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¿Cómo va la vida?

Finlandia obtiene buenos resultados en muchas medidas de bienestar general en


comparación con la mayoría de los países incluidos en el Índice para una Vida
Mejor. Finlandia tiene un alto desempeño en educación y competencias, y se sitúa
por arriba del promedio en otras dimensiones: ingresos y patrimonio, empleo y
remuneración, estado de la salud, compromiso cívico, calidad medioambiental,
satisfacción, seguridad personal, sentido de comunidad, vivienda y balance vida-
trabajo. Estos resultados se basan en una selección de datos disponibles.
Aunque el dinero no puede comprar la felicidad, es un medio importante para
lograr estándares de vida más elevados. En Finlandia, el ingreso familiar
disponible neto ajustado promedio per cápita es de 29 374 USD al año, cifra
menor que el promedio de la OCDE de 30 563 USD al año. Hay una brecha
considerable entre los más ricos y los más pobres; la población situada en el 20%
superior de la escala de ingresos gana casi cuatro veces lo que percibe la
población que ocupa el 20% inferior.
En términos de empleo, el 69% de las personas de 15 a 64 años de edad en
Finlandia tienen un empleo remunerado, cifra mayor que el promedio de la
OCDE de 67%. Cerca del 71% de los hombres tienen un empleo remunerado, en
comparación con el 68% de las mujeres. En Finlandia casi el 4% de los
empleados tienen un horario de trabajo muy largo, cifra mucho menor que el
promedio de la OCDE de 13%; y, entre ellos, el 6% de los hombres trabajan
muchas horas en comparación con solo el 2% de las mujeres.
Tener un buen nivel educativo y de competencias es un requisito importante para
encontrar empleo. En Finlandia, el 88% de los adultos de 25 a 64 años han
terminado la educación media superior, cifra mayor que el promedio de la
OCDE de 74%. Esto se aplica más en el caso de las mujeres que de los hombres,
ya que el 85% de ellos han terminado con éxito la educación media superior en
comparación con el 91% de las mujeres. Finlandia es un país con alto desempeño
en lo que respecta a la calidad de su sistema educativo. El estudiante promedio
obtuvo un resultado de 523 puntos en lectura, matemáticas y ciencias en el
Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas
en inglés) de la OCDE.Este resultado es mucho mayor que la media de la OCDE
de 486. En promedio en Finlandia, las niñas superaron a los niños por 24
puntos, diferencia considerablemente mayor que la brecha media de la OCDE de
2 puntos.
En el campo de la salud, en Finlandia la esperanza de vida al nacer es de 82
años, dos años más que el promedio de la OCDE de 80 años. La esperanza de
vida para las mujeres se sitúa en los 84 años, en comparación con 79 años para
los hombres. El nivel de partículas atmosféricas PM2.5 —partículas
contaminantes del aire lo suficientemente pequeñas como para penetrar en los
pulmones y dañarlos— es de 6.2 microgramos por metro cúbico, cifra
considerablemente menor que el promedio de la OCDE de 13.9 microgramos por
metro cúbico. Asimismo, Finlandia tiene un alto rendimiento en cuanto a la calidad
del agua, pues el 94% de las personas dicen estar satisfechas con la calidad
del agua, cifra mayor que el promedio de la OCDE de 81%.
En lo que concierne al ámbito público, en Finlandia hay un fuerte sentido de
comunidad y moderados niveles de compromiso cívico: el 95% de las personas
creen conocer a alguien en quien pueden confiar cuando lo necesiten, cifra
mayor que el promedio de la OCDE de 89%. La participación electoral, una
medida de la participación ciudadana en el proceso político, fue del 69% durante
elecciones recientes, cifra que coincide con el promedio de la OCDE. La
condición social y económica puede afectar los niveles de votación; la participación
electoral entre el 20% que ocupa el nivel superior de la escala de ingresos se
estima en 74%, mientras que para el 20% que ocupa el nivel inferior se estima en
61%, diferencia que coincide con la brecha promedio de la OCDE de 13 puntos
porcentuales.
En general, los finlandeses están más satisfechos con su vida que el promedio de
la OCDE. Al pedírseles que calificaran su satisfacción general ante la vida en una
escala de 0 a 10, los finlandeses le otorgaron una calificación promedio de
7.5, cifra mucho mayor que el promedio de la OCDE de 6.5.

Finlandia está situada al noreste de Europa y es miembro de la Unión Europea


desde 1995. Tiene una población de 5,5 millones de habitantes y 300.000 km2.
Finlandia es una república democrática y parlamentaria. El Poder Ejecutivo
está en un Consejo de Estado, presidido por un primer ministro, elegido por el
Parlamento.

Con la Guerra del Norte, Finlandia, pierde parte de su territorio en manos de la


Rusia imperial. En 1917, después de la Revolución bolchevique en Rusia, se
independiza. Durante la Segunda Guerra Mundial, Finlandia lucha contra la
Unión Soviética y al perder, en 1948, debe asumir compromisos políticos,
concesiones e indemnizaciones. Es en 1991, con la disolución de la Unión
Soviética, cuando Finlandia cambia su situación geopolítica y se integra a la
Unión Europea.

Cambio de modelo. Después de ser Finlandia un país con una gran presencia
estatal, decide cambiar de modelo, rompiendo los monopolios públicos a base
de privatizaciones y desregulación. La estabilidad económica la alcanza a base
de estimular el ahorro interno, poco endeudamiento y un estricto control
macroeconómico de sus finanzas. Paralelamente, los principales pilares de su
desarrollo se concentraron en la investigación y desarrollo de nuevas
tecnologías, un sistema educativo que genera una mano de obra altamente
calificada, grandes recursos forestales, innovación, un Estado solidario, la
reducción de barreras para la creación de nuevas empresas, seguridad jurídica,
instituciones sólidas, excelente infraestructura, altas inversiones en transportes
y un ambiente de negocios favorables a la inversión extranjera. Gracias a esas
transformaciones, en el 2002, ya Finlandia se había convertido en una de las
economías más competitivas del mundo, manteniendo hasta la fecha ese
liderazgo en el desarrollo social y económico.

Salud. La política finlandesa en salud ha tenido dos objetivos principales: dar


servicios médicos de calidad a la población y reducir las disparidades en salud
entre los diferentes estratos sociales. La salud es universal e independiente de
las condiciones económicas de las personas. Los servicios de salud se
financian con los ingresos de impuestos, y los servicios primarios son
brindados por cada gobierno local. La calidad es de primera y el modelo de
salud ha evolucionado de estar centrado en los hospitales a un énfasis en la
prevención, promoción y servicios primarios.

Educación. En Finlandia la educación pública es de excelente calidad. Todos


los niños, incluyendo los que tienen alguna discapacidad, asisten a la escuela.
Todos tienen garantizada la oportunidad de estudiar y superarse. Todos
pueden autodesarrollarse según sus capacidades, independientemente de sus
limitaciones. Mas del 70% de la población completa la secundaria y el 30%
tiene un grado universitario o de educación terciaria. El país cuenta con el
mayor número de ingenieros y científicos de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Su fuerza laboral tiene las
destrezas para adaptarse a cualquier ambiente o cambio tecnológico.

El sistema educativo tiene cuatro niveles: preescolar, educación básica,


educación secundaria y la educación superior. Los tres primeros niveles son
organizados y coordinados por los municipios. La educación superior tiene dos
variantes: las universidades y los politécnicos. Las universidades reciben el
65% de su financiamiento y se enfocan en la enseñanza teórica y la
investigación ligada al sector productivo. Los politécnicos están enfocados en la
práctica y entrenan para puestos de expertos en cada rama técnica. El
financiamiento del Estado a los politécnicos es de un 56% y el resto se le cobra
al alumno. La educación está muy orientada al sector tecnológico y a la
innovación.
Cómo Finlandia dejó de ser el país del mundo donde más gente
moría porque le fallaba el corazón

"Cuando le preguntaban a la gente si sufría de enfermedad coronaria,


respondían 'aún no'".

Así ilustró la dimensión del problema que Finlandia enfrentó en los años 70 Vesa
Korpelainen, gerente ejecutivo del Centro para la salud pública de Carelia del Norte,
una región en la frontera con Rusia.
Por aquellos años, los ingredientes favoritos de los norcarelios -así como de todos los
finlandeses- eran la mantequilla, la leche entera, salchichas y sal.

Además, uno de sus hobbies era fumar.


Eso contribuyó a que Finlandia tuviera la tasa más alta de incidencia de muertes por
enfermedades cardíacas del mundo. Y en Carelia del Norte era 40% más alta que en el
resto del país.

Fue entonces que el gobierno le asignó a un médico de 27 años con un máster en


Ciencias Sociales la tarea de resolver la situación.
Se llamaba Pekka Puska y lo nombraron Director General del Instituto Nacional de
Salud Pública de Finlandia.
En menos de dos generaciones, la reducción en la mortalidad fue dramática y el estilo
de vida de los finlandeses se tornó en un modelo para el mundo.

El precio de la celebración
El reto era inmenso.
En Carelia del Norte, donde vivían 180.000 personas, llegaron a haber mil ataques al
corazón al año, la mitad de las víctimas eran hombres menores de 65 años y 40% eran
fatales.

Eso a pesar de que la mayoría de los hombres eran madereros o granjeros, trabajos
físicamente activos.

¿Qué había ocurrido?

En parte, la II Guerra Mundial. Muchos la pasaron al borde de la inanición.


Así que cuando llegó a su fin, en 1945, celebraron dándose gusto con leche cremosa,
mantequilla abundante, carnes suculentas y esos cigarrillos que no habían podido
comprar por tanto tiempo.

Las frutas y los vegetales casi dejaron de ser parte del menú.

¿Cómo se logra un cambio a gran escala?


En 1972, cuando Stevie Wonder sonaba por todas partes y Francis Ford Coppola hacía
historia en la pantalla grande con "El Padrino", en Finlandia "había mucho
sufrimiento", recuerda Puska, en conversación con la BBC.
"El equipo que trabajaba conmigo había participado en las protestas que hubo en las
universidades europeas y estábamos dispuestos a cambiar el sistema; en este caso,
cambiar la salud pública, así que nos pusimos a trabajar".

Empezaron en donde la situación era peor: ese lugar tan remoto y bello que su paisaje
inspiró al compositor finlandés Jean Sibelius a escribir la Suite Karelia... y uno de los
lugares más malsanos del planeta.

"Era un área relativamente pobre, en la que la gente tenía vacas que le daban leche y
productos lácteos. Pensaban que el trabajo que hacían era muy duro, así que debían
consumir mucha grasa", explica Puska.

De por sí, eso no es un problema. Lo que pasaba era que habían dejado de comer otras
cosas.
"Los hombres en esa época solían decir que los vegetales eran para los conejos no
para verdaderos machos: no se podía trabajar duro comiendo vegetales".

Lo revolucionario fue que esos equipos de jóvenes radicales entendieron que para
enfrentar el problema no podían centrarse en una sola cosa. Tenían que transformar
todo el sistema.

Así que la provincia se puso a dieta


Convencieron a políticos y profesores, trabajaron con grupos comunitarios y medios de
comunicación y entraron en los hogares con un mensaje de cambio uniendo fuerzas
con un grupo cuya influencia era enorme.
"Había una organización nacional de esposas (la Organización Marta) muy sólida y
trabajamos muy de cerca con ellas. El mensaje tenía que ser positivo: nada de 'no
debes comer grasa o sal' sino 'disfruta de la comida buena para la salud de tu
corazón'".

"La salud debe ser positiva", declara Puska.

Las estrategias eran diversas, para atacar por todos los flancos.

Con "las Martas" cambiaron las recetas de platos tradicionales para volverlos más
sanos.
Ni siquiera el a veces llamado "plato nacional de Finlandia", el estofado careliano -que
se hacía friendo en mantequilla pedazos de carne y con mucha sal- se salvó. Si buscas
la receta hoy, probablemente dirá que uses aceite de oliva o ningún tipo de grasa, más
verduras y poca sal.

La reafirmación positiva también era importante.


Cuando los restaurantes reducían el uso de sal, ponían la que no habían usado en
frascos a la vista de los comensales.
Había competencias de reducción de colesterol entre pueblos, en las que "la gente
entraba en las casas de otros para revisar las neveras y comprobar que tenían
vegetales en ellas", señala Puska.

En una especie de reality show, el equipo de doctores le hacían seguimiento a


personas en riesgo que estaban dejando de fumar o cambiando sus hábitos
alimenticios. Las cifras de audiencia eran considerables.

En 1977, el proyecto piloto de Carelia del Norte se extendió a toda la nación.

Para cambiar la alimentación, tienes que cambiar


la comida
A escala más grande, con el respaldo del gobierno, pudieron replantear las prácticas
agrarias de la nación.
"El gran problema eran las frutas, pues en ese clima helado hay pocas posibilidades de
cultivar frutas. Pero nos dimos cuenta de que sí se podía tener muchas y deliciosas
bayas, que son buenas para la salud".

"Con la ayuda de los ministerios de Agricultura y de Comercio lanzamos el Proyecto


Bayas, para impulsar a los granjeros lácteos a cultivar frutas".

Hubo cooperación, pero también oposición.


En lo que ahora se conoce como "las guerras de la grasa", fueron retados por uno de
los más poderosos de los protagonistas en la economía finlandesa.

"La industria láctea se resistió con vehemencia pues consideraban que la iniciativa iba
en contra de sus intereses. Pero eventualmente, más y más compañías empezaron a
abordarnos trayendo productos que se ajustaban al programa", recuerda Puska.

¿El resultado de este pionero experimento?


Para ser precisos, citemos a la Organización Mundial de la Salud:
"Los niveles de los factores de riesgo de la población se han reducido en gran medida,
en consecuencia, la tasa de mortalidad por enfermedad coronaria ajustada por edad
entre 30-64 años de edad de la población masculina se ha reducido de 1970 a 1995
por un 73% en Carelia del Norte y el 65% en toda Finlandia".

"También se demostraron cambios muy favorables con respecto al cáncer y todas las
causas de mortalidad y la salud general de la población".
Hoy en día, es 80% más bajo. Y llevan años con un aumento en la tasa de obesidad de
0%.

No sorprende que el mundo se interesó. Políticos y funcionarios viajaron de otros


países para enterarse de cómo lo habían logrado.

Pero, ¿qué aconsejaría el director de tan exitoso programa a los que no han logrado
controlar el problema?
"En términos de dieta, en muchos lugares la discusión es muy confusa. Hay muchos
intereses creados. Lo que la gente necesita es acciones firmes basadas en evidencia
sólida", responde Pekka Puska.

Enfrentan uno de los inviernos más fríos y largos del mundo. Tienen que convivir con la
nieve siete meses cada año. Sin embargo, los habitantes de Finlandia, en el norte de
Europa, son los pioneros en el mundo en demostrar que la mortalidad por enfermedades
cardiovasculares se puede bajar más del 80 por ciento si toda la comunidad se pone las
pilas para combatirlas.

"En la década del 60 la situación era espantosa. Teníamos la mortalidad más alta en el
mundo por enfermedad cardiovascular", contó ayer a Clarín ayer Pekka Puska, que está
a cargo del Instituto Nacional de Salud Pública. Se morían en Finlandia 500 personas
por cada 100.000 habitantes en aquella década. Muchos eran hombres en edad
productiva. Hasta que se pusieron a buscar soluciones comenzando por la zona más
pobre del país, en Carelia del Norte. Las hallaron.

Puska, que tiene 63 años, fue testigo y uno de los impulsores de un cambio total y
saludable. Primero se trabajó en Carelia y después, cuando llegaron los buenos
resultados, extendieron el proyecto a un país que hoy tiene 5,3 millones de habitantes.

En los años 60, el 55% de los adultos fumaban. Hoy los fumadores no superan el 25%.
Redujeron los casos de colesterol malo un 20%. Y los habitantes empezaron a consumir
menos alimentos con muchas calorías, grasas, azúcar y sal, y adoptaron más comidas
con verduras y frutas. En 30 años consiguieron bajar la mortalidad cardiovascular 80%.

La clave de los logros estuvo en el modo de hacerlos. "Primero trabajamos sobre la


educación de la gente, que adoptó nuevos hábitos de alimentación y actividad física y
dejó de fumar", recordó Puska. "Al poco tiempo, nos dimos cuenta de que también
debíamos incluir a los legisladores, los funcionarios, los supermercados y la industria
alimenticia. La misma población, más capacitada, les fue exigiendo cambios y tuvieron
que realizarlos".

Así, se aprobó una legislación a favor de los ambientes libres de humo y se prohibió la
publicidad del tabaco. Los supermercados le dieron más exhibición y valor a los
productos saludables. La industria se preocupó por elaborar alimentos con menos grasas
y calorías. "Todos ganaron: la expectativa de vida aumentó. En 1980 el promedio de
vida de un finlandés era de 65 años; en 2030 será de 80".

Finlandia crea una marca para luchar contra las enfermedades


arteriales

Yksi elämä (que significa “Una vida”) es un proyecto entre tres asociaciones finlandesas
relacionadas con la salud arterial: la Asociación para la Investigación Cerebral, la
Asociación contra la Diabetes y la Asociación de enfermedades Cardiovasculares
El objetivo común del proyecto es conseguir que los enfermos de estas distintas áreas
mejoren su propia salud y bienestar, así como mejorar la atención sanitaria en
Finlandia con respecto a estas enfermedades, permitiendo prevenirlas y promoviendo
diagnósticos precoces.
El sistema educativo finlandés está considerado uno de los mejores del mundo,
especialmente por sus buenos resultados en los Informes Pisa, la evaluación que
realiza la OCDE cada tres años. ¿A qué se debe? Te explicamos algunas características
esenciales de la educación en el país nórdico que pueden contribuir a explicar su éxito
y servirnos para reflexionar sobre nuestro propio sistema de enseñanza.

DIEZ PILARES DEL SISTEMA EDUCATIVO FINLANDÉS

1. Los docentes son profesionales valorados. La educación es una profesión con


prestigio y los profesores tienen gran autoridad en la escuela y en la sociedad. El
equivalente a Magisterio en Finlandia es una titulación complicada, exigente y larga,
que además incluye entrevistas personales, por lo que los maestros son profesionales
muy bien preparados y vocacionales.
2. La educación es gratuita y, por lo tanto, accesible a todos. El sistema educativo
público establece que la educación es obligatoria y gratuita entre los 7 y los 16 años y
debe ser impartida por centros públicos. Tampoco se paga por los libros ni por el
material escolar, y todos los niños reciben una comida caliente al día en el colegio,
también gratuita. En el caso de que el niño viva a más de 5 kilómetros del centro
escolar, el municipio debe organizar y pagar el transporte.
3. El reparto del dinero público se hace de forma equitativa. Los fondos estatales se
reparten de forma justa entre los centros. Hay una base de subvención común para
todos pero la cifra final varía atendiendo a las necesidades de cada uno, de manera
que se compense a aquellos con más carencias para equipararlos al resto. La igualdad
de oportunidades es un valor esencial.
4. El currículo es común pero los centros se organizan. Cada escuela y sus profesores
diseñan y organizan el currículo (aunque tiene unas líneas generales y un marco común
para todos) y se planifican para conseguir los logros establecidos como mejor
consideren.
5. La educación se personaliza. Desde los primeros cursos se interviene para apoyar a
los alumnos con necesidades especiales, con lo que se evita que sus dificultades
aumenten con los años y se minimizan los porcentajes de fracaso escolar. Se respeta el
ritmo de aprendizaje de cada niño y se huye de las pruebas y actividades
estandarizadas. Además, los profesores suelen ocuparse del mismo grupo desde 1.º (7
años) hasta 6.º (12 años), lo que ayuda a que los conozcan mucho mejor.
6. Los alumnos tienen tiempo para todo. La educación se toma en serio pero también
se da importancia al juego y al descanso. Los niños no comienzan el colegio hasta los 7
años, momento en el que se les considera maduros para aprender. Además, las
jornadas lectivas son más cortas. Los estudiantes de Primaria tienen solo 3 o 4 clases al
día, con descansos de 15 minutos entre cada una de ellas a los que se suma el
descanso para comer. Apenas hay deberes, el trabajo se hace en clase, no en casa.
7. Preparar la clase es parte de la jornada laboral. Los profesores no imparten tantas
horas de clase como en otros países, sino que el tiempo que pasan en el aula es más
reducido y destinan las horas restantes a preparar sus lecciones, investigar,
organizarse o trabajar de forma colaborativa con otros docentes.
8. Se evita la competencia y las cifras. Los estudiantes no hacen exámenes ni reciben
calificaciones hasta 5.º curso (11 años) y los informes que el profesor elabora para los
padres son descriptivos, no numéricos.
9. Se premia la curiosidad y la participación. La imaginación y la capacidad de
emprendimiento son muy apreciadas en la sociedad finlandesa, abundan los
profesionales de campos artísticos y creativos y también los de tecnología e ingeniería.
Esto también se fomenta en la educación, donde se valora la creatividad, la
experimentación y la colaboración por encima de la memorización y las lecciones
magistrales.
10. Los padres se implican. La sociedad y las familias consideran que la educación es
fundamental y la complementan con actividades culturales. A esto contribuyen las
ayudas que reciben los padres para la conciliación de la vida laboral y familiar, para
que dispongan de más tiempo con sus hijos.

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