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Leucocoria

Leucocoria es una palabra que procede del griego (leuko: blanco y coria:
pupila) y hace referencia al hecho de tener una pupila de aspecto blanco en
lugar del habitual color negro. Es común que sean los padres o cuidadores
de los niños los primeros que se percaten de esta alteración.
En los casos más obvios la pupila puede
verse blanca en la observación casual.
En otras situaciones, la pupila puede
aparecer blanca sólo en ciertas
circunstancias como cuando se dilata
en un cuarto poco iluminado.
Algunas veces la leucocoria es detectada por fotografías, observando que
una pupila tiene un reflejo anormal o "reflejo blanco" comparado con el
otro ojo que tiene un "reflejo rojo" normal.

El reflejo rojo:

Cuando la luz entra al ojo a través de la pupila, la retina absorbe la mayor


parte de esa luz. Sin embargo, una pequeña cantidad de luz es reflejada por
la retina y vuelve a salir a través de la pupila. La luz es rojo-anaranjada,
reflejando el color normal de la retina. El reflejo rojo se ve más fácilmente
cuando la línea de visión del observador está muy cerca de la dirección de
iluminación dentro del ojo.
Un ejemplo es una cámara, en la cual
el flash está montado muy cerca de la
lente que captura la imagen, dando
por resultado fotografías con los
reflejos rojos pupilares.
Las principales enfermedades que se deben
descartar en la consulta del oftalmólogo son:

· Retinoblastoma: Neoplasia maligna intraocular más frecuente en


niños. El 40% de los casos de retinoblastoma es de causa hereditaria y
generalmente aparece entre los 18 meses y los dos años de vida. El avance
en el tratamiento de este tumor ha hecho que los porcentajes de
supervivencia sean elevados.
· Vítreo primario hiperplásico persistente: Enfermedad producida por
una regresión incompleta del sistema vascular fetal intraocular.
Generalmente es diagnosticado entre los 3 y 8 meses de vida y puede
afectar al desarrollo normal del ojo con un pronóstico visual pobre.
· Enfermedad de Coats: Enfermedad vascular de la retina caracterizada
por múltiples aneurismas que producen exudación y pueden llegar a
desprender la retina. El desprendimiento de retina es lo que produce el
signo de la pupila blanca.
· Retinopatía del prematuro: Enfermedad vascular de la retina que
afecta a los lactantes prematuros de bajo peso al nacer. El pronóstico es
muy variable dependiendo de la gravedad y la localización de las lesiones.
· Catarata: los niños que presentan una catarata congénita suelen
tener baja visión, ojo vago, estrabismo, nistagmus y pupila blanca. Las
cataratas que tienen riesgo de producir ojo vago deben ser operadas en los
primeros años de vida.
· Toxocariasis: Enfermedad infecciosa poco frecuente pero que debe
ser tenida en cuenta en el diagnóstico diferencial de la pupila blanca.
· Enfermedad de Norrie: Los varones con esta enfermedad ocular
suelen presentar desprendimientos de retina dando lugar a una pupila
blanca o leucocoria. También pueden presentar alteraciones auditivas y
trastornos mentales asociados.
Traumatismos: Los traumatismos graves del ojo pueden provocar lesiones
intraoculares como sangrado detrás del cristalino (hemovítreo),
desprendimiento de retina e incluso catarata (sobre todo si se introduce
algún objeto dentro del ojo) siendo todos ellos causas de leucocoria.

Cómo detecta la leucocoria un oftalmólogo

El oftalmólogo utiliza un retinoscopio para examinar el reflejo rojo desde el


ojo y un oftalmoscopio para visualizar directamente el interior del ojo.
Generalmente se usan gotas dilatadoras para agrandar la pupila, lo que
permite un examen más minucioso.
Es fundamental que el oftalmólogo realice una completa anamnesis (datos
del paciente y familiares) y exploración (agudeza visual, fondo de ojo,
analíticas, pruebas de imagen como ecografía, resonancia magnética…),
aunque en ocasiones resulta complicado debido a la escasa o nula
colaboración de estos pacientes de muy corta edad. Si en una visita no es
posible hacer la exploración deseada, es importante hacer varias revisiones
con posterioridad, para tener una exploración lo más completa posible,
antes de llevar a cabo un tratamiento.
En estos casos es crucial identificar la causa exacta que está produciendo
esta anomalía y eventualmente, realizar el tratamiento más adecuado y si
es posible una correcta rehabilitación visual. En general, si los medios
transparentes del ojo están indemnes y el niño colabora adecuadamente,
el diagnóstico clínico es sencillo con cierta experiencia y la exploración
habitual que realizamos en la consulta médica.
En otros casos, es imprescindible examinar al niño en quirófano bajo
sedación, para poder visualizar detalladamente todas las estructuras del
interior del globo ocular. La prueba complementaria más utilizada para
complementar el estudio de la leucocoria es la ecografía de alta resolución.
Con la ecografía, y de forma simple y rápida, podemos confirmar la
presencia de calcificaciones (típicas del retinoblastoma), la persistencia de
estructuras embrionarias y descartar un desprendimiento de retina.
Tratamiento

El manejo de la leucocoria involucra el tratamiento de la patología


subyacente (cataratas, desprendimiento de retina, infecciones, etcétera)
responsables de la apariencia blanca de la pupila. terminasi es posible por
una correcta rehabilitación visual.

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