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conferencista profesional?
Es difícil no reconocer una extraordinaria conferencia. El tema resulta tan interesante que los
minutos vuelan. El conferencista balancea la solidez de conceptos de su notoria área de
dominio, con una adecuada elocuencia y un buen manejo del humor. Hasta el más disperso
registra “n” frases valiosas y cada anécdota o historia compartida es motivo de múltiples
gesticulaciones entre los miembros de la audiencia. Mejor aún si quien expone es un rostro
reconocido. Las notas fluyen y la actividad en redes se dispara. Lo que inicia sólo como una
reflexión ante un público específico se convierte en una experiencia memorable.
Si bien el mundo de los eventos está lleno de programas que presentan conferencistas alejados
de lo anterior, en beneficio de quienes tienen la tarea de organizar un buen evento corporativo
o asociativo, comparto cuatro elementos que resultan común denominador entre los
conferencistas profesionales que conozco:
1. Dominio del tema y organizado para que la audiencia lo digiera.- Ser experto ayuda, pero no
resuelve. A una conferencia no se va ni a enseñar, ni a demostrar que se sabe. Se va a detonar
reflexiones, a estimular nuevos ángulos de análisis y a provocar nuevas acciones. El
conferencista debe construir un puente entre el mundo y el lenguaje de su audiencia y el mundo
que sus conocimientos y experiencias le permiten ver.
3. Reconocimiento o fama.- A las audiencias les gusta identificar a quien está en el escenario.
Les gusta decir que estuvieron con “x” y lo escucharon compartir determinada reflexión. Cierto,
no hay cosa más efímera y relativa que la fama. Por ello, por sí misma, no resuelve. Ayuda. No
todo buen conferencista tiene que ser una celebridad, pero sí individuos cuya huella en su
industria o área de conocimiento se acredite en instantes ante la búsqueda curiosa de cualquier
integrante de su audiencia objetivo.
Lo relevante es entender que una conferencia profesional no es una sesión informativa, sino un
momento experiencial, con tiempos precisos, que busca sacudir inteligencias, construyendo
recordabilidad.