Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Cuando abro la puerta de mi casa me recibe mi perro emocionado, sé que quiere salir a pasear,
pero estoy cansado, solo me echo en mi sofá y él se recuesta cerca de mí. Me pongo a revisar
mi celular, a ver videos, chatear y escuchar música hasta que me aburro. Guardo mi celular y ahí
está mi perro observándome con esa carita tierna y triste. Me pongo a pensar en que me ha
esperado todo el día para salir a pasear, todo el día echado, alertándose ante cualquier ruido
cerca a la puerta de la casa, imaginando que ya estoy cerca, aburriéndose y sintiéndose triste.
Recuerdo al árbol que simplemente sigue su naturaleza y me pregunto cuál es la naturaleza del
perro. Trato de imaginar cómo era la vida del perro antes de su domesticación y pienso en el
lobo, viviendo en familia, cazando en el bosque, jugando con sus hijos, corriendo libre. Mi perro
echa un suspiro, aburrido, deja de mirarme, creo que quiere dormir. Me da pena y rabia el hecho
de que hayamos domesticado a esos hermosos animales y los hayamos privado de su verdadera
naturaleza así como lo hacemos con los árboles o todo lo demás intentando quizás llenar el vacío
que tenemos al no poder simplemente disfrutar del mundo como el resto de las especies. Me
paro, él se emociona, levanta las orejas. Abro la puerta y le digo: “vete, eres libre, ve y encuentra
tu naturaleza” él no sabe qué hacer, no me entiende o yo creo percibir eso, pero quizás solo está
pensando “imbécil, no puedo simplemente irme, dependo de ti para vivir, sé que no es
específicamente tu culpa, es culpa de tus antepasados. Si me voy pasaré la vida vagabundeando
en busca de comida hasta que un día muera de hambre. Tu especie y su maldito egoísmo nos ha
condenado a sufrir, creyendo que domesticarnos o mejor dicho ‘humanizarnos’ estaría bien,
pero se equivocaron así como lo hacen con todo lo que tocan”. Cierro la puerta, cojo su correa,
se la coloco y salimos al parque.