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El Premio Prikzer, una distinción altamente prestigiosa de arquitectura, fue otorgado en 2015 al
arquitecto chileno Alejandro Aravena. Además de ser un reconocimiento a sus proyectos
arquitectónicos innovadores, la premiación destacó su trabajo en vivienda social. Alejandro desde
mucho tiempo viene desarrollando el método de vivienda progresiva, por el cual los beneficiarios de
viviendas sociales completan sus casas por sus propios medios y según el arquitecto “más de
acuerdo a sus necesidades y gustos”.
El concepto, también conocido como vivienda incremental, implica también la participación activa de
los beneficiarios en el diseño y hasta construcción de sus casas, es sin duda una forma correcta y
económica de tratar la vivienda social. Reduce el precio final de las unidades y da a las familias
opciones de mejora y ampliación de sus hogares. Este concepto de vivienda llamada “progresiva”
es el resultado de la evolución en el campo de las políticas de vivienda social.
A partir de los años 1950, las ciudades latinoamericanas pasaron a sufrir grandes presiones
demográficas, lo que generó varias estrategias para atender a la demanda por vivienda. Las
políticas adoptadas en los años 50 y 60 se enfocaron en la construcción de grandes conjuntos
habitacionales. Estos conjuntos ofrecían viviendas completas, casi siempre en edificios de
departamento que formaban grandes bloques residenciales homogéneos. Tal modelo, entre otros
problemas, resultó costoso e insuficiente para atender a la gran demanda de los migrantes a las
grandes ciudades. Como reacción a esta estrategia, surgió la opuesta, denominada “lotes con
servicios”. Implicaba en ofrecer a las familias de menores ingresos, lotes con una casa embrionaria,
muchas veces un núcleo con cocina y baño. Se suponía que las familias construirían sus casas a
partir de estos núcleos, resultando así en soluciones mucho más económicas. Sin embargo, este
modelo tampoco resultó exitoso, ya que la mayor parte de los lotes eran ofrecidos en áreas
distantes de los centros urbanos, dificultando el acceso a los locales de trabajo. Tampoco la calidad
de las casas autoconstruidas resultaba adecuada.
Estar acompañadas de crédito para la adquisición de materiales, para dar condiciones a los
residentes de completarlas;
Las ampliaciones deben tener un seguimiento técnico, para asegurar adecuada calidad de su
construcción;
Los conjuntos que se construyan deben estar ubicados en locales de fácil acceso por transporte
público, a fin de permitir a sus residentes acceder a los servicios sociales y al mercado de
trabajo.
¿QUÉ ES UNA VIVIENDA SOCIAL?
¿Cómo se define? |
Originalmente se exigía cumplir con una serie de requisitos del D.F.L. N°2/1959, que generaban un
perjuicio a quiénes adquirían viviendas construídas por programas ajenos a los Serviu, pero mediante el
dictamen N° 50.892 de la Contraloría General de la República, establecio que: Esto quiere decir que sólo
bastará con cumplir con el máximo de tasación (400 o 520 UF, según corresponda) para certicarse como
Vivienda Social, independientemente si fue realizada con recursos públicos o privados.
a) Que se asigne un valor máximo de tasación a la vivienda social UF 400 o UF 520 en el caso de
condominios de viviendas sociales signica que está destinada a resolver los problemas de la
marginalidad habitacional. Por lo tanto, esta última condición no es objeto de una calicación particular,
basta el valor para entender que se cumple. b) No procede restringir
la calidad de viviendas sociales sólo a aquéllas cuya ejecución sea
consecuencia de los programas desarrollados por los Serviu. Lo
anterior, por cuanto el artículo 3° del decreto ley N° 2.552, de 1979,
expresamente establece que las viviendas sociales pueden ser
nanciadas con recursos públicos o privados, por lo tanto no es
requisito que sea ejecutada por el Serviu.
INTRODUCCIÓN
Según Habraken1 [2] esta evolución se debe a la necesidad de identificación que sienten los
habitantes al personalizar su ambiente; la familia cambiante que atraviesa por diferentes
fases y formas de vivir mientras habita la vivienda; los cambios de estilo de vida en la
sociedad que conducen a nuevas adaptaciones del hábitat, y las nuevas posibilidades
tecnológicas que hacen obsoletos algunos espacios en la vivienda.
Algunos autores como Badillos, G., R. Kuri, H. Bertuzzi y F. Lario [3]; Valenzuela, C., 2004
[4]; Szücs, P. y Digiacomo M. C., 2004 [5], agregan a estos factores el papel actual de la
mujer, menos doméstico y más público; el aumento de la expectativa de vida, con creciente
número de ancianos que demandan viviendas adaptables a su condición, y la inclusión de
espacios de trabajo en el hogar. A ello habría que agregar otros cambios futuros derivados
de necesidades que aún hoy son desconocidas, a los cuales también el espacio habitable
tendría que adaptarse.
El logro de densidades urbanas medias requiere del empleo de edificios de varias plantas,
que no pueden ser ejecutados por el esfuerzo individual de la familia, sino en todo caso,
agrupadas estas en cooperativas u otras alternativas como las microbrigadas.2 La vivienda
social construida por el Estado en Cuba favorece un buen aprovechamiento del suelo urbano
en cuanto a las densidades posibles, pero no permite la evolución de la vivienda en el
tiempo como respuesta a las necesidades cambiantes de la familia, ya que ofrece al usuario
una solución terminada “llave en mano”.
Incluir el enfoque progresivo en la vivienda estatal de densidad media haría posible reducir
la inversión inicial y permitiría que posteriormente la familia la adecue a sus necesidades
con recursos propios, siempre que esta posibilidad haya sido considerada desde su inicio en
el proyecto y las familias puedan asumir los costos. Significaría desplazar en el tiempo parte
de la inversión inicial que hoy realiza el Estado en la vivienda social para transferirla a los
propios habitantes, a la vez que se garantizaría una mayor satisfacción de los usuarios.