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Resumen conciso: Ayúdenos a presentar esta solución!

Proporcione una explicación en 3 o 4 frases cortas.


La vivienda progresiva es un programa que busca sanear el déficit habitacional a través del acceso
a una vivienda básica que puede ser ampliada. Nuestro proyecto potencia esta política pública,
integrando diferentes estrategias de diseño de viviendas sociales progresivas, usando materiales
sustentables y promoviendo una organización comunitaria en diversas escalas. Así, las soluciones
propuestas pueden consolidar tanto los cascos urbanos existentes de pueblos o ciudades, como
también las zonas de crecimiento intermedio. Mediante el uso de sistemas constructivos
optimizados, el proyecto propicia el uso eficiente y racional de materiales de construcción
tradicionales y de bajo costo, generando comunidades autosuficientes, arraigadas socialmente y
vinculadas a sus fuentes laborales.

Problema: ¿Qué problema está tratando de abordar este


proyecto?
Los beneficiarios del proyecto corresponden en general a los sectores más vulnerables de la
población que desean acceder a su primera vivienda propia mediante un ahorro previo propio y un
aporte estatal en forma de subsidio. Potencialmente, en Chile podrían verse beneficiados cerca de
700.000 personas, que son las que constituyen dicho grupo. Consideramos que corresponde a un
proyecto crítico ya que su desarrollo permitiría ayudar a frenar la expansión urbana indiscriminada,
favorecer la consolidación de barrios y reutilizar espacios urbanos en desuso.

Solución: cuál es la solución propuesta? Por favor sé específico!


Si bien la vivienda progresiva ha sido una solución eficaz para acceder a la vivienda propia, su
ejecución conlleva otros conflictos sociales. Por ejemplo, sus emplazamientos son variables y
dependen de la disponibilidad y valor del suelo, por lo que usualmente se ubican en la periferia de
los centros poblados. Por esto, muchas veces las familias beneficiadas deben abandonar las zonas
donde han vivido tradicionalmente, afectando sus vínculos familiares y comunitarios. Esto también
repercute en un aumento de la distancia entre la vivienda y el lugar de trabajo, el uso intensivo de
los sistemas de transporte, un incremento en los tiempos de viaje y una menor cantidad de tiempo
libre. Además de cumplir con los requisitos de una vivienda progresiva, nuestro proyecto se
enriquece con la opinión de los que serán sus habitantes, configurando soluciones comunitarias que
pueden implementarse sin necesidad de emigrar. Luego, a partir de esta interacción con los futuros
usuarios, la construcción de la vivienda se asume no como un producto (situación actual), sino
como un proceso de interacción con la comunidad, donde se promueve el concepto de crecimiento
progresivo, comunidad, gestión local, uso racional de los recursos y sustentabilidad.

El Premio Prikzer, una distinción altamente prestigiosa de arquitectura, fue otorgado en 2015 al
arquitecto chileno Alejandro Aravena. Además de ser un reconocimiento a sus proyectos
arquitectónicos innovadores, la premiación destacó su trabajo en vivienda social. Alejandro desde
mucho tiempo viene desarrollando el método de vivienda progresiva, por el cual los beneficiarios de
viviendas sociales completan sus casas por sus propios medios y según el arquitecto “más de
acuerdo a sus necesidades y gustos”.
El concepto, también conocido como vivienda incremental, implica también la participación activa de
los beneficiarios en el diseño y hasta construcción de sus casas, es sin duda una forma correcta y
económica de tratar la vivienda social. Reduce el precio final de las unidades y da a las familias
opciones de mejora y ampliación de sus hogares. Este concepto de vivienda llamada “progresiva”
es el resultado de la evolución en el campo de las políticas de vivienda social.
A partir de los años 1950, las ciudades latinoamericanas pasaron a sufrir grandes presiones
demográficas, lo que generó varias estrategias para atender a la demanda por vivienda. Las
políticas adoptadas en los años 50 y 60 se enfocaron en la construcción de grandes conjuntos
habitacionales. Estos conjuntos ofrecían viviendas completas, casi siempre en edificios de
departamento que formaban grandes bloques residenciales homogéneos. Tal modelo, entre otros
problemas, resultó costoso e insuficiente para atender a la gran demanda de los migrantes a las
grandes ciudades. Como reacción a esta estrategia, surgió la opuesta, denominada “lotes con
servicios”. Implicaba en ofrecer a las familias de menores ingresos, lotes con una casa embrionaria,
muchas veces un núcleo con cocina y baño. Se suponía que las familias construirían sus casas a
partir de estos núcleos, resultando así en soluciones mucho más económicas. Sin embargo, este
modelo tampoco resultó exitoso, ya que la mayor parte de los lotes eran ofrecidos en áreas
distantes de los centros urbanos, dificultando el acceso a los locales de trabajo. Tampoco la calidad
de las casas autoconstruidas resultaba adecuada.

Crecientemente los gobiernos se han percatado de la irreversibilidad de los asentamientos


informales existentes en prácticamente todas las ciudades latinoamericanas. Al hacerlo, pasaron a
desarrollar – incluso con el apoyo del BID – estrategias de regularización de estos asentamientos,
con la inversión en la infraestructura sanitaria y vial básica, de forma a mejorar su calidad ambiental
y urbana. Son los llamados Programas de Mejoramiento de Barrios, hoy adoptados por la mayoría
de los países de la región, y que complementan las políticas de vivienda, al mejorar las condiciones
de habitabilidad de estos asentamientos.
¿Cómo queda en este escenario la idea de la vivienda progresiva? Todos los países tienen una
mezcla de soluciones para el problema de la vivienda social. Países como Brasil y México, por
ejemplo, tienen programas masivos de construcción de viviendas completas, financiadas a largo
plazo con cuotas subsidiadas. Estas soluciones resultan relativamente costosas por cada familia
beneficiaria, pero generan empleo y atienden a demandas sociales y políticas. Simultáneamente,
los gobiernos locales siguen con sus programas de regularización de asentamientos informales o de
loteos irregulares, completando su infraestructura, proveyéndoles servicios, pero sin financiar la
construcción de las casas. Esta es una estrategia más económica pero que se aplica mayormente
áreas ya ocupadas (y no siempre urbanizadas de forma correcta o ambientalmente sostenible).
La vivienda progresiva encuentra su nicho justo en la brecha entre la vivienda completa y la
provisión apenas de infraestructura en barrios ya establecidos. La entrega de vivienda por terminar
(pero en condiciones de habitabilidad), permite al gobierno reducir el costo de las unidades, sin
comprometer su calidad, dando al morador condiciones de ampliarlas de acuerdo a sus
necesidades y posibilidades. Al hacerlo, se acerca mucho al modelo endógeno de autoconstrucción,
que es la forma cómo mayor parte de las familias pobres construyen sus viviendas en la Región.
Aunque solo aplicable a viviendas unifamiliares, el modelo facilita la integración social de los
residentes de conjuntos habitacionales, ya que todos participan de la ejecución de sus viviendas.

De este modo, la vivienda progresiva constituye un instrumento complementar efectivo de política


habitacional. Pero para realizar su pleno potencial, debe obedecer a tres principios.

 Estar acompañadas de crédito para la adquisición de materiales, para dar condiciones a los
residentes de completarlas;
 Las ampliaciones deben tener un seguimiento técnico, para asegurar adecuada calidad de su
construcción;
 Los conjuntos que se construyan deben estar ubicados en locales de fácil acceso por transporte
público, a fin de permitir a sus residentes acceder a los servicios sociales y al mercado de
trabajo.
¿QUÉ ES UNA VIVIENDA SOCIAL?

Vivienda Social: la vivienda económica de carácter denitivo,


cuyas características técnicas se señalan en este título, cuyo
valor de tasación no sea superior a 400 unidades de fomento,
salvo que se trate de condominios de viviendas sociales en cuyo
caso podrá incrementarse dicho valor hasta en un 30%. Vivienda
económica: la que se construye en conformidad a las
disposiciones del D.F.L. Nº 2, de 1959; las construidas por las ex
Corporaciones de la Vivienda, de Servicios Habitacionales y de
Mejoramiento Urbano y por los Servicios de Vivienda y Urbanización y los edicios ya construidos que al
ser rehabilitados o remodelados se transformen en viviendas, en todos los casos siempre que la supercie
edicada no supere los 140 m2 y reúna los requisitos, características y condiciones que se jan en el
presente Título.

¿Cómo se define? |

Originalmente se exigía cumplir con una serie de requisitos del D.F.L. N°2/1959, que generaban un
perjuicio a quiénes adquirían viviendas construídas por programas ajenos a los Serviu, pero mediante el
dictamen N° 50.892 de la Contraloría General de la República, establecio que: Esto quiere decir que sólo
bastará con cumplir con el máximo de tasación (400 o 520 UF, según corresponda) para certicarse como
Vivienda Social, independientemente si fue realizada con recursos públicos o privados.

a) Que se asigne un valor máximo de tasación a la vivienda social UF 400 o UF 520 en el caso de
condominios de viviendas sociales signica que está destinada a resolver los problemas de la
marginalidad habitacional. Por lo tanto, esta última condición no es objeto de una calicación particular,
basta el valor para entender que se cumple. b) No procede restringir
la calidad de viviendas sociales sólo a aquéllas cuya ejecución sea
consecuencia de los programas desarrollados por los Serviu. Lo
anterior, por cuanto el artículo 3° del decreto ley N° 2.552, de 1979,
expresamente establece que las viviendas sociales pueden ser
nanciadas con recursos públicos o privados, por lo tanto no es
requisito que sea ejecutada por el Serviu.

INTRODUCCIÓN

“…la durabilidad y trascendencia del


hábitat solo es posible porque está en continua adaptación.” [1]
El desarrollo progresivo es inherente a la función habitar. Las necesidades y expectativas de
la familia evolucionan en el tiempo y las posibilidades económicas pueden cambiar. El
avance del desarrollo científico técnico, así como la vida social y cultural generan
transformaciones que la vivienda debe asimilar. Por tanto, la evolución y adaptación en el
tiempo de la vivienda es un proceso indisoluble de la vida cotidiana.

Según Habraken1 [2] esta evolución se debe a la necesidad de identificación que sienten los
habitantes al personalizar su ambiente; la familia cambiante que atraviesa por diferentes
fases y formas de vivir mientras habita la vivienda; los cambios de estilo de vida en la
sociedad que conducen a nuevas adaptaciones del hábitat, y las nuevas posibilidades
tecnológicas que hacen obsoletos algunos espacios en la vivienda.

Algunos autores como Badillos, G., R. Kuri, H. Bertuzzi y F. Lario [3]; Valenzuela, C., 2004
[4]; Szücs, P. y Digiacomo M. C., 2004 [5], agregan a estos factores el papel actual de la
mujer, menos doméstico y más público; el aumento de la expectativa de vida, con creciente
número de ancianos que demandan viviendas adaptables a su condición, y la inclusión de
espacios de trabajo en el hogar. A ello habría que agregar otros cambios futuros derivados
de necesidades que aún hoy son desconocidas, a los cuales también el espacio habitable
tendría que adaptarse.

En los sectores de bajos ingresos en los países en desarrollo, la progresividad de la vivienda


es asumida por los que la “autoconstruyen” por razones económicas, ya que permite reducir
la inversión inicial necesaria para hacerla habitable y a la vez, irla mejorando y completando
poco a poco según necesidades y posibilidades. Sin embargo, la vivienda progresiva
autoconstruida por esfuerzo propio de la población, genera un modelo urbano extensivo y
de baja densidad sobre la base de soluciones individuales aisladas.

El logro de densidades urbanas medias requiere del empleo de edificios de varias plantas,
que no pueden ser ejecutados por el esfuerzo individual de la familia, sino en todo caso,
agrupadas estas en cooperativas u otras alternativas como las microbrigadas.2 La vivienda
social construida por el Estado en Cuba favorece un buen aprovechamiento del suelo urbano
en cuanto a las densidades posibles, pero no permite la evolución de la vivienda en el
tiempo como respuesta a las necesidades cambiantes de la familia, ya que ofrece al usuario
una solución terminada “llave en mano”.

Incluir el enfoque progresivo en la vivienda estatal de densidad media haría posible reducir
la inversión inicial y permitiría que posteriormente la familia la adecue a sus necesidades
con recursos propios, siempre que esta posibilidad haya sido considerada desde su inicio en
el proyecto y las familias puedan asumir los costos. Significaría desplazar en el tiempo parte
de la inversión inicial que hoy realiza el Estado en la vivienda social para transferirla a los
propios habitantes, a la vez que se garantizaría una mayor satisfacción de los usuarios.

Actualmente se desarrolla en la Facultad de Arquitectura del ISPJAE una investigación


encaminada a proponer vías que permitan combinar la acción estatal con la participación
popular, de manera que la vivienda social producida en Cuba posibilite la adecuación a las
necesidades cambiantes de la familia mediante su evolución en el tiempo, a la vez que
permita un buen aprovechamiento del suelo urbano. La primera etapa de ese trabajo
incluye un estudio del repertorio internacional en el tema de la vivienda progresiva con
vistas a identificar tendencias y reflexionar sobre las mejores prácticas y sus posibilidades
de aplicación hoy en Cuba, cuyos resultados se exponen en el presente artículo.

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