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Mucha gente niega la existencia del alma. Dice que la inteligencia humana es un
proceso cerebral, como cualquier otro de los que hay en el organismo humano,
y que no necesita explicaciones espirituales. La inteligencia humana no es una
mera función del cerebro, como la que puede hacer la bilis en el hígado, por
ejemplo. El hecho de que la inteligencia no actúe sin la colaboración de los
sentidos, que tienen su sede en el cerebro, no supone identificar cerebro e
inteligencia. Un aparato eléctrico no funciona si no se enchufa, pero el enchufe
no es la causa de que funcione, ni de que exista la electricidad. Enchufe y cerebro
son condiciones, no causas.
Según la filosofía de Santo Tomás de Aquino, el alma es una sola, pero dotada
de tres clases de potencias; es a saber: potencias vegetativas puramente
orgánicas, merced a las cuales se realizan en nosotros las funciones propias de
las plantas; potencias sensitivas, merced a las cuales se realizan en nosotros las
funciones peculiares a los animales, y especialmente el conocimiento sensitivo
de los objetos materiales, las inclinaciones indeliberadas que nos impulsan hacia
dichos objetos; y finalmente, facultades intelectuales que nos son propias: el
entendimiento y el libre arbitrio. Los actos de las facultades intelectuales son
operaciones producidas únicamente por el alma y que no puede producirlas el
cuerpo; y así, el alma continúa viviendo y produciendo actos espirituales después
de muerto el cuerpo. En cuanto a las funciones de la vida orgánica y de la
sensitiva, son comunes al cuerpo y al alma, y cesan, por lo tanto, de efectuarse
desde el momento en [1137] que la muerte separa al cuerpo del alma.
Está asimismo en oposición con aquellas teorías que hacen radicar las
sensaciones, no en el cuerpo vivo por su cualidad de tal, sino en un principio
inmaterial que gobernaría el cuerpo como rige un jinete su caballo, y que, dotado
de operaciones propias y exclusivas, sobreviviría, aun en los animales
irracionales, a los cuerpos que perecen, o habría de ser aniquilado por un acto
positivo de Dios.
Para probar la espiritualidad del [1139] alma es, pues, necesario demostrar:
El alma es espiritual y por tanto no puede observarse por los sentidos, sino por
las acciones que realiza. Por ejemplo, reflexionar.
El alma es inmortal por ser espiritual. Los seres materiales pueden aplastarse,
pudrirse, dividirse en partes. En cambio, nada de esto afecta a los seres
espirituales.
El alma avanza más rápidamente si Dios interviene con sus dones. Esto
sucederá cuando Dios quiera, pero podemos acelerar el proceso si se lo pedimos
con insistencia y procuramos agradarle con generosidad. Por otra parte, el alma
recibe también gracias abundantes en los sacramentos.