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UNIVERSIDAD DEL PAIS VASCO – EUSKAL HERRIKO UNIBERTSITATEA

DEPARTAMENTO DE FILOSOFIA DE LOS VALORES Y ANTROPOLOGIA SOCIAL


PROGRAMA DE DOCTORADO “CULTURA Y SOCIEDAD”

ARTISTAS MUJERES DURANTE LA DICTADURA MILITAR EN BRASIL


(1964-1979)

“El cuerpo de las mujeres, el de las artistas, y el de los espectadores, en el arte de índole
crítico y politizado”

Doctoranda
Elisa Iop

Directora
Dra. Lourdes Méndez. UPV/EHU.

Octubre de 2015

(c)2016 ELISA IOP


AGRADECIMIENTOS

Deseo expresar mi agradecimiento a mi directora, la Dra. Lourdes Méndez Pérez, sin

la cual no podría haber realizado esta investigación. Sus conocimientos, dedicación, paciencia

y constantes ánimos y apoyo han sido determinantes.

Mi agradecimiento también a quienes impartieron clases en el Programa de Doctorado

Cultura y Sociedad de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, y a la

secretaria administrativa del Departamento de Filosofía de los Valores y Antropología Social,

Ana Mari Sanchez, por su inestimable ayuda con los trámites que rodean al depósito de una

Tesis.

Al Instituto Federal de Educação Ciência e Tecnologia do Rio Grande do Sul - IFRS

Campus Sertão, por haberme concedido un permiso de trabajo para poder concluir esta Tesis.

A mi madre, Reni Cecília Iop, a mi padre, Guido Oracy Iop y a mi hijo Andre Iop

Riccordi con mucho amor. A mis hermanas Cinara y Beatriz, por su apoyo y sus ánimos.

A mi amiga y hermana de corazón, Sandra Abello, que compartió conmigo la

experiencia de realizar los cursos de doctorado en la UPV.

A Traducza - Servicios de Traducciones y Susan Reis, por corregir el texto en español

y a Cláudia Servelin por las correcciones metodológicas que ha realizado.

A los amigos, colegas y compañeros de la vida, que me animaron a proseguir esta

investigación.
RESUMEN

Aunque en Brasil no haya constancia de la existencia de artistas mujeres comprometidas con

el feminismo que actuaran en el campo local del arte durante el período de la dictadura militar

abordado en esta Tesis (1964-1979), algunas artistas brasileñas, representativas del arte de

índole crítico y politizado, plasmaron en sus obras temáticas relacionadas con la situación

social de las brasileñas y los roles e identidades de sexo/género. En esta Tesis, tras describir el

contexto socio-político, y examinar la posición de las artistas en el campo del arte de aquellos

años, hemos seleccionado un conjunto de artistas mujeres y de obras. Las artistas

seleccionadas: Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Lygia Pape, Lygia Clark, Letícia

Parente y Sonia Andrade, aún sin reconocerse o etiquetarse como “feministas”, reflejaron en

sus obras temas que estaban en el centro de los debates en torno a las mujeres, a sus roles y

funciones, debates suscitados por la segunda ola del movimiento feminista brasileño. Todas

elaboraron obras similares a las que estaban produciendo artistas feministas en Estados

Unidos y Europa Occidental, e incluso se anticiparon a ellas. Utilizando lenguajes pictóricos,

y también el propio de las instalaciones, de las fotoperformances y las videoperformances,

será desde el cuerpo -como tema, objeto y soporte de significación-, y principalmente desde

su propio cuerpo y atendiendo al del espectador, desde dónde las artistas seleccionadas

denunciaron plástica y visualmente que el cuerpo es el “lugar” por excelencia de la opresión

de las mujeres, y crearon una nueva iconografía sobre el cuerpo femenino.


ABSTRACT

Even though Brazil has no record of female artists who were committed to feminism carried

out their activities in the area of visual/plastic arts during the military dictatorship period

analyzed by this paper (1964-1979), some Brazilian artists, representatives of Brazilian art

with a critical and political outlook, addressed in their works topics related to the social status

of Brazilian women and to sex/gender identities and roles. In this paper, after describing the

social and political context and analyzing their position in the artistic environment at that

specific time, we chose a set of female artists and their artworks. The chosen artists are the

following: Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Lygia Pape, Lygia Clark, Letícia

Parente and Sonia Andrade. Even though these women did not recognize or label themselves

as 'feminists', their works reflected topics that were at the center of discussions regarding

women, their roles and functions, all of which generated by the surfacing of the second wave

of the Brazilian feminist movement. All these artists developed works that are very similar to

the ones produced by artists who identified themselves as feminists in the United States and

Western Europe, and even placed themselves ahead of those other artists. By making use of

pictorial languages, as well as installations, photo and video performances, they saw the body

in general - as a topic, objective and significance support - and their own bodies, in addition to

the bodies of spectators, as a starting point from which they presented tensions and ruptures,

visually and artistically denouncing the body as the "quintessential place" of female

oppression and creating an innovative iconography concerning the female body.


INDICE

INTRODUCCIÓN .................................................................................................................... 7

CLAVES TEORICAS Y METODOLÓGICAS .................................................................. 15

a) Objetivos e hipótesis-guía ....................................................................................................15

b) Criterios de selección de la muestra de artistas y obras .......................................................16

c) El campo local del arte como contexto, y las teorías feministas sobre el arte, el sexo/género

y el cuerpo como herramientas analíticas................................................................................20

PARTE I

LA DICTADURA MILITAR EN BRASIL (1964-1979). EL CONTEXTO SOCIO-


POLITICO Y LA POSICIÓN DE LAS ARTISTAS EN EL
CAMPO LOCAL DEL ARTE

1. ACTOS INSTITUCIONALES, CONTRACULTURA Y SEGUNDA OLA DEL


MOVIMIENTO FEMINISTA

1.1 Un escenario geopolítico convulso: la “Guerra Fría”.........................................................39

1.2 El contexto socio-político brasileño: una sucesión de regimenes dictatoriales y de Actos

Institucionales...........................................................................................................................43

1.3 Los ideales de la contracultura brasileña: antecedentes y cambios de comportamiento ....52

1.4 La segunda ola del movimiento feminista brasileño ..........................................................62

1.4.1 Primeras voces feministas: los años sesenta..................................................63

1.4.2 El movimiento feminista brasileño se organiza: los años setenta .................69


2. MÁS AUSENTES QUE PRESENTES: ARTISTAS MUJERES EN EL CAMPO
LOCAL DEL ARTE

2.1 El arte brasileño de índole crítico y politizado ...................................................................82

2.1.1 La generación de los sesenta: ¿un antes y un después del Acto

Institucional Nº 5? .................................................................................................85

2.1.2 La generación de los setenta: entre nuevas infraestructuras en el campo del

arte, tendencias y lenguajes ....................................................................................94

2.2 La presencia de artistas mujeres en el arte brasileño de índole crítico y politizado.........102

2.2.1 Rastros del feminismo en la producción de las artistas brasileñas ..............112

PARTE II

EL PROTAGONISMO DEL CUERPO. LECTURAS SOCIO-CULTURALES DE LA


PRODUCCIÓN DE LAS ARTISTAS BRASILEÑAS

3. LAS BRASILEÑAS DE CARNE Y HUESO, LOS IDEALES DE BELLEZA


FEMENINA Y LA PRODUCCIÓN DE LAS ARTISTAS BRASILEÑAS: LAS
NEOFIGURACIONES Y EL CUERPO DEL ESPECTADOR

3.1 El cuerpo de las mujeres en la sociedad y en los mass media brasileños en los años sesenta

y setenta: los ideales de belleza femenina como modelos a imitar ........................................121

3.2 Representaciones neofigurativas del cuerpo femenino: Anna Bella Geiger, Anna Maria

Maiolino y Regina Vater ........................................................................................................139

3.3 El cuerpo del espectador como objeto y soporte de significación: las experiencias pioneras

Lygia Clark y Lygia Pape.......................................................................................................150


4. FOTOPERFORMANCES Y/O VIDEOPERFORMANCES: EL CUERPO DE LAS
ARTISTAS BRASILEÑAS “EN ESCENA”

4.1 El cuerpo de las artistas como objeto y soporte de significación: Fotoperformances y

videoperformances..................................................................................................................171

4.2 La mascarada como posibilidad de subversión: las artistas Regina Vater y Anna Bella

Geiger se disfrazan .................................................................................................................178

4.3 La auto-agresión ficticia/teatral como posibilidad de subversión ....................................189

4.3.1 Lygia Pape y Anna Maria Maiolino: desde la auto-agresión ficticia/teatral a

otras estrategias.....................................................................................................191

4.3.2 Letícia Parente y Sonia Andrade: desde la auto-agresión ficticia/teatral a

subversión de prácticas de embelesamiento y higiene .........................................203

CONCLUSIÓN ................................................................................................................... 2147

5. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Y FUENTES DOCUMENTALES

5.1 Referencias bibliográficas citadas ....................................................................................224

5.2 Fuentes documentales.......................................................................................................239

5.2.1. Catálogos de exposiciones y textos en catálogos de exposiciones.............239

5.2.2. Periódicos, revistas, documentos institucionales, trabajos académicos

inéditos y páginas web..........................................................................................240

LISTADO DE SIGLAS........................................................................................................ 247

LISTADO DE IMÁGENES................................................................................................. 250

ANEXOS ............................................................................................................................... 252


INTRODUCCIÓN

“Dejo que [mi trabajo] persiga [...] mi proceso de


descubrimiento y de visión. Sus raíces de unidad evidentes están
dentro de mí y resultan de la interacción de mi realidad con la
realidad social e histórica de mi tiempo y de mi movimiento”
Letícia Parente, 1975

“Es propio de la condición del artista ser una especie de


demiurgo: ser desafiante actuando en diversos niveles de la
conciencia, e incluso organizando su materia pre-existente”
Anna Bella Geiger, 2004

En Brasil, desde finales de los años sesenta del siglo XX y, en especial, a lo largo de la

década de los setenta, momento en que surge la segunda ola del movimiento feminista, las

teorías y análisis feministas están presentes en diferentes áreas de conocimiento. No obstante,

aunque en las universidades brasileñas exista hoy en día una importante producción

académica relacionada con los Estudios Feministas y de Género, en especial en Ciencias

Humanas y Sociales, en el campo de las artes plásticas/visuales esos estudios todavía son

incipientes. A pesar de ello desde la década de los noventa un creciente número de

investigadores, artistas, curadores y críticos, vienen llamando la atención sobre el papel del

sexo/género en la cultura brasileña y, en especial, en el campo del arte interesándose por las

producciones plásticas y visuales. La mayoría de las investigaciones de aquellos años

focalizaron su atención sobre la producción artística de la década de los ochenta, periodo en

que surgen un gran número de artistas mujeres brasileñas, militantes feministas o no, que

abordan en sus obras temáticas feministas y/o que permiten detectar el impacto que las

inquietudes feministas tuvieron sobre ellas. Sólo recientemente, el arte producido por artistas

mujeres en cuanto que espacio de resistencia y como oposición a la “natural” domesticidad de


8

las mujeres durante el período de la dictadura militar en Brasil, que se prolongó desde 1964

hasta 1985, ha atraído la atención de diferentes investigadores/as.

El tema fue discutido por la escritora y teórica Heloisa Buarque de Holanda en el texto

titulado Quase Catálogo 2: Artistas Plásticas no Rio de Janeiro 1975-1985, publicado en

1991, y en algunos eventos realizados con ocasión de la celebración de los cincuenta años del

fin de la dictadura militar en Brasil, en 20041. Los eventos a los que nos referimos son:

Mulheres Artistas na Ditadura2 y Arte, Ditadura e Feminismo3 (mesa de debate) - Ciclo de

debates Arte e Estado: possíveis relações entre o sistema das artes e as políticas culturais no

período da ditadura civil-militar brasileira4. Además de algunos artículos, que van a ser

utilizados a lo largo de esta Tesis, sólo hemos encontrado una investigación académica, aún

inédita, sobre el tema que vamos a abordar a lo largo de estas páginas. Se trata de la

investigación titulada Trajetórias de Regina Vater: por uma crítica feminista da arte

brasileira, defendida en 2011 en el Mestrado en Estética y Historia del Arte de la

Universidade de São Paulo (USP). Algunos referentes en el campo de la crítica de arte

brasileña, en general silenciosa con relación a las discusiones feministas, y en los que

participaron artistas brasileñas de los años sesenta y setenta fueron las exposiciones

Ultramodern: the art of contemporany Brazil5, realizada en el The National Museum of

Women in the Arts, en Washington, en 1993, comisariada por la crítica y historiadora del arte

1
En el catálogo figuran nombres como los de Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Lygia Clark y Lygia
Pape.
2
El evento fue realizado del 18 al 20 de marzo de 2014, en el espacio cultural de la Caixa Econômica de São
Paulo. Durante el mismo tuvo lugar un ciclo que propuso un panorama de las actividades de las artistas mujeres
en aquel periodo. El campo de las artes plásticas/visuales fue debatido en la conferencia inaugural titulada
Mulheres artistas: criar, subverter e reiventar-se em tempos de ditadura militar, y pronunciada por la Dra.
Luana Saturnino Tvardovkas.
3
En la mesa de debate participaron las Doctoras Rosa Blanca, Lina Arruda e Ana Paula Simioni.
4
El debate tuvo lugar del 18 al 20 de abril en el Centro Cultural de São Paulo (SP).
5
Entre las artistas de los años sesenta y setenta participaron en la exposición Anna Bella Geiger, Lygia Pape y
Regina Vater.
9

Aracy do Amaral y por el crítico del arte Paulo Herkhenhof y, Manobras Radicais6,

realizada en el Centro Cultural Banco do Brasil de São Paulo del 8 de agosto al 15 de octubre

de 2006, comisariada por Paulo Herkhenhof y Heloísa Buarque de Holanda. La escasez de

investigaciones académicas sobre la producción de las artistas mujeres durante la dictadura

militar en Brasil, de publicaciones y de exposiciones sobre el tema, despertaron nuestro

interés y decidimos llevar a cabo la investigación presentada en esta Tesis. Ese periodo es de

particular importancia porque fue en aquellos años cuando surgió una generación de artistas

mujeres que sufrieron el impacto de la represión, de la censura y de la violencia política

infligida por el gobierno militar; y que sin embrago no fueron indiferentes a la influencia de la

segunda ola del movimiento feminista brasileño, y realizaron obras plásticas y visuales en las

que subvertieron los roles e identidades de sexo/género asignados a las brasileñas en aquel

periodo. Al hacerlo abrieron los caminos para que pudiera surgir una generación de artistas,

militantes feministas o no, que proponen nuevas representaciones de lo femenino,

denunciando la posición subordinada de las mujeres y deconstruyendo los códigos

plásticos/visuales dominantes.

Dado ese contexto, el interés personal en torno al tema propuesto en la Tesis es el

resultado de los cuestionamientos que nos acompañan desde el desarrollo de un curso de

formación superior de pos grado7 en Brasil a finales de los años noventa. Desde entonces

empezamos a trabajar en la enseñanza de las artes plásticas/visuales, en diferentes niveles

educativos (la educación en régimen especial, la enseñanza secundaria y la enseñanza

superior)8 y, a la par, desarrollamos una trayectoria como artista plástica/visual haciendo

6
Entre las artistas de los años sesenta y setenta participaron en la exposición Anna Bella Geiger, Anna Maria
Maiolino, Letícia Parente, Lygia Clark, Lygia Pape y Sonia Andrade.
7
"Jogo-cinco marias-instalação e Educação Multicultural: a arte como forma de expressão da identidade
cultural, defendida en 1999 en el Programa de Pós-Graduação em Educação - Linha de Pesquisa em Arte-
Educação, da Universidade Federal do Paraná, Curitiba, y dirigido por el Dr. Roberto Cappelari Figureli.
8
Actualmente trabajo en la enseñanza secundaria integrada en los cursos de ciclos formativos de grado medio.
10

nuestras las aportaciones de la perspectiva multicultural crítica, abriéndonos así al interés por

comprender las prácticas artísticas ignoradas por el canon discursivo de la historia oficial del

arte y, en especial, por las prácticas de las artistas mujeres. Sin embargo fue la asignatura

Análisis Cultural: teorías de la cultura y sus contextos de aplicación y producción9 y, el

trabajo llevado a cabo durante el periodo de investigación (2003/2004)10, lo que propició un

primer contacto con las aportaciones que nos permitieron avanzar en el tema: la teoría y la

practica feminista, los estudios de género, y las teorías feministas del arte. Desde aquellos

años, además de realizar producciones artísticas que investigan los roles e identidades de

género11, empezamos a acercarnos al tema de la influencia de las teorías y practicas

feministas, y de los estudios de género, en el campo de las artes plásticas/visuales en Brasil,

lo que a su vez nos aproximó al tema del arte producida por artistas mujeres durante la

dictadura militar en el país.

Ante lo expuesto y dada la extensión y complejidad del período de la dictadura militar

en Brasil, decidimos investigar solamente la primera generación de artistas mujeres brasileñas

que abordaron temáticas feministas y/o que nos permiten rastrear en ellas inquietudes

feministas. Esa primera generación de artistas se situa desde el punto de vista cronológico y

político entre los años 1964-1979, el periodo más duro de la dictadura militar. Un momento

histórico que, a nivel internacional, tuvo como telón de fondo la Guerra Fría (1945-1989)

9
Impartida por la Doctora Lourdes Méndez Pérez y por el Doctor Jésus Azcona Mauleon.
10
El trabajo de Investigación - Aproximaciones a un análisis sociocultural de la muñeca Barbie, fue realizado
bajo la dirección de la Dra Lourdes Méndez Pérez, y presentado en el marco del Programa de Doctorado
Cultura y Sociedad, en el Departamento de Filosofía de los Valores y Antropología Social en el año académico
2003/2004.
11
Empecé a desarrollar mi producción artística sobre ese tema en la disciplina "Metodología de un proyecto a
través de un medio gráfico, partiendo del fragmento", impartida por los profesores de la Facultad de Bellas
Artes Dr. José Maria Elespuru Gentilischi, Dr. Manuel Angel García Seco y Dr. Fernando Mardones Nerasaluce,
en el Campus de Lejona de la UPV. He desarrollado trabajos construidos a partir de la apropiación de un
artefacto cultural - la muñeca Barbie. Mediante la utilización de la estrategia del disfraz, la muñeca asume
diferentes identidades. De esta opción salieron los siguientes trabajos (objetos y instalaciones): Fragmento da
vida de Efigênia (2003/2004), Renascer das Deusas - Gaia, Afrodite y Yemanjá (2004) y Negra Macuá x Negra
Auta (2004). A partir de esos trabajos empecé a realizar otros en torno a esa temática: As desbravadoras -
Chapecó (1917-1981), intervención urbana; el Projeto Vir a ser (2009), fotoperformance , y Resurgência (2013),
fotografia.
11

entre los Estados Unidos y la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. A nivel

nacional esta Tesis retiene como punto de partida cronológico y político el año 1964, en el

que se inicia la dictadura militar en Brasil, se detiene sobre la promulgación en 1968 del Acto

Institucional Número 5, el más terrible instrumento de la represión del régimen militar, y

finaliza en 1979, año en el que se inicia un proceso de “apertura política” en el país. Como

veremos, aquellos años también estuvieron marcados por una serie de ideales relacionados

con la contracultura brasileña, por la emergencia de la segunda ola del movimiento feminista,

y por la progresiva sustitución del mito de la mujer “ama de casa” que imperaba en la

sociedad brasileña de los años cincuenta y sesenta, por el de la mujer “rebelde y

reivindicativa”. En el campo de la producción artística fue en ese período en el que ocurrieron

cambios en los modos de pensar y hacer arte, que fueron asumidos por artistas mujeres

representativas del arte brasileño de índole crítico y politizado de los años sesenta y setenta.

Conectar arte y vida, romper con los límites entre la experiencia estética y la política, y una

inmersión en el cuerpo propio, pero también de algún modo en el cuerpo del/la espectador/a,

han sido algunos de los caminos seguidos y vividos por la primera generación de artistas

mujeres de aquellos complejos años.

Nuestro principal objetivo a lo largo de esta Tesis ha sido el de investigar las posibles

influencias de ese contexto brevemente descrito, sobre todo de aquellas ejercidas por la

segunda ola del movimiento feminista en Brasil, sobre la producción de la primera generación

de artistas mujeres representativa del arte brasileño de índole crítico y politizado del período

y que se interesaban por el tema de la situación social de las mujeres. Para alcanzar ese

objetivo hemos diseñado un apartado que contiene lo que hemos llamado claves teórico-

metodológicas y en el que exponemos nuestros principales objetivos, la hipótesis-guía, y el

contenido de las nociones fundamentales que iremos utilizando a lo largo de nuestra

investigación. Tomando como punto de partida los efectos ideales y materiales del
12

sexo/género, teorizados desde las ciencias sociales y humanas por diferentes autoras

feministas desde principios de la década de los setenta del siglo XX, sobre lo que el

antropólogo y sociólogo francés Pierre Bourdieu denominó “campo de producción artística”;

reteniendo las aportaciones de historiadoras feministas del arte como Linda Nochlin y

Griselda Pollock; y prestando atención a las intersecciones entre sexo/género-raza/etnicidad y

clase social, nos adentraremos en el análisis del contexto socio-cultural y artístico del Brasil

de los años comprendidos entre 1964 y 1979. Hecho esto, describiremos y aplicaremos

nuestro marco de análisis a una selección de obras de artistas mujeres brasileñas

especialmente significativas del arte brasileña de índole crítico y politizado de aquellos años.

Hemos elegido a las artistas Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Letícia Parente,

Lygia Clark, Lygia Pape, Regina Vater y Sonia Andrade, porque las obras que produjeron

entre los años de 1964-1979, además de discutir sobre la situación política en tiempos de

dictadura militar, problematizan cuestiones relacionadas con la situación social de las

mujeres brasileñas de aquellos años, con o los roles e identidades de sexo/género,

sobresaliendo entre otros temas los de la mujer como reproductora y como objeto sexual. Esos

temas estaban en el centro del debate de la segunda ola del movimiento feminista brasileño:

en sus “primeras voces” y, en el período en el que, ya en los setenta, el movimiento

feminista de Brasil ya era un movimiento organizado. Esas artistas son de las ciudades de

Rio de Janeiro y São Paulo, principales centros artísticos y culturales de Brasil en la época.

Todas tuvieron una activa participación en el arte brasileño de índole crítico y politizado que

emergió en los años sesenta y/o solamente en los setenta. Es desde el “tópico” del cuerpo,

“lugar” dónde tradicionalmente se inscribe y materializa la opresión de las mujeres, desde

dónde las artistas plantean tensiones y rupturas con relación a los roles e identidades de sexo

y de género que se les asignaban en aquellos años. Las obras que hemos elegido, obras

pictóricas y grabados, son representaciones neofigurativas del cuerpo femenino;

proposiciones artísticas -instalaciones y/o objetos- que abordan el cuerpo del espectador
13

como objeto y soporte de significación, y obras en las que las artistas utilizan su proprio

cuerpo para realizar acciones performativas ante la cámara fotográfica (fotoperformances) y/o

videográfica (videoperformances). Para abordar las obras seleccionadas recurriremos a la

teoría feminista del arte, a la historia feminista del arte, y también a textos de críticos de arte

brasileños, y a diversos manifiestos, para comprender el contenido artístico/visual, y también

ideológico, de esas obras. Veremos también que además de que esas artistas reflejaran en sus

obras temas que estaban en el centro de los debates de la segunda ola del movimiento

feminista brasileño, estaban haciendo casi lo mismo que las artistas del “arte feminista”

europeo y/o estadunidense, e incluso anticipándose con relación a algunos de los temas,

lenguajes y estrategias que utilizaron.

Para realizar la selección de las artistas hemos tenido que llevar a cabo un importante

trabajo de búsqueda documental puesto que, como ya hemos dicho, hay una escasez de

estudios con relación a la producción de las artistas mujeres durante el periodo de la dictadura

militar en Brasil que se interesaran por temas relacionados con la situación social de las

mujeres. El hecho que vivamos en una ciudad que se encuentra muy alejada de los dos

principales centros culturales de Brasil (Rio de Janeiro y São Paulo), nos llevó mucho tiempo

y esfuerzo lograr hacernos con una especie de cartografía de las artistas, de sus obras y de las

exposiciones en las que participaron. Sólo tras elaborar esa cartografía, tras analizar el

material obtenido, tras constatar la gran disparidad entre artistas mujeres y artistas hombres

que expusieron en los principales eventos artísticos de aquellos años, de cuantificar el número

de artistas mujeres frente al de artistas hombres, procedimos a seleccionar a las artistas y

obras que forman parte del corpus de esta Tesis. Tras reunir ese material empírico,

procedimos a concebir la estructura de la Tesis.

La hemos estructurado en dos partes cada una de las cuales comprende dos capítulos.

En la primera parte esbozamos una panorámica de las cuestiones históricas, políticas,

económicas, sociales y culturales que rodean la producción de las artistas brasileñas


14

representativas del arte brasileño de índole crítico y politizado en el periodo de la Tesis (1964-

1979). En esa primera parte exponemos e intentamos comprender el contexto socio-político

de Brasil del período, el surgimiento de la contracultura brasileña y de sus ideales políticos y

vitales, la emergencia de la segunda ola del movimiento feminista brasileño y, los mitos en

torno a lo que significaba ser mujer en aquellos años. Acto seguido, examinamos la posición

de las artistas en el campo local del arte destacando sus principales manifestaciones

colectivas, e identificamos los “rastros” del feminismo en las artes plásticas y visuales

brasileñas de aquellos años y sus principales problemáticas. En la segunda parte de la Tesis

nos adentramos en cuestiones relativas al cuerpo femenino por ser dichas cuestiones las que

habitan las obras plásticas y visuales seleccionadas como corpus de la Tesis. Acto seguido,

realizamos la lectura, el análisis y la interpretación de obras producidas por las artistas que

hemos elegido - Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Letícia Parente, Lygia Clark,

Lygia Pape, Regina Vater y Sonia Andrade. Para facilitar la lectura, y evitar que se pierda el

hilo conductor de esta Tesis, varios datos relativos al contexto histórico, político y artístico,

obtenidos de muy diferentes fuentes documentales, han sido situados en notas a pie de página.

Tras la conclusión, en la que sintetizamos lo que consideramos los principales logros de

esta Tesis, incorporamos las referencias bibliográficas citadas, así como las fuentes

documentales utilizadas. La búsqueda de todo ese material fue realizada en museos, centros

culturales, bibliotecas, universidades que tienen cursos de grado y de postgrado en artes, y

accediendo por internet a páginas web especializadas en arte. En al Anexo de esta Tesis

hemos creído conveniente incorporar documentos que tuvieron gran importancia en el

periodo. Uno de ellos es un documento político: el Ato Institucional Número 5; los otros son

el Manifiesto Antropofágico y el texto Contra a arte afluente: o corpo é o motor da obra.

También hemos incorporado otros documentos significativos, así como una selección de

imágenes de las obras de las artistas que forman el corpus de esta Tesis.
CLAVES TEORICAS Y METODOLÓGICAS

A lo largo de los tres apartados que forman este epígrafe vamos a exponer, en primer

lugar, los objetivos e hipótesis-guía de esta Tesis. En segundo lugar, los criterios que hemos

utilizado para seleccionar a las artistas y obras que se analizarán en la II Parte de la misma. Y

en tercer lugar las claves teóricas utilizadas para construir y analizar nuestro objeto de estudio.

a) Objetivos e hipótesis-guía

Nuestro principal objetivo es el de clarificar las influencias del contexto social, político,

cultural y artístico del Brasil de los años comprendidos entre 1964 y 1979 y, en especial, de

aquellas ejercidas por la segunda ola del movimiento feminista brasileño, sobre la producción

plástica/visual de artistas mujeres representativas del arte brasileño de índole crítico y

politizado de los años sesenta y setenta del siglo XX. Junto a este objetivo, también

pretendemos dejar constancia, proporcionando datos cuantitativos, de la disparidad numérica

existente entre artistas varones y artistas mujeres en lo referido a su participación en los

principales eventos expositivos del periodo analizado. Una disparidad resultante de la

desigualdad entre hombres y mujeres en la sociedad brasileña, desigualdad que también se

detecta en el campo del arte.

La hipótesis que nos servirá como guía a lo largo de esta Tesis es la de que, aunque en

Brasil no haya constancia de la existencia de artistas mujeres comprometidas con el

feminismo que actuaron en el campo de las artes plásticas/visuales de aquellos años y, por lo

tanto, no pueda hablarse de la existencia de un “arte feminista”, algunas artistas brasileñas

representativas del arte brasileño de índole crítico y politizado abordaron temáticas


16

relacionadas con la situación social de las mujeres brasileñas y con los roles e identidades de

sexo/género. Sostendremos en esta Tesis que las artistas brasileñas que hemos seleccionado,

aún no reconociéndose o etiquetándose como “feministas”, están elaborando obras muy

similares a las de artistas feministas y/o orientadas por un ethos feminista en Estados Unidos

y Europa Occidental, e incluso anticipándose a ellas. Como veremos, al igual que sucedía en

el “arte feminista” es desde el cuerpo -como tema, objeto y soporte de significación-, y

principalmente desde su propio cuerpo y atendiendo también al cuerpo del espectador, desde

dónde algunas artistas plantearon tensiones y rupturas con relación a la situación social de las

mujeres brasileñas durante el periodo de la dictadura militar, cuestionando sutilmente los roles

e identidades de sexo/género socialmente dominantes que aprisionaban a mujeres y hombres y

guiaban sus comportamientos. Al optar por el cuerpo como tema, como objeto, y como

soporte de significación estas artistas harán suyo, implícitamente, el eslogan feminista de

aquellos años: “nuestro cuerpo es nuestro”, denunciando plástica y visualmente que el cuerpo

sexuado es el “lugar” por excelencia de la opresión de las mujeres.

b) Criterios de selección de la muestra de artistas y obras

Partiendo de la hipótesis guía que acabamos de exponer, hemos seleccionado a siete

artistas: Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Letícia Parente, Lygia Pape, Lygia Clark,

Regina Vater y Sonia Andrade, pues ellas fueron las principales artistas que abordaron

temáticas relacionadas con la situación social de las mujeres brasileñas en el período

analizado en esta Tesis, y las pensaron y representaron vinculándolas a los roles y identidades

de sexo/género vigentes para cada sexo en el Brasil de aquellos años. Como ya hemos

indicado, las artistas que hemos seleccionado lo hicieron desde el cuerpo y, principalmente
17

desde su propio cuerpo, llevando a cabo acciones performativas pero no “en vivo”, como en

aquellos mismos años lo estaban haciendo las artistas del “arte feminista” europeas y/o

estadounidenses, sino concibiéndolas específicamente para la fotografía y el video. Eso dio

lugar, como veremos, a numerosas fotoperformances y/o videoperformances.

Lygia Clark y Lygia Pape, dos de las artistas seleccionadas que iniciaron sus

trayectorias en el campo del arte en los años cincuenta participando activamente en dos

importantes movimientos artísticos: el concretismo y el neoconcretismo, figuran en esta Tesis

porque en los sesenta realizaron las experiencias más radicales con relación al cuerpo a través

de una serie de propuestas que suscitan una participación más activa del espectador en la

obra. Además, en el caso de Lygia Pape también la hemos seleccionado por otro motivo: por

haber realizado, de forma precursora en los años sesenta, una importante fotoperformance.

Las artistas Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino y Regina Vater, que iniciaron

sus trayectorias profesionales en el campo local del arte en los años sesenta, han sido

seleccionadas porque en aquellos años llevaron a cabo representaciones neofigurativas del

cuerpo femenino y, en los setenta, fotoperformances. A lo que hay que añadir que en el caso

de Anna Bella Geiger y de Regina Vater, éstas también realizaron videoperformances. De

hecho Anna Bella Geiger es considerada como una de las pioneras del videoarte brasileño.

Por último, Letícia Parente y Sonia Andrade, artistas que iniciaron sus trayectorias en los años

setenta y que forman parte de la primera generación del videoarte brasileño, fueron

seleccionadas para esta muestra porque realizaron interesantes videoperformances durante los

años setenta.

Las artistas hasta ahora citadas son de Rio de Janeiro y de São Paulo, principales

centros de producción y difusión cultural de Brasil en los años sesenta y setenta, realidad que

persiste en la actualidad. Todas participaron en las principales manifestaciones colectivas que

tuvieron lugar en el campo artístico brasileño en los años sesenta y/o setenta. Excepto en el
18

caso de Anna Maria Maiolino, italiana naturalizada brasileña, todas las demás artistas

nacieron en Brasil. Cabe destacar también que todas son “blancas” pues a pesar de la

diversidad étnica existente en nuestro país, y a la mezcla en él básicamente de tres “razas”:

“indios”, “blancos” y “negros”, solamente a partir de los años noventa, período en el que en

Brasil empieza a producirse un cierto ascenso económico de los “negros”, empezarán a

emerger artistas mujeres brasileñas afrodescendientes que abordarán problemáticas

relacionadas con las cuestiones de género y “raza”, y que lograrán ser reconocidas en el

campo local del arte12. Por último deseamos indicar que las artistas mujeres indígenas (indias)

aún no han logrado conquistar un espacio de reconocimiento en el campo local del arte.

A lo hasta ahora expuesto debemos añadir que las artistas que forman parte de esta

muestra, además de ser “blancas”, son de clase social media y/o media alta. Su formación

artística remite a cursos libres, realizados en talleres de artistas, en instituciones culturales,

etc., siendo Sonia Andrade la única graduada en Bellas Artes. Además, en los casos de Anna

Bela Geiger, Lygia Pape, Letícia Parente, su formación académica era ajena al área de

Artes13. Algunas de estas artistas trabajaron como docentes – Geiger, Pape, Parente y Clark –

y, exceptuando a Letícia Parente, las demás pasaron algún período en el exterior de Brasil, en

ciudades como Nueva York y París, incluso realizando cursos, en unos años en los que en

aquellas ciudades empezaba a surgir el hoy denominado “arte feminista”.

Salvo en lo que concierne a Lygia Clark, de quien hemos seleccionado una única

obra, de las otras artistas citadas aquí hemos seleccionado dos obras. Entre las obras

producidas por Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino y Regina Vater en la primera etapa

de sus carreras artísticas, período en que realizan representaciones neofigurativas, hemos

12
Una de las artistas es Rosana Paulino (São Paulo, 1967), doctora en Artes Visuais por la Escola de
Comunicação e Artes da Universidade de São Paulo (ECA/USP). Desde el inicio de su carrera la artista destaca
por su producción visual relacionada con las cuestiones sociales, étnicas y de género. Sus trabajos tienen como
enfoque principal la posición del negro y, principalmente, de la mujer negra dentro de la sociedad brasileña.
13
En la época había en Brasil pocos cursos de formación académica en el área de artes.
19

seleccionado obras que giran alrededor de dos temáticas: el del embarazo, y el de los

estereotipos sobre el cuerpo y la la mujer como objeto sexual. El tema del embarazo aparece

en Embriões - Fase Visceral (1965-1968) de Anna Bella Geiger y Em Azul - Serie Feminista

(1967-1968) y, el del cuerpo como objeto sexual en -Serie de Tropicália (1967-1968) de

Regina Vater, y en Ecce Homo (1967) de Anna Maria Maiolino. De la producción de los años

sesenta de Lygia Clark y de Lygia Pape hemos seleccionado obras en las que el espectador,

sea cual sea su sexo, su posición de clase y/o su “raza”, tiene la posibilidad de vivir la

experiencia del nacer/renacer. Se trata de las obras: Ovo (1967) de Lygia Pape, y de la

instalación A casa é o corpo (1968) - fase A casa é o corpo (1967-1969) de Lygia Clark.

Entre las fotoperformances y/o videoperformances producidas por las artistas, excepto en el

caso de Lygia Clark que no trabajó con ninguno de esos lenguajes, hemos seleccionado las

obras tras identificar dos estrategias emprendidas por las artistas. La estrategia más recurrente

es la de la autoagresión ficticia/ teatral y, la menos recurrente, la del uso del disfraz. La

estrategia del disfraz, mediante la que las artistas reflexionan sobre la mascarada, fue utilizada

en las fotoperformances Tina América (1975) de Regina Vater y en Brasil nativo/Brasil

alienígena (1976), de Anna Bella Geiger14. La estrategia de la autoagresión ficticia/teatral fue

utilizada en la primera fotoperformance realizada por una artista mujer en Brasil, Língua

Apunhalada (1968) de Lygia Pape. Teniendo como parámetro la obra de Pape, hemos

seleccionado la fotoperformance É o que sobra (1974) de Anna Maria Maiolino, y las

videoperformances Preparação I (1975) de Letícia Parente y sin título “pêlos” (1976), de

Sonia Andrade. Aunque existen otras fotoperformances y videoperformances en las que esas

artistas utilizaron la estrategia de la autoagresión ficticia/teatral15, las obras citadas han sido

14
Anteriormente la artista había utilizado esa estrategia en aMar at Paris Dá Vida (1974), perteneciente a la
Série Parisse (1974), durante el período en que residía en París.
15
La estrategia de la autoagresión de ficción/teatral también está presente en las fotoperformances X (1974) -
serie Fotopoemação (1973-...) de Anna Maria Maiolino y, en las videoperformances Preparación II de Letícia
Parente, y en sin título "fios" (1976) y sin título "prêgos" (1976) de Sonia Andrade. En la videoperformance
20

seleccionadas porque son las que más se asemejan, desde el punto de vista iconográfico, con

Lingua Apunhalada, siendo el rostro el elemento iconográfico en común, si exceptuamos la

obra “pêlos” de Sonia Andrade que también se focaliza sobre otras partes del cuerpo.

Para acabar este epígrafe deseamos incidir en que, además de la investigación

bibliográfica, la lectura, análisis e interpretación de libros, periódicos, revistas y páginas web,

hemos utilizado fuentes visuales y/audiovisuales para seleccionar las obras que constituyen el

objeto de estudio de esta Tesis. Ese material se obtuvo a partir de libros, páginas web de las

artistas e instituciones culturales y está referenciado en las fuentes documentales.

c) El campo local del arte como contexto, y las teorías feministas sobre el arte, el sexo/género

y el cuerpo como herramientas analíticas

Las obras seleccionadas a las que acabamos de hacer referencia serán analizadas a la

luz del contexto histórico, político, social y cultural en el que fueron producidas, prestando

especial atención a la emergencia de la segunda ola del movimiento feminista brasileño, a lo

que sucedía con el cuerpo en la sociedad y cultura brasileña de los años comprendidos entre

1964 y 1979, y a las trayectorias socio-profesionales de las artistas.

Una de las claves teóricas de esta Tesis es la de haber optado por tener presente que

“las imágenes visuales - al igual que el sistema que llamamos lenguaje, o al que llamamos

escritura nunca restituyen objetivamente la realidad del mundo que nos rodea, sino que la

construyen e interpretan basándose en premisas teóricas, ideológicas, sexuales, religiosas,

económicas y políticas” (Méndez, 2003:15). Porque pretendemos comprender el contenido

ideológico de esas obras, y cómo en ellas las artistas cuestionan los roles sexuales y las

Marca registrada (1975) de Parente la autoagresión es literal. Al igual que Lygia Pape en su Língua Apunhalada
(1968), Anna Maria Maiolino, Letícia Parente y Sonia Andrade, emplean otras estrategias en sus obras además
de la autoagresión de ficticia/teatral, tal y como veremos al adentrarnos en la lectura-análisis de las obras.
21

identidades de sexo/género dominantes, nuestras principales claves teóricas nos las han

proporcionado las teorías antropológicas (Méndez, 2008), filosóficas, semióticas e históricas

feminista en torno al sexo/género (Scott, 1995; De Lauretis, 2000; Butler, 2001), y las teorías

feministas sobre el arte desarrolladas desde la historia del arte (Nochlin, 1971; Pollock, 1982;

Parker & Pollock, 1987; Chadwick, 1992). Dada la diversidad de disciplinas y autoras, y sin

perder de vista que nuestro objetivo pasa por analizar en la medida de lo posible las obras

visuales seleccionadas, retendremos como clave teórica fundamental aquellas teorizaciones en

las que interseccionan cuestiones ligadas al género, a la performatividad y al cuerpo. En ese

sentido, como nos recuerda De Lauretis, debemos tener presente que en los años sesenta y

setenta “el concepto de género o diferencia sexual (jugó) un papel central en la crítica de la

representación, en la relectura de imágenes y narraciones culturales” (De Lauretis, 2000: 33) y

es en esa medida, entre otras, en la que nos resulta útil como categoría de análisis (Scott,

1995). Si a esto le añadimos la idea de “performatividad de género” propuesta por Butler

(2001), y retenemos los análisis sobre el cuerpo (Le Breton, 2002; 2007) como construcción

social, tenemos las principales claves teóricas que van a guiar nuestra investigación. Como

anclaje contextual de esta Tesis hemos optado por tomar como un importante punto de partida

al antropólogo y sociólogo Pierre Bourdieu y, en concreto, su forma de entender y explicar la

estructura y el funcionamiento de lo que él denomina “campo de producción artística”. Tener

claras las características del campo local del arte, es decir, del campo de las artes plásticas y

visuales del Brasil de los años comprendidos entre 1964 y 1979, es fundamental para

comprender lo que en él sucede con las artistas y sus obras.

Bourdieu comprende la producción artística en el contexto social, evidenciando la

necesidad de analizar el campo artístico de forma relacional con otros campos, especialmente

con el económico y el político. Para este autor, el campo de producción artística es la arena

particular, el espacio estructurado de posiciones y toma de posiciones, donde individuos e


22

instituciones compiten por el monopolio sobre la autoridad artística en la medida en que ésta

adquiere autonomía con relación a los poderes económicos, políticos y burocráticos. Como

cualquier otro campo de actividad, el campo artístico o más genéricamente el “campo de

producción cultural” (Bourdieu, 1996) es un campo de fuerzas, o sea, una cadena de

determinaciones objetivas que pesan sobre todos los que actúan en su interior. Para Bourdieu,

la comprensión de la producción artística sólo es correcta cuando la ubicamos dentro de un

espacio de luchas entre agentes que quieren lograr determinadas posiciones. Quien gana la

lucha se apropia de un tipo de capital (simbólico) específico al campo. Pero para que un

determinado agente compita en dicho campo, y conquiste el capital disponible, es necesario

que conozca las reglas del juego y que esté dispuesto a luchar. Los agentes construyen la

realidad social por medio de luchas y relaciones intentando imponer su visión, pero siempre lo

hacen con puntos de vista, intereses y referencias determinadas por la posición que ocupan en

ese campo que pretenden transformar o mantener.

El análisis de obras culturales, incluidas las de arte, en términos de campo implica tres

importantes aclaraciones. La primera, en lo que se refiere a la necesidad de ubicar el

microcosmos artístico (en el caso de esta Tesis, las artes plásticas/visuales) dentro del “campo

del poder”, o sea, en la cadena de instituciones por la que circulan los poderes económicos,

políticos y culturales que la clase dominante se esfuerza en dirigir. La segunda aclaración se

refiere a la necesidad de construir una topología de la estructura interna del campo artístico

para desvelar la estructura de las relaciones instituidas en él. Esas relaciones pueden ser de

supremacía, de subordinación, de proximidad, entre otras, y estar vigentes en determinados

momentos históricos entre los agentes e instituciones -artistas mayores y menores, escuelas y

revistas, salones, academias y galerías- compitiendo por la legitimidad artística. La última

aclaración concierne a la necesidad de contextualizar las trayectorias sociales de los

individuos que entran en conflicto en el interior del campo, para hacer visible el sistema de
23

disposiciones socialmente constituido (habitus) que orienta su conducta y sus

representaciones dentro y fuera de la esfera artística.

Dado que Bourdieu no tendrá en cuenta la estructura de las relaciones sociales entre

los sexos en sus análisis del campo de la producción artística, tal y como propone Méndez

(2003) incorporaremos la variable de sexo/género a su enfoque16. Nos interesa de forma

especial reflexionar sobre

“las posibles diferencias existentes entre artistas mujeres y artistas hombres,

entre los modos de apreciar sus obras por parte de receptoras y receptores, de

otorgarles legitimidad y valor social, de ubicarlas con relación a otras obras plásticas,

de intentar comprender su significado simbólico y sus cualidades estéticas, es un

campo de investigación privilegiado para ver cómo se reproduce socialmente en el

campo de producción artística la jerarquía y la dominación de un sexo sobre otro al

intervenir en él la ideología sexual dominante” (Méndez, 2003: 85).

Como las artistas son personas sexuadas, forman parte de determinada clase social y

grupo étnico, viven en un determinado contexto social, comparten con los miembros de su

cultura ciertos valores, creencias y costumbres “hay que tener en cuenta todas estas variables

si queremos entender qué significa ser artista para el pensamiento occidental”(Méndez, 2003:

52). Dicho de otro modo, hay que retener como variables estructurales el sexo/género, la clase

social y la “raza”/etnicidad de ese agente (o actor social) etiquetado como “artista”, y no

podemos olvidarnos que “el sexo de los artistas incidirá de diferentes formas en su

reconocimiento como tales” (Méndez, 1995: 166). Para quienes desean devenir artistas y son

de sexo femenino, lograr el reconocimiento es mucho más difícil que para quienes son de

16
En el libro La dominación masculina, publicado por la primera vez en 1990, Bourdieu aborda el tema de las
características de la dominación masculina históricamente ejercida sobre las mujeres y recoge lo esencial de las
teorizaciones feministas anglófonas, pero como señala Méndez (2008) siguiendo la crítica a esta obra de la
antropóloga materialista francesa Nicole Claude Mathieu, esa estrategia se revela problemática y, a la par, oculta
todas las aportaciones de las teóricas feministas materialistas francesas.
24

sexo masculino. Esa dificultad proviene de la persistencia social de un conjunto de valores de

sexo/género que jerarquizan los roles, las funciones, los saberes socialmente atribuidos a

hombres y mujeres. Un conjunto de valores de sexo/género en el que lo asociado con lo

masculino y “el hombre” ocupa una posición jerárquica superior a lo que se asocia con lo

femenino y “la mujer”. A esto hay que añadirle que, como señala Bourdieu en el campo de

producción artística impera una “ideología carismática”, base sobre la que se asienta la

creencia en el valor de la obra de arte, y que tiene la función de enmascarar y disimular los

factores sociales, políticos y económicos, históricos y según Méndez (1995) también sexuales

que lo estructuran. Es esa ideología carismática la que

“hace que nos fijemos sólo en la figura del artista al que dotamos socialmente

de una cualidad: la del ‘genio creador’ (idea heredada de las teorías estéticas

idealistas occidentales), que nos sirve para legitimar el valor estético y universal de

ciertas obras de arte y de ciertos artistas, y para negar ese reconocimiento a otras

obras y artistas. Junto con la ideología sexual, que establece una ‘naturaleza’

divergente para hombres y mujeres, la carismática ha tenido como efecto práctico

negar la ‘genialidad’ de las mujeres imposibilitando así el reconocimiento social de

las artistas y de sus obras como ‘grandes’, ‘auténtica’ y ‘verdaderas’ obras

universales” (Méndez, 1995, 284-285).

A lo largo de esta Tesis se comprobará que utilizamos la denominación de “artista

mujer” y no la habitual de “mujer artista”. La opción tiene un carácter metodológico y es,

desde nuestro punto de vista, importante ya que en este caso el orden de los factores sí altera

el producto. Nos explicamos. Siguiendo a Breitling (1986) consideramos, al igual que esta

artista lo hace, que

“el lenguaje retuerce nuestros significados con harta frecuencia. Cuando digo

‘soy pintora’, no es lo mismo que cuando un hombre dice que ‘es pintor’. Si un
25

hombre desea transmitir el mismo significado que yo, tendrá que decir que es ‘un

hombre que pinta’. Cuando yo digo que soy pintora la principal significación de mi

enunciado no es lo que hago, sino que lo hago como mujer. Con la oración ‘soy

pintora’ me distingo a mí misma y me distingo de los hombres que son pintores. Mi

vocabulario me confina en compañía de las mujeres que son pintoras y, así también,

mi pintura es primariamente considerada dentro de ese contexto limitado y espacial”

(Breitling, 1986: 216-217).

Esa realidad, sutilmente expresada a través del lenguaje tan habitualmente utilizado

para hablar de las artistas, hace posible que “ los hombres nunca se refieran a las mujeres

como precedentes […] (y que) las artistas mujeres se vean desarraigadas de su contexto

histórico y desterradas a una zona especial -la femenina- de manera que su trabajo, sus logros

y sus ideas generalmente se vuelvan incomprensibles” (Breitling, 1986 : 219). Sostenemos en

esta Tesis que la opción de hablar de “artistas mujeres” , y no de “mujeres artistas”, puede

utilizarse de forma estratégica para que la marca “sexo” no oriente los enjuiciamientos

emitidos por diferentes agentes del campo del arte sobre las obras realizadas por las artistas.

Naturalmente, esta reflexión debemos entenderla como resultado de las

investigaciones llevadas a cabo por las teóricas feministas del arte desde principios de la

década de los años setenta del siglo XX, y como consecuencia de la distinción analítica entre

sexo y género realizada a principios de los setenta por la socióloga inglesa Anne Oakley

(1977). Oakley distinguió analíticamente entre sexo y género, y lo hizo para diferenciar el

sexo biológico de las personas, de las consecuencias sociales que la pertenencia a un

determinado sexo tenía para ellas. Para esta autora, el sexo refiere a las diferencias biológicas

(de órganos sexuales y de funciones reproductoras) entre machos y hembras, siendo el género

un constructo cultural que tiene que ver con cómo cada sociedad piensa y clasifica lo que

entiende por “femenino” y/o por “masculino”. No tenemos la intención en este epígrafe de
26

trazar la historia y la genealogía de los numerosos debates que desde aquellos años se han

venido desarrollando en torno al sexo y al género. Lo único que pretendemos es, por una

parte, indicar cuando se plasma en las ciencias sociales la distinción analítica entre sexo y

género, y por otro, señalar que en esta Tesis hemos optado por tomar como referencia el

concepto de género propuesto por la historiadora estadounidense post-estructuralista Joan W.

Scott.

En su hoy clásico artículo Género: una categoría útil de análisis histórica, publicado

por vez primera en 1986 Joan W. Scott, influenciada por las corrientes post-estructuralistas

que se inspiraron en el pensamiento de Michael Foucault y de Jacques Derrida, propone el uso

del género como categoría analítica, pues considera que sus usos descriptivos para entender la

historia o cualquier otro fenómeno social suministran un campo de análisis muy limitado17.

Esta historiadora retoma el método de la desconstrucción propuesto por Derrida y busca, de

hecho, desconstruir esquemas del pensamiento occidental sobre hombres y mujeres, como la

oposición asumida desde dicho pensamiento como universal y atemporal entre hombres y

mujeres y, en concreto, la oposición binaria entre lo masculino y lo femenino. Scott (1990)

propone una definición de género que consta de

“dos partes y varias sub-partes interrelacionadas pero que deben ser

analíticamente distintas. El núcleo de la definición reposa sobre una conexión integral

entre dos proposiciones: el género es un elemento constitutivo de las relaciones

sociales basado en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma

primaria de relaciones significantes de poder (Scott, 1990: 44).

17
Podemos destacar tres usos descriptivos del género, según Scott (1990). El más simple es utilizar “género”
como sinónimo de “mujeres”, uso que podría haber surgido para legitimar en el medio académico los estudios
sobre “las mujeres” y para ocultar posibles sentidos políticos asociados con el feminismo. Sería un uso, por lo
tanto, eufemístico, una terminología no asociada con la política del movimiento feminista. Se da un paso, aunque
todavía sea muy limitado, cuando el género incorpora también a los hombres y se convierte en sinónimo de las
relaciones sociales entre mujeres y hombres. En ese caso, la categoría de género adquiere un carácter relacional
y rompe con la idea de que se estudia a las mujeres. Con eso se logra que no tenga sentido hablar de la mujer si
no se habla del hombre, y vice-versa.
27

Inspirándose en cómo piensa Michel Foucault el poder Scott afirma que, como

elemento constitutivo de las relaciones sociales, el género está compuesto por cuatro

elementos interrelacionados entre sí:

“los símbolos culturalmente disponibles que evocan representaciones múltiples

(sobre la mujer) [...] los conceptos normativos que imponen las interpretaciones del

significado de los símbolos [...] y se expresan desde doctrinas religiosas, educativas,

científicas, legales y políticas, que afirman categórica y unívocamente el significado

de varón y mujer, masculino y femenino, [...] las instituciones y organizaciones

sociales [...] la identidad subjetiva” (Scott, 1990: 45-6).

Como puede verse, y dada la compleja definición que propone, lo que habría que hacer

es investigar cada uno de esos elementos -símbolos, conceptos normativos, las instituciones

sociales, y la identidad subjetiva- teniendo muy presente cómo se articulan. Así mismo y

como el género es

“una de las referencias por las que se ha concebido, legitimado y criticado el

poder político. Se refiere al significado de la oposición varón/mujer, pero también lo

establece [...], la oposición binaria y el totalidad social de las relaciones de género

forman parte del significado del propio poder; cuestionar o alterar cualquiera de sus

aspectos amenaza la totalidad del sistema” (Scott, 1990: 54).

Lo que a la historiadora le interesa es que se reconozca que las categorías de hombre y

mujer

“son al mismo tiempo categorías vacías y rebosantes. Vacías porque carecen de

significado último, transcendente. Rebosantes, porque aun cuando parecen estables,

contienen en su seno definiciones alternativas, negadas o eliminadas. [...] Si tratamos

la oposición entre varón y mujer, no como algo dado sino problemático, como algo

contextualmente definido, repetidamente construido, entonces debemos preguntarnos


28

de forma constante, no sólo qué es lo que está en juego en las proclamas o debates que

invocan el género para explicar o justificar sus posturas, sino también cómo han sido

invocados y reinscritos los sobre-entendidos implícitos del género” ( Scott, 1990: 55).

Scott concluye que el género es una percepción sobre las diferencias sexuales y que

esas diferencias están jerarquizadas. La autora no niega que haya diferencias entre los cuerpos

sexuados y lo que le interesa son las formas en las que se construyen significados culturales

sobre esas diferencias, dándoles sentido y jerarquizándolas. Los símbolos y significados

basados en la percepción y posterior evaluación y jerarquización social de lo que conlleva

para cada sexo/género la diferencia sexual, se sitúan en el fundamento de las relaciones entre

hombres y mujeres en cada sociedad y periodo histórico. Por ese motivo, la posibilidad de

profundizar en los sentidos socio-culturalmente construidos sobre los géneros masculino y

femenino, transformando las categorías de “hombre” y “mujer” en categorías “vacías”, y no

en categorías fijas, es fundamental para progresar en el conocimiento de cómo se ha

construido la diferencia sexual. El reconocimiento de las diferencias entre los cuerpos

“hembra” y “macho” no tiene por qué llevar, sin embargo, al mantenimiento de la dicotomía

sexo/género (Méndez, 2008).

En su artículo, Scott también hace referencia a otros marcadores de la

diferencia/desigualdad social de forma articulada, relacional y contextual, aludiendo a las

variables de clase social y de “raza”/etnicidad. El concepto de clase social en el caso del

marxismo18, implica la idea de causalidad económica y una visión del camino a lo largo del

18
A partir de la Edad Contemporánea, con el desarrollo del sistema capitalista industrial (y del post-industrial),
normalmente se asume que las clases sociales, en diversos países, pueden dividirse en tres diferentes niveles
dentro de los cuales hay subniveles. Actualmente, la estratificación de las clases sociales sigue la convención de
“baja”, “media”, y “alta”. El primero designa al estrato de población que posee poca capacidad económica y que
habitualmente tienen dificultades económicas, y el último al que posee un gran margen económico. La clase
media es, por lo tanto, el estrato considerado más común y más numeroso que, aunque no sufra dificultades, no
tiene un gran margen económico. En los países del todavía llamado “tercer mundo”, como es el caso brasileño, la
clase media es una minoría y la clase baja es la mayoría de la población.
29

que se ha movido dialécticamente la historia. El concepto de “raza” y el de etnicidad han sido

utilizados de forma dicotómica, raza-naturaleza19 y etnicidad-cultura20.

Aún no siendo centrales, los conceptos de “raza” y “etnicidad” figuran, como no podía

ser de otro modo dadas las características demográficas de Brasil, en las páginas de esta Tesis.

Con la actual emergencia de la llamada interseccionalidad, es decir, de la perspectiva teórica

desde la que se insiste en la necesidad de analizar conjuntamente las intersecciones entre

sexo/género/clase y “raza”/etnicidad, se discute cada vez más sobre la necesidad de trabajar

el género junto con otros marcadores de posición social. El hoy conocido como feminismo

interseccional se originó en el seno de la militancia de las feministas negras estadounidenses

que, desde el final de la década de 1960, introdujeron ese concepto y lucharon por lograr un

espacio de reconocimiento dentro de un feminismo predominantemente blanco que no atendía

a sus demandas e ignoraba justamente la incidencia que tenía la “raza” sobre la percepción y

las posiciones sociales ocupadas por las afroamericanas. Algo que, como veremos, también

sucederá en el caso de la segunda ola del movimiento feminista en Brasil. Dicho de otro

modo, desde el “black feminism” (Collins, 1990), al igual que desde los feminismos

“hispanos”, en los Estados Unidos se incidirá en que la mujer negra, o la hispana, se construye

como tal, y es percibida como tal, en base a una compleja articulación entre “raza” y género

indisociable del hecho colonial y de la esclavitud. A pesar de esos importantes antecedentes

que, como se ve, nos llevan al campo de las luchas políticas, hay que tener en cuenta que la

19
El término raza tiene variedad de definiciones por lo general utilizadas para describir a un grupo de personas
que comparten ciertas características morfológicas. La mayoría de los autores han reconocido que “raza” es un
término no científico, que apenas puede tener significado biológico cuando el ser se presenta homogéneo,
estrictamente puro, como sucede con algunas especies de animales domésticos. Sin embargo, esas condiciones
nunca se dan en los seres humanos. Como han demostrado diferentes científicos, el genoma humano está
compuesto por miles de genes y las diferencias más aparentes que a nivel corporal existen entre los seres
humanos (color de la piel, textura de los cabellos, forma de la nariz) están determinadas por un grupo de genes
insignificantes. Existe amplio consenso entre antropólogos y genetistas humanos que, desde el punto de vista
biológico, las razas humanas no existen.

20
Históricamente, la palabra etnia significa “gentío”, original del adjetivo griego ethnikos. El adjetivo deriva del
sustantivo ethnos, que significa gente o nación extranjera.
30

teoría sociológica sobre la interseccionalidad fue presentada por primera vez en 1989 por la

teórica feminista Kimberlé Crenshaw. Para esta autora las mujeres experimentan la opresión

en configuraciones variadas y en diferentes grados de intensidad. Por lo tanto, reteniendo lo

hasta ahora expuesto, en esta Tesis, siguiendo los planteamientos de Bourdieu y de Scott,

además de describir y de narrar la producción de algunas artistas mujeres brasileñas que

durante el periodo de la dictadura militar abordaron temas relacionados con la situación social

de las mujeres brasileñas, con los roles e identidades de sexo/género que se les atribuían,

pretendemos comprender, explicar e interpretar los posibles significados de sus obras

tomando el género como categoría analítica y reflexionando, en la medida de lo posible, desde

una perspectiva interseccional atenta a cómo se cruzaban, en el periodo estudiado, el

sexo/género, la “raza/etnicidad y la posición de clase en la obra y en la vida de esas artistas

blancas y de clase media y/o alta.

Otras dos claves orientan a nivel teórico esta Tesis. Una tiene que ver con las formas

de entender el cuerpo sexuado desde posiciones feministas, y otra con cómo éste es

representado y “actuado”, de formas muy variadas, en (o a través de) las obras plásticas y/o

visuales, en las fotoperformances y las videoperformances producidas por las artistas

seleccionadas como base de esta investigación.

En lo que concierne a las formas de representar y/o actuar el cuerpo las teorías

feministas del arte que se han venido desarrollando desde la década de los setenta del siglo

XX tienen tres vertientes. Una de denuncia de la escasez de artistas mujeres reconocidas y

legitimadas tanto en vida como en lo relativo a la historia canónica del arte (Nochlin, 1971);

otra de recuperación de obras de artistas mujeres eliminadas de las páginas de esa historia

canónica del arte (Chadwick, 1991), que también borra de sus páginas a los/as artistas

“étnicos” y a sus obras (Méndez, 2009); y otra de reflexión sobre las relaciones entre arte y

feminismo (Reckitt & Phelan, 2005), y sobre un periodo concreto del llamado “arte feminista”
31

en el que el cuerpo sexuado de las mujeres y en especial sus órganos sexuales externos

ocuparon un gran lugar (Méndez, 2010) en lo referido a su representación y, en especial, a la

búsqueda de una iconografía femenina y feminista capaz de hacer frente a las visiones

dominantes sobre la feminidad. Lo que sucederá, en especial en Estados Unidos pero no sólo,

es que en los años setenta

“la identificación de las estructuras binarias de la diferencia sexual se veía

como algo crucial de cara a derrocarlas. En las artes visuales lo binario tenía que ser

identificado como tal (y por medio de esa identificación era seguramente producido y

definido a partir de un sistema complejo de relaciones de poder) con el fin de que las

artistas, críticas e historiadoras del arte feministas comenzaran a contrarrestar la

exclusión de las mujeres respecto de las posiciones de poder en los mundos del arte y

a combatir las estructuras de representación que definían a las mujeres como objetos y

no como sujetos de la acción y la mirada” (Jones, 2011: 48).

Con independencia de que, en su mayoría, las artistas mencionadas en esta Tesis

evitarán identificarse como feministas hay que tener en cuenta que desarrollaron parte de su

trabajo en un momento histórico en el que en Brasil se configuraba la segunda ola del

movimiento feminista. Un movimiento en el que, en aquellos años, ya se debatía la

problemática de las posiciones de poder de ambos sexos en los distintos campos de actividad,

y en el que fue central la idea de que el cuerpo de las mujeres pertenecía a las mujeres. De lo

que se trataba era de iniciar

“ un trayecto que debía conducir a liberar el cuerpo femenino de las formas en

las que, en la sociedad patriarcal, éste había sido mistificado, apropiado y definido por

los varones. Para liberar el cuerpo femenino, para restituírselo a las mujeres, había que

combatir el legado patriarcal y producir representaciones que fueran capaces de

anularlo o, al menos, de contrarrestarlo. Y, para poder producir esas obras, había que
32

ejercer el derecho a la auto-representación pasando así del habitual estatus de objeto

del arte y musa inspiradora, al de sujeto creador” (Méndez, 2010: 168).

Como señala esta autora esos objetivos eran políticos y artísticos y, en lo referido al

arte, “suscitaron preguntas todavía hoy sin resolver: ¿qué distingue una representación sexista

del cuerpo femenino de una que no lo es? ¿Cómo reivindicar la visualidad del cuerpo

femenino cuándo, históricamente, éste se ha construido en función del deseo masculino?”

(Méndez, 2010: 169). En esta Tesis partimos del supuesto de que “la imagen del cuerpo

femenino puede no estar nunca libre de contradicciones, pero las tradiciones patriarcales de la

representación pueden quedar suficientemente perturbadas como para crear nuevas y

diferentes asociaciones y valores” (Nead, 1998:124). A nuestro modo de ver, la tensión entre

la imposibilidad de producir una representación del cuerpo de las mujeres que no pudiera ser

apropiada por la mirada masculina, y la esperanza de que representarlo desde posiciones que

denunciaban el peso de los roles socialmente atribuidos a las mujeres, y la acción e

interiorización de las identidades de sexo/género, es palpable en las obras que hemos

seleccionado en esta Tesis y que representan pictórica, fotográfica y/o videográficamente el

cuerpo femenino, o que lo ponen en escena en performances que las artistas brasileñas de las

que vamos a hablar no desarrollaban en público, como lo hacían sus contemporáneas europeas

y/o estadounidenses, sino en espacios domésticos.

Pero sea como sea, es muy importante saber tener presente que tanto en Estados

Unidos, como en Europa occidental, como en Brasil u otros países como el caso de México

como nos cuenta la artista mexicana Mónica Mayer (2003)

“La performance es una de las formas artísticas que ha acompañado de manera

continuada las prácticas artísticas de las artistas mujeres y permitido plantear

radicalmente las relaciones que establecen con sus propios cuerpos disociándolo de
33

una historia de la representación que lo sometía al rol de objeto” (Boulouch &

Zabunyan, 2010: 19)

Por eso, y como se verá al analizar las obras de las artistas que hemos seleccionado,

“Mientras que el cuerpo deviene uno de los materiales privilegiados (de las

performances) se cuestionan la primacía de la mirada y la integridad del sujeto gracias

a trabajos en los que por vez primera las mujeres desvían la mirada masculina y

afirman su autonomía física, sexual, intelectual” (Boulouch & Zabunyan, 2010: 19)

Así mismo, y más allá de las características locales de cada campo del arte, y de las

características locales de cada movimiento feminista, en Brasil, al igual que en estados Unidos

y Europa Occidental el

“feminismo y el -arte feminista- insistieron en la importancia del género como

principio absoluto de ordenación social, así como de las políticas de dominación en

toda la vida social, ya fuera personal o pública. Las mujeres artistas [...]

comprendieron la importancia de la re-narrativización del arte. [...] El mundo del arte

feminista exigía no simplemente un espacio para las voces de las mujeres, sino un

cambio social fundamental” (Rosler, 2011: 9-10).

Quizás por esa exigencia en torno a un cambio social fundamental, y por la conciencia
adquirida por las mujeres (en el caso de Brasil, y en aquellos años, en concreto por parte de

algunas mujeres blancas de izquierdas, con formación académica y de clase media o

media/alta), todas las problemáticas que giraban en torno al cuerpo objetualizado de las

mujeres (las mujeres como objetos sexuales), o al cuerpo de las mujeres ensalzado por su

potencial reproductor, fueron muy importantes tanto en los debates de quienes formaron parte

del movimiento feminista, como por parte de las artistas y obras que analizamos en esta Tesis.

Por ese motivo, para adentrarnos en esas cuestiones y dado que entendemos que los cuerpos

siempre son socialmente construidos y siempre son cargados de significados que variarán de

sociedad en sociedad, y de periodo histórico en periodo histórico, hemos optado por


34

examinarlos a la luz de la noción de “técnicas corporales” propuesta en el año 1934 por el

antropólogo Marcel Mauss, y de la de “habitus” del ya citado Pierre Bourdieu.

Sin entrar en detalles que desarrollaremos en el capítulo correspondiente de esta Tesis,

baste señalar que desde la antropología se ha analizado el cuerpo en su calidad de producto

social dotado de significados cuyo contenido varía según las culturas. Esa variabilidad llevó a

esa disciplina (Le Breton, 2002) a dar cuenta de sus funciones y usos sociales, de las técnicas,

reglas y saberes que le conciernen, y de cómo expresa el orden simbólico y sexual y la

identidad de individuos y/o de esos sujetos colectivos constituidos por “mujeres” y

“hombres”. A pesar de la insistencia de la antropología social, aún hoy resulta difícil de hacer

aceptar que el cuerpo “se construye al hilo de las articulaciones de las relaciones de fuerzas
afectivas y discursivas, en los diversos avatares que el sexo, la sexualidad, la etnicidad y la

clase social ejercen sobre esas relaciones” (Probyn, 1992:38). El moderno pensamiento

occidental ha construido la naturalización de los sexos macho y hembra, y de los géneros

masculino y femenino, lo que ha contribuido a ocultar muy eficazmente que “las

representaciones del cuerpo son ideas e imágenes compartidas por ambos sexos que resumen

y codifican el orden social a la vez que inscriben sus normas en el cuerpo de cada cual (y que

son) esas inscripciones [...] las que [...] convierten al cuerpo en fuente de evidencias sociales”

(Godelier, 1989: 1156), y hace difícil desenmascarar la ideología sexual en la que el cuerpo

sexuado ostenta un papel muy importante.

Además de cómo representan las artistas seleccionadas en esta Tesis el cuerpo sexuado

de las mujeres, nos interesa especialmente reflexionar sobre las exigencias de belleza e

higiene impuestas a las mujeres brasileñas, su interiorización a través de determinados

“habitus”, y sobre todo queremos articular esa reflexión con algunas de las obras plásticas y/o

visuales seleccionadas. Por ese motivo necesitamos prestar atención a cómo se configuran y

difunden en el Brasil del periodo estudiado un conjunto de modelos estéticos destinados a ser

consumidos por las mujeres y cómo esos modelos serán cuestionados desde el movimiento

feminista. No tener eso presente equivaldría a no comprender el peso del sexo/género y de los

ideales de belleza sobre las mujeres brasileñas, y sus repercusiones sobre ciertas obras

plásticas y/o visuales en las que las artistas expresan una crítica hacia lo que dichos modelos
35

entrañan para las mujeres. Y lo mismo cabe decir de las representaciones de la interioridad del

cuerpo de las mujeres aunque como veremos, en ese caso, la cuestión se desplazará hacia la

cuestión de la reproducción biológica.


PARTE I

LA DICTADURA MILITAR EN BRASIL (1964-1979). EL CONTEXTO SOCIO-

POLITICO Y LA POSICIÓN DE LAS ARTISTAS EN EL CAMPO LOCAL DEL

ARTE
37

1. ACTOS INSTITUCIONALES, CONTRACULTURA Y SEGUNDA OLA DEL


MOVIMIENTO FEMINISTA

En este capítulo vamos a exponer las condiciones históricas, políticas, económicas,

sociales y culturales que rodearon la producción de las artistas brasileñas desde mediados de

la década de los sesenta del siglo XX y a lo largo de los años setenta. Para ello daremos

cuenta de algunos de los puntos de inflexión más significativos de un contexto socio-político

que, entre 1945 y 1989 y a nivel internacional, tiene como telón de fondo la Guerra Fría entre

los Estados Unidos (EE.UU) y la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS);

y que a nivel nacional empieza en 1964 cuando fue implantada la dictadura militar en Brasil.

Dicho periodo abarca los anos de chumbo (1968-1978)21, y se prolonga hasta 1979, año del

inicio del proceso de “apertura política” del país22. Abordaremos también la contracultura

brasileña y, junto a ella, los cambios de comportamiento observables en mujeres y hombres, y

nos detendremos sobre el surgimiento de la segunda ola del movimiento feminista brasileño

puesto que, a partir de él, empezará la lucha por la superación de las desigualdades sociales

entre hombres y mujeres, y la búsqueda de la autonomía y la emancipación por parte de las

brasileñas. También prestaremos especial atención a lo que significaba “ser mujer” en

aquellos años en los que, como veremos, el mito de la mujer “ama de casa” será sustituido por

el de la mujer “rebelde y reivindicativa”.

21
Expresión propuesta a posterior para indicar los años del gobierno Emílio Garrastazu Médici y la dura
represión militar instituida a partir del AI-5 I, en el contexto brasileño. Originalmente el término fue propuesto
por la cineasta alemana Margarethe Von Trotta, que, en 1981, lanzó la película Die bleierne Zeit (The German
Sisters or Marianne and Juliane), cuya trama trata de la represión en la Alemania de los años setnta.
22
La dictadura mantuvo a los militares en el poder hasta 1985, cuando finalizó el mandato del general João
Batista Figueiredo, iniciado en 1979.
38

1.1 Un escenario geopolítico convulso: la “Guerra Fría”

La dictadura militar en Brasil, específicamente la que se ejerció desde mediados de la

década de los sesenta y durante la casi totalidad de la de los setenta, se sitúa en el contexto

mundial de la Guerra Fría entre EE.UU y la antigua URSS, que temporalmente abarcó el

período correspondiente al final de la Segunda Guerra Mundial, hasta la caída del muro de

Berlín en 1989. Cuando en 1945 finalizó la Segunda Guerra Mundial el mundo se dividió en

dos esferas: el bloque capitalista, liderado por los EE.UU y el bloque comunista liderado por

la URSS.23 Esta división transformó el planeta en un gran tablero de ajedrez, en el cual un

jugador solamente podría dar un jaque-mate simbólico al otro. Con arsenales nucleares

capaces de destruir el planeta en instantes, los jugadores, EE.UU y URSS, por una simple

cuestión de supervivencia, no podrían cumplir sus amenazas. Por lo tanto, la guerra era

imposible y, la paz también, pues los intereses de los capitalistas y comunistas eran

irreconciliables por naturaleza (Hobsbawm, 1995). Sin embargo, la Guerra Fría fue mucho

más que una disputa armamentista o geopolítica, puesto que tuvo una gran importancia en la

dimensiona cultural que puso en movimiento el juego simbólico entre el bien y el mal. La

Guerra Fría se manifestó en todos los sectores de la vida y de la cultura, representando la

oposición entre dos ideales de felicidad: el comunista y el capitalista. Los comunistas

idealizaron una sociedad igualitaria en la que el Estado era el dueño de los bancos, de las

fábricas, del sistema de crédito y de las tierras. Era él quien debería distribuir las riquezas y

garantizar una vida decente para todas las personas. Para los capitalistas la felicidad

individual era el principal ideal y el Estado debía garantizarle a cada individuo las

condiciones necesarias para procurar libremente su beneficio y construir una vida feliz

23
Durante cuarenta y cuatro años los países de Europa Oriental integrantes del bloque soviético, Alemania
Oriental, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Yugoslavia, Albania y Bulgaria, apoyaronla política
internacional de la URSS.
39

quedando relegada a un segundo plano la solución de los problemas sociales. Durante la

Guerra Fría, los medios de comunicación de masas jugaron un rol estratégico en la difusión de

los ideales capitalista y comunistas (Barros, 1984). Ese período también estuvo marcado por

la fuerte reacción contra la orden y la moral tradicional. Fue en los años sesenta, en medio a la

prosperidad de la postguerra y en plena Guerra Fría, cuando una parte significativa de la

juventud reaccionó contra la represión y el control del que se consideraba rehén. De forma

progresiva, empieza a emerger la marcha en pro de un mundo nuevo, de una utopía que,

iniciada en los Estados Unidos, posteriormente explotó con intensidad en otras partes del

mundo, incluido Brasil. Es el sueño libertario que se busca, a través de una nueva concepción

de la política y de la cultura, la conciliación entre justicia social y libertad, arte y vida. En

suma, emerge la hoy célebre rebelión contracultural de los años sesenta, proponiendo toda una

serie de cambios en el plano de la actuación política, del comportamiento individual y de la

creación artística, destacándose en ese contexto el movimiento hippie. Los hippies adoptaban

un modo de vida comunitario, tendiendo a una especie de socialismo libertario, a un estilo de

vida nómada y a la vida en comunión con la naturaleza. Negaban el nacionalismo y la Guerra

de Vietnam, así como todas las guerras. Abrazaban aspectos de religiones orientales como el

budismo y el hinduismo y de las religiones de las culturas nativas norteamericanas. Estaban

en desacuerdo con valores tradicionales de la clase media americana y de las economías

capitalistas y rechazaban el patriarcado, el militarismo, el poder gubernamental, la

masificación, el capitalismo, el autoritarismo y los valores sociales tradicionales.

En el transcurso de esa rebelión, de las protestas contra la Guerra del Vietnam24 (1959-
25
1975), de la lucha del Movimiento Negro por los Derechos Civiles en los EE.UU , del

24
Alarmado con la expansión comunista en Asia, el presidente de los Estados Unidos, John Kennedy, involucró
a su país en la Guerra de Vietnam. En esa guerra la mayor superpotencia del planeta fue derrotada por soldados
y guerrilleros pobremente armados.

25
El Movimiento de los Derechos Civiles de los Negros en los Estados Unidos, entre 1955 y 1968, tenía como
objetivo proponer reformas para abolir la discriminación y la segregación racial en el país. Con la aparición de
40

movimiento de Liberación Gay26, de los movimientos estudiantiles de 1968, destacándose el

ocurrido en Francia27, emerge otra rebelión: la de las mujeres. Es así como, inicialmente en

los Estados Unidos y Europa, surge la ola del movimiento feminista de finales de los sesenta.

Recordemos brevemente que al final de la Segunda Guerra Mundial, las mujeres que tanto

trabajaron durante el período de la guerra para mantener la economía, inclusive ocupando

cargos hasta entonces solamente destinados a los hombres, se vieron inducidas a volver al

hogar. Es ese hecho el que permitió dar forma, en los años cincuenta, al mito de la mujer

“ama de casa” muy bien descrito por la periodista norte-americana precursora del movimiento

feminista Betty Friedan en A mística femenina (1971). El libro, publicado originalmente en

los Estados Unidos en 1963, denuncia como una nueva mística de la feminidad la

construcción de la figura de un ama de casa perfecta, sumisa, y estéticamente atractiva. En él

Friedan identificó cómo la dedicación al hogar, al marido y a los (as) hijos(as), y la

preocupación con la belleza, fueron factores que definieron la feminidad y el lugar de las

mujeres en la sociedad norte-americana posterior a la Segunda Guerra Mundial. Dicha

feminidad explica Friedan, “empieza en casa y debería ser siempre algo buscado por las

mujeres que deberían exponer y vivir siempre en la pasividad y la receptividad de su

femineidad sin par” (Friedan, 1971: 54)28. Además argumenta que “en la segunda mitad del

siglo XX, el mundo de la mujer estaba confinado a su propio cuerpo y belleza, a ejercer

fascinación sobre el hombre, a la procreación, al cuidado físico del marido, de los niños y del

movimientos negros como el Black Power y los Panteras Negras a mediados de los años sesenta, el clamor de los
negros por la igualdad racial acabó aumentando su lucha por la dignidad racial, la igualdad económica, la
autosuficiencia política y la liberación de la autoridad blanca del país, eclipsando la razón inicial del
movimiento.
26
Es el nombre usado en Estados Unidos y Europa para designar el movimiento homosexual surgido a finales
de la década de sesenta.
27
En Europa, se realizó Mayo de 68, en París, cuando los estudiantes ocuparon la Sorbonne, poniendo en jaque
el orden académico establecido. Se sumó a eso, la propia desilusión hacia los partidos burocratizados de la
izquierda comunista.
28
Todas las traducciones del portugués al español que figuran en esta Tesis son de su autora.
41

hogar” (Friedan, 1971: 35). En sus análisis Friedan observó cómo los discursos presentes en

la prensa y en la publicidad fueron instrumentos importantes para la divulgación de esta

“mística femenina” dirigida al hogar y a la belleza. Cita ejemplos de tal hecho, destacando los

textos y los anuncios que construyeron y reafirmaron para las mujeres la importancia de ese

modelo de feminidad. Según ella las revistas, que eran las principales lecturas de las norte-

americanas, no ofrecían a las mujeres asuntos que no estuvieran relacionados con lo que se les

asignaba como universo propio o sea, el hogar, el marido, los hijos y su propia belleza.

En 1968, cuando la segunda ola del Movimiento Feminista29 empieza a ganar fuerza

inicialmente en los Estados Unidos, pero también en Europa, el mito de la mujer “ama de

casa” fue sustituido por otro. Por un lado, el movimiento feminista actuó en la lucha por la

igualdad entre los sexos logrando modificaciones en el orden jurídico y político que hicieron

posible dicha igualdad y emprendiendo campañas a favor del divorcio, del derecho al aborto,

de la igualdad de salarios y de la no discriminación por razones de sexo. Por otro lado el

discurso feminista, al desarrollar una crítica global a la sociedad patriarcal, también hizo

emerger todo un conjunto de reivindicaciones en torno a la autonomía e independencia para

las mujeres, y según las tendencias de dicho discurso, también surgió la defensa de nuevos

valores asociados a la feminidad que serán entendidos como válidos para plantear nuevas

formas de organización social y de relaciones entre hombres y mujeres (Thébaud, 1995).

Durante ese período, marcado por la creciente formación profesional de las mujeres ligada a

una intensa expansión económica, industrial y urbana, las mujeres entraron masivamente en el

mercado laboral y fue formándose el mito de la mujer “rebelde y reivindicativa”. El

descubrimiento de la píldora anticonceptiva en los años sesenta, popularizada inicialmente en

los Estados Unidos y, después, en Alemania y otros países de Europa, que les permitió a las

29
La independencia económica adquirida por las mujeres, y el aumento de sus niveles educativos co-ayudaron
de manera decisiva a ampliar el apoyo social obtenido por los movimientos a favor de la igualdad de los
derechos de la mujer nacidos a finales del siglo XIX y representados paradigmáticamente por las sufragistas. De
hecho el movimiento de la mujer que cristaliza en los años sesenta representa un cambio cualitativo respecto al
discurso, eco y apoyo social de los movimientos sufragistas.
42

mujeres una mayor libertad sexual, desvinculando la práctica heterosexual de la procreación,

también tuvo un papel fundamental en la vida de las mujeres norteamericanas.

Como ya hemos señalado, el Brasil de las décadas de los sesenta y setenta está

inmerso en la coyuntura mundial hasta ahora descrita, a lo que hay que añadir la gran

influencia ejercida por los Estados Unidos sobre la sociedad y cultura brasileña, inclusive en

el golpe que instauró la dictadura militar en el país en 1964. Realidad esta última que

abordaremos en el próximo epígrafe. En él se expondrá e intentará comprender el contexto

sociopolítico que, temporalmente, abarca desde la instauración de la dictadura militar en

Brasil, en 1964 y, que pasa por lo que se conoce como anos de chumbo (1968-1978), y que

finaliza en 1979 con el proceso de “apertura política” del país.

1.2 El contexto socio-político brasileño: una sucesión de regimenes dictatoriales y de Actos

Institucionales

Para comprender cómo se instauró en Brasil, en 1964, un régimen militar dictatorial

que alinearía al país al lado de los Estados Unidos, debemos aludir, aunque sea de forma

somera, a los gobiernos anteriores: el que finalizó con la renuncia del Presidente Jânio

Quadros (1961), y el agitado gobierno de João Goulart (1961-1964).

Con un discurso moralista y de crítica a la situación económica del país, Jânio

Quadros venció en las elecciones de 1961 con la mayor participación electoral hasta entonces

verificada en la historia de Brasil, pero renunció seis meses después30.Tras su renuncia, los

ministros militares prohibieron la toma de posesión del vicepresidente João Goulart, que

30
Los posibles motivos de su renuncia fueron su escasa popularidad, la crisis económica, la falta de apoyo por
parte del legislativo y el descontento de los militares. En 25 de agosto de 1961, Jânio envió una carta al
Congreso Nacional comunicando su renuncia, sin demasiadas explicaciones, aludiendo a la existencia de
"fuerzas terribles".
43

cuando Quadros renunció estaba en misión oficial en China comunista. El plan de dichos

ministros era llevar al poder a un general e intentaron de todas las maneras posibles impedir la

toma de posesión de João Goulart. Uno de los factores que aseguró la toma de posesión del

vicepresidente Goulart fue la llamada Campanha da Legalidade, levantamiento popular

encabezado por el entonces gobernador de Rio Grande do Sul, Leonel de Moura Brizola31.

Otro factor fue el reconocimiento social de João Goulart, conocido popularmente como Jango,

como heredero de Getúlio Vargas32, pues buena parte de la sociedad creía que sería, él, el

nuevo “padre de los pobres” ya que fue Ministro del Trabajo del gobierno varguista. Estos

factores hicieron que el pueblo saliese a las calles manifestando su apoyo a su toma de

posesión. Además, incluso quien no era simpatizante de João Goulart, rechazaba la quiebra

del proceso democrático y la violación constitucional que pretendían los ministros militares.

Durante ese período las elites económicas y los líderes políticos continuaron buscando una

solución para la crisis. El resultado fue la propuesta de un régimen parlamentarista que

permitiría la toma de posesión de Jango y que sus poderes fueran vigilados por el Parlamento.

Desde un primer momento, João Goulart (Jango) se encontró ante el siguiente dilema: o

aceptaba el régimen parlamentario y la fuerza del Congreso Nacional renunciando a su pasado

populista ligado a los movimientos sociales, o intentaba recuperar sus poderes presidenciales

con el fin de ordenar las reformas de base necesarias para el desarrollo del país. Y optó por la

segunda opción33. El gobierno de Jango (1961-1964) promovió la apertura hacia las

31
Considerado heredero político de Getúlio Vargas y de João Goulart, Leonel de Moura Brizola fue uno de los
más destacados líderes nacionalistas del país. Ex - gobernador de Rio Grande do Sul (1959-1963), donde inició
su carrera política, y de Rio de Janeiro (1983-1987) y (1991- 1994).
32
Durante el gobierno de Getúlio Vargas tuvieron lugar diversas transformaciones nacionales: la
industrialización progresó de forma sustancial, las ciudades crecieron, el Estado se volvió fuerte e intervino en la
economía, y también fue instaurada una nueva relación con los trabajadores urbanos. Mientras permaneció en el
poder, Getúlio Vargas fue jefe de un gobierno provisional (1930-1934), presidente electo por el voto indirecto
(1934-1937) y dictador (1937-1945).
33
Para solucionar graves problemas sociales y económicos, el gobierno de João Goulart propuso reformas de
base, contenidas en el Plano Trienal de Desenvolvimento Econômico e Social. Para Jango muchas de esas
reformas dependían de las leyes ordinarias, mientras que otras exigían la reforma de la constitución de 1946.
44

organizaciones sociales, donde los jóvenes estudiantes, organizaciones populares y de

trabajadores fueron ganando espacio. Este hecho causó preocupación de sectores

conservadores, como los compuestos por empresarios, banqueros, iglesia católica y militares,

y también en parte de la clase media. Esos sectores de la sociedad temían un giro tupiniquim
34
hacia el lado socialista. Recordemos que en ese periodo en el que el mundo vivía el auge de

la Guerra Fría, el estilo populista de Jango llegó, en cierto modo, a generar preocupaciones

por parte de los Estados Unidos, que junto con los sectores conservadores de la sociedad

brasileña, temían un golpe comunista. La União Democrática Nacional (UDN) y el Partido

Social Democrático (PSD) eran dos agrupaciones políticas que se oponían al gobierno de

João Goulart argumentando que el presidente estaba planeando un golpe de izquierda. Le

acusaban también ser responsable del alza de los precios y del desabastecimiento al que se

enfrentaba Brasil.

El 13 de marzo de 1964, João Goulart dio un gran mitin en la Central de Brasil, en

São Paulo, en el que defendió las reformas de base y prometió radicales transformaciones en

las estructuras educativas, económicas y agrarias brasileñas. La respuesta a la presión que

João Goulart ejercía sobre el Congreso Nacional para que éste aprobara las reformas de base

se produjo en Sao Paulo seis días después del citado mitin, el 19 de marzo, con la Marcha da

Família com Deus pela Liberdade35. Ese día, varios grupos sociales, el clero, las familias y

los sectores políticos más conservadores de la sociedad brasileña se organizaron en marchas,

llevando a las calles a más de un millón de personas con la intención de derribar a Jango del

gobierno. En el marco de esas marchas, las mujeres serán consideradas como las protagonistas

del movimiento que logró destituir a João Goulart, pues organizaciones femeninas como la

34
Perteneciente y/o relativo al pueblo Tupiniquins, antigua nación de indígenas brasileños situados en el
territorio de Bahía. El término es utilizado por los sectores de la sociedad brasileña citados en un sentido
peyorativo y remite a la idea de atraso. En este sentido, el giro hacia el socialismo lo perciben como atraso.
35
Es el nombre utilizado para denominar una serie de eventos ocurridos en marzo de 1964 en respuesta a la
considerada amenaza comunista del mitin realizado por el presidente João Goulart el 13 de marzo del mismo
año.
45

carioca Campanha da Mulher pela Democracia (CAMDE), las paulistas União Cívica

Feminina (UCF) y Movimento de Regimentação Feminina (MAF), tuvieron un importante

papel en la organización de esas marchas, lideradas por mujeres de clase media y/o alta,

fueron financiadas e instruidas por los hombres de la elite empresarial-militar que querían

derrocar a Jango. Tal y como muestra la historiadora Solange Simões (1985), la inserción de

las mujeres en la conspiración que acabó en golpe militar fue estratégica. Con el objetivo de

fomentar una atmósfera de desestabilización política y de convencer a las fuerzas armadas de

intervenir, las campañas femeninas perseguían dar espontaneidad y legitimidad al golpismo.

El clima de crisis política y las tensiones sociales aumentaban y, el 31 de marzo de 1964, el

presidente João Goulart fue destituido gracias a un golpe militar que contó con el apoyo

decisivo de la elite conservadora brasileña y de la Central Intelligence Agency (CIA) de los

Estados Unidos36. Para evitar una guerra civil Jango dejó el país refugiándose en Uruguay. A

partir de ese período Brasil pasa a convivir con la dura realidad de la dictadura militar que fue

legitimada por un discurso anticomunista y de modernización e industrialización del país.

Tras quince días en los que la presidencia fue ocupada por el presidente de la cámara de los

diputados, Pascoal Rani P. Mazzilli (bajo la tutela del alto comando revolucionario militar),

asumió el poder el jefe del estado mayor del ejército, el general Humberto de Alencar Castelo

Branco, que gobernó el país entre 1964 y 1967.

Humberto de Alencar Castelo Branco recibió apoyo de los Estados Unidos y de las

empresas multinacionales, y asumió posiciones favorables a los intereses del capitalismo

norteamericano. Se declaró enemigo feroz de las ideas socialistas y/o comunistas,

promoviendo una fuerte presión policial contra varias entidades sociales como sindicatos,

36
En cierto sentido, una parte de los militares creía que el golpe de 1964 debería de ser corto. Serviría como una
acción quirúrgica, capaz de devolver en poco tiempo el puesto presidencial a los civiles. Por otro lado, otro
grupo de militares, conocidos como integrantes de la llamada “línea dura”, deseaban prolongar el gobierno
militar y que se ejerciera una acción de represión más sistemática contra los grupos de izquierda existentes.
46

União Nacional dos Estudantes (UNE)37, etc. En ese período fue decretado el Acto

Institucional Nº 2, que confería más poderes al Presidente para anular mandatos y derechos

políticos como fue el caso de los expresidentes de la República, Juscelino Kubitschek38, Jânio

Quadros y João Goulart. Ese Acto Institucional Nº 2, también extinguía los trece partidos

políticos entonces existentes en el país, creando solamente dos: uno para apoyar al gobierno,

la Aliança Democrática Nacional (ARENA), y el otro para hacer oposición condescendiente

al régimen, el Movimento Democrático Brasileiro (MDB)39. En aquel periodo también se

promulgó la Ley de Seguridad Nacional, que consideraba como enemigos de la patria a

quienes se oponían la dictadura militar, y se decretó el Acto Institucional Nº 3, que establecía

el fin de las elecciones directas para gobernadores y alcaldes de las capitales; y el Acto

Institucional Nº 4, que daba al Gobierno poderes para elaborar una nueva Constitución. Así

vio la luz la Constitución de 1967, cuyo principal objetivo era fortalecer el poder del

Presidente de la República y debilitar a los poderes legislativo y judiciario. En el plan

económico, durante su Gobierno fue creado el Plano de Ação Econômica do Governo

(PAEG). Una de las principales propuestas de ese Plan era combatir la inflación, restringir el

crédito y reducir el salario de los trabajadores. Durante ese periodo, éstos perdieron el derecho

de estabilidad del empleo y fueron reprimidos en sus intentos de protesta. Las medidas

económicas tomadas volvieron impopular al Gobierno, provocando la reacción de muchos

sectores de la sociedad, que organizaron y protagonizaron manifestaciones lideradas sobre

todo por estudiantes, sindicalistas y políticos de oposición (Fausto, 2012).

37
Fundada en 1937, la UNE es la principal entidad estudiantil brasileña, representa a los estudiantes de la
enseñanza superior y tiene sede en São Paulo.
38
Juscelino Kubitschek (JK) fue electo presidente de la República en 1955 y gobernó el país junto al
vicepresidente João Goulart, hasta 1960. En los primeros años del pleito, después del intento de golpe de la
União Democrática Nacional (UDN) y de los militares, JK puso en marcha el Plano de Metas (que pautaba un
conjunto de medidas que alcanzaría el desarrollo económico de varios sectores, priorizando la dinamización del
proceso de industrialización de Brasil), y la construcción de Brasilia, transfiriendo la capital de Brasil de la
ciudad de Rio de Janeiro a la Planicie Central.
39
Partidos que ya no existen como el Partido Comunista Brasileiro (PCB) y el Partido Comunista do Brasil (PC
do B) pasaron a actuar en la ilegalidad.
47

Durante el siguiente Gobierno, presidido por Arthur da Costa e Silva (1967-1969),

crecieron las manifestaciones públicas en contra de la dictadura militar. A pesar de la

represión violenta, los estudiantes organizaban marchas, los obreros hacían huelgas contra los

bajos salarios, y los curas progresistas de la iglesia católica oraban contra el hambre del

pueblo y contra la tortura de los presos políticos. Ante las presiones de la sociedad a favor de

la democracia, el gobierno militar reaccionó furiosamente. En 1968 decretó el Ato

Institucional Nº 5 (AI5) - (ver Anexo A), el instrumento más terrible de la represión impuesto

por el régimen militar. El AI-5 le confería al Presidente de la República poderes totales para

reprimir y perseguir a la oposición. En el campo económico, durante su mandato se buscó

aplicar una política de desarrollo capaz de aproximar los sectores medios al nuevo gobierno.

Por eso, el Plano de Ação Econômica do Governo (PAEG) tenía como principales metas

contener el proceso de inflación e impulsar el crecimiento económico nacional. Para lograrlo,

el gobierno emprendió una serie de cambios que reducían el consumo mediante congelación

salarial y abrían la economía al capital extranjero. Al mismo tiempo, los militares

favorecieron a los trabajadores especializados de clase media abriendo la concesión de

créditos para que esa parcela de la población viviese una eufórica posibilidad de consumo

(Fausto, 2012).

Tras ese periodo, entre 1969 y 1974 el gobierno del general Emílio Garrastazu Médici

años más conocidos como anos de chumbo, fue el campeón del poder dictatorial y de la

violencia represiva contra la sociedad. Los derechos fundamentales de la ciudadanía estaban

suspendidos y la sociedad brasileña sentía la “mano de hierro” de la dictadura. Es durante

esos años, con la expansión de la red de telecomunicaciones patrocinada por el gobierno

dictatorial en búsqueda de una integración nacional, cuando comienza a consolidarse la

televisión en Brasil, un medio en el que para enmascarar su cara cruel, el Gobierno gastaba

millones de cruzeiros (moneda de la época) en propaganda destinada a mejorar su imagen.


48

La campaña publicitaria oficial esparcía adhesivos y carteles defendiendo el

ufanismo40 nacionalista (Fico, 1997), y eslogans como Brasil, Ame ou deixe-o integraban el

discurso político de la época. Los militares también utilizaron la conquista de Mundial de

Fútbol de 1970 en México como un acontecimiento importante para promocionar un

sentimiento popular de amor a Brasil. Los medios de comunicación y las artes eran vigilados,

y todo lo que desagradase el Gobierno era censurado. En el plano económico, el Gobierno de

Médici fue marcado por un significativo desarrollo que la propaganda oficial calificó de

“milagro económico”, teniendo como base el aumento de la producción industrial, el

crecimiento de las exportaciones y la gran utilización de préstamos en el exterior. El “milagro

económico” posibilitó la expansión de la clase media y el aumento de los estándares de

consumo de la sociedad brasileña. De ese modo, se fue configurando el terreno ideal para

consolidar una industria cultural que, con fuerte influencia de la cultura pop norteamericana y

del sistema económico capitalista, comenzaba diseñar nuevos modelos para la producción

cultural. En compensación, el Gobierno adoptó una rígida política salarial, ante la cual los

trabajadores y sindicatos no podían reaccionar. Sin embargo el “milagro económico” duró

poco puesto que el desarrollo de Brasil estaba condicionado por un contexto internacional

favorable a la aceptación de préstamos de bancos extranjeros. En 1973, al desaparecer esa

situación favorable con el aumento de los precios del petróleo en el mercado internacional, la

economía brasileña sufrió un gran impacto. La inflación empezó a subir y la deuda externa

creció de forma alarmante. Se iniciaría así una gran crisis económica que dejó que se viera

que la dictadura no garantizaba el desarrollo y, con eso, los grupos políticos de oposición

fueron organizándose lentamente para exigir el regreso de la democracia (Fausto, 2012).

40
El ufanismo es una expresión utilizada en Brasil en alusión a una obra escrita por el Conde Affonso Celso
(Afonso de Assis Figueiredo Junior), hijo del Visconde de Ouro Preto y uno de los fundadores de la Academia
Brasileira de Letras. Lanzado en 1900 en: ¿Por que me ufano por meu país, el adjetivo ufano proviene del
español y significa la vanagloria de un grupo que se arroga méritos extraordinarios. En el caso de Brasil, se
puede afirmar que el ufanismo es la actitud o posición tomada por determinados grupos que enaltecen el
potencial brasileño, sus bellezas naturales, riquezas y potenciales.
49

Durante el Gobierno del general Ernesto Geisel (1974-1979) se produjo, según él, “un

proceso gradual, lento y seguro de abertura democrática” (Fausto, 2012: 279). Una de las

actitudes de su Gobierno fue la de disminuir la severa acción de la censura sobre los medios

de comunicación, y la de garantizar en 1974 la realización de elecciones libres para ocupar

los cargos de senadores, diputados y concejales. El Movimento Democrático Brasileiro

(MDB), único partido de oposición, alcanzó en dichas elecciones una victoria significativa

sobre la Aliança Democrática Nacional (ARENA), lo que hizo que los militares, asustándose

con la victoria de la oposición, dieran marcha atrás en el proceso de abertura política. A partir

de ahí el Gobierno continuó actuando con la misma violencia que el del período anterior y la

sociedad brasileña se escandalizó con los actos brutales de los órganos militares que decían

actuar en nombre de la seguridad nacional41. En el plano económico, fue el período

de las llamadas “obras faraónicas” –obras grandiosas, costeadas con nuevos préstamos

extranjeros–, pero no prioritarias debido a los graves problemas sociales existentes42. La

economía mundial se retraía en función de la crisis del petróleo, y el comercio interno de

Brasil padecía de una serie de dificultades. Se sufría el impacto de la elevación de los precios

del petróleo pues el 80% del consumido en la época era importado. Gastando casi mitad de la

receta de las exportaciones para la adquisición de petróleo, la balanza comercial brasileña se

desequilibró, presentando constantes déficits que, para ser compensados exigían nuevos

préstamos en el exterior. Para equilibrar los problemas planteados por la economía, el

Gobierno de Ernesto Geisel volvió a promover un proceso de apertura política, y derogó en

1978 el AI-5 y los demás Actos Institucionales.

41
Incluso Ernesto Geisel, retrasando el proceso de abertura política decretando en 1977 una serie de normas
autoritarias que, entre otras cosas, determinaba que un tercio de los senadores fuese escogido directamente por el
Gobierno.
42
Grandes obras y también facilidad de obtener créditos, que hacían posible la adquisición de electrodomésticos,
daban al brasileño la sensación de progreso.
50

Tras diez años de AI-5, la estructura del régimen militar se debilitó haciéndose

evidente el desgaste de su engranaje. En ese contexto de crisis económica y de avance de las

presiones para la instauración de un Estado democrático, el 15 de marzo de 1979 asume la

Presidencia de la República João Batista Figueiredo, último de los generales que gobernó el

país bajo el régimen dictatorial que le fue impuesto en 1964. Las cárceles empezaron a

vaciarse y los exilados a regresar, ampliando todavía más la lucha por la amnistía que ya se

había iniciado, aunque el régimen todavía actuaba persiguiendo y matando a obreros tanto en

el campo como en las ciudades, e interviniendo sobre los sindicatos.

Finalmente la tan esperada amnistía fue decretada en 1979, a través de la Ley 6.663,

del 28 de agosto de aquel año, pasando a conceder:

“amnistía a todos cuantos, en el periodo comprendido entre el 02 de septiembre

de 1961 y el 15 de agosto de 1979, cometieron crímenes políticos o relacionados con

estos, crímenes electorales, a los que tuvieron sus derechos políticos suspendidos y a

los servidores de la Administración Directa e Indirecta, de fundaciones vinculadas al

poder público, a los Servidores de los Poderes Legislativo y Judiciario, a los

Militares y a los dirigentes y representantes sindicales, castigados con fundamento en

Actos Institucionales y Complementarios”43.

Es en ese contexto, específicamente durante el gobierno de Arthur da Costa e Silva

(1967-1969) tras la promulgación en 1968 del AI-5, en el que empieza a tomar cuerpo la

contracultura brasileña y, con ella, una serie de cambios que la acompañarán. A lo largo del

próximo epígrafe intentaremos comprender en qué consistían esos cambios, y a qué ámbitos

afectaban.

43
Ley 6.663 de 28 de agosto de 1979. Sin embargo en su Art. 1º, parágrafo 2: “no se beneficiarán de la amnistía
quienes fueron condenados por crímenes de terrorismo, asalto, secuestro y atentado personal”.
51

1.3 Los ideales de la contracultura brasileña: antecedentes y cambios de comportamiento

La contracultura brasileña, aunque influenciada por el movimiento contracultural

ocurrido en los Estados Unidos en los años sesenta, adquiere en Brasil características propias.

Por ese motivo, para comprender lo que estaba ocurriendo en el ámbito cultural brasileño en

los años sesenta, debemos adentrarnos en el Tropicalismo, movimiento musical que abrió las

puertas a la contracultura brasileña.

A nivel nacional, las transformaciones sociales que ocurrieron en la década de los

sesenta, acompañadas y reivindicadas por los numerosos movimientos sociales que crecieron

en términos de movilización y contingencia en aquel periodo44, se relacionan con las

transformaciones en el ámbito cultural, y con la forma en la que se concebía la cultura

brasileña. A principios de los años sesenta tuvo lugar en Brasil un fuerte debate en torno a una

ideología nacionalista, y también un intento de crear una cultura nacional-popular. Gran parte

de los movimientos culturales de aquel periodo tenían vínculos con el Partido Comunista

Brasileiro (PCB) y la idea de “nacional-popular” era concebida como un rescate de aquello

que, en sus orígenes, había sido el pueblo brasileño. Para el PCB, el pueblo brasileño se

encontraba bajo el dominio del imperialismo y del sistema capitalista y le correspondería al

arte y a la cultura la tarea de concienciación y de rescate de una cultura genuinamente

brasileña. La interpretación por parte de la izquierda de aquello que sería concebido como

“nacional-popular”, se fundamentaba en la lucha antiimperialista. Desde esta perspectiva, la

revolución traería el fin de la cadena de explotación capitalista, haciendo emerger la dictadura

del proletariado y, a la par, también la cultura originaria del pueblo brasileño. Pero, para que

emergiese esa cultura nacional-popular era necesario llevarle arte al pueblo. En los años

44
Durante el Gobierno Goulart (1961-1964) los movimientos populares crecieron en organización,
constituyéndose en una fuerza activa y participativa del Gobierno que era considerado como de carácter popular.
La UNE, el Comando General dos Trabalhadores (CGT), las Ligas Campesinas, etc., destacaron en el liderazgo
de las manifestaciones de ese periodo.
52

sesenta el Teatro de Arena45 y el Centro Popular de Cultura (CPCs) de la União Nacional

dos Estudantes (UNE), creados en 196146 inicialmente en Rio de Janeiro, se caracterizaron

por la construcción de un arte “nacional-popular”, en el que los sueños revolucionarios

ganaron gesto y forma47. Lo “nacional-popular” también estuvo presente en el Cinema Novo,

surgido con la película de 1955 Rio 40 Graus, dirigida por Nélson Pereira dos Santos.48 Con

el golpe militar en 1964, los CPCs fueron cerrados y la UNE, entre otras entidades

estudiantiles, fue ilegalizada pasando el Movimento Estudantil (ME) a actuar en la

clandestinidad49. A partir de ese momento se radicalizan los conflictos entre el movimiento

estudiantil brasileño y un Gobierno que usaba la violencia contra toda forma de oposición al

régimen, desencadenando así formas de resistencia armada.50 La opción por la lucha armada

se dio como consecuencia de la intensificación de la represión y del propio agotamiento del

movimiento pacífico, cuyas principales acciones se desarrollaban bajo forma de marchas,

45
El Teatro de Arena bajo la dirección de Augusto Boal procuró cumplir este papel y crear una identidad propia.
Se caracterizó como teatro revolucionario, proponiendo la discusión de la realidad brasileña, sobre todo de la
vida del trabajador (obrero, empleada del hogar, etc). Dicho teatro ponía en escena sus vidas y contaba sus
historias.
46
Los CPCs fueron creados durante el Gobierno de João Goulart (1961 - 1964), en un contexto de fuerte
movilización política, con la expansión de las organizaciones de trabajadores en el campo y en las ciudades. Las
clases medias -sobre todo intelectuales y estudiantes- estaban presentes en los partidos políticos (el PCB ocupaba
un lugar destacado en el ámbito cultural de la época y atraía a formadores de opinión, como periodistas, artistas y
miembros de profesiones liberales en general), y en entidades como la propia UNE.

47
De este periodo también son el Show Opinião, formado por la iniciativa de artistas del Teatro de Arena, y el
Teatro Oficina, formado por estudiantes.
48
Después del golpe militar de 1964, el Cinema Novo empezó a reflexionar sobre el papel de la propia
izquierda, focalizando su interés sobre la clase media urbana. El baiano Glauber Rocha, colocó en las pantallas
los problemas del desierto nordestino en la película Deus e o Diabo na Terra do Sol, realizada en 1964. Destaca
también los Fuzis (1964) de Ruy Guerra, Cinco Vezes Favela (1962) de Cacá Diegues y Cabra marcado pra
morrer (1964) de Eduardo Coutinho, las dos últimas producidas por el CPC.
49
Aún así el ME consiguió organizarse, en la clandestinidad, eligiendo a sus directores académicos, estatales y
federales en una estructura similar a la sindical, cohesionando así la lucha en varios niveles.

50
Emprendida por diversas células revolucionarias, congregadas en torno a siglas de partidos de izquierda
disidentes con relación al PCB.
53

como estrategia de lucha contra la dictadura.51Durante el gobierno de Emílio Garrastazu

Médici (1969 y 1974), mientras los periódicos saludaban el crecimiento milagroso de la

economía y la conquista del tricampeonato de fútbol por parte de la selección brasileña

(1970), la guerrilla urbana y rural era, poco a poco, desmantelada por la represión (Gorender,

2003)52.

En el campo de la cultura la llegada de la dictadura militar en 1964 y el cercenamiento

de la libertad de producción por parte del régimen autoritario fue un verdadero “balde de agua

fría” para la vanguardia artística de la época (Cinema Novo, Bossa Nova y CPCs) que se

desdobló, después del golpe militar, en un amplio movimiento de resistencia cultural en todas

las áreas (música, teatro, literatura, cine y artes plásticas) contra los nuevos gobernantes, la

censura y el llamado “terrorismo cultural”. En música, en especial, con la segunda generación

de la Bossa Nova53, de lo que luego será conocido como Música Popular Brasileira (MPB)54,

surgirán canciones de cuño social y de protesta. Esas canciones alcanzaron gran éxito a través

de los festivales de la MPB, realizados principalmente en la ciudad de São Paulo, y

transmitidos entre 1965 y 1985 por algunas emisoras de televisión (TV Excelsior, TV Record,

TV Rio, Rede Globo), en muchas regiones del país alcanzando elevada audiencia. Esos

51
La propia edición del AI-5, en 1968, dos meses después del desmantelamiento de la UNE, hizo imposible la
participación política por vías pacíficas. Las marchas pacíficas eran reprimidas cada vez con más violencia,
sucediéndose las detenciones y las muertes, alejando a la sociedad civil y aislando a los estudiantes.

52
El desmantelamiento violento se hizo efectivo a través de un fuerte aparato represivo (fuerzas armadas, policía
federal y policías estatales).
53
Estos músicos plantaron en esos encuentros las semillas delo que vendría a ser conocido como Bossa Nova.
Ese movimiento apareció en un momento único de la cultura brasileña, al final de la década de los cincuenta y
principios de los setenta, contexto de euforia y mucha esperanza de cara al futuro brasileño - simbolizado por la
construcción de Brasilia, la nueva capital del país, en el Planalto Central, durante el gobierno de Juscelino
Kubitschek.
54
En la práctica las siglas MPB anunciaron una fusión de dos movimientos musicales hasta entonces
divergentes: la Bossa Nova, que defendía la sofisticación musical, y el compromiso folclórico de los CPCs de la
UNE que defendía la fidelidad a la música de raíz brasileña. Sus propósitos se mezclan y, con el golpe militar de
1964, los dos movimientos formaron un amplio frente cultural contra el régimen adoptando las siglas MPB en su
bandera de lucha. En ese contexto, nombres importantes de la música popular brasileña como Nara Leão, Sérgio
Ricardo, Geraldo Vandré y Chico Buarque, se opusieron explícitamente al gobierno militar.
54

festivales, así como los compositores e intérpretes que en ellos participaban55, pasaron a ser

sistemáticamente vigilados por los agentes del Departamento de Orden Político e Social

(DOPS), como susceptibles de subversión contra la moral y el sistema nacional. Por otro lado

estaba la cultura del consumo representada por la Jovem Guarda56, un programa de

entretenimiento exhibido entre 1965 y 1968 a través de la Red Record de televisión dirigído

por Roberto Carlos, Erasmo Carlos y Wanderléia Charlup Boere Salim, y que se convirtió en

un fenómeno mediático. Las letras de las músicas de Jovem Guarda, que hablaban de

noviazgos juveniles y románticas aventuras, eran críticamente evaluadas por algunos sectores

de la crítica musical y por el público políticamente comprometido.

En 1967, en el III Festival da Música Popular brasileira, la MPB de la TV Record, en

la interpretación de la canción Alegría, Alegría por el cantante y compositor Caetano Veloso

ven indicios del surgimiento de un movimiento renovador y que propone nuevas tendencias

estético-culturales: el Tropicalismo. Liderado por Caetano Veloso y Gilberto Gil, el

Movimiento Tropicalista se oponía a la reducción del arte a una función política.

Inspirándose, según sus líderes, en la obra cinematográfica de Glauber Rocha, sobre todo

Terra em Transe, exhibida en 1967; en las propuestas antropofágicas de Oswaldo de

Andrade57 cuya pieza el Rei da Vela, escrita y puesta en escena en 1933 por José Celso

Martinez Correa; y en la obra Tropicália (1967) del artista plástico Hélio Oiticica, el

Tropicalismo también era permeable a las influencias estéticas internacionales como el


55
Entre los compositores e intérpretes de esos festivales destacan, entre otros, Elis Regina, Chico Buarque,
Caetano Veloso, Gilberto Gil, Geraldo Vandré, Nara Leão, Edu Lobo, Jair Rodrigues, Tom Jobim, Oswaldo
Montenegro y Guilherme Arantes.

56
Los integrantes del movimientos fueron influenciados por el Rock and Roll de la década de los cincuenta y
sesenta, y por la precursora del rock en el país, Celly Campello. Produjeron variaciones nacionales del rock,
bautizadas en el país como de Iê-Iê-Iê (expresión que surgió en 1964, cuando los Beatles lanzaron la película. A
Hard Days’s Night), con letras románticas y casuales, dirigidas hacia el público joven.
57
El Manifesto Antropófagico, (ver Anexo B), lo escribió Oswald de Andrade (1890 - 1954) y se publicó en
mayo de 1928, en el primer número de la recién-fundada Revista de Antropofagia, vehículo de difusión del
movimiento antropofágico brasileño. En lenguaje metafórico lleno de aforismos poéticos repletos de humor, el
manifiesto se convierte en el marco teórico de ese movimiento que pretende volver a pensarla cuestión de la
dependencia cultural en Brasil.
55

happening y la música pop (Favaretto, 1980; Veloso, 1997). En 1968 se lanzó el que es

considerado el disco más emblemático del movimiento: Tropicália ou Panis et Circensis. El

álbum fue una obra colectiva que mezclaba desde el baião58 hasta el rock en canciones

inéditas de Caetano Veloso, Gilberto Gil, Torcuato Neto, Capinam y Tom Zé, interpretadas

por Gal Costa, Nara Leão y Os Mutantes59, entre otros. El Tropicalismo se aproximó de los

ideales de la contracultura hippie internacional. Sus canciones abordaron cuestiones como el

sexo libre, el psicodelismo e ironizaron sobre los valores y estilos de vida tradicionales.

Además, otros aspectos de la contracultura internacional de los años sesenta formaban parte

de las presentaciones musicales de los artistas tropicalistas. Sus actuaciones teatrales e

irreverentes, sus ropas originales y llenas de color, y los happenings festivos que hacían en el

escenario, se oponían al minimalismo de la Bossa Nova -voz baja, canto hablado y un

escenario en el que sólo estaba la banqueta y el violão- y a la seriedad de la MPB de la época,

con sus letras políticamente comprometidas. Esas características reforzaban la acusación de

“alienación” que algunos críticos le hacían al Tropicalismo60.

Con la promulgación del AI-5 en 1968, se desestructuraron mucho las manifestaciones

de arte contestatario61, incluso el Tropicalismo, ya que sus principales exponentes, Caetano

Veloso y Gilberto Gil, partirían al exilio. Con el despertar de la dictadura militar a partir del

AI-5, en diciembre de 1968, la situación devino insostenible para los tropicalistas. Y no

58
El baião es un ritmo musical del nordeste del país acompañado de danza. Se hizo popular en la década de los
años cuarenta a través de los músicos Luiz Gonzaga y Humberto Teixeira. El tema del baião es la vida cotidiana
del nordeste.

59
Los Mutantes fueron una banda brasileña de rock psicodélico formada en 1966, en São Paulo, por Arnaldo
Baptista (bajo, teclado, vocales), Rita Lee (vocales) y Sérgio Dias (guitarra, bajo, vocales). También participaron
en el grupo Liminha (bajo) y Dinho Leme (batería). El grupo fue pionero en la mezcla del rock and roll con
elementos musicales y temáticos brasileños. Otra característica del grupo era la irreverencia.
60
El Tropicalismo influyó sobre la producción musical de la década siguiente como la de los Novos Baianos,
Secos & Molhados y Raul Seixas.

61
Con el AI-5, la censura vino a transformar más radicalmente la cultura brasileña, actuando principalmente a
dos niveles: el de la prevención (con cortes y vetos a la producción artística e intelectual) y el del castigo (con
numerosas expulsiones y encarcelamientos en su mayoría no justificados).
56

porque el gobierno militar se diera cuenta de la velada crítica social de los tropicalistas, sino

porque tanto la proyección alcanzada por el grupo, como la polémica generada en torno a él,

era indeseada. Por esos motivos, “usando como pretexto una supuesta falta de respeto a la

bandera nacional de los tropicalistas fue dada la orden de extradición de Caetano y Gil.”

(Paiano, 1996:48). Una vez fuera de Brasil, esos artistas comenzaron a integrarse a

experiencias contraculturales principalmente en Francia, Inglaterra y Estados Unidos. El

Tropicalismo, aunque haya influenciado profundamente la producción cultural posterior, tuvo

vida corta pero suficiente para abrir las puertas a la contracultura, el movimiento con el que se

identificaba: “solamente a partir de 1969 cuando, con el AI-5, el movimiento tropicalista se

extinguiría, empieza a tomar cuerpo una ‘contracultura’, que, además, va tomar la actividad

tropicalista como una de las referencias de sus acciones. La marginalidad es ahora más

explícita, pues implica la salida hacia afuera del sistema” (Favaretto, 1996: 28-30).

La contracultura brasileña, también conocida peyorativamente como “desbunde”62, es

en general descrita como una de las vías por las que transitó la rebeldía de la juventud de la

clase media a partir del AI-5. Para Syrkis63 la generación post-promulgación del AI5, en 1968,

se trifurcó:

“Una parte de ella, después del AI-5, cuando la dictadura se transformó en

dictadura total, fue hacia la lucha armada, hacia la clandestinidad; otra parte resolvió

implicarse a fondo en la cuestión de la contracultura, procurando crear un universo a

parte en el que fuese posible vivir: fueron las comunidades rurales, el uso de drogas,

sobre todo alucinógenos, como el LSD. Las personas empezaron a vivir juntas en

comunidad, en pequeñas familias, intentando no leer el periódico, salir de aquella

realidad [...]. Fueron personas que se hicieron hippies. Y hubo un tercer segmento de

62
En Brasil también denominada peyorativamente como desbunde, y también underground, marginal,
alternativa, experimental, de vanguardia, etc.
63
El autor Alfredo Syrkis, que participó intensamente en la lucha armada, acabó él mismo desbundando, o sea,
adhiriendo a la revolución actitudinal que estaba en marcha.
57

aquella generación, que acabó integrándose rápidamente en lo que el sistema ofrecía”

(Syrkis, 1999:112).

Al contrario del tercer segmento de la generación post-promulgación del AI5 que,

según Syrkis (1999), “adhirió” a las dádivas del sistema, y a diferencia del primero que se

unió a la guerrilla, murió o se exilió, los desbundados rompieron con el sistema por la vía

actitudinal, negándose a participar de los ritos consagrados por la tradición occidental. La

verdad es que los comportamientos típicos de quienes formaron parte del movimiento

contracultural singularizan a sus adeptos en los otros dos segmentos descritos por Syirks

(1999). La marca de los desbundados, influenciados por el discurso underground

internacional, se expresa por la

“desconfianza con relación a todo tipo de jerarquía; convenciones y estándares

institucionalizados de vida (en lo que se refiere a formas de actuación política,

modelos familiares y procesos de profesionalización); la resistencia al discurso de la

competencia (identificación con el poder constituido); y, principalmente, por la

atención que prestan a la diferencia del individuo y a la subjetividad, valorizando la

heterodoxia y la alteridad” (Araujo, 2000: 185).

En Brasil el desbunde se confrontaba, por una parte, con la postura conservadora de la

familia tradicional y, por consiguiente, del proprio régimen político64 y, por otra, con la

postura no menos conservadora de los grupos de izquierdas65. Alineados con reivindicaciones

feministas, e incluso como veremos a continuación con el movimiento feminista brasileño y

64
La derecha solía asociar la liberación de las costumbres con la subversión, como bien demostraron sus
acciones al invadir el alojamiento para estudiantes de la Universidade de São Paulo - USP días antes de la
edición del AI-5. El alojamiento sufrió una gigantesca operación de cerco militar, que dio lugar a centenares de
detenciones y a la aprehensión de material considerado subversivo en los apartamentos en los que residían los
alumnos de la USP. Militares interesados en el endurecimiento del régimen organizaron una exposición, en el
zaguán del Diários Associados, en São Paulo, para exhibir los materiales incautados, y colocando en lugar de
honor algunas cajas de píldoras anticonceptivas.
65
La izquierda, incluso la radical, que soñaba con la revolución general, miraba hacia aquel movimiento con la
impaciencia de quienes interrumpido en medio de una actividad seria por la visión inoportuna de un acto
obsceno.
58

con la nueva libertad sexual propiciada para las mujeres, gracias, sobre todo, a la llegada de la

píldora anticonceptiva que comenzó a popularizarse en Brasil en los años setenta, los

desbundados cuestionaban las relaciones conyugales. El “matrimonio abierto” se pone de

moda, principalmente entre las vanguardias urbanas, tratándose de un “matrimonio” en el que,

por lo menos en el discurso, mujeres y hombres “podían tener los amantes que quisieran

siempre y cuando no se los ocultaran mutuamente y nadie se enamorara de otra persona”

(Castro, 1999: 239). La idea era romper con la tradicional hipocresía de la fidelidad conyugal,

una fidelidad que, en la práctica, nunca había existido para el hombre. Así, se buscaba

establecer relaciones basadas en la lealtad mutua y de cuyo ejercicio resultarían seres

humanos mejores y, por lo tanto, menos posesivos.

Además de la crítica al matrimonio monógamo heterosexual, la moda contracultural

hizo apología del “amor libre”. El “amor libre” no fue una conquista fácil para las mujeres.

Además de vencer dificultades como la del embarazo no deseado, debían superar las

restricciones impuestas por una moral sexual conservadora interiorizada desde la infancia a lo

largo del proceso educativo y que tenía como corolarios la virginidad antes del matrimonio, la

monogamia y la práctica heterosexual como única posible. Tanto era así que las lesbianas

“eran vistas como símbolo de extrema rebeldía contra la opresiva socialización patriarcal,

eran mujeres que se negaban a someterse al macho; su estilo de vida y su elección amorosa

estaban en la vanguardia de la revolución de los comportamientos” (Dias, 2003: 26). También

la androginia66, en auge en los años sesenta y setenta con la llegada de la contracultura y del

movimiento feminista, fue un importante fenómeno. De hecho una de las vertientes del rock

66
A menudo, los individuos andróginos son situados en un limbo entre lo femenino y lo masculino, o pensados
como “sin género”. Aunque comúnmente se supone que se trata de personas gays o bisexuales, la androginia no
está relacionada con su práctica sexual sino con su apariencia corporal. Personas andróginas pueden identificarse
como homosexuales, bisexuales, heterosexuales, asexuales o pansexuales.
59

de los setenta, el Glam rock67, estaba asociada a la androginia y se caracterizaba

principalmente por las performances en el palco y por una imagen corporal extravagante

construida gracias a mucho maquillaje, pestañas postizas, zapatos de tacón alto y ropas llenas

de plumas y lentejuelas. En Brasil la androginia estaba presente en la producción cultural del

grupo musical Secos & Molhados (1972-1975). Mediante performances irreverentes, pinturas

en el rostro y cuerpo y accesorios extravagantes en la cabeza, los integrantes de Secos &

Molhados, Ney Matogrosso, João Ricardo, Gerson Conrad y Marcelo Frias, sorprendieron al

país con un androginismo explícito en el periodo más álgido de la Dictadura. También el

grupo Dzi Croquetes68 (1972-1976) exploraba la androginia en sus espectáculos musicales y

de humor. Los integrantes del grupo, todos hombres, con sus pestañas postizas y su

maquillaje, desafiaron a la dictadura. En la década de los setenta, principalmente en São

Paulo, también había muchas clubs gays que promovían performances realizadas por travestis

y transformistas. Por su parte los hippies, presentes en Brasil desde el final de los años

sesenta, expresaban su rebeldía mediante una irreverente imagen corporal y vestimentaria

(cabellos largos, ropas de colores y poco convencionales, etc.), y compartían las ideas de la

contracultura propugnando el “amor libre” y la sexualidad libertaria. Oponiéndose a la familia

burguesa, núcleo básico de la reproducción social y cultural y, para ellos, de la neurosis

individual y colectiva, los hippies brasileños también propusieron la vida en comunidad. Las

comunidades agrícolas o rurales estaban en general compuestas por jóvenes que cuestionaban

la autoridad en sí, fuese la representada por el padre o por el Estado, por eso la autogestión se

transforma en regla (Capellari, 2007). En Brasil las comunidades alternativas, concentradas en

67
Entre los principales representantes del Glam rockestaba David Bowie, que se convirtió en la mayor estrella
del movimiento cuando se transformó en Ziggy Stardust, un personaje andrógino de su invención cuyas
vicisitudes cuenta en The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, disco lanzado en 1972 que
inyectó al Glam grandes dosis de dramatismo, convirtiéndose en el disco clave del género.

68
Dos nombres destacan en el equipo: el actor, cantor y compositor Wagner Ribeiro, y el coreógrafo y bailarín
neoyorquino Lennie Dale. El grupo también contaba con Cláudio Gaya, Cláudio Tovar, Ciro Barcelos,
Reginaldo de Poli, Bayard Tonelli, Rogério de Poli, Paulo Bacellar, Benedictus Lacerda, Carlinhos Machado y
Eloy Simões.
60

áreas rurales, inauguraron un estilo de vida que, al negar las distorsiones causadas por la

sociedad urbana y el consumo, se basaban en la frugalidad, el contacto con la naturaleza, la

producción agrícola sin emplear pesticidas y fertilizantes químicos, y una alimentación basada

en los fundamentos de la macrobiótica o del vegetarianismo. También existía en el Brasil de

aquellos años una especie de geografía contracultural que incluía algunas playas como la de

Arembergue (Bahia), además de lugares urbanos como el Pier de Ipanema y la Escola de

Música Villa Lobos (Rio de Janeiro). Los jóvenes hippies brasileños, al optar por la vida en

comunidades alternativas, además de la crítica pacífica a las exigencias de la sociedad de

consumo, también contestaban los deberes socialmente impuestos como el trabajo, el servicio

militar y el matrimonio. Su expectativa era la de un nuevo mundo, una “nueva era” marcada

por el amor y el por la conciliación, en oposición al odio y a la competitividad reinantes. Sin

embargo, esa “nueva era” también era de descubrimientos espirituales y de viajes que

buscaban ensanchar los horizontes de la percepción. El término viaje significa, en ese sentido,

“el de desplazamiento en el interior del propio ser, de abertura de las puertas de la

percepción”, inaugurando también en Brasil, la psicodelia. O sea, la “manifestación del

espíritu” y la mutación psicológica de la cual debería surgir un nuevo hombre (Capellari,

2007: 51). Inspirándose en los principales mentores y gurús de las experiencias psicodélicas

de los sesenta, Aldous Huxley69 y Thimothy Leary70, los hippies brasileños y sus

simpatizantes utilizaron en abundancia “los alucinógenos como un medio de vislumbrar una

nueva realidad, frecuentemente de naturaleza mística” (Dias, 2003:140). Y fue también en

aquel período en el que surgieron en Brasil, sobre todo en los grandes centros urbanos de Rio

de Janeiro y São Paulo, circuitos compuestos por restaurantes macrobióticos y vegetarianos,

69
Aldous Huxley (1894-1963), escritor inglés, entusiasta del uso responsable del LSD (Dietilamida do Ácido
Lisérgico), como catalizador de los procesos mentales del individuo y del desarrollo de sus potencialidades.

70
Timothy Francis Leary (1920-1996), profesor de la Universidad de Harvard, psicólogo, neurólogo, escritor,
futurista, libertario, uno de los "gurús" del psicodelismo de los años sesenta, conocido por sus experiencias
relativas a los beneficios espirituales y terapéuticos del LSD.
61

librerías esotéricas, centros de terapias individuales y grupales, templos de práctica de yoga y

zen, brechós71 y tiendas de ropas y utensilios indios. Además, empiezan a publicarse en Brasil

revistas especializadas como la revista Planeta72, que abordaba temas como el esoterismo, la

ufología, la parapsicología, la política medioambiental, la vida alternativa y las doctrinas

religiosas. La contracultura también traía en su seno ideas relacionadas con las

preocupaciones por el medio ambiente, las minorías, los negros y los indígenas.

A pesar de que la contracultura brasileña contribuyó a que, especialmente los jóvenes

de clase media, cambiaran ciertos comportamientos relacionados con la sexualidad, sólo a

partir del surgimiento de la segunda ola del movimiento feminista brasileño73empezarán a

cuestionarse los roles sexuales y las identidades de sexo/género socialmente atribuidas a las

mujeres brasileñas, lográndose introducir modificaciones en el ámbito político y jurídico. A lo

largo del próximo epígrafe buscaremos identificar las primeras voces feministas en los años

sesenta y comprender el movimiento feminista en cuanto un movimiento organizado en los

años setenta.

1.4 La segunda ola del movimiento feminista brasileño

El movimiento feminista brasileño que resurgió a finales de la década de los sesenta,

la denominada segunda ola, estuvo marcado por la presencia en el país de un movimiento de

71
Tiendas de artículos usados, principalmente ropa, zapatos, objetos de arte, joyas y objetos del hogar.
72
La revista Planeta circula en Brasil desde 1972 y es una versión de Planéte, fundada por los franceses Lois
Pawels y Jaccques Bergier.
73
La primera ola del movimiento feminista brasileño se inició a finales del siglo XIX, extendiéndose hasta 1932,
cuando las mujeres conquistaron el derecho al voto en Brasil, siendo la lucha sufragista la principal bandera de
aquellos años. Con la instauración en 1932 del Gobierno dictatorial de Getúlio Vargas, empieza un periodo de
retroceso de los movimientos sociales en Brasil, incluyendo al feminista.
62

mujeres anterior a él74 y que continuará existiendo en paralelo al desarrollo del movimiento

feminista. El movimiento de mujeres no puede considerarse como feminista en su formación,

ni en sus propósitos puesto que no se organizó “para poner en jaque la opresión de la mujer,

como en el caso del feminismo, sino para, a partir de la condición de ama de casa, esposa y

madre, intervenir en el mundo público” (Pinto, 2003:43). Sin embargo, no es posible tratar el

movimiento feminista como algo totalmente disociado del movimiento de mujeres, ya que en

numerosos momentos, como hemos podido constatar a lo largo de esta investigación, ambos

se aproximaron en diferentes momentos en las décadas de los sesenta y setenta.

1.4.1 Primeras voces feministas: los años sesenta

Hasta mediados de los años sesenta en Brasil “ser mujer” todavía significaba ser

madre, esposa y ama de casa, lo que hizo que en los años cincuenta, el mito de la mujer

“ama de casa”, descrito en 1963 por Betty Friedan en The Feminine Mystique, estuviera en

pleno vigor y fuera activamente difundido a través de la prensa femenina. La idea según la

cual, como explicó Friedan, el universo de las mujeres debía centrarse en el hogar, en el

cuidado de los suyos y en el de su apariencia física, no difiere de la que transmitían en Brasil

las revistas femeninas publicadas hasta mediados de los sesenta. Al analizar las relaciones

entre hombres y mujeres a partir del estudio de revistas como Jornal de las Moças, Querida y

Cláudia75, en el período comprendido entre 1945-196476 Bassanezi (1996) constató la

74
Por ejemplo, al final de la década de 1940 e inicio de 1950, mujeres de diferentes clases sociales e ideologías
luchaban contra la carestía de la vida. En esa lucha participaban tanto mujeres asociadas a la Federação das
Mulheres do Brasil, muy influenciada por el Partido Comunista Brasileiro (PCB) y que en 1953 llevó a cabo la
marcha de la Panela Vazia; como mujeres de las élites que se organizaron en la Assocação das Senhoras de
Santa Tereza para luchar por la misma causa.
75
La revista publicada desde 1961, por la editora Abril, inauguro un nuevo estilo de editar moda, belleza, recetas
culinarias y decoración, aspectos esenciales y definidores de las publicaciones destinadas al público femenino.
63

existencia de un modelo dominante de matrimonio y de familia a partir de unas distinciones

de sexo/género que concedían a los hombres, elevados al rango de jefes del hogar, autoridad y

poder sobre las mujeres y, en particular, sobre esposas e hijas. Las mujeres, a su vez, eran

definidas en esas revistas a partir de los papeles femeninos tradicionales (madres, amas de

casa y esposas) y de las características consideradas propias de las mujeres y asociadas a lo

femenino (pureza, dulzura, resignación, instinto materno, belleza, etc.). A los esposos-padres

de familia les tocaba mantenerlas a ellas y a sus hijos con su trabajo, mientras que a las

esposas-madre les correspondían las tareas domésticas, los cuidados de los hijos y la atención

al marido. En la época dorada del matrimonio tradicional no existía el divorcio y tampoco la

píldora anticonceptiva. Los hombres de aquel periodo valoraban la virginidad y, en

consecuencia, la mujer perfecta para casarse era aquella que se mantuvo lejos de los placeres

carnales durante el noviazgo. El trabajo de las mujeres, especialmente de las de clase media,

puesto que las mujeres pobres tuvieron como vivencia tener que trabajar fuera del hogar,

aunque cada vez era más común, permanecía rodeado de prejuicios y era visto como

subsidiario del trabajo del jefe de la familia: el hombre (Bassanezi,1996).

Sin embargo, con el golpe militar de 1964 numerosas mujeres brasileñas, sobre todo

de las clases medias urbanas y con formación académica, se incorporaron a diferentes partidos

políticos oponiéndose al régimen civil-militar y/o a la lucha armada. Observa Tabak que

“durante las dictaduras latino-americanas, miles de mujeres comprendieron la estrecha

relación existente entre su vida familiar privada y los sistemas políticos en el poder,

transformándose en activistas políticas” (Tabak, 1983: 78). A pesar de que el enfoque de estas

luchas no fue el de cuestionar y modificar los papeles sociales atribuidos a las mujeres por la

sociedad, la presencia de feministas entre los más diversos grupos y partidos políticos era

76
Durante el período de 1945-1964, la sociedad brasileña vive una serie de transformaciones resultantes, entre
otros factores, del desarrollo económico: proceso de crecimiento urbano e industrial, aumento de las
posibilidades y del campo profesional y escolar, tanto para la población en general como para las mujeres en
particular.
64

significativa. El feminismo brasileño tuvo que trabajar enfrentándose a una doble

problemática: por un lado la del

“reconocimiento de que ser mujer, tanto en el espacio público como en el

privado, acarrea consecuencias definitivas para la vida y que, por lo tanto, hay una

lucha específica contra la subordinación y la opresión de la mujer. Por otro, el de la

consciencia de que existe en Brasil una gran cuestión: el hambre, la miseria, en fin, la

desigualdad social, y que este no es un problema que puede quedar fuera de cualquier

lucha específica” (Pinto, 2003: 46).

Así, una especie de doble inquietud formaba el ideario de muchas feministas

brasileñas en los años setenta, haciendo que circulasen entre los grupos más diversos,

comprometiéndose en las causas generales de la sociedad al tiempo que discutían problemas

específicos de las mujeres. Uno de esos ejemplos es la participación de feministas junto a

sectores progresistas de la Iglesia Católica. Después del Concilio Vaticano II (1962-1965)77,

teólogos latinoamericanos78 comprometidos con una población desgastada por graves

problemas sociales, después de un amplio debate sobre el papel de la Iglesia Católica en

América Latina, comienzan a elaborar una teología fuertemente cimentada en la teoría

marxista y volcada en los temas concretos de la vida cotidiana de las ciudades, del campo y

del mundo del trabajo: la denominada Teología de la Liberación (TL).La TL fue fundamental

para la postura mantenida por la Iglesia Católica (y demás iglesias relacionadas con el

Conselho Nacional das Igrejas Cristãs no Brasil (CONIC) de enfrentamiento con la dictadura

77
A diferencia del Concilio Vaticano I (dedicado al fortalecimiento de la estructura jerárquica de la iglesia y
responsable por la declaración de la infalibilidad papal), el Concilio Vaticano II trabajó sobre una visión de la
Iglesia como una congregación de fe, enfatizando su responsabilidad social y sancionando oficialmente una
atmósfera de apertura y cambio (democratizando los ritos, autorizando el uso de los idiomas locales en la
celebración de las misas, abriendo espacio para laicos, etc.), modificando los estándares de autoridad dentro de la
Iglesia y aproximándose de la realidad de los fieles.
78
Como el peruano Gustavo Gutíerrez y el brasileño Leonardo Boff.
65

militar79, denunciando sus crímenes, exigiendo su fin y el restablecimiento de la democracia.

En la lucha contra la dictadura, sectores progresistas de la Iglesia Católica, grupos de

izquierda, movimientos populares y mujeres (algunas feministas y/otras no) militaban

conjuntamente. Bajo la acción del trabajo pastoral en las Comunidades Eclesiais de Base

(CEBs)80, grupos que se reunían para discutir textos bíblicos de cuño liberador y encontrar

formas de acción organizada para superar situaciones de opresión y miseria, muchas

organizaciones de mujeres de barrio y clubes de madres ganaron fuerza en el país. Curas,

monjas y laicos utilizaban el método Paulo Freire de alfabetización y dictaban cursos de

formación profesional, mejorando la calidad de vida de hombres y mujeres. Los grupos tenían

como característica la reflexión religiosa y política. Así, la iglesia contribuyó a politizar a

muchas brasileñas interesadas en que se respetaran y reconocieran sus derechos como

ciudadanas (Cardoso, 2004). No obstante la prioridad se le daba a la lucha de clases y a la

superación de la pobreza, prevaleciendo una rigidez de principios en el campo familiar y

moral. Si, por un lado, se animaba a las mujeres a participar en la vida comunitaria, por otro,

se reforzaban sus papeles tradicionales como madres y esposas (Moraes, 1990). La

Declaración de Medellín81 realizada en 1968 en Colombia y organizada por el Consejo

Episcopal Latinoamericano (CELAM), reafirmara el papel de la familia en la preservación de

la moralidad, posicionándose contra el divorcio y las uniones consideradas ilegales y

79
Ejemplo de representantes del alto clero católico, ligados a la TL que, entre otros, se opusieron al régimen
civil-militar en Brasil: los cardenales Don Paulo Evaristo Arns (electo cardenal de São Paulo en 1970) y Aloísio
Lorscheider, además de Don Ivo Lorscheider, Don Mauro Morelli, Don Pedro Casaldáliga, Don Luciano Mendes
de Almeida (por mucho tiempo influentes en la Conselho Nacional dos Bispos do Brasil - CNBB).

80
El encuentro de Medellín tuvo un efecto significativo sobre los movimientos estudiantiles y grupos católicos
que adhirieron a la guerrilla urbana y también impulsó las CEB’s. Centenares de trabajadores, del campo y de las
ciudades, hombres y mujeres, ligados a las CEB’s lucharon por el derecho a la libre organización sindical y por
la libertad de organización de los partidos. Además, asumieron luchas por la vivienda, el transporte, el
saneamiento básico, la iluminación pública, la educación, las guarderías y la salud pública. Esa lucha se hizo
también contra el Vaticano y la jerarquía de la Iglesia Católica, acarreando la persecución de clérigos como Frei
Betto y Leonardo Boff.
81
En ese encuentro se analizaron los principales problemas sociales del continente. Un documento final enfatizó
las injusticias estructurales, la ausencia de respeto a los derechos humanos y la violencia de las fuerzas de la
represión económicas y políticas en los diversos países.
66

ocasionales, los “desórdenes sexuales”, el erotismo, etc. Así, muchos temas importantes para

el movimiento feminista como la educación sexual, los derechos reproductivos, el aborto, la

dominación masculina en el matrimonio, fueron rechazados en La Declaración de Medellín

(Cardoso, 2004). Cabe destacar que la presencia

“de feministas entre los grupos de mujeres ligados a la iglesia católica llevó,

muchas veces, a un enfrentamiento con la iglesia. Sin embargo, frente a la gravedad

y la urgencia de la lucha contra la dictadura, una política de alianzas entre el

feminismo (que enfatizaba los problemas de la jerarquía y la opresión de las mujeres

por los hombres), grupos de izquierda y sectores progresistas de la Iglesia Católica,

acabó predominando. Muchos asuntos polémicos eran evitados en público y

discutidos ‘en el ámbito de las discusiones privadas, en pequeños ‘grupos de

reflexión’, sin resonancia pública”(Sarti, 1988: 40).

Algunas problemáticas existentes en la sociedad brasileña de la época fueron asumidas

por las feministas durante la segunda mitad de los años sesenta, tal y como quedará reflejado

en sus producciones teóricas. En 1966 la editorial Vozes publicaba A mulher na construção do

mundo futuro, de Rose Marie Muraro, abordando los cambios tecnológicos del siglo XX, las

restricciones impuestas a las mujeres y la necesidad de que éstas se apoderaran de esas

transformaciones82.En aquel mismo año la Revista Civilização Brasileira publicó los textos de

la escritora, periodista y feminista Carmen da Silva, en su columna A arte de ser mulher,

publicada por la revista Cláudia desde 196283. En esa columna Carmen da Silva

“respondía a las innumerables cartas que hablaban de la insatisfacción de las

mujeres con su vida sexual y afectiva, incentivándolas, a través de un lenguaje

convincente y accesible, a enfrentar la situación rompiendo con las relaciones

82
Se vendieron 10.000 ejemplares de ese libro en solo tres meses.
83
La trayectoria de esta periodista estuvo marcada por una negociación constante y por el uso de estrategias ara
la conquista y mantenimiento de espacio junto a las lectoras y el editorial Abril. Los responsables por la revista
no querían ver su nombre asociado al feminismo, pues corrían el riesgo de perder a anunciantes y lectores.
67

fracasadas y buscando un empleo asalariado. Su columna tuvo un gran alcance en el

país, incitando a muchas mujeres a transformar sus vidas y a comprometerse en

causas feministas. La columna dejó de publicarse en 1985 debido al fallecimiento de

la periodista” (Toscano & Goldenberg, 1992: 33).

Entre 1968 y 1969, la ya mencionada Editorial Vozes publicó otros tres libros en torno

al tema “mujer”: A automação e o futuro do homem, de Rose Marie Muraro (1968), que

abordaba la cuestión del desarrollo de la sociedad y de la participación de las mujeres en ese

proceso; A Mulher brinquedo do homem, de Heloneida Studart (1969), que discutía temas

como la sexualidad y las relaciones entre hombres y mujeres; y Mulher na sociedade de

classes: mito e realidade, Heleieth Saffioti (1969), que reflexionaba sobre el tema del trabajo

y las luchas de clase (Zirbel, 2007)84. Al analizar la producción intelectual feminista de la

época, Saffioti considera Brasil como “uno de los países pioneros dentro de un contexto

internacional”. Desde su punto de vista, pocas autoras extranjeras eran leídas durante la

década de los sesenta y, para esta autora, que señala que “desde sus inicios, la producción

brasileña fue bastante original [...] esas obras, sobre todo O Segundo Sexo, de Simone de

Beauvoir, han sido responsables del despertar de un primer interés por el tema” (Saffioti,

1987: 124)85. Lo que desde mediados de los años sesenta empezaba a perfilarse, se concreta

en la década de los setenta, concebida por muchos investigadores (Goldenberg-Salinas, 1996;

Sarti, 1988; Pinto, 2003) como la de la reorganización del movimiento feminista en torno a

temas propios.

84
Algunos periódicos también iniciaban la publicación de textos de feministas o que trataban de asuntos afines.
La Revista Civilização Brasileira (Rio de Janeiro, n. 1, vol. 4, sep. 1965) publicó un texto de Olga Werneck
titulado O subdesenvolvimento e a situação da mulher. La Revista Paz e Terra (Rio de Janeiro) publicó artículos
de Maria Helena Kühner, Mulher, sujeito e objeto (n. 2, set. 1966) y Sexo, uma dimensão da liberdade humana
(n. 5, oct. 1967). La revista Digesto Econômico (São Paulo, n. 22, mar/abr 1967), publicó
A Mulher no mundo contemporâneo, de Ivan Lins, y la Revista de Ciência Política (Rio de Janeiro, n. 2, v. 4,
oct./dez.1968) publico A Declaração Universal y los Direitos da Mulher, de Fanny Tabak.

85
O segundo sexo, (1949) de Simone de Beauvoir, se tradujó al portugués y fue publicado en Brasil en 1962.
68

1.4.2 El movimiento feminista brasileño se organiza: los años setenta

A partir de 1972, grupos feministas denominados en la época, “grupos de reflexión y/o

autoconsciencia” comenzaron a organizarse en Brasil y, fuera del país, entre las exiliadas

políticas86. Esos grupos, inspirados en el movimiento feminista norteamericano y europeo,

que discutían temas relativos al cuerpo, la sexualidad y al placer, surgieron inicialmente en

Sao Paulo y en Rio de Janeiro. La mayoría de las participantes en esos grupos, mujeres con

carrera profesional (muchas de ellas eran profesoras universitarias87) y un pasado de

militancia política, tenían consciencia de pertenecer a una elite minoritaria en un país de

grandes desigualdades sociales. Como ya hemos dicho, ante la panorámica social del país, las

cuestiones propias de las mujeres se mezclaban con las cuestiones político-sociales. Entre los

compañeros de izquierdas y de los movimientos populares, estos grupos de reflexión y

concienciación eran muchas veces mal interpretados, acusados de dividir la lucha política

A pesar del miedo y la represión, de la prohibición de acciones públicas por parte de la

censura impuesta por la dictadura militar, se organizaron algunos encuentros y seminarios.

Así, el Conselho Nacional da Mulher Brasileira (CNMB), liderado por la abogada Romy

Medeiros da Fonseca88, realizó en 1972 un seminario en Rio de Janeiro. El perfil de los

86
Cabe destacar el Grupo Latinoamericano de Mujeres en París, fundado en 1972 por Danda Prado, ex -
militante comunista, exiliada en París. En la misma época se creó un grupo de mujeres en Berkeley, Estados
Unidos, organizado por Branca Moreira Alves, que también fundó un grupo en Rio de Janeiro bajo la influencia
de Danda Prado. Este grupo tuvo poca duración. Sin embargo su fundadora, al volver a Brasil en 1972, inició un
grupo semejante en São Paulo. La organización más importante de mujeres brasileñas en el exilio fue el Círculo
de Mulheres Brasileiras em Paris, que duró entre 1975 y 1979. La importancia del círculo en términos
ideológicos tiene que ver con la presencia simultánea de una postura política de izquierdas claramente
identificada con la lucha de clases, y de un trabajo interno que discutía temas relativos al cuerpo, la sexualidad y
el placer.
87
Entre otras mujeres que participaban en un grupo de São Paulo, reunido entre los años de 1972 y 1975,
destacamos a: Betty Mindlin (economista y antropóloga), Célia Sampaio (socióloga), Maria Malta Campos
(educadora), Walnice Nogueira Galvão (crítica literaria), Maria Odila Silva Dias (historiadora) y Martha
Suplicy (psicóloga).
88
Romy ya había participado en la lucha por un nuevo estatuto de la Mujer Casada que culminó con la
aprobación de la ley n. 4.121/62, en la que se eliminaron algunas de las limitaciones impuestas a las esposas
consideradas, hasta entonces, como relativamente incapaces.
69

conferenciantes era bastante diverso. Había “representantes de los banqueros, de la Sociedad

BEMFAM89 y del alto clero católico, al lado de feministas notorias por sus posiciones de

izquierda como Rose Marie Muraro, Heleieth Saffioti y Carmen da Silva” (Toscano &

Goldenberg, 1992: 31). El seminario abordó desde temas polémicos (como la planificación

familiar), hasta los considerados más inusitados (como el inmenso papel atribuido, por Rose

Marie Muraro, a la mujer en la era tecnológica) o los que interesaban a la clase media (como

los problemas relacionados con las niñeras). En el encuentro temas de orden jurídico eran

encabezados por el CNMB y feministas como Carmen da Silva, Heloneida Studart y Rose

Marie Muraro afirmaban la necesidad de que la sexualidad femenina ocupara un lugar central

en las discusiones. El tema de la sexualidad, aunque considerado un tabú, siempre volvía en

los encuentros interesando cada vez más a una gran parcela de la población femenina

brasileña. Así, en 1974, la periodista Heloneida Studart publicó el libro editado por Vozes

Mulher, objeto de cama e mesa. En él la autora discute sobre la sexualidad y la desigualdad

entre hombres y mujeres. Tal cual ocurriera con el libro de Rose Marie Muraro citado en el

anterior epígrafe, el de Studart se agotó rápidamente. Reeditado varias veces, se convirtió en

un best seller de la literatura feminista en Brasil alcanzando mujeres de diferentes clases

sociales y regiones del país. Cabe señalar que tanto el libro de Muraro como el de Studart

fueron censurados por los órganos de represión del régimen militar, por considerarlos

pornográficos.

En 1975, gracias a las presiones del feminismo internacional, organismos como la

Organización de las Naciones Unidas (ONU) incorporaron algunas demandas feministas y

empezaron a organizar las Conferencias sobre la Mujer. La primera tuvo lugar en México en

aquel año, decretado Año Internacional de la Mujer, año que tuvo un gran impacto en Brasil.

Aprovechando la existencia de un instrumento “legal para hacer algo público, fuera de los

89
Bem-Estar Familiar no Brasil – BEMFAM, actúa en el área de la salud sexual y reproductiva desde 1965.
70

pequeños círculos de las acciones clandestinas” (Telles, 1993:85) los más diversos grupos de

feministas aprovecharon la oportunidad para volver a la militar políticamente. Esos grupos

actuaron junto a los movimientos de mujeres (clubes de madres, asociaciones de amas de

casa, etc.).“La finalidad era integrar esos movimientos para la lucha por libertades

democráticas, por mejoras de las condiciones sociales y por la obtención de diversos derechos

(igualdad salarial y guarderías)” (Ferreira, 1995/1996: 172). Como veremos a continuación,

1975 fue un año importante de cara al movimiento feminista en Brasil ya que a lo largo de él

tuvieron lugar numerosos acontecimientos. El primero de ellos fue el de que, bajo el

patrocinio de la ONU y de la Associação Brasileira de Imprensa (ABI), dos grupos

informales de mujeres, amigas entre sí y algunas con experiencia de militancia en el

movimiento feminista de otros países, organizaron la Semana de Investigação sobre o Papele

o Comportamento da Mulher Brasileira90. Para Barsted (1992) el evento fue el primer gran

debate público sobre el feminismo en Brasil. Uno de sus resultados fue la elaboración de un

documento que, analizando la condición femenina en Brasil, abordó temas prioritarios como

los cambios en la legislación del trabajo, en el Código Civil (concerniendo a la familia) y la

implantación de guarderías para las madres trabajadoras. El documento no hizo referencia a

los temas reproductivos, ni empleó expresión feminista, a pesar del gran contingente de

mujeres identificadas con estas temáticas. Nuevamente emergieron dos tendencias: una

dedicada a las cuestiones jurídicas y laborales y otra que enfatizaba “el tema de la sexualidad,

del aborto, de la contracepción y la crítica a la asimetría sexual en la sociedad y en la

organización de la familia” (Barsted, 1992: 108). Sin embargo en la elaboración del

documento final, por cuestiones estratégicas, no se incluyó nada relacionado con la sexualidad

femenina y la reproducción humana. La situación política del país exigía que, para luchar

contra la dictadura militar, el movimiento feminista se aliase con los movimientos de

90
El título escogido para el encuentro intentaba burlar la censura y los prejuicios contra el feminismo.
71

izquierda y con la Iglesia Católica. Además de eso, las cuestiones de orden sexual no eran

consideradas políticas por los movimientos de izquierdas. Sin embargo, en el encuentro se

pensó en la formación de un “órgano que viabilizase una actuación más permanente y

articulada, con objetivos bien definidos y formas de acción colectiva, capaz de conducir a

resultados concretos” (Toscano & Goldenberg, 1992:35). Una nueva demanda que señala

“hacia un giro radical en la trayectoria del movimiento, que no solo se volvía público sino que

buscaba su institucionalización” (Pinto, 2003: 57). El segundo acontecimiento importante en

ese mismo año 1975 fue el de la creación en Rio de Janeiro el Centro da Mulher Brasileira

(CMB)91, la primera organización feminista del país, seguida por la creación del Centro de

Desenvolvimento da Mulher Brasileira (CDMB) de São Paulo. Con la finalidad de dedicarse

a la reflexión, a la investigación y al análisis de la condición de la mujer en Brasil, el Centro

se expandió hacia otras partes del país. Varios congresos, encuentros, seminarios y

publicaciones se realizaron, promoviendo el intercambio entre las mujeres de diversas

regiones y la expansión de los temas feministas. Según Pinto (2003) el CMB nacía “bajo la

égida de dos polos de censura y represión”, la del gobierno militar y la de los grupos de

izquierdas. Ambos polos ejercían una especie de fiscalización de las actividades de esos

centros. La posición frente al Gobierno era clara (todos eran contrarios a la forma arbitraria de

actuación de éste), pero no era posible decir lo mismo con relación a las demandas de los

grupos de izquierdas ya que “no era algo que venía de fuera y llegaba hasta el movimiento,

sino una contradicción que se constituía en su interior y que, grosso modo, dividía a

las feministas entre las que identificaban una problemática propia a las mujeres que las

unificaba, y quienes veían que la problemática de las mujeres estaba determinada por la

clase” (Pinto, 2003: 58).

91
Fundado entre otras por Heloneida Studart, Rose Marie Muraro, Moema Toscano, Branca Moreira Alves,
Fanny Tabak, Jaqueline Pitanguy y Leila de Andrade Linhares Barsted.
72

A pesar de las dificultades, el CMB abrigó diferentes tendencias del feminismo

nacional durante los cinco años en los que actuó. El tercer gran acontecimiento feminista de

1975 sucedió durante el Congresso Brasileiro de Mujeres do Rio de Janeiro, en el que se

presentó el Manifesto das Mulheres Negras. El manifiesto llamó la atención sobre las

especificidades de las experiencias de vida, de las representaciones y de las identidades

sociales de las mujeres negras y subrayó el impacto de la dominación racial en sus vidas.

Señalaba la existencia de una forma doble de explotación y discriminación, con base en el

color y en el sexo, de la cual eran víctimas las mujeres negras. Esto sucedía en un periodo en

el que los militares transformaron el mito de la “democracia racial” en una pieza clave para la

propaganda oficial e incluso etiquetaron a los militantes que insistían en hablar del tema de la

discriminación étnico/racial como “antipatriotas”, “racistas” e “imitadores baratos” de los

activistas estadounidenses que luchaban por los derechos civiles (Félix, 1966). Habrá que

esperar hasta el 7 de julio de 1978, año en que empieza a declinar el régimen militar, para que

surja oficialmente como propuesta política el Movimento Negro Unificado Contra a

Discriminação Racial (MNU)92. Con eso la cuestión de la discriminación racial empieza a

ganar mayor visibilidad en el país. Sin embargo, y en lo que concierne a las reivindicaciones

de las mujeres indígenas en Brasil, éstas solo comienzan a ser efectivas a partir de los años

noventa, momento en que surgen organizaciones o departamentos de mujeres dentro del ya

existente movimiento indígena ya establecido, principalmente en Amazonia93. En el período

92
La fecha del 7 de julio será posteriormente declarada Dia Nacional de Luta Contra o Racismo. La constitución
del MNU como foro privilegiado de debates sobre la discriminación racial se reflejó en la actitud del Estado con
relación al tema, culminando con la creación en 1984 del primer órgano público volcado hacia el apoyo de los
movimientos sociales afro-brasileños: el Conselho de Participação e Desenvolvimento da Comunidade Negra,
durante el gobierno de Franco Montoro.

93
Es en la Amazonia brasileña donde están ubicadas la mayor parte de las organizaciones femeninas y sólo dos
surgieron en la década de 1980: la Associação de Mulheres Indígenas do Alto Rio Negro (AMARN) y la
Associação de Mulheres Indígenas de Taracuá, Rio Uaupés y Tiquié (AMITRUT), todas las demás fueron
fundadas a partir de 1990.
73

de la dictadura militar, los pueblos indígenas no lograban organizarse políticamente debido a

la represión94.

En 1975, y esta vez en el ámbito propiamente artístico-cultural, un grupo de mujeres

cineastas organizó en la Cinemateca del Museu de Arte Moderna de Rio de Janeiro

(MAM/RJ) el seminario Mulher no cinema brasileiro – de personagem a cineasta, con una

serie de debates paralelos y una retrospectiva sobre la producción de mujeres cineastas

brasileñas95. El evento suscitó un gran debate en torno a lo específicamente femenino en el

cine96. Para discutir las cuestiones de las relaciones entre hombres y mujeres, y crear un

espacio para abordar la sexualidad femenina, las periodistas Cidinha Campos, Rose Marie

Muraro y Heloneida Studart, montaron en 1975 la pieza Homem não entra, con un argumento

en torno a los problemas cotidianos de las mujeres y una propuesta de interacción con los

espectadores, a los que se invitaba abiertamente a hablar sobre su vida personal. La pieza

empezó a tener problemas con la censura federal y en menos de un año se suspendió siendo

puesta en escena de nuevo posteriormente y “representada durante años, por todo Brasil, con

enorme éxito, causando gran polémica por prohibir la entrada de hombres” (Toscano &

Goldenberg, 1992: 33). Los años que se siguieron al Año Internacional de la Mujer fueron de

intensa actividad para las feministas y, aunque como ya se ha dicho, hubiese cierta

persecución de los temas relacionados con la sexualidad, la posición de la dictadura frente al

94
Incluso con la instauración de la Comissão Nacional da Verdade (CNV), particularmente con la comisión
Graves violaciones de Direitos Humanos no campo ou contra indígenas, el grupo de trabajo coordinado por
Maria Rita Kehl, teniendo como investigadores a Heloísa Starling y Wilkie Buzatti, el colaborador voluntario
Inimá Simões verificó violaciones de derechos humanos relacionadas a las luchas por la tierra o cometidas
contra los pueblos indígenas por agentes públicos. El informe final de la CNV fue presentado el 10/12/2014.

95
Como Cleo de Verberena - O mistério do dominó preto (1930); Gilda de Abreu - O ébrio (1946), Pirulito de
gente (1947) y Coração materno (1949); Carmen Santos - Inconfidência mineira (1948); Maria Basaglia - O pão
que o diabo amassou (1957) y Macumba na alta (1958); Carla Civelli - Um caso de política (1959); Zélia
Costa - As aventuras não condenam (1962); Sonia Shaw - Samba sexy (1963) y filmes producidos por cineastas
que emergieron en los años setenta como Tereza Trautman, Vanja Orico, Rose Lacreta, Lenita Perroy, Ana
Carolina y María de Rosário Nascimento e Silva.

96
Dos películas dirigidas por mujeres (Feminino plural, de Vera de Figueiredo y Marcados para viver, de Maria
del Rosário) se realizaron al año siguiente.
74

feminismo y a los grupos de mujeres en general consistió en desacreditarlos. Por su parte, las

feministas organizadas en casi todo el país, procuraban dar el máximo de visibilidad a sus

luchas contra la discriminación, la violencia y la explotación sufrida por las mujeres

brasileñas. Durante todo el periodo se organizaron constantemente seminarios, foros,

conferencias y congresos, y muchos grupos organizados se declararon abiertamente feministas

y empezaron a discutir formas de reivindicar derechos frente al Estado (Sarti, 1988).

El año 1976 estuvo marcado por la primera conmemoración, desde la implantación de

la dictadura civil-militar en el país, del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. El

periódico feminista Brasil – Mujer junto al Movimento Femenino pela Anistia (MFA)

promovió el 8 de marzo en el auditorio del Museu de Arte Moderna de São Paulo

(MASP/USP). En el evento participaron cerca de 300 personas invitadas, en su mayoría

hombres. El tema predominante fue la amnistía de los exiliados políticos pero también se

habló por primera vez en público sobre la homosexualidad femenina, causando gran malestar

entre los presentes. En 1977 se realizó una nueva conmemoración, esta vez en el auditorio de

la Fundación Getúlio Vargas, en São Paulo. Contando con el doble de participantes que el año

anterior, durante la misma se discutieron temas relacionados con la carestía de la vida, la

necesidad de guarderías para las mujeres trabajadoras, la discriminación y la explotación de

las empleadas de hogar, la precariedad de muchas viviendas, etc. Estas dos primeras

conmemoraciones del Día Internacional de la Mujer, representaron momentos especiales

“para la organización de foros feministas y de los barrios, articulando protestas públicas

contra la discriminación de sexo y una agenda de reivindicaciones, consolidando una

coordinación de mujeres y lazos de solidaridad” (Soares, 1994: 14). La práctica persistió

durante décadas y el 8 de marzo sigue siendo un día privilegiado de encuentro entre militantes

de grupos de mujeres y de grupos feministas.


75

Con ocasión de las elecciones parlamentarias de 1978, “las feministas les presentaron

a los candidatos documentos conteniendo sus reivindicaciones en Rio de Janeiro y en São

Paulo” (Sarti, 1988: 43). Se consolidaba así el proceso de apertura política en el país. Se

abrieron nuevos espacios para la discusión política y las mujeres brasileñas pudieron centrarse

en los temas que les afectaban de forma específica, surgiendo “nuevos grupos de mujeres de

rasgos menos híbridos y más característicamente feministas” (Costa, 1985: 7). Esos cambios

se hicieron palpables dentro del propio Centro da Mulher Brasileira (CMB) con el que un

grupo de feministas (que no si consiguiera identificar sus participantes) acabó rompiendo el

vínculo, lanzando un manifiesto “reivindicando espacio para los temas-tabú, entre ellos las

cuestiones de la sexualidad y del aborto” (Barsted, 1992: 110). Las cuestiones feministas

también llegaron a las organizaciones obreras y a sus sindicatos, llevando a las mujeres a

discutir sus especificidades con relación a los hombres. Así, en Rio de Janeiro “en los años

1977 y 1978 tuvieron lugar el I y el II Encontro da mujer trabalhadora, el primero en el

Sindicato dos Aroviários y el segundo en el Sindicato dos Metalúrgicos”(Pinto, 2003: 66). En

1978 también se realizaron los congresos A mulher na força de trabalho na América Latina,

y el I Congresso da Mulher Metalúrgica. Este último, realizado en el Sindicato de los

Metalúrgicos de São Bernardo do Campo, reunió a cerca de 300 mujeres y generó represalias

ya que fueron despedidas varias obreras presentes en él. Reivindicaciones como igualdad

salarial, acceso a cargos de jefe y a cursos de formación profesional, reducción de jornadas

dobles de trabajo, creación de guarderías y comedores públicos, derecho a disfrutar de tiempo

para amamantar, creación de departamentos femeninos en los sindicatos, fueron asuntos

debatidos y reivindicados en estos encuentros. De forma creciente, las huelgas estallaron por

el país, participando en ellas numerosas mujeres como, por ejemplo la realizada en Philco de

São Paulo, una empresa en la que la mayoría de los 7.000 empleados eran mujeres.
76

Mientras que las cuestiones feministas llegaban a las organizaciones obreras, las

relacionadas con las reivindicaciones de amnistía, impulsadas por el movimiento a favor de la

amnistía iniciado en 1968 por un grupo de madres cuyos hijos e hijas habían sido detenidos

cuando participaban en el Congresso dos Estudantes de Ibiúna (São Paulo) recibiendo la

adhesión de mujeres de todo el país.

En 1979 con ocasión del Año Internacional de la Mujer se creó una lista con firmas

acompañada de un Manifesto da Mulher Brasileira a favor de la Amnistía. “Ese manifiesto

recorrió todo Brasil, de norte a sur, recibiendo adhesiones de estudiantes, abogados y otros

profesionales liberales, madres de familia y trabajadoras” (Telles, 1993: 82), y culminó en la

creación del Movimento Feminino pela Anistia (MFA)97, liderado por Teresinha Zerbini,

esposa de un general que había sufrido represión durante el golpe militar de 1964, y cuyo

objetivo era movilizar a la opinión pública en contra de las arbitrariedades del gobierno

militar98. Con la Ley de Amnistía promulgada en 1979, vuelven al país parte de las exiliadas

políticas brasileñas trayendo en su equipaje el contacto con movimientos feministas de otros

países, principalmente europeos y, en especial, con los movimientos feministas de Francia e

Inglaterra.

Así, y de forma progresiva, el nuevo contexto político propició que, a nivel nacional,

se incrementaran los encuentros de mujeres organizándose en Fortaleza, en 1979, el I

Encuentro Nacional Feminista. En ese mismo año se creó en São Paulo la Associação Somos,

un grupo homosexual y, ligada a ella, el Grupo Lésbico Feminista que crecerá y ganará

97
Que puede considerarse como un movimiento de mujeres que participa en el movimiento feminista.
98
Incluso con la Comissão Nacional da Verdade (CNV), se instauró el Grupo de trabajo Dictadura e Gênero,
coordinado por Paulo Sérgio Pinheiro, teniendo como investigadores a Monique Tiezzi Den Hartog, Ariana
Bazzano, Camila Braga, Glenda Mezarobba, Marcia Baratto, Raissa Wihby y San Romanelli Assumpção. El
grupo investigó la violencia contra la mujer, sus consecuencias e impactos, e incluyó la violencia sexual y
pretendió dar visibilidad al sufrimiento no solo de las mujeres directamente involucradas en el conflicto, sino
también de aquellas que participaron de movimientos de resistencia y de aquellas cuyos familiares fueron
víctimas de persecución política, muertos o siguen desaparecidos. El informe final de la CNV fue presentado el
10/12/2014.
77

visibilidad a lo largo de la década de los ochenta. Sin embargo, durante el período de la

dictadura civil-militar (1964-1985), el movimiento de liberación gay99 fue sofocado y

reprimido, siendo blanco de la violencia y persecución por parte del Estado Brasileño. El

movimiento solo empezó a manifestarse efectivamente a partir de la segunda mitad de la

década de setenta, concentrándose las primeras iniciativas en el eje Rio de Janeiro – São

Paulo. Aunque resulta difícil precisar las fechas o los espacios en las que esto sucedió, las

discusiones en torno a la sexualidad empezaron a cobrar fuerza, así como los debates sobre el

control del cuerpo de las mujeres. Cabe plantear la hipótesis de que durante la segunda mitad

de la década de los setenta, posiblemente por influencia de un feminismo internacionalizado

que ya utilizaba el eslogan desde finales de los sesenta, “la expresión ‘nuestro cuerpo nos

pertenece’ se convirtió en el slogan de varios grupos feministas en Brasil, anunciándose en los

más diferentes contextos, desde el de las marchas, hasta el de la intimidad de los grupos de

reflexión” (Ávila, 1993: 384). El slogan expresaba la voluntad de autonomía de las mujeres,

el derecho al placer y al conocimiento del propio cuerpo, el deseo de decidir sobre su destino

sin el control de los hombres, de la familia, del Estado o de las instituciones religiosas. Ligada

a la cuestión del derecho de decidir sobre el propio cuerpo, y sobre los caminos a seguir a lo

largo de sus vidas, en especial en lo referido a la sexualidad, en 1979 también se iniciará la

lucha contra la impunidad de los asesinatos de mujeres cometidos en nombre del honor100. Las

denuncias sobre la violencia ejercida contra las mujeres se volvieron frecuentes y, mediante la

iniciativa de organizaciones feministas, en 1979, con el objetivo de recopilar datos y hacer

propuestas para poder enfrentarse con ese problema, se creó en Rio de Janeiro la Comisión

Violencia contra la Mujer, e instituciones de atención a las víctimas de violencia. A partir de

esas discusiones e iniciativas, muchos de los grupos de mujeres y feministas del país fuero

99
Actualmente conocido como Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Transexuales y Transgéneros (LGBT).
100
Una de las protestas organizadas por las feministas fue contra la absolución de Doca Street, compañero y
asesino de la socialite brasileña Ângela Diniz. La protesta ejerció una gran presión sobre la opinión pública y
causó un cambio brusco en el proceso, pues el asesino fue nuevamente juzgado y condenado.
78

diseñando un perfil activista y profesional centrado en las áreas de salud y violencia, por ser

en dichas áreas donde más se visibiliza la opresión socio-sexual de las mujeres (Oliveira,

2005). En ese contexto el mito de la mujer “ama de casa” será sustituido por el de la mujer

“rebelde y reivindicativa” y/o mejor aún, por el de la “mujer emancipada”. Sin embargo, la

fuerte jerarquización en la sociedad brasileña con relación a la clase social y a la “raza”,

reprodujo fuertes diferenciaciones, siendo decisiva para la emancipación de una parte de la

población femenina, y limitando a otra. Buen ejemplo de ello fue, y todavía lo es, la presencia

de empleadas domésticas (en su mayoría negras) “en casa de gran parte de las familias de las

clases medias y altas, una particularidad brasileña, por no decir latinoamericana” (Sarti, 1988:

39). Al hacerse cargo dichas trabajadoras de las actividades domésticas eso atenuaba el

conflicto entre hombres y mujeres y, en cierta forma, ese hecho contribuirá a la emancipación

de las mujeres blancas y de clase media y media/alta. En ese sentido, la independencia

femenina tuvo un nítido corte marcado por la posición de clase y por la pertenencia racial.

Sin embargo, todas esas transformaciones no significarán una ruptura definitiva con el

modelo de ser mujer anterior, el del “ama de casa”, aunque se diera un aumento de la

participación de las mujeres brasileñas en el mercado del trabajo, pero de forma precaria ya

que la exclusividad de la mujer en el ejercicio de las tareas domésticas no fue cuestionada,

haciendo que tuviera que acumular diversas funciones y asumir la llamada “doble jornada de

trabajo”: la que llevaba a cabo fuera del hogar, y la que tenía que asumir dentro de él

ocupándose de esposo e hijos y del trabajo doméstico.

Tal y como ya se ha visto, el feminismo vinculado a las organizaciones de izquierdas

no encontró mucho espacio para discutir temas relativos a la sexualidad, al cuerpo y al placer

y, por eso mujeres que formaban parte del medio cultural, como Leila Diniz, se convirtieron

en referencia obligada para debatir sobre esos temas. Con un estilo diferente, Diniz fue una

mujer sin etiqueta política alguna que, sin abogar por la causa feminista, propuso nuevos

comportamientos pudiendo así también ser considerada como representante del nuevo ideal
79

de “ser mujer” que en aquellos años empezaba a surgir. A finales de 1969, Leila Diniz101, en

una entrevista concedida al periódico el Pasquim102, al afirmar públicamente sus

comportamientos e ideas con respecto a la libertad sexual, al rechazar los modelos

tradicionales de casamiento y de familia, y al cuestionar la lógica de la dominación masculina,

pasó a personificar las radicales transformaciones de la condición femenina (y también

masculina) que ocurrieron en Brasil a partir del final de los años sesenta. Esos valores e ideas

ya estaban presentes en la sociedad brasileña de la época, pero eran vividos como estigmas y

permanecían prohibidos y ocultos. Leila Diniz sacó a la luz esos comportamientos y por eso,

“no sin motivo que se la considera como una feminista intuitiva que influyó en las nuevas

generaciones” (Goldemberg, 2014: s/p).

Como se ha visto a lo largo de este epígrafe, en las décadas de los sesenta y setenta las

brasileñas comprometidas con el feminismo eran, sobre todo, de la clase media y/o alta, en su

mayoría blancas, con alto nivel educativo, que actuaron en diversos espacios como iglesias,

movimientos populares (clubes de madres, movimiento obrero), grupos de izquierdas

(sindicatos, partidos políticos) e inclusive en las artes, el cine y el teatro. Sin embargo, en el

campo de las artes plásticas/visuales brasileñas, área que interesa comprender dada la temática

de esta Tesis, no había artistas comprometidas con el feminismo y, por lo tanto, tampoco un

“arte feminista” como el surgido inicialmente en Estados Unidos en los años setenta,

extendiéndose luego a otros países. En el próximo capítulo se analizará la posición social

que las artistas ocuparon en el arte brasileña de índole crítica y politizada de los años sesenta

y setenta y posibles rastros del feminismo en sus producciones.

101
Leila Diniz (1945 – 1972), actriz y musa del Cinema Novo destacándose su actuación en la película Todas las
Mujeres del Mundo (1966), dirigido por Domingues de Oliveira, su ex-marido.
102
El Pasquim fue un semanario alternativo brasileño que, paradójicamente, sólo tenía actitudes conservadoras
con relación al feminismo. El periódico fue editado entre los años de 1969 y 1991, reconocido por el diálogo
entre el escenario de la contracultura de la década de los sesenta, y por su papel de oposición al régimen militar.
Tras publicarse la entrevista con Leila, en 1969, fue instaurada la censura previa a la prensa con el Decreto Leila
Diniz.
2. MÁS AUSENTES QUE PRESENTES: ARTISTAS MUJERES EN EL CAMPO
LOCAL DEL ARTE

En este capítulo, partiendo del concepto de campo artístico propuesto por Pierre

Bourdieu, y de las aportaciones de la teoría feminista del arte, intentaremos comprender la

posición social que las artistas ocuparon en el arte brasileño de índole crítico y politizado de

los años sesenta y setenta, destacando su participación en las principales manifestaciones

artísticas que tuvieron lugar durante ese periodo, así como las tendencias y lenguajes mas

significativos de aquellos años. Basándonos en interpretaciones de artistas, historiadores,

críticos de arte y curadores brasileños de la época, intentaremos explicar la presencia de un

número cuantitativamente menor de artistas mujeres en el campo local del arte en los años

sesenta y setenta; y comprender el debate alrededor del “arte femenino” y/o del “arte

feminista” existente en el país en aquel período. Para finalizar este capítulo veremos que,

aunque que en el Brasil de aquellos años no había artistas mujeres declaradamente feministas

que plasmaran su opción ideológico-política en sus obras por lo que, en consecuencia, no

puede hablarse de la existencia en nuestro país de un “arte feminista”, nos adentraremos en las

relaciones “sutiles” entre el arte y el feminismo en Brasil durante el periodo que abarca entre

1964 y 1979. También insistiremos en que es desde temáticas relacionadas con el cuerpo

desde las que las artistas cuyas obras analizaremos en esta Tesis problematizan cuestiones

relacionadas con la situación social de las mujeres brasileñas en tiempos de dictadura militar,

así como las relacionadas con los roles, las funciones y las identidades de sexo/género.
81

2.1 El arte brasileño de índole crítico y politizado

En Brasil en el campo del arte, al iniciarse los años sesenta, las artes plásticas se

presentan bajo la esfera de las influencias artísticas del informalismo y de variantes del

abstraccionismo, dos tendencias bastante difundidos en las Bienales Internacionales de São

Paulo. A esos elementos artísticos distintivos se le añadía otro componente local, el

Concretismo, de raíz suizo-alemana pero que se diseminará por el campo local del arte y que

se presentará polarizado por dos grupos de artistas de São Paulo: el Grupo Frente103, cuya

exposición de 1952 en São Paulo marcó el inicio del movimiento, y el Grupo Ruptura creado

en 1954 en Rio de Janeiro104. El trabajo de los artistas de São Paulo enfatiza el concepto de

pura visualidad de la forma, mientras que el grupo de Rio de Janeiro opone una articulación

fuerte entre arte y vida –que nos aleja de la consideración de la obra como una “máquina” u

“objeto”–, y enfatiza la intuición como requisito fundamental del trabajo artístico. Las

divergencias entre los grupos de Rio de Janeiro y São Paulo se explicitan en la Exposición

Nacional de Arte Concreta realizada en São Paulo en 1956, y en Rio de Janeiro en 1957, y se

plasman en marzo de 1959 en la publicación del Manifiesto Neoconcreto firmado por el grupo

del mismo nombre 105. El Neoconcretismo fue un movimiento de corta duración (1959-1961)

y, a partir de ese periodo, miembros del grupo tan significativos como las artistas Lygia Clark,

Lygia Pape y Hélio Oiticica se desvincularán de la ortodoxia propugnada por el concretismo y

103
Creado por Anatol Wladyslaw, Lothar Charoux, Féjer, Geraldo de Barros, Leopold Haar, Luiz Sacilotto, y
liderado por el artista y crítico Waldemar Cordeiro, el grupo propone en su manifiesto la renovación de los
valores esenciales de las artes plásticas, por medio de las investigaciones geométricas, por la proximidad entre
trabajo artístico y producción industrial, y por el corte con cierta tradición abstraccionista anterior.

104
El grupo, formado por alumnos del curso de Ivan Serpa en el Museu de Arte Moderno de Rio de Janeiro
(MAC/RJ) tuvo como teóricos a los críticos Mário Pedrosa y Ferreira Gular, fue fundado por Aluísio Carvão,
Carlos Val, Décio Vieira, Ivan Serpa, João José de la Silva Costa, Lygia Clark, Lygia Pape y Vicent Ibberson.
Con rapidez adhirieon a él Helio Oiticica, César Oiticica, Elisa Martins de la Silveira, Emil Baruch, Franz
Weissmann, Abraham Palatnik y Rubem Ludolf.

105
El manifiesto de 1959 lo firmaron Amilcar Castro, Ferreira Gullar, Franz Weissmann, Lygia Clark, Lygia
Pape, Reynaldo Jardim y Theon Spandius.
82

ampliarán sus propuestas, dando lugar a la expresión lírica y buscando una comunicación con

el público en las articulaciones espacio-constructivas, experiencias todas ellas que serán

retomadas a lo largo de los sesenta en el eje Rio de Janeiro -São Paulo (Peccinini, 1999).

Tras el golpe militar de 1964, empezará a emerger un nuevo arte brasileño de

vanguardia, también denominada de “neovanguardia”106, reinaugurando una nueva relación

entre arte y política, relación pautada por la formulación de nuevas poéticas que consideraban

la importancia de la cultura de masas, de los avances tecnológicos, y que buscaban la

inserción del arte en la vida cotidiana de los grandes centros urbanos del país. Las propuestas

de los artistas y críticos neovanguardistas incidieron sobre las contradicciones que permeaban

la sociedad brasileña, y tuvieron la audacia de combinar inventivamente las conquistas

tecnológicas de la sociedad industrial con programa utópico propio de las neovanguardias,

llevando la experimentación y la contestación hasta los límites de la desmaterialización

artística. Las neovanguardias, herencias tardías de las vanguardias históricas occidentales del

inicio del siglo XX107, fueron impulsadas por discursos dirigidos hacia lograr una acción

programática provocativa que buscaba cuestionar el status quo y construir un nuevo orden

estético, político y social. La acción militante conjunta de críticos y artistas neovanguardistas

de la época aproximó el trabajo teórico al trabajo práctico de esos profesionales, rompiendo

los límites que separaban al crítico de arte del artista. La crítica militante en Brasil fue

asumida por los modernistas108, como Mário de Andrade y Oswald de Andrade, y continuó

106
La discusión de la vanguardia brasileña pasó por tres momentos: la modernidad de los años veinte y treinta, el
concretismo y el neoconcretismo de los años cincuenta y la producción de los años sesenta, también denominada
“neovanguardia”, término que adoptaremos a lo largo de la Tesis para distinguirla de las demás vanguardias.
107
Las vanguardias europeas (vanguardias históricas) fueron manifestaciones artístico-literarias que surgieron en
Europa en las dos primeras décadas del siglo XX y que llegaron a provocar una ruptura entre el arte moderna y la
tradición cultural del siglo anterior, influenciando manifestaciones artísticas en todo el mundo, incluso en Brasil,
como sucedió en la Semana de Arte Moderna de 1922.

108
El modernismo fue un movimiento literario y artístico del inicio del siglo XX cuyo objetivo era la ruptura
con el tradicionalismo (parnasianismo, simbolismo y el arte académico), la liberación estática, la
experimentación constante y, principalmente, que luchaba por la independencia cultural del país. A pesar de la
fuerza del movimiento literario modernista, su base se ubica en las artes plásticas, destacando la pintura. Con la
83

presente en la militancia de los poetas concretistas Augusto y Haroldo de Campos, Décio

Pignatari y Affonso Ávila. Reapareció en el poeta Ferreira Gullar y en las intervenciones de

los artistas Hélio Oiticica, Pedro Escosteguy, Waldemar Cordeiroy del crítico de arte

Frederico Morais109, durante la formulación de la Nova Objetividade Brasileira.

Pasada la perplejidad que reinó en Brasil tras el golpe militar de 1964, y la represión y

desarticulación de los grupos de izquierdas, artistas e intelectuales iniciaron una serie de

protestas contra el Gobierno formando focos de resistencia al régimen autoritario en las

universidades, los teatros, los museos, las editoriales progresistas, la prensa alternativa,

también llamada de “nanica”110 y en las calles de las grandes ciudades, propiciando así la

creación de una cultura alternativa de izquierdas (Melo, 1986). Como hemos visto en el

primer capítulo de esta Tesis, en aquel momento se trataba de revisar el marxismo, de llevar a

cabo las acciones revolucionarias y también de luchar por la libertad de expresión. Tras el

éxito del show Opinião111, realizado en el Teatro de Arena de Rio de Janeiro y que puede ser

considerado como el grito por la libertad de expresión en el Brasil de aquella época,

transformándose en el símbolo de la reacción de los agentes del campo local del arte y de la

Semana de Arte Moderna en 1922 se inicia la Primera Etapa del Modernismo, que también es llamada Etapa
Heroica. Esa etapa puede caracterizarse por un mayor compromiso de los artistas con la renovación estética
inspirada en las vanguardias europeas, como el cubismo, el futurismo, el surrealismo y otros movimientos.
También es importante destacar que durante ese período surgieron los grupos de movimiento modernista, entre
ellos Pau-Brasil, Antropófago y Verde-Amarelismo (grupos que se declaraban vanguardistas). A partir de ahí
surgen la Segunda Etapa (1930-1945) y la Tercera Etapa (1945-1960), más marcadas por manifestaciones en el
área de la literatura. En las artes plásticas, el modernismo se debilita cuando las tendencias llegan con más fuerza
al país.

109
Para la neovanguardia brasileña Frederico Morais es el crítico de arte más importante de la década de los
setenta. En esa época, el arte y la cultura en general pasaban por un momento difícil en Brasil ya que tras la
declaración del acto institucional n°5, el AI 5, la acción de la censura fue devastadora. En ese contexto, Morais
detectó una etapa del arte que denominó “contra-arte” o “arte de guerrilla”. En ese momento también surgió la
“nueva crítica” de la que Morais formó parte, siendo, tal vez, su gran exponente.

110
La llamada prensa “enana” es un tipo de prensa alternativa, con estructura empresarial modesta y escasos
recursos financieros.

111
Inmediatamente después del golpe militar de 1964, un grupo de artistas ligados al Centro Popular de Cultura
(CPC) de la Unión Nacional de los Estudiantes (UNE) que había sido ilegalizado se reúne con el objetivo de
crear un foco de resistencia. Entonces se produce el show musical Opinião, con Zé Kéti, João del Vale y Nara
Leão (después sustituida por Maria Bethânia), correspondiéndole la dirección a Augusto Boal, del Teatro de
Arena paulistano.
84

cultura contra el autoritarismo, mediados los sesenta surgirán otras manifestaciones artísticas

colectivas significativas destacando inicialmente la exposición colectiva Opinião 65. La

iniciativa conoce un éxito instantáneo, que contagia a otros diversos sectores artísticos que

seguirán el ejemplo de Opinião 65.

En el siguiente apartado veremos cómo, en cierto modo, podemos decir que en el

campo local del arte existe un antes y un después de la promulgación del Acto Institucional Nº

5 en diciembre de 1968, durante el gobierno de Arthur da Costay Silva (1967- 1969). En

aquel periodo ya podemos dar cuenta de la presencia de obras de artistas mujeres en diferentes

exposiciones aunque claro está, dadas las características estructurales del campo de

producción artística, en un número mucho menor que las expuestas por los artistas varones.

2.1.1 La generación de los sesenta: ¿un antes y un después del Acto Institucional Nº 5 ?

La exposición Opinião 65, considerada la primera manifestación colectiva de los

artistas plásticos tras el golpe militar de 1964, tuvo un carácter de denuncia ya que los y las

artistas que participaron en ella incitaron a opinar sobre la situación política brasileña a través

de un gran número de obras neofigurativas. Opinião 65 deseaba crear un movimiento que

relacionara la Escuela de París y la naciente neovanguardia brasileña, con el objetivo de que

cada año se realizara una especie de confrontación creativa entre artistas brasileños y

europeos. La exposición tuvo lugar el 12 de septiembre de 1965 en el Museu de Arte Moderna

(MAM/RJ), promovida por el marchante y propietario de la Galeria Relevo de RJ, Jean

Boghici, y organizada por la marchante y periodista brasileña residente en Paris Ceres Franco,

que mantenía contacto con los miembros de las nuevas tendencias figurativas europeas. La

muestra presentaba trabajos de artistas extranjeros relacionados con la Nouvelle Figuration de


85

la Escuela de París, destacándose los que acentuaban la crítica narrativa como Alain Jacquet,

Gianni Bertini y Juan Genovés, y dieciocho artistas brasileños entre los que había una única

artista mujer: Vilma Pascualini. En el grupo de los jóvenes artistas brasileños que participaron

en Opinião 65, junto con los importantes contactos culturales y artísticos que mantenían con

la Figutarion Narrative, se notaba un interés por el Pop Art. Sin embargo, “el rechazo hacia el

subjetivismo y la ausencia de una visión crítica de la manifestación norteamericana, ya

denunciada por la Escuela de París en Mythologies Quotidiennes, no provocaron una adhesión

al Pop Art sino una lectura antropofágica de su lenguaje, adecuándolo al momento carioca y

brasileño” (Peccinini, 1999: 111).

En Brasil es ese Pop Art antropofágico, influenciado por el Manifesto Antropófago de

Oswaldo de Andrade112, un Pop Art críticamente incorporado, el que puede verse en los

trabajos de muchos artistas brasileños que participaron en Opinião 65. La exposición también

marcó el éxito de un círculo de jóvenes artistas conocidos como Neorrealista Carioca,

formado en exclusiva por artistas hombres, todos ellos muy jóvenes113. Los artistas

pertenecientes a ese grupo, conscientes de su autenticidad e independencia, principalmente

con relación a la Nouvelle Figuration de la Escuela de París, contribuyeron a trazar los

caminos en busca de la creación de una arte de neovanguardia que tuviera un carácter

nacional. “El punto fundamental sería el de una toma de posición ante la realidad (el aquí y el

ahora) del país, por lo tanto, un compromiso político” (Peccinini, 1999: 116). Un año más

tarde, la exposición Opinião 66 señaló la urgencia de afirmación de la neovanguardia

112
Se publicó en la Revista Antropofagia, en 1928. La idea del manifiesto surgió cuando la artista Tarsila do
Amaral, le regaló a Oswald de Andrade, entonces su marido, la pintura Abaporu (1928), que en tupí-guaraní
significa “antropófago”. Con frases de impacto, el texto reelabora el concepto de eurocentrismo y negativismo de
la antropofagia como metáfora de un proceso crítico de formación de la cultura brasileña. Si, para el europeo
civilizado, el hombre americano era un salvaje, o sea, inferior, porque practicaba el canibalismo, en la visión
positiva e innovadora de Andrade era justamente nuestra índole caníbal lo que permitiría, en la esfera de la
cultura, la asimilación crítica de las ideas y de los modelos europeos. Como antropófagos, somos capaces de
deglutir las formas importadas para producir algo genuinamente nacional, sin caer en la antigua relación
modelo/copia, que dominó una parte del arte del período colonial y el arte brasileña académica del siglo XIX y
XX.“Sólo interesa lo que no es mío. Ley del hombre. Ley del antropófago”, gritó el autor en 1928.

113
Antonio Dias, Rubens Gerchman, Carlos Vergara, Pedro Escoteguy y Roberto Magalhães.
86

brasileña. Cuando el 25 de agosto de 1966 se inauguró en el Museu de Arte Moderna

(MAM/RJ) Opinião 66, el campo de arte local proclamó su independencia con relación a la

Nouvelle Figuración de la Escuela de París.

“La neovanguardia que estaba empezando a articularse juzgaba que esos

contactos ya no tenían razón de ser, incluso los artistas dejaban claro que estaban, en

sus investigaciones, a la vanguardia de los europeos. Enfatizaban como argumento el

abandono de la pintura, el medio por excelencia de los neofigurativos de la Escuela

de París, y que los artistas brasileños que exponían consideraban como un medio

tradicional” (Peccinini, 1999: 117).

Históricamente Opinião 66 marcó la, por así decirlo, “interiorización geográfica” del

proceso de la neovanguardia en Brasil, y un alejamiento de intereses con relación a la

Nouvelle Figuration de la Escuela de París. En contraposición, existió una aproximación a

ciertos principios del Nouveau Réalisme, con las apropiaciones de objetos, el énfasis en la

comunicación social y la creciente relevancia de la intervención de artistas que procedían del

neoconcretismo como, en especial, Lygia Clark, Lygia Pape y Hélio Oiticica. En esta

exposición, que también organizó Ceres Franco, participaron veintisiete artistas entre los

cuales sólo había cinco mujeres. Repetía Vilma Pascualini, ya presente en Opinião 65, y se

sumaban a ella Anna Maria Maiolino, Lygia Clark, Maria do Carmo Secco y Thereza Simões.

En São Paulo, durante los dos mismos años en los que tuvieron lugar las dos

exposiciones colectivas mencionadas, el artista y crítico de arte Waldemar Cordeiro organizó

dos exposiciones acompañadas por sendos seminarios: Proposta 65 y Proposta 66. Durante

dichos seminarios se discutieron los polémicos temas del arte internacional y del arte

brasileño. El seminario que se llevó a cabo durante Proposta 65, realizado el 14 de diciembre

de 1965 en la Fundação Armando Alvarez Penteado (FAAP)114 centró el debate sobre las

114
En 1947 se fundó e invirtió en cultura, a través del Museo de Arte Brasileira del Teatro FAAP, del Colegio
FAAP, de la biblioteca (creada en 1959) y de las facultades de arte.
87

cuestiones del Nuevo Realismo, tendencia que se afirmaba en los trabajos de una nueva

generación de artistas brasileños y que se oponía al arte abstracto informal, abriéndose a las

posibilidades plásticas e iconográficas iniciadas por el Pop Art (Ferro, 1965). Durante ese

seminario se debatió sobre el tema del arte, de la comunicación y de la cultura de masas,

temas todos ellos relacionados con el conjunto de los cambios sociales y tecnológicos que

acompañaron al proceso de modernización (Cordeiro, 1965); y se formuló una Nueva Estética

desde la que se proponía sustituir la contemplación individual de las obras plásticas/visuales

por la protesta, por las denuncias y por la participación colectiva en diversos eventos

relacionados con el arte y la cultura ampliando así las posibilidades de comunicación

revolucionaria de las artes (Escosteguy, 1965). En Propostas 65 el crítico de arte Mário

Schenberg extrajo una serie de conclusiones a partir de las ideas debatidas durante el

seminario ligando el surgimiento en Brasil del Nuevo Realismo, al renacimiento de un nuevo

humanismo que se opondría al humanismo burgués renacentista. Y, también, de un nuevo

humanismo pautado por las experiencias del Nuevo Realismo internacional, integrando dichas

experiencias en la especificidad del contexto cultural brasileño. El Nuevo Realismo, visto

desde la óptica de los críticos y artistas de la neovanguardia, superaba la ortodoxia del

realismo social propugnado por los militantes de los Centros Populares de Cultura (CPCs)

que ponían el arte al servicio de la concienciación de las clases populares115, y asumía las

propuestas innovadoras del Nuevo Realismo europeo.

Las corrientes artísticas internacionales –Pop Art, Mytologies Quotidiennes, Nouveau

Réalisme, Otra Figuración Argentina, reinaugurarán una nueva relación entre arte y política,

115
Colaboran con el CPC en el área de las artes plásticas, entre otros: Júlio Vieira, Eurico Abreu, Delson Pitanga
y Scliar, artistas que realizaron un arte que representaba los ideales socialistas tanto en la forma como en el
contenido. Sin embargo las artes plásticas cuando fueron pensadas en ese contexto, y a diferencia del teatro y de
la música (que eran consideradas por los adeptos de los CPCs como las más aptas para diseminar mensajes
“revolucionarios” en las favelas, plazas públicas y puertas de fábricas), se mostraban poco aptas a las exigencias
colectivistas del CPC, consiguiendo apenas una actuación efectiva secundaria, con resultados políticos
inexpresivos y artísticos normalmente poco prestigiados.
88

relación pautada por las formulación de nuevas poéticas que consideraban la importancia de la

cultura de masas, de los avances tecnológicos, y que buscaban la inserción del arte en la vida

cotidiana de los grandes centros urbanos del país. La propia condición social del artista de la

pequeña burguesía urbana incitó a los artistas a abordar las temáticas urbanas más habituales

y las mitologías (Barthes, 2001) de la clase media: las estrellas del cine, la televisión, y el

fútbol; los carteles de publicidad, la violencia, los temas contestatarios de la juventud europea

y yanqui como los relacionados con el militarismo/antimilitarismo. De hecho, la gran ruptura

de estas corrientes artísticas internacionales que también llegaron a Brasil

“procedía de su percepción de la disposición cualitativamente diferente de los

factores sociales que dictaba las nuevas respuestas a las preguntas sobre la oposición y

la resistencia, sobre la audiencia, los media, lo individual versus lo social, lo

masculino y la dominación [...]. Tras la obra ya no cabía encontrar un sujeto masculino

alienado que lucha por mantenerse en los más altos valores espirituales por medio de

un sentido del poder personal, de la dignidad y la autonomía [...] en los sesenta el

campo de batalla había pasado a ser el propio individuo” (Rosler, 2011: 7).

En Propostas 65, de los treinta y ocho artistas siete eran mujeres: Alice Brill, Mira

Schendel, Miriam Chiaverini, Mona Gorovitz, Maria do Carmo Secco, Vera Ilce y Judith

Lauand. En el catálogo de la exposición, y tal y como veremos a continuación, una de esas

siete artistas, Mona Gorovitz, publica un texto titulado “Porqué lo femenino”. Si en Proposta

65 el debate fue en torno a las cuestiones del Nuevo Realismo, en Proposta 66, realizada en la

FAAP y en la Biblioteca Pública de São Paulo, las discusiones se centraron sobre la situación

de la nueva neovanguardia en Brasil. Durante aquel seminario, las tesis del artista Pedro

Escosteguy, del crítico de arte Frederico Morais y del artista Hélio Oiticica Convergieron hasta

llegar a formular las bases conceptuales de una neovanguardia brasileña, críticamente

insertada en la vida urbana y abierta a las experiencias colectivas. Le correspondió a Hélio


89

Oiticica sintetizar las discusiones del seminario reflexionando sobre la situación de la

neovanguardia en Brasil. Y lo hizo insistiendo en la independencia de la neovanguardia

brasileña con relación a las extranjeras, y dándole el sentido de una búsqueda auténtica de un

nuevo objeto en el arte brasileño (Oiticica, 1967). Así, se abandonará la postura esteticista y

contemplativa tradicional en pro de una participación colectiva con el público, a través del

cuestionamiento de las categorías artísticas convencionales y de una búsqueda artística

volcada hacia las propuestas experimentales, sensoriales, conceptuales y procesuales del arte.

La efervescencia artística y revolucionaria de las neovanguardias brasileñas en los

años sesenta no se limitó al eje Rio de Janeiro/São Paulo, dándose también en otros centros

urbanos como Salvador (Estado de Bahia) y Belo Horizonte (Estado de Minas Gerais). En

Salvador de Bahia y con el objetivo de descentralizar el arte brasileño, se organizó por

primera vez en 1966 la I Bienal Nacional de Artes Plásticas, abriendo así un nuevo espacio

para la afirmación de las neovanguardias en territorios regionales. Esa Bienal, que reunió a

artistas de variadas procedencias regionales y de diversas posiciones estéticas, reveló el

compromiso adquirido por algunos agentes del campo local del arte con la divulgación de

corrientes artísticas dispares. En esa Bienal participaron aproximadamente doscientos artistas

siendo treinta de ellas mujeres. Entre las más destacadas podemos citar a Anna Bella Geiger,

Anna Maria Maiolino, Lygia Clark (la única que obtuvo un premio), Maria do Carmo Secco,

Regina Vater, Vilma Pascualini y Wanda Pimentel. Como puede constatarse, parte de esas

artistas forman el corpus de esta Tesis. Por su parte Belo Horizonte (Minas Gerais) fue la

ciudad-escenario de varias manifestaciones de las neovanguardias que anunciaban el inicio de

una nueva generación de artistas liderados por los críticos de arte Frederico Morais y Márcio

Sampaio. En 1966 Morais organizó el evento Vanguarda Brasileña en la Rectoría de la

Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG), e invitó a participar en ella a artistas

cariocas que defendían una nueva posición crítico-creativa, comprometida políticamente, y


90

dispuesta a asumir los riesgos de una radical ruptura con el sistema convencional del arte. En

la exposición de la Rectoría de la UFMG, el crítico expuso lo que luego será reconocido como

Nova Objetividade Brasileira. La exposición anunció la afirmación del objeto como modo de

concentrar diferentes expresiones y de explicitar toda una gama de cuestiones existenciales,

subjetivas, técnicas y críticas. En ella participaron diez artistas entre los que figuraban dos

mujeres: Lygia Clark y Maria del Carmo Secco. En aquel momento se anunciaba un radical

cambio en el comportamiento artístico, explicitado por las batalla de huevos y pinturas que

tuvo lugar en el happening inducido por los artistas con el que finalizó el vernissage. Esa

manifestación marcó el inicio de las acciones de la neovanguardia en Belo Horizonte, y

estimuló el contacto entre los/las artistas de Minas Gerais y los/las de Rio de Janeiro. Fue

también el momento en que Frederico Morais lanzó el manifiesto Vanguarda Brasileira,

donde explicitó los presupuestos básicos de esa nueva vanguardia, subrayando la audacia y el

compromiso que debía mantener todo artista con el público, así como su percepción de los

problemas sociopolíticos del país.

En síntesis, cabe destacar que Opinião 65 hizo posible que se intensificaran las

relaciones entre Rio de Janeiro y São Paulo, y entre artistas de la vanguardia naciente

presentes en un campo local del arte que empezaba a articularse regionalmente a través de

esos importantes núcleos urbanos brasileños. Así mismo, a lo largo de 1966, la exposición

Opinião 66, Opinión 66, los eventos Proposta 65 y Proposta 66, la I Bienal de Bahia, y la

exposición Vanguarda Brasileira, fueron etapas sucesivas y fundamentales para que se fuera

fraguando la importante exposición Nova Objetividade Brasileira en la que, en cierta medida,

se plasman las nuevas realidades estilísticas, artísticas y estéticas presentes en el campo del

arte de Brasil.

La exposición Nova Objetividade Brasileira tuvo lugar en el Museo de Arte Moderna

do Rio de Janeiro (MAM-RJ) en abril de 1967 y sintetizó las propuestas de la neovanguardia


91

brasileña convirtiéndose en la exposición que muestra y demuestra la existencia de un arte

genuinamente brasileño. En su catálogo quedaron plasmadas las formulaciones de Hélio

Oiticica sobre el Esquema General da Nova Objetividade documento que explicita el ideario

de esa neovanguardia (Morais, 1968). En ese documento Oiticica resaltó los siguientes puntos

como característicos de la Nova Objetividade Brasileira:1) ganas de construir un arte

brasileño en consonancia con el contexto artístico internacional recurriendo al Manifesto

Antropofágico formulado por el crítico de arte modernista Oswaldo de Andrade; 2) tendencia

al objeto y negación de las categorías tradicionales de las artes plásticas; 3) creación de una

obra abierta a la participación del espectador; 4) toma de posición frente a los problemas

políticos, sociales y étnicos que emergían en la realidad brasileña e internacional; 5) tendencia

al arte público interactuando con las manifestaciones de protesta en las calles de las ciudades;

y 6) resurgir de las cuestiones de un “antiarte” que representaba una nueva actitud de los

artistas, sea en el plano individual o colectivo (social), y según la cual el papel de creador del

artista era sustituido por el de educador o por el de hacedor de propuestas (Favaretto, 1992).

La Nova Objetividade Brasileira demostró la capacidad de los artistas y de los críticos de arte

para organizarse colectivamente en beneficio de una nueva perspectiva política para el arte

brasileño. Como exposición, Nova Objetividade Brasileira se organizó en dos grandes

módulos. Mientras que el primer módulo acogió una retrospectiva sobre el lugar del objeto en

el arte brasileño que acentuaba la vocación constructiva de las producciones artísticas

brasileñas, el segundo estuvo destinado a las manifestaciones que se estaban produciendo en

aquel momento. La exposición aglutinó, en torno a la idea de nueva objetividad, cuyo eje

espacial era el de Rio de Janeiro-São Paulo, a cuarenta y siete artistas que provenían del

Concretismo, del Neoconcretismo y de las nuevas figuraciones116. Participaron en ella

cuarenta y un artistas, y sólo diez artistas mujeres: Anna Maria Maiolino, Lygia Clark, Lygia

116
En esa muestra se negaron las tendencias fantásticas y neosurrealistas presentes en muestras como Opinião
65.
92

Pape, Maria do Carmo Secco, Maria Helena Chartuni, Mona Gorovitz, Roberta Oiticica,

Solange Escostegey, Teresa Simões y Vera Ilce. Toda esa euforia creativa que explotó en

1967 liderada por las neovanguardias artísticas, toda esa efervescencia de exposiciones, de

actos creativos, de seminarios de debate sobre arte, acompañó la emergencia del

Tropicalismo, movimiento musical liderado por Gilberto Gil y Caetano Veloso y que, como

hemos visto en el primer capítulo, abrió las puertas para a la contracultura brasileña.

En 1968, en Rio de Janeiro y bajo la coordinación de Frederico Morais, se realizaron

las exposiciones colectivas Arte Pública no Aterro y O Artista Brasileiro e a Iconografia de

Massa. En la primera de ellas realizada en el MAM/RJ, participaron nueve artistas de los que

tres eran artistas mujeres (Ione Saldanha, Lygia Pape y Maria do Carmo Secco). Esa

exposición procuró ampliar el espacio del MAM/RJ integrando al Aterro do Flamengo117, con

el objetivo de realizar una experiencia colectiva y abierta al público. Uno de los

desdoblamientos de esa propuesta se dio con Apocalipopótesis o Arte no Aterro (do

Flamengo), que formaron parte, como veremos en el próximo capítulo, los Parangolés de

Hélio Oiticica y la acción Ovo de Lygia Pape. Y, por último, en la exposición O Artista

Brasileiro e a Iconografia de Massa (1968), realizada en la Escuela de Diseño Industrial de

Rio de Janeiro, participaron veintidós artistas, siendo cinco de ellas mujeres (Célia Shalders,

Lygia Pape, Maria do Carmo Secco, Maria Helena Chartuni y Teresinha Soares).

La incipiente cartografía de nuevos movimientos artísticos y de artistas, hombres y

mujeres, de exposiciones y de ciudades, que hemos ido haciendo emerger a lo largo de este

epígrafe, se verá afectada por el Decreto que en diciembre de 1968 impuso el Acto

Institucional Nº 5 (AI5). En la primera manifestación artística colectiva significativa post AI5,

la II Bienal da Bahia, participaron treinta y un artistas, entre ellos siete mujeres: Alice Brill,

Carmela Gross (Exención de Jurado), Gerda Brentani, Guita Charifker, Hannanh Brandt,

117
El MAM/RJ está localizado en el Aterro do Flamengo, una de las áreas de ocio más grandes de Rio de Janeiro
proyectada por el arquitecto Burle Marx.
93

Maria do Carmo Secco y Sara Ávila, y fue clausurada arbitrariamente por la Policía Federal

que detuvo a los organizadores del evento y se llevó de la Bienal las obras consideradas

subversivas. Esa acción represiva indignó a una parte de los agentes del campo artístico y

cultural del país, tal y como quedó expresado vehementemente en el texto del crítico de arte

Mário Barata A Significación da Bienal da Bahia (Morais, 1986).

Ya en 1969, en la muestra que exhibiría obras de los artistas seleccionados para

representar a Brasil en la VI Bienal de París, se llevó a cabo una de las acciones de censura

más importantes de aquel periodo. Antes de la apertura de la muestra exhibida en el MAM/RJ,

un general y algunos militares armados con ametralladoras cerraron las puertas del museo.

Además del cierre, el Gobierno impidió la apertura de la exposición y la representación

brasileña que debía participar en la VI Bienal de París, y canceló la exposición de arte

brasileño planeada por el crítico de arte argentino Jorge Romero Brest que debía exhibirse en

el Instituto Torcuato de Tella de Buenos Aires. Los críticos de arte brasileños protestaron

públicamente contra tantas acciones arbitrarias escribiendo y divulgando la Declaración de

los Principios de los Críticos de Arte Brasileños, manifiesto que condenaba la censura,

reivindicaba el derecho a la libre creación artística y la inviolabilidad de las exposiciones de

artes plásticas en los países civilizados (Morais, 1970). En 1969, la comunidad artística

internacional, liderada por el crítico de arte francés Pierre Restany, promovió un boicot a la X

Bienal Internacional de São Paulo, que organizaba la sala Arte y Tecnología para la Bienal de

São Paulo. Delegaciones de diversos países como las de Estados Unidos, Francia, México,

Holanda, Suecia y Argentina, se negaron a enviar obras de sus artistas y algunos que ya las

habían enviado, las retiraron. Entre los artistas brasileños, cerca de un 80% de los que iban a

participar adhirieron al boicot. El cierre de esta exposición suscitó a una serie de actos de

protesta iniciados por Mário Pedrosa, en la época presidente de la Associação Brasileira dos

Críticos de Arte (ABCA). Pedrosa redactó un documento en el cual la ABCA anunciaba que
94

los miembros de dicha asociación dejarían de formar parte de jurados, salones de arte y

bienales. Y, siempre en 1969, bajo la coordinación de Márcio Sampaio, se realizó el I Salón

de Arte Contemporánea de la alcaldía de Belo Horizonte, en el que se abolieron las categorías

tradicionales de arte a favor de las propuestas objetuales, sensoriales, procesuales y

conceptuales de las neovanguardias. Treinta y dos artistas fueron seleccionados para

participar en el salón y, entre ellos, ocho artistas mujeres entre las que destacaban Maria do

Carmo Secco, Teresinha Soares y Wanda Pimentel118.

Como veremos a continuación, la producción artística considerada en Brasil como

poseedora de un carácter transgresor, experimental y marginal, se plasmará en 1969 en el

Salão da Bússola.

2.1.2 La generación de los setenta: entre nuevas infraestructuras en el campo del arte,

tendencias y lenguajes

El Salão da Bússola tuvo lugar entre el 5 de noviembre y el 15 de diciembre de 1969,

en el MAM-RJ, y lo promovió la agencia de publicidad Araújo Propaganda Ltda en

conmemoración de su quinto aniversario. Previsto para ser un Salón temático basado en la

brújula (símbolo de la agencia) o en cualquiera de sus implicaciones como rumbo, norte,

progreso, dirección, el evento superó las expectativas y se abrió a la experimentación radical

de una generación constreñida por los tiempos sombríos. Como los artistas que habían

adherido al boicot de la X Bienal Internacional de São Paulo retirando de ella sus

producciones ya tenían las obras preparadas, decidieron enviarlas a este Salón. Además de la

fuerte presencia de obras relacionadas con la Nueva Figuración, en el Salón participaron

118
Otras artistas mujeres fueron: Anamélia, Maria do Carmo Vivaccua, Martins, Márcia Barroso do Amaral y
Sara Ávila.
95

nuevos artistas que emergieron en el campo local del arte con propuestas más radicales que

las ya existentes. En el Salón, conocido como el Salão dos Etc., los artistas que en él

participaron pusieron a prueba los límites de las convenciones del arte al inscribirse en la

categoría ‘etc.’, que estaba presente entre las opciones (dibujo, escultura, objeto, etc.)

plasmadas en el reglamento. Fue en ese Salón en el que salió a la luz una nueva generación de

artistas cuyas propuestas eran más efímeras, actitudinales y urgentes que las de sus

antecesores. De los veintidós artistas que participaron en el Salón, siete eran mujeres: Anna

Bella Geiger, Evany Fanzeres, Mirian Monteiro, Odila Ferraz, Thereza Simões, Vera Motlis

Roitman y Wanda Pimentel.

Sin embargo, habrá que esperar a los inicios de los años setenta para que en el campo

local del arte aparezcan las propuestas más radicales. En ese periodo la lucha de los artistas y

críticos de arte que habían permanecido en Brasil se cristalizó en acciones efímeras de

protesta denominadas por el crítico de arte Morais como de Arte Guerrilha, puesto que fueron

manifestaciones que siguieron como paradigma las estrategias de lucha de los guerrilleros

urbanos. En el texto-manifiesto Contra a arte afluente –o corpo é o motor da obra, publicado

en 1970 (ver Anexo C)119, Morais hace un balance de la situación de la nueva vanguardia en

Brasil, llamando a los artistas y a los críticos a tomar partido de forma radical contra el arte

convencional impuesto por los países hegemónicos, actuando enérgicamente y de forma

inusual en el proceso de revolución artística de los eventos cotidianos. Siguiendo los ideales

de la contracultura y atendiendo a Marcuse (1955), Morais proponía un arte alternativo para

los países del en aquellos años todavía designado como Tercer Mundo, incentivando las

propuestas conceptuales y procesuales de una nueva generación de artistas que actuaban en

los salones, en los parques y en las calles de las ciudades, reivindicando un espacio para la

119
El texto fue publicado originalmente en la Revista de Cultura Voze. Año 64 - ene/feb 1970 - Vol. LXIV -
Número 1.
96

libertad de expresión verbal, para la de actitudes y comportamientos, y para la expresión

política.

Como se verá en el próximo capítulo, el texto-manifiesto de Morais también introdujo

en el campo local del arte la cuestión del cuerpo. El evento más significativo del Arte

Guerrilha remite a un único evento, la manifestación Do Corpo a Terra, aunque en realidad

fueron dos simultáneos e integrados: la muestra Objeto e Participação, inaugurada en el

Palacio de las Artes el 17 de abril de 1970, y la manifestación Do Corpo a Terra, que se

desarrolló en el Parque Municipal de Belo Horizonte entre el 17 y el 21 de abril del mismo

año, promovidos ambos por las Hidrominas, empresa de turismo del Estado de Minas Gerais

(MG). Aunque pueda resultar sorprendente, la promoción de manifestaciones artísticas por

parte de determinadas empresas les garantizaba prestigio en las ciudades en las que tenían sus

sedes, además de ayudarles a divulgar sus servicios y/o los productos que comercializaban.

Dicho de otro modo, las empresas promotoras de eventos artísticos no se guiaban por un

particular interés por el arte y sus diversas manifestaciones, sino que lo utilizaban como

medio para adquirir una cierto tipo de legitimidad y, ante todo, para que su presencia fuera

conocida y reconocida por un público amplio.

En la muestra Objeto e Participação se expusieron trabajos que retomaban cuestiones

acerca del objeto en el arte. Pero en aquel periodo el objeto, y las reflexiones en torno a él, ya

había sido asimilado por los principales agentes del campo local del arte por lo que la muestra

no provocó controversias. En Objeto e Participação participaron catorce artistas, de los que

cinco fueron mujeres: Iole Saldanha, Ivone Etrusco Junqueira, Odila Ferraz, Terezinha Soares

y Thereza Simões. Pero sin duda la manifestación Do Corpo a Terra fue una propuesta más

radical que la que acabamos de exponer, por sus aspectos innovadores que fueron casi una

ilustración de la teoría de la “guerrilla artística”. Además del propio organizador del evento, el

crítico de arte Morais, participaron veinte artistas hombres y tres artistas mujeres: Iole
97

Saldanha, Ivone Etrusco Junqueira y Thereza Simões. En esta propuesta se incitó a los artistas

a crear obras en el lugar mismo en vez de exponer algunas de las ya realizadas anteriormente.

Las propuestas corporales, ecológicas y políticas de los/las artistas y del propio Morais, se

transformaron en un ritual simbólico de reivindicación libertaria y de protesta contra la

represión y el terror que imperaba en Brasil. En el texto-manifiesto divulgado por Morais

durante el evento, el tono se volvió incisivo. Se adoptaba una actitud provocativa frente al

Estado Militar y se reivindicaba la libertad de expresión creativa para artistas e intelectuales

brasileños. Do Corpo a Terra, considerada por Morais como la última manifestación colectiva

de la neovanguardia en Brasil, marcó el último grito libertario de unos artistas y críticos de

arte que creían en la posibilidad utópica de llevar a cabo una contrarrevolución cultural en el

país.

En los inicios de la década de los setenta, otra importante iniciativa de Morais fue la

del evento Domingos de Criação, celebrado en 1971. En esa propuesta el crítico de arte quiso

ocupar los espacios exteriores del edificio del MAM-RJ que, además del espacio del Aterro

do Flamengo, cuenta con un amplio espacio al aire libre. Aquel año Morais impartía algunos

cursos en el museo y lanzó esta propuesta con el doble objetivo de romper con las rígidas

estructuras de la enseñanza artística y de lograr que la creación fuera más libre y lúdica. “El

último domingo de la serie O Corpo a Corpo do Domingo, por ejemplo, Frederico Morais se

limitó a ofrecer el espacio externo del MAM-RJ, para que los participantes trabajasen el

propio cuerpo como la materia prima esencial” (Ribeiro, 2015: 345-346). Manifestaciones

colectivas como Objeto e Participação, pero principalmente Do Corpo a Terra (1970) y

Domingos de Criação (1971), ponen en cuestión no solamente el quehacer artístico, sino todo

el sistema que lo sustenta, como la enseñanza de las artes, los museos, los salones, la crítica y

un mercado de arte que, en aquella década, se establece definitivamente en Brasil. Al realizar

un balance de campo local del arte de aquellos años Morais destacaba la “activación de
98

algunos núcleos regionales como productores y consumidores de arte, como los ejes

Recife/Olinda/João Pessoa, Brasília/Goiânia/Cuiabá o capitales como Belo Horizonte y Porto

Alegre” (Terra & Ferreira, 2000:9), y señalaba que los puntos álgidos de actividad

experimental en el arte ocurrieron en 1975 en el Museu de Arte Moderna do Rio de Janeiro

(MAM/RJ); en 1977/1988 en la Escola de Artes Visuais en Rio de Janeiro y, posteriormente,

en el Núcleo de Arte Contemporánea da Universidade Federal da Paraíba (NAC/UFPB) en

João Pessoa, Paraíba (Terra & Ferreira, 2000)120.

Mientras que en Rio de Janeiro el MAM deviene el polo de actuación con la Sala

Experimental creada por Morais, Meirelles y Alphounsus; en São Paulo, el polo aglutinador

será el Museu de Arte Contemporânea da Universidade de São Paulo (MAC/USP). Bajo la

dirección de Walter Zanini el MAC-USP será el gran catalizador de las prácticas

experimentales de carácter más conceptual y multimedia, con numerosas manifestaciones

como las Jovem Arte Contemporânea (JACs), la Prospectiva, el Circumambulatio y otras

exposiciones colectivas que marcaron la época (Freire, 1999). Según Terra e Ferreira (2000),

también se crearon y/o renovaron otros espacios públicos destinados a la exhibición y/o venta

de obras visuales. En Rio de Janeiro vieron la luz el Agnus Dei, la Petite Galerie, la Galería

de Luis Buarque de Hollanda y Paulo Bittencourt y la Galeria Goeldi; y en São Paulo cabe

destacar la Collectio, la Galeria Global y, más tarde, Luiza Strina. A la par que esto sucedía,

colectivos de artistas empezaron a organizarse y crearon a nivel nacional la Asociación

Brasileña de Artistas Plásticos Profesionales, con sede en Rio de Janeiro; ya nivel regional la

Cooperativa de Artistas Plásticos de São Paulo. Es en esta última ciudad en la que muchos

120
También destaca el Grupo Nervo Ótico y las exposiciones del Espaço N. Q., en Porto Alegre, que contaba
con la actuación de Vera Chaves Barcelos, así como el NAC-UFPB, que contaba con la presencia de Antônio
Dias, del crítico Paulo Sérgio Duarte y de Raul Córdula. Todos fueron importantes núcleos de actividad artística
en ese período.
99

artistas llevaron a las escuelas y/o universidades de arte121 teorías artísticas que pretendían

desestabilizar las nociones tradicionales de arte, y volver a pensarlas posibilidades del trabajo

artístico en la sociedad de consumo. Es en ese contexto, y con esas intenciones, que se crea en

São Paulo la Escuela Brasil (1970-74)122, el curso de arte en el MAM de Rio de Janeiro, y el

Núcleo Experimental da Escola Guignard. Y, por último, al final de la década, se creará la

FUNARTE con su Instituto Nacional de Artes Plásticas (Terra & Ferreira, 2000)123.

En los años setenta, además de todo lo expuesto, cabe señalar que muchas

manifestaciones artísticas colectivas tuvieron lugar en espacios no institucionalizados,

destacándose el happening/evento Mitos Vadios, celebrado en São Paulo como protesta contra

la Bienal Latinoamericana Mitos e Magia. En lo que concierne a esa Bienal, y a su temática,

en su conversación con Tatay (2012) la artista Anna Maria Maiolino, que participó en la

misma, le dirá: “¿Cómo podríamos hablar de Mitos y Magia después de todo esos años de

represión en Brasil y América Latina?” (Tatay, 2012: 47). Fuera como fuera, según Duarte

(2005), esa fue la época en que se amplió el número de disciplinas tradicionalmente

etiquetadas como de artes plásticas124, y en la que se fue imponiendo la denominación de artes

visuales125. A las tradicionales prácticas pictórica, escultórica y gráfica, se le sumarán las

121
Fundación Armando Álvares Penteado, FAAP; Escuela de Comunicación y Artes de la Universidad de São
Paulo, ECA/USP; Mackenzie.
122
La Escuela Brasil fue creada por Carlos Fajardo, José Resende, Luís Baravelli y Frederico Morais.
123
Surge también en ese periodo una nueva generación de críticos de arte como Ronaldo Brito, Paulo Sérgio
Duarte, Paulo Venâncio Filho y Fernando Cocchiarale. Se une a ese hecho la inscripción de la palabra del artista
en el terreno de la crítica, y de la crítica en el interior de la producción. La revista Malasartes (1976) publicada
por los artistas Carlos Vergara, Rubens Gerchman y Carlos Zílio - que según Anna Bella Geiger no incluyeron
en la editorial su participación y la de Anna Maria Maiolino, y la revista Corpo Estranho, publicada por la
artista Anna Maria Maiolino y el artista Julio Plaza, habiendo participado Anna Bella Geiger en algunos
números, atestiguan ese hecho.

124
Los lenguajes artísticos tradicionales: dibujo, grabado, escultura, pintura y fotografía, en un ámbito cerrado en
sí mismo, con sus métodos y fronteras bien definidas. Cada uno tiene un universo propio que dialoga muy poco
con los otros.

125
En un contexto internacional se inicia a partir de la segunda mitad del siglo XX, con la integración de la
pintura con la escultura, la denominada “arte híbrida” propuesta por el artista precursor del Pop norteamericano
Robert Rauschenberg. Los artistas visuales también utilizan otros recursos y lenguajes creativos: dibujan
100

experiencias fotográficas, filmográficas, videográficas, escenográficas, e incluso prácticas

puramente teóricas, algunas fundamentadas en cuestiones lógicas y lingüísticas, otras en la

sociología del conocimiento artístico. En el arte producido en ese período, no solamente cada

artista desarrollará una poética muy particular, sino que se particularizarán los recursos

materiales que moviliza el/la artista para concretar sus proyectos.

“Así, no es solamente la formidable diversificación de los soportes y de los

medios utilizados lo que caracteriza los años setenta; sino también ese caleidoscopio

de manifestaciones muy diferentes entre sí. Aquí lo importante es señalar, como una

característica, la convivencia de experiencias muy diferentes, a veces, en la obra de

un mismo artista” (Duarte, 2005: 138).

Sin embargo, los lenguajes más representativos utilizados por las artistas brasileñas en

ese período fueron la fotografía y el vídeo y, en especial, las acciones performativas

orientadas hacia el uso de esos medios técnicos y que darán lugar a fotoperformances y/o

videoperformances. Una situación que expondremos y analizaremos con detalle en la segunda

parte de esta Tesis.

Como habrá podido constatarse a lo largo de estas páginas, sobre todo en los años

sesenta, las principales manifestaciones colectivas de la arte brasileño de índole crítico y

politizado, como Opinião 65 y 66 (Rio de Janeiro); Propostas 65 y 66 (São Paulo); Nova

Objetividad Brasileira (1967 - Rio de Janeiro); I Bienal de Artes Plásticas (1966, Salvador-

Bahia); Vanguarda Brasileira na Reitoria da UFMG (1966 - en Belo Horizonte); Salão da

Bússola (1969 - Rio de Janeiro) y, la Manifestação do Corpo a Terra (1970 - Belo

Horizonte); muestran, además de la efervescencia del campo local del arte durante ese periodo

del régimen militar, una gran diferencia entre el número de artistas mujeres y de artistas

ambientes e instalaciones; crean actos teatrales efímeros -performances, happenings-; usan vídeos, medios
digitales, imágenes en movimiento, el sonido, la luz, la escritura, la fotografía; recogen objetos y los utilizan
estéticamente; si alimentan del cómic, del imaginario popular, de los medios de comunicación de masas e
incluso toman elementos prestados del diseño. Y, muchas veces crean y dibujan la obra, mientras que otros son
quienes la ejecutan.
101

hombres presentes de forma activa (y visible) en el campo del arte brasileño.

Cuantitativamente, por los datos que hemos aportado a lo largo de este epígrafe, puede

constatarse sin dificultad la menor participación de artistas mujeres en las principales

manifestaciones artísticas colectivas del periodo, una realidad que, como veremos, sólo

empezará a modificarse de forma muy lenta y gradual a partir del final de los años setenta.

Sin embargo, antes de dar cuenta de esa modificación, es necesario examinar los

términos en los que se dio el debate suscitado entre los principales agentes del campo local

del arte por la presencia en él de artistas mujeres. También vamos a exponerlos principales

contenidos de las discusiones que tuvieron lugar en torno a las diferencias y/o similitudes

entre el arte “femenino” y “feminista”, y las reflexiones sobre la presencia en Brasil de un arte

“femenino” (no feminista), y las específicas experiencias de las artistas mujeres como

hipotética base de un determinado tipo de obra plástica y/o visual que podría categorizarse

como “femenina”.

2.2 La presencia de artistas mujeres en el arte brasileño de índole crítico y politizado

La primera exposición realizada en Brasil y exclusivamente dedicada a la producción

de artistas mujeres fue una iniciativa, extraordinaria y temporalmente anterior a otras que en

Estados Unidos y en diferentes países europeos se llevarán a cabo mucho más tardíamente

(Sutherland & Nochlin, 1976; Vergine, 1982), del crítico de arte Paulo Mendes de Almeida.

Titulada Contribuições da Mulher nas Artes Plásticas, pudo visitarse entre diciembre de 1960

y enero de 1961 en el Museo de Arte Moderno de São Paulo (MAM-SP). Dividida en

categorías artísticas clásicas, a saber, pintura, dibujo, fotografía, escultura, grabado y artes

aplicadas, la exposición reunió obras de 64 artistas brasileñas, incluyendo a artistas como


102

Mona Gorovitz, Lygia Clark y Lygia Pape, entre otras126, que seguirán estando presentes en el

campo del arte a lo largo de las décadas de los años sesenta y setenta. En uno de los textos del

catálogo de la exposición, firmado por Mario Pedrosa, este crítico de arte señala que, a

primera vista, en ciertos medios sofisticados, “se podría arrugar la nariz” ante la iniciativa de

realizar una muestra solamente a partir de obras de artistas mujeres. Pero, en su opinión, la

exposición mostró lo que les había pasado desapercibido a los mejores observadores: el valor

excepcional de la participación de las artistas en el arte moderno en Brasil (Pedrosa,

1960/1961: s/p). Quizás podamos considerar como caldo de cultivo capaz de suscitar la

iniciativa expositiva de Paulo Mendes de Almeida, el reconocimiento de dos grandes artistas

mujeres modernistas, Tarsila do Amaral (São Paulo, 1886-1973) y Anita Malfati (São Paulo,

1889-1964), en la Semana de Arte Moderno celebrada en1922, lo que contribuyó a establecer

(y, ante todo, a mostrar y demostrar) la importancia de las artistas en el campo local del arte.

Pero la presencia de ambas artistas en la citada Semana de Arte Moderno también contribuyó

a crear la sensación de que en Brasil no se producía una distinción significativa entre artistas

hombres y artistas mujeres. Tanto es así que, de hecho, “se creó la representación en los

medios de comunicación y en la historiografía de que la presencia de esas dos artistas

confirmaba que en Brasil no había problemas de género en el ámbito artístico. Los efectos de

ese discurso fueron la veneración y la ‘monumentalización’ de la vida de las modernistas”

(Tvardovskas, 2013: 56).

En el otro texto que constaba en el catálogo de la exposición, de autoría de Maria de

Lourdes Martins, la escritora inicia su texto señalando que “lejos están los tiempos en que las

mujeres vivían adscritas a la rutina doméstica, [...] lejos se están los tiempos en los que

cuando algunas de ellas, por vocación real o por deseos de fama, decidía ser pianista, actriz, o

cantante, tenía que superar montañas de prejuicios y tabúes” (Teixeira, 1960/1961: s/p).

126
También participaron de la exposición las artistas Anita Malfatti, Elisa Martins de la Silveira, Fayga
Ostrower, Georgina de Albuquerque, Maria Bonomi, Maria Leontina, Renina Katz, Tarsila do Amaral y Tomie
Othake.
103

Teixeira plantea, de forma muy optimista, que las mujeres ya habrían conquistado espacios en

el ámbito laboral haciéndose con trabajos que hasta entonces eran ejercidos solamente por

hombres, “desde los de orden material hasta los de investigación científica, humanística y

estética” (Id: s/p), y afirma que su participación en el medio de las artes es cada vez mayor.

Sin embargo, la conquista por parte de las brasileñas de nuevos espacios en el campo del

trabajo ocupando puestos y profesiones que hasta aquel momento sólo ejercían los hombres

(Bassanezi, 1996), solamente empieza a ocurrir a partir de finales de los años sesenta, periodo

en el que aumenta el número de mujeres con formación académica. Fue también en aquellos

años cuando un número mayor de artistas mujeres empiezan a actuar en el campo del arte.

Todas esas conquistas no dejan de ser uno de los indicios de la transformación cultural

impulsada por el movimiento feminista en Brasil (Tvardovskas, 2013).

Tras la exposición Contribuições da Mulher nas Artes Plásticas y del texto de Teixeira

que ya hemos citado, habrá que esperar hasta 1965 para encontrar otro texto, muy corto, que

discute, en cierto modo, qué es lo que sucede con las obras producidas por artistas mujeres. Se

trata de Porquê o feminino?, de la artista Mona Gorovitz127, publicado en el catálogo

Propostas 65. En él la artista realiza una síntesis del momento artístico (Pop americano, Pop

inglés y Nuevo Realismo) para situar las contribuciones de las artistas en la discusión estética

de la época. El texto señala, además de la presencia femenina, la existencia de poéticas

ligadas a las cuestiones de lo femenino y a las discusiones que tenían lugar en torno a la

vanguardia de aquellos años, como las de las artistas Marisol Escobar128 y Niki de Saint-

127
Mona Gorovitz (1937, Rio Grande do Sul, Cruz Alta), aborda en algunas de sus obras problemáticas sobre la
construcción social de lo femenino, como en Mademoiselle Godebska, 1996.
128
Marisol Escobar (1942- Paris). Escultora francesa, fue una de las pioneras del Pop Art. Fue la única artista
mujer activa durante el apogeo del Pop Art compartiendo escena con Willen de Kooning, Jaspers Johns y Andy
Warhol.
104

Phalle129. Aunque no hayamos identificado la realización de más exposiciones que, de alguna

forma, discutan en torno a la producción de las artistas brasileñas a lo largo de los sesenta, y

tampoco textos que problematicen el arte hecho por mujeres, fue en los años sesenta en los

que comenzaron a emerger las primeras voces feministas en el campo de las artes

plásticas/visuales en Brasil, destacándose el protagonismo de las artistas seleccionadas para

la Tesis que ya actuaban en aquel periodo - Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Lygia

Clark, Lygia Pape y Regina Vater130.

En los años setenta, en los que empiezan a surgir un número mayor de artistas

mujeres131, la periodista, curadora y crítica del arte Sheila Leirner intentará comprender las

diferencias entre el arte “femenino” y el “feminista”. Para lograrlo mencionará el arte

“feminista” que se estaba produciendo en el contexto internacional, específicamente en

Estados Unidos, e iniciará su texto diciendo que “si para Simone de Beauvoir, feminista

convicta y radical 'las palabras son la acción', para centenares de mujeres los símbolos

visuales son su instrumento de lucha, de denuncia y de crítica” (Leirner, 1977: 42). Desde el

principio de su escrito Leirner argumenta que

“existe una diferencia fundamental entre la toma individual de posición que

debe definir sólo al arte femenino, y la acción colectiva que se dirige hacia una causa

común, que es la característica principal del feminismo. Muchas artistas, en todo el

mundo, luchan a favor de la individualidad, de la misma forma que centenares de

otras sacrifican algunas partes de su ser por un sentido de comunidad” (Leirner,

1977:46).

129
En sus inicios, Niki de Saint Phalle (Neuilly, 1930-San Diego, 2002) fue pintora, escultora y cineasta. A
principios de los sesenta formó parte del Nouveau Réalisme junto a artistas como Arman, Christo, Yves Klein y
Jean Tinguely.
130
Otras voces feministas que destacaran en aquel periodo fueron, entre otras, Wanda Pimental, Maria do
Carmo Secco, Mona Gorovitz, Teresinha Soares y Sonia Von Bruskley.
131
Las artistas seleccionadas en esta Tesis, Letícia Parente y Sonia Andrade, también iniciaron sus trayectorias
artísticas en esos años.
105

Para justificar lo que acaba de plantear, Leirner comenta las principales acciones

artísticas colectivas feministas ocurridas en los Estados Unidos en los años sesenta y setenta.

Cita la acción reivindicativa del Women Artists in Reistence (WAR) que se produjo en 1969,

con el objetivo de combatir la inercia sociocultural que llevaba a ver como natural la

exclusión de las artistas de los grandes eventos artísticos, como se demostró una vez más en

una gran exposición realizada en aquel año en el Whitney Museum y en la que sólo ocho de

los ciento cuarenta y tres artistas que expusieron obras eran mujeres132 (Trigueiros, 2008).

Destaca también Leirner la creación del Where We At Black Women Artists, en 1974, siendo

la artista afroamericana Faith Rongold una de las miembros fundadoras133. Otro de los hechos

destacados por Leiner fue la creación en 1970 del primer curso de arte feminista en la ciudad

de Fresno, en California (EE.UU.), a las instancias de la artista Judy Chicago. Al año

siguiente, esa experiencia se transformaba en el Feminism of Art Program desarrollado en el

California Institute of Art de Los Ángeles y que promovieron Judy Chicago y Meyer Shapiro.

Como resultado del trabajo de ese programa, en 1972, se organizó una exposición colectiva en

la que veintidós artistas participantes en el programa crearon obras restaurando y ambientando

una casa abandonada con objetos a través de los cuales abordaban temas como el de la

domesticidad, la identidad y los estereotipos, y utilizando medios expresivos como la

instalación y la performance134 (Trigueiros, 2008). Para dar respuesta a la pregunta de si

existe una arte específicamente femenino, Leirner también recurre a la estadounidense

Lippard135, una de las primeras teóricas del arte que, en 1971, planteó el debate sobre la

132
Posteriormente el Whitney Museum aumentó el número de participantes femeninas en su exposición anual.
133
La artista también fue miembro fundadora del Women Students and Artists for Black Art Liberation
(WSABAL) y responsable por la primera exposición de artistas negras en los EE.UU.
134
Además del Judy Chicago y Miriam Schapiro participaron en la exposición Faith Wilding, Robin Mitchel,
Karen Le Coq, Serry Brody, Susan Franzier, Vicki Hogetts, Robin Weltsch, Camile Gray, Robin Schiff, Beth
Barchenmeier, Sandy Orgel, Nancy Youdelman y Kathy Huberland.

135
Lucy Lippard fue una de las principales activistas del arte feminista en los Estados Unidos escribiendo
artículos sobre artistas mujeres que trabajaban con el lenguaje minimalista, conceptual e incluso expresionista
106

posible especificidad de un arte “femenino” con ocasión de la exposición Mujeres Artistas

Contemporáneas que organizó en el Museo Aldrich (EE.UU.), y que es considerada como la

primea muestra de mujeres artistas que suscitó un debate significativo sobre las posibles

especificidades de un arte “femenino” y/o de un arte de “mujer”. Lippard observa que uno de

los principales debates dentro del movimiento de las mujeres artistas fue el cuestionamiento

de la existencia de una arte de “mujer”, o incluso, de un arte “feminista”. Aunque no se puede

considerar todo arte producido por mujeres como “femenino” o como “feminista”, la

historiadora está convencida de que existen aspectos del arte hecho por mujeres que son

inaccesibles a los hombres, puesto que dichos aspectos nacen de la experiencia política, social

y biológica vivida por quienes son socialmente percibidas como parte integrante del género

femenino. En un artículo escrito en 1975, Lippard señala que algunos elementos son más

frecuentes en el arte hecho por mujeres, e indica como una de las características dominante de

dicho arte la focalización en “el yo y en la autobiografía” (Lippard, 1995: 91). Leirner

también cita a la historiadora feminista de arte Linda Nochlin136, que sostiene que la imagen

visual femenina no es específica, iconográfica, o se centra en un tema exclusivamente

relacionado con las mujeres. Para ella, esas imágenes tienen que ver con el proceso o con las

modalidades de experiencias y de las formas de aproximarse a la vida. Según Nochlin, “las

imágenes femeninas tienen que ser inventadas, como cualquier otra iconografía” (citada por

Leirner, 1982:44). A partir de ahí, Leirner cita como ejemplo de arte femenino (no feminista)

abstracto. Lippard afirmaba la existencia del sexismo en el arte en el mercado y de arte y contribuyó a la
inserción de artistas mujeres en el circuito del arte oficial. Sin embargo, ella deja claro que su postura era de
activista-periodista, y no de intelectual- académica.
136
En 1971, Linda Nochlin sintetizó los deseos de las mujeres artistas de la época en su artículo: Why there have
not beennogreat female artists. Nochlin argumentó que el concepto de genio se había reservado en exclusiva a
los artistas hombres occidentales. También revisó momentos de la historia del arte, como el Neoclasicismo,
cuando las obras de desnudos femeninos ganaban los principales premios de la Academia de Arte francesa.
Teniendo presente que a las mujeres se les prohibía frecuentar las clases de desnudo, no existían caminos
formales para alcanzar los estándares de calidad artística determinados en aquel periodo. Para Nochlin, la
exclusión femenina del conocimiento –y consecuentemente, del poder– es una de las chaves para responder a la
pregunta: “¿Por qué no existieron grandes mujeres artistas?”, pregunta que generó una revisión de la historia del
arte y una búsqueda obras de artistas mujeres que permanecían desconocidas o devaluadas.
107

a la artista Anette Messager137 “que representa sus múltiples vocaciones, funciones,

cualidades, sentimientos, por medio de arquetipos femeninos que se encuentran en sus

diseños, recortes, tejidos, collages y fragmentos coleccionados en la preocupación por la

moda, la belleza, las recetas de cocina, la familia, etc.,” (Leirner, 1982: 45) y, a la artista

Audrey Flack138 que realiza pinturas hiperrealistas y/o fotorrealistas en las que representa

“tocadores preciosistas repletos de mágicos fetiches femeninos”139. En el caso de Brasil y

como representantes del arte “femenino” (no feminista), Leirner menciona a las artistas:

“Yolanda Mohalyi, Fayga Ostrower, Tomie Ontake140 y sus universos

femeninos sensibles; Vilma Martins141 y su preocupación con el cotidiano y la

liberación del sueño; innumerables artistas tejedoras que, por mediante la fibra, suave

o áspera, materializan el eterno gesto femenino; Lygia Clark142 con sus fantásticas

vestimentas y máscaras para parejas; Iole de Freitas143[...] que con su expresivo Body

137
Annette Messager (Berk-sur-Mer, 1943) pertenece a una generación que asume la necesidad de crear unos
lenguajes diferentes con los que, por vez primera, poder identificarse al margen del patriarcado. La huida de los
materiales nobles marcados por la tradición es una de las maneras de materializar esa otra forma de pensar, de
decir y de hacer. La elección de objetos cotidianos, de materiales reutilizados (textiles, plásticos) o de elementos
que integran el paisaje doméstico desplaza los grandes discursos hacia la vida real, hacia la existencia individual
y sus necesidades, deseos, preocupaciones y afectos. A finales de los años sesenta, comienza a crear colecciones
de objetos: muñecos de peluche, fragmentos de telas, redes, pájaros disecados, recortes de prensa, fotos, textos y
frases que reordena y clasifica. Con el tiempo, esas "pequeñas cosas" serán la base sobre la que construirá su
personal lenguaje, en el que dialogan realidad y fantasía.
138
Audrey Flack (Nueva York, 1931), pintora y escultura, considerada precursora del hiperrealismo o
fotorrealismo.
139
Nos parece que Leiner se refiere aquí a la obra Chanel (1974).
140
Las artistas Yolanda Mohalyi (Kolozsvar, capital de Transilvania, Hungría [actual Cluj Napoca, Rumania]
1909 - São Paulo SP 1978), Tomi Ohtake (Kioto, Japón, 1913 - São Paulo, 2015) y Fayga Ostrower (Lodz,
Polonia 1920 - Rio de Janeiro RJ 2001), venían trabajando, en su mayoría desde el abstraccionismo, en sus
diferentes vertientes, lírico, geométrico e informal.

141
Vilma Marins (1934- Belo Horizonte) desarrolló a lo largo de su carrera una serie de trabajos utilizando
grabados, diseños y pintura. En una de sus series Cotidiano, la artista retrata, por ejemplo, animales en ambientes
domésticos, en lugares insospechados, como cajones o camas.
142
La producción de la artista Lygia Clark será abordada en el capítulo tres de esta Tesis.
143
Iole de Freitas (1945- Belo Horizonte - Minas Gerais), artista que vivió en la década 1970 en Milán, y que
regresó a Brasil en los años ochenta. En Italia comenzó a desarrollar trabajos experimentales en fotografía y
Súper 8, en los que la representación del cuerpo surge como tema principal.
108

Art combate los temores arquetipos de la mujer [...] Vera Figueiredo144 con sus

'Estandartes cariocas' alertas coloridos y femeninos” (Leirner, 1982: 45).

Subraya Leirner que las artistas que realizan un “arte hecha por mujeres”, sea

femenino o feminista, utilizan los mas diversos lenguajes, destacando la performance y su

contaminación con otros lenguajes artísticos, la fotografía y el vídeo. También señala que las

artistas trabajan desde el abstraccionismo simbólico, el arte conceptual, el minimalismo, y

hasta desde las prácticas artesanales, y afirma que esas obras tienen “diferentes tonalidades

que rompen de forma innovadora con el orden establecido” (Leirner, 1982:47) siendo, para

ella, el body art, una de las expresiones artísticas más comunes e interesantes en el arte hecho

por mujeres.

Para Leirner en el arte hecho por mujeres, sea femenino (causa individual) y/o

feminista (causa colectiva), según la definición que ella misma propone, pueden diferenciarse

tres grandes temas, a saber: el de “las afirmaciones o reivindicaciones de identidad; el de los

interrogantes sobre la sexualidad que incluyen las tesis de la apropiación de la mujer como

objeto sexual, y que frecuentemente luchan contra la pornografía; y el de las críticas a las

condiciones de vida y de trabajo” (Leirner, 1977: 47) de las mujeres. Termina la autora su

texto diciendo que “tanto el arte femenino como el arte feminista apuntan al mismo tiempo

hacia las conciencias masculinas y femeninas” (id: 47). Además de este texto que alcanzó

gran influencia, Leirner también llevó a cabo una encuesta sobre la existencia o no de un arte

específicamente femenino145 y, años después de su realización, la historiadora y crítica de arte

Amaral146 recordaba lo que le había contestado a Leirner cuando está le entrevistó.

144
La artista Vera Figueiredo realizó estandartes con una gran diversidad de materiales y simbologías, que
podían ser entendidos como tapices utilizarse en desfiles a cielo abierto.
145
Feminino na arte brasileira, opinião da crítica, publicada en el periódico del Estado de São Paulo el
17/02/1977
146
Fue directora de la Pinacoteca do Estado de São Paulo (1975-1979) y del Museu de Arte Contemporânea da
Universidade de São Paulo - MAC/USP (1982-1986).
109

“Declaré que, en verdad, lo que me parece que de hecho existe es una suma de

características de lo femenino en el arte. Algunas artistas dejan traslucir ese carácter

femenino, otras no. Ese “femenino”, para mí, está vinculado a la delicadeza de la

sensibilidad de la mujer, en su condición de dadora de vida y, por esa misma razón,

la mujer está más vinculada a la naturaleza que su compañero hombre, su delicadeza

está implícita en su trato con la fragilidad del hijo recién nacido de su cuerpo, y al

que protegerá por toda la vida” (Amaral, 2006: 225).

En la mayoría de sus publicaciones Amaral se muestra crítica con relación al lugar del

arte y del artista en la sociedad, pero en la cita que acabamos de transcribir se vé que no lo

hace con relación al lugar de las artistas mujeres en la sociedad. Sus planteamientos parecen

nutrirse de una ideología sexual que oculta el carácter de las relaciones que se establecen entre

ambos los sexos en cada momento histórico, presentándonoslas como naturales, y a través de

la cual se hace uso de un poder “que suele ejercerse con la complicidad de aquellos que no lo

reconocen como tal, que se someten a él, o que lo ostentan” (Nochlin, 1993: 15). Esa visión

de la mujer como naturaleza está muy presente en la historia del arte, tanto en nivel

internacional como nacional, y ha ampliamente examinada por las historiadoras feministas del

arte (Chadwick, 1992).

Pocos años después de responder a la encuesta de Leirner, Amaral (1983) coloca a ésta

en la posición de entrevistada. Durante el desarrollo de la entrevista, Leirner afirmó que la

discriminación por el hecho de ser mujer no afectaba a las artistas brasileñas basándose en

que, en la década de los setenta, las grandes galerías de arte de São Paulo estaban dirigidas

por mujeres. Sin embargo, la mayoría de las propietarias de galerías eran mujeres de clase

social alta. Para ellas, ser propietaria de galería significaba tener “cultura”, lo que les daba

prestigio ante la sociedad paulistana de la época. Ante los ojos de esa sociedad, además de

ricas, serían cultas. Así mismo Leirner presupone que en Brasil existe un mayor número de
110

artistas mujeres, al igual que sucede en otros países de América Latina, y que una de las

razones es porque, a diferencia de Estados Unidos y Europa Occidental, la clase media

todavía puede pagar una mano de obra barata que lleva a cabo los trabajos domésticos. Así,

las mujeres de clase media, liberadas de ellos, podrían dedicarse al “ocio” incluyendo ahí la

actividad artística. Mediante ese planteamiento, se ve que para la crítica el quehacer artístico

femenino no parece ser una profesión, sino a un hobby. Esa visión del arte como hobby, es

una visión marcada por una ideología sexual dominante a través de la cual se concibe que las

mujeres pueden permitirse ciertas actividades siempre y cuando éstas no las alejen de sus

roles fundamentales de “esposas y madres”. Es el peso de esa ideología el que, en aquel

periodo y también en la actualidad, trae serios problemas para aquellas mujeres que, en Brasil,

desean profesionalizarse como artistas.

Leirner también declarará en la entrevista que sería falso alegar cualquier intento por

parte de artistas mujeres artistas brasileñas de realizar un arte centrado en problemáticas de

género, por tratarse de algo “sin sentido” y “lujoso” en un país donde los problemas

fundamentales ni siquiera estaban solucionados. Es en ese momento en el que argumenta que

si un artista tiene una buena posición social, eso seguramente le ayudará a exponer y a

relacionarse dentro del circuito del arte, aclarando que la pertenencia de clase es mucho más

determinante para ocupar una posición en el campo local del arte que el sexo/género de cada

artista. La declaración de Leirner evidencia una actitud llena de prejuicios hacia las cuestiones

feministas, como si las consignas del feminismo no estuviesen relacionadas con las

problemáticas concretas vividas por las brasileñas en las cuales también interfieren cuestiones

relacionadas con la clase social y con la raza/etnicidad. Estamos de acuerdo con Leiner en que

la clase social a la que la artista pertenece abre y/o dificulta las posibilidades que ésta tiene de

ser reconocida en el campo del arte, pero consideramos que el sexo/género es una variable
111

estructural que no está por debajo (o por encima) de la de la clase social, sino que se articula

con ésta de forma específica en cada sociedad y periodo histórico.

Por su parte el crítico de arte Morais que, como se ha visto en el anterior epígrafe,

estaba cerca de las actividades de la neovanguardia, se mostró muy receptivo hacia la

producción de las artistas que abordaban temáticas relacionadas con sus experiencias como

mujeres, lo que se plasma en algunos de sus artículos en los que, además, se abstenía de

juzgar la validez de esas temáticas. Buen ejemplo de ello es su artículo sobre Eurótica (1971),

álbum de dibujos y poemas impresos en serigrafía de la artista minera Teresinha Soares. En su

comentario el crítico proclama la actitud vanguardista de Teresinha Soares y muestra la

importancia de la liberación sexual y de la libertad política para que se alcance la “plenitud de

Eros” y la “plenitud social”, reafirmando así el ideal libertario presente en el pensamiento de

Herbert Marcuse. A pesar de que Morais no era un crítico que militara por el feminismo en el

arte, fue el único con la suficiente capacidad de observación, y con la suficiente libertad

discursiva, como para retener esa problemática. Este crítico también escribió un artículo

referente a la obra Tina América (1975), publicado el 23 de septiembre de 1976 en el

periódico O Globo, el que haremos alusión en el capítulo cuatro de esa Tesis.

Sin embargo, incluso ante ese contexto desfavorable, ante esa presencia

cuantitativamente y cualitativamente menor de artistas mujeres en el campo local del arte de

los años sesenta y setenta, ante esa ausencia de una vertiente exclusivamente feminista en el

programa del arte movilizado por artistas, historiadores, curadores y críticos de arte, en el

próximo epígrafe intentaremos comprender cuáles son las posibles relaciones entre el arte y el

feminismo en Brasil de aquellos años.


112

2.2.1 Rastros del feminismo en la producción de las artistas brasileñas

Desde el final de los años sesenta ya lo largo de los setenta, aunque en Brasil no

existiera un “arte feminista”147 o sea, un arte que partiera “del compromiso para lograr que en

el arte se reflejase la conciencia política y cultural de las mujeres” (Trigueiros, 2008: 51),

artistas brasileñas vinculadas al arte de índole crítica y politizada y contemporáneas de la

segunda ola del movimiento feminista, de los cambios de comportamiento acarreados por la

contracultura brasileña, se interesaron por los temas planteados desde el feminismo. Por ese

motivo, rastros de las influencias del feminismo aparecerán de forma individual y puntual en

algunas de las obras producidas en aquel período y, aunque fueran discretos y aislados, eso se

debía a la censura existente en el país principalmente tras la promulgación en 1968 del AI5.

De hecho, habrá que esperar a los años ochenta y a la finalización de la dictadura militar en

Brasil, para que el feminismo impacte de forma más amplia las artes visuales. Si durante los

años analizados en esta Tesis hablamos de rastros y de “discursos muy sutiles es porque

todavía era un país en el que se torturaba, en el que el artista, además de hacer la obra, tenía

que construir el espacio de inscripción social de la misma, y además tenía que llevar

incorporada la estrategia de supervivencia, de supervivencia física, para no ser ni detenido (el

artista), ni censurada (la obra)” (Herkenhoff & Hollanda, 2006: 83).

De hecho el régimen dictatorial constituía, por sí solo, una barrera para la libertad de

expresión. Junto a esa realidad, y tal y como hemos expuesto en el primer capítulo, la segunda

ola del movimiento feminista brasileño surgió en un contexto político de rebelión contra el

régimen militar pero no logró conquistar un espacio significativo en el que poder definir un

programa centrado en los intereses de las mujeres. Como ya hemos señalado, entre los

147
El término "arte feminista" es una denominación que designa obras creadas por artistas mujeres que
generalmente se definen como feministas y que plasman en sus obras plásticas/visuales nuevas interpretaciones
de lo masculino y femenino denunciando la posición subordinada de las mujeres y desconstruyendo los códigos
plásticos de las representaciones visuales dominantes sobre lo femenino.
113

compañeros de izquierdas el movimiento feminista era, muchas veces, mal interpretado,

acusándosele de dividir la lucha política. Por eso en el interior del movimiento feminista las

cuestiones político-sociales se mezclaban con las que se asumían como propias de las

mujeres, lo que dificultaba la discusión de temas considerados tabúes, como el de la

sexualidad, puesto que los grupos de izquierdas no consideraban que el orden socio-sexual

tuviera un carácter político, sino que lo entendían como un orden “natural”.

Además, el régimen dictatorial prohibía las manifestaciones públicas colectivas, lo que

hacía que las discusiones del movimiento feminista quedasen restringidas a los pequeños

grupos de reflexión existentes en Brasil, y entre brasileñas y brasileños en el exilio. Esa

realidad se modificó a partir de 1975, cuando con la declaración del Año Internacional de la

Mujer por las Organización de las Naciones Unidas (ONU), los grupos feministas brasileños

pudieron volver a militar políticamente, consiguiendo un mayor eco en la sociedad y la

cultura brasileña. En aquel período las mujeres identificadas con el feminismo, además de no

ser bien vistas por el régimen militar, por sectores no progresistas de la Iglesia Católica e,

incluso por parte de algunos colegas de la izquierda, eran muchas veces ridiculizadas por la

prensa alternativa, también llamada “nanica”. No sin motivo el Pasquim148 sólo se mostraba

conservador en lo que concernía a las relaciones entre mujeres y hombres. Soihet (2001)

señala que la reacción más común ante el feminismo de quienes animaban Pasquim era la

broma, y la de considerar la lucha feminista como fútil puesto que todos los esfuerzos

deberían concentrarse en derrocar al Gobierno. Estos factores sin duda contribuyeron a que

las mujeres brasileñas, incluidas las artistas plásticas/visuales de la época, tuvieran

dificultades para identificarse con el feminismo y con sus propuestas. Sobre la problemática

de la no identificación de las mujeres brasileñas con el feminismo, plantea Hollanda que:

148
Como hemos visto en el capitulo uno de esta Tesis, el Pasquim fue un semanario alternativo editado entre los
años 1969-1991 y conocido por el diálogo entre el escenario de la contracultura de la década de 1960 y su papel
de oposición al régimen militar.
114

“Hay como una molestia, un tipo muy específico de imprecisión cuando se

forman grupos y núcleos de estudios sobre la mujer. Se puede notar, por ejemplo,

una enorme dificultad en la autoidentificación como feministas, incluso por parte de

mujeres miembros de profesiones liberales, intelectuales, artistas o políticas con libre

acceso a espacios públicos y a centros de decisión. Esta impresión, si no me

equivoco, se refiere, de forma bastante directa, a los mitos que rigen la lógica de las

relaciones de género entre nosotros y, de forma más general, a la especificidad de las

relaciones de poder en Brasil” (Hollanda, 1991: s/p).

Si nos adentramos en lo que sucede en el campo del arte, Marco y Schmidt (2003)

subrayan que aunque a partir de la década de los noventa del siglo XX en Brasil exista una

consistente producción académica estudios feministas, de mujeres y de género, en el campo

de las artes plásticas/visuales esos estudios todavía son muy escasos. También consideran, y

compartimos su consideración, que las obras de algunas artistas de los años sesenta y setenta

parecen estar orientadas por prácticas y teorías feministas, pues se pueden localizar rastros

feministas en las estrategias que adoptan, en los temas que trabajan, y en los lenguajes que

usan. “Sin embargo, para la mayoría de las artistas, hay una negación a priori de cualquier

identificación con el movimiento de mujeres, principalmente con el feminismo” (Marco &

Schmidt, 2003: 12). Para las artistas de los años sesenta y setenta, esa negación tenía que ver,

como ya hemos expuesto, con la forma en la que las feministas eran vistas en Brasil. A esto

hay que añadirle que la presencia activa de artistas mujeres en algunos movimientos del arte

brasileño, principalmente del Modernismo (Anita Malfati y Tarsila do Amaral), y del

Concretismo y Neoconcretismo (Lygia Clark y Lygia Pape), aunque esta última no haya

logrado el mismo nivel de reconocimiento que su compañera, llevará a algunas artistas a

conclusiones precipitadas, en la medida en la que parecen pensar que el campo del arte
115

brasileño no estaba marcado por el sexismo, por las relaciones asimétricas de poder entre

hombres y mujeres.

Para mejor detectar los rastros dejados por el feminismo en las artes plásticas y/o

visuales producidas en Brasil a lo largo de los años sesenta y setenta recordemos aquí que las

artistas feministas (europeas y estadounidenses) fueron las que, en cierto modo, transformaron

el conocido e internacionalizado eslogan “lo personal es político”, propia del feminismo en

los años setenta, en el de “el cuerpo es político”, al articular las visualidades de sus

experiencias poniendo literalmente el cuerpo sexuado hembra en una posición política. Su

intención era la de evidenciar que las relaciones de poder discriminatorias se extendían a

todos los ámbitos, incluido el privado, y que la intervención política del patriarcado afectaba a

la práctica cotidiana generando diferencias y desigualdades hasta en los ámbitos más íntimos.

A partir de esa mirada hacia el cuerpo sexuado hembra y hacia el mundo, el arte feminista

centra su objetivo en cuestionar la representación de los cuerpos y de las identidades

sexuadas, y en sacar a la luz las estructuras patriarcales impuestas en todos los ámbitos

creativos (Millet, 1995) lo que supuso hacer de los actos artísticos una lucha política en favor

de la visibilidad de las mujeres y de la igualdad entre ambos sexos. Por lo tanto, esta

transformación se fundamenta, en buena parte, en lo corporal y, específicamente, en un

análisis crítico de lo corporal-sexuado a la luz de las críticas feministas. Se insistirá sobre la

construcción cultural del cuerpo, habitualmente entendido como algo “natural” (Méndez,

2003) y se desvelará que éste es depositario de las características diferenciales que desde las

ideologías sexuales dominantes se atribuyen a mujeres y hombres en diferentes sociedades.

Luchar contra esa visión, romper ese esquema de pensamiento, fue y es importante para

muchas artistas feministas y también para las activistas. Para lograrlo intentaron crear nuevos

lugares de resistencia y romper con los dualismos occidentales (masculino-femenino, sujeto-

objeto, público-privado, activo-pasivo), se organizaron en grupos para exponer


116

colectivamente temas que les preocupaban, compartiendo sus propias experiencias y actuando

recíprocamente como parte del proceso creativo. Es decir, querían transformar el discurso de

la mirada estética vanguardista de su época, utilizando el arte como una toma de conciencia

política y social, y la experiencia personal como una vía valida para formular el análisis

político, postulando así que el arte puede ser social y estéticamente efectivo (Prada, 2000). La

mayoría de estas artistas utilizarán lenguajes como el happening, las instalaciones, la

performance e incluso acciones performativas especialmente concebidas para la cámara

fotográfica y/o videográfica: las fotoperformances y/o las videoperformances. Además lo

harán en unos años en los que

“desde una estética libertaria [...] que se hace eco de la diversificación de las

formas de expresión artística en las sociedades occidentales, se promueve la

subjetividad y el deseo con el objetivo de liberar de sus cadenas a la imaginación y a la

creatividad, de promover las prácticas utópicas, la espontaneidad y el hedonismo, y de

cuestionar la institución artística. [...] Esa estética servirá para legitimar formas de

expresión artística como los happenings, las performances o el body art en las que el

acontecimiento en sí será más importante que la obra, y para insistir en que el público

receptor desea ser algo más que un sujeto pasivo ante el arte” (Méndez, 2009 : 26)

En Brasil, aunque como ya hemos señalado la mayoría de las artistas del periodo estudiado no

reconocen la influencia de las teorías y prácticas feministas en sus obras, fue a partir de las

representaciones neofigurativas del cuerpo sexuado, del cuerpo como objeto y soporte de

significación, y del cuerpo del espectador y, principalmente desde su proprio cuerpo, desde

dónde las artistas plantearon un “habla” femenino, partiendo del supuesto según el cual el

cuerpo es el “lugar” en el que se inscribe la opresión de las mujeres. Sin embargo, y dado que

“el cuerpo humano es un cuerpo cultural, producto de los deseos, creencias y expectativas de

la sociedad en la que se inscribe” (Méndez, 1995: 146), se hace necesario comprender cómo
117

el cuerpo, en concreto el cuerpo sexuado femenino, se inscribe en la sociedad y en la cultura

brasileña de los años sesenta y setenta. En ese sentido debemos tener presente, a la hora de

acercarnos a las obras de estas artistas y, en concreto, a las fotoperformances y las

videoperformances que

“la performance es una de las formas artísticas que ha acompañado de manera

continuada las prácticas artísticas de las artistas mujeres y permitido plantear

radicalmente las relaciones que establecen con sus propios cuerpos disociándolo de

una historia de la representación que lo sometía al rol de objeto” (Boulouch &

Zabunyan, 2010: 19)

Las artistas seleccionadas en esta Tesis, Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Lygia

Clark, Lygia Pape, Regina Vater, Letícia Parente y Sonia Andrade, se centraron en el cuerpo

sexuado de las mujeres para discutir sobre la situación política en tiempos de la dictadura

militaren Brasil y, al mismo tiempo, para abordar problemáticas relacionadas con la situación

social de las mujeres brasileñas en la época, con los roles y las identidades de sexo/género. El

cuerpo sexuado de las mujeres y, en algunos casos, también el cuerpo sexuado de los

hombres, fue el tema plasmado en las representaciones neofigurativas de Anna Bela Geiger

(Embriões -Fase Visceral, 1965-1968), Regina Vater (Em Azul - Serie Feminista, 1967-1968)

y Anna Maria Maiolino (Ecce Homo, 1967). El cuerpo del espectador como objeto y soporte

de significación es clave en las propuestas de Lygia Clark (A casa é o corpo, 1968, fase con el

mismo nombre, 1967-1969), y en la de Lygia Pape (Ovo, 1967). El cuerpo de las artistas

como objeto y soporte de significación será central en las fotoperformances de Lygia Pape

(Língua Apunhalada, 1968), Anna Maria Maiolino (É o que sobra, 1974), Regina Vater (Tina

América,1975), Anna Bela Geiger (Brasil nativo/Brasil alienígena, 1976), y también en las

videoperformances de Letícia Parente (Preparação I, 1975) y Sonia Andrade (sin título

“pêlos”, 1976).
118

En la Parte II de esta Tesis, que se inicia a continuación, además de explorar el

contexto en el que se inscribe el cuerpo sexuado de las mujeres en la sociedad y cultura

brasileña de los años sesenta y setenta, realizaremos una lectura, análisis e interpretación de

las obras de las artistas seleccionadas reteniendo el género como principal categoría analítica

(Scott, 1990) y relacionándola con las de clase social y raza/etnicidad.


PARTE II

EL PROTAGONISMO DEL CUERPO

LECTURAS SOCIO-CULTURALES DE LA PRODUCCIÓN DE LAS ARTISTAS

BRASILEÑAS
120

3. LAS BRASILEÑAS DE CARNE Y HUESO, LOS IDEALES DE BELLEZA


FEMENINA Y LA PRODUCCIÓN DE LAS ARTISTAS BRASILEÑAS: LAS
NEOFIGURACIONES Y EL CUERPO DEL ESPECTADOR

En este capítulo daremos cuenta del contexto en el que se inscribe el cuerpo sexuado

de las mujeres en la sociedad y la cultura brasileña de los años sesenta y setenta apoyándonos

en algunos de los trabajos de Marcel Mauss y de Pierre Bourdieu. Acto seguido, realizaremos

la lectura, el análisis y la interpretación de los posibles significados de las obras seleccionadas

como corpus de esta Tesis. El primer grupo de obras está compuesto por las representaciones

neofigurativas del cuerpo sexuado de las mujeres y gira en torno a dos temas: el del

embarazo-Embriões, Fase Visceral (1965-1968) de Anna Bella Geiger y Em Azul, Serie

Feminista (1967-1968), y el de la mujer como objeto sexual-la Serie de Tropicália (1967-

1968) de Regina Vater, y la obra Ecce Homo (1967) de Anna Maria Maiolino. El segundo

grupo de obras concierne a aquellas que abordan el cuerpo como objeto y soporte de

significación - Ovo (1967) de Lygia Pape y la instalación A casa é o corpo (1968),

perteneciente a la fase del mismo nombre producida por Lygia Clark-, y que propone a el/la

espectador/a, sea cual sea su sexo/género, clase social y raza/etnicidad, la posibilidad de vivir

la experiencia del nacimiento/renacimiento.

Al final de cada grupo de obras reflexionaremos sobre el hecho de que estas artistas,

que no se declaran feministas, están haciendo casi lo mismo que artistas feministas y/o no

orientadas por un ethos feminista, e incluso anticipándose, lo que hará que sirvan como fuente

de inspiración para el posterior arte feminista que surgirá en Brasil en la década de los

noventa. Antes de llevar a cabo la lectura de cada obra, con el objetivo de situar el contexto en

el cual la obra seleccionada fue producida, presentaremos a la artista. También se señalará,

cuando sea posible, la posición mantenidas por las artistas con relación al feminismo. Por

último, abordaremos el concepto de “cuerpo político” propuesto por Frederico Morais.


121

3.1 El cuerpo de las mujeres en la sociedad y en los mass media brasileños en los años sesenta

y setenta: los ideales de belleza femenina como modelos a imitar

Para comprender la construcción social del cuerpo sexuado de las mujeres en la

sociedad y la cultura brasileña de los años sesenta y setenta nos apoyaremos en las nociones

de “técnicas corporales” e “imitación prestigiosa” de Marcel Mauss, y en el de “habitus” de

Pierre Bourdieu. En el texto clásico Las Técnicas Corpororales, escrito en 1934, el

antropólogo francés Marcel Mauss dijo que el conjunto de hábitos, costumbres, creencias y

tradiciones que caracterizan a una cultura también se refieren al cuerpo. Así, existiría una

construcción cultural del cuerpo a través, entre otros medios, de una valorización de ciertos

atributos y comportamientos en detrimento de otros. Esto tendría como resultado la

existencia, en cada sociedad, de lo que podríamos designar como un cuerpo “típico”. Ese

cuerpo “típico”, que varía de acuerdo con el contexto histórico y cultural, los miembros de

cada sociedad lo adquieren mediante una repetida rutina de “imitación prestigiosa”: las

personas imitarán actos y comportamientos que han obtenido éxito y que su cultura considera

prestigiosos. El autor llama la atención sobre el hecho de que las técnicas corporales, además

de estar sexuadas y de diferir por lo tanto en función del sexo de cada persona, varían no

simplemente con los individuos y sus imitaciones, sino sobre todo con las sociedades, la

educación, las conveniencias, las modas y los prestigios (Mauss, 1974). Desde esta posición

es posible afirmar que el culto al cuerpo, con todos los rituales de embellecimiento,

rejuvenecimiento y modelado de las formas a él asociados, debe grande parte de su

propagación a una imitación, basada en el prestigio conferido a aquellas (y a aquellos) que

ostentan un físico que atiende un patrón estético socioculturalmente valorado149.

149
En el Brasil de los años sesenta y setenta ese prestigio se atribuía principalmente a las misses, musas que han
inspirado canciones hechas por músicos varones, a las cantantes y a las actrices de telenovelas
122

Siguiendo esa perspectiva, Pierre Bourdieu (1983) desarrolló la noción de “habitus”,

una noción que no se limita al referente corporal. De hecho, “habitus” remite a la esfera de las

prácticas y apunta a gustos, visiones de mundo y formas de sociabilidad. Se trata de una

matriz de percepción y de acción, de

“un sistema de disposiciones duraderas, estructuras estructuradas predispuestas

a funcionar como estructuras estructuradoras, o sea, como principio que genera y

estructura las prácticas y las representaciones que pueden ser objetivamente

reglamentadas y normativizadas sin que, por eso, sean el producto de obediencia de

normas, objetivamente adaptadas a una finalidad, sin que exista la necesidad de

proyección consciente de esa finalidad o del dominio de las operaciones para

alcanzarlo, pero siendo, al mismo tiempo, colectivamente organizadas para ser el

producto de la acción organizadora de un maestro” (Bourdieu, 1983 : 60).

De esa forma, el “habitus” se presenta como un dispositivo de socialización,

incorporado por las personas en tanto que miembros de una sociedad, cultura y época, y

también como un dispositivo de individualización. De socialización porque es compartido por

el grupo, y de individualización porque cada agente tiene su propia trayectoria. Siendo “una

estructura estructuradora”, el “habitus” también es “estructura estructurada”, no se refiere

apenas a las construcciones sociales de los cuerpos, sino a la forma en la que los individuos se

ven y se clasifican. En ese sentido, el “habitus” se estructura en los gustos de grupo sociales y

en sus juicios de valor:

“El ‘habitus’ es, con efecto, principio generador de prácticas objetivamente

pasibles de clasificación y, el mismo tiempo, sistema de clasificación de

esas prácticas. En la relación entre las dos capacidades que definen el ‘habitus’,

o sea, capacidad de producir prácticas y obras confiables, además de la capacidad

de diferenciar y de apreciar esas prácticas y esos productos (gusto), es que


123

se constituye el mundo social representado, o sea, espacio de los estilos de

vida (Bourdieu, 2008:162).

Al formar los gustos e inscribirse en las prácticas sociales, los “habitus” diferenciados

de determinados grupos sociales se concretan en prácticas que reproducen distinciones de

gustos y de estilos de vida. Esas distinciones terminan por naturalizarse, formando creencias

generalizadas sobre grupos sociales que pueden servir a la reproducción de juicios de valor y

de clasificación. Esas formaciones de “habitus”, al servir como formas de clasificación del

Otro, engendran también juicios clasificatorios, lo que constituye lo que el sociólogo

denomina el mundo social representado, pero también incorporado, por los agentes. Partiendo

de esa perspectiva, intentaremos mostrar cómo se formaron en Brasil, en los años sesenta y

setenta, determinados “habitus”, conductas, comportamientos y roles de sexo claramente

divergentes (y jerárquicamente desiguales) para cada sexo.

Como ya hemos visto en la primera parte de la Tesis, en los años cincuenta y hasta

principios de los años sesenta en Brasil “ser mujer” significaba ser madre, esposa y ama de

casa. En aquel contexto en el que el papel reproductor de las mujeres era ensalzado, el modelo

de cuerpo femenino dominante era el que tenía forma de guitarra, el que reunía cintura fina,

caderas amplias, senos llamativos y muslos grandes. Eso significaba que, corporalmente, la

mujer brasileña ideal no debía ser ni gorda, ni delgada, pero sí tener un cuerpo con formas

generosas. Sus muslos y su trasero deberían ser más generosos en detrimento de los senos,

característica tan apreciada por los brasileños. Ese ideal era difundido por los grandes medios

de comunicación de la época, en especial por las revistas destinadas al público femenino, y se

encarnaba modélicamente en las mises elegidas en el concurso Miss Brasil, un certamen en el

que en aquella época sólo participaban las mujeres blancas. La bahiana Marta Rocha (Miss
124

Bahia), elegida Miss Brasil en 1954150 (Imagen 1), representó la personificación máxima de

ese ideal

Imágen 1 – Marta Rocha – “Miss Brasil 1954”


Fuente: Marta Rocha (1980: 146).

La emergencia de la segunda ola del movimiento feminista en Brasil en los años

sesenta y, sobre todo, el descubrimiento de la píldora anticonceptiva que permitió una mayor

libertad sexual a las brasileñas desvinculando las prácticas heterosexuales de la procreación;

unida a la llamada “revolución sexual” y al surgimiento de la contracultura brasileira y a sus

principal representante, los hippies, contribuirán a que el cuerpo adquiera una importante

dimensión en los ámbitos contestatarios de la época. Como ya hemos indicado en otro lugar

de esta Tesis, el feminismo vinculado a los grupos de izquierdas no había encontrado mucho

espacio para debatir sobre temas relativos al cuerpo, a la sexualidad y al placer y, por eso,

mujeres como la actriz y musa del embrionario Cinema Novo, Leila Diniz, se convirtió en

referencia para los debates sobre esos temas. Leila Diniz (Imagen 2) rompió con los

estándares de mujer vigentes en aquel momento al posar embarazada en la playa de Ipanema

(Rio de Janeiro) en 1971, en biquini y sin estar casada.

150
El cuerpo de Marta Rocha seguía el estándar de cuerpo femenino dominante en las décadas de 1940 y 1950,
teniendo como principales representantes internacionales a las actrices Marilyn Monroe y Elisabeth Taylor.
125

Imagen 2 – Leila Diniz embarazada, de biquini exhibe su barriga en la playa de Ipanema (1971).
Fuente: Lee-Meddi (2015: s/p).

Con ese gesto, cuestionó el modelo tradicional de mujer, escandalizó, y lanzó una

moda. No solamente quedó embarazada sin haberse casado, sino que también exhibió una

imagen alternativa a la de la embarazada tradicional, que habitualmente escondía o disimulaba

la barriga. “La barriga embarazada materializó, objetivó, su comportamiento sexual

transgresor” (Goldemberg, 2004: 48). “Contrariamente a la leyenda, no fue ni la única ni la

primera a hacer todo eso en Ipanema -Leila fue el resultado final de una larga línea de chicas

que, en las décadas de 1940 y 1950, lucharon por su independencia con relación a la moral

vigente y a la ruptura de tabúes” (Castro, 1999:120). Si Leila Diniz es considerada como la

musa de la era de la liberación sexual, es porque su cuerpo “era un cuerpo dirigido al placer,

al libre ejercicio de la sexualidad, que exhibía su belleza y plenitud a la luz del sol”

(Goldemberg, 2004: 48). Junto a esa actitud de mostrar su vientre en la playa de Ipanema, el

hecho de haberse quedado embarazada sin estar casada asumiendo la maternidad como

una opción libre y consciente, hará de Leila una precursora del feminismo en Brasil

aunque, como ya hemos señalado, Diniz no participó en el movimiento

feminista (Goldenberg, 2004).

A lo que acabamos de exponer hay que añadirle que con la consolidación de la cultura

joven que venía configurándose en Brasil desde los años cincuenta, y que se afirmaría en los
126

sesenta con la emergencia de la contracultura brasileña (la vanguardia del desbunde), y en un

contexto nacional de expansión de la masificación de la información y de los estándares de

comportamiento y consumo, la persona joven se convertirá en un modelo a ser copiado,

incluso en lo que se refiere a los modelos estéticos propios al cuerpo femenino. Adoptar un

estilo joven deviene un imperativo en una sociedad en la que el proceso de envejecimiento

corporal empieza a negarse y a entenderse como algo que debe ser evitado. Eso hace que surja

un nuevo ideal de cuerpo femenino, con aspecto adolescente, sin curvas y con senos

pequeños151. La cantante, compositora e instrumentalista Rita Lee (Imágen 3), integrante del

grupo Os Mutantes, musa de los jóvenes rebeldes en la época, representaba ese ideal de

cuerpo de mujer152.

Imagen 3 – Rita Lee en la década de setenta.


Fuente: Rita Lee (2015: s/p).

Animadas por el movimiento feminista, por los cambios de comportamiento de los

jóvenes desbundados y, por la revolución sexual, las brasileñas empezarán a negar el antiguo

151
La modelo londinense Lesley Hornby, que de tan delgada fue apodada de Twiggy (twig significa rama, en
inglés), considerada la primera top model del mundo personifica ese ideal. El cuerpo escuálido de Twigy, sin
curvas, lo que le confería un aire andrógino, tuvo mucho éxito entre las chicas de su época, que intentaban
adoptar su apariencia, incluso en Brasil.

152
Rita Lee también proyectó una imagen que propone formas libertarias y hedonistas de hacer frente a la
política, la estética, la ética, la sexualidad y las manifestaciones religiosas, aceptadas hasta entonces. En su
trayectoria irreverente destacamos las composiciones que cuestionan la condición femenina como la canción
Agora só resta você (1975): “Um belo dia resolvi mudar/E fazer tudo o que eu queria fazer/Me libertei daquela
vida vulgar/Que eu levava estando junto a você”.
127

modelo de cuerpo femenino en forma de guitarra, adhiriendo a novedad de esos nuevos

cuerpos cuasi andróginos. Según Lipovetsky (1989) la forma delgada es extremadamente

liberadora para las mujeres y por eso adhirieron a ella con tal rapidez. “Liberadora” porque,

anteriormente, las formas redondeadas simbolizaban la maternidad, o sea, el papel

reproductor de las mujeres. La delgadez fue, por consiguiente y desde la posición sostenida

por este sociólogo, una manera de librarse de esa imposición secular. Es interesante anotar

que fue justamente ese cuerpo delgado, señal para Lipovetsky de una emancipación de las

mujeres de sus funciones reproductoras, el que con gran rapidez empezó a convertirse en un

imperativo de belleza presente hasta hoy. Un ideal de delgadez que actualmente aprisiona y

domestica a las brasileñas gracias al dominio ejercido desde el modelo ampliamente difundido

de una estética de la delgadez (Méndez, 1995).

Sin embargo, además de Leila Diniz y Rita Lee, otros modelos de mujeres y de

cuerpos sexuados difundidos por los mass media de la época se distanciaban de esa realidad

contestataria como la cantante Vanderléia, llamada de Ternurinha -musa de la Jovem Guarda,

y la actriz de telenovelas Regina Duarte, llamada en la época la namoradinha do Brasil153. A

esto hay que añadirle que los modelos dominantes de cuerpos femeninos, en lo que se refiere

a los ideales de belleza que deben ser objeto de una “imitación prestigiosa” (Mauss, 1974) en

la sociedad y cultura brasileña de los años sesenta y setenta (los de las mises, las cantantes y

las actrices), se distancian del cuerpo de gran parte de las brasileñas. Ninguno de los modelos

a imitar remite a la realidad étnico/racial brasileña, a una población en la que los cuerpos de

las mujeres, como los de los hombres, son el resultado de una larga historia biológica en que

se mezclan básicamente tres “razas”: indios, negros y blancos procedentes de países

europeos154. Esos modelos remiten al “estándar europeo de belleza”, al “código

153
Regina Duarte, al actuar como protagonista en la serie Malu Mulher (1979 e 1980), se distancia
definitivamente de la imagen de “namoradinha” de Brasil.
154
Caboclo y mameluco (blanco e indios), cafuso (indios y negros) y mulatos (blanco y negros).
128

presumidamente nórdico”. Ese código, además de significar que la mujer bella debe tener la

piel clara, de preferencia el cabello liso y rubio, los ojos azules y los trazos faciales finos

(rasgos todos ellos considerados como elementos característicos de los blancos europeos),

denota prestigio económico y social (Inocêncio, 1999). Por lo tanto, y a pesar de representar

una parte expresiva y demográficamente significativa de la población y de la cultura

brasileña, la mujer negra (entendiéndose como tal tanto a la negra como a la mulata), como

posible ideal de cuerpo de mujer y de belleza femenina155, prácticamente no existía en la

sociedad brasileña de los años sesenta y setena. Sin embargo, una imagen de mujer negra muy

difundida en aquel período erala de la mulata, es decir, la de aquella que desciende de padre

blanco y madre negra, o vice-versa156. La imagen de mulata era, y aún lo es, más explotada

que la de la negra, tanto en nivel nacional como internacional, y más como objeto del deseo

sexual, del deleite, del voyeurismo del sujeto masculino, incluidos los turistas, que por su

belleza. En la década de setenta, por ejemplo, fueron famosas las Mulatas del Sargentelli

(Imagen 4), bailarinas mestizas que se presentaban en las casas de shows de Oswaldo

Sargentelli157, destacándose entre ella Oba!Oba!, ubicada en Copacabana (Rio de Janeiro).

155
En el caso del Concurso Miss Brasil, fue solamente en el año de 1986, con la elección de Deise Nunes, que
ese concurso entendió que el país debería ser representado por una miss negra.

156
Además de la mulata, cuando los mass media representaban a la mujer negra era casi siempre de modo
negativo, estereotipado, como una persona subalterna, de escaso potencial económico y prestigio social, como
las empleadas del hogar.

157
Oswaldo Sargenteli trabajó en la radio, fue presentador de televisión y empresario de shows en la noche
brasileña.
129

Imagen 4 – Sargenteli y sus mulatas en la década de setenta.


Fuente: O mestre das mulatas (2015: s/p).

La imagen de la mujer negra como objeto de deseo sexual remite a la Historia de

Brasil pues ella nos muestra que, desde el período esclavista, que terminó oficialmente en

1888 con la promulgación de la Ley Áurea, la mujer negra fue negada en términos de belleza,

pero codiciada por su seducción sexual/corporal. Valga recordar aquí que durante el período

esclavista las negras más bonitas eran llevadas al interior de la casa grande, donde servían de

amantes a los señores y eran las iniciadoras sexuales de los niños blancos. En aquellos años,

sin disponer de una referencia positiva de su imagen, el negro (hombre o mujer), niega su

“raza”, sus valores, e inicia un proceso de “blanqueamiento” cultural, estético y de

comportamientos. Otro modelo de cuerpo femenino, citado por el antropólogo y sociólogo

Gilberto Freyre, principal representante de la ideología del mestizaje158, en el libro Modos de

Homem, modas de mulher (1987)159, es Sonia Braga160. La actriz se hizo famosa en la

158
En la obra Casa Grande & Senzala (1933), Freyre reconstruye la formación de la nación brasileña desde la
colonia mostrando cómo se verifica, en ese proceso, la constitución de una “brasilidad” como mestizaje de los
tres grupos fundadores de la nación (indígenas, portugueses y africanos). Por lo tanto, para Freyre la
organización cultural de Brasil se dio de forma armónica, sin antagonismos, produciéndose una “democracia
racial”.

159
Sin embargo en el mismo texto Gilberto Freyre decía que en la década de los ochenta ese modelo de cuerpo
y de belleza brasileños estaban sufriendo un “impacto norte-europeizante o albino”, o incluso yanqui, con el
159
éxito de bellas mujeres como Vera Fischer elegida miss Brasil en 1969 , siendo en los años sesenta admirada
130

telenovela Gabriela161 (Imagen 5), convirtiéndose en símbolo de la sensualidad de la mujer

brasileña: baja de estatura, piel morena, cabello negro, largo y rizado, cintura fina, cola

(ancas) grande y pechos pequeños.

Imagen 5 – Sonia Braga como Gabriela en la novela homónima Gabriela (1975)


Fuente: Sonia Braga (2015: s/p).

Gilberto Freyre elogiaba las “encantadoras ancas femeninas” que poseían, en la cultura

brasileña, significados no sólo estéticos, sino también, ennoblecedores de las mujeres

portadoras de tales formas. “Dignas”, “virtuosas” y “dignificantes”, como adjetivó Freyre, las

protuberancias del cuerpo, las “ancas” eran fundamentales en la representación de la belleza

femenina brasileña defendida por Freyre. Fue solamente a finales de la década de los ochenta,

con la re-democratización de Brasil y con una serie de acciones promovidas por el

por su belleza y juventud: alta, alba, rubia, cabello liso (“ariamente liso”), y como señalaba Freyre, con un
cuerpo menos redondeado.

160
Sonia Braga empezó su carrera artística mucho joven en la pieza teatral Hair, de la cual fue la estrella. En el
cine protagonizó importantes películas como Dona Flor e Seus Dois Maridos, Eu Te Amo y A Dama do Lotação.
En la televisión sus mayores sucesos han sido las telenovelas Gabriela y Dancin' Days.

161
Gabriela fue una telenovela brasileña producida y exhibida por la Rede Globo de Televisión en 1975. Escrita
por Walter George Durst y dirigida por Walter Avancini y Gonzaga Blota, la novela fue una adaptación del
libro Gabriela, Cravo e Canela (1958), de Jorge Amado.
131

movimiento negro brasileño, sobre todo a partir de 1988162 período en que sus luchas

empiezan a tener mayor visibilidad y en el que aumenta el potencial de consumo de la

población negra, en el que los medios de comunicación empiezan a difundir imágenes de

mujeres negras como modelos de belleza femenina que pueden ser imitados163. Además de

atender al patrón europeo de cuerpo y de belleza femenina, los cuerpos de las mujeres

también deben corresponderse con el imaginario de cuerpo moderno, o sea, con un cuerpo que

debe traducir “belleza, juventud y salud”164. Según ese imaginario, para las mujeres la

juventud es un criterio sine qua non de belleza y de poder de atracción. La juventud también

está relacionada con tener una apariencia sana, lo que significa, entre otras cosas, ser delgada,

tener un cuerpo firme (barriga, seno, brazos y piernas), la piel lisa, libre de arrugas y, de

preferencia, bronceada. En fin, de lo que va a tratar es de conservar el máximo tiempo posible

una apariencia juvenil.

A lo largo de los años sesenta y setenta, hay que añadir que además de la mulata y de

la actriz Sonia Braga, otras imágenes de mujer contribuyeron a la construcción del estereotipo

de “la mujer brasileña”. Una de las principales es la Garota de Ipanema, título de la canción

compuesta en 1962 por Vinícius de Moraes y Antonio Carlos Jobim, artistas pertenecientes al

162
En Brasil el año 1988 fue particularmente importante para los negros. Además del movimiento internacional
liderado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el fin del apartheid, en Brasil se conmemoraba
el centenario de la abolición de la esclavitud. La Campaña de la Fraternidad tenía como tema el combate del
racismo y la vencedora del carnaval carioca fue la Escuela de Samba Vila Isabel, que trató del movimiento
negro. En aquel mismo año la nueva constitución brasileña pasó a considerar al racismo como crimen, lo que fue
reglamentado al año siguiente, por la Ley 7.716, a propuesta del diputado negro Carlos Alberto Cão (por eso es
conocida como Ley Cão).

163
No obstante, como afirma Nelson Inocêncio (1999) quién definió un estándar blanco de belleza en esta
sociedad multirracial es quien hoy intenta definir un estándar negro de belleza, partiendo de bases asociativas
que buscan aproximar la belleza negra a los criterios estéticos blancos como cabello no muy crespo, nariz
romana y cosas de ese género. En este sentido el cuerpo de la mujer negra para ser considerado como dotado de
belleza debe atender un estándar europeo, poseer trazos faciales finos y el cabello no muy rizado.
164
Señala Le Breton (2002) que la concepción moderna acerca del cuerpo está vinculada a una estructura social
de tipo individualista nacida en los siglos XV y XVI, en el contexto en el que el capitalismo empieza a tomar
impulso. La emergencia cada vez mayor de un pensamiento racional, positivo y laico sobre la naturaleza, la
regresión de las tradiciones populares, la historia de la medicina positivista del siglo XX, los numerosos intereses
comerciales en torno a la industria de la belleza: buena forma física, dietas para adelgazar, cosméticos, cirugías
estéticas, moda; son elementos de un mismo fenómeno.
132

movimiento Bossa Nova. La canción, inspirada en Helô Pinheiro (Imagen 6), una joven

blanca que en la época tenía 17 años, delgada, pero con un cuerpo bronceado y lleno de

curvas, ojos azules y cabello negro, se convirtió en un himno de alabanza a la belleza de la

mujer carioca: “Moza del cuerpo dorado, del sol de Ipanema, su meneo es más que un poema,

es la cosa más linda que vi pasar”165.

Imagen 6 – Helô Pinheiro en la década de sesenta.


Fuente: Garota de Ipanema (2015: s/p).

Desde entonces la Garota de Ipanemay, por su vez la mujer carioca, se configurarán

como símbolo de la mujer brasileña. Esa canción fue una de las precursoras de tantas otras

que nacieron para exaltar la belleza, la sensualidad y la magia de la mujer carioca, la que vive

en Rio de Janeiro, como emblema distintivo de Brasil. Rio de Janeiro ejerce una gran

influencia en la sociedad brasileña, sobre todo en lo que se refiere al cuerpo femenino, pues

desde el siglo XIX, esa ciudad es el centro propagador de ideas y valores hacia todo Brasil. La

influencia, que ya era fuerte antes incluso de que la capital colonial se transfiriera de Salvador

de Bahía hacia Rio de Janeiro, fué aún más poderosa y se propagó hasta la época actual a

165
Este extracto nos ahorra cualquier comentario pues desde que empezó a difundirse en las radios, Garota de
Ipanema es considerada la música más difundida de todos los tiempos, rindiendo royalties internacionales hasta
hoy a la familia de sus compositores, Antonio Carlos Tom Jobim y Vinicius de Moraes.
133

partir de la música, el cine, la literatura, la producción intelectual y la economía. Incluso los

discursos que componen la construcción de la identidad nacional presentan elementos

recurrentes que remiten a Rio de Janeiro. Es como si todas las playas de Brasil pudiesen ser

representadas por las de Rio de Janeiro, como si todos los puntos turísticos brasileños

pudiesen ser representados por el Cristo Redentor, y principalmente, como si todas las

mujeres brasileñas estuviesen contenidas en la mujer carioca, o mejor, en la Garota de

Ipanema.

La antropóloga brasileña Mirian Goldemberg (2004) también argumenta que en Rio de

Janeiro, ciudad considerada como la más bella del mundo, donde las playas y la temperatura

elevada durante casi todo el año favorecen el desnudarse o el ir con poca ropa, la centralidad

que la apariencia física asume en la vida cotidiana es mucho más evidente. En el material

publicitario de La Empresa Brasileira de Turismo (EMBRATUR), creada en 1966, se observa

que en los años sesenta y setenta Brasil fue promocionado internacionalmente en base a tres

grandes estereotipos: la ciudad de Rio de Janeiro, el Carnaval (junto con la imagen de la

mulata), y la mujer brasileña. En campañas publicitarias de EMBRATUR de aquella época, la

mujer brasileña aparece como uno de los principales atractivos turísticos, y generalmente es

representada en dos situaciones: en biquini en la playa, como si formase parte de la belleza

natural de Rio de Janeiro, y en el carnaval (Imagen 7).


134

Imagen 7 – Material promocional de la Embratur, 1977.


Fuente: Kajihara (2008: 45-46).

De esa forma se puede imaginar sin dificultad alguna que la idea subyacente sería la de

promocionar la imagen de esas mujeres como un producto característico y de gran atractivo

turístico. En ese período, las postales de Rio de Janeiro también presentaban imágenes de

mujeres en biquini en playas de la Zona Sur de Rio de Janeiro, principalmente en Ipanema166

(Siqueira, 2006). Mujeres blancas, jóvenes y delgadas, con bellos cuerpos bronceados y llenos

de curvas, buen humor plasmado en el rostro, sexualmente disponibles, son los algunos de los

elementos constitutivos del mito de la mujer brasileña en aquel periodo, elementos aún

presentes en la actualidad.

Otras imágenes de mujer y de cuerpo femenino que se transformaron en símbolos de la

sensualidad de la mujer brasileña fueron las chacretes, bailarinas de la Discoteca do

Chacrinha167 - programa de variedades de la televisión brasileña muy popular, presentado por

Abelardo “Chacrinha” Barbosa. Esas bailarinas, conocidas en al principio como las

166
Solamente en 2005, una ley estatal prohibió la comercialización de esas postales, que estampaban las cariocas
como puntos turísticos de Rio de Janeiro y, como consecuencia, de Brasil.
167
En 1957, el programa Discoteca do Chacrinha estreó en la TV Tupi . Pasó después a la TV Rio y en 1968, a
la TV Globo.
135

“vitaminas do Chacrinha”, acompañaban las atracciones musicales del programa con

coreografías osadas y trajes provocadores (cabellos largos, grandes nalgas, ropas diminutas),

convirtiéndose en verdaderas musas de la televisión en la década de los setenta. Las cámaras

enfocaban de forma sistemática sus traseros en movimiento, lo que ayudaba a garantizar la

elevada audiencia del programa. Entre las bailarinas, había mujeres mestizas, e incluso una de

origen indígena: la “Índia Potira” (Imagen 8) 168.

Imagen 8 – Índia Bartira, Chacrete de 1974-1977.


Fuente: As Chacretes ( 2015: s/p).

En el campo del cine “porno chanchada”169 también se explotó el estereotipo de la

sensualidad de la mujer brasileña. En esas películas, los personajes femeninos (estudiantes,

secretarias, empleadas o modelos), extensión cómica de la femme fatale, buscaban casi

168
T odas las bailarinas recibían nombres exóticos y llamativos como Rita Cadillac, Fátima Boa Viagem, Suely
Pingo de Ouro, Fernanda Terremoto, o Cristina Azul.
169
El término “porno chanchada” empezó a circular en la prensa brasileña en 1973, llamado así por tener
algunos elementos de las películas del género conocido como chanchada y por la alta dosis de erotismo. Como
Brasil vivía una época de censura, la porno chanchada era comparada al género porno, aunque no hubiera, de
hecho, escenas de sexo explícito en las películas. Se exigía que éstas cumplieran exigencias absurdas, sin las
cuales serian prohibidas. La pornochanchada empezó a decaer a principios de los ochenta debido al gran número
de películas extranjeras que invadieron nuestros cines. La “pornochanchada” se hizo muy popular, sobre todo
entre el público masculino, tras el divorcio que había tenido lugar entre dicho público y las propuestas del Cine
Nuevo.
136

siempre una ascensión social u obtener ventajas de todo tipo. El exceso de sensualidad

terminaba por encantar a los personajes masculinos, llevándolos al deseo y a la conquista. Los

finales de esas películas siempre eran moralmente aceptables, lo que significa que la

muchacha terminaba casándose con el muchacho. Lo que la “porno chanchada” hizo fue

explotar la figura femenina poniendo en imágenes uno de los estereotipos más difundidos

sobre la mujer brasileña: el de su sensualidad. La mayoría de las protagonistas de esas

películas eran mujeres blancas que encarnaban el “estándar europeo” de cuerpo y belleza

femenina como Vera Fischer en la película A Superfêmea, de 1973. Pocas musas de la “porno

chanchada” fueron negras y/o mestizas, como Sonia Braga en A Dama da Lotação, de 1978.

También cabe destacar a Adele Fátima, ex-mulata de Sargentelli, en la película Historias que

nossas babás no contavam, de 1979 (Kessler, 2009).

A todo eso hay que añadirle que en los años sesenta y setenta los discursos relativos al

cuerpo ya la belleza femenina contrastan con las primeras décadas del siglo XX, pues a partir

del final de los años cincuenta, se abandonó la idea de que la belleza era un don170 y se pasó a

decir que ésta podría adquirirse a través de una serie de cuidados y de productos.“La belleza

parece haberse convertido en un ‘derecho’ inalienable de toda mujer, algo que depende

únicamente de ella: ‘hoy sólo es fea quien quiere’, por consiguiente recusar el

embellecimiento denota una negligencia que debe ser combatida” (Sant’Anna, 2005: 129).

Por lo tanto, ya desde finales de la década de los años cincuenta la belleza se entenderá como

algo que se construye, que es posible “para todas las mujeres” en la medida en que puede ser

adquirida y moldeada, sea a través de la compra de cosméticos, sea a través de la práctica de

170
Los discursos relativos a la belleza en el período que va de 1900 a 1930, estuvieron marcados por la
perspectiva médica y por la moral católica. En aquella época eran los “remedios” los que curaban la fealdad” y,
además de eso, el embellecimiento era visto como algo que podría traer a la mujer dudas cuanto a su moralidad,
ya que se asociaba con un tipo de práctica propia de las “mujeres de mala conducta” o “mala fama”. La belleza,
de acuerdo con Sant’Anna, era descrita en los manuales y revistas de la época como un don, como algo “natural”
con lo que se nacía, o no. No había, por lo tanto, alternativas para “crear” la belleza y, como máximo, a las
mujeres se les aconsejaba disfrazar las “imperfecciones” o “defectos” de su apariencia (Sant’Anna, 2005).
137

ejercicios físicos o de regímenes dietéticos. Ese cambio de perspectiva en los discursos

relacionados con la belleza y los cuidados corporales no ocurrió de forma aislada. Por lo

contrario, se dio en medio de una gran inversión destinada a promover el consumo, pues

desde finales de los cincuenta se modernizaron las técnicas de producción de cosméticos y

perfumes en el país (Novais & Mello, 1998), y se amplió el mercado de productos destinados

a los cuidados corporales. Este nuevo entramado ofreció a las mujeres nuevos hábitos y

prácticas que podían transformar ciertos “problemas” en encantos, dejarla mujer más “bella” y

“atractiva”.

En los años sesenta las recetas de juventud y delgadez estaban convirtiéndose en las

prescripciones más comunes presentes en las revistas femeninas de la época, como por

ejemplo en la revista Cláudia. En los años sesenta para lograr el “modelo” de belleza

propuesto por las revistas, teniendo como principal modelo para ser imitado a las Misses y a la

Garota de Ipanema, las revistas, además del uso de cosméticos y de los regímenes,

enfatizaban que era preciso invertir en ejercicios físicos. No obstante eso no significaba una

masculinización del cuerpo femenino, sino la posibilidad de moldear las formas de acuerdo

con el modelo dominante (Oliveira, 2001). A partir de finales de los años sesenta y a lo largo

de los setenta, momento en el que la posibilidad de “comprar” la belleza y de modelar el

cuerpo ya eran ideales consolidados, y en el que el movimiento feminista brasileño y el

movimiento hippie cuestionaban los estándares de “ser mujer” vigentes, surgieron nuevas

formas de relacionarse con los ideales de belleza. Al cuestionarlos, esos movimientos

contribuyeron a crear nuevos hábitos y, por lo tanto, nuevos públicos, nuevos consumidores:

la belleza ya no se le ofrece a cualquier mujer, sino a la mujer emancipada. Ideales como el de

la individualidad, la novedad y la libertad emergieron como símbolos de belleza. Esas nuevas

relacionas con la belleza, además de por la televisión, eran difundidos por gran número de

revistas femeninas, como por ejemplo la revista Nova. Es interesante observar que la “nueva
138

mujer”, que piensa, juzga y decide también está preocupada por su apariencia, o sea que lo

que se nos dice es que una mujer emancipada también debe ser bella. Además del propio

consumo, otro objetivo vinculado a esas revistas era la reafirmación de un ideal de femineidad

dirigido a la belleza. La emancipación de las mujeres, de sus comportamientos y de sus

cuerpos presentadas en diversas revistas femeninas de los años setenta, se aproximaba

bastante de la tesis defendida años más tarde por Naomi Wolf (1992). Para ella, el mito de la

belleza sustituye al feminismo y a las conquistas de las mujeres.

“Estamos en medio a una violenta reacción contra el feminismo que emplea

imágenes de la belleza femenina como una arma política contra la evolución de la

mujer: el mito de la belleza [...]. A medida que las mujeres se liberaron de la mística

de la domesticidad, el mito de la belleza invadió ese terreno perdido, se expandió

mientras que la mística languidecía, para asumir la tarea de control social” (Wolf,

1992: 11-3).

En las revistas femeninas de la época la libertad que se prometía no alcanzó una crítica

más incisiva sobre la imposición de los estándares de belleza. Lo que se observa con relación

a la belleza es la reafirmación en ellas del discurso de que ser bella es un placer posible, pero

principalmente necesario, para las mujeres. Dos elementos tienen una distinción especial en

esa construcción de la belleza emancipada: la juventud y la delgadez. Ambos, ciertamente no

pueden ser presentados como estándares exclusivos de ese periodo, pues ya eran utilizados

con anterioridad como referencias de belleza, pero lo que diferencia esa perspectiva

encontrada en las revistas femeninas de los años setenta son las estrategias utilizadas parar

promover tales ideales. Ahora, cuidar de la apariencia se considera como un compromiso

personal, lo que es un hecho diferencial si lo comparamos con los textos publicados hasta los

años sesenta, cuando la mujer se hacía bella, básicamente, para su marido. Así, hay una
139

especificidad de estas representaciones de la belleza en los años setenta: es importante ser

bella para sentirse segura, confiada, conseguir ánimo y alegría de vivir.

Fue en medio de esas imágenes de mujer y de cuerpo femenino, envueltas por las

ideologías sexuales, de clase y raciales dominantes, y difundidas por los diferentes mass

media, que las artistas Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Lygia Clark, Lygia Pape,

Regina Vater, Letícia Parente y Sonia Andrade, realizarán sus representaciones plásticas y/

visuales sobre lo cuerpo y con el cuerpo (el del/la espectador/a y el suyo propio). Lo que nos

gustaría comprender es si en sus obras estas artistas reflejan y legitiman el orden establecido

en lo que se refiere a la mujer y al cuerpo femenino, o si lo descostruyen o incluso lo

subvierten (Méndez, 2006). Con ese objetivo en mente, en el próximo epígrafe realizaremos

la lectura de las representaciones neofigurativas que abordan el tema del embarazo

desarrolladas por Anna Bella Geiger y Regina Vater, y las de la mujer como objeto sexual

realizadas por Vater y Anna Maria Maiolino.

3.2 Representaciones neofigurativas del cuerpo femenino: Anna Bella Geiger, Anna Maria

Maiolino y Regina Vater

“Soy una artista que pasa a limpio. Soy una artista toda contaminada”
(Anna Maria Maiolino, 2015)

En el Brasil de los años sesenta, cuando ya se vivían tiempos de dictadura militar en

un país en el que pronto surgirán las primeras voces de la segunda ola del movimiento

feminista brasileño, algunas artistas tuvieron un papel destacado en la temática de la

representación del cuerpo femenino, sobresaliendo obras producidas en la primera fase de su

trayectoria profesional por las artistas Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino y Regina
140

Vater. Algunas obras de esas artistas anticipan trabajos más frecuentemente asociados a

posicionamientos que dialogan con el feminismo de los años setenta, incluso por parte de las

citadas artistas tal y como veremos en el último capítulo de esta Tesis. Esas artistas

produjeron sus obras en el ámbito del figurativismo en sus más diferentes manifestaciones,

principalmente en su versión argentina, cuyo marco fue la exposición del grupo Otra

Figuración Argentina (1961), y de la exposición de la Nouvelle Figuration de la Escuela de

París (1964). Esas Novas Figurações, en menor o mayor grado, presentan marcas de la

informalidad y “se concentran en la presentación de la figura humana (rostros, siluetas,

miembros fragmentados, órganos internos y vísceras) y en las relaciones entre el individuo y

el ambiente sociocultural, de las que el artista daba testimonio” (Oliveira, 1994: 157).

Precisadas estas cuestiones, vamos realizar a continuación la lectura de las representaciones

neofigurativas del cuerpo femenino seleccionadas para esta Tesis. Las obras son: Embriões

(1967) de Anna Bella Geiger, Em Azul (1967) y Ipanema (1967) de Regina Vater, y Ecce

Homo (1967) de Anna Maria Maiolino.

Anna Bella Geiger171 es una artista que participó intensamente en el arte brasileño de

los años sesenta. En la primera etapa de su carrera, desarrollada entre los años 1965 y 1968

(periodo en que sufrió influencias de las Novas Figurações en sus vertientes argentina y

francesa), realizó un conjunto de obras, diseños y grabados en los que representaba el aspecto

visceral del cuerpo, tanto masculino como femenino. Esas obras fueron denominadas por el

crítico de arte Pedrosa como pertenecientes a la Fase Visceral172 de la artista, siendo

171
Anna Bella Geiger (Rio de Janeiro - 1933). Graduada en Lenguas Anglosajónicas en la Facultad Nacional de
Filosofía, empezó sus estudios artísticos en los años cincuenta, en el taller de Fayga Ostrower. En 1954 vivió en
Nueva York, donde asistió a clases de historia del arte en el Hannah Levy en el The Metropolitan Museum of Art
(MET) y, como oyente, realizó estudios en la New York University. Al año siguiente regresó a Brasil. Entre 1960
y 1965, participó en el taller de grabados en metal del MAM/RJ donde tres años más tarde empezó a enseñar. En
1969, nuevamente en Nueva York, realiza una exposición individual en la Universidad de Columbia regresando
en 1970 a Rio de Janeiro. En los años sesenta, entre las exposiciones colectivas en las que participó, destacan: I
Bienal Nacional da Bahia, 1966, Belo Horizonte (MG) y Salão da Bússola, 1969, MAM/RJ.
172
El texto de Mario Pedrosa se titula Anna Bella Geiger y fue publicado originalmente en el catálogo de la
exposición de la artista de 1967, en la Galeria Relevo de Rio de Janeiro.
141

desarrollada durante el período en el que la artista abandona la abstracción informal, bajo la

influencia de la Nova Figuração.

Sin embargo, Geiger no comparte la iconografía urbano-popular común a las

tendencias neofigurativas del periodo. “El enfoque de la transición que ocurrió en su trabajo

pasa por la inmersión en el significado profundo de su proceso creativo, perfectamente

coherente con la expresión subjetiva promovida por la informalidad y no por la objetivación

poética de temas socio-políticos” (Navas, 2011:26). En la Fase Visceral, las producciones,

diseños y grabados, literalmente, saltan del plano generando volúmenes. Las piezas realizadas

durante esa etapa se expusieron poco. Entre las obras más conocidas pertenecientes a la fase

Visceral está Embriões (1967) (Imagen 9), objeto de nuestro estudio173, obra en que la artista

representa partes del interior del cuerpo femenino que parecen que fueron recortadas, un

embrión envuelto por la membrana amniótica en color rojo que parece tener

aproximadamente tres a cuatro semanas, y una forma que nos remite a partes de los órganos

reproductores femeninos en tonos marrones, enfatizando que se trata de la representación de

la carne humana.

173
Otro ejemplo de la obra de esa serie es Feminino e Masculino (1967) (ver Anexo D).
142

Imagen 9 – Anna Bella Geiger, Embriões (Fase Visceral), 1967174.


Fuente: Catálogo das Artes (2015: s/p).

El embarazo se representa, no de forma sublime e idealizada, como sucede con

muchas imágenes sobre ese tema presentes en la Historia del Arte, sino desde una perspectiva

femenina “que mira hacia el interior del cuerpo” (Navas, 2007: 26), más cruda, menos

condescendiente. Geiger, en Embriões, aborda el proceso en sí del embarazo desde su propia

experiencia de quedarse embarazada. Sin embargo, eso no significa que la artista, en tanto que

mujer brasileña, no se haya visto sometida, al igual que sus congéneres, a los ideales de lo

femenino dominantes y a la difusión mas mediática de todo lo referido no sólo al cuerpo, sino

a los roles maternos, y a las ideas en torno al embarazo y a la maternidad vigentes en la

sociedad brasileña.

174
Grabado en metal (agua-tinta y relieve), impreso sobre papel, 58 x 51 cm.
143

El tema del embarazo, pero también el de la mujer como objeto sexual, fue explotado

por Regina Vater175 en las series Feminista (1963 a 1966) y Tropicália (1967-1968), que

pertenecen a la primera y a la segunda etapa de su carrera artística desarrolladas durante el

tiempo en que vivía en Rio de Janeiro176. De la primera etapa de su carrera nos llama la

atención la disposición de la artista de nombrarla Feminista, ya que la artista dijo que se

consideraba una “feminista suave” (Trizoli, 2011: 143), tal y como veremos en el capítulo

cuatro. La serie Feminista se caracteriza por la representación constante de figuras femeninas,

construidas con aguadas y dibujos sobre papel, que seguían la Nova Figuração en sus

versiones argentina y francesa. Los cuerpos femeninos representados “ora remiten a una

sensualidad caricaturizada del cuerpo, con mujeres inmersas en una multitud anónima, [...],

ora abarcan las entrañas de ese cuerpo sensual, centrándose en vientres con fetos y órganos

internos” (Trizoli, 2011: 58). En la obra Em azul (1966) (Imagen 10), objeto de nuestro

estudio177, la artista representa dos cuerpos femeninos. Uno de los cuerpos es de una mujer

embarazada, sus formas son voluminosas (cadenas largas y senos grandes), y parte de sus

entrañas aparece a la vista: el vientre y el feto que contiene. Aparece solamente una parte del

rostro de esa mujer, pero no se ven sus brazos y sus piernas. La representación se focaliza

sobre el vientre con el feto y sobre los senos. El otro cuerpo femenino es representado como

mucho más delgado, con caderas y senos menores. No obstante la cabeza, las manos y los pies

fueron suprimidos de la representación puesto que ésta se centra en las partes sexuadas del
175
Regina Vater (Rio de Janeiro, 1943- ). Estudió diseño y pintura en el taller de Frank Schaeffer, entre 1958 y
1962, y con Iberê Camargo, de 1962 a 1965, en Rio de Janeiro. A principios de la década de los sesenta, ingresó
en la Facultad Nacional de Arquitectura, actual Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad
Federal de Río de Janeiro - FAU/UFRJ, donde permaneció hasta 1964. Entre las manifestaciones colectivas de
las que participó en los años setenta, destacamos: I Bienal Nacional de Artes Plásticas da Bahia (1966).

176
En el inicio de los años setenta trabaja como auxiliar de dirección en las agencias de publicidad DPZ y MPM.
Aunque hubiera comenzado a realizar investigaciones más conceptualistas como los dibujos de la serie Nós
(1973), vuelve a realizar representaciones neofigurativas como el Tríptico nós (1972) y Mulher em nós 1, 2 e 3
(1973). Regina Vater volvió a la figuración “debido a su inseguridad en mostrar sus experiencias plasmándolas
en bolsas de pan y embalajes industriales” (Trizolli, 2011: 130), opciones próximas a las propuestas críticas
conceptualistas. Con el Tríptico Nós, recibe en 1972 un premio un viaje al exterior concedido por la Unión
Nacional de Arte Moderna de Brasil, y se traslada a Nueva York en 1973.
177
Otras ejemplo de la serie es Mulher em Azul (1966), (ver Anexo E).
144

cuerpo femenino (los senos y las nalgas). También hay rostros de hombres que observan el

cuerpo que expone ante quien desee verlo el vientre y el feto.

Imagen 10 – Regina Vater, Em azul (Serie Feminista), 1966178.


Fuente: Trizoli (2011: 62).

En esa obra, al representar el cuerpo de una mujer embarazada, aunque se vuelva hacia

el interior del cuerpo dejando el útero y el feto a “la vista”, en contraposición a otro cuerpo

femenino en toda su sensualidad, pone de manifiesto el discurso dominante sobre la

formación de la identidad y la cultura brasileña en los años sesenta: la mujer como

reproductora y objeto sexual (Bassanezi, 1996).

En la etapa denominada Tropicália (1967-1968)179, una figuración también

influenciada por la Pop Art, Regina Vater empezó a trabajar con la representación del cuerpo

178
Aguada sobre papel, dimensión (no identificada).
145

femenino a partir de la publicidad, de las canciones de la Música Popular Brasileña (MPB), y

de otros estereotipos del ser brasileño y de la feminidad que como hemos visto circulaban en

los mas media de los sesenta, con el fin de criticar su construcción y su normalización.

En Ipanema (1968) (Imagen 11), objeto de nuestro estudio180, serigrafía realizada a

partir de una estructura compositiva de colores saturados y contrastantes, Regina Vater realiza

un juego de palabras con el título y los símbolos existentes en el trabajo, el ideal de cuerpo

femenino representado y el paisaje en el que se inserta, remitiendo a la construcción del mito

de la Garota de Ipanema y también a que Brasil es un País Tropical181. La obra representa el

cuerpo femenino de una mujer blanca, con cintura marcada, cadera rotunda y senos grandes.

La mujer está en una pose sensual. No obstante, la cabeza, las manos y los pies fueron

suprimidos de la representación, puesto que ésta se centra en las partes sexuadas del cuerpo

femenino: los senos y las nalgas. El cuerpo femenino representado está rodeado por un paisaje

tropical, paradisíaco, la puesta del sol en la playa, evocando un mito todavía hoy muy

difundido, el de que Brasil es un País Tropical. Un aspecto de ese paisaje, un rayo de sol,

parece cortar parte de ese cuerpo, al nivel de la cintura, como si éste fuera una ventana con

vistas a un paisaje tropical.

179
Esa fase evidencia el interés de la artista en representar la realidad nacional. Pensamiento ese ya manifestado
en la instalación Tropicália (1967), de Hélio Oiticica, y en el movimiento musical conocido como Tropicalismo,
cuyos principales representantes eran Gilberto Gil y CaetanoVeloso.
180
Dentro do útero (1967), es la obra que marca la transición para la serie Tropicália. (ver Anexo F).
181
Ese mito es comúnmente utilizado para explicar la exposición de los cuerpos, por parte principalmente de las
mujeres brasileñas, la obsesión por las formas perfectas – el calor tropical.
146

Imagen 11 – Regina Vater, Ipanema (Serie Tropicália), 1968182.


Fuente: Trizoli (2011: 80).

En esa obra la artista pone de manifiesto una de las representaciones más difundidas

de la mujer brasileña en tanto que objeto sexual, incluso en otros países a través de la agencia

turística EMBRATUR, la del mito en torno a la construcción de la Garota de Ipanema,

símbolo de la belleza y la sensualidad de la mujer brasileña. La ausencia de rostro, que es lo

que singulariza visualmente la identidad de los individuos, y el hecho de que su vientre tenga

un corte que se abre así al paisaje paradisíaco del fondo, la puesta del sol en la playa, refuerza

la idea de la representación de la mujer brasileña como objeto sexual, como un ornamento

para el deseo ajeno, sobre todo para los turistas.

El tema de la mujer como objeto sexual también fue explorado por Anna Maria

Maiolino183 en Ecce Homo, obra realizada en 1967en la primera etapa de su carrera artística.

182
Silk-screen (serigrafía), dimensión (no identificada).
183
Anna Maria Maiolino (Italia, 1942). En 1954, debido a la escasez provocada por el posguerra, se trasladó a
Caracas, Venezuela, donde estudió en la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas, entre 1958 y 1960. Al llegar
a Rio de Janeiro en 1960, se inscribió en el taller libre de la Escola Nacional de Belas Artes. Allí estaba el centro
de referencia del linograbado en Brasil, en el que Oswaldo Goeldi (1895-1961), el grabador más importante del
país, impartía sus cursos junto a su discípulo, Adir Botello, profesor de Maiolino. La escuela era el centro
147

Durante esa etapa, señala Maiolino, la experiencia de las mujeres y la represión militar

formaban parte de su vida cotidiana (citada por Tatay, 2010: 41), repercutiendo también en

sus representaciones que seguían las tendencias Neofigurativas en alza, en sus vertientes

argentina y francesa 184. En Ecce Homo (1967)185 (Imagen 12), la artista representa sobre una

parte de la imagen de un corazón un cuerpo masculino y otro femenino, muy próximos, como

queriendo poner en evidencia una relación afectiva entre los dos. Ese aspecto puede ser

observado gracias a la posición de los cuerpos, los dos están de frente, pero sus cabezas miran

hacia el costado, uno en dirección al otro. Un pequeño corazón está representado arriba de sus

cabezas. El cuerpo masculino es representado en su interioridad (disecado, expuesto, abierto).

Ese cuerpo es representado hasta la altura en la que empiezan los órganos genitales,

subrayándose en rojo las vísceras de su cerebro, su corazón y aparato digestivo. En lo que

concierne al cuerpo femenino, éste es representado en su exterioridad, en su sensualidad. Un

cuerpo semidesnudo, en ropa interior y con los cabellos al viento. La artista ha suprimido los

brazos, y el cuerpo femenino es representado casi hasta la altura de las rodillas. Ambos los

cuerpos están cortados por un plano en negro en el que está escrito el título de la obra: Ecce

Homo (Eis o homem).

carioca de elaboración de la Nova Objetividade Brasileira, con fricciones provocadas por el Pop Art y el Novo
Realismo y donde se reunían artistas como Rubens Gerchman, (con quien la artista se casaría), Roberto
Magalhães y Antonio Dias. En los años sesenta, entre las manifestaciones colectivas en las que participó,
destacan: Opinião 65; Opinião 66 y I Bienal Nacional de Artes Plásticas da Bahia (1966).
184
En otras obras de ese período, la artista trata de las relaciones afectivas a partir de la experiencia femenina,
especialmente del amor, la vida familiar. Esas temáticas están presentes en linograbados como Minha Família
(1966), A Família (1966), O bebê (1966), A Espera (1967) y en los objetos Khem! y Coração de mãe (1967).
Hay obras que hablan de las relaciones extramatrimoniales, un ejemplo es Os Amantes (1966). (ver Anexo G).
185
La obra fue expuesta en 1967 en la Galería Goeldi, en Rio de Janeiro, y en la Muestra Nova Objetividade
Brasileira.
148

Imagen 12 – Anna Maria Maiolino, Ecce Homo, 1967186.


Fuente: Maiolino (2007: 75).

En esta obra, la artista enfatiza el aspecto racional del hombre al representar el interior

del cuerpo masculino, subrayando los meandros de su cerebro, y la mujer como objeto sexual,

el cuerpo femenino en su exterioridad, un cuerpo joven, delgado y con biquini que prodiga

sensualidad y que nos hace rememorar el cuerpo de la Garota de Ipanema. El hecho de que dé

la sensación de que existe una supuesta relación afectiva entre los dos, lo que se evidencia

mediante el símbolo del corazón, también pone de manifiesto una de las visiones más

dominantes en la sociedad y cultura brasileña en el período, incluso en una relación afectiva,

la del hombre como ser racional y la de la mujer como ser emotivo.

Los temas planteados en las obras de las artistas que acabamos de presentar también

empezaron a ser discutidos por las “primeras voces” del movimiento feminista brasileño de

186
Linograbado, edición 20, 38,5 x 25 cm.
149

los años sesenta. Feministas como Carmen da Silva, Heleieth Saffioti y Rose Marie Muraro.

criticaban los papeles tradicionalmente asignados a la mujer brasileña en el período,

principalmente el de madre, esposa y ama de casa. El tema de la maternidad, era

comprendida por las feministas brasileñas como una opción, y no como una obligación.

Empiezan a reivindicar en aquel periodo la posibilidad de ser madres, o de no serlo y, más

adelante, en los años setenta, lucharán por la despenalización del aborto.

Anna Bella Geiger en Embriões y Regina Vater en su obra En Azul no fueron

indiferentes ante ese debate. La producción de esas artistas se localiza en un contexto en el

que artistas mujeres empiezan a representar la maternidad, incluso el embarazo, desde una

perspectiva diferente a la surgida de la mirada masculina, aspecto ese que se afirmará en

finales de los años sesenta con la emergencia del "arte feminista". Fue a partir de finales de

los años sesenta que la primera generación de artistas feministas propondrá la descolonización

del cuerpo femenino liberándolo del peso de la construcción masculina. Esta propuesta las

lleva a plantearse el tipo de imágenes que les evoca el hecho de sentirse mujer. Crean así un

“imaginería del vacío central” en la que hacen uso de formas creadas a partir de un centro

como metáfora del cuerpo femenino. Plantean un “arte vaginal” o “arte uterino”, un “arte

coño” (Méndez, 2010) como tema central de una imaginería que trata de revalorar la anatomía

femenina, desvalorizada por la cultura patriarcal. La crítica a esta opción es la de quedes de

ese imaginario se confinaba a la mujer en su identidad biológica. Por ese motivo, esa primera

generación de artistas feministas entre las que destacan Judy Chicago, Miriam Schapiro y

Nancy Spero, son duramente criticadas por considerárseles “esencialistas” ya que no se puede

reclamar una sensibilidad femenina restringiéndola a la esfera de la anatomía femenina

(Chadwich, 1992; Prada, 2000).

La reducción de la mujer a un mero objeto sexual sometido al deseo del sujeto

masculino, imagen muy difundida por los medios de comunicación de masas existentes en la
150

época en Brasil y basados en los estereotipos ya mencionados (la Garota de Ipanema, la

mulata, etc.), también empezó a ser debatida por las feministas brasileñas en el período187.

Regina Vater en Tropicália y Anna Maria Mariolino en Ecce Homo también fueron pioneras

en la producción de un discurso que pone de manifiesto la construcción de los estereotipos

femeninos que reducen a la mujer a un mero objeto sexual, temática que será uno de los temas

del “arte feminista”. Sin embargo, sus representaciones no consiguen deconstruir la imagen

que se proponen criticar.

En el próximo epígrafe realizaremos la lectura de las proposiciones que suscitan la

participación del espectador en la obra, desarrolladas por las artistas Lygia Clark y Lygia Pape

y cuyo tema es el nacimiento/renacimiento.

3.3 El cuerpo del espectador como objeto y soporte de significación: las experiencias pioneras

Lygia Clark y Lygia Pape

“El arte no consiste en un objeto para que usted lo mire, lo


considere bonito, sino en una preparación para la vida”
(Lygia Clark, s/f)

"El arte, para mí, es mi forma de conocimiento del mundo”

(Lygia Pape, s/f)

Las experiencias de las artistas Lygia Clark y Lygia Pape, con relación a la

participación del espectador y abierta a individuos de ambos sexos y de diferentes clases

sociales y origen étnico, surgen en el Neoconcretismo. En la crítica al Concretismo de São

Paulo las artistas concretistas de Rio de Janeiro Lygia Clark y Lygia Pape, reunidas alrededor

del Grupo Frente (1954-1957), junto a Hélio Oiticica, protagonizaron el movimiento

187
Ese tema ganará más espacio en el interior del movimiento a partir de los años ochenta.
151

Neoconcreto (1959-1961) y propusieron un nuevo estatuto de la obra de arte. Esa nueva forma

de pensar sobre la constitución de la obra y su relación con el espectador sentó la primera base

conceptual para pensar el aspecto político y de contestación del cuerpo en el arte brasileño de

los años sesenta y setenta. A diferencia “de los artistas del body art europeos o

norteamericanos, como Chris Burden, Vito Aconcei, o Gina Pape, que mordieron, hirieron o

incluso mutilaron el propio cuerpo, en Brasil fue sobre todo en el contexto político en el que

actuaron los artistas en aquel momento” (Freire, 2006: 150). Entre otros fundamentos, los

artistas brasileños citados propusieron que la experiencia estética yuxtapusiese la lectura

semántica e interactiva de la obra a la experiencia sensible y perceptiva del espectador. Para

comprender la obra, no se requería sólo la visión del espectador, sino la intervención de todo

su cuerpo. La aprehensión estética de índole participativa, buscada en la fenomenología de

Merleau-Ponty (1994)188, cuestionaba los estándares de la simple contemplación distanciada

de la obra de arte. La obra se configuraba ontológicamente junto a la vivencia sensorial, y el

cuerpo del espectador era activado y se le pedía una participación efectiva en el juego

estético, pues, de otra forma, la obra de arte, ahora denominada no-objeto (Gullar, 2004), se

mantenía “muda”. Esas experiencias adquieron una importancia fundamental en la producción

de las artistas Lygia Clark y Lygia Pape, artistas que suscitan la participación del espectador

en la obra.

Para comprender la importancia que adquirirá el cuerpo del espectador en tanto que

objeto y soporte de significación en las proposiciones de las dos artistas citadas debemos

188
"El cuerpo es la obra y su lenguaje es poético". Es lo que afirmaba Merleau-Ponty, filósofo que, en los
setenta, cuestionaba la objetualización y la instrumentalización del cuerpo humano. En su obra de mayor
proyección en Brasil, Fenomenologia da Percepção, su proyecto fue destacar el sentido del cuerpo y de lo
sensible como realidad esencial del ser humano. Para él, el cuerpo no es una cosa, ni una idea, es movimiento,
sensibilidad y expresión creadora. Entendía el cuerpo como sujeto en sí, diferente de una herramienta y sus
funcionalidades. Por medio del movimiento corporal se manifiesta un lenguaje de lo sensible y del silencio con
el cual se permite la reflexión del cuerpo y un nuevo arreglo para la comunicación y el conocimiento. Merleau-
Ponty defendía que, dado que el gesto es la primera forma de comunicación del Ser, se puede hacer una lectura
expresiva de la dimensión poética.
152

detenernos en las investigaciones de Hélio Oiticica189 que participó intensamente del

movimiento neoconcreto190, ya que éstas propusieron nuevos parámetros para pensar el

cuerpo que fueron compartidos por Lygia Clark y Lygia Pape. Hélio Oiticica, en Núcleos

(1960), también denominados Manifestações Ambientais y Penetráveis, propone unas placas

de madera pintadas con colores cálidos colgadas del techo mediante hilos de nylon y, tanto el

desplazamiento del espectador como el movimiento de las placas forman parte integrante de

la experiencia estética. Sin embargo fue a partir de los Bódiles (1963), recipientes que

contienen pigmento, resultado de la voluntad de dar cuerpo al color y de añadirle a la

experiencia visual otros estímulos sensoriales, desde donde el artista desarrolló su

preocupación por la participación del espectador en la obra. La participación del espectador

en la obra de Hélio Oiticica es explorada más radicalmente con los Parangolés, presentados al

público por primera vez en 1965191. Pensados como modalidades denominadas tiendas, capas

y estandartes, entre otras, los Parangolés eran utilizados por los espectadores que realizaban

acciones corporales. La experiencia del espectador y la actuación del artista, conducidas a

través de la vivencia de los objetos Parangolés, también se abría a situaciones en el espacio

real. Al desplazarse de la idea única del objeto/obra, el Parangolé agregaba elementos del

paisaje social. La apropiación del artista se identificaba con el carácter estructural organizado,

herencia de la mirada constructiva, en arquitecturas populares y en el carácter de la reunión

social de sujetos en situaciones de celebraciones, reuniones y rituales.


189
Hélio Oititica, (Rio de Janeiro, RJ, 1937-1980). Estudió pintura y diseño con Ivan Serpa en el MAM/RJ en
1954. Ese año, escribió su primer texto sobre artes plásticas. A partir de entonces, dejar por escrito sus
reflexiones sobre el arte y su producción se vuelve un hábito. En 1957 dio inicio a una serie de guaches sobre
papel, denominados en los años setenta Metaesquemas. Esas pinturas geométricas son importantes porque ya
presentaban el conflicto entre el espacio pictórico y el espacio extra-pictórico, anticipando la posterior
superación del cuadro. En 1959, el artista comenzó a realizar obras que marcaron el inicio de la transición del
lienzo hacia el espacio ambiental. Bilaterias (chapas monocromáticas pintadas con témpera u óleo y
suspendidas con hilos de nylon) y los Relevos Espaciais, sus primeras obras tridimensionales.

190
Aunque participara en la 1ª Exposição Neoconcreta ni habiendo firmado el Manifesto Neoconcreto, participa
en la 2ª ExposiçãoNeoconcreta en Rio de Janeiro en 1969.
191
Esa manifestación consistía en una protesta del artista en contra de un hecho ocurrido en la inauguración de la
muestra Opinião 65, en el MAM/RJ, cuando se impidió entrar a sus amigos, miembros de la Escola de Samba
Mangueira de Rio de Janeiro.
153

“El objeto, para decirlo mejor, el probjeto (tomando como préstamo la

denominación dada por Rogério Duarte) se vuelve efectivamente una estructura de

inspección. O sea, un objeto es dado a la participación, a la manipulación y al uso por

parte del espectador y, a partir de entonces, como lo definía Hélio Oiticica, se

transforma en un espacio poético táctil. Pero hay que señalar que no se trataba de una

participación programada, pues existía en la medida en que la obra y todas sus

relaciones externas estaban siendo consideradas como una estructura viva, no

permanente y en movimiento mutante” (Melin, 2008: 24).

Las cuestiones suscitadas por Hélio Oiticica con los Parangolés, condujeron a

manifestaciones ambientales entre las que destacan Tropicália, en 1967192, Apocalipopótese,

en 1968193 y Éden, en 1969194. Además de Hélio Oiticica, las proposiciones realizadas por

Lygia Clark y Ligia Pape también contribuyeron a concretar el cuerpo como propuesta

artística, además de provocar reflexiones sobre los roles y identidades de sexo/género.

En lo que concierne a Lygia Clark195 hay que destacar que gradualmente cambiará la

pintura por la experiencia con propuestas participativas, como la serie Bichos de 1960. Se

trata de construcciones metálicas geométricas que se articulan mediante bisagras y que

requieren la participación del espectador. La investigación y propuesta artística Caminhando

192
Como vimos en la Parte I, esa obra fue una de las inspiraciones del movimiento musical conocido como
Tropicalismo.

193
Tal y como veremos en la manifestación colectiva Apocalipopótese en el Aterro do Flamengo, en 1968, en
Rio de Janeiro, además de presentar Hélio Oiticica sus Parangolés, Lygia Pape presentó la acción Ovo.
194
El Projeto Éden, compuesto por Tendas, Bódiles y Parangolés, propuestas abiertas a la participación y
vivencias individuales y colectivas, se presentó en Londres, en 1969, en la Whitechapel Gallery. Esa exposición
fue organizada por el crítico inglés Guy Brett y fue llamada Whitechapel Experience y considerada su mayor
exposición en vida.

195
Lygia Clark (Belo Horizonte-MG, 1920 – Rio de Janeiro-RJ, 1988). Entre 1950 y 1952 vivió en París, donde
estudió con Fernand Léger, Arpad Szenesy con Isaac Dobrinsky. Al regresar a Brasil, pasó a integrar el Grupo
Frente en 1954. Lygia Clark es una de las fundadoras del Grupo Neoconcreto y participó en su primera
exposición en 1959. También participó en las principales manifestaciones colectivas realizadas en ese período:
Opinião 66 (1966), MAM/RJ; Nova Objetividade Brasileira (1967) MAM/RJ; Primeira Bienal da Bahia (1966),
Belo Horizonte (MG); Vanguarda Brasileira (1966), Belo Horizonte (MG); O artista Brasileiro e a Iconografia
de massa, (1968), Escola de Desenho Industrial do RJ.
154

(1964) es la obra que marca esa transición puesto que a través de ella quería promover la

acción del sujeto en el espacio-tiempo real196. A partir de Caminhando empezó a realizar

trabajos centrados en el cuerpo, que buscaban ampliar la percepción, despertar la memoria, o

provocar diferentes emociones. En esos trabajos Clark cumple el rol de proponer o de facilitar

las experiencias del espectador. En la etapa Nostalgia é o corpo (1966), la participación del

espectador cobra una nueva dimensión: la obra empieza a migrar del acto hacia la sensación

que provoca en quien la toca. Además de no reducirse a su visibilidad, la obra se realiza en la

relación sensible que se establece entre ella y quien la manipula (Rolnik, 1999). De esa fase

destacamos los siguientes trabajos, todos ellos de 1966: Pedra e Ar, Livro sensorial, Pingue-

pongue, Desenhe com o dedo, Água e conchas, Respire comigo, Diálogo de mãos, Natureza

(Estrutura cega). En la fase A casa é o corpo (1967-1969), Lygia Clark creó objetos que sólo

podían explorarse si el receptor los vestía. El objeto se integra al cuerpo como una extensión

que tiene el poder de hacer que el centro de la atención subjetiva sea la microsensibilidad,

oposición con la macropercepción. Algunos de los objetos de esa etapa son elaborados para

ser vividos individualmente, como las series Máscara abismo (1968), Máscara sensorial

(1967-68), Luvas sensoriais (1968), o Óculos (1968) y Camisa-de-força (1969). Otros objetos

deben vivirse en pareja como la serie de 1967 Roupa-corpo-corpo-roupa que incluye entre

otros trabajos, O eu e o tu e Cesariana, Diálogo: Óculos (1968) y Casal (1969). La

instalación A casa é o corpo (1968) también es de ese período197, y en la fase Corpo é a casa

(1968-1970) los objetos estaban destinados a ser experimentados en grupo pasando muchos

de ellos a formar parte de otras propuestas. De esa fase destacamos: Arquiteturas Biológicas I

196
En Caminhando el participante crea una cinta de "Moebius" (creada por el matemático alemán August
Ferdinand Moebius): corta una tira de papel, dobla las extremidades y une las dos puntas. Después, la corta a lo
largo, de forma continua y, mientras lo hace, la tira se desdobla en entrelazados cada vez más estrechos y
complejos. Surge un espacio sin anverso o reverso, frente o revés, sólo por el placer de recorrerlo y, de esa
forma, él mismo realiza la obra de arte.
197
Entre 1967 y 1968, Lygia Clark desarrolló sus proyectos para propuestas existencialistas (entre las cuales,
Campo de Minas y Cintos-diálogos) y para películas (Convite à viagem, Filme Sensorial Westerne O homem no
centro dos acontecimentos).
155

y II, serie de 1968-1970, que incluye, entre otras variaciones, Ovo mortalha

(1968)/Nascimento I y II (1969) y la serie Estruturas Vivas (1969) que incluye, entre otras

variaciones – Diálogos (1969)198.

El crítico de arte Paulo Herkenhoff y la escritora y crítica literaria Heloísa Buarque de

Holanda, consideran a Lygia Clark como “la primera artista radical en el arte brasileño”

(Herkenhoff & Hollanda, 2006: 33), al desplazar continuamente las fronteras y las categorías

estables del arte y de la esfera política:

“La maniobra que Lygia Clark realizó en la esfera política en un momento en

el que las mujeres estaban -en cierto modo- bloqueando sus demandas más

personales, como el tema del cuerpo, en favor de una posición política más dirigida

hacia la defensa de sus derechos sociales, fue la de abordar -de forma directa e

incisiva- temas del universo privado (cosas, entonces, no muy bien vistas),

principalmente en la relación entre el yo y el otro.¿Cómo debe conceptualizarse ese

movimiento de Lygia Clark? ¿Como una transgresión programada de los límites del

arte? ¿Como una aproximación al psicoanálisis? ¿Como un gesto político feminista

avant la lettre? ¿Dónde insertar la condición inédita contextual de su preocupación

por el yo y el otro?”(Herkenhoff & Holanda, 2006: 33).

Entre las obras que tratan temas relacionados con su preocupación por “el yo y el otro”

destaca la serie Roupa-corpo-corpo-roupa (1967), compuesta por las obras O eu e o tu y la

instalación A casa é o corpo (1968), todas de la fase A casa é o corpo (1967-1969). Sin

embargo en esta Tesis seleccionamos únicamente aquella que hace posible al espectador vivir

la experiencia del nacimiento/renacimiento: la obra A casa é o corpo.


198
Entre 1970 y 1976, período en que vivió en París, desarrolló la fase Corpo Coletivo (1972-75). En esa fase
el carácter colectivo de los trabajos que Lygia Clark había desarrollado en la fase O Corpo é a Casa incorporan
un elemento nuevo: se elige a uno de los miembros del grupo para someterse a la determinación de los demás,
utilizando los objetos que la artista crea con esa finalidad. Algunas de esas propuestas son: Baba Antropofágica
(1973), Canibalismo (1973), Túnel (1973), Viagem (1973), Rede de Elásticos, Relaxação (1974-1975) y Cabeça
coletiva (1975). Esa fase fue renombrada como Fantasmática do Corpo en 1974.Y fue justamente esa
experiencia que la llevó a crear la Estruturação do Self (1976-84), cuando regresó a Brasil y desarrolló un
trabajo visto por muchos como “oficialmente” terapéutico.
156

A Casa é o Corpo (Imagen 13) fue concebida por Lygia Clark el mismo año en el que

empieza el período más duro de la dictadura militar, cuando fue promulgado el AI-5, en 1968.

La obra fue instalada por primera vez en el MAM/RJ y el mismo año representó a Brasil en la

Bienal de Venecia199. Se trata de una gran instalación interactiva que simula con materiales

simples el proceso de reproducción humana, y está formada por los ambientes llamados por la

artista penetração, ovulação, germinação y expulsão. Con esta obra Clark pretendía ofrecer a

los espectadores la experiencia de estar en el interior del cuerpo, de vivir la experiencia desde

la fecundación hasta el nacimiento. La obra está compuesta por dos cubos de dos metros y

medio, hechos con un tejido negro estirado sobre marcos de madera, separados por una cúpula

de plástico transparente en forma de gota.

Imagen 13 – Lygia Clark, A Casa é o Corpo, 1968200.


Fuente: Clark (1980: 33).

199
Como un evento patrocinado por el Estado y gran visibilidad en la escena internacional, la Bienal de Venecia
en 1968 se ha convertido en una diana para las intervenciones políticas que reflejan el descontento social de
muchas naciones occidentales. En un intento por frustrar los esfuerzos de los activistas, se inauguró la
exposición bajo protección policial y varios artistas que como Clark, habrían sido convidados para representar
sus países de origen, protestaron. Taparon sus trabajos con pancartas contra la guerra, colocaron sus trabajos de
espaldas al público o se retiraron de la exposición.

200
Exposición en el Museu de Arte Moderna do Rio de Janeiro (MAM/RJ), 1968.
157

El espectador- o el participante, como Clark se refería a aquellos que interactuaban

con su arte -, tenían que entrar por el lado izquierdo de la instalación a través de una abertura

en el tejido, y realizar una inmersión en un ambiente de relativa oscuridad. A la entrada, así

como en los compartimentos de los distintos ambientes, había tiras elásticas tensadas que el

visitante debía empujar para pasar, como si se tratara de un himen complaciente. Este cubo se

divide en dos ambientes: el primero, titulado “penetración”, está lleno de globos blancos que

causan una sensación de claustrofobia. Los participantes se convierten en uno solo, en un mar

de esperma, hacinados en un pequeño espacio que favorece el movimiento rápido,

posicionándose como el espermatozoide que tiene la mejor oportunidad de alcanzar el óvulo.

“Ovulación”, el segundo ambiente, también es oscuro, con un suelo elástico, y en él el

participante asume el rol femenino de un óvulo que viaja a través de la trompa de Falopio. El

corredor oscuro, la presión de los globos, acompañado por la ausencia de coerción espacial y

un suelo que se mueve con el peso del cuerpo, todo contribuye a que los participantes sean

especialmente consciente de los límites entre el yo y el otro, o de la falta de ellos.

“Germinación”, la tercera etapa de A Casa é o Corpo, se caracteriza por el regreso del

participante a la luz, donde éste se encuentra encapsulado en una cúpula de plástico

transparente. El participante puede ver y dejarse ver, escuchar y ser oído, aunque de una

forma más velada debido a la membrana de plástico. El hecho de la germinación ocurre en un

espacio iluminado y también contribuye a que el participante tome conciencia de centralidad y

de esa sensación (la de germinar) por su experiencia de estar en el mundo. En la parte final de

A Casa é o Corpo, el participante vuelve a la relativa oscuridad de la “expulsión” dentro del

segundo cubo negro. Se compone éste en un corredor que se ha convertido en cada vez más

estrecho, y la sensación de presión dentro del espacio aumenta a medida que la salida se

aproxima. El suelo está cubierto de pequeñas bolas de plástico que sugieren, vagamente, la

textura del canal del parto, y la salida, los labios vaginales, está cubierta por las tiras de hilos
158

y tejidos, pareciendo pelos, que van del techo al suelo y que mantienen el ambiente oscuro. A

la salida el participante se encuentra frente a un espejo deformador (Imagen 14). El espejo, al

reflejar la imagen del participante, intenta hacerle ser consciente de su renacimiento, y de que

es un sujeto activo en el proceso de su propio nacimiento/renacimiento.

Imagen 14 – Lygia Clark, A Casa é o Corpo (detail), 1968201.


Fuente: Clark (1980: 33).

En A Casa é o Corpo Lygia Clark, al tematizar el retorno a los órganos reproductivos

femenino, puede llevarnos a pensar que la obra reproduce uno de los principales roles

atribuidos a la mujer brasileña en los años sesenta: el de reproductora. Sin embargo, los

laberintos por los cuales el participante pasa evidencian que la obra desafía conceptos

normativos de género, tal y como vamos a demostrar. Cuando el participante sale del primer

cubo negro, “penetración”, “tendrá que desempeñar papeles masculino y femeninos -

201
Exposición en el Museu de Arte Moderna do Rio de Janeiro (MAM/RJ), 1968.
159

penetrador, esperma y óvulo” (Dawson, 2005: 178). Esa fusión de papeles entre ambos sexos

es de particular importancia en el contexto de los años sesenta, periodo en el que empieza a

emerger la contracultura brasileña, la segunda ola del movimiento feminista brasileño y, con

ello, las primeras voces, así como los primeros cuestionamientos de los roles e identidades de

sexo/género. En la fase “germinación”, el participante toma una posición que no es ni

masculina ni femenina, está allí como un feto aún sin sexo ni género, sumergido en el líquido

amniótico, momento en el que todas sus necesidades estaban satisfechas. Allí el participante

vivencia un momento que antecede a la diferenciación sexual, es decir, un momento previo a

la “existencia dictada por jerarquías construidas en torno a la diferencia de sexo/género”

(Dawson, 2005: 180).

A casa é o corpo Clark propicia por medio del nacimiento/renacimiento una

experiencia alternativa que rompe con la distancia entre las diferencias de sexo/género. En ese

aspecto, y tal y como indica Dawson (2005) podemos plantear que Clark, al “desarrollar otros

deseos o marcos de referencia para la experiencia, [...] que no sean inmediatamente

identificados por el sistema de poder, permite al sujeto asumir el control de su propia

experiencia” (Dawson, 2005: 178-179). Es probable que el participante medio no tuviera

conciencia del potencial de transformación disponible en la obra de Clark. Sin embargo,

existe la posibilidad de que la obra de Clark pueda despertar un deseo latente en el

participante y que este reconocimiento pueda celebrarse más allá de los límites de la galería o

del contexto del Museo, incluso en su propia casa y por medio de su propio cuerpo. A todo

esto hay que añadir que la obra, al haber sido realizada en el mismo año en el que fue

promulgado el AI-5, en 1968, también puede pensarse como una posibilidad de que, por lo

menos durante algunos instantes, el participante tuviera la oportunidad de buscar un refugio,

puesto que “bajo la dictadura militar, el sujeto no tiene ninguna ilusión de libertad física o

psicológica. La tortura, campo en el que el aparato militar brasileño era considerado


160

ampliamente innovador, era practicada especificamente contra el aparato sensorial de tal

modo que se minara el control del sujeto sobre el cuerpo y la mente” (Dawson, 2005: 182).

Como hemos dicho en al iniciar la presentación de Clark, al principio, la experiencia

propiciada por la artista en A Casa é o Corpo, pueden experimentarla participantes del sexo

masculino y femenino de cualquier clase social y origen étnico. Sin embargo, en el Brasil de

los años sesenta, las instituciones culturales (museos, galerías, centros culturales) no eran muy

frecuentadas por personas de la clase social baja que en la época estaba en su mayoría

formada por personas negras e indígenas debido, entre otros factores, a nuestro pasado

histórico de esclavitud y exclusión racial. Otras obras de Clark como Arquiteturas Biológicas:

Nascimento I y II (1969) y Ovo-mortalha - serie Corpo é a casa (1968-1970) y, Túnel (1973)

– Corpo Coletivo (1972-75), también tratan de la cuestión del nacimiento y renacimiento y, en

el caso de Cesariana - serie A Casa é o Corpo (1968-1970), de la participación masculina en

el parto202.

La experiencia del nacimiento/renacimiento también fue propuesta por Lygia Pape en

su obra Ovo, realizada en 1967. La participación del espectador en la obra de Pape203 tiene su

origen en el período durante el que participó en el Concretismo204 y en el Grupo Frente,

cuando idealizaba en 1958, junto a Reynaldo Jardim, el Ballet Neoconcreto I -experiencia

pionera en su obra en la que utiliza el cuerpo de las bailarinas como motor para que las formas

(figuras en forma de cilindro y adoquines) se desplacen por un escenario negro. El aspecto

202
Baba Antropofágica, un trabajo hecho por Clark en 1973, también aborda temas como el
nacimiento/renacimiento, pero ponen en primer plano el proceso de la muerte como una condición necesaria para
el nacimiento/renacimiento de la conciencia. (ver Anexo H).

203
Lygia Pape (Nova Friburgo, 1927 – Rio de Janeiro, 2004).Graduada en Filosofía, con maestría en Estética
Filosófica por la Universidade Federal de Rio de Janeiro (UFRJ). Comenzó sus estudios en los años
cincuenta, junto a la artista brasileña Fayga Ostrower, en el Museu de Arte Moderna de Rio de Janeiro
(MAM/RJ). Las principales exposiciones en las que participó hasta 1967 fueron: Opinião 65, 1965, MAM/RJ;
Vanguarda Brasileira, 1966, Belo Horizonte (MG) y Nova Objetividade Brasileira, 1967, MAM/RJ.

204
Durante el período en que participó en el concretismo también se dedicó al linograbado, y entre 1955 y 1959,
realizó Tecelares, serie de obras abstracto geométricas en las que usa formas muy simplificadas y explora la
textura y los anillos característicos de la madera.
161

sensible y participativo del espectador en su obra se pone de relieve en el Livro da Criação

(1959), época en la que ya participaba en el movimiento Neoconcreto. En el libro de la

creación, un origami poético en el que la artista construye una narrativa por medio de la

imagen, se invita al espectadora manipularlos 114 diagramas tridimensionales montables y

desmontables de diferentes formas y colores que componen la obra y que narran la creación

del mundo. A partir de la muestra Nova Objetividade Brasileira (1967), exposición que marcó

su regreso a las artes plásticas/visuales205 tras haberse dedicado al medio cinematográfico206,

la artista se inclinó hacia la experimentación sensorial y participativa del espectador.

Ovo (1967) está compuesta por tres estructuras desarmables -cubos de madera con 80

cm de arista, cubiertos por una fina capa de plástico azul, rojo y blanco, teniendo una abertura

en la parte inferior dónde las personas debían entrar y acomodarse, para, acto seguido y

rompiendo la “cáscara”, experimentar la experiencia del nacimiento/renacimiento. En la obra

de Pape el espacio creado por la artista y en el que el participante debía de entrar para pasar

por la experiencia del nacimiento/renacimiento, no evidencia ningún tipo de referencia a los

órganos reproductores masculinos y/o femeninos. Sin embargo, no podemos olvidar que el

título del trabajo Ovo, metáfora de la vida, es significativo, ya que la capacidad de procrear es

una experiencia exclusivamente femenina. Por lo tanto, la experiencia del propio acto del

nacimiento se propicia desde una mirada femenina207.

En As notas para Ovo, Pape escribe con relación a la obra:

“a INTUIÇÃO - O símbolo

205
En la muestra presentó las obras Caixas de Formigas y Caixas de Baratas. Esos objetos están marcados por la
ironía, por el humor negro y por su crítica a la situación política de la época.
206
La ruptura del grupo neoconcretista, en 1961, marcó un punto de inflexión en la trayectoria de Lygia Pape,
que se lanzó en el medio cinematográfico para dar inicio a su actividad como cineasta, habiendo lanzado varios
cortometrajes a lo largo de su carrera como O homem e sua bainha (1968), Our Parents “Fossilis” (1974), A
mão do Povo (1974), Carnival in Rio (1974), Wampirou (1974), Arenas Calientes (1974), Eat-me (1975) y
CatitiCatiti (1978), además de haber colaborado en el llamado Cinema Novo.

207
La pelicula “Lygia Pape” (Rioarte, 1990) de Paula Gaitán muestra la propia artista en una playa vivenciando
su proposición Ovo (ver Anexo I).
162

não a coisa naturificada

não a representação - alguém da realidade mesma - em si - mas o símbolo do

gesto do nascimento” (Pape citada por Borja-Villel & Vélasquez, 2012: 242).

Si prestamos atención a las palabras de la artista, los significados de la obra se

construyen a partir de la propia experiencia del nacimiento/renacimiento. La artista ofreció a

los/las participantes la posibilidad de disfrutar de esa experiencia en un espacio nada

convencional puesto que la primera exhibición de Ovo tuvo lugar en 1968 en

Apocalipopótese208, idealizada por Frederico Morais, en el Aterro do Flamengo (espacio de

ocio de Rio de Janeiro frecuentado en la época por personas de distintas clases sociales y

orígenes étnicos). Y también fue en aquella ocasión en la que Hélio Oiticica presentó los

Parangolés209. La presentación la hizo el Trio do embalo maluco del que formaban parte

Oiticica, y sambistas de la Escuela de Samba Mangueira, de Rio de Janeiro (Nildo y Santa

Teresa). Sobre la presentación de Ovo realizada por el Trio do embalo maluco, escribe Lygia

Pape: “ellos entraban [en la estructura creada por la artista] y, primero, apenas se oía la

percusión, después la rompían y salían sambando” (Pape, 2003:73). En la imagen, además

de los sambistas citados, hay una mujer sambista que no hemos conseguimos identificar

(Imagen 15).

208
La expresión inventada por Rogério Duarte se configura como una nueva hipótesis, una alternativa a la
situación política represiva del periodo.
209
En ese periodo influenciada por Hélio Oiticica, su amigo, la artista exploró otros espacios de Rio de Janeiro,
teniendo un contacto más próximo con la cultura de los morros, de las favelas.
163

Imagen 15 – Ovo (1968) -sambistas da Escola de Samba Mangueira210.


Fuente: Catalogue (2004: 109).

La propuesta Ovo, al realizarse en un espacio público y ser protagonizada, además de

por Hélio Oiticica, por representantes del “pueblo” como los sambistas de la Escola de Samba

da Mangueira, rompe con las jerarquías existentes en el campo del arte, propiciando la

participación de personas de diferentes clases sociales y orígenes étnicos, que en la época

generalmente no frecuentaban museos, galerías y/o otros espacios culturales oficiales.

El nacimiento/renacimiento, en la propuesta de Pape, implicaba un cambio de

comportamiento por parte de los individuos (hombres, mujeres, blancos, negros, indígenas,

ricos y pobres) delante del mundo, apuntando hacia “la posibilidad de hacer surgir un mundo

nuevo” (Pedrosa, 2004 citado por Machado, 1968: 109), algo contenido en el ideario del

movimiento contracultural que empezaba a surgir en Brasil en los años setenta influenciado

sobre todo por las ideas de Herbert Marcuse en Eros y Civilización (1955). En el libro el

filósofo escribió, a partir de la relectura crítica de los postulados freudianos, sobre el carácter

210
Apocalipopótese (Aterro do Flamengo), 1968.
164

represivo de la "sociedad afluente"211, que maneja y controla al hombre restringiendo su

búsqueda del placer y subyugando sus instintos. Cómo superación de ese modelo de sociedad,

el filósofo proponía lo que sería un nuevo punto de partida, una civilización no represiva, que

surgiría de la reconciliación entre el hombre y la naturaleza. De lo que se trataba era de hacer

surgir una nueva humanidad. Para eso, la fantasía y la imaginación jugarían un papel clave

por su capacidad para conectar los instintos reprimidos del hombre con su conciencia. De la

misma manera que Marcuse, Frederico Morais, que como ya hemos visto fue quién idealizó

Apocalipopótese, también deseaba un nuevo hombre. Para el crítico de arte, este último sería

imaginativo y capaz de intervenir creativamente en el ambiente. El despertar de esa nueva

humanidad vendría a través de la experiencia del arte y del re-acondicionamiento perceptivo

propiciado por ella. Por eso era necesario y urgente abrir el proceso creativo a la participación

del espectador e intentar democratizar el acceso a esa experiencia. La participación del

espectador en el proceso creativo fue, así, radicalizada y puesta al servicio de un arte

democrático y no jerárquico, ideario que Lygia Pape compartía con Hélio Oiticica. Una arte

que en Brasil de aquellos tiempos también implicaba una crítica a la dictadura militar, aspecto

que será subrayado por Morais en el texto Contra a arte afluente: o corpo é o motor da obra,

publicado en 1970.

Como estamos viendo Lygia Clark y Lygia Pape, junto a Hélio Oiticica, trabajaron en

los años sesenta, de forma experimental, aspectos relacionados con el cuerpo y la

participación del espectador en las obras. Además de la participación del espectador en la obra

y de que esta estuviera abierta a individuos, mujeres u hombres, de diferentes clases sociales y

211
Término consagrado por Galbraith en The Affluent Society 1958, para caracterizar un nivel de desarrollo
económico donde el objetivo ya no debe ser el da producción de bienes de consumo, sino más bien la mejora de
los servicios públicos. Analizando el modelo norteamericano de la época, considera que el desarrollo ha llevado
a tal producción de bienes que las personas mueren, no por comer menos, sino por comer en exceso, pero donde
la riqueza privada se contrapone a la miseria pública, debido al hecho de que estimulando la producción de
bienes privados se restringe la producción de bienes públicos, a la vez que la publicidad causa una creación
artificial de necesidades, potenciada por la concesión de facilidades de crédito, generando la llamada sociedad de
consumo. De esta manera en lugar de satisfacer necesidades fundamentales, se gasta dinero en necesidades
triviales, sobre todo de lujo.
165

orígenes étnicos, además de la dimensión de abrigo que las dos obras proponen, tanto A Casa

é o Corpo como Ovo permiten al espectador vivir la experiencia del

nacimiento/renacimiento212 desde una mirada femenina - aspecto significativo ya que la

ideología sexual dominante en los años sesenta en el Brasil, tano en el espacio privado como

en el publico se inscribía en y a través de la masculinidad. En ese sentido, tanto Clark como

Pape anticipan discusiones que se llevaron a cabo en el arte feminista en los años setenta en

Estados Unidos y en algunos países de Europa, años en los que las artistas mujeres

empezaban con fuerza a realizar obras sobre sus propias experiencias como mujeres,

desafiando la mirada masculina. En A casa é o corpo (1968) tanto la mujer como el hombre

podían vivenciar la experiencia que rescataba la experiencia intrauterina, la vivencia sensorial

y simbólica con relación al acto de la fecundación (penetração y ovulação), la gestación

(germinação) y el nacimiento (expulsão). En Clark, esa experiencia estaba más orientada

hacia los aspectos del “yo” psicológico (de la subjetividad), del redescubrimiento de

sensaciones que incluso desafían los roles e identidades de sexo/género213. En Ovo (1968)

Pape se refiere a un nuevo nacimiento, a una especie de reivindicación de la existencia por

parte del individuo, no en el sentido psíquico e introspectivo del término, como sucede con

Clark, pero sí en el sentido de una conciencia más grande del individuo, para que pueda

realizar transformaciones ético-políticas y hacer surgir un mundo nuevo.

La obra A Casa é o corpo, así como Ovo, nos recuerdan a las Nanas214 monumentales de

la artista Niki de Saint Phalle (Francia, 1930-2002), obras en las que aparece la dimensión del

212
Esas obras de Clark y Pape también remiten a los Ninhos de Hélio Oiticica, realizados en 1970, cuando gana
la beca de la Fundação Guggennheim y se instala en Nueva York haciendo de sus residencias sus grandes
Ninhos.

213
Lo mismo ocurría en las propuestas Arquiteturas Biológicas: Nascimento I e II (1969) y Ovo- mortalha - serie
Corpo é a casa (1968-1970) y Túnel (1973) - Corpo Coletivo (1972-75).
214
Las Nanas, “esculturas muñecas”, empezaron a crearse a partir de 1965. Estas obras oscilan constantemente
entre el ensamblaje y la escultura, porque están hechas con alambre, papel maché, lana, tela y muchos colores.
Lo femenino en su obra se expresa a través de estas figuras con senos, caderas, abdomen protuberante,
166

abrigo y de la casa “construcciones que permiten la interacción y la inserción del espectador

en la obra” (Cabañas, 2008: 34), como en Hon, realizada en 1966215.

A partir de las experiencias con relación a la participación del espectador en la obra

propuestas por Helio Oiticica y Lygia Clark216, el crítico de arte Frederico Morais propuso en

el campo del arte brasileño un concepto, el de “cuerpo político”, fundamental para

comprender el arte producida por las artistas en los años setenta. En el texto-manifiesto-

Contra a arte afluente – o corpo é o motor da obra, publicado en 1970, Frederico Morais

afirma:

“Arte corporal. El uso del propio cuerpo. En Oiticica, como en Lygia Clark, lo

que se ve es la nostalgia del cuerpo, un retorno a los ritmos vitales del hombre, a un

arte muscular. Un retorno a aquel ‘tronco arcaico’ (Morin) a las ‘técnicas del

cuerpo’, según Marcel Mauss, a los ritmos del cuerpo en el medio natural, como lo

dice Friedmann. El arte como ‘cosa corporale’. En sus Parangolés colectivos,

Oiticica buscó revivir el ritmo primitivo del tarn-tam, fundiendo colores, sonidos,

danza y música en un ritmo ritual. En la manifestación ‘Apocalipopótese’,

representada en el Aterro (Aterro do Flamengo), en junio de 1968, se quiso alcanzar

un ritmo único, colectivo, un espíritu que integrase a todos. [...]. En ambos artistas

brasileños, la ‘obra’ es, con frecuencia, el cuerpo ('A casa é o corpo') mejor aún, el

cuerpo es el motor de la obra. O más todavía, la obra conduce al cuerpo. Al

descubrimiento del cuerpo. Lo que es de vital importancia para una época en la que

delimitadas por líneas negras y colores fuertes. La idea de una figura materna protectora y cálida se lee
constantemente en sus obras.
215
La obra fue realizada por Niki, Jean Tinguely y Per Olof Ultvedt, por invitación del entonces director del
Museu Moderna, en Estocolmo, para que realizasen la construcción de una gran escultura en la entrada del
museo.

216
Nos parece curioso que Morais no cite a Lygia Pape, pues la artista ha tenido una activa participación en
Apocalipopótese, manifestación citada en el texto de Morais, habiendo también desarrollado otras propuestas en
espacios públicos que suscitan la participación del espectador, incluso en los años sesenta, como Roda dos
Prazeres (1967), Divisor y Espaços Imantados, ambas en 1968.
167

la máquina y la tecnología alienan al hombre no sólo de sus sentidos, sino de su

propio cuerpo. [...]. Las relaciones de hombre a hombre son cada vez más abstractas,

se establecen por medio de signos y señales. El hombre se cosifica. Si la ropa es una

segunda piel, la extensión del cuerpo (Mc-Luhan), es necesario arrancar la piel,

buscar la sangre, las vísceras. Arte corporal, arte muscular”(Morais, 1970: 58-59).

El concepto de cuerpo plasmado en el texto de Morais, lo aproximaba a un “motor de

la política”, o sea, era el cuerpo quien hacía la resistencia política, el cuerpo de las marchas,

del enfrentamiento físico con la represión, de las huidas, del exilio, de la guerrilla y de la

tortura. El cuerpo, convertido en escenario de la vida social, era el mismo que el de la

vivencia artística, un cuerpo múltiple que se unía por el hecho estético. La significación del

cuerpo, para Morais, también estaba relacionada con el cuerpo del artista, con su material más

directo y relajado217. Con la disolución de la noción de obra de arte, el artista pasó a ser

mucho más un agente de los sentidos, un facilitador de situaciones –”el artista es el que da el

tiro-, pero la trayectoria de la bala se le escapa” (Morais, 1970: 51). La propuesta artística se

daba en relación directa con el público -el cuerpo del artista y el cuerpo del espectador se

unían en la propuesta, en la situación o en el evento estético. La vanguardia de los años

sesenta, más allá de sus presupuestos históricos y transformada en sociológica por la

incorporación del mandamiento material, era, ahora, antropológica, pues se establecía en sus

ritos de experimentación y de vivencia artística, dadas en la fricción entre cuerpos múltiples

(políticos, sociales, culturales). Dos meses después de la publicación del texto-manifiesto que

acabamos de citar se realizó en Belo Horizonte (MG) la manifestación Do Corpo à Terra,

evento paralelo a la muestra Objeto e Participação. En la manifestación, que duró tres días,

217
Un ejemplo paradigmático fue la presentación del propio cuerpo del artista portugués como obra en el 19
Salão de Arte Moderna de 1970. Lo que compuso el trabajo O corpo é a obra (1970) fueron los datos personales
y las medidas del propio cuerpo del artista presentados en la ficha de inscripción del evento. Resultado: El jurado
rechazó la obra del artista. En respuesta, éste se presentó desnudo, bajando las escaleras del Museo de Arte
Moderno de Rio de Janeiro (MAN/RJ), durante la apertura del evento. Con su actitud, puso en jaque toda la
estructura de selección, montaje y exhibición de las obras de arte en el espacio institucional; desafió los
conceptos de moral y de pudor; rompió tabúes y resaltó el ejercicio de la libertad artística por encima de todo.
168

Morais materializó la idea de que “el cuerpo es el motor de la obra” y elevó a los artistas

participantes, de hecho, a la categoría de “facilitadores de situaciones”218. En Contra a arte

afluente: o corpo é o motor da obra (1970), el crítico también destaca la importancia del libro

Eros e Civilização de Herbert Marcuse, para afirmar el cuerpo como instrumento de acción.

El conflicto del cuerpo contra la máquina explorado por Marcuse se mostraba, ante todo,

como una batalla política.

“El cuerpo contra ‘la máquina’ - no contra el mecanismo construido para hacer

la vida más segura y benigna, para suavizar la crueldad de la naturaleza, pero contra

la máquina que sobrepujó el mecanismo: la máquina política, la máquina de los

grandes negocios, la máquina cultural y educativa que fundió beneficios y

maldiciones en un todo racional. [...] El hombre contra la máquina: hombres, mujeres

y niños luchando, con los más primitivos instrumentos, contra la máquina más brutal

y destructiva de todos los tiempos y manteniéndose en jaque -¿la guerra de guerrillas

definirá la revolución de nuestro tiempo?”(Marcuse, 1972: 17).

Desde el final de los años sesenta, en el caso de la fotografía, y de los años setenta, en

el del vídeo, años del período más duro de la dictadura militar en Brasil (1968-1978), las

artistas brasileñas que constituyen nuestro objeto de estudio - Anna Bella Geiger, Anna Maria

Maiolino, Lygia Pape, Regina Vater, Letícia Parente y Sonia Andrade, a no ser Lygia Clark,

que no han trabajado con ninguno de esos medios, veían su propio cuerpo como una forma de

combatir “la máquina política”, de hablar de problemáticas relacionadas con la situación

social de las mujeres brasileñas en el período, de los roles que se les asignaban y de las

identidades de sexo/género que se les atribuían.

Consideramos que el contexto político y social fue determinante para que la primera

generación de artistas mujeres que tomaron su propio cuerpo como objeto y soporte de

218
En los trabajos presentados por las tres artistas mujeres que han participado en la manifestación Do corpo à
Terra, Iole Saldanha, Ivone Etrusco Junqueira y Thereza Simões, no hubo una efectiva representación del
concepto de "cuerpo político" propuesto por Frederico Morais.
169

significación y realizaron acciones performativas lo hicieran no “en vivo”219, sino en espacios

privados, mediante acciones especialmente concebidas para la cámara fotográfica

(fotoperformances) y/o videográfica (videoperformances). Desde nuestro punto de vista lo

hicieron porque Brasil vivía sus “años de plomo” (1968 a 1978), período marcado por la

censura, la represión y la violencia, por el miedo y el silenciamiento de gran parte de la

sociedad y de quienes actuaban en el campo del arte.

En el Capítulo IV realizaremos la lectura, análisis e interpretación de

fotoperformances y/o videoperformances producidas por las artistas seleccionadas en esta

Tesis: Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Lygia Pape, Regina Vater, Letícia Parente y

Sonia Andrade.

219
En Brasil pocas fueron las artistas que realizaron performances "en vivo" en los años sesenta y setenta. Una
de las primeras artistas en utilizar el propio cuerpo en una performance "en vivo" fue Teresinha Soares (1937 -
Araxá, Minas Gerais). En la trilogía Vida, Morte e Ressureição, presentada por primera vez en Belo Horizonte,
en 1971, la artista construye un escenario de túmulos, cajones, animales, salchichas, dentaduras, etc. y se
presenta vestida de negro con alas de ángel, ofreciendo al público el queso de Minas. La performance, puesta en
escena en tres módulos, remite al imaginario surrealista y resalta las polaridades: vida y muerte, sueño y
realidad, sagrado y profano.
4. FOTOPERFORMANCES Y/O VIDEOPERFORMANCES: EL CUERPO DE LAS
ARTISTAS BRASILEÑAS “EN ESCENA”

En ese capítulo queremos comprender el contexto en el que se inscribe el lenguaje de

la de fotoperformance y de la videoperformance en el arte brasileño de índole crítico y

politizado de los años sesenta y setenta. Acto seguido realizaremos la lectura, análisis e

interpretación de los posibles significados de las fotoperformances y/o videoperformances

seleccionadas para esta Tesis. El primer grupo está compuesto por fotoperformances en las

que las artistas reflexionan sobre la mascarada, utilizándose la estrategia del disfraz, y está

constituido por las obras Tina América (1975) de Regina Vater y, Brasil nativo/Brasil

alienígena (1975/1976) de Anna Bella Geiger. El segundo grupo está formado por las que

tratan de acciones destructivas en que las artistas utilizan la estrategia del la auto-agresión

ficticia/teatral, y lo integran las fotoperformances Língua Apunhalada (1968) de Lygia Pape y

É o que sobra (1974)- serie Fotopoemação (1973-...) de Anna Maria Maiolino, y las

videoperformances Preparação I (1975) de Letícia Parente y sin título “pêlos”(1976)220 de

Sonia Andrade. Ese grupo lo he subdividido en dos sub-grupos. El primero contiene obras en

las que las artistas utilizan la estrategia de la ironía (Língua Apunhalada) y el micro relato (É

o que sobra). El segundo, por obras en las que las artistas utilizan la estrategia de subvertir

prácticas utilizadas para el embellecimiento de la mujer (Preparación I) y también para su

higiene (sin título “pêlos”). Al finalizar el recorrido por cada grupo y/o sub-grupo, haremos

una reflexión apuntando que, sin llevar la etiqueta de “arte feminista”, esas artistas estaban

haciendo casi lo mismo que las artistas orientadas por un ethos feminista en un contexto

internacional, e incluso que estaban anticipándose a él, siendo a nuestro entender artistas que

han servido de fuente de inspiración para la emergencia del arte feminista. Antes de la lectura

220
Los videos de la artista no contienen título, pero en la Tesis se ha optado por utilizar la nominación dada por
el MAC/USP para las copias de todos los videos a los que hemos tenido acceso.
171

de cada obra, presentaremos a la artista con el objetivo de situar el contexto en el que se

produjo la obra seleccionada. También se señalará, cuando posible, la visión de las artistas

sobre el feminismo.

4.1 El cuerpo de las artistas como objeto y soporte de significación: Fotoperformances y

videoperformances

A partir del final de los años sesenta y sobre todo en los años setenta con el

advenimiento del Arte Conceptual, en Brasil se diversificaron los medios de expresión

utilizados en el campo del arte. Se empezó a utilizar la performance, el arte postal, el libro de

artista, e incluso se llevaron a cabo nuevas investigaciones en el campo de la escultura y de la

pintura. Sin embargo, el gran problema conceptual que permea el arte de los años setenta es el

de la reproducción (Benjamin,1994) como condición de producción. Soporte y dispositivo

conceptual, la fotografía y otros medios de reproducción mecánica –el cine y el vídeo, pero

también la copia, sellos, mimeógrafos, etc. – serán lenguajes privilegiados por las artistas.

Hasta finales de los años sesenta la principal función de la fotografía en Brasil, la del

registro del “paisaje físico y humano del país”, sus múltiples expresiones y formas de vida y/o

de la construcción de la identidad brasileña, empieza a agotarse (Chiarelli, 2002).

Especialmente entre las artistas del eje-Rio de Janeiro y São Paulo, la fotografía orientada por

un sesgo conceptual surgió como un poderoso instrumento en las artes visuales. En Brasil, los

trabajos fotográficos realizados por artistas en aquel periodo recibieron el nombre de

“fotolenguaje”, lo que muestra que hubo un intento de establecer una nueva categoría para la

producción de los artistas que trabajaron en Brasil con las posibilidades conceptuales y

expresivas de la fotografía. Aunque en aquellos años los trabajos de “fotolenguaje” ocupaban

una posición marginal dentro del campo del arte, algunas exposiciones importantes se llevaron
172

a cabo: Fotolinguagem, en 1973 en el MAM/RJ; Prospectiva, en 1974; y Poéticas Visuais, en

1977, ambas en MAC/USP221. Esas exposiciones contaron con la participación de artistas

como Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Iole de Freitas, Lygia Pape, Maria do Carmo

Secco y Regina Vater. Con la migración de la fotografía hacia el campo del arte, se abrirá una

nueva gama de posibilidades de hibridación y contaminación en el medio artístico. Ese nuevo

híbrido entre fotografía y arte fue denominado por el crítico de arte Tadeu Chiarelli

“fotografía contaminada”. Una fotografía contaminada “por la mirada, por el cuerpo, por la

existencia de sus autores y concebida como un punto de intersección entre las más diversas

modalidades artísticas como el teatro, la literatura, la poesía y la fotografía tradicional”

(Chiarelli, 2002: 115). De esta manera, la fotografía se convierte en un medio de expresión

ampliamente utilizado por numerosos artistas de forma experimental. Sin embargo, aunque

por una parte algunas artistas mantuvieron el compromiso de representar “lo brasileño”, a

menudo lo hicieron de forma irónica y crítica, por otra surgirán las que utilizarán la fotografía

como un instrumento “en la búsqueda del autoconocimiento como individuos o seres sociales”

(Chiarelli, 2002: 15).

Fue en ese período en el que las artistas pasan a utilizar su propio cuerpo para realizar

acciones perfomativas concebidas directamente para la cámara o sea, que piensan la fotografía

como soporte de la acción. Surge así la llamada fotoperformance, un híbrido entre la

fotografía y la performance. Diseñadas especialmente para la cámara, las acciones se trabajan

con el fin de dar lugar a una imagen significativa y visualmente potente. En este caso, la

imagen debe dotarse de eficacia emblemática, o sea, el énfasis debe recaer sobre la fuerza de

su unicidad: una única imagen impactante y conceptualmente sintética. Sin embargo algunas

artistas, inspirándose en técnicas cinematográficas, no presentaron una única imagen sino

secuencias de imágenes dispuestas en orden espacio-temporal lógica -gran plano seguido de

221
Una exposición de fotografía experimental de artistas brasileños en el período fue Multimedia III, 1976,
MAC-USP.
173

detalles, por ejemplo- y, a menudo, las combinaron con textos induciendo a ciertas narrativas

aunque éstas no fueran lineales. En casi todos los ejemplos de fotoperformances de aquellos

años realizadas por artistas mujeres, la relación de éstas con la cámara es frontal y directa. La

performer, en general la propia artista, a veces con la participación de colaboradores/as, puede

presentarse de cuerpo entero ante la cámara, y/o cortada en la altura del rostro/ cabeza para

enfatizar expresiones o mostrar detalles significativos como incisiones y señales sobre la piel.

En todos los casos, el objetivo es crear una imagen nítida y potente, identificada tal vez con lo

que Benjamin (1994) calificó de imagen táctil, o sea, aquella capaz de provocar reacciones

físicas y psíquicas inmediatas. Una imagen inolvidable, perturbadora de nuestros hábitos. Y es

en ese contexto en el que se sitúan las fotoperformances que constituyen nuestro objeto de

estudio -Lingua Apunhalada (1968) de Lygia Pape, É o que sobra (1974) de Anna Maria

Mariolino, Tina América (1975) de Regina Vater y Brasil nativo/Brasil alienígena

(1976/1977) de Anna Bella Geiger.

A lo largo de los setenta otro medio importante de producción utilizado por las artistas

de la época, el video, empezó a conquistar espacio en el campo del arte222. Una importante

iniciativa para el uso del video por parte de las artistas fue la invitación recibida por el

profesor y crítico del arte Walter Zanini, entonces director del MAC/USP (1968-1978), por

parte del Institute of Contemporary Art de la Universidad de la Pennsylvania, en Filadelfia

(EE.UU), para coordinar una representación brasileña en la exposición Vídeo Art223,

222
Sin embargo, impulsado por el cine nacional de la época, especialmente por el Cinema Novo, los
experimentos con los formatos super-8 (16 mm y 35 mm) o película cinematográfica empezaron a ser
producidos, incluso por artistas mujeres, a finales de los años sesenta. Exposiciones colectivas que enfatizaban el
uso de esos medios destacando entre ellas la Expoprojeção, organizada en Sao Paulo en 1973 por la crítica y
historiadora del arte Aracy do Amaral en el Espaço Grife (Grupo de Realizadores Independientes de películas
experimentales). Esta exposición fue la primera iniciativa curatorial para reunir obras con los nuevos medios
producidos en el país como audiovisuales con diapositivas, películas en super-8, y obras de sonido. En dicha
muestra participaron treinta y seis artistas entre ellos, siete mujeres: Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino,
Beatriz Dantas, Iole de Freitas, Ismenia Coaracy, Lygia Pape y Marisel da Bumajny.

223
La exposición abrió sus puertas en 1975, se pretendía una visión general de la producción con los medios
electrónicos, coordinada por la comisaria Suzanne Delehanty, reuniendo artistas como Vito Acconci, John
174

representación en la que participaron artistas de Rio de Janeiro como Anna Bella Geiger y

Sonia Andrade. Los videos producidos por esas artistas contaron con la colaboración del

cineasta y diplomático Jom Azulay, uno de los pocos propietarios en el país de un

portapack224. La octava y última edición de la serie Jovem Arte Contemporânea (JAC) del

MAC-USP albergaba las obras realizadas por dichas artistas en Rio de Janeiro en 1974, antes

de viajar al exterior225. En 1975, Letícia Parente y Miriam Danowski, también empiezan a

utilizar el video como medio de expresión. En los años siguientes, el compromiso del director

del MAC/USP Walter Zanini fue fundamental para la consolidación del video arte en Brasil.

El museo adquirió una portapack y la puso a disposición de un grupo cada vez más extenso de

artistas, entre ellas Regina Silveira, Carmela Gross, y Sonia Andrade. Se formó el Espaço B,

un núcleo de producción audiovisual. También se llevaron a cabo exposiciones importantes

como Video Art (muestra homónima de la de los Estados Unidos, en 1975), en la que

participaron las artistas Regina Silveira, Sonia Andrade e Carmela Gross; Video MAC, en

1977, con la participación, entre otras, de artistas de Espaço B -Carmela Gross, Letícia

Parente, Regina Silveira y Sonia Andrade, y la individual 8 videos de Sonia Andrade226. Con

la salida de Walter Zanini del MAC/USP, en1978, se cierra el ciclo de incentivos y

consolidación del video arte. Ese mismo año, se celebró el I Encuentro Internacional de Video

Art en el Museo da Imagem e do Som (MIS), lo que posibilitó ver una muestra de la

producción realizada en Brasil hasta entonces.

Baldessari, Peter Campus, Rebecca Horn, Allan Kaprow, Bruce Nauman, Dennis Oppenheim, Nam June Paik,
Richard Serra, Bill Viola y Andy Warhol.

224
Desde 1964 el lanzamiento en el mercado internacional del portapack (un equipo portátil de vídeo que
filmaba blanco y negro da Sony) crea la posibilidad de generar imágenes bajo el control de los artistas.

225
Además de Declaração em retrato de Bella Geiger se presentó el video sin título (Documentação da ação em
condição limite) de Sonia Andrade.
226
El evento fue seguido por la muestra de los trabajos de Norma Bahia y Rita Moreira, celebrada en septiembre,
por VIDEOPOST en octubre, y por el Vídeo MAC en noviembre.
175

En aquel período, el video se potenció como un lenguaje a través especialmente del

diálogo entre la performance y el vídeo. En ese nuevo lenguaje, la cámara no sólo grababa la

acción performativa emprendida por el/la artista, sino la interacción entre su cuerpo y la

propia cámara de video. Por lo tanto, la llamada videoperformance será el resultado de un

diálogo contaminado entre el lenguaje corporal y el del video (Mello, 2008). En la

videoperformance, el cuerpo es el agente del gesto performativo y está siempre en diálogo con

la cámara en una lucha no jerárquica, pero sí híbrida, entre cuerpo y tecnología, cuerpo y

máquina, cuerpo y cámara, cuerpo y vídeo. De ese modo en la videoperformance el cuerpo

crea significados mediatizados por los mecanismos de registro de la imagen, en este caso, la

cámara de video. Cabe señalar que los reducidos recursos técnicos de los que disponían en

aquella época lo/las artistas brasileños/as para trabajar con la imagen electrónica acabaron

determinando un cierto estilo, siendo los videos el resultado directo de la acción performativa

realizada por el/la artista ante la cámara. Entre otras cosas, en aquellos años no había la

posibilidad de editar con éxito el material grabado, de modo que los procesos de producción y

post-producción terminaron por fundirse, lo que justifica el uso predominante del plano-

secuencia, filmado en tiempo real, para que no hubiera necesidad de una edición posterior.

Incluso el video de la coreógrafa y bailarina Analívia Cordeiro, el M 3x3, realizado de forma

pionera en Brasil, en 1973, grabado con fondos de la TV Cultura de São Paulo, es un ejemplo

de la “contaminación” del video con la performance. El video de Analívia, hecho para el

festival de danza de Edimburgo (Escocia), consistía básicamente en la acción performativa de

la artista (con la participación de otros bailarines) y la grabación del gesto, una performance

potenciada por la cámara de video. Se trata de una coreografía para las cámaras basada en el

método Laban227, donde Analívia y sus colaboradoras realizan movimientos que recuerdan el

227
Rudolfo Laban (1879 -1958) fu un bailarín y coreógrafo que investigó y observó el movimiento humano
durante muchos años. He producido un sistema práctico y teórico para tomar conciencia del movimiento y
facilitar su dominio para la expresión y la vida práctica.
176

ritmo repetitivo de las máquinas228. En los años setenta el video fue utilizado por las artistas

brasileñas como un medio idóneo para la experimentación. Aunque no reconocido y periférico

en el campo local del arte, las artistas que pertenecen a la primera generación del video arte

brasileño229 y que fueron responsables de la introducción del video en Brasil, principalmente

Letícia Parente y Sonia Andrade, revelan la presencia crítica del cuerpo en muchas de sus

obras230. La curadora de arte Cornelia Butler dice que estas artistas encontraron en el video un

lenguaje no sobrecargado por los dictámenes de la historia del arte o de la técnica, y

recurrieron a él como una forma de inventar un lenguaje utilizando su propio cuerpo como

fuente de significado, “de cuestionamiento de sus identidades en tanto que mujeres” (Butler,

2011: 46). Es en ese contexto en el que se sitúan las videoperformances que constituyen

nuestro objeto de estudio - Preparação I (1975) de Letícia Parente y Sin título “pêlos”(1976)

de Sonia Andrade.

Con respecto a la utilización del vídeo y la performance en el arte feminista y,

podemos añadir, de su híbrido (videoperformance) Chadwick subraya que

“no es de se extrañar que las performances y el vídeo [podemos añadir la

fotoperformance] se hayan convertido en medios básicos para las mujeres que, en su

afán por celebrar los ritmos y dolores del cuerpo, construyen nuevas narraciones de la

experiencia femenina y exploran las relaciones entre el cuerpo como agente

realizador y sujeto de la actividad, y el cuerpo como lugar de la mujer en cuanto

espectáculo” (Chadwick, 1992: 361).

228
Además de M 3x3, Analívia Cordeiro realizó otras obras durante este período, siempre investigando las
intersecciones entre la danza y arte electrónico, como en Gestos (1974) o Cambiantes (1976).

229
Artistas también consideradas pioneras del video arte brasileño como Ana Vitória Mussi y Mirian Danowski e
incluso Anna Bella Geiger, no han adoptado la videoperformances como el lenguaje central de su producción
artística.
230
Artistas como Regina Vater, aún que no sea considerada precursora del videoarte brasileño, también ha
realizado acciones performativas orientadas hacia la imagen electrónica (video) y la película (filme en Super 8),
desde una perspectiva crítica.
177

Citando al crítico John Berger según el cual “una mujer debe observarse

continuamente”, Chadwich afirma que el crítico amplia el planteamiento de Simone de

Beauvoir en El segundo sexo (1949) “de que la feminidad está formada en parte por las

imágenes reflejadas o especulares contra las que ha enseñado a medirse a las mujeres”

(Chadwich, 1992: 361).

Como veremos, aunque las artistas seleccionadas sean todas mujeres blancas y de la

clase social media/media alta, cuando subvierten el propio cuerpo para tratar de problemáticas

relacionadas a la situación social de las mujeres brasileñas en tiempos de dictadura militar en

Brasil, de los roles y identidades de sexo/género, la subversión también es la del cuerpo social.

El cuerpo social se refiere a la dimensión del cuerpo en la cual es posible percibir las

inscripciones y marcas sociales y está ligado a la idea de que el cuerpo es socialmente

construido. Es en el juego social en el que serán definidas las jerarquías de modelos de

cuerpos y, por lo tanto, el cuerpo ideal. Es la sociedad la que va legitimar algunos modelos en

detrimento de otros como ya hemos visto a partir de los planteamientos de Marcel Mauss y

Pierre Bourdieu.

Las fotoperfromances y/o videoperformances que serán analizadas, salvo Língua

Apunhalada de Lygia Pape, producida de forma precursora en los años sesenta, se situan en el

contexto en el que el movimiento feminista brasileño ya era un movimiento organizado, los

años setenta. En aquel período también cada vez más las cuestiones políticas se mezclan con

los temas entendidos como “propios de las mujeres”, aspecto ese que, tal y como veremos,

también se manifestará en algunas obras.

En el próximo epígrafe realizaremos la lectura de fotoperformances en las que las

artistas brasileñas reflexionan sobre la mascarada, utilizándo la estrategia del disfraz, es decir,

las obras Tina América (1975) de Regina Vater y Brasil nativo/Brasil alienígena (1976/1977)

de Anna Bella Geiger.


178

4.2 La mascarada como posibilidad de subversión: las artistas Regina Vater y Anna Bella

Geiger se disfrazan

“La línea entre feminidad y mascarada [...] no existe, [...]


feminidad y mascarada son una misma cosa”.
Joan Riviere, Womanliness as a Masquerade (1929).

En la producción de artistas feministas y/o orientadas por un ethos feminista en un

contexto internacional, una de las formas de acercarse al tema de la construcción de la

feminidad ha sido reflexionar sobre la mascarada. De un modo general, las artistas adoptan

distintas identidades (disfrazándose, maquillándose, imitando gestos y lenguajes) y las graban

mediante vídeos o las fotografían. Algunas cambian los personajes continuamente, otras se

centran en alguno en particular, y las más radicales llegan a hacerse pasar por sus creaciones

en la vida real durante largas temporadas231 (Jiménez, 1995).

“En esas obras, independientemente de sus motivaciones las artistas asumen

ciertas convenciones sólo para subvertirlas, sugieren a la manera habitual la

feminidad para luego cancelarla. La mascarada pone de manifiesto el carácter

arbitrario y estereotipado de la feminidad, muestra que la feminidad en sí está

construida como una decoración que esconde una no-identidad” (Jiménez, 1995: 57).

En Brasil las artistas Regina Vater en Tina América (1975) y Anna Bella Geiger en

Brasil nativo/Brasil alienígena también reflexionarán sobre la mascarada para subvertirlos

estereotipos femeninos en el caso de Vater, y la imagen idealizada del indígena, de la mujer

indígena, en el caso de Geiger.

231
Entre las artistas podemos citar a Eleanor Antin ( Bronx - Polônia, 1935) que como parte de la exploración
de sí misma, pero también como mujer y artista, ha desarrollado tres personalidades a través de las cuales ha
analizado su relación con la sociedad como, por ejemplo, la Reina (en El Rey, de 1975), que celebra el
nacimiento de su yo masculino, mediante la aplicación, pelo a pelo, de una barba falsa (algo que también hará
Ana Mendieta). También destaca Suzy Lake, artista canadiense que realizó fotoperformances en las que critica
los estereotipos plasmados en las imágenes publicitarias destinadas al público femenino utilizando para eso del
disfraz. Su producción influenció la obra de Cindy Sherman, artista que abordaremos al final de este
apartado.
179

Regina Vater232, tras regresar a Brasil (Rio de Janeiro)233 en 1975, tras un período

pasado en Estados Unidos (Nueva York), continúa a trabajar con temas relacionados con la

vida de las mujeres brasileñas. Sin embargo, ahora lo hace desde un sesgo conceptualista

utilizando su propio cuerpo para llevar a cabo acciones performativas especialmente diseñadas

para la fotografía (fotoperformances) como en el caso de aMar at Paris Dá Vida (1974),

perteneciente a Série Parisse (1974), y en Tina América (1975). Vater también realizó en los

años setenta un video-instalación, Miedo (1977), y la película-instalación Conselho de uma

Lagarta (1976), siendo una de las primeras artistas en Brasil que trabajará con esas formas

híbridas de lenguaje (la video-instalación y la película-instalación) (Trizoli, 2011)234. Las

reflexiones de la artista con relación a su identidad y como artista, mujer y latina, se hizo más

explícita en los años setenta, tras su estancia en Nueva York, cuando ya existía el arte

feminista. Reflexión esa manifestada en la obra Tina América, objeto de nuestro estudio.

Tina América, realizada en 1975 (año declarado por la ONU como año internacional

de la mujer), Imagen 16, trata de un álbum de casamiento con doce fotografías en blanco y

negro, resultante de acciones performativas de la artista delante de la camera fotográfica

(fotoperformance). El crítico de arte Frederico Morais, en el artículo A Mulher, publicado en

el periódico O Globo el 23 de septiembre de 1976, dijo que para realizar Tina América Regina

Vater partió de una reportaje publicado por la revista Veja sobre la clase media femenina

brasileña. Sin embargo, esas eran mujeres blancas puesto que a pesar de la diversidad étnica

existente en Brasil, solamente a partir de los años noventa empieza a producirse una movilidad

económica ascendente de las mujeres negras. Hecho ese que aún no he ocurrido con las

232
Artista que como vimos en el capítulo tres (Parte II de la Tesis) realizó en los años sesenta representaciones
neofigurativas del cuerpo femenino, en los años setenta participó de las principales manifestaciones artísticas
ocurridas en el período, destacándose: I Bienal Nacional de Artes Plásticas, Salvador/Bahia, 1966;
Fotolinguagem, MAM/RJ, 1973; Prospectiva, MAC/USP, 1974; Poéticas Visuais, MAC/USP, 1977 y Mitos
Vadios, SP, 1978.
233
Cuando regresa al Brasil también lleva a cabo cursos de películas super- 8 en la Escola Griffe, en São
Paulo.
234
A lo largo de los años setenta la artista trabajo con muchas otras lenguajes, además de las mencionadas.
180

indígenas. La artista utiliza la estrategia del disfraz para interpretar los diferentes estereotipos

femeninos de mujeres blancas y de clase media, presentadas en el reportaje. Entre los recursos

utilizados por la artista mencionamos: ropas (blusas, vestidos), accesorios (collares,

pendientes, lienzos, lentes), maquillaje y peinados (cabellos sujetos, armado con fijador, en

moño). Mediante la utilización de esos recursos adoptó distintas identidades, de la mujer joven

hasta la más madura; del ama de casa, a la profesional, e incluso la de guerrillera y la de mujer

fatal. Las poses pretenden caracterizar esos estereotipos femeninos, yendo desde la mujer

ingenua hasta la resignada, y pasando por la seductora y la descarada. Las fotografías fueron

realizadas por Maria da Graça Lopes Rodrigues (fotógrafa y compañera de Regina Vater en

un grupo de psicoanálisis), en una única sesión de fotos, en la casa de la artista235.Tanto

Regina Vater como Maria da Graça son mujeres blancas y de clase media. En ese sentido, las

distintas identidades asumidas por Vater no distan de la propia artista y de su fotógrafa. En esa

transformación incesante de su rostro, el aspecto más subrayado del cuerpo que singulariza la

identidad de los individuos (Le Breton, 2002), registrada por su amiga fotógrafa, Vater desea

acercarse al tema de la construcción de la feminidad de aquellos años para ironizar sobre los

roles femeninos de la mujer blanca y de clase media difundidos en el reportaje.

235
Una de las ediciones del libro de fotos Tina América, de una serie de tres libros físicos y dos versiones
digitalizadas, se encuentra actualmente en manos de la curadora brasileña Fátima Bercht, regalo de la propia
artista.
181

Imagen 16 – Regina Vater, Tina América (detalhe) 1975236.


Fuente: Trizoli (2011: 139).

Este trabajo se lleva a cabo en un período en el que Regina Vater se autodenominaba

“feminista suave”, por eso, “lógico que mi trabajo tuviera que ver con el feminismo, y Maria

da Graça Lopes Rodrigues comulgaba con las mismas ideas. Pero yo era una feminista suave,

porque era muy tímida e insistía en creer en una relación romántica entre el hombre y la mujer

que fuese buena. Pero, por debajo de mi timidez, vivía una Amazonas.”237 (Trizoli, 2011:

143)238.

Las fotos, resultantes de la acción performativa de Vater con recuadro que remite a las

fotos tamaño documento, fueron colocadas en un álbum de boda, comprado en la Rua São

Caetano, en São Paulo, conocida aun hoy como la Calle de los Novios, un gran reducto de

tiendas y confecciones especializadas en la elaboración de ropas para bodas y vestidos de

novias. En ese álbum Vater organizó las imágenes de forma aleatoria y en el que cada

fotografía es centralizada en una única página (Imagen 17). Así, al pasar las hojas, se

transmite una impresión de sorpresa y curiosidad respecto a esa única mujer que se transforma

236
Álbum con fotos en blanco y negro. Foto Maria da Graça Lopes Rodrigues. Dimensión (no identificada).

238
Entrevista concedida por correo electrónico a Talita Trizoli en 25 de septiembre de 2009.
182

en cada página, reconstruyendo de ese modo, en cada una de ellas una nueva historia, una

nueva mujer, sin afirmar jamás una única identidad. Si el álbum de fotografías de boda es

utilizado, por lo general, como libro de memorias de un rito de paso femenino de hija a

esposa; aquí, en el trabajo de Vater, se convierte en vehículo de registro de las distintas

identidades femeninas de una mujer blanca y de clase media en el Brasil en los años setenta.

Imagen 17 – Regina Vater, Tina América (detalle), 1975239.


Fuente: Trizoli (2011: 140).

En Tina América Regina Vater habla desde su propia condición social (clase media) y

origen étnica (europea), de la real imposibilidad de ser una única mujer blanca y de la clase

media, asumiendo distintas identidades. Ya Anna Bella Geiger en Brasil nativo/Brasil

alienígena (1976/1977), reflexionará sobre la mascarada, para tratar de la imposibilidad de ser

el otro, el indígena, conforme veremos.

239
Álbum de fotografías en blanco y negro. Foto Maria da Graça Lopes Rodrigues. Dimensión (no identificada).
183

Anna Bella Geiger, en los años setenta240, tras regresar de Nueva York (dónde he

residido en el año de 1969, período en que empieza a surgir el “arte feminista”) comienza a

realizar obras desde un sesgo conceptualista en que problematiza de forma crítica temas

relacionados a la política, al campo del arte (la función de la obra de arte y sus relaciones de

poder) y la identidad nacional, tendiendo utilizado su propio cuerpo para llevar a cabo

acciones performativas especialmente diseñadas para la fotografía (fotoperformance) como

Brasil nativo/Brasil alienígena (1976/1977) y las plasmadas en el libro Passagens (1975).

Obras como la instalación Pão nosso de cada dia (1976)241, también está compuesta por una

fotoperformance de la artista. Geiger, una de las pioneras de la video arte brasileño, participó

de la producción colectiva Telefone sem fio (1976)242 y aún he realizado videoperformances,

destacándose las que llevan el título Passagens, siendo la primera realizada en 1974. Con

respecto a la influencia de feminismo Geiger dijo que para ella “la cuestión de género aparece

en el campo de la ciudadanía” (Instituto Cidade Viva, 2013). Aún subraya que pocos trabajos

sujos hablan de la cuestión de género, pero que son significativos, no explicitando cuales son.

Consideramos que la cuestión de género aparece de forma más explícita en las foto-collages

en que Geiger apropiase de imágenes pre-existentes de sí misma como Arte e decoração - o

artista deve ser criado em um ambiente cultural elevado y Diário de um artista brasileiro,

240
Artista que como vimos en el capítulo tres (Parte II de la tesis) realizó en los años sesenta representaciones
neofigurativas del cuerpo femenino, en los años setenta participó de las principales manifestaciones artísticas
ocurridas en el período, destacándose: I Bienal Nacional de Artes Plásticas, Salvador Bahia, 1966; Salão da
Bússola, MAM/RJ, 1969; Ex-projeção, MAC/USP, 1973; Fotolinguagem, MAM/RJ, 1973; Prospectiva,
MAC/USP, 1974; Poéticas Visuais, MAC/USP, 1977; Video Art , Universidad Pennsylvania, Filadelfia/
EEUU, 1975 y Mitos Vadios, SP, 1978.
241
La artista aún utilizó otras lenguajes en el período como fotogravura, fotografía y filme en Super 8.
242
Dispuestos en círculo Anna Bella Geiger, Ana Vitória Mussi, Fernando Cochiarale, Ivens Machado, Letícia
Parente, Mirian Danowski y Sônia Andrade, pioneros del vídeo arte-brasileño, simulan enviar mensajes en
silencio a los participantes. Sin embargo no se revelan al público y sólo se oyen las risas del grupo.
184

ambas realizadas en 1975243, así como en la fotoperformance Brasil nativo/Brasil alienígena

(1976/1977), objeto de nuestro estudio.

En Brasil nativo/Brasil alienígena (1976/1977), Anna Bella Geiger parte de su

condición personal como mujer, artista, hija de inmigrantes, nacida y residente en un país

periférico, para pensar críticamentela imagen idealizada del indígena, de la mujer indígena244.

“Anna Bella Geiger conocía la contradicción entre la reverencia al indio por un

lado, exhibida en su ideal paradisíaco y del otro, asesinándolos, desde la larga

historia de formación de los países de América Latina245. Se preguntaba: ¿qué

función puede tener una obra de arte en ese momento? Finalmente optó por una

táctica de irreverencia irónica, en una especie de autocrítica, como en una auto

conmiseración” (Brett citado por Navas: 2007: 46).

En Brasil nativo/ Brasil Alienígena (1976/1977) – (Imagen 18), Geiger discute los

esquemas de representación establecidos en aquellas imágenes standards de indígenas “puros”

publicitadas en Brasil. Tratase de un conjunto de dieciocho tarjetas postales comparativas. El

hecho de usar tarjetas postales no era muy común en el campo del arte brasileño en la época,

pero si un medio de comunicación común en el día a día “un vehículo perfecto e irónico para

su propia reflexión como artistas y ciudadana” (Navas: 2007: 45). Nuevos postales son

imágenes de indígenas de Amazonas, Mato Grosso, publicadas y vendidas en lugares

públicos, principalmente en bancas de revistas de ciudades turísticas como, por ejemplo, Rio

de Janeiro, como símbolo del Brasil puro. Se trataba imágenes de mujeres y niños de las tribus

243
En esas obras la artista realiza una análisis crítica del campo artístico y de sus relaciones de poder incidiendo
en la hegemonía del artista hombre.
244
En los foto-collages Litle boys and girls (1975), tres retratos en blanco y negro de la misma imagen del rostro
de Anna Bella Geiger, la artista pega a la altura de los ojos diferentes postales de indígenas, mujeres y hombres,
que eran vendidos a través de revistas. (ver Anexo J). El objetivo es desvelar los clichés y contradicciones
asociados a la imagen idealizada del indígena. En História do Brasil Ilustrada em Capítulos (libro de artista, de
1975, compuesto de 8 hojas, diez ejemplares), Geiger incluyó las imágenes de Little Boys & Girls ya existentes
como una obra en sí misma.

245
Incluso en los años setenta, cuando las tierras indígenas estaban comenzando a ser definidas y muchos
indígenas estaban siendo asesinados por bandoleros contratados por los estancieros locales.
185

bororos, uaicás y otros pueblos indígenas, fotografiados en diferentes posiciones dentro de

sus ambientes naturales (Navas, 2007). Algunos son coloridos y otros en blanco y negro. Eses

nueve postales, apropiados por Geiger, corresponden por lo tanto al estereotipo del indígena

realizando actividades presumidamente cotidianas: preparando alimentos, sujetando arcos y

flechas, danzando en sus rituales, en el bosque o delante de sus chozas. Cada uno de esos

postales se une a otro postal resultante de la acción performativas emprendida por Geiger y

sus colaboradoras (amigas y hijas) delante de la camera fotográfica. Para eso la artista y sus

colaboradoras utilizaron diversos recursos como ropas y accesorios. Las acciones han sido

realizadas en Rio de Janeiro (la mayoría en la propia casa de la artista), y tomadas por Luiz

Carlos Velho. Algunas fotografías son en color y otras en blanco y negro al igual que su

referente (las tarjetas postales).

Imagen 18 – Anna Bella Geiger, Brasil nativo/Brasil alienígena, 1976/1977246.


Fuente: Navas (2007: 89).

El primer trabajo de la serie Brasil Nativo/Brasil Alienígena fue publicado en la revista

Navilouca (revista de poesía), en 1976247. En ese trabajo, el indígena y la artista tensan y

246
Serie de 18 tarjetas postales. Foto Luiz Carlos Velho. 10x 15 cm (cada).
186

apuntan la flecha hacia arriba. La imitación de los gestos del hombre indígena de la postal, por

parte de Geiger, al evidenciar una aparente obediencia, puede ser leída como una equiparación

de la mujer (la artista) y los indígenas como excluidos sociales. Sin embargo, si la imagen de

indio corresponde a la imagen que se espera de él, la imagen de la mujer se desvía del modelo

esperado y recupera el arquetipo de la diosa griega Artemisa248, mujer cazadora, aquella que

“sale a cazar” (Imagen 19).

Imagen 19 – Anna Bella Geiger, Brasil Nativo/Brasil Alienígena (detail), 1976249.


Fuente: Navas (2007: 46).

En otra imagen de la serie, en lugar de reconocer su rostro aparentemente feliz en el

espejo, que he ganado de los conquistadores, Geiger observa como Narciso su imagen en el

pequeño lago. En vez de estar amasando granos con un mortero, posa con una bolsa de

247
La imagen fue publicada en blanco y negro.
248
Mujer de un sector privilegiado de la sociedad, que prescindiendo de la maternidad, se dedica a tareas
consideradas exclusivamente masculinas.
249
Dos postales. Foto Luiz Carlos Velho. 10 x 10 cm (cada).
187

compras del mercado más próximo. Cuando al final, Geiger y sus colaboradoras (hijas y

amigas) se visten de indias, queda absolutamente claro que ellas no tienen la menor

inclinación para el primitivismo (Imagen 20).

Imagen 20 –Anna Bella Geiger, Brasil nativo/Brasil alienígena (detail), 1976/1977 250.
Fuente: Navas (2007: 46).

En su correspondencia con Luy Brett, el 26 de agosto de 2012, Anna Bella Geiger

recordó el espíritu con el que se realizó ese trabajo:

“Hoy, eso podría haber sido hecho en segundos por un ordenador, pero para mí,

todo tenía que ser verdadero, ser presenciado. Por otro lado, no existía la intención de

la objetividad. Yo quise mantener una especie de actitud interna, intentando actuar de

acuerdo pero consciente de la falta de sentido de ese rol” (Brett, citado por Navas,

2007: 46).

En el dorso de las postales la artista escribió: “... con mi ausencia de preparación como

hombre primitivo” (Brett, citado por Navas, 2007: 46).

250
Dos postales. Foto Luiz Carlos Velho. 10x 15 cm (cada).
188

En Brasil Nativo/Brasil Alienígena, la búsqueda de Geiger por la identificación

nostálgica con el elemento nativo brasileño, el indígena, es apenas aparente. En realidad, se

trata de una operación crítica cargada de ironía para que Geiger pueda hablar desde la

perspectiva de una mujer blanca y de clase social media sobre la real imposibilidad de

identificación con el otro, el indígena, deconstruyendo la imagen idealizada del indígena, de la

mujer indígena.

A pesar de que Regina Vater y Anna Bella Geiger no han dado continuidad a la

realización de fotoperformances251, tal como lo hizo la artista estadounidense Cindy Sherman,

en Tina América (1975) y Brasil nativo/Brasil alienígena (1976/1977), Vater y Geiger parten

de la misma intencionalidad explicitada en los Untiled Film Stilss (1977-1980) de Sherman252,

el disfraz, la multiplicidad de la mascarada, para denunciar la ilusión de la transcendencia y

universalidad de un 'yo' que confunde posiciones ideológicas con creencias en criterios

naturales (Jiménez, 1995). Regina Vater en Tina América, con su discusión performativa

sobre los roles femeninos difundidos por los mass media de la época, antecede la producción

de la citada Sherman. Sin embargo, y a pesar de que los trabajos han sido producidos en

épocas y lugares diferentes, existe una semejanza en la intención. Cindy Sherman aprehende

los estereotipos femeninos producidos por el cine de Hollywood de los años cincuenta y

sesenta, asumiendo diferentes identidades. Regina Vater lo hace a través de la caracterización

reduccionista de lo femenino emprendida por los mass media brasileños de la época teniendo

como base la reportaje de la revista O Globo (1976), transformándose en diferentes mujeres

blancas de clase media. En Brasil nativo/Brasil alienígena, dialoga tanto con la obra Tina

251
Excepto en el caso de Vater en la obra aMar at Paris Dá Vida (1974), serie Parisse (1974) - serie de
fotografías tomadas básicamente desde la cama del hotel en el que Vater se alojó en la capital francesa. En estas
fotografías la artista registra la soledad emocional durante el período solitario en el que se encontraba en París.
(ver Anexo K).

252
La artista Cindy Sherman (Nova Jersey, 1957), en sin título A-E, de 1975, encarnó diversos personajes (desde
un payaso hasta una muchacha) usando recursos simbólicos y retóricos de manera que cuestiona su propia
identidad.
189

América, como con los Stills cinematográficos sin título, en la medida en que Anna Bella

Geiger utiliza el disfraz. Sin embargo, la artista lo utiliza para enfrentarse a uno de los

principales mitos de la “brasilidad”, la imagen idealizada del indígena, de la mujer indígena,

difundidos a modo de postales en los años setenta. Tanto Vater en Tina América(1975),

cuando Sherman en los Stills cinematográficos sín título (1977-1980) convierten el disfraz,

aliado a la imitación de los gestos y el maquillaje, en una estrategia para desestabilizar el

género, ya que las diferentes imágenes de la feminidad devienen una máscara que puede

llevarse o abandonarse (Jiménez, 1995). Geiger da un paso más adelante puesto que utiliza el

disfraz para desestabilizar el género y los estereotipos sobre el indígena. Las imágenes

idealizadas del indígena, de la mujer indígena difundidas en las postales brasileñas en los años

setenta como símbolo de la identidad nacional, también devienen una máscara que podemos

llevar (aceptar esa imagen) o abandonarse (rechazar).

En el próximo epígrafe realizaremos la lectura de las fotoperformances y/o

videoperformances en las que la principal estrategia utilizada por las artistas brasileñas es la

auto-agresión ficticia/teatral.

4.3 La auto-agresión ficticia/teatral como posibilidad de subversión

Desde finales de los años sesenta y, a lo largo de los setenta, en el ámbito del arte

feminista internacional y/o en la producción de artistas orientadas por un ethos feminista las

acciones destructivas, la estrategia de la auto-agresión, el dolor, “pasa a ser un vehículo

desde el cual subvertir la representación del cuerpo femenino apropiado por la mirada

masculina y cuestionar las normas patriarcales que delimitan los códigos del género”

(Buingues, 2012: 12). El dolor “es una oportunidad para representar lo irrepresentable,
190

traspasando una frontera y unas estrategias de poder que dicen mucho de la violencia ejercida

sobre los cuerpos femeninos, pero más de la sociedad patriarcal que los alberga, y que va

mucho más allá del poder de un padre o un marido” (Buingues, 2012: 12).

Entre las artistas que han explorado la estrategia de la auto-agresión mencionamos las

vinculadas al body art, Marina Abramovic y Gina Pane. Esas artistas usaron sus propios

cuerpos como material artístico en rituales que incluían el dolor físico, de forma a sensibilizar

“una sociedad anestesiada” o para denunciar la “agresión pasiva entre los individuos”

(Goldemberg, 2007: 209). Sin embargo, las artistas brasileñas Lygia Pape (Língua

Apunhalada, 1975) y Anna Maria Maiolino (É o que sobra, 1976) y Letícia Parente

(Preparação I, 1975) y Sonia Andrade (sin título “pêlos”, 1976), conforme iremos demonstrar

a lo largo de la lectura de las obras realizaron acciones performativas destructivas, en que

utilizaron la estrategia de la auto-agresión, no de forma literal, pero ficticia/teatral. Esa auto-

agresión teatralizada nos remite a las acciones de los Accionistas Vienenses253, pues la mayor

parte de ellas tenía mucho más de mise-en-scène que la violencia física. Había por cierto,

performances en que utilizaron la auto-agresión literal. Sin embargo, herimientos y derramamientos de

sangre simulados eran mucho más frecuentes. Ejemplos de la preferencia de los Accionistas por la

puesta en escena la violencia y del dolor son abundantes, sobre todo la performance Aktion 3 de

Rudolf Schwarkogler254. De cualquier modo, mismo que la auto-agresión empleada por las

artistas brasileñas en sus obras tenga sido realizada de modo teatralizado, al fin y el cabo, esas

obras deconstruyen la noción de un de un cuerpo meramente pasivo, apuntando para la

253
Grupo formado en Viena entre 1965 y 1970 por los artistas austríacos Herman Nitsch, Otto Mühl, Rudolf
Schwarzkogler y Günter Brus que llevaron el género de la performance a sus extremos.

254
La fotografía de la performance del artista realizada en 1969, dio lugar a uno de los mayores mitos del body
art: la llamada castración de artista celebrada como un acto artístico. La leyenda que rodea al artista de que
después de la castración se suicidó en nombre del arte – es, sin embargo, falsa. Ni el artista se suicidó por
razones artísticas, ni la automutilación existía, ni el modelo de la foto era Schwarzkogler: el artista simplemente
había establecido una escena (un joven semidesnudo – el modelo Heinz Cibulka - con un vendaje que cubre una
lesión ficticia entre las piernas) y la había fotografiado. Como escenarios de violencia aún podían recordar de First
Action (1962) de Hermann Nitsch y Self-painting, Self-mutilacion (1965) de Günter Bru.
191

urgencia de un cuerpo activo, que interviene de forma crítica sobre la realidad de la sociedad y

cultura brasileiras durante el período más “duro” de la dictadura militar en Brasil (1968-1978).

En el próximo epígrafe realizaremos la lectura de las obras en que las artistas utilizan

la estrategia de la auto-agresión ficticia/teatral, además de otras estrategias distintas: la ironía -

Língua Apunhalada (1968) de Lygia Pape y el microrelato -É o que sobra (1974) de Anna

Maria Maiolino.

4.3.1 Lygia Pape y Anna Maria Maiolino: desde la auto-agresión ficticia/teatral a otras

estrategias

Lygia Pape255, tras la promulgación del AI-5, en 1968, a diferencia de muchos de sus

amigos que se auto-exiliaron en París como Hélio Oiticica y Lygia Clark, para escapar de la

dictadura militar, decidió permanecer en Brasil. Cuenta Pape que llegó a ser presa y torturada

en 1973, por dos meses, porqué daba apoyo logístico a las personas que estaban siendo

perseguidas256 (Mattar, 2003). Desde 1968 y a lo largo de los setenta, surge en su producción

obras que están en sintonía con el anarquismo, la ironía, el humor y el escracho. Una

posibilidad encontrada por Pape, en un período de reducción de las libertades de expresión,

para traer al debate a través del arte no sólo problemáticas políticas, pero relacionadas a la

situación social de las mujeres brasileñas en tiempos de dictadura militar en Brasil, a la

255
Artista que como vimos en el capítulo tres (Parte II de la Tesis) realizó a mediados de los años sesenta
experiencias que suscitan la participación del espectador, en los años setenta participó en las principales
exposicioens/manifestaciones colectivas, destacándo: O artista brasileiro e a iconografia de massa, RJ, 1968 y
Ex-projeção, MAC/USP, 1973. La artista también tuvo una participación especial en Mitos Vadios (1978).
256
Tras ser absuelta y sin estar afiliada a ningún partido u organización política, continuó siendo perseguida por
los militares hasta alrededor de 1975.
192

emergente cultura de masas y la industria cultural y, sus consecuencias sociales257. De forma

precursora, aún en 1968258, Lygia Pape se atrevió a tomar su cuerpo para llevar a cabo una

acción performativa especialmente diseñada para la cámara fotográfica -una fotoperformance

– Língua Apunhalada, que pertenece a la serie Poemas Visuais259. Solamente en 1975, la

artista volvió a realizar una acción performatica, a hora orientada para el medio audiovisual

(proyección de diapositivos), se trata de Faca de Luz. Con relación al feminismo en 2003 la

artista mencionó que tenia “serias dudas sobre esas propuestas” (Mattar, 2003: 85), pero no he

explicitado cuales eran260.

Língua Apunhalada (1968)261 – (Imagen 21), objeto de nuestro estudio, se trata de una

foto en blanco y negro revelada en acetato y montada en una caja de luz (backlight), resultante

de la acción performativa de Lygia Pape en frente de la cámara fotográfica. La cámara actúa

como un espejo que refleja su acción performativa. La fotografía, tomada por el artista

plástico Arthur Barrio, contemporáneo y amigo de Pape, consiste en un close (primer plano)

del rostro de Pape. Este ocupa casi todo el espacio. Sus ojos están abiertos y su boca también.

La lengua está para fuera, teñida por un líquido oscuro, como se estuviera literalmente

257
Destaca en ese período el proyecto Eat-me, compuesto por la película Eat-me, de 1975, celebrada en 16 mm,
posteriormente remasterizada en 35 mm, y la instalación Eat-me: a gula ou a luxúria?, expuesta por primera vez
en 1976, en la Galeria de Arte Global en São Paulo y, en el Museu de Arte Moderna de Rio de Janeiro
(MAM/RJ). En el proyecto Pape analiza temas relacionados con la mujer como un objeto de consumo, el
erotismo y las expectativas sociales subyacentes. Su investigación A mujer na iconografía de massa, realizada
para la Funarte en 1978, también se configura como un desdoblamiento del proyecto Eat me (la película y la
instalación).

258
En el año de 1968 vuelve a desarrollar trabajos relacionados con la explotación sensorial y participativa del
espectador como en Divisor (1968) y Espaços Imantados (1968).
259
Otra obra que pertenece a la serie Poema Visuais es Caixa Brasil (1968) - objeto que contiene la palabra
“Brasil”, escrita en letras de plata en la parte inferior de la cubierta y en su interior se colocan pelos de las tres
razas que dieron origen a la formación del pueblo brasileño (el indio, blanco y negro).
260
Esa opinión fue dada por Pape con ocasión del montaje de la instalación Eat-me: a gula ou a luxúria? (1976),
para la exposición O Preço da sedução: do espartilho ao silicone, realizada en Itaú Cultural en São Paulo,
comisariada por Denise Mattar, en 2003.
261
La obra fue expuesta por primera vez en 1971 en Ateliê da Vargem Grande, ubicado en la ciudad Vargem
Grande, interior de São Paulo (SP).
193

“mostrando la lengua”. Incluso la gota de “color rojo” se acumula en la punta de la lengua,

como si fuese a deslizarse por ella.

Imagen 21– Lygia Pape, Língua Apunhalada (Serie Poemas Visuais), 1968.262
Fuente: Proyecto Lygia Pape (2005: s/p).

A pesar de ser una foto en blanco y negro, el color oscuro del líquido, aliado con su

viscosidad, transmite la idea de la sangre, de una lengua herida, que está sangrando. El título

de la obra refuerza esa impresión, porque Língua Apunhalada significa lengua que fue herida

por una daga (arma blanca, de lámina corta, estrecha, aguda y cortante, por lo general en

forma de cruz). El montaje de la foto, en una caja de backlights, fortalece aún más el drama de

la acción performativa tomada por Pape.

Como podemos ver en la obra Língua Apunhalada Pape realizó una acción destructiva,

una autoagresión, no literal, pero forma ficticia/teatral, pues la artista no he causado ninguno

dolor en su lengua. Para representar la idea de que su lengua fue herida por una daga, la propia

262
Fotografía montada en una caja de blacklight. Foto Arthur Barrio. 124 x 163 x 14 cm.
194

arista dijo que utilizo un pingo de tinta de “color rojo” (Mattar, 2003: 78). El uso de pigmento

de color en su lengua como un recurso para la teatralización de una lesión por la daga nos

recuerda a una obra anterior - Roda dos Prazeres, también realizada en 1967263 (ver Anexo L).

Al utilizar la estrategia de la auto-agresión mismo que de forma ficticia/teatral, pues el

efecto es el mismo que el de una lengua apuñalada de hecho, la artista se contrapone a las

representaciones de cuerpo femenino dominantes en la sociedad y cultura brasileña en los

años setenta; aquella imagen de la mujer vista social y culturalmente como reproductora y

objeto sexual, diseminada por las vías simbólicas del lenguaje. Como vimos en el capítulo tres

la imagen de la mujer brasileña, en concreto como objeto sexual, fue apropiada por el Estado

y difundida largamente en los medios de comunicación, principalmente la televisión (principal

instrumento de propaganda del régimen militar) como un símbolo de la identidad nacional,

incluso por la EMBRATUR hacia lo exterior: la Garota de Ipanema y la imagen de la mulata.

Así como las imágenes del cuerpo femenino que han marcado nuestra historia del arte, tanto

en el ámbito internacional como nacional. Imágenes de una “iconografía de la misoginia”

(Dijkstra, 1994), alcanzando su esplendor a final del siglo XIX y principios del XX (Méndez,

1995). Imágenes de ninfas, inválidas, sumisas, prostitutas, son algunos de los estereotipos

recurrentes en las figuraciones pictóricas sobre las mujeres en el arte visual creado por artistas

occidentales (Dijkstra, 1994). Esas “imágenes de los 'otros' remiten, a través de la

representación de sus cuerpos, a la diferencia y la jerarquía” (Méndez, 1995: 145). El que se

ve en Língua Apunhalada es la imagen de una mujer que nos causa extrañeza, repulsa, porque

tiene la boca abierta y la lengua le sangra.

La obra, al ser realizada en1968, año que quedó marcado en la historia mundial y en la

de Brasil como un momento de gran contestación social y política, principalmente por parte de

la juventud de la época, puede ser entendida como una actitud libertaria, la artista que

263
En Roda dos Prazeres la artista ofrecía al espectador la posibilidad de experimentar gotas de agua con
colorante de alimentos de diferentes sabores para teñir la lengua de diferentes colores (amarillo, azul, verde, rojo,
etc.), para que tomase conciencia de los sentidos que eso le plateaba.
195

deliberadamente se apuñala la lengua para protestar contra el régimen dictatorial brasileño y,

los valores sociales y morales vigentes. Por otro lado, una vez que en 1968 se publicó el Acto

Institucional Número 5, el AI-5, durante el gobierno de Arthur da Costa e Silva (1968-1978),

que dio poderes casi absolutos al régimen militar, también puede ser interpretada como el

“más duro golpe” contra la democracia, las libertades individuales, las artes, etc. En tal

sentido, los autores del apuñalamiento de la lengua de Pape serían los verdugos de la dictadura

militar de Brasil.

Sin embargo, al presentarse con la lengua herida, el que impediría la libre

manifestación de sus ideas, sentimientos, opiniones y pensamientos, la artista también nos

habla de una de las principales formas de opresión sufrida por las mujeres brasileñas en el

período – el silenciamiento –,una de las principales estrategias de la dominación masculina.

En A dominação Masculina (1998), Pierre Bourdieu trata específicamente de la dominación

de lo masculino sobre el femenino, y demuestra que el hecho está presente en el proceso

histórico del ser humano. Para el autor, la dominación del hombre sobre la mujer es ejercida

por medio de una “violencia simbólica”, compartida inconscientemente por el dominador y el

dominado, determinado por los esquemas prácticos de “habitus”. Para Bourdieu la violencia

simbólica es un acto sutil que oculta las relaciones de poder entre los sexos, pero que alcanza

a toda la estructura social (Bourdieu, 2002). En Brasil, esa forma de violencia venía del

proprio gobierno y se manifestaba en las relaciones sociales, en el espacio público (relaciones

de trabajo, llegadas desde la iglesia, en los espacios educacionales, entre otros) y en el como

en el privado (en las familias, etc).

A esto hay que añadir que los significados relacionados a la situación social de las

mujeres brasileñas y los roles y identidades de sexo/género que describimos pueden ser

ampliados, cuando nos dimos cuenta de que además de la auto-agresión ficticia/teatral, Pape

lanzó mano de otra estrategia. Al ser fotografiada literalmente “mostrando la lengua”, un gesto
196

que en Brasil era practicado principalmente por niños como forma de rebeldía y

desobediencia264, en vez de asumir una actitud panfletaria, la artista utilizó la estrategia del la

ironía y el sarcasmo -"mostrarle la lengua a todo aquello” (Machado, 2006: 359), aunque

estuviese manchada con un líquido oscuro para representar la idea de sangre. “La ironía y el

sarcasmo han sido herramientas críticas históricas, a las cuales las mujeres han recurrido para

tomar la voz en las artes, como una estrategia argumentativa del discurso y acción política

feminista” (Peña, 2013: 293).¿Pero, contra qué protestaba Lygia Pape? Sin duda contra el

régimen dictatorial brasileño, contra la situación social de las mujeres brasileñas y los roles e

identidades de sexo/género a ellas asignado en los años sesenta (como objeto sexual y

reproductora) y la imposición del silenciamiento de las mujeres (por parte del Estado y en las

relaciones sociales - ámbito público y privado).

En Língua Apunhalada Lygia Pape utilizó la auto-agresión ficticia/teatral, subvirtiendo

las representaciones dominantes del cuerpo femenino, para de manera irónica, sarcástica

protestar contra dictadura militar (promulgación del AI-5) y el silenciamiento de las mujeres

brasileñas. Así mismo, es una de las obras que aquí analizamos que quizás mejor expresa

cómo este tipo de estrategia artística

“juega un papel decisivo en una configuración inédita entre el arte y la

política. Lo mismo sucede con el uso recurrente del autorretrato: las artistas que

hacen performances se ponen en escena, actúan con su propia corporalidad y a veces

ponen en peligro de forma extrema sus relaciones con la realidad” ( Zabunyan, 2010:

20).

Lo mismo podemos decir de la que abordamos a continuación preguntándonos sobre

los posibles significados de la obra É o que sobra (1974), de Anna Maria Maiolino, obra en

que además de la auto-agresión ficticia/teatral, la artista utiliza la estrategia del micro-relato.


264
En los años sesenta y setenta, en el marco de la contracultura, artistas del rock, como los Rolling Stones y
brasileños, como Rita Lee, también mostraron la lengua como un acto de insubordinación e irreverencia.
197

Anna Maria Maiolino265, en los años setenta, tras regresar a Brasil (Rio de Janeiro),

después de haber vivido en Nueva York, entre 1968 y 1972266, vuelve a abordar temas

relacionados con la situación política del país en tiempos de la dictadura militar y las

experiencias de las mujeres, pero a hora influenciada por supuestos conceptualistas. Maiolino

hizo películas en Súper 8 como In Out antropofagia (1973/1974), X (1974), Y (1974), Pouco a

Pouco (1976), entre otras. En 1973 dio inicio a la serie Fotopoemação, trabajos en que toma

su propio cuerpo (teniendo en algunas obras la colaboración de otras personas) para llevar a

cabo acciones performativas delante de la cámara fotográfica. Esa serie se extien de hasta

nuestros días. Las fotoperformances producidas por Maiolino en los años setenta son en

blanco y negro, por lo general procedentes de la selección de las imágenes tomadas

directamente de sus poemas escritos, películas en Súper 8 y performances267. Entre las

fotoperformances destacan-se: In Out (Antropofágica) (1973), resultante de imágenes tomadas

de la película que lleva el mismo nombre, É o que sobra (1974), X (1974), Aos Poucos

(1976), originada de la película Y (1974) y De... Para (1974), Alta-tensión (1976) y en Por um

fio (1976).

É o que sobra (1974) (Imagen 22), objeto de nuestro estudio, está compuesta por tres

fotografías secuenciales de la acción performativa de Anna Maria Maiolino delante de la

cámara fotográfica. De esa forma la artista se convierte “en protagonista de un microrelato o

secuencia de acontecimientos que muestran su apertura al mundo a lo largo de un espacio de

265
Artista que como vimos en el capitulo tres (Parte II de la Tesis) en los años sesenta realizó representaciones
neofigurativas del cuerpo femenino, en los años setenta participó de las principales exposiciones/manifestaciones
colectivas, destacandose: Nova Objetividade Brasileira (1967); Exprojeção, MAC/USP, 1973; Fotolinguagem,
MAM/RJ, 1973; Prospectiva, MAC/USP, 1974; Poéticas Visuais, MAC/USP, 1977 y Mitos Vadios (1978). En
Mitos Vadios (1978), presentó Monumento à Fome y Estado Escatológico.
266
En el mismo año en que es naturalizada brasileña, en 1968, se trasladó a Nueva York con su entonces marido
- el artista Rubens Gerchman. En Nueva York, en 1971, Maiolino entra en la Universidad de Pratt y en esa
institución gana una beca para asistir a los talleres del International Graphic Center (Taller). Allí entra en
contacto con propuestas experimentales desarrolladas por artistas latinoamericanos y abandona la representación
figurativa, dirigiéndose hacia la poesía experimental y dibujo.
267
Entre las performances que realizó destacamos - Alta Tensão (1968) y Solitário ou Paciência (1976) y, las
instalaciones - Arroz e feijão (1979) y Prato do dia, artistspace (1979).
198

tiempo lo suficiente considerable como para que se perciba su despliegue, su exteriorización”

(Sanchez & Navarro, 2002: 71-72), una de las formas de representación del “cuerpo-soporte”

que mayor éxito y difusión ha tenido desde principios de la década de los setenta268.

La cámara funciona como un espejo que refleja la imagen del cuerpo de Maiolino. Las

fotografías han sido realizadas por Max Nauenberg (fotógrafo y amigo de la artista). Para

ejecutarlas, Maiolino utiliza una tijera puntiaguda, objeto ambivalente que representa, al

mismo tiempo la creación y destrucción, nacimiento y muerte. En la foto número uno, de la

izquierda a la derecha, la artista maneja las tijeras en la mano en una posición que sugiere

cortarse la nariz (de arriba hacia abajo) y en la foto dos, en posición de cortarse la lengua.

En ambas, el rostro de la artista está en la posición perfil. Sus ojos están ligeramente

abiertos y dirigidos hacia abajo, como si estuviese concentrada en el gesto que iría hacer. En

la imagen tres, el rostro de la artista está frente a la cámara, como sise mirase en el espejo,

observando. En esa imagen, Maiolino sujeta con las manos una tijera abierta, bien próxima a

su rostro, pareciendo mostrar que está pronta para el próximo acto. La tijera abierta forma una

cruz en diagonal o letra “X”269, símbolo utilizado para marcar “productos peligrosos”. El título

de la obra É o que sobra significa “ lo que queda después de eliminar lo necesario”.

268
Como hemos visto esa representación secuenciada del cuerpo también fue utilizada por las artistas
brasileñas Anna Bella Geiger y Regina Vater, además de Cindy Sherman.

269
Este tipo de cruz llamado de un sautor o cruz de Santo André, es un símbolo heráldico que se refiere al arte
de describir el blasón o escudos de armas.
199

Imagen 22 – Anna Maria Maiolino, É o que sobra (Serie Fotopoemação), 1974270.


Fuente: Tatay (2012: 65).

Como vimos en É o que sobra, la acción performativa de Maiolino, así como en la

fotoperformance X, de 1974271 (ver Anexo M), principalmente en la primera y segunda fotos

(de la izquierda para la derecha), en la que intenta mutilarse la boca y la nariz con una tijera,

es extrema porque la artista “crea un suspenso en el que sujeto y objeto plantean al borde de

un acto irrevocable” (Margulies, 2012: 116). Sin embargo, como podemos observarla

principal estrategia realizada por Maiolino en É o que Sobra, gira en torno de una acción

destructiva, en el caso de una auto-agresión no literal, pero de ficción/teatral. En la obra de

Maiolino “las referencias extremamente estilizadas a la mutilación disfrutan de los temas del

body-art (un dolor literal) a un extremo conceptual” (Margulies, 2012: 116), pues se

completan sólo en lamente del espectador272.

Al utilizar la estrategia de la auto-agresión en É o que sobra la artista, se contrapone a

las representaciones dominantes del cuerpo femenino en la sociedad y cultura brasileña de los

años setenta, a pesar de conquistas obtenidas por las brasileñas, tanto en el ámbito público

como en el privado, principalmente gracias a la emergencia de la segunda ola del movimiento

270
Fotografía analógica en negro y blanco. Foto Max Nauberg. 28,5 x 40 cm (cada). Tirada de 3. Col.
particular.

271
X, es originaria de la película con el mismo nombre, siendo compuesta por dos imágenes secuenciales. En ella
el gesto de la artista se torna extremo, pues intenta mutilar los ojos con una tijera.
272
La artista ha empleado la estrategia de la auto-agresión ficticia/teatral en otras fotoperformances como X
(1974), resultante del la película en Super 8 con el mismo nombre.
200

feminista brasileño como un movimiento organizado en esos años. Sin embargo, la imagen de

la mujer brasileña como reproductora y objeto sexual sigue siendo difundidas por las vías

simbólicas del lenguaje, los medios de comunicación del período y en el Arte, etc. Por lo

tanto, lo que vemos en É o que sobra es la imagen de una mujer que nos provoca sorpresa,

rechazo, pues Maiolino intenta deliberadamente mutilarse la nariz y la lengua.

Además de ese primer significado, en É o que sobra la artista nos llama la atención

para el “peligro” que está siempre en eminencia, la opresión advenida del gobierno militar

brasileño en los años setenta, aunque en este período el general Ernesto Geisel asuma el cargo

(1974-1979) prometiendo una apertura democrática gradual, pero acaba retrocediendo. Ese

“peligro” es demostrado en la foto tres (de la izquierda a la derecha), al representar a la artista

sosteniendo una tijera que forma el símbolo “X”. Esta opresión advenida por parte del Estado

nos lleva a pensar en cómo se sentían las brasileñas en el período: sofocadas, impedidas de

respirar (foto uno) y de hablar (foto dos). Desde el momento en que esos sentidos se

concretizan en la mente del observador, la opresión ya va a otro nivel – la violencia física

impuesta por el gobierno militar a las brasileñas, principalmente aquellas que participaron de

los movimientos y organizaciones (movimiento estudiantil, partidos políticos, sindicatos y

organizaciones clandestinas) que comenzaron a levantarse, especialmente después del AI-5,

en 1968, para luchar contra la dictadura militar. Esas mujeres, generalmente jóvenes, con

menos de treinta años, la mayoría de ellas de la clase media y obreras, desafiaron el papel de

la pasividad y la domesticidad que la sociedad de la época les atribuía, incluso el propio

sexismo existente dentro de los movimientos y organizaciones políticas, y participaron

activamente en la lucha contra la dictadura militar en el país, aunque en menor número do que

los hombres. Mujeres que fueron detenidas, torturadas y desaparecidas, asesinadas por el

régimen militar273. El título de la obra refuerza esa posibilidad de interpretación, pues el que

273
En1974 mujeres que participaron en la Guerrilha do Araguaia, movimiento guerrillero que luchaba contra la
dictadura, que ocurrió en la región del Araguaia (divisa entre los estados de Tocantis y Pará), entre 1972 y 1975,
201

queda después que el necesario para vivir fue retirado de esas mujeres, la respiración (la nariz

cortada), la imposibilidad de comer (la lengua cortada), es la muerte. Las desigualdades

históricas entre hombres y mujeres en Brasil fueron profundizas en la dictadura, que no

admitía que mujeres desarrollasen acciones correspondiente con los estereotipos femeninos de

sumisión, dependencia y falta de iniciativa.

“La práctica de violencia sexual, violaciones y otros abusos sexuales ha sido

ampliamente utilizada contra las militantes, frente al odio especial que los

torturadores tenían por las mujeres que lucharon contra la dictadura. En este sentido,

el Estado autoritario direccionó una violencia específica a ellos, generando distinta

consecuencias y secuelas entre mujeres y los hombres” (Relatório Comissão

Nacional da Verdade/Verdade e Gênero, 2014: s/p).

A eso sentido hay que añadir que cuando la artista sujeta la tijera para cortarse la

lengua también nos habla del silenciamiento, uno de los principales tipos de opresión que aún

era vividos por muchas brasileñas en la época, no sólo por aquellas que han participado de la

guerrilla.

En É o que sobra Anna Maria Maiolino utilizó la auto-agresión ficticia/teatral,

subvirtiendo las representaciones dominantes del cuerpo femenino (la mujer como

reproductora y objeto sexual), para utilizándose también del microrelato hablar de la situación

social de las mujeres brasileñas en los años setenta, tras AI-5: la opresión simbólica, el

silenciamiento de las brasileñas tanto por parte del Estado y en las relaciones sociales (ámbito

público y privado) y la opresión física, la violencia por parte del gobierno militar, la muerte y

la tortura.

fueron torturadas, algunas desaparecieron y otras fueron asesinadas. Entre ellas: Moroni Barroso (1948-1974),
Maria Célia Corrêa (1945-1974), Dinaelza Santana Coqueiro (1949-1974), Luiza Agusta Garlippe (1941-1974),
Áurea Eliza Pereira (1950-1974, Dinalva Oliveira Teixeria, (1945-1974), Suely Yumiko Kanayama (1948-
1974). Telma Regina Cordeiro Corrêa (1947-1974), Valquíria Afonso Costa (1947-1974), Ieda Santos delgado
(1945-1974), Ana Rosa Kucinski Silva (1942-1974) y Jane Vanini (1945-1974).
202

Las fotoperformances Língua Apunhalada (1968) de Lygia Pape y É o que sobra

(1974) de Anna Maria Maiolino, como ya subrayamos están inseridas en el contexto en que

artistas feministas y/o orientadas por un ethos feminista, principalmente en Estados Unidos y

Europa Occidental, realizan acciones performativas autodestructivas en que utilizan la

estrategia de la auto-agresión, en vivo y en espacios privados, resultando muchas veces en

registros fotográficos y/o videográficos. En el período la lista de “fuerzas peligrosas” a ser

combatidas internacionalmente por parte de las artistas era amplia, se protestaba contra las

guerras, tortura, violencia, represión, censura, alienación, puritanismo, materialismo,

capitalismo, machismo, y el que más fuera necesario denunciar y/o modificar. Destaca-se los

trabajos de las artistas vinculadas al body art como Gina Pane274 y Marina Abramovick275 y/o

asociadas al grupo Fluxus como Yoko Ono276 y algunos trabajos de Ana Mendieta277. Esas

artistas utilización del dolor, mismo que en algunos caso de forma teatralizada (Yoko Ono y

Ana Mendieta), “como un mecanismo capaz de lograr un cuerpo en alerta, esto es, un cuerpo

en continua tensión y desacomodado, que suspende la voraz expansión del sistema ideológico

imperante” (Sánchez& Navarro, 2002: 66).

274
Gina Pape (Biarritz, 1939 - París, 1990) cree que el dolor ritualizado tenía efecto purificador para lograr una
sociedad anestesiada, y realizó fotografías de performances de autoflagelación cuidadosamente representadas.
En Escalada (1971), Pape sube una escalera de metal con cuchillas de afeitar en los peldaños; en Cuerpo
sondeado (1975) corta su pie con una hoja y en Psique (1974) se arrodilla ante un espejo, metódicamente se
aplica maquillaje en su cara y luego corta con una lámina pequeña filas bajo sus cejas. Sus performances
generalmente son realizadas en espacios privados, a veces para un pequeños grupo de invitados, y son
fotografiadas.
275
Marina Abramovic (Belgrado - 1946) buscaba mediante sus performances revelar la verdadera naturaleza
humana, los sentimientos y los comportamientos que están escondidos y que surgen cuando estamos ante
situaciones extremas. Performances de la serie Rhythm (1973-1974), son ejemplos de acciones en las que la
artista puso a prueba los límites de su cuerpo en varias situaciones, resistiendo al dolor y al sufrimiento
físico/psicológico.

276
Yoko Ono (Tokio, 1939), en Cut Piece (1964) se vistió con un elegante vestido y pidió al público que cortara
su traje, mientras ella permanecía sentada e inmutable.
277
Ana Mendieta (La Habana, 1948 - Estados Unidos, 1985), en Glass on Body (1972), presiona placas de
vidrio sobre su rosto, sus senos y su barriga y, en Cena de estrupo (1973) simula una escena de violación.
Ambas acciones performativas son realizadas sin audiencia y son fotografiadas.
203

Como vimos, Lygia Pape en Língua Apunhalada (1975) y Anna Maria Maiolino en É

o que sobra (1974), al utilizar en la simulación del dolor cada una a su modo, la ironía y el

sarcasmo (Pape) y el microrelato (Maiolino), para hablaren de la situación social de las

mujeres brasileña durante los tiempos de la dictadura militar en Brasil, subvierten las

representaciones dominantes del cuerpo femenino para convertir su cuerpo en un cuerpo de

denuncia contra la opresión y la violencia sufrida por muchas brasileñas desde finales de los

años sesenta y inicio de los setenta.

En el próximo epígrafe realizaremos la lectura de las obras en que las artistas utilizan

la estrategia de la auto-agresión ficticia/teatral, además de la subversión de prácticas

relacionadas al embellecimiento femenino (Preparación I, 1975, Letícia Parente) y belleza y

higiene (sin título “pêlos”, 1976, Sonia Andrade).

4.3.2 Letícia Parente y Sonia Andrade: desde la auto-agresión ficticia/teatral a subversión de

prácticas de embelesamiento y higiene

Letícia Parente278, desde los años setenta, período en el que cuando ya tenía cuarenta

años, inicia su carrera artística, siempre tendrá a la mujer como asunto central en sus obras sin

que, sin embargo, la artista haga mención explícita de un programa de arte feminista. Con

respecto a su trabajo dirá que se caracteriza por:

278
Letícia Parente (Salvador/Bahia, 1930 – Rio de Janeiro, 1991). Graduada y con doctorado en química, área a
la que se dedicó profesionalmente dando contribuciones importantes, empezó sus estudios en los talleres de Ilo
Krugli y Pedro Dominguez, en Rio de Janeiro. De vuelta a Fortaleza, después de participar en varias
exposiciones colectivas y recibir un premio de adquisición del Salão de Abril, realizó en 1973, su primera
exposición individual (Museo de Arte de la Universidad do Ceará – MAUC) con un conjunto de 29 grabados.
Entre las exposiciones colectivas en las que participó destacan: I Bienal Nacional de Artes Plásticas,
Salvador/Bahia, 1966); Exprojeção 73, MAC/USP; Video Art, Universidad Pennsylvania, Filadelfia/ EEUU,
1975; Video Art, MAC/USP, 1975 y Vídeo MAC, MAC/USP, 1977.
204

“no tener una característica preferencial. Su dinámica es más ramificada que

lineal. Dejo que él persiga un proceso, mi proceso de descubrimiento y visión. Sus

raíces de evidente unidad están dentro de mí y son resultado de la interacción de mi

realidad con la realidad social e histórica de mi tiempo y de mi momento. Es más

interrogativo que descriptivo” (Parente, 1975: s/p).

Sin embargo, en un texto dactilografiado de la década de ochenta, Parente hace una

retrospectiva de su producción y la organiza en tres proyectos centrales: “situaciones de duda

mujer-social-objeto”; “situaciones de reducción y agresión al ser humano por categorías

sociales” y “helo dentro-fuera, la casa y el exterior”. En estos tres ejes se puede notar quela

sujeción de la mujer en la sociedad fue un tema importante en su producción artística, incluso

en la de los años setenta.

El video fue el medio de expresión más utilizado por Parente279 y como vimos es una

de las pioneras del video arte en Brasil. La mayoría de sus vídeos son mudos y cuando tienen

sonido generalmente son ruidos del entorno. Todos son en blanco y negro. Las grabaciones o

tomas de escenas se dan a modo de secuencia plana. La artista es casi siempre la protagonista

de sus videos y, como “actriz” principal, actúa (desenvuelve), realiza y sufre la acción

performativa, destacándose Marca Registrada (1974), uno de los vídeos más conocidos de la

artista, Preparação I (1975), Preparação II (1975) y In (1976). Además de haber participado

en la producción colectiva Telefone-sem-fio (1976), algunos videos producidos por la artista

son: O homem do braço e o braço do homem, en coautoría con Andre Parente (1978); Quem

piscou primeiro (1978); Especular (1978) y De aflicti - ora pro nobis (1979).

279
Letícia Parente también utiliza otros medios audiovisuales como la proyección de dispositivas con sonido y
la película, además del trabajo con la fotografía, el arte postal (correo), la fotocopia y la instalación. En los años
setenta y destacan trabajos como Projeto158 (1975) –una de las series más conocidas del trabajo fotográfico de
la artista, compuesta por las obras Pcínico-astênico (A) y (B), la serie de collages fotográficos Mulheres (1975) y
la instalación Medidas, cuya exposición fue celebrada en el Museu de Arte Moderna do Rio de Janeiro (MAM –
RJ) en 1976. Estos trabajos discuten los procesos de medición del cuerpo humano de modelos publicitarios en el
caso del Projeto 158 (1975), compuesto por las obras Pcínico-astênico (A) y (B) y, de la serie Mulheres (1976),
así como de los visitantes que interactuaron en su instalación Medidas (1976).
205

Preparação I, objeto de nuestro estudio, fue realizado en el año de 1975. Se trata de

una acción performativa de la artista delante de la cámara de vídeo. El video, en blanco y

negro, fue filmado en el espacio doméstico, en su residencia, en el cuarto de baño. No hay

diálogos y ha sido realizado en una secuencia planteada como un microrelato. El cámara es

Jom Tob Azulay (cineasta y diplomático) amigo de la artista

En el inicio de Preparação I (1975) – (Imagen 23), la artista se pone delante del espejo

del cuarto de baño (duplicando su imagen) y empieza a prepararse para salir a la calle.

Sorprende al espectador al cubrirse la boca con un pedazo de esparadrapo (tirita) y dibujar una

boca sobre el mismo con la ayuda de una barra de labios. A continuación, se pega un

esparadrapo (tirita) sobre el ojo derecho, y con un lápiz de ojos traza sobre la parte cubierta un

ojo abierto. Realiza el mismo procedimiento sobre el otro ojo. Por fin, y aún frente al espejo,

la artista ciega y silenciada, se arregla el pelo, coge su bolso y sale.


206

280
Imagen 23 – Letícia Parente, imagens del video Preparação I, 1975 .
Fuente: Parente (2005: s/p).

Como podemos ver la principal estrategia utilizada por Letícia Parente en Preparação

I, también gira en torno a una acción destructiva, una auto-agresión ficticia/teatral, así como

en su video Preparação II (1976281) (ver Anexo N), en la medida en que la propia artista sella

sus ojos y su boca, lo que le impide expresar su opinión, tener contacto verbal con otras

personas y ver de hecho lo que se pasaba en Brasil en los años setenta, incluso con las mujeres

que aún estaban detenidas en los cuarteles militares. Además de la auto-agresión

ficticia/teatral, otra estrategia utilizada por Letícia Parente en Preparação I, remite al título de

la obra, evidenciando que se trata de una preparación y/o una tarea, una práctica que

tradicionalmente remite a una de las ocupaciones femeninas – maquillarse. Esa práctica con

280
Vídeo (6 min), formato (puerta -pack ½ pulgadas). Camera Jom Tob Azulay.

281
En Preparação II (1976) la artista aplica en si misma cuatro inyecciones. Después de cada aplicación son
inscriptos "anti mistificación del arte, anti-racismo, anti-colonialismo, etc" en una ficha de control sanitario
internacional para salida del país.
207

finalidad estética “difunde, sustenta y se nutre de los cánones de belleza dominantes en cada

época y sirve también para inscribir corporalmente en lo social la hipotética especificidad de

lo femenino” (Méndez, 2003: 39), y fue utilizada por Parente de modo nada convencional. La

artista la utiliza no para evidenciar la belleza, sino para enmascarar a la mujer. Ocultando la

boca y ojos con esparadrapos, y dibujando nuevos ojos y una nueva boca, la artista reproduce

el vestir de una máscara.“Si una persona se enmascara oculta su cuerpo, al mismo tiempo, se

exhibe o exhibe algo” (Méndez, 1995: 158). ¿Pero, que significados suscita el

enmascaramiento de Letícia Parente en Preparación I? La obra según la artista, establece

relaciones entre ella, su propio cuerpo, el contexto social y político del período, y las

consecuencias de esa relación - “la opresión y la censura la lucidez y el habla” (Parente, 1975:

s/p).

En la obra, la acción performativa de Parente delante del espejo y de la cámara de

video, la de “poner una máscara”, puede interpretarse como una crítica al régimen dictatorial

brasileño, que todavía en 1975, durante el gobierno de Ernesto Geisel actuaba de forma

coercitiva con relación a la libertad de expresión y el acceso a la información, inhibiendo la

participación de los individuos en la esfera política. En tiempos de represión, “cerrar la boca”

(cállate) y “cerrar los ojos” (no veas) constituían etapas fundamentales para una convivencia

pacífica en la esfera política, así como un falsa sonrisa en los labios y ojos de la muñeca.

Aunque en el año en que Preparación I fue realizada, algunos avances acontecieron en la vida

de brasileñas, pues fue a partir de 1975 (año en que fue declarado el Año Internacional de la

Mujer por la ONU) que las mujeres (incluso las feministas), pudieron volver a manifestarse

públicamente, lo que no ocurría hasta entonces; el silenciamiento aún era una de las

principales formas de opresión de la mujer, una de las formas de “violencia simbólica”

(Bourdieu, 1998). Además del Estado, Preparación I nos lleva a pensar en la opresión vivida

por muchas brasileñas en las relaciones sociales, sobre todo en el espacio público pues
208

Parente, al ponerse la máscara para salir de casa, nos hace pensar en que en “su propia casa”

se sentía libre para expresar sus sentimientos y opiniones. Sin embargo cabe destacar que

delante de este sentido la “casa” para la artista no era el espacio de la domesticidad, pero sí de

reflexión y subversión, en la medida en que es a partir de la casa que Parente construye su

visión crítica hacía el espacio exterior, hacia el contexto político y social de Brasil en aquellos

años.

A este sentido hay que añadirle que la obra también nos lleva a reflexionar sobre los

actos de belleza impuestos a las mujeres, en concreto el maquillaje. Un acto practicado en la

época por muchas brasileñas si cuestionamiento alguno, y que permitía que se adecuaran a los

patrones de belleza vigentes. Eso significaba en Brasil, además de ser blanca y joven, tener el

rostro son rosado, y boca y ojos bien subrayados.

Como vimos en el vídeo Preparación I, Letícia Parente utiliza la estrategia de la auto-

agresión ficticia/teatral, aliado a la subversión del acto de maquillarse, para hablar de la

situación social de las mujeres brasileñas en tiempos de dictadura militar en el país, de la

opresión del sujeto femenino, sobre todo del silenciamiento impuesto a las brasileñas en el

espacio público, así como de la sujeción de la mujer a las prácticas de embellecimiento, en

concreto el maquillaje. A continuación intentaremos comprender los posibles significados de

la obra Sin título “pêlos” (1976) de Sonia Andrade, obra en que además de la auto-agresión

ficticia/teatral, la artista utiliza la estrategia de subversión de prácticas de embellecimiento e

higiene.

Sonia Andrade282, inició su trayectoria artística en los años setenta283, siendo como

vimos pionera del videoarte brasileño. En ese periodo la artista estaba viviendo en Europa

282
Sonia Andrade (1935, Rio de Janeiro - RJ). Graduada por la Escuela de Bellas Artes de Araraquara en 1965,
frecuenta el taller de la pintora Maria Theresa Vieira (1971/1972) y estudia con Anna Nella Geiger (1973-1974).
283
Entre las exposiciones colectivas en las que participó en los años setenta destaca: Exprojeção, MAC/USP,
1973, 8 JAC, MAC/USP, 1974; Vídeo Art, Institute of Contemporany Art - Universidad de Pennsylvania,
Philadelfia (1975) y 7 artistas do vídeo, MAC/USP.
209

(inicialmente en París y más tarde en Zurich), cuando ya existía el “arte feminista”. Sin

embargo pasaba casi mitad del tiempo en Rio de Janeiro. El vídeo es el lenguaje más utilizado

por Sonia Andrade aunque a lo largo de su trayectoria como artista hará uso de otros

lenguajes284. Sus primeros vídeos, realizados entre los años de 1974 y 1977, fueron creados

con pocos recursos técnicos (efectos o edición). En la mayoría de los casos, la cámara

permanece fija, mientras que la acción performativa de la artista se desarrolla frente al

aparato. Todos son en blanco y negro y si sonido. Entre las videoperformances destacamos:

sin título “Documentação da ação em condição limite” (1975), sin título “fios” (1977), sin

título “pêlos” (1977), sin título “prêgos” (1977), sin título “feijões” (1977), sin título “gaiolas”

(1977) y sin título “dentes” (1977)285. La primera presentación de estos vídeos se llevó a cabo

en 1977, en el Espaço B, MAC/USP (Machado, 1998). Sonia Andrade aún participó de la

producción colectiva Telefone sem fio, en 1976 (Lentz, 2011). Durante el evento Retrospective

– Show in Rio, celebrado en octubre de 2014 en Rio de Janeiro, en una entrevista con Saria

Ansari (2014: s/p), cuando se le preguntó sobre el movimiento feminista en Brasil, Sonia

Andrade dijo: ”El movimiento feminista nunca realmente influyó el escenario del arte

brasileña y no hay muchas obras para exhibir.” Como hemos visto, Andrade cree que el

movimiento feminista no ejerció mucha influencia en el campo del arte brasileña. Sin

embargo obras producidas por la artista en los años setenta hacen parte de exposiciones de arte

feminista286.

284
Su producción artística incluye también trabajos con otros medios, como el dibujo, la fotografía, objetos,
postales, siempre dispuestos en conjuntos y presentados como instalaciones.

285
Algunos videos pertenecientes a esa serie no son el resultado de la acción performativa de la artista frente la
cámara como sin título "muro” (1977) y sin título "televisores" (1977).
286
Como la exposición Elles: Mulheres artistas na coleção do Centro Jorge Pompidou/Museu de Arte Moderna
de Paris. 2009. Una de la obras más expuestas es el vídeo sin título "fios" (1976). En el vídeo la cámara registra
la acción performativa de la artista que consiste en enrollar en su cara un hilo de nylon transparente. Primero, lo
pasa a través del agujero del pendiente en ambas orejas, haciendo una línea a la altura de la boca. Entonces
comienza a enrollar el cable en su rostro, apretándolo. El rostro se deforma por la acción del hilo de nylon y en
un determinado momento nos damos cuenta de que la artista empieza a tener problemas para respirar. Cuando ya
no se distinguen los rasgos de la cara de Sonia Andrade, debido a la desfiguración causada por el hilo de nylon.
210

Sin título “pêlos” (1977) (Imagen 24), objeto de nuestro estudio, es un video en negro

y blanco resultante de la acción performativa emprendida por la artista. Fue realizado en el

espacio doméstico. No contiene sonido y es realizado en una secuencia planeada, sin micro-

relato. El cámara es Jom Tob Azulay (cineasta y diplomático). El video se centra en la acción

performativa de Sonia Andrade ante la cámara. Vemos a la artista cortar pelos con una

pequeña tijera, pero solamente tras volver a mirar identificamos que se trata de pelos púbicos.

En seguida, la cámara acompaña el movimiento de las manos de la artista que empieza a

cortar los pelos de la las axilas, de la cabeza, cejas y, por fin, las pestañas. Esos son cortados

muy cerca del cuerpo y a una velocidad frenética, llegando casi a mutilarse. El video tiene una

aspecto intimista, por ser un plano muy cercano y haberse hecho cámara en mano, lo que

evidencia aún más el aspecto dramático de las escenas.

Imagen 24 –Sonia Andrade, imágenes del video sin título “pêlos”, 1977287.
Fuente: Lentz (2011: 175).

287
Video (4 min 40 segundos).Camera: Jom Tob Azulay.
211

En el vídeo “pêlos” la artista utiliza una acción deconstructiva, una auto-agresión no de

forma literal, pero ficticia/teatral, ya que cortar los pelos no causa dolor y es reversible, en la

medida en la que vuelven a crecer. En “pêlos”, al igual que en otros dos otros videos en los

que utiliza esa misma estrategia, como En sin título “fios” (1977) (ver Anexo O), “la violencia

no es la agresión explicitada al límite intolerable del dolor y de la provocación como en el

body art, ella está más en nivel del tacto” (César, 2011: 11). Esa estrategia aliada a la

subversión de prácticas femeninas utilizadas para el embellecimiento e higiene de la mujer- la

depilación de los pelos del pubis, de las axilas288, de las cejas, el corte del pelo de la cabeza, e

incluso de las pestañas289, tienen como resultado una imagen que se contrapone a aquella que

se espera de las mujeres que utilizan tales prácticas. La condición idealizada del cuerpo

femenino, aquí representado por la propia artista (un rostro de una mujer joven y blanca) es

alterado en su belleza para revelar lo inconfortable de ser modelado y aprisionado socialmente

por los mecanismos de control del cuerpo femenino. El vídeo nos lleva a reflexionar sobre los

actos de higiene y belleza impuestos a los cuerpos femeninos. Actos practicados por muchas

brasileñas en los años setenta sin cuestionamiento alguno. Cuando nos encontramos con la

imagen de la artista con el cuerpo casi mutilado debido a la acción frenética del movimiento

de la tijera en dirección hacia su cuerpo para cortar sus pelos, subyace otro posible

significado. En época de dictadura militar – período de tortura, desaparecidos políticos, exilio,

censura y autocensura –el “acto” de casi mutilarse puede significar una referencia a la

situación social y política del país, pues esos eran tiempos de cuerpos torturados y silenciados,

de “mutilaciones veladas” (César, 2011: 11).

288
En Brasil, los primeros anuncios de depilación ofrecidos por las peluquerías de la capital, comenzaron a
circular en revistas femeninas alrededor 1915. El pelo de las cejas, del labio superior y de las axilas fueron los
primeros en desaparecer. En los años treinta, aparecieron, en farmacias, las cremas depilatorias químicas y el
equipo específico para la extracción del vello. La depilación pasó a tratarse como una cuestión de higiene y
estética requisito para las mujeres "elegantes". Fue en ese momento en el que la higiene del cuerpo femenino
comenzó a ser vendida como un sinónimo de belleza. La noción de que las mujeres deben estar siempre limpias y
perfumadas comenzó en aquel tiempo. El punto culminante de esa trayectoria se produjo en la década de sesenta
con la aparición de la bikini y, por supuesto, su compañero mayor: la depilación íntima. Sin embargo, los hippies
iban contra esos hábitos, pues se negaban a depilarse, tanto las axilas como la entrepierna. La libertad era el valor
más estimado, y las exigencias estéticas fueron rechazadas.

289
Vale subrayar que cortar las pestañas no es una práctica de belleza y higiene en nuestro país.
212

Hay que añadir que junto con esos dos sentidos podemos pensar si los pelos del cuerpo

en general tienen la función de protección la artista, al cortarlos, deja su cuerpo sin protección,

vulnerable a la política de las apariencias, así como a la violencia ejercida por parte del

gobierno militar.

Como vimos en “pêlos” (1976), Sonia Andrade utiliza la estrategia de la auto-agresión

ficticia/teatral y la subversión de prácticas de embellecimiento e higiene para criticar los

patrones de belleza femenina y sus metodologías imperativas, aludiendo también a los cuerpos

femeninos torturados durante el período de la dictadura militar en el país.

Los cuerpos presentados por Letícia Parente en el vídeo Preparação I (1975) y en

“pêlos” de Sonia Andrade “se muestran críticos y perturban nuestras percepciones rutinarias

(habituales)” (Machado citado por Mello, 2007: 146), puesto que esas representaciones del

cuerpo femenino están en oposición a la imagen de belleza y sensualidad de la mujer

brasileña, muy difundidas por el gobierno militar principalmente en el exterior a través de la

EMBRATUR como uno de los símbolos de la identidad nacional del país.

Las videoperformances Preparação I de Letícia Parente y “pêlos” de Sonia Andrade

son obras contemporáneos de performances desarrolladas por artistas feministas y/o

orientadas por un ethos feminista, principalmente norte-americanas y/o europeas290. Entre

ellas destacamos la performance Art Must Be Beautiful, de 1975 de Marina Abramovic,

realizada en Copenhague (Dinamarca) delante del público y con una cámara videografica. En

la performance la artista también cuestiona los procesos de formación de los roles y las

identidades femeninas, sobre todo en lo que se refiere al cuerpo y a la belleza femenina,

utilizando de la estrategia de la auto-agresión. En la performance la artista peina sus largos

cabellos negros con dos peines de hierro repitiendo incesantemente la frase - título (El arte

290
Del mismo modo se aproximan al trabajo de las documentalistas brasileñas Norma Bahia Pontes y Rita
Moreira, en especial el vídeo She Has A Beard [programa 7], de1975. Esas documentalistas en pleno auge del
movimiento feminista en Nueva York también resuelven abordar un importante tema de la época, el de la
“política de las apariencias”. En el video realizado en Nueva York, la protagonista, la neoyorquina Forest Hope,
en un acto de inconformismo contra los estereotipos de la belleza femenina, rechaza la depilación y deja su barba
crecer normalmente. Sólo que, en vez de colocarse frente a la cámara para convertirse en el objeto avergonzado
por la mirada inquisitoria de realizadores y espectadores, Forest pasa por detrás de las cámaras y, micrófono en
puño, se pone ella misma a interrogar a las mujeres sobre las razones que las llevan a reproducir el estándar de
belleza convencional. No se trata de un vídeo “sobre” la mujer barbuda, condición que marcaría nuestra distancia
y nos mantendría inmunes al contagio del objeto exótico. Aquí, en un giro perturbador, el objeto de la
investigación se convierte también en sujeto de la misma, impidiendo cualquier abordaje que pueda ridiculizarla.
213

debe ser bonito), hasta gradualmente dar inicio a un movimiento histérico y violento contra su

cabellera y su rosto, en una crítica a la relación pasivo-agresiva de las mujeres con relación a

sus cuerpos e imágenes, a las prácticas de embellecimiento. El trabajo, que parte de un gesto

típicamente femenino, el de cepillarse el cabello, explora el concepto de “agresión pasiva”

para criticar los estándares de belleza difundidos por las vías simbólicas del lenguaje, los

medios de comunicación de masas y el arte. Sin embargo, a diferencia de las artistas

brasileñas Abramovic causa dolor a su cuerpo, a su cuero cabelludo, al cepillarse

frenéticamente con los peines de hierro.

Los vídeos producidos por las artistas brasileñas, así como esta performance de Marina

Abramovich, buscan subvertir prácticas de embellecimiento y, en el caso de Sonia Andrade,

también de higiene, para ir contra los patrones de belleza y sus metodologías imperativas,

debate presente en la segunda ola del movimiento feminista brasileño, principalmente a finales

de los años setenta y, en el contexto internacional a lo largo de los setenta. Debido al contexto

político y social de Brasil en el período, las videoperformances producidas por Parente y

Andrade, también hablan de la situación social de las mujeres brasileñas en tiempos de

dictadura militar en Brasil. En definitiva podemos afirmar que mediante innovadores códigos

visuales las artistas brasileñas de las que hemos hablado

“se posicionan críticamente frente a los estereotipos y valores de sexo género


dominantes a través de los que se construye como posible una única realidad. Se trata

de una labor de deconstrucción de imágenes y de referentes culturales que conciernen


al cuerpo y cuya plasmación artística propone interpretaciones, símbolos, imágenes

sobre las mujeres [...] a menudo inquietantes y perturbadoras” (Méndez, 2004 : 137)
CONCLUSIÓN

En esta Tesis hemos investigado sobre la producción de artistas mujeres

representativas del arte brasileño categorizado como de índole crítico y politizado durante un

período específico de la dictadura militar en Brasil, el que abarca los años que transcurren

entre 1964 y 1979. A nivel internacional, ese periodo tuvo como telón de fondo la Guerra

Fría entre Estados Unidos (EEUU) y la antigua Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas

(URSS) y, a nivel nacional, empezó desde un punto de vista cronológico y político en el año

1964, año en el que se inicia la dictadura militar en Brasil, y pasa por la promulgación en

1968 del Acto Institucional Número 5 (AI-5), el más terrible instrumento de represión del

régimen miliar, y finaliza en 1979, periodo del inicio del proceso de “apertura política” del

país. Ese periodo, como hemos visto, también estuvo marcado por la emergencia de la

contracultura brasileña y de la segunda ola del movimiento feminista en Brasil.

Nuestro principal objetivo a lo largo de estas páginas ha sido el de investigar las

posibles influencias de la segunda ola del movimiento feminista brasileño en la producción de

artistas mujeres representativas del arte brasileño de índole crítico y politizado en el período

comprendido entre los años 1964 y1979. Aunque la contracultura brasileña (la vanguardia del

“desbunde”) contribuyó a que, especialmente los jóvenes de clase media, cambiaran ciertos

comportamientos relacionados con la sexualidad; a pesar de que el descubrimiento de la

píldora anticonceptiva (comercializada en Brasil en los años setenta) contribuyera a

incrementar la libertad sexual de las brasileñas, en especial de las de clase media y media/alta,

al hacer posible desvincular las prácticas sexuales heterosexuales de la procreación; sólo a

partir del surgimiento de la segunda ola del movimiento feminista brasileño se empezó la

lucha por superar las desigualdades entre hombres y mujeres, la búsqueda de la autonomía y

de la emancipación de las brasileñas, lográndose introducir modificaciones en el ámbito


215

jurídico. Fue en ese contexto en el que se produjo, progresivamente, la sustitución del mito de

la mujer “ama de casa” que imperaba en la sociedad y cultura brasileña de los años cincuenta

y sesenta, por el de la mujer “rebelde y reivindicativa”.

Aunque no haya constancia de la existencia de artistas mujeres comprometidas con el

feminismo que actuaran en el campo de las artes plásticas/visuales de aquellos años y, por lo

tanto, tampoco puede hablarse de la existencia de un arte “feminista” en el Brasil de aquel

periodo, en esta Tesis hemos demostrado que, en algún momento de sus trayectorias

profesionales, las artistas seleccionadas: Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Letícia

Parente, Regina Vater, Sonia Andrade, Lygia Clark y Lygia Pape, abordaron en sus obras

problemáticas feministas, lo que nos ha permitido rastrear el impacto de las inquietudes

feministas en ellas. Es desde el cuerpo, lugar/territorio por excelencia dónde se inscribe la

opresión de las mujeres; el cuerpo como tema, objeto y soporte de significación (el cuerpo del

espectador y el de las propias artistas), desde donde estas artistas plantearon tensiones y

rupturas con relación a la situación social de las mujeres brasileñas durante los tiempos de la

dictadura militar, desde donde criticaron y denunciaron los roles, funciones e identidades de

sexo/género que, en tanto que mujeres, se les asignaban en aquellos años.

Esas artistas, mujeres blancas de la clase social media y/ o media alta, la mayoría de

ellas con formación académica, pasaran por lo menos un periodo de tiempo fuera del país en

los años sesenta y/o setenta, ya sea en Estados Unidos, ya sea en algún país de Europa

Occidental. Y lo hicieron en un periodo en el que empezaba a producirse el hoy conocido

como “arte feminista”. Por ese motivo en esta Tesis también nos hemos interrogado sobre la

etiqueta “arte feminista”, y nos hemos preguntado si las artistas brasileñas seleccionadas en

esta investigación estaban haciendo algo similar a lo que las artistas feministas y/o orientadas

por un ethos feminista estaban llevando a cabo en un contexto internacional, o incluso

anticipándose a ellas.
216

En la producción de las artistas brasileñas seleccionada como corpus significativo a

nivel plástico/visual, exceptuando a Lygia Clark que en los años setenta empezó a hacer un

trabajo entendido más propiamente como terapéutico, y a Letícia Parente y Sonia Andrade,

que iniciaron sus trayectorias artísticas en los años setenta; hemos logrado identificar dos

momentos en los que las artistas abordaron temáticas feministas y/o que nos han permitido

rastrear en ellas la presencia de inquietudes feministas: el de la década de los sesenta, y el de

la década de los setenta.

El primer momento remite a los años sesenta, periodo en el que, como hemos

demostrado, existía un numero cuantitativamente menor de artistas mujeres que de artistas

varones que participaran en las principales manifestaciones colectivas de la época (Opinião

65/66, Proposta 65/66, Nova Objetividad Brasileira (1967). A pesar de ello, fue en aquellos

años y en aquellos eventos colectivos en los que surgieron las primeras “voces feministas” en

el campo de las artes plásticas/visuales: las de Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino y

Regina Vater, cuyas obras seguían las tendencias neofigurativas en boga, principalmente en

sus versiones francesa (Nouvelle Figuratión de la Escuela de Paris) y argentina (Otra

Figuración Argentina), y las voces y obras de Lygia Clark y Lygia Pape, que pretendían

suscitar la participación del/la espectador/a en la obra. Mientras que esto sucedía en el campo

del arte, en el de la acción política impulsada por el movimiento feminista los temas que

estaban en el centro del debate de los sesenta, enunciados entre otras figuras de la época por

Carmen da Silva, Heleieth Saffioti y Rose Marie Muraro, estaban relacionados con las

reflexiones en torno a los roles y a las identidades de sexo/género tradicionalmente asignados

a las mujeres brasileñas: la de reproductoras de la especie (versión esposa), y a la denuncia de

la transformación de las mujeres y de sus cuerpos en posibles objetos sexuales. Como hemos

demostrado, las artistas que hemos mencionado no fueron inmunes a ese debate. Anna Bella

Geiger en su obra Embriões (1967) y Regina Vater en Em Azul (1967), representaron el tema
217

del embarazo no de una forma sublime e idealizada, representación dominante en nuestros

libros de Historia del Arte, sino desde una mirada hacia el interior del cuerpo, más cruda,

escasamente mitificadora, y mucho menos condescendiente. Una mirada que tomaba como

punto de partida sus propias experiencias que, en tanto que mujeres, habían experimentado

durante sus embarazos y partos. Quizás por ese motivo, por esa base en la propia experiencia

corporal del embarazo y del parto, la imagen producida por esas artistas no enfatiza el papel

de la mujer como reproductora.

Por su parte Regina Vater en Ipanema (1968) y Anna Maria Maiolino en Ecce Homo

(1967), aunque sus representaciones no consigan deconstuir la imagen de mujer que se

proponen criticar, ponen de manifiesto la construcción y normalización del cuerpo femenino

como objeto sexual. Así mismo Lygia Clark en A Casa é o Corpo (1968) y Lygia Pape en

Ovo (2967), al proponer que el participante sea cual sea su sexo, origen étnico y clase social,

experimente el proceso del nacimiento/renacimiento desde la perspectiva femenina, llevan a

cabo una obra con gran potencial crítico feminista dado que la ideología sexual dominante en

los años sesenta en Brasil, tanto en el espacio privado como en el público, estaba inscrita en, y

a través, de la masculinidad y de la mirada masculina, lo que incluía los mecanismos de

censura y de represión del régimen militar comandados por hombres. En A Casa é o Corpo, la

experiencia estético/vital del nacer/renacer estaba más orientada a los aspectos del “yo”

psicológico (de la subjetividad), de redescubrimiento de sensaciones que podían llegar a

desafiar los roles e identidades de sexo/género. En Ovo, la experiencia estético/vital apuntaba

hacia un nuevo nacimiento simbólico, hacia una especie de reivindicación de la existencia por

parte del individuo no en el sentido psíquico e introspectivo del término, como sucede con

Clark, sino en el sentido de ampliar la conciencia del individuo para que éste pueda realizar

transformaciones ético-políticas y hacer surgir un mundo nuevo. La producción de esas

artistas se localiza en un contexto en el que, a nivel internacional, las artistas mujeres que se
218

identifican con las denuncias políticas feministas empiezan a representar la maternidad, el

embarazo, y el nacimiento; y a cuestionar las representaciones de la mujer como objeto sexual

desde una perspectiva diferente a la surgida de la mirada masculina, una realidad que se

afirmará a finales de los años sesenta con la emergencia del “arte feminista”.

El segundo momento al que hemos hecho referencia nos sitúa en los años setenta,

periodo en que las artistas que constituyen nuestro objeto de estudio toman su propio cuerpo

para realizar acciones performativas especialmente concebidas para desarrollarse ante la

cámara fotográfica (fotoperformances) y/o videográfica (videoperformances), salvo el caso de

Lygia Clark que nunca ha trabajado con esos lenguajes, las temáticas feministas y/o que nos

permiten rastrear las inquietudes feministas en ellas se manifiestan de una forma más explícita

que en la anterior década. Sin embargo, hemos incluido también la obra Língua Apunhalada

de Lygia Pape, realizada en 1968, porque ella fue precursora en la utilización de ese lenguaje

entre las artistas mujeres en Brasil. Una de las posibles explicaciones del por qué tantas

artistas de aquellos años optaran por llevar a cabo fotoperformances y videoperformances se

relaciona con el hecho de que ambos lenguajes, que estaban empezando a tomar forma en

aquel periodo, principalmente en el caso del video, no estaban sobrecargados por los

dictámenes de nuestra historia del arte, posibilitando así una mayor libertad a las artistas para

plantear sus inquietudes “feministas”. De hecho fueron esos lenguajes, relativamente

novedosos y todavía poco experimentados por los y las artistas, por los que apostaronun

numero cuantitativamente mayor de artistas mujeres que de artistas hombres, lo que puede

constatarse en las principales manifestaciones colectivas ocurridas en aquellos años:

Fotolinguagem (1973); Prospectiva (1974); Poéticas Visuais (1977); 8 JAC (1974); Vídeo Art

(1975), en Estados Unidos y la muestra homónima en Brasil y Vídeo MAC (1977).

Así mismo una de las posibles explicaciones para que esas artistas realizasen acciones

performativas que no se llevaban a cabo “en vivo”, es indisociable del periodo político
219

dictatorial por el que atravesaba el país, el de los “años de plomo” (1968-1978), marcado por

la censura, la represión y la violencia; por el miedo y el silenciamiento de gran parte de la

sociedad brasileña, marcas de censura, represión y violencia que también repercutieron en el

campo de producción artística. Sin embargo esas artistas no realizaron sus trabajos en

cualquier espacio privado, pero sino en sus propias casas. Es en y desde el espacio doméstico,

tradicionalmente el espacio de la domesticidad en el Brasil de aquellos años, desde dónde las

artistas plantean las tensiones y las rupturas más contundentes subvirtiendo incluso la

concepción dominante con relación a dicho espacio. Entre las fotoperformances y/o

videoperformances analizadas, sólo una no ha pasado por la mirada masculina, la obra Tina

América (1975) de Regina Vater, pues fue su amiga y compañera de psicoanálisis la que

fotografió sus acciones performativas ante la cámara.

En lo que respecta a las obras de las otras artistas fueron los hombres los encargados

de fotografarlas y/o grabarlas, lo que evidencia que el dominio técnico aún parecía estar,

mayoritariamente, en manos de los hombres. Queremos precisar aquí que aunque las artistas

que hemos seleccionado sean todas mujeres blancas y de la clase social media/media alta,

cuando subvierten el propio cuerpo para tratar de problemáticas relacionadas con la situación

social de las mujeres brasileñas durante la dictadura militar en Brasil, de los roles e

identidades de sexo/género, la subversión también apunta hacia el cuerpo “social” de las

mujeres, o sea, hacia los ideales de cuerpo femenino construidos en la sociedad y cultura

brasileña en los años sesenta y setenta, tanto en lo que concierne a la belleza, como en lo que

respecta a la mujer como objeto sexual que satisface y deleita el voyeurismo del sujeto

masculino. Así mismo, como hemos visto en el caso excepcional de Geiger, esta artista

también reflexiona crítica y de forma radicalmente novedosa sobre la imagen idealizada del

indígena y, en especial, de la mujer indígena, una realidad y una problemática ausente de los

debates del movimiento feminista brasileño de los años sesenta, ya constituido como
220

movimiento organizado, y muy comprometido con la lucha contra la dictadura militar y muy

cercano a los partidos de izquierdas. Con la declaración por parte de la ONU del año 1975

como el Año Internacional de la Mujer, el escenario cambió haciendo posible una mayor

visibilidad del feminismo. Debates feministas que antes de ese año se planteaban

tímidamente, se vuelven más explícitos y se crean revistas de carácter militante como Brasil

Mulher y Nós Mulheres en las que empiezan a publicarse artículos sobre temas que

conciernen de forma muy particular a las mujeres y que empiezan debatirse con profundidad

dentro del movimiento feminista organizado.

En esta Tesis, además de lo ya expuesto, también hemos identificado dos significativas

estrategias empleadas en sus obras por las artistas brasileñas seleccionadas: la del auto-disfraz

y la de la auto-agresión ficticia/teatral. Regina Vater en Tina América (1975) y Anna Bella

Geiger en Brasil nativo/Brasil alienígena (1976/1977), al recurrir al disfraz reflexionaron

sobre la mascarada de la feminidad poniendo de manifiesto, en el caso de Vater, el carácter

arbitrario y estereotipado de la construcción de la identidad femenina de la mujer blanca y de

clase media de Brasil en los años setenta y, en el caso de Geiger, desestabilizó uno de los

mitos de la identidad nacional brasileña: el creado y transmitido a través de una imagen

idealizada del indígena, de la mujer indígena, llegando incluso la artista a parodiar imágenes

en las que el protagonista era el hombre indígena, asumiendo su papel. Lo que Geiger expresa

en su obra es que podemos llevar esas máscaras, aceptarlas como válidas y legítimas, o bien

abandonarlas y rechazarlas ya que esas imágenes de la femineidad, y de los indígenas, son

construcciones sociales que, como tales, pueden ser transformadas. Las obras citadas se sitúan

en un contexto en el que ya existía el “arte feminista” y en el que artistas como Cindy

Sherman en Estados Unidos también estaban reflexionando sobre la mascarada de la

femineidad y utilizando el disfraz, el maquillaje y la imitación de gestos para desestabilizar el

género, una estrategia estética, política y artística que algunas de las artistas brasileñas
221

seleccionadas en esta Tesis acabaron plasmando en diversas fotoperformances recurriendo

también en ellas a teatralizar el “dolor”.

Fue desde sus propios cuerpos sometidos de forma ficticia/teatral al “dolor” desde

dónde las artistas Lygia Pape en Lingua Apunhalada (1968), Anna Maria Maiolino en É o que

sobra, Letícia Parente en Preparação I y Sonia Andrade en sin título “pêlos” -, encontraron

una forma de poner de manifiesto cuál era la situación social de las mujeres brasileñas en

tiempos de dictadura militar, así como las relacionadas y los roles e identidades de sexo y

género que se les atribuían. Al utilizar esa estrategia, las artistas desestabilizaron los códigos

que delimitan el género puesto que la representación que proponen se contrapone a las

imágenes de cuerpo femenino que con mayor énfasis se difundían en el Brasil de aquellos

años: las que remitían a la mujer como reproductora, y las que la captaban y proponían como

objeto sexual. Así mismo, también se contraponen a los cuerpos femeninos considerados

como modelos de belleza que deben ser imitados por todas, cuerpos que representan a mujeres

blancas y de la clase social media/media alta, desestabilizando también así los referentes

impuestos de clase social y de “raza”/etnicidad. Además de deconstruir esa imagen de un

cuerpo femenino pasivo, que acepta las normas sociales que le son impuestas, estas artistas

proponen a las mujeres que tomen conciencia de sus propios cuerpos para que, así,

intervengan de forma crítica en la realidad en la que éstos están insertados. Lygia Pape en

Lingua Apunhalada (1968) realiza una auto-agresión ficticia/teatral a su propio cuerpo para a

través de ella, de manera irónica y sarcástica, protestar contra la dictadura militar y la

promulgación del AI-5, y para denunciar también el silenciamiento de las mujeres brasileñas

tanto por parte del Estado como por parte de unas desiguales relaciones sociales entre mujeres

y hombres que afectan a los ámbitos públicos y a los espacios privados y que crean “habitus”

a través de los que se configura la conciencia y la subjetividad de mujeres y hombres. Por su

parte Anna Maria Maiolino en É o que sobra utiliza la auto-agresión ficticia/teatral y el


222

micro-relato para alertarnos sobre el peligro, siempre eminente, que supone la muerte. La

artista expresa y denuncia la situación social de las mujeres brasileñas tras el AI-5: su

opresión simbólica, el amordazamiento de las brasileñas ejercido tanto por el Estado como

por el dominio de lo masculino sobre las relaciones sociales entre mujeres y hombres, y la

opresión física utilizada por el gobierno dictatorial y, principalmente, denuncia la muerte y la

tortura de muchas mujeres que lucharon contra la dictadura. Letícia Parente en Preparação I

utiliza la estrategia de la auto-agresión ficticia/teatral, aliada a la subversión del acto de

maquillarse, para hablar de la situación social de las mujeres brasileñas en tiempos de

dictadura militar, de la opresión del sujeto femenino, de la sujeción de la mujer a las prácticas

de embellecimiento. Sonia Andrade en sin título “pêlos”, utiliza la auto-agresión ficticia

teatral y la subversión de las prácticas de belleza e higiene para criticar los patrones de belleza

e higiene femenina aludiendo también a los cuerpos femeninos torturados durante la dictadura

militar. Esas obras se localizan en un contexto en el que artistas vinculadas al body art como

Marina Abramovich y Gina Pape, así como el grupo Fluxus, ya utilizaban la estrategia de la

auto-agresión en sus acciones performativas, en el caso de Abramovich y Pape de forma

literal puesto que causaban dolor físico a sus cuerpos. Otras artistas como Ana Mendieta, más

claramente vinculada al arte feminista de los setenta, también utilizó en algunos de sus

trabajos la auto-agresión y lo hizo como las brasileñas, es decir, de forma ficticia/teatralizada.

Algunas de esas artistas realizaban acciones en vivo, otras para pequeños grupos, y las

plasmaban mediante fotografías y/o vídeos.

Aunque las obras de Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Lygia Clark, Lygia

Pape, Regina Vater, Letícia Parente y Sonia Andrade analizadas en esta Tesis no remitan

claramente hacia una militancia feminista, sus trabajos si expresan una “hablar femenino”

crítico puesto que en ellos abordan temáticas que estaban en el centro del debate de la

segunda ola del movimiento feminista brasileño, periodo en el que cuestiones propias de las
223

mujeres se mezclaban con las cuestiones políticas. Aunque la primera generación de artistas

brasileñas analizadas en esta Tesis - Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Letícia

Parente, Lygia Clark, Lygia Pape, Regina Vater y Sonia Andrade, algunas de ellas ya

fallecidas (Parente, Clark, Pape), y las otras aún hoy en activo, no reconozcan expresamente

la influencias de las teorías y prácticas feministas en sus obras producidas en los años sesenta

y/o setenta, hemos sostenido en esta investigación que los temas, lenguajes y estrategias que

adoptaron revelan inquietudes feministas. Esas inquietudes son comunes a aquellas

suscitadas por la segunda ola del movimiento feminista brasileño de aquellos años, y por el

“arte feminista” europeo y/o estadounidense.

Con esta Tesis hemos querido contribuir a sacar de los márgenes de nuestra Historia

del Arte, y a iluminar la producción de esa primera generación de artistas mujeres brasileñas y

sus inquietudes feministas. Sin embargo, y dado el carácter crítico y politizado de su arte, aún

queda mucho por desvelar con relación al potencial político y estéticamente transgresor en lo

que concierne a los roles e identidades de sexo/género propuestos en las obras plásticas y

visuales producidas por esas artistas durante el periodo de la dictadura militar en Brasil que

hemos acotado en nuestra investigación.


5. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Y FUENTES DOCUMENTALES

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247

LISTADO DE SIGLAS

ABCA – Associação Brasileira dos Críticos de Arte

ABI – Associação Brasileira de Imprensa

AI5 – Ato Institucional Número 5

AMARN – Associação de Mulheres Indígenas do Alto Rio Negro

AMITRUT – Associação de Mulheres Indígenas de Taracuá, Rio Uaupés y Tiquié

ARENA – Aliança Democrática Nacional

AT – Antiguo Testamento

BENFAM – Bem-Estar Familiar no Brasil

CAMDE – Campanha da Mulher pela Democracia

CDMB – Centro de Desenvolvimento da Mulher Brasileira

CEBs – Comunidades Eclesiais de Base

CELAM – Consejo Episcopal Latinoamericano

CGT – Comando Geral dos Trabalhadores

CIA – Central Intelligence Agency

CMB – Centro da Mulher Brasileira

CNBB – Conselho Nacional dos Bispos do Brasil

CNMB – Conselho Nacional da Mulher Brasileira

CNV – Comissão Nacional da Verdade

CONIC – Conselho Nacional das Igrejas Cristãs no Brasil

CPC – Centro Popular de Cultura

CPCs – Centros Populares de Cultura

DOPS – Departamento de Ordem Político e Social

ECA/USP – Escola de Comunicação e Artes da Universidade de São Paulo


248

EE.UU – Estados Unidos

EMBRATUR – Empresa Brasileira de Turismo

FAAP – Fundação Armando Álvares Penteado

FAU/UFRJ – Faculdade de Arquitetura e Urbanismo da Universidade Federal do Rio de

Janeiro

FUNARTE – Fundação Nacional das Artes

JAC – Jovem Arte Contemporânea

JK – Juscelino Kubitschek

LGBT – Lésbicas, Gays, Bissexuais, Travestis, Transexuais e Transgêneros

LSD – Lysergsäurediethylamid

MAC/UFPB – Núcleo de Arte Contemporânea da Universidade Federal da Paraíba

MAC/USP – Museu de Arte Contemporânea da Universidade de São Paulo

MAF – Movimento de Regimentação Feminina

MAM/RJ – Museu de Arte Moderna de Rio de Janeiro

MASP/SP – Museu de Arte Moderna de São Paulo

MDB – Movimento Democrático Brasileiro

ME – Movimento Estudantil

MFA – Movimento Feminino pela Anistia

MG – Minas Gerais

MIS – Museu da Imagem e do Som

MNU – Movimento Negro Unificado Contra a Discriminação Racial

MOMA – Museu de Arte Moderna de Nova York

MPB – Música Popular Brasileira

ONU – Organización de las Naciones Unidas

PAEG – Plano de Ação Econômica do Governo


249

PC do B – Partido Comunista do Brasil

PCB – Partido Comunista Brasileiro

PSD – Partido Social Democrático

RJ – Rio de Janeiro

SP – São Paulo

TL – Teología da Libertación

TV – Televisão

UCF – União Cívica Feminina

UDN – União Democrática Nacional

UFMG – Universidade Federal de Minas Gerais

UNE – União Nacional dos Estudantes

URSS – Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas

USP – Universidade de São Paulo

WAR – Women Artists in Reistence

WSABAL – Women Students and Artists for Black Art Liberation


250

LISTADO DE IMÁGENES

Imagen 1 – Marta Rocha – “Miss Brasil 1954”...................................................................... 124

Imagen 2 – Leila Diniz embarazada, de biquini exhibe su barriga en la playa de Ipanema

(1971). .................................................................................................................................... 125

Imagen 3 – Rita Lee en la década de setenta.......................................................................... 126

Imagen 4 – Sargenteli y sus mulatas en la década de setenta................................................. 129

Imagen 5 – Sonia Braga como Gabriela en la novela homónima Gabriela (1975) ............... 130

Imagen 6 – Helô Pinheiro en la década de sesenta................................................................ 132

Imagen 7 – Material promocional de la Embratur, 1977........................................................ 134

Imagen 8 – Índia Bartira, Chacrete de 1974-1977................................................................. 135

Imagen 9 – Anna Bella Geiger, Embriões (Fase Visceral), 1967. ......................................... 142

Imagen 10 – Regina Vater, Em azul (Serie Feminista), 1966. ............................................... 144

Imagen 11 – Regina Vater, Ipanema (Serie Tropicália), 1968. ............................................. 146

Imagen 12 – Anna Maria Maiolino, Ecce Homo, 1967.......................................................... 148

Imagen 13 – Lygia Clark, A Casa é o Corpo, 1968. .............................................................. 156

Imagen 14 – Lygia Clark, A Casa é o Corpo (detail), 1968................................................... 158

Imagen 15 – Ovo (1968) -sambistas da Escola de SambaMangueira.................................... 163

Imagen 16 – Regina Vater, Tina América (detalhe) 1975...................................................... 181

Imagen 17 – Regina Vater, Tina América (detalle), 1975...................................................... 182

Imagen 18 – Anna Bela Geiger, Brasil nativo/Brasil alienígena, 1976/1977........................ 185

Imagen 19 – Anna Bella Geiger, Brasil Nativo/Brasil Alienígena (detail), 1976. ................. 186

Imagen 20 –Anna Bela Geiger, Brasil nativo/Brasil alienígena (detail), 1976/1977 . .......... 187

Imagen 21– Lygia Pape, Língua Apunhalada (Serie Poemas Visuais), 1968........................ 193

Imagen 22 – Anna Maria Maiolino, É o que sobra (Serie Fotopoemação), 1974. ................. 199
251

Imagen 23 – Letícia Parente, imagens del video Preparação I, 1975.................................... 206

Imagen 24 –Sonia Andrade, imágenes del video sin título “pêlos”, 1977. ............................ 210
ANEXOS
253

Anexo A – Ato Institucional Nº 5 – AI - 5 (1968)


254
255
256

Anexo B – Manifesto Antropofágico (1928)


257
258

Anexo C – Contra a arte afluente: corpo é o Motor da Obra (1979)


259
260
261
262
263
264
265
266
267
268
269
270

Anexo D – Feminino e Masculino (1967)


271

Anna Bella Geiger, Masculino - Feminino, 1967.


Fuente: Jaremtchuk (2007: 154).

(gravura em metal, 83 x 66cm).


272

Anexo E – Mulher em Azul (1967)


273

Regina Vater, Mulher em Azul, 1967.


Fuente: Trizoli (2001: 62).

(aquarela sobre papel, dimensión - no identificada).


274

Anexo F – Dentro do Útero (1967)


275

Regina Vater, Dentro do útero, 1967.


Fuente: Trizoli (2011: 76).

(Guache sobre cartão, dimensión no identificada).


276

Anexo G – Os Amantes (1966)


277

Anna Maria Maiolino, Os Amantes (1966)


Fuente: Tatay (2012: 14).

(xilogravura em cores, 28 x 29,9 cm).


278

Anexo H – Baba Antropofágica (1968)


279

Lygia Clark, Baba Antropofágica, 1973.


Fuente: Clark (1980: 39).
280

Anexo I – Ovo (1967)


281

Lygia Pape vivenciando la proposición Ovo (1967) en una plaza en la década de 1960
Fuente: Machado (2008:110).
282

Anexo J – Little boys and girls


283

Anna Bella Geiger, Little boys and girls, 1975.


Fuente: Jaremtchuk (2007: 165).

( fotografía y colaje, 20 x 24 cm).


284

Anexo K – aMar at Paris Dá Vida (1974)


285

Regina Vater, aMar at Paris Dá Vida, 1974.


Fuente: Trizoli (2003: 148).

(montaje fotográfica, dimensión no identificada).


286

Anexo L – Roda dos Prazeres


287

Lygia Pape vivenciando Roda dos Prazeres (1967) en una plaza en la década de 1970.
Fuente: Machado (2008: 112).
288

Anexo M – X (1974)
289

Anna Maria Maiolino, X (Série Fotopoemação), 1974.


Fuente: Tatay (2012: 45).

(analógica en blanco y negro, 35 x 57, cm cada, foto Max Nauberg).


290

Anexo N – Preparação II (1976)


291

Letícia Parente, Preparação II, 1976.


Fuente: Parente (2005: s/p)

(7 min40seg. Porta-pack ½ polegadas. Cámera Jom Tob Azulay).


292

Anexo O – Sin Título "fios" (1976)


293

Sonia Andrade, frame do vídeo sin título ("fios"), 1977.


Fuente: Lentz (2011: 175).

(P/B, 4 min 40 segundos. Cámera Hom Tob Azulay).

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