslxxv, quien brindó con detalle el desarrollo para la
este autor, Wittgenstein vio una tensión entre dos posiciones acerca del absurdo en la
obra de Frege, a las cuales Conant denomina “concepción austera del absurdo” y
absurdo:
lógica”.
b) Concepción austera: según ésta, sólo existe –desde el punto de vista lógico-
proposición 6.54lxxvi. Este concepto se ve dividido, a su vez, según cuál sea la concepción
63
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
ser dicho.
Así, para las lecturas “metafísicas”lxxvii del Tractatus, esta obra anima la asunción
respecto de la elucidación.
Ahora bien, según Conant, las lecturas metafísicas son la consecuencia interpretar
al Tractatus como sostenedor de una doctrina que Wittgenstein había advertido en la obra
de Frege; dicha doctrina es la recién indicada “concepción sustancial del absurdo”; Peter
continuidad entre ambos autoreslxxviii. En este punto, Conant se aparta de Geach pues –si
bien cree lícito que se enfatice la importancia que el pensamiento fregeano sobre esta
cuestión tuvo en el Tractatus- considera que, como ya se indicó, lo que hace Wittgenstein
una objeción de Benno Kerry según la cual la afirmación fregeana de que “concepto” y
“objeto” no son conceptos relativos –esto es, funciones que un mismo elemento cumple
64
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
según el contexto- se vería refutada. Para Kerry, un concepto puede cumplir el papel de
Los dos cuernos del dilema que presenta Kerry son los siguientes. Por un lado,
según la definición fregeana acerca de algo que caiga bajo un concepto de primer nivel,
las primeras tres palabras de esa oración (“el concepto caballo”) refieren a un objeto. Sin
embargo, dada la (aparente) verdad de lo que esa oración afirma, ellas deben referir a un
concepto. Así, esta oración parece mostrar algo que es, a la vez, tanto objeto como
conceptolxxx.
“estricto sentido lógico” y que las confusiones surgen a partir de que Kerry mezcle su uso
con el fregeano. Para entender cuál es el uso fregeano de estas palabras, Conant nos
invita a recordar los tres principios que Frege postula en su Die Grundlagen der
Arithmetik:
Conant, luego de mostrar la íntima conexión entre estos tres principios (según la
cual, negar uno es negar a los otros), nos indica que a los mismos subyace una doctrina
de la primacía del juicio: no se empieza con los conceptos y los objetos para combinarlos
y luego llegar a los juicios, sino que se llega a ellos a través del proceso de análisis del
65
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
Volviendo al ejemplo de Kerry, las primeras tres palabras (“el concepto caballo”)
Kerry de que éstas refieren a un objeto, pero justamente al hacerlo, pierden el carácter
predicativo o de insaturación propio de los conceptos. Así, este ejemplo –en la óptica de
Frege- no muestra lo que Kerry pretende probar: que allí el referente sea un concepto
Conceptografía de Frege, para los términos “concepto” y “objeto”. Sin embargo, éstos
Kerry impugna lo que llama mi definición de concepto. Ante todo, me gustaría hacer
la observación de que mi explicación no pretendía ser una definición propiamente
dicha. Tampoco se puede exigir que se defina todo, del mismo modo que no se
puede exigir al químico que descomponga todas las substancias. Lo que es simple no
puede descomponerse, y lo que es lógicamente simple no puede definirse
genuinamente. […] No queda otra que guiar al lector o al oyente por medio de
indicaciones indirectas, hacia la comprensión de lo que quiere decir con la
palabralxxxi.
Dado que las definiciones no son posibles para los signos primitivos, debemos
utilizar otro método. Lo llamo elucidaciones [Erläuterungen]… Alguien que persiga
la investigación sólo por sí mismo no las necesitaría. El propósito de las
elucidaciones es puramente pragmático; y una vez que es alcanzado, debemos
sentirnos satisfechos. Y aquí debemos contar con cierta buena voluntad y
entendimiento cooperativo, incluso cierta adivinación; porque frecuentemente no
podemos hacerlo sin un modo figurativo de expresiónlxxxii.
66
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
Teniendo esto en mente, la respuesta de Frege, según Conant, puede ser resumida
lingüística diaria.
Aquí Conant señala lo siguiente: si se observa con atención estos pasos, se notará
que los mismos parecen obedecer (con excepción de 2, por supuesto) a la interpretación
todo esto se encuentra en el marco de una importante dificultad lingüística, pues sus
concepto”lxxxiv. Algo más adelante, nos indica que: “lo que se enuncia sobre un concepto,
no puede enunciarse jamás de un objeto […]. No quiero decir que sea falso enunciar de
un objeto lo que se enuncia aquí de un concepto; más bien quiero decir que es imposible,
67
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
que carece de sentido”lxxxv. De este modo, Frege no sólo afirma que la oración de Kerry
es un absurdo, sino que también sus propias oraciones respecto de los conceptos lo son.
similar carácter, de las cuales vale transcribir la que sigue: “[s]i quiero hablar de un
concepto, el lenguaje, con una fuerza casi irresistible, me compele a usar expresiones
inapropiadas que oscurecen –diría casi falsifican- el pensamiento”. Puestas así las cosas,
esto permitiría atribuir a Frege una concepción sustancial del absurdo pues (i) Frege se
encuentra a sí mismo en esos casos tratando de decir algo que, propiamente hablando, no
puede ser dicho y (ii) afirma que en tales casos existe un pensamiento contra el cual las
validez de identificar a una expresión con una categoría lógica particular si aquélla ocurre
Podría identificarse esta oración como conteniendo dos expresiones, cuyo uso con
c) El rojo es un color
68
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
¿Cuál es el problema aquí? Que “es un color” es un predicado de segundo orden, que
no puede aplicarse a objetos. Así, parecería que la causa del absurdo aquí deriva de la
segundo orden.
Esto indica que aquí tenemos un caso particular de sinsentido, cuyas características
son:
determinado.
Grundlagen Der Arithmetik, advertimos que no deberíamos, al analizar una oración, sólo
pensar en los usos previos de las palabra integrantes de la misma: lo correcto es observar
qué función cumple cada una de ellas en esa oración, qué es lo que aportan al
pensamiento.
Frege, en esta línea, también nos ha advertido que la misma palabra puede
funcionar a veces como palabra de objeto y otras veces como palabra de concepto. Esto
puede suceder en ciertos usos creativos del lenguaje, como ilustra el siguiente ejemplo
69
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
a) Trieste no es Viena.
referencia de dos nombre propios. En realidad, aquí “Viena” cumple la función de una
elegante ciudad”, etc. Ahora bien, ¿cómo se llega a esta interpretación? Justamente,
tratando de imaginar una situación en la cual esta proposición pueda ser enunciada con
5.473 […] Un signo posible debe también poder designar. Todo lo que es posible en
lógica está también permitido. (“Sócrates es idéntico” no quiere decir nada porque
no hay ninguna propiedad que se llame “idéntico”. La proposición es absurda porque
no hemos establecido una determinación arbitraria [la de llamar a una propiedad
“idéntico”], pero no porque el símbolo no estuviera permitido en y por sí mismo.)
[…]
5.4732 No podemos dar a un signo el sentido incorrecto.
5.4733 Frege dice: cualquier proposición formada correctamente debe tener un
sentido; y yo digo: cualquier proposición posible está correctamente formada y si
carece de sentido ello sólo puede deberse a que no hemos dotado de significado a
alguna de sus partes integrantes.
(Aunque creamos haberlo hecho.)
Así, “Sócrates es idéntico” no dice nada porque no hemos dado a la palabra
“idéntico” ningún significado en cuanto adjetivo. Porque si aparece como signo de
igualdad, entonces simboliza de un modo y manera totalmente distinto –la relación
designante es otra diferente-, o sea, el símbolo es también en ambos casos de todo
punto diferente; ambos símbolos sólo tienen casualmente uno con otro en común el
signo.
permite que el mismo signo corresponda a símbolos distintos. Así, la oración “la mesa es
un color” carece de sentido pues no hemos dado a “es un color” ningún significado como
predicado de primer orden. Pero bien podríamos hacerlo, quizás bajo algún argot
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
particular, y designar con el predicado “ser un color” a las cosas que nos parecen, por
ejemplo, agradables (lo cual sería un típico uso creativo del lenguaje, de los que se suelen
significa: la oración siempre está correctamente formada (contra Frege), y también lo está
en el caso del mero absurdo “Sirusuza es sarazasa”. El problema en ambos casos reside
en cuestión. Por supuesto, cuando vemos una oración como “esta mesa es un color”,
usual. Y allí aparece el absurdo. Pero éste sólo es producto de partir de los signos hacia la
adivina, su respuesta es que no: no existen, para el primer Wittgenstein, dos tipos de
absurdo; uno en el cual las palabras simplemente no signifiquen nada (sean una mera
concatenación de signos posibles) y otro en el cual las palabras designen pero estén
combinadas de un modo imposible, según esa misma designación. Sólo habría casos del
71
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
la sostenida por Frege, y es a partir del intento de ver la posición de uno en el otro que ha
Para terminar de apreciar a las lecturas llamadas terapéuticas, debemos ahora ver
cómo es que se supone que la obra misma funciona. Hasta aquí, como hemos visto,
parece haber quedado demostrado que en el Tractatus sólo existe un tipo de absurdo. Así,
la idea misma de “absurdo iluminador” –sostenida por los adherentes a las lecturas
“metafísicas”- es ella misma otro caso de absurdo. Pues bien, resta indicar entonces cómo
es que la obra nos lleva al “ascenso” luego del cual debemos “arrojar la escalera”.
[e]l Tractatus se propone mostrar que (como Wittgenstein luego lo formuló) “no
puedo usar el lenguaje para salir del lenguaje” […]. Realiza este propósito
primeramente alentándome a suponer que puedo usar el lenguaje de tal modo, y
luego permitiéndome trabajar a través de las (aparentes) consecuencias de estas
(pseudo)proposiciones, hasta que llego al punto en el cual mi impresión de que haya
habido una determinada suposición (a través de cuyas consecuencias he estado
explorando) se disuelve. Así, en lectura del Tractatus aquí sugerida, lo que sucede, si
el libro logra su objetivo, no es que (1) yo alcance a concebir una posibilidad tan
extraordinaria (un pensamiento ilógico), (2) juzgue a “eso” como imposible, (3)
concluya que la verdad de este juicio no puede ser acomodada dentro de (la
estructura lógica de) el lenguaje porque la misma trata acerca de (la estructura lógica
de) el lenguaje, y (4) proceda a comunicar (bajo la apariencia de sólo “mostrar” y no
decir “eso”) qué es lo que no puede ser dicho. En cambio, lo que debe suceder es que
yo pierda el interés en dichos escalones y entonces: (5) arroje la escalera entera (los
otros cuatro escalones previos).
libro constituiría una experiencia, un “viaje” –como lo denomina McGinn- luego del cual
hemos adquirido una “perspectiva” respecto del discurso filosófico en general. Cualquier
72
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
por Diamond como “acobardarse” (chickening out), esto es, fingir que arrojamos la
focalización en los siguientes dos elementos respecto del uso del lenguaje:
a. No podemos siquiera concebir qué sería hablar sobre algo que sea
Mediante a) y b), inferimos que nuestro inicial hablar de mundo, hechos, objetos y
demás, se muestra ahora vacío y debemos por tanto abandonarlo: no podemos acercarnos
2) Más adelante, nos damos cuenta de que este tipo de discurso recién utilizado
es una proposición que no haga uso de los conceptos formales problemáticos, los
conceptos que intentan estar a la vez dentro y fuera del lenguaje. Esto toma la
73
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
ahora abandonar nuestro anterior hablar acerca de las propiedades formales del
lenguaje. La importancia de esta variable es que, sin ir más allá de los límites del
lenguaje, nos muestra las proposiciones que pueden ser usadas para expresar un
sentido.
3) De este modo, al final del Tractatus hemos advertido que creíamos entender
aquellas proposiciones, pero las mismas eran –en realidad- meros absurdos. El
la hegeliana, en esta dialéctica no hay una síntesis final de las tesis y antítesis
reconocería como inconducente. En esta línea, Conant ha trazado paralelos entre el autor
quien escribió un libro para poder refutarlolxxxviii. De este modo, según Conant, el
Por supuesto, resta la pregunta de cómo es que esto sucede. Si los absurdos
dialéctico? La respuesta de estos autores está expresada por Conant en el texto que sigue:
74
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
Para entender cómo se supone que los propios Unsinnen del Tractatus logran
elucidar (cuando los de los otros filósofos mayormente desorientan), alguna
distinción entre sinsentido desorientador y sinsentido iluminador es evidente
requerida; pero, en la lectura austera, los sinsentidos iluminadores no son más un
vehículo para una clase especial de pensamiento. Si el propósito de la elucidación,
según la interpretación [metafísica]lxxxix, es el de revelar (a través del empleo de
absurdos sustanciales) aquello que no puede ser dicho, entonces, según la lectura
austera, el propósito de las elucidaciones tractarianas es el de revelar (a través del
empleo de meros absurdos) que lo que parece ser absurdo sustancial es mero
absurdo.xc
A esta clase de absurdos –meros absurdos-, que sin embargo poseen la propiedad
de “llevarnos” desde una perspectiva a otra, Diamond los denomina transicionales. Para
explicar cómo los mismos logran su propósito, Diamond se vale de dos elementos. En
misma se afirma que las proposiciones tractarianas elucidan por “quien me comprende las
reconoce al final como absurdas” (mi bastardilla). Esta particularidad, ya advertida por
son las proposiciones –pues son meros absurdos- sino en cambio a Wittgenstein, nos
alguien dice. Esto, según Diamond, se realiza mediante cierta “actitud imaginativa”. Lo
que quiere indicar aquí no es muy diferente de lo que Frege mismo señalaba respecto de
sus elucidaciones: éstas también requerían de “cierta adivinación” por parte de quien lee
o escucha. En la óptica Diamond, para poder entender a alguien que afirma absurdos es
necesario primero, entender qué es lo que hacemos al entender a alguien que afirma
proposiciones con sentido. Según Diamond, en este caso lo que hacemos es practicar
“una comprensión que es la misma cosa que tu propia capacidad de usar una oración
inteligible de tu propio lenguaje para dar el contenido de lo que esa persona está diciendo
75
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
absurdo: como hemos visto, la teoría wittgensteiniana no da lugar a una región del
pensamiento donde habiten los absurdos. Luego, adscribir a un sujeto –digamos, a un tal
intentamos comprender a una persona que afirma un absurdo, esto es, una proposición
que no resulta pensable, es de cualquier modo intentar “ir lo más lejos que podamos con
tipo de actividad imaginativa, que es exterior a la proposición –puesto que todos los
primer momento, imaginar lo que los sostenedores de ciertos absurdos filosóficos tienen
en mente. Asimismo, nos invita a realizar esta actividad imaginativa, para finalmente
advertir que la misma carece completamente de sentido, que sólo hemos padecido una
ilusión de sentido. Así, al final del camino, nos limitamos meramente al discurso
2.2 ¿Es posible ascender una escalera cuyos escalones son ilusorios?
Hintikka y a P.M.S. Hacker, autor de quizás la más minuciosa crítica que se le haya
realizado a las lecturas terapéuticas. Los argumentos, usualmente, se dividen en dos: los
externos y los internos. Estos últimos, por su parte, incluyen tanto indicaciones concretas
de que el Tractatus, dada su misma estructura, no puede ser leído de la manera que las
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
contenido a una gran obra, en el intento de salvarla. Hintikka, en su artículo “What Does
del Tractatus”. Este último indica, en primera instancia, que es posible ver al joven
semántica. Así, según este autor, “era virtualmente predecible que un pensador como
inexpresable”xcvii. En este sentido, lo único hecho por Wittgenstein fue radicalizar una
posición que ya podía verse tanto en los trabajos de Frege como en los de Russell, ambos
esto se manifiesta en casos que Hintikka presenta y que son esencialmente los que ya
mismosxcviii.
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
consideración de estas cuestiones históricas, no puede ser alegado como premisa para
por lo menos una vez que uno tiene en mente este “clima de época” que Hintikka indica.
ser mantenidas luego de la proposición 6.54 –en particular, que no existiría nada que sólo
pueda ser mostrado (dado que, según los sostenedores de la lectura terapéutica, la idea
misma de una oposición mostrar/decir debe ser arrojada junto con la escalera)- provee
abundante material externo al Tractatus para cancelar dicha propuesta. Recordemos que
para los sostenedores de la lectura terapéutica, una afirmación como “A es un objeto” (el
mostrar pero que –en una representación correcta- podría ser dicho. Tal afirmación es un
absurdo, como hemos visto, dado que no se ha dotado a “objeto” de un significado como
concepto propio.
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
(ii) cartas de la época de desarrollo de Tractatus –de las cuales la más importante
en la que le indica a Russell que el objetivo principal del libro es “la teoría de aquello que
puede ser expresado por las proposiciones […] y aquello que no puede ser expresado por
(iii) discusiones con amigos: en particular, con Russell y Ramsey, con los cuales pasó, en
el Tractatus y, sin embargo, ninguno jamás llegó a entender que Wittgenstein renegara de
la distinción así como tampoco tuvieron noticia del carácter “ilusorio” y “terapéutico” de
dichas doctrinas;
(iv) el paper de la Sociedad Aristotélica: en este artículo del ’29 Wittgenstein reafirma
muchas de las doctrinas expresadas en el Tractatus, así como también reniega de algunas
de ellas afirmando “solía creer que…”; pero si las posiciones de los nuevos
wittgensteinianos fueran correctas, ¿cómo es posible que diez años más tarde
Wittgenstein afirmara todavía estas doctrinas que, supuestamente, eran meras “ilusiones”
terapéuticas?c
Wittgenstein creyera sobre su obra y, de esta manera, todas las críticas externas
mencionadas fueran de escaso valorci. Incluso si este autor hubiera creído que existía algo
así como verdades inefables que eran comunicadas a través de cierto tipo particular de
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
absurdo, nuestro ejercicio exegético podría abocarse a intentar ver de qué modo es
posible leer el Tractatus para que éste resulte los más provechoso posible al evitar el
modo, en lo sucesivo, indicaré las críticas que buscan demostrar que esto tampoco parece
viable. Estas críticas se dividen en dos, como indiqué anteriormente: primero, aquellas
que muestran que la obra misma no puede ser leída desde la óptica que la lectura
interpretación) y, por otra parte, las críticas que refieren a ciertas inconsistencias internas
puedan brindar respecto de que el Tractatus deba ser leído de esa manera, con excepción
de la interpretación que ellos mismos hacen del “marco”, esto es, el Prefacio y la
Si esto es así, pareciera que, pace nuevos wittgensteinianos, hubiera algo así
dado el papel fundamental que estos autores le otorgan al “marco”, es que efectuaran
alguna clase de análisis respecto de esta afirmación. Sin embargo, como señala Hackerciii,
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
tal análisis está ausente en los artículos en cuestión y esto es más grave si se recuerda que
estos pasajes –el Prefacio y la proposición 6.54- deben ser tomados literalmente –y no
transicionalmente.
Por otra parte, si bien en sus lecturas hacen uso de elementos que no pertenecen al
“marco” de la obra (esto también se discutirá más adelante), no prestan ninguna atención
a los numerosos pasajes de la misma donde se afirma la existencia de ciertas cosas que no
puede ser dichas, y sólo mostradas –por ejemplo, mediante las características del
simbolismo. Pero sería esperable que se diera alguna interpretación de estos pasajes y no
que se los barra a un costado por “transicionales”; o, como mínimo, debe explicarse
claramente de qué modo los mismos podrían ser considerados “transicionales”. Tales
Veamos ahora las críticas internas a la propia lectura terapéutica. En primer lugar,
los sostenedores de esta interpretación indican que no hay en el Tractatus una pretensión
de que las elucidaciones –al intentar decir lo que sólo puede ser mostrado- nos indiquen
un lista de verdades inefables sobre la estructura lógica del mundo y de las posibles
que es una ilusión pensar que existe un tipo tal de verdades que no puedan ser expresadas
en el lenguaje; así, las elucidaciones tiene por objeto hacernos ver que más allá del límite
de lenguaje no yacen verdades inefables, sino únicamente meros absurdos. Pero, como
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
indica Hacker, “esto es curioso, porque ningún filósofo más que Wittgenstein había
nunca estado tentado a afirmar que las verdades necesarias, o las verdades sintéticas a
priori, fueran inefablesciv. Ésta no es una enfermedad de la cual nadie haya nunca
necesitado una cura. A través de la eras, los filósofos habían pensado que tales verdades
Asimismo, vale recalcar también que la misma dicotomía que estos autores
pretenden eliminar en lo referente a los absurdos –la dicotomía entre absurdo sustancial y
mero absurdo- se ve reintroducida por ellos mismos, cuando establecen divisiones entre
absurdos transicionales y meros absurdos (hemos citado a Conant concediendo esto). Por
supuesto que los absurdos transicionales no intentan comunicar verdades inefables sobre
la estructura de la realidad, como sí los absurdos sustanciales. Pero, ¿cómo es que hacen
anteriormente parece ser un intento de responder a esto. Pero si no hay nada que
puede decirse que los sostenedores de una visión sustancial del absurdo están en pie de
Por otra parte, estos filósofos –además del marco- “eximen” implícitamente a
gran parte de las proposiciones del Tractatus de la condena de ser arrojadas. (En
es ilustrado en forma irónica por Hacker, cuando nos indica respecto de tales
proposiciones que “ellas son también absurdas. Wittgenstein no dijo, en TLP 6.54, ‘Mis
proposiciones elucidan porque quien me entiende las reconoce al final como absurdas
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
-¡excepto por 4.126, 4.1272, 5.473 y 5.4733!’.” Es justamente en esto que radica la más
importante crítica que puede realizársele a las lecturas terapéuticas del Tractatus (crítica
explicitada tanto por McGinncvi, como por Hintikka y Hacker): ¿en virtud de qué
“trayectoria” del viaje que nos propone Diamond: el punto más alto es aquel en cual se
sentido. Pues bien, si esta proposición es arrojada también, ¿por qué quedamos
“limitados al discurso diario”, dado que el mismo criterio a partir del cual habíamos
carácter de absurdo?
1) p * supuesto
……
bien, los sostenedores de la lectura terapéutica no pueden dar ningún elemento que
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
que los mismos no pueden sostenerse, pues caen en contradicción, ¿por qué debemos –
metafísico”? Todo lo que parece haber sido probado es que este discurso metafísico en
particular no puede sostenerse; a menos, claro, que algo del Tractatus no deba ser
cuando en éste se expresa que –según la lectura terapéutica- “se sostiene que la obra
que no provee ninguna comprensión genuina que no sea en última instancia cancelada en
La crítica según la cual una lectura decidida no deja espacio para elementos de comprensión
está basado en la mala interpretación de que Diamond (y sus colaboradores, incluyendo a
James Conant y a mí) haya presentado una interpretación del Tractatus. No lo ha hecho. Ella
ha argumentado que la interpretación dominante subyace en una incorrecta y anti-
wittgensteiniana noción del absurdo […]. Ella, por lo tanto, ha articulado un programa para
interpretar el texto. Esto no es todavía interpretarlo. […] En breve, la idea de una lectura
decidida es programática y nuestra comprensión depende enteramente en la ejecución de este
programacix.
Agrega que, sin embargo, “algo de esto” ha sido realizado, en alusión a ciertos
carácter programático no parece ser más que eso, un refugio; además, no es claro que
Por otra parte, si aceptáramos la narración según la cual esta tradición no se inicia con el
trabajo de Diamond del ’88 sino que se remonta a ciertos trabajos pioneros del ’69cx, es
un hecho notable que en estos 40 años no se haya podido desarrollar del programa, por
obra de Ricketts, nada más que el análisis de las cerca de 40 proposiciones de 2.0s –unas
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
cuatro carillas-, respecto de un libro de apenas 85 páginas; es claro que esto último no es
una crítica sustancial, pero da cuenta de que, para decirlo con una expresión hoy en día
Esto es todavía más visible en la réplica que Goldfarb hace de las críticas externas
de Hacker respecto de las afirmaciones post-tractarianas del propio Wittgenstein, del tipo
“solía creer que p”, donde “p” es, por ejemplo, “existe una conexión entre el lenguaje y el
esperanza) es que el desarrollo del actual análisis disolutivo [terapéutico] nos revelará
simples, y demás, son esenciales para llevar el proceso analítico adelante (el cual es de
programático vuelve a ser utilizado frente a críticas cuya respuesta no parece tener lugar
Cabe otorgar cierto espacio a la propuesta de McGinn, quien postula una posición
–literalmente- intermedia. Esto parte de sopesar las virtudes y desventajas de las lecturas
“terapéuticas” y de las lecturas “metafísicas”. Así, afirma que la lectura terapéutica nos
que son transmitidas –de algún modo- mediante oraciones absurdas. Además, esta
posición se toma en serio la afirmación wittgensteiniana de que los absurdos del libro
deben ser “arrojados”. E incluso permitiría explicar el impacto profundo que todo esto
85
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
filosofía.
Sin embargo, McGinn comparte con los críticos de esta lectura el problema
mencionado respecto de cómo es posible que el trabajo realice este propósito sin
paradójica –aunque sí problemática, como se indicó- y, a la vez, parece hacer más justicia
a las repetidas afirmaciones del propio autor (tanto en el libro como en registros
Una respuesta más sensata es la de buscar una tercera vía de interpretación, una que
combine las ventajas de ambos y que no tenga las desventajas de ninguno. Es un
asunto fácil ver aquello que tal interpretación debería lograr: simplemente tenemos
que listar las fortalezas de cada una de estas interpretaciones y buscar una que las
incorpore a todas. Lo que nosotros queremos, entonces, es una interpretación que
evite la sugerencia de que existen verdades inefables sobre la realidad, pero que
permita que haya algo detrás de los comentarios de Wittgenstein; que permita que
esos comentarios desaparezcan completamente, pero que habilite a los mismos llevar
a cabo algo importante; que evite que Wittgenstein se vea comprometido con alguna
doctrina metafísica, pero que no caiga en la paradoja de la autodestruccióncxiv.
en honor a la importancia que esta palabra tiene para el libro. Sin embargo, existe un
[u]na característica distintiva de esta lectura es que realiza una división dentro de las
mayores líneas vertebrales del TLP. Por un lado, están aquellas líneas que, como
mostraré, caben en el concepto de elucidación. Esas líneas, quiero argumentar,
representan las verdaderas penetraciones de Wittgenstein en la naturaleza del
lenguaje; aunque éstas experimenten un desarrollo, son centrales para el todo de la
86
El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
filosofía de Wittgenstein, temprana y tardía. Por otro lado, están esas líneas que
penden de presuposiciones no garantizadas e ideas equivocadas, las cuales tienen sus
raíces en la idea primitiva de lenguaje que gobernaba el pensamiento de
Wittgenstein por esas épocas. Estas ideas equivocadas estaban fundadas, por lo
menos en parte, en la idea, primero, de que el sentido debe ser determinado y,
segundo, que la forma lógica de las oraciones de nuestro lenguaje puede ser
totalmente exhibida a través de variables en un simbolismo lógicamente perspicuo.
Son estas ideas las que son gradualmente abandonadas mientras Wittgenstein se
hacía más y más abierto a lo que se revelaba como el ‘fenómeno espacial y temporal
del lenguaje’ (PI 108)cxv
lugar, en ninguna indicación explícita del texto tractariano; esto es claro, dado que la
autora misma señala que las líneas que no “caben en el concepto de elucidación” son
líneas que el autor del Tractatus de hecho sostenía por los tiempos en los cuales escribió
la obra, por lo cual no es sorprendente que nada en esta última indique que las mismas no
deben ser tomadas en cuenta porque en el futuro su autor las abandonará. Confieso que
Pareciera que divide las doctrinas de la obra en virtud de la posibilidad de que estas sean
o no sostenibles –así, por ejemplo, deja del lado de lo que, según ella, “no pertenece al
afirmación de que todas las verdades lógicas son tautologíascxviii. Sin embargo, no veo de
qué modo esto sea un procedimiento exegético lícito y provechoso, si lo que se pretende
sostenidas y articuladas, presentando de este modo cierta unidad. Por supuesto, puede
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
Milton Laufer
especularse que las intenciones de McGinn son más vastas: quizás lo que se propone es
indicar de qué modo leer el Tractatus para entender su continuidad con el segundo
período de la obra de este autor; esta presuposición parece verse avalada en la afirmación
cual, también, cabría esperar que el mismo se presentara a sí mismo como una
interpretación respecto de únicamente esta obra; de hecho, éste es el caso, pues así como
no se indica ninguna pretensión de que el trabajo tenga por objetivo explicitar estos
puntos de contacto entre ambas etapas, tampoco existen más que tres o cuatro referencias
La lectura, a pesar de todo, posee ciertos atractivos a los cuales haré mención en
detalle. Sin embargo, dada la autoridad de esta autora en el tema que nos ocupa, era
necesario tanto mencionar su posición como indicar los motivos que me separan de la
misma.
lix Esto es, “para todo x, si x es una proposición entonces x muestra su sentido”.
lx TLP, 152.
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Llegado este punto del presente trabajo, uno podría preguntarse qué valor han
tenido –si alguno- los pronunciamientos de los “nuevos wittgensteinianos”. Si, como se
Mi opinión es que el valor de esta discusión, más allá de la creciente claridad que
toda relectura crítica de un texto pueda brindar sobre el mismo, es doble: en primer lugar,
en la literatura referente al Tractatus. Por otra parte, nos ha brindado un nuevo conjunto
estos puntos.
no parece posible –tanto desde una perspectiva histórica como desde una sistemática-
relativo a su estatus: pareciera que la misma sólo puede ser interpretada como bordeando
Asimismo, la otra cara de esta moneda es que tales verdades inefables son
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
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en el párrafo anterior.
utilidad para la empresa de subsanar estos problemas. El lector advertirá que, al hacerlo,
me veré comprometido con las lecturas denominadas “metafísicas”, motivo por el cual
inefables”.
“Conferencia sobre ética”cxxi; considero que de ésta pueden extraerse algunas nociones
que en Tractatus había sido desterrado del campo del sentido: la ética. Hay que tener
doctrinas que había sostenido en su obra temprana. El ejemplo eminente en este texto,
“me asombro ante la existencia del mundo” no difiere de su afirmación en TLP 6.44: “No
cómo sea el mundo es lo místicocxxii, sino que sea”. Ahora bien, a la hora de interpretar tal
he aquí lo primero que tengo decir: la expresión verbal que damos a estas
experiencias carece de sentido. Si afirmo: “Me asombro ante la existencia del
mundo”, estoy usando mal el lenguaje. Me explicaré: tiene perfecto y claro sentido
decir que me asombra que algo sea como es. Todos entendemos lo que significa que
me asombre del tamaño de un perro que sea mayor a cualquiera de los vistos antes, o
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
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veo ahora que estas expresiones carentes de sentido no carecían de sentido por no
haber hallado aún las expresiones correctas, sino que era su falta de sentido lo que
constituía su mismísima esencia. Porque lo único que yo pretendía con ellas era,
precisamente, ir más allá del mundo, lo cual es lo mismo que ir más allá del lenguaje
significativo. Mi único propósito […] es arremeter contra los límites del lenguaje.
[…] Lo que dice la ética no añade nada, en ningún sentido, a nuestro conocimiento.
Pero es un testimonio de una tendencia del espíritu humano que yo personalmente no
puedo sino respetar profundamente y que por nada del mundo ridiculizaríacxxiv.
que los mismos representan como pruebas contra las lecturas terapéuticas. Dos son los
existen afirmaciones absurdas que, sin embargo, se dirigen hacia algo (“más allá de los
límites del lenguaje”). En segundo, que la lectura “irónica” que Conant propone no
parece condecirse con las intenciones del autor del Tractatus, pues afirma que el discurso
ético –discurso absurdo por excelencia en términos tractarianos- merece su respeto y que
Ahora bien, queda claro en estos pasajes que Wittgenstein está tratando con
absurdos idénticos a los que utilizaba en el Tractatus –de hecho, la expresión “me
asombro ante la existencia del mundo” es casi un calco de la proposición del Tractatus
ya citada, pues justamente lo que ésta quiere expresar es que lo que pertenece al terreno
de lo indecible no es cómo sea el mundo, sino que éste exista (“no cómo sea […] sino que
sea”). Aquí vale una aclaración: si bien puede parecer que lo que en este caso se está
haciendo es cierta explicitación del funcionamiento del “asombro”, según el cual tiene
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sentido asombrarse de que algo sea de tal o cual modo, pero no de que algo sea, en
realidad esto debe ser entendido en conexión con la ya mencionada interpretación que
cosas; en este sentido, el análisis final de una proposición con dichos verbos es ‘p’ dice p:
esto es, determinada configuración de objetos sígnicos significa que p. Ahora bien, si p es
un absurdo –y afirmar ‘el mundo existe’ lo es- entonces también es un absurdo afirmar
que alguien cree –quiere, se asombra, siente- que p. Así, podría decirse –figuradamente-
que las oraciones con verbos de actitudes proposicionales heredan el carácter de absurdo
asombro de que el mundo exista” es idéntico a afirmar “el mundo existe dice que el
mundo existe”, donde las palabras en bastardilla están mencionadas y las segundas
usadas.
Pues bien, ¿cómo es que se construyen estos absurdos que van más allá del
mundo, del lenguaje? La respuesta parece darla Wittgenstein en el pasaje que sigue:
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
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nuestro caso, tan pronto como intentamos dejar a un lado el símil y enunciar
directamente los hechos que están detrás de él, nos encontramos que no hay tales
hechoscxxv.
hecho. Así, en el ejemplo dado, cuando usamos el término “correcto” en un sentido ético,
este uso guarda cierta semejanza con su empleo habitual, en frases como “ésa es la
abandonar este modo de hablar indirecto, descubrimos que no es posible describir lo que
En este sentido, creo que las proposiciones tractarianas podrían ser –contra
Recordemos que éstas, como hemos citado, buscan “guiar al lector o al oyente por medio
Conant en particular, hacen mucho hincapié en que para el Tractatus sólo existe una
existe esta única clase y que sus interpretaciones respecto de los pasajes referidos a por
qué “Sócrates es idéntico” es un absurdo son las que mejor recogen las pretensiones
wittgensteinianas. Esto fue claro en nuestro ejemplo de “Esta mesa es un color”. Así
también, indican que “A es un objeto” es una expresión carente de sentido, del mismo
Tractatus, ambas, en cierto sentido, pertenecen a la misma categoría: meros absurdos. Sin
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embargo, como hemos visto, estos autores finalmente se ven obligados a dividir a los
apuntan hacia verdades inefables). Diamond, conciente de esta dificultad, indica que
existen propiedades “externas” a los sinsentidos: “internamente” todos son idénticos. Las
este modo, si su movimiento es lícito, debería también serlo introducir algo con análoga
función en nuestra lectura. Propongo que esto sea la noción de “símil”, la cual, como
hemos visto, es además propiamente wittgensteiniana. Pero recordemos que existen dos
clases de símiles: los normales y los absurdos. Estos últimos son el objeto de la
honor a una palabra cara a la discusión presente, los denominaré “símiles elucidatorios”.
¿Cómo funcionan lo símiles elucidatorios? Por la citas que hemos visto, presentan
tres propiedades: la primera, es que a primera vista hacen uso de palabras que parecen
funcionar de un modo análogo a ciertos empleos con sentido de las mismas; la segunda,
corresponda a lo que queríamos decir; la tercera, por último, es algo más laxa, aunque
puede presentársela según los siguientes rasgos: en esta clase de símiles, parece que se
predica de un objeto o de alguien algo que está operando con una suerte de necesidad,
del mundo”, pues parece resultar inconcebible una representación del mundo no siendo.
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Asimismo, si en lugar de “la carretera correcta para ir hacia tal o cual lado”, dijéramos
“la carretera absolutamente correcta”, ésta sería aquella que -cito a Wittgenstein- “al
verla, todo el mundo debería tomar por necesidad lógica”cxxvi. En esta misma línea,
respecto del uso como símil del término “bueno”, Wittgenstein nos invita a apreciar el
pero usted no está jugando bien”, él podría respondernos “ah, tiene usted razón, pero no
quiero jugar mejor”. En esta situación, diríamos “bueno, de acuerdo”. Pero, según
no podríamos aceptar como una respuesta válida “sí, tiene usted razón, pero no quiero ser
buena persona”. En los tres casos ejemplificados (la existencia del mundo, la carretera
absolutamente correcta y la bondad ética), este autor parece sugerir como rasgo distintivo
objeto y es este rasgo, concedo que algo difuso, al que he mencionado como
3.2 Lo antepredicativo
Como hemos visto, una de las grandes problemáticas respecto de las afirmaciones
“pensamientos no proposicionales”. Sin embargo, creo que esto es un error. Para explicar
por qué, me valdré una analogía. Pensemos en el juego llamado mecano. Los mecanos
estructuras (un auto, un avión, una casa). Esto es posible sólo mediante el
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que el jugar el juego del lenguaje consiste únicamente en esta actividad de combinación,
que el acto de la predicación es tan sólo la unión de estos componentes, ¿cómo es posible
decir lo que un pieza es? ¿cómo es posible afirmar la forma de combinación de las
piezas? Tan sólo, como hemos visto, podemos unir las piezas en cuestión. Sin embargo,
combinación o de cierta pieza. Pero forma parte esencial de este modo de entender el acto
un elemento que considero que será de ayuda para comprender esta cuestión. En dicha
composición; esto, obviamente, se aplica a los dos casos restantes (Metafísica: 1027b,
20-22). Sin embargo, en el caso de lo simple no es posible realizar este acto, dado que
nada es predicable de lo simple. Por ello, Aristóteles afirma que en este caso particular
“lo verdadero es tocar y decir [phasis], e ignorar es no tocar” (Metafísica: 1051b, 23-25).
Nótese, aquí, que se hace un distinción entre afirmar [katáphasis] o negar [apóphasis] y
decir [phasis]: esto último no establece una predicación y, por ello, lo denominó lo
antepredicativo.
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un objeto”. Esto es algo que se muestra en una proposición totalmente analizada –cuya
única diferencia con cualquier otra proposición es que en ella reconocemos directamente
el símbolo en el signo (6.122). Así, por ejemplo, sabemos que a es un objeto en las
proposiciones Pa y aRb. Pero ‘a’ no es una fórmula bien formada y por tanto no podemos
objeto”, pues el pseudo-concepto objeto, como ya hemos visto, sólo puede ser indicado
por una variable (‘x’): el único modo de afirmar “A es un objeto” sería mediante una
b) ∃x x=a
Pero, por lo dicho anteriormente, esto no agrega nada a lo que ya sabíamos de ‘a’:
A los objetos sólo puedo nombrarlos. Los signos hacen las veces de ellos. Sólo
puedo hablar de ellos, no puedo expresarlos. Una proposición sólo puede decir cómo
es una cosa, no lo que es.
Lo que intento sugerir aquí es que este es un caso donde nos encontramos frente a lo
antepredicativo.
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“decir” tractariano.
“verdades inefables” era precisamente que, según sus sostenedores, éstas consistían en
pensamientos que no podían expresarse. Esto entra en obvia tensión con la definición de
Russell- que, de este modo, figuran determinados estados de cosas. Así, la idea misma de
es expresable. Pero si ahora entendemos que las proposiciones tractarianas, con su uso de
pseudo-conceptos, todo lo que hacen es apuntar hacia estos elementos de los cuales
llamarlo “lo inefable” pues, como se indicó, no se está aquí en un ámbito donde pueda
hablarse de verdad.
Por otra parte, en este sentido parece pronunciarse el mismo Wittgenstein cuando
afirma:
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La lógica está antes de toda experiencia –de que algo es así. Está antes del cómo, no
antes del qué.
Para articular las nociones hasta ahora presentadas, quisiera hacer notar dos cosas
que resultaba inconcebible que las mismas no tuvieran. En virtud de esto, puede
advertirse que el uso del símil parece adecuarse bastante bien a esta noción de lo
estas representaciones simples, parece ser inconcebible que los objetos no posean la
una propiedad a A que es inconcebible que A no posea –sin dejar de ser A). Esto está
no la posea” (4.123).
autor.
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advertimos que, de hecho, usamos el lenguaje del modo en el cual Wittgenstein afirma
hacia ciertas distinciones presentes en una práctica que realizamos, la del uso del
lenguaje.
A tal fin, quisiera recordar algunos elementos que ya hemos analizado y agregar
otros nuevos. En primer lugar, es importante volver a citar este fragmento que inicia el
libro:
Posiblemente sólo entienda este libro quien ya haya pensado alguna vez los
pensamientos en él contenidos, o pensamientos parecidos. No es, pues, un manual.
[…]
siguiente sentido: el libro no está dirigido hacia nuestra ignorancia. No pretende decirnos
algo que no sepamos. Esto, como indica en la proposición penúltima -6.54- lo hará a
través de elucidaciones.
Los significados de los signos primitivos [los nombres] pueden ser explicados
mediante aclaraciones [elucidaciones: Erläuterungen]. Aclaraciones son
proposiciones que contienen signos primitivos. Sólo pueden ser, pues, comprendidas
si los significados de estos signos son ya conocidos [bekannt].
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
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Esta proposición, que Griffin llama “la paradoja de los nombres”cxxix, indica una
situación algo curiosa: para que el significado de un signo simple me sea comunicado,
debo verlo usado en proposiciones con sentido; pero para poder comprender a dichas
En ambos casos, como vemos, existe una paradoja similar: para poder
Tractatus: el papel preponderante que se afirma, una y otra vez, respecto del uso del
lenguaje (algo que quizás ha sido eclipsado por la importancia que esto tiene en el
cuestión:
3.262 Lo que no alcanza a expresarse en los signos es cosa que muestra su uso. Lo
que los signos [ocultan]cxxx es cosa que expresa su uso.
[…]
3.326 Para reconocer [erkennen] al símbolo en el signo hay que atender a su uso con
sentido.
3.327 Sólo unido a su uso lógico-sintáctico determina el signo una forma lógica.
3.328 Si un signo no se usa, carece de significado. [Bastardilla en el original.]
Así, la proposición es definida como el uso proyectivo de ciertos objetos sígnicos. Lo que
pretendo recalcar con estos casos, reitero, es el énfasis que el texto wittgensteiniano pone
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
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diaria.
Esto puede ser puesto en relación con el aspecto de la lectura de McGinn que –en
el capítulo anterior- indiqué que me parecía en extremo valioso. Según ella la obra
wittgensteiniana
Con excepción de los pasajes en los cuales McGinn niega que las afirmaciones
tractarianas pretendan dar cuenta de algo verdadero respecto del mundo y el lenguaje –de
lo que se aparta, como se indicó, por el temor a las problemáticas “verdades inefables”-
postularse una paradoja consistente en que, para comprender lo que se nos quiere
Considerando el énfasis que el texto pone en la cuestión del uso del lenguaje y esta
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El primer Wittgenstein y el problema de lo inexpresable
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las “elucidaciones” es que el receptor advierta ciertas distinciones que yacen (como
afirma McGinn) “en la superficie, a simple vista” en nuestro uso del lenguaje, podemos
decir –con Diamond- que el libro no se dirige a nuestra ignorancia; en cambio, lo que
busca es hacernos ver ciertos aspectos de cómo usamos el lenguaje, algo que
actividad de la elucidación.
incluyen nociones como forma lógica, proposición, objeto. Como hemos visto para el
caso de este último pseudo-concepto, que algo “caiga” bajo él se muestra en el uso que
sobre ética”. Allí se afirmaba que las proposiciones absurdas en cuestión buscaban ir
fuera del mundo y luego indicaba que esto era lo mismo que ir más allá de los límites del
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“salir del lenguaje para hablar sobre el lenguaje”; esto es, la posibilidad del
metalenguaje.
Pero, por otra parte, es claro que en estas proposiciones citadas se hace alusión a
lo que traté de señalar anteriormente: los conceptos de los cuales trata el Tractatus se
expresarían ellos mismos en nuestra práctica lingüística. Es por ello que puede
observar de otro modo, desde otra perspectiva, la manera en la cual usamos el lenguaje.
Respecto de esta inefabilidad propia de la reflexión sobre el lenguaje, la cual sin embargo
Nuevamente, entiendo este pasaje como indicando que existe cierto elemento
expresado en nuestro uso del lenguaje, el cual no puede –sin embargo- ser comunicado a
de expresar un sentido mediante ciertos signos. De esta manera, el modo de operación del
Tractatus buscaría –mediante símiles elucidatorios que apelan a nociones como, por
las mismas.
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Conclusión
misma, existe sólo una razón a causa de la cual una proposición resulta un absurdo. Sin
embargo, esto en sí no implica que todos los absurdos sean iguales en el uso que hacemos
de ellos. La distinción, trazada por Diamond, entre aspectos internos y externos de los
externamente el último tiene un uso “transicional” mientras que el otro no, donde
“transicional” es el modo de negar que exista algún contenido que la segunda proposición
pretenda decir que pueda mostrarse de algún otro modo. Como hemos visto, que algo sea
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ejemplificadas difieren en lo que pretenden decir. Como indica Alberto Moretti, para el
exitoso”cxxxiii. Afirmé, por mi parte, que este mismo gesto podía ser asociado con una
tan sólo a dicho gesto que pretende decir algo frente a lo cual “el lenguaje, con una fuerza
tractariana debe mucho a la distinción fregeana entre concepto y objeto, con la salvedad
de que la insaturación que frege predicaba de los conceptos en el caso del Tractatus se
aplica a todos los objetos. Pero la situación es análoga; y análogos los problemas que esto
genera. Aquí podemos referir al punto 2) que las lecturas terapéuticas le impugnan a las
metafísicas. Conant cree posible atribuir a Frege una concepción sustancial del absurdo y
que oscurecen, casi diría falsifican, el pensamiento”); de este modo, Frege estaría
tomar en forma excesivamente literal los textos fregeanos, homologando este uso
informal de la palabra “pensamiento” a aquel con el cual Frege indicaba el sentido de las
verdad). En este uso técnico del término, no creo que Frege sostuviera que en sus
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Para tratar de echar algo de luz sobre esta cuestión, me he valido de la noción aristotélica
aspectos que son anteriores lógicamente al acto de expresar un sentido. De esta manera,
elementos, algo que sea propiamente un estado de cosas, la noción de verdad no debería
también.
conformara una Doctrina o Cuerpo Teórico, sugerí que quizás un modo de aliviar esta
acusación –como propone McGinn- sea el de interpretar que lo que las elucidaciones
pretenden es invitarnos a advertir ciertas distinciones que operan en el acto mismo del
lingüísticas. Por supuesto, que se llame a esto o no “Doctrina” puede ser una cuestión
meramente nominal. Podría replicárseme, incluso, que la distinción que establezco parece
simplemente por el hecho de que, al advertir que usamos el lenguaje de este modo,
advertimos ipso facto que son verdaderos; así, estos no conformarían una Doctrina
puesto que no son especulativos. Pero creo que esto es errar el punto de Wittgenstein. En
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mi opinión, el foco aquí hay que ponerlo en la idea según la cual una Doctrina es algo
que debe ser enseñado –comunicado- a alguien. Es en este sentido en el cual considero
que el Tractatus no pretende conformar una Doctrina y por ello he puesto el énfasis en
hacemos uso de ciertos objetos, las palabras. Lo cual, dirá años más tarde el mismo autor,
cxix Las ideas que desarrollo en este capítulo fueron presentadas en las IV Jornadas Wittgenstein, realizadas
el año 2006 en Buenos Aires, y en el XIV Congreso Nacional de Filosofía AFRA, Tucumán, en el año
2007.
cxx Con excepción de Diamond (2000a), la cual, sin embargo, no le otorga el papel que aquí le adjudico.
cxxi Wittgenstein (1929b).
cxxii Lo místico, como se indicó al citar al prólogo de Russell, es identificado por Wittgenstein con la región
de aquello que sólo puede mostrarse: “[l]o inexpresable, ciertamente, existe. Se muestra, es lo místico”
(6.522). Es un detalle interesante notar que en la etimología indoeuropea de esta palabra la raíz es “mu_”,
la cual comparte con “mudo”, en ambos casos relacionado con cerrar los labios y callar.
cxxiii Wittgenstein (1929b: 6).
cxxiv Wittgenstein (1929b: 8).
cxxv Wittgenstein (1929b: 7).
cxxvi Wittgenstein (1929b: 5).
cxxvii Esto le permitió a Coffa establecer una comparación entre los conceptos fregeanos y los objetos
tractarianos: si los conceptos fregeanos tenían “agujeros”, todos los objetos tractarianos los poseen. Así,
aquí habría implícita una crítica a Frege, respecto de la pretensión de este último de postular, a priori,
cuántas “categorías lógicas” existen. Coffa (1991: 144).
cxxviii Como espero que se entienda, todo esto suponiendo que la teoría tractariana fuera correcta.
cxxix Griffin (1964: 132).
cxxx Muñoz y Reguera traducen “tragan”; Tierno Galván “ocultan”, lo cual, considero, es más entendible.
cxxxi McGinn (1999: 502).
cxxxii TLP, p. 15 (estudio preliminar).
cxxxiii Moretti (2007: 169). Mi bastardilla.
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