Vous êtes sur la page 1sur 3

El tratamiento del duelo – Worden

INTRODUCCIÓN:

Situaciones que nos hacen sospechar de un duelo complicado:


- Privación del duelo: pérdida de una persona con la que se mantenía una relación que la sociedad no
aprueba. Hay dos tipos de pérdidas relacionadas con la privación del duelo: las pérdidas negadas
socialmente, que la sociedad suele tratar como si no fueran pérdidas (abortos inducidos o espontáneos) y las
pérdidas de las que no se habla (la persona en duelo no quiere hablar, como las muertes por suicidio o sida,
que suelen conllevar algún tipo de estigma).
- Vínculos continuos: cuando los vínculos con el fallecido se mantienen en lugar de perderse. ¿A quién ayudan
los vínculos continuos y a quién no? Hay que considerar el estilo de apego entre la persona en duelo y el
fallecido. En el caso de un apego ansioso que pueda conducir a un duelo crónico, puede que aferrarse al
fallecido no sea adaptativo. Algunas personas en duelo necesitan dejar atrás al fallecido y seguir adelante.
- Entereza: las personas que se adaptan a una pérdida de una manera buena o eficaz han llevado a cabo una
“adaptación con entereza”.
- Trauma y duelo: el modelo de Stroebe, Schut y Finkenauer plantean tres distinciones:
o Trauma sin duelo: la persona vive un suceso traumático que da origen a unos síntomas que
conducen a diagnosticar un trastorno por estrés postraumático o un trastorno de estrés agudo. En
esta distinción, el suceso traumático no ha causado ninguna muerte y la persona sufre uno o más
síntomas clásicos de trauma sin estar en duelo.
o Duelo sin trauma: muerte de un ser querido sin sufrir síntomas de trauma.
o Duelo traumático: muerte de un ser querido pero hay algo en la muerte misma (suele ser una
muerte violenta) o en la experiencia de la muerte que ha tenido la persona (con frecuencia
relacionada con un apego inseguro o una relación conflictiva con el fallecido), que origina los
síntomas asociados a un trauma.

CAPÍTULO 1: EL APEGO, LA PÉRDIDA Y LA EXPERIENCIA DE DUELO

En este libro se emplea la palabra duelo para indicar la experiencia de la persona que ha perdido a un ser querido. El
término se puede aplicar a otros tipos de pérdida.
Características patognomónicas del duelo normal o agudo:
- Alguna forma de malestar somático o corporal.
- Preocupación por la imagen del fallecido.
- Culpa relacionada con el fallecido o con las circunstancias de la muerte.
- Reacciones hostiles.
- Incapacidad para actuar como antes de la pérdida.
- Otras: desarrollar rasgos del fallecido en su propia conducta.

Conductas descriptivas del duelo normal:

1) Sentimientos:
a. Tristeza: impedir que la tristeza se pueda expresar, con lágrimas o sin ellas, puede conducir a un
duelo complicado.
b. Ira: sentir ira hacia la persona por haber muerto y habernos dejado. Si la ira no se reconoce de una
manera adecuada, puede dar lugar a un duelo complicado. Ante la pérdida de alguien importante se
da una tendencia a la regresión, a sentirse desamparado, incapaz de existir sin esa persona, y luego a
sentir la ira que acompaña a esa sensación de ansiedad. La ira que siente la persona en duelo se
debe identificar y dirigir de una manera adecuada al fallecido para que la adaptación a la pérdida sea
sana. Hay veces que se controla de manera menos sana, como el desplazamiento, donde la ira se
dirige a otra persona a la que se suele culpar de la muerte. Si se puede culpar de una muerte a
alguien, ese alguien es responsable y en consecuencia, la muerte se podría haber evitado. Una de las
inadaptaciones más peligrosas en el caso de la ira es dirigirla hacia uno mismo. En casos graves de
retroflexión, la persona con ira siente tal aversión a sí misma que puede desarrollar una depresión
grave o conductas suicidas.
c. Culpa y remordimiento: la mayoría de las veces esta sensación de culpa es irracional y se alivia
mediante una comprobación de la realidad.
d. Ansiedad: obedece a dos causas: la primera es que los supervivientes temen no poder cuidar de sí
mismos por sí solos y la segunda es una conciencia más intensa de la propia muerte.
e. Soledad: se distingue entre soledad emocional y soledad social. El apoyo social puede ser útil para la
soledad social, pero no alivia la soledad emocional que provoca la ruptura de un vínculo. Ésta solo se
puede remediar mediante la integración de otro vínculo.
f. Fatiga: puede ser un síntoma clínico de depresión.
g. Desamparo.
h. Shock: sobre todo en el caso de las muertes repentinas.
i. Añoranza.
j. Emancipación: puede ser una sensación positiva tras una muerte. El sujeto se puede sentir liberado
porque ya no tiene que vivir bajo aquella tiranía. Al principio se puede estar incómodo con esa
sensación, pero se puede llegar a aceptar como una respuesta normal al cambio que se ha
producido en la vida.
k. Alivio: sobre todo si la muerte se ha producido tras una enfermedad larga o especialmente dolorosa,
o si el superviviente ha mantenido una relación especialmente difícil y prolongada con el fallecido.
Esta sensación de alivio suele ir acompañada de un sentimiento de culpa.
l. Insensibilidad: no sentir nada. Estado de embotamiento. Suele aparecer al principio del proceso del
duelo, justo después de tener noticia de la pérdida. Es probable que aparezca porque hay muchos
sentimientos que afrontar y sería abrumador dejar que todos se hicieran conscientes. Es una
protección ante la avalancha de sentimientos. Es una reacción sana.
2) Sensaciones físicas:
a. Vacío en el estómago.
b. Opresión en el pecho.
c. Opresión en la garganta.
d. Hipersensibilidad al ruido.
e. Sensación de despersonalización: “camino por la calle y nada parece real, ni siquiera yo”.
f. Falta de aire o de aliento.
g. Debilidad muscular.
h. Falta de energía.
i. Sequedad de boca.
3) Cogniciones: ciertos pensamientos son normales en las primeras fases del duelo y suelen desaparecer tras
un breve espacio de tiempo. Pero a veces los pensamientos permanecen y desencadenan sentimientos que
pueden provocar depresión o ansiedad.
a. Incredulidad.
b. Confusión.
c. Preocupación: pensamientos obsesivos sobre el fallecido. Con frecuencia incluyen ideas obsesivas
centradas en recuperar a la persona perdida. También pueden ser pensamientos intrusivos o
imágenes del fallecido sufriendo o muriendo. La rumiación es otra forma de preocupación donde la
persona piensa de una manera persistente y repetitiva sobre lo mal que se siente y sobre las
circunstancias que han dado origen a esos sentimientos.
d. Sensación de presencia: equivalente cognitivo a la añoranza.
e. Alucinaciones: visuales y auditivas. Durante las semanas posteriores a la pérdida y que, en general,
no presagian un duelo más difícil o complicado.
4) Conductas: generalmente se corrigen solas con el paso del tiempo.
a. Trastornos del sueño: dificultades para dormir o despertarse de madrugada. Si el trastorno del
sueño persiste, puede indicar un trastorno depresivo más grave que se debería tratar.
b. Trastornos de la alimentación.
c. Conducta distraída.
d. Retraimiento.
e. Soñar con el fallecido: es muy habitual que la persona fallecida aparezca en sueños, con
independencia de que sean sueños normales o pesadillas.
f. Evitar recordar al fallecido: deshacerse enseguida de las cosas asociadas al fallecido –regalándolas o
desprendiéndose de ellas de cualquier manera posible hasta el punto de deshacerse enseguida del
cuerpo- puede dar origen a un duelo complicado.
g. Buscar y llamar en voz alta.
h. Suspirar.
i. Hiperactividad y agitación
j. Llorar
k. Visitar lugares o llevar objetos que recuerden al fallecido: en muchas ocasiones esta conducta refleja
el temor a olvidar los recuerdos que se tienen de él.
l. Atesorar objetos que pertenecían al fallecido.
En la relación de duelo no se da la pérdida de autoestima que se suele dar en la mayoría de las depresiones clínicas.
Para Freud, en el duelo el mundo se pobre y vacío, mientras que en la depresión es la persona la que se siente pobre
y vacía.

CAPÍTULO 2: COMPRENDER EL PROCESO DEL DUELO

El duelo se puede ver como un proceso que implica las cuatro tareas básicas que se exponen a continuación. Es
esencial que la persona las realice para que pueda adaptarse a la pérdida. Estas tareas exigen esfuerzo.

Tareas del duelo

Tarea 1: aceptar la realidad de la pérdida

Afrontar plenamente la realidad de que la persona ha muerto, de que se ha marchado y no va a volver.


“Momificación”: que guarde posesiones del fallecido en un estado “momificado”, preparadas para que el fallecido
las utilice cuando regrese. Los padres que pierden a un hijo suelen conservar su habitación tal y como estaba antes
de su muerte. No es raro ver esta actitud a corto plazo, pero si sigue durante años se convierte en negación.
Otra manera que tiene la gente de protegerse de la realidad es negar el significado de la pérdida. De este modo, la
pérdida de puede ver como menos importante de lo que en realidad es.
Otra forma de incredulidad es el “conocimiento intermedio”: una persona en duelo puede creer y no creer a la vez.

Tarea 2: elaborar el dolor de la pérdida

Vous aimerez peut-être aussi