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LA PRIVATIZACIÓN DE PUERTOS................................................... 3
EL CONCEPTO DE PRIVATIZACIÓN .............................................. 3
LOS MOTIVOS DE LA PRIVATIZACIÓN ......................................... 5
MOTIVOS DE CARÁCTER GENERAL ........................................... 7
REDES DE TRANSPORTE Y COMPETENCIA PORTUARIA...............11
EVOLUCIÓN DEL VOLUMEN MERCANCÍAS ................................16
LA EVOLUCIÓN DE LOS BUQUES .............................................24
LOS INCONVENIENTES DE LA PRIVATIZACIÓN ............................31
ABANDONO DE OTRAS FUNCIONES SOCIALES .........................31
PÉRDIDA DE CONTROL DE LAS FUNCIONES ESTRATÉGICAS.......32
EL MIEDO A LOS MONOPOLIOS PRIVADOS...............................33
EL COSTE DE OPORTUNIDAD..................................................35
OTRAS CUESTIONES A TENER EN CUENTA..................................37
CAMBIO ESTRUCTURAL MÁS AMPLIO.......................................37
LA FORMACIÓN.....................................................................37
LA VOLUNTAD POLÍTICA ........................................................38
EL CONCEPTO DE PRIVATIZACIÓN
Antes de desgranar los motivos, las ventajas y los posibles
inconvenientes de los procesos de privatización y su aplicación a los puertos
parece conveniente adoptar una definición de " privatizar".
Alta Baja
COMPETENCIA INTRAPORTUARIA
Además de la competencia interportuaria existe un segundo efecto de
competencia por el que la privatización puede llevar a una mejora de la
eficiencia. La competencia intraportuaria se produce cuando diferentes
actores (generalmente privados) compiten para suministrar servicios en un
puerto tales como la estiba, el almacenamiento, el pilotaje, el dragado, ó la
limpieza o servicios integrados de terminal. Si el puerto tiene suficiente
volumen y más de una terminal o espacio suficiente para construirlas, se
puede otorgar la gestión de diferentes terminales a distintos operadores que
después competirán por los clientes (cargadores y armadores).
(Millones de TPM)
Calado: 12,5 m.
El buque que presenta estas máximas dimensiones se conoce como
panamax.
Esclusas del Canal de Panamá
• En 1988 se puso en servicio el primer buque portacontenedores
postpanamax, el clase C10 President Truman. Las dimensiones
eran:
Eslora: 275 m.
Manga: 39,4 m.
Calado: 12,5 m.
Como puede verse, la manga fue la única dimensión excedida. La
capacidad era de 4.300 TEU. Desde entonces, y especialmente
desde mediados de los 90, los buques han experimentado un
incremento espectacular en sus dimensiones.
EL COSTE DE OPORTUNIDAD
Un aspecto que, sin ser un inconveniente en sentido estricto, siempre
deberemos tener en cuenta en el análisis de cualquier proceso de
privatización es el coste de oportunidad. Entendemos por coste de
oportunidad aquello a lo que se renuncia cuando se elije un determinado
curso de acción y equivale al beneficio correspondiente al mejor curso de
acción alternativo.
Se trata de un concepto difícil de cuantificar con frecuencia ya que la
mejor alternativa no siempre es evidente y su valoración depende de
muchos aspectos algunos de los cuales comportan cierta subjetividad. Pero
eso no es motivo para olvidar este aspecto; se debe determinar el coste de
oportunidad seleccionando la que sea, con los datos de que se dispone, la
mejor de las alternativas que se conocen y se evaluará siguiendo criterios
equitativos a los que se consideren para evaluar la alternativa de
privatización.
Cuando se habla de privatizaciones sin compromiso de inversión o
donde este compromiso no es muy importante lo más habitual en la
práctica es que la alternativa considerada sea la llamada “alternativa cero”
consistente en continuar con el modelo de gestión pública que se está
utilizando.
Por el contrario, cuando la obtención de la inversión es la causa
principal de la privatización, la tendencia será a analizar distintas
alternativas de financiación (como son la financiación presupuestaria o el
endeudamiento del ente gestor).
Sin embargo para que el análisis sea adecuadamente preciso y
detallado es importante dedicar un esfuerzo mayor a la definición de la
mejor alternativa lo que, en la práctica supondrá ser más exigente con el
proyecto de privatización.
OTRAS CUESTIONES A TENER EN CUENTA
LA FORMACIÓN
Tanto para la operación de un puerto como también para su regulación
se requiere personal con una formación específica. Especialmente teniendo
en cuenta que un elemento básico en las privatizaciones es la expectativa
de que los puertos privatizados serán operados con más eficiencia. Esta es
una cuestión que subyace en la mayoría de operaciones de privatización.
Pero no hay que olvidar que el gestor privado deberá acudir, a fin de que la
operación no resulte demasiado costosa, a contratar personal de la zona; al
menos en parte. Por ello un aspecto a considerar en estos procesos es la
disponibilidad de personal con un nivel de formación suficiente, sea o no
específica para el sector portuario (en ocasiones es más fácil especializar a
trabajadores con una buena formación que modificar la forma de trabajar
del personal del sector).
Esto se ve agravado por la paradoja de que el sector público que ha
gestionado ineficientemente los puertos va a tener que supervisar la
actividad del gestor privado. Pero presumiblemente también va a ser un
regulador que no tiene ni la formación ni las estructuras adecuadas para
vigilar adecuadamente el funcionamiento de los puertos privatizados.
Esta falta de capacidad puede aparecer a dos niveles:
• Una deficiente formación de los funcionarios públicos.
• Unas estructuras institucionales inadecuadas.
Existe incluso el riesgo, más preocupante, de que la administración
portuaria no tenga capacidad suficiente para llevar a buen término el
proceso de la privatización.
Un ejemplo reciente de cómo instituciones inadecuadas han
experimentado dificultades para llevar a buen término el proceso lo
encontramos en la privatización del puerto de Callao en Perú. La
inestabilidad política y los frecuentes cambios en la gerencia de diversos
organismos administrativos implicados en el proceso han provocado
importantes retrasos en la privatización.
LA VOLUNTAD POLÍTICA
Otro aspecto relativo a la capacidad del sector público para desarrollar
correctamente un proceso de privatización es su capacidad de formular
legítimamente la voluntad pública; dicho en otras palabras, que los
representantes políticos y administrativos actúen en defensa del interés
público y no movidos por intereses particulares, prevenir la corrupción.
Esta defensa del interés público debe continuar en el control del gestor
privado. Si funcionarios públicos otorgan favores indebidos o simplemente
descuidan su deber de supervisar el cumplimiento por el gestor privado de
las condiciones acordadas la privatización no logra los resultados que podría
obtener. Esto puede ser debido o bien a una falta de capacidad o
posiblemente también a sobornos recibidos por los funcionarios o
representantes de la administración.
Puede considerarse como ejemplo de caso de sospecha de corrupción
la concesión de la terminal de contenedores en Montevideo (Uruguay)
donde un grupo, al cual no le fue otorgada la concesión, publicó material
que podía indicar la sugerencia de pagos indebidos a políticos implicados en
la concesión. Como consecuencia de la publicación de este material se anuló
la resolución que otorgaba la concesión a la empresa Maersk. Eso significó
un retraso de más de un año en todo el proceso de privatización. Cabe
destacar que en ningún momento se culpó a la empresa Maersk de soborno.
Maersk puede considerarse una víctima en este proceso. No quedó probado
que en este caso hubiera corrupción pero la simple sospecha ya fue
suficiente para obstaculizar el proceso de privatización.
Por el contrario la corrupción administrativa es una de las causas que
habitualmente se esgrimen a favor de la privatización al considerarse que la
corrupción es contraria a la gestión eficiente. Este es un argumento
discutible ya que los criterios de eficiencia del gestor privado no tienen
porque coincidir con los de los usuarios y los trabajadores de las empresas
privadas no son insensibles al soborno.
En relación a esta cuestión es interesante citar el ejemplo de la
privatización del puerto Buenos Aires (Argentina). Antes de la privatización
eran comunes las quejas de usuarios que se veían en la necesidad de
sobornar a los funcionarios del puerto y al sindicato para poder avanzar con
los trabajos. Durante el proceso de privatización se seguían denunciando
este tipo de hechos. Y aún después de la privatización, cuando los
operadores privados se tienen que relacionar con los entes reguladores.
Podemos decir en resumen que la probabilidad de una operación
ineficiente, la existencia de favores políticos, y de pagos ilegales tienden a
ser mayores si el puerto es operado por el sector público que cuando éste
solamente actúa como ente regulador. Y en este sentido es justo decir que
un funcionamiento inadecuado del sector público supone una motivación
para una mayor participación privada. A la vez, sin embargo, se puede
convertir en un obstáculo para la privatización si funcionarios claves del
sector público carecen del interés o la capacidad o de la voluntad de llevar
adelante el proceso de privatización. De todos modos no debemos llegar al
extremo de creer que la gestión privada garantiza el fin de la corrupción.
PROBLEMÀTICA SOCIOLABORAL
El trabajo en el sector portuario es bastante especializado; eso, junto
al hecho de que los colectivos que operan en el puerto tienen una marcada
capacidad de presión gracias a la importancia económica del tráfico
portuario, ha permitido que a menudo los trabajadores del puerto gocen de
convenios propios habitualmente más ventajosos que los de otros sectores.
En la práctica, el régimen especial implica una serie de privilegios que no se
justifican comercialmente sino simplemente por razones históricas y por el
poder de los sindicatos portuarios.
Las razones históricas parten con la base de que en el pasado, con
coyunturas más proteccionistas, las autoridades a cargo de los puertos
tenían poco interés en mejorar la eficiencia de los puertos y rebajar sus
costes de operación. El puerto constituía una barrera que protegía a las
industrias nacionales de la competencia internacional de forma semejante a
las cargas arancelarias, pero menos manifiesta. Además los puertos
públicos ofrecen puestos de trabajo “privilegiados” con lo que sirven para
otorgar favores políticos. Por la misma causa se es reacio a la introducción
de avances tecnológicos que podrían implicar una pérdida de puestos de
trabajo lo que resulta perjudicial para los políticos responsables de tales
avances.
Además, cuando finalmente se introducen tecnologías nuevas (tales
como la containerización, grúas de gran capacidad o elevadores de
graneles) los regímenes laborales se adaptan con retraso potenciando la
condición privilegiada de los trabajadores del puerto. Podemos hallar
múltiples ejemplos de cómo se desvirtúan los antiguos acuerdos sobre
condiciones laborales al mejorar la tecnología y en todos esos casos se está
creando un sobrecoste injustificado que compensa el ahorro que podrían
obtener los usuarios con la introducción de las nuevas tecnologías. Así, si en
el pasado hacían falta escuadrones de 20 personas para descargar un barco
de carga general lleno de sacos, hoy día hacen falta unas 6 para descargar
un portacontenedor; sin embargo sigue vigente un régimen laboral que
obliga a ocupar a las 20 personas que anteriormente se necesitaban. Aún
más exagerados son los números para barcos petroleros que ya no
requieren multitud de personas para transportar barriles sino una sola
persona para conectar la tubería. Otro ejemplo lo encontramos con los
incentivos a los trabajadores al alcanzarse un cierto número de toneladas
en un tiempo determinado; esos incentivos tienen poco sentido si esas
toneladas se mueven con unos pocos contenedores.
LA COYUNTURA ECONÓMICA
A lo largo de los apartados anteriores se han analizado diversas
circunstancias que pueden incidir en el diseño y en la conveniencia de una
operación de privatización de instalaciones portuarias de tráfico comercial.
Tales circunstancias incluyen aspectos como el volumen del tráfico
portuario, la competencia de otros puertos, las metas de la política marítima
portuaria, los regímenes laborales vigentes, y una serie de otros
parámetros.
Estos parámetros están evidentemente relacionados con la coyuntura
económica del puerto y del territorio en el que está implantado pero
ninguno de ellos se refiere específicamente al nivel de desarrollo económico
en términos generales. Como se verá más adelante la privatización de
puertos se viene realizando tanto en países desarrollados como en países en
vías de desarrollo. Por ello es lógico preguntarse si la privatización cumple
las mismas funciones con la misma eficacia cuando el puerto se enmarca en
una u otra coyuntura.
Para responder a esta cuestión se puede recurrir al planteamiento
ofrecido por Jan Hoffmann que es oficial de asuntos económicos de la
unidad de Transporte de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina
y el Caribe de las Naciones Unidas). Si bien esta comparación se incluye en
un informe para el contexto de América Latina el autor tiene en mente la
comparación entre un puerto europeo y uno sudamericano y los argumentos
que presenta pueden generalizarse a otras regiones cualesquiera.
Jan Hoffmann estructura las circunstancias anteriormente comentadas
en las nueve categorías que de presentan en el diagrama atendiendo a
como inciden en la privatización.