Vous êtes sur la page 1sur 4

Escribe Oberdán Rocamora

Redactor Estrella, especial


para JorgeAsísDigital

Del crimen de Alberto Nisman debe hacerse cargo el kirchnerismo. Se lo subraya


desde la post verdad, sin tener en cuenta la categoría rebatible de la verdad
relativamente absoluta.

Para la interpretación frívola de la actualidad, aquel que adhiera a la tesis racional


del asesinato es un antikirchnerista sin remedio.

Y aquel que crea que el desdichado acertó en el tiro del final es K hasta la médula.
Hasta el apoyo a la deriva del ciclo 2012 y 2015. De la desaparición forzada de
Santiago Maldonado debe hacerse cargo el macrismo. Por similar parámetro
analítico.

Sobreactuaciones nacionales

Nisman remite a la sucesión de sobreactuaciones nacionales producidas desde el


atentado de 1994, contra la mutual Amia.

Contuvo una investigación que es una historia independiente. Surcada siempre


por los vaivenes contradictorios de la política interna. Pero complementada por los
altibajos de la coyuntura internacional de dinámica compleja, para los expertos en
cambios geopolíticos. Los que inducen, permanentemente, a barajar los naipes,
con sistemática frecuencia. Para clarificar los aliados de los enemigos. Categorías
que suelen alterarse con cierta facilidad.

Nisman, J.J. López y Maldonado. Al doctor Nisman lo expulsaron de la cancha


justo el día anterior de la penúltima sobreactuación.

La presentación, ante el Congreso, de la denuncia efectista contra La Doctora, que


por entonces presidía la Nación. Nisman la denunciaba junto al canciller, Héctor
Timerman, pero asociada a una banda que podía participar en el film marginal
"Los peores del barrio", con Los 5 Grandes del Buen Humor.

Por las barbaridades del Tratado con Irán. Sobreactuación anterior que nunca se
había llevado a la práctica. Aunque en la Argentina, monarquía disciplinada, fue
aprobada en ambas cámaras, con euforia sobreactuada.

Debía Nisman judicializar espectacularmente, en la plenitud del verano, una


decisión soberana de política exterior. Impulsada por el Poder Ejecutivo y
legitimada por el Legislativo.

Implicancias internacionales
Por su parte, Maldonado fue mágicamente absorbido, hasta desaparecer en la
boca del hipopótamo. Bicho extraño en el invierno patagónico.

El artesano esfumado remite a la barbarie inmobiliaria de los hacendados


poderosamente impunes. El colorido Benneton y el británico J. Lewis.

Conflicto inmobiliario que se sostiene por la resistencia marginal de los mapuches.


Un pueblo originario que los hacendados califican de imaginario. Dominados por
una vanguardia de truhanes violentos que pretenden usar, como si fuera papel
higiénico, sus títulos de propiedad.

Nisman, J.J. López y Maldonado. Por si no bastara, mister Lewis es el gentleman


reconocido. Un visionario que, al desaparecer el imperio inglés, decide extenderse
por su cuenta y colonizar la accesible Patagonia. Tierra inagotable y barata que no
estaba loteada por Kanmar. Además, Mr. Lewis es amigo de Mauricio Macri,
Presidente del Tercer Gobierno Radical, y accionista menor de Marcelito Mindlin,
El Pampa.

Incluso, Mr. Lewis supo alojarlo al "friend" Mauricio, en la primorosa matruska de


su estancia. La que mantiene, entre sus riquezas y esparcimientos, el Lago
Escondido, de su absoluta pertenencia. Situado en la matruska mayor de la
provincia de Río Negro. El envase.

Por lo tanto, los Casos de Nisman y de Maldonado mantienen implicancias


internacionales. Desde la modernidad líquida de Puerto Madero, el infortunado
Nisman supo arrastrar culturas ampliamente históricas. Como las de Israel y el
persa Irán. Incluye en el reparto al Líbano, y en el último tramo a Venezuela.

Un atentado que no pudo resolver Interpol, pero sí obstaculizar. Desde Lyon y con
sus alertas rojas. Destinadas a los dirigentes iraníes, acusados de ser los autores
intelectuales y financieros de la masacre. Declarados culpables por la justicia
Argentina. Desde el guía espiritual de la Revolución Islámica hasta el canciller
Velayati, una suerte de embajador Faurie, menos presentable y en versión persa.

Sin embargo las tarjetas rojas que podían sacarle a los acusados en los
aeropuertos, era lo único que les interesaba, según nuestras fuentes, a los iraníes.

Los persas percibían, en las tarjetas rojas, las manos arbitrales del Mossad,
servicio secreto israelí, y de la CIA siempre cercana y familiar.

Nisman, J.J. López y MaldonadoEn Irán se hacían los desentendidos. Ni les daban
entidad. Consideraban que las impugnaciones se encontraban camoufladas por la
inteligencia enlatada de ambas agencias enemigas de espionaje.

Después de varios años, por la dinámica que contrastaba con el estancamiento


nacional, se asistía al diplomático acercamiento entre Estados Unidos e Irán.
De pronto, los viejos enemigos hasta se disponían a jugar en tándem, como
aliados, ante el enemigo que los unificaba. Daesh, el terrorismo sunnita que
transformaba a Al Qaeda en un club sin trascendencia. Y mientras Daesh
planificaba las bases de reanudación del Califato extinguido, se encargaban de
pulverizar a los países occidentales y cristianos que los combatían. Con sicarios
que se definían como lobos solitarios, que también atentaban contra el régimen
chiita y autocrático de Irán.

Mientras el presidente Kirchner insultaba a Irán en la asamblea de la ONU, con la


esperanza chiquilina de tener algún juego en común con Estados Unidos, ya la
diplomacia americana negociaba su propio acercamiento con Irán. Fue a través de
la cuestión que los enternecía. Les interesaba mucho más que los (casi) olvidados
80 muertos.

Debían detenerse los avances nucleares de Irán. Fueron avances que los
americanos luego no supieron controlar, por ejemplo, en Corea del Norte. El
gordito Kim Jong-un hoy lo atormenta a Donald Trump mucho más que los
ayatollas que paulatinamente se reforman.

Don Tito

Se percibe entonces que los casos de Nisman y de Maldonado exceden la


cuestión doméstica del caso de J.J. López.

Don Tito remite, más bien, a la pugna interna policial suburbana de la inviable
Buenos Aires. Porque don Tito no fue, según nuestras fuentes, secuestrado.

Por su propia decisión, J.J. se calzó los borceguíes para irse. Desde su casa en
Los Hornos, hacia alguna parte. Con 300 extraños dólares en el bolsillo.

Nisman, J.J. López y Maldonado. Se dirigía, con seguridad, hacia Atalaya, partido
de Magdalena. Exactamente hacia la casa donde pasó algunas vacaciones de
garrón. Y donde durmió, según nuestras fuentes, por última vez. Y por la mañana
fueron a buscarlo los amigos que ya habían decidido traicionarlo. Mandarlo "para
arriba". Para sepultarlo. Mientras se sucedían las manifestaciones de los sinceros
que lo tomaban como pretexto franco para protestar.

Lo enterraron durante cierta noche, según nuestras fuentes, en algún costado del
Parque Pereira Iraola. Justo donde solían iniciarse las calenturas de los
estudiantes del sur, en los picnics del día de la primavera.

La policía removió un poco la tierra en el lugar previsiblemente equivocado. Pero


el Parque es demasiado amplio. Cuentan, aparte, que los que se encargaron del
pozo desconocían el lugar. (Un buen familiar de don Tito sostiene que el juez debe
llevar "de los pelos" al cronista, por lo que sabe, para declarar).
Ante el tribunal podría tratarse, acaso, la protección moral de la víctima, por parte
del cronista. La decisión de no profundizar en detalles de su conducta. Legitima el
escaso entusiasmo por evocarlo de las figuras relevantes del humanitarismo. Y
ese afán ingrato de olvidarlo.

Torpeza e improvisación

En el Caso Nisman, para concluir, la sobreactuación más impresionante consistió


en asesinarlo. En cuanto al conflicto inmobiliario de Kanmar, de los Mapuches
contra Benetton, de ningún modo estaba para ser resuelto por la Gendarmería.
Aunque se tratara de la fuerza de seguridad de moda. A la que la Federal le pasa,
según nuestras fuentes, más oportunas facturas de las necesarias.

Nisman, J.J. López y Maldonado. Durante un gobierno en ascenso donde prolifera,


con ostensible generosidad, "la torpeza y la improvisación".

El comportamiento presidencial se decide por el mecanismo incuestionable de las


encuestas y de los focus. Donde suelen tomarse exámenes ministeriales con un
tablero de control, con luces y rueditas.

Un gobierno gestual que triunfa, captado inapelablemente por la insustancialidad,


y sin el menor interés de hacerse cargo, siquiera, del fantasma de Maldonado.

Y sin tomar consciencia que ya tal vez atravesaron la frontera del primer muerto.
El paso más difícil. Los próximos muertos serán menos sorprendentes. Por hábito.

Vous aimerez peut-être aussi