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“Para que pueda hablarse de un tratado no solo tiene que ser concluido por personas
jurídicas de derecho internacional debidamente representadas de conformidad con sus
respectivos ordenamientos constitucionales o, en su caso fundamentales (dado que el
primero se remite a los segundos íntegramente para determinar la capacidad de
obligarse internacionalmente), sino que, además, en el caso de autos estas rigurosas
exigencias de personalidad y personería jurídicas adquieren aún mayor importancia si se
observa que el llamado Convenio de Sede cuya aprobación se interesa tiende él mismo a
reconocer al Centro propuesto de la Organización Iberoamericana de Seguridad Social
personalidad jurídica en el territorio de Costa Rica” Sentencia 738-90
“La Constitución Política establece que la extradición será regulada por la ley o por los
tratados internacionales, de manera que no elige entre uno u otro, sino que deja eso a la
discrecionalidad de los órganos correspondientes del Estado y de ahí que en nuestro país
ha sido pacífica la tesis de que la legislación ordinaria de extradición tiene aplicación a un
caso concreto, en tanto haya omisión de parte del Tratado firmado con el Estado del que
el requerido es nacional” Sentencia 6766-94
El uso del intercambio de notas diplomáticas para efectos de modificar un acuerdo aun
no aprobado –como en este caso- resulta plenamente válido a la luz del Derecho
Internacional y en nada se opone al ordenamiento constitucional interno, ya que deriva
de la posibilidad de los Estados de negociar y transar en aquellos aspectos del tratado
que sean de su interés, y cuya redacción o contenido en el instrumento original no
resulte acorde con su ordenamiento constitucional o supranacional, o con razones de
conveniencia y oportunidad, siempre y cuando sea llevado a cabo por autoridades
competentes y antes de la aprobación del instrumento” Sentencia 3625-05
“Los derechos fundamentales de cada persona deben coexistir con todos y cada uno de
los derechos fundamentales de los demás; por lo que en aras de la convivencia se hace
necesario muchas veces un recorte en el ejercicio de esos derechos y libertades, aunque
sea únicamente en la medida precisa y necesaria para que las otras personas los
disfruten en iguales condiciones.” Sentencia 10859-08
“En este aspecto hay que rescatar la referencia específica que hoy la Constitución hace
de los “instrumentos internacionales”, significando que no solamente convenciones,
tratados o acuerdos, formalmente suscritos y aprobados conforme al trámite
constitucional mismo (tal el caso que ahora nos ocupa), sino cualquier otro instrumento
que tenga la naturaleza propia de la protección de los Derechos Humanos, aunque no
haya sufrido ese trámite, tiene vigencia y es aplicable en el país”. Así, la Declaración
Universal de Derechos Humanos (París, 10 de diciembre de 1948), por su carácter y
naturaleza, no ha necesitado de los trámites constitucionales de aprobación, para
entenderse como vigente y con la fuerza normativa que le otorga la materia que regula.
Otro tanto cabe decir de las “Reglas Mínimas para el tratamiento de los reclusos”, de la
Organización de las Naciones Unidas, que aunque sean producto de reuniones de
expertos o el trabajo de algún departamento de esa organización, por pertenecer nuestro
país a ella, y por referirse a derechos fundamentales, tienen tanto el valor de cualquier
normativa internacional que formalmente se hubiera incorporado al derecho interno
costarricense. En este sentido puede citarse la sentencia N° 2000-07484, del veinticinco
de agosto último, en que por virtud de un hábeas corpus formulado por un recluso, esta
Sala condenó al Estado por violar esas Reglas Mínimas, particularmente por el
hacinamiento y falta de higiene constatadas en un centro penitenciario. En esa misma
fecha, también se estimó un recurso de hábeas corpus planteado en favor de unos
ciudadanos panameños que habían ingresado al país con visa de turismo y que, según
las autoridades de Migración, solamente permitía “fines de recreación” y que fueron
sorprendidos ejerciendo una protesta pacífica ante las instalaciones de la Corte ínter
americana de Derechos Humanos, donde pendía su caso, originado en alegadas
violaciones a sus derechos por parte del Gobierno de la República de Panamá. Se les
detuvo y se les iba a deportar, de modo que la Sala anuló las resoluciones que en tal
sentido se habían dictado, porque, como se nota, sería absurdo que al ser Costa Rica
sede de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se impida a quienes tengan
pendientes casos ante ella, entre ellos extranjeros, expresarse en forma pacífica y
pública a favor de los derechos que considere les asisten” Sentencia 9685-00
“De modo que tanto la Convención Americana sobre Derechos Humanos, cuanto los
pronunciamientos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, no sólo son
aplicables en nuestro país en cuanto forman parte del Derecho de la Constitución, sino
que en la medida en que brindan mayor cobertura o protección de los derechos aludidos,
priman por sobre la Norma Fundamental”. Sentencias 1682-07, 4276-07
“ . . . hay que rescatar la referencia específica que hoy la Constitución hace de los
“instrumentos internacionales”, significando que no solamente convenciones, tratados
o acuerdos, formalmente suscritos y aprobados conforme al trámite constitucional
mismo (tal el caso que ahora nos ocupa), sino cualquier otro instrumento de tenga la
naturaleza propia de la protección de los Derechos Humanos, aunque no hay sufrido ese
trámite, tiene vigencia y es aplicable en el país. Así, la Declaración Universal de
Derechos Humanos (París, 10 de diciembre de 1948), por su carácter y naturaleza, no
ha necesitado de los trámites constitucionales de aprobación, para entenderse como
vigente y con la fuerza normativa que le otorga la materia que regula. Otro tanto cabe
decir de las “Reglas Mínimas para el tratamiento de los reclusos”, de la
Organización de las Naciones Unidas, que aunque sean producto de reuniones de
expertos o el trabajo de algún departamento de esa organización, por pertenecer nuestro
país a ella, y por referirse a derechos fundamentales, tienen tanto el valor de cualquier
normativa internacional que formalmente se hubiera incorporado al derecho interno
costarricense (...)Dentro de ese orden de ideas, ha dicho la jurisprudencia de la Sala que
las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos tienen en este país
pleno valor y que, en tratándose de Derechos Humanos, los instrumentos
internacionales “tienen no solamente un valor similar a la Constitución Política,
sino que en la medida en que otorguen mayores derechos o garantías a las
personas, priman por sobre la Constitución” Sentencia 2313-95
“…VI.- Por el contrario, el artículo 9 del tratado no se ocupó del tema de los
regímenes arancelarios de excepción, como los descritos, ni prohibió los que operaban al
momento en los países signatarios, ni recluyó la posibilidad de constituir nuevos, sino que
simplemente previó su homologación regional en un futuro "convenio Centroamericano
especial sobre la materia". Por ello, la Ley #7012 de 4 de noviembre de 1985 no
quebranta la jerarquía de los tratados como fuentes normativas, conforme al artículo 7
constitucional."… Sentencia 0321-95.
“…el artículo primero es el que aprueba la adhesión del Gobierno de Costa Rica al
Convenio internacional para la seguridad de la vida en el mar de 1974, convenio
compuesto por sesenta y cuatro instrumentos internacionales que corresponden a sus
protocolos y enmiendas. Su objetivo principal es especificar normas mínimas para la
construcción, equipo y funcionamiento de buques, compatibles con su seguridad. Es un
instrumento para regular los desarrollos técnicos en la industria de las embarcaciones,
todo lo que se refiere a construcción, protección, dirección, extinción de incendios,
seguridad de la navegación, transporte de carga y de bienes peligros, embarcaciones
nucleares, de manejos de operaciones de seguridad, entre otros. Por lo expuesto, se trata
de un instrumento del Derecho Internacional Público que no resulta contrario con los
valores y principios constitucionales básicos del Derecho de la Constitución…”
Sentencia 18215-08
“…Se desprende de tal norma constitucional, que toda actividad relativa a la protección,
conservación y explotación de los recursos y riquezas naturales existentes en las aguas,
el suelo y el subsuelo marino, dentro de las zonas descritas por la norma y por los
tratados internacionales, se regirá por los principios del Derecho Internacional. El
propio constituyente incorporó el Derecho Internacional sobre el Mar al ordenamiento
jurídico interno; dicho de otra manera, los principios del Derecho Internacional sobre la
materia se aplican directamente y la norma o principio internacional tiene el valor de la
norma constitucional, incluso superior en caso de insuficiencia o ausencia de esta.
Además, el párrafo segundo hace alusión directa al deber del Estado de proteger y
conservar todos los recursos y riquezas naturales existentes en las aguas, el suelo y el
subsuelo de la zona de la jurisdicción especial sobre los mares adyacentes a su territorio
en una extensión de doscientas millas a partir de la misma línea citada en el párrafo
primero. Como se puede apreciar, dos son las excepciones al rango dispensado por el
artículo 7 constitucional a las normas y principios del Derecho Internacional: a) el
artículo 48 de la Constitución Política en relación con los instrumentos jurídicos del
Derecho Internacional de los Derechos Humanos, reconocido así por la jurisprudencia
constitucional; b) lo dispuesto por el artículo 6 en cuanto a la regulación internacional
sobre el Derecho del Mar. En consecuencia, en este punto confrontaremos las normas
legales impugnadas con las normas y principios del Derecho Internacional sobre el mar,
conforme lo establece el artículo 6 constitucional…La actividad pesquera ha sido
desarrollada por el hombre desde tiempos antiguos. Por esa razón, en el análisis del sub
iudice resulta de especial interés hacer un somero repaso de la evolución del Derecho
Internacional sobre el mar, dado que en los últimos 30 años este Derecho ha dado un
giro de ciento ochenta grados, un cambio de dirección provocado principalmente por el
Derecho Internacional Ambiental. Prácticas que otrora se consideraron lícitas y
recomendables, hoy se oponen abiertamente a estos nuevos principios...” Sentencia
10540-13